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LA POTESTAD JURISDICCIONAL

Por Antonio Bascuñán Rodríguez


(selección de materiales de estudio para el
curso “Destrezas Forenses”, Universidad
Adolfo Ibáñez, 2019)

La sentencia.
Para efectos de su análisis, los componentes de la sentencia definitiva son agrupados en
tres partes: (a) la parte expositiva, (b) la parte deliberativa, y (c) la parte dispositiva o resolutiva.
Parte expositiva: En esta parte, normalmente vinculada a la expresión formal “vistos”, la
sentencia individualiza a las partes en el juicio y precisa el objeto del juicio atendiendo a las
peticiones de las partes. También es usual incluir en la parte expositiva una breve descripción de
las actuaciones realizadas en el proceso. La relevancia práctica de la parte expositiva radica en que
ella impone al juez deberes positivos (mandatos) y negativos (prohibiciones) que debe satisfacer
en su decisión. Por una parte, el juez debe pronunciarse respecto de cada una de las peticiones
formuladas por las partes; por otra parte, él no puede decidir cuestiones que las partes no hayan
sometido a su conocimiento.
La parte considerativa o deliberativa de la sentencia -los “considerandos”- contiene el
fundamento justificatorio de la decisión del tribunal. La ley impone al juez dos deberes distintos:
(a) expresar en la sentencia la o las razones justificatorias de su decisión en relación al derecho
aplicable y a los hechos que se dan por probados, y (b) citar las disposiciones legales, o en su
defecto los principios de equidad. La importancia de la parte deliberativa radica en que es en ella
donde se encuentra la vinculación de la decisión jurisdiccional al derecho vigente.
La parte dispositiva o resolutiva es la que contiene la decisión del tribunal. Como ya se
ha visto, en ella el tribunal debe pronunciarse sobre todas las peticiones de las partes, pero sólo
sobre ellas. Además, si se trata de un proceso complejo, en el que han sido sometidas al tribunal
diversas cuestiones, las decisiones que recaen sobre ellas deben ser coherentes entre sí.

El precedente judicial.

a.- El principio de la relatividad de las sentencias.

El inciso segundo del Art. 3º del Código Civil chileno consagra el así denominado
“principio de la relatividad de las sentencias”, en los siguientes términos:

“Sólo toca al legislador explicar o interpretar la ley de un modo


generalmente obligatorio.
Las sentencias judiciales no tienen fuerza obligatoria sino respecto
de las causas en que actualmente se pronunciaren”.
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El principio de la relatividad de las sentencias es ciertamente congruente con la configuración de
un sistema jurídico legalista, como el que inspiró al movimiento de la codificación. Sin embargo,
este principio, con su distinción categorial entre normas legales generalmente obligatorias y razones
judiciales desprovistas de obligatoriedad general tiene raíces mucho más profundas en la tradición
del derecho continental romano-germánico, y que se remontan hasta el Código de Justiniano.
No obstante esta ilustre ascendencia del principio de la relatividad de las sentencias, es
claro que su invocación encuentra un límite en la prohibición de discriminación. Habría
discriminación cuando un mismo tribunal diera a dos casos similares un tratamiento diferente sin
justificar esta diferencia en las particularidades del caso. Frente al trato discriminatorio, la parte
agraviada puede reaccionar invocando el principio del debido proceso -que, por como
consecuencia del deber de fundamentación, proscribe la discrecionalidad- y el derecho a la
igualdad ante la ley, que prohíbe a los órganos del Estado hacer diferencias arbitrarias en el trato
que dan a las personas.

b.- La doctrina del stare decisis

El extremo opuesto al principio de la relatividad de las sentencias se encuentra en la


doctrina del stare decisis. Conforme a esta doctrina, las consideraciones o razones que
efectivamente sirvieron de fundamento para la decisión de un tribunal, pasan a ser obligatorias
como “precedentes”, al menos para los tribunales jerárquicamente subordinados a ese tribunal.
Éste es el principio que rige en el derecho común (common law) de la tradición jurídica
angloamericana, por esta razón también denominado “derecho del caso” (case law).

Cabe resumir la moderna doctrina del stare decisis en las siguientes proposiciones:

(1) Las decisiones de un tribunal obligan por regla general a los tribunales a él
subordinados en la jerarquía judicial.
(2) No obstante existir algunas excepciones institucionalizadas, los tribunales se encuentran
también obligados por sus propias decisiones.
(3) El tribunal que ostenta el rango supremo en una determinada jerarquía judicial no se
encuentra obligado por sus decisiones.

c.- La distinción entre “ratio decidendi” y “dictum”.

Conforme a la doctrina del stare decisis, no es cualquier enunciado formulado o


lógicamente implicado en una sentencia lo que obliga como precedente, sino aquella parte de la
sentencia denominada “ratio decidendi”, por contraposición al resto de los enunciados
formulados por el tribunal, denominados “obiter dicta” (“dictum” en singular). Esta distinción,
crucial en la doctrina del stare decisis, es difícil de establecer y ha sido objeto de tradicional disputa
entre los autores del common law.
Para comprender el sentido práctico de su necesidad, es indispensable tener presente que
existen grandes diferencias entre el common law y el derecho continental en lo que respecta a la
redacción de las sentencias judiciales. En el derecho continental, el estilo de expresión de los
tribunales es altamente formalizado y el razonamiento del tribunal parte de una premisa
textualmente identificable y de alcance general -la disposición legal- y mediante consideraciones
abstractas se demuestra que dicha disposición es aplicable al caso particular. En el common law,
en cambio, el estilo de los tribunales es mucho más coloquial y retórico, y las particularidades del
caso reciben una atención igual o incluso mayor que cualquier consideración normativa de carácter
abstracto. Esto hace que por la propia técnica de redacción de la sentencia sea altamente
problemático determinar qué consideración expresa o supone la regla de derecho que sirve de
fundamento al fallo. La distinción entre la ratio decidendi y un mero dictum tiene por objetivo
precisamente el desarrollo de una técnica de análisis para identificar y formular el fundamento
jurídico de un acto de adjudicación judicial, esto es, la razón (ratio) de la decisión jurisdiccional,
que se invoca como precedente.
Teniendo presente lo anterior, se puede definir el concepto de ratio decidendi como...
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“...la regulación expresa o implícitamente otorgada por un juez, que es


suficiente para determinar una cuestión de derecho planteada por los
argumentos de las partes en un caso, en tanto la justificación de las
decisiones del juez en el caso hayan requerido una regulación de dicha
cuestión.”

Tres son los rasgos más sobresalientes de este concepto de ratio decidendi:

(a) El término ratio decidendi no se usa para designar cualquier fundamento normativo de
una decisión judicial, sino solamente aquél respecto del cual el caso es invocado como
precedente. Una disposición estatutaria cuya interpretación no es controvertida puede
constituir el fundamento de la decisión de un tribunal en un caso determinado, pero de
ella no se predica que constituya una ratio decidendi. Éste no es un término de
usogeneral en el análisis de la estructura lógica del razonamiento jurídico, sino que su uso sólo
tiene lugar dentro del contexto de la doctrina del stare decisis.
(b) La ratio decidendi de un caso no requiere encontrarse explícitamente formulada como tal
en la respectiva sentencia. De hecho, es una cuestión sumamente debatida entre los autores
del common law si el tribunal que dicta la sentencia tiene o no, y en el caso afirmativo con
qué extensión, atribuciones para declarar de modo vinculante cuál es la ratio decidendi del
caso. La determinación de la ratio decidendi de un caso es una cuestión principal y
prioritariamente debatida y resuelta en el juicio posterior en el que se invoca el caso como
precedente.
(c) La ratio decidendi de un caso debe ser determinada en estrecha relación con los hechos
tenidos por probados y la controversia argumentativa de ese caso. En un sentido muy
específico, puede decirse que también en el common law el tribunal carece de una
competencia amplia para establecer normas jurídicas de alcance general. El alcance de la
norma implicada en la decisión judicial es el que corresponde única y exclusivamente a
los aspectos esenciales del caso. Por cierto, se trata de aspectos que permiten construir
por abstracción la clase de los casos futuros para los cuales la norma es vinculante como
precedente. Pero esta operación intelectual no debe hacerse basándose en las puras
consideraciones normativas de la sentencia, sino sobre la base de los hechos constitutivos
del caso.

La determinación de la norma jurídica establecida por un precedente es, en consecuencia, el


resultado de una operación de universalización restringida de un enunciado normativo. Para que
una consideración judicial relativa a un caso particular sea aplicable como norma a la decisión de
otro caso particular, es necesario universalizar dicha consideración, es decir, ampliar su alcance
más allá de un hecho singular a una clase de hechos que compartan ciertas propiedades. De otro
modo, ninguna consideración judicial podría servir como precedente. Por otra parte, el grado o
extensión de esa universalización se encuentra restringido por las propiedades o aspectos del caso
para el que fue formulada la consideración.

Todas las consideraciones normativas enunciadas por el tribunal en su sentencia que no


constituyan la ratio decidendi de ésta son obiter dicta. Ellas pueden tener más o menos peso según
su mérito intrínseco o según el prestigio de que goce su autor, y de hecho no es inusual encontrar
en sentencias judiciales la cita o el comentario de enunciados reconocidamente considerados como
dicta. Con todo, un simple dictum no puede ser invocado para controvertir una petición amparada
por un precedente, ni constituye por sí sólo una razón jurídica suficiente para justificar una
decisión jurisdiccional.
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d.- Los rasgos distintivos (“distinguishing”) de los casos.

Además de su limitación a la ratio decidendi del caso, el efecto vinculante de un precedente


depende de la aceptación por el tribunal de la existencia de una similitud esencial entre el caso
sometido a su decisión y el caso del precedente. De aquí que el ámbito de aplicación de un
precedente usualmente reciba en la práctica jurídica una concreción negativa mediante la
operación de distinguir un caso del otro, mediante la precisión por comparación de sus
propiedades esenciales, denominadas abreviadamente “distinguishing” (= “distintivo”).

El problema básico de la concreción negativa del ámbito de aplicación del precedente


consiste en que, por definición, ningún caso históricamente individualizable es idéntico a otro.
Luego, si se asume que la decisión del caso que sirve como precedente fue adoptada atendiendo
a las particularidades de ese caso, la invocación de la fundamentación de esa decisión para
fundamentar la decisión de otro caso enfrenta como objeción inicial la de existir particularidades
del nuevo caso que lo distinguen del primero de modo tal que se hace inaplicable el precedente.

La afirmación de la aplicabilidad de un precedente a un caso es, pues, el resultado de una


ponderación de similitudes y diferencias entre dos casos, con una evaluación favorable a las
similitudes. Tal como la identificación de la ratio decidendi se debe hacer tomando en
consideración las particularidades del caso, así también debe evaluarse el peso o importancia
relativa de las características distintivas del caso tomando en consideración el fundamento de la
decisión pasada.

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