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Arellano Teatro 2 PDF
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INTERPRETACIÓN. INTRODUCCIÓN
PANORÁMICA Y METODOLÓGICA
Generalidades
125
dramaturgos, y quizá demasiadas para permitir al
lector una visión medianamente sintética.
Sin espacio ni ocasión para tratar de una verdadera
teoría del teatro áureo, que tampoco es el objeto de
este manual, creo conveniente plantear algunos
problemas fundamentales que deberían tenerse en
cuenta como sustrato general de las posteriores
presentaciones de los diversos dramaturgos, incluso si
esas presentaciones no declaran de modo explícito los
principios glosados en las líneas siguientes.
Un principio que parece básico es la necesidad de
recuperar los códigos de emisión de la comedia
nueva64, y adaptarlos a nuestra lectura e
interpretación. Esto exige, por un lado, establecer en lo
posible una estrategia de lectura y por otro, tener lo
más claro que podamos el marco general que nos
permita examinar esos códigos de emisión y recepción,
los cuales incluyen como punto esencial los modelos
genéricos y las convenciones a que obedece la escritura
del teatro en el XVII.
Uno de los defectos más reiterados en la
aproximación al teatro áureo es precisamente ignorar
esa variedad y tomar el conjunto como un continuo
indiscriminado regido por los mismos principios
temático-estructurales. Indiscriminación errónea
igualmente por cuanto supone ignorar también la
evolución cronológica: por poner un ejemplo, el
famoso tema del honor no aparece del mismo modo en
géneros diversos (comedia cómica, drama de honor,
64 Lo cual significa dos cosas, a saber: ¿de qué modo, con que
metodología de lectura podemos recuperar esos códigos? y
¿cuáles son los rasgos definitorios de los mismos? Estas dos
preguntas orientan las reflexiones que siguen, aunque no
alcancen respuestas satisfactorias en el estado actual de la
investigación.
126
entremés...) ni en las distintas etapas que podrían
distinguirse en el XVII. Hablar, como se habla en
muchos estudios, del «tema del honor» como base del
teatro áureo, es una generalización peligrosa y ha
propiciado muchos tópicos críticos perniciosos para el
correcto entendimiento del teatro aurisecular. Que sea
difícil o imposible en las condiciones actuales de la
investigación establecer cortes cronológicos y
genéricos satisfactorios no debe ocultar la necesidad
de estar al menos sobre aviso en ese sentido.
127
dicen, sino lo que hacen. Un personaje puede mentir,
ignorar la situación, interpretar equivocadamente sus
propias pasiones... Es corriente en muchos manuales
atribuir a los escritores las palabras que los personajes
dicen en el drama («Lope ataca», «aquí Calderón
afirma», «Rojas defiende»... ). En el teatro los escritores
no dicen nada: son los personajes quienes hablan. El
papel de portavoz del propio poeta es posible, pero
muy difícil de establecer
128
espectador. La analogía entre el sistema de relaciones
del drama y el de la sociedad en que vive no hay que
buscarla en elementos individuales, sino en la
correlación de las estructuras globales de los dos
sistemas. Tener en cuenta las cuestiones involucradas
en este punto permitirá, además, la recreación activa y
viva de lecturas o propuestas escénicas modernas de
textos clásicos, sin destruir sus propias características
129
4) Subordinación del tema a un propósito moral a
través del principio de la justicia poética
130
de Procusto de la interpretación ideológica
excesivamente rígida.
Quizá la postura más significativa en este sentido sea
la de J. A. Maravall66, que ha visto en la comedia un
instrumento de propaganda y apoyo del orden
monárquico señorial, en una especie de campaña
sistemática impulsada por el poder. Sin que quepa
negar el convencimiento monárquico y aristocrático —
hablando generalmente— de la comedia, esta
interpretación monolítica participa del mismo defecto
que tienen otras semejantes, como la de A. G.
Reichenberger 67, que situándose en un plano más
«literario», insiste sin embargo, con la misma
exclusivización, en el sentido de la comedia como
expresión de un carácter nacional español asentado
sobre los pilares básicos de la honra y la fe
(interpretación que ya podía verse en Vossler, Pfandl o
Menéndez Pelayo).
En una o en otra vía, estas concepciones de la
comedia aurisecular desconocen, como indica Vitse 68
«su función de exploración, tal como se constituye en la
corriente del primer siglo de la época moderna,
cuando la literatura se convierte progresivamente en
universality».
68 Éléments, 18.
131
un cuestionamiento de la "cultura" según la han
definido los antropólogos modernos».
Por otro lado la obsesión por los elementos
ideológicos de la comedia derivan a menudo en
aplicación irrelevante de estas cuestiones a comedias
en las que nada de ello se trata: decir que La dama
duende calderoniana es una comedia filosófica donde
se enfrenta el paganismo y el cristianismo, o insistir
perogrullescamente en que una comedia cómica de
Moreto no tiene implicaciones religiosas; o bien buscar
la sustancia de El burlador de Sevilla de Tirso en una
lección teológica, o ver igualmente doctrinas
teológicas en Marta la piadosa, no puede llevar sino a
múltiples sinrazones. Y efectivamente, lleva.
Por aclarar con un ejemplo algunas de las cuestiones
implicadas, subrayaré que esa exploración que señala
Vitse, supone en la primera etapa de la comedia una
pluralidad temática asombrosa, que debe ser
interpretada en el seno de este cometido ideológico,
social y estético de la comedia; es significativo que
conforme el objetivo de exploración y la universalidad
de la mirada sobre el mundo se reducen, al acercarnos
al fin del siglo, en una obra como la de Bances
Candamo, el abanico de los temas se reduce también,
la capacidad inventiva de fábulas da paso a la
frecuencia de las refundiciones, el público destinatario
se concentra en la corte, la gama de géneros cultivados
se abrevia...
Por otra parte, insisto, toda interpretación
excesivamente unilateral o exclusivizadora omite la
reflexión sobre dos fuentes básicas de diferenciación:
los géneros dramáticos (diferencia de objetivos,
convenciones, horizontes de expectativas, funciones...)
y la evolución cronológica (diferencias ideológicas,
evoluciones literarias, modificación de los
tratamientos en temas y rasgos constructivos....).
132
Rasgos generales. La doctrina del Arte Nuevo y algunas
implicaciones
133
vacilaciones y las polémicas en la creación y afirmación
de la Comedia nueva.
El Pinciano (Filosofía antigua poética) cuando define la
tragedia, le asigna una función catártica, exige llantos y
muertes en la tragedia pura a fin de provocar esa
catarsis por el miedo y la compasión, y admite otras
tragedias mezcladas con lo cómico. La fábula la divide
en cuatro partes (prótasis, epítasis, catástasis y
catátrofe) que se pueden asimilar a la exposición, nudo
y desenlace. Para la comedia reserva el estilo popular y
el fin alegre.
Luis Alfonso de Carvallo (Cisne de Apolo) señala la
conocida estructura en tres partes (prótasis, epítasis y
catástrofe), pero añade un punto interesante al poner
como objetivo de la acción «tener siempre el ánimo de
los oyentes suspenso»: hay una insistencia particular
en la intriga o capacidad de mantener al espectador
interesado, lo cual conduce inevitablemente a la
relatividad del gusto, y abre la puerta a la dialéctica de
influencia mutua público / poeta.
Profundizando este objetivo y ya en la vía dominada
por Lope se sitúa decididamente Ricardo de Turia
(Apologético de las comedias españolas), donde defiende la
mezcla de tragedia y comedia, y la elogia como más
capaz de contentar el gusto de sus destinatarios,
mezcla que horroriza a Cascales (Tablas poéticas, 1617),
el cual llama «monstruos hermafroditos» a estos
«engendros» modernos llamados contradictoriamente
«tragicomedias».
Cuestión omnipresente suele ser la de la
verosimilitud exigida a la imitación dramática
(González de Salas, Tirso de Molina...). En 1635 Pellicer
de Tovar, en su Idea de la comedia de Castilla establece
una serie de preceptos que resumen desde una postura
elogiosa los principales aspectos que la definen: señala
la finalidad didáctica, el compendio de tres estilos
134
(trágico, lírico y heroico), adecuación del estilo a las
situaciones, decoro moral (no habrá adulterios),
estructura tripartita, etc.
Pero quizá no haya mejor manera de examinar el
concepto teórico de la comedia, que partiendo de una
«preceptiva a posteriori», escrita por el mismo
monarca del tablado en esta etapa de invención y
desarrollo: el Arte Nuevo de Lope.
Publicado por vez primera en la edición de Rimas de
1609, el Arte Nuevo, dirigido a la Academia de Madrid,
ha recibido numerosas interpretaciones y
71
valoraciones . Dejando ahora a un lado esa discusión
crítica, me limitaré a glosar algunos aspectos de la
caracterización general de las comedias tal como
aparecen en la preceptiva lopiana.
La parte doctrinal que interesa comienza en el v. 147
y contiene, según el desglose de Rozas, diez apartados.
De los que señala Rozas algunos resultan
especialmente cruciales para la concepción de comedia
nueva.
135
ejemplo, a usar el término de tragicomedia, y a negar la
existencia de tragedias puras. Como apuntan
certeramente los estudiosos (por ejemplo, Pedraza y
Rodríguez, Manual de literatura, IV, 66) «el origen de esa
mezcla hay que buscarlo en la voluntad de reproducir
la realidad»: la naturaleza como modelo del arte en la
ejecución de la mimesis dramática:
136
Las unidades dramáticas:
137
verosimilitud, la postura general española es flexible:
puesto que son instrumentos de verosimilitud no
deberán mantenerse en aquellos casos en que resten
verosimilitud a la acción: Tirso de Molina73 escribe
con mucha precisión:
138
tiene que ver con «clasicismos»: de nuevo el examen
específico de los géneros74 nos permitirá analizar
estos manejos de las unidades.
139
acción75 sería «una acción escénica ininterrumpida que
tiene lugar en un espacio y tiempo determinados», de
cierta unidad y delimitada generalmente por cambios
métricos. Dato significativo que muestra la conciencia
de este reparto en bloques es que Lope, Calderón y
otros dramaturgos trazaban a veces una raya
horizontal que cruzaba la página de sus manusctritos
para señalar el fin de uno de estos cuadros o unidades
estructurales dramáticas.
Weber de Kurlat 76 propone un método aplicado a
partir de las teorías de Propp sobre el cuento popular,
y las teorías críticas de Barthes, que distinguiría
funciones principales o núcleos y funciones
secundarias o catálisis, método que puede resultar
interesante especialmente para comedias muy
formalizadas como las de capa y espada.
El problema de la segmentación se relaciona con el
uso de la métrica: como insiste Vitse 77 la métrica (los
cambios de metro, las alternancias, etc.) tiene una
función esencial en la estructuración de los bloques
escénicos. De la métrica se ocupa en famosísimos
versos —que recordaré enseguida— del Arte Nuevo
Lope de Vega.
140
Lenguaje y versificación:
141
3) el amoroso de los amantes (que integra todas las
modalidades del discurso amoroso áureo,
especialmente el petrarquismo), y
142
queda mucho por investigar en este terreno, sobre
todo en lo que respecta a la función estructural de la
métrica.
Decoro y verosimilitud:
Temática:
143
importancia dramática de estos temas es su capacidad
emotiva (mueven con fuerza a la gente). Pero realmente
lo que llama la atención de la comedia nueva es la
pluralidad —convertida en materia dramática— casi
ilimitada de sus temas: baste recordar el intento de
clasificación de las comedias de Lope que hace
Menéndez Pelayo (ver más abajo) para tener un
catálogo incompleto pero significativo: historia
nacional y extranjera, leyendas, magia, vidas de santos,
mitología, costumbres contemporáneas, comedias
pastoriles... A través de la comedia se puede
reconstruir todo el complejo cultural del XVII. El
teatro «se convierte en un verdadero cosmos, en una
Summa temática de la literatura universal y de la vida
española» (Ruiz Ramón, Historia del teatro, 128).
Dentro de ese cúmulo, el tema del honor ha
merecido infinidad de aproximaciones críticas. No es
el momento de entrar en la discusión sobre su relación
con la realidad, o su funcionamiento dramático, pero sí
he de insistir de nuevo en el relativismo de su
tratamiento. En la comedia seria se identifica con la
misma vida, exigencia rígida para el noble, que está
obligado a vengar su honor, si lo pierde 80, con la
muerte del deshonrador —con la única excepción del
rey—; tiene, en cambio, tratamientos humorísticos en
otros géneros.
La presencia y la función ideológica del tema del
honor ha provocado numerosos abusos
interpretativos: lejos de esa rigidez conectada al
sistema de las castas (Américo Castro) o a la ideología
144
nobiliaria, el tema del honor aparece, según se ha
dicho, con variadas modalidades desde una tragedia
como el Médico de su honra, hasta el entremés, donde
hay una burla constante del honor y los honrados
obsesivos81. Más que ingrediente ideológico es un
eficaz motivo de conflicto: su relación conflictiva con el
amor (otro de los grandes temas de la comedia) y con
la lealtad (al amigo, al señor, al rey) permite la
económica organización de potentes enfrentamientos
y dilemas de gran capacidad para cumplir el
perseguido movere.
Los personajes:
145
trágico es el héroe, o el santo... En estos casos hay
ciertos rasgos relativos a la configuración galante que
pueden difuminarse.
146
Lope en el prólogo de La Francesilla asegura que en esa
obra se inventa por vez primera. En parte heredero de
la tradición anterior, constituye una figura peculiar y
nueva. Para Herrero se inspira en la misma vida real,
además de integrar tradiciones de personajes cómicos
como los esclavos o los pastores bobos. Pero el
gracioso del teatro áureo es más complejo que algunos
de esos predecesores, como el pastor bobo: ahora la
gente se ríe a veces del gracioso, pero otras con el
gracioso. Es ridículo pero también ingenioso. Su
función de crítica83 es discutible como rasgo
definitorio pero puede desempeñarla en ocasiones.
Hay muchas clases de graciosos, marcadas todas, como
indica Vitse por la subalternidad respecto a los
personajes del estrato noble. Más allá de esa
subalternidad, su presencia y función es variable. A
147
diferencia de lo que se suele afirmar 84 no es ni mucho
menos el protagonista de las piezas cómicas, ni hay un
paralelismo contrastivo rígido con el mundo de los
señores. Es sin duda contrafigura del galán a menudo,
y opone una visión del mundo grosera y materialista
explícitamente dicha a la idealización caballeresca del
galán, pero su actuación se liga otra vez al género:
precisamente las comedias de capa y espada se
caracterizan en este punto por la extensión del agente
cómico y la subsiguiente debilitación del gracioso que
en ningún caso será el agente cómico exclusivo, aunque
haya tipos de graciosos tracistas motores de la acción
(son muy característicos de Moreto, por ejemplo: ver el
capítulo de Moreto). Donde todos son cómicos el
gracioso profesional pierde muchas funciones. No hay
gracioso en el entremés ni en la comedia burlesca. En la
tragedia, el gracioso puede simplemente dirigirse a
satisfacer las expectativas superficiales del público, sin
mayor incidencia en la trama (los graciosos de El mayor
monstruo del mundo), o funcionar complejamente como
expresión del mismo espacio trágico que lo excluye
(como en El médico de su honra85). Conviene subrayar
que el examen del gracioso debe hacerse dentro del
universo dramático, no solo como contraste ideológico
o de visión del mundo con el estrato de los señores.
Con meridiana claridad apunta esta funcionalidad
84 Valbuena por ejemplo, asegura que el protagonista de las
comedias de capa y espada es el gracioso, y no el caballero
«hierático, sujeto a una serie de reglas que lo encuadernan en
un mundo rígido», El teatro español en su Siglo de Oro, Barcelona,
Planeta, 1969, 271. Parece mentira que un buen conocedor del
teatro aurisecular haya escrito estas líneas, buen ejemplo de lo
que las ideas preconcebidas pueden hacer para deformar la
lectura de ciertas comedias.
85 Ver «De Galindo a Coquín» de Vitse, en Calderón, cit.,
1065-76.
148
dramática Ricardo de Turia86 al defender el papel de
confidente:
149
Aubrun87, se han revelado ineficaces, aunque puedan
conservarse como expediente de urgencia de puro
valor pedagógico, más recurso nemotécnico que
crítico88.
Son clasificaciones que mezclan criterios de fuentes
con otros temáticos y estructurales: así se distinguen
comedias religiosas (del Nuevo Testamento, Antiguo
Testamento, comedias de santos, leyendas y
tradiciones devotas), mitológicas, de historia clásica,
de historia extranjera, crónicas y leyendas españolas,
caballerescas, de enredo, de malas costumbres, etc.
En una propuesta que solo deja percibir el caos más
completo, Aubrun cree que el único método
clasificatorio es el de las fuentes y distingue comedias
pastoriles, de caballerías, del romancero, de historia,
de novelas, de mitología, de «misceláneas de todo
tipo» (?), etc.
Wardropper89 ha intentado una nueva clasificación
con otras bases: después de señalar lo poco sistemático
de las clasificaciones por temas distingue tres clases de
comedias:
—entremeses
—comedias de fantasía, basadas en novelas italianas o
en la imaginación del dramaturgo, desarrolladas en
lugares y tiempos diversos de los cotidianos
—de capa y espada, de ambiente urbano, burgués, en
las que amor e interés son las fuerzas dominantes, y en
150
las que el mundo de las mujeres triunfa sobre los
hombres
151
mismas desviaciones que su falta provoca en la
interpretación de la comedia: pondré un ejemplo antes
de seguir:
152
serias, las comedias de Calderón nos muestran al
hombre en su lucha por descubrir algún sentido en la
confusión laberíntica que constituye el mundo
temporal de las apariencias, en el que debe vivir
durante su paso por la tierra» («La comedia española»,
198); «la comedia es el preludio de una tragedia en
potencia», reino dominado por una sensación de
desesperanza en la dicha ficticia de los amantes, pues
«les rodean las omnipresentes espadas, constantes
recordatorios de la muerte» (íd. 227). En esta comedia
de capa y espada, lo que queda al espectador es lo
serio y no lo ligero 94.
En otro estudio sobre el horror en los distintos
géneros dramáticos considera que el horror «está
presente lo mismo en las comedias de capa y espada
que en las tragedias» y aduce el ejemplo de La dama
duende, donde «uno de los hermanos de doña Ángela,
don Luis, es un monstruo sangriento capaz de matar a
un amigo y a una hermana por unas sospechas mal
fundadas» («El horror», 230). De nuevo se recurre a la
impresión causada en el público95: «la sonrisa final del
espectador es a menudo una mueca torcida» (íd. 230).
Las tramas de las comedias de capa y espada
reflejarían la confusión del mundo, en el que el hombre
es víctima de su insuficiencia moral: a pesar de su
desarrollo cómico, tienden hacia una solución trágica,
y son, en fin, comedias de esencia trágica («El
problema de la responsabilidad», 716) situadas en un
«Convenciones y rasgos genéricos en la comedia de capa y
espada» a donde remito para otras referencias bibliográficas.
94 Esta afirmación en concreto la expone a propósito de La
153
universo «esencialmente idéntico al del drama de
honor»: la comedia resulta embrión del drama de
honor, y su única diferencia es la soltería de los
protagonistas cómicos,que les permite solucionar los
problemas con una boda, mientras que en los dramas
los protagonistas casados se ven conducidos a un
desenlace trágico por los imperativos del honor (cfr.
«El problema de la responsabilidad», 720-21)96.
Tales interpretaciones, insisto, se deben, entre otros
motivos, a una postura metodológica desviada, que
básicamente consiste en ignorar las diferencias
génericas, analizando distintas obras como si todas
formaran un conjunto indiscriminado y continuo. Así
se estudian comedias como si fueran tragedias y
154
tragedias como si fueran comedias. Se habla de sucesos
trágicos como si los sucesos fueran en sí mismos
trágicos o cómicos independientemente de la trama en
la que se insertan, se cree que la comedia es el embrión
de la tragedia, o que la tragedia es la continuación de
la comedia (Wardropper), cuando la comedia cierra el
paso a la tragedia; se estudian ciertas obras
comparando en un mismo plano tragedias y comedias
(El caballero de Olmedo con Marta la piadosa, etc.). Como
quiera que cada uno de estos géneros obedece a
convenciones distintas, tienen estructuras distintas y
su horizonte de expectativas es distinto (y por tanto
distinta es la actitud y valoración del receptor), la
visión indiscriminada no puede sino conducir a
numerosas confusiones. Remito al texto del Pinciano
citado más adelante sobre la función cómica de los
llantos y muertes en la comedia. Si se tienen en cuenta
las convenciones trágicas y cómicas resulta difícil
concordar con ciertas aproximaciones, tales la que
Wardropper hace, por citar un ejemplo, a El médico de
su honra, en donde arranca de un error básico, esto es,
examinar la tragedia como si fuera una comedia de
capa y espada, examen del que saca, entre otras
conclusiones circulares la de la identidad de ambos
géneros97. Pero la actitud del espectador y el valor
que éste concede a ciertos episodios (como el de la
155
daga) es radicalmente distinta en El médico, donde se
sabe que existe un riesgo trágico, que en una obra de
capa y espada donde se sabe que no existe. Ya el mero
título El médico de su honra orienta decisivamente la
actitud del público.
La adopción de perspectiva trastocada se produce
de la misma manera al analizar comedias como si
fueran tragedias. Es lo que hace Honig al estudiar La
dama duende sobre el modelo de otras obras de honor
(«Flickers of incest», 69), Cascardi, que puede ver la
misma comedia como una variedad trágica de pieza de
honor o una comedia de capa y espada (The limits of
illusion, 25), o Mujica que considera a La dama duende en
muchos aspectos más tragedia que comedia («Tragic
elements», 303-4), y no anda muy lejos de lo mismo R.
ter Horst al afirmar que «una modalidad de comedia
calderoniana es la que encontramos en La dama duende,
una tragedia malograda»98. A partir de aquí se
interpretará cada episodio cómico sobre el esquema de
las convenciones trágicas que le es ajeno.
Es clásica la comparación que hizo Parker99 de Marta
la piadosa de Tirso y El Caballero de Olmedo de Lope en su
busca de explicaciones sobre el desigual desenlace, que
le resultaba llamativo, en los dos casos de votos falsos
(Inés y Marta): creyó descubrir en la tercería de Fabia
156
el motivo de esta diferencia, pero Asensio adujo con
mucha razón los motivos de tercería reiterados en la
comedia de Tirso. Sin embargo, puestos en la vía seria,
Asensio vino a revelar unas diferentes actitudes
teológicas de Lope y Tirso sobre la cuestión de los
votos100 que explicaban a su modo de ver los finales
luctuoso y «feliz» respectivamente. Si se hubiera
analizado El caballero de Olmedo sobre el sistema de
convenciones trágico y Marta la piadosa sobre el sistema
de convenciones cómico ninguna de estas dudosas
explicaciones sería necesaria: Marta la piadosa no puede
terminar trágicamente porque es una comedia, valga la
al parecer no tan evidente perogrullada.
En todos los casos en que se ve la «potencial»
tragicidad de los momentos peligrosos que parecen
abocar a inminentes desenlaces violentos101. se
157
comete el mismo error: semejantes desenlaces
hipotéticos, que tan decisivamente determinan las
interpretaciones serias, son imposibles. Están
prohibidos por el sistema convencional cómico y todo
espectador sabe que no se producirán: las situaciones
supradichas carecen de riesgo trágico y sirven para la
construcción mecánica del enredo cuya tensión
(tensión lúdica: clarísimo lo explica Rizo) potencian.
Igual desviación es la que afirma absolutamente la
seriedad de aspectos como los duelos, el honor o los
celos.
Terminaré mis ejemplos con otro caso relevante
entre las comedias calderonianas, Casa con dos puertas
mala es de guardar. Dejaré ahora a un lado la reiteración
de ciertos argumentos (engaños, peligros de muertes,
confusión, rivalidades...) que serían paralelos a los
examinados en relación a La dama duende y otras
comedias citadas102, y me limitaré a un solo punto que
158
revela con claridad, pienso yo, la debilidad
metodológica de analizar la comedia sobre el modelo
de la tragedia. Wardropper se ocupa bastante de Casa
con dos puertas en su «Calderón and his serious sense of
life»; entre otros rasgos que halla «idénticos» en esta
comedia y las tragedias subraya la presencia del
caballo, símbolo de la pasión desenfrenada que
aparece en tragedias y comedias de Calderón (art. cit.
p. 191). Este caballo de Casa con dos puertas sale en un
pasaje del manuscrito 16.553 de la Biblioteca Nacional
de Madrid103, y se incluye en una descripción que
hace don Félix de la jornada de caza del rey, a quien se
describe montado en un vigoroso corcel:
159
muchos personajes de los dramas serios, pero el
caballo dominado (y más por el rey, Felipe IV aquí) sería
símbolo en todo caso de la razón que enfrena al
deseo104. Pero creo que tampoco se trata de eso, sino
de un pasaje de exornación cortesana y elogio del rey,
que podría remitir, quizá, a los emblemas que expresan
la prudencia y el autodominio, virtudes propias de la
realeza, y que de todas formas no tiene incidencia
directa en el resto de la comedia.
Me parecen lecturas apoyadas en perspectivas
incorrectas, provocadas por la postura apriorística de
interpretación global seria. Más o menos pueden
asimilarse a este tipo de hermeneusis las de diversas
fórmulas o motivos dramáticos que se aislan de la
estructura genérica y se juzgan desgajándolos de su
sistema de convenciones, en el que viven y del que
reciben su sentido.
En suma, es necesario un planteamiento más
riguroso del problema. Vitse lo inicia en su libro citado
(Éléments), y de sus observaciones partiré en lo que
sigue.
El primer principio que señala y que me parece eficaz
es la separación entre la tragedia y la comedia. A pesar
de la terminología áurea105 la tragicomedia no es una
verdadera mezcla. Género trágico y género cómico se
diferencian globalmente de manera clara.
160
Ilumina el asunto un texto espléndido del Pinciano, y
su no menos inteligente glosa de Vitse106. Dice el
Pinciano en su Filosofía antigua poética, tras preguntar
uno de sus dialogantes si en la comedia los «temores,
llantos y muertes son para mover a compasión o para
hacer reír»107:
161
lo que acota Vitse precisando que «no en la materia de
las acciones representadas reside el principio
clasificador, sino en la naturaleza del efecto dominante
producido sobre el público».
También Mártir Rizo108 había escrito:
162
espada riesgo trágico: no parecen, por tanto, ser aptos
para provocar en el receptor que conoce la convención
(salvo en los eruditos modernos) ninguna helada
sonrisa de angustia. El peligro «no se relaciona con la
materia aparente de las acciones representadas, sino
con sus implicaciones efectivas, es decir, de una parte
la gravedad del riesgo trágico [...] de otra la
participación de espectador que [...] comparte
imaginariamente la angustia del personaje y se le
asocia por el terror y la compasión» (Vitse, Éléments,
320).
Perspectiva global, riesgo trágico, discontinuidad
tragedia / comedia, asunción de actitud receptora de
acuerdo con las convenciones del género que marcan
el horizonte de expectativas, en suma, permiten
diferenciar nítidamente, al menos desde el punto de
vista teórico, las obras trágicas de las cómicas.
Dentro de esta distinción básica se pueden
establecer otros niveles, no siempre claros: Vitse
propone para el género cómico las variedades de la
comedia seria (en la que a su vez se integran las
comedias palaciegas, heroicas...), la comedia cómica
(con comedias palatinas y domésticas), la comedia
burlesca y el teatro menor.
Sobre una base parecida, me parece que un cuadro
apropiado para situar la producción dramática áurea,
—cuadro que es preciso completar y precisar—, podría
ser el siguiente:
163
1. 2. Comedia seria: con posibles variedades de
comedias heroicas, hagiográficas, de gran espectáculo
y otras, que podrían delimitarse en una investigación
sistemática. Las hagiográficas, por ejemplo, mantienen
una verosimilud peculiar que admite milagros y
efectos maravillosos, y sus desenlaces trágicos son
aparentes, ya que se resuelven en la apoteosis de la
salvación (Mágico prodigioso, La mesonera del cielo, El
esclavo del demonio...). En este terreno se colocarían
generalmente las obras llamadas tragicomedias. Los
elementos cómicos se organizan en secuencias
relativamente aisladas y la graciosidad la desempeña
un agente especializado (el gracioso). Tonalidad
patética.
164
generalmente organizada sobre el fondo de capa y
espada.
2. 4. Comedia burlesca.
165
Si es necesario tener en cuenta las diferencias
genéricas, tampoco cabe olvidar la evolución
cronológica que marca otras diferencias entre la
producción teatral de las diversas etapas del siglo.
112 Vitse, Historia del teatro, dirigida por Díez Borque, cit.,
516.
166
CICLO DE CALDERÓN: Calderón, Rojas Zorrilla,
Moreto, Solís, y Bances Candamo como epílogo
importante.
167
APÉNDICES
APÉNDICE I:
168
documentos religiosos, se organiza sobre tres núcleos:
contra los cómicos, contra las representaciones y
contra las materias teatralizadas: «el pecaminoso
mundo de la farándula perpetra repetidamente una
triple profanación del orden moral, sociopolítico y
religioso» (Vitse, Historia, 483).
La aportación de algunos fragmentos del P.
Camargo 114 (que resume la animadversión hacia final
de siglo) ilustrará sobre el tono y sentido de los
ataques más característicos:
169
«¿Cómo puede ser esto, que no conozco
varón?», con risa y mofa de los oyentes? ¿Qué
cosa de más execrable horror que ver
representar la persona divina de Cristo, Dios
y Señor nuestro, a un hombre deshonesto y
adúltero, amancebado con la que hacía el
papel de la Magdalena? (Cotarelo,
Controversias, 122 y ss.)
170
económicas y sociales —la necesidad de
dinero que tenían los hospitales y la
necesidad de divertirse la gente—, aunque
también se esgrimiera tanto el argumento de
la neutralidad moral del teatro como el de su
utilidad como medio educador
171
En este marco alcanza especial virulencia el
problema de la mujer vestida de hombre, disfraz que
tanto agradaba, como recuerda Lope en el Arte nuevo.
La indudable incitación erótica que suponía el disfraz
varonil alarma a los moralistas117. El Reglamento de
1608 prohíbe este vestido varonil («que no salga
ninguna mujer a bailar ni representar en vestido de
hombre»).
Buena parte de estas incitaciones, como se ve por los
textos de las controversias, se producen en las escenas
de bailes y «músicas deshonestas» (caponas, chaconas,
guineos, escarramanes y otros bailes desgarrados de la
época). La Villa, en un escrito dirigido al rey en que
solicitaba el levantamiento de la prohibición de 1598,
ha de admitir efectivamente que
172
de hacia 1611) que servía para cantar acompañado de
bailes no muy decentes, a juzgar por lo que escribe el
jesuita Pedro Juan Ferrer en su Tratado de las comedias
(con fecha de aprobación de 1613, publicado en 1618) a
propósito del romance quevediano (o variantes y
glosas) y sus escenificaciones: «agora corren por esta
ciudad unas canciones que llaman Escarramán, que en
el teatro las han representado con tanta torpeza, que
aun los aficionados a comedias se escandalizan de ellas
y muchos por no oírlas se salían del teatro».
No serían tantos los que se salían... Sí se saldría el P.
Camargo, aunque al parecer, después de observar con
sumo cuidado lo que se veía en las tablas, si atendemos
al detallismo de su diatriba, de la que ya he citado
antes algún trozo:
173
del patio un infierno. Subido todo esto de
punto con el encanto de la música en que las
mujeres de la farsa cantan primorosamente
letras tiernas y amorosas en tonos airosos y
graciosísimos, avivando de más a más con
bailes primorosos y danzas artificiosas en que
estas mismas mujeres bailan, tocan y danzas,
ya con los hombres, ya solas, con mucho aire y
poca modestia (Cotarelo, Controversias, 124-
125)
174
Texto interesantísimo, que parece respuesta a otro,
no menos acerado, aunque más burdo e injusto en sus
apreciaciones, que pondré aquí como punto final de
este apartado: el lector podrá comparar los dos, como
datos significativos de los extremos en torno a la
licitud moral de la comedia. Pero vaya el texto, del
Padre Mariana, en el Tratado contra los juegos públicos:
175
APÉNDICE II:
176
alcagüeta, las burlas de juglares
y sucesos de hombres populares. [...]
177
que la difinió perfecta y consumada desta manera:
«Tragedia es imitación de acción grave y perfecta y de
grandeza conveniente en oración suave, la cual
contiene en sí las tres formas de imitación, cada una de
por sí, hecha para la limpiar las pasiones del alma, no
por enarración, sino por medio de misericordia y
miedo». [...]
178
a felicidad, y, pasando así, carece la acción del fin
espantoso y misericordioso; carece, al fin, de la
compasión, la cual es tan importante a la tragedia
como vemos en su definición; y, si es la persona mala,
para ser morata y bien acostumbrada la fábula, al
contrario, pasará de felicidad en infelicidad, la cual
acción traerá deleite con la venganza y con la justicia,
mas no con la miseración tan necesaria a la patética. [...]
179
la repugnancia y contrariedad que con la tragedia
tiene más manifiestamente. [...]
180
LUIS ALFONSO DE CARVALLO, Cisne de Apolo,
Medina del Campo, 1602119
181
JUAN MARTÍ, Segunda parte de la vida del pícaro Guzmán
de Alfarache,1604
182
Pero lo que más me le quitó de las manos, y aun del
pensamiento, de acabarle, fue un argumento que hice
conmigo mesmo, sacado de las comedias que ahora se
representan, diciendo: «Si éstas que ahora se usan, así
las imaginadas como las de historia, todas o las más
son conocidos disparates y cosas que no llevan pies ni
cabeza, y, con todo eso, el vulgo las oye con gusto, y las
tiene y las aprueba por buenas, estando tan lejos de
serlo, y los autores que las componen y los actores que
las representan dicen que así han de ser, porque así las
quiere el vulgo, y no de otra manera, y las que llevan
traza y siguen la fábula como el arte pide, no sirven
sino para cuatro discretos que las entienden, y todos
los demás se quedan ayunos de entender su artificio, y
que a ellos les está mejor ganar de comer con los
muchos, que no opinión con los pocos, deste modo
vendrá a ser un libro, al cabo de haberme quemado las
cejas por guardar los preceptos referidos, y vendré a
ser el sastre del cantillo». [...]
183
que guardan en los tiempos en que pueden o podían
suceder las acciones que representan, sino que he visto
comedia que la primera jornada comenzó en Europa, la
segunda en Asia, la tercera se acabó en África, y aun si
fuera de cuatro jornadas, la cuarta acababa en
América, y así se hubiera hecho en todas las cuatro
partes del mundo?
184
buen ejemplo nos da naturaleza,
que por tal variedad tiene belleza. 180
Adviértase que sólo este sujeto
tenga una acción, mirando que la fábula
de ninguna manera sea episódica,
quiero decir inserta de otras cosas
que del primero intento se desvíen, 185
ni que de ella se pueda quitar miembro
que del contexto no derribe el todo;
no hay que advertir que pase en el período
de un sol, aunque es consejo de Aristóteles,
porque ya le perdimos el respeto 190
cuando mezclamos la sentencia trágica
a la humildad de la bajeza cómica.
Pase en el menos tiempo que ser pueda,
si no es cuando el poeta escriba historia
en que hayan de pasar algunos años, 195
que éstos podrá poner en las distancias
de los dos actos, o, si fuere fuerza,
hacer algún camino una figura,
cosa que tanto ofende a quien lo entiende,
pero no vaya a verlas quien se ofende. [...]200
185
en aquellas distancias se inquïeta
y gran rato la fábula se alarga,
que, fuera de ser esto un grande vicio,
aumenta mayor gracia y artificio. 245
Comience, pues, y con lenguaje casto
no gaste pensamientos ni conceptos
en las cosas domésticas, que sólo
ha de imitar de dos o tres la plática;
mas cuando la persona que introduce 250
persüade, aconseja o disüade,
allí ha de haber sentencias y conceptos,
porque se imita la verdad sin duda,
pues habla un hombre en diferente estilo
del que tiene vulgar cuando aconseja, 255
persüade o aparta alguna cosa. [...]
186
Acomode los versos con prudencia 305
a los sujetos de que va tratando;
las décimas son buenas para quejas,
el soneto está bien en los que aguardan,
las relaciones piden los romances
aunque en otavas lucen por extremo, 310
son los tercetos para cosas graves,
y para las de amor las redondillas; [...]
187
poco a poco estimando y premiando sus papeles.
Pónense las niñeces del santo en primer lugar; luego
sus virtuosas acciones, y en la última jornada sus
milagros y muerte, con que la comedia viene a cobrar
la perfección que entre ellos se requiere. [...]
188
Velázquez, Alcaraz, Ríos, Santander, Pinedo y otros
famosos en el arte histriónica, porque todas o las más
llevan pesadumbres, revoluciones, agravios,
desagravios, bofetadas, desmentimientos, desafíos,
cuchilladas y muertes, que aunque las haya en el
contexto de la fábula, como no concluyan con ellas, no
son tenidas por comedias.
CASTALIO.— Ni son comedias ni sombra dellas.
Son unos hermafroditos, unos monstruos de la poesía.
Ninguna de esas fábulas tiene materia cómica, aunque
más acabe en alegría. [...]
189
Y a mi parecer, conformándome con el de los que sin
pasión sienten, el lugar que merecen las que ahora se
representan en nuestra España, comparadas con las
antiguas, les hace conocidas ventajas aunque vayan
contra el instituto primero de sus inventores. Porque si
aquellos establecieron que una comedia no
representase sino la acción que moralmente puede
suceder en veinte y cuatro horas, ¿cuánto mayor
inconveniente será que en tan breve tiempo un galán
discreto se enamore de una dama cuerda, la solicite,
regale y festeje, y que sin pasar siquiera un día la
obligue y disponga de suerte sus amores que,
comenzando a pretenderla por la mañana, se case con
ella a la noche? [...]
190
un antruejo, más años que un solar de la montaña y
más arrugas que una carga de repollos, y que se
enamore la otra y le diga: «¡ay, que don Gilito de
perlas!, ¡es un brinco, un dix, un juguete del amor!?»
DOÑA SERAFINA
¿Qué fiesta o juego se halla
que no le ofrezcan los versos?
En la comedia los ojos
¿no se deleitan y ven
mil cosas que hacen que estén
olvidados sus enojos?
La música ¿no recrea
el oído, y el discreto
no gusta allí del conceto
y la traza que desea?
Para el alegre, ¿no hay risa?
Para el triste, ¿no hay tristeza?
¿Para el agudo agudeza?
Allí el necio, ¿no se avisa?
El ignorante, ¿no sabe?
¿No hay guerra para el valiente,
consejos para el prudente,
y autoridad para el grave?
Moros hay si quieres moros;
si apetecen tus deseos
torneos, te hacen torneos;
si toros, correrán toros.
¿Quieres ver los epitetos
que de la comedia he hallado?
De la vida es un traslado,
sustento de los discretos,
dama del entendimiento,
de los sentidos banquete,
191
de los gustos ramillete,
esfera del pensamiento,
olvido de los agravios,
manjar de diversos precios,
que mata de hambre a los necios
y satisface a los sabios.
Mira lo que quieres ser
de aquestos dos bandos.
192
Peripecia es mutación contraria a lo que se va
haciendo, así como uno que va a desesperarse por
perder la hacienda y allí, rompiéndose la parte donde
lo había de hacer halló un tesoro, de donde alegre
gozó de aquella felicidad. [...]
193
público del pueblo que le está oyendo, de cuyos avisos
depende la enseñanza de todo aquel concurso. [...]
194
imposible el desatalla. En la tercera dé mayores
vueltas a la traza y tenga al pueblo indeciso, neutral o
indiferente y dudoso en la salida que ha de dar hasta
la segunda escena, que es donde ha de comenzar a
destejer el laberinto y concluille a satisfación de los
circunstantes. [...]
195
mas la comedia búscala graciosa,
entretenida, alegre, caprichosa,
y breve, que no es bien faltando el tiempo,
que gaste mucho tiempo el pasatiempo.
196
gran teatro del mundo en sus varias scenas.
Abundante de todos los ejemplares de la vida como la
historia, y aun mejor que ella. [...]
197
y de que no favoreció a los otros, y en desengañarse
los demás.
198
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