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X.

Evangelización desde la Fraternidad

Y todo ello en fraternidad, primera forma de evangelizar,


sabedores que ningún proyecto de evangelización es
patrimonio personal de nadie; siempre es la fraternidad la que
evangeliza (Pde cf. 27). Se hace urgente la creación de
fraternidades proféticas, de fraternidades signo (cf. Pde 8)
(Caminar desde el Evangelio).

En palabras de Jesús: Por esta señal reconocerán que sois


discípulos míos: por el amor que se tengan unos a otros (Jn.
15,16).

El Maestro nos ha dejado una única señal para que se


reconozca su presencia en medio de sus hermanos: la señal
del amor.Francisco lo comprendió y por eso hizo de la vida
fraterna el primer acto misionero, el primer apostolado de sus
hermanos y cualquier grupo que busca vivir el carisma
franciscano.
Vivir como hermanos tiene que ser una buena nueva en
vivencias concretas de amor y servicio mutuo, una acción
profética de esperanza para todos los hombres y mujeres.

Vivir como hermanos,construir la fraternidad universal: he


aquí la primera misión que han de realizar los frailes y los/las
que buscan vivir el carisma franciscano.

De hecho, si leemos las biografías primitivas, podemos


constatar que la calidad evangélica de las relaciones entre los
hermanos fue realmente el choque definitivo que conmocionó
a sus contemporáneos.

En un mundo de conflictos, dividido ya en clases sociales


incluso dentro de los monasterios, la fraternidad de los
primeros hermanos explotó como un nuevo amanecer.

Aquellos hombres, salidos de los más variados ambientes,


vivían en la igualdad, desconcertando las estructuras
verticales de la sociedad civil y religiosa con su simplicidad y
alegre humildad; aquello era realmente buena nueva para
todas las personas (1Cel 38 y 39).
En una sociedad de tantas desigualdades, la fraternidad es
una prueba de que la convivencia fraterna es posible siempre
que cada hermano deje a Jesús y su compasión ser su
inspiración. La vida compasiva no es solamente de carácter o
talento especial, es la vida compartida. Francisco de Asís
sigue siendo el Hermano Universal para toda la humanidad.

¿Cómo ha logrado resistir al desgaste del tiempo y ser


todavía hoy ese símbolo vivo de la fraternidad evangélica?

Francisco no soñó con fundar una fraternidad ni mucho


menos una Orden.Empezó a convertirse al evangelio y Dios
le envió hermanos a partir de esta vivencia. Es decir,él
comenzó a vivir el evangelio en fraternidad antes de
predicarlo desde la misma.Por eso Francisco simplemente
consideró a sus hermanos como un don de Dios que él
acogió en la fe.

Vivir el santo evangelio con los hermanos y hermanas es una


manifestación del espíritu que inspira a unos seres humanos
procedentes de todos los horizontes sociales, el deseo de
compartir la vida.De ahí que Francisco insistió en la
participación de todos los hermanos en una sola eucaristía
diaria.

Él está convencido de que esta presencia eucarística de


Cristo entregado por la unidad de sus hermanos, constituye la
fuente y el corazón de toda la vida fraterna.

Únicamente Jesús, nuestro hermano,es capaz de transformar


a las personas, dispersas y divididas, en hermanos y
hermanas. El espíritu de Jesús viviente, acogido por todos y
todas en cada eucaristía, es el que va construyendo día tras
día la fraternidad.

Francisco se hizo fraternal porque percibió cuál era su fuente


y la de todas las criaturas. El bien soberano del hombre y la
mujer en todo sentido era el Altísimo, Sumo Bien, todo Bien.
Entendió que la fraternidad brota de la Trinidad y de la
paternidad de Dios. Dios es padre y madre a la vez.La
paternidad/maternidad de Dios hace posible la fraternidad.

Todo es don, desbordamiento de esa paternidad/maternidad


de Dios: su vida, sus facultades humanas, el cosmos, la
tierra, el hombre, la mujer, todos los bienes espirituales,son
un regalo.

Arraigado en el amor gratuito del Padre, Francisco se siente


liberado de todo instinto de propietario.No posee nada suyo.
Todo lo recibe. Ni siquiera está en capacidad de
dar,solamente de restituir lo que ha recibido de Dios.

¿Dónde están las raíces del pecado humano, del fracaso de


las relaciones humanas?

El ser humano ya no sabe decir Padre/Madre a Dios y tiene


siempre la dramática ilusión de creerse propietario de sus
dones, de la tierra, de sus bienes.

El pecado es una idolatría, una desviación del sentido de los


bienes, una perversión de la voluntad humana. Es el pecado
original (Admonición 2).

Si se niega la paternidad y maternidad de Dios, muy pronto el


ser humano explota a sus semejantes, acapara la creación
como propiedad suya ycrea continuamente situaciones de
exclusión de las personas más pobres y débiles.
El ser humano que se constituye en el centro absoluto es un
dominador, se cree propietario y termina siendo homicida.

Porque si Dios no es ya su fuente, tiende a creerqueél mismo


lo es y que puedehacer todo nada más a fuerza de sus
propios puños. Se siente frágil. Tiene miedo. Y quiere ocultar
ese miedo, esa fragilidad, huyendo de sí mismo, poseyendo,
dominando o excluyendo a los demás.

Francisco es un hombre liberado del miedo porque ha


hundido sus raíces fuera de sí mismo y no pretende
construirseél solo, sino quetodolo recibe de Dios. Ya no
posee bienes para defender, solo regalos para compartir. Es
un pobre que no se asusta de nadie.

Es fraternal puesto que ha sustituido la envidia, los celos, la


ambición, por la mirada del asombro.

Todo que lo que existe de bueno, verdadero y hermoso en el


ser humano, aunque no sea creyente, se convierte en un
reflejo de Dios, en un eco de Dios, en una palabra de Dios
que es el único verdadero, la belleza y el sumo bien.
Esta mirada de fe le permitió sacudir todas nuestras fronteras
sociales y religiosas.

Luego, Francisco abrió los evangelios. Miró, escuchó y


descubrió a este Cristo que no tiene más que al Padre en sus
labios.

Vio a Jesús convertirse en hermano de los ricos, de los


pobres, de los publicanos y las prostitutas, de las magdalenas
y los zaqueos.

Vivir la fraternidad es la única misión de la Iglesia, fuera de la


cual la Buena Nueva degenera en religión asimilada,
neutralizada e institucionalizada que no le preocupa a nadie.

Para Francisco, la relación fraterna es la vocación de todo ser


viviente. Toda la historia es una larga marcha hacia la
fraternidad cósmica.

Este Dios Padre y madre, que me ha dado hermanos, a la


vez me invita ser hermano (Testamento 14).
Me ha dado estos hermanos/as y no otros. En este momento
y etapa de mi vida, de mi historia personal, y no en otro.

Los hermanos/as que Dios me ha dado vienen con su historia


personal, sus luces, sus sombras, sus temperamentos, su
carácter, su personalidad, de diferentes clases sociales y de
distintas culturas como las primeras fraternidades (1Cel 31).

Los hermanos/as que Dios me da son otras tantas llamadas a


la conversión, porque no solamente me invitan a ir más allá
de mí mismo, sino también me revelan a mí mismo.

Los/as que viven día tras día a mi lado me hacen descubrir mi


pecado, mis envidias, mis cerrazones, mis tinieblas, mi
pobreza, mi incapacidad radical de amar verdaderamente sin
volcarme sobre mi egoísmo, y a la vez descubrir los dones,
talentos y valores que son don de Dios y manifestación de su
paso en mi vida.

Francisco nos invita a plantearnos este lúcido interrogante:


¿quieres saber dónde te encuentras en tu vida espiritual, esto
es, en relación con la vida en ti del espíritu de Cristo? Mira la
calidad de tus relaciones personales. Ahí tienes, sin peligro
de ilusión, la verdadera medida de tu vida interior real.

Como dice el refrán:“No vemos las cosas como son, sino


como somos”.

La fraternidad no la encontramos hecha, la construimos. O la


destruimos. Es punto de partida, no de llegada. Todo
depende de la forma como la vivimos. Es don, pero
igualmente es tarea.

La fraternidad franciscana no se construye con discursos, por


eso Francisco desconfía enormemente de los discursos. Se
construye en la práctica.De hecho, hemos de reconocerlo con
claridad: la fraternidad evangélica no existe todavía. Está
siempre por hacer, por acoger día a día.

Esto quiere decir que la aventura de la fraternidad no está


hecha según la medida de los hombres. Es una aventura de
fe. Por eso es imposible vivirla sin la acogida del Espíritu, ya
queel Espíritu es el animador de la fraternidad.
El papel del guardián es salvaguardar los valores humanos,
cristianos y franciscanos dentro de la fraternidad. Al mismo
tiempodebe promover las instancias y la dinámica para llevar
a cabo el buen camino de la fraternidad (2 Cel. 185-187; EP.
80).No obstante, la construcción de la fraternidad no es
nadamás tarea del guardián,estarea de todos los hermanos y
hermanas.

No se trata de construir edificios y proyectos, cuanto seres


humanos en una hermandad. Aunque resulta mucho más fácil
dedicarse a la construcción de edificios.

Conviene recordar que la fraternidad franciscana no se define


por referencia a un edificio, convento o monasterio, sino por
los lazos interpersonales de amor mutuo y respeto que
existen entre los/as hermanos/as.

Prueba de ello es que hay lugares muy sencillos que son


curativos, lugares que sananpor la mística vivida adentro,no
por el edificio o lo eficaz del personal que allí trabaja.
De igualmodo,puede ser que exista un ambiente muy
eficiente en su organización, sin embargo eso no garantiza la
vivencia del amor y la misericordia.

Francisco es bastante firme con los hermanos/as que huyen


de la participación en la construcción de la fraternidad por
querer buscar la santidad solos/as (2 Cel 32-34).

El camino de la santidad franciscana es descubrir la


presencia de Dios y servirlo en cada hermano/a.Este
hermano/a que no he escogido yo, sino que me ha sido dado
por Dios, con sus luces y sombras con el fin deconstruir una
fraternidad con la ayuda de la gracia divina.

Asimismo, Francisco es firme con losrígidos buscadores de la


fraternidad perfecta.Éstos son los que aúnno han asumido su
propia verdad. Quienes alegan siempre la ausencia de
perfección, la sueñan, pero no la construyen, más bien huyen
de ella (EP. 85).

También el que va buscando el hermano/a perfecto/a. El


hermano/a perfecto/a es la Fraternidad de hermanos y
hermanas, con todos sus dones, viviendo en convivencia y no
en competencia.

Luego, la misión primordial de la fraternidad es vivir el amor


mutuo y la compasión en Cristo.La vida fraterna no es
únicamente don y tarea,es don, tarea y cruz.Es el crisol de
purificación y conversión.

Francisco ofrece sus Admoniciones o Avisos espirituales


como camino de conversión en la fraternidad. En su carta a
un ministro menciona la experiencia de la convivencia con
hermanos y hermanas difíciles de tratar como un reto en la
conversión.

En el relato de la Perfecta Alegría nos recuerda quecon


frecuencia nos toca vivir la paciencia no solo en casa ajena,
sino en la propia.

Uno de los grandes enemigos de las relaciones fraternas es


la pésima costumbre de fijarse en las demás personas y
hacer de ellas personajes definitivamente catalogados y
clasificados por sus defectos y debilidades.
Definir a una persona por sus defectos o debilidades es ver a
un hermano/a no desde su ser esencial, sino desde sus
defectos, y por qué no decirlo, muchas veces desde la
proyección de mis propios prejuicios y defectos. Recordar el
refrán:“No vemos las cosas como son, sino como somos”.
Los enemigos están dentro (1R 22 1-4). Tengamos presente
que el/la hermano/a no escogiósus defectos, él mismo no los
soporta, pero su libertad está condicionada.

Identificar al/la hermano/a por sus defectos, es matar su


crecimiento.Para Francisco, el bien pesa mucho más que el
mal. Los gérmenes de la vida de las semillas de trigo parecen
mucho más importantes que los gérmenes de la muerte y las
semillas de cizaña.

En ese terreno humano, en donde brota lo mejor y lo peor,


quiere cultivar el grano diminuto del reino, que se empeña en
abrirse camino dentro de cada uno de nosotros, y sabe hasta
qué punto ese grano tan frágil de la vida evangélica necesita
de sol y amor para poder desarrollarse.

Hay reacciones humanas que matan: gestos, miradas y


palabras. En cambio, hay otras que permiten el crecimiento y
dan vida. Si no se siente sobre sí el calor de una mirada llena
de confianza, se corre el peligro de verse muy pronto
ahogado por la cizaña.Este grano delicado de trigo necesita
mucho más el calor del amor,el aprecio y la confianza para no
correr el peligro de ser muy pronto ahogado por la
cizaña.Nuestros hermanos/as a menudo esperanque se le
ame para hacerse mejores, mientras nosotros, sin embargo,
esperamos que sean mejores para amarlos/as.

Deberíamos plantearnosfrecuentemente esta cuestión


fundamental:
Existen personas que suscitan lo mejor en nosotros, que nos
invitan a la creatividad, a que tomemos iniciativas.
Existenotras, por el contrario, que lo paralizan todo.

Francisco desarrolló una gran capacidad para escuchar. Éste


es un arte de inmenso aprendizaje. Él invitó a sus hermanos y
hermanaspara que atendieran unos a otros sus necesidades
como una madre (1R 9,10).

Francisco sabe mostrarse como hermano,especialmente con


hermanos que se sienten afectados por pruebas personales
(CtaM.).
Otro enemigo de la fraternidad es la crítica
malintencionada,mencionada en numerosas ocasiones por
Francisco en sus escritos (1Cel, 76; 2Cel 182-183; LM 5,6
8,4; Admón. 5,2; 1R. 5 13-16; 1R .11,8; 2R.10, 7).

Acciones como interpretar la conducta de los demás, juzgar


por apariencias, pensar mal, la falta de sigilo, divulgar
verdades a medias.¡Qué hermoso es un silencio elegante!
Cubre al hermano con un manto sagrado de sigilo y
misericordia.

Amor-amistad es amor, afinidad y simpatía entre las personas


que me caen bien.

El amor fraterno es oblativo.En éste la persona se da a sí


misma como don: lava los pies del hermano y la
hermana(Admonición 4, 2-3; 1R 6,3).

El amor fraterno parte de la fe en Dios que es padre y madre.


Él me ha dado este hermano/a.El amor-amistad es
espontáneo.
El amor-amistad es amor interesado. El amor fraterno es
oblativo.
El amor amistad es exclusivo. El amor fraterno es inclusivo.
El amor fraterno no es dar cosas,es darse uno mismo.
El amor fraterno nos invita a vivir más allá de nuestros gustos
e instintos para servir.

La fraternidad no es un medio para satisfacer proyectos


personales e individuales, ni espacio vital para mi comodidad
y mis gustos.El hombre/mujer que se ama a sí mismo más
que a Dios, ama a las personas y cosas por lo que puede
obtener de ellas. Su amor por ellas no es más que otra cara
de su propio egoísmo.

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