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CARACTERIZACIÓN
DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS
EN LOS CENTROS HISTÓRICOS

JUAN CARLOS RAMOS CORTEZ


Arquitecto
Doctor en Arte y Humanidades
Master en Gestión del Patrimonio Histórico
CARACTERIZACIÓN DE LOS ESPACIOS PÚBLICOS.

Determinar los atributos peculiares del espacio público patrimonial, de modo que
claramente se distinga de los demás, es una labor compleja – debido a que sufrió una
evolución física y conceptual – que requiere ser organizada y desvelada a los técnicos,
para así ser considerada como piedra fundamental de la intervención integral.

El planteamiento de esta etapa de caracterización o fase de conocimiento, surge en


un contexto donde pareciera ser que no se hacen adecuados razonamientos del problema
urbano público. Ante ello cabe hacerse dos preguntas: con qué herramientas contamos y
qué posicionamiento se adopta antes de intervenir en el espacio público patrimonial.

Ambas preguntas inciden en lo que se desarrollará en este artículo; la primera se


refiere a toda la información que se puede reunir o generar en un proceso de investigación
sobre los espacios públicos. No obstante esta información – pese a tener un aporte o
complemento teórico multidisciplinario – presenta una mayor preponderancia de los
enfoques, urbano, arquitectónico, patrimonial e histórico, debido a que estas son nuestras
áreas de conocimiento. Entendemos que del mismo modo, muchos de los proyectistas o
gestores de las transformaciones urbanas, usan como herramientas previas a la
intervención, solo “información urbana contemporánea” – movilidad, densidad
poblacional, factores socioeconómicos, etc., – porque ese es su ámbito de acción y
conocimiento diario.

Sin embargo una intervención integral para ser tal, debe ser capaz de reunir toda la
información que se produce/encuentra en las múltiples dimensiones del espacio público.
Esto significa no solo adscribirse al área específica de estudio – nivel local, centro
histórico de Sucre – sino también en ámbitos mayores – nivel global e ideal – que
escenifican y representan un contexto de avances teóricos, normativos y actuaciones
físicas paradigmáticas, que podrían complementar y nutrir las propuestas locales.

Cuando se omite este paso, o se hace una caracterización parcial, el resultado


obtenido es un proceso de diseño abreviado, en el que se pasa rápidamente a usar el lápiz,
trazando espacios/objetos/funciones, sin ninguna vinculación realmente fidedigna y
profunda con el espacio físico, atemporal y social. Con ello pretendemos establecer que
la memoria histórica del lugar no se revela, porque no se conoce/caracteriza integralmente
al espacio público.

Es así que vemos pertinente, para este apartado, revelar cuáles son esas múltiples
dimensiones del espacio público patrimonial; no obstante al tener estas un enfoque
heterogéneo, es necesario organizarlas en tres niveles: “local” – lugares públicos del área
patrimonial de Sucre – “global” – múltiples acepciones y definiciones deslocalizadas del
espacio público – “ideal” – normativa internacional que busca la conservación,
revitalización y difusión de los ámbitos públicos – Como vemos cada uno de los niveles
significa un aporte diferente, que puede revertir en un mejor y mayor conocimiento de la
problemática, lo cual coadyuvaría a una mejor intervención en el ámbito local.

Ahora bien sobre la segunda pregunta – posicionamiento que se adopta –


planteamos que en función de la información reunida y asimilada, el criterio de
intervención puede seguir/hacer una línea/lectura “fatalista o realista” – ambos son
considerados porque conllevan a transformaciones radicales y relevantes, ya sea para bien
o mal – Más allá de desvelar la polarización de criterios, nos parece importante reflexionar
sobre estas dos percepciones de intervención, para poder establecer que existen nuevas
oportunidades – de desarrollo – para el espacio público y que estas no están siendo
aprovechadas al máximo, porque se las desconoce.
Nivel local - El espacio público del centro histórico de Sucre

Se puede decir que la tradición urbanística que heredamos no hace del espacio público un elemento
especializado y refugio de peatones en un tejido urbano concebido como suma de edificios y vías
para vehículos, sino que se identifica con la misma forma de la ciudad y está presente en toda ella.

J. Borja Sebastià y M. Herce.

Pese a la singularidad del caso de Sucre, Bolivia – surgida por el


condicionamiento territorial e histórico coyuntural – entendemos que su espacio
público patrimonial, en un primer nivel de caracterización – que es general – se
identifica con la misma forma de la ciudad/centro histórico. Es decir, el espacio
público está presente en toda la urbe, como si se tratara de sus propias venas, que
necesariamente deben llegar hasta sus últimos confines para poder gozar de vitalidad
urbana.

Así mismo, debemos mencionar que los lugares públicos del área patrimonial
de Sucre, aún no han sido corrompidos por males característicos de esta
contemporaneidad, como en otras ciudades. Es decir, no se han convertido en
elementos especializados – que tienden a segregar y desarticular los espacios – así
mismo tampoco se han privatizado a favor de minorías, buscando únicamente el
beneficio económico 1. No obstante presenta una problemática, que está referida
principalmente a aspectos de saturación de movilidad vehicular, deterioro físico y
simbólico de los espacios abiertos, apropiación perversa – comercio informal,
marchas, huelgas, etc., – inseguridad, carencia normativa, diseño/mantenimiento
inadecuado e infravaloración de sus múltiples dimensiones.

Pero el espacio público del área patrimonial de Sucre, es mucho más que
características contemporáneas, pues sabemos que en sus componentes existen
suficientes valores singulares que le pueden otorgar la cualidad de patrimonial. Esto
debido a que su actual contenido y características, son producto del tiempo, las
coyunturas – sociales, políticas y estilísticas – y de las interacciones de una sociedad
que imprimió o dejó una marca permanente de identidad cultural en los diversos
objetos y manifestaciones que soporta.

De este modo podemos caracterizar específicamente al espacio público


patrimonial de Sucre, como un conjunto heterogéneo de tipologías urbanas. Pero que
a su vez soporta valores intangibles que denotan identidad de lugar y son fruto de las
interacciones hombre/espacio/cultura. Por todo ello caracterizamos al espacio público
local en cuatro grandes grupos: “lo histórico”; “lo patrimonial”; “lo social”; “lo
identitario”.

El primer grupo – histórico – hace referencia a que gran parte de las tipologías
públicas fueron establecidas al mismo tiempo que la ciudad, es decir que tienen igual
antigüedad que algunos edificios, o que la misma ciudad, que fue creada en 1538.

Sin embargo como el paso del tiempo es constante e impredecible, se fueron


llevando a cabo procesos de “consolidación y de desaparición de espacios”, por lo cual
los que llegaron a nuestros días no son todos los que existieron. La resultante final
muestra una rica genealogía del espacio público, que está determinada por dos épocas
importantes: la colonial y la republicana. Dentro de estas existe una variedad de
momentos en los que destacan diversas tipologías o factores que transforman lo
público, pudiendo mencionar en orden cronológico, a: las calles (1550), la plaza mayor
(1600), participación indígena (1610), barrios singulares (1639), segregación socio-

1 J. Borja Sebastià y M. Herce, Proyectos urbanos y espacio público. Estrategias…pp. 34 – 35.


espacial (1779), el Prado (1803), calles del comercio (1859), transición estilística de
los espacios abiertos (1897), incorporación de redes de servicios públicos (1916),
plazuelas de la periferia (1948), expansión del espacio urbano (1974) y espacios
públicos de movilidad urbana (s. XIX).

El segundo grupo que caracteriza al espacio público local – patrimonial – está


conformado por una de sus más importantes tipologías, “los jardines públicos
históricos”. Estos lugares – en el C. H. son 10 – soportan una forma, función y objetos
singulares que le atribuyen valor patrimonial. Este valor, pese a no estar reconocido
oficialmente por la normativa local o nacional, si está protegido y respaldado por
normativa internacional específica (Carta de Florencia, 1981).

En base a ello se determinan como los jardines históricos más representativos


del C. H. de Sucre, a: “la plaza 25 de mayo” y “el parque Simón Bolívar”, ambos
tienen componentes singulares – trazado y objetos – con más de 100 años de
antigüedad. Así mismo, en estos se materializaron corrientes/escuelas estilísticas
importantes dentro del arte del jardín, como son el “jardín francés” y el “jardín
romántico ecléctico” (influencia del jardín francés, inglés y chino). También estos
espacios históricos llegan a posicionarse como referentes, debido a que cada uno
representa el inicio de los momentos ideativo y ejecutivo de los jardines públicos de
Sucre, lo cual es fundamental para su creación/consolidación formal y temporal.

Finalmente un último aspecto que hace más relevante a este selecto grupo de
espacios, es el saber que de los 28 jardines públicos del área patrimonial de Sucre, 10
son jardines históricos (creados antes de 1859) y 18 son no históricos (creados después
de 1897).

El tercer grupo – social – revela que el espacio público local, es contenedor de


arte escultórico. Este arte está compuesto por tres categorías: bustos, estatuas y
monumentos mayores, siendo todos ellos construidos después del s. XIX. Así mismo
cada una de estas categorías presentan como aspectos determinantes para su jerarquía,
aspectos de: localización, autores, temática, año de implantación y placas
conmemorativas. Bajo estos criterios destacan los monumentos del “S.S. C.C. de
Jesús” y las “Estaciones del Vía Crucis”.

Ambas obras artísticas – construidas a inicios del s. XX – se encuentran


emplazadas en uno de los cerros mayores de la ciudad “el Churuquella”, destacando
de estos, que sus principales piezas artísticas – escultura de bronce y retablos de
cerámica – fueron construidos en Europa. Sin embargo más allá del valor que puede
contener una pieza artística tangible, este grupo es relevante porque cada objeto es
producto de un proceso social que tiende a sacralizar – en sentido amplio, no
únicamente religioso – el espacio público.

Finalmente el último grupo – identitario – permite consolidar y revelar el


carácter singular del espacio público urbano y social. Para ello es fundamental vincular
estos lugares con procesos de apropiación espacial, es decir que en este nivel, las
interacciones hombre/espacio/cultura, son más fuertes y evidentes. Bajo este contexto
se plantea que los espacios públicos identitarios están conformados por dos grandes
categorías: “lugares simbólicos” y “espacios significantes”.

En la primera se inscriben a los objetos tangibles – barrios, colinas, calles,


callejones, cursos de agua, cruces, capillas públicas, esquinas parteluz, pilas y fuentes
de agua – que denotan y promueven identidad social y urbana. En el segundo nivel se
inscriben las manifestaciones sociales que se desarrollan en el espacio público
patrimonial. Al ser hoy importante el efecto de animación/promoción del espacio
público, se reconocen una amplia variedad de manifestaciones – Carnaval, Semana
Santa, Entrada de la Virgen de Guadalupe, así como manifestaciones de arte urbano,
conflicto social y trabajo – De esta manera planteamos que lo identitario de estos
objetos y manifestaciones, se produce porque la población reinterpreta y convierte
espacios y acciones cotidianas en situaciones extraordinarias.

De este modo la caracterización del espacio público local, pasa por reconocerlo
como parte constitutiva de la ciudad, que presenta una problemática que responde a
factores globales y locales. Así mismo en un nivel de conocimiento más profundo,
estos espacios son un conjunto heterogéneo de tipologías urbanas, que contienen
valores históricos, patrimoniales, sociales e identitarios. Todo ello representa una base
de datos y objetos importante para desarrollar propuestas de intervención desde las
distintas disciplinas del conocimiento, o desde el nivel institucional público o privado.

Nivel global – Espacio público heterogéneo.

Realizar un diagnóstico contemporáneo del espacio público patrimonial, al


margen de considerar componentes teóricos de carácter histórico patrimonial – como
se hizo en los anteriores capítulos – también debe vincular múltiples acepciones de
distintas disciplinas. Esto nos parece muy interesante de destacar, pues un ámbito
como el espacio público patrimonial, que a priori puede ser entendido como lugar de
movilidad, o como espacio de estudio histórico-cultural, arquitectónico-estilístico, o
semiótico-simbólico, es el contexto donde también se manifiestan y se pueden
identificar otras características desde el análisis de otras perspectivas.

Como por ejemplo la que vincula al “espacio público y ciudadanía”, así como
a las “prácticas de la ciudadanía ancladas en un territorio”, o la “interrelación entre
desigualdad social y espacio público”, sin mencionar lo que hoy ocurre con las
“tecnologías de la información y comunicación y espacio público virtual”2. Esto
refleja que el espacio público o lo público del espacio, hoy se traduce en la ampliación
de la participación social y una mayor pluralidad de los usos/tipos de espacios.

Así mismo vemos que la noción de espacio público aparece empleada por
distintas disciplinas científicas y técnicas, a veces muy alejadas entre sí en sus
aspiraciones y objetos de estudio. La obra de D. Di Siena resume en 10 grandes
familias, a las formas de entender y definir el espacio público, para ello este autor
consideró aportaciones de la filosofía política, arquitectura, urbanismo, sociología y
antropología3. Entendemos que el conocimiento de estos niveles es muy importante,
no solo porque permite tener una panorámica general de un concepto que es muy
complejo, sino porque nos ayuda a comprender que apenas consideramos/incidimos –
con nuestros diseños/investigaciones – en dos o tres aspectos. Estos niveles son:

1. Espacio de comunicación

Entendido como cualquier tipo de entorno, contexto, plataforma que


permite la relación abierta y multidireccional entre personas. En este nivel
el espacio público debe cumplir dos requisitos: facilitar la comunicación con
su diseño – elementos materiales e inmateriales – y contar con reglas de
gobierno que le permitan alcanzar un uso activo y compartido por diferentes
usuarios. No obstante esta comunicación para la ciudad, debe ser entendida
desde un sentido amplio, no solo como un conjunto de vías

2 A. Oyhandy, «Reseña de "espacio Público: reconstrucción de ciudadanía",» 2005. [En línea]. Available:
<http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=32105309>. [Último acceso: Julio 2013], p. 156.
3 D. Di Siena, «Espacios sensibles: hibridación físico digital para… pp. 19 – 39.
vehiculares/peatonales para la movilidad, sino también para la comunicación
desde la publicidad, el internet, o mediante un acontecimiento cultural
comunicacional.

2. Lugar de construcción de ciudadanía

Está basado en el principio – planteado por J. Borja Sebastià – que


considera al espacio público urbano como un lugar privilegiado de ejercicio
de la ciudadanía y de expresión de los derechos civiles. Pero esta
construcción ciudadana, pese a ser hoy democrática, no es homogénea, pues
se fundamenta en contradicciones, como la que indica que “el espacio
público crea ciudad”, porque es donde se define las esencias de una ciudad,
su carácter, cultura, o alma. A su vez, esta construcción se ha estructurado –
históricamente – a partir de “significativas exclusiones” a minorías o grupos
raciales. Esta situación generó la aparición de no-ciudadanos oficiales que
habitan una ciudad ilegal.

3. Espacio de libertad y libre circulación y apropiación

Referido a la utilización del espacio público, sin estar sometidas a


otras reglas específicas que no sean las derivadas del derecho civil de cada
país. Es decir no existe el “derecho de admisión” por lo cual el espacio
público es el espacio de las libertades, que solo está condicionada por un
ejercicio activo de la tolerancia y por asumir cierto nivel de riesgo. El
ejemplo más conocido de este espacio de libertad es la apropiación
espontanea de los espacios públicos, producida por los vendedores
ambulantes.

4. Espacio jurídico

El espacio público está también sometido a una regulación específica


por parte de la Administración pública, propietaria o aquel que posee la
facultad de dominio del suelo y que garantiza su accesibilidad a todos, pero
fijando las condiciones de su utilización. En muchos casos esta normativa
resulta ser limitada y requiere que se reconozcan más categorías de espacio
urbano, pero en un sentido amplio y siguiendo diferentes criterios.

5. Espacio de la educación social y tolerancia

Los ámbitos urbanos – sobre todo los mayores – deberían ser una
escuela de cosmopolitismo y de aprendizaje de valores cívicos. Pues en sus
espacios públicos es donde se expresa la diversidad, se produce el
intercambio y sobre todo se aprende la tolerancia. La idea contemporánea de
espacio público, plantea que este “permite hacer sociedad”, porque genera
una esfera de coexistencia pacífica y armoniosa, mediante la posibilidad de
estar juntos sin que caigamos unos sobre otros. Lo que antes era un espacio
teórico se ha convertido en un espacio sensible, de este modo la calle es
ahora escenario potencialmente inagotable para la comunicación y el
intercambio, ámbito accesible a todos, en el cual se producen constantes
negociaciones entre co-presentes.
6. Espacio político y donde se ejerce la ciudadanía

Este es el lugar donde se genera un proceso, por el cual el público


ocupa la esfera o ámbito público, controlado por la autoridad, y lo transforma
en el espacio de donde las críticas se ejercen contra el poder del estado. De
este modo se crea un “espacio donde el ser humano se vuelve sujeto público”
– un constructor en el que cada ser humano se ve reconocido como tal en
relación con otros, con los que se vincula a partir de pactos reflexivos – No
obstante el sujeto público al ejercer este derecho, crea un espacio de
resistencia frente a un orden social y económico dominante. Por ello el
ejercicio de ciudadanía puede implicar apropiaciones violentas de espacios
públicos por diferentes grupos excluidos.

7. Espacio de geometría variable creado por el usuario

El espacio público de la ciudad contemporánea es como la propia


ciudad, un espacio de geometría variable, que reúne – en función de los
parámetros que seleccionemos – unos hechos con otros. Estos hechos –
presentes en el espacio público – hacen diferente una ciudad de otra, no tanto
por su capacidad arquitectónica, sino más bien por los símbolos que
construyen sus propios vecinos. Así mismo al catalogar a los lugares
públicos, como espacios de geometría variable, surge la necesidad de
diferenciar entre espacio público y espacio vacío – para esclarecer si lo
público es algo diseñado o espontáneo – Los urbanistas creen que el espacio
vacío, es aquel que no ha sido intervenido por un profesional, en
contraposición el espacio público es aquel diseñado por un urbanista. No
obstante en esta contemporaneidad, es más cercano a la realidad definir al
espacio público no como un espacio sino como un estado.

8. Espacio de encuentro y de las relaciones de debate

El espacio público es entendido ahora como un ámbito de


representación – parlamento público – de lo que las ciudades y su ciudadanía
son/quieren ser. Aquí se habla del ámbito que permite la interacción – debate
físico y virtual – entre los actores de la ciudad – las fuerzas estatales, sociales
y corporativas colisionan e intentan crear nexos con el ciudadano. Los
espacios en los que se representa esta necesidad de debate no están adscritos
a una única dimensión, pudiendo ser la calle, el parque, el barrio, los medios
de comunicación, internet, el centro comercial, las Naciones Unidas, etc., y
todos los lugares que envuelven una tensión palpable entre el lugar y las
experiencias de la vida cotidiana.

9. Espacio de convivencia

No se puede pensar en un espacio público sin conflicto, puesto que la


naturaleza democrática lo convierte en un lugar de rivalidad, en el que hay
que negociar constantemente los significados y usos que se ponen en juego.
De este modo el espacio público de convivencia se convierte en un biotopo
social – donde a base de interacciones simples vamos tejiendo una compleja
maraña de comunicaciones que dan forma a la sociedad – que hoy en día ya
no se representa únicamente como un ámbito físico del territorio – con
límites y definible por su forma – Sino que es producido por una colectividad
sin morfología estable, cuyos miembros acuerdan concertar sus acciones a
partir de acuerdos mínimos pero suficientes.
10. Espacio pseudo público

Para los autores post-modernos, la diferencia central entre el espacio


público moderno y los enclaves pseudo públicos, radica en que mientras el
primero busca generar encuentro, dialogo y ciudadanía, los segundos buscan
expresar y expandir la diferencia en las relaciones de poder entre distintos
grupos sociales.

Ejemplo de ello son los espacios “émicos” – espacio que expulsa a los
extraños, prohíbe el dialogo, contacto físico e intercambio social – espacios
“fágicos” – lugares que los consumidores suelen compartir, como salas de
concierto, exhibición, turísticos, etc., ofreciendo lo que no se puede
encontrar afuera, un equilibrio perfecto ente libertad y seguridad – “los no
lugares” – son ostensiblemente públicos pero no civiles, aceptan la
permanencia prolongada de extraños, como los aeropuertos, cuartos de hotel,
autopistas, etc., – y “los espacios vacíos”, que se caracterizan por estar
carentes de sentido, no por ser insignificantes, sino que por no tener sentido
y porque se cree que no pueden tenerlo, son considerados no visibles.
Ejemplo de esta última dimensión de espacios públicos, son los ámbitos bajo
los puentes o las áreas residuales de las autopistas.

Bajo este contexto, las intervenciones físicas – como crear/modificar una plaza,
plazuela, parque, etc., – no solo deben ser enfocadas como problemas funcionales, de
confort, o estéticos – como se hace hasta ahora – Sino que deben incluir una serie de
procesos filosóficos, sociales, políticos, económicos, culturales, tecnológicos –
relacionado no solo con sistemas constructivos sino también con el desarrollo de la
comunicación), porque repercuten profundamente y de manera compleja en todos esos
ámbitos de la vida urbana.

Nivel ideal – Espacio patrimonial reconocido y protegido.

El planteamiento de una imagen ideal de espacio público patrimonial, sin duda


debe acercarse – sobre todo en su esencia – a las características de un pasado que le
confirió su actual valor. Es decir debe ser sencillo, funcional, auténtico, tradicional y
pintoresco; procurando que todos los componentes formales y simbólicos permitan
experimentar un sentimiento inmediato de identificación socio-espacial y singularidad
urbana.

Para el espacio público, el alcanzar esta calidad “de ideal”, más allá de
iniciativas sectoriales, responde o es promovido por un marco normativo
internacional, el cual hoy en día reconoce atributos patrimoniales en determinados
ámbitos urbanos. Sin embargo este actual interés y valoración de los lugares abiertos
sufrió un proceso de evolución, debido a que desde la emisión del primer documento
patrimonial (Carta de Atenas, 1930), tuvo que transcurrir más de 70 años para que la
atención patrimonial se vuelque directa y específicamente hacia los espacios públicos.

Quizás el hito más relevante se da el año 2001, cuando se proclaman los


“Derechos del espacio público” en la “Declaración de Toledo”, emitida en el
Seminario Internacional de Ciudades Históricas Iberoamericanas, realizado en la
ciudad española que da el nombre a la declaración4. Los derechos que menciona esta
declaración son:

1. El espacio público tiene derecho a tener su propia identidad y a su vez


a proporcionarla a quien lo usa. Es decir el espacio público tiene
derecho a ser un lugar. En él deben darse la posibilidad de reafirmación
individual y colectiva por parte de los ciudadanos, tanto en su carácter
cotidiano como en el excepcional que suponen las fiestas, las
manifestaciones de expresión colectiva, etc.

2. El espacio público tiene derecho a ser útil. Esto significa dar respuestas
variadas a las demandas de los distintos colectivos ciudadanos. La
utilidad del espacio público es un atributo complejo de significados
bien diferentes. Útil es aquel espacio público susceptible de albergar un
mercadillo, una franja de aparcamientos en batería, una fuente, un
banco o un árbol…

3. El espacio público tiene derecho a mantener la riqueza de funciones, a


poseer distintos usos de forma simultánea o sucesiva. No se trata de que
todos los espacios públicos hayan de tener un complejo sistema de usos,
sino de que sean aprovechados maximizando sus posibilidades y
respetando siempre unos límites, tanto en el carácter de los usos…como
en el volumen o capacidad de carga aconsejable…

4. El espacio público tiene derecho a ser hermoso, tanto en su diseño


general, como en los detalles que aporta el mobiliario urbano u otros
aspectos de su morfología. Así mismo, el espacio público puede
reclamar una relación armoniosa del paisaje y del escenario urbano.

5. El espacio público tiene derecho a ser el lugar construido en el que la


naturaleza esté más presente y ofrezca escenarios más amables. De este
modo, la vegetación y también el agua han de ser considerados
elementos protagonistas de este espacio común y no meros
componentes secundarios…

6. El espacio público tiene derecho a ser accesible; no debe poseer


elementos que entorpezcan su acceso o uso interno. A su vez, la
accesibilidad debe responder a las características y necesidades de los
usuarios, poniendo especial atención en los grupos desfavorecidos o
discapacitados y en la convivencia armoniosa entre los medios de
transporte privados, públicos y los peatones.

7. El espacio público tiene derecho a no ser usurpado o mermado. Si bien


es lícita su cesión provisional para determinadas actividades
económicas, especialmente las de carácter tradicional (mercadillos,
terrazas, espectáculos…) estas deben ejercerse siempre bajo normativas
precisas que salvaguarden su carácter público

8. El espacio público tiene derecho a ser seguro y a estar limpio. Ha de


romperse la tendencia a identificar seguridad y limpieza con los nuevos
espacios de ocio y comercio privados, en los que las galerías
comerciales cerradas y vigiladas tratan de suplantar el papel del espacio
público tradicional…En este sentido, tal derecho no debe entenderse

4ICOMOS, «Declaración de derechos del espacio público,» 2001. [En línea]. Available:
<http://www.esicomos.org/nueva_carpeta/libroTOLEDO/53_addendaBURGOS.htm>. [Último acceso: Agosto
2013].
únicamente con la labor de hacer más higiénicos y limpios calles,
plazas, parques, etc., sino que ha de complementarse con campañas de
información y creación de una sensibilidad más respetuosa respecto al
espacio de uso colectivo.

9. El espacio público tiene derecho a ser auténtico, a no ser convertido en


escenario de consumo turístico, a no ser transformado con modelos
tópicos o estereotipados, ni con criterios que no tengan en cuenta su
origen, evolución y desarrollo, tanto en su dimensión física, funcional,
como en lo que respecta a su importancia simbólica y la forma en que
es percibido por sus usuarios.

10. El espacio público tiene derecho a tener un nombre, y este no podrá ser
cambiado sin criterio. Como pauta general deben mantenerse los
nombres tradicionales o cuyo uso se haya hecho común entre los
ciudadanos, salvo que éstos posean connotaciones escatológicas o
repulsivas para sus vecinos…

De este modo rescatamos que un espacio público patrimonial debe tener como
cualidades ideales, el ser/tener: identidad; funcionalidad; variedad de usos; estética;
lugar de la naturaleza; ser accesible; a no ser mermado; a ser seguro y limpio; a ser
autentico; a tener nombre. Muchos de estos atributos – a excepción de los de
funcionalidad y variedad – siempre estuvieron presentes en las áreas históricas, solo
hace falta revelarlas mediante intervenciones integrales.

Lecturas de la realidad de los espacios públicos.

Después de haber establecido los tres niveles de caracterización, entendemos


que pueden surgir diversos posicionamientos acerca del estado actual de los espacios
públicos, debido a que lo local, global, e ideal no son niveles estáticos o cerrados. Es
decir que se pueden hacer lecturas en base a aspectos puntuales de uno u otro nivel,
que puede servir de criterio o estrategia de intervención. Pero cada una de estas formas
de actuación manifestará una problemática particular, que requiere ser organizada, por
ello planteamos dos grandes líneas de análisis: la visión del “fatalista” y la del
“progresista”. Que más allá de la cualidad determinista de sus nombres, buscan revelar
otras oportunidades – aspectos críticos – para la intervención integral en los espacios.

Análisis del fatalista.

Entendemos que lo público y sus espacios, en esta contemporaneidad,


sufren un deterioro por la caducidad y aparición de nuevos factores que
intervienen en su permanencia temporal. Por ello vemos necesario hacer una
lectura alternativa, denominada “Análisis del fatalista”, que pretende representar
el panorama urbano público venido a menos, ya que está afectado –
principalmente – por el consumismo masivo e invasión de las TICS. Esta
concepción revela más bien analogías con la actitud de descompensación y
desconsideración de nuestra sociedad actual, con su creciente impulso individual
hacia la comunicación.

Se puede decir que a consecuencia de los cambios sufridos en las últimas


décadas – paso de la era mecánica a la electrónica, en una sociedad dominada por
un capitalismo voraz – se viene perdiendo la forma secular de concebir y usar los
espacios públicos. Se menciona que ya ni siquiera las comunidades religiosas
necesitan de lugares abiertos públicos para desarrollar su culto – como
anteriormente se hacía con las capillas abiertas – Hoy se difunden las acciones de
vagabundeo por el espacio urbano, es decir las personas andan errantes por la
ciudad, debido a que se carece de dispositivos de identidad social y urbana que
generen arraigo.

Todo ello nos lleva a un concepto que hoy es muy citado por varios autores,
y se denomina como “barbarización del espacio urbano”, que al margen del
vagabundeo urbano, se caracteriza por afectar el encuentro y dialogo autentico
con amigos y extraños en los espacios abiertos 5. Esta barbarización también
implica que el espacio urbano natural, es sustituido por una concentración de
consumidores, que ya no necesitan de lugares de encuentro, sino de grandes
extensiones de superficie para el intercambio de productos.

Por otro lado se puede mencionar que la creciente necesidad de


comunicación – avivada por el desarrollo de smartphones/redes sociales/modas
virales – promueve el aislamiento de los ciudadanos. Esta situación para el
espacio público significa un cambio muy importante en los resultados sociales,
pues anteriormente se organizaba lo público a partir de la comunidad – sus
miembros se conocen y confían mutuamente entre sí, comparten vida cotidiana,
trabajo y desarrollan su actividad teniendo como fondo un paisaje al que aman –
Sin embargo, hoy debido a que la comunicación juega un papel principal, se lo
organiza a partir de la colectividad – entendido como un todo sin alma, que es un
mero resorte, un mecanismo, un aparato de producir sociedad, pero que no
termina produciendo ninguna forma social (como una organización vecinal) – De
este modo el espacio público ya no crea comunidades sino asociaciones, cuyos
miembros comparten más el futuro que el pasado, subordinan los sentimientos a
la razón, calculan medios y fines, para actuar en función de ellos6.

Otro aspecto dentro de este tipo de visión, se refiere a que “hoy los espacios
públicos representan principalmente riesgo”. Debido al debilitamiento de los
valores de comunidad, crece la actitud individualista y aislada, es decir cada
persona se preocupa solo por lo suyo o los suyos. De este modo “las calles” se
vuelven espacios de violencia social; “las plazas” son cercadas con rejas, por estar
asechadas y sitiadas por la movilidad vehicular o fueron apropiadas por gente que
tiende a la violencia; por tanto ambos dejan de ser deseables – y en algunos casos
ya no son necesarios – por ser peligrosos. Bajo este contexto, se los reemplaza
por espacios pseudo públicos, como centros comerciales, parques temáticos,
clubes campestres, condominios privados, etc., donde existen mayores niveles de
seguridad y confort, pero en contrapartida, expone a la ciudadanía a sufrir/generar
situaciones de exclusión, discriminación y maltrato.

Finalmente un último aspecto se refiere a la “extensión y transformación


de los usos de los espacios”, el cual menciona que se pasó del uso público al uso
colectivo, a partir de un cambio de su cobertura, es decir los espacios públicos ya
no son usados solo por un determinado grupo humano, sino por toda la ciudad.
Esto modifica la relación de los espacios públicos abiertos y cerrados, a favor de
los segundos, debido a que a mayor cantidad gente es necesaria mayor eficiencia
en el uso del espacio, lo cual se consigue con todas las instalaciones y espacios
de una edificación cerrada. Esto hace que se construyan más estaciones de trenes,
aeropuertos, museos, galerías, teatros, etc., mientras que lugares semejantes a las
antiguas plazas, plazuelas, parques se reproduzcan cada vez menos7.

5 B. Podrecca, «Aquí o en cualquier espacio de la ciudad,» de La arquitectura del espacio público, Sevilla, 1999, p. 46.
6 D. Di Siena, «Espacios sensibles: hibridación físico digital para… p. 89.
7 G. Polesello. «Espacio, espacio público y arquitecturas.» de La arquitectura…p. 51.
Estas son solo algunas muestras, no de una perspectiva parcializada que se
posiciona en contra de los lugares públicos contemporáneos; sino de una realidad
tangible que quizás en el C. H. de Sucre, no alcanza todos los niveles descritos,
pero es evidente que muchas de las estructuras mencionadas están deterioradas.

Análisis del progresista.

A diferencia del anterior análisis, éste busca revertir/transformar/mejorar


la realidad del fatalista y no solo se limitará a describir los hechos de una
coyuntura. Por ello ahora no se desarrollará – en contraposición al anterior nivel
– aspectos positivos del espacio público, sino que se partirá de la realidad
“negativa” para poder recuperar lo público para los espacios físicos y abiertos de
la ciudad.

En este sentido parece importante destacar tres aspectos que nos


conducirían a alcanzar este fin: el primero referido a la implementación del
término “ética” en los procesos de diseño, pero concebido como/para un revival
del carácter público. Es decir, un análisis progresista de los espacios públicos,
debe incidir en procesos de responsabilidad social, cultural, ecológica y
civilizadora. De este modo en primer plano deben quedar los imperativos
sociales/morales – concebidos como la capacidad de juicio y reacción creativa
evolucionada – que en cualquier caso siempre deben estar sometidos a revisión.

En segundo lugar, para reencontrar una nueva confianza en el espacio


público de la ciudad vivida y edificada – espacios abiertos y cerrados – es
necesario incidir en nuevas metodologías de contención creativa de los lugares,
y sus tradiciones. Esto no significa restringir los espacios o sus usos, sino
normarlos o regularlos para recuperar y elevar los niveles de seguridad,
interacción e imagen.

En tercer lugar, para reencausar el uso de los espacios dentro de esta lectura
o visión progresista, es importante reconocer que el saber, la información y el
conocimiento se han vuelto amplia y sistemáticamente autónomos; con ello han
cancelado los confines de los espacios públicos8. Esto hace que no solo el espacio
público se transforme en un espacio virtual deslocalizado, sino que éste y la
sociedad que lo usa, pierden todo vínculo con la Heimat9. No obstante este factor
– característico de la época en la que vivimos – puede servir para otorgar un nuevo
signo autorreferencial a los espacios abiertos, mediante una optimización – que
algunos pueden calificarla de utopía del futuro – de sus componentes físicos –
para nuestro caso, concebidos desde un punto de vista histórico – que tienden a
crear el “lugar” o el “aquí”, de la forma secular – hablar presencialmente – pero
también mediante la comunicación virtual.

De este modo una visión progresista contemporánea del espacio público,


debe procurar resolver las debilidades/oportunidades que presentan tanto el
espacio social – ética del espacio – el de seguridad – metodologías de contención
formal y usos – y el contenedor/comunicador de información – cancelación de
los confines tradicionales del espacio – Que más allá de convertirse en ejes

8 B. Podrecca. «Aquí o en cualquier espacio de la ciudad.» de La arquitectura…p. 47.


9 L. noalsistema, «Definición: Heimat,» 2012. [En línea]. Available:
<http://noalsistema.wordpress.com/2012/06/07/heimat/>. [Último acceso: Octubre 2013].
…El concepto Heimat ha asistido a una importante evolución en la actualidad. Para muchos sigue
teniendo resonancias que evocan el oscuro pasado alemán…Para otros…es algo positivo y reconfortante en una época
de desarraigo y global.
… Esta se definiría como el lugar donde nos sentimos en casa y reconciliados con nosotros mismos. Esta puede remitir
a un espacio físico o interno, es decir, instalado en el recuerdo y en lo más hondo de nosotros mismos.
articuladores de las nuevas transformaciones, deben procurar complementar
aspectos de las propuestas – que damos por entendido – que ya consideran
aspectos económicos, de movilidad, e histórico-patrimoniales.

En resumen la caracterización de los espacios públicos, revela que el espacio


contiene múltiples dimensiones y están pueden ser organizadas en tres niveles (local,
global e ideal). Así mismo este proceso de caracterización debe ser entendido como
un paso o etapa fundamental, en la cual se debe reunir toda la información posible –
considerando sus múltiples dimensiones - para que sirva de herramienta básica de
diseño. Esto implica que existen y participan, otros niveles de conocimiento fuera de
lo estrictamente local o lo arquitectónico/urbano. Es vital para la intervención integral,
el conocer, estudiar y saber vincularse – críticamente – a los otros niveles, para
determinar en cual dimensión del espacio público estamos y con qué herramientas
vamos a intervenir.

Así mismo, es muy importante que todos los niveles – local, global e ideal – de
los lugares públicos deban sufrir/participar – necesariamente – en los dos tipos de
lecturas o análisis “fatalista y progresista”, para saber cómo vamos a intervenir. Es
decir situarlo en el peor de los panoramas para poder reconocer las verdaderas
oportunidades de cambio integral.

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