La respuesta es sorprendente, porque no se trata de una especie que
comúnmente sirva a los seres humanos de alimento: el perro. Hasta muy recientemente existían multitud de teorías acerca del origen biológico del perro y de cómo fue su domesticación. Entre otros factores, la gran variedad de formas, tamaños y rasgos físicos particulares de cada raza parecía apuntar a un origen complejo, a la mezcla de diferentes especies (zorros, lobos, hienas, perros salvajes africanos,...). Sin embargo, la genética, mediante el análisis del ADN mitocondrial (aquel que varía menos y que contiene la herencia materna), ha proporcionado una sorprendente respuesta: todos los perros domésticos descienden de una hembra de lobo que vivió hace más de diez mil años, antes del Neolítico. .