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Un caballo como pocos

Luces del bar “el buen pensamiento” y las sombras de los parroquianos
marcándose en las ventanas sombrías. Tal vez se escucha el ruido de los dados
rodándose. Otras sombras llegan y se van a los tumbos abrazados por el don de la
fraternidad que impone el vino, el mejor amigo del hombre.

Un farol alumbra a los dos payazos y el caballo, quienes avanzan a un primer


plano con pasos ceremoniosos.

El Salustio y el Trúbico aparecen con su indumentaria de siempre con una


botella de vino colgada en sus respectivos bolsillos.

El caballo es de mentira porque otros dos payasos lo manejan desde el interior


pero el Salustio y el Trúbico no lo saben.

La atmósfera es propia de un sueño-pesadilla con un tenue matiz de ternura,


inocencia y melancolía.

Se podría decir que los payasos están casi contentos, sin saber porqué.

Salustio: ¡Por fin nos compramos en caballo! Ni que hubiera caído del cielo.
Trúbico: ¡Ahora sí que podemos morir contentos! Somos propietarios del inmueble de
cuatro patas.
Salustio: Si parece que estuviera soñando. ¡Un caballo de verdad! Compadre, ¿por
qué no me pellizca para estar seguro de que es cierto y que no se trata de una
fantasía?
(El Trúbico lo castiga con el acostumbrado cachetazo de los payazos cuando hacen
su rutina en el centro de la pista de aserrín. Se levanta el Salustio y lo mismo hace el
Trúbico. Se abrazan).
Salustio: ¿Se acuerda cuando empezamos con el canasto? Después cambiamos de
rubro y nos endeudamos con la carretilla...
Trúbico: La carretilla con las dos ruedas completas y de igual tamaño. Una rueda a
un lado y la otra, al otro. Es que estábamos volando muy bajo y las acciones nuestras
en la bolsa de los valores iban de mal en peor por culpa de la Diosa Fortuna que nos
había dado la espalda.
Salustio: ¡Pasamos a ser potentados de la carretilla de un viaje!
Trúbico: Atrás quedaron los patipelados con los canastos. Ahí fue cuando a-bo-mi-
na-mos del mimbre. Le hicimos “la tapa” al canasto.
Salustio: ¡Pero haga memoria compadre! Nosotros no empezamos nada con el
canasto. Empezamos llevando pejerreyes en el bolsillo ¿Se acuerda?
Trúbico: Cierto compadre. Se me había olvidado ese detalle. ¡Debe ser una laguna
del subconscientesssss!
Salustio: Los pejerreyes saltaban como malos de la cabeza en el bolsillo y a veces se
metían en las otras partes. Si llegaban a dar cosquillas por todo el cuerpo, jiijijijijijj…
Trúbico: Ahora cambió la cosa. ¡Ojalá no se nos suban los humos a la cabeza!
(nuevos palmetazos en el lomo del caballo levantando una polvareda que hace toser
a los caballos)
Salustio: Esto es peor que comprarse una casa propia.
Trúbico: (alejándose del caballo para hacer un cálculo) ¿Cuántos años le echa usted?
(el caballo se hace cómplice con los mismos gestos de curiosidad que preocupan a
los payasos)
Salustio: (cálculo dubitativo llevando la cuenta) Así al ojo de buen cubero yo creo que
debe tener unos veinti tantos.
Trúbico: Parece que se le cayó el calendario, pero no importa. Pero en todo caso
todavía no está en la tercera edad.
(El caballo de hace cargo del alago moviendo la cabeza con un gesto de gratitud)
Salustio: ¡Está en la flor de la edad y tiene cuerda para raatooo! ¡Esta vez sí que la
embocamos, compadre! (Se intercambian las botellas y toman un largo sorbo. Luego
se pasan las manos sobre la boca húmeda). En todo caso es cuestión de irle
cambiando los repuestos que le hagan falta, al mismo tiempo que se vaya
produciendo la fatiga de los materiales.
Trúbico: Las bielas, la caja de cambio, el manubrio, el embriague, la patente…
Salustio: En el Mercado de las Pulgas hay mucho rebusque en ese sentido…
(El caballo inicia un gracioso trote alrededor de los payasos, moviendo la cola como
espantando las moscas)
Trúbico: Nadie puede negar que el caballo tira pinta a la distancia. Con una manito de
pintura lo vamos a dejar como nuevo (el caballo no oculta su sorpresa y se pasa una
pata por la cara a la manera de los lamidos de los gatos)
Salustio: (como un pintor imaginándose la obra terminada mientras mira al caballo a
la distancia) Según el gusto mío yo lo pintaría color fucsia, ese tono está muy a la
moda. ¡Es más estrambótico!
Trúbico: Yo le agregaría unas rayitas color membrillo machucado y unos lunares como
quién no quiere la cosa desparramados por aquí y por allá. (Hace gestos de cortar y
pintar) ¿Se ubica en este caleidoscopiosssss?
Salustio: Buena idea compadre, quién le dice que a lo mejor salimos vendiendo el
matungo al museo de arte moderno de New York y nos estaríamos haciendo
millonarios con guatas de rana.
Trúbico: Ya me veo encendiendo el pucho con un billetón verde de un dolarrrrrrsssss.
A lo mejor nos limpiaríamos el poto con puras ranas. (El caballo trata burdamente de
imitar con sus gestos el sueño de los payasos, después imita el vuelo del avión rumbo
a New York haciendo sonar las turbinas y toca una extraña bocina).
Salustio: Con todos estos arreglos el matungo quedaría tipo Barroco. ¡Mucho con el
Barroco! Las viejitas se van a pelear cuando nos vean aparecer por los cerros
vendiendo pescado a caballo. Al por mayor eso sí. Se terminó el menudeo de andar
ofreciendo cabezas de pescado por unidad.
Trúbico: Ahora vamos a promocionar la venta de media docena para arriba. Así se
trate de una merluza o una ballena.
Salustio: Los sábados y los domingos también le vamos a agregar al surtido su ballena
caída, porque en esos días las caseras andan con la tripa más ruidosa.
Trúbico: ¿Y cómo nos vamos a arreglar para subir a los cerros semejante cachalote?
Salustio: Le ponemos unas ruedas debajo de la guata y lo llevamos como acoplado
del caballo. Tipo “trailerrssss” ¿Se ubica? (El caballo hace un gesto sentencioso como
queriendo decir “la soberbia no es buena consejera” y mira a los payasos como un
abuelo a sus nietos pequeños y juguetones. Hace un gesto para llamar la atención)
Caballo: ¿Me permiten una palabrita los señores pintados? (El Salustio y el Trúbico
no demuestran la más mínima sorpresa al escuchar las palabras del caballo como si
se tratara de algo natural y lógico). Quiero decirles algo, pero…
Salustio: Dale curso a la sin hueso ¿Cuál es el problema?
Caballo: Es que estoy con un dilema, ¡YO NO SOY UN CABALLO!
Trúbico: (Retrocede arrastrando al Salustio. Entrecruzan los brazos ocultando su
rostro) ¿Qué es lo que estás diciendo, cara de matapiojo calambriento?
Salustio: A lo mejor es un caballo de avanzada tipo popssss y psicodélico más encima
(al caballo) ¿De dónde sacaste semejante disparate equino despistado o es que te
gusta “disfariar”?
Caballo: Les dije clarito que no soy caballo. ¿O es que tienen las orejas tapadas y
más encima son cerrados de mollera?
Trúbico: Vamos por partes. Nosotros fuimos al matadero y te compramos como
caballo justo cuando te iban a dar el bajo. Entonces no eras ni jirafa, ni submarino, ni
aeroplano sino a penas un matungo arruinado. Parecías una piltrafa de caballo. Esa
es la verdad.
Caballo: Pero se equivocaron. Se pasaron de rosca conmigo. No sacaron ni
terminación al creer que era caballo.
Salustio: (Echándoselo en cara) Pensar que en estos momentos serías finado
convertido en charqui y te estarías vendiendo en las borracherías en bolsitas de
plástico de 20 pesos. ¿Acaso no te remuerde la conciencia? ¿O es que no le trabajás
a la gratitud?
Trubico: (aparte a publico) Este matungo nos vino a resultar mas enredado que
paquete de viruta…
Salustio: (sin ocultar su angustia) ¿Acaso nos quieres llevar a la ruina económica
ahora que estábamos empezando a tirar para arriba como empresarios de la alta
sociedad?
(Ambos empiezan a girar alrededor del caballo tratando de descubrir su real identidad.
Ponen el oído sobre una parte del lomo como esperando que alguien les abra la
puerta, pero nada. También lo olfatean cuidadosamente sin obtener el resultado que
esperan aumentando sus dudas y sospechas…)
Trubico: (primera conclusión) Tiene cara de caballo. Patas de caballo… dos, tres,
cuatro patas. No hay que ser adivino para darse cuenta. También tiene cola autentica.
(le acicala la cola) También usa uniforme de caballo. Entonces no hay por donde
perderse. Es caballo por donde se lo mire aunque sea con la malicia para creer que
no es caballo.
Salustio: (mueve la cabeza empezando a derrumbarse) ¡Dios mío! ¿Dónde está el
equívoco entonces? ¿O es que fuiste cebra y se te borraron las rayas? ¿O
hipopótamo y se te borraron los cachetes?
Caballo: (honesto con cierto aire profundo de peso intelectual) Es que el mío… es un
problema metafísico.
Trúbico: (no entendiendo) ¿Meta… qué? Guaripola de la guarifaifa. No sacas nada
con hablarnos en difícil. ¿Acaso eres experto en idiomas extranjeros?
Caballo: (Didáctico y compasivo) El caso mío tiene que ver con el alma… existe…
pero no se ve… ¿Se ubican?
Salustio: (perdiendo el control) ¿De que arrrrrrrma me estas hablando cara de charqui
falsificado?
(El caballo recorre lentamente como una cámara cinematográfica en primer plano el
rostro de los payasos que bajan la vista entre culpables e inocentes mostrando su
impotencia para resolver el problema)
Caballo: (sentencioso) ¿Y ustedes están seguros qué llevan el uniforme que les
corresponde? A lo mejor… son otra persona muy distinta a la que creen: un gato, un
candado, una escopeta… ¡Todo puede ser!...
(Ambos removidos con la pregunta del caballo. Su desconcierto es evidente.)
Trúbico: (Tratando inútilmente sacándose un peso de encima) ¿Hasta cuando vas a
seguir con tus paparruchadas? Nosotros andamos con el D.N.I al día y no nos gusta
andar jugando a las cambiaditas. Somos de una sola pieza y punto…
Salustio: El compadre ha dicho la verdad. Somos lo que somos y no vamos a andar
con cinco o seis documentos distintos para crear la confusión. ¿Para qué tanto
enrosque filosófico?
Caballo: (con gesto despreciativo) A ustedes no les da la sesera para ver más allá de
sus narices. Por eso es qué mean fuera del tarro. (Polémico) A mí el sastre me metió
a la fuerza en este uniforme, sin preguntarme si quería ser caballo o no. ¿O es que
yo no tenía derecho a elegir? ¿O es que acá anda todo patas para arriba?
(Se formula varias preguntas a si mismo hasta que el otro lo corta)
Salustio: (lo interrumpe) Nosotros no te fuimos a buscar al sastre sino al matadero.
Nuestra ambición era instalar contigo una fábrica de caballos, ¡Y mira como nos pagas
después de salvarte de la desgracia!
Trúbico: (Cómplice) Tú ibas a ser el socio productor. Si hasta te habíamos buscado
unas comadres bien coquetas que estaban dispuestas al sacrificio para comenzar el
multiplico de los caballitos.
Caballo: (Tajante) Les pueden decir que se vallan a otra parte. Estoy haciendo mis
votos de castidad. ¿No ven que estoy pasando por una crisis? (Con su expresivo
arrepentimiento) ¿Y eran bonitas las comadres?
Salustio: Con pocas cicatrices y encima andan buscando a su príncipe azul. Y como
son mimosas te abrían instalado en un altar re pro duc tor. Hubieras pasado a ser el
“rey”. Y nosotros dale que dale cosechando equinitos pasando a ser dueños del
emporio de los caballos.
Caballo: (un poco triste) No sacan nada con tentarme. Ustedes están ciegos. Habría
que pedirle al de arriba que empiece todo de nuevo para irnos ubicando. Porque las
cosas que eran ahora resultan que NO SON… y las que son, no son sino ERAN. Por
ahí va la cosa. ¡Más claro que echarle agua!
Salustio: Que destino nos espera entonces. Justo ahora que estábamos llegando a la
cresta de la ola como payasos y empresarios.
Trúbico: (Derrotado) Y encima resulta que andamos con el uniforme prestado y en
cualquier momento puede aparecer el dueño y nos deja en pelotas… con una mano
por delante y otra por atrás.
Caballo: (con aires de filósofo) Ese es el riesgo que se paga por andar con la duda.

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