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Títeres o títere, en un amplio sentido, puede referirse a cualquier objeto que cumpla estos

dos requisitos:nota 11

 Que sea movido con un objetivo dramático o "en función dramática".nota 2 Es decir, todo
títere debe aspirar a convertirse en un personaje dentro de una trama y con una
función dramática.
 Que su movimiento se realice ante y para un público. Así lo corroboró el
norteamericano Bil Baird cuando en 1965 definió al títere como "figura inanimada que
cobra vida gracias al esfuerzo humano y lo hace ante un público".2
El uso desde hace cuatro siglos del término "títere", exclusivo del ámbito geográfico y
cultural de la lengua española,nota 3 lo convierte en un tesoro lingüístico que una vez más
habla en favor de la riqueza de este idioma.

Las categorías de Alfonso X el Sabio[editar]


Una de las primeras menciones documentales 'oficiales' que aparecen en la Península
Ibérica, se remonta al reinado de Alfonso X de Castilla, a raíz de la solicitud («Suplicatio»)
que el juglar Giraut de Riquier dirigió en 1273 al rey para establecer privilegios y orden de
jerarquía artística entre los muy variados oficios histriónicos. Dos años después, Alfonso X
emitió una «Declaratio» que distinguía y clasificaba la siguiente tipología:3

 Juglares, como los que tocan y cantan en las cortes.


 Histriones, como los músicos tañedores de instrumentos.
 Inventores, para los trovadores.
 Joculatores, para los acróbatas.
 Bufones, para la gente bufa y demás truhanes que hacen reír.
 Y cazurros, ocupando el último puesto de la escala jerárquica y referido a los que
exhibían animales amaestrados y títeres.
La definición de Sebastián de Covarrubias[editar]
Frente a la parquedad y ambigüedad de las definiciones académicas y de los diccionarios
de uso,nota 4 los estudios, tanto de titiriteros como de investigadores especializados en
teatro para niños y de títeres, prefieren la definición que, en 1611, dejó
escrita Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana, que explica el origen del término
en la costumbre de los titiriteros de colocarse en la boca una lengüeta que usaban para
deformar la voz, sonando el chirrido resultante una especie de 'ti-ti' metálico.4 El
dramaturgo cubano Freddy Artiles informa de que esas lengüetas todavía se utilizan por
titiriteros de diferentes lugares del planeta.
Bernal Díaz del Castillo, en su Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, fue
uno de los primeros en dejar referencia escrita de la palabra "títere", al mencionar a un
hombre de la comitiva de Hernán Cortés en su expedición a Honduras que "jugaba de
manos y hazía títeres".5

Retablos y «tutilimundi»[editar]
Los primeros teatritos mecánicos que se mencionan, en 1539 según Varey, son los
llamados retablos (por su parecido con las tablas pintadas o en relieve).6 El término, de
origen religioso, se aplicó poco después a los títeres manuales.nota 5 Más tarde llegarían a
diferenciarse ambos teatrillos, quedando el término retablo para los manuales, y los
mecánicos empezaron a conocerse como Tutilimundi (tutilimondi o titirimundi), mondinovi o
mundinuevo. Covarrubias, en su definición, aclara que el mencionado retablo era la "caxa"
(armazón del teatrillo) y no los títeres.7

Títeres cervantinos
Cervantes se refiere a esta forma teatral en varias de sus obras, El licenciado Vidriera,
el Coloquio de los perros y con especial intensidad en "dos momentos importantes de su
obra";8 en El retablo de las maravillas, entremés de 1615, y en los capítulos XXV y XXVI
de la segunda parte de Don Quijote de la Mancha, publicada aquel mismo año.9 Casi como
un homenaje cervantino, Manuel de Falla compuso en 1923 El retablo de Maese
Pedro (con títeres y escenografía de Hermenegildo Lanz y la colaboración de Manuel
Ángeles Ortiz); además de otras colaboraciones con los títeres gaditanos de la Tía
Norica (una de las más valiosas colecciones de títeres de cuerda de España. Poco
después, y en esa misma línea abierta por Cervantes, Federico García Lorca escribió
el Retablillo de Don Cristóbal en 1930, culminando sus trabajos para los populares títeres
de cachiporra.10
"Y, diciendo y haciendo, desenvainó la espada y de un brinco se puso junto al retablo, y con
acelerada y nunca vista furia comenzó a llover cuchilladas sobre la titerera morisma, derribando a
unos, descabezando a otros, estropeando a este, destrozando a aquel, y, entre otros muchos, tiró
un altibajo tal, que si maese Pedro no se abaja, se encoge y agazapa, le cercenara la cabeza con
más facilidad que si fuera hecha de masa de mazapán."
Miguel de Cervantes. Capítulo XXVII de la Segunda Parte del Quijote: El ingenioso caballero don
Quijote de la Mancha.

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