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Escrita por Heidegger en el año de 1947, se trata de una respuesta a lo que él denominaría

como “Humanismo clásico”, arguyendo en él, cierta insuficiencia en su interpretación sobre


el hombre y en los conceptos tradicionales dados al pensamiento, que, según él, carecen de
dinamismo, y, por ende, es necesaria una “liberación gramatical” de dicho concepto.

Para Heidegger, el hombre pasa a tener relación directa con el ser, siendo este en efecto el
reflejo de la experiencia y conocimiento del hombre. Heidegger habla del concepto de ser
en dos sentidos, estos son el obrar y el pensar; en el concepto del obrar, el ser se ve
identificado con el ente, mientras que en el del pensar, el ser es identificado con la verdad
del ser en sí, y puede conocer su esencia.

El objetivo de Heidegger en su Carta al Humanismo es recuperar la relación entre el ser y el


existir, y para dicho objetivo, es necesario adentrarse en la problemática de las esencias
tanto del hombre como del pensar. En la interpretación heideggeriana del pensar, lo
existente es interpretado por el ser que es quien interpreta la verdad de sí mismo y de los
otros seres, asimilándose de esta manera los conceptos del ser y del pensamiento, mientras
que el hombre es aquel que, viviendo su propio destino, guarda su ser, que es en efecto
quien le relaciona con la existencia, puesto a que este, en este contexto, es visto como la
conservación de una identidad de carácter eminentemente histórico, y que es solo obtenible
por medio de su trasmisión y de su escucha.

En esta carta se afirma que “el ser” ha caído en el olvido, y por eso Heidegger emprende un
camino para llegar nuevamente a los fundamentos más esenciales de este, intentando con
esto sacarlo de dicho abandono, para esto es necesario llegar a esos espacios del ser que no
pueden ser encasillados por títulos que limiten la globalidad de su implicancia y significado
verdaderos.

Heidegger afirma: “El lenguaje es la casa del ser”. esta afirmación implica que el lenguaje
es aquel “lugar” donde el ser se devela, se encarna y se construye o, dicho de otra manera,
el lenguaje es aquel que le imprime sentido al ser. Heidegger también introduce dentro de
este discurso el concepto de “destrucción”, y para esto, es necesario, dentro de este
contexto, dejar de lado la concepción tradicional de dicho termino, puesto que, para
Heidegger, destruir no implica una acción de aniquilación, sino más bien de
desmantelamiento, desarticulación o desplazamiento. Teniendo en cuenta el sentido que
Heidegger le imprime a este concepto, es oportuno decir que sus pretensiones en cuanto al
estudio del ser, es destruir todos los obstáculos que de una u otra manera, ocultan su
verdadera esencia, y por ende hacen difuso o limitado el campo de su entendimiento y
comprensión.

Destruyendo todos estos obstáculos, en su mayoría lingüísticos, se nos hace posible, según
Heidegger, la correspondencia ante lo que se nos ha sido asignado en cuanto a la tradición o
entrega del ser. Es por tal motivo que el fundamento de Heidegger a lo largo la carta, es una
crítica al “olvido del ser”, dando por propia iniciativa, y de manera crítica, una “nueva
lectura” a los conceptos clásicos y tradicionales sobre el ser, “destruyéndolo” y de nuevo
trayéndolo a la vida, abriendo así, nuevas alternativas para su comprensión y desarrollo.
 Ser, lenguaje y esencia

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