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José Assandri

Entre Bataille y Lacan


Ensayo sobre el ojo, golosina cáníbal

ediciODíZS lit¡¿rel¡¿s

m wr,
el cuenco de plata
Assandri, José
Entre Batailla y Lacan - 1 º ed.
Buenos Aires, El cuenco de plata, 2007
1 76 pgs. - 2 1 x1 4 cm. - (Ensayo)

ISBN: 978-987-1 228-XX-X

l. Ensayo 2. Literatura 3. Psicoanálisis l. Mattoni, Silvio, trad. ll. Título


CDD 100 : 1 50 . 1 95

© 2007. Ediciones literales


© 2007. El cuenco de plata

Ediciones Literales
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Impreso en marzo de 2007

Prohibida la reproducción parc\al o total de este llhro sin la autor\·1.adútl previa del editor y/o herederos.
Entre Bataille y Lacan
Ensayo sobre el ojo, golosina caníbal
A

Hay un enorme trozo de Bataille en Lacan. Esto pasa por


ser una "verdad" bastante extendida. Para algunos no parece
necesario discernir la ubicación de ese trozo, su tamaño, su con­
sistencia, su composición, incluso esa "verdad" ni siquiera me­
rece ahondar en el interrogante de cómo Lacan se hizo de ese
trozo. Al menos luego de que Élisabeth Roudinesco hubiera
" descubierto" el asunto de fondo: todo podría reducirse a una
historia de familia. En la biografía que Roudinesco escribió
sobre Lacan, el capítulo que le dedica a la relación con Georges
Bataille da comienzo a la segunda parte del libro: Historias
familiares. Y curiosamente lo titula Bataille & Cía. 1• Como si
no alcanzara la familiarización, Roudinesco le hace jugar un
papel central a una extraña empresa Bataille, para así dar cuen­
ta, entre otras cosas, de la formulación del nombre del padre.
Es que para la historiadora del psicoanálisis en Francia, el nom­
bre del padre sería una traducción antropológica de avatares
relacionados al nombre Bataille. Sylvia, la segunda esposa de
Lacan, llevó el apellido Bataille de tal forma que la hija que

Lacan. Esbozo de una vida, historia de un sistema de pensamiento,


Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 1 994, p. 183 y ss. El aire de
familia está incluso en el título del capítulo, en el que no deja de resonar
Medusa y Cía., de Roger Caillo is, compañero de fechorías de Georges
Bata i l l e .

7
ENTRE BATAILLE Y LACAN

tuvo con Lacan, Judith, cargó el mismo apellido. Aunque


Roudinesco le hace acarrear a Sylvia el apellido Bataillc más
allá de lo imaginable. Cuestión que se hace p a tente en una de
sus formas de atribuirle la fecha de nacimiento:

1908
Noviembre
3-Nacimiento en París de Sy/via Batai//e . . . 2

Al fechar el nacimiento de su madre, Roudinesco la nom­


bra Jenny Aubry, nombre de soltera Jenny Weiss, casada con
A. Roudinesco en 1 928, con P. Aubry en 19533• Por supuesto,
Élisabeth Roudinesco nos informa también los avatares ma­
trimoniales de Sylvia Makles: casada con G. Bataille en 1928,
y con Jacques Lacan en 1 9534• Pero insiste en mantener el
apellido Bataille p a r a Sylvia, mientras que con Jenny
Roudinesco, su madre, É lisabeth no se vio necesitada de man­
tener ese nombre paterno. Así también demuestra que es posi­
ble utilizar criterios familiares diferentes, o que es mucho más
probable encontrar un conejo en la galera si uno ha tenido la
precaución de colocarlo antes. Hay ciertos hacedores de his­
torias a los que les encanta esa modalidad épica que recurre
fácilmente a las familiaridades traicionadas, al desconocimien­
to de la propiedad privada, a la falsa ignorancia, al robo de
ideas. Parece que Roudinesco necesitó construir esa platafor­
ma para luego lanzarse a " conceptualizar" lo que es Real o
Sadomasoquismo en psicoanálisis, y poder descubrir su "ori-

É. Roudinesco, Généalogies, Fayard, París, 1 9 94, p. 1 73 . Aquí es necesario


tener en cuenca q ue en Francia, habitualmente, la esposa utiliza el apellido
del marido, aunque esto no es obligatorio.
Jbíd., p. 1 6 7.
Cualquier especularidad es pura coincidencia.

8
A

gen "5• Respecto a Real, afirma: "Pero, aunque sin confesarlo


nunca, Lacan tomó mucho más directamente de su amigo
Georges Bataille (1897-1962) la noción de lo real . . " En .

Sadomasoquismo, al puntualizar que para Lacan la cuestión


del masoquismo no es lo contrario ni el complemento del sa­
dismo, afirma: "Esta tesis es también la de Georges Bataille
(1897-1962). ]acques Lacan se inspiró en ella para forjar su
concepto de goce, y la desarrolló en su artículo Kant con Sade".
El exquisito cadáver de Lacan, escrutado por el oficio forense
de la historiadora, le revelaría en su prematura autopsia que
se habría inspirado en Bataille sin confesarlo, e incluso que lo
habría tratado muy famillionarmente6 .

Parecería darle razón la forma en que se incluye y excluye


el nombre de Bataille, por ejemplo, en los É crits7• Pero É .
Roudinesco aumenta la apuesta, al punto de formular como
paradigma de su versión la compra del cuadro de Gustave
Courbet El origen del mundo.

E. Roudinesco y M. Pion, Diccionario de conceptos, términos y personalidades en


psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 2003. Y no deja de rondar la hipótesis de que
justamente el artículo Kant con Sade hubiera sido publicado, finalmente
después de muchos avatares, en Critique, la revista de Bataille, cuestión en
la que algunos supusieron l a incidencia de vínculos familiares. Para una
reconsideración adecuada de este punto, véase Faltar a la cita. "Kant con
Sade" de Jacques Lacan. Erotología analítica lll, Jean Allouch, Ediciones
Literales, Córdoba, 2003, en particular la Primera Parte.
Lacan se ocupó de la crianza de una hija de Batail le, Laurence. Bataille
llegó a pasar vacaciones en la casa de campo de Lacan, Guitrancourt.
Conviene tener en cuenta que la pobreza de Bataille se enlaza firmemente
con su teorización y su posición subjetiva, como ejercicio de soberanía y
no como resultado de un mal empleo, inca pacidad o malos negocios.
Es interesante constatar que la edición de Ecrits de Lacan, de Seuil, en el
índice de nombres elaborado por Jacques-Alain Miller, Bataille no figura, a
pesar de que puede encontrárselo en De una cuestión preliminar a todo
tratamiento posible de la psicosis. La magnitud de esta o m isión es
inconmensurable ya que las reediciones de los Écrits ocultan el año de reedición
bajo la cifra 1 966, año en que los Écrits vieron la luz. En los Escritos traducidos
al español el lector puede encontrar a Georges Bataille en el índice de nombres.

9
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Lacan realizó la adquisición hacia 1955. Sylvia Bataille


encargó a su cuñado André Masson que confeccionara para
el cuadro una tapa de madera. Temía dejárselo ver a sus
vecinos y a la empleada. Masson fabrica entonces un pa­
nel donde estarían reproducidos, de forma abstracta, los
elementos eróticos de la tela original. ¿ Cómo no ver en ese
juego de recubrimiento la esencia misma de la presencia
escondida de Bataille en el universo familiar de Lacan?
Presencia de un real irrepresentable, presencia mística del
sexo como origen, presencia en fin del objeto parcial por el
cual el goce femenino confina con la psicosis. 8

Este cuadro que " hacía alusión a una prostituta llegando


al orgasm o."9, podría considerarse un cuadro problemático.
Pero en 1 955, hacía nueve años que Sylvia se habífl divorcia­
do de Bataille. Y hacía un tiempo que se había casado con
Lacan. Ya no utilizaba legalmente el apellido Bataille cuando
Lacan adquirió el cuadro. El esfuerzo de Roudinesco por nom­
brar Bataille a Sylvia, por colocar un nombre donde no co­
rresponde, tiene como función promover la idea de que Lacan
fue un salieri de Bataille.
La autopsia de Roudinesco no ha podido revelarle muchas
cosas, porque su oficio de forense intelectual se ha chocado
repetidas veces con la escasez de testimonios, con los archivos
cerrados. Al pretender definir la constitución de los tejidos de
un tal Jacques-Marie Émile Lacan, al tratar de mostrarnos
cómo eran los tránsitos de sus humores, la densidad de sus

É . Roudinesco, Bataille entre Freud et Lacan: une expériencie cachée, en


Georges Bataille apres tout, compilado por Denis Hollier, É ditions Belin,
París, 1 995, pp. 2 1 0-2 1 1 . También hay comentarios de este cuadro en
tacan. Esbozo de una vida ... , op. cit., pp. 273-274.
Sandra Pinto, Courbet, Arts et Métiers Graphiques, París, 1 9 70, p. 25.

10
A

jugos, sus malformaciones, su consistencia ósea, la cuadratura


de su mastoideo, la tensión de sus músculos, poco puede ofre­
cernos. Y ni siquiera pasa la prueba de volver a colocar en su
sitio esos órganos que ha sacado. Su autopsia los ha transfor­
mado, les ha dado otra textura, otra consistencia, otras regu­
laridades. En definitiva, para É . Roudinesco, Lacan rehusó
reconocer en su "sistema de pensamiento " todo lo que extra­
jo de otros, por lo que en su oficio de forense intelectual1°, se
consagra a arrancar confesiones post mortem. Pero es de ho­
nor reconocerlo, el ejercicio forense de Roudinesco tiene el mé­
rito de la provocación, al menos de provocar otros trabajos.

¿ Cuál sería un Lacan sin Bataille? ¿ Sería distinto a un Lacan


con Bataille? Para contestar cualquiera de estas dos preguntas
es necesario despejar una espesa cortina de humo, esa creada
por Élisabeth R. al buscar poner a Lacan contra Bataille. Y
un primer paso es señalar que este asunto Lacan-Bataille no
puede reducirse a una cuestión de nombres. Aunque cierta­
mente no parece haber demasiados testimonios de lo que pu­
dieron decirse uno a otro. O al menos, si esos dichos fueron
recogidos, no parece que a lguien se hubiera ocupado de
trascribirlos y publicarlos. Tampoco es mucho lo que pode­
mos saber de sus silencios, de sus intercambios, ni de los
enfrentamientos o las seducciones, ni de las retiradas tácticas,
de las derrotas, de las modificaciones o de los engaños. No
parece fácil identificar los puntos de inflexión, los momentos
cruciales, los desencadenamientos imprevistos que se dieron
entre ellos. Sin embargo se frecuentaban, y no sólo por causa

to
Esta expresión no es una simple ocurrencia. Puede verse la incidencia del
término "exhumar" en ]acques La can ou /'histoire effacée, en Généalogies,
op. cit.

11
ENTRE BATA!LLE y LACAN

de Laurence Bataille11, no sólo por la participación de ambos


en el seminario de Kojeve sobre Hegel, no sólo porque la co­
munidad secreta Acéphale se reuniera en casa de Lacan, aun­
que él no fuera miembro de esa sociedad. A falta de testimo­
nios, los epistolarios podrían tomarse como diálogos donde
cada uno toma su turno para escribir, y le da cierto tiempo al
otro para que responda. Sin embargo no se conocen cartas
entre ellos, más allá de alguna tarjeta postal. Las citas y las
referencias que se colocan en un texto para apoyarse en el
otro, para rebatirlo, para callarlo o provocarlo podrían ser
otra forma de lazo entre dos recorridos. Tampoco hay mucho
de eso. Sin embargo se alentaron uno a otro a publicar. Lacan
aparece entre los amigos a los que agradece Bataille en su Pró­
logo a El erotismo. Bataille incidió en la publicación de los
Escritos, al menos así lo señala Lacan en alguna entrevista 12•

En 1933, Georges Bataille saluda la publicación de los dos


primeros números de la revista Minotaure desde la revista La
critique socia/e. Allí escribió: "El único artículo que aporta un
elemento nuevo es el de ]acques Lacan consagrado al problema
de las relaciones del estilo y de las formas psicológicas estudia­
das por la psiquiatría " . 13 Esta famosa revista, Minotaure, había
sido concebida por Bataille y André Masson, pero el proyecto
les había sido arrancado por André Breton, para terminar sien­
do conocida como revista surrealista. Y ese contexto de com­
bate no debe ser desconocido.
11
La urence, la hija de Georges Bataille y Sylvia, nació el 1 0 de junio de
1930. Luego de la separación de sus padres vivió con su madre y Jacques
La c a n .
12
Figaro Littéraire, 29 d e l 1 2 de 1966, en Pas-tout-Lacan. De l o s últimos
proyectos de Bataille, la revista Genese, contaba con Lacan.
ll
La critique socia/e Nº 9, septiembre 1 933. En (Euvres Completes, Tome I,
p. 3 3 7.

12
A

El diálogo entre Bataille y Lacan es difícil de pesquisar. Lle­


ga a reducirse a referencias a pie de página. Ese es el caso parti­
cular de la aparición del nombre Bataille en la última llamada
del Post-scriptum del artículo De una cuestión preliminar a
todo tratamiento posible de la psicosis. Allí, abruptamente, casi
a último momento, aparece señalada la experiencia interior y
el nombre de madame Edwarda anticipados por D . P. Schreber:

Así es como la última palabra con que la 'experiencia


interior' de nuestro siglo ha entregado su cómputo resulta
estar articulada con cincuenta años de anticipación con la
teodicea con la que se enfrenta Schreber: 'Dios es una p . . '14 .

A pie de página de esos puntos suspensivos podemos leer:

Bajo la forma: Die Sonne ist eine Hure (S. 384 App. ).
El sol es para Schreber e l aspecto central de Dios. La expe­
riencia interior de la que se trata aquí es el título de la obra
central de Georges Bataille. En Madame Edwarda descri­
be el extremo singular de esta experiencia. 15

Para acuñar la fórmula " Dios es una p . . " , Lacan une " Ya
.

ves, dijo ella, soy DIOS" de Madame Edwarda con el "El sol
es una puta" de Schreber. Para Schreber el Sol " en alguna
manera es un derivado de Dios" .16 ¿ Acaso Georges Bataille co-

14
De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis, J.
Lacan, E scritos 2, Siglo XXI, México, 1 995, p. 564.

Esta nota a pie de página es la única aparición del nombre Bataille en los
Escritos, la que obvió Jacques-Allain Miller. El acercamiento que hizo
Lacan entre Madame Edwarda y La experiencia interior demuestra que
tenía un conocimiento muy afinado del recorrido de Bataille.
16
D. P. Schreber, Memorias de un enfermo nervioso, Ediciones Carlos Lohlé,
Buenos Aires, 1 980. En la página 3 1 0, Suplemento A, Dictamen pericial

13
ENTRE BATAILLE Y LACAN

nacía el alegato de Schreber? ¿De qué anticipación se trata en


el caso? ¿ Schreber anticipa a Bataille o Bataille anticipa a Lacan?
Podría leerse esa aparición en el artículo de Lacan como una
forma de desembarazarse de eso que había escrito Georges
Bataille. Con el agregado de que en 1958, año de la primera
publicación del artículo de Lacan, la novela Madame Edwarda
seguía siendo publicada bajo el nombre Pierre Angélique y no
con el nombre Georges Bataille. En 1 956, a la novela se le
había agregado un "Prólogo " de Georges Bataille. ¿ Por qué
Lacan habría dado ese paso tan poco sutil de borrar el nom­
bre Pierre Angélique? No sólo señala una anticipación de la
experiencia interior, sino que también anticipa un nombre que
Bataille había elegido que no figurara públicamente más que
en el " Prólogo" 17•

Pero, ¿ si el caso fuera una indicación de lectura ? Esa refe­


rencia que coloca el texto de Schreber al lado de una novela
de Bataille, el testimonio de un paranoico j unto a una ficción
sobre una prostituta, no sólo ubica al psicoanálisis como un
saber que funciona en otro registro, sino que señala la posibi­
lidad de utilizar uno de ellos como herramienta de lectura del
otro. Podría ser del caso leer el testimonio de Schreber con
Madame Edwarda, lectura que no sabemos que se haya reali­
zado. O más precisamente, leer a Schreber con la novela

del médico forense, aparece el sol como prostituta. Es importante el hecho


de que el sol, die Sonne, en alemán, es femenino. En el Apéndice V, R eferente
a la naturaleza de Dios, p. 257, aparece la relación entre Dios y el sol. El
énfasis en la cita es de Schreber.
17
Aunque esa revelación pública no es patrimonio de Lacan. Ese mism o
año, 1 95 8 , Marguerite Duras publica A propósito de Georges Bataille en
la revista La Ciguii Nº 1, en homenaje precisamente a Georges Baraille.
Allí pueden leerse algunos comentarios sobre cómo Batai l le encontró a
Madame Edwarda. Véase Outside, Plaza y Janés Editores, Barcelona,
1 9 8 6, pp. 26 y 27.

14
A

Madame Edwarda leída por Bataille con su notable " Prólo­


go" . En el psicoanálisis no hay anticipaciones ni retardos, sino
lecturas más o menos aj ustadas, lecturas que pueden producir
alguna otra cosa.

Curiosamente, el mismo año en el que se publica De una


cuestión preliminar . , 1 958, Bataille fue invitado por Lacan
. .

a hablar en Sainte-Anne. El 21 de octubre dicta una conferen­


cia titulada Sobre la ambigüedad del placer y el juego. Esa
conferencia se sitúa entre el seminario Las formaciones del
inconsciente y El deseo y su interpretación. Es decir, en el tiem­
po de receso del seminario. y por eso no podemos r ecoger
directamente en el seminario de Lacan las repercusiones que
pudo haber tenido la conferencia18• Es que los intercambios
entre Lacan y Bataille debieron producirse de modo particu­
lar. Desde los años 40 Bataille se establece fuera de París:
Vézelay, Carpentras, Orléans. Muy probablemente los encuen­
tros se producirían cuando Bataille viajaba a París, o en sus
estadías en la casa de campo de Lacan, en Guitrancourt. Tal
vez esa es una de las claves a tener en cuenta para ese diálogo,
un diálogo que mayormente se realizaba en un clima de vaca­
c10nes.

Por otra parte, Bataille se ubicó generalmente en el punto


de cruce de diferentes disciplinas. En particular, a comienzo
de los años 30, publica una serie de textos clave que surgen
del cruce operado entre el psicoanálisis freudiano y la sociolo­
gía francesa. Todo el recorrido de Bataille está constituido
por cruces entre la ficción literaria, poética o no, el psicoaná-

18
Aparecen a lgunas referenc ias a Bata i l le en los seminarios La ética del
psicoanálisis, El objeto del psicoanálisis y De un Otro al otro.

15
ENTRE BATAILLE Y LACAN

lisis, la economía, la antropología, la política, la crítica del


arte y la crítica en general. Esos cruces que le permitieron avan­
zar con novedades inesperadas, por otro lado, esos mismos
cruces, terminaron dejándolo fuera de los grupos, las escuelas,
los movimientos. Si bien perteneció al tumulto surrealista no
militó en las oficialistas filas de Breton. Si bien se analizó, y se
propuso estudiar patologías psicológicas en el ámbito hospi­
talario, no se incluyó en el movimiento analítico. Si bien diri­
gió una colección de economía, Los usos de las riquezas, y
desarrolló la idea de una economía generalizada, no incidió
en la economía como campo de saber. Ni las expectativas de
un Premio Nobel por su libro La parte maldita resultaron
cumplidas. Si bien fue crítico de arte no hizo tampoco escue­
la. La secuela de su recorrido puede encontrarse de manera
desusada, fragmentaria, subterránea, casi anónima, por los
sitios más diversos.

Para Bataille:

La filosofía entera no tiene otro objeto: se trata de po­


nerle un traje a lo que existe, un traje matemático. En cam­
bio, afirmar que el universo no se asemeja a nada y que
sólo es informe significa que el universo es algo así como
un escupitajo o una araña. 1 9

Lanzar ese escupitajo sobre la filosofía n o l o eximió del es­


fuerzo de la búsqueda y elaboración de un método. Pero la
elaboración de su método se opuso a la filosofía como saber
profesional, porque la filosofía sólo puede ser necesaria para

19
Informe, publicado originalmente en Documents nº 7, 1 929. La conjuración
sagrada, Adriana Hida lgo editora, Buenos Aires, 2003, p. 55.

16
A

cada sujeto en determinados momentos: "No he podido evitar


el expresar mi pensamiento de un modo filosófico. Pero no me
dirijo a los filósofos. Lo que he querido decir, por otro lado, no
es muy difícil de entender. Incluso dejar los pasajes oscuros, en
razón de la intensidad de sentimiento, comportaría menores
malentendidos que leerlos de modo doctoral". Y en esa lógica,
"la obra publicada de Heidegger, a lo que me parece, es más
bien una fábrica que un vaso de alcohol (no es ni siquiera un
tratado de fabricación}; es un trabajo doctoral, cuyo método
subordinado sigue pegado a los resultados: lo que cuenta, por
el contrario, a mis ojos es el momento de despegue, lo que ense­
ña (si es cierto que . . . ), es una embriaguez, no una filosofía: no
soy un filósofo sino un santo, quizá un loco ".20

Entre las razones para escribir un libro, Bataille incluía el


deseo de cambiar la relación entre un hombre y sus semejan­
tes. Pero para escribir libros, Bataille se sometió al dispositivo
analítico, cuestión que tuvo presente hasta el final de su vida,
más de treinta años después. Ese análisis, con el Dr. Adrien
Borel, transcurrió en 1 927, y le permitió ser "alguien relativa­
mente viable ".21 Y j ustamente, su lazo primero fue con el psi­
coanálisis, cuando aún no conocía a Lacan. Esa experiencia
de análisis llega a esquematizarla en un cuadro, el primero de
la serie d e c u a dros heterológicos q u e confeccionó. La
heterología, el logos que se ocupa de lo que es completamente
otro, el discurso sobre el "objeto como catástrofe "22 bien po-
JJ
G. Bataille, La experiencia interior, Taurus, Madrid, 1 973. Traducción de
Fernando Savater. Pp. 1 76 y 1 95 respectivamente. El énfasis es del propio
Bataille.
21
Esto fue lo que le declaró Bataille a Madeleine Chapsal en una entrevista
en 1 9 6 1 .
22
Tal denominación aparece en el texto de Bataille titulado Sacrificios, en
El ojo pineal, Pre-textos, Valencia, 1979, p. 30. El subrayado es de Bataille.

17
ENTRE BATAILLE Y LACAN

dría ser una forma de nombrar esos objetos de los que tam­
bién se ocupa el psicoanálisis. Entonces, para tratar Lacan
contra Bataille, por lo menos es necesario recorrer la vía de la
heterología23•

Fue en el tiempo en que se analizaba que comenzó a escribir


su novela, Historia del ojo. Incluso dialogó con el Dr. Borel
acerca de sus escritos, antes de publicarlos en 1 928. Sin duda
que Madame Edwarda es su novela más conocida, pero Histo­
ria del ojo ha tenido un recorrido continuo, silencioso, más
allá de la muerte de Bataille. En 1 9 76 Lacan comenta haber
visto una película censurada en casa de Jacques Aubert. No
dice ni el nombre de la película ni el nombre de su director. La
causa de tanta retención no debe buscarse en la censura cine­
matográfica que impedía la circulación comercial del filme. Se
trataba de El imperio de los sentidos, del j aponés Nagasi
Oshima. Diez años después, en 1 9 8 6, se estrena un filme titula­
do Matador, de Pedro Almodóvar. Matador es una parodia de
El imperio de los sentidos. Almodóvar, a través del amor y la
tauromaquia 24, une el erotismo y la muerte, como también lo
hizo Oshima, y de un modo que habitualmente se identifica
como propio de Bataille, y en particular con su Historia del
ojo. Tanto en Oshima como en Almodóvar, Historia del ojo es

De m a ne r a a b s o l utamente bella y casual, n o s hemos e n t e r a d o q u e


catástrofe, en su etimología, n o sólo significa ruina, trastorno, desenlace
dramático, sino que deriva de katastrépho, subvierto, destruyo, que a su vez
proviene de strépho, doy vuelta. Se trataría entonces de objetos que tienen
la cualidad de " dar vuelta" a alguien. Breve Diccionario Etimológico. Joan
Corominas, Editorial Credos, Madrid, 1987.
ll
En el 2004, la revista bonaerense Artefacto publicó un Dossier sobre la
heterología de Georges Bataille.
14
Conviene recordar aquí que Michel Leiris ( 1 90 1 -1990), amigo e interlocutor
de Bataille, escribió en 1938 Miroir de la tauromachie. Veinte años después,
en El erotismo, Bataille afirma que Miroir de la tauromachie precedió
todo su esfuerzo.

18
A

el relato que silenciosamente subtiende y une ambas películas.


Podría parecer un exceso decir que Historia del ojo, la primera
novela de Bataille, es el vértice clave en el que se apoya todo su
recorrido, incluso luego de su muerte. Pero no en vano esta
novela tuvo dos versiones distintas. No por casualidad Bataille
se ocupó de encontrar quien realizara imágenes más adecuadas
para su texto, dejando de lado los grabados de su amigo André
Masson para sustituirlos por los de Hans Bellmer. Por algún
motivo llegó a esbozar un plan de continuación para su novela.
Tomaremos como punto de partida el relato Historia del
ojo. Desde allí, desde la heterología del ojo y la mirada, como
en círculos concéntricos, otros textos de Bataille bordearán el
agujero. De ese modo, en el texto que sigue, intentaremos
cercar ese trozo de Bataille en Lacan, eso heterogéneo que de
pronto no es de uno ni de otro, sino que simplemente es hete­
rodoxia. Al punto que muchas veces sólo puede delimitarse
mediante esas figuras tan heteróclitas como el oxímoron. Pero
para poder calibrar ese trozo, estimado lector, es necesario pasar
por una serie de imágenes y de textos no muy conocidos. Será
imprescindible señalar algunos problemas de traducción, y,
es probable que las páginas que siguen, en algunos momen­
tos, provoquen conmoción y angustia. No puede ser de otra
manera, porque a Bataille le importaba mucho la forma, la
manera de expresar lo que quería decir. A veces, más que los
conceptos en sí. Por eso insistentemente escribía y corregía,
recurría a diferentes modos de decir, necesitaba la precisión.
Esa era su forma de situarse en el mundo:

Soy el resultado de un juego, juego que,


si yo no estuviera, no sería, no podría ser.25

G. Bataille, Lo imposible, Ediciones Coyoacán, México, 2000, p. 159.

19
B

Crecí solo y desde que tengo memoria sentí angustia


frente a todo lo sexual.26

Seguramente no se llega de cualquier forma a escribir una


frase como esta, pero es de este modo que comienza la edición
en francés de las obras completas de Bataille. Es la primera
frase de la Historia del ojo, en su versión de 1 928, texto publi­
cado bajo el nombre Lord Auch, con ocho litografías de André
Masson. En 1 94427, Bataille publicó una versión modificada
del texto, con seis aguafuertes de Hans Bellmer manteniendo el
mismo nombre. En la segunda versión, la frase es diferente:

Crecí solo y, desde que tengo memoria, sentí ansiedad


de cosas sexuales.28

); Historia del o;o, traducción de Margo Glantz, Los brazos de Lucas, México,
19 8 1, p. 27. CEuvres Completes, Tome 1, Gallimard, París, 1992, p. 13:
"]'ai été élevé tres seul aussi loin que ;e me rape/le, i'étais angoissé par tout
ce que est sexuel".
v
Edición de K, 1944, llamada de Sevilla y antedatada 1 940. Reeditada en
1952 o 53, sin nombre de editor, aunque habría sido].]. Pauvert. Esta
edición es llamada de Burgos, antedatada 1 941.
28
"]'ai été élevé seul et, aussi /oin que ;e me le rappe//e, ¡'étais anxieux des
choses sexue//es ''. ffiuvres Completes, Tome I, p. 5 71. La traducción es

21
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Es necesario prestar atención a esta modificación efectua­


da por Bataille, ya que es la única vez que aparece la palabra
ansiedad en todo el texto. Hay una gran sutileza en esta sus­
titución. Ansiedad es el nombre que Bataille le da al estado de
espera, de espera de cosas sexuales. Una vez que éstas se desen­
cadenan, en el resto del texto se ponen en relación la cosa
sexual y la angustia. Pero si la segunda versión resulta más
afinada, ¿ qué hizo que los editores de las CEuvres Completes
escogieran la primera versión y la segunda haya sido ubicada
como anexo ? Y ambas expurgadas de las imágenes29• Es me­
nester decirlo de entrada: los textos de Bataille no deben leer­
se sin las imágenes con las que él mismo decidió que se publi­
caran. Las imágenes se publicaron para ser leídas, y del mismo
modo que una buena lectura no saltea un párrafo, una buena
edición no debiera " ahorrar" las imágenes. Si la edición de las
CEuvres Completes no sigue el criterio del autor, que al modi­
ficar el texto y publicarlo en las condiciones que lo hizo se
pronunció sobre el asunto, tampoco parece seguir la cronolo­
gía. En el primer tomo de las CEuvres Completes figuran una
serie de artículos publicados antes de 1928, sea en la revista
de arte Aréthuse, como otros publicados en otros lugares y
agregados como Addendum 1973. Pero todos ellos aparecen
ubicados luego de la primera versión de Historia del ojo. En
esta elección, si fuera posible inferir una razón ajustada al
asunto, esa razón diría que es con el ojo que se abre la obra de

nuestra. Hay una versión en español traducida por Antonio Escohotado


en La sonrisa vertical, Tusquets, Barcelona, 1978, publicada con las seis
aguafuertes de Bellmer y el proyecto de Bataille para la continuación del
texto. La traducción dice: "Fui educado solo y, hasta donde recuerdo,
siempre me apasionaron las cosas sexuales". La reescritura de Bataille se
pierde en la traducción de Escohorado.
29
Ta mpoco en la traducción Historia del ojo editada por Los brazos de
Lucas se publican las litografías de André Masson.

22
B

Bataille. Y es la primera versión de Historia del ojo30 la que


fecha el inicio de un recorrido absolutamente novedoso, m­

clasifica ble y estremecedor.

})
Podría ser una nota de curiosidad, pero la cuestión del ojo y la mirada no
marca solamente el comienzo del recorrido de Bataille sino también el de
Lacan. Entre las primeras comunicaciones de Lacan a las sociedades
científicas eso ya estaba presente: la primera, realizada el 4 de noviembre de
1 926, consistió en "Fijeza de la mirada por hipertonía, predominantemente
en el sentido vertical, . . . " Y en ese mismo rubro, neurología, la tercera
consistió en un trabajo con los señores Alajouanine y Thurel: "Révision des
paralysies des mouvements associés des globes oculaires . . . " publicada en la
Revue Neurologique, febrero 1 9 3 1 . Véase Presentación general de nuestros
trabajos científicos, 1 933, en De la psicosis paranoica en sus relaciones con
la personalidad, Siglo XXI, México, 1 979, p. 35 1 .

23
1

1928 fue un año como tantos otros. Se publicaron varios


libros. Así como Bataille publicó la Historia del ojo, Breton
publicó Nadja, Aragon La concha de Irene, Kessel Bel/e de
jour . . en Inglaterra D .H. Lawrence publicó El amante de
.

Lady Chatterley . . . pero fundamentalmente entre Nadja e His­


toria del ojo hay una tensión esencial3 1 • Nadja es la novela del
" amor loco", donde se juega la f/!inerie, la deriva o callejeo
vagabundo, donde opera el azar objetivo, donde las fotogra­
fías y dibujos se publican para mostrar aquello que no po­
drían decir las palabras, donde se narra una "verdadera" his­
toria de amor entre Breton y una joven loca. La Historia del
ojo trata del "eros negro" y aparenta una novelita pornográ­
fica, cuyo autor se oculta bajo "seudónimo", donde para nada
se trata del amor sino del sexo, de la angustia y de la muerte,
donde, más allá de las diferencias entre Masson y Bellmer, las
imágenes fueron provocadas por el texto. Y mientras Breton
pretende narrar algo que le aconteció, Lord Auch, en la se­
gunda parte de Historia del ojo, se despacha con lo que po-

31
Una tensión que n o se reduce a que Breton haya ca lificado a Bataille de
fecalómano, ni que Bataille haya respondido l l amándolo león castrado . . .

24
B

dría ser su propia historia y la relación de ésta con la ficción,


bajo el título de Coincidencias32• Pero otra de las grandes
diferencias entre Breton y Bataille, que no podemos conside­
rar fuera de texto, es la posición de cada uno con relación al
psicoanálisis. Para Breton, además de lo que pudo haber
significado el psicoanálisis para la escritura automática, en su
política revolucionaria, acercarse al psicoanálisis en realidad
implicaba conquistar a Freud para sus filas. Más allá de que
personalmente le resultase demasiado burgués el gran "psicó­
logo" de su tiempo33• Bataille también tomó contacto con el
psicoanálisis a través de la lectura de algún texto freudiano,
pero más que nada, interesa el hecho de que la Historia del ojo
se trata de un texto que comenzó a escribir en el curso de un
análisis. Es necesario tomar ese texto en relación con una expe­
riencia analítica, una experiencia34 que fue de gran importan­
cia. Al menos eso es lo que afirma el propio Bataille en un
esbozo biográfico y en declaraciones periodísticas en los últi­
mos años de su vida. Su escritura misma va a relacionarse
estrechamente con la experiencia del psicoanálisis. Y no sólo
porque un amigo le hubiera indicado un análisis luego de leer
algunos textos virulentos que Bataille escribiera: W.-C.35 y El ano

l!
En la segunda versión, se titula Reminiscencias.
13
Breton llega a proponerle a Freud escribir j untos un libro: Trayectoria del
sueño. Un relato del encuentro entre Breton y Freud puede leerse en el
libro de Breton Los pasos perdidos, 1 924, Alianza, Madrid, 1 99 8 .
}I
Término clave para Bataille. En su libro La experiencia interior (Taurus,
Madrid, 1 98 1 ), apoyado en Blanchot, llega a escribir que la experiencia es
la única autoridad, contra la ciencia, la religión o cualquier otro tipo de
discursividad. Por cierto, detrás de la palabra experiencia atisba el rostro
oscuro y vivo de Friederich Nietzsche.
35
Este texto, escrito en 1 926, lo destruyó el propio Bataille. Aunque el comienzo
de El azul del cielo, Dirty, sería un resto que se conservó y publicó bajo otra
forma. El propio Bataille califica a W.-C. como "demasiada literatura de
loco ". Tanto la destrucción como la conservación son procesos a tener en
cuenta, ya que Bataille conservó muchísimos de sus papeles, donde figuran
versiones, proyectos, borradores de cartas, apuntes mínimos, etc.

25
ENTRE BATAILLE Y LACAN

solar36, sino porque el análisis . . . tuvo un resultado decisivo,


"

puso fin en agosto 1927 a la serie de desgracias y fracasos si­


niestros en los que se debatía, pero no a un estado de violencia
intelectual que aún dura. "37• Pero sobre todo . . . eso me cam­
"

bió del ser totalmente enfermo que era en alguien relativamen­


te viable ", como dijo en la entrevista con Madeleine Chapsal38•
Tal vez convenga dejar este asunto en dichos del propio Bataille:

CHAPSAL: ¿No intentó usted un psicoanálisis?


BATAILLE: Sí, yo hice un psicoanálisis, puede que no haya sido
muy ortodoxo, ya que no duró más que un año. Eso es
poco en fin, pero eso me cambió del ser totalmente enfer­
mo que era en alguien relativamente viable.
CHAPSAL: ¿Eso le interesó?
BATAILLE: Eso me apasionó y me liberó.
CHAPSAL: ¿Liberación que usted no habrá obtenido escri­
biendo su obra?
BATAILLE:No creo. Por una razón fácilmente explicable: es
que el primer libro que yo escribí, ese del que le habla­
ba, no pude escribirlo más que psicoanalizado, sí, sa­
liendo. Y creo poder decir que fue solamente liberado
de esa forma que pude escribir.39

Un paso atrás. Entonces, en 1927, Georges Bataille em­


prende un análisis con el Dr. Adrien Borel, alguien cercano al
Escrito a comienzos de 1 927 y publicado en 1 93 1 .
Noticia autobiográfica, CEuvres Completes, Tome VII, Gallimard, París,
2002, p. 459 . Este texto data de 1 95 8 , es decir, esos 30 años posteriores a
la experiencia le dan su pleno va lor.
Entrevista con Madeleine Cha psal, en Quinze écrivans, Ju lliard, Pa rís,
1 963, pp. 1 4- 1 5 . Citado por Michel Surya la biografía titulada La mort a
/'ceuvre, Libra irie Séguier, París, 1 9 87, p. 109.
Entrevista con Madeleine Chapsal, citado por Denis Hollier en su excelente
libro La prise de la Concorde, Éditions Gallimard, París, 1 993, p. 1 55.

26
B

movimiento surrealista40• Un poco antes, en 1926, Bataille


habría conocido la obra del Marqués de Sade. Y en 1925,
quien más tarde fue su analista, le entregó un cliché del supli­
cio de los Cien trozos al que fue sometido un chino a comien­
zos del siglo XX. Es necesario sopesar este hecho teniendo en
cuenta que el mundo de las imágenes ha cambiado radical­
mente en los últimos años. En épocas de Bataille no era, como
lo es ahora, tan fácil disponer de fotografías y menos aún con
imágenes de ese tipo de hechos. A esas imágenes del tormento
de los Cien trozos les correspondieron un papel central en la
vida y el recorrido de Bataille. Es posible conjeturar que el Dr.
Borel habría dado en el blanco al entregarle esas imágenes.
Con el tormento de los Cien trozos, Bataille plantea el enig­
ma del dolor y el gozo, al punto de señalar cierto lazo entre el
rostro de Santa Teresa esculpida por Bernini y el rostro del
"joven chino" , entre el éxtasis místico de la santa y el dolor
del supliciado. Tan importantes fueron esas imágenes que in­
cluso Bataille llega a imaginar al final de su vida, el partido
que el Marqués de Sade habría sacado contemplando en sole­
dad las fotografías del suplicio41 • Importa tener en cuenta aquí
el recurso a Sade, aunque la narrativa de Bataille no es sadeana.
Al menos la Historia del ojo no se trata de una historia de

Michel Surya, op. cit. , no da otros datos más certeros respecto al análisis.
Aunque podría haber durado más de un año, su fecha de terminación sería
agosto de 1 927, aunque tal vez hayan habido otros encuentros analíticos
posteriores . . . Respecto al Dr. Adrien Borel, el recurso a Roudinesco no es
de mucha utilidad, ya que se zanja el asunto atribuyéndole a Borel ser un
analista "poco ortodoxo". Véase La batalla de cien años, Tomo 1, Editorial
Fundamentos, Madrid, 1 9 8 8 , pp. 325-327. ¿Acaso "poco ortodoxo" querría
decir " normal"?
41 Las lágrimas de Eros, Tusquets Editores, Barcelona, 2000, p. 24 7. Hay
otra edición en español titulada Breve historia del erotismo, Editorial
Calden, Córdoba, impreso en Montevideo en 198 1 , p . 66. En esta edición
se publican sólo dos imágenes y falta el Prefacio del autor, además de las
cartas que Bataille le dirigió a Lo Duca.

27
ENTRE BATAILLE Y LACAN

libertinos que, encerrados en un castillo, degustan sus pasio­


nes. Es una historia de jóvenes de 16 o 17 años, que a partir
de la ansiedad de cosas sexuales se introducen al erotismo
donde la angustia y la muerte tienen su marca. Y jóvenes que
no necesitaban un castillo cerrado como escenario, sino
que buscaban ansiosamente exteriorizarse. El erotismo de
Bataille no puede ser reducido a una habitación, sino que se
extiende al campo, a la plaza de toros, a la calle, a la iglesia.
La obra del marqués de Sade genera un espacio diferente al
que produce Bataille. Es posible conjeturar que la escritura de
Historia del ojo tiene que ver con el análisis con Borel, pero
también con una lectura de Sade, una lectura apoyada en al­
gún punto del suplicio de los Cien trozos, punto que necesa­
riamente habría que ubicar en la relación que Bataille tuvo
con esas imágenes.

Suplicio chino.

28
B

'Los platos están hechos para sentarse', me dijo Simona.


' ¿Apuestas a que me siento en el plato?'42

De ese modo, al comienzo de Historia del ojo, mediante


una apuesta, Simone apela al narrador como un otro necesa­
rio para levantar las interdicciones. En este caso, levantar las
interdicciones implícitas que hacen al uso de un o bjeto: el
plato. Ese plato en el que el gato toma su leche, también es
posible usarlo para sentarse, sin ropa interior, de forma que la
leche moje abundantemente la "carne negra y rosa " de Simone
ante los ansiosos ojos del narrador. Es mediante la apuesta
como un llamado al otro, como un recurso al semejante, que
en el texto se levantan las interdicciones para que los objetos
y los cuerpos puedan adquirir nuevos usos. Se pasa enton­
ces de la ansiedad de cosas sexuales al usufructo del cuerpo
de otra forma, al cuerpo introducido en nuevos circuitos.
Es a partir de esa ,escena que Simone y el narrador comienzan

Historia del o;o, 1928, p. 28. Escogemos el año para distinguir las versiones
cuando sea necesario. La segunda versión, con traducción de Escohotado,
será identificada entonces por 1 944: "-Los platos están hechos para sentarse
-diio Simone-. ¿ Quieres apostar? Me siento en el plato. " p. 52.

29
ENTRE BATAILLE Y LACAN

a masturbase, orinarse, tocarse, mirarse, sin llegar aún a aco­


plarse genitalmente entre ellos. La apuesta es el procedimien­
to con el que se efectúa un pasaje, ese pasaje que más adelante
Bataille va a llamar transgresión. Da razón a esta afirmación
la repetición de una escena, donde Simone vuelve a recurrir al
procedimiento de la apuesta:

-Apuesto a que hago pichí en el mantel delante de todo


el mundo.43

A partir de esta apuesta, poniendo en juego una función


corporal en otro escenario, nuevamente se levantan las
interdicciones sobre el cuerpo, nuevamente se produce un pasa­
je transgresivo. En este pasaje , la traducción de la segunda
versión comete un error imperdonable: en lugar de un mantel
aparece una servilleta44• No es lo mismo hacer pichí sobre una
servilleta que sobre un mantel. La escena es absolutamente di­
ferente con un mantel puesto en la mesa, transformando una
mesa en escenario, con un público de jóvenes llenos de ansie­
dad, ansiedad de cosas sexuales. Es mediante el asentimiento al
desafío de Simone, que en el capítulo titulado El armario nor­
mando, una reunión alegre entre varios jóvenes se transforma
en una gran orgía. Una orgía de alcohol, semen, orina, sangre,
vómito, una orgía que resulta interrumpida por la aparición de
los padres de los jóvenes. Y la interrupción conecta el erotismo
a la locura. Marcelle, una de las jóvenes, trastornada por sus

Historia del ojo, 1 928, pp. 36 y 59. En esta frase, entre pipi (pichí} y nappe
(mantel} como en la frase anterior entre s'assoir ( sentarse} y assiette
(plato}, hay !azos de sonidos.
La traducción de la versión 1944 dice: "-Apuesto -dijo-, a que hago pipí
en la servilleta delante de todo el mundo ".

30
B

esbozos eróticos45, enloquece, muerde a su madre en el rostro y


es internada. Y eso redobla la apuesta para Simone y el narra­
dor. Se trata de rescatar a Marcelle del hospicio-castillo46 para
que así ellos pudieran acoplarse genitalmente, ya que Simone
sólo consentía hacerlo "con Marcelle". Pero una vez rescatada
Marcelle, empujada a un escenario erótico no masturbatorio,
se suicida. Marcelle pasa de la locura erótica a la muerte.

Erotismo, locura, muerte, con la presencia de los padres


como telón de fondo, las transgresiones aparecen sembradas a
lo largo del texto, pero tienen su punto culminante hacia el
final de la primera parte. Luego de la muerte de Marcelle, la
pareja de Simone y el narrador, acompañados de un inglés, Sir
Edmond, entran en una iglesia de Sevilla47• Simone logra exci­
tar al cura de la iglesia con su confesión, para luego llevarlo al
estado de larva48 mediante una exitosa mamada. Los tres per­
sonajes se atrincheran en la sacristía arrastrando al cura con
ellos. Ya casi no le quedan palabras al teólogo, su cuerpo ha
sido tomado por caminos que su espíritu había rehusado con
persistencia. Sir Edmond ha sacado el cáliz de un armario:

Marcelle se había encerrado en el armario normando para masturbarse,


provocando la hilaridad de los jóvenes a l escuchar cómo su orina caía por
la puerta del armario. Este es un ejemplo de cómo el erotismo propuesto
por Bataille rechaza los espacios cerrados.
"Tenía prisa por llegar al lugar que, confusamente, consideraba como
'castillo encantado' gracias a la asociación de las palabras casa de salud
y castillo . . . ", p. 66. L a razón de la asociación de pala bras hay q ue
encontrarlas en francés: maison de santé y chateau hanté. Esa asociación
de palabras, escritas en itálicas por el propio Bataille, recuerda aquí la
importancia del castillo para Sade.
Esta iglesia habría sido construida por orden de un Don Juan arrepentido
al final de su vida. En el umbral de la puerta, una placa de cobre indicaba
el lugar en que habría sido enterrado el pecador redimido. Simone mea
sobre la placa. Sir Edmond la califica de Bloody girl.
" . . . tomó a la larva de la mano . . . ", 1 928, p. 95. Larva es un término que
más tarde habrá de referir en l a sociedad secreta Achéphale a l estado de
transformación inacabada.

31
ENTRE BATAILLE Y LACAN

-Huele a semen, dijo ella, olisqueando las hostias.


-Así es -asintió Sir Edmond-, como ves, las hostias
no son otra cosa que la esperma de Cristo bajo la forma
de galletitas blancas. En cuanto al vino que se pone en el
cáliz, los eclesiásticos dicen que es la sangre de Cristo,
pero es evidente que se equivocan. Si de verdad fuera la
sangre, beberían vino tinto, pero como sólo beben vino
blanco, demuestran que en el fondo de su corazón saben
bien que es orina.49

A partir de esa lúcida demostración, el cura es obligado a


mear en un copón y a beber su orina y su semen, comulgando
luego de la carnal transubstanciación invertida50• Pero la esca­
lada transgresiva prosigue, porque cuando el cura amenaza
con la justicia española y la condena al garrote, Sir Edmond
replica: "Tendrás el placer del martirio mientras le haces el
amor a la muchacha ". Y como los agarrotados y los ahorca­
dos tienen una gran erección y eyaculan cuando se les corta el
aire, o al menos eso se dice, colocado el cura en posición,
amarrado por el narrador y Sir Edmond, la propia Simone lo
monta y lo estrangula en el momento propicio. El célibe cuer­
po del cura, cuerpo que había sido extraído de lo mundano y
elevado al estatuto de sagrado, es arrancado de ese mundo
sagrado, pasando por el estado de larva, abruptamente es su­
mergido en el mundo profano para ser ahogado en el orgas­
mo y la muerte. Simone "nunca había sido tan feliz" . Pero no
hay felicidad duradera. Ve que una mosca se posa sobre el ojo
del muerto:

"' Historia del ojo, 1928, p. 96 .


., La transubstanciación, en el catolicismo, es el procedimiento por el cual el
pan y el vino se transforman en cuerpo y sangre de Cristo.

32
B

-¿Ves el ojo?

-Es un huevo -concluyó con absoluta simpleza.

-Quiero jugar con el ojo.

-Escuche, Sir Edmond -dijo ella- me tiene que dar ese


ojo ahora mismo, quiero que se lo arranque.51

André Masson, Tapa de la primera edición de Historia del ojo.


Reproducción tomada de Erótica Universa/is de Gilles Neret, Taschen,
Koln, 1 9 94.

51
Ibíd. 1 92 8 , pp. 1 0 1 y 1 02.

33
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Como si la mosca con sus patas hubiera levantado la in­


terdicción de tocar, de tocar el ojo, Simone, siguiendo el cami­
no abierto por el insecto, exige ese trozo de cuerpo. Sir Edmond
extraj o el ojo con unas "tijeras finas ". Simone lo tomó entre
las manos y comenzó a divertirse con él, acariciando sus pier­
nas, su cuerpo con el ojo-huevo, ("Cuando la piel es acariciada
por el ojo se produce una dulzura exorbitante . . . "52). Luego
le gritó a Sir Edmond que se lo metiera en el "culo ", y des­
pués ella misma, "presionando con calma y regularidad con
las dos manos, lo hizo entrar en su carne babosa, entre el
aelambre,, . 53

Me levanté, separé los muslos de Simona, que se había


acostado de lado, y me encontré cara a cara con lo que, así
me lo figuro, me estaba esperando desde siempre, de la
misma manera que una guillotina espera el cuello que va a
decapitar. Me parecía que mis ojos salían de sus órbitas,
como si estuviesen erectos de tanto espanto; vi, en la vulva
velluda de Simona, el ojo azul pálido de Marcela que mi­
raba llorando lágrimas de orín. 54

52
Ibíd., 1928 , p. 102. En el texto francés no aparece el término "exorbitante",
sino "extraordinaria " . Debiera decirse que "exorbitante" es un hallazgo
de traducción, ya que se trata del ojo fuera de su órbita.
53 Ibíd., p. 103.
54 Ibíd.

34
3

El ojo deviene un huevo con el que es posible jugar, acariciar­


se, penetrarse. El ojo del cura en el culo de Simone también pue­
de provocar la erección de los ojos del narrador, haciendo ver
otra imagen: el ojo de Marcelle, azul, pálido, lloroso. Cuando
Simone y el narrador lograron tener a Marcelle con ellos, y
Marcelle se suicida en su locura erótica, los ojos abiertos de la
muerta se volvieron irritantes para Simone. Simone intentó
cegar esos ojos orinándoles encima, porque aún muertos, no de­
jaban de mirar55• Nadie como Roland Barthes para prestar aten­
ción a esos soberbios deslizamientos y sus extraordinarios efec­
tos. Como bien señala Barthes, en la Historia del ojo no se trata
de la historia de un personaje, no se trata del narrador, ni de Simone,
ni de Marcelle, sino de un objeto: es la historia del ojo como
objeto, de las metáforas en las que ese objeto se ve envuelto56•

"
Ibíd., p. 74.
56
La metáfora del ojo, Roland Barthes. Este texto fue escrito para el homenaje
que la revista de Bataille, Critique, le realizara al propio Bataille al año
siguiente de su muerte. Critique 195-196, Aout-Septembre 1963. En Ensayos
críticos, Seix Barral, Barcelona, 1977, p. 283. Increíblemente, Surya desconoce
este artículo. Y por consiguiente, para él, se trata de una historia con tres
personajes, Simone, Marcelle y por parte doble, Lord Auch el narrador y
Bataille, porque el relato es también el suyo. Op. cit., p. 1 10.

35
ENTRE BATAILLE Y LACAN

O para ser más precisos, se podría decir que se trata de dos


objetos y dos cadenas significantes, la del ojo y la del líquido. A
las "aventuras" del ojo y las lágrimas, Barthes las llama los
avatares del ojo y los avatares del líquido. El ojo de Bataille, al
decir de Barthes, se varía. Es un ojo polimorfo, un ojo que
prolifera y se desliza a través de imágenes globulosas, blancas,
bajo la forma de huevo; bajo forma de testículo de toro servido
en bandeja luego de la corrida; volviendo a ser ojo, el ojo
enucleado del torero Granero pendiendo de su órbita, luego
que el toro se lo arrancara; pero también fue la blanca redondez
de la leche servida en un plato; o el sol. Los avatares del líqui­
do, como orina, o lágrimas, o semen, o el sudor que "orinaba "
el rostro, también se desliza, hasta llegar al punto en que las
tripas de un caballo, luego de recibir la cornada de un toro,
caen como una "catarata " en la arena de la plaza de toros; el
propio traje del torero lo ajusta como un "chorro "; la mancha
de orina de la sábana de Marcelle colgando de la ventana del
hospicio de pronto iluminada por los rayos de la luna; o el
"amarillo " país de tierra que es Andalucía, "infinito orinal"
inundado de luz solar 57•

En esa traslación, que deshace las "contigüidades usuales


de objetos, para sustituirlas por encuentros nuevos ", Barthes
encuentra la clave del erotismo metonímico de Bataille, dife­
renciado entonces del de Sade, o Fourier. En Historia del ojo,
Simone, que al comienzo parece abrir abruptamente al narra­
dor hacia una iniciación sexual, lo somete a un constante des­
plazamiento de la supuesta meta final. Y el narrador queda
atrapado en la vorágine en fuga de esa mujer, que parece alte-

v
Resulta imposible referir al texto cada una de estas apariciones. Solamente
le resta al lector tomar el texto de Bataille como un desafío de lectura.

36
B

rar una y otra vez el esperado funcionamiento de mujer fatal,


según los códigos de una novela erótica decadentista. Pero si
la mujer nunca es alcanzada no es porque ella siempre logre
escapar, sino porque de forma invertida, es el ojo el que se
desplaza continuamente.

Barthes aísla claramente la continuidad de los avatares del


ojo y los avatares del líquido, del mirar y el mojar, los cruces
entre unos y otros. El huevo, cascado, puede devenir líquido
así como el ojo, reventado, también se vuelve líquido. De cas­
car un huevo y reventar un ojo, se puede llegar a reventar un
huevo y cascar un ojo58• Pero, curiosamente, Barthes no toma
lo que podemos llamar ejemplo paradigmático de esos avata­
res, j ustamente en la escena de la iglesia. Allí las hostias han
devenido cuerpo de Cristo a partir de un líquido, el semen. Y
como parte de ese cuerpo, bajo esa forma blanca y redondeada,
también son ojos59• Se produce una fragmentación del Cuerpo
de Cristo en partes de cuerpo, fragmentación en la que el semen
y la orina, a través de una transubstanciación invertida, engen­
dran una licuefacción del simbólico cuerpo sagrado. Tal vez
esos notables desplazamientos y condensaciones que se efec­
túan en esas escenas pudieron ser la causa de ciertos puntos
ciegos de Barthes. Para Barthes no hay nada sexual en la Histo­
ria del ojo, nada autoriza a decir que una metáfora parta de lo

Op. cit., p. 2 8 9 . Estos detalles pueden encontrarse desde la página 61 a la


63 de la traducción de Glantz. Del mismo modo que el parecido de un
huevo con su clara y su yema con l o blanco del ojo y la pupila . . . o el
pedido de Simone de salir al aire libre a romper huevos en el aire a tiros . . .
E n CEuvres Completes, Tome 1, p . 3 8 , aparece e l lazo entre casser un CEil­
crever un CEuf. El propio Bataille marca ese lazo escribiendo en itálica
ambos sintagmas.
Pero, ¿ acaso a los niños católicos, cuando comulgan, no les preocupa
morder la hostia porque justamente se trata del cuerpo de Cristo?

37
ENTRE BATAILLE Y LACAN

genital para desembocar en algo asexuado como el huevo, el


ojo, el sol. A lo sumo, habría que explicar un falicismo redon­
do dado por la ubicuidad del ojo. Así como tampoco habría,
para Barthes, un fantasma sexual, ni un "secreto", ya que el
propio Bataille habría hecho inútil el desciframiento del texto
al dar noticias autobiográficas en la Segunda parte. Evidente­
mente la superposición entre sexual y genital es problemática,
y no podemos aceptar como un axioma que todo lo sexual es
genital, ni que necesariamente para que haya algo sexual deba
haber un " secreto" que deba ser descifrado. En ese punto el
texto de Barthes nos plantea problemas que debemos resolver.
Y un primer paso para su resolución es inyectarle a estos pro­
blemas otros textos del propio Bataille.

38
4

Entre 1929 y 1 9 3 0, poco después que Bataille hubiera


publicado Historia del ojo, participa activamente en la ela­
boración de la revista Documents60, que rápidamente llega a
dirigir. Esta revista, que se caracterizó por acoger a muchos
decepcionados del surrealismo bretoniano, publicó una serie
de artículos difícilmente clasificables, entre los que aparecen
las elaboraciones de Bataille sobre la figura humana. Este tra­
bajo tal vez no fue desconocido para Lacan, incluso pudo
haber incidido en los primeros abordajes del imaginario es­
pecular. ¿ Acaso no sería posible que en el estadio del espej o
hubi�ran tenido alguna participación el trabajo sobre las imá­
genes realizado por la revista Documents? O incluso más, ¿ aca­
so no pudieron haber incidido en el estadio del espejo las imá­
genes del supliciado chino, ese cuerpo en trozos, imagen no
unificada? Durante los años 30 circularon en París tres juegos

Revista de arte y antropología. Llegó a publicar 15 números, siendo, entre


otras cosas, un artefacto de guerra contra Breton y sus adeptos. Tuvo una
corta existencia posterior a 1930, pero ya sin Bataille. N o podemos ahondar
en lo que fue esta rica experiencia. Señalemos, sin embargo, que hay un
estudio ineludible sobre el asunto: La ressemblance informe ou le gai
savoir visuel selon Georges Bataille, Georges Didi-Huberman, Macula,
París, 1995. Lamentablemente no está traducido al espa ñol.

39
ENTRE BATAILLE Y LACAN

distintos del tormento de los Cien trozos, que muy probable­


mente tampoco fueron desconocidos para Lacan61 • No nos
detendremos ahora en este punto, sino que debemos volver al
ojo de nuestro asunto.

Mmlle. Sorel, Documents nº 4, La figura humana, 1 929.

Uno d e los proyectos más importantes de la revista


Documents fue la elaboración de un Diccionario crítico. Pre-
61
Por otra parte, D i di-Huberman p l a n tea que Lacan, por los años 50,
utiliza la noción d e informe elaborada en esas épocas p o r Bata i lle. Op.
cit . , p. 62.

40
B

cisamente en el artículo Informe p uede leerse: " Un dicciona­


rio comenzaría en el momento en que ya no suministra el
sentido sino el trabajo de las palabras ".62 Ocuparse del traba­
jo de las palabras implica una posición donde " informe no es
solamente un adjetivo con determinado sentido sino también
un término que sirve para descalificar, exigiendo generalmen­
te que cada cosa tenga su forma. " 63 Los académicos quedarán
contentos cuando "el universo cobre forma", la filosofía que­
dará satisfecha, cuando todo lo que existe tenga "un traje
matemático" , porque informe "significa que el universo es
algo así como una araña o un escupitajo" . Para Hollier, la
palabra sería entonces " un lugar de acontecimiento, explo­
sión de un potencial afectivo y no medio de expresión de sen­
tido." Por razones de abecedario el Diccionario crítico co­
mienza con Matadero (Abattoir), y continúa con A rquitectu­
ra. Pero es A rquitectura el término clave que muestra cómo el
Diccionario crítico desborda al diccionario común. Arquitec­
tura hace patente que "el ser ideal de la sociedad, aquel que
ordena y prohíbe con autoridad, se expresa en las composi­
ciones arquitectónicas propiamente dichas " .64 Pero para

62
Es necesario tener en cuenta que hay un problema de traducción crucial,
por . l o q u e partiremos desde el texto en fra ncés: " Un dictionnaire
commencerait a partir du moment ou il ne donnerait plus le sens mais les
besognes des mots. " CEuvres Completes, Tome I, p. 217. En la traducción
Inés C a n o , D ocumentos, Georges B a t a i l l e , Monte Á v i l a E d i tores,
Venezuela, 1 969, p. 145 se traduce como "necesidades de las palabras" .
E n l a traducción de Sílvio Mattoni, e n La conjuración sagrada, Adriana
Hida lgo Editora, Buenos Aires, 2003, p. 55, aparece "usos de las palabras ".
En lugar de "usos" o "necesidades" optamos aquí por traducir " besognes
des mots" como " trabajo de las palabras", apoyados en Denis Hollier, pp.
63 y 64, op. cit.
63
Ibíd., el énfasis es de Bataille.
..
Arquitectura, en La conjuración sagrada, p. 1 9. Hollier escribe a l respecto:
" La arquitectura será eso que en un edificio no se reduce a la obra, eso por
lo que una construcción escapa al espacio puramente utilitario, eso que
habría en él de estético. " Jbíd., p . 66.

41
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Bataille, con la Arquitectura no sólo la Iglesia y el Estado


imponen silencio a las multitudes con catedrales y palacios,
no sólo inspiran temor y sabiduría social, sino que la fisono­
mía, el vestido, la música, la pintura, todo eso que exige una
cierta composición, también es una arquitectura.

Con esta lógica, para considerar adecuadamente Historia


del ojo, es necesario pasar por la entrada titulada Ojo del
Diccionario crítico. Ojo consta de cuatro textos de distintos
autores. El primero es de Robert Desnos, el segundo de Bataille.,
el tercero de Marcel Griaule, y el cuarto sin firma, precisa­
mente, refiere a la resistencia de la Academia francesa a acep­
tar algunas acepciones de ojo. Es decir, el código rechaza algu­
no de los trabajos de las palabras, pretendiendo dominar sus
oficios. Aún no había pasado un año de la publicación de
Historia del ojo, pero ninguno de los cuatro textos la nom­
bra, ni a Lord Auch. No podemos dejar de ver allí, confirma­
da por esa sugestiva ausencia, la continuidad de un trabaj o.
Bataille comienza con la expresión "Golosina caníbal"65, se­
ñalando el temor y la fascinación por el ojo, nada tan atra­
yente y fuente de horrores, tanto en animales como en huma­
nos: . . . la seducción extrema probablemente está en el límite
"

del horror ". Y el ojo, entonces, puede compararse con el filo,


por lo que se asocia inmediatamente al ojo cortado por una

65
La conjuración sagrada, p. 3 7. La versión de Monte Aviln traduce Manjar
caníbal, p. 150. "Friandise cannibale", CEuvres Completes, Tom e !, p.
1 8 7. Bataille toma esta expresión de Stevenson, del capítulo VI de En los
mares del sur. Si bien el texto de Stevenson es de tipo antropológico, la
extracción de la expresión cannibal dainty que realiza Bataille, de algo
q u e p o d í a ser d e l i c i o s o p a r a l o s a b o ríge n e s , a ú n c o n u n a c i e rta
am bigüedad, se transforma en un oxímoron. Dainty podría ser traducido
también como manjar, delicia, exquisitez, pero en este caso, la poesía nos
inclina por la traducción de Mattoni, y también de Glantz en su versión de
Historia del ojo, es decir, golosina.

42
B

navaja en El perro andaluz, esa película que filmaron Buñuel


y Dalí66•

Fotogramas de El perro andaluz, de Buñuel y Dalí.

Es el filo del oj o que da lugar al ojo cortado y no otra


cosa. Sólo la filosa navaja puede enfrentar al filo cortante del
ojo. ¿ Acaso un objetivo de los primeros tiempos del surrealis­
mo, del arte en esos tiempos en que había desaparecido la
arquitectura académica de la pintura, era romper los ojos?

Los ojos (erectos) de J oan Crawford .

"' La edición de Historia del ojo antecede al film. Buñuel, que había conseguido
dinero de su madre, viuda y rica, se traslada a Figueras en enero de 1 929

43
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Tampoco parece casual para Bataille que el ojo pueda pro­


vocar en alguien deseos de servírselo en una cucharita de café,
ni es casual que los ojos de los bueyes, de los corderos, de los
cerdos, sean escatimados de lo que se come. Pero el ojo es
también el ojo de la conciencia, tal vez uno de los ojos que
más trabaja al humano. Entonces el texto de Bataille se dirige
a un poema de Víctor Hugo, poema que retoma el oj o de
Grandville, su relato de una pesadilla titulado Crimen y ex­
piación y el dibujo de esa pesadilla publicado en 1 847: . . . el "

ojo enorme que se abre en un cielo negro persiguiendo al cri­


minal a través del espacio, hasta el fondo de los mares donde
lo devora después de tomar forma de pez. Innumerables ojos
se multiplican, sin embargo, sobre las olas". 67 Luego ese oj o
convoca al ojo de Crampon, un condenado a muerte, que
antes del hacha, le regaló al verdugo su ojo enucleado . . . 68
Aunque era un ojo de vidrio no dejaría de 'mirar', e incluso,,
esa mirada sobreviviente a su dueño se encargaría de perseguir
al verdugo hasta el fin de sus días.

Esta enumeración de tensiones respecto al ojo está precedida


por el texto de Desnos, titulado Imagen del ojo69• Desnos hace
un recorrido pormenorizado del término ojo, que como muy
pocos términos, tiene tanto lugar en los diccionarios comunes.

para elaborar el guión con Dalí. La filmación se realizó en París en abril de


1 929. Véase Dedálico Dali de Luis Romero, Ediciones B, Barcelona, 1 989,
pp. 46-4 7. En las páginas de Historia del ojo ya citadas en nuestra nota
33, en una especie de juego de asociar palabras, cuando el narrador le
pregunta a Simone qué se le ocurre con la palabra orinar, ella responde:
"burilar los ojos con una navaja . . . " .
67
Documentos, op. cit., p. 1 5 1 . En fatiza mos tomar forma porque hay una
clara simpatía entre la forma del ojo y la forma del pez.
68
Bataille utiliza repetidamente el término enucleado. Es la extirpación de
un órgano a la manera de un carozo o hueso de una fruta madura .
., 1 bíd., p. 1 90.

44
B

Primer sueño, crimen y expiación, "Magazín pittoresque", 1847. ]. J. Grandville.


Publicado con el artículo "Ojo", en Documents 4, setiembre 1 929.

45
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Sea como al ojo, el ojo de la biela, poner el dedo en el ojo,


dormir con un solo ojo, por sus bellos ojos, etc., etc., llegando
a mencionar las . . . acepciones obscenas de la palabra provo­
"

cadas por analogía con las partes secretas". Y Griaule, luego


del texto de Bataille, incursiona en el Mal de ojo (Mauvais
rei/)7°, desde el hipnotismo, las afectaciones que provoca el
ojo entre los llamados primitivos y los animales, el temor al
ojo, la relación entre el mirar y el deseo, la mancha que deja la
mirada en todo lo que toca, las medidas para defenderse de
todo eso, entre las cuales Griaule constata que . . . el falo des­
"

empeña un papel muy importante en la profilaxis del mal de


ojo ".71

Fragmento del grabado de Grandville.

" Ibíd. El traductor escribe Mala pata. Otra opción posible sería Aojamiento,
que en cierto modo podría unir las dos acepciones, Mal de ojo y Mala
pata.
71
Para los romanos la invidia (el mal de ojo) era una obsesión y el falo o
fascinus protegía de esos males. Véase Quignard, El sexo y el espanto,
Ediciones Literales y El cuenco de plata, Argentina, 2003, p. 43 y ss.

46
5

El Diccionario crítico colocado al fado de la Historia del


ojo permite ver otros detalles de la presencia del ojo. El ojo se
presenta en sus imágenes, bajo las formas redondeadas, y
globulosas, fuente permanente de sentidos, pero también el
ojo realiza sus trabajos conduciendo a los personajes del texto,
orientando el relato, incluso provocando nuevas imágenes.
En las aguafuertes de Bellmer surgen ojos que se multiplican
como huevos, como manchas, pliegues de la imagen corporal,
ojos que hacen agujeros. Pero además de esas imágenes en las
que se ve envuelto el término ojo, además de su proliferación,
el registro del sonido provoca otros efectos. En francés, el ojo,
ceil, se acerca a ceuf, en tanto un mismo fonema se asocia a
otro que varía72• Esta cuestión de sonido muestra otro registro
del trabajo de las palabras, en tanto provoca la represión de
la secuencia fónica ceuf (huevo), ya que el término resultaba
problemático al asociarse a ceil (ojo)73• Incluso es posible agre-

71
Barthes señala esa cercanía sonora en La metáfora del ojo.
73
"Así, la palabra huevo fue tachada de nuestro vocabulario . . . ", es decir,
por ser uno de los objetos más simbólicos de la obsesión de los personajes.
Pero no sería problemático s i no fuera por su lazo con el ojo. El subrayado
es de Bataille. 1 928, p. 6 5 .

47
ENTRE BATAILLE Y LACAN

gar al par O?il-O?uf un tercer término, trou, con lo que queda


la secuencia O?il-O?u(-trou (ojo-huevo-agujero ) . El ojo no sólo
puede perforar con la mirada sino que también es un agujero,
como por ejemplo lo mostraba Desnos al aludir los usos obs­
cenos del término ojo74•

PERO, SEA DÍA O NOCHE, EL PROPÓSITO DE LOS MUERTOS EN


ESTAS ABORRECIDAS ACCTVJDADES ES SIEMPRE EL MISMO. EN SAMOA,
MI INFORMANTE NO TENÍA NI IDEA DE LA COMIDA DE LOS ESPÍRITUS
DEL BOSQUE; NINGUNA AMBIGÜEDAD DE ESTE TIPO PODRÍA EXISTIR
EN LA MENTE DE UN PAUMOTUANO. EN ESE ARCHIPIÉLAGO HAM­
BRIENTO, TANTO LOS VIVOS COMO LOS MUERTOS DEBEN TRABAJAR
POR IGUAL PARA CONSEGUIR SUS ALIMENTOS; Y HABIENDO SIDO LA
RAZA CANÍBAL EN EL PASADO, LOS ESPÍRITUS TAMBIÉN LO SIGUEN
SIENDO. CUANDO LOS VIVOS COMÍAN A LOS MUERTOS, LA IMAGI­
NACIÓN NOCTURNAL HORRORIZADA LLEGÓ A LA CHOCANTE INFE­
RENCIA SEGÚN LA CUAL LOS MUERTOS BIEN PODRÍAN COMERSE A
LOS VIVOS. SE SABE QUE MATAN HOMBRES, SE SABE QUE INCLUSO
LOS MUTILÁN, y POR PURA MALICIA. Los ESPÍRITUS DE LAS MAR­
QUESAS A VECES ARRANCAN LOS OJOS DE LOS VIAJEROS; PERO IN­
CLUSO ESO PUEDE SER MÁS PRÁCTICO DE LO QUE APARENTA, DADO
QUE EL OJO ES UNA GOLOSINA CANÍBAL. Y SEGURAMENTE LA IDEA
FUNDAMENTAL DE LOS MUERTOS, AL MENOS EN LAS ISLAS MÁS ORIEN­
TALES, CONSISTENTE EN MERODEAR BUSCANDO ALIMENTO. FUE COMO
BOCADO EXQUISITO PARA UNA COMIDA QUE LA MUJER DENUNCIÓ A
ÜONAT EN EL FUNERAL. POR OTRA PARTE, HAY ESPÍRITUS QUE ACE­
CHAN LAS ALMAS DE LOS MUERTOS Y NO SUS CUERPOS. ESTE PUN-

A modo de ejemplo, en francés, se rincer l'reil, mirar cuando hay algo de


erótico; se (aire percer l'reilleton, hacerse pegar, u otra cosa, en el trasero;
taper dans l'reil, deslumbrar, seducir; l'reil, en sentido popular, agujero del
culo. Podríamos agregar, en la lengua española, ojo de buey, el ojo de la
aguja, ojos del queso, el ojo del candado, el ojo la cerradura, el ojal, el ojo
de agua donde mana el agua, el ojo del culo o el ojete. Aquí podríamos
invocar la ayuda de don Francisco de Quevedo y Villegas con sus Gracias
y desgracias del ojo del culo, donde al tal ojo se lo compara en detalle con
los ojos de la cara, incluso asimilando las lágrimas a la orina.

48
B

TO QUEDA CLARO EN UN CUENTO DE TAHITÍ. UN NIÑO ENFERMÓ,


RÁPIDAMENTE SE AGRAVÓ, Y FINALMENTE MOSTRÓ SEÑALES DE
MUERTE INMINENTE. LA MADRE FUE APURADA A LA CASA DE UN
HECHICERO QUE VIVÍA BIEN CERCA. 'TODAVÍA ESTÁS A TIEMPO,' LE
DIJO; 'UN ESPÍRITU ACABA DE PASAR CORRIENDO DELANTE DE MI
PUERTA LLEVANDO EL ALMA DE TU HIJO ENVUELTO EN UNA HOJA DE
PURAO; PERO YO TENGO UN ESPÍRITU MÁS FUERTE Y VELOZ QUE LO
ALCANZARÁ ANTES DE QUE TENGA TIEMPO DE COMÉRSELA. ' EN­
VUELTA EN UNA HOJA: AL IGUAL QUE OTRAS COSAS COMESTIBLES Y
CORROMPIBLES.
RoBERT Lours STEvENSON,
IN THE SourH SEAS, CHAPTER VI, RAvEYARD STORIES.
TRADUCCIÓN DE INÉS TRABAL

En otro registro, vale la pena señalar que en francés las histoires


de cu[ refieren a las cuestiones eróticas simplemente sexuales.
Histoire de l'ceil está más cerca de esas historias que de la Historia.
Bien podría completarse una secuencia que pasando por
Histoire de l ceuf llevara hasta Histoire de trou
' . . . Bellmer supo
leer bien la cuestión planteada por Bataille75• En la tercera
aguafuerte publicada en 1940/4 1 , aparece la imagen de un
coito sobre la que hay que ejercer cierta manipulación: un
cuarto de giro. A partir de ese pequeño giro se hace más visi­
ble que un pene penetra un agujero, mientras que los labios
mayores y menores de otro agujero se transforman en párpa­
dos por donde atisba un ojo. Esa vulva forma parte de un
ojo, un oj o que completa un rostro dibujado en la zona
pelviana. Hay un ojo penetrante y otro penetrado. Paralela­
mente al deslizamiento escurridizo del ojo, el culo es también

" Años más tarde le dirá a Joe Bousquet: "El ojo es una rótula: el cero del ver
y del sentir, el brillo de la extensión colectiva y del huracán visceral". Petite
Anatomie de l'inconscient physique ou l'anatomie de l'image. Citado por
Annie Le Brun en Vagit-prop, Ramsay-J.J.Pauvert, París, 1 990, p. 236.

49
ENTRE BATAILLE Y LACAN

un término resbaladizo. Siendo el culo el . . . nombre que


"

Simona y yo empleamos siempre, es para mí el más hermo­


so de los nombres del sexo . " 76, es el mismo nombre para
. .

la vulva que para el ano, no hace distinciones de agujeros.


Y es lo mismo el culo de una mujer que el de un hombre.
Con ello se hace evidente, otra vez, que no se trata sólo del

Grabado de Hans Bellmer para Historia del ojo, segunda edición.

" Historia del ojo, 1 928, p. 27.

50
B

uso de cada palabra, smo que hay pala bras que hacen su
trabajo degradando los sentidos oficiales, no sólo los acadé­
micos, sino también los heterogenitales. Bellmer toma nota
de esto al ela borar un gra bado en el que podemos contabili­
zar una "pierna-hombre" y una "pierna-muj er", unidas en
el ojo del coito77•

Boceto de Hans Bellmer para Historia del ojo.

71
No es posible distinguir en esa imagen dos cuerpos, uno de cada sexo, si es
que se puede decir que los haya en ese estado.

51
ENTRE BATAILLE Y LACAN

¿ Acaso en la última escena del texto, atrincherados en la


sacristía como si el ojo de Dios no pudiera ver la profanación
que se produce en sus propios feudos, con la soberbia
transubstanciación invertida, con el ojo enucleado del cura
penetrando el culo de Simone, no se escenifica la caída del ojo
divino a su máxima degradación?78 Arrebato imaginario don­
de lo Alto se ve zambullido en lo baj o. Sin quererlo, tal vez
Barthes tenía razón, se trata de un falicismo redondo, el
falicismo del omnipotente ojo de Dios, representado una y
otra vez en lo Alto de los Cielos, Vigilante, Omnividente, re­
bajado súbitamente al estatuto de un consolador. Y ese ojo

Los siete pecados capitales, El Bosco, 1 5 74.

Por cierto que esa escena sólo para u n creyente tiene el valor supremo de
conmoción profanatoria que Bataille quiso darle. No es casual que Bataille
hubiera proyectado escribir un Manual anticristiano, o que reuniera una
serie de textos bajo el nombre Suma Ateológica. Proviniendo de una familia
no-practicante, se convierte al catolicismo a los 17 años, llegando a pensar
convertirse en sacerdote o monje. Escas ideas persistieron hasta sus 23 años.

52
B

penetrante, a la vez, como el ojo de Marcelle, puede ser pene­


trado por un miembro. Esos deslizamientos en los registros
imaginarios y simbólicos, donde de una imagen se pasa a otra,
donde un término sustituye a otro, o contamina al siguiente,
en ese " desorden " de agujeros que no reconoce ninguna cien ­
cia, Bataille construye un mito, el mito del ojo pineal. En los
avatares que tuvo la relación entre Breton y Bataille, tardía­
mente, Breton llegó a afirmar que Bataille fue "el único que
tuvo capacidad suficiente para formular un mito nuevo " . 79

AQUÍ SE REPRESENTA LA CONDICIÓN Y EL DESTINO HUMANOS EN


UNA SERIE DE IMÁGENES CIRCULARES. LA IMAGEN CENTRAL, FORMADA
POR ANILLOS CONCÉNTRICOS, REPRESENTA EL 'OJO DE Dios' DESDE
'
CUYA PUPILA EMERGE }ESUCRISTO, QUE, SALIENDO DE SU SARCÓFAGO,
LE MUESTRA SUS HERIDAS AL ESPECTADOR. ALREDEDOR DE LA PUPILA
ESTÁN INSCRITAS LAS PALABRAS 'ATENCIÓN, ATENCIÓN, Dios VE'.
EL CONCEPTO DE QUE Dios ESPÍA AL GÉNERO HUMANO DESDE EL
CIELO TAL VEZ NOS RESULTE CHOCANTE, PERO PARA LA GENTE DEL
MEDIOEVO ERA UN ELEMENTO DISUASIVO CONTRA EL PECADO. EL
HUMANISTA ALEMÁN }ACOB WIMPHELING ( 1450- 1 5 2 8 ) NOS RELA­
TA QUE LE BASTÓ CON VER UNA INSCRIPCIÓN DE UNA IGLESIA DE
ERFURT QUE DECÍA 'Dios VE' PARA ALEJARLO DE LAS INSENSATECES
DE LA JUVENTUD Y CONDUCIRLO A UNA VIDA MÁS DEVOTA.
SIETE PECADOS CAPITALES Y CUATRO PosTRJMERÍAS. EL Bosco.
WALTER BosING, EL Basca, BENEDIKT TASCHEN, KóLN, 1 994.

Citado por M. Arranz en la presentación de El ojo pineal precedido de El


ano solar y Sacrificios, Pre-Textos, Valencia, 1 979, p. 7. El ano solar y
Sacrificios fueron publicados en vida de Bataille. El ojo pineal fue publicado
como dossier de textos inéditos en el Tome ll de las CEuvres Completes.
Gallimard, París, 1 970. Generar mitos nuevos que sustituyeran los viejos
e inútiles mitos fue también la apuesta de la sociedad secreta Achéphale.
Respecto a esta sociedad, e incluso la relación que Lacan tuvo con ella,
véase el artículo de Anne-Marie Vanhove La comunidad electiva no hace
obra, existe, en Litoral 3 1 , Ediciones Literales, Córdoba, 2001 .

53
6

Partamos de la presencia del agujero, sea bajo la indeter­


minación del término culo, o bajo el sesgo de la penetración
del ojo, es decir, tanto en el sentido de órgano que emite como
en el sentido de ojo penetrable. En 1927, julio para ser más
precisos, en el Zoological Carden de Londres, Bataille obser­
va la protuberancia anal de un mono. Esa visión lo trastornó
de tal modo que lo hundió en " . . . una especie de embruteci­
miento extático "80 • Desde comienzos de ese año se hallaba en
la elaboración del mito del ojo pineal, y a ese mito le viene a
la perfección ese "enorme fruto anal de carne rosa cruda, ra­
diada y sucia ". Es que la ciencia se revela insuficiente para
explicar ese estado de horrorosa atracción por el agujero de
un mono, por el ojo oscuro de un mono:

. . . es necesario abandonar la antropología científica, re­


ducida a un mero bal buceo más senil todavía que pueril,
reducida a respuestas que tienden a presentar las cuestio­
nes así planteadas como cuestiones irrisorias.81

El ojo pineal, op. cit., p. 46. ¿ Podría alguien asegurar que quedó fascinado
por lo que se le ofrecía a los ojos y no por verse mirado por ese agujero?
81
Ibíd., p. 4 9 .

54
B

Hay que comenzar entonces por reducir la ciencia a un


estado que debe definirse con el término de subordinación,
de tal manera que pueda disponerse libremente de ella, como
una bestia de carga, para fines que no son los suyos.82

Lo que la ciencia no puede hacer: plantear el significa­


do excepcional, el valor expresivo de un orificio excre­
mencíal sobresaliendo de un cuerpo velludo como las bra­
sas . . . 83

Ese orificio que resiste a la ciencia, ese ojo fecal, a la vez


que agujero de un mono es también el sol. El ano solar84 se
corresponde con el ano terrestre, el Jésuve, el volcán que ex­
pulsa al exterior los desechos de la tierra. El impacto de la
visión en Londres se incluye en toda una concepción del fun­
cionamiento del mundo, con dos ejes espaciales, el eje hori­
zontal y el vertical. Pero también con las dos formas de movi­
mientos que se dan en el mundo, el movimiento rectilíneo y el
movimiento circular. Como el movimiento rectilíneo de los
pistones de la locomotora hace girar la rueda, para Bataille,
la copulación de los humanos mantiene la rotación del mun­
do. Y entre esas elaboraciones también fabrica una concep­
ción del cuerpo h_u mano como un cilindro hueco, un tubo,
bajo la forma especificada de un gusano, con . . . sus dos ori­
"

ficios, anal y bucal: la nariz, los ojos, las orejas y el cerebro


representan la complicación del orificio bucal; el pene, los tes­
tículos o los órganos femeninos que les corresponden, la del
orificio anal. " 85

82 Ibíd., p. 50.
83 Ibíd., p. 63.
"' Precisamente a comienzos de 1 �27 Bataille escribe El ano solar, publicado
en 19 31 con imágenes de A. Masson.
85 Ibíd., p. 66.

55
ENTRE BATAILLE y L\CAN

En esa elaboración imaginaria del cosmos y del humano,


la glándula pineal, esa formación situada en la base del crá­
neo cuya función fue desconocida hasta los años 5 0 , a esa
glándula a la que Descartes le atribuyó ser el asiento del espí­
ritu 86, Bataille la asimila a un ojo embrionario que habrá de
desplazarse hacia la cumbre del cráneo para permitir mirar
directamente al sol 87• Tal es la importancia q ue Bataille le
da al sol, y tan reducida considera la mirada humana
anatómicamente dispuesta a la percepción horizontal, que se
le vuelve necesario postular un ojo con la capacidad de una
mirada vertical, para que el humano pueda igualarse al águila
y así mirar fij amente la mirada quemante del sol.

La visión pineal corresponde al segundo sistema de im­


pulsos, que no es menos completo que el sistema horizon­
tal, de manera que, lejos de ser una imaginación absurda y
gratuita, puede ser estudiada como función psicológica a
mismo título que la visión habitual.
La visión virtual, cuyo órgano es la glándula pineal,
puede definirse como visión de la bóveda celeste en gene­
ral. . . 88

Simbólicamente el ojo pineal se define como una obsce­


nidad repugnante, buscando escapar con violencia fuera
de la prisión del cráneo, pero de tal manera que en el mo­
mento de la floración del ojo en la parte superior de la

La atribución de ser el asiento del espíritu no sólo se debía al desconocimiento


de su función, sino al hecho de q ue se encontraba ubicada en un lugar
privilegiado, y como pocos órgan os, no estaba duplicado, era único,
condición importante para privilegiarlo desde el lado de la razón.
Según Bataille, esta a firmación se apoya en hipótesis de biólogos. Con ello
se hace evidente que no es de importancia si se trata de algo cierto o no.
Op. cit., p. 74.

56
B

coronilla craneana, o si se prefiere en el momento en que


éste se abre desmesuradamente ante la inmensidad del cie­
lo azul, un vértigo espantoso provoca la ilusión de que el
cuerpo mismo va a escaparse a su vez cayendo, aullando y
girando hasta el fondo de ese cielo espantoso. 89

Para Bataille este mito, en tanto phantasme90 , tiene un


"carácter liberatorio "91 en el hombre. Pero, ¿ de qué sería libe­
rador este phantasme?

"'
Op. cit., p. 8 9 .
50
El término en francés utilizado por Bataille e s phantasme. En el diccionario
Le Robert Électronique se sitúa este término como una palabra griega que
significa visión, tanto para ilusión como para fantasma. Se señala, además,
que la antigua gra fía phantasme fue desplazada por fantasme, término
introducido al francés por los años 20 para la traducción del término
freu d i a n o Phantasie. En lo que concierne al reco rrido de Bataille,
mantendremos el término en francés phantasme, también extraño para la
lengua francesa, teniendo en cuenta que hay otras particularidades que se
harán patentes en su método de meditación.
91
Bataille siguió trabajando en su mito, de modo que entre sus notas y
frag mentos aparece Un plan, cuya primera parte ( m i tológica ) plantea
como primer punto: "Carácter liberatorio de los fantasmas. Necesidad de
atenerse en antropología a algo distinto que la ciencia o la filosofía en un
principio y. representar las cosas mediante fantasmas. " Op. cit., p. 86.

57
7

Para algunos, la vida de Georges Bataille aparece como


clave para leer su escritura. La estridencia de su obra se con­
juga perfectamente con su " escandalosa" vida, y ambas, con
una historia muy " desgraciada " . Y como si fuera poco, en
vez de resultar su vida un " secretito " que hay que develar
trabaj osamente, esa " historia " , dicha tan violentamente,
parece ofrecerse como una clave de lectura demasiado fácil.
¿ Qué valor darle al hecho de que alguien haya escrito "Me
he masturbado desnudo, por la noche, ante el cadáver mi
madre " ? Para Roudinesco e s a afirmación, repetida tres
. . .

veces, se transforma en "verdad" , aunque ella misma señale


que Bataille tomó ese relato de la Psychopathia sexualis92•
Tampoco podemos aceptar la posición de Barthes para quien
"Bataille ha hecho parcialmente inútil todo desciframiento
de su poema, al dar (al final del libro} las fuentes (biográ­
ficas} de su metáfora ".93 Esa polémica acerca de la " ver-

92
Roudinesco, Lacan, esbozo . . . , op. cit., p. 1 89 . Roudinesco pone a Sylvia
como testigo de esa escena, aunque no dice de dónde saca esa información.
Por otro lado, una de las fuentes escritas de esa frase es el l ibro El pequeño,
texto al que referiremos más adelante.
93
La metáfora del o;o, p. 2 8 6.

58
B

d a d " so bre la vida, el cuerpo o los padres de Georges


Bata ille, curiosamente, parte de versiones biográficas que
Bataille dio a luz por primera vez bajo " seudónim o " 94• Las
dos primeras versiones tienen afinidades más evidentes ya
que constituyen la segunda parte de Historia del ojo. La
primera versión titulada como Coincidencias, en la segun­
da versión se titula Reminiscencias. Pero en 1943 hubo otra
versión, W. - C. Prefacio a la Historia del ojo, un prefacio
publicado separadamente del texto original, un capítulo
del libro El pequeño95• ¿ Cuál sería la necesidad de Lord Auch
de escribir sobre su vida, o de inventarse una vida? Y ¿ cómo
leer de manera a decuada ese pasaje de Coincidencias a Re­
miniscencias ? Hay muchas diferencias en las dos versiones
de la Segunda Parte, mayormente por el ejercicio de un es­
tilo más despojado, más certero. Pero, hasta el momento
en que escribe "Nací de padre sifilítico y me concibió cuan­
do ya era ciego . . "96, la Segunda Parte consiste en la enu­
.

meración de una serie de " coincidencias" entre sus ficcio­


nes y algunas características de obj etos, o entre recuerdos e

Surya, al intentar definir su posición como biógrafo de Bataille, se ve en


dificultades. Uno de los ejemplos de esta problemática fueron las declaraciones
que Georges Bataille hizo a Madeleine Chapsal en 1 96 1 , confirmando esas
versiones en principio de ficción. Martial Bataille, su hermano mayor, las
contradice, y l lega incluso a reclamarle que exija publicar un desmentido.
Por otra parte, Martial le escribe a su hermano que vio otras cosas sobre las
que no abrirá la boca. Otro elemento problemático es la nota necrológica
que escribiera André Masson, condiscípulo de Bataille en 1 9 1 8- 1 9, homónimo
del pintor, quien da otra versión que Surya califica de corrección de la
genealogía sin dar muchos fundamentos.
95
El pequeño, editada en 1 943 y l lamada edición de 1 934. En español,
traducción de Manuel Arranz Lázaro, Editorial Pre-Textos, Va lencia,
1 997.
1928, p. 1 1 1 . 1 944: "Nací de un padre sifilítico (tabético). Se quedó ciego
(ya lo era al concebirme. . . " p. 137. Nuevamente, a través de la enfermedad,
aparece el lazo entre erotismo y muerte.

59
ENTRE BATA!LLE y LACAN

imágenes escritas. La propia escritura se le revela al autor


" sorpresivamente" relacionada con recuerdos. Pero luego
de haber escrito "Nací de padre sifilítico . . " el texto orien­
.

ta al lector hacia ciertas " reminiscencias" que aparecen al


modo d e " causa" del texto. Reiteramos que no a bordamos
aquí una serie de cuestiones " biográficas" como el aban­
dono del pa dre baj o fuego alemán, ni fa supuesta locura de
la madre, ni la posición de su hermano Martial Bataille97 • • •

todo eso que podría llegar a formar parte d e l a biografía de


Georges Bataille, no dej a de ser una versión, y como ver­
sión, puede llegar a ser una provocación98• Tomaremos al­
gunos detalles de esas versiones:

Primera versión: A diferencia justamente de la mayor


parte de los niños varones que se enamoran de su madre,
yo estaba enamorado de mi padre.99

Segunda versión: Siendo niño pequeño, adoraba a aquel


padre.100

Estar enamorado del padre, ese edipo invertido, sería un


cebo d emasiado tentador, a no ser que hubiera estado diri­
gido a alguien en particular, digamos, alguien tan creyente
en la ortodoxia psicoanalítica, alguien para quien la doc­
trina analítica fuera como la doctrina d e la iglesia. Colo­
quemos esa presencia-ausencia del término enamorado j unto

w
Sobre la polémica con su hermano Marcial puede leerse algo en Choix des
lettres, Gallimard, París, 1 997, p. 569.
'-" "Esto explica en gran parte la H i s toria del o j o ", 1 92 8 , p. 1 1 3 . La
consecuencia lógica sería que Bataille habría sido un histérico, sufría de
reminiscencias y entre sus síntomas, estarían sus textos.
9) 1928, p. 1 1 1 .
JO:> 1 944, p . 1 3 7.

60
B

a la " tercera " versión, la de W. -C. Prefacio a la h istoria del


o¡o:

Habiéndome concebido ciego m i padre (ciego absolu­


tamente), no puedo arrancarme los ojos como Edipo. 101

Nuevamente invertido, reaparece el cebo edípico: el hijo no


tiene por qué incurrir en la "enucleación edípica "1º2 si el padre
es ciego. No hay ningún secreto a descifrar, menos aún si lo que
se buscaba encontrar era una fantasía edípica típica. Pero esto
no sería darle la razón a Barthes, sino que no hay necesidad de
descifrar esa personología edípica porque está colocada allí para
ser burlada 103• Demos un paso más. Por más que según la bio­
grafía de Surya, todo el mundo sabía que Historia del ojo
había sido escrita por Bataille, incluso algún artículo crítico
de época hacía referencia a su autoría, ¿ cuál era la necesidad de
Bataille de persistir en su seudónimo, e incluso explicar en W.­
C. Prefacio a la historia del ojo el sentido de Lord Auch ?:

El nombre de Lord Auch se refiere al hábito de uno de


mis amigos: irritado, ya no decía ' ¡aux chiottes!', abrevia-

101
El pequeño, p. 5 1 . La llamaremos tercera versión, pero por las fechas de
edición, tanto las ciertas como las supuestas, resulta anterior a la segunda
versión de Historia del o¡o.
Hl2 Esta expresión aparece en La mutilación sacrificial y la oreia cortada de Vincent
Van Gogh, publicada en Documents, 1930. Documentos, op. cit., p. 125. Nos
resulta formidable esta versión de Bataille de la ceguera de Edipo.
103 En un comentario que Bataille publica en Documents, 1 930, sobre un texto
de Emmanuel Berl, Conformismes freudiens, señala que "en las condiciones
actuales hay exceso o escasez de psicoanálisis ". Esta puntualización, cuándo
el psicoanálisis es ajustado, no es sólo interesante para la época. De todos
modos Bataille no deja de hacer explícito su malestar ante el exceso de
psicoanálisis: "Desde luego, el arte, la desesperación o la literatura no
podrán vivir mucho tiempo en las garras del psicoanálisis pues se verán
cada vez más condenadas a una agitación de cobayos. " Documentos, op.
cit., p. 169.

61
ENTRE BATAILLE Y LACAN

ba 'aux ch " . Lord en inglés quiere decir Dios (en los textos
sagrados): Lord Auch es Dios aliviándose. 104

Dios A liviándose, nombre cifrado que Louis Trente1º5 des­


cifra oculto bajo la cifra de ser él también "seudónimo" . ¿ Cuál
es el sentido del uso de " seudónimos" duplicados, haciendo
que un "seudónimo" aparezca bajo otro ''seudónimo " ? ¿ Has­
ta qué punto puede aceptarse la afirmación de Louis Trente
de que las " coincidencias" que escribió Lord Auch eran de
una "exactitud literal"1 º6? ¿ Cuál puede ser la exactitud literal
de un texto que aparece bajo " seudónimo" ? Entre el dema­
siado locuaz " edipo invertido" y el demasiado cifrado de un
" seudónimo", entre el " exceso " de psicoanálisis y la " esca­
sez" de psicoanálisis, podemos poner en relación esa necesi­
dad de Louis Trente de descifrar el " seudónimo" con las apa­
riciones del "padre" sifilítico y ciego y loco:

Lo más extraño, sin lugar a dudas, era ciertamente su


forma de 'mirar' cuando orinaba. Como no veía nada, su
pupila se alzaba hacia el vacío bajo el párpado, y eso le
sucedía en particular cuando meaba. Tenía los ojos muy gran­
des, siempre abiertos, en un rostro aquilino, y sus grandes
ojos se ponían casi blancos cuando orinaba, con una expre­
sión idiota de abandono y de extravío frente a un mundo que
sólo él podía ver y que le producía una risa sardónica y au-

104 El pequeño, p. 4 8 . Aux chiottes podría traducirse como a cagar o al


baño . Surya, biógrafo de G. Bataille, se exime de decir que no fue su
inteligencia sino el propio Bataille quien dio la significación del nombre.
Op. cit., p . 252.
105 Louis Trente es el nombre con el que se publica El pequeño, nombre que
aparece con otra gra fía en una colección de poemas inéditos: La tombe de
Louis XXX.
iix; Íden1, p. 50.

62
B

sente (me gustaría recordar también, por ejemplo, el carácter


errático de la risa desolada de un ciego, etc.,etc.) En todo
caso, es la imagen de esos ojos blancos en esos momentos
precisos, la que para mí está vinculada directamente a la de
los huevos, explicando la aparición casi regular de la orina
cada vez que aparecen el huevo o los ojos en el relato.1 07

Esto es lo que aparece escrito en Coincidencias. No desgra­


nemos nuestro cerebro tratando de explicar cómo alguien po­
dría enamorarse de un padre con esas características. Pasemos a
las Reminiscencias, donde se constatan algunas variantes:

Por otra parte, lo más desagradable era la forma en


que miraba. Al no ver en absoluto, su pupila, en la noche,
se perdía, en la parte superior, bajo el párpado: ese movi­
miento solía producirse en el momento de micción. Tenía
grandes ojos muy abiertos, en un rostro demacrado, talla­
do en pico de águila. Si orinaba, generalmente los ojos se
le tornaban casi blancos; asumían entonces una expresión
de extravío; no tenían por objeto más que un mundo que él
solo podía ver y cuya visión le sugería una sonrisa ausen­
te. Así pues, es la imagen de aquellos ojos blancos la que
asocio a la de los huevos; durante el relato, cuando hablo
del ojo o de los huevos, suele aparecer la orina.1 08

Y sobre ese padre a mado aparece escrito en W.-C. Prefacio


a la Historia del ojo:

Lo que me deprime sobre todo: haber visto cagar a mi


padre un gran número de veces. Descendía de su lecho de

ta?
1 928, p. 1 1 1 .
100
1 944, p. 1 3 8 . E l énfasis e s d e Bataille.

63
ENTRE BATAILLE Y LACAN

ciego paralítico (mi padre en un mismo hombre el ciego y


el paralítico) . Descendía penosamente (yo lo ayudaba), se
sentaba sobre un orinal, en camisa, tocado, lo más a me­
nudo, con su gorro de algodón, tenía una barba gris en
punta, mal cuidada, una gran nariz aguileña e inmensos
ojos huecos, mirando fijamente al vacío). Ocurría que los
'dolores fulgurantes' le arrancaban un grito de animal,
mientras enlazaba su pierna doblada, que él estrechaba en
vano entre sus brazos.109

Así como el edipo invertido aparece y desaparece, el Lord,


el " padre " , el que ciego lo concibió, ciego orina, ciego defeca,
ora con una risa sardónica, ora con una sonrisa ausente, lue­
go gritando, de día, de noche . . . Esas variaciones entre los
textos y versiones podrían funcionar como semiología que
conduzca a un grado cero que permita tratar el desafío que
lanzó Louis Trente: "He adivinado, como Edipo, el enigma:
nadie ha adivinado más que yo " . 1 1 0 ¿ Acaso lo que adivina
Auch-Trente tiene que ver con la excitación excretoria del
" padre " ? Cuando se alivi;i, la excitación recorre el tubo de
ese cuerpo de un extremo a otro: desde el polo excretorio
hasta el polo bucal, donde están los ojos. Ese ser, que por
estar defecando, orinando, debiera ausentarse de la mirada
de los otros, en su obscenidad literariamente ciega, dej a ver
los signos de alivio que alguien registra en los oj os. Si la
"causa" del texto n o pudiese situarse en la personología
edípica, tampoco sería la "causa " esa proliferación de las fun­
ciones excretorias. No se trataría de desciframientos de secre­
tos que en algún momento hubieran sido cifrados, sino que la

"H El pequeño, pp. 50 y 5 1 .


110
lbíd.

64
B

escritura de Bataille es más bien una interpretación en el sen­


tido teatral, un montaj e de escenas.

Este montaje de escenas que bordean la Historia del ojo se


conjuga perfectamente con la lectura que hizo Bataille, por
los años treinta, de la Psychopathia sexualis111• Un lector que
supo leer de "otra manera ", justamente, lo que pretendía ser
de las mayores empresas científicas de " ordenamiento" de la
sexualidad. Para Bataille las teorías sobre las que se edificaba
el manual, en la refundición hecha por Moll, estaban fuera de
época, y lo único que conservaba valor eran las observacio­
nes. Si bien para algunos las observaciones podrían nombrar­
se "casos clínicos '' , para Bataille cada una de ellas era "un
cuadro de una existencia sexualmente monstruosa ". Cuadro
en el sentido teatral, cuando en el desarrollo de una o bra los
personajes permanecen por unos momentos en determinada
actitud frente al p úblico . Nada podría compararse a la
Psychopathia sexualis si alguien busca informarse de lo que es
realmente la existencia humana, fuera de toda aspiración idea­
lista. Incluso, en 193 1, para Bataille era imposible emplear
sin reservas términos como psicopatía, sadismo, exhibicionis­
mo o fetichismo, sin considerar su lugar tanto en la psicología
normal como en la patológica. Y el calificativo de patológico
era para él una reac�ión social muy significativa y probable­
mente irreductible, que hace inevitable la pregunta por la sig­
nificación humana de esos cuadros donde la satisfacción se
opone a las leyes, a la tranquilidad, a las convenciones. Los
impulsos sexuales, en el momento de la satisfacción, apartan
a las personas de los grupos y "contribuyen al aislamiento del

111 Krafft-Ebing, en La critique socia/e, Nro. 3, octubre 1 9 3 1 . (Euvres


Completes, Tome 1, pp. 275-76.

65
ENTRE BATAILLE Y LACAN

individuo en el momento preciso en que su vida alcanza su


temperatura más alta " 1 1 2 •

Tanto las visiones del " padre " cometiendo sus funciones
excretorias, como la restallante historia "Me he masturbado
desnudo, por la noche, ante el cadáver mi madre " 11 3 son . . .

francamente escatológicas, cuestión que no puede conside­


rarse muy lejana a la heterología batailleana. Inclu�o la es­
catología podría ser considerada un medio, una empresa de
demolición que permitiría que cada existencia sexualmente
monstruosa de la Psychopathia accediera a su estado " nor­
mal" 1 14.

112
Esta peq ueña nota rec i b i ó la respuesta "científica" de u n marxista,
Jean Bernier, tachándolo de idealista y burgués, porque las perversiones
responden a una estructura económica que oprime al h o m bre y lo
desvía d e su senda natural. CEuvres Completes, I, p . 6 5 7. B a ta i l l e
res ponderá q u e l a mentalidad de l o s h o m bres n o cam biará luego de
modificadas las estructuras económicas. Que ha habido grandes cambios
en la menta lidad de los hombres y la estructura económica ha seguido
siendo burguesa, y que de hecho ninguna sociedad podrá eliminar la
represi ó n . Esta sería una primera forma de plantear la necesidad de
una e c o n o m ía gene ral. Y respondiendo a las o bj eciones " psicoana­
líticas " de Bernier escri bió: "Introducir las teorías de Freud, es una
operación que no puede alcanzarse sin desgastes ni rupturas: no puede
ser conducida honestamente sino por aquellos que no recularán frente
a un trabajo de dem o lición. "A propos de Krafft-E b ing, CEuvres
Completes, Tome I, p . 2 9 1 . E n O b ras Escogidas, Barral E d i tores,
Barcelona, 1 9 74, p . 24.
113
Esta frase debería continuarse con la novela Mi madre, publicada luego
de la muerte de Bataille, que nos exoneramos de comentar aquí. Hay
traducción de la misma en Los brazos de Lucas, México, 1 9 83.
114
El c i neasta Luis García Verlanga, el de Las largas vacaciones del 3 6,
prologando una selección de "observaciones" de la Psychopatia sexualis,
señala haber descubierto la sexualidad gracias a una versión del manual
de Krafft-Ebing. Psychopatia sexualis, Malditos Heterodoxos, Madrid,
2000. Y tiene la amabilidad de incluirse él mismo, caso Nº 7 0 , luego de
los 6 9 casos que extrajo de la Psychopathia sexualis.

66
B

El juego lúgubre, Dalí

La escatología en Bataille tiene lugares privilegiados, como


el texto "El Juego lúgubre " donde comenta un cuadro de Dalí
señala�do su oposición a la idea: " La idea tiene sobre el hom­
bre el mismo poder esclavizante que los arneses sobre un ca­
ballo: puedo resoplar y piafar, no por eso dejo de ir a la dere­
cha y a la izquierda, con la cabeza sujeta y tironeada por la
idea que nos embrutece y hace marchar derecho a todos los
hombres, bajo la forma, entre otras, del papel impreso con las
armas del Estado" .1 15 En ese mismo texto elabora un "Esquema

115
El "fuego lúgubre", en Documentos, op. cit. , p. 74. El énfasis es nuestro.

67
ENTRE BATAILLE Y LACAN

C. FIKU_,11.a tl<!I
w)Ko -lila.to
-ª""""° a la
·-tul4'1 -
diaAk> 11na ull·
t1ul i.-mi-
7 ......
... .
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mancha • a la
vn eawia prlinl•
""ª .7 �-..u... ..

Esquema psicoanalítico elaborado por Bataille y publicado en Documents.

68
B

psicoanalítico de las figuraciones contradictorias del sujeto


en 'El juego lúgubre' de Salvador Dalf'', un esquema en el que
interpreta la "emasculación" de la parte superior del cuerpo
del sujeto, con una ascensión alada través de objetos de deseo
burlescos. El sujeto mancillado también es representado " es­
capando a la emasculación mediante una actitud ignominio­
sa y repugnante. La mancha es a la vez causa primitiva y re­
medio " . Esa causa y remedio no es otra cosa que la mancha
de los excrementos entre las nalgas, asunto que Dalí tuvo di­
ficultades para explicarle a Breton cuando vio su cuadro. Para
Bataille, Breton era el paladín de la idealización ciega y levan­
taba " barricadas de flores" . Mientras que los surrealistas bus­
caban que " . . . el inconsciente no sea más que un tesoro poé­
tico; que Sade, cobardemente emasculado por sus apologistas,
aparezca como idealista moralizador . . " 1 16, para Bataille, lue­
.

go de las revelaciones que resultaron a través del análisis de


los sueños gracias a Sigmund Freud, " . . . los seres moralmente
más robustos y mejor adaptados a la vida, puede que sean los
carniceros . . . " . Y en la noche, cuando nada se oye, en los ba­
rrios desiertos, sólo se encuentran ratas, "ratas reales, que se
pueden atravesar de parte a parte y hacer agonizar. . " 1 1 7 • .

116
El 'viejo topo' y el prefijo sur en las palabras surhomme y superrealiste, en
Obras Escogidas, p. 300. Aquí la apuesta de Bataille es hacer valer la
tarea del topo, subterránea, en oposición al vuelo del águila imperial,
figura i dealizada.
1 17 Dalí grita con Sade, primera versión de El juego lúgubre. En CEuvres
Completes, To me U, pp. 1 1 4-1 1 5 . El énfasis es de Bataille.

69
6�

Entre los manuscritos de Bataille se encontró el relato de


un sueño, fechado en j unio de 1 927. Es decir, esas épocas en
que escribía Historia del ojo y estaba en análisis con el Dr.
Borel. ¿ Podría considerarse a este sueño como una cuarta ver­
sión, o como una versión cero de la Segunda parte de Historia
del ojo ? ¿ Podría ser este escrito algo " olvidado" o una tram­
pa para incautos? Es que el sueño implica nuevamente a un
" padre " . En una parte del relato del sueño, el soñante circula
bajo la forma de un gentleman americano, entre unos obreros
que cavan con placer entre inmundicias oníricas. Para Bataille
esas imágenes se asocian con sus temores infantiles a las ara­
ñas, al recuerdo de que le bajaban los calzones sobre las rodi­
llas de su "padre " :

Suerte de ambivalencia entre lo más horrible y lo más


magnífico.
Lo veo con una sonrisa amarga y ciega extender sus
manos obscenas sobre mí. Ese recuerdo me parece el más
terrible de todos. Un día al retorno de vacaciones lo encon­
tré manifestando la misma afección.

70
B

A mi sueño asocio el horror de las ratas al recuerdo


de mi padre propinándome una corrección bajo la forma de
un sapo sangrante en el que un halcón ( mí padre) hunde el
pico. Tengo las nalgas desnudas y el vientre ensangrenta­
do. Recuerdo muy enceguecedor como el sol visto a través
de los ojos cerrados en roj o. Mi padre mismo, imagino que
ciego, él veía así el sol en rojo enceguecedor. Paralela­
mente a ese recuerdo mi padre sentado.
Eso me produce el efecto de hacerme recordar que mi
padre siendo joven habrá querido librarse sobre mí a algu­
na cosa atroz con placer.
Tenía como tres años, las piernas desnudas sobre las
rodillas de mi padre y el sexo en sangre como del sol.1 1 8

Ese "habrá querido ", vacilación en la imputación de in­


tenciones, junto a la indeterminación de ese "alguna cosa ",
"ambivalencia entre lo más horrible y lo más magnífico", nos
permite extraer la for m ulación atroz placer, poderoso
oxímoron que, a partir de las asociaciones al sueño, permite
hacer una lectura del sueño. Las versiones biográficas y sus
controversias podrían fijarse precisamente en ese punto: al­
guien percibe y siente signos de conmoción erótica. Los signos
de "atroz placer" se localizan en los ojos ciegos de otro, del
" padre " , pero coincidiendo con conmociones en el cuerpo
propio119• La asociación "el sol visto a través de los ojos cerra-

118
Reve, CEuvres Completes, Tome II, pp. 9 - 1 0 .
119 Esta cuestión "am bivalente" atrocidad-placer puede leerse también en
otros fragmentos del sueño como: " Los trabajadores de la cava están con
gran placer en contacto con esas inmundicias que ellos agarran con gozo
(joie) pero el visitante americano de traje arriesga mancharse y ser mordido
y no está poco disgustado y mismo espantando, sin embargo mantiene
con cuidado los peces viscosos y sanguinolentos o ratas muertas pero
amenazantes a la altura de su rostro ".

71
ENTRE BATAILLE Y LACAN

dos en rojo " j uega un papel clave, porque imagina que esa
mirada a párpados cerrados es la del " padre" ciego. El
oxímoron "atroz placer" nombra lo que lee en el otro, pero a
la vez condensa el hecho de que con eso lee lo que se produce
en el propio cuerpo. El " atroz placer" es ese exceso que el
otro saca del cuerpo " propi o" .

E l phantasme liberatorio giraría en torno a ciertos puntos


de interrogación que en Historia del ojo podrían sintetizarse
en los ojos de Marcelle. Aún muertos, esos ojos irritan, pene­
tran, acarician, pueden ser penetrados. ¿ Qué son los ojos que
sin ver, miran? ¿ Por qué en la mirada se registran signos de
excitación? Si la mirada a distancia puede tocar, acariciar, ex­
citar, cortar, penetrar, el ojo como órgano es puesto en esas
funciones. La fabricación del phantasme liberatorio de Bataille
p odría situarse en una tensión que va desde el " padre "
enceguecido en su alivio al " padre" que ha sido cegado por
aliviarse. Usando los términos de Bataille, por una "coinci­
dencia" , el " padre" se ha enceguecido al aliviarse12º. O como
una "reminiscencia " , invirtiendo la fórmula: cuando el "pa­
dre" ciego se aliviaba, sus ojos se veían de tal modo que pare­
cían ver. El falicismo redondo del ojo, en su brillo fálico, se
tensa entre el oj o ciego del " padre" y la mirada del sol, tal vez
la única ante la que todo hombre baja su mirada, salvo si está
ciego. La versión de un "padre" sifilítico, loco, ciego, aliviado,
sería una interpretación que plantea la poderosa ubicuidad
ciega de la mirada. Y esto implica que la mirada desprendida
de los ojos, una mirada desviada de los oj os, pueda pasearse
por todos lados y surgir en cualquier lugar, sea en el blanco de

120
¿ Dónde ha puesto los ojos el padre que ha quedado ciego?

72
B

los OJOS ciegos, sea en lo blanco de la leche, en la blanca


redondez del huevo, en los c-oj o-nes121, hasta culminar en el
mito de un ojo pineal, ese ojo que algún día hará eclosión en
la cumbre del cráneo para contemplar al sol ojo a ojo, como
quien mira el ojo de Dios, gozo extremo si lo hay. Pero esa
mirada no dej a de ser un ojo persecutorio al que hay que
escapar, más aún si se ha enceguecido, más aún si no se sabe
dónde ve, q ué ve, qué toca, qué mancha, qué acaricia, dón­
de penetra . . . No lejos de estas elaboraciones está la "secta de
los ciegos ", que vigilan permanentemente, persiguen, deci­
den destinos, al menos según un día escribió Ernesto Sábato122•

121
Margo Glantz llama la atención sobre esa "co-incidencia" de la lengua
española.
122 Ta l lo que se puede leer en el Informe sobre ciegos en Sobre héroes y
tumbas, Sudamericana, Buenos Aires, 1 96 8 , p. 256.

73
6

Concebir un hijo, orinar, defecar, esas funciones que el


" pa dre" ejecuta ciego, sin ver la mirada de los otros, esas
funciones para las que la humanidad ha reservado som­
bras, esas funciones que ha bitualmente son custodiadas por
p uertas p ara que no sean vistas, son exteriorizadas una y
otra vez. Y esa exteriorización, en principio aislada como
escatología, hace necesario demarcar más claramente lo que
Bataille nombró transgresión . Tampoco el procedimiento
de la apuesta en Simone, esa forma escatológica de levan­
tar las interdicciones, debe entenderse como un com bate
por eliminarlas. Si sólo se tratara de eliminarlas no sería
entonces necesaria l a presencia del cura, ni de l a madre de
Simone, incluso ni el acompañamiento de Sir Edmond, ni
que S i mo ne debiera mear a b u ndantemente los o jo s de
Marcelle para poder condescender al acoplamiento genital
c on el narrador. Pero menos a ún podría entenderse la sor­
prendente transformación del ojo censor del cura en el ojo
suicida de Marcelle dentro del oj o de Simone, inquieta
v ulv a.

74
B

Hay, en Bataille, una vers 10n hegeliano-kojeviana de la


transgresión. Bataille recurre al verbo alemán aufheben123, al
abolir conservando para señalar particularidades de la trans­
gresión. En la transgresión se trata del levantamiento de las
interdicciones, pero donde levantar no sólo significa sacar algo
de un sitio, sino también construir algo en ese sitio, como
quien levanta una pared. La transgresión, si bien abole la in­
terdicción, en el mismo acto de su abolición afirma su exis­
tencia. Las interdicciones tienen como función generar una
distinción clave: separar lo que va a resultar útil para el hom­
bre de aquello que desde entonces será considerado desecho,
inútil. Es entonces una forma de plantear el pasaj e de la natu­
raleza a la cultura 124• Aunque parte de las elaboraciones de
Bataille sobre la transgresión hayan sido la búsqueda de un
origen de la cultura a partir de la "naturaleza" 125, la clave de

123 El erotismo o el cuestionamiento del ser, 1 956, en La felicidad, el erotismo


y la literatura. Ensayos 1 944- 1 9 6 1 , Adriana Hidalgo editora, Buenos
Aires, 200 1 . En la página 347, a l plantear que las imágenes eróticas y
religiosas introducen a veces la prohibición y otras lo contrario señala "la
transgresión levanta la prohibición sin suprimirla ". Y a pie de página, en
una llamada a parece: "Es inútil insistir en el carácter hegeliano de esta
operación, que corresponde al momento de la dialéctica expresado por el
intraducible verbo alemán aufheben (que supera conservando) ". En El
erotismo ( 1 957) Bataille publica una serie de capítulos agrupados bajo el
título El interdicto y la transgresión. Allí es posible leer: '"El interdicto
está ahí para ser violado' debe hacer inteligible el hecho de que el interdicto
del asesinato, aunque universal, no se ha opuesto en parte alguna a la
guerra ". Tusquets Editores, México, 1 997, p. 9 1 . Es necesario recordar
que, por a q uellos años, tanto Bataille corno Lacan participaron de los
seminarios de Kojeve sobre Hegel, así corno Breton y tantos otros.
124 El terna de los interdictos y la transgresión también es abordado en L'
histoire de /'erotisme, inédito en vida de Bataille, redactado entre 1 950-
5 1 . Allí incluso hace entrar la posición de Uvi-Strauss respecto al incesto.
CEuvres Completes, Tome VIII, Gallirnard, París, 2002.
m Esto puede constatarse, por ejemplo, en Lascaux o el nacimiento del arte,
1 955, Alción Edi tores, Córdoba, 2003. Allí señala la im portancia del
j uego, y el arte corno j uego, en desmedro de la fabricación de herramientas
corno lo que hizo diferencia con sus parientes los simios. En ese punto se
sitúa también la doble cara de la prohibición/transgresión.

75
ENTRE BATAILLE Y LACA N

la transgresión está en el pasaje a otra cosa, ya que no es eli­


minación de interdicciones sino que se trata de abolir-conser­
vando, lo que resulta un pasaje a otro sitio. Jean Allouch se­
ñala un punto de discusión sobre la transgresión citando a
Lacan en una formulación muy sutil:

Estamos muy lejos de Lacan cuando se burlaba de la


transgresión de la cual en aquella época sacaban provecho
algunos de sus alumnos psiquiatras-psicoanalistas (nunca
derriba, decía, más que puertas abiertas) . . . 1 26

Una puerta puede estar tapiada, puede estar abierta de par


en par, o simplemente puede estar sin llave. Pero una vez abier­
ta, la puerta misma plantea ambigüedades que sólo el pasaje
puede resolver127• Es posible leer la formulación "derribar puer­
tas abiertas " con uno de los escritores literatos que formaron
parte del canon literario de Bataille128: Franz Kafka. El cuento
.
Ante la ley129, muestra hasta qué punto alguien puede quedar­
se hasta el fin de sus días, frente a una puerta abierta, por no
animarse a abrirla. Esa puerta que había sido sólo para un
hombre, al morir éste, se clausura. Una puerta no es más que
un artificio, y como tal, una barrera abierta. En Historia del

116 Faltar a la cita. p. 8 1 . Sin duda, una frase sacada del contexto de la
discusión que plantea Allouch, que incluso habría que referir a la presencia
de la afirmación de Lacan en sus seminarios del 22 de Junio de 1 955, o del
10 de Junio de 1959, por ejemplo. Dado que la formula "derribar puertas
abiertas " nos parece ineludible, hechas estas salvedades, la tomamos como
una pieza que nos permite avanzar.
117 Una puerta abierta puede ser simplemente una pintura en la pared, o un
señuelo. Variadas trampas pueden acechar l uego de cruzar un umbral.
m La literatura y el mal puede ser considerado el canon literario de Bataille.
Al que se le pueden agregar algunas indicaciones que figuran en El azul
del cielo, op. cit., p. 14.
129 Ante la ley, Franz Kafka, 1 9 14. Obras Completas, Tomo IV, Edicomunicación,
Barcelona, 1988, p. 1 13 1 .

76
B

ojo, donde todo el erotismo busca exteriorizarse, curiosamen­


te, hay un sitio donde se intenta generar un espacio privado.
En la iglesia, donde la presencia de Dios no podría ser más
evidente, se cierra la puerta de la sacristía detrás de Sir
Edmond, Simone, el narrador y el cura. Como si el objetivo
fuera que Dios no viera 130. Que sea j usto en ese sitio, y delante
de ese ojo, hace necesario afinar Ja mirada, ya que lo impor­
tante no es Jo que aparentemente sucede en esa escena: la pro­
fanación del celibato de un cura. La clave en este pasaje está
en el tratar el omnipotente ojo de Dios como un ojo humano,
Jo que haría del acto de cerrar Ja puerta una transgresión. Es
que el alcance de la transgresión es mucho más amplio que el
levantamiento de interdicciones. Se produce también por des­
plazamiento, por inversión, por deformación, por otros pro­
cedimientos que puedan ponerse en j uego, llegando incluso a
hacer patente un atroz placer en esos sitios que se encuentran
señalados como mandato. El cura de Historia del ojo, antes
de ser revolcado en los j ugos de Simone, sin traicionar su celi­
bato, gozaba del atroz placer que le proporcionaba el confe­
sionario131. Pero, ¿cuál es la diferencia entre el pan ácimo y el
vino de misa con el semen y la orina? Simplemente se han
sucedido algunos desplazamientos por la vía del olor y el co­
lor para llegar a simbolizar el cuerpo de Cristo, tomando la
parte por el todo, con excreciones corporales. Posiblemente
esas partes fueran más cercanas a un cuerpo que el pan y el
vino. ¿ Qué más logrado que representar el cuerpo de Cristo
con excreciones corporales, y una de ellas, semilla de vida?

130 Para que pueda notarse l a fuerza d e ese acto d e cerrar la puerta, el texto
en francés utiliza el término barricadé.
131
Durante el Concilio de '"(rento, bajo el nombre de pecado de solicitación, se
trató el atroz placer del confesor.

77
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Sobre estos asuntos, Michel Foucault, con su crítica a la


llamada " liberación sexual", tuvo a Bataille como predecesor.
Y Foucault, en homenaje a Bataille, escribió: "Quizás la emer­
gencia de la sexualidad en nuestra cultura es un acontecimien­
to con valor múltiple: está ligada a la muerte de Dios y a ese
vacío ontológico que ésta ha dejado en los límites de nuestro
pensamiento; está ligada también a la aparición, todavía sorda
y titubeante, de una forma de pensamiento en donde la inte­
rrogación acerca del límite sustituye a la búsqueda de la totali­
dad y donde el gesto de transgresión reemplaza al movimiento
de las contradicciones ". 132 Estas frases consuenan con las decla­
raciones que Bataille le realizara a Chapsal, y que en la película
que realizara André Labarthe pueden escucharse en voz de
Bataille: " Todo el mundo sabe muy bien lo que Dios represen­
ta para el conjunto de los creyentes, qué sitio ocupa en sus
mentes. Y creo que al suprimir ese personaje de Dios ese sitio ha
quedado vacío. Quise hablar de ese sitio vacío. Es un poco
como cuando sucede ·al darse cuenta por primera vez de lo que
significa, de lo que implica la muerte. Es decir, que todo lo que
somos es frágil y perecedero, y por lo tanto, nuestro destino es
ver disolverse en una neblina inconsistente las bases en las que
apoyamos nuestros proyectos de vida . . . ¿terminé mi frase o.. ? .

Chapsal: Sí.
Bataille: . . si no está acabada quizás expuse bastante bien
.

lo que quiero decir" . 133


132 Michel Foucault, Prefacio a la transgresión, en De lenguaje y literatura,
Paidós, Barcelona, 1 996, p. 1 40. Publicado en Critique 1 95-1 96, Aout­
Seprembre 1 963, p. 767.
133 Georges Bataille. A perdue de vue, de André S. Labarthe, 1 997. En 1 9 6 1 ,
a fectado d e arteriosclerosis, Bataille sufría d e pequeños blancos, olvidos,
interrupciones. Es a bsol utamente notable cómo esos mismos blancos
devinieron ellos mismos parre de su decir. El epígrafe con el que se a bre la
película corresponde a Lautremont: " No está al alcance de cualquiera
abordar los extremos en el sentido que sea " .

78
6

La transgresión también nombra el lazo entre el erotismo


y la muerte, que en Bataille es una constante, aún sin pasar
por ese puente que ofrece la lengua francesa, la petit mort
como un nombre del orgasmo134• En Historia del ojo apare­
cen cuatro muertes. Y ninguna de ellas es " natural " . Una
joven es atropellada; Marcelle se suicida; Granero, el torero,
muere j ugando con la muerte; el cura Aminado es estrangu­
lado por Simone. Con esas muertes, Bataille hace patente
hasta qué punto la muerte se asocia al erotismo, y hasta qué
p unto ambos, la muerte y el erotismo, pertenecen al campo
del desperdicio. Así como la muerte es un desperdicio de todo
eso que se ha acumulado en una vida, el erotismo es un des­
perdicio, un puro gasto de energía que los humanos podrían
utilizar para el bien de la sociedad. Incluso cuando el erotis-

134 Más que un lazo es una apuesta de Bataille, que en Las lágrimas de Eros
escribió: "El sentido de este libro es, como primer paso, el de abrir la
conscien cia a la identidad de la 'pequeña muerte ' y de la muerte
definitiva: de la voluptuosidad y del delirio al horror sin límites ". Tusquets,
p. 37. Los subrayados son de Bataille, y donde se lee 'pequeña muerte'
también hay que leer 'orgasmo', cuestión que no precisa el traductor y
con lo que un lector no advertido se pierde algo esencial. La omisión se
repite en la p. 87.

79
ENTRE BATAILLE Y LACAN

mo se pone al servicio de la reproducción de la especie, ocu­


parse de una cría humana puede ser contabilizado como
pérdida para cada individuo, y por ende, puede ser califi­
cado de desperdicio. Hay allí, para Bataille, una tensión
esencial de los humanos: de un lado la utilidad y la acumu­
lación de bienes, por otro, el lujo del gasto sin retribución.
Y es allí donde se sitúan las elaboraciones que más tarde va
a llamar parte maldita135• Para Bataille, una economía ge­
neral debe incluir no sólo el campo de las util idades y los
beneficios, sino también el gasto, el lujo sin retri bución, la
pérdida ociosa 136 • La dificultad que ha tenido la economía
en tratar la parte maldita responde al esfuerzo hecho para
encauzar las fuerzas humanas hacia la utilidad y la con­
servación. En ese esfuerzo por levantar y sostener las
interdicciones que recortan el gasto, se nombra transgresión
al levantamiento de las interdicciones, lo que exige también
un esfuerzo. Esa tensión humana entre el gasto en el presen­
te y la conservación para el futuro, en Bataille, es un proble­
ma de tiempo, incluso más específicamente, un problema

111 La parte maldita es una parte de la obra de Bataille que comienza con La
noción de gasto y nuclea tres volúmenes. El primero publicado en 1 949
bajo el título La parte maldita y que l uego pasa a titularse La consumición.
El segundo publicado en 1 957, El erotismo. El tercero, inédito en vida de
Bataille, Lo que entiendo por soberanía.
136 E l campo d e l o útil es para B a t a i l l e "el mínimo necesario para la
conservación de la vida y la continuación de la actividad productiva ", lo
que sería una primera parte de la economía. "La segunda parte está
representada por los gastos denominados improductivos: el lu;o, los duelos,
las guerras, los cultos, las construcciones de monumentos suntuarios, los
;uegos, los espectáculos, las artes, la actividad sexual perversa (vale decir
desviada de la sexualidad genital) representan otras tantas actividades
que, al menos en las condiciones primitivas, tienen un fin en sí mismas ". Y
por ello merecen el nombre de gasto en los que se pone el acento en la
pérdida ". La noción de gasto, 1 93 3 , en La coniuración sagrada. Ensayos
1 92 9- 1 93 9, op. cit., p. 1 1 4.

80
B

horario137• Esa relación que tiene el humano con el tiempo


podría nombrarse con términos de época, más bien aeronáuticos:
el humano padece de jet-lag, de décalage, de desfasaje hora­
rio. Siempre está a destiempo, entre el gasto y la acumula­
ción, entre el erotismo y el trabajo, entre el despilfarro y la
producción útil, y nunca podrá estar satisfecho con ninguna
elección en la medida en que el humano queda trastocado
por el desfasaje horario, su ser se ha trastornado por el jet­
lag. Entre esos ámbitos marcados por interdicciones y trans­
gresiones, en algún momento se creó un paradigma educati­
vo, la famosa fábula de la cigarra y la hormiga. Más precisa­
mente, esta fábula debería nombrarse en términos de lógica
aporía de la cigarra y la hormiga, ya que es un problema que
no puede resolverse de acuerdo a la forma en que se lo ha
planteado. Tal vez la única solución sería proceder al modo
del lógico Charles Dogson que como Lewis Carral! inventó
el snark, mezcla de víbora (snake) y tiburón (shark ) . Viburón
para decirlo en español. El humano, de ese modo, podría ser
nombrado hormigarra.

La maravilla del azar objetivo, según los surrealistas, o la


Tyché según Aristóteles, o la fortuna, según Bataille, tocó su
obra donde menos podría esperarse, en un mito, el mito del
ojo pineal. El ojo pineal tomaba como sustrato orgánico la
epífisis, glándula cuyas funciones se desconocían en su época.

137 "Todo problema en un cierto sentido es un problema de horario. Implica


una cuestión previa: -¿Qué tengo que hacer (qué debo hacer o qué tengo
interés en hacer o qué tengo ganas de hacer) aquí (en este mundo en que
tengo mi naturaleza humana y personal) y ahora? Poniéndome a escribir,
quería tocar el fondo de los problemas. Y habiéndome dado esta ocupación,
me he dormido''. La experiencia interior, Taurus, Madrid, 1 9 8 1 , p. 1 8 1
Los subrayados son d e Bataille. Evidentemente no es sin cierta ironía que
se plantea esta cuestión del humano y el tiempo.

81
ENTRE BATA!LLE y LACAN

En 1 95 8 se descubrió que esta glándula era la encargada de


generar melatonina. Al producirse la hormona fundamental­
mente durante la noche, el cambio de huso horario modifica
los ritmos biológicos y se producen alteraciones por su co­
nexión con otras glándulas endócrinas. Esta hormona tiene
q u e ver fundamentalmente con la regulación del ritmo
circadiano, e incluso, en algunos animales, determina los ci­
clos reproductivos. Lo interesante del asunto es que existe una
conexión neuronal entre la epífisis y el ojo, por lo que las
funciones de la glándula se relacionan con los niveles de luz
ambiente, lo que podría asimilar al jet-lag producido por los
cambios de longitud con los desórdenes horarios producidos
por el erotismo nocturno. Esta primicia del mito del ojo pineal
como desfasaje, señala la cuestión de la transgresión como
forma de a b ord a j e del humano. En la medida que las
interdicciones son artificios como los meridianos geográficos,
.
cada vez que alguien se desplaza entre las fronteras los altera
una y otra vez, desplazando los límites de la sociabilidad. Aún
cuando la cultura " liberadora" extienda su radio de acción,
aunque interdicciones y mandatos pierdan eficacia y se ge­
neran otros nuevos, es sobre esa movilidad que se apoya la
transgresión de cada humano. En la dimensión de acto de
"derribar puertas abiertas '', cada sujeto produce su propio
desperdicio, allí donde lo encuentra marcado como mal-dita.

Las lágrimas de Eros, el último libro publicado por


Bataille, trasgrede los hábitos de los libros. Lo que podría
haber sido una detallada recopilación histórica de imágenes
del erotismo resulta en que las imágenes se deslizan toman­
do la propia estructura del libro, desfasando los límites usua­
les: imágenes en medio del índice analítico, imágenes en la

82
B

última página donde debiera figurar el pie de imprenta, imáge­


nes en la primera página, generalmente en blanco. Las lágri­
mas de Eros, transitorio punto final del recorrido novedoso,
inclasificable y estremecedor de Georges Bataille, merece ser
considerado también en esos deslizamientos, y fundamental­
mente, en ese pasaje que va desde imágenes de pinturas y es­
culturas hasta las fotografías. Y desde ellas, es necesario
ahondar en la insistencia del tormento de los Cien trozos,
porque allí se abre otra vía para explorar la presencia del ojo
y la mirada, del ver y el ser visto. De un modo diferente a la
versión " biográfica" de ficción, esta vía debe incursionar en
el "método de meditación" de Bataille, vía en la que se in­
cluye el uso de esas imágenes, donde el disponerse a " ver"
los Cien trozos j ugó un papel clave.

83
5

Ya hemos anunciado la importancia del tormento de los


Cien trozos al afirmar que Borel dio en el blanco cuando le
entregó a Bataille un cliché del suplicio138• Ese dar en el blanco
se constata no sólo en la importancia de esas imágenes a lo
largo de su vida y su obra, sino también por la voluntad que
muestra Bataille de poner a Sade en su lugar, imaginando el
partido que hubiera sacado de las fotografías. ¿Acaso se tra­
taría de colocar el " método de meditación" de Bataille como
una pasión no repertoriada por Sade en las 1 2 0 jornadas139 ?
Sade no disponía de imágenes como las del suplicio chino y
elaboraba escenas con su escritura o su teatro. Bataille utilizó
las fotografías como un adelantado en su propio tiempo140•
Pero, ¿ de qué modo Bataille quedó anudado al tormento de

138 Dar en el blanco implica tomar el ojo de Bataille como una diana, por otra
pane, parecida a un ojo. Las referencias al suplicio se extienden a lo largo de
la obra de Bataille. Sólo los sacrificios aztecas tendrán tanta persistencia en el
recorrido de Bataille, al punto que gustaba de ser nombrado como el Azteca.
1 39 Véase Las lágrimas de Eros, Calden, p. 6 6 ; Tusq uets, p . 2 4 7 y La
experiencia interior, donde figuran El suplicio y Método de meditación.
''"' Tal era el caso cuando se publicó la revista Documents. Pero la novedad
en el uso de las imágenes y de las fotografías se extiende hasta su último
texto, Las lágrimas de Eros.

84
B

los Cien trozos? Es necesario señalarlo: hay diferencias entre


la escenificación, un cuadro y una fotografía. Y sin abundar
aquí sobre esas diferencias, es posible abrir una vía para ese
asunto citando al propio Bataille:

Un pintor está condenado a complacer. Por ningún me­


dio podría convertir a un cuadro en un objeto de aversión.
. . . el cuadro más terrible está allí para atraer a los visitan­
tes. Un suplicio real también puede despertar interés, pero
en general no podría decirse que tenga el mismo fin . 141 . .

. . . ni tampoco una fotografía estaría condenada a compla­


cer. Las connivencias de las fotografías con la realidad impo­
nen tratar de otra forma el espacio de la mirada que generan.
En ese punto, los desarrollos de Susan Sontag142 y Roland
Barthes143 nos pueden orientar. Para Barthes " �a Fotografía es
violenta no porque muestre violencias, sino porque cada vez
llena a la fuerza la vista y porque en ella nada puede ser recha­
zado ni transformado " 144• Es clave la distinción entre el
studium y el punctum que Barthes hacen en las fotografías.
Hay fotografías que no afectan del mismo modo que otras a
quien las contempla. Aunque no deja de haber en las fotogra­
fías una aplicación a un asunto, una dedicación a un tema
que Barthes llama studium, en algunas fotografías hay algo
que sale de la imagen como un flechazo, un pinchazo, un

14 1 G . Bataille, El arte, ejercicio de crueldad, texto publicado originalmente


en Medicine nº 4, junio 1 949. En La felicidad, el erotismo, la literatura, op.
cit., p. 1 1 7.
14 2 S. Sontag, Ante el dolor de los demás, Alfaguara, Buenoa Aires, 2003. La
traducción del título es problemática, ya que el título en inglés es Regarding
the pain of others, más cercano a Mirando el dolor de los otros.
143 R. Barthes, La cámara lúcida, Paidós, Barcelona, 1 999.
144 Ibíd., p. 159. El énfasis es de Barthes.

85
ENTRE BATAILLE Y LACAN

agujerito, una pequeña mancha, un pequeño corte, una ca­


sualidad, a eso Barthes lo llama punctum145• Y ese punctum
cada uno puede buscarlo, y cada uno podría encontrarlo en
las fotografías que lo afectan. Barthes, al plantear lo casual,
el azar, el hallazgo, lo raro que muestra una fotografía, refiere
a la Tyché aristotélica que Lacan había retomado unos años
antes. Así como podemos encontrar otra referencia puntual al
psicoanálisis: "Muy a menudo, el punctum es un 'detalle', es
decir, un objeto parcial. Asimismo, dar ejemplos de punctum
es, en cierto modo, entregarme ". 146 En el punctum de una
fotografía algo va al encuentro del sujeto, pero eso ocurre
porque también se trata de algo que habita al sujeto. Para
Barthes, un buen síntoma de ese encuentro es la incapacidad
de nombrar lo que punza, la incapacidad de dar nombre a lo
que provoca el trastorno.

Susan Sontag delinea algunos elementos coincidentes con


Barthes, entre ellos, al señalar que la foto es una cita, al reto­
mar que el azar o la suerte hacen que las fotografías muchas
veces borren con las distinciones entre fotógrafos profesiona­
les y aficionados, cuestión que resulta claramente manifiesta
en la medida que un fotógrafo toma una fotografía y un ar­
tista hace un dibujo, una escultura, una pintura. Más allá de
que siempre se trata de un punto de vista, que siempre un
marco es un borde y una forma de excluir. Pero el eje de su
texto es: "Al parecer la apetencia por las imágenes que mues­
tran cuerpos dolientes es casi tan viva como el deseo por las
que muestran cuerpos desnudos ". 147 Sontag señala que se es-

145 lbíd., pp. 64 y 65.


1 46 Ibíd., p . 8 9 . Los subrayados son de Barthes.
147 S . Sontag, p. 52.

86
B

pera que el fotógrafo "sea un espía en la casa del amor y la


muerte ". Esa relación entre la fotografía y la muerte también
fue señalada por Barthes, pero el trabajo de Sontag está orien­
tado más claramente a las imágenes de tormento de otros, de
cuerpos muertos o heridos. Y hace todo un recorrido que se
inicia con los grabados de Gaya, Los desastres de la guerra,
pasando por los primeros fotógrafos de guerra, hasta nuestras
épocas, en que algunos fotógrafos son perseguidos por ser
considerados cazadores de carroña fresca. Y no falta precisa­
mente la referencia a Bataille:

Uno de los grandes teóricos del erotismo, Georges


Bataille, conservaba sobre su escritorio, donde podía verla
a diario, una fotografía realizada en China en 1 9 1 0 de un
48
prisionero sometido a la 'muerte de los cien cortes' . 1

Y Sontag refiere a la intolerancia que esa fotografía pro­


duce en la mayoría de las personas, ese chino como un "Marsias
real", tan parecido a "cualquier San Sebastián del Renaci­
miento ". Estas afirmaciones ponen en cuestión el texto de
Sontag, ya que no es lo mismo presenciar un tormento que
ver u n c uadro o una fotografía, ni cualquier fotografía
conmociona. Hay, sin embargo, una curiosa coincidencia en­
tre Sontag y Barthes. Si bien Sontag señala claramente el pro­
blema de la contemplación y la conmoción de imágenes de
muerte y destrucción, en su texto no p ublica ninguna foto­
149
grafía . Barthes escribe todo un libro bajo la conmoción de
la muerte de su madre y el hallazgo de una fotografía de ella.

148 Sic, Ibíd., p. 1 1 3.


149 Tal vez incluso debió evitar la imagen que figura en la tapa, aunque de
hecho no se trata de una fotografía sino de un grabado de Goya.

87
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Y esa fotografía, llamada "la fotografía del invernadero ",


donde aparece su madre niña, no la publica. A pesar de que
publica otras fotografías, en las que se ocupa detalladamente
de circunscribir su punctum. No quiere decir esto que la posi­
ción de Barthes y la de Sontag sea la misma, pero a partir de esa
coincidencia en no hacer público lo que a cada uno de ellos
pudo haberlo conmovido, se puede leer de otra manera la
posición de Bataille. Bataille, a orillas de la muerte, tomado
por las fotografías de los Cien trozos se vio compelido a co­
municarlas, bajo el anuncio . . . -aún hoy no puedo imaginar
"

otra más loca, más angustiante- . " 1 50 • . .

150 Esto fue escrito en 1 9 6 1 , Las lágrimas de Eros, Calden, p. 66, Tusquets, p.
247.

88
7

Fue en Las lágrimas de Eros donde Bataille publicó las fo­


tografías del suplicio. Allí, la presencia de la mirada no se
reduce a la simple reproducción de imágenes que llaman al
ojo o sus lágrimas, sino que el cuidado en la elaboración del
punto de vista se propone como clave. J. M. Lo Duca, que
colaboró en el libro tomando fotografías y en la edición, se­
ñala que Bataille no sólo escribió y organizó el texto, sino
que también participó en el corte de los clichés. E incluso,
"me hizo el croquis de un tapiz de Rosso en el que yo debía
buscar un detalle que a él le interesaba "151• Mientras que en
Historia del ojo las imágenes fueron provocadas por el texto,
en Las lágrimas de Eros, se buscaba provocar efectos con el
juego de imágenes. Y el texto es subsidiario de esa búsqueda.
Por eso importa interrogar la variación fotográfica utilizada
para generar el punto de vista, saber cuál fue la búsqueda del
montaje para producir el detalle adecuado, para generar el
espacio de la mirada . Y uno de los movimientos más inespe­
rados en el texto fue pasar de las fotografías que reproducen

111 Las lágrimas de Eros, Tusquets, p. 1 O.

89
ENTRE BATAILLE Y LACAN

esculturas y cuadros a la introducción de fotografías propia­


mente dichas. Con esas fotografías, Bataille decide poner en
j uego "figuras " contemporáneas que únicamente conoció a
través de la fotografía: "En el juego que me propongo, trato
de representarme, a mí mismo y con esmero, lo que estos per­
sonajes sentían en el momento en que el objetivo fijó su ima­
gen en la lente o en la película " . 152 Esos dos personajes son el
sacrificante vudú y el supliciado chino153• En primer término
están las fotografías del vudú. El ritual vudú parece funcionar
como antecámara, con la particularidad clave de mostrar ce­
rrados los ojos de los personajes fotografiados ( ¿ qué es lo que
ven ellos?) 154• Luego se publican las fotografías del tormento
de los Cien trozos, punto crucial del texto.

Si tratamos de rastrear la mirada de Bataille, sabiendo


como él mismo puntualizara, que no hay nada tan atrayente
y fuente de tantos horrores como el ojo, no es posible dej ar
pasar la variedad de trastornos que se manifestaron en lo
que fue el manejo de la "figura " del suplicio. Uno de los
síntomas de esos trastornos es que debieron pasar más de
cuarenta años para que alguien se ocupara de leer seriamen­
te las referencias que aparecieran al pie de una de las foto­
grafías del suplicio chino. Y debieron pasar más de veinte
años para que pudieran leerse al pie de la letra las cartas que
le envió Bataille a su colaborador Lo Duca. Tan ilegibles

152 Ibid., p. 21 O.
153 En El erotismo, publicado en 1 9 57, ya habían aparecido fotografías del
ritual vudú, pero no había publicado forografías del suplicio chino.
154 Las fotografías que publicó Bataille fueron extraídas del libro Le Vaudou,
Gallimard, 1 95 5 , de Alfred Metraux. Metraux era un etnógrafo amigo de
Bataille que por sus investigaciones llegó a vivir en Tuc umán. Tenía un
parecido físico con Bataille extraordinario. Se suicidó un año después de
muerto Bata ille.

90
B

que da la impresión de que ni siquiera hubiera podido leer­


las el propio destinatario ni cuando las recibió ni cuando las
publicó como Cartas inéditas en la versión de Las lágrimas
de Eros de 1 9 8 1. Que no pudieran leerlas los múltiples lec­
tores que ( h)ojearon el libro, ¿ acaso es consecuencia de la
forma en que se incluye el suplicio de los Cien trozos? ¿ Aca­
so eso generó una especie de ceguera colectiva ? Jérome
Bourgon, sinólogo, especialista en derecho chino, tal vez haya
sido el primero en prestar atención a esos detalles155• Y su
lectura aparece j unto al trabajo de dos artistas, Huang Yong
Ping y Yan Pei-ming. De marzo a j unio de 2004 ellos expu­
sieron sus obras vinculadas al lingchi156, explícitamente aso­
ciadas a cuestiones de actualidad: "A través de los mass me­
dia, la gente se alegra de ver el lingchi de la estatua de Saddam;
el único cambio fue que el lingchi del hombre se transformó
en lingchi del objeto simbólico ligado al hombre ". 157 Segu­
ramente fue un voto demasiado optimista, como siempre
sucede cuando se trata de los humanos. En el mismo lapso
que duró la exposición, los mass media que ha bían mostra­
do el lingchi de la estatua de Saddam158 , también mostraron
iraquíes empuñando trozos de cuerpo de soldados yanquis,

155 No lo hizo Surya. Tampoco lo hizo Roudinesco, Lacan. Esbozo de una. . . ,


op. cit., p. 1 8 5 .
156 E l lingchi, o Leng-Tche, según l a antigua grafía, puede ser traducido
como desmembramiento, muerte lenta. Ha sido llamado tormento de los
Cien trozos o también de los Ocho cuchillos.
157 Debo a la extraordinaria generosidad de Roland Léthier haber conocido
la publicación Semaine, Nº 3, del musée Denon Chalon-sur-Saóne, titulada
A propos du lingchi. En ella aparece un texto de Bourgon Batai/le et le
'supplicié chinois'. Erreurs sur la personne. La frase citada es una de las
afirmaciones de Ya n Pei-ming que aparece en la Introduction de la
publicación a cargo de Frarn;ois Cheval y Juliette Babarin. Las referencias
a este folleto se harán sin paginación ya que la publicación carece de
numeración.
158 Como otrora mostraron el lingchi de las estatuas de Lenin.

91
ENTRE BATAILLE Y LACAN

trozos que habían sido quemados, cortados, para luego ser


colgados en exhibición.

Bourgon llega a formular una pregunta simple pero que a


la vez a dquiere un tono grave: ¿ Q uién es el autor de Las lágri­
mas de Eros? Y llega a esta pregunta aplicándose a la lectura
de avatares y afirmaciones que tienen que ver con el suplicio.
En primer término, el pie de foto en el que aparecen las refe­
rencias a los antecedentes de su p ublicación:

Estos clichés fueron publicados, en parte, por Dumas y


Carpeaux. Carpeaux afirma haber sido testigo del supli­
cio, el 10 de abril de 1 905. El 25 de marzo de 1 905, el
'Cheng Pao' (durante el reinado de Koang-Son) publicó el
siguiente decreto imperial: 'Los príncipes mongoles piden
que el llamado Fu-Tchu-Li, culpable del asesinato del prín­
cipe Ao-Han-Ovan, sea quemado vivo, pero el emperador
considera este suplicio demasiado cruel, y condena a Fu­
T chu-Li a la muerte lenta por el Leng-Teché (descuartiza­
miento en trozos) . ¡Respeto a la Ley!' Este suplicio data de
la dinastía manchú ( 1 644- 1 9 1 1 )
Cf. Georges Dumas, Traité de psychologie, París, 1 923.
Louis Carpeaux, Pékin qui s' en va. A. Maloine, éd. París,
1 9 1 3.159

Para leer estas líneas Bourgon no sólo recurre a Carpeaux,


a Dumas, a su propia lectura de documentos j urídicos chinos,
sino que también utiliza fragmentos de las cartas que le escri­
biera Bataille a Lo Duca, y que Lo Duca incluye en el libro
después de muerto Bataille:

159 Las lágrimas de Eros, Tusquets, p. 249.

92
B

Fontenay, 2 de marzo de 1 9 6 1 .
H e encontrado por casualidad -en Fontenay- otra foto
del suplicio chino del descuartizamiento en cien trozos. Es
completamente parecido en cuanto al suplicio, pero se tra­
ta de otro hombre. He escrito a nuestro amigo Jacques
Pimpaneau, que supongo que podría encontrar el libro de
un tal Dr. Matignon, que data de principios del siglo XX y
del que está sacada esta fotografía.
A propósito de este suplicio, he advertido que las fotos
de mi dossier no citan el texto que usted redactó para el pie
de foto. ¿ Podría decirme que hay de ello ?

Orléans, 22 de mayo de 1 9 6 1 .

Lo más molesto: me parece totalmente inadecuado el


lugar en que ha sido colocado Capuletti, al que ha puesto
entre horrores y suplicios que no pueden ser interrumpidos
de esa forma. Esto interrumpe absolutamente la lógica de
estas ilustraciones, por lo que, necesariamente debe ser
cambiado . . . . De todos modos hay que encontrar el medio
de colocar a Capuletti antes de la secuencia 'sacrificio vudú
-suplicio chino- ilustraciones finales', o, en todo caso, an­
tes de la página 224.
Siento mucho tener que exigir algo de forma tan con­
creta, pero créame, lo hago absolutamente obligado.
Reciba toda mi amistad.
G. B. 160

Bataille señaló claramente que el cuadro de Capuletti, La


botella de las Danaides, interrumpía una secuencia lógica en

1"' Jbíd, pp. 32-33.

93
ENTRF BATAILLE Y LACAN

Doble página de la edición francesa de Lis Ugrimas de Eros.

La botella de las Danaides, Capuletti.

94
B

la que se incluía el lingchi. Pero la respuesta de Lo Duca a esa


objeción fue sustituir el Capuletti por un Balthus: La lección
de guitarra. Seguramente de esa forma no levantaba la obje­
ción de Bataille. Y respecto al texto a pie de fotografía, Lo
Duca recién responde a Bataille luego de la publicación del
libro: "En cuanto al texto mismo, fue enteramente redactado
por sus manos ". 1 61 Hay un solo punto en el que coinciden el
texto y el pie de foto, y es la referencia a la publicación de
Dumas, Traité de psycho/ogie, fechada en 1 92 3 . En el resto
del pie de foto, no sólo podría considerarse un problema de
autoría, sino que Lo Duca desconoce lo que señala Bataille:
habría otro supliciado, otro hombre. ¿ Quién fue entonces el
autor de Las lágrimas de Eros? Y a esta pregunta punzante
podemos agregar que la edición en español de Las lágrimas de
Eros le ha suministrado otra serie de molestos avatares a sus
lectores. Desde una versión bajo el falso título de Breve histo­
ria del erotismo, en la que se publica todo el texto y sólo dos
imágenes, El hombre de la cabeza de pájaro y Suplicio chino,
hasta la edición aparentemente definitiva, en la que además
de errores enormes de traducción, las imágenes, o más precisa­
mente el corte de las imágenes o sus posiciones son d iferentes
a las de la edición en francés1 62• ¿ Cómo es posible que se edite
una traducción en la que aparece señalado el cuidado en el
punto de vista y al mismo tiempo se manejen de esa forma las

161
Choix des lettres, p. 572, en la nota 1 elaborada por Michel Surya, ya que
no figuran las cartas de sus corresponsales a excepción de Maurice Blanchot.
Las lágrimas de Eros aparece en junio de 1 9 6 1 , la carta de Lo Duca es de
septiembre, seis meses después de la carta de Bataille.
162
Las lágrimas de Eros, Tusquets. En esas modificaciones, en las que no
participó n i Bataille n i Lo Duca, el detalle más importante es q ue la
primera fotogra fía del s u p l i c i o se p u b l ica con un cua rto de giro, y
amputada. Sobre todo la intriga por la amputación de la fotografía fue el
que me introdujo en los problemas de edición.

95
ENTRE BATAILLE Y LACAN

imágenes ? Se redobla entonces la pregunta : ¿ q u ién es enton­


ces el a utor de Las lágrimas de Eros? ¿ El editor de una
" traidicción " tam bién es autor ? Ta mp o c o en las <Euvres
Completes las cosas son mejores, ya que se optó por p u b l i car
el libro ¡sin ninguna imagen ! 163 Ya hemos señalado que la
ausencia de las imágenes es inconveniente, pero, ¿ qué lectura
es posible de Bataille sin conocer las imágenes del supl i c io ?

La lección de guitarra, Balthus.

El trabajo de Bourgon es notable. Constata que en la


fototeca de la Library of Congress de Washington, desde 1 950,
figuran fotografías de tres supliciados, reunidos bajo un mis­
mo título, mezcladas las fotografías de tal modo que puede

163 Tome X, Gallimard, París, 1 987. Allí se lee en las notas de edición, p. 7 1 6:
" Dans l'édition Pauvert, l'iconographie abondante et souvent saissante
scande la lecture. Elle donne au texte son rythme (la maquette es de Lo
Duca). Nous ne pouvons la reprendre ici. . . "

96
B

seguirse la secuencia de la ejecución sin que se hagan las dis­


tinciones necesarias entre las diferentes personas. ¿Acaso na­
die se dio cuenta de eso ? Para él se trata de "errores sobre la
persona " como los que aparecen en Las lágrimas de Eros, por­
que el nombre del supliciado no era Fu-Tchu-Li. Fu-Tchu-Li
es el que aparece en el texto de Carpeaux y en Dix ans aux
Pays du Dragan de Matignon164, otra persona completamen­
te distinta a la que se reproduce en el tratado de Dumas y en
Las lágrimas de Eros. Ese otro supliciado que Bataille encon­
tró en Fontenay era el verdadero Fu-T chu-Li. Tres suplicios se
produjeron practicamente en el mismo sitio, con los mismos
verdugos, y muy cercanos en el tiempo: Fu-Tchu-Li, Wang

Weiqing y el que toman Dumas y Bataille, de nombre des­


conocido. Esos tres fueron los que Bourgon encontró "mez­
clados" en la fototeca de Washington.

El verdadero Fu-Tchu-li.

164 El texto del Dr. J.J. Matignon fue publica,do en París en 1 910. Tomamos la
referencia de este tex t o en E/ museo de los suplici.os, R ola nd Villeneuve,
Ediciones Martínez Roca, Barcelona, 1 9 89, p. 1 8 , 19 y 1 5 1 .

97
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Bourgon objeta también algo que en Las lágrimas de Eros


también aparece señalado: " Uno de estos clichés fue reproduci­
do, en 1923, en el Traité de psychologie, de Georges Dumas.
Pero el autor, equivocadamente, le atribuye una fecha anterior y
lo pone como ejemplo al hablar de la horripilación, ¡los pelos de
punta en la cabe:za!"1 65• Esos pelos de punta que encuentra Georges
Dumas en el supliciado, que asombran a Bataille, tienen para
Bourgon una explicación bastante simple: se trata de un desco­
nocimiento de la cultura china. En las costumbres chinas del
trato del cabello, en estado normal, el hombre se rapaba la parte
anterior del cráneo y detrás se dejaba la famosa coleta. Cuando
alguien era condenado a muerte o al exilio, se le cortaba la coleta
y se le dejaba crecer el pelo, que entonces crecía erizado. Adem�s,
ese otro rasgo que "observa" Dumas, la carne de gallina supues­
tamente provocada por el dolor, muy difícilmente pudiera obser­
varse en las condiciones históricas de la fotografía al momento
en que Dumas escribe su libro. Y, ¿ de dónde sale esa cuestión de
que el lingchi sería una condena más indulgente que ser quema­
do vivo? Bourgon, como estudioso del derecho, califica de "fal­
so testimonio " esa v�rsión extraída de Carpeaux, absolutamente
reñida con los usos del derecho en China en aquellas épocas.

Por lo tanto, el suplicio al que se refieren Dumas y Bataille


se trataba de un personaje no identificado, y no de Fu-Tchu­
Li, como aparece escrito a pie de foto. La variación de las
condenas por magnanimidad (ser cortado en trozos en vez de
quemado vivo) es insostenible bajo ningún concepto para la
j usticia china de esa época. La horripilación y la carne de ga­
llina de Dumas son meramente especulativas. Pero en lo que

165 Las lágrimas de Eros, p. 247. Breve historia del erotismo, p. 65.

98
B

concierne a Las lágrimas de Eros, Bourgon hace otras obje­


ciones. La primera de ellas es respecto al éxtasis del supliciado.
Luego de ha ber o bservado una cincuentena de fotografías,
salvo esas dos que toman Dumas y Bataille, en ninguna otra
encontró que se repitiera esa expresión en el rostro. Si bien el
éxtasis supuesto se origina en el texto de Dumas, para Bourgon,
el a utor de Las lágrimas de Eros habría consentido sin
cuestionarse de que pudiera tratarse de un caso excepcional.
Y en la medida en que Bourgon sigue las diferentes referencias
que hace Bataille al supliciado, constata variaciones textuales
fundamentalmente con La experiencia interior y en El culpa­
ble. Aquí Bourgon se hace eco de Surya, que en su biografía
escribe: "un día, el sadismo esclarece la escena, le da su cla­
ve ", "otro día el sadismo está ausente ".1 66 Eso lo conduce a
rechazar lo escrito en Las lágrimas de Eros.

Así como hubo una identidad falsa, darle un sentido extáti­


co a la imagen no sería más que una máscara. Y como broche
de ese recorrido, Bourgon propone que Bataille habría conoci­
do el suplicio, "por azar", recién en 1 934, el 3 de diciembre. Es
en esa fecha que se registra el préstamo a su nombre del Tomo
III del libro de Dumas, Nouveaux Traité de Psychologie, en la
Bibliotheque National Franr;aise167• Eso implicaría descartar la
afirmación que aparece en el texto: en 1 925 el Dr. Borel le ha­
bría regalado un cliché del suplicio. Nueva forma de lanzar su
pregunta: ¿ Q uién es el autor de Las lágrimas de Eros?

166
Michel Surya, op. cit., p. 104.
167 Por cierto, esa es la fecha q ue fi gura en la lista de préstamos en la
Bibliotheque Nacional, CEuvres Completes, Tome XII, Gallimard, París,
1 9 8 8 , p. 5 97. Pero es demasiado arbitrario suponer que lo que leyó y vio
Bataille puede reducirse a esta lista. Así como no vivió solamente en París
seguramente habitó también otros li bros y otras imágenes.

99
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Ciertamente hay, hasta ahora, una imposibilidad de resol­


ver cuáles serían las afirmaciones de Bataille y cuáles las de Lo
Duca. Esto hace difícil responder a la pregunta de Bourgon,
más allá de lo que podemos saber de la sorpresa de Bataílle
respecto a lo que aparece al pie de la foto del suplicio. Esto
podría inclinarnos a suponer que lo que áparece como texto de
Las lágrimas de Eros es de Bataiile, mientras que los pie de foto
serían de Lo Duca. Pero la referencia al texto de Dumas de
1 923, tanto en el texto como en el pie de foto, diluye la posibi­
lida d de dividir para urto el texto y para otro los pie de foto.
De todas maneras es necesario considerar si, como dice Bourgon,
Bataille conoció el suplicio por azar recién en 1934. Por lo pron­
to, Bataille a pie página, en POST-SCRIPTUM AL SUPLICIO
(O LA NUE VA TEOLOGÍA MfSTlCA), 1 953, escribe que co­
nocía el texto de Dumas, pero que en realidad sabía un poco
más, no sólo lo del Tratado 168• Por otro lado, si se toma en
cuenta el recorrido de Bataille iniciado con Historia del ojo ya
desde entonces hay un trato particular del cuerpo. Quien ha
recorrido la revista Documents podría reconocer que el trata­
miento dado a las imágenes fácilmente permite la entrada del
tormento. Como punto culminante de ese trato al cuerpo, el
artículo de Bataille 'Ta mutilación sacrificiai y la oreja cortada
de Víncent Van Gogh ", publicado en 1 930, da muestras de
b
conocer a Mir eau y haber seguido la pista de la mutilación a
partir un artículo de Borel publicado en 1 924169• Pero leído

168
"D UMAS, que en el Tratado de psicología ha reproducido dos de los clichés
(de cinco que fueron sacados que reproducen el suplicio desde el principio y
que he tenido largo tiempo en mi casa) ". La experiencia interior, p. 128, nota
1 2. En esta nota podría hallarse una de las causas del equívoco, como se
verá más adelante. Por lo pronto, Dumas publica más de dos clichés.
169
Documentos, op. cit., p. 1 1 7. Mirbeau publicó en 1 8 9 9 la novela El ;ardín
de los suplicios, j ustamente local izada en China, donde se describen
variados suplicios.

100
B

más en detalle, puede encontrarse un texto publicado también


en aquella revista, en 1930, bajo la autoría de Bataille: Esteta.
Allí aparece el suplicio elevado al estatuto de una imagen lite­
raria: "estamos obligados a observar con la misma curiosidad
inquieta (o cínica) que un suplicio chino cualquiera. " 1 70

La posición de Bourgon respecto a estos asuntos no es cual­


quiera, y está dicha desde el inicio de su texto: "solicito el
derecho de someter esas informaciones al examen crítico" . 1 7 1
Esas informaciones se refieren a sus investigaciones. No ha­
bría que argüir ningún tipo de derecho, si no fuera que cierto
asunto se ha mostrado persistentemente problemático: la pro­
pia figura de Bataille ha sido un obstáculo, cuestión ya
percibida por Marguerite Duras en vida del propio autor 1 72•
La posición de Bourgon es más evidente al final de su texto,
cuando lamenta que toda esa historia del suplicio de Las lá­
grimas de Eros "haya contribuido a borronear la mirada que
tenemos sobre la China, su historia, su derecho ".

Durante más de cuarenta años se tomó como un hecho lo


que aparecía en el pie de foto. Hay distintas formas de res­
ponder a algunas objeciones de Bourgon. Aunque esas res­
puest� s podrían resultar precarias y circunstanciales, porque
su pregunta merece otra forma de responderse, tal vez una

i;u Documentos, op. cit., p. 1 4 5 . Es necesario prestar atención a los términos


"obligados a observar".
17 1 Semaine, op. cit.
172 "La crítica se intimida con sólo el nombre de Bataille . . . Los años pasan: la
gente continúa viviendo con la ilusión de que algún día podrían hablar de
Bataille . . . Mueren sin osar enfrentar ese toro, por el cuidado extremo que
tiene por su reputación. " Esros dichos de Duras, citados repetidamente,
figuran en la revista La cigue Nºl dedicada a Georges Bataille y publicada
en 1 95 8 . También figuran en Outside, op. cit. , p. 2 6 .

10 1
ENTRE BATAILLE Y LACAN

respuesta más ajustada, aunque no precisamente ajustada al


derecho, menos aún al derecho de autor173• Podría tratarse,
simplemente, de un caso de "insubordinación de los hechos
materiales "174•

173 Seguramente no es lo mismo seguir el planteo de Bourgon que romar la


pista que puede ororgarnos Michel Foucault desde su texro ¿ Qué es un
autor?. Litoral 25126, Córdoba, 1 99 8 , p. 40.
174 Tal es el tírulo del apartado VII de La noción de gasto. La conjuración
sagrada, op. cit., p. 1 32.

1 02
4

Para poder afinar un poco más se hace necesario conside­


rar de qué se trataba el lingchi. Esta condena . . . sancionaba
"

los crímenes cometidos contra figuras de autoridad, rebelión


contra el emperador, asesinato de los padres por los hijos, o
del marido por la mujer, así como otras atrocidades (cortar un
hombre vivo, matar tres o más personas de una misma fami­
lia) . . . "175• El suplicio, realizado públicamente, tenía por fina­
lidad la muerte y se componía de varias etapas: primero se
hacían cortes en la cara, luego se cortaban trozos de los bra­
zos y las piernas, luego en el pecho, y finalmente, se cortaba la
cabeza para ser expuesta en una pica176• Todo el procedimien­
to era ejecutado por verdugos a quienes se les había trasmiti­
do oralmente la tradición. Es muy probable que las distancias

175 www.museeniepce.c om/exec ution_chinoise/p u b lications.php, sitio del


Musée Donne en Chalon-sur-Saone, página a cargo de Jérome Bourgon.
176
En www.museeniepce.com/execution_chinoise/publications.php. Es posible
visitar una serie de 12 fotografías del suplicio de lingchi sobre la persona
de Wang Weiqin, ejecutado en 1 904 por haber participado en el asesinato
de dos familias del su lugar natal, Fuling, provincia de Zhili, que rodea
Pekin. Jérome Bourgon realizó el estudio sobre las 12 placas de vidrio
tomadas mediante el método Verascope pertenecientes a los fondos del
Musée Nicéphore Niépce.

1 03
ENTRE BATAILLE Y l ACAN

El suplicio de Wang Wiqin.

1 04
B

geográficas provocaran variaciones en cuanto al procedimien­


to. De hecho las versiones que pueden extraerse de Carpeaux
y Matignon hacen comenzar el trabajo de los verdugos por el
pecho177• A partir del tra bajo de Bourgon es posible tener un
conocimiento más certero sobre los pasos que implica el pro­
cedimiento, más allá que no sepamos aún el destino final de
los restos mortales. Las doce fotografías del suplicio de Wang
Weiqing muestran desde su llegada en a uto hasta el cesto al
que van a dar los trozos que van siendo cortados178 • También
el estudio de Bourgon hace un relevamiento aproximado de
los usos de las fotografías del tormento. Por lo menos, hay
que tomar nota de que esas fotografías no son simples docu­
mentos utilizables para el estudio en el campo de las leyes o ·

de las costumbres. Ni tampoco se reducen a ensayos como el


de Bataille, sino que también han aparecido en el campo del
arte.

Julio Cortázar, en Rayuela, incluye a un estudiante llama­


do Wong, que muestra unas fotos supuestamente tomadas en
los años veinte por un etnólogo americano o danés, con una
Kodak de los veinte. A Cortázar es posible agregarle Salvador
Elizondo, con su Farabeuf. Allí se trata de un médico, H. L.
Farabeuf, que ha escrito Aspects Médicaux de la Torture
Chinoise, pero que tiene su oficio como cirujano, especial­
mente dedicado a las amputaciones. Elizondo publica una
fotografía del suplicio en su novela. Y sin duda que la prime-

177 El museo de los suplicios, pp. 1 8 - 1 9.


'"' Esta colección fotográfica contesta a una afirmación de Didi-Huberman,
quien comentando el artículo de Bataille sobre los mataderos de la Villette
escribe que "las partes arrancadas al cuerpo del ;oven supliciado chino -eso
que nadie, seguramente, osa ;amás fotografiar . . . " La ressemblance . . . , op.
cit., p. 1 62.

105
ENTRE BATAILLE Y LACAN

ra de las referencias literarias a tener en cuenta es la de Octave


Mirbeau, con El jardín de los suplicios, donde una dama, que
no es casual que sea inglesa, por aquello del vicio inglés, atrae
a un francés y lo lleva a su lugar favorito: una cárcel china. El
propio Bataille incluyó en su texto al pintor José Gutiérrez
Solana que realizó un cuadro inspirado en las fotos del supli­
cio. Cada uno de esos casos podría ser analizado por separa­
do, e incluso opuestos a los estudios antropológicos sobre las
costumbres y la justicia. Pero la cuestión clave es que muchos
han tenido necesidad de retomar las fotografías del suplicio
chino, sea por lo que surge de ellas, sea por lo que se coloca en
esas fotografías, con lo que, por lo menos, resulta una consta­
tación que se han engendrado distintas versiones, por lo que
es necesario detenerse en algunas.
Versión Dumas. El propio Bataille se había asombrado de
las observaciones de Dumas sobre la horripilación y la carne de
gallina. Es que Dumas ve pelos de punta, carne de gallina, las
contracciones de la cara y el sudor . . . Pero todo eso que él ve
tiene una pequeña historia, que como plantea Bourgon, sólo
·en 1 93 4 pudo conocer Bataille a través de Dumas. Aunque
esto no quiere decir que ese contacto haya sido por azar, ni
tampoco que en 1 934, Bataille hubiera visto por primera vez
esas imágenes. En 1 923 Georges Dumas no conocía el suplicio
chino, o al menos no habla de él. Ni siquiera fue Dumas quien
redactó el capítulo El placer y el dolor del Traité Psychologie.
Tanto el Traité como el Nouveau Traité fueron obras colecti­
vas. Es en la segunda versión, Nouveau Traité de Psychologie,
que se van a incorporar las fotografías del suplicio. El Capítulo
III del Libro II del Tomo I, dedicado en 1 923 a los estados
afectivos fue redactado por L. Barat, y revisado por Dumas. En
ese capítulo, El placer y el dolor, ya aparecen referencias a la

106
B

excitación capilar179, pero de hecho, en 1 923, el uso de las imá­


genes es mucho más reducido. Sólo se publican dos fotografías
de rostros y una serie de esquemas faciales que buscaban repre­
sentar los cambios en los diferentes estados afectivos.

Traité de Psychologie, 1 92 3 .

En 1 9 32, en el Nouveau Traité de Psychologie h a des­


a parecido Barat, quedando a cargo de Dumas l a redac­
ción del c a p ítulo de di c a do a l d o l o r y el p l a c e r. Allí,
Dumas1 80, en su posición claramente médica, transporta e l

" " Traité de Psychologie, Tome I , Libraire Félix Alean, París, 1 923. Las páginas
revisadas por Dumas corresponden desde la 402 a la 4 79. Bourgon no
consigna esta diferencia entre una y otra edición del Tratado.
llll En 1 9 30 comienza la publicación del Nouveau Traité de Psychologie en
ocho tomos. Las referencias y fotografías del suplicio aparecen en el Tomo
Il, en la edición en español, El dolor y el placer, p. 3 1 1 y ss., y en el Tomo
111, en la edición en español, La expresión de las emociones, Capítulo II,
La carne de gallina, p. 267 y ss. Editorial Kapeluz, Buenos Aires, 1 944 en
adelante.

1 07
ENTRE BATAILLE Y LACAN

suplicio de los Cien trozos hasta su l a boratorio psicológi­


co. Entre otras cosas, a Dumas l e interesa ban las emocio­
nes, el dolor, el placer, la risa, el llanto, y no sólo en el
ámbito muscular y nervioso más fino, sino también sus
manifestaciones en el plano fisonómico. Es por eso que
utiliza fotografías para il ustrar sus estudios. En ese a bor­
daje, en pa rticular sobre el placer y el dolor, en la medida
en que no es posible producirlos ni hacerlos variar en con­
diciones de laboratorio, Dumas incorpora el recurso de
las fotogra fías para extraer algunas inferencias de ellas.
Partiendo de la base de que respecto al p lacer y el dolor se
h an producido hipótesis que los consideran como idénti­
cos y otras en las que se los c onsidera opuestos, toma par­
tido por estudiarlos separadamente. Es en ese marco, que
a l describir las "expresiones internas y externas de dolor y
de placer'', en particular cuando a b orda la "expresión del
dolor " , su o bservación de las fotogra fías del supliciado
se detiene en los pelos de punta (horripilación ) , en e l su­
dor, en los movimientos de los músculos de la cara, en la
carne de gallina del paciente chino, hasta llega r a escribir
esa frase que se transforma en el oj o de la tormenta: "el
rostro expresa una especie de gozo {joie) extático con la
boca entreabierta, los ojos semicerrados . . " 1 8 1 • Esa infe­.

rencia que identifica dolor y éxtasis es l a que toma Bataille,

181
Ibíd., Tomo II, p. 353. En francés, Tome JI, Livre III, Chapitre II, " La
douleur et le plaisir", p. 285, ... le visage exprime une sorte de joie extatique
"

avec la bouche entr'ouverte, les yeux mi-e/os, l'ceil droit légerement révulsé,
les joues remontées et la tete relevée en arriere . La traducción al español
"

traduce joie como alegría, pero nosotros optamos por gozo. Cuando el
propio Dumas redacta el capítulo dedicado a la expresión de las emociones,
Tomo l!I, es posible traducir joie como alegría, porque apa rece en oposición
a la tristeza, el miedo y la cólera. Cuando aparece referido al dolor y al
placer, no con relación a las emociones, entendemos más adecuado gozo.

108
B

a un qu e para él n o s e p l antea ban l a s mismas d i ficulta­


des, porque su la boratorio no era médico sino que era la
experiencia interior. La diferencia entre a mbos se hace
patente en el tratamiento que hacen de las fotografías.
Mientras Dumas encuadra la imagen del supliciado, mi­
nimizando el lugar del p ú blico y de los verdugos, e inclu­
so, retocando las fotos, en Las lágrimas de Eros no se ex­
cluye al p ú blico, por lo tanto no recorta los clichés, y,
o bviamente, recurre a otro orden en la edición de las fo­
tografías.

Nouveau Traité de Psychologie, 1 93 2 .

Versión Bourgon. Para Bourgon, las fotografías de las prác­


ticas de ejecución de cierta é poca, en un lejano país, tendrían
el estatuto de prueba. Pero no más que eso. Tanto D umas
como Bataille contribuyeron a confundir lo que habría sido

109
ENTRE BATAJLLE Y LACAN

Nouveau Traité de Psychologie, 1 932.

el derecho chino, sobre todo con lo que concierne a la "con­


fusión" del éxtasis y el dolor. Bourgon sostiene que sólo en
dos fotografías de la cincuentena que vio, sólo las dos que
( ¿ por azar ? ) tomaron Dumas y Bataille podían dar pie a esa
idea de un éxtasis doloroso. Para él, es inaceptable hacer al­
guna referencia al efecto que pueda provocar en alguien una
fotografía. Se trata estrictamente de documentos.

Versión Lo Duca. A pesar de las objeciones que planteó


Bataille, Lo Duca editó a su manera las fotografías del supli­
co. En primer término, su intento fue oponer al supliciado un
cuadro con una imagen entera de un cuerpo desnudo, y aún
más, la imagen de una mujer a través del cuadro de Capuletti
La botella de las Danaides182• Tal vez esa hubiera sido para Lo
Duca la tensión ideal. En el cuadro, el personaje femenino

182 Las lágrimas de Eros, Tusquets, p. 234.

1 10
B

clava especies de clavos en una botella, que al modo del tonel


de las Danaides, resultaría un recipiente imposible de llenar.
Lo Duca pretendía establecer una secuencia entre el tonel, la
botella y el cuerpo del supliciado: al vaciarse sus líquidos se
va perdiendo la vida. Frente a la objeción de Bataille se con­
formó con un Balthus, donde aparece el cuerpo a medias des­
nudo de una joven183• Pero además de ese juego de imágenes,
la leyenda que incluye Lo Duca, que tampoco acepta Bataille,
evidentemente tiene su importancia. Para Lo Duca no alcan­
zó con presentar una condena en la que se troza un cuerpo
oponiéndola a un cuerpo entero, sino que puso al supliciado
en tensión con otras formas de muerte. Y para eso venía como
anillo al dedo el recurso a la magnanimidad del emperador,
que en lugar de condenar al reo a ser quemado vivo, le otorgó
el beneficio de la muerte lenta. Nadie podría decir que esa
muerte fuera menos cruel, al menos porque se desconoce quien
haya pasado por dos muertes, y menos aún, que haya conta­
do la segunda. Pero la forma en que Lo Duca presentó el su­
plicio hace patente una difracción de representaciones del cuer­
po y del dolor/placer, que logra producir efectos especiales. Y
se podría decir que aún en el año 2000, hay pruebas explícitas
de que esa oposición y ese relato siguen siendo fértiles:

. . . Bataille presenta la fotografía del su plicio chino y la


reproducción del cuadro de Balthus La lección de guitarra
una al lado de la otra. Ese corte montaje sorprendente de
una foto horripilante y un cuadro violentamente erótico,

m La lección de guitarra, Las lágrimas de Eros, Tusquets, p. 225. Este cuadro


fue pintado en 1 93 4 , pero su inclusión no resulta inocente. Laurence
Bataille, hija de Georges Bataille, fue una de las tres modelos predilectas
de Balthus, Balthazar Klossowski.

111
ENTRE BATAILLE Y LA CA N

provocó en mí una emoción muy viva, en un momento de


mi lectura, allí donde sin duda Ba tail le me había 'tocado en
la angustia'184•

Puede resultar chocante afirmar que Las lágrimas de Eros


es un texto que gira en torno al tormento de los Cien tro­
zos. Pero, ¿ p odríamos decir que el silencio sobre esas foto­
grafías es también un signo de ha ber sido afectado por ellas ?
¿ Acaso no son muchos los que se apuran a sacarse de enci­
ma esas imágenes ? ¿ Cuántos pueden leer tanto estas líneas
como las fotografías? ¿ Acaso Lacan, tan cercano a Bataille,
y que también conocía a Dumas, nunca vio esas fotografías?
¿ No es curioso que Lacan ni siquiera hiciera referencia a la
publicación de Las lágrimas de Eros? Un no-saber triangula
con Bataille y Lacan, como trianguló con Freud y Nietzsche,
tal es la hipótesis de Léthier185• Pero, ¿ podía Lacan, alguien
tanto tiempo ocupado en la imagen corporal, desconocer las
restallantes fotografías del supliciado? En caso que Lacan
hubiera visto esas fotografías, seguramente su forma de "ver "
habría sido diferente a la de Dumas, Bataille, Lo Duca,
Elizondo, Cortázar, Bourgon. Si Lacan hubiera " visto" ¿ eso
se habría manifestado en la invención del estadio del espejo ?

U<< Colette Piquet, L e supplice comme figure de la transgression, e n L'Unebéuue


Nº 1 6 , EPEL, P;i.rís, 2000, p. 100. Piquet utiliza en su lectura la edición de
1 9 6 1 , donde no figuran las cartas de Bataille a Lo Duca.
l&< Bataille auec Lacan, op. cit. Léthier señala que Lacan, a l referirse al
.c uadro de Succhi Psique sorprende al Amor en su seminario del 12 de
abril de 1 9 62, al regreso de sus vacaciones, afirma que no ha escuchado
a nadie hablar de él. Las lágrimas de Eros había sido terminado en mayo
de ese año y publicado en j u¡¡io. Pero es poco probable que desconociera
el t ra b a j o de B a t a i l ! e , al q ue i n .c l u s o contr i b u y ó . Por lo menos s u
contribución es evidente e n El erotismo, donde aparece u n a fotogra fía
de la estatua de una cortesana sagrada, de la Colección Jacques Lacan,
op. cit., p . 3 1 7.

11 2
B

Georges Dumas no fue u n desconocido para Jacques


Lacan. Probablemente conociera su Traité de psychologie de
1 923, pero además, cuando años después Dumas publicaba
el extenso Nouveau traité de psychologie, Lacan asistía a
sus presentaciones de enfermos1 86. A fines de 1 933, en di­
ciembre, al publicar en Minotaure su artículo Motivos del
crimen paranoico: El crimen de las hermanas Papin, aparece
dedicado "Al Doctor Georges Dumas, con respetuoso afec­
to "187. En el Tomo 11 del Nouveau Traité de Psychologie,
1 932, ha bían sido publicadas fotografías del suplicio chi­
no1 88 . Podemos volvernos a plantear la pregunta : ¿ habrá vis­
to Lacan la imagen de ese cuerpo trozado ( corps morcelé) ?
Por otro lado, sí bien las fotos del crimen de las Papin sólo
fueron conocidas por el jurado hasta cuarenta años después,
las descripciones periodísticas abundaban sobre el trato que
hicieron las hermanas Papin de los cuerpos de sus dos vícti­
mas1 8 9. ¿ Puede considerarse azaroso el interés de Lacan por
el tema del uso de los cuchillos, del trato de un cuerpo me­
diante corte s ? ¿ Podrían encontrarse signos de estos asuntos
en el estadio del espej o ? En 1 949, el cuerpo en trozos, los
miembros desunidos, la desintegración agresiva del indivi­
duo podría ser algunos de esos trazos190. O en La familia

186
E. Roudinesco, Lacan . . . , p. 1 0 1 . Por otra parte, Dumas aparece en una
referencia bibliográfica en la Tesis de 1 932.
187 Motivos del crimen paranoico: el crimen de las hermanas Papin, en De la
psicosis paranoica en sus relaciones con la personalidad. Op. cit., p. 338.
1 88
El pie de imprenta del Tome II dice Press Universitaire de France, 4-6- 1 932.
189 El doble crimen de las hermanas Papin, Jean Allouch, Erick Porge, Mayette
Viltard, Epeele, México, 1 995, p. 24.
'"' En el artículo sobre el estadio del espejo aparece escrito "image morcelée
du corps " y "le corps morcelée ", Le stade du miroir. . . , f.crits, p. 97. Esto
fue traducido al es p añol como " imagen fragmentada del cuerpo� y "cuerpo
fragmentado '' , El estadio del espejo como formador . . . , en Escritos, Siglo
XXI Editores, México, 2000, p. 9 0 .

113
ENTRE BATAILLE Y LACAN

pueden encontrarse las referencias a fantasías de desmem­


bramiento, de despedazamiento, de dislocación del cuerpo,
previas a las fantasías de castración. Por cierto que allí está
presente la lectura de Melanie Klein que Lacan llevaba a cabo
por esos tiempos19 1 • Pero, aunque para Lacan, en ese tiempo,
el complej o de castración es una imagen, la formulación que
hace tiene un tono particular, porque esa . . . fantasía consis­
"

te esencialmente en la mutilación de un miembro, es decir,


una sevicia que sólo puede servir para castrar un macho " 1 92•
¿ Ha de considerarse casual la presencia del término sevicia ?
La sevicia es el ejercicio de la crueldad hacia alguien que está
sometido a la autoridad de otro. Podríamos también dete­
nernos en la importancia de la unidad de la imagen en el
escrito Más allá del principio de realidad. Pero eso no puede
desprenderse del hecho de que ese escrito es una reacción a la
interrupción de la conferencia de Lacan en Marienbad,
19 3 6193• Ese texto nos sigue faltando�; pero podríamos leer
en el título que surgió como reacción, además de la paráfra­
sis de un título de Freud, po dría haber una respuesta a una
posible incredulidad provocada por su exposición, donde
podría estar en j uego el cuerpo trozado.

191 Es i m prescindible para tratar esa relación el estudio de Marie-Claude


Thomas Etude des concepts kleiniens dans l'ceuure de jacques Lacan,
Septentrion, París, 2003. En este pormenorizado trabajo aparecen algunas
referencias a Bataille, y sobre todo, a partir del ternario formulado por
Thomas, ciencia, mito y psicoanálisis bien podría hacerse presente el fuerte
lazo entre Bataille y Lacan.
192 La familia, Editorial Argonauta, Buenos Aires, 1 978, p. 67. En lugar de
sevicia a.p a rece tormento; fantasm e se trad uce como fantasía: "Ce
fantasme · consiste essentiellement dans la mutilation d'un membre, c'est­
a-dire dans un sévice qui ne peut servir qu'a cht'ztrer un mt'zle ". La famille,
Pas-tout-Lacan.
193 El estadio del espejo. Teoría de un momento estructurante y genético de la
constitución de la realidad, concebida en relación con la experiencia y la
doctrina psicoanalítica. Tal era el título de la intervención de 1 93 6 .

1 14
B

Dany-Robert Dufour en su bello texto Lacan et le miroir


sophianique de Boehme194, consigna que se han considerado
habitualmente cuatro fuentes para el estadio del espejo (nar­
cisismo, neodarwinismo, la teoría de la gestalt, el hegelianismo)
a las que agrega el papel que tuvo el espejo en la filosofía de
Jacob Boehme que Lacan habría conocido a través de Koyré.
No podríamos considerar a las fotografías del suplicio una
"fuente" en el sentido erudito del término. Pero a la inversa
del trabajo de Dufour, en lugar de demostrar la importancia
de Boehme, habría que demostrar que las fotografías del su­
plicio no tuvieron ninguna participación en la elaboración
del estadio del espejo. Aún en el caso de que algún día pueda
exhumarse el famoso texto ausente, y en el mismo no apare­
cieran referencias al suplicio, es necesario considerar un hecho
curioso: Lacan refirió muy poco a las fotografías en general,
incluso lo hizo menos que Freud. Con lo que podría conje­
turarse que una Versión Lacan sobre el suplicio de los Cien
trozos podría ser ni más ni menos que no hablar de esas
fotografías195• Por otra vía, tomando nota que Bataille había
conocido el suplicio hacia 1 925, es necesario reconocer la in­
cidencia de las fotografías en su trabajo en Documents. Partí-

194 Lacan et le miroir sophianique de Boehme, Cahiers de l'Unebévue, Francia,


1998.
195 D e las pocas veces q u e Lacan d i j o algo d e las forografías, el 8 de mayo de
1 963, en el seminario La angustia, es una oportunidad privilegiada: "en
un área cultural donde surge por vez primera la posibilidad de la imagen,
digo de la imagen especular, de la imagen del cuerpo en estado separado,
en el estado cesible bajo forma de fotografías o incluso de dibujos, y el
señuelo, la repugnancia que esto provoca en la sensibilidad de aquellos
que p u eden ve rlo surgir sú b ita mente y bajo esa fo rma a la vez
indefinidamente multiplicable y posible de expandirse por doquier, la
repugnancia y hasta el horror que, en áreas que no hay ninguna razón
para llamar primitivas, la aparición de cosas tales de la cultura hace
surgir, con la negativa a dejar tomar esas imágenes de las que Dios sabe,
hay que decirlo, hasta dónde pueden llegar". El motivo de nuestro
subrayado es simplemente marcar el tono.

115
ENTRE BATAILLE Y LACAN

cularmente en su artículo La figura humana, y, sobre todo en


el pequeño texto Informe. Didi-Huberman ha señalado que
el término informe fue utilizado por Lacan en los años 50196,
en el sentido en que lo utilizó Bataille.

Al escamoteo de la conferencia de 1 9 36, Roland Léthier197


responde con la arriesgada hipótesis de leer el texto Sacrifi­
cios198 de Bataille en lugar de la conferencia de Lacan. Sacri­
ficios fue publicado el mismo año de la conferencia frustra­
da de Lacan, y para Léthier, allí puede leerse una teoría del
yo. Es probable que esa hipótesis genere malestares en el pe­
queño lacaniano medio. Pero ¿ cuál puede ser la causa de la
ausencia o retención de ese texto ? Se podría continuar la
hipótesis-Léthier postulando que en la conferencia de Lacan,
Marienbad 1 9 36, habría algo del horror del despedazamiento
en j uego, algo tan insoportable como un suplicio chino cual­
quiera, algo más allá del principio de realidad, y eso pudo
haber motivado la censura 1 99 • Es que las imágenes del
supliciado podrían jugar el papel de negativo fotográfico de
esas otras imágenes, las imágenes del cuerpo unificado y triun­
fante. Entre estas conjeturas podría verse a Lacan siguiendo
la ruta de Bataille, a escasa distancia. Bataille, que estuvo en
Roma en 1 934, allí asistió a la conmemoración del fascismo.

196 Le gai savoir . . . , op. cit., p. 62. Ya hemos hecho esta referencia más
arri ba.
1 97 Bataille avec Lacan, op. cit.
198 Sacrificios, en El ojo pineal, op. cit., p. 2 8 . Allí puede leerse el "brillo
glacial del esqueleto sádico'', "el horror próximo del cadáver y el horror
presente de la sangrt? ligan más oscuramente el yo, que muere, a un infinito
vacío: y ese infinito vacío se proyecta él mismo como cadáver y como
sangre ".
199 Va le la pena recordar aquí que Bourgon se detiene en la ceguera que ha
rondado alrededor de las forografías del suplicio, sea en la no distinción de
personas, sea en las historias que acompaüaron esas imágenes. Ha habido
y hay dificul cades para cratar estas imágenes.

116
B

Y retornó conmovido a París, para escribir La estructura psi­


cológica del fascismo. Fue dos años después que Lacan vio
interrumpida su conferencia en Marienbad. Y regresó a París
escribiendo Más allá del principio de realidad200• Pero ese texto
pasó por Munich donde se ponía en escena el festejo nazi en
las Olimpíadas.

De todos esos indicios, tal vez lo único que puede


constatarse es que Lo Duca, tanto Dumas como Bataille, e
hipotéticamente Lacan, cada uno vería cosas distintas, justo
frente a lo "mismo " . El desconcierto de Bourgon respecto a
Dúmas, e incluso frente a Bataille, nos sitúa frente al hecho
de que lo que golpea los ojos hace patente que siempre se
trata de miradas distintas. Es que el ojo no es una ventana del
alma a la realidad, sino que con la mirada opera otra cosa,
donde es necesario tener en cuenta la distinción entre la mira­
da en tanto visión por un lado, y por otro lado en tanto que­
dar sujeto a una mirada. Es por eso que algunos pueden que­
dar atrapados en la horripilación de Dumas mientras otros la
dejan caer en el vacío; para aquellos será absurdo el planteo
de Bataille que une misticismo y erotismo, placer y atrocidad;
para otros resultará de mal gusto el manejo que hizo Lo Duca
tanto con las imágenes como con el texto y se sentirán defrau­
dados de aquellos que quedan sugestionados por ese montaje;
y habrá quienes se pregunten cómo es posible el silencio luego
de haber visto esas imágenes, si se debe al olvido o a un no
querer saber nada de eso .

XD Al hablar Lacan de la experiencia analítica en este texto señala que "el


analista actúa de tal modo que el sujeto toma consciencia de la unidad de
la imagen que se refracta en él en efectos extraños, según la represente, la
encarne o la conozca ". Escritos 1 , p. 7 8 . Estos juegos de imágenes resultan
sugestivos.

11 7
ENTRE BATAILLE Y LACAN

A un supuesto observador le puede resultar absolutamen­


te indiferente aquello en lo que alguien se siente conmovido,
porque en cada caso se pone en j uego un punctum que es
a bsolutamente particular. Barthes da pie al asunto al señalar
que las distintas formas de afectación frente a una fotogra­
fía resulta de cómo es tomado el lector/espectador, lo que
hace a distintas formas de ser tomado, de suj etarse al
punctum.

Doble página de la edición Tusquets de Las lágrimas de Eros.


El recorre de las imágenes y la variación en las posiciones dificulta
la detección del punctum.

Pero volvamos al asunto clave: ¿cómo abordar la autoría de


Las lágrimas de Eros? Las fotografías del supliciado chino for­
man parte de un montaje de textos y de imágenes. Así como la
guillotina es un montaje que espera un cuello para decapi-

1 18
B

tar201, Las lágrimas de Eros es una construcción elaborada para


desorbitar al ojo. A través de ese montaje de imágenes y texto el
autor de Las lágrimas de Eros busca poner el ojo del lector/espec­
tador en la cuestión de Eros como juego de opuestos202• Y si bien
Lo Duca nos hace saber que Bataille estaba débil, que era necesa­
rio empujarlo a trabajar, Bataille le escribió claramente que su
concepción del montaje era otra que la que Lo Duca le presenta­
ba. Los desacuerdos explícitos tuvieron como objeto las foto­
grafías del suplicio, tanto en la secuencia como en los textos.
Esas diferencias entre Bataille y Lo Duca, ¿no harían necesario
considerar que las fotografías tienen un estatuto muy particular,
diferente del de las otras imágenes? Podría llegar a decirse que
esas fotografías cumplieron una función de "autoría" del texto.
¿ Acaso si Bataille no se hubiera encontrado con esas fotografías
su recorrido hubiera sido el mismo? Esto implicaría tomar las
cosas desde otro extremo, es decir, no tomar como un problema
que Bataille hubiera pasado de las representaciones artísticas a
fotografías del suplicio, sino todo lo contrario: sería desde el
suplicio que puede ver de otro modo lo que implican las repre­
sentaciones del arte, incluso sus concepciones del origen del arte
y del hombre adquieren su fuerza desde las imágenes del suplicio.
Ellas mismas, esas imágenes, sólo podrían ser calificadas como
objetos heterogéneos, según la definición que de ellos daba Bataille
en La estructura psicológica del fascismo:

3º) Los elementos heterogéneos provocan reacciones


afectivas de intensidad variable según las personas y es
201
Bataille escribió en Historia del oio " . . . me encontré cara a cara con lo
que, así me lo figuro, me estaba esperando desde siempre, de la misma
manera que una guillotina espera el cuello que va a decapitar".
202
Tal vez pueda captarse más precisamente la particularidad de Las lágrimas
de Eros comparándola con la monumental Erotica Universa/is de Gilles
Neret, Tachen, Koln, 1 994-2000.

119
ENTRE BATAILLE Y LACAN

posible suponer que el objeto de toda reacción afectiva es


necesariamente heterogéneo (si no en general, por lo me­
nos con relación al sujeto). Unas veces hay atracción, otras
veces repulsión, y todo objeto de repulsión en determina­
das circunstancias puede convertirse en objeto de atrac­
ción o viceversa.203

Esta precisión " con relación al sujeto " de la variación entre


atracción y repulsión debemos considerarla de una justeza sor­
prendente, estrechamente relacionada a las fotografías del su­
plicio. Esto hace de esas fotografías no sólo objetos heterogéneos,
sino que resultan insustituibles en el recorrido de Bataille. Co­
rresponde avanzar por ese lado.

"'' La estructura psicológica del fascismo, en La conjuración sagrada, p. 147.


L a s bastard illas s o n de Bataille.

1 20
3

Lo que veía repentinamente y me encerraba en la an­


gustia -pero al mismo tiempo me l i beraba de ella- era la
identidad de estos perfectos opuestos, oponiendo al éxtasis
divino un horror extremo.204

Heterogénea identidad de dos contrarios, el horror y lo reli­


gioso, el éxtasis religioso y el erotismo en particular el sadismo,
"Tal es, según mi parecer, la inevitable conclusión de una historia
del erotismo "2º5• En ese extremo final del recorrido de Bataille,
cuando hace públicas las imágenes del tormento, revela un pun­
to . . . quise hacer sensible el desliza­
clave del texto, al señalar "

miento del erotismo sin medida en el erotismo consciente "2º6,


bajo un principio que puede resultar asombroso: "Lo que no es
consciente no es humano "207• Esta afirmación, esta conclusión
de Bataille, es un giro que podría resultar sorprendente luego
de haber partido de la edad de piedra para llegar al si glo XX.
Al lí, donde se separa de lo que podría ser una historia de las

".>' Las lágrimas de Eros, Calden, p. 66. Tusquets, p. 249.


�" lbíd. Esta frase aparece enfatizada en el texto.
� Ibíd. Calden, p. 63,_ Tusquets, p. 207.
JI.Ti Ibíd. Calden, p. 63, Tusquets, p. 2·09 .

121
ENTRE BATAILLE Y LACAN

representaciones del erotismo


mediante pinturas y esculturas,
allí donde introduce las foto­
grafías, señala que se trata de
la consciencia y abre un nuevo
curso para considerar lo que
sería más específicamente su
. . .

propia expenencra.

La atracción generada por


una fotografía se reparte entre el
oficio del fotógrafo y el azar de
la toma, entre el tema elegido y
quien mira, entre el tiempo de la
toma y el tiempo de la contem­
plación de la copia. Aunque tam­
bién importa el recorte de las imá­
genes cuando son publicadas.
Dumas publica las fotografías
dejando fuera los verdugos y el
público. Ese recorte, motivado en
un punctum particular, sirve de
contraste a la forma como apa­
recen las fotografías en Las lágrimas de Eros, que no solo mues­
tran al condenado y su suplicio, sino también los verdugos y el
público. Sólo así es posible percibir que nadie mira al fotógrafo.
Sólo así es posible constatar que cada fotografía del suplicio es
un compuesto de miradas: en primer término, la mirada del fo­
tógrafo que establece el punto de vista. Luego, las miradas de los
verdugos, las miradas del público y la mirada del supliciado. Por
último, quien contempla la fotografía y se afecta en ella.

1 22
B

La observación en detalle de las fotografías de los Cien tro­


zos hace patente que la visión se distribuye en dos direcciones
privilegiadas: el público y los verdugos, casi sin excepciones, se
orientan hacia el cuerpo del supliciado; el supliciado se dirige
hacia otro lado, que no es justamente su cuerpo ni el trozo que
está a punto de dejar de formar parte de su unidad corporal.
Ese movimiento del supliciado, alejarse de su cuerpo, es asimi­
lado por Dumas con el gozo del éxtasis, asunto que si bien lo
retoma Bataille lo hace en forma interrogativa208• El supliciado
parece ya haber perdido la cuenta de los trozos y eleva sus ojos
al cielo. El lector/espectador podría quedar entre líneas que to­
man dos direcciones, hacia un lado, el acto del cuchillo y el
desprendimiento de un trozo de cuerpo, hacia otro, el movi­
miento de alejarse de lo que sería el propio cuerpo, que en defi­
nitiva ha dejado de ser propio al ser objeto de la ejecución de la
condena. De un lado podría estar la fascinación por la imagen
del cuerpo en trozos, en el trastorno de la identificación a la
imagen corporal trozada, y del otro, la atracción por los ojos
del supliciado.abiertos al infinito, desprendidos del cuerpo, tras­
cendiendo el cuerpo. Mientras los ojos del público y de los ver­
dugos parecen atarse a la herida, los ojos del supliciado se diri­
gen al azul del cielo. Ojos vaciados, ciegos, ojos distanciados
del cuerpo recortado, alejándose del estático dolor corporal2°9,
ojos en éxtasis, que en su trascendencia mística, da un nuevo

21)¡ Corresponde señalar que en la traducción de Tusquets, p. 247, donde dice


"Nunca he dejado de estar obsesionado por esta imagen del dolor,
estática(?) a la vez que intolerable", en lugar de "estática(?)" debe decir
"extática(?)". En la misma página, un poco antes, también se traduce
"estática", pero debería decir "extática". Seguramente no cualquiera está
preparado para ser traductor de Bataille.
1f» En este caso hacemos trabajar al lapsus del traductor. El estático señala la
fijeza del dolor del suplicio, con el cuerpo fijado en la picota, de modo que
no haya escape al dolor. Como tampoco el cura Aminado pudo escapar en
Historia del ojo.

123
ENTRE BATAILLE Y LACAN

giro a la problemática de la mirada. Los académicos se han


sorprendido porque Bataille se colocaba ora del lado del
supliciado, ora del lado de los verdugos, ora del lado sádico,
ora del lado del paciente. Pero el asunto es si se trata de señalar
supuestas inconsistencias en Bataille, o si se trata de dos punctums
privilegiados que pueden operar alternativamente de acuerdo a
cada sujeto en su tiempo de contemplación. Y esa alternancia
está alimentada por el supuesto vacío de punctum en el centro
de la fotografía. No hay tal vacío. El pecho desollado, en la
simetría de sus dos agujeros de los que parten rayas de sangre
que bajan por el torso, esos agujeros que dejan ver las costillas,
que muestran la interioridad del cuerpo abierto, también son
ojos abiertos con lágrimas de sangre210• Allí el puro agujero des­
garrado del cuerpo, el oj o-agujero, es otra presencia de la mira­
da, es un nuevo punctum.

¿ Quién es el au tor de una fotogra fía ?

210
Bataille se detiene en señalar que el marqués de Sade escribió que lloraba
"lágrimas de sangre" cuando descubrió que había perdido el manuscrito
de las 1 2 0 Jornadas.

1 24
B

La contemplación de las imágenes del suplicio no tiene


sólo una dimensión de encuentro en la que tal vez obró la
fortuna, sino que para Bataille se incluye en él la invención y
puesta en práctica de un método211• Bataille, antes de Las lá­
grimas de Eros, había escrito acerca de su relación con esas
imágenes:

De todas formas, no podemos proyectar el punto-objeto


más que por el drama. He recurrido a imágenes conmove­
doras. Particularmente, me fijaba en la imagen fotográfica
-o, a veces, en el recuerdo que tengo de ella- de un chino

que debió ser ajusticiado viviendo yo. De este suplicio yo


había tenido, antaño, una serie de representaciones sucesi­
vas . Al final, el paciente, con el pecho desollado, se retor­
cía, con los brazos de punta en la cabeza, espantoso, horri­
ble, rayado de sangre, hermoso como una avispa.212

De un extremo a otro de este párrafo, desde "punto-obje­


to" hasta "hermoso como una avispa", se podría decir que se
encuentran los antecedentes de eso que Barthes llamó punctum.
Si en Las lágrimas de Eros, la relación de Bataille a las imáge­
nes podría mostrar lo que sería su studium, además conducía
a cercar de manera precisa su punctum en el suplicio de los
Cien trozos. "'Bello como una avispa'', el cuerpo supliciado,

211 Podría decirse q.ue todo el ;recorrido de BataiUe tiene sentido partiendo
desde la experiencia, no de desde la especulación.
212 La experiencia interior, p. 128. El aparta<io del que extraemos la cita se
titula: Primera digresión sobre el éxtasis ante un objeto: el punto. Es
necesario considerar que aquí paciente señala al que padece el suplicio.
Este térmiAo es posible encontrarlo en otros textos, como por ejemplo los
de Georges Dumas, o El jardín de los suplicios de Octave Mirbeau. El
"viviendo yo" que ha sido sorprendente para muchos, señala una forma
de comunidad entre el supliciado y quien lo contempla.

125
ENTRE BATAILLE Y LACAN

con el pecho desollado, es devorado por la mirada del lector/


espectador, pero a la vez lo penetra por el agujero de los ojos y
él mismo resulta devorado, sujeto entonces a la mirada de los
agujeros del pecho del supliciado. Esos agujeros son ojos que
en su dolor caníbal devoran los engolosinados ojos de quien,
hasta hace un instante, fue un lector/espectador, dejándolo
trastornado, sujetado a esa mirada.

El "recurso " a esas imágenes entra en otro registro. Ins­


truido por un amigo en la práctica del yoga, discernió "en la
violencia de la imagen, un valor infinito de subversión. A par­
tir de estas escenas violentas -aún hoy no puedo imaginar
otra más loca, más angustiante- fui tan perturbado que tuve
acceso al éxtasis "213• La relación a las fotografías del suplicio
deviene el recurso de un método.

m Las lágrimas de Eros. Calden, p. 66, Tusquets, p. 247. Bataille fecha ese
discernimiento en 1 9 3 8 .

126
2

Para rastrear su método hay que recurrir a La experiencia


interior. En particular a POST-SCRIPTUM AL SUPLICIO (O
LA NUEVA TECNOL OGÍA MÍSTICA), y allí, al capítulo IV,
EL ÉXTASIS. Esa tecnología, ese método de acceso al éxtasis,
toma como punto de partida que "el espíritu es un ojo "214 •
Pero el erotismo, ese gasto inútil, esa consumición, sólo es po­
sible en la medida en que el hombre cesa de querer ser todo215•
Para Bataille se vuelve aquí necesaria la dramatización, siguien­
do la experiencia de los ejercicios espirituales de San Ignacio de
Loyola21 6 • Los devotos imaginaban el Calvario, el suplicio de
Cristo como una representación teatral, proyectando el punto
en la persona de Jesús agonizante, para entonces, más allá de la
tranquilidad del lugar donde se encontraran meditando, alcan­
zar "la experiencia no discursiva "217:

u• La experiencia interior, p. 126.


215 Ibíd., p. 36. Este "no querer ya serlo todo " que se apoya en Nietzsche, se
abre a una doble dimensión del todo en su relación al vacío y a la pérdida.
216 En Sade, Loyola, Fourier, Barthes señala la importancia de algunas líneas
de La experiencia interior de Bacaille para la lectura de Loyola, Monte
Á vila Editores, Venezuela, 1 9 77, p. 46. Evidentemente no bastaría con el
recurso a los ejercicios espirituales para colocar a Bataille en la misma
l ínea que Loyola, pero es necesario tener en cuenta ese lazo.

127
ENTRE BATAILLE Y LACAN

¿Quién de entre nosotros no sueña con forzar las puer­


tas del reino místico, quién no se imagina 'que muere por­
que no muere', consumiéndose, destruyéndose de amor?218

Sin dramatizar el Calvario, sin proceder tampoco como los


orientales que se abandonan a la infinidad vacía, "nosotros no
podemos concebir el desfallecimiento extremo más que en el
amor"219• Pero para acceder a ese desfallecimiento, Bataille co­
loca al supliciado como un punctum, como un phantasme
liberatorio, tal como podía definirse desde el mito del ojo pineal,
es decir, como una visión, que tendría un efecto liberador:

Al joven y seductor chino del que he hablado, entrega­


do a manos del verdugo, yo le amaba con un amor en el
que el instinto sádico no tenía parte: él me comunicaba su
dolor, o más bien, el exceso de su dolor, y eso era justa­
mente lo que yo buscaba, no para gozar con ello, sino para
arruinar en mí lo que se opone a la ruina.22º

No se trata entonces de gozar con esa imagen, sino que esa


imagen es utilizada para llegar al gozo. Si la práctica del erotis­
mo para Bataille es la pérdida, el gasto, "la consumición bá­
quica de los cuerpos"221, un paso clave en su método es arruinar
lo que impide esa consumición. Dado que los rituales de lo
sagrado han sido drásticamente reducidos, para los contempo­
ráneos, la consumición es permitida en circunstancias delimita-

lF
fbíd., p. 128.
218
lbíd., p. 129. Reconoceran a qué poeta mística corresponde el verso.
119 lbíd., p. 129.
2211 Jbíd., p. 1 29. Sin duda que aquí "instinto sádico", formulación
problemática, debe ser sumergida en la época. Bataille seguía bastante de
cerca las publicaciones que se producían en el campo del psicoanálisis.
221 lbíd., p. 56.

128
B

das como pueden ser ciertas relaciones de alta intensidad, o los


rituales de la fiesta. Bataille introduce el recurso de un método,
que en la utilización de un punctum, le franquea el paso a la
consumición de su vida. Un ejemplar de ese método es la dra­
matización en la que coloca a Sade contemplando el pecho
desollado, tal como lo plantea en Las lágrimas de Eros:

Imagino el partido que, aún sin asistir al suplicio real,


con el que soñó, pero que le fue inaccesible, hubiera saca­
do de esta imagen el marqués de Sade: de una manera u
otra manera tenía incesantemente una imagen como ésta
delante de los ojos. Pero Sade hubiera querido verla en
soledad, al menos en una soledad relativa, sin la cual la
salida extática y voluptuosa resulta inconcebible.222

Esa dramatización se asienta en una de las versiones que tenía


Bataille de Sade, en la que ligaba el horror al placer223• Con su
método, Bataille no sólo hace caer al ojo como ventana del alma
colocándolo como golosina caníbal, sino que también le permi­
te franquear el pasaje hacia la disolución del sujeto en el atroz
placer, en su pequeña muerte. Aunque El suplicio no puede leer­
se sin otro pequeño texto, el Prólogo a Madame Edwarda:

Pero el ser abierto sin reserva -a la muerte, al suplicio,


al gozo (joie)- el ser abierto y muriente, doloroso y dicho­
so, aparece ya en su velada luz: esta luz es divina.224

222 Breve historia del erotismo, op. cit., p. 66. La traducción Tusquets de Las
lágrimas de Eros, p. 24 7, hace que el texto sea difícilmente entendible.
223 "Filosofía en el tocador es un libro agradable: ligando el horror al placer. "
Este podría ser un ejemplo de su forma de leer a Sade. Caldeo, p. 69.
Tusquets, p. 260.
224 Ta l l o que escribe Georges Bataille en 1 9 5 6 como prólogo al l i bro
pu blicado por primera vez en 1 94 1 bajo el nombre de Pierre Angélique:
Madame Edwarda. Tusquets Editores, Barcelona, 1 9 8 8 , p. 33. En este

129
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Deja de parecer extraño que Bataille nombre el suplicio al


escribir sobre Madame Edwarda si se tiene en cuenta que "Los
dos textos son estrechamente solidarios y uno no puede com­
prender uno sin el otro. "225 Sólo es posible gozar del cuerpo
dispuesto a arruinarse, y para ello, el cuerpo debe abrirse226• No
sólo es necesario dejar de querer ser todo sino que debe dejarse
caer la envoltura del cuerpo, es decir, su imagen. Y para que
caiga la imagen y el cuerpo se abra, también debe efectuar ope­
raciones con la mirada, sostén de esa imagen envoltura. En la
medida que la mirada se somete al suplicio, la imagen se abre,
el cuerpo-carne queda reducido al estatuto de un instrumento,
incluido en circuitos que lo conducen a su consumición, a su
destrucción227• Así como no hay posibilidad de conservación
del cuerpo del supliciado cuando se ha puesto en marcha la
ejecución, para Bataille tampoco hay salubridad del cuerpo
cuando se entra en el erotismo.

caso, Escohotado traduce joie como júbilo. Este texto se volvió a publicar
en El erotismo. La traducción de Antoni Vicens para Tusquets Editores,
México, 1 997, traduce joie como alegría (p. 373). Siguiendo lo que hemos
planteado (cf. nota 1 8 1 ) relacionado a Dumas, respecto a la problemática
vinculada a los registros del placer y el dolor, optamos por escribir gozo
(joie). Alegría proviene de 'vivo o animado', pariente cercano del a/legro.
Mientras júbilo de 'jubileo, solemnidad judía celebrada cada cincuenta
años'. (Joan Corominas, Breve Diccionario etimológico, Gredos, Madrid,
1 9 8 7) Gozo tiene la misma raíz etimológica que joie y jouissance, es decir,
del latín, gaudere, 'g ozar'. (Dictionnaire Étymologique du Fram;ais, Les
usuels du Robert, París, 1 9 9 1 ) Pero además, ¿qué puede colocarse al lado
del suplicio y la muerte sino algo cercano al más allá del principio del
placer freudiano? Seguramente no la j u bilación ni un tipo de flor. Traducir
joie por alegría sólo produciría alergia a Bataille. Su texto exige otra cosa.
225 CEuvres Completes, Tome III, Gallimard, París, 2002, p. 491, correspondiente a
las notas a Madame Edwarda. Evidentemente esto no podía hacerse público,
ya que una cosa era Pierre Angélique y otra Georges Bataille.
w:, Cf. Georges Did-Hubermann, Ouvrir Venus, Gallimard, París, 1 999, pp.
9 1 -99, donde toma como un texto clave a Madame Edwarda.
w La inclusión que hizo Lo Duca de La lección de guitarra al lado del
suplicio en cierta forma proponía esa vía del cuerpo-instrumento. De
alguna forma, los pasajes transgresivos de Simone producidos mediante
las apuestas i ntroducían al cuerpo en nuevos circuitos.

130
B

Pero no dej a de ser interesante volver a la cuestión del psi­


coanálisis según Bataille en el dossier sobre Heterología. Po­
demos encontrar allí un cuadro referido al tratamiento psi­
coanalítico, donde se puede leer algo de su posición:

Heterogéneo incondicionado228

CUADROS HETEROLÓGICOS
Cuadro del tratamiento psicoanalítico

Ideal del yo Gastos de tipo noble

L
Inconsciente -------• Yo consciente

Individuo reacción contra Instancia social


no evolucionado

cooperación con
negativo

Super-si
"'""� Gasto neurótico positivo
voluntad de castración del padre
con autocastración correspondiente

Sí -------+ Gasto cómico posible


Perversiones

En la neurosis es posible que el el gasto neurótico thermidoriano es el sacrificio del hijo-padre


Super-sí se haya apoderado o de la voluntad de castración, esto es la autocastración.
del poder es decir, se haya sustituido
al Ideal del yo. el gasto neurótico acaba al yo consciente qte deviniendo al mismo tiempo el sujeto
y la instancia social es destruido.

El tratamiento procede por transferencia

tratamiento psicoanalítico: el médico }


el ideal del yo destruido es sustituido por otro nuevo

que ordenan gastos diferentes


Rev. Franc.: Napoleón
Luego hay destete y retomo a un ideal del yo normal en historia, de un tipo vecino
de aquel que precedia In crisis, pero más viable.

131
ENTRE BATAILLE Y LACAN

La heterología, que en anatomía patológica designa los teji­


dos mórbidos, para Bataille implicaba una forma de clasificar
los hechos por pares, superiores-bajos, sagrados-profanos, donde
lo heterogéneo es lo fuertemente polarizado, opuesto a lo ho­
mogéneo. Esa polarización se hacía muy evidente en el artículo
La estructura psicológica del fascismo, de los primeros intentos
de conjugar la sociología francesa con el psicoanálisis. Es real­
mente interesante la síntesis que produce en este texto:

Fuera de lo sagrado en sentido estricto, que constituye


el dominio común de la religión o de la magia, el mundo
heterogéneo comprende el conjunto de los resultados del
gasto improductivo ( las mismas cosas sagradas forman
parte de ese conjunto) . Vale decir: todo aquello que la so­
ciedad homogénea rechaza como desecho o como valor
superior trascendente. Son los productos excretorios del
cuerpo humano y algunos materiales análogos (basuras,
gusanos, etc.); las partes del cuerpo, las personas, las pala­
bras o los actos que tienen un valor erótico sugestivo; los
diversos procesos inconscientes como los sueños y las neu­
rosis; los numerosos elementos o formas sociales que la
parte homogénea no puede asimilar: las muchedumbres,
las clases guerreras, aristocráticas y miserables, los dife­
rentes tipos de individuos violentos o que por lo menos
violan la norma (locos, agitadores, poetas, etc.) .229

En el cuadro heterológico sobre el tratamiento psicoanalí­


tico también se hace patente la polarización, desde el indivi-

"" Dossier "Hétérologie ", CEuvres Completes Tome Il, p. 1 7 8 .


129 La estructura psicológica del fascismo, en La conjuración sagrada, op.
cit., p. 1 4 7 . E l énfasis es de Bataille.

132
B

duo no evolucionado que evoluciona hacia gastos tipo noble,


pero que al concluir en gastos neuróticos negativos, terminan
generando una reacción contra. Es sobre todo a nivel del Ideal
del yo, cruce privilegiado de la sociología y el psicoanálisis,
que Bataille sitúa el ej e y la posibilidad de modificaciones a
nivel de los gastos del sujeto. Bataille califica muy precisa­
mente lo que para él fue el final del tratamiento psicoanalíti­
co: una modificación del ideal del yo que le abrió a la posibi­
lidad de gastos menos onerosos, "viables "130, pero gastos al
fin. El gasto, la consumición, que aquí deben asimilarse al
erotismo, siguen siendo clave.

Para Bataille, la heterología bien podría ser un nombre del


psicoanálisis. Pero ¿ qué es esa voluntad de castración del pa­
dre? ¿Y una auto-castración ? ¿ Qué es eso que debe ser arran­
cado ? Volvamos aquí a la Historia del ojo, donde podemos
leer: "A muchos el universo les parece honrado: las gentes
honestas tienen los ojos castrados. Por eso temen la obsceni­
dad. No sienten ninguna angustia cuando oyen el grito del
gallo ni cuando se pasean bajo un cielo estrellado. Cuando se
entregan 'a los placeres de la carne', lo hacen a condición de
que sean insípidos"131• Este capítulo, Los ojos abiertos de la
muerta, relata la muerte cie Marcelle, esa que no pudo sopor­
tar el erotismo fuera del armario. A la voluntad de castración
de los padres, le corresponde la auto-castración. Bajo el signo
de la castración paterna no le era posible a Marcelle soportar
los placeres de la carne, porque eran sucios y no sosos. Es que
los placeres de la carne pueden llegar a tener efectos más allá
del cuerpo y el pensamiento:

l.lO Viable, claro está, alude a lo vivo, pero bien puede marcar una vía.
231 Historia del oio, 1 928, p. 72. El énfasis es n uestro.

133
ENTRE BATAILLE Y LACAN

No me satisfacía tampoco el libertinaje habitual, porque


ensucia sólo el desenfreno y deja intacto, de una manera u
otra, algo muy elevado y perfectamente puro. El libertina­
je que yo conozco mancha no sólo mi cuerpo y mi pensa­
miento, sino todo lo que sea posible concebir, es decir, el
gran universo estrellado que juega el papel de decorado.232

Para Bataille, la castración no se reduce a cierta pieza ana­


tómica llamada pene, sino que pone en j uego órganos como
el ojo, que no sólo es una parte del cuerpo, sino un medio o
conducto que permite el contacto. Desgajado de la imagen y
de la palabra, Bataille produjo un nuevo corte: no se trata de
un trozo que se pierde en tanto imagen corporal, no se trata
de un nuevo trozo en tanto nombrable, es pura pérdida uni­
versal, es un sesgo del objeto como catástrofe, que para él
convoca las fotografías del supliciado chino, al modo en que
lo sitúa en Las lágrimas de Eros.

ll2 lbíd., pp. 72-73.

1 34
1

Para Bataille el psicoanálisis tuvo un papel fundamental,


pero el lazo Bataille-Lacan provoca interrogantes e inquietu­
des, silencios y búsquedas. Y tal vez los dichos de Pascal
Quignard tengan la suficiente fineza como para ser de los más
atendibles:

En fin, sobre lo intocable. Soy un hombre que toca. No


hay intocable y por vía de consecuencia no hay paria. La
invención central de Lacan, para mí, y para mí derivada
directamente de la parte maldita de Bataille, es el objeto a
minúscula. Son nociones geniales en sus consecuencias. Se
trata muy simplemente del objeto precioso que los
humanoides sobrevivientes, un buen día, cerca de de­
saparecer, eligieron dej ar disimulados bajo tierra. La
agalmatófora, en Grecia antigua, es lo que "lleva en su
corazón la imagen" de alguien. Sé lo que es eso. Y para
decirlo todo rápidamente Jacques Lacan es para mí tan
poco intocable que no distingo entre Bataille y Lacan (por
otra parte ellos mismos son tan poco distinguibles que es­
posa e hija perdieron sus nombres propios durante muchos

135
ENTRE BATAILLE Y LACAN

años). Admiro enormemente ese bi-pensa:miento alimenta­


do en los mismos ríos surrealistas que Benveniste o Mauss
o Lévi-Strauss, etc. 233

A diferencia de Roudinesco, Quignard plantea la cuestión


Bataille/Lacan como un bi-pensamiento alimentado en ríos
surrealistas. Es probable que si a Roudinesco se le hubiera
ocurrido una imagen con ríos hubiera exigido para cada río
aguas exclusivas. Porque para ella su tarea ya esta ba plantea­
da de antemano: Lacan habría " desconocido" a Bataille, es
decir, habría utilizado sus formulaciones sin citarlo como fuente
o afluente, por lo que la tarea de "historiadora" estaría mar­
cada por la constante preocupación por la exactitud. Pero
algo que salta a la vista es que su "preocupación" general­
mente provoca errores de lectura, cuando no la constante
malversación de informaciones234• Es cierto que la forma de
Lacan de citar a Bataille tuvo sus particularidades, y para
mostrar algo de eso tomaremos otro caso, además del ya refe­
rido sobre Madame Edwarda. De hecho no hay demasiados:

ID Pascal Quignard, le solitaire. Flohic, París, 200 1 , p. 1 82. Bataille reconoció


de distintas formas la importancia del surrealismo en él: "La influencia del
surrealismo en mí ha sido muy importante, pero iamás formé parte del
grupo, con el cual mis relaciones fueron a menudo hostiles". Nota a Notice
Autobiographique, ffiuvres Completes, Tome VII, p. 6 1 5 .
234 Tomemos u n a página de Roudinesco, d e su Lacan . . , p. 1 8 6 . Allí donde
.

Bataille h a bía escrito q ue su análisis con Borel ''. .. tuvo un resultado


decisivo, puso fin en agosto J 927 a la serie de desgracias y fracasos siniestros
en los que se debatía, pero no a un estado de violencia intelectual que aún
dura", ( véase nota al pie 37), Roudinesco escribe: "Borel alentó a Bataille
a escribir, sin tratar de poner término al estado de violencia intelectual de
que se que¡aba". De hecho, Roudinesco reconoce que buscó un "personaje"
literario para escribir su biogra fía de Lacan. Pasó por Hans Castorp, de
La montaña mágica, al músico loco del Doctor Fausto. Pero como Lacan
no era alemán, hizo " . . . de la vida de Lacan la historia de una pasión
balzaciana: la iuventud de Louis Lambert, la madurez de Horace Bianchon,
la veiez de Balthazar Claes" . En Généalogies, op. cit., p. 1 2 3 .

136
B

Hay toda una historia del ojo, es el caso de decirlo.


Aquellos que tienen acá la oreja abierta a lo que puede ser
información larvada, saben a qué hago alusión al hablar
de la Historia del ojo. Es un libro publicado anónimo, por
uno de los personajes más representativos de una cierta
inquietud esencial de nuestra época y que pasa por una no­
vela erótica. La Historia del ojo es rica por toda una trama
bien hecha para recordarnos, si se puede decir, el encaje,
la equivalencia, la conexión entre ellos de todos los obje­
tos y su conexión central con el órgano sexual.235

Lacan muestra en estas pocas líneas ser un buen lector


de Historia del ojo, marcando desde el inicio la dificultad de
llamarla novela erótica , es d ecir, ¿ q uién puede excitarse
leyéndola ? Es en la medida que ese seminario tomó a la mira­
da, a la pulsión escópica como punto central que aparece la
referencia a Historia del ojo . Aunque poco antes de este acon­
tecimiento, en 1 964, en las sesiones de seminario transcurri­
das en febrero y marzo, la mirada como objeto a minúscula
fue el eje de trabajo de Lacan. Y la primera entrada de ese
trayecto fue titulada 10 años después La esquízía del ojo y la
mirada236• Y en la segunda de las reuniones, dedica un tiempo

m Jacques Lacan, Seminario El obieto del psicoanálisis, sesión del 1 de junio


de 1 966. El énfasis en alusión es nuestro, así como establecer que "historia
del oj o " refiere al texto de Bataille.
236 Los cuatro conceptos fundamenta/es del psicoanálisis, Barral Editores,
E s p a ñ a , 1 9 7,7, p p . 7 7- 1 2 8 . El s e m i n a r i o tuvo l ugar en 1 9 6 4 y el
establecimiento realizado por Miller fue publicado en 1 973, o sea !:¡ue los
títulos de las sesiones son de ese año. Allí homenajea a Maurice Merleau­
Ponty, recientemente fallecido, a través de su texto Lo visible y lo invisible,
lo que no lo muestra indiferente a la muerte. Y también hace referencia a
Roger Caillois, a su texto Medusa & Cía., con lo que hace patente que no
desconocía lo que se gestaba por esas zonas donde el nombre Bataille no
era cualquiera.

137
ENTRE BATAILLE Y LACAN

a la óptica de los ciegos utilizando un texto de Diderot237•


Todo eso sin recordar para nada al " padre" ciego de Historia
del ojo ni los avatares de Simone, el narrador, Marcelle, el
cura, el ojo de Dios . . . Esto no parece hacer mucha diferencia
con el trato que recibió Lord Auch por parte de la revista
Documents, dirigida por Georges Bataille.

Pero, ¿cuál era la posición de Lacan que hablaba por vía


de alusión acerca del autor de Historia del ojo ? La alusión
bien podría ser un rasgo de estilo en Lacan. Porque no sólo
Bataille aparece de ese modo, sino que también podemos en­
contrar alusiones a Breton, Althusser, es decir, a algunos de
sus contemporáneos. Por otro lado podría aducirse que no
fue hasta 1 967 que la Historia del ojo se publicó bajo el nom­
bre de Bataille. Sin embargo, en agosto/setiembre de 1 963, la
revista Critique Nº 1 95 - 1 96, homenaje a Bataille, no sólo
contenía el artículo de Barthes La metáfora del ojo, sino que
en la relación de obras del homenajeado, al final de la revista,
ya aparecía públicamente el texto con el nombre de ese autor.
La "información larvada " de Lacan bien podría funcionar
como una declaración en referencia a la retención del nombre
de Georges Bataille. Porque esa alusión al autor "anónimo"
·
de Historia del ojo ocurre, curiosamente, en el mismo año
que se produce la ausencia en el índice de nombres del autor
de Madame Edwarda en la edición de los É crits. Ni Pierre
Angélique ni Georges Bataille, pero tampoco Lord Auch. En­
tonces, no se trataría de un olvido sino de una retención, una
retención a travesada por una anticipación adj udicada a

237 Ibíd., p. 96. El texto de Diderot se titula Carta sobre los ciegos para uso de
los que pueden ver. Este texto fue recientemente editado por El cuenco de
plata.

138
B

Schreber238• Esa forma de colocar los nombres debe transfor­


marse para nosotros en un desafío, incluso una vía de acceso
al uso que Bataille hiciera de eso que habitualmente se llama
seudónimo.

El bi-pensamiento postulado por Quignard, para él se con­


tinúa en lo que podríamos llamar una bi-propiedad. La bi­
propiedad, entre otras cosas, de una mujer: Sylvia. Pero antes
de llegar a Sylvia, es necesario considerar el lugar que para
Bataille ocupó otra mujer, Laure. Colette Peignot, que se ha­
cía llamar Laure, murió el 7 de noviembre de 1 93 8 . Bataille
había convivido con ella desde 1 93 5 , y el dolor que le provo­
có su muerte se evidencia en la correspondencia de ese tiempo,
pero también veinte años después, en su nota autobiográfica
escrita hacia 1 95 8 . La sociedad secreta Acéphale, en la que
también Laure ha bía participado activamente, comenzó a
declinar, al punto que en 1 93 9, antes de que se desencadenara
la Segunda Guerra, " En el último encuentro en el corazón del
bosque no éramos más que cuatro y Bataille nos pidió solem­
nemente a los otros tres que Lo matáramos, a fin de que ese
sacrificio, fundando el mito, asegurara La sobrevivencia de La
comunidad"239• Un asesinato primordial como forma de fun­
dar una sociedad, asunto no muy lejano al mito freudiano de
Totem y tabú, nunca llega a concretarse. Pero una de las
lecturas posibles de ese ofrecimiento en sacrificio podría rela­
cionarse a su duelo por Laure. Incluso, la Suma Ateológica
podría considerarse una escritura de su duelo por Laure, el

238 Recuérdese lo planteado en A.


'39 P a t r i c k Wa l d b e rg, A cép halogramme, M a g a z i n e L i t é r a i re , 1 9 9 5 .
Lamentablemente l a bienvenida traducción d e los textos d e l a revista
Acéphale, Caja negra editora, Buenos Aires, 2 0 0 5 , incluye sólo u n
fragmento del texto d e Waldberg, y n o este párrafo esencial.

139
ENTRE BATAILLE Y LACAN

relato del descenso a los infiernos, con Nietzsche cumpliendo


la función de Virgilio24º.

Volviendo a Sylvia, supuestamente bi-propiedad de dos hom­


bres, seguramente es posible poner certeramente en claro que
con Sylvia se trató simplemente de una cuestión legal; o que el
nombre Bataille sirvió de protección contra las persecuciones
antijudías; y que se puede distinguir precisamente cuando esa
mujer fue de uno o de otro; que eso no ocurrió al mismo tiem­
po sino sucesivamente. Pero para el caso vale la pena señalar
que no sabemos a qué parte de ella se enlazaba cada uno, Lacan
y Bataille. Y si seguimos aquí cierta lógica batailleana, es una
petición de principios individualista241, y por ende insostenible,
suponer que no se puede dividir en trozos a una mujer, que para
cada uno sea exclusivamente alguno de esos trozos lo que
gozosamente devora. Y un individuo dividido en trozos, tam­
poco importa si se trata de hombre o mujer, como lo muestra
claramente el ojo del cura que perfectamente se vuelve ojo de
Marcelle en la vulva de Simone, sin que ello sea problemático
para su falicismo redondo. Con Sylvia ( Makles, Bataille,
Lacan}242, aún sin saber qué objeto extraían de su cuerpo

240 Bataille, junto a Michel Leiris, editó por primera vez los textos de Laure.
Escribió un pequeño texto, Vie de Laure. Este texto se ha publicado en
Écrits de Laure, Pauvert, París, 2005. Allí es posible leer, además de los
escritos de Laure, otros textos sobre su relación con Bataille, incluso
enterarse que Bataille, al final de su vida, ma ntuvo algunos contactos con
Jérome Peignot, hijo de Laure.
241
Viene al caso considerar que para Jérome Bourgon uno de los mayores
malestares, en tanto jurista, fueron los "errores de persona ". No sólo lo
que concierne a nombrar como Fu-Tchu-li a quien no lo era, sino esa
forma de barajar las fotografías en la biblioteca del congreso de EEUU
donde no se seguía la línea de cada supliciado sino la línea del proceso de
ejecución.
242 ¿ Sería indiferente para Jacques Lacan que Sylvia usara Bataille como
apellido? Pero por si a alguien le resulta molesto el lugar que aparentemente
se le adjudicaría aquí a Sylvia, el lector pude recurrir al final de la entrevista

140
B

eróticamente abierto, porque ese objeto es exteriormente ínti­


mo e íntimamente exterior. ¿ Qué puede decirse de la propiedad
de un objeto erótico? Solo podemos saber que Bataille, para su
particular objeto elaboró un mito, el mito del ojo pineal: un
tercer ojo que pasaría de ser interno a ser externo, que se exte­
riorizaría en el momento propicio, digamos en el momento de
éxtasis erótico. Lacan, en un esfuerzo de formalización que te­
nía como intención retener el objeto por más tiempo, anudó el
temario, real, simbólico, imaginario. Para ambos la ciencia no
tiene elementos para tratar esos objetos, y más allá de los es­
fuerzos que hicieron por aprehenderlo, eso no quiere decir que
no se les escaparan tanto a uno como a otro.

HOMBRE - UN EMINENTE QUÍMICO INGLÉS, EL DR. CHARLES


HENRY MAYE, SE HA ESFORZADO EN ESTABLECER DE FORMA EXAC­
TA DE QUÉ ESTÁ HECHO EL HOMBRE Y CUÁL ES SU VALOR Q UÍMICO.
VEAMOS LOS RESULTADOS DE S US SABIAS INVESTIGACIONES. LA
GRASA DEL CUERPO DE UN HOMBRE NORMALMENTE CONSTITUIDO
ALCANZA PARA FABRICAR SIETE PASTILLAS DE JABÓN. SE ENCUENTRA
EN EL ORGANISMO TANTO HIERRO COMO PARA FABRICAR UN CLAVO
DE TAMAÑO MEDIANO Y AZÚCAR COMO PARA ENDULZAR UNA TAZA
DE CAFÉ. EL FÓSFORO DA PARA 2200 FÓSFOROS. EL MAGNESIO
ALCANZA PARA TOMAR UNA FOTOGRAFÍA. Y AÚN UN POCO DE POTASIO
Y AZUFRE, PERO EN CANTIDAD INUTILIZABLE. ESTAS DIFERENTES
MATERIAS PRIMAS, EVALUADAS EN EL MOMENTO ACfUAL, REPRESEN­
TAN UNA SUMA DE 25 FRANCOS.

NOTICIA PUBLICADA EN DOCUMENTS Nº 4, P. 2 1 5 , 1929

En lo que concierne a la bi-propiedad respecto a una hija


de Judith Miller (ex-Bataille, ex-Lacan) no es posible decir

que le hicieron a Philippe Sollers, cuando éste pretende ayudar a Lacan a


levantarse y ella interviene diciendo "Pero déjelo, ya es grande ". Lacan
mismo, entrevista real i zada a Philippe Sollers por Sophie Barrau, en
Opacidades 3, Ediciones cernedor, Buenos Aires, 20-04, p. 240.

141
ENTRE BATAILLE Y LACAN

demasiado, aunque del lado de Laurence Bataille243, conside­


rada como hija de Georges Bataille, criada en casa de Jacques
Lacan, ubicada más tarde del lado del psicoanálisis y no del
lado literario, es posible establecer algunas cuestiones. Ella
puntualiza la inconveniencia de que quien hubiera escrito cier­
tas cosas fuera su "padre" , cuestión que quedó totalmente al
descubierto cuando se borraron los "seudónimos" . Tal es el
testimonio que recogió Philippe Sollers al expresar a Laurence
Bataille su admiración por Georges Bataille. Laurence respon­
dió: "Escuche, ¡no! Cuando se escriben ciertas cosas, se debería
pensar en su progenie"144• No deja de resonar allí la alusión que
Lacan hizo en su seminario, al que muy probablemente asis­
tiera Laurence Bataille. Y si fuera el caso que Historia del ojo
estuviera incluida como una de esas "ciertas cosas " molestas
para Laurence, ¿ podría decirse que Lord Auch era su "pa­
dre" ? Para que esto comenzara a ser un problema para ella,
fue necesario que la propia Laurence Bataille lo pusiera en ese
lugar. No alcanzaba con que para algunos Lord Auch hubiera
comenzado a utilizar el nombre Georges Bataille245• Con la
posición de Laurence Bataille "se debería pensar en su proge­
nie ", hace presente una confusión entre obra y descendencia.

243 Laurence Bataille escribió un artículo titulado Reminiscencias sin recuerdo,


en el que podría revelarse la importancia del término reminiscencia en los
a lrededores de Bataille. Publicado en Litoral 1 9/20, 1 986, constituía una
ponencia del coloquio Cuando el inconsciente se hace saber. Un par de
años antes había publicado otro texto: El ombligo del sueño. En éste
último habla su padre, considerado "un hombre de letras'', que en el sueño
es representado bajo la figura del reyezuelo, un ave que roba el fuego de
los dioses. Este sueño que relata Laurence tuvo lugar a l comienzo de su
análisis, al año siguiente q ue s u padre muriera. Los dos artículos de
Laurence Bataille figuran en E/ ombligo del sueño. De una práctica del
psicoanálisis, Paidós, Buenos Aires, 1 9 8 8 .
244 Lacan mismo, p. 237.
245 ¿ Acaso no podría referirse ta mbién a esto la "información larvada .,
formulada por Lacan, es decir los trastornos que puede llegar a provocar
una alteración de nombres?

1 42
B

¿Acaso es tan fuerte la afirmación bíblica por los frutos los


conoceréis, que un alguien podría "descubrir" quién fue su
"padre" por lo que escribió? ¿O los hijos tendrían que vivir
de acuerdo a la obra de un "padre " ? Si los nombres Lord
Auch, Pierre Angélique o Louis Trente circularon por la ciu­
dad, no quiere decir que alguien sea " hija" precisamente de
alguno de esos nombres. Pero sobre todas las cosas, lo que se
hace evidente es que Laurence, prendida a cierto modo de
" familiarización", no estaba en condiciones de reconocer ese
sesgo escatológico con el que el propió Georges Bataille recor­
tó las figuras de un " padre" y una "madre " . Menos aún, ge­
nerar su propia escatología para librarse de su "padre " .

143
o

Entre Bataille y Lacan la oposición entre el mito y el ternario


hace una diferencia que no es mínima, pero que se ahonda en
el recurso a distintos métodos. Para Bataille la parte maldita
se desliza entre las imágenes y los textos, donde Las lágrimas
de Eros sería el libro ejemplar. Pero el método en Bataille, que
no en vano lo llamó método de meditación, implicaba una
dramatización cuyo objetivo era proyectar un punctum que
permitiera acceder a la consumición del erotismo. Aurique no
se tratara de una ascesis en el sentido religioso, ni cristiana ni
oriental, de todos modos seguía siendo una ascesis con un
objetivo definido de antemano. Mediante el uso del suplicio
de los Cien trozos, penetrado por el paciente descarnado y
extático, lograba desprenderse de todo lo que podía impedir­
le la conmoción que lo conduciría a punto de éxtasis. Con
Lacan, fiel al método freudiano, tratándose de la mirada en
particular, presente en el dispositivo analítico como apercepción
en tanto puede ser vista sin saber, "esta posición de no saber
lo que se dice de ella es, propiamente, lo que debe ser dado
vuelta en el análisis, lo que debe ser forzado en el análisis, lo
que hace que el análisis abra un nuevo camino en el progreso

1 44
B

del saber. Se puede decir que el analista fracasa en su misión


no progresando, justamente, allí donde está el punto vivo
donde debe consagrarse su esfuerzo "246• El "punto vivo ", cum­
ple una función distinta para Lacan, ya que se trata de un no­
saber al q ue no se responde con un saber, sino forzando un
saber, lo cual no dice de antemano sobre las consecuencias

Nadja, sus hojas de helecho.

246 El objeto del psicoanálisis, 5 de enero de 1 966, inédito. En la Reseña de


enseñanza correspondiente a este seminario, Lacan plantea ciertas dificultades
de trato con la mirada, porque con ella no puede desconocerse la división
del sujeto, que es soporte del deseo. Y escribió: "Estos otros objetos, sobre
todo la voz y la mirada (si dejamos para luego el objeto en juego en la
castración), forman un mismo cuerpo con esta división del sujeto y
presentifican en el propio campo de lo percibido la parte suya elidida
como propiamente libidinal".

1 45
ENTRE BATAILLE Y LACAN

que esto puede tener en el saber. El punctum de Bataille hace su


partida desde una escenificación que supone un saber previo,
asentado en la consciencia como lo especifica en su último
texto247, por más que su no-saber sea la derrota del pensa­
miento248. En esa diferencia metódica, para Bataille, se trata­
ba de reencontrar su objeto para "morir" en él.

Ese "bi-pensamiento alimentado en los m ismos ríos


surrealistas" postulado por Quignard hace necesario considerar
a los surrealistas. Para el caso, podemos dirigirnos a Breton, como
uno de sus principales ríos . Breton también habría colaborado
en cercar eso que Bataille llamó parte maldita y Lacan objeto a
minúscula. Basta seguir la lógica que va desde Nadja hasta El
amor loco. De Nadja, o Leona, lo único que conocemos son los
ojos, en ese montaje fotográfico con el que Breton los imprime
varias veces bajo el título de "sus ojos de helecho ", o el dibujo de
Nadja que ella llamó "la flor de los amantes '', extraño vegetal
cuyos pétalos son ojos y su tallo una serpiente249. El último de sus
"amores maravillosos" le aconteció a Breton en diciembre de
1 943 y el relato apareció en Arcano 1 7: "En la gélida calle te veo
moldeada en un escalofrío, con tan sólo los ojos al descubier­
to . . . eras la propia imagen del secreto . . . en tus ojos de final de

247 Para Lacan, a la inversa, "/o que falsea la percepción si puedo decirlo, es
la conciencia'', ibíd.
248 "La derrota del pensamiento es el éxtasis (en potencia); en efecto, es el
sentido de lo que digo, pero el éxtasis no tiene más que un sentido para el
pensamiento, la derrota del pensamiento. . . . si la disolución del pensamiento
me pone en éxtasis, obtendré del éxtasis una enseñanza ". "La muerte del
pensamiento es la voluptuosa orgía que prepara la muerte, la fiesta que la
muerte da en su casa ". El no-saber, en La oscuridad no miente, Ta urus,
Madrid, 2002, pp. 78-79.
249 A. Breton, Nad¡a, Ediciones Cátedra, Madrid, 1 99 7, pp. 1 9 1 - 1 9 8 . Podrían
agregarse varios ejemplos de la importancia de los ojos en la obra de Breton.
Tan solo para atizar vuestra avidez: " . . . es la única estatua, que yo sepa, que
tiene ojos: los de la propia provocación '', p. 233.

146
B

tempestad se podía ver cómo se elevaba un pálido arco iris . . . " 250
Y qué decir de la conclusión a la que había llegado Breton años
antes en El amor loco, donde señalaba que había podido
" . . . constatar que bajo las apariencias extremadamente disímiles
trataba de definirse, en cada uno de esos rostros, un rasgo co­
mún realmente excepcional. "251• Para Breton un rasgo común
. .

y excepcional fueron los ojos de sus mujeres, que ocuparon un


lugar privilegiado a lo largo de su historia252•

La flor de los amantes.

250 Introducción a Nadja, Cátedra, Madrid, 1 997, p. 36. El énfasis es nuestro.


211
A. Breron, El amor loco, Alianza Editorial, Madrid, 2000, p. 20.
m Es necesario decir que para Breton no fue indiferente la publicación de
Historia del ojo. "Ha aparecido un libro de Bataille, Georges Bataille:
Historia del ojo, por Lord Auch que es absolutamente maravilloso. No
solamente es el más bello libro erótico que conozco, sino también uno de
los siete libros mas bellos que he leído . . . El acontecimiento intelectual del
año. " Tal lo que le escribió André Breron a Simone Khan el 1 9 de agosto
de 1 928, el mismo año que había publicado Nadja. ANDRÉ BRETON.
L'A M O U R F O L IE . Suzane. Nadja. Lise. Simone. Georges Seb bag.
jeanmichel place, París, 2004, p. 1 64 .

1 47
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Si seguimos el curso abierto por Quignard, que incluye la


ofrenda como objeto a minúscula/parte maldita, colocando
a su lado el agalma a los que agregamos a Breton, en quien
los oj os ocuparon un lugar clave, y, remontando l a senda,
c o locamos a Lacan que recuerda que Fre u d ya h a bía
pesquisado el ojo ciego arrancado de Hoffmann. La parte
maldita/objeto a minúscula, podría resultar como los cadá­
veres exquisitos de los surrealistas. Un cadáver exquisito es
un procedimiento gráfico por el cual cada uno de los parti­
cipantes agrega una parte desconociendo qué han puesto los
demás, para que al concluir, el resultado al que todos apor­
taron termine siendo algo inesperado. Este j uego se puede
realizar escribiendo, lo que equivale a seguir cierta estructu­
ra sintáctica, o dibujando, lo que implica que los trazos del
que prosigue se unan al antecedente, siempre plegando el
papel entre uno y otro participante253• Con diferentes escri­
turas, siempre se trata de escritura. ¿ Sería posible afirmar
que Lacan se apropia de eso que Bataille había dej ado a
cielo abierto con la Historia del ojo y entre sus papeles baj o
el mito del ojo pineal, como algunos plantean que se apro­
pió de una Sylvia dejada en el abandono ? La apropiación
tiene una lógica en Bataille que es posible mostrar recurrien­
do a algunos textos del entorno de La parte maldita:

Son las partes verdes de las plantas de la tierra firme y


de los mares que operan sin fin la apropiación de una parte
importante de la energía luminosa del sol.254

253 El procedimiento se llamó de esta forma porque el primer resultado del


juego fue: "El cadáver exquisito beberá el vino nuevo ".
254 L' économie a la mesure de l'univers, CEuvres Completes, Tome VII, p.
10.

148
B

Ese es sólo el inicio de toda una cadena de apropiaciones,


donde las partes verdes son apropiadas por los herbívoros, y
éstos por los carnívoros, y éstos por el hombre . . . y en cada
una de esas apropiaciones se pierde mucho más que lo que se
llega a tomar. El pasaje del reino vegetal al reino animal, o
desde los herbívoros a los carnívoros, esos encadenamientos
también podrían mostrar que no se trataría del mismo campo
el de Bataille que el de Lacan. Pero incluso en lo que concier­
ne al "léxico " de Bataille:

apropiación: no el hecho de adquirir, sino volver una ener­


gía dada apropiada a un fin dado.255

¿Habría mejor forma de " inventar" el objeto a minúscula


que apropiarse de lo que otro había hecho, vale decir, volver
una energía apropiada a un fin? La parte maldita y el objeto
a minúscula, invención entre dos experiencias, por ende per­
tenecería a ambos y a ninguno, sería de Lacan y Bataille, pero
de ninguno de los dos256; Si para Bataille el ojo está puesto en
el lugar de la mirada, y no sólo son los ojos ciegos del "pa­
dre", sino que su presencia también está en eso que toca, aca­
ricia, mancha, penetra y moja deslizándose, con esos restos,
con esos despojos se producen escenificaciones en las que el
erotismo se efectúa como mortífero en cada encuentro. Lacan,

255 Notes-La limite de /'utile, <Euvres Completes, Tome VII, p . 590.


256 Alguien q u e sostuviera una postura o puesta, como mínimo debería
responderse a l enigma de por qué Georges Bata ílle y Jacques Lacan
siguieron frecuentándose sin preocuparse por disputas de robos de idea ni
prioridades intelectuales. El supuesto de que no se leían n i escuchaban en
actividades públicas, o que no se citaban en los textos, no es suficiente
para decir que no sabían qué hacía cada uno. Pero aún en el mismo
campo, en el campo freudiano, cuando Lacan lee a Freud lo hace pasar
por él, es decir, no lee de cualquier modo. En términos de Bataille, Lacan
volvería apropiadas las energías de Freud.

149
ENTRE BATA!LLE Y LACAN

en esos objetos cesibles, privilegia la equivalencia, la conexión


con el órgano sexual. Más que la visión importa la mirada en
tanto el mundo es "omnivoyeur ". Pero para ninguno de los
dos habría posibilidad de dominio. ¿Cuánto tiempo podría
Simone apretar una mirada entre sus piernas?

Aunque la confrontación con Breton y el surrealismo "ofi­


cial" fue una constante, si Bataille no se bañó dos veces en los
ríos surrealistas fue porque luego del primer baño ya no fue el
mismo, ni el único. Quien afirmara que Lacan se sumergió en
algunas playas marcadas por Bataille, no debería desconocer
que algunos de esos sitios estaban señalados con lo que habi­
tualmente se llama " seudónimo" . Si Bataille se vio en la obli­
gación de publicar reteniendo su nombre, ¿es porque Historia
del ojo, o El pequeño, o Madame Edwarda eran demasiado
para un nombre propio? Otros nombres257 también pueden
ser formas apropiadas de declarar la propiedad, de algo que
no era sólo suyo, sino que también le venía dado de otro lado.
Si algunas partes del ojo de Bataille no fueron escritas precisa­
mente en su nombre, tal vez podrían definir a Lord Auch,
Louis Trente, Pierre Angélique no como seudónimos sino como
heterónimos258• No todo tendría que escribirse en nombre pro­
pio, pero tampoco es necesario suponer un engaño, un

lS7 E s necesario señalar que M i madre, El muerto, fueron textos inéditos en


vida de Bata i l le. E incluso habría q ue agregar otros n om b res menos
conocidos, y más cómicos como Saint-Melon-León, Noel León, Noel
Laurent, É lie Chancelé, Edouard Menet, Henri-Frani;ois Tecoz . . .
"" Fernando Pessoa fue e l caso más claro e n l o que concierne a los heterónimos.
"El ciudadano Pessoa, un cuerpo con una herencia biológica y algunos
otros datos, se encontró desde muy niño con que estaba habitado por
personas distintas de él, con las que convivió y a las que confió con
frecuencia la tarea de vivir por él" G. Torrente B a llester, Prólogo en
" O bra poética " de Fernando Pessoa, Tomo 1, p . 1 2 . Ediciones 2 9 ,
Barcelona, 1 990.

1 50
B

pseudos259, cuando no se puede aplicar el "nombre propio" .


E l recurso a otros nombres es una forma d e decir que implica
la puesta en marcha de claves de lectura, ya que no todo está
dicho. En la Historia del ojo la Primera parte debe leerse con
la Segunda parte (Coincidencias/Reminiscencias), y ambas
partes deben leerse con el nombre Lord Auch, descifrado como
Dios aliviándose por un tal Louis Trente. Lord Auch nombra
la presencia de Alguien que se degrada en su alivio acercando
al otro al tornado de su goce. Y aquí el su goce debe leerse en
su más pura indeterminación. En Madame Edwarda, la afir­
mación de Pierre Angélique Dios es una puta necesitó ser acom­
pañada de una segunda parte, esta vez bajo la forma de Pró­
logo260, donde Georges Bataille escribe que Pierre Angélique
dice que no sabemos nada, pero que . . . al menos podemos
"

ver lo que nos engaña, lo que nos impide conocer nuestro


desamparo y, más exactamente, saber que el gozo (joie) es lo
mismo que el dolor, lo mismo que la muerte "161. Sólo puede
leerse de manera precisa tanto Madame Edwarda como su
Prólogo, si se considera que el Angélique no es una simple
afirmación, sino que nombra una negación de lo diabólico262•
Pierre Angélique asume la interrogación sobre el hombre, pero
no alcanza con lo que haya escrito Pierre Angélique, sino que
es necesario dar a su texto un cierto marco de da ves de lectu-

259 Para Nietzsche, las verdades no son más que errores necesarios para la
vida. Para ser más precisos, en La gaya ciencia escribió: "¿ Cuáles son, en
último análisis, las verdades del hombre? Sus errores irrefutables" .
1BJ N o siempre l a s segu ndas partes s e encuentra espacialmente después.
Recuérdese W.-C. Prefacio a Historia del ojo.
261
Prólogo a Madame Edwarda, en El erotismo, op. cit., p. 366.
262 En los papeles de Bataille se encontraron seis proyectos de prefacios a
Madame Edwarda. En uno de ellos puede leerse: "Le pseudonyme est la
négation du diabolique. Le complet humour de la situation. Hegel. Dieu.
C'est la transgression de tout langage. Dieu est cette transgression, a
laquelle, dans la transgression de la regle humanine, nous appartenons ".
CEuvres Completes. Tome III, pp. 492-493.

151
ENTRE BATA!LLE Y LACAN

ra, cuestión que asume por su cuenta Georges Bataille. Y como


vuelta de tuerca magistral, Georges Bataille incluye ese prólo­
go como capítulo de su libro El erotismo. Un otro nombre
encubre al "verdadero" autor, pero a la vez ese autor despoja­
do de ese otro nombre es quien abre la obra a una lectura
donde ciertas claves son necesarias.

¿ Daría la muerte derecho a colocar el "verdadero" nombre


allí donde hubo otro nombre? En los discursos literarios, como
plantea Foucault, a todo texto se le pregunta "de dónde vie­
ne, quién lo escribió, en qué fecha, en qué circunstancias o a
partir de qué proyecto "263• Y para las editoriales, desenmasca­
rar un nombre allí donde había nombres supuestamente en­
gañosos significa una mayor acumulación de utilidades. Pero
desde otra óptica, aunque sea con lágrimas, los ojos de Eros
tienen que estar velados. Esa mirada no debe mirarse directa­
mente . Cuando Psyché lo supo ya estaba perdida . No porque
hubiera violado una prohibición de su amado, sino porque
para disfrutar de Eros, Psyché no debía saber. Un heterónimo
como Lord Auch podría ser una forma de no-saber, como
producto de una des-apropiación de cierta energía, bajo un
modo que le ha dado otro fin, para que pueda circular, sin
que esos decires quedaran aprisionados por un nombre, en
este caso, Georges Bataille. De modo inverso es posible tomar
como ejemplo paradigmático a Georges Bataille escribiendo
un prólogo para una nueva edición de Madame Edwarda, de
Pierre Angélique. Este heteras había sido una forma de hacer
decir sobre algún objeto heterológico, un recurso a otro para
que ese objeto pudiera circular. ·Pero agregarle a ese heterónimo

""' ¿ Qué es un autor?, op. cit., p. 48.

152
B

el nombre Georges Bataille permitiría hacer circular esa ener­


gía todavía más allá264, porque en definitiva para la heterología,
hay objetos que no pueden tener nombre.

Tratándose de Georges Bataille no hay necesidad de una


historia inteligible, sino que alcanza con poder cercar esos jue­
gos de ciframiento y desciframiento, donde esos heterónimos
están allí "practicando sistemáticamente la transgresión, res­
taurando el peligro de una escritura " 265, quitándole al sujeto su
rol de fundamento, para que puedan salir a la luz esos objetos
heterológicos que generan la vorágine del erotismo. Y estas afir­
maciones pueden ponerse al lado de algunos dichos de Lacan,
tal vez la única oportunidad en que emplea el término gasto de
una manera absolutamente batailleana: "¿Qué se nos dice del
placer? Que es la menor excitación, lo que hace desaparecer la
tensión, la tempera más, por lo tanto aquello que nos detiene
necesariamente en un punto de alejamiento, de distancia muy
respetuosa del goce. Pues lo que yo llamo goce en el sentido en
que el cuerpo se experimenta, es siempre del orden de la ten­
sión, del forzamiento, del gasto, incluso de la hazaña.
Incontestablemente, hay goce en el nivel donde comienza a
aparecer el dolor, y sabemos que sólo a ese nivel del dolor
que puede experimentarse toda una dimensión del organismo
que de otro modo permanece velada" 166 • Hacer aparecer eso
que de otro modo queda velado fue el recorrido de alguien cuyo

™ De hecho, podría decirse que el recorrido que hemos hecho se inicia bajo el
nombre Lord Auch para terminar con un Georges Bataille, que en su
desfallecimiento y los avatares a los que lo sometió Lo Duca, tampoco
sería su nombre propio, sino un nombre vaciado.
165 ¿Qué es un autor?, op. cit., p. 47.
266 Jacques Lacan, 1 6 de febrero de 1 9 6 6 , Psicoanálisis y medicina. En
Intervenciones y textos, Manantial, Buenos Aires, 1 9 85, p. 95. El subrayado
es nuestro.

153
ENTRE BATAILLE Y LACAN

nombre es Legión, alguien aplicado a abrir un espacio, el espa­


cio del cielo espantoso al que se cae aullando y gritando, el
espacio del erotismo como consumición, como ma/-dito. Es­
pacio al que sólo se accede cuando se rompen los lazos que
humanizan, esos lazos familiares, esos lazos que intentan apar­
tar de la destrucción, del mal, de la muerte, del dolor, del goce.

154
EL MAL

. . . fiesta a la que me invito solo, fiesta donde rompo el


lazo que me une a los otros. Yo no tolero ninguna fidelidad a
ese lazo. Cualquiera que ame está obligado a romperlo. El
acto de amor cabal consistiría en pasear desnudo por la no­
che, al acecho, no ya de una mujer rezagada sino de un impo­
sible, a vivir yo solo en un silencio seguro. Entonces haría
algo inconfesable, algo totalmente diferente de todo lo que
pueda decir con alguna insignificancia vulgar que no merece
ni nombrarse. Podría defecar, revolcarme encima y llorar.
Avergonzaría incluso a quien se jacta de entenderme -que no
me imagine vulgar-. No busco el placer ni la náusea y, sin
embargo . . .

Con los ojos abiertos desmesuradamente contemplar el cie­


lo, las estrellas, en un estado de inocencia.

Una mujer trastornada, desnuda, con los ojos en blanco.


Es un sueño de ausencia y no de placer. Si ella está ausente el
mal me atrae todavía más, el mal, la necesidad de negar el
orden sin el cual, en cambio, no se podría vivir.

155
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Los hombres se ignoran en el bien y se aman en el mal. El


bien es la hipocresía. El mal es el amor. La inocencia es el
amor del pecado.

Interesado, el mal es un bien para el malhechor. El mal


auténtico es desinteresado.

En lo que tiene de íntima, de dulce, de desinteresada, la


sociedad reposa sobre el mal: es como la noche, hecha de an­
gustia.
Lorns TRENTE, EL PEQ UEÑO, 1 943.

156
z

Heterología fue un nombre de Bataille. Como también lo


fueron sociología sagrada, experiencia interior, ateología . . .

Cada uno d e esos nombres fue una forma de bordear ese ob­
j eto heterológico que Bataille llamó parte maldita, al que
Lacan pudo darle otro nombre, el objeto a minúscula. Cier­
tos sesgos de nuestro recorrido merecen retomarse partiendo
de algunos dichos de Lacan, en Milán, 1 9 74:

Entonces, el punto donde estoy . . . el punto donde estoy,


eso evidentemente lo refleja la mayor parte de las pregun­
tas que me han hecho . . . el punto donde estoy está ligado a
una larga . . . en fin, 'batalla'.
Hay batallas -esto no es muy francés, es necesario decirlo
bien- hay batallas que Lacan ha 'combatido'. (En francés no
se dice nunca 'combatir una batalla': se 'libra' una batalla.
Pero esto no tiene ninguna importancia. No veo por qué no se
diría que Lacan combatió batallas, y esto porque no se com­
bate batallas, una batalla, se combate un adversario . . . etc.).
Entonces, en efecto combatí ciertas cosas . . . combatí cier­
tas cosas en el pensamiento de los analistas.267

]i,7 Conferencia de Jacques Lacan en la Scuola Freudiana, Milán, 30 de marzo


de 1 974. En Pas-tout Lacan.

157
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Lacan en batalla, Bataille en Lacan, Lacan combatiendo,


librando batallas, pero, ¿cuál batalla libraba Lacan? ¿A qué
batalla estaba ligado Lacan? Si podemos seguirlo, se trató de
combatir ciertas cosas en el pensamiento de los analistas. Pero
batalla, en francés, hace sonar el nombre Bataille. ¿ Se trataría
de librarse de Bataille? ¿ Al decir Lacan que combatió batallas
reconocía estar ligado a Bataílle?

Con un poco de dedicación podría llegar a extraerse de


Bataille el famoso ternario de Lacan real, simbólico, imagina­
rio. Cuando Bataille trata la cuestión de las imágenes en la
revista Documents, sea en la publicación de fotografías como
en el artículo " La figura humana " , o el pequeño texto "In­
forme ", allí podría reconocerse el carácter formativo de cier­
tas imágenes, del imaginario sobre todo especular. En el tra­
bajo de las palabras, también por las mismas épocas, podría
encontrarse la función de la palabra, su eficacia, el simbólico
más allá del thesaurus, más allá del diccionario. Y al real po­
dría pesquisárselo en esos puntos en los que la palabra desfa­
llece, en el éxtasis, en el no-saber, en la experiencia no
discursiva, en el imposible. Pero, más allá de que real, simbó­
lico e imaginario hipotéticamente hubieran podido extraerse
de Bataille, fue necesario ese acto de Lacan que los reuniera
bajo el modo de un ternario, incluso para que cada uno de
ellos pudiera tener otros alcances fuera de la experiencia­
Bataille.

Lacan con Bataille. Lacan combatiendo Bataille. Para que


haya batalla deben coincidir dos adversarios en el mismo cam­
po. Si Lacan combatía en el pensamiento de los analistas, su
campo de batalla era el campo freudiano. No se libra una

158
z

batalla si no se está en el mismo campo, sean cuales sean los


adversarios. Entonces, ¿ Lacan y Bataille estaban en el mismo
campo? ¿ Estaban en campos distintos? ¿ En campos limítro­
fes ? Si éste fuera el caso, bien se sabe el problema que se gene­
ra con los límites, sea un alambrado, sea un muro, sea una
pared medianera, sea, incluso, una línea imaginaria.

En 1 9 76, como ya fue dicho, Lacan va al cine. Y habla


de eso en su seminario del 1 6 de marzo. La película era El
imperio de los sentidos de Nagasi Oshima. Prohibida su ex­
hibición, Lacan extrae algunos de su escuela para que lo
acompañen a verla, en casa de Jacques Aubert. Seguramente
es bastante sabido el final de la película; ella, Abe Sada, le
corta los órganos genitores a él, Kichi-san:

Durante cuatro días Sacia deambuló por Tokio llevan­


do la parte del cuerpo que le había cortado. Los que la
encontraron no podían creer que resplandeciera de felici­
dad. La historia shockeó a todo Japón. La compasión de la
gente la hizo extrañamente popular. Esto sucedió en 1 936.

Con esta leyenda termina la película. Aún cuando se sepa


el final, volver a verla muestra cómo algunos filmes mantie­
nen su impacto por fuera de la novedad. Ese impacto se
entronca con Historia del ojo, primer relato de Bataille. Como
Lacan retuvo el nombre Bataille, correlativamente mantiene
en silencio tanto el título del filme como su director. Aún cuan­
do podrían considerarse esas retenciones como una forma de
azuzar a sus discípulos, aún cuando la noticia de la censura
pudiera ser sumamente sabida, la cuestión es por dónde leía
Lacan esta película. Habiendo dicho que los católicos, los

159
ENTRE BATAILLE Y LACAN

verdaderos católicos, los educados por los j esuitas, eran


inanalizables, ].-A. Miller tuvo la gentileza de recordarle a
Lacan q u e a n t e s h a b ía di c h o q u e l o s j ap o n e s es e ran
inanalizables. Oshima, el japonés, l o inspiró respecto al ero­
tismo femenino268, llevando al extremo el fantasma de matar
al hombre. E incluso, que eso no bastara, sino que fuera nece­
sario ir más allá. Justamente ahí está el problema: ¿ por qué es
después de muerto que le corta el rabo?

Uno se pregunta por qué ella no lo corta antes; es que


eso es un fantasma, tanto más cuanto que yo no sé cómo
sucede eso después de la muerte, ¡pero hay mucha sangre
en el film! Estoy de acuerdo con que los cuerpos caverno­
sos estén bloqueados, pero después de todo no sé nada de
eso. Hay ahí un punto que recién llamé de duda. Y es ahí
que vemos que la castración no es el fantasma. Ella no es
tan fácil de situar, hablo en la función que es la suya en el
análisis.269

Demasiada sangre para Lacan. ¿ Cómo saber cuál es la


medida adecuada de sangre en esas condiciones ? Pero lo que
aquí importa es que para el campo freudiano no se trata de la
castración sino del fantasma, de la función del fantasma en el
análisis. No se trataría del rabo, "No es con eso que el hom­
bre hace el amor, es decir, al fin de cuentas, (el hombre hace el

Ui8 En el comienzo de El imperio de los sentidos, varias prostitutas j uegan con


versos combinados, y en ellos se puede escuchar:
-Afortunado en el amor
-El amor es ciego
-Un engaño para el ciego
-¡Engañado en el amor!
-El amor es una mentira.
YB Le sinthome, sesión del 1 6 de marzo de 1 974. Inédito.

1 60
z

amor) con su inconsciente, y nada más ". Y la mujer "En . . .

cuanto a lo que fantasmea la mujer, si es precisamente eso lo


que r1os presenta el film, es algo que de todos modos impide
el encuentro, " Y aún más, . . . hay una barra que cualquier
"

mujer sabe saltar: es la barra entre el significante y el significa­


do como, lo espero, lo ha probado el film al que hice alusión
hace un momento. "27º

El acto de castración marca un límite, y allí Lacan recono­


ce no saber nada de eso. Si se trata del análisis, del fantasma y
de la barra, allí Lacan dice saber con qué hace el amor el hom­
bre, con qué pueden hacerlo las mujeres. Tomar lo que dice
Lacan sobre la película El imperio de los sentidos como una
referencia a Bataille es proseguir la vía de la alusión. El acto
de Sada marcaría la separación entre la película y el campo
freudiano, entre el eros negro y el psicoanálisis . Sada se conec­
ta con la Simone de Historia del ojo, esa Simone que perma­
nentemente hace saltar la barra, buscando, más allá271• María
Cardenal de Matador, como Sada, también se enraíza con
Simone, con los relatos de Bataille272• La pequeña muerte, el
orgasmo, se hace muerte, y un trozo de cuerpo erotizado, es
trozo de cuerpo que puede ser arrancado. ¿Habría entonces dos
campos y sería imposible el combate? ¿ O sería innecesario?

zlll
Ibíd.
271 Ese más allá incluye el proyecto de contin uación de Historia del ojo.
Simone, en un campo de tortura, es golpeada por el verdugo: "Eso no es
un gozo erótico, es mucho más. Pero sin salida. Eso no es más masoquista
y, profundamente, esa exaltación es más grande que la imaginación que
no puede representarla, ella sobrepasa todo " . En <Euvres Completes, Tome
l, p. 6 8 5 . Historia del ojo, 1944, op. cit., p. 1 4 3 .
272 E s casi un lugar común el lazo entre El imperio de los sentidos y Baraille.
Uno puede encontrarlo incluso en los lugares más asépticos, como la
Enciclopedia Microsoft Encarta, 2002.

161
ENTRE BATAILLE Y LACAN

Pero también cabe otra pregunta, ¿ un japonés que entra


en análisis, sigue siendo japonés? Recuérdese aquí que Bataille,
antes de analizarse, fue católico, y que siendo católico sería
tan inanalizable como un japonés. Pero sólo habiendo entra­
do en análisis, como él mismo lo declaró, pudo escribir. Si
Oshima, como también Yukio Mishima273 se interesaron en
Bataille, ¿hasta dónde podría considerárselos japoneses ? Aún
más, pasar cierto límite modifica no sólo a quien lo atraviesa,
sino que también el campo, el espacio al que se ingresa resulta
modificado por ese cambio de posición. En el campo de bata­
lla importa, y mucho, la posición. Tratándose del campo de
batalla, tal vez no haya mejor convidado que Karl von
Clausewitz, quien afirmó: " La guerra es la mera continua­
ción de la política por otros medios "274•

Alguien tuvo la idea de i nvertir el aforismo de von


Clausewitz de modo que dijera: " la política es la guerra conti­
nuada con otros medios ". Foucault se planteaba en su semina­
rio: "Me preguntaba: '¿Quién tuvo la idea de invertir el princi­
pio de Clausewitz y decir que, si la guerra es la política conti­
nuada con otros medios, la política es la guerra continuada
con otros medios?'"275• La respuesta podría encontrarse en

m Yukio Mishima publicó un artículo titulado "Essai sur Georges Bataille


(Ma mere)", en La Nouvelle Revue Franr;aise, nº 256, abril de 1 974. Pero
además es posible encontrar variados artículos sobre Bataille y Mishima,
sobre todo en italiano.
274 Karl von Clausewitz, De la guerra. Este libro fue publicado luego de su
muerte en 1 9 3 1 . El aforismo citado es el título del a partado 25 del capítulo
I " ¿ Q ué es la guerra ? '', del Libro Primero, Sobre la naturaleza de la
guerra. Editorial Labor, Barcelona, 1 984, p. 5 8 .
vs
El mismo a ñ o de publicación de L a voluntad de saber, 1 976, Foucault
dictaba el seminario Genealogía del racismo. Allí enuncía esa inversión
del aforismo de von Clausewitz. No basta con el poder tomado en la
lucha, el enfrentamiento, la guerra, sino que también hay que tomarlo en
el mantenimiento de las relaciones de producción, el contrato, la cesión.

1 62
z

Bataille, al que el propio Foucault continuaba por otros me­


dios: "Lo que inevitablemente, a pesar del completo desgarra­
miento, impide creer la guerra inevitable es el pensamiento
-por invertir la fórmula de Clausewitz- de que 'la economía',
en las condiciones presentes, podría 'continuarla por otros me­
dios"'276. La inversión de los términos produce un cambio de
posición que trastorna los campos. Tal vez resulte extraña la
posibilidad que, desde el erotismo, se llegue al campo de la
guerra, y de allí al campo freudiano. Pero esa supuesta distan­
cia entre el eros y la guerra podría disiparse recordando el lazo
que la Antigüedad estableció entre Afrodita y Ares, entre Venus
y Marte. Y para cada uno de ellos se trata de la conquista. O,
incluso, en la idea del erotismo asociado a la caza, donde el
cazador se identifica con la presa para cazarlo, donde la presa
se interroga sobre qué quiere el cazador, qué trozo de cuerpo es
el que desea. Por lo menos, en el psicoanálisis es necesario reco­
nocer que la guerra provocada por la llamada transferencia
negativa es esencial. Allí la particularidad del análisis, ponien­
do al logos al servicio de eros, tratándose del " carácter erótico
del decir verdadero "277, adquiere formas guerreras.

Ese carácter erótico del decir es el que obliga a incluir decires


que han sido excluidos del campo. Un ejemplo paradigmáti-

Ese abordaje segundo del poder implicaba la aplicación de la inversión no


de un modo circunstancial, sino como proyecto de tra bajo, la misma
posición que tomaba en La voluntad de saber al cuestionar la hipótesis
represiva. Véase Genealogía del racismo, Caronte ensayos, Montevideo
1 9 92, p. 21 y 3 8 . No concluye aquí el problema, por cierto, pero no
podemos abundar en este asunto.
276 G. Bataille, La parte maldita, Editorial Icaria, Barcelona, 1 987, p. 201.
277 Conviene tener aquí presente lo que podría llamarse la saga erotológica
c o n la q u e Jean A l l o u c h c o n t i n ú a a Laca n . S a ga i n ic i a d a c o n E l
psicoanálisis, una erotología de pasaje, Cuadernos d e Litoral, Córdoba,
1 9 9 8 . La cita corresponde a la página 1 8 8 .

163
ENTRE BATAILLE Y LACAN

co de nuestro tiempo fue la inclusión en el campo freudiano


de los gay&lesbian study278• Aquellos que habían sido trata­
dos bajo el signo de esa discursividad que tuvo como objeto el
cuidado del "verdadero sexo " , aquellos que fueron excluidos
del campo freudiano con el nombre de perversos, esos, acam­
paron por otros lados y g uerrearon con el psicoanálisis
normativiza do. Hubieron muertos. F ue en virtud de una
homogeinización del sexo que algunas posiciones eróticas se
volvieron heterogéneas. Hasta que para algunos se volvió in­
evitable a brirse a esos estudios, y con el cambio de posición,
el propio campo freudiano se vio transformado. En ti<:: m pos
de Lacan, al decir " que hay una barra que cualquier mujer
sabe saltar'', ubicaba en el erotismo femenino279, en la cues­
tión de la mujer, mucho de su actualidad del combate. Fue
necesaria esa continuación luego que Freud hubiera formula­
do una "sexualidad femenina" , inexistente hasta entonces280•

En nuestros tiempos, la heterología no sólo se hace presente


en relación con la homogeneización del "verdadero sexo", sino
que ha adquirido formas diferentes. Es el caso del uso de ciertas
sustancias, que por la vía de la homogeneidad del dominio de
sí han sido transformadas en algo totalmente otro, heterogé-

278 Evidentemente en este asunto, para nosotros, le cupo un rol esencial el


trabajo de Jean Allouch " Acoger los gay and lesbian studies ", publicado
en Litoral 27, Córdoba, 1 9 99. Claro que una inclusión no es sin resto. El
síntoma es algo que sólo pertenece al campo del psicoanálisis, dado que el
campo gay y lesbiano es refractario al síntoma.
m "El erotismo femenino allí parece ser llevado -no voy a hacer sobre este
film simplemente una linea de división- parece llevado a su extremo; y
este extremo es e/fantasma, ni más ni menos, de matar al hombre". Sesión
del 16 de marzo de 1 9 74, ya citada. El subrayado es nuestro.
2l<l Thomas Laqueur, en su La construcción del sexo. De los griegos hasta
Freud, plantea fuertemente la im portancia de Freud para desterrar la idea
del unisexo.

1 64
z

neo, bajo el modo de adicciones. Hay allí un engendro que


llama a ser tomado de otro modo. Pero los cambios de posi­
ción que pueden llegar a modificar los campos no sólo se pro­
ducen al desatar esas heterogeneidades que la homogeneización
del lagos excluyó, sino también, al volver heterogéneas otras
cosas, para las que los discursos dominantes han encontrado
medios de homogeneizarlas. Tal, sería el caso de la locura, que
se ha buscado homogeneizar través de las neurociencias y la
farmacología. Tal serían los casos del arte y el deporte, que
en cierta forma se han homogeneizado a través de la
profesionalización y la moneda. Y entre el extremo de la hete­
rogeneidad de las sustancias y homogeneidad que amoneda,
sigue siendo la cuestión del cuerpo la que se pone en j uego. En
fórmula batailleana, podría decirse que se trata de la soberanía
del cuerpo. Una soberanía que bien puede ejemplificarse con El
imperio de los sentidos: Kichi-san soberanamente entrega su
cuerpo a Abe Sada. Ese tipo de soberanía es rechazada por la
sociedad contemporánea en la medida que busca someterse el
cuerpo a los ideales de la calidad de vida y la performance. Se
ha vuelto totalmente otro aquello que en los humanos no esté
orientado por la vida en potencia y el rendimiento.

Si Lacan llegó a decir "hay batallas que Lacan ha 'comba­


tido"', también la posición de Bataille fue combatiente. Lle­
gó a escribir: " YO MISMO SOY LA G UERRA"181• Tanto Lacan

281 G. Bata i lle, en la VI Meditación heracliteana, escri bió: " YO MISMO


SOY LA G UERRA. Me imagino un movimiento y una excitación humanas
cuyas posibilidades no tienen límite: ese movimiento y esa excitación sólo
pueden ser apaciguadas mediante la guerra.
Me imagino el don de un sufrimiento infinito, la sangre y los cuerpos
abiertos, como una eyaculación abatiendo al que la siente y entregándolo
a un agotamiento cargado de náuseas" .

l h .'i
ENTRE BATA!LLE Y LACAN

nombrando a Lacan, o como Bataille recurriendo a distintos


heterónimos y haciendo j ugar su nombre propio con la gue­
rra, en ambos, se trata de posiciones enunciativas que transi­
tan la pérdida de sí para acceder a posiciones combatientes.
Ambos muestran cómo se arrebatan los supuestos límites os­
cilantes entre uno y otro campo. Entre Bataille y Lacan, ¿ será
necesario recordar que ninguno de los dos, espalda contra es­
palda, podrían ser considerados paradigmas de la respetabili­
dad burguesa ni de la izquierda bienpensante? Todo eso hete­
rogéneo que los discursos dominantes logran excluir, o todo
eso heterogéneo que los discursos dominantes logran homo­
geneizar, reclaman cambios de posición que permitan retrazar282
los campos. Hacer lugar a Bataille en el campo freudiano im­
plica aceptar el trastorno que provoca en ese campo, conti­
nuando la heterología por otros medios, mediante el psicoa­
nálisis. Así como para Bataille, su psicoanálisis con Borel fue
continuado por otros medios, con la heterología.

" La práctica de la alegría ante la muerte", en La conjuración sagrada, op.


cit., p . 260. Los subrayados son de Bataille. E l tono del texto, nuevamente,
vuelve a poner en cuestión cuando se traduce joie por alegría y no por
gozo, por lo que correspondería titular este texto "La práctica del gozo
ante la muerte".
m ¿ Acaso existe el progrezo ?

166
Anexo

Cuadro "tapa" pintado por André Masson a pedido de Sylvia Lacan.

1 67
ENTRE BATAILLE Y LACAN

El origen del mundo, Gustave Courbet.

168
Este trabajo no hubiera sido posible sin la colabora­
ción implacable de Gonzalo Percovich, Fran�oise Ben
Kemoun y Ernesto Lansky. Tampoco sin la ayuda de
Roland Léthier, Inés Trabal, Daniel Gil, Ana Grynbaum,
Hugo Bonaldi, Gustavo Castellano, María Teresa Arcos y
Sandra Filippini, así como de los miembros del comité de
Ediciones Literales: Marta O. de Mattoni, Vicente Mattoni,
Silvia Halac y Ricardo Pon.
ÍNDICE

A ...................................... 7
B . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . .
. . . . . . . . 21
z . .............. . . . .. . . . . .. . . . . . . . . . . . . . 157
Anexo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 1 6 7

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