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PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA

Facultad de Teología
ESCATOLOGIA
Profesor: José Fernando Castrillón Restrepo
Estudiante: Deiro Yornedy Alzate Ruiz

UNA INTERPRETACIÓN DEL ADVENIMIENTO DE JESÚS, A PARTIR DE UNA CRISTOLOGÍA DE LA NATURALEZA


Delimitación
Para llevar a cabo el desenlace de este trabajo, vamos a ubicarnos en el texto de Jurgen Moltman, que nos habla sobre
la resurrección de la naturaleza, procurando relacionarla con la definición etimológica de la palabra “advenimiento”.
Unimos a esta propuesta investigativa, la interpretación del evangelio de S. Juan que nos presenta a Jesús como el hijo
de Dios, que se encarnó y se hizo hombre con el fin de salvarnos: “así amó Dios al mundo, le dio al hijo único, para que
quien cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.” (Jn 3, 16). Por otro lado, contamos con el texto de la
audienda general del papa Juan Pablo II, del miércoles 23 de marzo de 1988, que trata sobre la formulación de la fe, en
Jesucristo y a su vez, nos permitirá hacer un acercamiento real, a la intervención de Jesús en la naturaleza. Esto lo
hacemos con el fin de procurar una respuesta al interrogante: ¿De qué modo, estamos comprendiendo el advenimiento
de Jesús? ¿Será una espera anhelada de una próxima llegada o será el resurgimiento de un sentido esencial para el
hombre, que permanece intrínseco en la realidad de la naturaleza que nos rodea y que requiere ser resignificado?
Análisis crítico
Damos inicio a nuestro análisis, partiendo de la siguiente pregunta problematizada: ¿será que nuestra comprensión del
advenimiento de Jesús, tiene un significado intrínseco en la naturaleza? Para encontrar la posible respuesta a nuestra
inquietud investigativa, vamos a iniciar por definir etimológicamente la palabra advenimiento: “El primer paso que
vamos a dar es determinar el origen etimológico del término advenimiento. En este caso, podríamos exponer que
procede del latín, como lo demuestra el hecho de que se encuentra conformado por las siguientes partes: El prefijo “ad”
que es equivalente a “hacia”. El verbo “venire” que puede traducirse como “venir”. El sufijo “miento”, que se usa para
expresar el fín de una acción concreta. Advenimiento es un término vinculado al verbo advenir, del latín advenire, que se
refiere a la acción de llegar, suceder, venir o sobrevenir. El advenimiento, por lo tanto, es la venida o llegada de algo o
de alguien, especialmente si dicha llegada es esperada y solemne.”1
La definición de la palabra, nos permite ampliar objetivamente, su significado; a su vez, en medio de esta pluralidad, es
válido afirmar que cuando hablamos de advenimiento, nos referimos a aquella acción de llegar, suceder o venir. Estos
verbos presentados por dicha definición, nos dan pie para pensar en un advenimiento de Jesús, que llega, sucede, viene
e interviene en nuestros días, es decir, que estamos hablando de una intervención de modo real, concreta y puntual de
Jesús, en la vida del hombre, sus realidades, sus complejidades, sus situaciones de vida, etc, hablamos aquí, de una
intervención de Jesús en nuestra vida y nuestra realidad de vida. De hecho, Moltmann menciona algo al respecto: “Los
primeros cristianos, veían a Cristo en todas las cosas de la naturaleza y que veían todas las cosas de la naturaleza en
Cristo.”2
En Moltmann, encontramos la revelación de un Jesús, que actúa en medio de toda la realidad, la circunstancia de vida y
la naturaleza (creación). A la luz de esto, vale la pena pensar en el siguiente interrogante: ¿En cuál propuesta de
advenimiento creo? ¿Será en aquella imagen idealista de un Jesús, que va a regresar por medio de una parusía
entendida como una segunda llegada en medio de anhelos espirituales y espera ilusoria, que descenderá de las nubes,
en medio de truenos o relámpagos o creeré más bien en un advenimiento, que me permite experimentar y contemplar
de modo real la presencia de Jesús en todo lo que yo hago? Esta nueva perspectiva de advenimiento, se relaciona con el
suceder de Jesús en la tierra, que consiste en darnos a conocer el reino de Dios: “El reino de Dios, no es un reino
celestial, sino que viene a nosotros en la tierra como en el cielo. La resurrección y la vida eterna, son promesas de Dios
para los seres humanos de esta tierra. Dios no salva su creación llevándola al cielo, sino que renueva la tierra. El reino de
Dios es el reino de la resurrección en la tierra.”3

1
DEFINICIÓN.DE. “Definición del Advenimiento.” https://definicion.de/advenimiento/ (consultado el 02 de abril del 2019).
2
Moltmann, J, Resurrección de la naturaleza. Un capítulo de la cristología cósmica, 739.
3
Ibíd., 743.
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Facultad de Teología
ESCATOLOGIA
Profesor: José Fernando Castrillón Restrepo
Estudiante: Deiro Yornedy Alzate Ruiz

La promesa del reino está cumplida; por eso, a través de Jesucristo, muchas personas de su época y los primeros
cristianos, fueron testigos de su acontecer.
En realidad, desde S Juan, comprendemos que, por parte de Dios, hemos recibido el regalo más grande y significativo,
que fue la entrega y la donación de su hijo único, con el objetivo de procurar en nosotros la salvación, llevando a cabo la
salvación y la realización de su plan, que pretende la divinización del hombre. Esta donación, es fruto del amor que tiene
el padre, para con todas sus creaturas; desde Rahner, comprendemos que Dios, se entiende desde la lógica de un amor
que desciende. Creer en Dios, implica de un modo particular creer en el hijo, ya que el hijo representa el puente que
facilita la unión entre la humanidad y Dios. Al Padre Dios, lo conocemos por medio de la intervención de Jesús, como el
redentor, aquel que camina y peregrina en medio de nuestra vida y sus diversas realidades.
La audienda general de Juan Pablo II, nos propone lo siguiente: “Hay que notar aquí que, con la doctrina sobre la
persona divina del verbo –Hijo, el cual, asumiendo la naturaleza humana, entró en el mundo de las personas humanas,
el concilio puso de relieve también la dignidad del hombre-persona y las relaciones existentes entre las distintas
personas. Es más, se puede decir que se ha llamado la atención sobre la realidad y dignidad de cada hombre en
particular, de cada hombre como sujeto inconfundible de existencia, de vida y por consiguiente de derechos y
deberes.”4
El papa Juan Pablo II, al mencionar la expresión persona divina del verbo – hijo, nos recuerda al prólogo de S. Juan, que
presenta una divinidad de Jesús, con su punto de partida en los signos, revelando de este modo, su gloria, aquella que
nos garantiza que verdaderamente él, es el verbo encarnado. Mencionar que Jesús es el verbo, aquel que nos promete
la vida eterna, es dar pruebas de que él, se dispone para formar parte de la historicidad del hombre, cumpliendo el
papel de guía y a su vez, orientando la libertad del hombre. Es inconcebible pensar en un Jesús inhumano e innatural:
“esta es la enseñanza de los primeros concilios: en ellos, junto con la divinidad, queda totalmente clara la dimensión
humana de Cristo. Él es verdadero hombre por naturaleza, capaz de actividad humana, conocimiento humano, voluntad
humana, conciencia humana y, añadamos, de sufrimiento humano, paciencia obediencia, pasión y muerte.”5
Prospectivas
Posturas personales: Es de vital importancia, hacer un replanteamiento de la interpretación que tenemos por el término
advenimiento. En realidad, este término, se termina asociando con la interpretación de una parusía idealista de la
venida de Jesús, cuando el Jesús que presenta S. Juan, sigue siendo ese λóγος encarnado, el verbo que nos da la garantía
de la vida eterna. Comprendemos en este escenario investigativo, la intervención de un Jesús, que participando de la
misma divinidad del padre, se encarna en nuestra humanidad, para hacernos partícipes de su plan de divinización. En
resumidas cuentas, el advenimiento de Jesús, es un acontecer constante y permanente en la vida del hombre; la mejor
respuesta que el hombre puede darle a Jesús, consiste en acogerlo sinceramente en su corazón.
Cada cristiano, requiere hacer de su corazón un sagrario, para que éste pueda convertirse en una prolongación de la
presencia vivificante de cristo; dicho en otro modo, que cada cristiano, pueda alcanzar en su vida aquella posibilidad de
ser un portador de cristo, a ejemplo de San Cristóbal. Entendemos el advenimiento de Jesús, como un suceder, un
acontecer que irrumpe nuestra historicidad, en la cual, hemos relativizado y reemplazado a Dios, por otras realidades o
circunstancias, que consideramos más prioritarias y urgentes. Es interesante realizar siempre un ejercicio de regresión a
los fundamentos iniciales de nuestra fe, con el fín de aprender a realizar una exégesis más fiel a la intencionalidad, con la
cual fueron escritos los textos bíblicos.

4
S.S. Juan Pablo II, “Audienda General” 23 de marzo de 1988, 1.
5
Ibíd., 4.
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Facultad de Teología
ESCATOLOGIA
Profesor: José Fernando Castrillón Restrepo
Estudiante: Deiro Yornedy Alzate Ruiz

Propuestas
De cara al estudio que se logre realizar seriamente de este trabajo, podríamos considerar interesante, dar una
aplicabilidad formativa a las personas que asistimos en los diversos grupos de formación, teniendo presente la línea de
la teología de la acción que nos ofrece la facultad, para hacer una aplicabilidad, en la cual como teólogos demos cuenta
de lo interesante que resulta nuestra formación teológica en la Universidad Javeriana, ya que marca una pauta definitiva
y diferente a comparación con las otras facultades de teología en otras universidades. Sería interesante tener en cuenta
los elementos que nos brinda el ciclo disciplinar de la teología de la acción en los diversos niveles que propone: La
teología de la acción humana I, que trata de toda la fundamentación epistemológica de la teología de la acción humana,
en su posibilidad de dialogo interdisciplinar.
En teología de la acción II, nos encontramos directamente con el estudio y la aplicabilidad del método para hacer
teología que debe tener todo teólogo, a la hora de hacer un acompañamiento especifico a un grupo o contexto
concreto, identificando un problema de investigación, posible para estudiar y hacer la aplicabilidad del método concreto
de la teología de la acción. En teología de la acción III, nos encontramos con el estudio de los elementos de la
fundamentación epistemológica y la aplicabilidad del método, como alternativa, que me posibilita recoger material
investigativo en una aproximación a los campos sociales y en Teología de la acción IV, consideramos como fundamental
todo el recorrido que hemos realizado en los anteriores niveles de la teología de la acción, solo que en el nivel 4 de la
teología de la acción, nos vemos enfrentados como teólogos a estudiar específicamente los campos eclesiásticos.
Sería interesante, comenzar a tener una preocupación por la formación de las personas. Tanto niños, jóvenes y adultos,
se van formando de modo un tanto acelerado en una historicidad, que revela un pensamiento moderno, el cual, se ha
encargado de extraviar la importancia de la intervención de Dios en la historia y de paso la necesidad de estudiar y
comprender el porqué de su intervención o advenimiento, teniendo como base un estudio religioso serio que nos ayude
a ilustrar mejor, la comprensión que tenemos de Dios.
Para lograr lo mencionado anteriormente, se puede acceder a trabajos formativos, con proyección social, teniendo una
intervención como teólogos en los diferentes campos, que nos permiten una aplicabilidad e intervención directa de la
teología de la acción; se ha de considerar que lo anterior se puede lograr, suscitando unos grupos de trabajo y
acompañamiento con las personas, de modo que puedan ser asistidas a través de la catequesis, bajo la pretensión de
educar a las personas en la fe. No solo basta con formar a las personas en la fe, sino que es necesario educarlas,
instruirlas e iluminarlas en su experiencia de vida y de fe.
Sería interesante crear un grupo de estudio en la facultad de teología, con el fin de suscitar un dialogo, a partir de
lecturas relacionadas con el tema del advenimiento, de modo que se pueda interactuar con estudiantes y docentes,
incluso con estudiantes de otras facultades y de este modo, generar un dialogo constructivo e interdisciplinar con otras
profesiones o carreras y a partir de esto, crear un espacio formativo y constructivo que procure una formación integral
de la fe. A su vez, sería un espacio que posibilita el enriquecimiento intelectual e integral tanto para los estudiantes,
como para los docentes.

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