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Retrato del pintor Francisco de Goya (1826), por Vicente López, Museo del Prado, Madrid.
La obra de Goya incluye unos quinientos óleos y pinturas murales, además de cerca de
trescientos aguafuertes y litografías y centenares de dibujos.8 La mayoría se conserva en
el madrileño Museo del Prado, aunque también hay un buen número de obras en Francia,b
especialmente en el Museo del Louvre, así como en los
de Agen, Bayona, Besançon, Castres, Lille y Estrasburgo.9
Tras un lento aprendizaje en su tierra natal, en el ámbito estilístico del Barroco tardío y las
estampas devotas, viajó a Italia en 1770, donde trabó contacto con el
incipiente neoclasicismo, que adoptó cuando marchó a Madrid a mediados de esa década,
junto con un pintoresquismo costumbrista rococó derivado de su nuevo trabajo como pintor
de cartones para los tapices de la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara. El
magisterio en esta actividad y en otras relacionadas con la pintura de corte lo imponía en
aquella época Anton Raphael Mengs, mientras que el pintor español más reputado
era Francisco Bayeu, que fue cuñado de Goya.
Una grave enfermedad que le aquejó en 1793 le llevó a acercarse a una pintura más
creativa y original, que expresaba temáticas menos amables que los modelos que había
pintado para la decoración de los palacios reales. Una serie de cuadritos en hojalata
realizada durante su convalecencia10 a los que él mismo denominaba de «capricho e
invención»,c inician la fase madura de la obra del artista y la transición hacia la estética
romántica.