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6.

EL PRINCIPIO DE PRECLUSIÓN PROCESAL

6.1. Explicación general: La preclusión procesal tradicionalmente se ha vinculado


con la idea de un proceso dividido en fases. Una vez concluida una etapa, la ley
procesal prohíbe la vuelta atrás.

En nuestro derecho el reconocimiento positivo de este principio informativo se


contiene en varios preceptos, pero de un modo nítido su admisión consta en el art.
64 CPC, al asignar el carácter de fatal a los plazos legales para la realización de
los actos de las partes.

En su explicación más elemental, la preclusión procesal determina que los


distintos actos que conforman el proceso se hayan sujetos a un orden consecutivo
y riguroso, de manera que las partes deben ejercer sus derechos o cumplir con
sus deberes o cargas procesales en la oportunidad que la ley les señala. De igual
forma, la preclusión impone que para poder pasar a una determinada etapa es
perentorio cumplir con la anterior o darla por cerrada. No se puede avanzar a una
etapa si la anterior no concluye.

La preclusión procesal explica por qué adquieren el carácter de firmes los


actos cumplidos dentro del respectivo período fijado por la ley o el juez para
su realización, y por qué se extinguen las facultades procesales que no se
ejercitaron durante el término previsto para ello. Así, por ejemplo, si no se
contesta la demanda en el plazo legal, se debe soportar la consecuencia que el
legislador haya previsto para ello.

En el plano legal son varias las instituciones que descansan en el principio


informativo de la preclusión, siendo las más evidentes la rebeldía (art. 79 CPC); la
prohibición del cambio de demanda (art. 261 CPC); la existencia de los plazos
fatales (art. 64 CPC); el abandono del procedimiento (art. 152 CPC).

6.2. Reconocimiento jurisprudencial: En la jurisprudencia, entre otras, se destaca el fallo de la


Corte Suprema, de 4 de mayo de 1990, al sentar la siguiente doctrina, "(...) la preclusión, por su
parte, es la sanción legal a los actos realizados fuera de los límites prescritos por la ley de
procedimiento para su ejecución. En el sistema del orden consecutivo legal, la ley señala
procedimientos, los que a su vez llevan un orden de desarrollo racional, como las fases de
iniciación, prueba, sentencia, recursos y cumplimiento. Dentro de cada procedimiento hay
señalado un orden para los actos procesales, el que debe respetarse tanto por las partes como por
el tribunal. La preclusión surge así como la sanción legal a los actos verificados fuera de los límites
señalados por la ley y que impide su posterior ejercicio. En la preclusión, el acto no se ejecutó en
tiempo oportuno, por lo cual la ley impide que se realice con posterioridad. En el caso de la
nulidad, el acto se verificó, pero en forma viciosa, que es lo que permite dejarlo sin efecto.
Chiovenda define la preclusión como la pérdida, extinción o caducidad de una facultad procesal
que se produce por el hecho de no haberse observado el orden señalado por la ley para su
ejercicio, por haberse realizado un acto incompatible con él o por haberse ejecutado ya
válidamente la facultad. La preclusión es, además, el camino hacia la cosa juzgada que para ese
tratadista es la máxima preclusión. Sus fundamentos pueden sintetizarse en tres: —Cumplimiento
de las leyes de procedimiento. Si la ley regula el orden del proceso debe señalar una sanción para
quienes no hacen uso oportunamente de las facultades que les otorga. Esta sanción es
precisamente la imposibilidad de ejecución posterior que se llama preclusión—. Permite el avance
del proceso. Se cumple así con su finalidad. Da como resultado la irrevocabilidad de los actos
procesales".

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