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En las sociedad modernas es posible entender que por medio de un discurso televisivo
enajenante, el sujeto escópico se transforma en un sujeto esquizoide, es decir, un sujeto que se
jacta de estar en el mundo conectado, pero a la vez esto mismo lo enajena.En ese sentido, la
sociedad del espectáculo -como lo afirma Debord- plantea a los sujetos como seres que
consumen y a la vez son consumidos, formando parte del espectáculo mismo. Esto ocurre
porque la visualidad es “engañosa”, se encarga de entretener y distraer por medio del discurso
televisivo dominante. Esto se puede analizar desde dos maneras.
González Requena plantea que “las instituciones generadoras de discursos sociales, además de
espacios de producción, se convierten en campos de batalla: si informar es <formalizar>, dotar
de forma y de sentido, mucho se juega en quién es el primer informador/formalizador”1. Se
1
González Requena, J. El discurso televisivo. 1988
puede afirmar entonces que la televisión forma parte de la superestructura en la cadena de
producción, convirtiéndose en una especie de aparato ideológico, tanto del Estado - como
señala Althusser- o bien de los intereses privados, ante los que el primero se subyuga.
En el caso chileno, más del 60% de las personas consume televisión en el horario donde los
canales presentan sus noticieros centrales 2. Esto es entre las 21 y las 22 hrs, lo que deja a un
lado el esfuerzo de los canales por ampliar la parrilla programática y su oferta de contenido.
En promedio los noticieros televisivos chilenos fueron vistos a diario por alrededor de un
millón de personas según Time - Ibope. Así sus puntajes en cuanto a rating fue un promedio
de 22 puntos entre 1997 y 20063 (Argandoña, et. al, 2009) siendo cada punto equivalente a
11.534 hogares y a 46.325 personas.
Los noticieros informativos en su afán de transmitir información, configuran una narrativa que
tiene a la visualidad como principal agente articulador de los modos de generación de realidad.
Estos modos son para Martin Jay terrenos en disputa con otras formas visuales. “Lo público
se halla cada día más identificado con lo que difunden los medios y el público con sus
audiencias” 4
Así no es de extrañar el rol protagónico de los noticieros al ser, al menos en el caso de Chile,
el género televisivo más visto por la audiencia, con un consumo del 28% del total de la oferta
programática. Es decir, en nuestro país los noticieros son trascendentalmente potentes en la
formación de la opinión pública y el orden visual de esta en torno a la realidad.
Según Jay una de las modalidades escópicas de la modernidad es el barroco, que está sujeto a
“lo colorido, lleno de recovecos, desenfocado, múltiple y abierto”.
2
Estudio de oferta y consumo de televisión abierta en 2017, CNTV, 2018.
3
4
Jay, M. (2003). Regímenes escópicos de la modernidad.
5
Jay, M. (2003). Regímenes escópicos de la modernidad.
El formato convencional del programa informativo sigue unos lineamientos definidos en la
forma de presentar la información. El noticiero abre su transmisión con un resumen de los
sucesos más relevantes de la jornada para luego dar paso al conductor o conductora que va
narrando consecutivamente las notas informativas que proceden a su explicación. Las noticias
se muestran con una alta frecuencia. Tal como en el barroquismo, los sucesos son recovecos
de la realidad, pequeños hechos que generan una narrativa de los momentos.
El régimen visual del noticiero es funcional a su estructura -o viceversa- conteniendo cada nota
informativa un cambio constante de planos y frecuentes movimientos de cámara. Incluso para
los despachos de noticias en vivo se emplean imágenes tomadas con anterioridad mientras el
periodista narra el suceso en cuestión.
La estructura y el cariz visual del noticiero fortifican una formas de comprensión del tiempo y
el espacio que se ha ido labrando desde los albores de la modernidad. Para Ortiz tanto la
emergencia del reloj como el desarrollo tecnológico de los medios de transporte aportaron a la
construcción de un “mundo unificado”6. Los medios de comunicación son corolario de estos
procesos, siendo los programas informativos los encargados de agregar una atomización de los
hechos, es decir, de la realidad unificada temporal y espacialmente.
La narrativa de los noticieros termina por atraer a sus formas de transmisión a la gramática
política. El programa dicta lo que es importante que la gente sepa, y cómo retransmitirlo a sus
pares.Esto, considerando qué lenguaje deben utilizar para determinados hechos noticiosos, que
la Agenda Setting impone en la contingencia.Es decir, el discurso sobre lo real y lo importante
es producido mediante un lenguaje específico que allana el terreno en base a intereses
específicos.
Asimismo, es importante mencionar que la visualidad que transmiten los noticieros, aludidas a
un régimen de la mirada, concierne un escenario de catástrofe, donde los sujetos se someten a
6
Ortiz, Renato (2004): Mundialización y cultura, p. 58.
un estado de alerta . En ese sentido, es que las noticias sensacionalistas - como la crónica roja
o los compactos internacionales sobre las crisis- hacen parecer que es más fácil la venida de
una agudización apocalíptica antes que un cambio en favor de dichos sujetos, y con ello, una
transformación en la visualidad, espacio y tiempo de carácter radical.
Por consiguiente, los noticieros pautan el tiempo en que los sujetos están en conexión con los
hechos más relevantes del mundo, a pesar de las transformaciones digitales que han esparcido
la información a escala ilimitada. La televisión sigue siendo el medio masivo por excelencia,
por lo que además de marcar la agenda,donde su duración y la hora en la que es transmitido es
de conocimiento general, el noticiero divide temporalmente el día a día, estableciendo un orden
de la temporalidad en la que promueve a los sujetos a ser parte de un mundo unificado
establecido, dictando el lugar que éstos ocupan en el espacio público y sobre los asuntos
comunes.
7
Moulian, 2002: 71
que rompe el orden público en vez del problema de fondo. La situación específica a nivel país
se ha vivido hacia todo tipo de movimientos sociales o políticos.
En el movimiento estudiantil importaban los desmanes más que las demandas por educación
gratuita, de calidad y universal. Este año en las tomas del Instituto Nacional Barros Arana y el
Instituto Nacional lo importante era el drama entre el Alcalde de Santiago, Felipe Alessandri,
y los “overoles blancos” que se abanderaron por diversas causas sociales. En la Araucanía la
quema de camiones y los cortes de camino fueron la tónica hasta el caso de Camilo Catrillanca
y su asesinato por parte de Carabineros. Y este año en la ola feminista que llegó al país de la
mano de universitarias y movimientos de pobladoras, la criminalización del movimiento se
hizo de la misma forma, pero agregándole un plus: la visualidad desenfocada de la protesta. El
choque que en la pantalla producían los pechos descubiertos de las manifestantes, o sus axilas
al natural, sirvieron de elemento generador de repulsión al espectador. Además de un lenguaje
altamente emocional, se utilizan términos de guerra: enfrentamiento, estrategia, batalla.
De esta manera es que el lenguaje televisivo que utilizan los programas televisivos en Chile
utilizan recursos para operar en función de lógicas de control tal como se refiere Deleuze. 8 Es
posible plantear que somos parte de una sociedad está en un constante cambio y donde la
sociedad de control se estructura en un régimen capitalista, el cual ha jugado un papel
fundamental, ya que en el siglo XXI su supremacía se ha caracterizado por otros sistemas. En
este estado actual la difusión de imágenes en la TV se vuelve un elemento central en nuestro
régimen escópico.
En la actualidad vivimos en un mundo capitalista donde existe una hegemonía del mercado
sobre la sociedad, la política y el tiempo, y las imágenes articuladas en la televisión son
fundamentales. La gramática televisiva y la relación con la sociedad de consumo no permite
concluir la colaboración de la difusión de imágenes a la creación de un espacio público.
8
Deleuze, G. (1991). Post-scriptum sobre las sociedades de control.