(Los personajes están en posición congelada, lentamente una Adelita empieza o moverse y a hablar).
Adelita 1: Viva mi general Francisco Villa!
Adelita 2: Viva la revolución, abajo el latifundio.
Adelita 3: Ahí viene mi general, pónganse abusados huercos. Francisco Villa: Firmes! Me llamo Doroteo Arango… ¿cómo?, ¿no me conocen?... Tal vez me recuerden más por mi sobrenombre. Francisco Villa. Sí, Pancho Villa, ese de los corridos revolucionarios. ¿Qué por qué me cambie de nombre?, a poco si a ti te hubieran puesto Doroteo no te lo hubieras cambiado ya. Mi padre trabajaba como aparcero en una hacienda -es decir un terrateniente muy rico le prestaba un pedazo de tierra para sembrar y a cambio de eso teníamos que darle una parte de nuestra cosecha-, pero cuando yo era muy joven mi padre murió, y como yo era el hombrecito de la casa, pues me tuve que hacer cargo de la siembra, para ayudar a mi familia. ¿Si saben lo que es un latifundio?
Adelita 2: Cómo no saberlo, mi general es contra lo que peleamos.
Villa: Aunque no había estudiado, sí era bastante listo, valiente y atrevido. ¡Imagínate!, una vez ataque a cientos de soldados, únicamente con 40 hombres, y cuando nos persiguieron los echamos a correr porque en las colinas que circundaban el campo de batalla había puesto un montón de sombreros de esos que se usaban antes, todos grandotes y puntiagudos, y pues los muy tarados pensaron que habían sido rodeados por un montón de revolucionarios. ¿Tú hubieras sido capaz de hacer eso?