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factores sociales de la violencia juvenil*

En los últimos años, la inseguridad ciudadana se ha convertido en un


problema que aqueja a toda la población y una de sus manifestaciones es la
violencia juvenil. Esta cada vez aumenta por causa del desempleo, falta de
empleo, deserción escolar, maltrato familiar, búsqueda de identidades con
grupos delictivos, etc. En el Perú, por ejemplo, la población de jóvenes crece
rápidamente al mismo tiempo que aparecen menores de edad en abandono
que se dedican a robar o delinquir. Asimismo, el aumento de las zonas
urbanas en la ciudad va creando condiciones de desigualdad social y se
acentúa la exclusión de grupos en extrema pobreza. Estos factores sociales
conducen a la ira y frustración entre los ciudadanos generando desconfianza
entre ellos. De esta manera, es importante conocer las causas que originan la
aparición de la violencia pandillera. A continuación, se explicarán los
causantes sociales principales que conducen a los adolescentes a propiciar
violencia en las calles.
Al respecto, los factores sociales que han producido la presencia de
delincuencia juvenil son prioritariamente dos. En primer lugar, la
desigualdad de ingresos económicos demuestra la aparición de grupos
delictivos que lleva consigo el aumento de muertes. Cada vez las sociedades
ocasionan disparidades en la distribución de la riqueza económica, unos se
vuelven más ricos que otros, y entre los pobres, algunas veces, solo queda
robar o asesinar para obtener dinero a cambio o simplemente para realizar
un ajuste de cuentas. Según Gartner, en un estudio de 18 países
industrializados entre 1950 y 1980, la brecha social generó un efecto
disparador de tasas de homicidio. Es decir, a la vez que el país se
industrializaba, los ciudadanos optaban por aniquilar a otros. También, la
tasa de crecimiento de PBI explica el incremento de bandas delincuenciales
en el sentido de que los beneficios producidos ocasionan discrepancias
en la población. Las personas que se encuentran empleadas, especialmente
aquellas que cuentan con un seguro social, disfrutan de la calidad vida que
le brindan sus ingresos, pero aquellas que están desempleadas sufren los
embates de la economía, lo que podría repercutir en sus decisiones para
cometer actos vandálicos. En segundo lugar, los cambios demográficos e
infraestructurales en las urbes ocurridos en los últimos años han suscitado
varios conflictos y con ello el aumento de ataques juveniles. El aumento de
la población ha ocasionado que los puestos de trabajo sean exclusivos para
algunas personas candidatas; de esta manera, aparecen grupos de personas
abandonados a su suerte. A la vez, la emigración que trae el terrorismo o la
pobreza de un sector a otro repercute en el desarrollo social. Ejemplo de ello
es la capital del Perú, Lima, que registra un sinnúmero de adolescentes
pandilleros, quienes rechazados por la sociedad han decidido buscar
pertenecer a una pandilla, puesto que sus padres, muchos de ellos migrantes,
los han descuidado educativamente. Además, la infraestructura de varias
residencias ha conducido a la fragmentación social, en otros términos, al
deterioro de la interacción y la confianza social. Las ciudades que se ven más
favorecidas que otras se agrupan y se autoexcluyen impidiendo la circulación
por sus avenidas o casas; en relación con ello, la gente más pobre intenta
encontrar alguna salida, pero frente a ello el resentimiento social los puede
conducir a perpetuar agresiones contra estos. Por ejemplo, las localidades
que reciben mayores tributos cuentan con alumbrados públicos, zonas
recreativas y educativas, seguridad con cámaras, etc., mientras que sus
contrapuestas carecen de todo ello, por lo que en estas suelen aparecen
jóvenes delincuentes.
En síntesis, los factores sociales de riesgo han provocado que los jóvenes
actúen con violencia y agresión. Como hemos visto en los párrafos
anteriores, la discrepancia de ingresos y el aumento del PBI han
causado más homicidios y actos delictivos. Asimismo, el incremento de la
demografía y la urbanización produjo el desempleo y una pobreza
desorbitada que ha generado criminalidad. En mi opinión, los Estados deben
establecer leyes que contribuyan con reducir la desigualdad de ingresos y otros
problemas de fondo; así, se restaría el número de grupos vandálicos. También,
los países deben brindar apoyo social a los adolescentes, particularmente
quienes se han dedicado a delinquir, con programas de ayuda que los oriente y
piensen cómo pueden colaborar con la seguridad ciudadana.

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