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MIPALIA® Sto ve acord6 de mt, de nuestro parentesco az czrean por otra parte, cuando sus reumatismos le inmovi i cenel lecho. : : = ‘Ally, en Ia antigua ease, donde ; case, donde aqutl vio slterén Sob Pa ete ith tae tember ror is de Hip Lo que, someone Hipalia er una chice de tres ats, cuando lt ua race lose, edi in ern ea, ni dar otro nombre que aquella palabra extre 6 Sues deletya wont eee ego 2 enciibare. con ella, fendmeno coma, ov meu wa de hea anton Te no iat ingesn, profesor de plano y de pita Bs hes 9S an a eta stata Gor importancis— era una seforita perfects, bien que 2 Aun maravillosamente bella. n idinainna laments estaba tan pagada dd su ete vo gant tno us tte, ea veo Faun vate sano, my in ina, paie cr joven, srle como sla de ime: hizo de aquel subterrineo el jardin de su locu- ra Al se pa ode las horas des vga, dia) che Senay 2s un des bles pared, siempre onl nso sito. Decia vere en aauel muro, como sete ua ut tet rns at 48,1 eat 82 pejo, y mejor que en los ctstales mis bien azogudos, ‘euinto se ize para mejorar, fae instil, Deiahase artancar décilmente el sitio maléfico; pero tenfa Tu=Ko porturbaciones tan graves al coranén, que fue necesario Aeferir 2 su mania. ‘Siempre de bianco, que es et color de tos locos fate tes, ante el muro blanca, base consumienéo en aquella pavifice iiocia® que ni siquiera constitufa una, conten Placién, De tal modo ert absoluto en ella ef orgullo ds su Rermosura, Preieria la toledad, irritindose sombriamente ‘cuando iban a turbarla en su ocupacién exclusiva. Fl vicio jpatiente habia legado a no verla sino de noche, cuando, Femejante a un divino fantasma, entraba en su dormitorio con asa lentitud eas flotante de tos extaticos. Fuese como eraporando en una progresia ilaminacion de Uellera, empalideciendg hasta la transparencia, solemni- ‘indose en un silencio de sparicién, Cuando fallecis, bo ficase dicho que su blancura acababa de excurripsele del Cocrno como una vage nue; pues solo se conocid que e tuba muerta, por la amarillez que le sebrevino. ‘Gntonets a los TuEhos dis, naturalmente fueron a roti del s6tano el sllén donde, pasara dos aftos en 1a ‘cha imperturbable de contemplarse. Y ef padre adopti- ‘fo, contemplande con Ja iltima amargura de sus oj08 aquel ‘muro contta el cual sentfa vagos celos de rival, deseubeid un prosizio, Hania ali, muy difuso, tanto que s6io al mediodia resultaba visiblo, un tetrato de Hipalis. SNe aise creer, sin comprobar por mis propios oft. ‘Todo era verdad, por asombroso que parezca. Fn matiece de-una frescura, y al mismo tiempo de una fevedad que solo imitarfa con brill Iejano ef sonrojo de tuna aurora en Tas zieves, eta Te efigie viva do Hipalia, 0 tier dicho, Hipaba anisma en Ia inmaterialidad de se *Ydioca: de “tiot. Trastor ental aracterizado por une efidensn my pounds de In acltdes ental 83 ‘lime Belleza, Aquello parecia venir del interior del mu- 9, no hallarse pintado sobse él, pues, indudabiemente tampoco estaba pintado, Era mds bien un reflejo que daba toda la impresién de la vida La dab tanto, que una irresistible curtosidad de toear quello embargo mi espiritu; una curiosidad contenida so- lamente por el respeto, pues la imagen vivia de tal modo, que tems, palpandola,ultrajar su pudor. Avanté, no obslante, la mano hacia la snejilla eat con cierto temblor de sorpresa y de misterio. jLa mejilla estaba tibia, perceptiblemente, bien que ‘apenas se lo notaba’ Apenas hube dominado mi turbacién, hice una expe siencia concluyente, Toque diversas veces el retraids— la ‘mémosle asi~ y los puntos citcunstantes del mr bia dua, Ta tibieza era una realidad, Un prosaico termometra complets hace poco nuestra certidumbte, pues el vielo pariente ha querido ver también Y creo que et pobre est en vésperas de algo grave. En tres ias ha envejecido hornibiemente. No hace sino nombrar a Hipalia muerte, su querida muerta ta?

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