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El significado de la adoración
La palabra adoración proviene del latín y
significa dar un homenaje, ad «a», y «ora» boca,
(trayendo la boca). En la antigua Roma la adoración
significaba un testimonio de veneración hacia una
persona o hacia un objeto, cuando se quería dem-
ostrar un gran respeto. La expresión física del acto
de adoración consistía en inclinar ligeramente el
cuerpo hacia delante mientras las rodillas quedaban
algo curvadas. La mano derecha tocaba el objeto o
la persona reverenciada mientras que la izquierda
se llevaba a la boca y se besaba, “lanzando” luego
el beso al objeto o persona.1 Ralph P. Martin escribió
lo siguiente de la palabra inglesa adoración 2:
(La palabra «worship» [adoración]) connota
acciones que están motivadas por una actitud
que reverencia, honra, o describe el valor de
otra persona u objeto. En el contexto antiguo y
neotestamentario, «adoración» se refiere espe-
cíficamente a la adoración de lo divino. 3
Ni el hebreo antiguotestamentario ni el gr-
iego neotestamentario tienen una palabra que sea
equivalente a la palabra «adoración». No obstante,
ambos testamentos tienen palabras que definen
actividades de adoración. El «shahah» hebreo, que
muy a menudo se traduce por «adoración», significa
«postrarse». El verbo hebreo ‘abad significa «servir»,
1 
N. del T.: Este texto es adaptación del traductor rela-
cionada con la definición de la palabra hispana «adoración».
En el texto del autor se lee la definición relacionada con
la raíz etimológica de la palabra inglesa «worship», como
sigue: La palabra inglesa «worship (adorar)» provino de la
combinación del inglés antiguo de weorth («worth [valor o
estima]») y scipe («ship [que denota un estado, calidad o
condición]»). El término «ship» da a entender un estado,
calidad o condición, como en las palabras friendship (amistad),
fellowship (comunión) y relationship (relación). La palabra
worth-ship (worship) expresa la calidad o estado del mérito
que se encuentra en el objeto de la devoción de uno. Dios, en
Su grandeza, magnificencia, y actos maravillosos, tiene un
mérito que merece nuestra devoción, respeto y adoración.
2 
N. del T.: El autor se refiere a la raíz etimológica de la
palabra «worship».
3 
Ralph P. Martin, «Worship», en The International Stan-
dard Bible Encyclopedia (Enciclopedia de la Biblia de formato
internacional), rev., ed. Geoffrey W. Bromiley (Grand Rapids,
Mich.: Wm. B. Eerdmans Publishing Co., 1988), 4.1117–18.
al igual que el verbo griego latreuo.4
La palabra griega proskuneo, que significa lit-
eralmente «besar hacia», es la palabra que más
frecuentemente se usa en el Nuevo Testamento para
connotar la adoración (Mateo 4.10; Lucas 24.52;
Juan 4.20–21). La costumbre que normalmente se
practicaba era postrarse ante una persona y besar el
suelo, sus pies o el borde de sus vestimentas. Esto
era lo que hacían los persas con sus reyes deificados
y los griegos en honor de sus ídolos y otros objetos
sagrados. Si bien ese significado no es exactamente
el mismo al de nuestra palabra «adorar», proskuneo
expresa la idea de adoración más cercana que lo
hace cualquier otra palabra griega.
Otras palabras neotestamentarias se traducen
de manera poco frecuente por «adoración» o
«adorador». Estas no contienen el significado de la
adoración formal, como lo hace la palabra griega
proskuneo, sin embargo, se traducen usando formas
de la palabra «adorar».5
Actitudes con respecto a la
adoración en la antiguedad
Las actitudes en la antigüedad pueden ayu-
darnos a entender la adoración. En la épica de la
creación de la antigua Mesopotamia, Merodac es
representado en el momento cuando está decidiendo
crear a los seres humanos para servirles a los dioses.
La siguiente declaración se le atribuye a Mero-
dac cuando estaba creando al hombre, diciendo:
«¡Estará encargado de servirles a los dioses para
apaciguarlos!».6
El punto de vista anterior presenta al hombre
4 
Latreuo aparece en Filipenses 3.3 como «servimos». El
sustantivo latreia se traduce por «culto» en Romanos 12.1 y
en Hebreos 9.1, 6, 9 y 10.2.
5 
Algunos ejemplos son eusebeo (con el significado de
«actuar piadosamente hacia», «adoráis»; Hechos 17.23);
sebazomai («honrando», Romanos 1.25); sabasma («objeto de
culto»; 2ª Tesalonicenses 2.4); theskeia («culto»; Colosenses
2.18); sebo («honrar» o «temer» a Dios; Mateo 15.9; Marcos
7.7; Hechos 16.14; 18.7, 13; 19.27).
6 
James B. Pritchard, ed., The Ancient Near East: An An-
thology of Texts and Pictures (El antiguo cercano oriente: Una
antología de textos e ilustraciones), 3a ed. [Princeton: Princeton
University Press, 1958], 36.
1
como siervo de los dioses para aliviarlos de sus
faenas y llevarles deleite. Por medio de tal servicio,
la humanidad había de adorar a los dioses respe-
tándolos y velando por sus necesidades. La idea de
que el hombre pudiera velar por esas necesidades,
hace a los dioses dependientes del servicio que el
hombre les pueda dar a ellos. John E. Burkart hizo
una buena observación al decir:
Para los hebreos, Dios es Dios, independiente-
mente que se le sirva o no; y Dios merece que
se le sirva, no por alguna retribución para los
siervos de Dios, sino por los méritos propios de
Dios. Dios no requiere de que lo alaben para ser
Dios; pero como Dios que es, Dios lo exige por
el derecho de ser Dios.7
En Euthyphro, Platón argumentó que los dioses
no son afectados o cambiados por nuestra adoración.
No se benefician de lo que les podamos dar y están
muy lejos de necesitar algo de nosotros. Lo tienen
todo y no necesitan de nada. Burkhart hizo notar
lo siguiente:
Le tocó a Tomás Aquino, de entre los teólogos
medievales, abordar este tema tan seriamente
que sostuvo que la adoración no es en beneficio
de Dios, sino el nuestro. A esto, en el siglo XVI,
Calvin respondió que la adoración apropiada a
Dios es el propósito primordial del cristianismo
[…] Y, en el siglo XX, retomando el tema de la
adoración, Evelyn Underhill habla de un «deleite
desinteresado» y de una «respuesta de adoración
total». Debido a tales deleites, la adoración
consiste realmente en un asunto de dar valor a
quien se lo merece. Es la respuesta en adoración
a Dios como el foco del mérito, a Dios concebido
como poseedor de un valor propio.8
Un concepto escriptural de
la adoración
El concepto que las Escrituras presentan de la
adoración consiste en que Dios, quien está apartado
del mal y es santo por naturaleza, se identifica
con nosotros con el fin de proveer amorosamente
nuestras necesidades. Debemos adorar a Dios en
reconocimiento de Su grandeza y respondiéndole
como el dador supremo de toda buena dádiva
(Santiago 1.17).
Nuestra adoración no ha de ser basada en lo
que podamos hacer por Dios, sino en lo que Él hace
por nosotros. Debido a que nos damos cuenta de Su
magnificencia y bondad, debemos buscar hacer lo
que podamos para mostrar nuestra alabanza, ad-
7 
John. E. Burkhart, Worship (La adoración) (Philadelphia:
Westminster Press, 1982), 16.
8 
Ibíd.
2
miración, devoción y apreciación en la adoración.
Esto es lo que Dios espera y acepta solamente si
fluye de un corazón agradecido. Las actividades
que son forzadas y las respuestas robóticas son solo
manifestaciones externas; Dios no las considera
como adoración.
La adoración debe ser el resultado de nuestro
reconocimiento del majestuoso poder y de las mise-
ricordiosas obras de Dios. Hemos de responder a ello
con un agradecimiento de acuerdo a Su voluntad.
Dios es el centro y la fuente de nuestra adoración.
La adoración no se origina con nosotros, excepto
en el sentido de que nuestra conciencia de Dios nos
mueve a adorarle.
Dios no necesita de nuestra adoración, sin
embargo, nosotros necesitamos adorarle por Su
grandeza, bondad y benignidad. Nuestra respuesta
debe provenir de una apreciación que fluye de todo
lo que Él es y hace. Si no le adoramos, estamos
despreciando e irrespetando al Dios digno que tan
misericordiosamente obra a nuestro favor.
Las manifestaciones externas que no son acom-
pañadas de la sinceridad del corazón son vacías,
sin sentido y sin valor para Dios. Andy T. Richie,
hijo, dijo así:
Muy a menudo y de manera trágica hemos con-
fundido las formas externas y los «actos» con el
asunto en sí. «Ir a la iglesia» no quiere decir del
todo que el que ha ido a la iglesia, ha adorado.
Si dijéramos «ir a adorar», en lugar de decir «ir
a la iglesia», seríamos más precisos en el uso de
las palabras, y aún así, con la terminología me-
jorada, no significaría que la práctica se corrige
[…] Ninguna práctica es acepta a Dios, hasta que
no sean las expresiones propias del que adora.
[…] El mero hecho de haber pasado por estos
«actos», de una manera superficial y mecánica,
no puede ser comparado con la adoración.9
Dios desea la adoración en grupo. Si bien nuestra
adoración no está limitada a las reuniones públicas
en edificios construidos para adorar, las asambleas
cristianas son importantes. Adorar juntos provee
momentos compartidos que pueden elevar los
corazones humanos a niveles de devoción que la
adoración individual podría no proveer. J. L. May
escribió lo siguiente:
Dios desea que Su pueblo se congregue para
adorar juntos (Hebreos 10.25). La adoración
debe ser tanto vertical como horizontal. Esto
es, debe crear relaciones no solo con Dios, sino
también los unos con los otros. La adoración
9 
Andy T. Ritchie, hijo, Thou Shalt Worship the Lord Thy
God (Al Señor tu Dios adorarás) (Austin Tex.: Firm Foundation
Publishing House, 1969), 6–7.
 personal, o como la que se hace en familia, es «Magnificar»—del hebreo: gadal (Sal. 35.27;
muy importante para el crecimiento espiritual, 40.16; 70.4; Mal. 1.5); del griego: megaluno
sin embargo, la adoración grupal provee algo que
la adoración personal o en familia no puede. La (Hch. 19.17).
participación conjunta en un evento formador • Honrar a Dios
de fe promueve un sentido de comunión y de «Honrar»—del hebreo: kabed (Is. 29.13); del
aliento mutuo.10 griego: doxazo (Ro. 1.21;11 1ª Ti. 6.16). Ambas
palabras se traducen también por dar o
Nuestro propósito al adorar, además de ser recibir gloria (Ap. 4.9, 11; 5.12–13).
un pedido de bendiciones a Dios, es hacerle saber • Reverenciar
nuestros pensamientos más profundos que tienen «Reverenciar»—del hebreo: yare’ (Sal.
que ver con Él y nuestra apreciación de Sus provi- 2.11; 5.7; 119.38); del griego: eulabeia (He.
siones. Pese a que podemos vernos grandemente 12.28).
beneficiados de la adoración, nuestra más grande • Bendecir a Dios
necesidad, la de nuestro ser interior, es llegar a Él «Bendecir»—del hebreo: barak (Sal. 16.7;
y comunicarnos con Él. En nuestra adoración, los 26.12).
beneficios personales son secundarios a la necesidad • Alabar a Dios
interna de expresarle a nuestro Creador Su valor «Alabar»—del hebreo halal (Sal. 104.35); del
en nuestras vidas. hebreo tehillah (Is. 42.8, 10, 12); del hebreo:
Cuando consideramos los diferentes actos y acti- zamar (Sal. 30.4; 40.3); del griego: aineo (Lc.
tudes incluidas en la adoración, tenemos que darnos 19.37; Hch. 2.47).
cuenta en primer lugar de lo que la adoración no es. • Exaltar a Dios
La adoración no es necesariamente los sentimientos «Exaltar»—del hebreo: rum (Sal. 18.46;
y emociones que se expresan en actividades físicas 21.13).
extremas o frenéticas. No consiste sencillamente en • Regocijarse
un espectáculo grandioso ni en una demostración «Regocijar»—del hebreo: gil (Sal. 35.9); del
de habilidades y esfuerzos humanos. No es una hebreo: samach (Sal. 63.11); del griego: chairo
libertad de expresión humana. (Fil. 4.4).
Al mismo tiempo, la adoración no es un simple • Agradecimiento
ritual. Lo que le atrae a Dios es más que la pompa de «Agradecer»—del hebreo: yadah Dios (Sal.
una ceremonia. Dios desea que nos congreguemos 7.17; 9.1); del griego: eucharisteo (Lc. 17.16;
en Su nombre, pero el reunirnos con otros, no es Col. 3.17).
de lo que trata la adoración.
Ahora nos ocuparemos de lo que ha de incluirse
la adoración que sí es adoración
en la adoración a Dios.
La verdadera adoración está basada en un pen-
samiento reflexivo acerca de lo que Dios ha hecho,
en una meditación de Su grandeza y bondad y en el
La adoración incluye...
reconocimiento de Su asombrosa presencia. El que
adora no necesita de un motivador que lo anime,
• Glorificar a Dios
lo incite, lo despierte ni lo estimule a adorar. Tales
«Glorificar» —del hebreo: pa’ar (Is. 60.21b;
tácticas son necesarias solamente para los que no
61.3b; 66.5); del hebreo: kabed (Sal. 22.23;
tienen agradecimiento ni alabanza en sus corazones.
86.12); del hebreo: kebod (Sal. 29.2); del gr-
La adoración fluye libremente desde lo más oculto
iego: doxazo (Mt. 5.16; 9.8).
de los corazones llenos de gratitud y amor, cora-
• Expresar asombro
zones que son movidos al reflejarse en la bondad
Expresar «asombro»—del hebreo: gur (Sal.
y el mérito del Dios que buscan adorar.
33.8); del griego: phobeo (Mt. 9.8), del griego:
Ningún intento externo por incitar la adoración
deos (He. 12.28). El significado básico detrás
puede sustituir el corazón humilde que está ansioso
de estas palabras es el temor, tal vez en el
por mirar hacia arriba en adoración y devoción al
sentido de respeto.
Señor. Si bien debemos tratar de hacer arreglos que
• Magnificar a Dios
conduzcan a la adoración, estos no pueden asegurar

10 
J. L. May, «The Call to Worship» (El llamado a adorar),
en «Worship» (La adoración), La Verdad Para Hoy (Agosto 11 
N. del T.: En Romanos 1.21, La Reina Valera dice
de 2000): 5. «glorificaron».

3
o producir la adoración. Puede que altos niveles
de ruido, una iluminación especial, movimientos
corporales y actividades de rápidos movimientos
entusiasmen y provoquen emociones; sin embargo,
no pueden colocar la alabanza en un corazón vacío.
La adoración es más que actividad y conmoción.
La adoración no puede ser inculcada desde
afuera, sino que tiene que venir de adentro del
corazón humano. Es el resultado de un corazón que
busca expresar alabanza, devoción y amor hacia el
misericordioso y poderoso Dios del universo. Estos
pensamientos y sentimientos pueden ser expresados
de una manera solemne y silenciosa o en mani-
festaciones de exuberancia y gozo. La verdadera
adoración se deriva de lo que ha sido estimulado
en el interior en lugar de lo que se estimula fuera
del corazón.
Los que deseen adorar a Dios deben olvidar los
esfuerzos programados de grupos religiosos para
estimular la adoración. En lugar de ello, debemos
buscar conocer a Dios, entender Sus caminos y
tomar en cuenta las bendiciones que Él provee. El
reconocimiento de quién es Dios y lo que Él hace,
nos conducirá al deseo de adorarle, hazaña que
ninguna de las actividades concebidas por el hombre
pueden lograr. Al buscar adorar a Dios en base a
esta forma, tenemos que estar seguros de que los
medios por los cuales estamos expresando nuestra
adoración son aceptos a Dios.
resumen
Somos mejores cuando alzamos nuestros cora-
zones para adorar a Dios. Ninguna otra actividad
en la adoración tiene la importancia de la comunión
con Dios. La manifestación de nuestros corazones,
cuando estos están a tono con Dios en el recono-
cimiento de Su virtud, podría no tener rival en la
experiencia humana. n

Autor: Owen D. Olbricht

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