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INTERNACIONAL
UNIVERSIDAD
NACIONAL
PEDRO
RUIZ GALLO
ALUMNOS:
CARRERA PROFESIONAL:
DERECHO
CURSO:
DERECHO INTERNACIONAL
LAMBAYEQUE, DICIEMBRE DEL 2017 PÚBLICO
INTRODUCCION
A falta de acuerdo o convención entre el Estado territorial y el Estado nacional del sujeto
que lo solicita, nadie posee un derecho propio a la admisión dentro de un territorio
determinado.
Por el hecho de ejercer el Estado su supremacía territorial sobre toda persona que se
encuentre en su territorio, sean nacionales o extranjeros, esto excluye la posibilidad de que
la jurisdicción de Estados extranjeros sobre sus nacionales pueda llevarse efectivamente a
cabo en el territorio de otro país.
En otras palabras, se puede decir que desde el momento que una persona se ha internado
en suelo extranjero, de alguna forma dicho sujeto, así sea de manera tácita, ha encontrado
‘‘asilo’’ en tal territorio, dado que los órganos competentes de su Estado de origen carecen
de facultades para realizar una aprehensión, jurídicamente lícita, del ‘‘sujeto asilado’’.
En términos generales, y para efectos de este estudio, vamos a entender por el término de
‘‘asilo’’, la protección que encuentra una persona, objeto de persecuciones por parte de las
autoridades de un Estado, en aquellas hipótesis en que dichas persecuciones se enfrentan
1
Ver Oppenheim-Lauterpacht, Tratado de derecho internacional público, trad. de López Oli- ván y Castro Rial, Barcelona, Bosch, 1961, 2
p. 247, t. I, vol. II.
2
ante la prohibición de su persecución dentro de ciertos espacios competentes de la
autoridad de otro Estado, sin que éste tenga la obligación de facilitar su continuación
entregando al refugiado a las autoridades del Estado que pretende ejercer tal persecución.2
En su acepción más amplia asilo es aquella garantía de los derechos humanos consistente en
la protección que el Estado presta, dentro de su ámbito de soberanía, a los extranjeros que
hayan penetrado en su territorio para huir de la persecución política o de las condiciones
económicas o medioambientales de su país de origen.
Por otra parte, la práctica internacional permite constatar cómo, en diversos casos, sedes de
misiones diplomáticas, de oficinas consulares, buques de guerra y bases militares han sido
utilizados para fines absolutamente extraños a las funciones propias y características de una
misión diplomática, oficina consular, o en su caso, de una unidad militar. Es precisamente
para otorgar asilo a individuos que requieren protección y refugio por huir de la justicia local.
2
Ver Dictionaire de la Terminologie du Droit International, París, Sirey, 1960, p. 63, préface de J.
Basdevant
3
Ver Giuliano, Mario, Diritto Internazionale, Milano, Giuffrè, 1974, t. II, pp. 348-350. 3
3
dispositivos e instrumentos constitucionales, pero sin poderse predicar hasta ahora un
‘‘principio general de derecho’’ en sentido internacional.4
Con todo no existe hasta hoy en día conforme a derecho internacional positivo, una
obligación jurídica a cargo de los Estados, de otorgar el asilo ‘‘...es probable que el derecho
de asilo no refleje más que la competencia del Estado para permitir al extranjero perseguido
la entrada y permanencia bajo su protección en el territorio y, en consecuencia, concederle
el asilo’’.
4
5 El artículo 10 de la Constitución italiana de 1947, al igual por ejemplo que el artículo 16 de la República
Federal de Alemania de 1949, confieren el derecho de asilo a las personas perseguidas por razones políticas.
En estos casos el derecho de asilo se concibe como un derecho subjetivo acordado al perseguido político
bajo forma de un derecho fundamental que la administración está obliga- da a respetar.
5 Ver en este sentido la intervención de Perassi en la sesión de Bath del Institut de Droit Inter- national: ‘‘Un
Etat peut accorder asile sur son territoire á toute personne sous la seule réserve des limites découlant des
conventions auxquelles il est partie’’, Annuaire de l’Institut de Droit Internatio- nal (AIDI), septiembre 11 de
1950, p. 142. En la Resolución adoptada (artículo 1o.), el término asilo designa la protección que un Estado
otorga en su territorio, o en otro lugar dependiente de alguno de sus órganos a un individuo que la solicita.
6
Grahl-Madsen, Atle, Territorial Asylum, Londres-Roma-Nueva York, Oceana Publications, Inc., 1980, pp. 4
12 y 13
4
CARACTERES.
La palabra "ASYLOS" nace en Grecia y significa aquello que no puede ser capturado, teniendo
el concepto dos elementos recíprocamente implicados:
El asilo que era conferido a un individuo por una o varias ciudades extranjeras,
garantizaba su persona y bienes durante la permanencia en la misma. Era el asilo
territorial.
El asilo que era reconocido a ciertos templos, fundado en el respeto y temor a la
divinidad. Era el asilo religioso. “Los lugares donde se garantizaba la seguridad del
perseguido eran iglesias, templos o altares, zonas agradas que muestran el elemento
sacro de la institución y su consideración como asilo de la Iglesia. En este contexto se
consideraba el derecho de asilo como un correctivo de la justicia humana,
haciéndose un llamamiento a Dios como garante del derecho frente a abusos del
hombre y su propia justicia" .
El asilo religioso se mantuvo en el Imperio Romano y se conservó en las Iglesias cristianas. La
institución del asilo religioso decayó en la Edad Moderna con la formación de los Estados
nacionales. Se incrementó el asilo territorial, basado en el principio de distinta soberanía, en
virtud del cual la persona perseguida en su estado quedaba a salvo por el mero hecho de
pasar al territorio de otro estado. Este derecho no era concedido a los delincuentes
comunes.
Sin embargo el antecedente directo del asilo actual en el derecho internacional es el llamado
asilo entre Estados. Esta modalidad del asilo consiste en el derecho que tiene un Estado -
como expresión de su soberanía-, de ofrecer protección a una persona de otro Estado. Esta
forma de asilo era frecuente en la "Polis" griega.(42)
5
Actualmente esta garantía viene reconocida en los siguientes textos internacionales
de derechos humanos:
En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en
cualquier país. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente
originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las
Naciones Unidas.
Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero, en caso de
persecución que no sea motivada por delitos de derecho común y de acuerdo con la
legislación de cada país y con los convenios internacionales.
Toda persona tiene el derecho de buscar y recibir asilo en territorio extranjero en caso de
persecución por delitos políticos o comunes conexos con los políticos y de acuerdo con la
legislación de cada estado y los convenios internacionales.
El artículo 12.3. de la Carta Africana de Derechos del hombre y de los Pueblos, de 1981,
establece:
Sin embargo, los Pactos de Derechos Civiles y políticos y de Derechos Económicos, Sociales
y Culturales, de 1966, no contienen ningún precepto referente al asilo, a pesar de que ambos 6
6
recogen el contenido de la Declaración Universal y pretenden dar forma jurídica vinculante
al mismo.
Sujeto activo del derecho de asilo es la persona o grupo de personas extranjeras que, siendo
perseguidas por un determinado Estado se ven obligado a solicitar la protección (o asilo) de
otro Estado. Los motivos por las que pueden ser perseguidas esas personas solicitantes de
asilo pueden ser ideológicos o políticos o consistentes en la lucha contra el colonialismo.
No se pueden beneficiar del asilo quienes han cometido delitos contra la paz, crímenes de
guerra o delitos contra la humanidad.
Sujeto activo del derecho de refugio es aquella persona que, debido a fundados
temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad y opinión
política, se encuentra fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de
dichos temores, no quiera acogerse a la protección de ese país.
Sujeto pasivo es el Estado receptor, que -en el supuesto que acepte conceder el asilo- tiene
la obligación de reconocer un status de protección a la persona que lo ha solicitado. Además
es también al Estado a quien corresponde la calificación de las causas del asilo.
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derecho a la participación política, el derecho de asociación, etc...
Sin embargo hay cuatro
derechos que están especialmente protegidos con esta garantía:
El derecho a la vida. Por cuanto que en muchos casos quien solicita asilo es persona que, en
el país del que procede, corre grave peligro de ser asesinada.
El derecho a la integridad psicofísica. Es frecuente que quien solicita asilo haya sido
torturado en el país del que procede por fuerzas de "seguridad" del Estado o corra o haya
corrido grave peligro de ser torturado.
El derecho a la seguridad personal. Evitando torturas y malos tratos, así como la aplicación
de penas crueles, inhumanas y degradantes.
No hay que olvidar que la causa fundamental
generadora de refugiados es la violación generalizada de los derechos humanos y la violencia
política de los gobiernos: detenciones arbitrarias, torturas, "desapariciones", ejecuciones
extrajudiciales.
SUJETOS INTERVINIENTES
Sin interesar cuál de los mecanismos es el que se utilice en el caso concreto, siempre que
hablemos de estas figuras, nos referimos no sólo a un sujeto activo (que actúa cambiando su
punto de conexión domicilio en términos de derecho internacional privado) sino, además,
de un sujeto pasivo que es el estado de recepción, que es por tanto, el que esté dispuesto a
brindar la protección a su libertad, seguridad e integridad física.
Cada país tiene regulado estas posibilidades de manera autónoma y, acorde a su propia
política inmigratoria, se muestran dispuestos en mayor o menor medida a aceptar a este tipo
de migrantes. De todos modos, aún aquellos que son reticentes a la apertura de sus barreras
migratorias no suelen oponer reparos a levantarla y permitir el refugio de aquellas personas
cuyos derechos corren serios riesgos de conculcarse, aunque algunos casos pueden
8
señalarse como máculas a lo expresado. Particular mención cabe formular en relación a los
cubanos que llegan a territorio estadounidense.
TRAMITE
El solicitante del asilo debe realizar una serie de diligencias que luego concluirán con su
reconocimiento como asilado o refugiado, o su rechazo. Si evaluada su petición las
autoridades consideran que el sujeto merece protección internacional y califica para el
estatuto de refugiado o alguna otra forma de tutela, será aceptado. En caso negativo será
devuelto o deportado a su país de origen.
Para el exilio, en cambio, ninguna diligencia hay que efectuar en el territorio en el que se
opta por continuar la vida, más allá de los que con lógica cualquier país organiza para
otorgarle calidad de residentes precarios, transitorios o definitivos, proporcionándoles luego
la ciudadanía definitiva e igualdad de derechos, por lo general, que a los nacidos en su propio
territorio. En la actualidad, se relaciona más que nada con los casos donde media una
imposibilidad ambiental o económica de desarrollar un proyecto de vida acorde a sus
expectativas. La inseguridad es de otro tipo y la persecución se diluye en la incertidumbre y
el riesgo de desarrollo. La migración deviene como consecuencia de querer mejorar sus
perspectivas de futuro para sí y su familia por estar condenados a una vida sin sustento ni
derechos por razones que nada tienen que ver con persecución alguna.
Toda persona que dentro de los límites geográficos de un país en el que está en riesgo su
vida, libertad o integridad psicofísica, más allá de que haya o no realizado alguna conducta
objetable desde lo político o ideológico, puede pedir protección. Quedan excluidos aquellos
que han cometido delitos comunes y los desertores.
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Con frecuencia se sostiene que para ser acreedor al asilo se le debe imputar al sujeto que
pretende ser asilado, un delito político y nunca un delito común. Sin embargo, parece mucho
más acertado considerar que es nada más que un perseguido político.
MODALIDADES DE ASILO
En el marco del contexto histórico reseñado, surge la figura del asilo en sus dos variantes:
diplomático y territorial. De modo genérico, quedan atrapados por la denominación de Asilo
Político por ser, en sustancia, una cuestión política o ideológica en la que se fundan.
El asilo diplomático: es el que se da dentro del territorio del estado donde el sujeto es
perseguido, recurriendo, simplemente, a la sede de una embajada o consulado extranjero
buscando la tan ansiada protección a sus derechos.
En ambas especies de asilo, son las autoridades del Poder Ejecutivo quienes intervienen y la
única diferencia radica en el lugar de solicitud de la protección: una se formula en el ámbito
del mismo Estado donde se sufre la persecución (diplomático), el otro requiere del traslado,
por sus propios medios, hacia otro país para solicitarlo (territorial). La cuestión que las separa
es, por ello, el espacio geográfico en el que se formaliza.
DELITO POLITICO.
Varios intentos se han efectuado por definir el delito político. Goldschmidt propone
identificarlo por la finalidad que persigue su autor. Aplica un criterio netamente subjetivo de
10
10
tipificación. Será político si la intención es lograr modificaciones parciales o totales en los
ordenamientos preestablecidos.
El planteo no por interesante deja de ser cuestionable. ¿Constituye esto una tipificación? ¿Es
delito realizar conductas tendientes a cambiar, por ejemplo, el contenido ideológico de un
orden jurídico? Creo que si son realizadas de acuerdo a los medios legales previstos no deben
considerarse encuadradas en ningún tipo penal.
No olvidemos que delito supone una acción típica, antijurídica y culpable, cuya
determinación es de naturaleza jurisdiccional. Sólo un juez puede ponderar como delictiva
una conducta y debe hacerlo respetando concretas garantías constitucionales, lo que genera
un conjunto concatenado de actos y comprobaciones que deben ajustarse a los principios
en los que se sustenta el debido proceso.
Por otro lado, ¿puede hablarse de delito político cuando no forma parte de ningún catálogo
punitivo? ¿No es violatorio del principio de legalidad?
Soy de la opinión que este tipo de calificaciones, realizadas por autoridades administrativas
de un Estado que no son jurisdiccionales, conculcan garantías constitucionales especiales
(principios de inocencia, legalidad, debido proceso, etc. ), ya que aún en el caso de acceder
a su solicitud, no deja de considerarlo, en estos términos, como un delincuente político.
Lo normal es que quien solicita asilo simplemente sea un perseguido político al que se lo
sindica como autor de un hecho concreto, no siempre reprochable legalmente. Considero
que quien pretende ser asilado, sometiéndose a condiciones que sabe de antemano
significarán ciertas restricciones a sus derechos, es porque indudablemente se siente
perseguido y cree encontrarse en situación de verdadero riesgo. Acorde a esta
interpretación, lo único que debe verificar la autoridad concedente es que no esté imputado,
procesado o condenado por un delito común, actuando por defecto. Esa calificación, es en
esencia un juicio de valor -de por sí subjetivo-, que se atribuye como potestad a las
autoridades del estado asilante, como una manera de tornarla más objetiva, aunque
presenta rasgos de cierta arbitrariedad.
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LA NO EXTRADICIÓN POR DELITO DE ORDEN POLÍTICO.
Pero si bien es discutible la existencia de una bien establecida norma consuetudinaria, sin
embargo habría que preguntarse, con el profesor Hersch Lauterpacht, si la casi adopción
unánime del principio de no ex- tradición por ofensas de naturaleza política no ha provocado
que se gene re un ‘‘principio general de derecho’’ en el sentido del artículo 38, del Estatuto
de la Corte Internacional de Justicia.
Aparte del hecho de que nuestra Constitución prohíbe la celebración de tratados para la
extradición de reos políticos (artículo 15), nuestro país ha suscrito convenciones
multilaterales como la Convención sobre Extradición, firmada en Montevideo el 26 de
diciembre de 1933, depositándose el instrumento de ratificación el 27 de enero de 1936, y
en la cual se asienta que el Estado requerido no estará obligado a conceder la extradición
cuando se trate de delito político o de los que le son conexos (artículo 3o., inciso e).
Para que la extradición, de acuerdo a esta Convención de Montevideo pueda llevarse a cabo,
se necesita como condición indispensable que el Estado requirente tenga jurisdicción para
juzgar el hecho delictuoso y que el delito por el cual se reclama la extradición sea punible
por las leyes del Estado requirente y por las del Estado requerido, con la pena mínima de un
año de privación de la libertad (artículo 1o., incisos a) y b).7
Entre los tratados bilaterales que México ha suscrito en este ámbito, puede mencionarse el
reciente Tratado de Extradición entre México y Estados Unidos de 4 de mayo de 1978, en
vigor desde el 24 de enero de 1980, y por el que no se concederá la extradición si el delito
por el cual fue solicitada, es político o de carácter político, correspondiendo decidir al Poder
Ejecutivo de la parte requerida si llegare a surgir alguna controversia respecto a ese punto
preciso.
7
Ver Tratados y convenciones interamericanos, pp. 51-59, México al suscribir la Convención sobre
Extradición formuló reserva respecto al artículo 3o., fracción f, en virtud de que la legislación interna de
México no reconoce los delitos contra la religión. La reciente Convención Interamericana sobre Extradición 12
del 25 de febrero de 1981 no contempla esta disposición.
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RELACIÓN ENTRE EXTRADICIÓN Y ASILO
Esto no quiere decir, sin embargo, que la extradición y el asilo deban ser considerados
meramente como dos aspectos del mismo problema, sino antes al contrario, como dos
diversas instituciones las cuales existen una al lado de la otra, cada una de ellas con un
legítimo propósito.
De acuerdo a Atle Grahl-Madsen, el ‘‘derecho de asilo’’ en el sentido del derecho del Estado
a conceder asilo se compone de diversas facetas:
En este sentido es famoso el conflicto con Luis XIV, el cual atribuía gran importancia a este
privilegio y tuvo por este motivo serias dificultades (1687) con el papa Inocencio XI, el cual
pretendía poner fin a los abusos acarreados por esta práctica. Ante la obstrucción del rey de
Francia, el papa llegó hasta excomulgar al representante de este último, el marqués de
Lavardin, y decretar bajo interdicción a la iglesia de San Luis de los franceses. 13
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La cuestión de saber si existe en América Latina una ‘‘costumbre regional’’ en materia de
asilo diplomático fue tratada por la Corte Internacional de Justicia en su famosa sentencia
del 20 de noviembre de 1950 en el caso del derecho de asilo entre Colombia y Perú en donde
declaró que:
‘‘La parte que invoca una costumbre de esta naturaleza debe probar que ella se ha
constituido de tal manera, que la misma ha llegado a ser obligatoria para la otra parte. El
gobierno de Colombia debe probar que la regla que invoca es conforme a un uso constante
y uniforme, practicado por los Estados en cuestión, y que este uso traduce un derecho
perteneciente al Estado que otorga el asilo y un deber que incumbe al Estado territorial’’.8
8
Affaire colombo-péruvienne relative au droit d’asile, Arrêt du 20 novembre 1950, Recueil des arrêts, avis
consultatifs et ordonnances de la CIJ, 1950’’, p. 276, párr. 4o. Posteriormente se dictaron otros dos fallos:
‘‘Demanda de Interpretación del Fallo de 20 de noviembre de 1950 en el Caso del derecho de asilo’’, del 27 de
noviembre de 1950, idem, pp. 395-404 y el fallo del 13 de junio de 1951: ‘‘Caso Haya de la Torre’’, idem, pp. 14
71-84.
14
costumbre constante y uniforme aceptada como siendo derecho en lo que concierne a la
pretendida regla de la calificación unilateral y definitiva del delito.9
Si bien la Corte, por catorce votos contra dos, negó la posible existencia de una norma
consuetudinaria de carácter regional sobre el derecho específico de la calificación unilateral
del delito por el Estado asilante, sin embargo, en el momento actual la práctica del asilo
diplomático, en América Latina se ha configurado de tal suerte en el sentido que dicha
institución ha sido generalmente respetada, que nos inclinamos a pensar que muy
difícilmente podría negarse, fehaciente y categóricamente, que dicha práctica no constituya
en sí una costumbre regional oponible a Estados terceros, aunque hay que aceptar que esto
no deja de ser un punto muy controvertido.10
9
Affaire colombo-péruvienne relative au droit d’asile, Arrêt du 20 novembre 1950, Recueil des arrêts, avis
consultatifs et ordonnances de la CIJ, 1950’’, p. 276, párr. 4o. Posteriormente se dictaron otros dos fallos:
‘‘Demanda de Interpretación del Fallo de 20 de noviembre de 1950 en el Caso del derecho de asilo’’, del 27 de
noviembre de 1950, idem, pp. 395-404 y el fallo del 13 de junio de 1951: ‘‘Caso Haya de la Torre’’, idem, pp.
71-84.
10Ver en este sentido: Rousseau, Charles, Droit International Public, París, Sirey, 1980, t. IV,p. 187;
D’Amato, Anthony, The Concept of Custom in International Law, USA, Edit. Cornell Univ. Press., 1971,
pp. 234-236; Opinión disidente de Caicedo Castilla en Recueil, 1950, pp. 370-372, pun- to 18. El maestro
César Sepúlveda le niega el carácter de norma consuetudinaria a la institución del asilo diplomático. ‘‘Lo
único que se encuentra en la práctica de Latinoamérica es que el Estado del asilado no opone por lo
general ninguna objeción a esa concesión del asilo, mas de esta especie de aquiescencia tácita, no se
obtiene una norma amplia que permita establecer que la práctica del asilo diplomático está sancionada por
una regla de derecho, que proviene de la costumbre’’. Sepúlveda, C., ‘‘México ante el asilo: Utopía y
realidad’’, Jurídica, núm. 11, julio, 1979, pp. 21 y 22.
15
15
Montevideo por la VII Conferencia Internacional Americana, del 26 de diciembre de 1933
(modificatoria de la de La Habana). 4. Tratado de Montevideo de 1940 sobre Asilo y Refugio
Político (no ratificada por Argentina). 5. Tratados sobre Asilo Diplomático y Territorial,
firmados en Caracas el 28 de marzo de 1954, adoptados por la X Conferencia Interamericana
y a los que Argentina adhirió por leyes 24.055 y 24.056, respectivamente.
De ellas, las que más interesan destacarse son las dos que conforman nuestro ordenamiento
jurídico. El artículo 1, de la Convención de Asilo Territorial, establece “Todo Estado tiene
derecho, en ejercicio de su soberanía, a admitir dentro de su territorio a las personas que se
juzgue conveniente, sin que por el ejercicio de este derecho ningún otro Estado pueda hacer
reclamo alguno”
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1o. ‘‘El asilo puede concederse...’’), y afirmándose que no se concederá el asilo a los acusados
de delitos políticos que, previamente estuvieron procesados o hubieren sido condenados
por delitos comunes. Este Tratado de Montevideo de 1939, aun y cuando aparece como un
instrumento más elaborado que los anteriores, sólo dos países, Uruguay y Paraguay,
depositaron sus respectivos instrumentos de ratificación, probablemente como
consecuencia de considerarse que era demasiado liberal en cuanto al asilo y no muy preciso
en cuanto a problemas tales como el de la calificación de las causas que motivan el asilo.11
La Convención sobre Asilo Diplomático de 1954, de la cual México es parte por haber
depositado su instrumento de ratificación el 6 de febrero de 1957, sostiene enfáticamente
que si bien todo Estado tiene derecho a otorgar asilo diplomático, sin embargo no está
obligado en forma alguna a concederlo (artículo 2o.), correspondiendo al Estado asilante la
calificación de la naturaleza del delito o de los motivos de la persecución (artículo 4o.)
Esta competencia del Estado en lo que concierne a la calificación unilateral del delito no es,
contrariamente a lo que pudiera parecer, una facultad completamente discrecional por
parte del Estado asilante, pues la misma Convención señala más adelante (artículo 9o.) que
el funcionario asilante tendrá que tomar en cuenta las informaciones que el gobierno
territorial le ofrezca para normar su criterio respecto a la naturaleza del delito, aunque en
cualquier hipótesis será respetada su determinación de continuar el asilo o de exigir el
salvoconducto para el perseguido.
En principio y en forma casi general, la concesión del asilo está condicionada principalmente
a dos requisitos: al hecho de que se constate el carácter político del delito imputado al
11
Idem, pp. 65-69. Para un comentario al respecto, ver Fernández, Carlos, op. cit., pp. 114-117.
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refugiado, y además al hecho de que se esté frente a una situación o circunstancia de
urgencia.
Esta Convención de 1954, además de recordar el principio de que el asilo no podrá ser
concedido sino en casos de urgencia (artículo 5o.) correspondiendo al Estado asilante la
apreciación de dicha circunstancia (artículo 7o.) ,lo que refuerza por lo demás el punto de la
calificación unilateral del delito, añade asimismo una enumeración no limitativa de casos de
urgencia (artículo 6o.), tales como la persecución por parte de las autoridades, peligro de
privación de vida o libertad por razones de persecución política, etcétera.
ASILO Y EXTRADICION
Son las dos caras opuestas de una misma moneda? La naturaleza tuitiva del asilo se opone a
la represiva en que deviene la extradición.
Los sujetos asilados no deben ser ni imputados ni procesados o condenados por delitos
comunes. Los extraditados precisamente deben ser procesados o condenados por delitos
comunes.
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“En caso de persecución, toda persona tiene derecho a buscar asilo, y a disfrutar de él, en
cualquier país. 2. Este derecho no podrá ser invocado contra una acción judicial realmente
originada por delitos comunes o por actos opuestos a los propósitos y principios de las
Naciones Unidas.
El artículo 12, 3 de la Carta Africana de Derechos del Hombre y de los Pueblos, de 1981,
regula que: “3.Toda persona tiene derecho, en caso de persecución, de buscar y de recibir
asilo en territorio extranjero, conforme a la ley de cada país y de las convenciones
internacionales”.
Por ley 15869 del 2/10/1961, la República Argentina adhirió a la Convención de 1951 sobre
el Estatuto de los Refugiados y por ley 17468 del 3/10/1967 al Protocolo Adicional de 1967.
Esto quiere decir que en 1961, y a través de estas leyes, Argentina ratificó el contenido de la
Convención y con él, los principios establecidos internacionalmente para la protección de los
refugiados. Además, en 1985, el decreto N°464/85 creó el Comité de Elegibilidad para los
Refugiados (CEPARE).
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del Ministerio del Interior y del Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional
y Culto. En la República Argentina, las personas que desean que sea reconocida su condición
de refugiados deben realizar su trámite ante la Secretaría del CEPARE, que se encuentra en
la Dirección Nacional de Migraciones, en el ámbito del Ministerio del Interior, funciona en
calle Hipólito Yrigoyen 952, Capital Federal los días lunes, miércoles y viernes de 10 a 13
horas, sin necesidad de solicitar turnos. El trámite es personal y gratuito. Hay que presentar:
1) Una carta dirigida al Sr. Presidente del CEPARE con las razones detalladas de por qué
solicita el reconocimiento de la condición de refugiado. 2) Documento de identidad
(pasaporte o cédula de identidad) y una fotocopia del mismo o si no posee documento de
identidad, cuatro fotografías 4X4. 3) Indicar su domicilio (cada vez que el solicitante cambie
su domicilio deberá notificarlo a la Secretaría Administrativa del Comité (CEPARE)).
Si el migrante se encuentra en el interior del país, donde no hay oficinas del CEPARE, debe
dirigirse a la delegación más cercana de la Dirección Nacional de Migraciones.
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tratados en forma confidencial y en ningún caso se le comunicarán a las autoridades del país
de procedencia del peticionante.
Sin embargo, la persona puede recurrir aún a la vía judicial. En un plazo que no supere los 20
días desde que se produjo la notificación de la decisión del Ministro del Interior, deberá
concurrir a los Tribunales Ordinarios de Justicia, para que se resuelva en definitiva.
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nacional, debe dirigirse nuevamente a la Dirección Nacional de Migraciones, para realizar un
trámite migratorio común.
DIVERGENCIAS TECNICAS.
Sujeto activo del asilo es el sujeto individual o el grupo de personas extranjeras, que siendo
perseguidas por o en un determinado Estado, por razones políticas, ideológicas, se ven
compelidas a solicitar protección. Quedan excluidas del pedido de asilo quienes han
cometido delitos comunes, contra la paz, crímenes de guerra o delitos de lesa humanidad.
Obsérvese la diferencia con el refugio que, como instituto, conceptúa de modo más
abarcativo al sujeto activo susceptible de pedirlo, ya que incluye la persecución religiosa,
racial o de nacionalidad.
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El estado de origen, es el que ha colocado en situación de perseguido a quien busca amparo
a su vida, integridad psicofísica, libertad (ideológica y de pensamiento) y seguridad personal.
No es raro pensar que en él la persona corre grave riesgos de ser asesinada o torturada. Por
lo tanto al asilado o refugiado se le asegura que no será extraditado. Adquiere en el estado
receptor el derecho de residencia temporal o definitiva, por lo que actúa en el marco de
legalidad con la consecuente obtención de documentos de identidad que lo individualicen.
23
CASO HAYA DE LA TORRE.
El caso paradigmático de asilo es el del político peruano Raúl Haya de la Torre, quien en el
año 1951 solicitó asilo diplomático en la Embajada de Colombia en Lima. Se lo conceden y
luego Perú pide la entrega de Haya de La Torre ya que lo consideraba involucrado en un
delito común. Colombia sostiene que la calificación del tipo de delito (si era común o político)
estaba a su cargo, por lo que niega la entrega. La decisión de la Corte Internacional de Justicia
adonde recurrieron Colombia y Perú para dirimir el conflicto, instó a ambos países a la firma
de un acuerdo negociado.
Los hechos fueron los siguientes: Como consecuencia del fracaso del levantamiento ocurrido
el 3 de Octubre de 1948, el gobierno peruano declaró fuera de la ley a la “Alianza Popular
Revolucionaria Americana” (A.P.R.A.), acusando a sus dirigentes del delito de rebelión. El 25
de Octubre de 1948 se dictaron órdenes de arresto contra esos dirigentes, incluyendo al jefe
del A.P.R.A., don Víctor Raúl Haya de la Torre. Poco después, un golpe militar reemplazó al
Gobierno del Perú. Las nuevas autoridades declararon el estado de sitio y continuaron la
persecución de los dirigentes apristas que se hallaban prófugos.
24
obligaciones resultantes del Acuerdo bolivariano de Extradición del 18 de julio de 1911, de
la Convención sobre Asilo del 20 de Febrero de 1928, y en general, del derecho internacional
americano, para calificar el delito que se imputa a la persona a quien se concede asilo?; 2)
¿Está obligado Perú, como Estado territorial, a otorgar las garantías necesarias para la salida
del país del asilado?
El estado peruano apuntaba: ¿El otorgamiento del asilo a Haya de la Torre por el Embajador
de Colombia fue concedido en violación de los artículos 1, párrafo 1 y 2, párrafo 2, de la
Convención sobre Asilo de 1928?
En la sentencia dictada la Corte comienza por examinar si Colombia estaba facultada para
calificar la naturaleza del delito a los fines del asilo, mediante una decisión unilateral y
definitiva obligatoria para Perú, invocando normas convencionales y consuetudinarias.
Respecto de las primeras, Colombia cita el artículo 18 del Acuerdo bolivariano, que disponía:
“Aparte de las disposiciones del presente Acuerdo, los Estados signatarios reconocen la
institución del asilo, según los principios del Derecho internacional”. Colombia argumenta en
base a la Convención sobre Asilo de 1928, que establece ciertas normas sobre asilo
diplomático. Sin embargo, la Corte señala que en esa Convención no existe ninguna norma
sobre calificación unilateral por el Estado asilante. Sostiene (Colombia) que esa norma está
implícita en la Convención, y que es inherente a la institución del asilo. La Corte invoca que
no puede aceptar esta posición, ya que significaría una derogación del principio de igualdad
soberana de los Estados y conduciría a los mayores abusos.
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las leyes y costumbres del Estado asilante. Además, nada se dice en este artículo respecto
del derecho de calificación.
Por esos motivos, la Corte no acepta que Colombia tenga derecho a calificar la naturaleza
del delito por una decisión unilateral, definitiva y obligatoria para el Perú. En lo que hace a
la cuestión de saber si Perú debe “acordar las garantías necesarias para que Haya de la Torre
salga del país”, según la Convención de La Habana, Colombia podrá solicitar un
salvoconducto aun cuando no pueda calificar el delito y para que sea acordado se requiere
que el asilo haya sido regularmente concedido y mantenido, tema éste que la Corte examina
al considerar la reconvención peruana.
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asilado, y que está obligado a extender un salvoconducto solo si hubiera ejercido tal opción.
En el caso Perú no exigió el alejamiento del asilado y, por lo tanto, Colombia no puede exigir
el salvoconducto. Lo contrario implicaría conceder a Colombia un derecho incompatible con
la Convención de La Habana.
La Corte se avoca a estudiar la reconvención del Perú que sostiene que el asilo fue mal
otorgado y que su mantenimiento constituye una violación de las disposiciones
convencionales sobre asilo. En este sentido señala que Perú no demanda la entrega de Haya
de la Torre, entrega que, por lo demás, no está prevista en el tratado, por lo que examinará
la demanda en su forma primitiva, sin adentrarse en el punto relativo a la prolongación del
asilo.
Colombia sostiene que la reconvención peruana es inadmisible por cuanto no tiene conexión
directa con el fondo de la demanda. La Corte rechaza esta argumentación sosteniendo que
la segunda cuestión planteada por Colombia (solicitud de salvoconducto) se basa en la
regularidad del asilo, que es precisamente el objeto de la reconvención del Perú. Esa
reconvención plasma: a) la prohibición contenida en el inc. 1º de la Convención de La Habana
de conceder asilo a “personas acusadas o condenadas por delitos comunes”, y b) el artículo
2º, parágrafo 1º de la misma Convención que dispone: “El asilo no podrá ser concedido sino
en casos de urgencia y por el tiempo estrictamente indispensable para que el asilado se
ponga de otra manera en seguridad”.
Respecto del punto a), aunque el refugiado era sin duda un “acusado”, Perú no ha probado
que los actos que se le imputaban constituyeran delitos comunes. La única acusación de las
autoridades peruanas contra Haya de la Torre era de rebelión militar, pero sin haber
acreditado que la rebelión militar constituya, en sí misma, un delito común. Por ello, la Corte
considera mal fundada la reconvención en este punto.
En lo que hace al punto b), observa que la justificación esencial del delito es la inminencia o
persistencia de un peligro para la persona del asilado. Tal peligro inminente no existía en el
caso de Haya de la Torre, ya que éste se asiló tres meses después de fracasada la rebelión
militar. Colombia afirmó que el peligro resultaba de la situación política anormal del Perú
(estado de sitio, cortes marciales sin apelación, suspensión de derechos individuales, etc.), 27
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pero no ha probado, sin embargo, que el estado de sitio implicara una subordinación del
Poder Judicial o que la suspensión de los derechos constitucionales hubiera abolido las
garantías judiciales. Además las cortes marciales, creadas después de la rebelión, no eran
competentes, según sostiene Perú, para juzgar a Haya de la Torre, en virtud del principio de
irretroactividad de las leyes. Finalmente, no podría interpretarse la Convención de La
Habana como presumiendo una subordinación judicial por el solo hecho de que los tiempos
sean confusos, ya que ello implicaría conferir un derecho de intervención ofensivo para el
Estado territorial.
Por todo ello, la Corte por 14 votos contra 2 rechaza la primera conclusión del Gobierno de
Colombia, en tanto significaría un derecho para Colombia, como Estado que acuerda el asilo,
de calificar la naturaleza del delito por una decisión unilateral, definitiva y obligatoria para
Perú; por 15 votos contra 1 rechaza la segunda conclusión del Gobierno de Colombia; por
15 votos contra 1 rechaza la reconvención del Gobierno del Perú, en tanto se funda sobre
una violación del artículo 1º, parágrafo 1º , de la Convención sobre Asilo firmada en La
Habana en 1928; por 10 votos contra 6 declara que el otorgamiento de asilo por el Gobierno
de Colombia a Víctor Raúl Haya de la Torre no se realizó de conformidad con el artículo 2º,
parágrafo 2º, de la Convención citada.
La sentencia se dictó con las opiniones disidentes de los jueces Álvarez, Badawi Pascha, Read,
Azevedo y el juez ad hoc Caicedo Castillo.
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RESPONSABILIDAD INTERNACIONAL POR VIOLACIÓN DEL ASILO
Una vez que ha sido concedido el asilo, éste debe ser respetado por todos los demás Estados,
incluyendo obviamente el Estado de cuyo territorio huyó la persona o personas asiladas. 12
Cualquier acto de intimidación, violencia, secuestro, etcétera, llevado a cabo por personas
actuando en calidad de oficiales, o con la connivencia, apoyo, o bajo el control del Estado
en cuestión en contra del sujeto asilado, son actos claramente violatorios de la soberanía
territorial y por lo tanto hechos ilícitos que generan la responsabilidad internacional. Si se
trata de un individuo que amenaza o lesiona al asilado, pero actuando en su calidad de
‘‘particular’’ única y exclusivamente, en ese caso la responsabilidad del Estado no se
compromete por no existir violación al derecho internacional, pero el Estado del cual es su
nacional está en la obligación de extraditar al ‘‘particular’’ culpable.13
Así, la competencia para conceder asilo se infiere directamente del principio de la soberanía
territorial de los Estados, y la práctica interna- cional en materia de extradición refuerza esta
tesis, ya que es general- mente reconocido que en ausencia de un tratado de extradición con
el Estado requirente, no existe una obligación jurídica de entregar al individuo acusado de
acto delictivo.
Por regla general la extradición va a concederse por actos practicados fuera del Estado
requerido y dentro de la jurisdicción territorial del Esta- do requirente, y esto como
consecuencia del principio de territorialidad, aceptado éste, las más de las veces, como base
de la competencia jurisdiccional de los Estados.23
12
Artículo 1o. (1) de la Declaración sobre Asilo Territorial adoptada por la Asamblea General de Naciones
Unidas el 14 de diciembre de 1967. Doc. a/2312 (XXII).
13
Ver Grahl-Madsen, Atle (1), The Status of Refugees ..., cit., pp. 187-194; (2) Territorial Asy- lum, pp. 18-
23. En el Caso Eichmann (1960), Israel alegó que el secuestro había sido operado por ‘‘voluntarios judíos’’
(sic), quienes lo trasladaron de territorio argentino al Estado de Israel en donde fue entregado a los Servicios 29
de Seguridad de Israel.
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norma consuetudinaria de derecho internacional, en el sentido que los Estados estarían
jurídicamente obligados a rechazar la extradición por infracciones de carácter político.
CONCLUSIONES.
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Debiera incluirse dentro del Derecho Constitucional Internacional, como protección
genérica a las personas.
BIBLIOGRAFIA.
CARRILLO FLORES, Antonio, ‘‘El asilo político en México’’, Jurídica, México, núm. 11, julio de
1979.
GROS ESPIELL, Héctor, ‘‘El derecho internacional americano sobre asilo territorial y extradi-
ción en sus relaciones con la Convención de 1951 y el Protocolo de 1967 sobre Estatuto de
los Refugiados’’, en el volumen Asilo y protección internacional, p. 64.
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