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LA TAREA AMERICANA

Colección Pensamiento Crítico Latinoamericano

Director de la Colección
Emir Sader, Secretario Ejecutivo de CLACSO
José Carlos Mariátegui
Coordinador Académico
Pablo Gentili, Secretario Ejecutivo Adjunto de CLACSO

Área de Producción Editorial y Contenidos Web de CLACSO

Responsable Editorial
Lucas Sablich

Director de Arte La tarea americana


Marcelo Giardino

Asistente Editorial
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Consejo Editorial
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Dídimo Castillo
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Mariátegui, José Carlos
La tarea americana. - 1a ed. - Buenos Aires : Prometeo
Libros: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales -
CLACSO, 2010. Homenaje
272 p. ; 21x15 cm.

ISBN 978-987-574-456-1
He aquí entonces el modo como los cambios del mundo me llevaron a leer
1. Filosofia. I. Título este itinerario tan sudamericano. Quise hacerlo, eso sí, entre el homenaje y
CDD 190 la evocación crítica; esto es, en las antípodas de la hagiografía, que con-
vierte a los seres humanos en bronces de museo para impedir que sigan
viviendo entre nosotros de una manera terca. Contamos para ello en los
textos de Mariátegui con la polisemia de las obras perdurables. Quizás po-
damos contar también con la esperanza: así como llegó, quizás un día retro-
ceda el integrismo neoliberal de mercado que promete recluir a los hombres
y mujeres en el círculo de una privacidad egoísta y empobrecida. Cuando
ello suceda, me gustaría volver a evocar también críticamente a Mariátegui,
pero en un clima menos melancólico o irreal que aquel con que los tiempos
de la posmodernidad amenazan a los modernistas revolucionarios.

Oscar Terán, Mariátegui: el modernismo revolucionario, 1994.

Cuidado de la edición: Magalí C. Álvarez Howlin


Diagramación: Erica Anabela Medina

1ª. edición, Prometeo Libros - CLACSO


© De esta edición, Prometeo Libros, 2010
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República Argentina
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Prohibida su reproducción total o parcial
Derechos Reservados
Índice

La tarea americana de José Carlos Mariátegui ........................................... 11


(Presentación de Héctor Alimonda)
Advertencia a los Siete ensayos sobre la realidad peruana (1928) ................. 31
Esquema de la evolución económica (1928) ............................................. 33
El problema del Indio. Su nuevo planteamiento (1928) ............................ 49
El problema de la tierra (1928) ................................................................. 61
Tesis ideológicas. El problema de las razas en América Latina (1929)....... 65
Presentaciones de Amauta (1926) ............................................................ 113
Presentaciones de Labor (1928) ............................................................... 115
Principios de política agraria nacional (1927) ........................................ 121
Punto de vista antiimperialista (1929) .................................................... 125
Defensa del disparate puro (1928) .......................................................... 133
El anti-soneto (1928) .............................................................................. 135
La tradición nacional (1927) ................................................................... 137
Lo nacional y lo exótico (1924) .............................................................. 141
Vidas paralelas: E. D. Morel y Pedro S. Zulen (1925) ............................... 145
Esquema de una explicación de Chaplin (1928) ..................................... 149
Arte, revolución y decadencia (1926) ...................................................... 155
Heterodoxia de la tradición (1927) ......................................................... 159
Principios programáticos del Partido Socialista (1928) .......................... 163
El porvenir de las cooperativas (1928) .................................................... 169
Los ideólogos de la reacción (1927) ........................................................ 173
Las reivindicaciones feministas (1924) ................................................... 177
El hombre y el mito (1925) ..................................................................... 181
Nacionalismo y vanguardismo en la ideología política (1925) ............... 187
Manifiesto de la Confederación General de Trabajadores del Perú
Presentación
a la clase trabajadora del país (1929) ...................................................... 191 La tarea americana de José Carlos Mariátegui
La Federación Americana del Trabajo y la América Latina (1929) .......... 205
Nuestra reivindicación primaria: libertad de asociación sindical (1929) .... 207 HÉCTOR ALIMONDA1
La unidad de la América indo-española (1924) ....................................... 209
¿Existe un pensamiento hispano-americano? (1925) .............................. 213
El ibero-americanismo y el pan-americanismo (1925) ........................... 219
México y la Revolución (1924) ............................................................... 223
La reacción en México (1924) ................................................................. 227
La batalla de Martín Fierro (1927) ........................................................... 231
Decimoquinta conferencia: Internacionalismo y Nacionalismo (1923)..... 235 Como el propio José Carlos Mariátegui advertía a sus lectores en la
«Nota Preliminar a los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Pe-
El partido bolchevique y Trotsky (1925) ................................................. 243 ruana», su vida y su obra forman una unidad, toda su sangre está puesta
Política española (1925) ......................................................................... 249 en sus ideas. Pero también forman una unidad con su tiempo y su gene-
ración, una de las más intensas y creativas en la historia intelectual lati-
El problema de la China (1927) .............................................................. 253 noamericana. Comencemos, entonces, por una breve nota autobiográfica.
El 10 de enero de 1928 (aunque, por error, puso la fecha de
Freudismo y marxismo (1925) ................................................................ 257
«1927»), José Carlos Mariátegui escribió a su contacto en Buenos Ai-
El Determinismo Marxista (1926) .......................................................... 261 res, Samuel Glusberg, respondiendo a su solicitud de algunas infor-
maciones biográficas.
Manhattan Transfer, de John dos Passos (1924) ........................................ 265
Le remitiré algunos recortes sobre mi persona. Aunque soy un
escritor muy poco autobiográfico, le daré yo mismo algunos
datos sumarios: nací en el 95. A los 14 años, entré de «alcanza-
rejones» a un periódico. Hasta 1919 trabajé en el diarismo, pri-
mero en La Prensa, luego en El Tiempo, finalmente en La Razón,

1
Profesor Asociado III de Posgrado en Ciencias Sociales, Universidad Federal Rural de Río de
Janeiro; Investigador internacional de FLACSO; Coordinador del Grupo de Trabajo Ecología
Política de CLACSO; Profesor del Doctorado en Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

diario que fundé con César Falcón, Humberto del Águila y otros bir crónicas policiales, y su inquietud lo vincula con la bohemia de la
muchachos. En este último diario patrocinamos la reforma univer-
época. Pasa por las secciones de hipismo, arte, crónicas de la vida coti-
sitaria. Desde 1918, nauseado de política criolla –como diarista y
diana, aparece un pseudónimo («Juan Croniqueur») y un estilo brillan-
durante algún tiempo redactor político y parlamentario conocí por
dentro los partidos y vi en zapatillas a los estadistas– me orienté te, irónico y liviano. En las noches de redacciones y cafés, conoce a quie-
resueltamente hacia el socialismo, rompiendo con mis primeros nes formarán la vanguardia poética y política de la época. Intenta sus
tanteos de literato inficionado de decadentismos y bizantinismos propios poemas decadentistas y hasta una obra de teatro.
finiseculares, en pleno apogeo todavía. De fines de 1919 a media- Es interesante destacar un rasgo particular de este periodista irreve-
dos de 1923 viajé por Europa. Residí más de dos años en Italia, rente y ácido, de ese bohemio estridente y satírico: su personalidad tiene
donde desposé una mujer y algunas ideas. Anduve por Francia, una vertiente mística, que no parece ser una pose, sino un sentimiento
Alemania, Austria y otros países. Mi mujer y mi hijo me impidieron profundo, de un estado de espíritu compartido por otros de sus amigos,
llegar a Rusia. Desde Europa me concerté con algunos peruanos como los poetas César Vallejo y José María Eguren. Y ese componente de
para la acción socialista. Mis artículos de esa época señalan las
su personalidad ayuda a explicar su forma particular de percibir la reali-
estaciones de mi orientación socialista. A mi vuelta al Perú, en
1923, en reportajes, conferencias en la Federación de Estudiantes y
dad política, así como la que será su peculiar lectura del marxismo, su
la Universidad Popular, en artículos, expliqué la situación europea afinidad con la obra de Georges Sorel y con la tradición voluntarista.
e inicié mi trabajo de investigación de la realidad nacional, confor- Años más tarde, José Carlos Mariátegui renegaría de esa etapa de su
me al método marxista. En 1924 estuve como ya le he contado a vida, a la cual llamará «mi edad de piedra». Al regreso de Europa, en un
punto de perder la vida. Perdí una pierna y quedé muy delicado. gesto fóbico y melodramático, quemará la colección completa de sus escri-
Habría seguramente curado ya del todo, con una existencia reposa- tos. Sin embargo, sin esa fase, muchos rasgos de su obra posterior, definida
da. Pero ni mi pobreza ni mi inquietud intelectual me lo consien- como marxista, deberían ser considerados «desvíos populistas, apristas,
ten. Desde hace seis meses, mejoro poco a poco. No he publicado idealistas», como procedió la crítica stalinista durante los años treinta. Esos
más libros que el que usted conoce. Tengo listos dos y en proyectos
críticos y sus continuadores prefirieron condenar o silenciar precisamente
otros. He ahí mi vida, en pocas palabras. No creo que valga la pena
los rasgos más originales, menos escolásticos de su pensamiento (los cuales,
hacerla notoria. Pero no puedo rehusarle los datos que usted me
pide. Me olvidaba: soy un autodidacto. Me matriculé una vez en evidentemente, inspiraron también su práctica política).
Letras en Lima, pero con el sólo interés de seguir un curso de latín De hecho, el marxismo oficial de los años treinta no podía digerir
de un agustino erudito. Y en Europa frecuenté algunos cursos libre- propuestas del tipo de las que aparecen en los Siete Ensayos...:
mente, pero sin decidirme nunca a perder mi carácter extra-univer-
sitario y tal vez hasta anti-universitario. En 1925 la Federación de Como lo anunciaba Sorel, la experiencia histórica de los últi-
Estudiantes me propuso a la Universidad como catedrático de la mos lustros comprobó que los mitos revolucionarios o sociales
materia de mi competencia, pero la mala voluntad del Rector y, pueden ocupar la consciencia profunda de los hombres con la
secundariamente, mi estado de salud, frustraron esta iniciativa. misma plenitud de los antiguos mitos religiosos.

José Carlos Mariátegui nació en Moquegua, costa del sur peruano, el O:


14 de junio de 1894 (y no en 1895, como él mismo creía). Segundo de
cuatro hermanos, su padre era un funcionario del Tribunal de Cuentas, Sabemos que una revolución es siempre religiosa. La palabra reli-
que alguna vez no regresó de un viaje a Lima. gión tiene un nuevo valor, un nuevo sentido. Sirve para algo más
Un accidente afecta una de las piernas de José Carlos, quién quedará que para designar un rito o una iglesia. Poco importa que los sovié-
rengo, después de cuatro años de convalecencia. Durante ese período se ticos escriban en sus carteles de propaganda que la religión es el
opio de los pueblos. El comunismo es esencialmente religioso.
despierta su pasión por la lectura.
A los catorce años está en Lima, trabajando como auxiliar en las ofici-
En realidad, hay una continuidad profunda en el misticismo de aquel
nas de La Prensa, el mayor diario de la capital. Luego pasa a linotipista,
Juan Croniqueur y el Mariátegui socialista de una década después. Y se
revisor de pruebas, clasificador de telegramas. En 1912 comienza a escri-
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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

constata que su adhesión al marxismo es un camino para desentrañar la intelectual nacional en cuyo seno se desarrolla una tradición socialista
especificidad de una realidad, una guía para una acción eficaz, y no la que recupera y resignifica sus temas estratégicos, en elaboraciones que no
repetición de dogmas que fuerzan a la realidad a entrar en modelos ya se ajustan a la atmósfera positivista del pensamiento marxista clásico.
prontos y acabados. Se trata de un marxismo historicista, que reivindica el papel de la
En 1918, Mariátegui y César Falcón fundan la revista Nuestra Época, voluntad en la historia, de intervenciones humanas conscientes que alte-
y en 1919 el diario La Razón. El bohemio Mariátegui se orienta hacia el ran la fatalidad de los datos económicos, de interrogantes sobre las condi-
acompañamiento de las luchas populares, que se están movilizando acti- ciones de surgimiento de voluntades colectivas nacional-populares. La
vamente. Las páginas del diario apoyan la lucha obrera por la jornada de atención se vuelca al tema de la hegemonía, para la cuestión de «las
ocho horas e inician la campaña por la Reforma Universitaria. Ante la reformas intelectuales y morales». Sin negar el materialismo que inspira
represión desatada por el gobierno de Agustín Leguía, Mariátegui y Fal- al marxismo, el centro del análisis se desplaza hacia los temas de la cons-
cón parten hacia Europa, en octubre de 1919. titución de los sujetos históricos, de las clases sociales como portadoras
de proyectos de largo plazo.
Es muy fácil explicar la decidida adhesión de Mariátegui a esta ver-
Amanecer italiano tiente del pensamiento marxista a partir de afinidades de temperamento.
Pero la cuestión central es que Mariátegui leía a Italia con ojos america-
Mariátegui se establece en Italia, desde donde escribe artículos para la nos, y que la tarea que vislumbraba lo aproximaba a esa problemática. En
prensa peruana. Allí se encuentra ante un gigantesco escenario de conflictos realidad, la obra de Gramsci que más lo aproxima con Mariátegui será
sociales, bajo la cruda luz de la posguerra. Mientras se profundiza la crisis escrita a partir de su prisión, en 1926, y conocida sólo después de 1945.
política, los obreros de la FIAT se organizan en consejos, y un núcleo del O sea: el pensamiento de Mariátegui sigue un camino independiente del
partido socialista, que publica un periódico llamado L’Ordine Nuovo, dirigido recorrido por el historicismo marxista, son discursos homólogos, pero
por Antonio Gramsci, saluda en ellos al germen de un nuevo Estado. que se desconocen mutuamente.2
Mariátegui es un testigo apasionado de la vitalidad de ese escenario. La tradición crítica común que les sirve de punto de partida los orien-
Un mundo ha muerto con la guerra, y todo parece apuntar hacia un ta hacia caminos paralelos. Pero existe otro elemento, de importancia
nuevo tiempo. Escribe: «Bolcheviques y fascistas no se parecen con los central, sintetizado en una frase que tanto Gramsci como Mariátegui citan
revolucionarios y conservadores pre-bélicos. No poseen la antigua su- (el primero atribuyéndosela a Romain Rolland, el segundo a Vasconcelos):
perstición del progreso. Son testigos, conscientes o inconscientes, de que «pesimismo de la razón, optimismo de la pasión». Tanto Gramsci como
la guerra demostró a la humanidad que pueden ocurrir hechos superio- Mariátegui tematizan el socialismo como posibilidad vigente sólo gracias
res a la previsión de la ciencia». a la pasión y a la imaginación. Gramsci reflexiona sobre la derrota;
Es en Italia donde la trayectoria de Mariátegui adquiere una orienta- Mariátegui sobre la cuestión del socialismo en una realidad donde nin-
ción y densidad decisivas. El clima intelectual italiano presenta afinida- guna de sus premisas clásicas está presente: capitalismo raquítico, pro-
des con sus propias preocupaciones, pero allí irá a encontrar, también,
estímulos para formular nuevas preguntas. Hay en la Italia de la época un
pensamiento filosófico y político de vanguardia, un antipositivismo ilus-
trado cuyas grandes figuras, como Benedetto Croce, son referencias obli- 2
Mariátegui tiene muchos puntos en común, propios de un clima de época, con otros
gatorias. Y, al mismo tiempo, un espacio donde la imaginación política se exponentes del marxismo historicista de los años veinte: Gramsci, Lukács, Korsh, pero hay dos
enfrenta desde los orígenes de la modernidad con un tema afín a la pro- grandes diferencias que lo distinguen. Primero, él no está teorizando desde la derrota, sino
desde la dificultad de constitución de los sujetos políticos «modernos» en la periferia capita-
blemática latinoamericana: la cuestión nacional. Una preocupación emi-
lista. Segundo, escribe en presencia de tradiciones comunitarias indígenas no capitalistas,
nente que se había revelado a Macchiavello y que se prolonga, como un que en su sociedad concreta tienen una relevancia incomparable con Italia o Europa Central.
hilo rojo, hasta la época de la estadía de Mariátegui, con las reflexiones, En este punto, me parece que Michel Löwy exagera sus afinidades con el marxismo historicista,
desde la izquierda, de Piero Gobetti y de Antonio Gramsci. Un horizonte para incluirlo dentro de una tradición de «marxismo romántico» (Löwy, 2006).

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

como un extraño y ausente. Europa me reveló hasta qué punto


letariado diminuto, un espacio social disgregado. Un marxismo que se erige
yo pertenecía a un mundo primitivo y caótico; y, al mismo tiem-
en el lugar de una angustia, un proyecto socialista que sólo puede existir por po, me impuso, me esclareció el deber de una tarea americana
la voluntad, por la pasión. Allí resulta la necesidad del «mito», esa respuesta [...] Europa me había restituido, cuando parecía haberme conquista-
que Mariátegui encuentra en Sorel para la pregunta hecha por Gramsci: do plenamente, al Perú y a América. (Mariátegui, 1929)
¿cómo suscitar la formación de una voluntad colectiva nacional-popular?
En enero de 1921, Mariátegui participa en el congreso socialista de Livorno
(donde se encuentra con Gramsci), donde el partido se fracciona, dando La tarea americana
origen al Partido Comunista Italiano. En sus crónicas, realiza una lectura
particular de este hecho, definiendo la tarea prioritaria del nuevo partido En el Perú, la Reforma Universitaria ha seguido su curso, el movi-
como «una preparación principalmente intelectual para la revolución». miento estudiantil está en abierta lucha contra la dictadura de Leguía y se
Pero la mayor influencia que Mariátegui recibe de la izquierda italia- destaca el dirigente Víctor Raúl Haya de la Torre. Desde 1921 se viene
na es la de Piero Gobetti, amigo de Gramsci asesinado por el fascismo en desarrollando una experiencia alternativa de educación popular, las Uni-
1926 (Mariátegui llega a decir de él que «es uno de los espíritus con los versidades Populares González Prada, a las que se integra Mariátegui con
que siento más amorosa resonancia»). Gobetti es un liberal de izquierda, un curso sobre la actualidad política internacional. Haya de la Torre es
«croceano», cronista teatral de L’Ordine Nuovo. Es autor también de una preso y deportado a México, y Mariátegui acaba ocupando el rectorado
interpretación de la formación nacional italiana, que influirá tanto a de esa universidad y dirigiendo Claridad, su órgano de prensa, que pasa
Gramsci como a Mariátegui. Es la «rivoluzione mancata», una lectura de a ser portavoz de la Federación Obrera de Lima.
Italia que inspira para leer a América Latina. La unidad nacional se reali- Es entonces cuando sus problemas de salud se agravan y pierde una
zó «desde arriba», a través de una articulación de clases dominantes re- pierna. Desde su casa, lugar de reunión de todos los elementos de van-
gionales, sin rupturas revolucionarias. Por eso, «Il Risorgimento» (la uni- guardia, mantiene una intensísima vida intelectual y política, visitado
ficación de Italia) dejó sin solución el problema de la auténtica unidad por intelectuales, artistas, poetas, dirigentes obreros, estudiantiles y cam-
nacional y popular. El Estado es solamente expresión de la alianza de las pesinos. Recibe regularmente libros y revistas de toda América y de Euro-
clases dominantes; la burguesía es débil, dependiente de las aristocracias pa, y desarrolla una intensa actividad de estudio y de producción escrita.
agrarias y del favor de la burocracia estatal; los impulsos capitalistas son En 1925, sus comentarios sobre la situación internacional dan origen
frágiles y fragmentados; la política es dominación sin hegemonía. Toda a un libro, La Escena Contemporánea.
una temática que Mariátegui recupera en su análisis de la historia perua- Mientras tanto, el 7 de mayo de 1924, Haya de la Torre crea, en México,
na (y que Gramsci continuaría desarrollando en la prisión).3 la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA), como organismo
A mediados de 1922, Mariátegui deja Italia. En Berlín entrevista a político que deberá conducir una tarea continental de liberación nacional.
Máximo Gorki. En París se encuentra con Henri Barbusse. En febrero de Presenta un programa de cinco puntos fundamentales, a partir del cual
1923 embarca de regreso al Perú. En Génova se ha puesto de acuerdo con cada uno de los grupos nacionales deberá articular su propia plataforma:
otros peruanos para emprender una acción socialista.
Escribirá más tarde: 1. Acción contra el imperialismo yanqui.
2. Por la unidad política de América Latina.
Sólo me sentí americano en Europa. Por los caminos de Europa,
3. Por la nacionalización progresiva de la tierra y de las industrias.
encontré el país de América que dejara y en el cual viviera casi
4. Por la internacionalización del Canal de Panamá.
5. Por la solidaridad con todos los pueblos y clases oprimidas.

El proyecto de Haya es concentrar en el APRA a todos los elementos


3
Alberto Filippi (2008) expone el análisis de una genealogía de pensamiento político desde surgidos en los diferentes países durante el proceso de la Reforma Uni-
el liberal de izquierda Piero Gobetti, que incluye a Mariátegui, a Gramsci y a Norberto Bobbio. versitaria, concretizando en organización el ideario continental de sus
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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

orígenes. Se trata de una alianza de los intelectuales de vanguardia de Louis Aragon, Marinetti, todas las figuras destacadas de la cultura de la
todo el continente, que deberá profundizar su vinculación con los secto- década están presentes.4
res populares en una perspectiva de liberación nacional.
En ese momento, Mariátegui integra las filas del APRA, sin renunciar Pero el proyecto de Amauta no aleja a Mariátegui de la evolución
por eso a su proyecto socialista, ya que la configuración «movimentista» así política de donde se lanzarán las bases para la formación de la Central
lo permite. Mientras tanto, prosigue con su más caro proyecto. En septiem- General de los Trabajadores Peruanos (CGTP), en 1929.
bre de 1926 aparece el primer número de la revista Amauta, bajo su direc- El gobierno de Leguía reprime el movimiento, y muchos dirigentes
ción. Era una publicación mensual, cuyo nombre proviene de la denomi- obreros son presos. Lo mismo ocurre con los redactores de Amauta, que
nación que, en el Imperio Inca, tenían los educadores del pueblo. es cerrada durante seis meses. Mariátegui es preso en un hospital militar,
Hasta su desaparición, en septiembre de 1930, Amauta publicó 32 acusado de conspiración. Se defiende:
números. A partir del número 5, incluye también un Boletín de Defensa
Indígena, y, comenzando en noviembre de 1928, es acompañada por como marxista convicto y confeso, estoy lejos del utopismo y
Labor, periódico de información sobre las luchas populares. Las primeras de las conspiraciones absurdas. Desmiento terminantemente
ediciones tienen 44 páginas, ampliadas a 104 en 1928. mi ligación con la central comunista de Rusia. La palabra revo-
Sin duda, Amauta es un hito en la historia intelectual latinoamerica- lución tiene otra acepción y otro sentido, diferentes de los que
la vinculan con la vieja tradición de las conspiraciones.
na. Cumplió eficazmente su misión de conexión entre las vanguardias
(Mariátegui, 1994)
políticas y artísticas de la región, y de ellas con las expresiones más avan-
zadas del mundo contemporáneo. Quizás sólo haya otra publicación com-
parable: Marcha, de Montevideo.
Amauta se caracteriza por su dinámica actualidad y por la amplitud Socialismo y acción escrita
temática y de criterios. Incluía artículos teóricos, políticos, estudios lite-
rarios, poesía y cuentos, información de actualidad, reseñas de libros y En 1928, la editorial Minerva publica, en su serie Biblioteca Amauta,
de revistas. Su lista de corresponsales internacionales ocupaba una pági- los Siete Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana. Constituyen el
na: París, Madrid, México, San José de Costa Rica, Bogotá, Santiago de primer análisis marxista sistemático del conjunto de la evolución histórica
Chile, Buenos Aires, Montevideo, Córdoba, Guayaquil, Nueva York, de un país latinoamericano, en la medida en que el método es utilizado
Guatemala, San Salvador, Melbourne. para revelar una especificidad, y no como un molde preexistente donde
El primer número ya trae una primicia: la primera traducción de encajar el objeto estudiado. Aún hoy, perspectivas abiertas por Mariátegui
Sigmund Freud al castellano, su artículo «Resistencias al psicoanálisis». continúan vigentes en los debates de las ciencias sociales latinoamericanas.
En sucesivas ediciones, Mariátegui irá publicando artículos que irán com- Otro libro estaría destinado al análisis de la evolución política perua-
poniendo sus Siete Ensayos. Haya de la Torre es también un asiduo cola- na, pero sus originales nunca fueron encontrados luego de la muerte de
borador. Es difícil encontrar alguna figura importante en los medios inte- Mariátegui. Falta así a los Siete Ensayos el tratamiento específico de as-
lectuales hispano-americanos que no colabore en sus páginas. Jorge Luis pectos políticos así como (se puede suponer) referencias a las estrategias
Borges, Alberto Hidalgo y Vicente Huidobro presentan, en el número 4, de acción que Mariátegui indicaba como conclusión de su estudio.
un «Índice de la nueva poesía hispano-americana»; son reproducidos
capítulos de grandes novelas, como Los de abajo, del mexicano Mariano
Azuela, y La Vorágine, del colombiano José Eustaquio Rivera; se publican
poemas de César Vallejo o de Pablo Neruda. Lo mismo se puede decir de 4
No hay autores brasileños en Amauta. Sin embargo, en 1930 la editorial de Mariátegui,
la escena internacional. Hay textos de Miguel de Unamuno (con quién Minerva, publica el libro Nueve poetas nuevos de Brasil, organizado por Enrique Bustamante y
Ballivián. Hay allí poemas de Mario de Andrade, Manoel Bandeira, Oswald de Andrade, Cecilia
Mariátegui mantenía correspondencia), Bernard Shaw, Waldo Frank, León Meirelles, Ronald de Carvalho y otros, constituyendo probablemente las primeras traducciones
Trotsky, Máximo Gorki, Ortega y Gasset, Romain Rolland, Jean Cocteau, de los poetas brasileños de esa generación al castellano (Alimonda, 1997).

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Los primeros tres ensayos, «Esquema de la evolución económica», «El ponente de la nacionalidad. Pero se desarrolla también una literatu-
problema del indio» y «El problema de la tierra», han sido incluidos en ra de vanguardia, cosmopolita, sin perder sus raíces peruanas.
esta antología. Creo que en ellos se verifica apropiadamente una perspecti-
va absolutamente renovadora dentro de la tradición marxista, elaborada a Para Aníbal Quijano, en los Siete Ensayos tiene lugar una primera y
partir del análisis de la realidad de un país latinoamericano. En efecto, decisiva ruptura con el eurocentrismo:
Mariátegui deja de lado cualquier interpretación en términos de progreso o
desarrollo como procesos fatalmente necesarios. La realidad peruana apare- y asume el carácter de toda una subversión epistémica y teórica,
ce caracterizada por la heterogeneidad histórico-estructural, como yuxta- puesto es producida dentro de la misma perspectiva formalmente
posición de elementos originados a partir de diferentes épocas históricas, admitida por Mariátegui, el materialismo histórico y la perspecti-
pero que no se superan o desplazan, sino que coexisten articuladamente. va de una secuencia evolutiva de modos de producción y en el
mismo intento de emplearla. Apuntaré una constatación final: la
Los otros cuatro son:
de que en el Perú actual coexisten elementos de tres economías
diferentes. Bajo el régimen de economía feudal nacido de la Con-
a. «El proceso de la instrucción pública», donde Mariátegui analiza quista, subsisten en la sierra algunos residuos vivos todavía de la
la evolución de las instituciones educacionales peruanas, influidas economía comunista indígena. En la costa, sobre un suelo feudal,
por la herencia colonial y por la imitación de modelos franceses y crece una economía burguesa que, por lo menos por su desarrollo
norteamericanos. En ningún caso se proyectó un modelo educati- mental, da la impresión de una economía retardada. Esa perspec-
vo para modernizar el país. Revisa también la Reforma Universita- tiva rompe, primero, con la idea eurocéntrica de totalidad y con el
ria, señalando sus limitaciones. evolucionismo, que presuponen una unidad continua y homogé-
b. «El factor religioso», donde la religión indígena es referida a las nea, aunque contradictoria [...] Esa subversión epistémica y teóri-
ca original podría reconocerse como la fuente de la producción de
características de la organización productiva. En la medida en que
la idea latinoamericana de heterogeneidad histórico-estructural,
las comunidades indígenas sobrevivieron, la religión católica sólo
rompiendo de ese modo con el dualismo radical del cartesianismo,
se implantó externamente, dando origen al sincretismo. La iglesia que está en el origen mismo del eurocentrismo y con las propen-
católica es un firme baluarte del latifundio, cuyo poder nunca fue siones positivistas al reduccionismo y al evolucionismo. Y sin ese
amenazado por el liberalismo. Sin embargo, el impulso religioso nuevo punto de partida no podríamos explicar el nuevo debate
puede ser empleado en una perspectiva revolucionaria. teórico y político, dentro y fuera de América Latina, sobre el carác-
c. «Regionalismo y centralismo» es un ensayo que anticipa una te- ter y la historia del actual poder mundial, en especial el activo
mática de gran vigencia posterior, las relaciones entre procesos eco- debate en torno de la propuesta teórica de la colonialidad y des/
nómicos y políticos y cuestiones regionales. La acumulación de colonialidad del poder. (Quijano, 2007: 126-128)
capital y la modernización de la Costa acentúan las diferencias
regionales. El «federalismo» y el «municipalismo» son apenas pro-
puestas jurídicas sin contenido democrático real, dada la subordi- El Partido Socialista
nación de las localidades al poder de la gran propiedad.
d. «El proceso de la literatura», el último y más extenso ensayo (recor- A comienzos de 1928, Haya de la Torre anuncia en México la transfor-
demos que cuarenta por ciento del total de la obra de Mariátegui está mación del APRA en partido. Mariátegui es contrario a esa decisión, en
formado por escritos de crítica literaria) discute el problema de la principio por inconsulta, pero básicamente porque la condición
literatura nacional y analiza autores y tendencias del momento. La «movimentista» anterior le permitía mantener su proyecto socialista. Pero
desarticulación de la vida peruana se manifiesta también en la litera- hay otras divergencias con Haya, quién se orienta hacia un jacobinismo
tura. Las corrientes conservadoras idealizan la herencia hispánica y militarista. Mariátegui defiende un proceso político que implique una
el pasado colonial. Hay también un importante movimiento irrupción «desde abajo», que signifique una transformación radical de
indigenista, vinculado con proyectos de reivindicación de ese com- los criterios elitistas que siempre configuraron la vida peruana. Ese pro-

20 21
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

ceso tiene un tiempo propio y exige un trabajo previo de sedimentación sufrida por las mayorías indígenas. En países como Perú, el preconcepto
y de organización autónoma de los sectores populares. racial existente hace muy problemática la articulación del movimiento cam-
En septiembre de 1928, coincidiendo con el segundo aniversario de pesino con el proletariado urbano, ya que el indio está acostumbrado a
Amauta, un grupo que puede ser definido como una escisión de izquier- desconfiar de todo lo que proviene de la ciudad. José Carlos propone, una
da del APRA, funda el Partido Socialista del Perú, con Mariátegui como vez más, una solución gramsciana: que se preparen «intelectuales orgáni-
Secretario General. cos» de las masas indígenas a partir de aquellos que emigraron para las
En esa época, la Internacional Comunista (Komintern) había estableci- ciudades y que pueden ser preparados para volver a sus comunidades para
do un Secretariado Sudamericano en Buenos Aires y estaba solicitando la hacer propaganda de ideas socialistas. La perspectiva de transformación
afiliación de los núcleos comunistas de todo el continente.5 Se vivía en socialista de la sociedad peruana tiene a su favor, entre los campesinos, la
esos años la tensión entre quienes pretendían consolidar organizativamente supervivencia del régimen comunitario indígena.
la Internacional como un sistema de sucursales nacionales, subordinada Estas propuestas se diferenciaban sustancialmente de las definidas por
a la dirección de Moscú, y los que pretenden servirse de ella para, la Komintern. En primer lugar, para la Komintern, el problema indígena
prioritariamente, impulsar los procesos revolucionarios en los países donde era un problema nacional, donde debía ser aplicada la orientación stalinista
actúan. André Malraux bautizó a los primeros como «romanos» y a los de «lucha por la autonomía nacional», con la formación de las repúblicas
segundos como «conquistadores». quechua y aymara. Por otro lado, la propuesta de estimular la organiza-
El Secretariado Sudamericano de la Komintern respondía estrictamen- ción autónoma del campesinado no era compatible con la línea de la
te a las directivas «romanas». Los partidos comunistas nacionales eran Komintern, según la cual los campesinos deberían participar en relación
concebidos como filiales obedientes a una dirección central, identificada de subordinación en relación al proletariado. La problemática del socia-
con los intereses de la política externa de la URSS. Para obtener ese resul- lismo a partir de la supervivencia de las comunidades campesinas era
tado, se exigía homogeneidad, condición necesaria para la disciplina. demasiado parecida a la presentada por los populistas rusos, contra los
Esa homogeneidad, en lo inmediato, significaba violentar la realidad cuales los bolcheviques se habían batido durante décadas, lo que atribuía
heterogénea de los diferentes países donde esos partidos deberían actuar. a la propuesta de Mariátegui un carácter herético.
Contra los «procónsules», administradores de provincias imperiales, En el segundo trabajo presentado en Buenos Aires, «Punto de vista anti-
Mariátegui trabará su combate final. imperialista», está contenida una crítica a las posiciones del APRA, pero hay
En 1929, el Secretariado Sudamericano convoca a una Conferencia de también diferencias muy serias en relación con las fórmulas prefabricadas de
Partidos, a ser efectuada en Buenos Aires. El Partido Socialista Peruano es la Komintern. El texto empieza cuestionando la definición de las repúblicas
invitado a participar. latinoamericanas como «países semi-coloniales», lo que era artículo de fe en
Los delegados peruanos son Hugo Pesce y Julio Portocarrero, quienes la política continental de la Komintern. Criticando al APRA, Mariátegui
viajan llevando dos textos preparados por Mariátegui. afirma que el interés de las burguesías nacionales está en la cooperación con
El primero de ellos se titula «El problema de las razas en América Lati- el imperialismo y no en la lucha por la soberanía nacional, como para él lo
na». Ya en los Siete Ensayos, Mariátegui había definido la cuestión indíge- demuestra la experiencia de las revoluciones mexicana y china.
na como la cuestión de la tierra. De la misma forma, afirma ahora que la La identificación entre imperialismo y oligarquías feudales le parecía
solución para el problema de las razas en América Latina consiste en la a Mariátegui excesivamente simplificadora. Él llamaba la atención para el
transformación del mundo agrario, de tal manera que liquide la opresión hecho de que el imperialismo significaba un impulso a la acumulación
de capital, y por lo tanto una perspectiva que a largo plazo podría llevar
a contradicciones con el mundo del latifundio.
Los trabajos de Mariátegui fueron tenazmente criticados y llovieron
sobre los delegados peruanos todo tipo de críticas. La Komintern exigió
5
La narrativa siguiente está basada en la cuidadosa reconstrucción del desentendimiento
Mariátegui/Komintern, presentada por Alberto Flores Galindo (1982). Nuevos aportes fueron
que el Partido Socialista del Perú se organizase de acuerdo con el mo-
realizados por Filippi (2008). delo bolchevique, con una estructura rígida, sin permitir el juego de

22 23
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

fuerzas internas. Solamente esa estructura sería auténticamente proleta- Vigencia de Mariátegui
ria. La organización peruana, que concebía un proceso revolucionario
impulsado por el conjunto de los sectores populares (obreros, campesi- El destino de la obra y del legado intelectual y político de José Carlos
nos, pequeña burguesía, intelectuales) es rechazada como «reformismo Mariátegui fue especialmente curioso. Como acabamos de señalar, su muerte
social-demócrata». fue seguida por una transformación del instrumento político que había
No había acuerdo posible. Mientras Mariátegui elaboraba una propues- creado, de Partido Socialista a Partido Comunista, afiliado a la Komintern.
ta con base en un análisis concreto de una realidad específica, se le contra- De hecho, durante la década del treinta el propio Partido Comunista
ponía una receta ya preparada. Cuando estaba presentando la constitución Peruano rechazó la herencia mariateguiana, caracterizada como «populista».
del embrión de un partido socialista de masas, se le exigía que se confinase Pero Mariátegui había fundado una editorial, y también una imprenta, ad-
en una secta. Cuando buscaba colaboración, le pedían subordinación. ministrada por su hermano. Contando con esas facilidades, es su hijo mayor,
José Carlos sabe que está derrotado. Su propuesta socialista no puede Sandro (nacido en Italia), quién publica en 1943 la segunda edición de los
luchar contra tantos enemigos al mismo tiempo. En enero de 1930 decide Siete Ensayos. En los años posteriores van apareciendo otros volúmenes, con
abandonar el Perú. Luis Alberto Sánchez, un aprista con quién mantuvo la obra periodística, conferencias y artículos aparecidos en «Amauta».
una polémica, le ofrece la posibilidad de pronunciar una serie de confe- La progresiva difusión de esta obra fue llevando a su revaloración, no
rencias en Santiago de Chile. Desde allí, debería proseguir viaje para exenta de actitudes oportunistas. Durante décadas, diferentes sectores del
Buenos Aires, donde se instalaría, y continuaría publicando Amauta. espectro político peruano se han definido como los auténticos herederos del
Durante esos años, ha establecido vínculos con medios intelectuales legado mariateguiano.6 Nos parece innecesario entrar en ese debate, y prefe-
argentinos. Se corresponde con Samuel Glusberg, el director de La Vida rimos, en todo caso, destacar la contemporaneidad de esa obra: es notable en
Literaria, quién llega a emprender gestiones para que le sea implantada Mariátegui su capacidad para acompañar su tiempo, para estar atento al re-
una pierna ortopédica. Mariátegui colaboraba en esa revista y en el órga- gistro de las múltiples dimensiones de los procesos de transformación vivi-
no reformista Sagitario, de La Plata. Ya en 1927, cuando Amauta fue ce- dos por la sociedad peruana, latinoamericana y mundial. Si, como dijimos al
rrada, estudió la posibilidad de continuar su publicación en Buenos Ai- principio, la obra de Mariátegui debe ser leída en relación a su época (y es,
res. Cierta vez, envió libros de José María Eguren a Jorge Luis Borges; es de cualquier forma, un excelente registro introductorio a la misma), quizás
también en Buenos Aires donde está su amigo Alberto Hidalgo, poeta su aporte más importante para el pensamiento contemporáneo sea su capaci-
anarquista, dirigiendo la revista Pulso. O sea, un amplio espectro de vín- dad para integrar la pluralidad de dimensiones de lo social.
culos intelectuales, ninguno de los cuáles tenía relación con la Komintern. La importancia política estratégica que Mariátegui atribuyó a su «tarea
Por otro lado, la Argentina es un país por el cual Mariátegui tenía un americana» nunca lo llevó a dejar de acompañar los acontecimientos de
interés evidente, permanentemente reiterado en su obra. Le parecía el la escena internacional. De la misma forma, su acción política siempre
único país latinoamericano que había conseguido constituir su naciona- estuvo vinculada con la reflexión y el análisis de realidades históricas
lidad, su política y su literatura. Su visión quizás haya sido demasiado
benévola, mítica inclusive...
Pero en febrero, Amauta comunica que su director está gravemente
enfermo. No se restablecerá. El 16 de abril de 1930, José Carlos Mariátegui
murió en un hospital de Lima. 6
Una extensa cita de un gran estudioso de Mariátegui, el italiano Antonio Mellis, sintetiza
El 20 de mayo, el Partido Socialista se transformó en Partido Comu- brevemente ese proceso: «Al poco tiempo de su desaparición física se asiste a un ataque
nista Peruano, con Eudocio Ravines como secretario general. Los miem- violento contra su herencia. Su actitud abierta se transforma en una peligrosa herejía en el
nuevo clima de los años treinta. El sectarismo de la llamada ‘política de clase contra clase’
bros más cercanos a Mariátegui fueron expulsados, calificados como «una distorsiona toda perspectiva de alianzas. La búsqueda de un terreno de encuentro entre
banda de literatos». distintos sectores de la sociedad peruana empeñados en la construcción de la nacionalidad se
interrumpe bruscamente. Sobre todo la política de atención hacia los intelectuales, que
Mariátegui había desarrollado con gran lucidez y respeto, se convierte en una acusación a
cargo del autor. Los términos despectivos de ‘amautismo’ y ‘mariateguismo’ se utilizan como

24 25
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

particulares, sin que el método o la teoría se configurasen como abstrac- epistemológica y política que tiene estrecha afinidad, aunque diferenciada
ciones a priori. en su discursividad, con las preocupaciones del pensamiento social latino-
Por temperamento y pasión, Mariátegui llegó al socialismo a partir de americano contemporáneo que se ubica en la resistencia a los procesos de
la crítica cultural, y la importancia de esa dimensión lo acompañó toda mercantilización de los seres humanos y de la naturaleza.7
su vida. Cuarenta por ciento de su obra escrita está compuesta por co- Entre tantos pionerismos de José Carlos Mariátegui, no fue el menor su
mentarios sobre escritores y obras literarias de su época. Es esa condición desconfianza en que las condiciones políticas y sociales peruanas fuesen
de «hombre de cultura» lo que le permitió, a nuestro entender, construir revolucionadas apenas en función del desarrollo económico. Hubo en él
una obra social y política de especial sensibilidad y creatividad y es allí una percepción crítica de lo que hoy denominamos «modelo de desarrollo»,
donde reside justamente la contemporaneidad de su pensamiento. incomparable en su época, y que tiene total correspondencia con la crítica al
La crítica al modelo de desarrollo seguido por el Perú y la desconfianza crecimiento económico insustentable como paradigma de modernidad.
en relación con sus posibilidades futuras, la incorporación de valores éticos Mariátegui advirtió que el desarrollo de las fuerzas productivas no implicará
como organizadores de la crítica económica y social de lo realmente existente automáticamente en la evolución de las condiciones políticas y sociales en
y como predicados esenciales para la formulación de modelos alternativos de un sentido favorable a las clases populares. Será necesaria la crítica a los
modernidad, el enraizamiento del socialismo en tierras americanas a partir modelos productivistas de organización de la sociedad, teniendo como cen-
del pasado indígena, la recuperación de formas comunitarias de vida y de tro una concepción ética de la modernidad, que subordine a las considera-
organización de la producción como parte sustancial de ese socialismo lati- ciones del lucro y de la tecnología. La definición de esos modelos de desa-
noamericano a ser inventado: creemos que hay allí delineados temas absolu- rrollo y de sus opciones estratégicas es función de conflictos de poder, y es
tamente contemporáneos, abiertos para el diálogo con nuestros desafíos de por eso que la ecología humana, que es social, es también política.
los días actuales. Es claro que en la aceptación de la modernidad como valor Para Mariátegui, no hay determinaciones estructurales que establezcan
y la crítica de sus configuraciones y procesos en el Perú, la identificación con unívocamente las identidades políticas de los sujetos sociales, ni la potencia
las luchas y objetivos de los sectores populares, incluyendo la participación y dirección de sus trayectorias. Un proceso revolucionario, en todo caso, se
en sus procesos organizativos y el registro de sus experiencias, o en la recu- vincula con la posibilidad de articulación de actores diferenciados, especial-
peración del pasado y del presente indígena como componente central de mente en presencia de situaciones geo-sociales altamente heterogéneas, como
un proyecto de reconstrucción social, está implícita una disposición en la región andina. La transformación profunda del Perú pasaría, para
Mariátegui, por la conformación de una amplia confluencia de sectores po-
pulares enfrentados con las consecuencias del modelo de desarrollo. Allí
tendría un papel preponderante el campesinado indígena, dada su impor-
sinónimo de desviaciones intelectualistas. Y cuando, a comienzos de los cuarenta, empieza tancia cuantitativa en relación con el reducido proletariado, poniendo en
una reivindicación de su figura, en polémica con las acusaciones de populismo que proceden primer plano la cuestión de la tierra. Pero también participarían sectores
de la Unión Soviética, este rescate es afectado por una equivocación de fondo. La imagen que medios urbanos, portadores del nuevo proyecto de modernidad.
se propone de Mariátegui no se apoya en los aspectos originales de su pensamiento. Trata, en
cambio, de volverlo aceptable para la escolástica marxista-leninista que se está imponiendo.
Así se llega a afirmar hasta un supuesto ‘stalinismo’ de Mariátegui, en contradicción total con
su figura auténtica.
La efectiva revalorización de su obra se realiza sólo en años recientes [...] A partir sobre todo
de la década del ochenta, empieza un nuevo ciclo de estudios mariateguistas. En el nivel 7
Para otro destacado mariateguiano, César Germaná, en Mariátegui «el socialismo no era, pues,
internacional, la figura del peruano se impone en todo el mundo como uno de los momentos la continuación y el coronamiento de la sociedad del trabajo que había surgido con el
más creativos en la elaboración de una cultura latinoamericana» (Mellis, 1994: 33-34). Sobre capitalismo; lo concebía como otra forma de racionalidad, no centrada en la técnica y el
el mismo tema, ver Beigel, 2003. Falta aquí, de cualquier forma, una lectura específicamente beneficio, sino en la solidaridad y la comunicación. Más aún, pienso que esta idea constituía
argentina (un hito más en esa relación tan particular entre Mariátegui y la Argentina) consti- el substrato más profundo de sus reflexiones y el elemento que suponía, abarcaba y daba
tuida a partir de las perspectivas de la llamada «izquierda nacional» de Jorge Abelardo Ramos, sentido a los otros aspectos del socialismo, la socialización de los recursos de producción y la
Ernesto Laclau, entre otros, que intentaba conciliar el análisis marxista con la realidad «colo- socialización del poder político. Se trata, por lo tanto, del núcleo alrededor del cual se
nial-periférica» y con la evaluación positiva del nacionalismo y del populismo. articula el pensamiento de José Carlos Mariátegui» (Germaná, 1995: 171).

26 27
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Esto suponía, entonces, que el problema de la constitución de un


sujeto revolucionario plural sólo podía resolverse mediante una intensa
actividad hegemónica, la reforma intelectual y moral que Mariátegui se
propuso desarrollar, y donde Amauta y sus publicaciones conexas eran
herramientas estratégicas. El sentido oculto pero decisivo del proceso re- BIBLIOGRAFIA
volucionario estará entonces en su carácter molecular, en una operación
cuidadosa sobre corazones y mentes (lo que Gramsci llamaba «el momen-
to ético-político»), que permite acumular fuerzas y sostener posiciones Alimonda, Héctor (1983), José Carlos Mariátegui. Redescobrir a América,
críticas, al mismo tiempo que se elaboran alternativas. São Paulo, Brasiliense.
Por otro lado, si esa combinación hegemónica se fundamenta y debe Alimonda, Héctor (1994), «Mariátegui y las vanguardias, la tradición y la
dar cuenta de las condiciones extremas de heterogeneidad de la forma- modernidad», en Anuario Mariateguiano, Vol. 6, Lima.
ción social (que es histórico-estructural, pero es también territorial), debe – (1996), «Mariátegui, las vanguardias y un puente hacia Brasil», en
constituirse como un espacio posible de inter-discursividad, y al mismo Celehis, 6-7-8, Vol. I, Mar del Plata.
tiempo como una articulación entre diferentes temporalidades. Ya no se – (1997) «Klaxon y Festa, dos revistas brasileñas contemporáneas de
trata, como en el marxismo «normatizado», de un transcurrir lineal de la Amauta», en Amauta y su época, Lima, Minerva.
historia según el guión de un progreso inexorable y sobrehumano. En la – (2007), «¿Una ecología política en Amauta? (Buscando una herencia
propuesta de Mariátegui, el pasado tiene sentido y potencialidad crítica en Lima)», en Segundo Simposio Internacional Amauta y su época, Lima,
en relación con las perspectivas utópicas del orden presente. Vinculado Minerva.
sin saberlo a una tradición crítica que viene desde Herzen y los populis- Beigel, Fernanda (2003), El itinerario y la brújula. El vanguardismo estéti-
tas rusos, Mariátegui percibió la posibilidad de una combinación de co-político de José Carlos Mariátegui, Buenos Aires, Biblos.
historicidades diversas, ante el bloqueo de alternativas transformadoras Dussel, Enrique (1995), «El marxismo de Mariátegui como filosofía de la
en el orden periférico. El socialismo, la forma social del futuro, tiene revolución», en VV.AA., El marxismo de José Carlos Mariátegui, Lima,
raíces en la tradición americana, y es viable justamente a partir de la Empresa Editora Amauta.
identidad indígena, asentada en la experiencia vital real de formas comu- Filippi, Alberto (2008), De Mariátegui a Bobbio. Ensayos sobre socialismo
nitarias de relaciones sociales, inclusive en territorios urbanos. No se re- y democracia, Lima, Minerva.
cupera el pasado por el pasado mismo, sino en articulación con proyec- Flores Galindo, Alberto (1982), La Agonía de Mariátegui, Lima, Desco.
tos alternativos de modernidad. La crítica de Mariátegui se instala en el Germaná, César (1995), El Socialismo Indo-americano de José Carlos
lugar fronterizo de una «transmodernidad» (Dussel, 1995), que no re- Mariátegui, Lima, Empresa Editora Amauta.
niega de las posibilidades emancipatorias de la modernidad, pero que Lowy, Michel (2006), Por un socialismo indo-americano (ensayos escogidos
impugna sus resultados concretos desde el punto de vista ético. de José Carlos Mariátegui), Lima, Minerva.
A lo largo de los años, la figura de José Carlos Mariátegui se fue trans- Mariátegui, José Carlos (1929), «Itinerario de Waldo Frank», en Varieda-
formando en un mito. Es cierto que varios factores se combinaron para des, Lima, 4 de diciembre.
que eso sucediera: su muerte en plena actividad, la vitalidad entusiasta – (1994), Mariátegui Total, Lima, Empresa Editora Amauta.
que transmiten sus escritos, su activa militancia y su compromiso políti- Melis, Antonio (1994), «José Carlos Mariátegui hacia el siglo XXI», en
co, la desmoralización y el desprestigio de sus críticos. Quizás la única Mariátegui Total, Lima, Empresa Editora Amauta.
forma de aprovechar integralmente su herencia sea proceder a una lectu- Quijano, Aníbal (2007), «José Carlos Mariátegui: reencuentro y debate»,
ra crítica y selectiva de su obra, sin erigirla, a su vez, en un texto sagrado. en Mariátegui, José Carlos, Siete Ensayos de interpretación de la reali-
dad peruana, Caracas, Biblioteca Ayacucho.
Río de Janeiro/Lima, septiembre de 2008.

28 29
Advertencia a los Siete ensayos
sobre la realidad peruana* (1928)

Reúno en este libro, organizados y anotados en siete ensayos, los es-


critos que he publicado en Mundial y Amauta sobre algunos aspectos
sustantivos de la realidad peruana. Como La escena contemporánea, no
es este, pues, un libro orgánico. Mejor así. Mi trabajo se desenvuelve
según el querer de Nietzsche, que no amaba al autor contraído a la pro-
ducción intencional, deliberada, de un libro, sino a aquel cuyos pensa-
mientos formaban un libro espontánea e inadvertidamente. Muchos pro-
yectos de libro visitan mi vigilia; pero sé por anticipado que sólo realizaré
los que un imperioso mandato vital me ordene. Mi pensamiento y mi
vida constituyen una sola cosa, un único proceso. Y si algún mérito espe-
ro y reclamo que me sea reconocido es el de –también conforme un prin-
cipio de Nietzsche– meter toda mi sangre en mis ideas.
Pensé incluir en este volumen un ensayo sobre la evolución política e
ideológica del Perú. Mas, a medida que avanzo en él, siento la necesidad
de darle desarrollo y autonomía en un libro aparte. El número de páginas
de estos Siete ensayos me parece ya excesivo, tanto que no me consiente

*
En Mariátegui total. Edición conmemorativa del centenario del nacimiento de Mariátegui
1994 (Lima: Empresa Editora Amauta).

31
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

completar algunos trabajos como yo quisiera y debiera. Por otra parte,


está bien que aparezcan antes que mi nuevo estudio. De este modo, el
público que me lea se habrá familiarizado oportunamente con los mate-
riales y las ideas de mi especulación política e ideológica.
Volveré a estos temas cuantas veces me lo indique el curso de mi in- Esquema de la evolución económica* (1928)
vestigación y mi polémica. Tal vez hay en cada uno de estos ensayos el
esquema, la intención de un libro autónomo. Ninguno de estos ensayos
está acabado: no lo estarán mientras yo viva y piense y tenga algo que
añadir a lo por mí escrito, vivido y pensado.
Toda esta labor no es sino una contribución a la crítica socialista de los
problemas y la historia del Perú. No faltan quienes me suponen un
europeizante, ajeno a los hechos y a las cuestiones de mi país. Que mi
obra se encargue de justificarme, contra esta barata e interesada conjetu-
ra. He hecho en Europa mi mejor aprendizaje. Y creo que no hay salva-
ción para Indo-América sin la ciencia y el pensamiento europeos u occi-
dentales. Sarmiento, que es todavía uno de los creadores de la
argentinidad, fue en su época un europeizante. No encontró mejor modo
de ser argentino. I. La economía colonial
Otra vez repito que no soy un crítico imparcial y objetivo. Mis juicios
se nutren de mis ideales, de mis sentimientos, de mis pasiones. Tengo En el plano de la economía se percibe mejor que en ningún otro hasta
una declarada y enérgica ambición: la de concurrir a la creación del so- qué punto la Conquista escinde la historia del Perú. La Conquista apare-
cialismo peruano. Estoy lo más lejos posible de la técnica profesoral y del ce en este terreno, más netamente que en cualquiera otro, como una solu-
espíritu universitario. ción de continuidad. Hasta la Conquista se desenvolvió en el Perú una
Es todo lo que debo advertir lealmente al lector a la entrada de mi libro. economía que brotaba espontánea y libremente del suelo y la gente pe-
ruanos. En el Imperio de los Inkas, agrupación de comunas agrícolas y
sedentarias, lo más interesante era la economía. Todos los testimonios
Lima, 1928. históricos coinciden en la aserción de que el pueblo inkaico –laborioso,
disciplinado, panteísta y sencillo– vivía con bienestar material. Las sub-
sistencias abundaban; la población crecía.
El Imperio ignoró radicalmente el problema de Malthus. La organización
colectivista, regida por los Inkas, había enervado en los indios el impulso
individual; pero había desarrollado extraordinariamente en ellos, en prove-
cho de este régimen económico, el hábito de una humilde y religiosa obe-
diencia a su deber social. Los Inkas sacaban toda la utilidad social posible de
esta virtud de su pueblo, valorizaban el vasto territorio del Imperio constru-

*
En Mariátegui total. Edición conmemorativa del centenario del nacimiento de Mariátegui
1994 (Lima: Empresa Editora Amauta).

32 33
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

yendo caminos, canales, etcétera, lo extendían sometiendo a su autoridad dores no se bastaban a sí mismos para crear una economía sólida y orgá-
tribus vecinas. El trabajo colectivo, el esfuerzo común, se empleaban fructuo- nica. La organización colonial fallaba por la base. Le faltaba cimiento
samente en fines sociales. demográfico. Los españoles y los mestizos eran demasiado pocos para
Los conquistadores españoles destruyeron, sin poder naturalmente reem- explotar, en vasta escala, las riquezas del territorio. Y, como para el traba-
plazarla, esta formidable máquina de producción. La sociedad indígena, la jo de las haciendas de la costa se recurrió a la importación de esclavos
economía inkaica, se descompusieron y anonadaron completamente al golpe negros, a los elementos y características de una sociedad feudal se mez-
de la conquista. Rotos los vínculos de su unidad, la nación se disolvió en claron elementos y características de una sociedad esclavista.
comunidades dispersas. El trabajo indígena cesó de funcionar de un modo Sólo los jesuitas, con su orgánico positivismo, mostraron acaso, en el Perú
solidario y orgánico. Los conquistadores no se ocuparon casi sino de distribuirse como en otras tierras de América, aptitud de creación económica. Los lati-
y disputarse el pingüe botín de guerra. Despojaron los templos y los palacios fundios que les fueron asignados prosperaron. Los vestigios de su organiza-
de los tesoros que guardaban; se repartieron las tierras y los hombres, sin ción restan como una huella duradera. Quien recuerde el vasto experimento
preguntarse siquiera por su porvenir como fuerzas y medios de producción. de los jesuitas en el Paraguay, donde tan hábilmente aprovecharon y explo-
El Virreinato señala el comienzo del difícil y complejo proceso de taron la tendencia natural de los indígenas al comunismo, no puede sor-
formación de una nueva economía. En este período, España se esforzó prenderse absolutamente de que esta congregación de hijos de San Iñigo de
por dar una organización política y económica a su inmensa colonia. Los Loyola, como los llama Unamuno, fuese capaz de crear en el suelo peruano
españoles empezaron a cultivar el suelo y a explotar las minas de oro y los centros de trabajo y producción que los nobles, doctores y clérigos, entre-
plata. Sobre las ruinas y los residuos de una economía socialista, echaron gados en Lima a una vida muelle y sensual, no se ocuparon nunca de formar.
las bases de una economía feudal. Los colonizadores se preocuparon casi únicamente de la explotación
Pero no envió España al Perú, como del resto no envió tampoco a sus del oro y la plata peruanos. Me he referido más de una vez a la inclina-
otras posesiones, una densa masa colonizadora. La debilidad del imperio ción de los españoles a instalarse en la tierra baja. Y a la mezcla de respeto
español residió precisamente en su carácter y estructura de empresa mili- y de desconfianza que les inspiraron siempre los Andes, de los cuales no
tar y eclesiástica más que política y económica. En las colonias españolas llegaron jamás a sentirse realmente señores. Ahora bien. Se debe, sin duda,
no desembarcaron como en las costas de Nueva Inglaterra grandes banda- al trabajo de las minas la formación de las poblaciones criollas de la sie-
das de pioneers. A la América Española no vinieron casi sino virreyes, rra. Sin la codicia de los metales encerrados en las entrañas de los Andes,
cortesanos, aventureros, clérigos, doctores y soldados. No se formó, por la conquista de la sierra hubiese sido mucho más incompleta.
esto, en el Perú una verdadera fuerza de colonización. La población de Estas fueron las bases históricas de la nueva economía peruana. De la
Lima estaba compuesta por una pequeña corte, una burocracia, algunos economía colonial –colonial desde sus raíces– cuyo proceso no ha termina-
conventos, inquisidores, mercaderes, criados y esclavos.8 El pioneer espa- do todavía. Examinemos ahora los lineamientos de una segunda etapa. La
ñol carecía, además, de aptitud para crear núcleos de trabajo. En lugar de etapa en que una economía feudal deviene, poco a poco, economía burgue-
la utilización del indio, parecía perseguir su exterminio. Y los coloniza- sa. Pero sin cesar de ser, en el cuadro del mundo, una economía colonial.

II. Las bases económicas de la República


8
Comentando a Donoso Cortés, el malogrado crítico italiano Piero Gobetti califica a España Como la primera, la segunda etapa de esta economía arranca de un
como «un pueblo de colonizadores, de buscadores de oro, no ajenos a hacer de esclavos en hecho político y militar. La primera etapa nace de la Conquista. La segun-
caso de desventura». Hay que rectificar a Gobetti que considera colonizadores a quienes no
fueron sino conquistadores. Pero es imposible no meditar el juicio siguiente: «El culto de la da etapa se inicia con la Independencia. Pero, mientras la Conquista en-
corrida es un aspecto de este amor de la diversión y de este catolicismo del espectáculo y de gendra totalmente el proceso de la formación de nuestra economía colo-
la forma: es natural que el énfasis decorativo constituya el ideal del haraposo que se da el aire nial, la Independencia aparece determinada y dominada por ese proceso.
del señor y que no puede seguir ni la pedagogía anglo-sajona del heroísmo serio y testarudo,
ni la tradición francesa de la fineza. El ideal español de la señorilidad confina con la holgaza- He tenido ya –desde mi primer esfuerzo marxista por fundamentar en el
nería y por esto comprende como campo propicio y como símbolo la idea de la corte». estudio del hecho económico la historia peruana– ocasión de ocuparme en
34 35
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

esta faz de la revolución de la Independencia, sosteniendo la siguiente hegemonía en la civilización capitalista– jugar un papel primario en la
tesis: «Las ideas de la revolución francesa y de la constitución norteameri- independencia de Sudamérica. Y, por esto, mientras el primer ministro de
cana encontraron un clima favorable a su difusión en Sudamérica, a causa Francia, de la nación que algunos años antes les había dado el ejemplo de
de que en Sudamérica existía ya, aunque fuese embrionariamente, una su gran revolución, se negaba a reconocer a estas jóvenes repúblicas sud-
burguesía que, a causa de sus necesidades e intereses económicos, podía y americanas que podían enviarle «junto con sus productos sus ideas revolu-
debía contagiarse del humor revolucionario de la burguesía europea. La cionarias»9, Mr. Canning, traductor y ejecutor fiel del interés de Inglaterra,
Independencia de Hispanoamérica no se habría realizado, ciertamente, si consagraba con ese reconocimiento el derecho de estos pueblos a separarse
no hubiese contado con una generación heroica, sensible a la emoción de de España y, anexamente, a organizarse republicana y democráticamente.
su época, con capacidad y voluntad para actuar en estos pueblos una ver- A Mr. Canning, de otro lado, se habían adelantado prácticamente los ban-
dadera revolución. La Independencia, bajo este aspecto, se presenta como queros de Londres que, con sus préstamos –no por usurarios menos opor-
una empresa romántica. Pero esto no contradice la tesis de la trama econó- tunos y eficaces–, habían financiado la fundación de las nuevas repúblicas.
mica de la revolución emancipadora. Los conductores, los caudillos, los El Imperio español tramontaba por no reposar sino sobre bases milita-
ideólogos de esta revolución no fueron anteriores ni superiores a las premisas res y políticas y, sobre todo, por representar una economía superada.
y razones económicas de este acontecimiento. El hecho intelectual y senti- España no podía abastecer abundantemente a sus colonias sino de ecle-
mental no fue anterior al hecho económico». siásticos, doctores y nobles. Sus colonias sentían apetencia de cosas más
La política de España obstaculizaba y contrariaba totalmente el desen- prácticas y necesidad de instrumentos más nuevos. Y, en consecuencia,
volvimiento económico de las colonias al no permitirles traficar con nin- se volvían hacia Inglaterra, cuyos industriales y cuyos banqueros, coloni-
guna otra nación y reservarse como metrópoli, acaparándolo exclusiva- zadores de nuevo tipo, querían a su turno enseñorearse en estos merca-
mente, el derecho de todo comercio y empresa en sus dominios. dos, cumpliendo su función de agentes de un imperio que surgía como
El impulso natural de las fuerzas productoras de las colonias pugnaba creación de una economía manufacturera y librecambista.
por romper este lazo. La naciente economía de las embrionarias formacio- El interés económico de las colonias de España y el interés económico
nes nacionales de América necesitaba imperiosamente, para conseguir su del Occidente capitalista se correspondían absolutamente, aunque de esto,
desarrollo, desvincularse de la rígida autoridad y emanciparse de la medioeval como ocurre frecuentemente en la historia, no se diesen exacta cuenta los
mentalidad del rey de España. El hombre de estudio de nuestra época no protagonistas históricos de una ni otra parte.
puede dejar de ver aquí el más dominante factor histórico de la revolución Apenas estas naciones fueron independientes, guiadas por el mismo
de la independencia sudamericana, inspirada y movida, de modo dema- impulso natural que las había conducido a la revolución de la Indepen-
siado evidente, por los intereses de la población criolla y aun de la españo- dencia, buscaron en el tráfico con el capital y la industria de Occidente
la, mucho más que por los intereses de la población indígena. los elementos y las relaciones que el incremento de su economía requería.
Enfocada sobre el plano de la historia mundial, la independencia sud- Al Occidente capitalista empezaron a enviar los productos de su suelo y
americana se presenta decidida por las necesidades del desarrollo de la su subsuelo. Y del Occidente capitalista empezaron a recibir tejidos, má-
civilización occidental o, mejor dicho, capitalista. El ritmo del fenómeno quinas y mil productos industriales. Se estableció así un contacto conti-
capitalista tuvo en la elaboración de la independencia una función menos nuo y creciente entre la América del Sur y la civilización occidental. Los
aparente y ostensible, pero sin duda mucho más decisiva y profunda que el países más favorecidos por este tráfico fueron, naturalmente, a causa de
eco de la filosofía y la literatura de los enciclopedistas. El Imperio Británi- su mayor proximidad a Europa, los países situados sobre el Atlántico. La
co, destinado a representar tan genuina y trascendentalmente los intereses Argentina y el Brasil, sobre todo, atrajeron a su territorio capitales e
de la civilización capitalista, estaba entonces en formación. En Inglaterra,
sede del liberalismo y el protestantismo, la industria y la máquina prepara-
ban el porvenir del capitalismo, esto es del fenómeno material del cual
aquellos dos fenómenos, político el uno, religioso el otro, aparecen en la 9
«Si Europa es obligada a reconocer los gobiernos de hecho de América –decía el Vizconde de
historia como la levadura espiritual y filosófica. Por esto le tocó a Inglaterra Chateaubriand– toda su política debe tender a hacer nacer monarquías en el nuevo mundo, en
–con esa clara conciencia de su destino y su misión históricas a que debe su lugar de estas repúblicas que nos enviarán sus principios con los productos de su suelo».

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

inmigrantes europeos en gran cantidad. Fuertes y homogéneos aluviones salitre. Pero este diferente gesto no acusaba, por supuesto, un móvil diverso.
occidentales aceleraron en estos países la transformación de la economía Lo que cambiaba no era el móvil; era la época. El oro del Perú perdía su
y la cultura, que adquirieron gradualmente la función y la estructura de poder de atracción en una época en que, en América, la vara del pioneer
la economía y la cultura europeas. La democracia burguesa y liberal pudo descubría el oro de California. En cambio el guano y el salitre –que para
ahí echar raíces seguras, mientras en el resto de la América del Sur se lo anteriores civilizaciones hubieran carecido de valor, pero que para una civi-
impedía la subsistencia de tenaces y extensos residuos de feudalidad. lización industrial adquirían un precio extraordinario– constituían una re-
En este período, el proceso histórico general del Perú entra en una etapa serva casi exclusivamente nuestra. El industrialismo europeo u occidental –
de diferenciación y desvinculación del proceso histórico de otros pueblos fenómeno en pleno desarrollo– necesitaba abastecerse de estas materias en el
de Sudamérica. Por su geografía, unos estaban destinados a marchar más de lejano litoral del sur del Pacífico. A la explotación de los dos productos no
prisa que otros. La independencia los había mancomunado en una empresa se oponía, de otro lado, como a la de otros productos peruanos, el estado
común para separarlos más tarde en empresas individuales. El Perú se en- rudimentario y primitivo de los transportes terrestres. Mientras que para
contraba a una enorme distancia de Europa. Los barcos europeos, para arri- extraer de las entrañas de los Andes el oro, la plata, el cobre, el carbón, se
bar a sus puertos, debían aventurarse en un viaje larguísimo. Por su posi- tenía que salvar ásperas montañas y enormes distancias, el salitre y el guano
ción geográfica, el Perú resultaba más vecino y más cercano al Oriente. Y el yacían en la costa casi al alcance de los barcos que venían a buscarlos.
comercio entre el Perú y Asia comenzó como era lógico a tornarse conside- La fácil explotación de este recurso natural dominó todas las otras
rable. La costa peruana recibió aquellos famosos contingentes de inmigrantes manifestaciones de la vida económica del país. El guano y el salitre ocu-
chinos destinados a sustituir en las haciendas a los esclavos negros, importa- paron un puesto desmesurado en la economía peruana. Sus rendimien-
dos por el Virreinato, cuya manumisión fue también en cierto modo una tos se convirtieron en la principal renta fiscal. El país se sintió rico. El
consecuencia del trabajo de transformación de una economía feudal en eco- Estado usó sin medida de su crédito. Vivió en el derroche, hipotecando
nomía más o menos burguesa. Pero el tráfico con Asia no podía concurrir su porvenir a la finanza inglesa.
eficazmente a la formación de la nueva economía peruana. El Perú emergido Esta es a grandes rasgos toda la historia del guano y del salitre para el
de la Conquista, afirmado en la Independencia, había menester de las má- observador que se siente puramente economista. Lo demás, a primera
quinas, de los métodos y de las ideas de los europeos, de los occidentales. vista, pertenece al historiador. Pero, en este caso, como en todos, el hecho
económico es mucho más complejo y trascendental de lo que parece.
El guano y el salitre, ante todo, cumplieron la función de crear un
III. El período del guano y del salitre activo tráfico con el mundo occidental en un período en que el Perú, mal
situado geográficamente, no disponía de grandes medios de atraer a su
El capítulo de la evolución de la economía peruana que se abre con el suelo las corrientes colonizadoras y civilizadoras que fecundaban ya otros
descubrimiento de la riqueza del guano y del salitre y se cierra con su países de la América indo-ibera. Este tráfico colocó nuestra economía
pérdida explica totalmente una serie de fenómenos políticos de nuestro bajo el control del capital británico al cual, a consecuencia de las deudas
proceso histórico que una concepción anecdótica y retórica más bien que contraídas con la garantía de ambos productos, debíamos entregar más
romántica de la historia peruana se ha complacido tan superficialmente en tarde la administración de los ferrocarriles, esto es, de los resortes mismos
desfigurar y contrahacer. Pero este rápido esquema de interpretación no se de la explotación de nuestros recursos.
propone ilustrar ni enfocar esos fenómenos, sino fijar o definir algunos Las utilidades del guano y del salitre crearon en el Perú, donde la propie-
rasgos sustantivos de la formación de nuestra economía para percibir mejor dad había conservado hasta entonces un carácter aristocrático y feudal, los
su carácter de economía colonial. Consideremos sólo el hecho económico. primeros elementos sólidos de capital comercial y bancario. Los profiteurs
Empecemos por constatar que al guano y al salitre, sustancias humildes directos e indirectos de las riquezas del litoral empezaron a constituir una
y groseras, les tocó jugar en la gesta de la República un rol que había pare- clase capitalista. Se formó en el Perú una burguesía, confundida y enlazada
cido reservado al oro y a la plata en tiempos más caballerescos y menos en su origen y su estructura con la aristocracia, formada principalmente por
positivistas. España nos quería y nos guardaba como país productor de los sucesores de los encomenderos y terratenientes de la colonia, pero obliga-
metales preciosos. Inglaterra nos prefirió como país productor de guano y da por su función a adoptar los principios fundamentales de la economía y la
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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

política liberales. Con este fenómeno –al cual me refiero en varios pasajes de En el período dominado y caracterizado por el comercio del guano y
los estudios que componen este libro–, se relacionan las siguientes del salitre, el proceso de la transformación de nuestra economía, de feu-
constataciones: «En los primeros tiempos de la Independencia, la lucha de dal en burguesa, recibió su primera enérgica propulsión. Es, a mi juicio,
facciones y jefes militares aparece como una consecuencia de la falta de una indiscutible que, si en vez de una mediocre metamorfosis de la antigua
burguesía orgánica. En el Perú, la revolución hallaba menos definidos, más clase dominante se hubiese operado el advenimiento de una clase de
retrasados que en otros pueblos hispanoamericanos, los elementos de un savia y élan nuevos, ese proceso habría avanzado más orgánica y segura-
orden liberal burgués. Para que este orden funcionase más o menos mente. La historia de nuestra posguerra lo demuestra. La derrota –que
embrionariamente tenía que constituirse una clase capitalista vigorosa. Mien- causó, con la pérdida de los territorios del salitre, un largo colapso de las
tras esta clase se organizaba, el poder estaba a merced de los caudillos milita- fuerzas productoras– no trajo como una compensación, siquiera en este
res. El gobierno de Castilla marcó la etapa de solidificación de una clase orden de cosas, una liquidación del pasado.
capitalista. Las concesiones del Estado y los beneficios del guano y del salitre
crearon un capitalismo y una burguesía. Y esta clase, que se organizó luego
en el ‘civilismo’, se movió muy pronto a la conquista total del poder». IV. Carácter de nuestra economía actual
Otra faz de este capítulo de la historia económica de la República es la
afirmación de la nueva economía como economía prevalentemente coste- El último capítulo de la evolución de la economía peruana es el de
ña. La búsqueda del oro y de la plata obligó a los españoles –contra su nuestra posguerra. Este capítulo empieza con un período de casi absoluto
tendencia a instalarse en la costa– a mantener y ensanchar en la sierra sus colapso de las fuerzas productoras.
puestos avanzados. La minería –actividad fundamental del régimen econó- La derrota no sólo significó para la economía nacional la pérdida de sus
mico implantado por España en el territorio sobre el cual prosperó antes principales fuentes: el salitre y el guano. Significó, además, la paralización
una sociedad genuina y típicamente agraria– exigió que se estableciesen en de las fuerzas productoras nacientes, la depresión general de la producción
la sierra las bases de la Colonia. El guano y el salitre vinieron a rectificar y del comercio, la depreciación de la moneda nacional, la ruina del crédito
esta situación. Fortalecieron el poder de la costa. Estimularon la sedimen- exterior. Desangrada, mutilada, la nación sufría una terrible anemia.
tación del Perú nuevo en la tierra baja. Y acentuaron el dualismo y el El poder volvió a caer, como después de la Independencia, en manos
conflicto que hasta ahora constituyen nuestro mayor problema histórico. de los jefes militares, espiritual y orgánicamente inadecuados para dirigir
Este capítulo del guano y del salitre no se deja, por consiguiente, un trabajo de reconstrucción económica.
aislar del desenvolvimiento posterior de nuestra economía. Están ahí las Pero, muy pronto, la capa capitalista formada en los tiempos del gua-
raíces y los factores del capítulo que ha seguido. La guerra del Pacífico, no y del salitre reasumió su función y regresó a su puesto. De suerte que
consecuencia del guano y del salitre, no canceló las otras consecuencias la política de reorganización de la economía del país se acomodó total-
del descubrimiento y la explotación de estos recursos, cuya pérdida nos mente a sus intereses de clase. La solución que se dio al problema mone-
reveló trágicamente el peligro de una prosperidad económica apoyada o tario, por ejemplo, correspondió típicamente a un criterio de latifundis-
cimentada casi exclusivamente sobre la posesión de una riqueza natural, tas o propietarios, indiferentes no sólo al interés del proletariado, sino
expuesta a la codicia y al asalto de un imperialismo extranjero o a la también al de la pequeña y media burguesía, únicas capas sociales a las
decadencia de sus aplicaciones por efecto de las continuas mutaciones cuales podía damnificar la súbita anulación del billete.
producidas en el campo industrial por los inventos de la ciencia. Caillaux Esta medida y el contrato Grace fueron, sin duda, los actos más
nos habla con evidente actualidad capitalista de la inestabilidad econó- sustantivos y más característicos de una liquidación de las consecuencias
mica e industrial que engendra el progreso científico.10 económicas de la guerra, inspirada por los intereses y los conceptos de la
plutocracia terrateniente.
El contrato Grace, que ratificó el predominio británico en el Perú, entre-
gando los ferrocarriles del Estado a los banqueros ingleses que hasta enton-
ces habían financiado la República y sus derroches, dio al mercado financie-
10
J. Caillaux, Oú va la France? Oú va l’Europe?, pp. 234-239. ro de Londres las prendas y las garantías necesarias para nuevas inversiones
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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

en negocios peruanos. En la restauración del crédito del Estado no se obtu- se convierten en dos de nuestros mayores productos, proporciona
vieron los resultados inmediatos. Pero inversiones prudentes y seguras em- una ancha y durable base al creciente predominio yanqui. La expor-
pezaron de nuevo a atraer al capital británico. La economía peruana, me- tación a Inglaterra, que en 1898 constituía el 56,7% de la exportación
diante el reconocimiento práctico de su condición de economía colonial, total, en 1923 no llegaba sino al 33,2%. En el mismo período, la
consiguió alguna ayuda para su convalecencia. La terminación del ferroca- exportación a los Estados Unidos subía del 9,5 al 39,7%. Y este movi-
rril a La Oroya abrió al tránsito y al tráfico industriales del departamento de miento se acentuaba más aún en la importación, pues mientras la de
Junín, permitiendo la explotación en vasta escala de su riqueza minera. Estados Unidos en dicho período de veinticinco años pasaba del
La política económica de Piérola se ajustó plenamente a los mismos 10,0 al 38,9%, la de la Gran Bretaña bajaba del 44,7 al 19,6%.11
intereses. El caudillo demócrata, que durante tanto tiempo agitara 5º - El desenvolvimiento de una clase capitalista, dentro de la cual cesa
estruendosamente a las masas contra la plutocracia, se esmeró en hacer de prevalecer como antes la antigua aristocracia. La propiedad agra-
una administración «civilista». Su método tributario, su sistema fiscal, ria conserva su potencia; pero declina la de los apellidos virreinales.
disipan todos los equívocos que pueden crear su fraseario y su metafísica. Se constata el robustecimiento de la burguesía.
Lo que confirma el principio de que en el plano económico se percibe 6º - La ilusión del caucho. En los años de su apogeo, el país cree haber
siempre con más claridad que en el político el sentido y el contorno de la encontrado El Dorado en la montaña, que adquiere temporalmen-
política, de sus hombres y de sus hechos. te un valor extraordinario en la economía y, sobre todo, en la ima-
Las fases fundamentales de este capítulo en que nuestra economía, ginación del país. Afluyen a la montaña muchos individuos de «la
convaleciente de la crisis posbélica, se organiza lentamente sobre bases fuerte raza de los aventureros». Con la baja del caucho, tramonta
menos pingües, pero más sólidas que las del guano y del salitre, pueden esta ilusión bastante tropical en su origen y en sus características.
ser concretadas esquemáticamente en los siguientes hechos: 7º - Las sobreutilidades del período europeo. El alza de los productos
peruanos causa un rápido crecimiento de la fortuna privada na-
1º - La aparición de la industria moderna. El establecimiento de fábri- cional. Se opera un reforzamiento de la hegemonía de la costa en
cas, usinas, transportes, etcétera, que transforman, sobre todo, la la economía peruana.
vida de la costa. La formación de un proletariado industrial con 8º - La política de los empréstitos. El restablecimiento del crédito peruano
creciente y natural tendencia a adoptar un ideario clasista, que en el extranjero ha conducido nuevamente al Estado a recurrir a los
siega una de las antiguas fuentes del proselitismo caudillista y cam- préstamos para la ejecución de su programa de obras públicas.12 Tam-
bia los términos de la lucha política. bién en esta función, Norteamérica ha reemplazado a la Gran Breta-
2º - La función del capital financiero. El surgimiento de bancos nacio- ña. Pletórico de oro, el mercado de Nueva York es el que ofrece las
nales que financian diversas empresas industriales y comerciales, mejores condiciones. Los banqueros yanquis estudian directamente
pero que se mueven dentro de un ámbito estrecho, enfeudados a las posibilidades de colocación de capital en préstamos a los Estados
los intereses del capital extranjero y de la gran propiedad agraria;
y el establecimiento de sucursales de bancos extranjeros que sirven
los intereses de la finanza norteamericana e inglesa.
3º - El acortamiento de las distancias y el aumento del tráfico entre el 11
Extracto Estadístico del Perú. En los años 1924 a 1926, el comercio con Estados Unidos ha
Perú y Estados Unidos y Europa. A consecuencia de la apertura seguido aventajando más y más al comercio con la Gran Bretaña. El porcentaje de la importa-
del Canal de Panamá, que mejora notablemente nuestra posición ción de la Gran Bretaña descendía en 1926 al 15,6 de las importaciones totales y el de la
geográfica, se acelera el proceso de incorporación del Perú en la exportación a 28,5. En tanto, la importación de Estados Unidos alcanzaba un porcentaje de
civilización occidental. 46,2, que compensaba con exceso el descenso del porcentaje de la exportación a 34,5.
12
La deuda exterior del Perú, conforme el Extracto Estadístico de 1926, subía al 31 de diciembre
4º - La gradual superación del poder británico por el poder norteamerica- de ese año a Lp. 10.341.906. Posteriormente se ha colocado en Nueva York un empréstito de
no. El Canal de Panamá, más que a Europa, parece haber aproxima- 50 millones de dólares, en virtud de la ley que autoriza al Ejecutivo a la emisión del Empréstito
do el Perú a los Estados Unidos. La participación del capital norte- Nacional Peruano, a un tipo no menor del 86% y con un interés no mayor del 6%, con destino
americano en la explotación del cobre y del petróleo peruanos, que a la cancelación de los empréstitos anteriores, contratados con un interés del 7 al 8%.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

latinoamericanos. Y cuidan, por supuesto, de que sean invertidos La minería, de otra parte, ocupa a un número reducido aún de traba-
con beneficio para la industria y el comercio norteamericanos. jadores. Conforme al Extracto Estadístico, en 1926 trabajaban en esta in-
dustria 28.592 obreros. La industria manufacturera emplea también un
Me parece que estos son los principales aspectos de la evolución eco- contingente modesto de brazos.13 Sólo las haciendas de caña de azúcar
nómica del Perú en el período que comienza con nuestra posguerra. No ocupaban en 1926 en sus faenas de campo 22.367 hombres y 1.173 mu-
cabe en esta serie de sumarios apuntes un examen prolijo de las anterio- jeres. Las haciendas de algodón de la costa, en la campaña de 1922-1923,
res comprobaciones o proposiciones. Me he propuesto solamente la defi- la última a que alcanza la estadística publicada, se sirvieron de 40.557
nición esquemática de algunos rasgos esenciales de la formación y el de- braceros; y las haciendas de arroz, en la campaña 1924-1925, de 11.332.
sarrollo de la economía peruana. La mayor parte de los productos agrícolas y ganaderos que se consumen
Apuntaré una constatación final: la de que en el Perú actual coexisten en el país proceden de los valles y planicies de la Sierra. En las haciendas
elementos de tres economías diferentes. Bajo el régimen de economía de la costa, los cultivos alimenticios están por debajo del mínimum obliga-
feudal nacido de la Conquista subsisten en la sierra algunos residuos torio que señala una ley expedida en el período en que el alza del algodón
vivos todavía de la economía comunista indígena. En la costa, sobre un y el azúcar incitó a los terratenientes a suprimir casi totalmente aquellos
suelo feudal, crece una economía burguesa que, por lo menos en su desa- cultivos, con grave efecto en el encarecimiento de las subsistencias.
rrollo mental, da la impresión de una economía retardada. La clase terrateniente no ha logrado transformarse en una burguesía
capitalista, patrona de la economía nacional. La minería, el comercio, los
transportes, se encuentran en manos del capital extranjero. Los latifun-
V. Economía agraria y latifundismo feudal distas se han contentado con servir de intermediarios a este en la produc-
ción de algodón y azúcar. Este sistema económico ha mantenido en la
El Perú, mantiene, no obstante el incremento de la minería, su carácter de agricultura una organización semifeudal que constituye el más pesado
país agrícola. El cultivo de la tierra ocupa a la gran mayoría de la población lastre del desarrollo del país.
nacional. El indio, que representa las cuatro quintas partes de esta, es tradi- La supervivencia de la feudalidad en la Costa se traduce en la langui-
cional y habitualmente agricultor. Desde 1925, a consecuencia del descenso dez y pobreza de su vida urbana. El número de burgos y ciudades de la
de los precios del azúcar y el algodón y de la disminución de las cosechas, las Costa es insignificante. Y la aldea propiamente dicha no existe casi sino
exportaciones de la minería han sobrepasado largamente a las de la agricul- en los pocos retazos de tierra donde la campiña enciende todavía la ale-
tura. La exportación de petróleo y sus derivados, en rápido ascenso, influye gría de sus parcelas en medio del agro feudalizado.
poderosamente en este suceso (de Lp. 1.387.778 en 1916 se ha elevado a Lp. En Europa, la aldea desciende del feudo disuelto.14 En la costa perua-
7.421.128 en 1926). Pero la producción agropecuaria no está representada na, la aldea no existe casi, porque el feudo, más o menos intacto, subsiste
sino en una parte por los productos exportados: algodón, azúcar y deriva- todavía. La hacienda –con su casa más o menos clásica, la ranchería gene-
dos, lanas, cueros, gomas. La agricultura y ganadería nacionales proveen al ralmente miserable y el ingenio y sus colcas–, es el tipo dominante de
consumo nacional, mientras los productos mineros son casi íntegramente
exportados. Las importaciones de sustancias alimenticias y bebidas alcanza-
ron en 1925 a Lp. 4.148.311. El más grueso renglón de estas importaciones
corresponde al trigo, que se produce en el país en cantidad muy insuficiente 13
El Extracto Estadístico del Perú no consigna ningún dato sobre el particular. La Estadística
aún. No existe estadística completa de la producción y el consumo naciona- Industrial del Perú del Ing. Carlos P. Jiménez (1922) tampoco ofrece una cifra general.
les. Calculando un consumo diario de cincuenta centavos de sol por habi- 14
«La aldea no es –escribe Lucien Romier– como el burgo o la ciudad, el producto de un
tante en productos agrícolas y pecuarios del país, se obtendrá un total de más agrupamiento: es el resultado de la desmembración de un antiguo dominio, de una señoría,
de Lp. 84.000.000 sobre la población de 4.609.999 que arroja el cómputo de de una tierra laica o eclesiástica en torno de un campanario. El origen unitario de la aldea
transparece en varias supervivencias: tal el ‘espíritu de campanario’, tales las rivalidades
1896. Si se supone una población de 5.000.000 de habitantes, el valor del inmemoriales entre las parroquias. Explica el hecho tan impresionante de que las rutas anti-
consumo nacional sube a Lp. 91.250.000. Estas cifras atribuyen una enorme guas no atraviesen las aldeas: las respetan como propiedades privadas y abordan de preferen-
primacía a la producción agropecuaria en la economía del país. cia sus confines.» (Explication de Notre Temps).

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

agrupación rural. Todos los puntos de un itinerario están señalados por reglas y tasas. Puede hacer a la industria y comercio urbanos una compe-
nombres de haciendas. La ausencia de la aldea, la rareza del burgo, pro- tencia desleal. Está en actitud de arruinarlos.
longa el desierto dentro del valle, en la tierra cultivada y productiva. El argumento favorito de los abogados de la gran propiedad es el de la
Las ciudades, conforme a una ley de geografía económica, se forman imposibilidad de crear, sin ella, grandes centros de producción. La agri-
regularmente en los valles, en el punto donde se entrecruzan sus cami- cultura moderna –se arguye– requiere costosas maquinarias, ingentes in-
nos. En la costa peruana, valles ricos y extensos, que ocupan un lugar versiones, administración experta. La pequeña propiedad no se concilia
conspicuo en la estadística de la producción nacional, no han dado vida con estas necesidades. Las exportaciones de azúcar y algodón establecen
hasta ahora a una ciudad. Apenas sí en sus cruceros o sus estaciones el equilibrio de nuestra balanza comercial.
medra a veces un burgo, un pueblo estagnado, palúdico, macilento, sin Mas los cultivos, los «ingenios» y las exportaciones de que se enorgulle-
salud rural y sin traje urbano. Y, en algunos casos, como en el del valle de cen los latifundistas están muy lejos de constituir su propia obra. La produc-
Chicama, el latifundio ha empezado a sofocar a la ciudad. La negocia- ción de algodón y azúcar ha prosperado al impulso de créditos obtenidos
ción capitalista se torna más hostil a los fueros de la ciudad que el castillo con este objeto, sobre la base de tierras apropiadas y mano de obra barata. La
o el dominio feudal. Le disputa su comercio, la despoja de su función. organización financiera de estos cultivos, cuyo desarrollo y cuyas utilidades
Dentro de la feudalidad europea, los elementos de crecimiento, los fac- están regidas por el mercado mundial, no es un resultado de la previsión ni
tores de vida del burgo, eran, a pesar de la economía rural, mucho mayores la cooperación de los latifundistas. La gran propiedad no ha hecho sino
que dentro de la semifeudalidad criolla. El campo necesitaba de los servi- adaptarse al impulso que le ha venido de fuera. El capitalismo extranjero, en
cios del burgo, por clausurado que se mantuviese. Disponía, sobre todo, de su perenne búsqueda de tierras, brazos y mercados, ha financiado y dirigido
un remanente de productos de la tierra que tenía que ofrecerle. Mientras el trabajo de los propietarios, prestándoles dinero con la garantía de sus
tanto, la hacienda costeña produce algodón o caña para mercados lejanos. productos y de sus tierras. Ya muchas propiedades cargadas de hipotecas han
Asegurado el transporte de estos productos, su comunicación con la vecin- empezado a pasar a la administración directa de las firmas exportadoras.
dad no le interesa sino secundariamente. El cultivo de frutos alimenticios, La experiencia más vasta y típica de la capacidad de los terratenientes
cuando no ha sido totalmente extinguido por el cultivo del algodón o la del país nos la ofrece el departamento de La Libertad. Las grandes hacien-
caña, tiene por objeto abastecer el consumo de la hacienda. El burgo, en das de sus valles se encontraban en manos de su aristocracia latifundista. El
muchos valles, no recibe nada del campo ni posee nada en el campo. Vive, balance de largos años de desarrollo capitalista se resume en los hechos
por esto, en la miseria, de uno que otro oficio urbano, de los hombres que notorios: la concentración de la industria azucarera de la región en dos
suministra al trabajo de las haciendas, de su fatiga triste de estación por grandes centrales, la de Cartavio y la de Casa Grande, extranjeras ambas: la
donde pasan anualmente muchos miles de toneladas de frutos de la tierra. absorción de las negociaciones nacionales por estas dos empresas, particu-
Una porción de campiña, con sus hombres libres, con su comunidad ha- larmente por la segunda; el acaparamiento del propio comercio de impor-
cendosa, es un raro oasis en una sucesión de feudos deformados, con má- tación por esta misma empresa; la decadencia comercial de la ciudad de
quinas y rieles, sin los timbres de la tradición señorial. Trujillo y la liquidación de la mayor parte de sus firmas importadoras.15
La hacienda, en gran número de casos, cierra completamente sus puertas Los sistemas provinciales, los hábitos feudales de los antiguos grandes
a todo comercio con el exterior: los «tambos» tienen la exclusiva del aprovi- propietarios de La Libertad, no han podido resistir a la expansión de las
sionamiento de su población. Esta práctica que, por una parte, acusa el hábi- empresas capitalistas extranjeras. Estas no deben su éxito exclusivamente
to de tratar al peón como una cosa y no como una persona, por otra parte a sus capitales: lo deben también a su técnica, a sus métodos, a su disci-
impide que los pueblos tengan la función que garantizaría su subsistencia y
desarrollo, dentro de la economía rural de los valles. La hacienda, acaparan-
do con la tierra y las industrias anexas, el comercio y los transportes, priva de
medios de vida al burgo, lo condena a una existencia sórdida y exigua. 15
Alcides Spelucín ha expuesto recientemente, en un diario de Lima, con mucha objetividad
Las industrias y el comercio de las ciudades están sujetos a un contralor, y ponderación, las causas y etapas de esta crisis. Aunque su crítica recalca sobre todo la acción
reglamentos, contribuciones municipales. La vida y los servicios comu- invasora del capitalismo extranjero, la responsabilidad del capitalismo local –por absentismo,
nales se alimentan de su actividad. El latifundio, en tanto, escapa a estas por imprevisión y por inercia– es a la postre la que ocupa el primer término.

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plina. Lo deben a su voluntad de potencia. Lo deben, en general, a todo


aquello que ha faltado a los propietarios locales, algunos de los cuales
habrían podido hacer lo mismo que la empresa alemana ha hecho, si
hubiesen tenido condiciones de capitanes de industria.
Pesan sobre el propietario criollo la herencia y educación españolas, El problema del Indio
que le impiden percibir y entender netamente todo lo que distingue al
capitalismo de la feudalidad. Los elementos morales, políticos, psicológi-
Su nuevo planteamiento (1928)
cos del capitalismo no parecen haber encontrado aquí su clima.16 El capi-
talista, o mejor el propietario criollo, tiene el concepto de la renta antes
que el de la producción. El sentimiento de aventura, el ímpetu de crea-
ción, el poder organizador, que caracterizan al capitalista auténtico, son
entre nosotros casi desconocidos.
La concentración capitalista ha estado precedida por una etapa de libre
concurrencia. La gran propiedad moderna no surge, por consiguiente, de
la gran propiedad feudal, como los terratenientes criollos se imaginan pro-
bablemente. Todo lo contrario, para que la gran propiedad moderna sur-
giese, fue necesario el fraccionamiento, la disolución de la gran propiedad
feudal. El capitalismo es un fenómeno urbano: tiene el espíritu del burgo
industrial, manufacturero, mercantil. Por esto, uno de sus primeros actos Todas las tesis sobre el problema indígena, que ignoran o eluden a
fue la liberación de la tierra, la destrucción del feudo. El desarrollo de la este como problema económico-social, son otros tantos estériles ejercicios
ciudad necesitaba nutrirse de la actividad libre del campesino. teoréticos –y a veces sólo verbales–, condenados a un absoluto descrédi-
En el Perú, contra el sentido de la emancipación republicana, se ha to. No las salva a algunas su buena fe. Prácticamente, todas no han servi-
encargado al espíritu del feudo –antítesis y negación del espíritu del do sino para ocultar o desfigurar la realidad del problema. La crítica
burgo– la creación de una economía capitalista. socialista lo descubre y esclarece, porque busca sus causas en la economía
del país y no en su mecanismo administrativo, jurídico o eclesiástico, ni
en su dualidad o pluralidad de razas, ni en sus condiciones culturales y
morales. La cuestión indígena arranca de nuestra economía. Tiene sus
raíces en el régimen de propiedad de la tierra. Cualquier intento de re-
solverla con medidas de administración o policía, con métodos de ense-
ñanza o con obras de vialidad, constituye un trabajo superficial o adjeti-
vo, mientras subsista la feudalidad de los «gamonales».17
El «gamonalismo» invalida inevitablemente toda ley u ordenanza de
protección indígena. El hacendado, el latifundista, es un señor feudal.

17
En el prólogo de Tempestad en los Andes de Valcárcel, vehemente y beligerante evangelio
indigenista, he explicado así mi punto de vista: «La fe en el resurgimiento indígena no
proviene de un proceso de ‘occidentalización’ material de la tierra quechua. No es la civiliza-
ción, no es el alfabeto del blanco, lo que levanta el alma del indio. Es el mito, es la idea de la
16
El capitalismo no es sólo una técnica; es además un espíritu. Este espíritu, que en los países
revolución socialista. La esperanza indígena es absolutamente revolucionaria. El mismo mito,
anglosajones alcanza su plenitud, entre nosotros es exiguo, incipiente, rudimentario. la misma idea, son agentes decisivos del despertar de otros viejos pueblos, de otras viejas razas

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Contra su autoridad, sufragada por el ambiente y el hábito, es impotente tentes las influencias del gamonalismo, que actúan directamente o a tra-
la ley escrita. El trabajo gratuito está prohibido por la ley y, sin embargo, vés del parlamento, por una y otra vía con la misma eficacia.
el trabajo gratuito, y aun el trabajo forzado, sobreviven en el latifundio. El nuevo examen del problema indígena, por esto, se preocupa mu-
El juez, el subprefecto, el comisario, el maestro, el recaudador, están cho menos de los lineamientos de una legislación tutelar que de las con-
enfeudados a la gran propiedad. La ley no puede prevalecer contra los secuencias del régimen de propiedad agraria. El estudio del Dr. José A.
gamonales. El funcionario que se obstinase en imponerla sería abandona- Encinas (Contribución a una legislación tutelar indígena) inicia en 1918
do y sacrificado por el poder central, cerca del cual son siempre omnipo- esta tendencia, que de entonces a hoy no ha cesado de acentuarse.18 Pero,

en colapso: hindúes, chinos, etc. La historia universal tiende hoy como nunca a regirse por el ses de la casta latifundista. La miseria moral y material de la raza indígena aparece demasiado
mismo cuadrante. ¿Por qué ha de ser el pueblo inkaico, que construyó el más desarrollado y netamente como una simple consecuencia del régimen económico y social que sobre ella pesa
armónico sistema comunista, el único insensible a la emoción mundial? La consanguinidad desde hace siglos. Este régimen sucesor de la feudalidad colonial es el gamonalismo. Bajo su
del movimiento indigenista con las corrientes revolucionarias mundiales es demasiado evi- imperio, no se puede hablar seriamente de redención del indio.
dente para que precise documentarla. Yo he dicho ya que he llegado al entendimiento y a la El término ‘gamonalismo’ no designa sólo una categoría social y económica: la de los latifundis-
valorización justa de lo indígena por la vía del socialismo. El caso de Valcárcel demuestra lo tas o grandes propietarios agrarios. Designa todo un fenómeno. El gamonalismo no está repre-
exacto de mi experiencia personal. Hombre de diversa formación intelectual, influido por sus sentado sólo por los gamonales propiamente dichos. Comprende una larga jerarquía de funcio-
gustos tradicionalistas, orientado por distinto género de sugestiones y estudios, Valcárcel narios, intermediarios, agentes, parásitos, etc. El indio alfabeto se transforma en un explotador
resuelve políticamente su indigenismo en socialismo. En este libro nos dice, entre otras cosas, de su propia raza porque se pone al servicio del gamonalismo. El factor central del fenómeno es
que ‘el proletariado indígena espera su Lenin’. No sería diferente el lenguaje de un marxista. la hegemonía de la gran propiedad semifeudal en la política y el mecanismo del Estado. Por
La reivindicación indígena carece de concreción histórica mientras se mantiene en un plano consiguiente, es sobre este factor sobre el que se debe actuar si se quiere atacar en su raíz un mal
filosófico o cultural. Para adquirirla –esto es para adquirir realidad, corporeidad– necesita del cual algunos se empeñan en no contemplar sino las expresiones episódicas o subsidiarias.
convertirse en reivindicación económica y política. El socialismo nos ha enseñado a plantear Esa liquidación del gamonalismo, o de la feudalidad, podía haber sido realizada por la Repú-
el problema indígena en nuevos términos. Hemos dejado de considerarlo abstractamente blica dentro de los principios liberales y capitalistas. Pero por las razones que llevo ya señala-
como problema étnico o moral para reconocerlo concretamente como problema social, eco- das estos principios no han dirigido efectiva y plenamente nuestro proceso histórico. Sabo-
nómico y político. Y entonces lo hemos sentido, por primera vez, esclarecido y demarcado. teados por la propia clase encargada de aplicarlos, durante más de un siglo han sido impoten-
Los que no han roto todavía el cerco de su educación liberal burguesa y, colocándose en una tes para redimir al indio de una servidumbre que constituía un hecho absolutamente solidario
posición abstractista y literaria, se entretienen en barajar los aspectos raciales del problema, con el de la feudalidad. No es el caso de esperar que hoy, que estos principios están en crisis
olvidan que la política y, por tanto, la economía, lo dominan fundamentalmente. Emplean un en el mundo, adquieran repentinamente en el Perú una insólita vitalidad creadora.
lenguaje seudoidealista para escamotear la realidad disimulándola bajo sus atributos y conse- El pensamiento revolucionario, y aun el reformista, no puede ser ya liberal sino socialista. El
cuencias. Oponen a la dialéctica revolucionaria un confuso galimatías crítico, conforme al socialismo aparece en nuestra historia no por una razón de azar, de imitación o de moda, como
cual la solución del problema indígena no puede partir de una reforma o hecho político espíritus superficiales suponen, sino como una fatalidad histórica. Y sucede que mientras, de
porque a los efectos inmediatos de este escaparía una compleja multitud de costumbres y un lado, los que profesamos el socialismo propugnamos lógica y coherentemente la reorgani-
vicios que sólo pueden transformarse a través de una evolución lenta y normal. zación del país sobre bases socialistas y –constatando que el régimen económico y político
La historia, afortunadamente, resuelve todas las dudas y desvanece todos los equívocos. La que combatimos se ha convertido gradualmente en una fuerza de colonización del país por los
Conquista fue un hecho político. Interrumpió bruscamente el proceso autónomo de la nación capitalismos imperialistas extranjeros–, proclamamos que este es un instante de nuestra histo-
quechua, pero no implicó una repentina sustitución de las leyes y costumbres de los nativos ria en que no es posible ser efectivamente nacionalista y revolucionario sin ser socialista; de
por las de los conquistadores. Sin embargo, ese hecho político abrió, en todos los órdenes de otro lado, no existe en el Perú, como no ha existido nunca, una burguesía progresista, con
cosas, así espirituales como materiales, un nuevo período. El cambio de régimen bastó para sentido nacional, que se profese liberal y democrática y que inspire su política en los postu-
mudar desde sus cimientos la vida del pueblo quechua. lados de su doctrina».
La Independencia fue otro hecho político. Tampoco correspondió a una radical transforma-
18
González Prada, que ya en uno de sus primeros discursos de agitador intelectual había dicho
ción de la estructura económica y social del Perú; pero inauguró, no obstante, otro período que formaban el verdadero Perú los millones de indios de los valles andinos, en el capítulo
de nuestra historia, y si no mejoró prácticamente la condición del indígena, por no haber «Nuestros indios» incluido en la última edición de Horas de Lucha, tiene juicios que lo señalan
tocado casi la infraestructura económica colonial, cambió su situación jurídica, y franqueó el como el precursor de una nueva conciencia social: «Nada cambia más pronto ni más radical-
camino de su emancipación política y social. Si la República no siguió este camino, la mente la psicología del hombre que la propiedad: al sacudir la esclavitud del vientre, crece en
responsabilidad de la omisión corresponde exclusivamente a la clase que usufructuó la obra de cien palmos. Con sólo adquirir algo el individuo asciende algunos peldaños en la escala social,
los libertadores tan rica potencialmente en valores y principios creadores. porque las clases se reducen a grupos clasificados por el monto de la riqueza. A la inversa del
El problema indígena no admite ya la mistificación a que perpetuamente lo ha sometido una globo aerostático, sube más el que más pesa. Al que diga: la escuela, respóndasele: la escuela
turba de abogados y literatos, consciente o inconscientemente mancomunados con los intere- y el pan. La cuestión del indio, más que pedagógica, es económica, es social».

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

por el carácter mismo de su trabajo, el Dr. Encinas no podía formular en yor parte de la propiedad comunal e individual indígena está ya cumpli-
él un programa económico-social. Sus proposiciones, dirigidas a la tutela da. La experiencia de todos los países que han salido de su evo feudal nos
de la propiedad indígena, tenían que limitarse a este objetivo jurídico. demuestra, por otra parte, que sin la disolución del feudo no ha podido
Esbozando las bases del Home Stead indígena, el Dr. Encinas recomienda funcionar, en ninguna parte, un derecho liberal.
la distribución de tierras del Estado y de la Iglesia. No menciona absolu- La suposición de que el problema indígena es un problema étnico se
tamente la expropiación de los gamonales latifundistas. Pero su tesis se nutre del más envejecido repertorio de ideas imperialistas. El concepto
distingue por una reiterada acusación de los efectos del latifundismo, de las razas inferiores sirvió al Occidente blanco para su obra de expan-
que sale inapelablemente condenado de esta requisitoria,19 que en cierto sión y conquista. Esperar la emancipación indígena de un activo cruza-
modo preludia la actual crítica económico-social de la cuestión del indio. miento de la raza aborigen con inmigrantes blancos es una ingenuidad
Esta crítica repudia y descalifica las diversas tesis que consideran la antisociológica, concebible sólo en la mente rudimentaria de un importa-
cuestión con uno u otro de los siguientes criterios unilaterales y exclusi- dor de carneros merinos. Los pueblos asiáticos, a los cuales no es inferior
vos: administrativo, jurídico, étnico, moral, educacional, eclesiástico. en un ápice el pueblo indio, han asimilado admirablemente la cultura
La derrota más antigua y evidente es, sin duda, la de los que reducen occidental, en lo que tiene de más dinámico y creador, sin transfusiones
la protección de los indígenas a un asunto de ordinaria administración. de sangre europea. La degeneración del indio peruano es una barata
Desde los tiempos de la legislación colonial española, las ordenanzas sa- invención de los leguleyos de la mesa feudal.
bias y prolijas, elaboradas después de concienzudas encuestas, se revelan La tendencia a considerar el problema indígena como un problema
totalmente infructuosas. La fecundidad de la República, desde las jorna- moral encarna una concepción liberal, humanitaria, ochocentista,
das de la Independencia, en decretos, leyes y providencias encaminadas iluminista, que en el orden político de Occidente anima y motiva las
a amparar a los indios contra la exacción y el abuso, no es de las menos «ligas de los Derechos del Hombre». Las conferencias y sociedades
considerables. El gamonal de hoy, como el «encomendero» de ayer, tiene antiesclavistas, que en Europa han denunciado más o menos infructuosa-
sin embargo muy poco que temer de la teoría administrativa. Sabe que la mente los crímenes de los colonizadores, nacen de esta tendencia, que ha
práctica es distinta. confiado siempre con exceso en sus llamamientos al sentido moral de la
El carácter individualista de la legislación de la República ha favore- civilización. González Prada no se encontraba exento de su esperanza
cido, incuestionablemente, la absorción de la propiedad indígena por el cuando escribía que la «condición del indígena puede mejorar de dos
latifundismo. La situación del indio, a este respecto, estaba contemplada maneras: o el corazón de los opresores se conduele al extremo de recono-
con mayor realismo por la legislación española. Pero la reforma jurídica cer el derecho de los oprimidos, o el ánimo de los oprimidos adquiere la
no tiene más valor práctico que la reforma administrativa, frente a un virilidad suficiente para escarmentar a los opresores»20. La Asociación
feudalismo intacto en su estructura económica. La apropiación de la ma- Pro-Indígena (1909-1917) representó, ante todo, la misma esperanza,
aunque su verdadera eficacia estuviera en los fines concretos e inmedia-
tos de defensa del indio que le asignaron sus directores, orientación que
debe mucho, seguramente, al idealismo práctico, característicamente sajón,
19
«Sostener la condición económica del indio –escribe Encinas– es el mejor modo de elevar su de Dora Mayer21. El experimento está ampliamente cumplido, en el Perú
condición social. Su fuerza económica se encuentra en la tierra, allí se encuentra toda su
actividad. Retirarlo de la tierra es variar, profunda y peligrosamente, ancestrales tendencias de
la raza. No hay como el trabajo de la tierra para mejorar sus condiciones económicas. En
ninguna otra parte, ni en ninguna otra forma puede encontrar mayor fuente de riqueza como
en la tierra» (Contribución a una legislación tutelar indígena, p. 39). Encinas, en otra parte, 20
González Prada, «Nuestros indios», en Horas de Lucha, 2ª edición.
dice: «Las instituciones jurídicas relativas a la propiedad tienen su origen en las necesidades 21
Dora Mayer de Zulen resume así el carácter del experimento Pro-Indígena: «En fría concreción
económicas. Nuestro Código Civil no está en armonía con los principios económicos, porque
de datos prácticos, la Asociación Pro-Indígena significa para los historiadores lo que Mariátegui
es individualista en lo que se refiere a la propiedad. La ilimitación del derecho de propiedad
supone un experimento de rescate de la atrasada y esclavizada Raza Indígena por medio de un
ha creado el latifundio con detrimento de la propiedad indígena. La propiedad del suelo
cuerpo protector extraño a ella, que gratuitamente y por vías legales ha procurado servirle
improductivo ha creado la enfeudación de la raza y su miseria» (p. 13).
como abogado en sus reclamos ante los Poderes del Estado». Pero, como aparece en el mismo

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

y en el mundo. La prédica humanitaria no ha detenido ni embarazado en Pero hoy la esperanza en una solución eclesiástica es indiscutible-
Europa el imperialismo ni ha bonificado sus métodos. La lucha contra el mente la más rezagada y antihistórica de todas. Quienes la representan no
imperialismo no confía ya sino en la solidaridad y en la fuerza de los se preocupan siquiera, como sus distantes –¡tan distantes!– maestros, de
movimientos de emancipación de las masas coloniales. Este concepto pre- obtener una nueva declaración de los derechos del indio, con adecuadas
side en la Europa contemporánea una acción antiimperialista, a la cual se autoridades y ordenanzas, sino de encargar al misionero la función de
adhieren espíritus liberales como Albert Einstein y Romain Rolland, y mediar entre el indio y el gamonal.23 La obra que la Iglesia no pudo
que por tanto no puede ser considerada de exclusivo carácter socialista. realizar en un orden medioeval, cuando su capacidad espiritual e inte-
En el terreno de la razón y la moral, se situaba hace siglos, con mayor lectual podía medirse por frailes como el padre de Las Casas, ¿con qué
energía, o al menos mayor autoridad, la acción religiosa. Esta cruzada no elementos contaría para prosperar ahora? Las misiones adventistas, bajo
obtuvo, sin embargo, sino leyes y providencias muy sabiamente inspira- este aspecto, han ganado la delantera al clero católico, cuyos claustros
das. La suerte de los indios no varió sustancialmente. González Prada, convocan cada día menor suma de vocaciones de evangelización.
que como sabemos no consideraba estas cosas con criterio propia o El concepto de que el problema del indio es un problema de educa-
sectariamente socialista, busca la explicación de este fracaso en la entraña ción no aparece sufragado ni aun por un criterio estricta y autónomamente
económica de la cuestión: pedagógico. La pedagogía tiene hoy más en cuenta que nunca los facto-
res sociales y económicos. El pedagogo moderno sabe perfectamente que
No podía suceder de otro modo: oficialmente se ordenaba la la educación no es una mera cuestión de escuela y métodos didácticos. El
explotación del vencido y se pedía humanidad y justicia a los medio económico social condiciona inexorablemente la labor del maes-
ejecutores de la explotación; se pretendía que humanamente se tro. El gamonalismo es fundamentalmente adverso a la educación del
cometiera iniquidades o equitativamente se consumaran injus- indio: su subsistencia tiene en el mantenimiento de la ignorancia del
ticias. Para extirpar los abusos, habría sido necesario abolir los
indio el mismo interés que en el cultivo de su alcoholismo.24 La escuela
repartimientos y las mitas, en dos palabras, cambiar todo el
régimen Colonial. Sin las faenas del indio americano se habrían
moderna –en el supuesto de que, dentro de las circunstancias vigentes,
vaciado las arcas del tesoro español.22 fuera posible multiplicarla en proporción a la población escolar campesi-
na– es incompatible con el latifundio feudal. La mecánica de la servi-
Más evidentes posibilidades de éxito que la prédica liberal tenía, con dumbre anularía totalmente la acción de la escuela, si esta misma, por un
todo, la prédica religiosa. Esta apelaba al exaltado y operante catolicismo milagro inconcebible dentro de la realidad social, consiguiera conservar,
español mientras aquella intentaba hacerse escuchar del exiguo y formal en la atmósfera del feudo, su pura misión pedagógica. La más eficiente y
liberalismo criollo. grandiosa enseñanza normal no podría operar estos milagros. La escuela

interesante balance de la pro-indígena, Dora Mayer piensa que esta asociación trabajó, sobre 23
«Sólo el misionero –escribe el señor José León y Bueno, uno de los líderes de la ‘Acción
todo, por la formación de un sentido de responsabilidad. «Dormida estaba –anota– a los cien Social de la Juventud’– puede redimir y restituir al indio. Siendo el intermediario incansable
años de la emancipación republicana del Perú, la conciencia de los gobernantes, la concien- entre el gamonal y el colono, entre el latifundista y el comunero, evitando las arbitrariedades
cia de los gamonales, la conciencia del clero, la conciencia del público ilustrado y semi- del Gobernador que obedece sobre todo al interés político del cacique criollo; explicando con
ilustrado, respecto a sus obligaciones para con la población que no sólo merecía un filantró- sencillez la lección objetiva de la naturaleza e interpretando la vida en su fatalidad y en su
pico rescate de vejámenes inhumanos, sino a la cual el patriotismo peruano debía un resarci- libertad; condenando el desborde sensual de las muchedumbres en las fiestas; segando la
miento de honor nacional, porque la Raza Incaica había descendido a escarnio de propios y incontinencia en sus mismas fuentes y revelando a la raza su misión excelsa, puede devolver al
extraños». El mejor resultado de la Pro-Indígena resulta, sin embargo, según el leal testimonio Perú su unidad, su dignidad y su fuerza» (Boletín de la A. S. J., mayo de 1928).
de Dora Mayer, su influencia en el despertar indígena. «Lo que era deseable que sucediera, 24
Es demasiado sabido que la producción –y también el contrabando– de aguardiente de caña
estaba sucediendo; que los indígenas mismos, saliendo de la tutela de las clases ajenas constituye uno de los más lucrativos negocios de los hacendados de la Sierra. Aun los de la
concibieran los medios de su reivindicación». Costa explotan en cierta escala este filón. El alcoholismo del peón y del colono resulta
22
Op. cit. indispensable a la prosperidad de nuestra gran propiedad agrícola.

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y el maestro están irremisiblemente condenados a desnaturalizarse bajo la bajo los inkas, habían sido trabajadas en muy modesta escala, en razón
presión del ambiente feudal, inconciliable con la más elemental concep- de no tener el oro y la plata sino aplicaciones ornamentales y de ignorar
ción progresista o evolucionista de las cosas. Cuando se comprende a los indios, que componían un pueblo esencialmente agrícola, el em-
medias esta verdad, se descubre la fórmula salvadora en los internados pleo del hierro. Establecieron los españoles, para la explotación de las
indígenas. Mas la insuficiencia clamorosa de esta fórmula se muestra en minas y los «obrajes», un sistema abrumador de trabajos forzados y
toda su evidencia, apenas se reflexiona en el insignificante porcentaje de gratuitos, que diezmó la población aborigen. Esta no quedó así reduci-
la población escolar indígena que resulta posible alojar en estas escuelas. da sólo a un estado de servidumbre –como habría acontecido si los
La solución pedagógica, propugnada por muchos con perfecta bue- españoles se hubiesen limitado a la explotación de las tierras conser-
na fe, está ya hasta oficialmente descartada. Los educacionistas son, vando el carácter agrario del país–, sino, en gran parte, a un estado de
repito, los que menos pueden pensar en independizarla de la realidad esclavitud. No faltaron voces humanitarias y civilizadoras que asumie-
económico-social. No existe, pues, en la actualidad, sino como una su- ron ante el Rey de España la defensa de los indios. EI padre de Las
gestión vaga e informe, de la que ningún cuerpo y ninguna doctrina se Casas sobresalió eficazmente en esta defensa. Las Leyes de Indias se
hace responsable. inspiraron en propósitos de protección de los indios, reconociendo su
El nuevo planteamiento consiste en buscar el problema indígena en el organización típica en «comunidades». Pero, prácticamente, los indios
problema de la tierra. continuaron a merced de una feudalidad despiadada que destruyó la
sociedad y la economía inkaicas, sin sustituirlas con un orden capaz de
organizar progresivamente la producción. La tendencia de los españo-
Sumaria revisión histórica25 les a establecerse en la Costa ahuyentó de esta región a los aborígenes, a
tal punto que se carecía de brazos para el trabajo. El Virreinato quiso
La población del Imperio Inkaico, conforme a cálculos prudentes, resolver este problema mediante la importación de esclavos negros, gente
no era menor de diez millones. Hay quienes la hacen subir a doce y aun que resultó adecuada al clima y las fatigas de los valles o llanos cálidos
a quince millones. La Conquista fue, ante todo, una tremenda carnice- de la Costa, e inoperante, en cambio, para el trabajo de las minas, situa-
ría. Los conquistadores españoles, por su escaso número, no podían das en la Sierra fría. El esclavo negro reforzó la dominación española
imponer su dominio sino aterrorizando a la población indígena, en la que, a pesar de la despoblación indígena, se habría sentido de otro
cual produjeron una impresión supersticiosa las armas y los caballos de modo demográficamente demasiado débil frente al indio, aunque so-
los invasores, mirados como seres sobrenaturales. La organización polí- metido, hostil y enemigo. El negro fue dedicado al servicio doméstico y
tica y económica de la Colonia, que siguió a la Conquista, no puso a los oficios. El blanco se mezcló fácilmente con el negro, produciendo
término al exterminio de la raza indígena. El Virreinato estableció un este mestizaje uno de los tipos de población costeña con características
régimen de brutal explotación. La codicia de los metales preciosos orientó de mayor adhesión a lo español y mayor resistencia a lo indígena.
la actividad económica española hacia la explotación de las minas que, La Revolución de la Independencia no constituyó, como se sabe, un
movimiento indígena. La promovieron y usufructuaron los criollos y aun
los españoles de las colonias. Pero aprovechó el apoyo de la masa indíge-
na. Y, además, algunos indios ilustrados como Pumacahua tuvieron en
su gestación parte importante. El programa liberal de la Revolución com-
25
Esta «Sumaria revisión histórica» fue escrita por José Carlos Mariátegui a pedido de la
prendía lógicamente la redención del indio, consecuencia automática de
Agencia Tass de Nueva York, traducida y publicada en la revista The Nation (Vol. 128, 16 enero la aplicación de sus postulados igualitarios. Y, así, entre los primeros
de 1929, con el título «The New Peru»). Reproducida en Labor (Año I, Nº 1, 1928) con el actos de la República se contaron varias leyes y decretos favorables a los
título «Sobre el problema indígena. Sumaria revisión histórica», fue precedida por una Nota de indios. Se ordenó el reparto de tierras, la abolición de los trabajos gratui-
Redacción, escrita por el autor, en la que señala que estos apuntes «complementan en cierta
forma el capítulo sobre el problema del indio de Siete ensayos de interpretación la realidad
tos, etcétera; pero no representando la revolución en el Perú el adveni-
peruana». Por este motivo los hemos agregado al presente ensayo (Nota de los Editores). miento de una nueva clase dirigente, todas estas disposiciones quedaron

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sólo escritas, faltas de gobernantes capaces de actuarlas. La aristocracia En la Sierra, la región habitada principalmente por los indios, subsis-
latifundista de la Colonia, dueña del poder, conservó intactos sus dere- te apenas modificada en sus lineamientos la más bárbara y omnipotente
chos feudales sobre la tierra y, por consiguiente, sobre el indio. Todas las feudalidad. El dominio de la tierra coloca en manos de los gamonales la
disposiciones aparentemente enderezadas a protegerlo no han podido suerte de la raza indígena, caída en un grado extremo de depresión y de
nada contra la feudalidad subsistente hasta hoy. ignorancia. Además de la agricultura, trabajada muy primitivamente, la
El Virreinato aparece menos culpable que la República. Al Virreinato Sierra peruana presenta otra actividad económica: la minería, casi total-
le corresponde, originalmente, toda la responsabilidad de la miseria y la mente en manos de dos grandes empresas norteamericanas. En las minas
depresión de los indios. Pero, en ese tiempo inquisitorial, una gran voz rige el salariado; pero la paga es ínfima, la defensa de la vida del obrero
cristiana, la de fray Bartolomé de Las Casas, defendió vibrantemente a los casi nula, la ley de accidentes de trabajo burlada. El sistema del «engan-
indios contra los métodos brutales de los colonizadores. No ha habido en che», que por medio de anticipos falaces esclaviza al obrero, coloca a los
la República un defensor tan eficaz y tan porfiado de la raza aborigen. indios a merced de estas empresas capitalistas. Es tanta la miseria a que los
Mientras el Virreinato era un régimen medioeval y extranjero, la Re- condena la feudalidad agraria, que los indios encuentran preferible, con
pública es formalmente un régimen peruano y liberal. Tiene, por consi- todo, la suerte que les ofrecen las minas.
guiente, la República deberes que no tenía el Virreinato. A la República La propagación en el Perú de las ideas socialistas ha traído como con-
le tocaba elevar la condición del indio. Y contrariando este deber, la Re- secuencia un fuerte movimiento de reivindicación indígena. La nueva
pública ha pauperizado al indio, ha agravado su depresión y ha exaspe- generación peruana siente y sabe que el progreso del Perú será ficticio, o
rado su miseria. La República ha significado para los indios la ascensión por lo menos no será peruano, mientras no constituya la obra y no signi-
de una nueva clase dominante que se ha apropiado sistemáticamente de fique el bienestar de la masa peruana que en sus cuatro quintas partes es
sus tierras. En una raza de costumbre y de alma agrarias, como la raza indígena y campesina. Este mismo movimiento se manifiesta en el arte y
indígena, este despojo ha constituido una causa de disolución material y en la literatura nacionales en los cuales se nota una creciente revaloriza-
moral. La tierra ha sido siempre toda la alegría del indio. El indio ha ción de las formas y asuntos autóctonos, antes depreciados por el predo-
desposado la tierra. Siente que «la vida viene de la tierra» y vuelve a la minio de un espíritu y una mentalidad coloniales españolas. La literatura
tierra. Por ende, el indio puede ser indiferente a todo, menos a la pose- indigenista parece destinada a cumplir la misma función que la literatura
sión de la tierra que sus manos y su aliento labran y fecundan religiosa- «mujikista» en el período prerevolucionario ruso. Los propios indios
mente. La feudalidad criolla se ha comportado, a este respecto, más ávida empiezan a dar señales de una nueva conciencia. Crece día a día la arti-
y más duramente que la feudalidad española. culación entre los diversos núcleos indígenas antes incomunicados por
En general, en el encomendero español había frecuentemente algunos las enormes distancias. Inició esta vinculación, la reunión periódica de
hábitos nobles de señorío. El encomendero criollo tiene todos los defec- congresos indígenas, patrocinada por el gobierno, pero como el carácter
tos del plebeyo y ninguna de las virtudes del hidalgo. La servidumbre de sus reivindicaciones se hizo pronto revolucionario, fue desnaturaliza-
del indio, en suma, no ha disminuido bajo la República. Todas las re- da luego con la exclusión de los elementos avanzados y la leva de repre-
vueltas, todas las tempestades del indio, han sido ahogadas en sangre. A sentaciones apócrifas. La corriente indigenista presiona ya la acción ofi-
las reivindicaciones desesperadas del indio les ha sido dada siempre una cial. Por primera vez, el gobierno se ha visto obligado a aceptar y procla-
respuesta marcial. El silencio de la puna ha guardado luego el trágico mar puntos de vista indigenistas, dictando algunas medidas que no tocan
secreto de estas respuestas. La República ha restaurado, en fin, bajo el los intereses del gamonalismo y que resultan por esto ineficaces. Por pri-
título de conscripción vial, el régimen de las mitas. mera vez también, el problema indígena, escamoteado antes por la retóri-
La República, además, es responsable de haber aletargado y debilita- ca de las clases dirigentes, es planteado en sus términos sociales y econó-
do las energías de la raza. La causa de la redención del indio se convirtió micos, identificándosele ante todo con el problema de la tierra. Cada día
bajo la República en una especulación demagógica de algunos caudillos. se impone, con más evidencia, la convicción de que este problema no
Los partidos criollos la inscribieron en su programa. Disminuyeron así puede encontrar su solución en una fórmula humanitaria. No puede ser
en los indios la voluntad de luchar por sus reivindicaciones. la consecuencia de un movimiento filantrópico. Los patronatos de caci-

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ques y de rábulas son una befa. Las ligas del tipo de la extinguida Asocia-
ción Pro-Indígena son una voz que clama en el desierto. La Asociación
Pro-Indígena no llegó en su tiempo a convertirse en un movimiento. Su
acción se redujo gradualmente a la acción generosa, abnegada, nobilísima,
personal de Pedro S. Zulen y Dora Mayer. Como experimento, el de la El problema de la tierra (1928)
Asociación Pro-Indígena sirvió para contrastar, para medir, la insensibili-
dad moral de una generación y de una época.
La solución del problema del indio tiene que ser una solución social.
Sus realizadores deben ser los propios indios. Este concepto conduce a
ver en la reunión de los congresos indígenas un hecho histórico. Los
congresos indígenas, desvirtuados en los últimos años por el burocratismo,
no representaban todavía un programa; pero sus primeras reuniones se-
ñalaron una ruta comunicando a los indios de las diversas regiones. A los
indios les falta vinculación nacional. Sus protestas han sido siempre re-
gionales. Esto ha contribuido, en gran parte, a su abatimiento. Un pueblo
de cuatro millones de hombres, consciente de su número, no desespera
nunca de su porvenir. Los mismos cuatro millones de hombres, mientras
no sean sino una masa inorgánica, una muchedumbre dispersa, son inca-
paces de decidir su rumbo histórico.
Quienes desde puntos de vista socialistas estudiamos y definimos el
problema del indio, empezamos por declarar absolutamente superados
los puntos de vista humanitarios o filantrópicos, en que, como una pro-
longación de la apostólica batalla del padre de Las Casas, se apoyaba la
antigua campaña pro-indígena. Nuestro primer esfuerzo tiende a estable-
cer su carácter de problema fundamentalmente económico. Insurgimos
primeramente, contra la tendencia instintiva –y defensiva– del criollo o
«misti», a reducirlo a un problema exclusivamente administrativo, peda-
gógico, étnico o moral, para escapar a toda costa del plano de la econo-
mía. Por esto, el más absurdo de los reproches que se nos pueden dirigir
es el de lirismo o literaturismo. Colocando en primer plano el problema
económico-social, asumimos la actitud menos lírica y menos literaria po-
sible. No nos contentamos con reivindicar el derecho del indio a la edu-
cación, a la cultura, al progreso, al amor y al cielo. Comenzamos por
reivindicar, categóricamente, su derecho a la tierra. Esta reivindicación
perfectamente materialista debería bastar para que no se nos confundiese
con los herederos o repetidores del verbo evangélico del gran fraile espa-
ñol, a quien, de otra parte, tanto materialismo no nos impide admirar y
estimar fervorosamente.
Y este problema de la tierra –cuya solidaridad con el problema del indio
es demasiado evidente–, tampoco nos avenimos a atenuarlo o adelgazarlo

60 61
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

oportunistamente. Todo lo contrario. Por mi parte, yo trato de plantearlo mo de Occidente que desde entonces opone precisamente a Rusia este
en términos absolutamente inequívocos y netos. bloque de países anti-bolcheviques–, en Checoslovaquia, Rumania, Po-
El problema agrario se presenta, ante todo, como el problema de la lonia, Bulgaria, etcétera, se ha sancionado leyes agrarias que limitan, en
liquidación de la feudalidad en el Perú. Esta liquidación debía haber principio, la propiedad de la tierra al máximum de quinientas hectáreas.
sido realizada ya por el régimen demo-burgués formalmente establecido Congruentemente con mi posición ideológica, yo pienso que la hora
por la revolución de la independencia. Pero en el Perú no hemos tenido, de ensayar en el Perú el método liberal, la fórmula individualista, ha
en cien años de república, una verdadera clase burguesa, una verdadera pasado ya. Dejando aparte las razones doctrinales, considero fundamen-
clase capitalista. La antigua clase feudal –camuflada o disfrazada de bur- talmente este factor incontestable y concreto que da un carácter peculiar a
guesía republicana– ha conservado sus posiciones. La política de des- nuestro problema agrario: la supervivencia de la comunidad y de ele-
amortización de la propiedad agraria iniciada por la revolución de la mentos de socialismo práctico en la agricultura y la vida indígenas.
Independencia –como una consecuencia lógica de su ideología– no con- Pero quienes se mantienen dentro de la doctrina demo-liberal –si bus-
dujo al desenvolvimiento de la pequeña propiedad. La vieja clase terrate- can de veras una solución al problema del indio, que redima a este, ante
niente no había perdido su predominio. La supervivencia de un régimen todo, de su servidumbre– pueden dirigir la mirada a la experiencia checa
de latifundistas produjo, en la práctica, el mantenimiento del latifundio. o rumana, dado que la mexicana, por su inspiración y su proceso, les
Sabido es que la desamortización atacó más bien a la comunidad. Y el parece un ejemplo peligroso. Para ellos es aún tiempo de propugnar la
hecho es que, durante un siglo de república, la gran propiedad agraria se fórmula liberal. Si lo hicieran, lograrían, al menos, que en el debate del
ha reforzado y engrandecido a despecho del liberalismo teórico de nues- problema agrario provocado por la nueva generación no estuviese del
tra Constitución y de las necesidades prácticas del desarrollo de nuestra todo ausente el pensamiento liberal, que, según la historia escrita, rige la
economía capitalista. vida del Perú desde la fundación de la República.
Las expresiones de la feudalidad sobreviviente son dos: latifundio y
servidumbre. Expresiones solidarias y consustanciales, cuyo análisis nos
conduce a la conclusión de que no se puede liquidar la servidumbre, que
pesa sobre la raza indígena, sin liquidar el latifundio.
Planteado así el problema agrario del Perú, no se presta a deformacio-
nes equívocas. Aparece en toda su magnitud de problema económico-so-
cial –y por tanto político– del dominio de los hombres que actúan en este
plano de hechos e ideas. Y resulta vano todo empeño de convertirlo, por
ejemplo, en un problema técnico-agrícola del dominio de los agrónomos.
Nadie ignora que la solución liberal de este problema sería, conforme
a la ideología individualista, el fraccionamiento de los latifundios para
crear la pequeña propiedad. Es tan desmesurado el desconocimiento,
que se constata a cada paso, entre nosotros, de los principios elementales
del socialismo, que no será nunca obvio ni ocioso insistir en que esta
fórmula –fraccionamiento de los latifundios en favor de la pequeña pro-
piedad– no es utopista, ni herética, ni revolucionaria, ni bolchevique, ni
vanguardista, sino ortodoxa, constitucional, democrática, capitalista y
burguesa. Y que tiene su origen en el ideario liberal en que se inspiran los
Estatutos constitucionales de todos los Estados demo-burgueses. Y que en
los países de la Europa Central y Oriental –donde la crisis bélica trajo por
tierra las últimas murallas de la feudalidad, con el consenso del capitalis-

62 63
Tesis ideológicas
El problema de las razas
en la América Latina* (1929)

I. Planteamiento de la cuestión
El problema de las razas sirve en la América Latina, en la especulación
intelectual burguesa, entre otras cosas, para encubrir o ignorar los verda-
deros problemas del continente. La crítica marxista tiene la obligación
impostergable de plantearlo en sus términos reales, desprendiéndolo de
toda tergiversación casuista o pedante. Económica, social y políticamen-
te, el problema de las razas, como el de la tierra, es, en su base, el de la
liquidación de la feudalidad.

*
«El problema de las razas en la América Latina» comprende dos partes claramente diferenciables:
la primera. «I. Planteamiento de la cuestión», escrita totalmente por José Carlos Mariátegui, y
la segunda, desde la introducción a «II. Importancia del problema racial» hasta el fin de la
tesis, en cuya redacción, sobre el esquema básico de Mariátegui, el doctor Hugo Pesce aportó
la mayor parte del texto.
La tesis, en conjunto, fue presentada y discutida en la Primera Conferencia Comunista latinoa-
mericana realizada en Buenos Aires en junio de 1929, y reproducida en el libro El Movimiento
Revolucionario Latino Americano. Versiones de la Primera Conferencia Comunista Latinoamerica-
na, editado por la revista La Correspondencia Sudamericana de Buenos Aires, publicación oficial
del Secretariado Sudamericano de la Internacional Comunista. Esta presentación en conjunto
de la tesis reproduce sólo un tercio de la primera parte («I. Planteamiento de la cuestión») e

65
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Las masas indígenas se encuentran en la América Latina en un estado su dominio sobre pueblos llamados por ellos de raza inferior. Y
clamoroso de atraso y de ignorancia por la servidumbre que pesa sobre como Aristóteles decía que existen hombres naturalmente es-
ellas desde la conquista española. El interés de la clase explotadora – clavos y otros patrones, que es conveniente que aquellos sirvan
española primero, criolla después–, ha tendido invariablemente, bajo y estos manden, lo que es además justo y provechoso para todos;
parecidamente, los pueblos modernos, que se gratifican ellos
diversos disfraces, a explicar la condición de las razas indígenas con el
mismos con el epíteto de civilizados, dicen existir pueblos que
argumento de su inferioridad o primitivismo. Con esto, esa clase no ha deben naturalmente dominar, y son ellos, y otros pueblos que no
hecho otra cosa que reproducir, en esta cuestión nacional interna, las menos naturalmente deben obedecer y son aquellos que quie-
razones de la raza blanca en la cuestión del tratamiento y tutela de los ren explotar; siendo justo, conveniente y a todos provechoso
pueblos coloniales. que aquellos manden, estos sirvan. De todo resulta que un in-
El sociólogo Vilfredo Pareto, que reduce la raza a sólo uno de los glés, un alemán, un francés, un belga, un italiano, si lucha y
varios factores que determinan las formas de desenvolvimiento de una muere por la patria es un héroe; pero un africano, si osa defen-
sociedad, ha enjuiciado la hipocresía de la idea de las razas en una der su patria contra esas naciones, es un vil rebelde y un traidor.
política imperialista y esclavizadora de los pueblos blancos en los si- Y los europeos cumplen el sacrosanto deber de destruir a los
africanos, como por ejemplo en el Congo, para enseñarles a ser
guientes términos:
civilizados. No falta luego quien beatamente admira esta obra
«de paz, de progreso, de civilidad». Es necesario agregar que,
La teoría de Aristóteles sobre la esclavitud natural es también la
con hipocresía verdaderamente admirable, los buenos pueblos
de los pueblos civiles modernos para justificar sus conquistas y

interpola en la segunda («II. Importancia del problema racial») los dos tercios restantes, es la primera vez que un Congreso Internacional de los Partidos Comunistas dedica su atención
ensamblados a las secciones escritas por Hugo Pesce, quien, a su vez, incorporó algunos en forma tan amplia y específica al problema racial en la América Latina.
párrafos de trabajos afines llevados por delegados de otros países a la Conferencia. Para La tarea de nuestro Congreso, por lo que a este punto se refiere, consiste en estudiar objetiva-
mantener la unidad de conjunto de la segunda parte, conservamos en la recopilación esta mente la realidad y enfocar según los métodos marxistas los problemas que ella encierra, para
forma de presentación, que repite parte de la primera en el contexto refundido por Hugo Pesce poder llegar a una solución revolucionaria a través de una táctica clara y eficiente, establecida
(con excepción del capítulo «V. Situación económico-social de la población indígena del para este caso particular de acuerdo con la línea general de la Internacional Comunista.
Perú», que reproduce textualmente la sección respectiva de la primerea parte, como se señala Los elementos que nos permiten conocer la realidad en todos los aspectos de la cuestión racial
en el lugar correspondiente y por lo tanto se omite). son principalmente de orden histórico y de orden estadístico. Ambos han sido insuficiente-
La primera parte de la tesis, que se refiere casi exclusivamente al problema indígena peruano, mente estudiados y dolosamente adulterados por la crítica burguesa de todas las épocas y por
fue llevada en su integridad al Congreso Constituyente de la Confederación Sindical Latino la criminal despreocupación de los gobiernos capitalistas.
Amerciana efectuado en Montevideo en mayo de 1929, y reproducido en el libro Bajo la Sólo en estos últimos años asistimos a la aparición de unos estudios diligentes e imparciales,
Bandera de la C.S.L.A. (Imprenta La Linotipo, Montevideo, 1929, pp. 147-159) con el título destinados a revelarnos en su auténtico aspecto los elementos que constituyen entre nosotros
«El Problema Indígena». Esta misma primera parte apareció reproducida en Amauta, N° 25 el problema racial. Recién han comenzado a aparecer los trabajos serios de crítica marxista que
(julio-agosto de 1929), con el título «El Problema Indígena», en la sección «Panorama realizan un estudio concienzudo de la realidad de estos países, analizan su proceso económi-
Móvil». De esta última fuente hemos tomado la primera parte («I. Planteamiento de la cues- co, político, histórico, étnico, prescindiendo de los moldes escolásticos y académicos, y
tión»), considerando que es la única que alcanzó a revisar el autor. La segunda parte (desde plantean los problemas actuales en relación con el hecho fundamental, la lucha de clases.
«II. Importancia del problema racial»), de la mencionada versión de la Primera Conferencia Pero esta labor recién se ha iniciado y se refiere tan sólo a algunos países. Para la mayoría de
Comunista Latinoamericana. Ricardo Martínez de la Torre, en su importante revisión los países de la América Latina, los compañeros delegados de los respectivos Partidos se han
documentaria contenida en los 4 tomos de Apuntes para una Interpretación Marxista de Historia encontrado con material insuficiente o falsificado: así se explica cómo los aportes informati-
Social del Perú (Empresa Editora Peruana, Lima, 1947-1949), reproduce la tesis completa en el vos a esta Conferencia hayan evidenciado necesariamente un contenido escaso y, en algunos
Capítulo Octavo del Tomo II («Como organizamos el partido», pp. 434-466); y la primera parte casos, un carácter confuso en la orientación con respecto al problema de las razas.
en «La Confederación General de Trabajadores del Perú» (Tomo III, pp. 16-29). Este informe, destinado a proporcionar material y orientación para la discusión en el Congreso,
La tesis sobre «El problema de las razas en la América Latina» fue discutida en la sesión del 8 ha sido elaborado utilizando los aportes de los compañeros de todas las delegaciones. Creo que,
de junio. El doctor Hugo Pesce, a nombre del grupo sindicalista peruano y representante por lo tanto, reflejará en distinta medida las adquisiciones y las deficiencias señaladas, propor-
personal de José Carlos Mariátegui, abrió la reunión con las siguientes palabras: «Compañeros: cionalmente al grado de su entidad en cada país de la América Latina» (Nota de los Editores).

66 67
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

civiles pretenden hacer el bien de los pueblos a ellos sujetos, explotación de la tierra y de las masas campesinas. Buena parte de nues-
cuando los oprimen y aun los destruyen; y tanto amor les dedi-
tros burgueses y «gamonales» sostienen calurosamente la tesis de la infe-
can, que los quieren «libres» por la fuerza. Así los ingleses libe-
rioridad del indio: el problema indígena es, a su juicio, un problema
raron a los indios de la «tiranía» de los raià, los alemanes libera-
ron a los africanos de la «tiranía» de los reyes negros, los france- étnico cuya solución depende del cruzamiento de la raza indígena con
ses liberaron a los habitantes de Madagascar y, para hacerlos razas superiores extranjeras. La subsistencia de una economía de bases
más libres, mataron a muchos reduciendo a los otros a un estado feudales se presenta, empero, en inconciliable oposición con un movi-
que sólo en el nombre no es de esclavitud; así los italianos libe- miento inmigratorio suficiente para producir esa transformación por el
raron a los árabes de la opresión de los turcos. Todo esto es dicho cruzamiento. Los salarios que se pagan en las haciendas de la costa y de la
seriamente y hay hasta quien lo cree. El gato atrapa al ratón y se sierra (cuando en estas últimas se adopta el salario) descartan la posibili-
lo come, pero no dice que hace esto por el bien del ratón, no dad de emplear inmigrantes europeos en la agricultura. Los inmigrantes
proclama el dogma de la igualdad de todos los animales y no campesinos no se avendrían jamás a trabajar en las condiciones de los
alza hipócritamente los ojos al cielo para adorar al «Padre co-
indios; sólo se les podría traer haciéndolos pequeños propietarios. El
mún». (Trattato di Sociologia Generale, Vol. II)
indio no ha podido ser nunca reemplazado en las faenas agrícolas de las
haciendas costeñas sino con el esclavo negro o el coolí chino. Los planes
La explotación de los indígenas en la América Latina trata también de
de colonización con inmigrantes europeos tienen, por ahora, como cam-
justificarse con el pretexto de que sirve a la redención cultural y moral de
po exclusivo, la región boscosa del Oriente, conocida con el nombre de
las razas oprimidas.
Montaña. La tesis de que el problema indígena es un problema étnico no
La colonización de la América Latina por la raza blanca no ha tenido,
merece siquiera ser discutida; pero conviene anotar hasta qué punto la
en tanto, como es fácil probarlo, sino efectos retardatarios y deprimentes
solución que propone está en desacuerdo con los intereses y las
en la vidad de las razas indígenas. La evolución natural de estas ha sido
posiblidades de la burguesía y del gamonalismo, en cuyo seno encuentra
interrumpida por la opresión envilecedora del blanco y del mestizo. Pue-
sus adherentes.
blos como el quechua y el azteca, que habían llegado a un grado avanza-
Para el imperialismo yanqui o inglés, el valor económico de estas tie-
do de organización social, retrogradaron, bajo el régimen colonial, a la
rras sería mucho menor si con sus riquezas naturales no poseyesen una
condición de dispersas tribus agrícolas. Lo que en las comunidades indí-
población indígena atrasada y miserable a la que, con el concurso de las
genas del Perú subsiste de elementos de civilización es, sobre todo, lo que
burguesías nacionales, es posible explotar extremadamente. La historia
sobrevive de la antigua organización autóctona. En el agro feudalizado,
de la industria azucarera peruana, actualmente en crisis, demuestra que
la civilización blanca no ha creado focos de vida urbana, no ha significa-
sus utilidades han reposado, ante todo, en la baratura de la mano de
do siempre siquiera industrialización y maquinismo: en el latifundio se-
obra, esto es, en la miseria de los braceros. Técnicamente, esta industria
rrano, con excepción de ciertas estancias ganaderas, el dominio del blan-
no ha estado en ninguna época en condiciones de concurrir con la de
co no representa ni aun tecnológicamente ningún progreso respecto de la
otros países en el mercado mundial. La distancia de los mercados de con-
cultura aborigen.
sumo gravaba con elevados fletes su exportación. Pero todas estas des-
Llamamos problema indígena a la explotación feudal de los nativos
ventajas eran compensadas largamente por la baratura de la mano de
en la gran propiedad agraria. El indio, en el noventa por ciento de los
obra. El trabajo de esclavizadas masas campesinas albergadas en repug-
casos, no es un proletario sino un siervo. El capitalismo, como sistema
nantes «rancherías», privadas de toda libertad y derecho, sometidas a
económico y político, se manifiesta incapaz, en la América Latina, de
una jornada abrumadora, colocaba a los azucareros peruanos en condi-
edificación de una economía emancipada de las taras feudales. El prejui-
ciones de competir con los que, en otros países, cultivaban mejor sus
cio de la inferioridad de la raza indígena le consiente una explotación
tierras o estaban protegidos por una tarifa proteccionista o más ventajosa-
máxima de los trabajos de esta raza; y no está dispuesto a renunciar a esta
mente situados desde el punto de vista geográfico. El capitalismo extran-
ventaja, de la que tantos provechos obtiene. En la agricultura, el estable-
jero se sirve de la clase feudal para explotar en su provecho estas masas
cimiento del salariado, la adopción de la máquina, no borran el carácter
campesinas. Mas, a veces, la incapacidad de estos latifundistas (herederos
feudal de la gran propiedad. Perfeccionan, simplemente, el sistema de
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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

de los prejuicios, soberbia y arbitrariedad medioevales) para llenar la del criollo respecto de la inferioridad del indio, no reposa en ningún
función de jefes de empresa capitalistas es tal que aquel se ve obligado a hecho digno de ser tomado en cuenta en el estudio científico de la
tomar en sus propias manos la administración de latifundios y centrales. cuestión. La cocamanía y el alcoholismo de la raza indígena, muy exa-
Esto es lo que ocurre, particularmente, en la industria azucarera, mono- gerados por sus comentadores, no son otra cosa que consecuencias, re-
polizada casi completamente en el valle de Chicama por una empresa sultados de la opresión blanca. El gamonalismo fomenta y explota los
inglesa y una empresa alemana. vicios, que bajo cierto aspecto se alimentan de los impulsos de la lucha
La raza tiene, ante todo, esta importancia en la cuestión del imperia- contra el dolor, particularmente vivos y operantes en un pueblo subyu-
lismo. Pero tiene también otro rol, que impide asimilar el problema de la gado. El indio en la antigüedad no bebió nunca sino «chicha», bebida
lucha por la independencia nacional en los países de la América con fermentada de maíz, mientras que, después de que el blanco implantó
fuerte porcentaje de población indígena al mismo problema en el Asia o en el continente el cultivo de la caña, bebe alcohol. La producción del
en el África. Los elementos feudales o burgueses, en nuestros países, sien- alcohol de caña es uno de los más «saneados» y seguros negocios del
ten por los indios como por los negros y mulatos el mismo desprecio que latifundismo, en cuyas manos se encuentra también la producción de
los imperialistas blancos. El sentimiento racial actúa en esta clase domi- coca en los valles cálidos de la montaña.
nante en un sentido absolutamente favorable a la penetración imperialis- Hace tiempo que la experiencia japonesa demostró la facilidad con
ta. Entre el señor o el burgués criollo y sus peones de color no hay nada que pueblos de raza y tradición ditintas de las europeas se apropian de la
en común. La solidaridad de clase se suma a la solidaridad de raza o de ciencia occidental y se adaptan al uso de su técnica de producción. En las
prejuicio, para hacer de las burguesías nacionales instrumentos dóciles minas y en las fábricas de la Sierra del Perú, el indio campesino confirma
del imperialismo yanqui o británico. Y este sentimiento se extiende a esta experiencia.
gran parte de las clases medias, que imitan a la aristocracia y a la burgue- Y ya la sociología marxista ha hecho justicia sumaria a las ideas racis-
sía en el desdén por la plebe de color, aunque su propio mestizaje sea tas, producto todas del espíritu imperialista. Bkharin escribe en La theórie
demasiado evidente. du materialisme historique:
La raza negra, importada a la América Latina por los colonizadores
para aumentar su poder sobre la raza indígena americana, llenó pasiva- La teoría de las razas es ante todo contraria a los hechos. Se
mente su función colonialista. Explotada ella misma duramente, reforzó considera a la raza negra como una raza «inferior», incapaz de
la opresión de la raza indígena por los conquistadores españoles. Un desarrollarse por su naturaleza misma. Sin embargo, está proba-
mayor grado de mezcla, de familiaridad y de convivencia con estos en las do que los antiguos representantes de esta raza negra, los kushitas,
habían creado una civilización muy alta en las Indias (antes que
ciudades coloniales la convirtió en auxiliar del dominio blanco, pese a
los hindúes) y en Egipto. La raza amarilla, que no goza tampoco
cualquier ráfaga de humor turbulento o levantisco. El negro o mulato, en de un gran favor, ha creado en la persona de los chinos una
sus servicios de artesano o doméstico, compuso la plebe de que dispuso cultura que era infinitamente más elevada que la de sus contem-
siempre más o menos incondicionalmente la casa feudal. La industria, la poráneos blancos; los blancos no eran entonces sino unos niños
fábrica, el sindicato, redimen al negro de esta domesticidad. Borrando en comparación con los chinos. Sabemos muy bien ahora todo
entre los proletarios la frontera de la raza, la conciencia de clase eleva lo que los griegos antiguos tomaron a los asirio-babilonios y a
moral, históricamente, al negro. El sindicato significa la ruptura definiti- los egipcios. Estos hechos bastan para probar que las explica-
va de los hábitos serviles que mantienen, en cambio, en él la condición ciones sacadas del argumento de las razas no sirven para nada.
de artesno o criado. Sin embargo, se nos puede decir: quizá tenéis razón; pero, ¿po-
déis afirmar que un negro medio iguale por sus cualidades a un
El indio, por sus facultades de asimilación al progreso, a la técnica
europeo medio? No se puede responder a esta cuestión con una
de la producción moderna, no es absolutamente inferior al mestizo. Por
salida como la de ciertos profesores liberales: todos los hom-
el contrario, es generalmente superior. La idea de su inferioridad racial bres son iguales; según Kant, la personalidad humana constituye
está demasiado desacreditada para que merezca en este tiempo los ho- un fin en sí misma; Jesucristo enseñaba que no había ni Helenos
nores de una refutación. El prejuicio del blanco, que ha sido también el ni Judíos, etc. (ver, por ejemplo, en Khvestov: «es muy probable

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

que la verdad esté del lado de los defensores de la igualdad de superior étnica o cualitativamente; pero sí fue vencida por su técnica,
los hombres»... La théorie de processus historique). Pues, tender a que estaba muy por encima de la técnica de los aborígenes. La pólvora, el
la igualdad de los hombres no quiere decir reconocer la igual- hierro, la caballería no eran ventajas raciales; eran ventajas técnicas. Los
dad de sus cualidades, y, de otra parte, se tiende siempre hacia lo españoles arribaron a estas lejanas comarcas porque disponían de medios
que existe todavía, porque otra cosa sería forzar una puerta abier-
de navegación que les consentían atravesar los océanos. La navegación y
ta. Nosotros no tratamos por el momento de saber hacia qué se
debe tender. Lo que nos interesa es saber si existe una diferencia el comercio les permitieron, más tarde, la explotación de algunos recur-
entre el nivel de cultura de los blancos y de los negros en gene- sos naturales de sus colonias. El feudalismo español se superpuso al
ral. Ciertamente, esta diferencia existe. Actualmente, los «blan- agrarismo indígena, respetando en parte sus formas comunitarias, pero
cos» son superiores a los otros. Pero, ¿qué prueba esto? Prueba esta misma adaptación creaba un orden estático, un sistema económico
que actualmente las razas han cambiado de lugar. Y esto contra- cuyos factores de estagnación eran la mejor garantía de la servidumbre
dice la teoría de las razas. En efecto, esta teoría reduce todo a las indígena. La industria capitalista rompe este equilibrio, interrumpe este
cualidades de las razas, a su «naturaleza eterna». Si fuera así, estancamiento, creando nuevas fuerzas productoras y nuevas relaciones
esta «naturaleza» se habría hecho sentir en todos los períodos de producción. El proletariado crece gradualmente a expensas del
de la historia. ¿Qué se puede deducir de aquí? Que la «naturale-
artesanado y la servidumbre. La evolución económica y social de la na-
za» misma cambia constantemente, en relación con las condi-
ción entra en una era de actividad y contradicción que, en el plano ideo-
ciones de existencia de una raza dada. Estas condiciones están
determinadas por las relaciones entre la sociedad y la naturale- lógico, causa la aparición y desarrollo del pensamiento socialista.
za, es decir, por el estado de las fuerzas productivas. Por tanto, la En todo eso, la influencia del factor raza se acusa evidentemente in-
teoría de las razas no explica absolutamente las condiciones de significante al lado de la influencia del factor economía –producción,
la evolución social. Aparece aquí claramente que hay que co- técnica, ciencia, etcétera–. Sin los elementos materiales que crea la indus-
menzar su análisis por el estudio del movimiento de las fuerzas tria moderna, o si se quiere el capitalismo, ¿habría posibilidad de que se
productivas. (La théorie du materialisme historique, pp. 129-130) esbozase el plan, la intención siquiera de un Estado socialista, basado en
las reivindicaciones, en la emancipación de las masas indígenas? El dina-
*** mismo de esta economía, de este régimen que torna inestables todas las
relaciones y que con las clases opone las ideologías, es sin duda lo que
Del prejuicio de la inferioridad de la raza indígena empieza a pasarse hace factible la resurrección indígena, hecho decidido por el juego de
al extremo opuesto: el de que la creación de una nueva cultura americana fuerzas económicas, políticas, culurales, ideológicas, no de fuerzas racia-
será esencialmente obra de las fuerzas raciales autóctonas. Suscribir esta les. El mayor cargo contra la clase dominante de la república es el que
tesis es caer en el más ingenuo y absurdo misticismo. Al racismo de los cabe formularle por no haber sabido acelerar, con una inteligencia más
que desprecian al indio porque creen en la superioridad absoluta y per- liberal, más burguesa, más capitalista de su misión, el proceso de trans-
manente de la raza blanca, sería insensato y peligroso oponer el racismo formación de la economía colonial en economía capitalista. La feudalidad
de los que superestiman al indio con fe mesiánica en su misión como raza opone a la emancipación, al despertar indígena, su estagnación y su iner-
en el renacimiento americano. cia; el capitalismo, con sus conflictos, con sus instrumentos mismos de
Las posibilidades de que el indio se eleve material e intelectualmente explotación, empuja a las masas por la vía de sus reivindicaciones, la
dependen del cambio de las condiciones económico-sociales. No están conmina a una lucha en la que se capacitan material y mentalmente para
determinadas por la raza, sino por la economía y la política. La raza, por presidir un orden nuevo.
sí sola, no ha despertado ni despertará al entendimiento de una idea El problema de las razas no es común a todos los países de América
emancipadora. Sobre todo, no adquiriría nunca el poder de imponerla y Latina ni presenta en todos los que lo sufren las mismas proporciones y
realizarla. Lo que asegura su emancipación es el dinamismo de una eco- caracteres. En algunos países latinoamericanos tiene una localización re-
nomía y una cultura que portan en su entraña el germen del socialismo. gional y no influye apreciablemente en el proceso social y económico.
La raza india no fue vencida en la guerra de la conquista por una raza Pero en países como el Perú y Bolivia, y algo menos en Ecuador, donde la

72 73
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

mayor parte de la población es indígena, la reivindicación del indio es la indígena, esta cuestión y la lucha proletaria por resolverla son las si-
reivindicación popular y social dominante. guientes en nuestra opinión:
En estos países, el factor raza se complica con el factor clase en forma
que una política revolucionaria no puede dejar de tener en cuenta. El
indio quechua o aymara ve su opresor en el «misti», en el blanco. Y en el 1. Situación económico-social de la población indígena del Perú
mestizo, únicamente la conciencia de clase es capaz de destruir el hábito
del desprecio, de la repugnancia por el indio. No es raro encontrar en los No existe un censo reciente que permita saber exactamente la propor-
propios elementos de la ciudad que se proclaman revolucionarios el pre- ción actual de la población indígena. Se acepta generalmente la afirma-
juicio de la inferioridad del indio y la resistencia a reconocer este prejui- ción de que la raza indígena compone las cuatro quintas partes de una
cio como una simple herencia o contagio mental del ambiente. población total calculada en un mínimo de 5.000.000. Esta apreciación
La barrera del idioma se interpone entre las masas campesinas indias y no tiene en cuenta estrictamente la raza, sino más bien la condición eco-
los núcleos obreros revolucionarios de raza blanca o mestiza. nómico-social de las masas que constituyen dichas cuatro quintas partes.
Pero, a través de propagandistas indios, la doctrina socialista, por la Existen provincias donde el tipo indígena acusa un extenso mestizaje.
naturaleza de sus reivindicaciones, arraigará prontamente en las masas Pero en estos sectores la sangre blanca ha sido completamente asimilada
indígenas. Lo que hasta ahora ha faltado es la preparación sistemática de por el medio indígena y la vida de los «cholos» producidos por este
estos propagandistas. El indio alfabeto al que la ciudad corrompe se con- mestizaje no difiere de la vida de los indios propiamente dichos.
vierte regularmente en un auxiliar de los explotadores de su raza. Pero en No menos del noventa por ciento de la población indígena así consi-
la ciudad, en el ambiente obrero revolucionario, el indio empieza ya a derada trabaja en la agricultura. El desarrollo de la industria minera ha
asimilar la idea revolucionaria, a apropiarse de ella, a entender su valor traído como consecuencia, en los últimos tiempos, un empleo creciente
como instrumento de emancipación de esta raza, oprimida por la misma de la mano de obra indígena en la minería. Pero una parte de los obreros
clase que explota en la fábrica al obrero, en el que descubre un hermano mineros continúan siendo agricultores. Son indios de «comunidades»
de clase. que pasan la mayor parte del año en las minas, pero que en las épocas de
El realismo de una política socialista segura y precisa en la aprecia- las labores agrícolas retornan a sus pequeñas parcelas, insuficientes para
ción y utilización de los hechos sobre los cuales le toca actuar en estos su subsistencia.
países puede y debe convertir el factor raza en factor revolucionario. El En la agricultura subsiste hasta hoy un régimen de trabajo feudal o
Estado actual en estos países reposa en la alianza de la clase feudal terra- semi-feudal. En las haciendas de la sierra, el salariado, cuando existe, se
teniente y la burguesía mercantil. Abatida la feudalidad latifundista, el presenta tan incipiente y deformado que apenas sí altera los rasgos del
capitalismo urbano carecerá de fuerzas para resistir a la creciente obrera. régimen feudal. Ordinariamente, los indios no obtienen por su trabajo
Lo representa una burguesía mediocre, débil, formada en el privilegio, sino una mezquina parte de los frutos (ver en el capítulo sobre el «Pro-
sin espíritu combativo y organizado que pierde cada día más su ascen- blema de la tierra» los diferentes sistemas de trabajo empleados en la
diente sobre la fluctuante capa intelectual. sierra). El suelo es trabajado en casi todas las tierras de latifundio en
forma primitiva, y no obstante los latifundistas se reservan siempre las
*** mejores, sus rendimientos, en muchos casos, son inferiores a los de las
tierras «comunitarias». En algunas regiones, las «comunidades» indíge-
La crítica socialista ha iniciado en el Perú el nuevo planteamiento del nas conservan una parte de las tierras, pero en proporción exigua para
problema indígena, con la denuncia y el repudio inexorables de todas las sus necesidades, de modo que sus miembros están obligados a trabajar
tendencias burguesas o filantrópicas a considerarlo como problema ad- para los latifundistas. Los propietarios de los latifundios, dueños de enor-
ministrativo, jurídico, moral, religioso o educativo. Las conclusiones so- mes extensiones de tierra, en gran parte incultivadas, no han tenido en
bre los términos económicos y políticos en que se plantea en el Perú, y muchos casos interés en despojar a las «comunidades» de sus propieda-
por analogía en otros países latinoamericanos de numerosa población des tradicionales en razón de que la comunidad anexa a la hacienda le ha

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permitido a esta contar con mano de obra segura y «propia». El valor de accidente de trabajo, las empresas burlan, por medio de sus abogados,
un latifundio no se calcula sólo por su extensión territorial, sino por su abusando de la miseria e ignorancia de los indígenas, los derechos de
población indígena propia. Cuando una hacienda no cuenta con esta estos, indemnizándolos arbitraria y miseramente. La catástrofe de
población, el propietario, de acuerdo con las autoridades, apela al reclu- Morococha, que costó la vida de docenas de obreros, ha venido última-
tamiento forzoso de peones a quienes se remunera miserablemente. Los mente a denunciar la inseguridad en que trabajan los mineros. Por el
indios de ambos sexos, sin exceptuar a los niños, están obligados a la mal estado de algunas galerías y por la ejecución de trabajos que toca-
prestación de servicios gratuitos a los propietarios y a sus familias, lo ban casi al fondo de una laguna, se produjo un hundimiento que dejó
mismo que a las autoridades. Hombres, mujeres y niños se turnan el sepultados a muchos trabajadores. El número oficial de las víctimas es
servicio de los «gamonales» y autoridades, no sólo en las casas-hacienda, 27, pero hay fundada noticia de que el número es mayor. Las denuncias
sino en los pueblos o ciudades en que residen estos. La prestación de de algunos periódicos influyeron esta vez para que la Compañía se
servicios gratuitos ha sido varias veces prohibida legalmente, pero en la mostrase más respetuosa de la ley de lo que acostumbra en cuanto a las
práctica subsiste hasta hoy, a causa de que ninguna ley puede contrariar indemnizaciones a los deudos de las víctimas. Últimamente, con el ob-
la mecánica de un orden feudal, si la estructura de este se mantiene intac- jeto de evitar mayor descontento, la Cerro de Pasco Copper Corporation
ta. La ley de conscripción vial ha venido a acentuar en estos últimos ha concedido a sus empleados y obreros un aumento del diez por cien-
tiempos la fisonomía feudal de la sierra. Esta ley obliga a todos los indivi- to, mientras dure la actual cotización del cobre. En provincias aparta-
duos a trabajar semestralmente seis días en la apertura o conservación de das como Cotabambas, la situación de los mineros es mucho más atrasa-
caminos o a «redimirse» mediante el pago de los salarios conforme al tipo da y penosa. Los «gamonales» de la región se encargan del recluta-
fijado de cada región. Los indios son, en muchos casos, obligados a tra- miento forzoso de los indios, y los salarios son miserables.
bajar a gran distancia de su residencia, lo que los obliga a sacrificar mayor La industria ha penetrado muy escasamente en la sierra. Está repre-
número de días. Son objeto de innumerables expoliaciones por parte de sentada principalmente por las fábricas de tejidos del Cuzco, donde la
las autoridades, con el pretexto del servicio vial, que tiene para las masas producción de excelentes calidades de lana es el mayor factor de su desa-
indígenas el carácter de las antiguas mitas coloniales. rrollo. El personal de estas fábricas es indígena, salvo la dirección y los
En la minería rige el salario. En las minas de Junín y de La Libertad, jefes. El indio se ha asimilado perfectamente al maquinismo. Es un ope-
donde tienen su asiento las dos grandes empresas mineras que explotan rario atento y sobrio que el capitalista explota diestramente. El ambiente
el cobre, la Cerro de Pasco Copper Corporation y la Northern, respecti- feudal de la agricultura se prolonga a estas fábricas, donde cierto
vamente, los trabajadores ganan salarios de S/. 2,50 a S/. 3,00. Estos sala- patriarcalismo que usa a los protegidos y ahijados del amo como instru-
rios son, sin duda, elevados, respecto de los inverosímiles ínfimos (veinte mentos de sujeción de sus compañeros se opone a la formación de con-
o treinta centavos) que se acostumbran en las haciendas de la sierra. Pero ciencia clasista.
las empresas se aprovechan en todas las formas de la atrasada condición En los últimos años, al estímulo de los precios de las lanas peruanas
de los indígenas. La legislación social vigente es casi nula en las minas, en los mercados extranjeros se ha iniciado un proceso de industrializa-
donde no se observan las leyes de accidentes de trabajo y jornada de ocho ción de las haciendas agropecuarias del sur. Varios hacendados han
horas, ni se reconoce a los obreros del derecho de asociación. Todo obre- introducido una técnica moderna, importando reproductores extranje-
ro acusado de intento de organización de los trabajadores, aunque sólo ros que han mejorado el volumen y la calidad de la producción,
sea con fines culturales o mutuales, es inmediatamente despedido por la sacudiéndose el yugo de los comerciantes intermediarios, estableciendo
empresa. La empresa, para el trabajo de las galerías, emplean general- anexamente en sus estancias molinos y otras pequeñas plantas indus-
mente a «contratistas», quienes, con el objeto de efectuar las labores al triales. Por lo demás, en la sierra no hay más plantas y cultivos indus-
menor costo, acúan como un instrumento de explotación de los braceros. triales que los destinados a la producción de azúcar, chancaca y aguar-
Los «contratistas», sin emargo, viven ordinariamente en condición es- diente para el consumo regional.
trecha, abrumados por las obligaciones de sus adelantos que hacen de Para la explotación de las haciendas de la costa, donde la población es
ellos deudores permanentes de las empresas. Cuando se produce un insuficiente, se recurre a la mano de obra indígena serrana en considera-

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ble escala. Por medio de «enganchadores», las grandes haciendas azu- Esta sumaria descripción de las condiciones económico-sociales de la
careras y algodoneras se proveen de los braceros necesarios para sus población indígena del Perú establece que, al lado de un reducido nú-
labores agrícolas. Estos braceros ganan jornales, aunque ínfimos siem- mero de asalariados mineros y un salariado agrícola aún incipiente, exis-
pre, muy superiores a los que se acostumbran en la sierra feudal. Pero, te, más o menos atenuado en el latifundio, un régimen de servidumbre; y
en cambio, sufren las consecuencias de un trabajo extenuante en un que en las lejanas regiones de la montaña se somete, en frecuentes casos,
clima cálido, de una alimentación insuficiente en relación con este tra- a los aborígenes a un sistema esclavista.
bajo y del paludismo endémico en los valles de la costa. El peón serra-
no difícilmente escapa al paludismo; ello lo obliga a regresar a su re-
gión, muchas veces tuberculoso e incurable. Aunque la agricultura en 2. La lucha indígena contra el gamonalismo
esas haciendas está industrializada (se trabaja la tierra con métodos y
máquinas modernas y se benefician los productos en «ingenios» o cen- Cuando se habla de la actitud del indio ante sus explotadores, se
trales equipados), su ambiente no es el del capitalismo y el salariado en suscribe generalmente la impresión de que, envilecido, deprimido, el
la industria urbana. El hacendado conserva su espíritu y práctica feu- indio es incapaz de toda lucha, de toda resistencia. La larga historia de
dales en el tratamiento de sus trabajadores. No les reconoce los dere- insurrecciones y asonadas indígenas y de las masacres y represiones con-
chos que la legislación del trabajo establece. En la hacienda no hay más siguientes basta por sí sola para desmentir esta impresión. En la mayoría
ley que la del propietario. No se tolera ni sombra de asociación obrera. de los casos, las sublevaciones de indios han tenido como origen una
Los empleados niegan la entrada a los individuos de quienes, por al- violencia que los ha forzado incidentalmente a la revuelta contra la auto-
gún motivo, desconfía el propietario o el administrador. Durante el ridad o un hacendado; pero en otros casos no ha tenido este carácter de
coloniaje, estas haciendas fueron trabajadas con negros esclavos. Albolida motín local. La rebelión ha seguido a una agitación menos incidental y se
la esclavitud, se trajo coolíes chinos. Y el hacendado clásico no ha per- ha propagado a una región más o menos extensa. Para reprimirla, ha
dido sus hábitos de negrero o de señor feudal. habido que apelar a fuerzas considerables y a verdaderas matanzas. Miles
En la montaña o floresta, la agricultura es todavía muy incipiente. Se de indios rebeldes han sembrado el pavor en los «gamonales» de una o
emplean los mismos sistemas de «engache» de braceros de la sierra; y en más pronvincias. Una de las sublevaciones que, en los últimos tiempos,
cierta medida se usan los servicios de las tribus salvajes familiarizadas con asumió proporciones extraordinarias fue la acaudillada por el mayor de
los blancos. Pero la montaña tiene, en cuanto a régimen de trabajo, una ejército Teodomiro Gutiérrez, serrano mestizo, de fuerte porcentaje de
tradición mucho más sombría. En la explotación del caucho, cuando este sangre indígena, que se hacía llamar Ruminaqui y se presentaba como el
producto tenía alto precio, se aplicaron los más bárbaros y criminales redendor de su raza. El mayor Gutiérrez había sido enviado por el go-
procedimientos esclavitas. Los crímenes del Putumayo, sensacionalmente bierno de Billinghurst al departamento de Puno, donde el gamonalismo
denunciados por la prensa extranjera, constituyen la página más negra extremaba sus exacciones, para efectuar una investigación respecto a las
de la hisotria de los «caucheros». Se alega que mucho se exageró y fantaseó denuncias indígenas e informar al gobierno. Gutiérrez entró entonces en
en el extranjero alrededor de estos crímenes, y aun que medió en el ori- íntimo contacto con los indios. Derrocado el gobierno de Billinghurst,
gen del escándalo una tentativa de chantaje, pero la verdad está perfecta- pensó que toda la perspectiva de reivindicaciones legales había desapare-
mente documentada por las investigaciones y testimonios de funciona- cido y se lanzo a la revuelta. Lo seguían varios millares de indios, pero,
rios de la justicia peruana como el juez Valcárcel y el fiscal Paredes, que como siempre, desarmados e indefensos ante las tropas, condenados a la
comprobaron los métodos esclavistas y sanguinarios de los capataces de dispersión o a la muerte. A esta sublevación han seguido las de La Mar y
la casa Arana. Y no hace tres años, un funcionario ejemplar, el doctor Huancané en 1923 y otras menores, sangrientamente reprimidas todas.
Chuquihuanca Ayulo, gran defensor de la raza indígena –indígena él En 1921 se reunió, con auspicio gubernamental, un congreso indíge-
mismo–, fue exonerado de sus funciones de fiscal del departamento de na al que concurrieron delegaciones de varios grupos de comunidades.
Madre de Dios a consecuencia de su denuncia de los métodos esclavistas El objeto de estos congresos era formular las reivindicaciones de la raza
de la más poderosa empresa de esa región. indígena. Los delegados pronunciaban, en quechua, enérgicas acusacio-

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nes contra los «gamonales», las autoridades, los curas. Se constituyó un 3. Conclusiones sobre el problema y las tareas que impone
comité «Pro-Derecho Indígena Trahuantinsuyo». Se realizó un congreso
por año hasta 1924, en que el gobierno persiguió a los elementos revolu- El problema indígena se identifica con el problema de la tierra. La
cionarios indígenas, intimidó a las delegaciones y desvirtuó el espíritu y ignorancia, el atraso y la miseria de los indígenas no son, repetimos,
objeto de la asamblea. El congreso de 1923, en el que se votaron conclu- sino la consecuencia de su servidumbre. El latifundio feudal mantiene
siones inquietantes para el gamonalismo, como las que pedían la separa- la explotación y la dominación absolutas de las masas indígenas por la
ción de la Iglesia y el Estado y la derogación de la ley de conscripción clase propietaria. La lucha de los indios contra los «gamonales» ha es-
vial, había revelado el peligro de estas conferencias, en las que los grupos tribado invariablemente en la defensa de sus tierras contra la absorción
de comunidades indígenas de diversas regiones entraban en contacto y y el despojo. Existe, por tanto, una instintiva y profunda reivindica-
coordinaban su acción. Ese mismo año se había constituido la Federación ción indígena: la reivindicación de la tierra. Dar un carácter organiza-
Obrera Regional Indígena, que pretendía aplicar a la organización de los do, sistemático, definido, a esta reivindicación es la tarea que tenemos
indios los principios y métodos del anarco-sindicalismo y que estaba, por el deber de realizar activamente.
tanto, destinada a no pasar de un ensayo, pero que representaba de todos Las «comunidades» que han demostrado bajo la opresión más dura
modos un franco orientamiento revolucionario de la vanguardia indíge- condiciones de resistencia y persistencia realmente asombrosas represen-
na. Desterrados dos de los líderes indios de este movimiento, intimidados tan en el Perú un factor natural de socialización de la tierra. El indio
otros, la Federación Obrera Regional Indígena quedó pronto reducida a tiene arraigados hábitos de cooperación. Aun cuando de la propiedad
sólo un hombre. Y en 1927, el gobierno declaró disuelto el propio Comi- comunitaria se pasa a la apropiación individual y no sólo en la sierra sino
té Pro-Derecho Indígena Tahuantinsuyo, con el pretexto de que sus diri- también en la costa, donde un mayor mestizaje actúa contra las costum-
gentes eran unos meros explotadores de la raza cuya defensa se atribuían. bres indígenas, la cooperación se mantiene, las labores pesadas se hacen
Este comité no había tenido nunca más importancia que la anexa a su en común. La «comunidad» puede transformarse en cooperativa, con
participación en los congresos indígenas y estaba compuesto por elemen- mínimo esfuerzo. La adjudicación a las «comunidades» de las tierras de
tos que carecían de valor ideológico y personal, y que en no pocas ocasio- los latifundios es en la sierra la solución que reclama el problema agrario.
nes habían hecho protestas de adhesión a la política gubernamental, con- En la costa, donde la propiedad es igualmente omnipotente, pero donde
siderándola pro-indigenista; pero para algunos «gamonales» era todavía la propiedad comunitaria ha desaparecido, se tiende inevitablemente a la
un instrumento de agitación, un residuo de los congresos indígenas. El individualización de la propiedad del suelo. Los «yanaconas», especie
gobierno, por otra parte, orientaba su política en el sentido de asociar a de aparceros duramente explotados, deben ser ayudados en sus luchas
las declaraciones pro-indigenistas, a las promesas de reparto de tierras, contra los propietarios. La reivindicación natural de estos «yanaconas» es
etcétera, una acción resuelta contra toda agitación de los indios por gru- la del suelo que trabajan. En las haciendas explotadas directamente por
pos revolucionarios o suceptibles de influencia revolucionaria. sus propietarios por medio de peonadas, reclutadas en parte en la sierra,
La penetración de ideas socialistas, la expresión de reivindicaciones y a las que en esta parte falta vínculo con el suelo, los términos de la
revolucionarias entre los indígenas han continuado a pesar de esas vicisi- lucha son distintos. Las reivindicaciones por las que hay que trabajar
tudes. En 1927 se constituyó en el Cuzco un grupo de acción pro-indí- son: libertad de organización, supresión del «enganche», aumento de los
gena llamado «Grupo Resurgimiento». Lo componían algunos intelec- salarios, jornada de ocho horas, cumplimiento de las leyes de protección
tuales y artistas, junto con algunos obreros cuzueños. Este grupo publicó del trabajo. Sólo cuando el peón de hacienda haya conquistado estas
un manifiesto que denunciaba los crímenes del gamonalismo (véase Amau- cosas, estará en la vía de su emancipación definitiva.
ta, Nº 6). A poco de su constitución, uno de sus principales dirigentes, el Es muy difícil que la propaganda sindical penetre en las haciendas.
doctor Luis E. Valcárcel, fue apresado en Arequipa. Su prisión no duró Cada hacienda es, en la costa como en la sierra, un feudo. Ninguna aso-
sino algunos días, pero, en tanto, el Grupo Resurgimiento era definitiva- ciación que no acepte el patronato y tutela de los propietarios y de la
mente disuelto por las autoridades del Cuzco. administración es tolerada; y en este caso sólo se encuentran las asocia-
ciones de deporte o recreo. Pero con el aumento del tráfico automovilís-

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tico se abre poco a poco una brecha en las barreras que cerraban antes la En el Perú, la organización y educación del proletariado minero es
hacienda a toda propaganda. De ahí la importancia que la organización y con la del proletariado agrícola una de las cuestiones que inmediatamen-
movilización activa de los obreros del transporte tiene en el desarrollo del te se plantean. Los centros mineros, el principal de los cuales (La Oroya)
movimiento clasista en el Perú. Cuando las peonadas de las haciendas está en vías de convertirse en la más importante central de beneficio en
sepan que cuentan con la solidaridad fraternal de los sindicatos y com- Sudamérica, constituyen puntos donde ventajosamente pueden operar la
prendan el valor de estos, fácilmente se despertará en ellas la voluntad de propaganda clasista. Aparte de representar en sí mismos importantes con-
lucha que hoy les falta y de que han dado pruebas más de una vez. Los centraciones proletarias con las condiciones anexas al salariado, acercan a
núcleos de adherentes al trabajo sindical que se constituyan gradualmen- los braceros indígenas a obreros industriales, a trabajadores procedentes
te en las haciendas tendrán la función de explicar a las masas sus dere- de las ciudades, que llevan a esos centros su espítiru y principios clasis-
chos, de defender sus intereses, de representarlos de hecho en cualquier tas. Los indígenas de las minas en buena parte continúan siendo campe-
reclamación y de aprovechar la primera oportunidad de dar forma a su sinos, de modo que el adherente que se gane entre ellos es un elemento
organización, dentro de lo que las circunstancias consientan. ganado también en la clase campesina.
Para la progresiva educación ideológica de las masas indígenas, la La labor, en todos sus aspectos, será difícil; pero su progreso depen-
vanguardia obrera dispone de aquellos elementos militantes de raza india derá fundamentalmente de la capacidad de los elementos que la realicen
que, en las minas o los centros urbanos, particularmente en los últimos, y de su apreciación precisa y concreta de las condiciones objetivas de la
entran en contacto con el movimiento sindical y político. Se asimilan cuestión indígena. El problema no es racial, sino social y económico;
sus principios y se capacitan para jugar un rol en la emancipación de pero la raza tiene su rol en él y en los medios de afrontarlo. Por ejemplo,
su raza. Es frecuente que obreros procedentes del medio indígena re- en cuanto sólo militantes salidos del medio indígena pueden, por la men-
gresen temporal o definitivamente a este. El idioma les permite cumplir talidad y el idioma, conseguir un ascendiente eficaz e inmediato sobre
eficazmente una misión de instructores de sus hermanos de raza y de sus compañeros.
clase. Los indios campesinos no entenderán de veras sino a individuos Una conciencia revolucionaria indígena tardará quizás en formarse,
de su seno que les hablen su propio idioma. Del blanco, del mestizo, pero una vez que el indio haya hecho suya la idea socialista, le servirá
desconfiarán siempre; y el blanco y el mestizo, a su vez, muy difícil- con una disciplina, una tenacidad y una fuerza en la que pocos proleta-
mente se impondrán el arduo trabajo de llegar al medio indígena y de rios de otros medios podrán aventajarlo.
llevar a él la propaganda clasista.
Los métodos de autoeducación, la lectura regular de los órganos del ***
movimiento sindical y revolucionario de América Latina, de sus
opúsculos, etcétera, la correspondencia con los compañeros de los cen- El realismo de una política revolucionaria, segura y precisa, en la
tros urbanos, serán los medios de que estos elementos lleven con éxito apreciación y utilización de los hechos sobre los cuales toca actuar en
su misión educadora. estos países, en que la población indígena o negra tiene proporciones y
La coordinación de las comunidades de indígenas por regiones, el rol importantes, puede y debe convertir el factor raza en un factor revolu-
socorro de los que sufren persecuciones de la justicia o la policía (los cionario. Es imprescindible dar al movimiento del proletatriado indígena
«gamonales» procesan por delitos comunes a los indígenas que se les o negro, agrícola e industrial, un carácter neto de lucha de clases. «Hay
resisten o a quienes quieren despojar), la defensa de la propiedad comu- que dar a las poblaciones indígenas o negras esclavizadas –dijo un com-
nitaria, la organización de pequeñas bibliotecas y centros de estudios, pañero del Brasil– la certidumbre de que solamente un gobierno de obre-
son actividades en las que los adherentes indígenas a nuestro movimien- ros y campesinos de todas las razas que habitan el territorio los emancipa-
to deben tener siempre actuación principal y dirigente, con el doble ob- rá verdaderamente, ya que este solamente podrá extinguir el régimen de
jeto de dar a la orientación y educación clasista de los indígenas directi- los latifundios y el régimen industrial capitalista y librarlos definitiva-
vas serias y de evitar la influencia de elementos desorientadores mente de la opresión imperialista».
(anarquistas, demagogos reformistas, etcétera).

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II. Importancia del problema racial En Perú, Ecuador, Chile y parte de Bolivia, donde están ligados a
la agricultura y ganadería, sus reivindicaciones son principalmente de
carácter agrario.
El problema de las razas no es común a todos los países de América
En Bolivia y algunas regiones de la sierra del Perú, donde son princi-
Latina, ni presenta en todos los que lo sufren las mismas proporciones
palmente explotados en las minas, tienen derecho a la conquista de las
y caracteres.
reivindicaciones proletarias.
Mientras en algunos países tiene reducida importancia o una locali-
En todos los países de este grupo, el factor raza se complica con el
zación regional que hacen que no incluya apreciablemente en el proce-
factor clase, en forma que una política revolucionaria no puede dejar
so social económico, en otros países el problema racial se plantea en
de tener en cuenta. El indio Quechua y Aymara ve su opresor en el
forma terminante.
«misti», en el blanco. Y en el mestizo, únicamente la conciencia de
Veamos la distribución geográfica y las principales características de
clase es capaz de destruir el hábito del desprecio, de la repugnancia por
los tres grandes grupos raciales de América Latina.
el indio. No es raro encontrar entre los propios elementos de la ciudad
que se proclaman revolucionarios el prejuicio de la inferioridad del
indio y la resistencia a reconocer este prejuicio como una simple heren-
1. Indios incásicos y aztecas
cia o contagio mental del ambiente.
Los indios «incásicos» ocupan, casi sin solución de continuidad, for- La barrera del idioma se interpone entre las masas campesinas indias y
mando conglomerados bastante compactos, un vasto territorio que se ex- los núcleos obreros revolucionarios de raza blanca o mestiza El soldado es,
tiende en varios estados. generalmente, indio, y una parte de la confanza que tiene la clase explota-
Estos indios, en su mayoría «serranos», ocupan principalmente regio- dora en el ejército, como sostén en la lucha social, nace de que sabe al
nes andinas en las «sierras» o en las grandes mesetas, extendiéndose en la soldado indio más o menos insensible al llamado de la solidaridad de clse,
sierra del Perú, del Ecuador, del Norte de Chile, en Bolivia, en algunos cuando se le emplea contra las muchedumbres mestizas y urbanas.
territorios del Norte de la Argentina. Pero, a través de propagandistas indios, la doctrina socialista, por
La economía de estos indios está prevalentemente ligada a la tierra la naturaleza de sus reivindicaciones, arraigará prontamente en las
que ellos cultivan desde tiempos inmemoriales. masas indígenas.
Viven en un clima frío y son prolíficos: las destrucciones intensas de Un escritor pseudo pacifista burgués, Luis Guilaine, que considera al
la época colonial y el extenso mestizaje que había mermado enormemente estrato indio en la América Latina como las masas de las que nacerá el
su número no han podido impedir que se volviera a producir un consi- impulso que podrá derrocar al imperialismo yanqui, agrega:
derable aumento de la población, que sigue hoy día a pesar de la explo-
La propaganda bolchevista, presente en todas partes, los ha más
tación a que están sometidos.
o menos alcanzado y ellos les son accesibles por una propensión
Hablan idiomas propios, ricos y matizados, afines entre ellos, siendo atávica, ya que el principio comunista principalmente ha sido la
los principales el Quechua y el Aymara. base de la organización social del imperio de los Incas.
Su civilización tuvo épocas de esplendor notables. Hoy día conserva (L’Amerique Latine et l’imperialisme americain, p. 206, París, 1928)
residuos importantes de aptitudes pictóricas, plásticas y musicales.
Estos indios, principalmente en el Perú y Bolivia, donde constituyen La miopía intelectual que caracteriza a los nacionalistas franceses cuan-
del sesenta al setenta por ciento de la población, en Ecuador y en Chile, do tratan de imponer su propio imperialismo al norteamericano parece
donde también forman masas importantes, están en la base de la produc- disiparse hasta permitirles divisar un hecho tan evidente. ¿Sería posible
ción y de la explotación capitalista y dan lugar, por lo tanto, a un proble- que nosotros dejáramos de reconocer el rol que los factores raciales indios
ma de fundamental importancia. han de representar en la próxima etapa revolucionaria de América Latina?
Lo que hasta ahora ha faltado es la preparación sistemática de
propagandistas indios. El indio alfabeto, al que la ciudad corrompe, se
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convierte regularmente en un auxiliar de los explotadores de su raza. cuenta el dos por ciento de indígenas puros y el 89 por ciento de
Pero en la ciudad, en el ambiente obrero revolucionario, el indio empie- mestizos; como sucedió en el Brasil, donde los indígenas «selvícolas»
za ya a asimilar la idea revolucionaria, a apropiarse de ella, a entender su constituyen poco más del uno por ciento al lado de un sesenta por
valor como instrumento de emancipación de esta raza oprimida por la ciento de «mamelucos» o mestizos.
misma clase que explota en la fábrica al obrero, en el que descubre un En el Brasil, los términos actuales del problema indio y su importan-
hermano de clase. cia han sido evaluados y expuestos por el delegado de ese país en los
Los indios del «Grupo Azteca» ocupan gran parte de México y de siguientes términos:
Guatemala, donde constituyen una gran mayoría de la población. Su
evolución histórica y su alta civilización son bastante conocidas. Su eco- En el Brasil el indio no soportó la esclavitud a la que los coloni-
zadores quisieron someterlo y no se adaptó a las labores agríco-
nomía y sus características, así como su importancia social y su rol actual,
las. Hubiera vivido siempre de la caza y de la pesca. Sus nociones
son análogos a las de los indios «incásicos». Su importancia en un senti-
de agricultura eran reducidísimas. Le era imposible fijarse en
do «puramente racial» es negada por el delegado de México, quien afir- un solo punto de la tierra de un día a otro, desde que el
ma «no existir un problema del indio en México (salvo en el Estado de nomadismo fuera hasta entonces el rasgo predominante de su
Yucatán), sino existir la lucha de clases». carácter. Los jefes de las «bandeiras» comprendieron esto y pa-
saron a atacar de preferencias, en el siglo XVIII, las «reduccio-
nes» de los jesuitas, las que se componían de indios mansos,
2. Indígenas (selvícolas) aclimatados hasta cierto punto a los trabajos de la minería y de
la agricultura bajo el influjo de métodos diferentes como la
Estos indígenas, que reciben frecuentemente el nombre de «salvajes», sugestión religiosa. Pero las luchas eran encarnizadas por de-
más y la travesía de los sertones con los indios reclutados a la
son étnicamente muy diferentes de los que anteceden.
fuerza resultaba dificilísima y penosa, lo que acarreaba casi siem-
Están distribuidos casi exclusivamente en las regiones forestales y
pre el desperdicio de la mayor parte de la carga humana arras-
fluviales del continente, de clima cálido, particularmente en algunos trada por los «banderirantes». Los que llegaban vivos al Litoral
estados de Centro América, en Colombia (Chibchas) y Venezuela caían en poco tiempo bajo el peso de los arduos trabajos a que
(Muyscas). En las Guayanas, en la región amazónica del Perú llamada los sometían. Los que escapaban de las garras del conquistador
«Montaña» (Campas), en el Brasil y Paraguay (Guarní), en Argentina y se internaban en las florestas lejanas.
Uruguay (Charrúas). No hay cálculos exactos, o siquiera aproximados, dignos de fe,
Su diseminación por pequeños grupos en las inmensas regiones selvosas sobre la población indígena del Brasil, sobre la época del descu-
y en su nomadismo ligado a las necesidades de la caza y de la pesca, brimiento. Se puede afirmar, mientras, sin temor a errar, que por
desconociendo casi la agricultura, son caracteres netamente opuestos a lo menos dos tercios de la población ha desaparecido hasta lle-
gar a nuestros días, ya sea por el cruzamiento con los blancos, ya
los de los indis incásicos.
sea por la mortandad que hacían entre nativos los colonizadores
Su civilización antigua no alcanzó probablemente sino un nivel muy en su afán de conquistar esclavos y abrir caminos para las minas
bajo. Sus idiomas y dialectos numerosos, en general pobres, en términos del interior. Según una apreciación optimista del General Cán-
abstractos, su tendencia a la destrucción numérica de la raza, también son dido Rondón, Jefe del Servicio de Protección a los Indios, exis-
caracteres opuestos a los de los indios incásicos. ten actualmente en el país cerca de 500.000 selvícolas (indios).
Su identidad con respecto a la población es, en general, de reduci- Estos viven en tribus poco numerosas, enteramente segregados
da importancia; sus contactos con la «civilización» y su rol en la es- de la civilización del Litoral y penetran cada vez más en las
tructura económica de cada país, muy escaso cuando no inexistente. florestas, a medida que los latifundistas van extendiendo sus
Donde la colonización Ibérica no los ha destruido directamente, la dominios hasta las tierras ocupadas por aquellas.
Hay una institución oficial que protegé teóricamente a los indí-
raza en estado puro ha sufrido reducciones decisivas por obra del mes-
genas. Pero es en vano que se trate de encontrar en la repartición
tizaje intenso, como especialmente sucedió en Colombia, donde se
central algún informe sobre trabajos prácticos realizados por

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

dicho Instituto. Este no ha publicado, hasta hoy, un solo informe dos en algunas regiones, como en Pará. Los mulatos «claros» también
concreto sobre sus actividades. son muy numerosos. He aquí lo que refiere al respecto el compañero
En el Brasil, los pocos millares de indios que conservan sus delegado del Brasil:
costumbres y tradiciones viven aislados del proletariado urba-
no, siendo imposible su contacto en nuestros días con la van-
Gran parte de la población del litoral brasileño está compuesta
guardia proletaria y su consecuente incorporación al movimien-
por mulatos; el tipo del negre puro es, hoy, muy raro. El cruza-
to revolucionario de las masas proletarias.
miento se hace cada día más intensamente, produciendo tipos
cada vez más claros desde que no vienen al país desde cerca de
Creo que para muchos de los países de América Latina que incluyen medio siglo inmigrantes negros.
escasos grupos de indios «selvícolas», el problema presenta, aproximada- El preconcepto contra el negro asume reducidas proporcio-
mente, el mismo aspecto que en el Brasil. nes. En el seno del proletariado, este no existe. En la burguesía,
Para otros países, en los que los indígenas «selvícolas» constituyen un en ciertas capas de la pequeña burguesía, este mal se deja per-
porcentaje más elevado dentro de la población, y, sobre todo, están in- cibir. Se traduce en el hecho de que, en esas esferas, se ve con
cluidos en el proceso de la economía nacional, generalmente agrícola, simpatía la influencia del indio en las costumbres del país, y
como en Paraguay, en las Guayanas y otros, el problema presenta los con cierta mala voluntad la influencia del negro. Tal actitud no
proviene, entre tanto, de un verdadero odio de razas, como en
mismo aspectos que ofrecen los indios aztecas o los incásicos en México,
los Estados Unidos, sino del hecho de que, en el extranjero,
en el Perú y en los otros países o regiones del mismo grupo, aspectos ya muchas veces se refieren al país llamándolo con un evidente
apuntados en su entidad y rasgos especiales. intención peyorativa «país de negros». Esto viene a excitar la
vanidad patriótica del pequeño burgués, que protesta, esfor-
zándose en demostrar lo contrario. Pero es común ver a ese
3. Los negros mismo pequeño burgués en fiestas nacionales, exaltando el
valor de sus ascendientes africanos.
Además de las dos razas indígenas, se encuentra en proporciones no- Se debe anotar aún que hay innumerables negros y mulatos ocu-
tables en la América Latina, la raza negra. pando cargos de relieve en el seno de la burguesía nacional.
Los países donde predominan son: Cuba, grupo antillano y Brasil. Se deduce de allí que no se podrá hablar en rigor, en el Brasil, de
preconceptos de razas. Es claro que el Partido debe combatirlo
Mientras la mayoría de los indios está ligada a la agricultura, los
en cualquier circunstancia siempre que él aparezca. Pero es ne-
negros en general se encuentran trabajando preferentemente en las cesaria una acción permanente y sistemática por cuanto muy
industrias. En cualquier caso, están en la base de la producción y de raramente se manifiesta.
la explotación. La situación de los negros, en el Brasil, no es de naturaleza tal
El negro, importado por los colonizadores, no tiene arraigo a la tierra como para exigir que nuestro Partido organice campañas
como el indio, casi no posee tradiciones propias, le falta idioma propio, reivindicatorias para los negros, con palabras de orden especiales.
hablando el castellano o el portugués o el francés o el inglés.
En Cuba, los negros constituyen porcentaje sumamente elevado de la En general, para los países en que influyen grandes masas de negros,
población, así como en muchos de los países antillanos, están con fre- su situación es un factor social y económico importante. En su rol de
cuencia distribuidos en todas las clases sociales, e integran también, aun- explotados, nunca están aislados, sino que se encuentran al lado de los
que en número escaso, las clases explotadoras; esto se observa más explotados de otros colores Para todos se plantean las reivindicaciones
acentuadamente en Haití y Santo Domingo, cuyas burguesías son casi propias de su clase.
exclusivamente negras, especialmente en el primer país.
En el Brasil, el negro puro es relativamente escaso, pero los negro-
mulatos, que constituyen un treinta por ciento de la población, son
numerosos en todo el litoral y se encuentran especialmente concentra-

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4. Conclusiones eran compensadas largamente por la baratura de la mano de obra. El


trabajo de esclavizadas masas campesinas, albergadas en repugnantes
En la América Latina, que encierra más de cien millones de habitan- «rancherías», privadas de toda libertad y derecho, sometidas a una jorna-
tes, la mayoría de la población está constituida por indígenas y negros. da abrumadora, colocaba a los azucareros peruanos en condiciones de
Pero hay más: ¿cuál es la categoría social y económica de estos? Los indí- competir con los que, en otros países, cultivaban mejor sus tierras o esta-
genas y negros están en su gran mayoría incluidos en la clase de obreros ban protegidos por una tarifa proteccionista o más ventajosamente situa-
y campesinos explotados, y forman la casi totalidad de la misma. dos desde el punto de vista geográfico. El capitalismo extranjero se sirve
Esta última circunstancia sería suficiente para poner en plena luz toda de la clase feudal para explotar en su provecho estas masas campesinas;
la importancia de las razas en la América Latina como factor revoluciona- mas, a veces, la incapacidad de estos latifundistas herederos de los pre-
rio. Pero hay otras particularidades que se imponen frente a nuestra con- juicios, soberbia y arbitrariedad medievales, para llenar la función de
sideración. jefes de empresas capitalistas, es tal, que aquel se ve obligado a tomar en
Las razas aludidas se encuentran presentes en todos los Estados y cons- sus propias manos la administración de latifundios y centrales. Esto es lo
tituyen una inmensa capa que con su doble carácter común, racial y de que ocurre, particularmente, en la industria azucarera, monopolizada casi
explotados, está extendida en toda América Latina, sin tener en cuenta completamente en el valle de Chicama por una empresa inglesa y una
las fronteras artificiales mantenidas por las burguesías nacionales y los empresa alemana.
imperialistas. Partiendo del concepto de la «inferioridad» de la raza, para llevar a
Los negros, que son afines entre sí por la raza; los indios, que son cabo una explotación intensa, los poderes coloniales han buscado una
afines entre sí por la raza, la cultura y el idioma, el apego a la tierra serie de pretextos jurídicos y religiosos para legitimar su actitud.
común; los indios y negros que son en común, y por igual, objeto de la Demasiado conocida es la tesis del Papa Alejandro VI, quien, como
explotación más intensa, constituyen por estas múltiples razones, masas representante de Dios en la tierra, dividía entre los reyes católicos de
inmensas que, unidas a los proletarios y campesinos explotados, mestizos España y Portugal el poderío de la América Latina, con la condición de
y blancos, tendrán por necesidad que insurgir revolucionariamente con- que se erigieran en tutores de la raza indígena. Estos indígenas, en su
tra sus exiguas burguesías nacionales y el imperialismo monstruosamente calidad de «idólatras», no podían gozar de los mismos derechos que los
parasitario, para arrollarlos, cimentando la conciencia de clase, y estable- leales súbditos de las majestades católicas. Por otro lado, no era posible
cer en la América Latina el gobierno de obreros y campesinos. sancionar «de derecho» la fórmula anticristiana de la esclavitud. Surgió
entonces la fórmula hipócrita del tutelaje con una de sus expresiones
económicas, entre las más representativas, que fue la «encomienda». Los
III. Política colonial burguesa e imperialista frente españoles más aptos fueron elgidos «encomenderos» de distintos territo-
a las razas rios que comprendían numerosa población india. Su misión era doble.
En el orden espiritual, debían convertir de todos modos los indios a la fe
Para el imperialismo yanqui e inglés, el valor económico de estas tie- católica; los medios de persuasión les eran facilitados cada vez que fueran
rras sería mucho menor si con sus riquezas naturales no poseyesen una necesarios por los doctrineros. En el orden temporal, la tarea era más
población indígena atrasada y miserable a la que, con el concurso de las sencilla todavía; cada «encomienda» debía proporcionar a la corona un
burguesías nacionales, es posible explotar extremadamente. La historia tributo correspondiente, sin perjuicio de que el encomendero sacara tam-
de la industria azucarera peruana, actualmente en crisis, demuestra que bién para sí la cantidad que creyera conveniente. Más adelante veremos
sus utilidades han reposado, ante todo, en la baratura de la mano de las características específicas de las «encomiendas» y el proceso por el
obra, esto es, en la miseria de los braceros. Técnicamente, esta industria que constituyeron un método legal de expoliación de las tierras de los
no ha estado en época alguna en condiciones de competir con los otros indígenas, echando los fundamentos de la propiedad colonial y semi-
países en el mercado mundial. La distancia de los mercados de consumo feudal que subsiste hasta la actualidad.
gravaba con elevados fletes su exportación. Pero todas estas desventajas

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Es necesario subrayar aquí, en este mismo proceso, un factor impor- su profunda raigambre económica, y no una infecunda propaganda
tante de sometimiento de las poblaciones aborígenes al poderío económi- anticlerical, lograrán substituir los mitos arficiales impuestos por la «civi-
co y político de los invasores. La raza invasora que apareció protegida lización» de los invasores y mantenidos por las clases burguesas, herede-
por armadura casi invulnerable, montada de manera maravillosa sobre ras de su poder.
animales desconocidos, los caballos, combatiendo con armas que arroja- El imperialismo inicia a su vez, en la América Latina, una tentativa
ban fuego; esta raza que derribó, en pocas decenas de años, y luego some- para dar también en este sentido una base sólida y más amplia a su
tió rápidamente un inmenso imperio como el incaico o numerosas tribus poderío nefasto. Las misiones metodistas y anglicanas, los centros de-
como la de los indios selvícolas brasileños, uruguayos, paraguayos, tenía portivos moralizadores de la Y.M.C.A., han logrado penetrar hasta en
lógicamente un gran ascendiente para imponer sus dioses y su culto so- las sierras del Perú y de Bolivia, pero con éxito absolutamente despre-
bre las ruinas de los templos incaicos, sobre los vencidos mitos de la ciable y sin posibilidad de extender su acción. Un enemigo encarniza-
religión del sol y del fetichismo antropomórfico de los demás indios. do que esa penetración encuentra es el mismo cura de aldea, quien ve
No descuidaron los invasores el desprestigio que las armas habían de manera peligrosa mermar su influencia espiritual y los consecuentes
dado a la cruz y rápidamente procedieron a encadenar las conciencias al réditos pecuniarios. Hubo casos en que el cura aldeano logró obtener el
mismo tiempo que esclavizaban los cuerpos. Esto facilitaba enormemente apoyo de las autoridades civiles y desterrar definitivamente a la misión
el sometimiento económico, objeto primoridal de los súbditos católicos. protestante «anticatólica».
En este proceso es interesante apuntar los resultados obtenidos por los Otros factores ligados al carácter social de los explotados han sido em-
invasores. Donde el dominio ciego y brutal no lograba sino diezmar a los pleados por el coloniaje y continuados por un gran sector de la burguesía
aborígenes en forma alarmante para la producción, bajaba el rendimiento y el imperialismo. El desprecio para el indio y el negro ha sido inoculado
de esta, hasta el punto de requerir la importancia de la raza africana, por el blanco, con todos los medios, al mestizo. No es infrecuente notar esta
especialmente para el trabajo de las minas, raza que, por otra parte, resul- misma actitud en mestizos cuyo origen indio es demasiado evidente y cuyo
tó inapta para esa labor. Donde la penetración llevada a cabo en forma porcentaje de sangre blanca se hace difícil reconocer. Este desprecio que se
más sagaz y fomentada por la decidida protección de la corona miraba en ha tratado de fomentar dentro de la misma clase trabajadora crece conside-
adueñarse de las conciencias, las congregaciones religiosas lograron esta- rablemente a medida que el mestizo ocupa grados más elevados respecto de
blecer plantaciones florecientes hasta en el corazón de las selvas, donde, las últimas capas de proletariado explotado, sin que por eso disminuya la
si el indio no dejaba de ser explotado igualmente en beneficio de los honda barrera que los separa del patrón blanco.
invasores, la producción se elevaba y acrecentaba cada ve más el monto Con iguales fines, la feudalidad y la burguesía han alimentado entre
de los beneficios. El ejemplo histórico de las colonias jesuitas en el Brasil, los negros un sentimiento de honda animadversión para los indios, faci-
Paraguay, así como de las colonias que otras congregaciones religiosas litado, como ya hemos dicho, por el rol que pasó a llenar el negro en los
establecieron en las selvas del Perú, es bastante demostrativo a este res- países de escasa población india; de artesano, de doméstico, de vigilante,
pecto. Hoy día, el influjo religioso no deja de ser un factor importante de siempre al lado de los patrones, gozando de cierta familiaridad que le
sometimiento de los indios a las «autoridades» civiles y religiosas, con la confería el «derecho» a despreciar todo lo que su patrón despreciaba.
diferencia de que la torpeza de estas, habiéndolas hoy día elevado al Otra ocasión que los explotadores nunca han despreciado es la de
campo del robo descarado, de las puniciones corporales, de los comercios crear rivalidades entre grupos de una misma raza. El imperialismo ameri-
más vergonzosos, ha logrado dar inicio a un sentimiento de repulsión cano nos da un clarísimo ejemplo de esta táctica, en la rivalidad que
para el cura, además que para el juez, sentimiento que se hace cada día logró crear entre los negros residentes en Cuba y los que allí vienen
más evidente y que ha estallado más de una vez en revueltas sangrientas. periódicamente de Haití y de Jamaica para trabajar, impelidos por las
Un gran sector de los curas, aliados a las burguesías nacionales, sigue duras condiciones de su país de procedencia.
empleando sus armas, basado en el fanatismo religioso que varios siglos Tampoco algunos sectores intelectuales identificados con la burguesía
de propaganda han logrado hacer arraigar en los espíritus sencillos de los han dejado de buscar más armas para denigrar a los indios hasta negando
indios. Sólo una conciencia de clase, sólo el «mito» revolucionario con veracidad a los caracteres más salientes de su proceso histórico.

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No faltando quien se dedicara a escribir trabajos pseudo históricos mayoría de los explotados está constituida por una raza, y los explotado-
para tratar de demostrar que no se puede hablar de estructuras comunita- res pertenecen casi exclusivamente a otra.
rias entre los indios incaicos. Esta gente, desde luego, desmentida en Cuando sobre los hombros de una clase productora pesa la más dura
forma probativa por la gran mayoría de análogos sectores burgueses, pre- opresión económica, se agrega aún el desprecio y el odio de que es vícti-
tendía cerrar los ojos a la existencia de millares de comunidades en Perú, ma como raza, no falta más que una comprensión sencilla y clara de la
Bolivia, Chile, en las que siguen viviendo millones de indios, después situación para que esta masa se levante como un solo hombre y arroje
del derrumbamiento del orden público dentro del que estaban encuadra- todas las formas de explotación.
das después de tres siglos de coloniaje, después de un siglo de expolia-
ción feudal burguesa y eclesiástica. La tarea de pulverizar estas tesis ab-
surdas, llenadas en gran parte por la misma crítica burguesa, será tomada IV. Desarrollo económico-político indígena desde
a su cargo por la naciente crítica marxista de este problema, de cuyos
estudios históricos ya tenemos luminosos signos en la América Latina.
la época incaica hasta la actualidad
Más adelante detallaré los principales caraceres que tuvo y tiene el
Las comunidades
colectivismo primitivo en los indios incásicos.
Mas es mi deber señalar aquí que una de las tareas más urgentes de
Antes de examinar cuál es el estado económico social de las poblacio-
nuestros Partidos es la de la revisión inmediata de todos los datos históri-
nes indígenas y en qué forma existe la institución más caracterizada de su
cos actuales acumulados por la crítica feudal y burguesa, elaborados en
civilización, las «comunidades», creo útil trazar un breve bosquejo de su
su provecho por los departamentos de estadística de los estados capitalis-
formación y de su desarrollo histórico y tratar de investigar las causas de
tas y ofrecidos a nuestra consideración en toda su deformación, impi-
su subsistencia y persistencia dentro y contra estructruras económicas
diendo considerar exactamente los valores que encierran las razas aborí-
sociales antagónicas.
genes primitivas.
Anteriormente a la vasta organización del Imperio Incaico existió en-
Sólo el conocimiento de la realidad concreta, adquirido a través de la
tre las poblaciones aborígenes que ocupaban el inmenso territorio un
labor y de la elaboración de todos los Partidos Comunistas, puede darnos
régimen de comunismo agrario.
una base sólida para sentar condiciones sobre lo existente, permitieno
Desde que las tribus primitivas pasaron del nomadismo a la residencia
trazar las directivas de acuerdo con lo real. Nuestra investigación de ca-
fija, en la tierra, dando origen a la agricultura, se constituyó un régimen
rácter histórico es útil, pero más que todo debemos controlar el estado
de propiedad y usufructo colectivos de la tierra, organizado por grupos
actual y sentimental, sondear la orientación de su pensamiento colectivo,
que constituyeron las primeras «comunidades», estableciéndose la cos-
evaluar sus fuerzas de expansión y de resistencia; todo esto, lo sabemos,
tumbre del reparto de la tierra según las necesidades de la labranza.
está condicionado por los antecedentes históricos, por un lado, pero,
El imperio incaico de los quechuas, al formarse y extenderse progresi-
principalmente, por sus condiciones económicas actuales. Estas son las
vamente, ya sea por intermedio de la guerra, ya sea por anexiones pacífi-
que debemos conocer en todos sus detalles. La vida del indio, las condi-
cas, encontró en todas partes este orden económico existente. Sólo nece-
ciones de su explotación, las posibilidades de lucha por su parte, los
sidades administrativas y políticas, tendientes a reforzar el poder del con-
medios más prácticos para la penetración entre ellos de la vanguardia del
trol central en el vasto imperio, impulsaron al gobierno de los Incas a
proletariado, la forma más apta en que ellos puedan constituir su organi-
organizar en forma especial ese régimen comunista que funcionaba desde
zación; he aquí los puntos fundamentales, cuyo conocimiento debemos
un tiempo muy lejano en todo el territorio del imperio.
perseguir para llenar acertadamente el cometido histórico que cada Parti-
El poder económico y político del Estado, en el imperio incaico, resi-
do debe desenvolver.
día en el Inca, pues su régimen de gobierno era centralista. Todas las
La lucha de clases, realidad primordial que reconocen nuestro parti-
riquezas, como las minas, las tierras, el ganado, le pertenecían. La pro-
dos reviste indudablemente características especiales cuando la inmensa
piedad privada era desconocida. Las tierras se dividían en tres partes:
una al Sol, una al Inca y una al Pueblo. Todas las tierras eran cultivadas
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por el Pueblo. De preferencia se atendía a las tierras del Sol. Luego la de Todas estas observaciones, algunas de las cuales, las referentes al feu-
los ancianos, viudas, huérfanos y de los soldados que se hallaban en dalismo, fueron aplicadas también a México, tenderían a trazar un cua-
servicio activo. Después es el pueblo que cultivaba sus propias tierras, y dro de la evolución histórica indoamericana muy análogo al que corres-
tenía la obligación de ayudar al vecino. ponde al mismo período de la historia europea y asiática. Por otro lado,
Tras esto se cultivaban las tierras del Inca. Así como fue repartida la también afirmarían que la evolución natural del colectivismo indígena
tierra, se repartió toda clase de riquezas, minas, ganados, etcétera. Es de hubiera conducido, a través de dos grandes fenómenos paralelos –
advertir que el estado incaico no conocía el dinero. Una disposición muy trasnformación de la propiedad colectiva en familiar e individual, forma-
sabia determinaba que todo déficit en las contribuciones del Inca se pu- ción del feudalismo–, a instituciones análogas a los burgos y municipios,
diese cubrir con lo que encerraba el granero del Sol. La economía del de no haber sido por la influencia del imperio teocrático que impidió ese
gobierno producía sobrantes. Estos se destinaban a los almacenes, que en libre desenvolvimiento, a diferencia de análogos poderes en Europa. La
la época de escasez, eran proporcionados a los individuos sumidos en la conquista había precipitado y acelerado la cristalización del feudo, pasa-
miseria por sus enfermedades o por sus desgracias. Así se establece que do al español, y de la propiedad privada indígena residual dentro de la
gran parte de las rentas del Inca volvían después, por uno u otro concep- comunidad o dentro de la familia en formas coexistentes.
to, a las manos del pueblo. Las tierras eran repartidas en lotes que se Evidentemente, es sugestiva toda esta serie de hipótesis; hay hechos
entregaban anualmente: por cada miembro de familia de ambos sexos se que parecen confirmarlas. Pero ¿cómo podemos extender a todas las co-
agregaba una porción igual. Nadie podía enajenar las tierras ni aumentar lectividades incásicas estas conclusiones? ¿Cómo podemos explicar, den-
sus posesiones. Cuando alguien moría, la tierra volvía al Inca. Estos re- tro del violento proceso de la conquista, de la formación de «reduccio-
partos se hacían todos los años, a fin de tener siempre presente, a la vista nes», de los cambios vastos y profundos realizados por las «composicio-
del pueblo, que aquellas tierras pertenecían únicamente al Inca, el cual nes», la persistencia de las comunidades? ¿Cuál momento más propicio
podía entregarlas al pueblo en la forma indicada. tuvieron estas, después, para evolucionar en el sentido indicado, que los
Hay quien sostiene que anteriormente al imperio, en algunas regio- decretos de las nuevas repúblicas, tendientes todos directamente a la for-
nes, se iban manifestando en las reparticiones periódicas una insisten- mación de la propiedad privada? Verdaderamente, no creo que se pueda
cia a persistir en la atribución del mismo lote de terreno a la misma afirmar que el carácter del colectivismo primitivo ha sido el de evolucio-
familia, tendencia cuya propagación fue impedida por la autoridad nar a la propiedad privada, cuando las comunidades, que han seguido
teocrática del Inca, pero que logró desaparecer durante el imperio, dando siendo atacadas y fragmentadas por todas partes por un siglo más de
lugar hasta a la división del lote a la muerte del padre entre los hijos, explotación burguesa republicana, subsisten en un número tan grande y
sin que esto significara propiedad individual (puesto que falta el dere- asoman su cuerpo vigoroso y siempre joven a los albores de una nueva
cho de testar libremente y la facultad de enajenar), pero sí propiedad etapa colectivista.
familiar, germen de la propiedad individual: a esto, según historiado- Mas volvamos a seguir el desarrollo de las comunidades que formaban
res ecuatorianos, ya hubieron llegado algunos indios de ese territorio el substratum de la colectividad incaica a fines del siglo XV.
en la época de la conquista.
Asimismo, se quiere acentuar por parte de algunos escritores el carác-
ter de la naciente feudalidad, paralelo a la tendencia hacia la propiedad La llegada de los españoles
individual que hubiera tenido el poder de los jefes militares, curacas o
reyezuelos, caciques, etcétera, que no formaban parte de la comunidad, Rompe la armonía política y económica del imperio. El régimen colo-
poseían la tierra en propiedad familiar y sólo la autoridad del Inca refre- nial que se estableció luego desorganizó y aniquiló la economía agraria
naba su desarrollo hacia la propiedad individual. incaica, siendo reemplazada por una economía de mayores rendimien-
También se quiso ver en «la guerra de la sucesión entre Huáscar y tos. Bajo una aristocracia indígena, los nativos componían una nación de
Atahualpa, el anuncio de grandes querellas y conflictos: la lucha u opo- diez millones de hombres, con un Estado eficiente y orgánico, cuya ac-
sición de la monarquía con la nobleza». ción arribaba a todos los ámbitos de su soberanía. Bajo el régimen colo-

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nial, los nativos se redujeron a una dispersa y anárquica masa de un rácter de institución casi familiar en cuyo seno continuaron subsistiendo
millón de hombres caídos en la servidumbre y el «feudalismo». La ambi- después de la Conquista los principales factores constitutivos.
ción de los conquistadores, y sobre todo de la corona, por el metal pre- Las comunidades reposan sobre la base de la propiedad en común de
cioso envió al mortífero trabajo de las minas grandes masas habituadas a las tierras en que viven y cultivan y conservan, por pactos y por lazos de
las labores de la agricultura, tan rápidamente que en tres siglos se reduje- consanguinidad que unen entre sí a las diversas familias que forman el
ron a la décima parte. ayullu. Las tierras de cultivos y pastos pertenecientes a la comunidad
Las comunidades indígenas, durante este período, sufrieron una mo- forman el patrimonio de dicha colectividad. En ella viven, de su cultivo
dificación, dejando el gobierno, que antes residía en el Inca, confiado a se mantienen, y los continuos vecinos u otras comunidades les sirven de
personeros integrantes de cada ayllu. Las «leyes de Indias» amparaban suficiente incentivo para estar siempre organizados, constituyendo un
a la propiedad indígena y reconocían su organización comunista. A solo cuerpo. Por hoy, las tierras comunales pertenecen a todo el ayllu, o
pesar de esto, se establecieron las encomiendas, las mitas, el pongaje. sea al conjunto de familias que forman la comunidad. Unas están reparti-
Los encomenderos que recibieron tierras, indios, etcétera, con la obli- das y otras continúan en calidad de bien raíz común, cuya administra-
gación de instruirlos, se convirtieron con el tiempo en grandes propie- ción se efectúa por los agentes de la comunidad. Cada familia posee un
tarios semi-feudales. trozo de tierra que cultiva, pero que no puede enajenar porque no le
El advenimiento de la república no transformaba substancialmente la pertenece: es de la comunidad.
economía del país. Se produce un simple cambio de clases: al gobierno Por lo general, hay dos clases de tierras, unas que se cultivan en
cortesano de la nobleza española sucedió el gobierno de los terratenien- común para algún «santo» o comunidad y las que cultiva cada familia
tes, encomenderos y profesionales criollos. La aristocracia mestiza empu- por separado.
ña el poder, sin ningún concepto económico, sin ninguna visión políti- Pero no sólo en la existencia de las comunidades se revela el espíritu
ca. Para los cuatro millones de indios, el movimiento de emancipación colectivista del indígena. La costumbre secular de la «Minka» subsiste en
de la metrópoli pasa desapercibido. Su estado de servidumbre persiste los territorios del Perú, de Bolivia, del Ecuador y Chile; el trabajo que un
desde la conquista hasta nuestros días no obstante las leyes dictadas para parcelero, aunque no sea comunero, no puede realizar por falta de ayu-
«protegerlos» y que no podían ser aplicadas mientras la estructura eco- dantes, por enfermedad u otro motivo análogo, es realizado merced a la
nómica de supervivencia feudo-terrateniente persista en nuestro meca- cooperación y auxilio de los parceleros confinantes, quienes a su vez
nismo social. reciben parte del producto de la cosecha, cuando su cantidad lo consien-
La nueva clase gobernante, ávida y sedienta de riqueza, se dedica a te, u otro auxilio manual en una próxima época.
agrandar sus latifundios a costa de las tierras pertenecientes a la comuni- Este espíritu de cooperación que existe fuera de las comunidades se
dad indígena, hasta llegar a hacerlas desaparecer en algunos departa- manifiesta en formas especiales en Bolivia, donde se establecen mutuos
mentos. Habiéndoseles arrebatado la tierra que poseían en común todas acuerdos entre indígenas pequeños propietarios pobres para labrar en
las familias integrantes del ayllu, estas han sido obligadas a buscar trabajo común el total de las tierras y repartir en común el producto. Otra forma
dedicándose al yanaconazgo (parceleros) y a peones de los latifunditas de cooperación que también se observa en Bolivia es la que se realiza
que violentamente los despojaron. entre un indio pequeño propietario en los alrededores de la ciudad, sin
Del ayllu antiguo no queda sino uno que otro rasgo fisonómico, étni- nada más que su tierra, y otro indio que vive en la ciudad, en calidad de
co, costumbres, prácticas religiosas y sociales, que con algunas pequeñas pequeño artesano o asalariado relativamente bien remunerado; este últi-
variaciones se les encuentra en un sinnúmero de comunidades que ante- mo no dispone de tiempo, pero puede en una u otra forma conseguir las
riormente constituyeron el pequeño reino o «curacazgo». Pero si de esta semillas y los instrumentos de labranza que faltan; el primero aporta la
organización, que entre nosotros ha sido la institución política interme- tierra y su labor personal, y en la época de la cosecha se reparte el pro-
diaria entre el ayllu y el imperio, han desaparecido todos sus elementos ducto según la proporción establecida de antemano.
coactivos y de solidaridad, el ayllu o comunidad, en cambio, en algunas Estas y otras formas de cooperación extracomunitaria junto con la
zonas poco desarrolladas, ha conservado su natural idiosincrasia, su ca- existencia de numerosas comunidades (en el Perú cerca de 1.500 comu-

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nidades con 30 millones de hectáreas, cultivadas aproximadamente por indios mineros no alcanza al dos por ciento sobre el total de los indíge-
1.500.000 comuneros; en Bolivia un número aproximadamente igual nas, en Bolivia es mucho más elevado, constituyendo ellos un fuerte pro-
de comunidades, con menos comuneros, siendo arrancados muchos de letariado indio, que no sólo llegará a sentir más fuertemente su concien-
ellos a la tierra para las minas), comunidades que en algunas regiones cia de clase, sino que permitirá en la actualidad llevar a cabo una propa-
dan un rédito agrícola superior a la de los latifundios, atestiguan la ganda mucho más eficiente que en medio de los demás indios agrícolas.
vitalidad del colectivismo incaico primitivo, capaz mañana de multi- En Chile, a este respecto, también existen condiciones más favorables
plicar sus fuerzas, aplicadas a latifundios industrializados y con los que en el Perú. En Ecuador, la masa indígena es esencialmente agrícola.
medios de cultivo necesarios. Asimismo en las provincias del Norte de la Argentina.
El VI Congreso de la I. C. ha señalado una vez más la posibilidad, En México, contrariamente a los países arriba mencionados, no existe
para pueblos de economía rudimentaria, de iniciar directamente una animadversión hacia el indio. El porcentaje de indios puros es tan fuerte
organización económica colectiva, sin sufrir la larga evolución por la y sobre todo el mestizaje tan extenso que las características raciales indias
que han pasado otros pueblos. Nosotros creemos que entre las poblacio- son características nacionales. Hubo presidentes de la República, genera-
nes «atrasadas» ninguna como la población indígena incásica reúne las les y estadistas de pura cepa indígena, y el indio no encuentra las resis-
condiciones tan favorables para que el comunismo agrario primitivo, tencias espirituales o burdas que pesan sobre él, de otras naciones.
subsistente en estructuras concretas y en un hondo espíritu colectivista, En Guatemala y en algunos otros estados centroamericanos, el pro-
se transforme, bajo la hegemonía de la clase proletaria, en una de las blema racial se aproxima, por las mismas razones, más a las condiciones
bases más solidarias de la sociedad colectivista preconizada por el co- de México, que al de las naciones del grupo incásico. En esos estados,
munismo marxista. como en México, no existe el problema indígena en el sentido «racial»
de la palabra.
Examinemos ahora las condiciones económico-sociales de las pobla-
VI. Situación económico-social de la población ciones indígenas de tipo «selvícola». Una vez más, subrayo que el he-
indígena de los demás países cho de que el sector «civilizado» de América Latina no tenga amplios
conocimientos al respecto no justifica de ninguna manera nuestra des-
Para las poblaciones indígenas de tipo «incásico» o «azteca», que vi- preocupación hacia esas poblaciones: al contrario, plantea el deber de
ven en grandes masas en los estados que he señalado y que forman parte estudiar suficientemente sus condiciones para poder formular con al-
integrante y básica de la economía de las respectivas naciones que las gún acierto las constataciones objetivas que nos permitan formular una
influyen, el rol económico y la condición social en todos sus aspectos son táctica adecuada.
análogos a los que ya hemos visto existir en el Perú. He señalado a grandes rasgos las regiones que habitan y los caracteres
Caben, sin embargo, algunas observaciones particulares sobre cada específicos que las diferencian profundamente, en la actualidad, de los
país, requiriéndolo diferencias específicas propias de ellos. grupos incásicos o azteca.
En Bolivia, cuyo porcentaje de población indígena es sensiblemente Es interesante apuntar un hecho. Estas razas, en algunos casos im-
igual al Perú, el indígena sufre no sólo la misma explotación, sino tam- portantes, son las que más han contribuido a la formación étnica de las
bién el mismo desprecio de parte del blanco y del mestizo (casi no existen naciones que se han formado en su territorio, habiendo dado lugar a un
negros en Bolivia –el 0,2 por ciento– para solidarizarse en esto con el mestizaje intensísimo con los invasores, reduciéndose a grupos suma-
blanco). Esto provoca, como en el Perú, el mismo sentimiento por parte mente escasos y al mismo tiempo segregados del litoral y de su econo-
del indígena hacia todo lo que no sea de su raza y la desconfianza para el mía y cultura. Esto se observa de la manera más manifiesta en Colom-
blanco, más fuerte aún si se le nota algún carácter «oficial», relacionado bia, donde representa menos de un dos por ciento a un 86 por ciento
con el poder gubernamental o administrativo. Pero en Bolivia es impor- aproximadamente de mestizos; en Brasil, donde alcanzan poco más del
tante señalar un carácter fundamental, de orden económico, que señala uno por ciento frente a un 66 por ciento de «mamelucos» (sin com-
una diferencia respecto al Perú. Mientras en el Perú el número de los prender a los mulatos). Toda esta cooperación biológica les ha valido la

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

absorción casi completa de su raza y la reducción de los núcleos «pu- El negro en América Latina no sufre el mismo desprecio que en Esta-
ros» al estado de «salvajes». dos Unidos, donde siempre hay resistencia de parte de las otras razas
En otras naciones, sus contactos con los invasores han sido breves y para establecer contacto con él, lo que no se traduce en disposiciones o
violentos. Los indios selvícolas, en su mayoría, se han retirado al interior costumbres de aislamiento limitadoras, bajo este concepto, de su libertad.
y no han contribuido sino con cantidades ínfimas al mestizaje, como Tampoco encuentra arraigo el prejuicio de inferioridad o incapacidad
sucedió en Ecuador, en el Perú, en el Uruguay y en otros estados. para ciertas ocupaciones, ya que la constatación de todos los días de-
En ambos casos, el resultado para los grupos «puros» ha sido auténti- muestra que el negro puede llenar muy bien todas las funciones sociales
co. En economía y cultura han quedado aislados, limitados a un territo- toda vez que no se le impide prepararse para ellas. En el Brasil, el
rio cada vez menor y cada día más reducido por obra de los invasores o preconcepto para el negro casi no existe, debido a que su porcentaje de
de los mismos mestizos, desde la conquista, con ritmo incesante, hasta mulatos llega a cerca del cuarenta por ciento.
nuestros días. De la constatación de su rol económico y de sus condiciones sociales
La economía de estos indios, en la mayoría de los casos nómades, está se desprende el hecho de que en la América Latina, en general, el proble-
circunscrita a la caza y a la pesca. Pero hay grupos de indios, los que han ma negro no asume un acentuado aspecto racial.
podido encontrar terrenos aptos para la labranza, que están dedicados a Su rol económico de productor, al lado del trabajador mestizo y blan-
la agricultura y sienten duramente la falta de tierra, especialmente cuan- co, lo hace asimilarse a él en la explotación que sufre y en la lucha que
do en nuestros días se les sigue arrebatando terrenos en las zonas limítroes libra para su emancipación de la opresión capitalista.
con la «civilización» litoral.
Es lógico afirmar que sus reivindicaciones naturales consisten en exi-
gir la devolución de toda la tierra que puedan cultivar. VIII. Situación económica y social de los mestizos
Otras tribus de indios, en la cuenca fluvial del Amazonas, han sido y mulatos
alcanzadas por la garra famélica de los explotadores blancos o mestizos y
esclavizadas para los trabajos de recolección de la madera o extracción Aunque los mestizos y mulatos no constituyen una raza propiamente
del «caucho». He referido, hablando de la región de la Montaña del dicha, creo que integran el problema étnico, por las diferencias raciales
Perú, los abusos ignominiosos allí cometidos, que llegaron a trascender que los separan de los negros, indios y blancos.
los límites de los bosques y tuvieron resonancia mundial, sin lograr pro- El mestizaje, en un sentido amplio de la palabra, reviste aspectos dife-
ducir el castigo de los culpables, sino, al contrario, la punición de los rentes en cada país.
defensores del indio. Hay países, como en Colombia, donde se ha realizado entre dos razas,
Estos casos, en una u otra forma, susisten en el Perú, en Colombia, en la blanca y la indígena, produciendo la casi desaparición de esta última y
el Brasil, en las Guayanas y llegará el día en que el proletariado ayude a dando lugar a la formación de un mestizaje intenso y extenso (cerca del
los indios a redimirse definitivamente del régimen esclavista. 85 por ciento de la población).
En otros países, como el Brasil, también hubo un mestizaje intenso de
los invasores con los aborígenes que condujo a la casi desaparición de la
VII. Situación económico-política de la población negra raza indígena «pura», pero en él intervino además un tercer factor, la raza
negra importada. Es sumamente difícil en el Brasil dividir a los mestizos
Al hablar de la importancia de la raza negra en el continente, he seña- en tres categorías como se ha pretendido: indios-blancos, negros-blan-
lado su distribución geográfica y sus características principales. cos, indios-negros. Lo cierto es que estos tipos se han fundido
El rol económico del negro está en general prevalentemente ligado a repetidametne dando lugar a una gama de tipos raciales que va desde el
la industria, y dentro de esta, principalmente a la industria de la elabora- negro puro, a través del mulato y del «mameluco», hasta el blanco.
ción de los productos agrícolas. En Cuba, la cantidad de los negros asa- Sin embargo, el negro y el blanco puro se encuentran en acentuada
lariados agrícolas no difiere mucho a la de los asalariados industriales. minoría frente a la población de mulatos y a la de los «mamelucos» que la
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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

aventaja algo en el número, entre los cuales es posible establecer una Cuando se habla de la actitud del indio frente a sus explotadores, se
diferencia manifiesta. suscribe generalmente la impresión de que, envilecido, deprimido, el
En el Perú, el mestizaje entre dos razas abarca también una escala de indio es incapaz de toda lucha, de toda resistencia. La larga historia de
individuos bastante rica en tipos mestizos. En Chile, Argentina, Uru- insurrecciones y asonadas indígenas y de las masacres y represiones con-
guay, el mestizaje es muchos menos acentuado. siguientes basta, por sí sola, para desmentir esta impresión. En la mayoría
La población mestiza y mulata en la América Latina se encuentra re- de los casos, las sublevaciones de indios han tenido como origen una
partida en todas las capas sociales, dejando siempre, sin embargo, a la violencia que los ha impulsado incidentalmente a la revuelta contra una
raza blanca el predominio dentro de la clase explotadora. autoridad o un hacendado; pero, en otros casos, han tenido un carácter
Después del indio y del negro, ocupa un puesto bastante importante de motín local. La rebelión ha seguido a una agitación menos incidental
dentro de la clase proletaria. No tiene absolutamente reivindicaciones y se ha propagado a una región más o menos extensa. Para reprimirla, ha
sociales propias, salvo el libertarse del desprecio que el blanco hace pesar habido que apelar a fuerzas considerables y a verdaderas matanzas. Miles
sobre él. Sus reivindicaciones económicas se confunden con las de la de indios rebeldes han sembrado el pavor en los gamonales de una o más
clase a que pertence. provincias. Una de las sublevaciones que en los últimos tiempos asumió
En las naciones donde constituyen la casi totalidad de la población, proporciones extraordinarias fue la acaudillada por el mayor de ejército
su existencia como proletariado y campesinado numeroso les depara un Teodomiro Gutiérrez, serrano mestizo de fuerte porcentaje de sangre in-
rol importante en la lucha revolucionaria. dígena, que se hacía llamar Ruminaqui y se presentaba como un redentor
de su raza. El mayor Gutiérrez había sido enviado por el gobierno de
Billinghurst al departamento de Puno donde el gamonalismo extremaba
IX. Carácter de la lucha sostenida por los indígenas sus exacciones, para efectuar una investigación respecto a las denuncias
y los negros indígenas e informar al gobierno. Gutiérrez entró entonces en íntimo
contacto con los indios. Derrocado el gobierno de Billinghurst, pensó
La lucha que los indígenas, desde los días de la conquista, han soste- que toda perspectiva de reivindicaciones legales había desaparecido y se
nido contra los invasores ha tenido varias fases ligadas a sus condiciones lanzó a la revuelta. Lo seguían varios millares de indios, pero, como
económicas, a los sistemas de explotación y a la fuerza política de los siempre, desarmados e indefensos ante las tropas, condenados a la dis-
poderes opresores. Ha tenido sus épocas de remisión y sus períodos de persión o a la muerte. A esta sublevación han seguido las de La Mar y
intensificación violenta. Huancané en 1923 y otras menores, sangrientamente reprimidas todas.
Los indios mexicanos, mayas, toltecas, yanquis, etcétera, siempre se En 1921 se reunió, con el auspicio gubernamental, un congreso indí-
han distinguido por su espíritu de combatividad y han constituido ele- gena al que concurrieron delegaciones de varios grupos de comunida-
mentos de inseguridad para todos los gobiernos que los oprimían o pres- des. El objeto de este congreso era formular las reivindicaciones de la raza
cindían de ellos. Todos conocen el rol importantísimo que jugaron en la indígena. Los delegados pronunciaban en quechua enérgicas acusacio-
revolución mexicana, logrando con su triunfo obtener, aunque en forma nes contra los gamonales, las autoridades, los curas. Se constituyó un
limitada, algunas tierras y la satisfacción de algunas reivindicaciones pe- Comité «Pro Derecho Indígena Tahuantinsuyo». Se realizó un congreso
culiares de ellos. Hoy día mismo, sin gozar de las posibilidades de expan- por año hasta 1924, en que el gobierno persiguió a los elementos revolu-
sión que les competen, con importantes aspiraciones insatisfechas, cons- cionarios indígenas, intimidó a las delegaciones y desvirtuó el espíritu y
tituyen un factor revolucionario considerable. objeto de la asamblea. El Congreso de 1923, en que se votaron conclusio-
En el Perú, los indios, según una estadística de 1920, han realizado el nes inquietantes para el gamonalismo como las que pedían la separación
98 por ciento de sus levantamientos por motivos ligados a la tierra. de la Iglesia y el Estado, y la derogación de la ley de conscripción vial,
Pasaré a detallar el movimiento indio contra el «gamonalismo» o feu- había revelado el peligro de estas conferencias, en las que los grupos de
dalismo en el Perú, lo que podrá dar una idea bastante aproximada de la comunidades indígenas de diversas regiones entraban en contacto y co-
lucha que ellos sostienen en Bolivia, Ecuador y otros países. ordinaban su acción. Ese mismo año se había constituido la Confedera-

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

ción Regional Indígena que pretendía aplicar a la organización de los proletarios para defenderse contra la opresión brutal que nivela bajo su
indios los principios y métodos del anarco-sindicalismo y que estaba con- yugo esclavista a los trabajadores de distinto color.
denada, por tanto, a no pasar de un ensayo, pero que presentaba de todos En todos los países, los negros tienen que luchar por sus reivindica-
modos una franca orientación revolucionaria de la vanguardia indígena. ciones de carácter proletario más fuertemente que contra los prejuicios y
Desterrados dos de los líderes indios de este movimiento, intimidados los abusos de que son víctimas como negros.
otros, la Federación Obrera Indígena quedó pronto reducida a sólo un Es ese el carácter que se destaca cada día con más precisión en la
nombre. Y, en 1927, el Gobierno declaró disuelto el propio Comité Pro lucha llevada a cabo por los trabajadores negros contra la opresión ca-
Derecho Indígena Tahuantinsuyo, con el pretexto de que sus dirigentes pitalista e imperialista.
eran unos meros explotadores de la raza cuya defensa se atribuían. Este
Comité no había tenido nunca más importancia que la anexa a su partici-
pación en los Congresos indígenas y estaba compuesto por elementos X. Conclusiones y tareas fundamentales
que carecían de valor ideológico y personal y que en no pocas ocasiones
habían hecho protestas de adhesión a la política gubernamental, conside- El informe que antecede ha tratado de señalar a grandes rasgos los
rándola pro-indigenista, pero para algunos gamonales era todavía un aspectos generales que presenta el «problema de las razas» en la América
instrumento de agitación, un residuo de los congresos indígenas. El go- Latina, la importancia que las razas tienen en la demografía y en la pro-
bierno, por otra parte, orientaba su política en el sentido de asociar a las ducción y sus principales características raciales, las condiciones econó-
declaraciones pro-indígenas, a las promesas de reparto de tierras, etcéte- micas y sociales en que se encuentran las poblaciones de raza indígena o
ra, una acción resuelta contra toda agitación de los indios por grupos negra, y esbozado su desarrollo histórico y económico y sus relaciones
revolucionarios o susceptibles de influencia revolucionaria. con el imperialismo; los mestizos o mulatos, el nivel político que dichas
La penetración de ideas socialistas, la expresión de reivindicaciones revo- razas han alcanzado en el carácter de las luchas que sostuvieron, así como
lucionarias entre los indígenas, han continuado a pesar de esas vicisitudes. las reivindicaciones que han perseguido en el curso de las mismas.
En 1927 se constituyó en el Cuzco un grupo de acción pro-indígena Con todos estos elementos, aunque apuntados en forma sucinta e in-
llamado «Grupo Resurgimiento». Lo componían algunos intelectuales y completa, es posible tratar de encarar las soluciones que el problema de
artistas, junto con algunos obreros cuzqueños. Este grupo publicó un las razas requiere, y establecer, en consecuencia, las tareas que incumben
manifiesto que denunciaba los crímenes del gamonalismo. A poco de su a los Partidos Comunistas de la América Latina.
constitución, uno de sus principales dirigentes, el doctor Luis E. Valcárcel, Este problema presenta un aspecto social innegable, en cuanto la gran
fue apresado en Arequipa. Su prisión no duró sino algunos días, pero, en mayoría de la clase productora está integrada por indios o negros; por
tanto, el Grupo Resurgimiento era definitivamente disuelto por las auto- otro lado, este carácter está muy desvirtuado, por lo que se refiere a la
ridades de Cuzco. raza negra. Esta ha perdido contacto con su civilización tradicional y sus
Las luchas llevadas a cabo por los negros en la América Latina, nun- idiomas propios, adoptando íntegramente la civilización y el idioma del
ca han tenido ni podrán tener un carácter de lucha nacional. Raramen- explotador; esta raza tampoco tiene arraigo histórico profundo en la tie-
te dentro de sus reivindicaciones ha habido algunas de carácter pura- rra en que vive, por haber sido importada de África. Por lo que se refiere
mente racial. a la raza india, el carácter social conserva en mayor medida su fisonomía,
Sus luchas, en el Brasil, en Cuba, en las Antillas, han sido llevadas a por la tradición ligada a la tierra, la sobrevivencia de parte importante de
cabo para suprimir las puniciones corporales, para elevar sus condicio- la estructura y de su civilización, la conservación del idioma y muchas
nes de vida, para mejorar su jornal. En los últimos tiempos, han luchado costumbres y tradiciones, aunque no de la religión.
también para defender sus derechos de organización. El aspecto puramente racial del problema, por lo que a ambas razas se
En las regiones del Brasil en las que el Fordismo ha abandonado su refiere, se encuentran también fuertemente disminuido por la proporción
careta filantrópica para revelar, una vez más, en forma distinta su carácter del mestizaje y por la presencia de estas mismas capas mestizas y hasta de
de feroz explotación, los proletarios negros luchan junto con los demás elementos blancos, en unión con los elementos indios y negros, dentro

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de la clase proletaria, dentro de la clase de los campesinos pobres, dentro Estado indio burgués con todas las contradicciones internas y externas
de las clases que se encuentran en la base de la producción y son mayor- de los estados burgueses.
mente explotadas. Sólo el movimiento revolucionario clasista de las masas indígenas ex-
He señalado todos los casos en que el indio y el negro que pasan a plotadas podrá permitirles dar un sentido real a la liberación de su raza,
llenar una función más privilegiada en la producción pierden completa- de la explotación, favoreciendo las posibilidades de su auto-determina-
mente el contacto con su raza, tendiendo, cada vez más, a llenar una ción política.
función explotadora; he señalado todos los casos en que el indio, sin El problema indígena, en la mayoría de los casos, se identifica con el
elevar su nivel económico, sólo por el hecho de haber abandonado forzo- problema de la tierra. La ignorancia, el atraso y la miseria de los indíge-
samente su terruño (por haber sido expulsado de sus tierras o por el nas no son sino la consecuencia de su servidumbre. El latifundio feudal
servicio militar) y haber entrado en contacto con la civilización blanca, mantiene la explotación y la dominación absoluta de las masas indíge-
queda desconectado para siempre de su propia raza, pugna por borrar nas por la clase propietaria. La lucha de los indios contra los gamonales
todos los rasgos que a ella lo ligan, y tiende a confundirse con el blanco ha estribado invariablemente en la defensa de sus tierras contra la ab-
o mestizo, primero en los hábitos y costumbres, y más tarde, si le es sorción y el despojo. Existe, por tanto, una instintiva y profunda rei-
posible, en la explotación de sus hermanos de raza. vindicación indígena: la reivincidación de la teirra. Dar un carácter
Todos los factores señalados, si no quitan por entero el carácter «ra- organizado, sistemático, definido, a esta reivindicación es la tarea en
cial» al problema de la situación de la mayoría de los negros o indios que la propaganda política y el movimiento sindical tienen el deber de
oprimidos, nos demuestran que actualmente el aspecto principal de la cooperar activamente.
cuestión es «económico y social» y tiende a serlo cada día más, dentro de Las «comunidades», que han demostrado bajo la opresión más dura
la clase básicamente explotada de elementos de todas las razas. Las luchas condiciones de resistencia y persistencia realmente asombrosas, represen-
desarrolladas por los indios y negros confirman este punto de vista. tan un factor natural de socialización de la tierra. El indio tiene arraiga-
Habiendo llegado a este punto las constataciones, se plantea con toda dos hábitos de cooperación. Aún cuando de la propiedad comunitaria se
claridad el carácter fundamentalmente económico y social del problema pasa a la propiedad individual, y no sólo en la sierra sino también en la
de las razas en la América Latina y el deber que todos los Partidos Comu- costa, donde un mayor mestizaje actúa contra las costumbres indígenas,
nistas tienen de impedir las desviaciones interesadas que las burguesías la cooperación se mantiene, las labores pesadas se hacen en común. La
pretenden imprimir a la solución de este problema, orientándolo en un «comunidad» puede transformarse en cooperativa con mínimo esfuerzo.
sentido exclusivamente racial, asimismo como tienen el deber de acen- La adjudicación a las «comunidades» de la tierra de los latifundios es, en
tuar el carácter económico-social de las luchas de las masas indígenas o la sierra, la solución que reclama el problema agrícola. En la costa, donde
negras explotadas, destruyendo los prejuicios raciales, dando a estas mis- la gran propiedad es también omnipotente, pero donde la propiedad
mas masas una clara conciencia de clase, orientándola a sus reivindica- comunitaria ha desaparecido, se tiende inevitablemente a la individuali-
ciones concretas y revolucionarias, alejándolas de soluciones utópicas y zación de la propiedad del suelo. Los «yanaconas», especie de aparceros
evidenciando su identidad con los proletarios mestizos y blancos, como duramente explotados, deben ser ayudados en su lucha contra los pro-
elementos de una misma clase productora y explotada. pietarios. La reivindicación natural de estos «yanaconas» es la del suelo
Queda así clarificado, una vez más, el pensamiento revolucionario fren- que trabajan. En las haciendas explotadas directamente por sus propieta-
te a las campañas por la pretendida política actual de los indios y negros. rios, por medio de peonadas, reclutadas en parte en la sierra y a las que
La I. C. combatió, por lo que a la raza negra se refiere, estas campañas en esta parte falta vinculo con la tierra, los términos de la lucha son
que tendían a la formación del «sionismo negro» en la América Latina. distintos. Las reivindicaciones por las que hay que trabajar son: libertad
Del mismo modo, la constitución de la raza india en un Estado au- de organización, supresión de «enganche», aumento de salarios, jornada
tónomo no conduciría en el momento actual a la dictadura del proleta- de ocho horas, cumplimiento de las leyes de protección del trabajo. Sólo
riado indio ni mucho menos a la formación de un Estado indio sin cuando el peón de hacienda haya conquistado esas cosas, estará en la vía
clase, como alguien ha prendido afirmar, sino a la constitución de un de su emancipación definitiva.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Es muy difícil que la propaganda sindical o política penetre en las ción y educación clasistas de los indígenas directivas serias y de evitar la
haciendas. Cada hacienda es en la costa un feudo. Ninguna asociación, influencia de elementos desorientadores (anarquistas, etcétera).
que no acepte el patronato y la tutela de los propietarios y la administra- En el Perú, en Bolivia, la organización y educación del proletariado
ción, es tolerada, y en este caso sólo se encuentran las asociaciones de minero es una de las cuestiones que inmediatamente se plantean. Los
deporte o recreo. Pero con el aumento del tráfico automovilístico se abre centros mineros constituyen puntos donde ventajosamente puede dejar
poco a poco una brecha en las barreras que cerraban antes las haciendas a sentir su ascendiente la propaganda sindical. Aparte de representar en sí
toda propaganda. De ahí la importancia que la organización y moviliza- mismos importantes concentraciones proletarias, con las condiciones anejas
ción activa de los obreros del transporte tiene en el desarrollo de la movi- al salariado, acercan los braceros indígenas a los obreros industriales, a
lización clasista. trabajadores procedentes de las ciudades, que llevan en esos centros su
Cuando las peonadas de las haciendas sepan que cuentan con la soli- espíritu y principios clasistas. Los indígenas de las minas, en buena par-
daridad fraternal de los sindicatos y comprendan el valor de estos, fácil- te, continúan siendo campesinos, de modo que el adherente que se gane
mente despertará en ellas la voluntad de lucha que hoy les falta. Los entre ellos es un elemento ganado de la clase campesina.
núcleos de adherentes al trabajo sindical que se constituyen gradualmen- La publicación de periódicos para los campesinos indígenas y de
te en las haciendas tendrán la función de explicar en cualquier reclama- periódicos para los mineros es una de las necesidades de la propagan-
ción y de aprovechar la primera oportunidad de dar forma a su organiza- da sindical en ambos sectores. Aunque la raza indígena es analfabeta
ción, dentro de lo que las circunstancias consientan. en su gran mayoría, estos periódicos, a través de los indígenas alfabe-
Para la progresiva educación ideológica de las masas indígenas, la tos, ejercitarían una influencia creciente sobre el proletariado de las
vanguardia obrera dispone de aquellos elementos militantes de la raza minas y del campo.
india que en las minas o en los centros urbanos, particularmente en los La labor, en todos sus aspectos, será difícil, pero su progreso depen-
últimos, entran en contacto con el movimiento sindical, se asimilan a derá fundamentalmente de la capacidad de los elementos que la realicen
sus principios y se capacitan para jugar un rol en la emancipación de y de su apreciación precisa y concreta de las condiciones objetivas de la
su raza. Es frecuente que obreros procedentes del medio indígena re- cuestión indígena. El problema no es racial, sino social y económico;
gresen temporal o definitivamente a este. El idioma les permite cumplir pero la raza tiene su rol en él y en los medios de afrontarlo. Por ejemplo,
eficazmente una misión de instructores de sus hermanos de raza y de en cuanto sólo militantes salidos del medio indígena pueden, por la men-
clase. Los indios campesinos no entenderán de veras sino a individuos talidad y el idioma, conseguir un ascendiente eficaz e inmediato sobre
de su seno, que les hablen en su propio idioma. Del blanco, del mesti- sus compañeros.
zo, desconfiarán siempre; y el blanco y el mestizo, a su vez, muy difícil- Una conciencia revolucionaria indígena tardará quizás en formarse,
mente se impondrán el difícil trabajo de llegar al medio indígena y de pero una vez que el indio haya hecho suya la idea socialista, la servirá
llevar a él la propaganda clasista. con una disciplina, una tenacidad y una fuerza, en la que pocos proleta-
Los métodos de auto-educación, la lectura regular de los órganos del rios de otros medios podrán aventajarlo.
movimiento sindical y revolucionario de América Latina, de sus opúsculos, Del mismo modo puede afirmarse que, a medida que el proletariado
etcétera, la correspondencia con los compañeros militantes, serán los negro adquiera conciencia de clase, a través de la lucha sostenida para
medios de que estos elementos llenen con éxito su misión educadora. conseguir sus reivindicaciones naturales de clase explotada, realizándo-
La coordinación de las comunidades indígenas por regiones, el soco- las con la acción revolucionaria en unión del proletariado de otras razas,
rro de los que sufren persecuciones de la justicia o policía (los gamonales en esa misma medida los trabajadores negros se habrán librado efectiva-
procesan por delitos comunes a los indígenas que se resisten o a quienes mente de los factores que los oprimen como razas «inferiores».
quieren despojar), la defensa de la propiedad comunitaria, la organiza- Encarado en esta forma el problema y planteada así su solución, creo
ción de pequeñas bibliotecas y centros de estudios, son actividades en las que las razas en la América Latina tendrán un rol sumamente importante
que los adherentes indígenas al movimiento sindical deben tener siempre en el movimiento revolucionario que, encabezado por el proletariado,
actuación principal y dirigente, con el doble objeto de dar a la orienta- llegará a constituir en toda la América Latina el gobierno obrero y campe-

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

sino, cooperando con el proletariado ruso en la obra de emancipación


del proletariado de la opresión burguesa mundial.
En base de estas conclusiones, creo que se pueden y deben plantear
en la siguiente forma o en otra análoga elaborada por el Congreso las
reivindicaciones de los trabajadores indios o negros explotados: Presentación de Amauta27 (1926)
1. Lucha por la tierra para los que la trabajan, expropiada sin indemnización.

a. Latifundios de tipo primitivo: fragmentación y ocupación por


parte de las comunidades colindantes y por los peones agrícolas
que las cultivan, posiblemente organizados en forma comunita-
ria o colectiva.
b. Latifundios de tipo industrializado: ocupación por parte de los
obreros agrícolas que los trabajan, organizados en forma colectiva.
c. Los parceleros propietarios que cultivan su tierra, quedarán en
posesión de las mismas.

2. Formación de organismos específicos:


Esta revista, en el campo intelectual, no representa un grupo. Repre-
Sindicatos, ligas campesinas, bloques obreros y campesinos, ligazón senta, más bien, un movimiento, un espíritu. En el Perú se siente desde
de estos mismos por encima de los prejuicios raciales con las organizacio- hace algún tiempo una corriente, cada día más vigorosa y definida, de
nes urbanas. renovación. A los autores de esta renovación se les llama vanguardistas,
Lucha del proletariado y del campesinado indígena o negro, para las socialistas, revolucionarios, etcétera. La historia no los ha bautizado defini-
mismas reivindicaciones que constituyen el objetivo de sus hermanos de tivamente todavía. Existen entre ellos algunas discrepancias formales, algu-
clase pertenecientes a otras razas. nas diferencias psicológicas. Pero por encima de lo que los diferencia, to-
Armamento de obreros y campesinos para conquistar y defender sus dos estos espíritus ponen lo que los aproxima y mancomuna: su voluntad
reivindicaciones. de crear un Perú nuevo dentro del mundo nuevo. La inteligencia, la coor-
dinación de los más volitivos de estos elementos, progresan gradualmente.
3. Derogación de leyes onerosas para el indio o el negro: sistemas feudales El movimiento –intelectual y espiritual– adquiere poco a poco organicidad.
esclavistas, conscripción vial, reclutamiento militar, etcétera. Con la aparición de Amauta entra en una fase de definición.
Amauta ha tenido un proceso normal de gestación. No nace de súbi-
Únicamente la lucha de los indios, proletarios y campesinos, en estre- to por determinación exclusivamente mía. Yo vine de Europa con el
cha alianza con el proletariado mestizo y blanco contra el régimen feudal propósito de fundar una revista. Dolorosas vicisitudes personales no
y capitalista, puede permitir el libre desenvolvimiento de las característi- me permitieron cumplirlo. Pero este tiempo no ha transcurrido en bal-
cas raciales indias (y especialmente de las instituciones de tendencias de. Mi esfuerzo se ha vinculado con el de otros intelectuales y artistas
colectivistas) y podrá crear la ligazón entre los indios de diferentes paí- que piensan y sienten parecidamente a mí. Hace dos años, esta revista
ses, por encima de las fronteras actuales que dividen antiguas entidades
raciales, conduciéndolas a la autonomía política de su raza.

27
Editorial de Amauta, Año 1, N° 1, Lima, septiembre de 1926.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

habría sido una voz un tanto personal. Ahora es la voz de un movi-


miento y de una generación.
El primer resultado que los escritores de Amauta nos proponemos
obtener es el de acordarnos y conocernos mejor nosotros mismos. El tra-
bajo de la revista nos solidariza más. Al mismo tiempo que atraerá a otros Presentaciones de Labor28 (1928)
buenos elementos, alejará a algunos fluctuantes y desganados que por
ahora coquetean con el vanguardismo, pero que apenas este les demande
un sacrificio, se apresurarán a dejarlo. Amauta cribará a los hombres de la
vanguardia –militantes y simpatizantes– hasta separar la paja del grano.
Producirá o precipitará un fenómeno de polarización y concentración.
No hace falta declarar expresamente que Amauta no es una tribuna
libre, abierta a todos los vientos del espíritu. Los que fundamos esta revis-
ta no concebimos una cultura y un arte agnósticos. Nos sentimos una
fuerza beligerante, polémica. No le hacemos ninguna concesión al crite-
rio generalmente falaz de la tolerancia de las ideas. Para nosotros hay
ideas buenas e ideas malas. En el prólogo de mi libro La escena contempo-
ránea, escribí que soy un hombre con una filiación y una fe. Lo mismo
puedo decir de esta revista, que rechaza todo lo que es contrario a su
ideología así como todo lo que no traduce ideología alguna.
El grupo redactor de este periódico adhiere a la moderna tendencia
Para presentar Amauta, están demás las palabras solemnes. Quiero
periodística, al ahorro y la modestia en las palabras de presentación. Labor,
proscribir de esta revista la retórica. Me parecen absolutamente inútiles
además, no necesita un programa especial. Es una extensión de la obra de
los programas. El Perú es un país de rótulos y etiquetas. Hagamos al fin
Amauta y sus ediciones. Aspira a ser un periódico de gran difusión.
alguna cosa con contenido, vale decir, con espíritu. Amauta, por otra
Su publicación obedece a instancias de muchos de nuestros amigos de
parte, no tiene necesidad de un programa; tiene necesidad tan sólo de un
Lima y provincias que quieren que nuestra obra cultural penetre en capas
destino, de un objeto.
más extensas del público. Para satisfacer este anhelo no basta la revista.
El título preocupará probablemente a algunos. Esto se deberá a la
Damos, por eso, vida a un periódico.
importancia excesiva, fundamental, que tiene entre nosotros el rótulo.
Por ahora, Labor constará sólo de 8 páginas. Pero, tan luego como su
No se mire en este caso a la acepción estricta de la palabra. El título no
tiraje y publicidad lo consientan, daremos 12 páginas.
traduce sino nuestra adhesión a la raza, no refleja sino nuestro homenaje
al incaísmo. Pero específicamente la palabra Amauta adquiere con esta
revista una nueva acepción. La vamos a crear otra vez.
El objeto de esta revista es el de plantear, esclarecer y conocer los pro- 28
Labor, «quincenario de la información e ideas», apareció por primera vez el 10 de noviembre
blemas peruanos desde puntos de vista doctrinarios y científicos. Pero con- de 1928, con esta breve presentación. Definido como órgano periodístico de clase, fue un
sideraremos siempre al Perú dentro del panorama del mundo. Estudiare- intento serio de dotar al proletariado peruano de un medio de prensa informativo y de
mos todos los grandes movimientos de renovación políticos, filosóficos, combate, del que hasta entonces carecía. Las dificultades de su economía y las resistencias
derivadas de su beligerancia política y sindical conspiraron contra su existencia. Apareció
artísticos, literarios, científicos. Todo lo humano es nuestro. Esta revista regularmente de noviembre de 1928 a febrero de 1929 (del Nº 1 al 7). Reapareció el Nº 8 el
vinculará a los hombres nuevos del Perú, primero con los de los otros 1º de mayo de 1929; el 1º de agosto apareció en forma de Boletín, y se reanudó su edición
pueblos de América, enseguida con los de los otros pueblos del mundo. a partir del Nº 9, el 18 de agosto de ese año. El Nº 10, del 7 de setiembre de 1929, fue el
Nada más agregaré. Habrá que ser muy poco perspicaz para no darse último en publicarse y distribuirse. Estando ya preparado el Nº 11, organizada sobre bases
más firmes su economía, la acción regresiva del gobierno de entonces determinó su interdic-
cuenta de que al Perú le nace en este momento una revista histórica. ción (Nota de los Editores).

114 115
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Labor29 ta. Para esto no necesitamos sino que todos nuestros agentes sean solíci-
tos y exactos en el envío de sus remesas, que todas las organizaciones
Labor reaparece hoy, 1º de Mayo, después de dos meses de activas obreras se suscriban a una cantidad fija de ejemplares y que todos nues-
gestiones por reorganizar su economía sobre bases sólidas. Esas gestiones tros lectores nos ayuden en la difusión del periódico, reclutándonos
no están concluidas: no hemos asegurado todavía a Labor, por medio de subscriptores, pidiéndolo en los puestos, haciéndolo conocer por sus
sus agencias en la República, los recursos puntuales que necesita obtener amigos. Necesitamos alcanzar un tiraje estable de 6.000 ejemplares, ín-
de su circulación para publicarse regularmente. Pero no hemos querido tegramente pagados. Cuando nuestra circulación alcance esta cifra, es-
resignarnos a su ausencia este 1º de Mayo. Su reaparición, en esta fecha, taremos en condición de considerar una de estas dos medidas: reducir
es un augurio y un programa. el precio del periódico a 5 centavos conservando su formato y número
Que Labor continúe publicándose quincenalmente, que con su perio- de páginas o aumentar este y mejorar su presentación y contenido. El
dicidad responda mejor a su carácter de órgano de información e ideas, público de Labor será el que decida cuál de estas medidas debe ser
depende exclusivamente del celo de nuestros amigos y simpatizantes de preferida. Desde ahora abrimos, al respecto, una encuesta entre nues-
la capital, el Callao y provincias. La vida de este periódico de los trabaja- tros amigos y simpatizantes.
dores manuales e intelectuales ha sufrido una interrupción, por la poca Labor representa los intereses y las aspiraciones de toda la clase pro-
solicitud de buena parte de sus agentes en el envío de sus remesas. Espe- ductora: obreros de la industria y los transportes, trabajadores agríco-
ramos que estos agentes, al recibo del presente número, nos giren sin las, mineros, comunidades indígenas, maestros, empleados, etcétera.
tardanza su deuda hasta el Nº 7. Este será el mejor modo de acreditarnos No es un órgano de categoría o de grupo sino un órgano de clase. Los
su deseo de que Labor siga saliendo. intelectuales y estudiantes, adheridos sin prejuicios ni reservas al pro-
Invitamos a las federaciones, sindicatos y grupos de fábrica a suscri- letariado, tienen aquí su tribuna. El movimiento de los trabajadores de
birse a cantidades fijas de cada número. Labor quiere y debe ser el la enseñanza por la renovación de la escuela cuenta con esta hoja para
órgano de sus reclamaciones, de sus intereses al mismo tiempo que de sus reivindicaciones. La defensa de la ley del empleado, de los dere-
sus ideales. Ponemos a disposición de nuestros amigos colecciones de chos e intereses de esta categoría de trabajadores, dispone igualmente
los números 1 a 7. de las columnas de Labor. Un periódico dirigido a un público tan ex-
tenso y seguro descansa sobre bases sólidas. No habría excusa para el
fracaso de Labor. Si este periódico no se desarrolla, si asegurada su
publicación como quincenario no se convierte a breve plazo en sema-
Labor continúa30 nario, si no llega en cantidad suficiente a todos los centros de trabajo,
tiene que ser por defectos de organización administrativa, de confec-
Conforme lo anunciamos en nuestro boletín del 1º de agosto, Labor
ción y orientación periodísticas, o de solidaridad y concurso de los
reanuda con este número su publicación regular como quincenario.
llamados a sostenerlo. En lo que concierne a nuestras propias faltas, a
Los ocho números de este periódico aparecidos hasta el 1º de mayo,
nuestras propias omisiones, nada nos preocupará tanto como rectificar-
han servido para vincularlo fuertemente con las masas obreras. Del es-
las. Para esto, es indispensable que nuestros lectores nos escriban. La-
fuerzo que este público activamente simpatizante realice a favor de nuestro
bor debe estar en constante comunicación con su público, conocer lo
quincenario, depende absolutamente su existencia y su desarrollo. La-
que piensa, de la forma como absuelve, en cada caso, su misión.
bor se transformará en un semanario apenas su economía se lo consien-
No habíamos pensado, al principio, en servicio de suscripciones.
Razones de simplificación del trabajo administrativo nos aconsejaban
organizar la circulación de Labor sobre la base exclusiva de la venta de
números sueltos. Pero, algunos amigos entusiastas se ofrecen a ayudar-
29
Nota de presentación al Nº 8 de Labor, Lima, 1º de mayo de 1929.
nos en la atención de este servicio. Las suscripciones representan no
30
Publicado en Labor, Nº 9, p. 1, Lima, 18 de agosto de 1929. sólo una base estable de difusión, sino también un adelanto de los lecto-

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

res para que la administración del periódico pueda atender a los gastos de Pero insistimos en suponerla momentánea, determinada por conside-
los primeros números, en tanto que se regularizan las remesas de agentes y raciones contingentes. Labor había dejado, poco a poco, de ser un perió-
paqueteros. Abrimos, desde este número, un servicio de suscripciones, ha- dico de la Sociedad Editora «Amauta» para convertirse en un órgano del
ciendo un llamamiento a todos nuestros lectores asiduos para que se suscri- proletariado y de las comunidades campesinas. Y bien, los sindicatos
ban y hagan suscribirse a sus amigos. El precio de la suscripción anual es de obreros y las comunidades indígenas amparan nuestra demanda. Mu-
S/. 2,20 y el de la suscripción semestral de S/. 1,20. Solicítense las suscripciones, chos de ellos se han dirigido ya al Ministerio de Gobierno solicitando la
adjuntando su importe, a la administración de Labor, departamento de reconsideración de la orden dictada contra Labor.
suscripciones. Washington izquierda, 544-970, casilla 2107. Del mismo modo que, suprimida Amauta en junio de 1927, no re-
nunciamos a seguirla publicando, nos negamos a aceptar que una medi-
da de policía cause la desaparición definitiva de Labor. Reivindicamos
Labor interdicta31 absolutamente nuestro derecho a mantener esta tribuna de defensa de los
derechos de las clases trabajadoras.
Pronto ya para su impresión el Nº 11 de nuestro quincenario Labor, Es absurdo buscar alguna relación entre los intereses de clase a que las
cuya aparición regular habíamos reanudado a mediados de agosto con el campañas de Labor obedecen y los complots que puede haber descubier-
Nº 9, saludado con vivísima simpatía por las clases trabajadoras, recibi-
mos la inesperada notificación de que su publicación quedaba terminan-
temente prohibida por el Gobierno. Nuestro director José Carlos
Mariátegui reclamó contra esta medida al Ministro de Gobierno y Presi- expendían, como lo comprueba el vale adjunto del agente Carbonel, por cuatro ejemplares.
dente del Consejo doctor Huamán de los Heros por medio de la carta que Me resisto a creer que esta orden de supresión de un periódico, al que nadie podrá confundir con
una vulgar hoja de agitación, emane de su superior despacho, y, en caso de equivocarme, quiero
reproducimos y que no ha tenido hasta hoy respuesta escrita. El Presi- suponer que ha sido dictada sin cabal conocimiento de lo que es y significa Labor, siendo, por
dente de la Asociación Nacional de Periodistas, en atención a una carta consiguiente, susceptible de reconsideración.
nuestra, que también transcribimos, se entrevistó con el doctor Huamán Labor es un periódico doctrinario e informativo, absolutamente extraño a los intereses políticos actual-
mente en juego, que al mismo tiempo que un propósito de educación ideológica de las clases trabaja-
de los Heros, quien le declaró que no le era posible acceder a su gestión. doras –obreras y campesinas– sirve a la defensa de los intereses y derechos de estas. Es posible que la
Conocemos por esta vía la resolución del Jefe del Ministerio.32 existencia de este periódico resulte incómoda a las grandes empresas mineras que infringen las leyes del
país en daño de sus obreros; es posible que tampoco sea grata al gamonalismo latifundista, que se
apropia de las tierras de las comunidades, celosamente amparadas por Labor en su sección «El Ayllu».
Pero ni uno ni otro hecho me parece justificar la clausura de este periódico por razones de orden público.
Le adjunto una colección completa de Labor para que Ud. aprecie el fundamento de mi reclamación.
31
Publicado en Amauta, Nº 26, pp.92-94, en la sección «Notas de Panorama Móvil», Lima, Personalmente, en fin, no quiero creer que Ud., S.M., asocie su nombre a la supresión de un
setiembre de 1929. periódico de ideas, que se publica bajo la dirección y la responsabilidad de un escritor que obedece
32
Insertamos a continuación las cartas que José Carlos Mariátegui envió al Ministro de Gobier- en toda su obra a la más respetable ideología.
no y Presidente del Consejo de Ministros Dr. Huamán de los Heros y al Presidente de la Esperando merecer su respuesta, me suscribo de Ud., S.M., muy atentamente.
Asociación Nacional de Periodistas a que se refiere en este artículo.
José Carlos Mariátegui
Lima, 18 de setiembre de 1929.
Lima, 23 de setiembre de 1929.
Señor doctor Benjamín Huamán de los Heros, Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de
Gobierno. Compañero Presidente de la Asociación Nacional de Periodistas.
Ciudad. Pte.
S.M.:
Compañero Presidente:
He sido notificado, como director de Labor, por el Inspector General de Investigaciones, de que la Notificado hace seis días de la prohibición policial contra la que reclamo al señor Ministro de
publicación de este quincenario de información e ideas queda terminantemente prohibida; y, al mismo Gobierno en la carta que acompaño en copia a la presente, y a la que no he tenido aún respuesta,
tiempo, me llega noticia de que algunos vendedores han sido molestados y amenazados por los agentes creo que no debe trascurrir más tiempo sin que ponga en conocimiento de la Asociación Nacional
de policía por exhibir Labor en sus puestos y de que a algunos les han sido quitados los ejemplares que de Periodistas –citada a sesión para hoy, según leo en los diarios de la mañana– la medida dictada

118 119
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

to la policía. La más elemental investigación tiene que establecer plena-


mente lo artificioso y arbitrario de semejante suposición. Estamos seguros
de que sólo puede creerse en ella como pretexto para suprimir un órgano
del proletariado.
Pero una de las voces de orden del proletariado sindical en su nueva Principios de política agraria nacional33 (1927)
etapa es conforme al reciente manifiesto de la Confederación General
de Trabajadores del Perú, la defensa de la libertad de prensa, de asocia-
ción y de reunión para los obreros. Otros grupos o facciones pueden
abdicar estos derechos. El proletariado, con consciencia clasista, no.
Labor está amparada y justificada por la solidaridad de las organizacio-
nes obreras y campesinas.

Como un apéndice o complemento del estudio del problema de la


tierra en el Perú, al que puse término en el número anterior de Mundial,
estimo oportuno exponer, en un esquema sumario, los lineamientos que,
de acuerdo con las proposiciones de mis estudios, podía tener dentro de
las condiciones históricas vigentes una política agraria inspirada en el
propósito de solucionar orgánicamente ese problema. Este esquema se
reduce necesariamente a un cuerpo de conclusiones generales, del cual
queda excluida la consideración de cualquier aspecto particular o adjeti-
contra el periódico Labor, que desde la segunda quincena de agosto había reanudado su publica-
ción, editado por la Sociedad Editora «Amauta» y bajo mi dirección y responsabilidad.
vo de la cuestión, enfocada sólo en sus grandes planos.
No puedo pensar que la libertad de prensa en el Perú sea indiferente a la Asociación Nacional de
Periodistas, fundada para defender todos los derechos y fueros del periodista. Si las noticias e ideas 1. El punto de partida, formal y doctrinal, de una política agraria
que se consiente divulgar a los periódicos están subordinadas al criterio policial, la prensa se
socialista no puede ser otro que una ley de nacionalización de la tierra.
convierte en un comunicado de policía. En esas condiciones, la dignidad de la función periodística
se muestra atacada y rebajada. Entre la censura irresponsable y vergonzante y la censura pública, Pero, en la práctica, la nacionalización debe adaptarse a las necesidades y
el periodista, en todo caso, debe exigir que se implante francamente esta última. condiciones concretas de la economía del país. El principio, en ningún
Como miembro activo de la Asociación, someto a su debate esta cuestión. Solicito, al mismo
caso, basta por sí sólo. Ya hemos experimentado cómo los principios libe-
tiempo, que la Asociación acuerde prestar su apoyo a la reclamación que he presentado al señor
Ministro de Gobierno, contra una orden que todavía quiero suponer de inspiración y responsabili- rales de la Constitución y del Código Civil no han sido suficientes para
dad subalternas. instaurar en el Perú una economía liberal, esto es, capitalista, y cómo, a
Con los más devotos sentimientos, me suscribo de Ud. muy atentamente:

José Carlos Mariátegui

(Nota de los Editores) 33


Publicado en Mundial, Lima, el 1º de julio de 1927.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

despecho de esos principios, subsisten hasta hoy formas e instituciones agrícolas en cooperativas de producción y de consumo. La atribución de
propias de una economía feudal. Es posible actuar una política de nacio- tierras a las comunidades tiene que efectuarse, naturalmente, a expensas
nalización, aun sin incorporar en la carta constitucional el principio res- de los latifundios, exceptuando de toda expropiación, como en México,
pectivo en su forma neta, si ese estatuto no es revisado integralmente. El a los pequeños y aun a los medianos propietarios, si existe en su abono el
ejemplo de México es, a este respecto, el que con más provecho puede ser requisito de la «presencia real». La extensión de tierras disponibles per-
consultado. El artículo 27º de la Constitución Mexicana define así la mite reservar las necesarias para una dotación progresiva en relación con-
doctrina del Estado en lo tocante a la propiedad de la tierra: tinua con el crecimiento demográfico del Perú en mayor proporción que
cualquier política «inmigrantista» posible actualmente.
1.- la propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de
los límites del territorio nacional corresponde originariamente 3. El crédito agrícola, que sólo controlado y dirigido por el Estado
a la Nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de trasmitir el puede impulsar la agricultura en el sentido más conveniente a las necesi-
dominio de ellos a los particulares, constituyendo la propiedad dades de la agricultura nacional, constituiría dentro de esta política agra-
privada. 2.- Las expropiaciones sólo podrán hacerse por causa
ria el mejor resorte de la producción comunitaria. El Banco Agrícola Na-
de utilidad pública y mediante indemnización. 3.- La Nación
tendrá en todo tiempo el derecho de imponer a la propiedad cional acordaría la preferencia a las operaciones de las cooperativas, las
privada las modalidades que dicte el interés público, así como cuales, de otro lado, serían ayudadas por los cuerpos técnicos y educati-
el de regular el aprovechamiento de los elementos naturales vos del Estado para el mejor trabajo de sus tierras y la instrucción indus-
susceptibles de apropiación, para hacer una distribución equi- trial de sus miembros.
tativa de la riqueza pública y para cuidar de su conservación.
Con este objeto se dictarán las medidas necesarias para el frac- 4. La explotación capitalista de los fundos en los cuales la agricultura
cionamiento de los latifundios, para el desarrollo de la pequeña esté industrializada puede ser mantenida mientras continúe siendo la
propiedad; para la creación de nuevos centros que sean indis- más eficiente y no pierda su aptitud progresiva; pero tiene que quedar
pensables para el fomento de la agricultura y para evitar la des-
sujeta al estricto control del Estado en todo lo concerniente a la observa-
trucción de los elementos naturales y de los daños que la propie-
ción de la legislación del trabajo y la higiene pública, así como a la parti-
dad puede sufrir en perjuicio de la sociedad. Los pueblos,
rancherías y comunidades que carezcan de tierras y aguas, o no cipación fiscal en las utilidades.
las tengan en cantidades suficientes para las necesidades de su
población tendrán derecho a que se les dote de ellas, tomándo- 5. La pequeña propiedad encuentra posibilidades y razones de fo-
las de las propiedades inmediatas, respetando siempre la peque- mento en los valles de la costa o la montaña, donde existen factores
ña propiedad. Por tanto, se confirman las dotaciones de terrenos favorables económica y socialmente a su desarrollo. El yanacón de la
que se hayan hecho hasta ahora de conformidad con el decreto costa, cuando se han abolido en él los hábitos, tradiciones de socialismo
del 6 de marzo de 1915. La adquisición de las propiedades par- del indígena, presenta el tipo en formación o transición del pequeño
ticulares necesarias para conseguir los objetivos antes expresa- agricultor. Mientras subsista el problema de la insuficiencia de las aguas
dos se considerará de utilidad pública.
de regadío, nada aconseja el fraccionamiento de los fundos de la costa
dedicados a cultivos industriales con sujeción a una técnica moderna.
2. En contraste con la política formalmente liberal y prácticamente
Una política de división de los fundos en beneficio de la pequeña pro-
gamonalista de nuestra primera centuria, una nueva política agraria tiene
piedad no debe ya, en ningún caso, obedecer a propósitos que no mi-
que tender, ante todo, al fomento y protección de la «comunidad» indí-
ren a una mejor producción.
gena. El ayllu, célula del Estado incaico, sobreviviente hasta ahora, a
pesar de los ataques de la feudalidad y del gamonalismo, acusa aún vita-
6. La confiscación de las tierras no cultivadas y la irrigación y bonifi-
lidad bastante para convertirse, gradualmente, en la célula de un Estado
cación de las tierras baldías pondrían a disposición del Estado extensio-
socialista moderno. La acción del Estado, como acertadamente lo propo-
ne Castro Pozo, debe dirigirse a la transformación de las comunidades
122 123
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

nes que serían destinadas preferentemente a su colonización por medio


de cooperativas técnicamente capacitadas.

7. Los fundos que son explotados directamente por sus propietarios –


pertenecientes a grandes rentistas rurales improductivos– pasarían a ma- Punto de vista antiimperialista (1929)
nos de sus arrendatarios, dentro de las limitaciones de usufructo y exten-
sión territorial por el Estado, en los casos en que la explotación del suelo
se practicase conforme a una técnica industrial moderna, con instalacio-
nes y capitales eficientes.

8. El Estado organizaría la enseñanza agrícola, y su máxima difusión


en la masa rural, por medio de las escuelas rurales primarias y escuelas
prácticas de agricultura o granjas escuelas, etcétera. A la instrucción de
los niños del campo se le daría un carácter netamente agrícola.

***

No creo necesario fundamentar estas conclusiones que se proponen,


únicamente, agrupar en un pequeño esbozo algunos lineamientos con-
1º– ¿Hasta qué punto puede asimilarse la situación de las repúblicas
cretos de la política agraria que consienten las presentes condiciones his-
latinoamericanas a la de los países semicoloniales? La condición econó-
tóricas del país, dentro del ritmo actual de la historia en el continente.
mica de estas repúblicas es, sin duda, semicolonial, y a medida que crez-
Quiero que no se diga que de mi examen crítico de la cuestión agraria
ca su capitalismo y, en consecuencia, la penetración imperialista, tiene
peruana se desprenden sólo conclusiones negativas o proposiciones de
que acentuarse este carácter de su economía. Pero las burguesías naciona-
un doctrinarismo intransigente.
les, que ven en la cooperación con el imperialismo la mejor fuente de
provechos, se sienten lo bastante dueñas del poder político para no pre-
ocuparse seriamente de la soberanía nacional. Estas burguesías, en Sud
América, que no conoce todavía, salvo Panamá, la ocupación militar yan-
qui, no tienen ninguna predisposición a admitir la necesidad de luchar
por la segunda independencia, como suponía ingenuamente la propa-
ganda aprista. El Estado, o mejor, la clase dominante no echa de menos
un grado más amplio y cierto de autonomía nacional. La revolución de la
Independencia está relativamente demasiado próxima, sus mitos y sím-
bolos demasiado vivos, en la conciencia de la burguesía y la pequeña
burguesía. La ilusión de la soberanía nacional se conserva en sus princi-
pales efectos.
Pretender que en esta capa social prenda un sentimiento de nacio-
nalismo revolucionario, parecido al que en condiciones distintas repre-
senta un factor de la lucha antiimperialista en los países semicoloniales
avasallados por el imperialismo en los últimos decenios en Asia, sería
un grave error.

124 125
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Ya en nuestra discusión con los dirigentes del aprismo, reprobando su se podía confiar, aun en países como la China, en el sentimiento naciona-
tendencia a proponer a la América Latina un Kuo Min Tang, como modo lista revolucionario de la burguesía.
de evitar la imitación europeísta y acomodar la acción revolucionaria a Mientras la política imperialista logre «manéger» los sentimientos y
una apreciación exacta de nuestra propia realidad, sosteníamos hace más formalidades de la soberanía nacional de estos estados, mientras no se vea
de un año la siguiente tesis: obligada a recurrir a la intervención armada y a la ocupación militar,
contará absolutamente con la colaboración de las burguesías. Aunque
La colaboración con la burguesía, y aun de muchos elementos enfeudados a la economía imperialista, estos países, o más bien sus bur-
feudales, en la lucha antiimperialista china, se explica por razo- guesías, se considerarán tan dueños de sus destinos como Rumania,
nes de raza, de civilización nacional que entre nosotros no exis- Bulgaria, Polonia y demás países «dependientes» de Europa.
ten. El chino noble o burgués se siente entrañablemente chino. Este factor de la psicología política no debe ser descuidado en la esti-
Al desprecio del blanco por su cultura estratificada y decrépita,
mación precisa de las posibilidades de la acción antiimperialista en la
corresponde con el desprecio y el orgullo de su tradición
milenaria. El antiimperialismo en la China puede, por tanto, América Latina. Su relegamiento, su olvido, ha sido una de las caracterís-
descansar en el sentimiento y en el factor nacionalista. En ticas de la teorización aprista.
Indoamérica las circunstancias no son las mismas. La aristocra-
cia y la burguesía criollas no se sienten solidarizadas con el 2º– La divergencia fundamental entre los elementos que en el Perú
pueblo por el lazo de una historia y de una cultura comunes. En aceptaron en principio el Apra –como un plan de frente único, nunca
el Perú, el aristócrata y el burgués blancos desprecian lo popu- como partido y ni siquiera como organización en marcha efectiva– y los
lar, lo nacional. Se sienten, ante todo, blancos. El pequeño bur- que fuera del Perú la definieron luego como un Kuo Min Tang latino-
gués mestizo imita este ejemplo. La burguesía limeña fraterniza americano, consiste en que los primeros permanecen fieles a la concep-
con los capitalistas yanquis, y aun con sus simples empleados,
ción económico-social revolucionaria del antiimperialismo, mientras que
en el Country Club, en el Tennis y en las calles. El yanqui desposa
los segundos explican así su posición: «Somos de izquierda (o socialistas)
sin inconveniente de raza ni de religión a la señorita criolla, y
esta no siente escrúpulo de nacionalidad ni de cultura en prefe- porque somos antiimperialistas». El antiimperialismo resulta así elevado
rir el matrimonio con un individuo de la raza invasora. Tampo- a la categoría de un programa, de una actitud política, de un movimiento
co tiene este escrúpulo la muchacha de la clase media. La que se basta a sí mismo y que conduce, espontáneamente, no sabemos en
«huachafita» que puede atrapar un yanqui empleado de Grace o virtud de qué proceso, al socialismo, a la revolución social. Este concepto
de la Foundation lo hace con la satisfacción de quien siente ele- lleva a una desorbitada superestimación del movimiento antiimperialista,
varse su condición social. El factor nacionalista, por estas razo- a la exageración del mito de la lucha por la «segunda independencia», al
nes objetivas que a ninguno de ustedes escapa seguramente, no romanticismo de que estamos, viviendo ya las jornadas de una nueva
es decisivo ni fundamental en la lucha antiimperialista en nues- emancipación. De aquí la tendencia a reemplazar las ligas antiimperialistas
tro medio. Sólo en los países como la Argentina, donde existe
con un organismo político. Del Apra, concebida inicialmente como fren-
una burguesía numerosa y rica, orgullosa del grado de riqueza y
poder en su patria, y donde la personalidad nacional tiene por
te único, como alianza popular, como bloque de las clases oprimidas, se
estas razones contornos más claros y netos que en estos países pasa al Apra definida como el Kuo Min Tang latinoamericano.
retardados, el antiimperialismo puede (tal vez) penetrar fácil- El antiimperialismo, para nosotros, no constituye ni puede constituir,
mente en los elementos burgueses; pero por razones de expan- por sí solo, un programa político, un movimiento de masas apto para la
sión y crecimiento capitalistas y no por razones de justicia so- conquista del poder. El antiimperialismo, admitido que pudiese movili-
cial y doctrina socialista como es nuestro caso. zar al lado de las masas obreras y campesinas a la burguesía y pequeña
burguesía nacionalistas (ya hemos negado terminantemente esta posibili-
La traición de la burguesía china, la quiebra del Kuo Min Tang, no dad), no anula el antagonismo entre las clases, no suprime su diferencia
eran todavía conocidas en toda su magnitud. Un conocimiento capitalis- de intereses.
ta, y no por razones de justicia social y doctrinaria, demostró cuán poco

126 127
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Ni la burguesía, ni la pequeña burguesía en el poder pueden hacer países, el factor clasista es más decisivo, está más desarrollado. No hay
una política antiimperialista. Tenemos la experiencia de México, donde razón para recurrir a vagas fórmulas populistas tras las cuales no pueden
la pequeña burguesía ha acabado por pactar con el imperialismo yan- dejar de prosperar tendencias reaccionarías. Actualmente el aprismo, como
qui. Un gobierno «nacionalista» puede usar, en sus relaciones con los propaganda, está circunscrito a Centro América; en Sud América, a con-
Estados Unidos, un lenguaje distinto que el gobierno de Leguía en el secuencia de la desviación populista, caudillista, pequeño-burguesa, que
Perú. Este gobierno es, francamente, desenfadadamente panamericanista, lo definía como el Kuo
monroista; pero cualquier otro gobierno burgués haría, prácticamente, Min Tang latinoamericano, está en una etapa de liquidación total. Lo
lo mismo que él, en materia de empréstitos y concesiones. Las inversio- que resuelva al respecto el próximo Congreso Antiimperialista de París,
nes del capital extranjero en el Perú crecen en estrecha y directa rela- cuyo voto tiene que decidir la unificación de los organismos antiimperialistas
ción con el desarrollo económico del país, con la explotación de sus y establecer la distinción entre las plataformas y agitaciones antiimperialistas
riquezas naturales, con la población de su territorio, con el aumento de y las tareas de la competencia de los partidos de clase y las organizaciones
las vías de comunicación. ¿Qué cosa puede oponer a la penetración sindicales, pondrá término absolutamente a la cuestión.
capitalista la más demagógica pequeña-burguesía? Nada, sino palabras.
Nada, sino una temporal borrachera nacionalista. El asalto del poder 4º– ¿Los intereses del capitalismo imperialista coinciden necesaria y
por el antiimperialismo, como movimiento demagógico populista, si fatalmente en nuestros países con los intereses feudales y semifeudales de
fuese posible, no representaría nunca la conquista del poder por las la clase terrateniente? ¿La lucha contra la feudalidad se identifica forzosa
masas proletarias, por el socialismo. La revolución socialista encontra- y completamente con la lucha antiimperialista? Ciertamente, el capitalis-
ría su más encarnizado y peligroso enemigo –peligroso por su mo imperialista utiliza el poder de la clase feudal, en tanto que la consi-
confusionismo, por la demagogia– en la pequeña burguesía afirmada dera la clase políticamente dominante. Pero sus intereses económicos no
en el poder, ganado mediante sus voces de orden. son los mismos. La pequeña burguesía, sin exceptuar a la más demagógica,
Sin prescindir del empleo de ningún elemento de agitación si atenúa en la práctica sus impulsos más marcadamente nacionalistas,
antiimperialista, ni de ningún medio de movilización de los sectores so- puede llegar a la misma estrecha alianza con el capitalismo imperialista.
ciales que eventualmente pueden concurrir a esta lucha, nuestra misión El capital financiero se sentirá más seguro si el poder está en manos de
es explicar y demostrar a las masas que sólo la revolución socialista opon- una clase social más numerosa, que, satisfaciendo ciertas reivindicaciones
drá al avance del imperialismo una valla definitiva y verdadera. apremiosas y estorbando la orientación clasista de las masas, está en mejo-
res condiciones que la vieja y odiada clase feudal de defender los intere-
3°– Estos hechos diferencian la situación de los países sudamericanos ses del capitalismo, de ser su custodio y su ujier. La creación de la peque-
de la situación de los países centroamericanos, donde el imperialismo ña propiedad, la expropiación de los latifundios, la liquidación de los
yanqui, recurriendo a la intervención armada sin ningún reparo, provo- privilegios feudales, no son contrarios a los intereses del imperialismo,
ca una reacción patriótica que puede fácilmente ganar al antiimperialismo de un modo inmediato. Por el contrario, en la medida en que los rezagos
a una parte de la burguesía y la pequeña burguesía. de feudalidad entraban el desenvolvimiento de una economía capitalista,
La propaganda aprista, conducida personalmente por Haya de la To- ese movimiento de liquidación de la feudalidad coincide con las exigen-
rre, no parece haber obtenido en ninguna otra parte de América mayores cias del crecimiento capitalista, promovido por las inversiones y los téc-
resultados. Sus prédicas confusionistas y mesiánicas, que aunque preten- nicos del imperialismo; que desaparezcan los grandes latifundios, que en
den situarse en el plano de la lucha económica, apelan en realidad parti- su lugar se constituya una economía agraria basada en lo que la demago-
cularmente a los factores raciales y sentimentales, reúnen las condiciones gia burguesa llama la «democratización» de la propiedad del suelo, que
necesarias para impresionar a la pequeña burguesía intelectual. las viejas aristocracias se vean desplazadas por una burguesía y una pe-
La formación de partidos de clase y poderosas organizaciones sindica- queña burguesía más poderosa e influyente –y por lo mismo más apta
les, con clara consciencia clasista, no se presenta destinada en esos países para garantizar la paz social–, nada de esto es contrario a los intereses del
al mismo desenvolvimiento inmediato que en Sud América. En nuestros imperialismo. En el Perú, el régimen leguiísta, aunque tímido en la prác-

128 129
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

tica ante los intereses de los latifundistas y gamonales, que en gran parte empresas, que, aunque explotan enormemente a sus empleados nacio-
le prestan su apoyo, no tiene ningún inconveniente en recurrir a la de- nales, representan siempre para esta clase un trabajo mejor remunera-
magogia, en reclamar contra la feudalidad y sus privilegios, en tronar do, es recibido y considerado favorablemente por la gente de clase me-
contra las antiguas oligarquías, en promover una distribución del suelo dia. La empresa yanqui representa mejor sueldo, posibilidad de ascen-
que hará de cada peón agrícola un pequeño propietario. De esta demago- sión, emancipación de la empleomanía del Estado, donde no hay por-
gia saca el leguiísmo, precisamente, sus mayores fuerzas. El leguiísmo no venir sino para los especuladores. Este hecho actúa, con una fuerza
se atreve a tocar la gran propiedad. Pero el movimiento natural del desa- decisiva, sobre la conciencia del pequeño burgués, en busca o en goce
rrollo capitalista –obras de irrigación, explotación de nuevas minas, etcé- de un puesto. En estos países, de pauperismo español, repetimos, la
tera– va contra los intereses y privilegios de la feudalidad. Los latifundis- situación de las clases medias no es la constatada en los países donde
tas, a medida que crecen las áreas cultivables, que surgen nuevos focos de estas clases han pasado un período de libre concurrencia, de crecimien-
trabajo, pierden su principal fuerza: la disposición absoluta e incondi- to capitalista propicio a la iniciativa y al éxito individuales, a la opre-
cional de la mano de obra. En Lambayeque, donde se efectúan actual- sión de los grandes monopolios.
mente obras de regadío, la actividad capitalista de la comisión técnica En conclusión, somos antiimperialistas porque somos marxistas, por-
que las dirige, y que preside un experto norteamericano, el ingeniero que somos revolucionarios, porque oponemos al capitalismo el socialis-
Sutton, ha entrado prontamente en conflicto con las conveniencias de los mo como sistema antagónico, llamado a sucederlo, porque en la lucha
grandes terratenientes feudales. Estos grandes terratenientes son, princi- contra los imperialismos extranjeros cumplimos nuestros deberes de soli-
palmente, azucareros. La amenaza de que se les arrebate el monopolio de daridad con las masas revolucionarias de Europa.
la tierra y el agua, y con él el medio de disponer a su antojo de la pobla-
ción de trabajadores, saca de quicio a esta gente y la empuja a una actitud Lima, 21 de mayo de 1929.
que el gobierno, aunque muy vinculado a muchos de sus elementos,
califica de subversiva o antigobiernista. Sutton tiene las características del
hombre de empresa capitalista norteamericano. Su mentalidad, su traba-
jo, chocan al espíritu feudal de los latifundistas. Sutton ha establecido,
por ejemplo, un sistema de distribución de las aguas que reposa en el
principio de que el dominio de ellas pertenece al Estado; los latifundistas
consideraban el derecho sobre las aguas anexo a su derecho sobre la tie-
rra. Según su tesis, las aguas eran suyas; eran y son propiedad absoluta
de sus fundos.

5º– ¿Y la pequeña burguesía, cuyo rol en la lucha contra el imperialis-


mo se superestima tanto, es como se dice, por razones de explotación
económica, necesariamente opuesta a la penetración imperialista? La
pequeña burguesía es, sin duda, la clase social más sensible al prestigio
de los mitos nacionalistas. Pero el hecho económico que domina la cues-
tión es el siguiente: en países de pauperismo español, donde la peque-
ña burguesía, por sus arraigados prejuicios de decencia, se resiste a la
proletarización; donde esta misma, por la miseria de los salarios, no
tiene fuerza económica para transformarla en parte en clase obrera; donde
imperan la empleomanía, el recurso al pequeño puesto del Estado, la
caza del sueldo y del puesto «decente»; el establecimiento de grandes

130 131
Defensa del disparate puro34 (1928)

Martín Adán toca en estos versos el disparate puro que es, a nuestro
parecer, una de las tres categorías sustantivas de la poesía contemporá-
nea. El disparate puro certifica la defunción del absoluto burgués. De-
nuncia la quiebra de un espíritu, de una filosofía, más que de una técni-
ca. En una época clásica, espíritu y técnica mantienen su equilibrio. En
una época revolucionaria, romántica, artistas de estirpe y contextura clá-
sica como Martín Adán no aciertan a conservarse dentro de la tradición.
Y es que entonces, formalmente, la tradición no existe sino como un
inerte conjunto de módulos secos y muertos. La verdadera tradición está
invisible, etéreamente en el trabajo de creación de un orden nuevo. El
disparate puro tiene una función revolucionaria porque cierra y extrema
un proceso de disolución. No es un orden –ni el nuevo ni el viejo–, pero
sí es el desorden, proclamado como única posibilidad artística. Y –hecho
de gran relieve psicológico– no puede sustraerse a cierto ascendiente de
los términos, símbolos y conceptos del orden nuevo. Así, Martín Adán,
obedeciendo a su sentido racionalista y clásico, traza en el paisaje un

34
Publicado en Amauta, Nº 13, marzo de 1928. Escrito por José Carlos Mariátegui para el
poema «Gira de», de Martín Adán.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

camino marxista y decide sindicar a los chopos. Otras comparaciones o


analogías no le parecerían ni lógicas, ni eficaces, ni modernas. Una ten-
dencia espontánea al orden aparece en medio de una estridente expre-
sión de desorden.
El anti-soneto35 (1928)

Ahora sí podemos creer en la defunción definitiva, evidente, irrevo-


cable del soneto. Tenemos, al fin, la prueba física, la constancia legal de
esta defunción: el anti-soneto. El soneto que no es ya soneto, sino su
negación, su revés, su crítica, su renuncia. Mientras el vanguardismo se
contentó con declarar la abolición del soneto en poemas cubistas, dadaístas
y expresionistas, esta jornada de la nueva poesía no estaba aún totalmente
vencida. No se había llegado todavía sino al derrocamiento del soneto:
faltaba su ejecución. El soneto, prisionero de la revolución, espiaba la
hora de corromper a sus guardianes; los poetas viejos, con máscara de
juventud, rondaban capciosamente en torno de su cárcel, acechando la
oportunidad de liberarlo; los propios poetas nuevos, fatigados ya del
jacobinismo del verso libre, empezaban a manifestar a ratos una tímida
nostalgia de su autoridad clásica y latina. Existía la amenaza de una res-
tauración especiosa y napoleónica: termidor de la república de las letras.
Jaime Torres Bodet, en su preciosa revista Contemporáneos, inició última-
mente una tentativa formal de regreso al soneto, reivindicado así en la

35
Publicado en Amauta, Nº 17, septiembre de 1928. Escrita por José Carlos Mariátegui a
propósito de la publicación de los poemas de Martín Adán «Itinerario de Primavera».

134 135
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

más tórrida sede de América revolucionaria. Hoy, por fortuna, Martín


Adán realiza el anti-soneto. Lo realiza, quizá, a pesar suyo, movido por
su gusto católico y su don tomista de reconciliar el dogma nuevo con el
orden clásico. Un capcioso propósito reaccionario. Lo que él nos da, sin
saberlo, no es el soneto sino el anti-soneto. No bastaba atacar al soneto de La tradición nacional36 (1927)
fuera como los vanguardistas: había que meterse dentro de él, como Mar-
tín Adán, para comerse su entraña hasta vaciarlo. Trabajo de polilla, pro-
lijo, secreto, escolástico. Martín Adán ha intentado introducir un caballo
de Troya en la nueva poesía; pero ha logrado introducirlo, más bien, en
el soneto, cuyo sitio concluye con esta maniobra, aprendida a Ulyses, no
el de Joyce sino el de Homero. Golpead ahora con los nudillos en el
soneto cual si fuera un mueble del Renacimiento; está perfectamente hueco;
es cáscara pura. Barroco, culterano, gongorino, Martín Adán salió en
busca del soneto, para descubrir el anti-soneto, como Colón en vez de las
Indias encontró en su viaje la América. Durante el tiempo que ha trabaja-
do benedictinamente en esta obra, ha paseado por Lima con un sobreto-
do algo escolástico, casi teológico, totalmente gongorino, como si expiara
la travesura de colegial de haber intercalado entre caras ortodoxas su per-
fil sefardí y su sonrisa semita y aguileña. El anti-soneto anuncia que ya la
poesía está suficientemente defendida contra el soneto: en largas pruebas Para nuestros tradicionalistas, la tradición en el Perú es, fundamental-
de laboratorio, Martín Adán ha descubierto la vacuna preventiva. El anti- mente, colonial y limeña. Su conservatismo pretende imponernos, así,
soneto es un anti-cuerpo. Sólo hay un peligro: el de que Martín Adán no una tradición más bien española que nacional. Ya he apuntado en mi
haya acabado sino con una de las dos especies del soneto: el soneto anterior artículo que siempre el tradicionalismo mutila y fracciona la tra-
alejandrino. El soneto clásico, toscano, auténtico, es el de Petrarca, el dición en el Perú y el interés clasista y político de nuestra casta feudal.
endecasílabo. Por algo, Torres Bodet lo ha preferido en su reivindicación. Mientras ha dominado en el país la mentalidad colonialista, hemos
El alejandrino es un metro decadente. Si nuestro amigo ha dejado vivo sido un pueblo que se reconocía surgido de la conquista. La conciencia
aún el soneto endecasílabo, la nueva poesía debe mantenerse alerta. Hay nacional criolla obedecía indolentemente al prejuicio de la filiación
que rematar la empresa de instalar al disparate puro en las hormas de la española. La historia del Perú empezaba con la empresa de Pizarro,
poesía clásica. fundador de Lima. El Imperio Incaico no era sentido sino como prehis-
toria. Lo autóctono estaba fuera de nuestra historia y, por ende, fuera de
nuestra tradición.
Este tradicionalismo empequeñecía a la nación, reduciéndola a la po-
blación criolla o mestiza. Pero, impotente para remediar la inferioridad
numérica de esta, no podía durar mucho.
Se puede decir del Perú lo que Waldo Frank dice de Norteamérica:
que es todavía un concepto por crear. Mas ya sabemos definitivamente,

36
Publicado en Mundial, Lima, 2 de diciembre de 1927.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

en cuanto al Perú, que este concepto no se creará sin el indio. El pasado son responsabilidades del régimen republicano, sino del régimen colo-
incaico ha entrado en nuestra historia, reivindicado no por los tradicio- nial, que su práctica –y no su doctrina– dejó subsistente. La República,
nalistas sino por los revolucionarios. En esto consiste la derrota del colo- contra lo que pretenden, artificiosa y reaccionariamente, sus retardados
nialismo, sobreviviente aún, en parte, como estado social –feudalidad, críticos, no fue un acto romántico. La justifican no sólo cien años de
gamonalismo–, pero batido para siempre como espíritu. La revolución ha experiencia nacional, sino, sobre todo, la uniformidad con que expuso a
reivindicado nuestra más antigua tradición. toda América esa forma política, el movimiento solidario de la indepen-
Y esto no tiene nada de insólito, y ni siquiera de nacional, no como dencia, que es absurdo enjuiciar separadamente del vasto y complejo
un utópico ideal de restauración romántica, sino como una reintegración movimiento liberal y capitalista del cual recibió rumbo e impulso. La
espiritual de la historia y de la patria peruanas. Reintegración profunda- monarquía constitucional representó en Europa una fórmula de transi-
mente revolucionaria en su intención y trascendencia. ción y equilibrio entre la tradición aristocrática y la revolución burguesa.
A una crítica familiarizada con las conciliaciones de la revolución y la Pero en Europa la tradición aristocrática, y en América desde la conquista
tradición, el indigenismo de los vanguardistas peruanos no le parece que condenó al ostracismo lo autóctono, esa tradición no era indígena
arbitrario. Comentando el primer número de la revista Amauta, «La Fiera sino extranjera.
Letteraria» se complacía de que su vanguardismo se armonizase con la Nada es tan estéril como el proceso a la historia, así cuando se inspira
más anciana tradición nacional. en un intransigente racionalismo, como cuando reposa en un tradiciona-
Este criterio, por otra parte, no asoma en la crítica sólo ahora. La lismo estático. Indiestro non si torna.
filosofía post-hegeliana de la historia tiende, espontánea y naturalmente, Cuando se nos habla de tradición nacional, necesitamos establecer
a la misma conciliación. Hace ya algunos años, Mario Missiroli la formu- previamente de qué tradición se trata, porque tenemos una tradición tri-
ló en términos absolutos: ple. Y porque la tradición tiene siempre un aspecto ideal –que es el fe-
cundo como fermento o impulso del progreso o superación– y un aspec-
La revolución está ya contenida en la tradición. Fuera de la tra- to empírico, que la refleja sin contenerla esencialmente. Y porque la tra-
dición no está sino la utopía. He aquí por qué Marx, injertando dición está siempre en crecimiento bajo nuestros ojos que tan frecuente-
su teoría en el gran tronco del pensamiento moderno, concebirá mente se empeñan en quererla inmóvil y acabada.
al proletariado como salido del regazo de la burguesía y, liqui-
dando toda la democracia anterior, afirmará que la lucha de
clases en vez de asesinar a la burguesía capitalista acelera su
desarrollo; y Jorge Sorel, perfeccionando la doctrina del filósofo
de Tréveris propugnará la misma solución catastrófica.

La tradición nacional se ha ensanchado con la reincorporación del


incaísmo, pero esta reincorporación no anula, a su turno, otros factores o
valores definitivamente ingresados también en nuestra existencia y per-
sonalidad como nación. Con la conquista, España, su idioma y su reli-
gión entraron perdurablemente en la historia peruana comunicándola y
articulándola con la civilización occidental. El Evangelio, como verdad o
concepción religiosa, valía ciertamente más que la mitología indígena. Y,
más tarde, con la revolución de la Independencia, la República entró
también para siempre en nuestra tradición.
El tradicionalismo, el colonialismo, no han perdonado nunca a la
República su origen y su alcance revolucionarios. Hoy este es ya un tópi-
co completamente superado. Las responsabilidades de la República no

138 139
Lo nacional y lo exótico37 (1924)

Frecuentemente se oyen voces de alerta contra la asimilación de ideas


extranjeras. Estas voces denuncian el peligro de que se difunda en el país
una ideología inadecuada a la realidad nacional. Y no son una protesta
de las supersticiones y de los prejuicios del difamado vulgo. En muchos
casos, estas voces parten del estrato intelectual.
Podrían acusar una mera tendencia proteccionista, dirigida a de-
fender los productos de la inteligencia nacional de la concurrencia
extranjera. Pero los adversarios de la ideología exótica sólo rechazan
las importaciones contrarias al interés conservador. Las importaciones
útiles a este interés no les parecen nunca malas, cualquiera que sea la
procedencia. Se trata, pues, de una simple actitud reaccionaria disfra-
zada de nacionalismo.
La tesis en cuestión se apoya en algunos frágiles lugares comunes.
Más que una tesis es un dogma. Sus sostenedores demuestran, en verdad,
muy poca imaginación. Demuestran, además, muy exiguo conocimiento
de la realidad nacional. Quieren que se legisle para el Perú, que se piense

37
Publicado en Mundial, Lima, 9 de diciembre de 1924.

141
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

y se escriba para los peruanos y que se resuelvan nacionalmente los fluyendo en los destinos hispanoamericanos. Antes y después de la revo-
problemas de la peruanidad, anhelos que suponen amenazados por las lución emancipadora, no faltó gente que creía que el Perú no estaba pre-
filtraciones del pensamiento europeo. Pero todas estas afirmaciones son parado para la independencia. Sin duda, encontraban exóticas la libertad
demasiado vagas y genéricas. No demarcan el límite de lo nacional y lo y la democracia. Pero la historia no le da la razón a esa gente negativa y
exótico. Invocan abstractamente una peruanidad que no intentan, an- escéptica, sino a la gente afirmativa, romántica, heroica, que pensó que
tes, definir. son aptos para la libertad todos lo pueblos que saben adquirirla.
Esa peruanidad, profusamente insinuada, es un mito, es una ficción. La independencia aceleró la asimilación de la cultura europea. El de-
La realidad nacional está menos desconectada, es menos independiente sarrollo del país ha dependido directamente de este proceso de asimila-
de Europa de lo que suponen nuestros nacionalistas. El Perú contempo- ción. El industrialismo, el maquinismo, todos los resortes materiales del
ráneo se mueve dentro de la órbita de la civilización occidental. La progreso nos han llegado de fuera. Hemos tomado de Europa y de Esta-
mistificada realidad nacional no es sino un segmento, una parcela de la dos Unidos todo lo que hemos podido. Cuando se ha debilitado nuestro
vasta realidad mundial. Todo lo que el Perú contemporáneo estima lo ha contacto con el extranjero, la vida nacional se ha deprimido. El Perú ha
recibido de esa civilización que no sé si los nacionalistas a ultranza califi- quedado así insertado dentro del organismo de la civilización occidental.
carán también de exótica. ¿Existe hoy una ciencia, una filosofía, una Una rápida excursión por la historia peruana nos entera de todos los
democracia, un arte, existen máquinas, instituciones, leyes, genuina y elementos extranjeros que se mezclan y combinan en nuestra formación
característicamente peruanos? ¿El idioma que hablamos y que escribi- nacional. Contrastándolos, identificándolos, no es posible insistir en aser-
mos, el idioma siquiera, es acaso un producto de la gente peruana? ciones arbitrarias sobre la peruanidad. No es dable hablar de ideas políti-
El Perú es todavía una nacionalidad en formación. Lo están constru- cas nacionales.
yendo sobre los inertes estratos indígenas, los aluviones de la civilización Tenemos el deber de no ignorar la realidad nacional; pero tenemos
occidental. La conquista española aniquiló la cultura incaica. Destruyó el también el deber de no ignorar la realidad mundial. El Perú es un frag-
Perú autóctono. Frustró la única peruanidad que ha existido. Los espa- mento de un mundo que sigue una trayectoria solidaria. Los pueblos con
ñoles extirparon del suelo y de la raza todos los elementos vivos de la más aptitud para el progreso son siempre aquellos con más aptitud para
cultura indígena. Reemplazaron la religión incásica con la religión cató- aceptar las consecuencias de su civilización y de su época. ¿Qué se pen-
lica romana. De la cultura incásica no dejaron sino vestigios muertos. Los saría de un hombre que rechazase, en el nombre de la peruanidad, el
descendientes de los conquistadores y los colonizadores constituyeron el aeroplano, el radium, el linotipo, considerándolos exóticos? Lo mismo se
cimiento del Perú actual. La independencia fue realizada por esta pobla- debe pensar del hombre que asume esa actitud ante las nuevas ideas y los
ción criolla. La idea de la libertad no brotó espontáneamente de nuestro nuevos hechos humanos.
suelo; su germen nos vino de fuera. Un acontecimiento europeo, la Re- Los viejos pueblos orientales, a pesar de las raíces milenarias de sus
volución Francesa, engendró la independencia americana. Las raíces de instituciones, no se clausuran, no se aíslan. No se sienten independientes
la gesta libertadora se alimentaron de la ideología de los Derechos del de la historia europea. Turquía, por ejemplo, no ha buscado su renova-
Hombre y de los Ciudadanos. Un artificio histórico clasifica a Túpac Amaru ción en sus tradiciones islámicas, sino en las corrientes de la ideología
como un precursor de la independencia peruana. La revolución de Túpac occidental. Mustafá Kemal ha agredido las tradiciones. Ha despedido de
Amaru la hicieron los indígenas; la revolución de la independencia la Turquía al califa y a sus mujeres. Ha creado una república de tipo euro-
hicieron los criollos. Entre ambos acontecimientos no hubo consanguini- peo. Este orientamiento revolucionario e iconoclasta no marca, natural-
dad espiritual ni ideológica. A Europa, de otro lado, no le debemos sólo mente, un período de decadencia, sino un período de renacimiento na-
la doctrina de nuestra revolución, sino también la posibilidad de actuarla. cional. La nueva Turquía, la herética Turquía de Kemal, ha sabido impo-
Conflagrada y sacudida, España no pudo, primero, oponerse válidamen- nerse, con las armas y el espíritu, el respeto de Europa. La ortodoxa
te a la libertad de sus colonias. No pudo, más tarde, intentar su recon- Turquía, la tradicionalista Turquía de los sultanes, sufría en cambio, casi
quista. Los Estados Unidos declararon su solidaridad con la libertad de la sin protesta, todos los vejámenes y todas las expoliaciones de los occiden-
América española. Acontecimientos extranjeros, en suma, siguieron in- tales. Presentemente, Turquía no repudia la teoría ni la técnica de Euro-

142 143
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

pa; pero repele los ataques de los europeos a su libertad. Su tendencia a


occidentalizarse no es una capitalización de su nacionalismo.
Así se comportan antiguas nociones poseedoras de formas políticas,
sociales y religiosas propias y fisonómicas. ¿Cómo podrá, por consi-
guiente, el Perú, que no ha cumplido aún su proceso de formación Vidas paralelas: E. D. Morel y Pedro S. Zulen38 (1925)
nacional, aislarse de las ideas y las emociones europeas? Un pueblo con
voluntad de renovación y de crecimiento no puede clausurarse. Las
relaciones internacionales de la inteligencia tienen que ser, por fuerza,
librecambistas. Ninguna idea que fructifica, ninguna idea que se acli-
mata, es una idea exótica. La propagación de una idea no es culpa ni es
mérito de sus asertores; es culpa o es mérito de la historia. No es román-
tico pretender adaptar el Perú a una realidad nueva. Más romántico es
querer negar esa realidad acusándola de concomitancias con la realidad
extranjera. Un sociólogo ilustre dijo una vez que en estos pueblos sud-
americanos falta atmósfera de ideas. Sería insensato enrarecer más esa
atmósfera con la persecución de las ideas que, actualmente, están fe-
cundando la historia humana. Y sí místicamente, gandhianamente, de-
seamos separarnos y desvincularnos de la «satánica civilización euro-
pea», como Gandhi la llama, debemos clausurar nuestros confines no
sólo a sus teorías, sino también a sus máquinas para volver a las costum- I
bres y a los ritos incásicos. Ningún nacionalista criollo aceptaría, segu-
ramente, esta extrema consecuencia de su jingoísmo. Porque ahí el na- 1. ¿Quién, entre nosotros, debería haber escrito el elogio del gran
cionalismo no brota de la tierra, no brota de la raza. El nacionalismo a profesor de idealismo E. D. Morel? Todos los que conozcan los rasgos
ultranza es la única idea efectivamente exótica y forastera que aquí se esenciales del espíritu de E. D. Morel responderán, sin duda, que Pedro
propugna. Y que, por forastera y exótica, tiene muy poca chance de S. Zulen. Cuando, hace algunos días, encontré en la prensa europea la
difundirse en el conglomerado nacional. noticia de la muerte de Morel, pensé que esta «figura de la vida mundial»
pertenecía, sobre todo, a Zulen. Y encargué a Jorge Basadre de comunicar
a Zulen que E. D. Morel había muerto. Zulen estaba mucho más cerca de
Morel que yo. Nadie podía escribir sobre Morel con más adhesión a su
personalidad ni con más emoción de su obra.

2. Hoy, esta asociación de Morel a Zulen se acentúa y se precisa en mi


conciencia. Pienso que se trata de dos vidas paralelas. No de dos parejas
sino, únicamente, de dos vidas paralelas, dentro del sentido que el con-
cepto de vidas paralelas tiene en Plutarco. Bajo los matices externos de
ambas vidas, tan lejanas en el espacio, se descubre la trama de una afini-

38
Publicado en Mundial, Lima, 6 de febrero de 1925.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

dad espiritual y de parentesco ideológico que las aproxima en el tiempo difícil, sin cuidado de sus propias simpatías, de sus amistades,
y en la historia. Ambas vidas tienen de común, en primer lugar, su pro- de su patria misma, cuando la verdad se encontraba en desacuer-
fundo idealismo. Las mueve una fe obstinada en la fuerza creadora del do con su patria. Desde este punto de vista, él es de la estirpe de
ideal y del espíritu. Las posee el sentimiento de su predestinación para todos los grandes creyentes: cristianos de los primeros tiempos,
reformadores del siglo de los combates, librepensadores de las
un apostolado humanitario y altruista. Aproxima e identifica, además, a
épocas heroicas, todos aquellos que han puesto por encima de
Zulen y Morel una honrada y proba filiación democrática. El pensamien- todo su fe en la verdad, bajo cualquier forma que ésta se les
to de Morel y de Zulen aparece análogamente nutrido de la ideología de presente, o divina, o laica, sagrada siempre.
la democracia pura.
Liberado, Morel reanuda su campaña. Mejores tiempos llegan para la
3. Enfoquemos los episodios esenciales de la biografía de Morel. Union of Democratic Control. En las elecciones de 1921, el Indepent Labour
Party opone su candidatura a la Winston Churchill, el más agresivo ca-
4. Antes de la guerra mundial, Morel ocupa ya un puesto entre los pataz del antisocialismo británico, en el distrito electoral de Dundee. Y,
hombres de vanguardia de la Gran Bretaña. Denuncia implacablemente aunque todo diferencia a Morel del tipo de político o de agitador profe-
los métodos brutales del capitalismo en África y Asia. Insurge en defensa sional, su victoria es completa. Esta victoria se repite en las elecciones de
de los pueblos coloniales. Se convierte en el asertor más vehemente de los 1923 y en las elecciones de 1924. Morel se destaca entre las más conspi-
derechos de los hombres de color. Una civilización que asesina y extorsiona cuas figuras intelectuales y morales del Labour Party. Aparece, en todo el
a los indígenas de Asia y África es para Morel una civilización criminal. Y vasto escenario mundial, como uno de los asertores más ilustres de la Paz
la voz del gran europeo no clama en el desierto. Morel logra movilizar y de la Democracia. Voces de Europa, de América y del Asia reclaman
contra el imperialismo despótico y marcial de Occidente a muchos espíri- para Morel el premio Nobel de la Paz. En ese instante, lo abate la muerte.
tus libres, a muchas conciencias independientes. El imperialismo británi-
co encuentra uno de sus más implacables jueces en este austero fautor de La muerte de E. D. Morel –escribe Paul Colin en Europe– es un
la democracia. Más tarde, trastorna e intoxica la inteligencia occidental, capítulo de nuestra vida que se acaba y uno de aquellos en los
Morel es uno de los intelectuales que se mantienen fieles a la causa de la cuales pensaremos más tarde con ferviente emoción. Él era, con
civilización. Milita activa y heroicamente en ese histórico grupo de Romain Rolland, el símbolo mismo de la Independencia del
conscientious objectors que, en plena guerra, afirma valientemente su pa- Espíritu. Su invencible optimismo, su honradez indomable, su
cifismo. Con los más puros y altos intelectuales de la Gran Bretaña – modestia calvinista, su bella intransigencia, todo concurría a
hacer a este hombre un guía, un consejero, un jefe espiritual.
Bernard Show, Bertrand Russell, Norman Angell, Israel Zangwill–, Morel
defiende los fueros de la civilización y de la inteligencia frente a la guerra
Como dice Colin, todo un capítulo de la historia del pacifismo termi-
y la barbarie. Su propaganda pacifista, como secretario de la Union of
na con E. D. Morel. Ha sido Morel uno de los últimos grandes idealistas
Democratic Control, le atrae un proceso. Sus jueces lo condenan a seis
de la democracia. Pertenece a la categoría de los hombres que,
meses de prisión en agosto de 1917. Esta condena tiene, no obstante el
heroicamente, han hecho el proceso del capitalismo europeo y de sus
silencio de la prensa, movilizada militarmente, una extensa repercusión
crímenes; pero que no han podido ni han sabido ejecutar su condena.
europea. Romain Rolland escribe en Suiza una vibrante defensa de Morel.

Por todo lo que sé de él –dice– por su actividad anterior a la


guerra, por su apostolado contra los crímenes de la civilización II
en África, por sus artículos de guerra, muy raramente reproduci-
dos en las revistas suizas y francesas, yo lo miro como un hom- Reivindiquemos para Pedro S. Zulen, ante todo, el honor y el mérito
bre de gran coraje y de fuerte fe. Siempre osó servir la verdad, de haber salvado su pensamiento y su vida de la influencia de la genera-
servirla únicamente, sin cuidado de los peligros ni de los odios
ción con la cual le tocó convivir en su juventud. El pasadismo de una
acumulados contra su persona y, lo que es mucho más raro y más

146 147
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

generación conservadora y hasta tradicionalista que, por uno de esos ca-


prichos del paradojal léxico criollo, es apodada hasta ahora generación
«colónida». Zulen se mantuvo al margen de ambas generaciones. Con las
«colónidas» lo separa absolutamente su humor austero y ascético.
La juventud de Zulen nos ofrece su primera analogía concreta con E. Esquema de una explicación de Chaplin39 (1928)
D. Morel. Zulen dirige la mirada al drama de la raza peruana. Y, con una
abnegación nobilísima, se consagra a la defensa del indígena. La Secreta-
ría de la Asociación Pro-Indígena absorbe, consume sus energías. La rei-
vindicación del indio es su ideal. A las redacciones de los diarios llegan
todos los días las denuncias de la Asociación. Pero, menos afortunado
que Morel en la Gran Bretaña, Zulen no consigue la adhesión de muchos
espíritus libres a su obra. Casi solo la continúa, sin embargo, con el mis-
mo fervor, en medio de la indiferencia de un ambiente gélido. La Asocia-
ción Pro-Indígena nos sirve para constatar la imposibilidad de resolver el
problema del indio mediante patronatos o ligas filantrópicas. Y para me-
dir el grado de insensibilidad moral de la conciencia criolla.
Perece la Asociación Pro-Indígena; pero la causa del indio tiene siem-
pre en Zulen su principal propugnador. En Jauja, a donde lo lleva su
enfermedad, Zulen estudia al indio y aprende su lengua. Madura en El tema Chaplin me parece, dentro de cualquier explicación de nues-
Zulen, lentamente, la fe en el socialismo. Y se dirige una vez a los indios tra época, no menos considerable que el tema Lloyd George o el tema
en términos que alarman y molestan a la cuadrada estupidez de los caci- Mac Donald (si le buscamos equivalentes en sólo la Gran Bretaña). Mu-
ques y funcionarios provincianos. Zulen es arrestado. Su posición frente chos han encontrado excesiva la aserción de
al problema indígena se precisa y se define más cada día. Ni la filosofía ni Henri Poulaille de que The Gold Rush («En pos del oro», «La quimera
la Universidad lo desvían, más tarde, de la más fuerte pasión de su alma. del oro» son traducciones apenas aproximadas de ese título) es la mejor
Recuerdo nuestro encuentro en el Tercer Congreso Indígena, hace un novela contemporánea. Pero –localizando siempre a Chaplin en su país–
año. El estrado y las primeras bancas de la sala de la Federación de Estu- creo que, en todo caso, la resonancia humana de The Gold Rush sobrepasa
diantes estaban ocupados por una policroma multitud indígena. En las largamente a la del Esquema de historia universal de Mr. H. G. Wells y a la
bancas de atrás, nos sentábamos los dos únicos espectadores de la Asam- del teatro de Bernard Shaw.
blea. Estos dos únicos espectadores éramos Zulen y yo. A nadie más había Este es un hecho que Wells y Shaw serían, seguramente, los primeros en
atraído este debate. Nuestro diálogo de esa noche aproximó definitiva- reconocer (Shaw exagerándolo bizarra y extremadamente, y Wells atribu-
mente nuestros espíritus. yéndolo algo melancólico a la deficiencia de la instrucción secundaria).
Y recuerdo otro encuentro más emocionado todavía: el encuentro de La imaginación de Chaplin elige, para sus obras, asuntos de categoría
Pedro S. Zulen y de Ezequiel Urviola, organizador y delegado de las no inferior al regreso de Matusalén o la reivindicación de Juana de Arco:
federaciones indígenas del Cuzco, en mi casa, hace tres meses. Zulen y el oro, el circo. Y, además, realiza sus ideas con mayor eficacia artística: el
Urviola se complacieron recíprocamente de conocerse. «El problema in- intelectualismo reglamentario de los guardianes del orden estético se es-
dígena –dijo Zulen– es el único problema del Perú». candalizará por esta proposición.
Zulen y Urviola no volvieron a verse. Ambos han muerto en el mismo
día. Ambos, el intelectual erudito y universitario y el agitador oscuro,
parecen haber tenido una misma muerte y un mismo sino.
39
Variedades, Lima, 6 y 13 de octubre de 1928; Amauta, Lima, N° 18, octubre de 1928.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

El éxito de Chaplin se explica, según sus fórmulas mentales, del mismo bohemio es la antítesis del burgués. Charlot es antiburgués por excelen-
modo que el de Alejandro Dumas o Eugenio Sué. Pero, sin recurrir a las cia. Está siempre listo para la aventura, para el cambio, para la partida.
razones de Bontempelli sobre la novela de intriga, ni suscribir su revaluación Nadie lo concibe en posesión de una libreta de ahorros. Es un pequeño
de Alejandro Dumas, este juicio simplista queda descalificado tan luego se Don Quijote, un juglar de Dios, humorista y andariego.
recuerda que el arte de Chaplin es gustado, con la misma fruición, por Era lógico, por tanto, que Chaplin sólo fuera capaz de interesarse por la
doctos y analfabetos, por literatos y por boxeadores. Cuando se habla de la empresa bohemia, romántica del capitalismo: la de los buscadores de oro.
universalidad de Chaplin, no se apela a la prueba de su popularidad. Charlot podía partir a Alaska, enrolado en la codiciosa y miserable falange
Chaplin tiene todos los sufragios: los de la mayoría y las minorías. que salía a descubrir el oro con sus manos en la montaña abrupta y nevada.
Su fama es a la vez rigurosamente aristocrática y democrática. No podía quedarse a obtenerlo, con arte capitalista, del comercio, de la
Chaplin es un verdadero tipo de élite, para todos los que no olvida- industria, de la bolsa. La única manera de imaginar a Charlot rico era esta.
mos que élite quiere decir electa. El final de The Gold Rush –que algunos hallan vulgar, porque preferirían
La búsqueda, la conquista del oro, el gold rush, ha sido el capítulo que Charlot regresara a su bohemia descamisada– es absolutamente justo y
romántico, la fase bohemia de la epopeya capitalista. La época capitalista preciso. No obedece mínimamente a razones de técnica yanqui.
comienza en el instante en que Europa renuncia a encontrar la teoría del Toda la obra está insuperablemente construida. El elemento senti-
oro para buscar sólo el oro real, el oro físico. mental, erótico, interviene en su desarrollo como medida matemática,
El descubrimiento de América está, por esto sobre todo, tan íntima y con rigurosa necesidad artística y biológica. Jim McKay encuentra a
fundamentalmente ligado a su historia (Canadá y California: grandes Charlot, su antiguo compañero de penuria y de andanza, en el instante
estaciones de su itinerario). Sin duda, la revolución capitalista fue, prin- exacto en que Charlot, en tensión amorosa, tomará con una energía
cipalmente, una revolución tecnológica: su primera gran victoria es la máxima la resolución de acompañarlo en busca de la ingente mina per-
máquina; su máxima invención, el capital financiero. Pero el capitalismo dida. Chaplin, autor, sabe que la exaltación erótica es un estado propi-
no ha conseguido nunca emanciparse del oro, a pesar de la tendencia de cio a la creación, al descubrimiento. Como Don Quijote, Charlot tiene
las fuerzas productoras a reducirlo a un símbolo. El oro no ha cesado de que enamorarse antes de emprender su temerario viaje. Enamorado ve-
insidiar su cuerpo y su alma. La literatura burguesa ha negligido, sin hemente y bizarramente enamorado, es imposible que Charlot no halle
embargo, casi totalmente este tema. En el siglo décimo nono, sólo Wagner la mina. Ninguna fuerza, ningún accidente, puede detenerlo. No im-
lo siente y lo expresa en su manera grandiosa y alegórica. La novela del portaría que Jim McKay, oscurecido su cerebro por el golpe que borró
oro aparece en nuestros días: L’Or de Blaise Cendrars, Tripes d’Or de su memoria y extravió su camino, se engañase. Charlot hallaría de to-
Crommelynk, son dos especímenes distintos pero afines de esta literatu- dos modos la mina fabulosa. Su pathos le da una fuerza suprarrenal. La
ra. The Gold Rush pertenece, también, legítimamente, a ella. Por este lado, avalancha, el vendaval, son impotentes para derrotarlo. En el borde de
el pensamiento de Chaplin y las imágenes en que se vierte nacen de una un precipicio, tendrá sobrada energía para rechazar la muerte y dar un
gran intuición actual. Es inminente la creación de una gran sátira contra volatín sobre ella. Tiene que regresar de este viaje, millonario. ¿Y quién
el oro. Tenemos ya sus anticipaciones. La obra de Chaplin aprehende podía ser, dentro de la contradicción de la vida, el compañero lógico de
algo que se agita vivamente en la subconciencia del mundo. su aventura victoriosa? ¿Quién, sino este Jim McKay, este tipo feroz,
Chaplin encarna, en el cine, al bohemio. Cualquiera que sea su dis- brutal, absoluto, de buscador de oro que, desesperado de hambre en la
fraz, imaginamos siempre a Chaplin en la traza vagabunda de Charlot. montaña, quiso un día asesinar a Charlot para comérselo? McKay tiene
Para llegar a la más honda y desnuda humanidad, al más puro y callado rigurosa, completamente, la constitución del perfecto buscador de oro.
drama, Chaplin necesita absolutamente la pobreza y el hambre de Charlot, No es excesiva ni fantástica la ferocidad que Chaplin le atribuye, famé-
la bohemia de Charlot, el romanticismo y la insolvencia de Charlot. Es lico, desesperado. McKay no podía ser el héroe cabal de esta novela si
difícil definir exactamente al bohemio. Chaplin no lo hubiese concebido resuelto, en caso extremo, a devorar a
Navarro Monzón –para quien San Francisco de Asís, Diógenes y el su compañero. La primera obligación del buscador de oro es vivir. Su
propio Jesús serían la sublimación de esta estirpe espiritual– dice que el razón es darwiniana y despiadadamente individualista.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

En esta obra, Chaplin no sólo se ha apoderado genialmente de una Chaplin proviene, según un dato en que insiste siempre su biografía,
idea artística de su época, sino que la ha expresado en términos de estric- de una familia de clowns, de artistas de circo. En todo caso, él mismo ha
ta psicología científica. The Gold Rush confirma a Freud. sido clown en su juventud. ¿Qué fuerza ha podido sustraerlo a este arte,
Desciende, en cuanto al mito, de la tetralogía wagneriana. Artística, tan consonante con su ánima de bohemio? La atracción del cinema, de
espiritualmente, excede, hoy, al teatro de Pirandello y a la novela de Hollywood, no me parece la única y ni siquiera la más decisiva. Tengo el
Proust y de Joyce. gusto de las explicaciones históricas, económicas y políticas y, aún en este
El circo es espectáculo bohemio, arte bohemio por excelencia. Por este caso, creo posible intentar una, quizá más seria que humorística.
lado, tiene su primera y más entrañable afinidad con Chaplin. El circo y El clown inglés representa el máximo grado de evolución del payaso.
el cinema, de otro lado, acusan un visible parentesco, dentro de su auto- Está lo más lejos posible de esos payasos muy viciosos, excesivos, estri-
nomía de técnica y de esencia. El circo, aunque de manera y con estilo dentes, mediterráneos, que estamos acostumbrados a encontrar en los cir-
distintos, es movimiento de imágenes como el cinema. La pantomima es cos viajeros, errantes. Es un mimo elegante, mesurado, matemático, que
el origen del arte cinematográfico, mudo por excelencia, a pesar del em- ejerce su arte con una dignidad perfectamente anglicana. A la produc-
peño de hacerlo hablar. Chaplin, precisamente, procede de la pantomi- ción de este tipo humano, la Gran Bretaña ha llegado –como a la par del
ma, o sea del circo. El cinema ha asesinado al teatro, en cuanto teatro pur sang de carrera o de caza– conforme a un darwiniano y riguroso
burgués. Contra el circo no ha podido hacer nada. Le ha quitado a Chaplin, principio de selección. La risa y el gesto del clown son una nota esencial,
artista de cinema, espíritu de circo, en que está vivo todo lo que de bohe- clásica, de la vida británica; una rueda y un movimiento de la magnífica
mio, de romántico, de nómada hay en el circo. Bontempelli ha despedido máquina del Imperio. El arte del clown es un rito; su comicidad, absolu-
sin cumplimientos al viejo teatro burgués, literario, palabrero. tamente seria. Bernard Shaw, metafísico y religioso, no es en su país otra
El viejo circo, en tanto, está vivo, ágil, idéntico. Mientras el teatro cosa que un clown que escribe. El clown no constituye un tipo, sino más
necesita reformarse, rehacerse, retornando al «misterio» medioeval, al bien una institución, tan respetable como la Cámara de los Lores. El arte
espectáculo plástico, a la técnica agonal o circense, o acercándose al cine- del clown significa el domesticamiento de la bufonería salvaje y nómada
ma con el acto sintético de la escena móvil, el circo no necesita sino del bohemio, según el gusto y las necesidades de una refinada sociedad
continuarse: en su tradición encuentra todos sus elementos de desarrollo capitalista. La Gran Bretaña ha hecho con la risa del clown de circo lo
y prosecución. mismo que con el caballo árabe: educarlo con arte capitalista y zootécnico,
La última película de Chaplin es, subconscientemente, un retorno para puritano recreo de su burguesía manchesteriana y londinense. El
sentimental al circo, a la pantomima. Tiene, espiritualmente, mucho de clown ilustra notablemente la evolución de las especies.
evasión de Hollywood. Es significativo que esto no haya estorbado sino Aparecido en una época de exacto y regular apogeo británico, ningún
favorecido una acabada realización cinematográfica. He encontrado en clown, ni aun el más genial Chaplin, habría podido desertar de su arte.
una sazonada revista de vanguardia40 reparos a El circo como obra artísti- La disciplina de la tradición, la mecánica de la costumbre, no perturba-
ca. Opino todo lo contrario. Si lo artístico, en el cinema, es sobre todo lo das ni sacudidas, habrían bastado para frenar automáticamente cualquier
cinematográfico, con El circo Chaplin ha dado como nunca en el blanco. impulso de evasión. El espíritu de la severa Inglaterra corporativa era
El circo es pura y absolutamente cinematográfico. Chaplin ha logrado, en bastante en un período de normal evolución británica, para mantener la
esta obra, expresarse sólo en imágenes. Los letreros están reducidos al fidelidad al oficio, al gremio. Pero Chaplin ha ingresado a la historia en
mínimum. Y podría habérseles suprimido totalmente, sin que el especta- un instante en que el eje del capitalismo se desplazaba sordamente de la
dor se hubiese explicado menos la comedia. Gran Bretaña a Norteamérica. El desequilibrio de la maquinaria británica
registrado tempranamente por su espíritu ultrasensible ha operado sobre
sus ímpetus centrífugos y secesionistas. Su genio ha sentido la atracción
de la nueva metrópoli del capitalismo. La libra esterlina bajo el dólar, la
crisis de la industria carbonera, el paro en los telares de Manchester, la
40
Pulso, Buenos Aires, Director: Alberto Hidalgo (Nota del autor). agitación autonomista de las colonias, la nota de Eugenio Chen sobre

152 153
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

Hankow, todos estos síntomas de un aflojamiento de la potencia británi-


ca, han sido presentidos por Chaplin –receptor alerta de los más secretos
mensajes de la época–, cuando de una ruptura del equilibrio interno del
clown nació Charlot, el artista de cinema. La gravitación de los Estados
Unidos, en veloz crecimiento capitalista, no podía dejar de arrancar a Arte, revolución y decadencia41 (1926)
Chaplin a un sino de clown que se habría cumplido normalmente hasta
el fin, sin una serie de fallas en las corrientes de alta tensión de la historia
británica. ¡Qué distinto habría sido el destino de Chaplin en la época
victoriana, aunque ya entonces el cinema y Hollywood hubiesen encen-
dido sus reflectores!
Pero Estados Unidos no se ha asimilado espiritualmente a Chaplin.
La tragedia de Chaplin, el humorismo de Chaplin, obtienen su intensi-
dad de un íntimo conflicto entre el artista y Norteamérica. La salud, la
energía, el élan de Norte América retienen y excitan al artista; pero su
puerilidad burguesa, su prosaísmo arribista, repugnan al bohemio, ro-
mántico en el fondo. Norteamérica, a su vez, no ama a Chaplin. Los
gerentes de Hollywood, como bien se sabe, lo estiman subversivo, anta-
gónico. Norteamérica siente que en Chaplin existe algo que le escapa.
Chaplin estará siempre sindicado de bolchevismo, entre los neo-cuáque-
ros de las finanzas y la industria yanquis. Conviene apresurar la liquidación de un equívoco que desorienta a
De esta contradicción, de este contraste, se alimenta uno de los más algunos artistas jóvenes. Hace falta establecer, rectificando ciertas defini-
grandes y puros fenómenos artísticos contemporáneos. El cinema con- ciones presurosas, que no todo el arte nuevo es revolucionario, ni es
siente a Chaplin asistir a la humanidad en su lucha contra el dolor con tampoco verdaderamente nuevo. En el mundo contemporáneo coexisten
una extensión y simultaneidad que ningún artista alcanzó jamás. La dos almas, las de la revolución y la decadencia. Sólo la presencia de la
imagen de este bohemio trágicamente cómico es un cuotidiano viático primera confiere a un poema o un cuadro valor de arte nuevo.
de alegría para los cinco continentes. El arte logra, con Chaplin, el No podemos aceptar como nuevo un arte que no nos trae sino una
máximo de su función hedonística y libertadora. Chaplin alivia, con su nueva técnica. Eso sería recrearse en el más falaz de los espejismos actua-
sonrisa y su traza dolidas, la tristeza del mundo. Y concurre a la misera- les. Ninguna estética puede rebajar el trabajo artístico a una cuestión de
ble felicidad de los hombres, más que ninguno de sus estadistas, filóso- técnica. La técnica nueva debe corresponder a un espíritu nuevo tam-
fos, industriales y artistas. bién. Si no, lo único que cambia es el paramento, el decorado. Y una
revolución artística no se contenta de conquistas formales.
La distinción entre las dos categorías coetáneas de artistas no es fácil.
La decadencia y la revolución, así como coexisten en el mismo mundo,
coexisten también en los mismos individuos. La conciencia de arte es el
circo agonal de una lucha entre los dos espíritus. La comprensión de esta

41
Amauta, Lima, 3 de noviembre de 1926.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

lucha, a veces, casi siempre, escapa al propio artista. Pero finalmente uno antigua y caduca en sus razones y motivos que yo no la concebiría en un
de los espíritus prevalece. El otro queda estrangulado en la arena. poeta ultraísta, si creyese a los poetas ultraístas en grado de discurrir
La decadencia de la civilización capitalista se refleja en la atomiza- sobre política, economía y religión. Si política es para Huidobro, exclusi-
ción, en la disolución de su arte. El arte, en esta crisis, ha perdido ante vamente, la del Palais Bourbon42, claro está que podemos reconocerle a su
todo su unidad esencial. Cada uno de sus principios, cada uno de sus arte toda la autonomía que quiera. Pero el caso es que la política, para los
elementos ha reivindicado su autonomía. Secesión es su término más que la sentimos elevada a la categoría de una religión, como dice Unamuno,
característico. Las escuelas se multiplican hasta lo infinito porque no operan es la trama misma de la historia. En las épocas clásicas, o de plenitud de
sino fuerzas centrífugas. un orden, la política puede ser sólo administración y parlamento; en las
Pero esta anarquía, en la cual muere, irreparablemente escindido y épocas románticas o de crisis de un orden, la política ocupa el primer
disgregado, el espíritu del arte burgués, preludia y prepara un orden plano de la vida.
nuevo. Es la transición del tramonto al alba. En esta crisis se elaboran Así lo proclaman, con su conducta, Louis Aragón, André Breton y sus
dispersamente los elementos del arte del porvenir. El cubismo, el dadaís- compañeros de la revolución suprarrealista –los mejores espíritus de la
mo, el expresionismo, etcétera, al mismo tiempo que acusan una crisis, vanguardia francesa– marchando hacia el comunismo. Drieu La Rochelle,
anuncian una reconstrucción. Aisladamente, cada movimiento no trae que cuando escribió Mesure de la Francey Plainté contre inconnu estaba
una fórmula; pero todos concurren –aportando un elemento, un valor, tan cerca de ese estado de ánimo, no ha podido seguirlos; pero, como
un principio–, a su elaboración. tampoco ha podido escapar a la política, se ha declarado vagamente fas-
El sentido revolucionario de las escuelas o tendencias contemporá- cista y claramente reaccionario.
neas no está en la creación de una técnica nueva. No está tampoco en la Ortega y Gasset es responsable, en el mundo hispano, de una parte de
destrucción de la técnica vieja. Está en el repudio, en el desahucio, en la este equívoco sobre el arte nuevo. Su mirada, así como no distinguió
befa del absoluto burgués. El arte se nutre siempre, conscientemente o escuelas ni tendencias, no distinguió, al menos en el arte moderno, los
no –esto es lo de menos– del absoluto de su época. El artista contempo- elementos de revolución de los elementos de decadencia.
ráneo, en la mayoría de los casos, lleva vacía el alma. La literatura de la El autor de La deshumanización del arte no nos dio una definición del
decadencia es una literatura sin absoluto. Pero así sólo se puede hacer arte nuevo. Pero tomó como rasgos de una revolución los que correspon-
unos cuantos pasos. El hombre no puede marchar sin una fe, porque no den típicamente a una decadencia. Esto lo condujo a pretender, entre
tener fe es patiner sur place. El artista que más exasperadamente escépti- otras cosas, que «la nueva inspiración es siempre, indefectiblemente, cós-
co y nihilista se confiesa es, generalmente, el que tiene más desesperada mica». Su cuadro sintomatológico, en general, es justo; pero su diagnós-
necesidad de un mito. tico es incompleto y equivocado.
Los futuristas rusos se han adherido al comunismo: los futuristas ita- No basta el procedimiento. No basta la técnica. Paul Morand, a pesar
lianos se han adherido al fascismo. ¿Se quiere mejor demostración histó- de sus imágenes y de su modernidad, es un producto de decadencia. Se
rica de que los artistas no pueden sustraerse a la gravitación política? respira en su literatura una atmósfera de disolución. Jean Cocteau, des-
Massimo Bontempelli dice que en 1920 se sintió casi comunista y en pués de haber coqueteado un tiempo con el dadaísmo, no sale ahora con
1923, el año de la marcha a Roma, se sintió casi fascista. Ahora parece su rappel a l’ordre.43
fascista del todo. Muchos se han burlado de Bontempelli por esta confe- Conviene esclarecer la cuestión, hasta desvanecer el último equívoco.
sión. Yo lo defiendo: lo encuentro sincero. El alma vacía del pobre La empresa es difícil. Cuesta trabajo entenderse sobre muchos puntos. Es
Bontempelli tenía que adoptar y aceptar el Mito que colocó en su ara
Mussolini. (Los vanguardistas italianos están convencidos de que el fas-
cismo es la Revolución).
Cesar Vallejo escribe que, mientras Haya de la Torre piensa que la 42
Nombre del palacio donde se reúne, actualmente, la Cámara de Diputados de Francia
Divina Comedia y el Quijote tienen un substrato político, Vicente Huidobro (Nota de OC).
pretende que el arte es independiente de la política. Esta aserción es tan 43
Llamado al orden (Nota de OC).

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

frecuente la presencia de reflejos de la decadencia en el arte de vanguar-


dia, hasta cuando, superando el subjetivismo, que a veces lo enferma, se
propone metas realmente revolucionarias. Hidalgo, ubicando a Lenin en
un poema de varias dimensiones, dice que los «senos salomé» y la «pelu-
ca a la garçonne» son los primeros pasos hacia la socialización de la mujer. Heterodoxia de la tradición44 (1927)
Y de esto no hay que sorprenderse. Existen poetas que creen que el jazzband
es un heraldo de la revolución.
Por fortuna quedan en el mundo artistas como Bernard Shaw, capa-
ces de comprender que el «arte no ha sido nunca grande cuando no ha
facilitado una iconografía para una religión viva; y nunca ha sido com-
pletamente despreciable, sino cuando ha imitado la iconografía, des-
pués de que la religión se había vuelto una superstición». Este último
camino parece ser el que varios artistas nuevos han tomado en la litera-
tura francesa y en otras. El porvenir se reirá de la bienaventurada estu-
pidez con que algunos críticos de su tiempo los llamaron «nuevos» y
hasta «revolucionarios».

He escrito al final de mi artículo «La reivindicación de Jorge Manrique»:


Con su poesía tiene que ver la tradición, pero no los tradicionalistas.
Porque la tradición es, contra lo que desean los tradicionalistas, viva y
móvil. La crean los que la niegan para renovarla y enriquecerla. La matan
los que la quieren muerta y fija, prolongación de un pasado en un pre-
sente sin fuerzas, para incorporar en ella su espíritu y para meter en ella
su sangre.
Estas palabras merecen ser solícitamente recalcadas y explicadas. Des-
de que las he escrito, me siento convidado a estrenar una tesis revolucio-
naria de la tradición. Hablo, claro está, de la tradición entendida como
patrimonio y continuidad histórica.
¿Es cierto que los revolucionarios la reniegan y la repudian en blo-
que? Esto es lo que pretenden quienes se contentan con la gratuita fór-
mula: revolucionarios iconoclastas. Pero, ¿no son más que iconoclastas
los revolucionarios? Cuando Marinetti invitaba a Italia a vender sus mu-
seos y sus monumentos, quería sólo afirmar la potencia creadora de su
patria, demasiado oprimida por el peso de un pasado abrumadoramente

44
Mundial, Lima, 25 de noviembre de 1927; OC, v. 11, pp. 117-120; MT, t. I, pp. 324-326.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

glorioso. Habría sido absurdo tomar al pie de la letra su vehemente extre- miento social de Francia son sus familias campesinas, su artesanado labo-
mismo. Toda doctrina revolucionaria actúa sobre la realidad por medio rioso. Está averiguado el papel de los descamisados en el período culmi-
de negaciones intransigentes que no es posible comprender sino inter- nante de la revolución burguesa. De manera que, si en la praxis del socia-
pretándolas en su papel dialéctico. lismo francés entrara la declamación nacionalista, el proletariado de Francia
Los verdaderos revolucionarios no proceden nunca como si la histo- podría también descubrirle a su país, sin demasiada fatiga, una cuantiosa
ria empezara con ellos. Saben que representan fuerzas históricas, cuya tradición obrera.
realidad no les permite complacerse con la ultraísta ilusión verbal de Lo que esto nos revela es que la tradición aparece particularmente
inaugurar todas las cosas. Marx extrajo del estudio completo de la econo- invocada, y aún ficticiamente acaparada, por los menos aptos para recrearla.
mía burguesa sus principios de política socialista. Toda la experiencia De lo cual nadie debe asombrarse. El pasadista tiene siempre el paradóji-
industrial y financiera del capitalismo está en su doctrina anticapitalista. co destino de entender el pasado muy inferiormente al futurista. La fa-
Proudhon, de quien todos conocen la frase iconoclasta, mas no la obra cultad de pensar la historia y la facultad de hacerla o crearla se identifi-
prolija, cimentó sus ideales en un arduo análisis de las instituciones y can. El revolucionario tiene del pasado una imagen un poco subjetiva
costumbres sociales, examinando de sus raíces hasta el suelo y el aire de acaso, pero animada y viviente, mientras que el pasadista es incapaz de
que se nutrieron. Y Sorel, en quien Marx y Proudhon se reconcilian, se representárselo en su inquietud y su fluencia. Quien no puede imaginar
mostró profundamente preocupado no sólo de la formación de la con- el futuro tampoco puede, por lo general, imaginar el pasado.
ciencia jurídica del proletariado, sino de la influencia de la organización No existe, pues, un conflicto real entre el revolucionario y la tradi-
familiar y de sus estímulos morales, así en el mecanismo de la producción ción, sino para los que conciben la tradición como un museo o una mo-
como en el entero equilibrio social. mia. El conflicto es efectivo sólo con el tradicionalismo. Los revoluciona-
No hay que identificar la tradición con los tradicionalistas. El rios encarnan la voluntad de la sociedad de no petrificarse en un estadio,
tradicionismo –no me refiero a la doctrina filosófica, sino a una actitud de no inmovilizarse en una actitud. A veces la sociedad pierde esta vo-
política o sentimental que se resuelve invariablemente en mero luntad creadora, paralizada por una sensación de acabamiento o desen-
conservantismo– es, en verdad, el mayor enemigo de la tradición. Por- canto. Pero entonces se constata, inexorablemente, su envejecimiento y
que se obstina interesadamente en definirla como un conjunto de reli- su decadencia.
quias inertes y símbolos extintos. Y en compendiarla en una receta es- La tradición de esta época, la están haciendo los que parecen a veces
cueta y única. negar, iconoclastas, toda tradición. De ellos es, por lo menos, la parte
La tradición, en tanto, se caracteriza precisamente por su resistencia a activa. Sin ellos, la sociedad acusaría el abandono o la abdicación de la
dejarse aprehender en una fórmula hermética. Como resultado de una voluntad de vivir renovándose y superándose incesantemente.
serie de experiencias –esto es, de sucesivas transformaciones de la reali- Maurice Barrés legó a sus discípulos una definición algo fúnebre de la
dad bajo la acción de un ideal que la supera consultándola y la modela patria: «La Patria es la tierra de los muertos». Barrés mismo era un hom-
obedeciéndola–, la tradición es heterogénea y contradictoria en sus com- bre de aire fúnebre y mortuorio, que, según Valle Inclán, semejaba física-
ponentes. Para reducirla a un concepto único, es preciso contentarse con mente un cuervo mojado. Pero las generaciones post-bélicas están frente
su esencia, renunciando a sus diversas cristalizaciones. al dilema de enterrar con los despojos de Barrés su pensamiento de paysan
Los monarquistas franceses construyen toda su doctrina sobre la creencia solitario dominado por el culto excesivo del suelo y de sus difuntos o de
de que la tradición de Francia es fundamentalmente aristocrática y mo- resignarse a ser enterradas ellas mismas después de haber sobrevivido sin
nárquica, idea concebible únicamente por gentes enteramente hipnotiza- un pensamiento propio nutrido de su sangre y de su esperanza. Idéntica
das por la imagen de la Francia de Carlo Magno. René Johannet, reaccio- es su situación ante el tradicionalismo.
nario también, pero de otra estirpe, sostiene que la tradición de Francia
es absolutamente burguesa y que la nobleza, en la que depositan su recal-
citrante esperanza Maurras y sus amigos, está descartada como clase diri-
gente desde que, para subsistir, ha tenido que aburguesarse. Pero el ci-

160 161
Principios programáticos
del Partido Socialista45 (1928)

El programa debe ser una declaración doctrinal que afirme:

1. El carácter internacional de la economía contemporánea que no


consiente a ningún país evadirse de las corrientes de transformación sur-
gidas de las actuales condiciones de producción.

2. El carácter internacional del movimiento revolucionario del proleta-


riado. El Partido socialista adapta su praxis a las circunstancias concretas
del país, pero obedece a una amplia visión de clase, y las mismas circuns-
tancias nacionales están subordinadas al ritmo de la historia mundial. La
revolución de la independencia hace más de un siglo fue un movimiento
solidario de todos los pueblos subyugados por España; la revolución socia-
lista es un movimiento mancomunado de todos los pueblos oprimidos por
el capitalismo. Si la revolución liberal, nacionalista por sus principios, no
pudo ser actuada sin una estrecha unión entre los países sudamericanos,
fácil es comprender la ley histórica que, en una época más acentuada de
interdependencia y vinculación de las naciones, impone que la revolución
social, internacionalista en sus principios, se opere con una coordinación

45
Octubre de 1928.

163
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

mucho más disciplinada e intensa de los partidos proletarios. El manifiesto ción socialista de la cuestión agraria, solución que tolerará en parte la
de Marx y Engels condensó el primer principio de la revolución proletaria explotación de la tierra por los pequeños agricultores, ahí donde el
en la frase histórica: «¡Proletarios de todos los países, uníos!». yanaconazgo o la pequeña propiedad recomienden dejar a la gestión in-
dividual, en tanto que se avanza en la gestión colectiva de la agricultura,
3. El agudizamiento de las contradicciones de la economía capitalista. las zonas donde ese género de explotación prevalece. Pero esto, lo mismo
El capitalismo se desarrolla en un pueblo semifeudal como el nuestro; en que el estímulo que se presta al libre resurgimiento del pueblo indígena,
instantes en que, llegado a la etapa de los monopolios y del imperialismo, a la manifestación creadora de sus fuerzas y espíritu nativo, no significa
toda la ideología liberal, correspondiente a la etapa de la libre concurren- en lo absoluto una romántica y antihistórica tendencia de construcción o
cia, ha cesado de ser válida. El imperialismo no consiente a ninguno de resurrección del socialismo incaico, que correspondió a condiciones his-
estos pueblos semi-coloniales, que explota como mercados de su capital y tóricas completamente superadas y del cual sólo quedan como factor apro-
sus mercancías y como depósitos de materias primas, un programa eco- vechable, dentro de una técnica de producción perfectamente científica,
nómico de nacionalización e industrialismo; los obliga a la especializa- los hábitos de cooperación y socialismo de los campesinos indígenas. El
ción, a la monocultura (petróleo, cobre, azúcar, algodón, en el Perú), socialismo presupone la técnica, la ciencia, la etapa capitalista, y no pue-
sufriendo una permanente crisis de artículos manufacturados, crisis que de importar el menor retroceso en la adquisición de las conquistas de la
se deriva de esta rígida determinación de la producción nacional, por civilización moderna, sino, por el contrario, la máxima y metódica acele-
factores del mercado mundial capitalista. ración de la incorporación de estas conquistas en la vida nacional.

4. El capitalismo se encuentra en su estadio imperialista. Es el capita- 7. Sólo el socialismo puede resolver el problema de una educación
lismo de los monopolios, del capital financiero, de las guerras imperialistas efectivamente democrática e igualitaria, en virtud de la cual cada miembro
por el acaparamiento de los mercados y de las fuentes de materias brutas. de la sociedad reciba toda la instrucción a que su capacidad le dé dere-
La praxis del socialismo marxista en este período es la del marxismo- cho. El régimen educacional socialista es el único que puede aplicar
leninismo. El marxismo-leninismo es el método revolucionario de la eta- plena y sistemáticamente los principios de la escuela única, de la escue-
pa del imperialismo, y de los monopolios. El Partido socialista del Perú la del trabajo, de las comunidades escolares y, en general, de todos los
lo adopta como método de lucha. ideales de la pedagogía revolucionaria contemporánea, incompatible
con los privilegios de la escuela capitalista, que condena a las clases
5. La economía pre-capitalista del Perú republicano que, por la au- pobres a la inferioridad cultural y hace de la instrucción superior el
sencia de una clase burguesa vigorosa y por las condiciones nacionales monopolio de la riqueza.
e internacionales que han determinado el lento avance del país por la
vía capitalista, no puede liberarse bajo el régimen burgués, enfeudado a 8. Cumplida su etapa democrático-burguesa, la revolución deviene,
los intereses capitalistas, coludido con la feudalidad gamonalista y cle- en sus objetivos y su doctrina, revolución proletaria. El partido del pro-
rical, de las taras y rezagos de la feudalidad colonial. El destino colo- letariado, capacitado por la lucha para el ejercicio del poder y el desarro-
nial del país reanuda su proceso. La emancipación de la economía del llo de su propio programa, realiza en esta etapa las tareas de la organiza-
país es posible únicamente por la acción de las masas proletarias, soli- ción y defensa del orden socialista.
darias con la lucha antiimperialista mundial. Sólo la acción proletaria
puede estimular primero y realizar después las tareas de la revolución 9. El Partido socialista del Perú es la vanguardia del proletariado, la
democrático-burguesa que el régimen burgués es incompetente para fuerza política que asume la tarea de su orientación y dirección en la
desarrollar y cumplir. lucha por la realización de sus ideales de clase.
Anexos al programa, se publicarán proyectos de tesis sobre la cuestión
6. El socialismo encuentra, lo mismo en la subsistencia de las comuni- indígena, la situación económica, la lucha antiimperialista, que, después
dades que en las grandes empresas agrícolas, los elementos de una solu- del debate de las secciones y de las enmiendas que en su texto introduzca

164 165
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

el Comité Central, quedarán definitivamente formuladas en el Primer terreno más de tres años consecutivos, a obtener la adjudicación
Congreso del Partido. definitiva del uso de sus parcelas, mediante anualidades no supe-
Desde el manifiesto, el Partido dirigirá un llamamiento a todos sus riores al 60% del canon actual de arrendamiento.
adherentes, a las masas trabajadoras, para trabajar por las siguientes rei- - Rebaja al menos en un 50% de este canon para todos los que con-
vindicaciones inmediatas: tinúen en su condición de aparceros o arrendatarios.
- Reconocimiento amplio de la libertad de asociación, reunión y - Adjudicación a las cooperativas y a los campesinos pobres de las
prensa obreras. tierras ganadas al cultivo por las obras agrícolas de irrigación.
- Reconocimiento del derecho de huelga para todos los trabajado- - Mantenimiento, en todas partes, de los derechos reconocidos a los
res. Abolición de la conscripción vial. empleados por la ley respectiva.
- Sustitución de la ley de la vagancia por los artículos que conside- - Reglamentación, por una comisión paritaria, de los derechos de
raban específicamente la cuestión de la vagancia en el anteproyec- jubilación en forma que no implique el menor menoscabo de los
to del Código Penal puesto en vigor por el Estado, con la sola establecidos por la ley.
excepción de esos artículos incompatibles con el espíritu y el crite- - Implantación del salario y del sueldo mínimo.
rio penal de la ley especial. - Ratificación de la libertad de cultos y enseñanza religiosa al menos
- Establecimiento de los Seguros Sociales y de la Asistencia Social en los términos del artículo constitucional y consiguiente deroga-
del Estado. toria del último decreto contra las iglesias no católicas. Gratuidad
- Cumplimiento de las leyes de accidentes de trabajo, de protección de la enseñanza en todos sus grados.
del trabajo de las mujeres y menores, de las jornadas de ocho horas
en las faenas de la agricultura. Estas son las principales reivindicaciones por las cuales el Partido
- Asimilación del paludismo en los valles de la costa a la condición socialista luchará de inmediato. Todas ellas responden a perentorias exi-
de enfermedad profesional con las consiguientes responsabilida- gencias de la emancipación material e intelectual de las masas. Todas ellas
des de asistencia para el hacendado. tienen que ser activamente sostenidas por el proletariado y por los ele-
- Establecimiento de la jornada de siete horas en las minas y en mentos conscientes de la clase media.
105 trabajos insalubres, peligrosos y nocivos para la salud de los La Libertad del Partido para actuar públicamente, al amparo de la
trabajadores. constitución y de las garantías que esta acuerda a los ciudadanos para
- Obligación de las empresas mineras y petroleras de reconocer a sus crear y difundir sin restricciones su prensa, para realizar sus congresos y
trabajadores de modo permanente y efectivo, todos los derechos debates, es un derecho reivindicado por e1 acto mismo de la fundación
que le garantizan las leyes del país. pública de esta agrupación.
- Aumento de los salarios en la industria, la agricultura, las minas, Los grupos estrechamente ligados que se dirigen hoy al pueblo por
los transportes marítimos y terrestres y las islas guaneras, en pro- medio de este manifiesto asumen resueltamente, con la conciencia de un
porción con el costo de vida y con el derecho de los trabajadores a deber y una responsabilidad históricos, la misión de defender y propagar
un tenor de vida más elevado. sus principios y mantener y acrecentar su Organización, a costa de cual-
- Abolición efectiva de todo trabajo forzado o gratuito, y abolición o quier sacrificio. Y las masas trabajadoras de la ciudad, el campo y las minas
punición del régimen semi-esclavista en la montaña. y el campesinado indígena, cuyos intereses y aspiraciones representamos
- Dotación a las comunidades de tierras de latifundios para la en la lucha política, sabrán apropiarse de estas reivindicaciones y de esta
distribución entre sus miembros en proporción suficiente a sus doctrina, combatir perseverante y esforzadamente por ellas y encontrar, a
necesidades. través de esta lucha, la vía que conduce a la victoria final del socialismo.
- Expropiación, sin indemnización, a favor de las comunidades, de ¡Viva la clase obrera del Perú!
todos los fundos de los conventos y congregaciones religiosas. ¡Viva el proletariado mundial!
- Derecho de los yanaconas, arrendatarios, etcétera, que trabajen un ¡Viva la revolución social!

166 167
El porvenir de las cooperativas46 (1928)

Cuando se discurre entre nosotros sobre la necesidad de fomentar el


establecimiento de cooperativas de consumo, se prescinde con frecuencia
de los principios económicos que rigen universalmente el desarrollo de
la cooperación. Se suele considerar a las cooperativas como empresas pri-
vadas que pueden surgir del esfuerzo personal, aunque no esté articula-
do con una masa organizada de consumidores y se desenvuelva dentro
de un medio individualista e inorgánico. La cooperación es, sin embar-
go, un método económico que, hasta por la palabra que lo designa, no
debería prestarse a confusiones. Es evidente que sin cooperadores no hay
cooperación. Y a estos cooperadores no es posible asociarlos con el exclu-
sivo objeto de constituir una cooperativa, sin algún vínculo previo de
comunidad. La cooperativa nace generalmente del sindicato. No necesi-
ta, como la empresa privada que afronta los riesgos de la libre concurren-
cia, adquirir poco a poco una clientela de consumidores. Su seguridad
comercial, reposa precisamente en la masa de sus asociados. Las utilida-
des que garantizan el consumo de estos le bastan para subsistir.

46
Publicado en Mundial, Lima, 16 de marzo de 1928. Reproducido en Amauta, Nº 13, Año III,
marzo de 1928, en la sección «La Vida Económica», pp. 38 y 39, con el título «Cooperativas».

169
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

La ciencia económica tiene esclarecidas desde hace ya tiempo las leyes (El gran maestro del sindicalismo revolucionario no subestima, por esto,
de la cooperación. En nuestras universidades y colegios, se estudia eco- la función de las cooperativas. Reconoce ampliamente que son campos
nomía conforme con los textos de Charles Gide, quien justamente se de experiencia muy interesantes y que «nos enseñan cuáles son los ser-
caracteriza por su recalcitrante cooperativismo. Y los experimentos de vicios de aprovisionamiento que es posible socializar con provecho y
cooperación que han prosperado entre nosotros confirman objetiva y con- cómo puede ser operada esta socialización»). El sindicato mismo tiene
cretamente el principio de que la cooperativa de consumo encuentra las su origen en la lucha de clases; pero no funciona ordinariamente como
condiciones propias de su desarrollo únicamente en las masas o conjun- un órgano de conciliación y compromiso. Henri de Man está en lo
tos de trabajadores o empleados, susceptibles de asociación. cierto cuando en su reciente libro –tan vulnerable bajo otros aspectos–
No hay razón para engañarse respecto de las causas por las cuales no observa que el sindicato mantiene en el obrero sentimientos que le ha-
se ha extendido ni acreditado más la cooperación en nuestro país. Un cen aceptar el taller y el trabajo en condiciones que, sin los estímulos
cooperativismo incipiente está en estricta correspondencia con un sindi- morales de la asociación, acabarían por parecerle intolerables.
calismo embrionario. El sindicato precede, regularmente, a la cooperati-
va, porque una categoría o un grupo de trabajadores se asocia para la Este movimiento sindical –escribe De Man– al que los patronos
defensa de sus más elementales intereses económicos, antes que para su acusan de fomentar la repugnancia al trabajo y que es, en gran
abastecimiento de comestibles, ropa y vajilla. El cooperativismo es, típi- parte, la consecuencia de esta enfermedad, contribuye eficaz-
camente, una de las creaciones de la economía capitalista, aunque en la mente a sostener o crear las condiciones que pueden favorecer
el placer al trabajo. Tal es la labor que realizan los sindicatos,
generalidad de los casos aparezca inspirado en una orientación socialista,
luchando por el aumento del salario y la reducción de la jorna-
o, más exactamente, prepare los elementos de una socialización. da. De este modo protegen al obrero contra la miseria y la fatiga
El movimiento guildista –culminación del cooperativismo– no ha- y le permiten ver en el trabajo otra cosa que una servidumbre
bría sido posible en la Gran Bretaña sin las bases que espontáneamente abominable. Le dan la conciencia de su humana dignidad sin la
le ofrecía el movimiento trade-unionista. Y lo mismo se puede decir de cual todo trabajo no es más que esclavitud.
todos los países donde el cooperativismo ha alcanzado un grado nota-
ble de prosperidad. En todos esos países, ha sido la asociación gremial, En el Perú el desarrollo de las cooperativas no puede dejar de estar
y no ningún sedicente comité «laborista», el moto de la cooperación. subordinado, conforme a las enseñanzas de la teoría y la práctica econó-
«Los actuales sindicatos obreros –escribe un autorizado guildista– cons- micas, ni al desenvolvimiento de la acción sindical, ni a los factores gene-
tituyen las bases naturales de las guildas». La guilda supera a la coope- rales de nuestro proceso económico. Pero, con todo, es el Perú uno de los
rativa tanto por estar concebida sobre un plan nacional, en vez de un países de la América Latina donde la cooperación encuentra elementos
plan local, como por mirar a la socialización de una industria entera; más espontáneos y peculiares de arraigo. Las comunidades indígenas re-
pero, por esto mismo, permite apreciar con la mayor exactitud posible únen la mayor cantidad posible de aptitudes morales y materiales para
el grado de solidaridad entre cooperativismo y sindicalismo. En la me- transformarse en cooperativas de producción y de consumo. Castro Pozo
dida en que en un país se estorba el avance del sindicalismo, se entraba ha estudiado con acierto esta capacidad de las «comunidades», en las
también el progreso de la cooperación. Lo que no significa que –como cuales reside, indudablemente, contra el interesado escepticismo de al-
suponen los cooperativistas de ultranza-– la cooperativa conduzca es- gunos, un elemento activo y vital de realizaciones socialistas.
pontáneamente al socialismo con la misma o mayor certidumbre que el Mientras en ciudades, lo mismo que en los centros agrícolas del
sindicato. La cooperativa, dentro de un régimen de libre concurrencia, país, falta aún la base incial o trade-unionista sobre la cual pueden
y aun con cierto favor del Estado, no es contraria, sino por el contrario reposar las cooperativas de consumo, en los centros indígenas campesi-
útil a las empresas capitalistas. Jorge Sorel las considera «excelentes nos y las tradiciones comunitarias ofrecen los elementos de un coopera-
auxiliares del capitalismo, puesto que consienten a este comerciar di- tivismo integral.
rectamente con la clientela y poder aprovechar de todo el aumento de
consumo que corresponde normalmente a una reducción de precios».

170 171
Los ideólogos de la reacción47 (1927)

El hecho reaccionario –como tuve ocasión de apuntarlo a propósito


de la adhesión de Maeztua a la dictadura de su patria– ha precedido a la
idea reaccionaria.48 Tenemos ahora una abundante filosofía de la reac-
ción; pero para su tranquilo florecimiento ha sido necesaria, previamen-
te, la reacción misma. No pretendo que antes de la crisis de la democracia
y del liberalismo faltasen intelectuales reaccionarios, sino que sus tesis,
desarticuladas y fragmentarias, tenían el carácter de una protesta román-
tica, o de una crisis pesimista de instituciones y principios democráticos,
mas no el de sistema o doctrina afirmativa y beligerante que ha adquirido
después de la marcha fascista de Roma. La actitud general de la inteligen-
cia fue, hasta la paz, de más o menos ortodoxa aceptación de las ideas del
progreso y la democracia. El pensamiento reaccionario se contentaba con
una especulación teórica, casi siempre negativa y en muchos casos litera-
ria. Ahora sale de su clausura, gana muchas adhesiones intelectuales,
causa gran estrago en la conciencia asustada y abdicante de la democracia

47
Publicado en Variedades, 29 de octubre de 1927.
48
Se refiere al ensayo «Maeztu, ayer y hoy», incluido en El ama matinal, Lima, Amauta, 1964,
pp. 215-521. La dictadura a la que alude es la de Primo de Rivera.

173
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

y se arroga la representación espiritual de la civilización de Occidente, parlamentaria y republicana, se ha contentado con llegar a la antesala de
mal defendida, es cierto, por sus ideólogos liberales, en cuyas filas parece la dictadura, no puede producir, a pesar de la prestancia de sus ingenios,
haber cundido el escepticismo y el desencanto. Para que medre de este una literatura fascista emancipada de la experiencia italiana. René Johannet
modo una ideología reaccionaria, ha sido preciso, por una parte, que el y Georges Valois se suponen discípulos directos de Georges Sorel; pero el
fascismo descubra y propague su golpe de Estado y, por otra parte, que el fascismo italiano coloca entre sus maestros al genial autor, tan diversamente
general Dawes y los banqueros yanquis, impongan a la Europa vencida, entendido, de Reflexiones sobre la violencia. Y, Henri Massis, al proclamar
lo mismo que a la Europa vencedora, su contralor económico. el orden romano como la suprema ley de la civilización del Occidente,
Mientras Europa se mostró sacudida por la agitación revolucionaria, y suscribe un concepto del fascismo italiano que mira también en la latini-
desgarrada por sus contradicciones económicas y sus pasiones naciona- dad la mayor y más viva reserva espiritual de Europa.
listas, la inteligencia se inclinó a adoptar una actitud agorera, pesimista. Desde sus puntos de vista de escolástico, para quien el cimiento de la
La teoría de Spengler, apresuradamente interpretada como la profecía de civilización europea consiste, simple y únicamente, en la tradición roma-
un cataclismo ya desencadenado, engendró un estado de ánimo de de- na, Henri Massis ha hecho una defensa de Occidente. Llamémosla defen-
rrotismo y desesperanza. Guillermo Ferrero, identificando el destino de sa de oficio, ya que la civilización occidental no parece muy propensa a
la civilización occidental con el de la democracia capitalista, sembró en el elegir su abogado en los rangos de la Iglesia romana.
espíritu latino –el espíritu sajón no alcanzaba su prédica enfadosa– fúne- La restauración que ambiciona el fascismo –si nos atenemos a sus retó-
bres presagios. En la prisa de declarar la quiebra de la civilización, no se ricas alusiones al Imperio Romano, ante las cuales no debemos olvidar
advirtió la largueza de la previsión de Spengler, dentro de la cual entra- que, en su origen, este mismo movimiento se manifestaba anticlerical y
ba, precisamente, un periodo de cesarismo imperialista, que muy pronto republicano– es todavía demasiado improbable para que se vincule
tocaría inaugurar a Mussolini, antiguo agitador socialista, reacio como el indisolublemente a la latinidad y al catolicismo el destino de la civiliza-
que más a inspirarse en los filósofos. ción occidental. El dilema Roma o Moscú no es sino provisorio. No existe
Sólo después de que Europa, liquidada la operación de Rhur y con- aún ninguna razón seria para dudar que será el capitalismo anglosajón el
jurada la amenaza revolucionaria de Italia y Alemania, entró en una que dirá la última palabra de la burguesía, en el conflicto entre el derecho
etapa de estabilización capitalista –y cuando, no con poca sorpresa de romano y el derecho soviético.
algunos, los intelectuales se sintieron momentáneamente al cubierto del El Occidente, tan solícitamente defendido por Henri Massis, no es
peligro de la confiscación o el racionamiento–, se desarrollaron y di- sino parcialmente católico y latino. El fenómeno capitalista que domina a
fundieron teorías de todo corte, para reclame y consulta de las dictadu- toda la edad moderna se ha alimentado del pensamiento protestante, in-
ras reaccionarias. dividualista y liberal, esencialmente anglosajón. La Reforma, un hecho
Pero esta apologética prospera, hasta hoy, casi sólo en los países don- histórico que Massis repudia ortodoxamente, nutre todavía con su savia a
de, por el escaso arraigo, la idea demo-liberal ha sido fácilmente batida esta cultura, que el celo escolástico del escritor francés quiere reducir a
por el método fascista. La ideología de la reacción pertenece sobre todo a una fórmula romana. Esta es una cosa que hasta un simple novelista, sin
Italia, aunque los intelectuales fascistas se presentan, bajo tantos puntos expresivo bagaje filosófico, como Paul Morand, ha logrado advertir.
de vista, amamantados por el nacionalismo de Maurras. Italia ocupa el
primer lugar en ese movimiento, no sólo porque Gentile, Rocco, Suckert,
etcétera, han acometido con más brío y originalidad la empresa de expli-
car el fascismo –que acaso con mayor título debía haber correspondido a
Giuseppe de Rensi, a quien su Principi di politica impopolare señala como
uno de los pioneros intelectuales de la reacción–, sino porque, en el
fascismo italiano, la teoría reaccionaria es hija de la práctica del golpe de
Estado. Suckert, al menos, pone en su tesis algo así como la emoción de
la cachiporra. Francia, que, por el apego de sus tribunos a la tradición

174 175
Las reivindicaciones feministas49 (1924)

Laten en el Perú las primeras inquietudes feministas. Existen algunas


células, algunos núcleos de feminismo. Los propugnadores del naciona-
lismo a ultranza pensarían probablemente: he ahí otra idea exótica, otra
idea forastera que se injerta en la mentalidad peruana.
Tranquilicemos un poco a esta gente aprensiva. No hay que ver en el
feminismo una idea exótica, una idea extranjera. Hay que ver, simple-
mente, una idea humana. Una idea característica de una civilización,
peculiar a una época. Y, por ende, una idea con derecho de ciudadanía
en el Perú, como en cualquier otro segmento del mundo civilizado.
El feminismo no ha aparecido en el Perú artificial ni arbitrariamente.
Ha aparecido como una consecuencia de las nuevas formas del trabajo
intelectual y manual de la mujer. Las mujeres de real filiación feminista
son las mujeres que trabajan, las mujeres que estudian. La idea feminista
prospera entre las mujeres de oficio intelectual o de oficio manual: profe-
soras universitarias, obreras. Encuentra un ambiente propicio a su desa-
rrollo en las aulas universitarias, que atraen cada vez más a las mujeres
peruanas, y en los sindicatos obreros, en los cuales las mujeres de las

49
Publicado en Mundial, Lima, el 19 de diciembre de 1924.

177
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

fábricas se enrolan y organizan con los mismos derechos y los mismos Si no contáis para nada a las mujeres en vuestra república, haréis
deberes que los hombres. Aparte de este feminismo espontáneo y orgánico, de ellas pequeñas amantes de la monarquía. Su influencia será
que recluta sus adherentes entre las diversas categorías del trabajo femeni- tal que ellas la restaurarán. Si, por el contrario, las contáis para
no, existe aquí, como en otras partes, un feminismo de diletantes un poco algo, haréis de ellas Cornelias y Lucrecias. Ellas os darán Brutos,
Gracos y Scevolas.
pedante y otro poco mundano. Las feministas de este rango convierten el
feminismo en un simple ejercicio literario, en un mero deporte de moda.
Polemizando con los anti-feministas, Babeuf hablaba de «este sexo
Nadie debe sorprenderse de que todas las mujeres no se reúnan en un
que la tiranía de los hombres ha querido siempre anonadar, de este sexo
movimiento feminista único. El feminismo tiene, necesariamente, varios
que no ha sido inútil jamás en las revoluciones». Mas la revolución
colores, diversas tendencias. Se puede distinguir en el feminismo tres
francesa no quiso acordar a las mujeres la igualdad y la libertad pro-
tendencias fundamentales, tres colores sustantivos: feminismo burgués,
pugnadas por estas voces jacobinas o igualitarias. Los Derechos del
feminismo pequeño-burgués y feminismo proletario. Cada uno de estos
Hombre, como una vez he escrito, podían haberse llamado, más bien
feminismos formula sus reivindicaciones de una manera distinta. La mujer
Derechos del Varón. La democracia burguesa ha sido una democracia
burguesa solidariza su feminismo con el interés de la clase conservadora.
exclusivamente masculina.
La mujer proletaria consustancia su feminismo con la fe de las multitudes
Nacido de la matriz liberal, el feminismo no ha podido ser actuado
revolucionarias en la sociedad futura. La lucha de clases –hecho histórico
durante el proceso capitalista. Es ahora, cuando la trayectoria histórica
y no aserción teórica– se refleja en el plano feminista. Las mujeres, como
de la democracia llega a su fin, que la mujer adquiere los derechos
los hombres, son reaccionarias, centristas o revolucionarias. No pueden,
políticos y jurídicos del varón. Y es la revolución rusa la que ha conce-
por consiguiente, combatir juntas la misma batalla. En el actual panora-
dido explícita y categóricamente a la mujer la igualdad y la libertad que
ma humano, la clase diferencia a los individuos más que el sexo.
hace más de un siglo reclamaban en vano de la revolución francesa
Pero esta pluralidad del feminismo no depende de la teoría en sí mis-
Babeuf y los igualitarios.
ma. Depende, más bien, de sus deformaciones prácticas. El feminismo,
Mas, si la democracia burguesa no ha realizado el feminismo, ha crea-
como idea pura, es esencialmente revolucionario. El pensamiento y la
do involuntariamente las condiciones y las premisas morales y materiales
actitud de las mujeres que se sientan al mismo tiempo feministas y con-
de su realización. La ha valorizado como elemento productor, como fac-
servadoras carecen, por tanto, de íntima coherencia. El conservatismo
tor económico, al hacer de su trabajo un uso cada día más extenso y más
trabaja por mantener la organización tradicional de la sociedad. Esa orga-
intenso. El trabajo muda radicalmente la mentalidad y el espíritu femeni-
nización niega a la mujer los derechos que la mujer quiere adquirir. Las
nos. La mujer adquiere, en virtud del trabajo, una nueva noción de sí
feministas de la burguesía aceptan todas las consecuencias del orden vi-
misma. Antiguamente, la sociedad destinaba a la mujer al matrimonio o a
gente, menos las que se oponen a las reivindicaciones de la mujer. Sostie-
la barraganía. Presentemente, la destina, ante todo, al trabajo. Este hecho
nen tácitamente la tesis absurda de que la sola reforma que la sociedad
ha cambiado y ha elevado la posición de la mujer en la vida. Los que
necesita es la reforma feminista. La protesta de estas feministas contra el
impugnan el feminismo y sus progresos con argumentos sentimentales o
orden Viejo es demasiado exclusiva para ser válida.
tradicionalistas pretenden que la mujer debe ser educada sólo para el
Cierto que las raíces históricas del feminismo están en el espíritu libe-
hogar. Pero, prácticamente, esto quiere decir que la mujer debe ser edu-
ral. La revolución francesa contuvo los primeros gérmenes del movimiento
cada sólo para funciones de hembra y de madre. La defensa de la poesía
feminista. Por primera vez se planteó entonces, en términos precisos, la
del hogar es, en realidad, una defensa de la servidumbre de la mujer. En
cuestión de la emancipación de la mujer. Babeuf, el leader de la conjura-
vez de ennoblecer y dignificar el rol de la mujer, lo disminuye y lo reba-
ción de los iguales, fue un assertor de las reivindicaciones feministas.
ja. La mujer es algo más que una madre y que una hembra, así como el
Babeuf arengaba así a sus amigos:
hombre es algo más que un macho.
El tipo de mujer que produzca una civilización nueva tiene que ser
no impongáis silencio a este sexo que no merece que se le desde-
ñe. Realzad más bien la más bella porción de vosotros mismos. sustancialmente distinto del que ha formado la civilización que ahora

178 179
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

declina. En un artículo sobre la mujer y la política, he examinado así


algunos aspectos de este tema:

a los trovadores y a los enamorados de la frivolidad femenina no


les falta razón para inquietarse. El tipo de mujer creado por un El hombre y el mito50 (1925)
siglo de refinamiento capitalista está condenado a la decadencia
y al tramonto. Un literato italiano, Pitigrillo, clasifica a este tipo
de mujer contemporánea como un tipo de mamífero de lujo.
Y bien, este mamífero de lujo se irá agotando poco a poco. A
medida que el sistema colectivista reemplace al sistema indivi-
dualista, decaerán el lujo y la elegancia femeninos. La humani-
dad perderá algunos mamíferos de lujo; pero ganará muchas
mujeres. Los trajes de la mujer del futuro serán menos caros y
suntuosos; pero la condición de esa mujer será más digna. Y el
eje de la vida femenina se desplazará de lo individual a lo social.
La moda no consistirá ya en la imitación de una moderna Mme.
Pompadour ataviada por Paquín. Consistirá, acaso, en la imita-
ción de una Mme. Kollontay. Una mujer, en suma, costará me-
nos, pero valdrá más.

El tema es muy vasto. Este breve artículo intenta únicamente constatar I


el carácter de las primeras manifestaciones del feminismo en el Perú y
ensayar una interpretación muy sumaria y rápida de la fisonomía y del
Todas las investigaciones de la inteligencia contemporánea sobre la
espíritu del movimiento feminista mundial. A este movimiento no deben
crisis mundial desembocan en esta unánime conclusión: la civilización
ni pueden sentirse extraños ni indiferentes los hombres sensibles a las
burguesa sufre de la falta de un mito, de una fe, de una esperanza. Falta
grandes emociones de la época. La cuestión femenina es una parte de la
que es la expresión de su quiebra material. La experiencia racionalista ha
cuestión humana. El feminismo me parece, además, un tema más intere-
tenido esta paradójica eficacia de conducir a la humanidad a la desconso-
sante e histórico que la peluca. Mientras el feminismo es la categoría, la
lada convicción de que la razón no puede darle ningún camino. El
peluca es la anécdota.
racionalismo no ha servido sino para desacreditar a la razón. A la idea
Libertad, ha dicho Mussolini, la han muerto los demagogos. Más exacto
es, sin duda, que a la idea Razón la han muerto los racionalistas. La
Razón ha extirpado del alma de la civilización burguesa los residuos de
sus antiguos mitos. El hombre occidental ha colocado, durante algún
tiempo, en el retablo de los dioses muertos, a la Razón y a la Ciencia.
Pero ni la Razón ni la Ciencia pueden ser un mito. Ni la Razón ni la
Ciencia pueden satisfacer toda la necesidad de infinito que hay en el

50
Publicado en Mundial, Lima, el 16 de enero de 1925.

180 181
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

hombre. La propia Razón se ha encargado de demostrar a los hombres didad. Una exasperada y a veces impotente «voluntad de creer», tan
que ella no les basta. Que únicamente el Mito posee la preciosa virtud de aguda en el hombre post-bélico, era ya intensa y categórica en el hombre
llenar su yo profundo. pre-bélico. Un poema de Henri Frank, «La danza delante del arca», es el
La Razón y la Ciencia han corroído y han disuelto el prestigio de las documento que tengo más a la mano respecto del estado de ánimo de la
antiguas religiones. literatura de los últimos años pre-bélicos. En este poema late una grande
Eucken, en su libro sobre el sentido y el valor de la vida, explica clara y honda emoción. Por esto, sobre todo, quiero citarlo. Henri Frank nos
y certeramente el mecanismo de este trabajo disolvente. Las creaciones de dice su profunda «voluntad de creer». Israelita, trata, primero, de encen-
la ciencia han dado al hombre una sensación nueva de su potencia. El der en su alma la fe en el dios de Israel. El intento es vano. Las palabras
hombre, antes sobrecogido ante lo sobrenatural, se ha descubierto de pronto del Dios de sus padres suenan extrañas en esta época. El poeta no las
un exorbitante poder para corregir y rectificar la Naturaleza. Esta sensa- comprende. Se declara sordo a su sentido. Hombre moderno, el verbo del
ción ha desalojado de su alma las raíces de la vieja metafísica. Sinaí no puede captarlo. La fe muerta no es capaz de resucitar. Pesan
Pero el hombre, como la filosofía lo define, es un animal metafísico. sobre ella veinte siglos. «Israel ha muerto de haber dado un Dios al mun-
No se vive fecundamente sin una concepción metafísica de la vida. El do.» La voz del mundo moderno propone su mito ficticio y precario: la
mito mueve al hombre en la historia. Sin un mito, la existencia del hom- razón. Pero Henri Frank no puede aceptarlo. «La razón –dice–, la razón
bre no tiene ningún sentido histórico. La historia la hacen los hombres no es el universo.»
poseídos e iluminados por una creencia superior, por una esperanza «La raison sans Dieu c’est la chambre sans lampe.»
superhumana; los demás hombres son el coro anónimo del drama. La El poeta parte en busca de Dios. Tiene urgencia de satisfacer su sed de
crisis de la civilización burguesa apareció evidente desde el instante en infinito y de eternidad. Pero la peregrinación es infructuosa. El peregri-
que esta civilización constató su carencia de un mito. Renan remarcaba no querría contentarse con la ilusión cotidiana. «¡Ah! sache franchement
melancólicamente, en tiempos de orgulloso positivismo, la decadencia saisir de tout moment –la fuyante fumée et le suc éphémère.» Finalmente
de la religión, y se inquietaba por el porvenir de la civilización europea. piensa que «la verdad es el entusiasmo sin esperanza». El hombre porta
«Las personas religiosas –escribía– viven de una sombra. ¿De qué se vivi- su verdad en sí mismo.
rá después de nosotros?». La desolada interrogación aguarda una res- «Si l’Arche est vide où tu pensais trouver la loi, rien n’est réel que
puesta todavía. ta danse.»
La civilización burguesa ha caído en el escepticismo. La guerra pare-
ció reanimar los mitos de la revolución liberal: la Libertad, la Democra-
cia, la Paz. Mas la burguesía aliada los sacrificó, en seguida, a sus intere- III
ses y a sus rencores en la conferencia de Versalles. El rejuvenecimiento de
esos mitos sirvió, sin embargo, para que la revolución liberal concluyese Los filósofos nos aportan una verdad análoga a la de los poetas. La
de cumplirse en Europa. Su invocación condenó a muerte los rezagos de filosofía contemporánea ha barrido el mediocre edificio positivista. Ha
feudalidad y de absolutismo sobrevivientes aún en la Europa central, en esclarecido y demarcado los modestos confines de la razón. Y ha formula-
Rusia y en Turquía. Y, sobre todo, la guerra probó una vez más, fehacien- do las actuales teorías del mito y de la acción. Inútil es, según estas teo-
te y trágica, el valor del mito. Los pueblos capaces de la victoria fueron rías, buscar una verdad absoluta. La verdad de hoy no será la verdad de
los pueblos capaces de un mito multitudinario. mañana. Una verdad es válida sólo para una época. Contentémonos con
una verdad relativa.
Pero este lenguaje relativista no es asequible, no es inteligible para el
II vulgo. El vulgo no sutiliza tanto. El hombre se resiste a seguir una verdad
mientras no la cree absoluta y suprema. Es en vano recomendarla la exce-
El hombre contemporáneo siente la perentoria necesidad de un mito. lencia de la fe, del mito, de la acción. Hay que proponerle una fe, un
El escepticismo es infecundo y el hombre no se conforma con la infecun-

182 183
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

mito, una acción. ¿Dónde encontrar el mito capaz de reanimar espiritual- mística, espiritual. Es la fuerza del mito. La emoción revolucionaria, como
mente el orden que tramonta? escribí en un artículo sobre Gandhi, es una emoción religiosa. Los moti-
La pregunta exapera la anarquía intelectual, la anarquía espiritual de vos religiosos se han desplazado del cielo a la tierra. No son divinos; son
la civilización burguesa. Algunas almas pugnan por restaurar el Medievo humanos, son sociales.
y el ideal católico. Otras trabajan por un retorno al Renacimiento y al Hace algún tiempo que se constata el carácter religioso, místico,
ideal clásico. El fascismo, por boca de sus teóricos, se atribuye una men- metafísico del socialismo. Jorge Sorel, uno de los más altos represen-
talidad medieval y católica; cree representar el espíritu de la Contrarreforma; tantes del pensamiento francés del siglo XX, decía en sus Reflexiones
aunque, por otra parte, pretende encarnar la idea de la Nación, idea sobre la violencia:
típicamente liberal. La teorización parece complacerse en la invención de
los más alambicados sofismas. Mas todos los intentos de resucitar mitos Se ha encontrado una analogía entre la religión y el socialismo
pretéritos resultan, en seguida, destinados al fracaso. Cada época quiere revolucionario, que se propone la reparación y aún la recons-
tener una intuición propia del mundo. Nada más estéril que pretender trucción del individuo para una obra gigantesca. Pero Bergson
reanimar un mito extinto. Jean R. Bloch, en un artículo publicado en la nos ha enseñado que no sólo la religión puede ocupar la región
del yo profundo; los mitos revolucionarios pueden también ocu-
revista Europe, escribe a este respecto palabras de profunda verdad. En la
parla con el mismo título.
catedral de Chartres ha sentido la voz maravillosamente creyente del leja-
no Medievo. Pero advierte cuánto y cómo esa voz es extraña a las preocu-
Renan, como el mismo Sorel lo recuerda, advertía la fe religiosa de los
paciones de esta época.
socialistas, constatando su inexpugnabilidad a todo desaliento. «A cada
experiencia frustrada, recomienzan. No han encontrado la solución: la
Sería una locura –escribe– pensar que la misma fe repetiría el
encontrarán. Jamás los asalta la idea de que la solución no exista. He ahí
mismo milagro. Buscad a vuestro alrededor, en alguna parte,
una mística nueva, activa, susceptible de milagros, apta a llenar su fuerza.»
a los desgraciados de esperanza, a suscitar mártires y a transfor- La misma filosofía que nos enseña la necesidad del mito y de la fe
mar el mundo con promesas de bondad y de virtud. Cuando la resulta incapaz generalmente de comprender la fe y el mito de los nuevos
hayáis encontrado, designado, nombrado, no seréis absoluta- tiempos. «Miseria de la filosofía», como decía Marx. Los profesionales de
mente el mismo hombre. la inteligencia no encontrarán el camino de la fe; lo encontrarán las mul-
titudes. A los filósofos les tocará, más tarde, codificar el pensamiento que
Ortega y Gasset habla del «alma desencantada». Romain Rolland ha- emerja de la gran gesta multitudinaria. ¿Supieron acaso los filósofos de la
bla del «alma encantada». ¿Cuál de los dos tiene razón? Ambas almas decadencia romana comprender el lenguaje del cristianismo? La filosofía
coexisten. El «alma desencantada» de Ortega y Gasset es el alma de la de la decadencia burguesa no puede tener mejor destino.
decadente civilización burguesa. Ortega y Gasset no ve sino el ocaso, el
tramonto, der Untergang. Romain Rolland ve el orto, el alba, der Aurgang.
Lo que más neta y claramente diferencia en esta época a la burguesía y al
proletariado es el mito. La burguesía no tiene ya mito alguno, se ha vuel-
to incrédula, escéptica, nihilista. El mito liberal renacentista ha envejeci-
do demasiado. El proletariado tiene un mito: la revolución social. Hacia
ese mito se mueve con una fe vehemente y activa. La burguesía niega; el
proletariado afirma. La inteligencia burguesa se entretiene en una crítica
racionalista del método, de la teoría, de la técnica de los revolucionarios.
¡Qué incomprensión! La fuerza de los revolucionarios no está en su cien-
cia; está en su fe, en su pasión, en su voluntad. Es una fuerza religiosa,

184 185
Nacionalismo y vanguardismo
en la ideología política51 (1925)

I
Es posible que a algunos recalcitrantes conservadores de incontestable
buena fe los haga sonreír la aserción de que lo más peruano, lo más nacio-
nal del Perú contemporáneo, es el sentimiento de la nueva generación.
Esta es, sin embargo, una de las verdades más fáciles de demostrar. Que el
conservatismo no pueda ni sepa entenderla es una cosa que se explica
perfectamente. Pero que no disminuye ni oscurece su evidencia.
Para conocer cómo siente y cómo piensa la nueva generación, una
crítica real y seria empezará sin duda por averiguar cuáles son sus reivin-
dicaciones. Le tocará constatar, por consiguiente, que la reivindicación
capital de nuestro vanguardismo es la reivindicación del indio. Este he-
cho no tolera mistificaciones ni consiente equívocos.
Traducido a un lenguaje inteligible para todos, inclusive para los con-
servadores, el problema indígena se presenta como el problema de cuatro

51
Publicado originalmente en dos partes: «Nacionalismo y vanguardismo», Mundial, Lima, 27
de noviembre de 1925; y «Nacionalismo y vanguardismo en la literatura y en el arte», Mundial,
Lima, 4 de diciembre de 1925.

187
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

millones de peruanos. Expuesto en términos nacionalistas –insospechables III


y ortodoxos–, se presenta como el problema de la asimilación a la nacio-
nalidad peruana de las cuatro quintas partes de la población del Perú. En oposición a este espíritu, la vanguardia propugna la reconstruc-
¿Cómo negar la peruanidad de un ideario y de un programa que ción peruana sobre la base del indio. La nueva generación reivindica
proclama con tan vehemente ardimiento su anhelo y su voluntad de re- nuestro verdadero pasado, nuestra verdadera historia. El pasadismo se
solver este problema? contenta, entre nosotros, con los frágiles recuerdos galantes del virreinato.
El vanguardismo, en tanto, busca para su obra materiales más genuina-
mente peruanos, más remotamente antiguos.
II Y su indigenismo no es una especulación literaria ni un pasatiempo
romántico. No es un indigenismo que, como muchos otros, se resuelve y
Los discípulos del nacionalismo monarquista de L’Action Française agota en una inocua apología del Imperio de los Incas y de sus fastos. Los
adoptan, probablemente, la fórmula de Maurras: «Todo lo nacional es indigenistas revolucionarios, en lugar de un platónico amor al pasado
nuestro». Pero su conservatismo se guarda mucho de definir lo nacional, incaico, manifiestan una activa y concreta solidaridad con el indio de hoy.
lo peruano. Teórica y prácticamente, el conservador criollo se comporta Este indigenismo no sueña con utópicas restauraciones. Siente el pa-
como un heredero de la colonia y como un descendiente de la conquista. sado como una raíz, pero no como un programa. Su concepción de la
Lo nacional, para todos nuestros pasadistas, comienza en lo colonial. Lo historia y de sus fenómenos es realista y moderna. No ignora ni olvida
indígena es en su sentimiento, aunque no lo sea en su tesis, lo pre-nacio- ninguno de los hechos históricos que, en estos cuatro siglos, han modifi-
nal. El conservatismo no puede concebir ni admitir sino una peruanidad: cado, con la realidad del Perú, la realidad del mundo.
la formada en los moldes de España y Roma. Este sentimiento de la
peruanidad tiene graves consecuencias para la teoría y la práctica del
propio nacionalismo que inspira y engendra. La primera consiste en que IV
limita a cuatro siglos la historia de la patria peruana. Y cuatro siglos de
tradición tienen que parecerle muy poca cosa a cualquier nacionalismo, Cuando se supone a la juventud seducida por mirajes extranjeros y
aun al más modesto e iluso. Ningún nacionalismo sólido aparece en nues- por doctrinas exóticas, se parte, seguramente, de una interpretación su-
tro tiempo como una elaboración de sólo cuatro siglos de historial perficial de las relaciones entre nacionalismo y socialismo. El socialismo
Para sentir a sus espaldas una antigüedad más respetable e ilustre, el no es, en ningún país del mundo, un movimiento antinacional. Puede
nacionalismo reaccionario recurre invariablemente al artificio de anexar- parecerlo, tal vez, en los imperios. En la Inglaterra, en Francia, en Esta-
se no sólo todo el pasado y toda la gloria de España, sino también todo el dos Unidos, etcétera, los revolucionarios denuncian y combaten el impe-
pasado y la gloria de la latinidad. Las raíces de la nacionalidad resultan rialismo de sus propios gobiernos. Pero la función de la idea socialista
ser hispánicas y latinas. El Perú, como se lo representa esta gente, no cambia en los pueblos política y económicamente coloniales. En esos
desciende del Inkario autóctono; desciende del imperio extranjero que le pueblos, el socialismo adquiere, por la fuerza de las circunstancias, sin
impuso hace cuatro siglos su ley, su confesión y su idioma. renegar absolutamente ninguno de sus principios, una actitud naciona-
Maurice Barrès, en una frase que vale sin duda como artículo de fe lista. Quienes sigan el proceso de las agitaciones nacionalistas riffeña,
para nuestros reaccionarios, decía que la patria son la tierra y los muertos. egipcia, china, hindú, etcétera, se explicarán sin dificultad este aspecto,
Ningún nacionalismo puede prescindir de la tierra. Este es el drama del totalmente lógico, de la praxis revolucionaria. Observarán, desde el pri-
que en el Perú, además de acogerse a una ideología importada, represen- mer momento, el carácter esencialmente popular de tales agitaciones. El
ta el espíritu y los intereses de la conquista y la colonia. imperialismo y el capitalismo de Occidente encuentran siempre una re-
sistencia mínima, si no una sumisión completa, en las clases conservado-
ras, en las castas dominantes de los pueblos coloniales. Las reivindicacio-

188 189
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

nes de independencia nacional reciben su impulso y su energía de la


masa popular. En Turquía, donde se ha operado en los últimos años el
más vigoroso y afortunado movimiento nacionalista, se ha podido estu-
diar exacta y cabalmente este fenómeno. Turquía ha renacido como na-
ción por mérito y obra de su gente revolucionaria, no de su gente conser- Manifiesto de la Confederación General
vadora. El mismo impulso histórico que arrojó del Asia Menor a los grie-
gos, infligiendo una derrota al imperialismo británico, echó de
de Trabajadores del Perú a la Clase
Constantinopla al Kalifa y a su corte. Trabajadora del país (1929)
Uno de los fenómenos más interesantes, uno de los movimientos más
extensos de esta época es, precisamente, este nacionalismo revoluciona-
rio, este patriotismo revolucionario. La idea de la nación –lo ha dicho un
internacionalista– es en ciertos períodos históricos la encarnación del es-
píritu de libertad. En el Occidente europeo, donde la vemos más enveje-
cida, ha sido, en su origen y en su desarrollo, una idea revolucionaria.
Ahora tiene este valor en todos los pueblos que, explotados por algún
imperialismo extranjero, luchan por su libertad nacional.
En el Perú, los que representan e interpretan la peruanidad son
quienes, concibiéndola como una afirmación y no como una negación,
trabajan por dar de nuevo una patria a los que, conquistados y someti-
La creación de la Central del Proletariado Peruano cierra una serie de
dos por los españoles, la perdieron hace cuatro siglos y no la han recu-
intentos de la clase trabajadora por dar vida a una Federación Unitaria de
perado todavía.
los gremios obreros. En 1913, surge la «Federación Marítima y Terres-
tre», con sede en el Callao y un subcomité en Lima, que después de librar
diferentes luchas desaparece en el año de 1915. En 1918, con ocasión de
la lucha por la jornada de las ocho horas, se creó el Comité «Pro Ocho
Horas», que llevó el movimiento hasta su culminación. Al año siguiente,
se creó el Comité «Pro Abaratamiento de las Subsistencias», naciendo en
este Comité la «Federación Regional Peruana», que convocó el Primer
Congreso Obrero en 1921. En 1922, esta Federación se transformó en
«Federación Obrera Local de Lima», organización que, aunque por el
nombre parecía destinada únicamente a los obreros de Lima, se preocupó
de los problemas de los obreros de provincias conociendo y planteando
reclamaciones a favor de los obreros de Huancho, campesinos de Ica,
cuando la masacre de Parcona, lo mismo que cuando las masacres de
indígenas de Huancané y La Mar. La herencia anarco-sindical, que pre-
valecía en ella, restó eficacia a sus actividades, originándose serios con-
flictos por la supremacía «ideológica» que culminaron en el Congreso
Obrero Local de 1926. Este Congreso, pese a la desorientación de los
congresales que emplearon tres semanas en discusiones sobre la «orienta-
ción ideológica», aprobó una moción que trataba de la transformación de
la Local en «Unión Sindical Peruana». Esta resolución, que al hacerse

190 191
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

efectiva hubiera producido un gran avance del movimiento sindical, no Hasta el presente se ha hablado siempre de organización, pero en un
pudo llevarse a la práctica, tanto por el poco apoyo que le prestaron las sentido general, sin que los trabajadores hayan podido darse cuenta del
organizaciones en disolución como por la represión del mes de junio, tipo de organización de clase que reclama la defensa de sus intereses. La
que terminó con el Congreso y Federación Local. Mientras, en Lima, se «Confederación General de Trabajadores del Perú» aborda este problema
trataba de dar vida a una Central Sindical, los obreros de provincias delineando a grandes rasgos la forma de organización, por la cual lucha-
trabajaban en el mismo sentido, creándose en Ica la «Federación de Cam- rá incesantemente. La situación general del país, con su incipiente desa-
pesinos», en Puno la «Federación Regional del Sur» y en Trujillo el rrollo industrial en las ciudades, carácter feudal del latifundismo en la
«Sindicato Regional del Trabajo». Pero es sólo el Comité Pro Primero de costa y en la sierra, ha impedido hasta el presente el desenvolvimiento
Mayo, de este año, el que sienta las bases para la constitución de la Cen- clasista del proletariado. El artesanado ha recurrido a sus sociedades
tral del Proletariado Peruano. El manifiesto que lanzó (reproducido en mutuales, viendo en ellas el único tipo de asociación obrera. Pero hoy se
Labor Nº 8) con esta ocasión fue un llamamiento al proletariado para la operan grandes concentraciones de masas proletarias, en las minas, puer-
creación de su Central. El nacimiento de nuestra Central no es, pues, tos, fábricas, ingenios, plantaciones, etcétera, este tipo de organización,
obra de la casualidad, sino de todo un proceso que ha seguido el Proleta- que ha correspondido a la etapa del artesanado, decae dando paso al
riado Peruano en su esfuerzo de reivindicación. Las asambleas populares sistema sindical. ¿Cuáles son las ventajas de la organización sindical? La
del día 30 de abril y 1º de mayo, efectuadas en el local de los compañeros organización sindical, en primer término, tiene la ventaja de que permite
choferes de Lima, aprobaron las conclusiones siguientes para la creación la agrupación de todos los obreros que trabajan en una misma empresa, o
de nuestra Central. 1.– Luchar por la creación de un frente único sindi- industria, en un solo organismo sin distinción de raza, edad, sexo o creen-
cal sin distinción de tendencias en una Central Única de Proletariado. cias, para la lucha por su mejoramiento económico, para la defensa de
2.– Luchar por la creación y sostenimiento de la Prensa Proletaria. 3.– sus intereses de clase. En segundo lugar, destierra el burocratismo esta-
Luchar por la libertad de asociación, de reunión, de prensa, de tribuna. blecido por el sistema mutual, que entrega todo el maquinismo director
4.– Defender y hacer respetar las leyes que se refieren al trabajador, hoy en manos del presidente, que en muchos casos no es ni obrero. En tercer
groseramente violadas por la reacción capitalista. Para aplicar estas con- lugar, adiestra al obrero a manejar sus intereses por sí mismo educando y
clusiones, las asambleas autorizaron con su voto unánime al Comité Pro desarrollando su espíritu de clase, desterrando al intermediario que casi
1º de Mayo a que siguiera los trabajos de organización con el nombre de siempre resulta un político oportunista. Y, en cuarto lugar, siendo una
Comité «Pro Confederación General de Trabajadores del Perú». Este organización de defensa económica, resuelve todos los problemas econó-
Comité ensanchó su radio de acción al Callao, y el día 17 de mayo, se micos de los trabajadores, con la formación, bajo su supervigilancia, de
efectuaba la sesión en que quedó constituido el Comité Provisional de la cajas mutuales, cooperativas, etcétera, que no son más que secciones del
«Confederación General de Trabajadores del Perú», integrado por dele- sindicato, como lo es la sección de deportes obreros, de cultura, de soli-
gados de las Federaciones de Choferes, Textil, Yanaconas, y Unificación daridad, artística, biblioteca, etcétera. Estas son las ventajas fundamenta-
de Obreros Cerveceros, por Lima; Federación de Obreros Ferroviarios de les de la organización sindical (sin que sean todas). Por eso, la Confede-
Chosica, Federación de Tripulantes del Cabotaje, Sociedad de Estibado- ración lanza esta palabra de orden frente al problema de la organización:
res, y Sindicato de Trabajadores en Madera, por el Callao. Nacida así la constitución de sindicatos de trabajadores, de empresa, fábrica, minas,
nuestra Confederación, y contando con la adhesión de la Sociedad Marí- marítimos, agrícolas e indígenas. La palabra sindicato no enuncia una
tima Confederada, Unificación de Cerveceros Callao, Sociedad de Alba- fórmula cerrada. Bien sabemos que hay sitios donde no se puede estable-
ñiles, Gemio de Fideleros y Molineros, Sociedad del Ferrocarril Inglés, cer sindicatos, ya por falta de fábrica, empresas, etcétera, o porque el solo
Industriales del Mercado del Callao, y Federación de Panaderos del Perú, anuncio de la palabra sindicato siembra la alarma por los prejuicios y
más algunas del Centro y Norte, nos dirigimos a los obreros y campesinos rezagos del ambiente. En ese caso, hay que establecer unificaciones de
del país, para que, respondiendo al llamado histórico de nuestra clase, oficios varios, asociaciones, o sociedades, que responden a un sentido de
procedan a crear la organización sindical, tanto en la fábrica, empresa, clase, es decir, organizaciones creadas, sostenidas y dirigidas por obreros,
minas, puertos, como en las haciendas, valles y comunidades. sin la intervención de políticos o patrones, ni aun a título de presidentes

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

o socios honorarios. El obrero debe de bastarse en la representación y es tratado y pagado el marino nacional, sin una reglamentación de sala-
defensa de sus intereses sin necesidad de recurrir a compromisos que a la rios, sin medidas que lo defiendan de la voracidad del armador. El mari-
postre lo tienen que agobiar. no mercante nacional sufre una serie de privaciones y vejámenes: el trato
La organización sindical nace, pues, como una fuerza propia del pro- soez de que hacen gala los capitanes y pilotos de buques, el salario irriso-
letariado que tiene que afrontar y resolver múltiples problemas de clase, rio que perciben (fluctúa de 25 a 50 soles al mes), las ningunas garantías
entre los que se delinean los que tratamos en seguida. de seguridad de algunos buques, hacen no ya odiosa sino imposible la
vida a estos compañeros. Los marinos encontrarán amparo únicamente
en su organización, en la organización nacional a base de los comités de
Problemas del proletariado industrial buques y de puertos.
Racionalización
El avance del capital financiero no encuentra mejor cauce por donde Problema de la juventud
prosperar que la explotación incesante de la clase trabajadora. El sistema
actual de la racionalización de la industria nos demuestra cómo organiza Hasta el presente el problema de la juventud obrera no ha sido plan-
la burguesía su sistema de explotación. Esta explotación la encontramos teado entre nosotros. Aun más, muchos no le dan importancia. Pero si
en las grandes compañías (mencionaremos entre otras la «Fred T. Ley y nos detenemos a estudiarlo veremos de manera concluyente que no pue-
Compañía»), las cuales, para su mejor «desenvolvimiento», hacen tabla de quedar relegado y que la organización de la juventud nos dará una
rasa de los derechos que asisten a los trabajadores, con el sistema emplea- fuerza más activa para nuestras luchas. Consideremos a los jóvenes apren-
do de destajos y «contratistas». Estos intermediarios, para sacar su jornal dices que trabajan en los talleres, que por carecer de las nociones propias
que peligra ante la competencia «profesional», reciben a trabajadores que del «oficio» tienen que desempeñar comisiones domésticas y otras tantas,
se someten por un salario ínfimo a trabajar nueve y diez horas diarias. El aún en casa del «patrón», que no tienen nada que hacer con el oficio que
sistema implantado por la Frederik Snare Comp. en las obras portuarias van a aprender. La jornada de labor para los aprendices en el mejor de los
del Callao, al pagar a los trabajadores a tanto la hora (los peones ganan 25 casos es de diez horas, pero hay talleres donde trabajan hasta las diez y
centavos la hora, sin distinción de domingos o días feriados), los obliga a once de la noche, es decir que se trabaja catorce horas diarias. El jornal
trabajar diez y doce horas diarias para llevar a su hogar un jornal que les inicial, si se prescinde de los que trabajan sin recibir nada, es de ochenta
sirve para no morirse de hambre. El sistema, en fin, de las grandes Com- centavos, o un sol, jornal que no varía hasta que a juicio del «patrón» el
pañías Ferrocarrileras que pagan por kilometraje, de las empresas mine- aprendiz ya es oficial; su jornal entonces sube hasta dos soles. Vale decir
ras con sus sistemas de contratas creando capataces, etcétera, de las fábri- que, cuando un joven llega a oficial, puede reemplazar al operario y
cas textiles, de maderas, empresas eléctricas, etcétera, con su sistema de competir con él en la ejecución de los trabajos, en una proporción de
piezas y destajos, son otros tantos métodos implantados por la cincuenta o sesenta por ciento. Generalmente, los oficiales sirven de re-
racionalización de la industria. Los trabajadores, ante la carencia de tra- emplazo para que los vean que ya saben trabajar y de esta manera los jefes
bajo unos, y ante la perspectiva de un centavo más otros, no reflexionan de talleres disponen de un personal que, reemplazando a los trabajadores
en el peligro de someterse a estos métodos y, cuando lo palpan, como se calificados de «operarios», no llegan a ganar sino el cuarenta o cincuenta
encuentran desorganizados, no tienen quién los defienda y ampare. La por ciento del salario de estos. Si nos encontramos con estos cuadros en
sección del trabajo del Ministerio de Fomento conoce ya un sinnúmero los talleres en que, por la forma de trabajo que realizan, se encuentran
de reclamos de esta índole, reclamos que no pueden ser todos desde que muchas veces a la vista del público, pensemos cómo pueden ser tratados
los que reclaman son sólo los más «audaces». Ante este problema no cabe los jóvenes en las «fábricas» pequeños boliches, en el campo donde el
pues sino la organización de las masas explotadas en sólidos sindicatos. A arrendatario o dueños de huertas tienen a su servicio, por cada trabajador
la vez que constatamos el régimen de explotación en que se debate el adulto, dos o tres «cholitos» que trabajan igual que los «cholos» grandes,
obrero de la ciudad, tenemos que hacer constar la forma inhumana como pero que tienen la ventaja de comer menos y ganar menos también. En

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

las minas y empresas encontramos a los jóvenes tanto o peor explotados a sesenta por ciento menos que el varón. Al mismo tiempo que la mujer se
que en los talleres o huertas. Pero donde la explotación de la juventud adiestra para desempeñar funciones en la industria, penetra también a las
llega al colmo es indudablemente en la propia casa del burgués. Ahí lo actividades de oficinas, casas comerciales, etcétera, compitiendo siempre
encontramos desempeñando las funciones de mandadero, ama seca, co- con el hombre y con gran provecho de las empresas industriales que
cinera, lavandera, en fin, todas las funciones propias de los «sirvientes» obtienen una baja apreciable de los salarios y aumento inmediato de sus
trabajando desde las seis de la mañana hasta las diez u once de la noche, ganancias. En la agricultura y las minas encontramos a la mujer proleta-
hora en que terminan sus labores para ir a dormir en su «cama» (que ria en franca competencia con el trabajador, y donde quiera que investi-
mejor la tiene el can en la casa del burgués). La forma de «reclutamiento» guemos encontramos a grandes masas de mujeres explotadas prestando
de estos «cholitos» nos demuestra también el espíritu medioeval de nues- sus servicios en toda clase de actividades. Toda la defensa de la mujer que
tra burguesía: un latifundista o gamonal manda desde sus «dominios» a trabaja está reducida a la Ley 2.851, que por su reglamentación deficiente
criaturas arrancadas a sus padres so pretexto de que las mandan a leer y por cierto, pese al espíritu del legislador, en la práctica no llena sus fines
escribir a casa de sus familiares, compadres o amigos de la ciudad, donde y por lo tanto no impide la explotación de que es víctima la obrera. En el
los hallamos descalzos, semidesnudos y con las consabidas «costuras» en proceso de nuestras luchas sociales, el proletariado ha tenido que plan-
la cabeza, señales todas del buen «trato» que les dan. El salario que gana tear reivindicaciones precisas en su defensa; los sindicatos textiles, que
esta masa juvenil son los zapatos y la ropa vieja del «niño» y cinco o diez son los que hasta hoy más se han preocupado de este problema, aunque
centavos como propina a la semana. Los trabajadores conscientes, vale deficientemente, en más de una ocasión han ido a la huelga con el objeto
decir, sindicados, tienen que afrontar de lleno este problema, el problema de hacer cumplir disposiciones que, estando enmarcadas en la Ley, los
de la juventud, que es el problema de todos los explotados. Su tratamien- gerentes se han negado a cumplir. Tenemos capitalistas (como el «amigo»
to, su enfocamiento dentro de las luchas reivindicacionistas, debe de ser del obrero, señor Tizón y Bueno) que no han trepidado en considerar
una tarea asumida con toda la atención que merece, instituyendo dentro como «delito» el hecho de que una trabajadora haya dado indicios de
de cada sindicato la sección juvenil donde disfruten los jóvenes de los que iba a ser madre, «delito» que ha determinado su despedida violenta
mismos derechos que los trabajadores adultos. Integradas por los más para eludir las disposiciones de la Ley. En las galleterías, la explotación
jóvenes y más entusiastas compañeros, estas secciones serán las que trata- de la mujer es inicua. Fe de esta aserción pueden darla los compañeros
rán y resolverán los problemas propios de la juventud obrera. textiles y choferes de Lima, que en gesto solidario sostuvieron la reclama-
ción planteada por el personal de la Compañía A. Field, en 1926. El gran
incremento de las pequeñas lavanderías, cuyos propietarios, nacionales,
Problema de la mujer asiáticos o europeos, no vacilan en ajustar más el anillo opresor de sus
obreras, exige mayor atención y ayuda a estas compañeras. (En 1926,
Si las masas juveniles son tan cruelmente explotadas, las mujeres pro- formaron en Lima su Federación de Lavanderas, entidad que desapareció
letarias sufren igual o peor explotación. Hasta hace muy poco, la mujer por la poca cooperación que le prestaron los compañeros y el rezago de
proletaria tenía circunscrita su labor a las actividades domésticas en el prejuicios de muchas compañeras). Las pequeñas industrias, fábricas de
hogar. Con el avance el industrialismo, entra a competir con el obrero en tapa de lata, envases, cajas de cartón, jabonerías, talleres de moda, pro-
la fábrica, taller, empresa, etcétera, desterrando el prejuicio que la ence- ductos químicos (la misma Intendencia de Gerra, con su sistema de tra-
rraba a hacer vida conventual. Si la mujer avanza en la vía de su emanci- bajo que da a coser las prendas de la tropa a domicilio, pagando precios
pación en un terreno democrático-burgués, en cambio este hecho sumi- irrisorios), etcétera, son centros de explotación despiadada de la mujer.
nistra al capitalista mano de obra barata a la par que un serio competidor En las haciendas, «despajando», «garroteando», «apañando algodón»,
al trabajador masculino. Así, la vemos en las fábricas textiles, galleterías, etcétera, en las minas acarreando metales y demás faenas, la mujer es
lavanderías, fábricas de envases y cajas de cartón, jabones, etcétera, en tratada poco menos que como bestia de carga. Todo este cúmulo de «ca-
que, desempeñando las mismas funciones que el obrero, desde el manejo lamidades» que pesa sobre la mujer explotada no puede resolverse si no
de la máquina hasta la más mínima ocupación, gana siempre de cuarenta es a base de la organización inmediata. De la misma manera que los sin-

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

dicatos tienen que construir sus cuadros juveniles, deben de crear sus Problema campesino
secciones femeninas, donde se educarán nuestras futuras militantes.
El problema campesino guarda cierta similitud objetiva con el proble-
ma agrícola, en relación con las faenas que representa. A la vez se identi-
Problemas del proletariado agrícola fica con el problema indígena, por ser un problema de la tierra, por lo
tanto su tratamiento requiere un cuidado especial. Existen en el país di-
Las condiciones de vida de las grandes masas de trabajadores agríco- ferentes tipos de campesinos: el «colono» o «compañero», que trabaja la
las exigen también una mejor atención. En su tratamiento empírico, se le tierra sólo para partir con el «patrón» sus productos o cosechas, el yanacón
ha confundido con el problema campesino, cosa que precisa distinguir que toma las tierras en arriendo (cuyo pago exige la mayoría de los ha-
para no caer en el mismo error. ¿Quiénes forman el proletariado agrícola? cendados en quintales de algodón) y el dueño de pequeñas parcelas de
Las grandes masas de trabajadores que rinden sus esfuerzos en haciendas, tierra, herencia de sus antepasados, etcétera; son diversos tipos de cam-
huertas, chácaras, plantaciones, etcétera, dependiendo de la autoridad pesinos, pero no tienen problemas comunes que resolver. En nuestro
del «patrón», ejercida por el ejército de caporales, mayordomos, apunta- medio hay organizaciones de campesinos como la que existen en Ica, la
dores y administradores, percibiendo un jornal por día o «tarea», vivien- «Federación de Campesinos de Ica», y en Lima, la «Federación General
do en míseras covachas, esos son los trabajadores agrícolas. Estos trabaja- de Yanaconas»; además, a lo largo de la costa existen pequeñas socieda-
dores que desde las cuatro de la mañana tienen que levantarse para pasar des de regantes. Pero la gran masa de campesinos se encuentra desorga-
«lista», que trabajan hasta que cae el sol en sus faenas de lamperos, gaña- nizada. Los problemas que tiene que resolver son múltiples, pero los más
nes, regadores, sembradores, cortadores de caña, etcétera, unos al jornal saltantes, los más inmediatos son: baja de arriendo de la tierra, libertad de
y otros a «tarea», percibiendo jornales desde sesenta centavos las mujeres sembrar la sementera que más les convenga, repartición equitativa del
y jóvenes, hasta 2,20 los adultos, no han disfrutado hasta el presente agua de regadío, atajo al despojo de tierra, hacer valer el derecho de
salvo muy raras excepciones (hacienda Santa Clara, Naranjal, Puente Pie- pagar el arrendamiento en moneda nacional, etcétera; para el enfoca-
dra) de organizaciones que velen por sus intereses de clase; de ahí que miento y resolución de estos problemas precisa la organización campesi-
para el trabajador agrícola es lo mismo que si no existieran Leyes de ocho na de la educación de las masas en su rol de clase y su concentración en
horas, de Accidentes del Trabajo, de la Mujer y El Niño, etcétera. Los ligas campesinas, en comunidades campesinas, que tiendan a la creación
asalariados agrícolas que trabajan en las haciendas (verdaderos latifun- de la «Federación Nacional de Ligas Campesinas».
dios), explotados miserablemente, padeciendo (por falta de cumplimien-
to de las disposiciones Sanitarias) de enfermedades como el paludismo
(que debe declararse como enfermedad profesional), percibiendo jorna- Problema indígena
les de hambre, no podrán mitigar sus padecimientos si no es por medio
de su organización. No es posible en este manifiesto dar a conocer todas Si el problema agrícola y campesino requiere una gran atención, el
las arbitrariedades que padecen los trabajadores de nuestros valles y ha- problema indígena no puede quedar a la zaga. Al ahondar este problema,
ciendas. Son tan agobiantes y tan penosas las condiciones de vida, que veremos el enlazamiento que tiene con el problema agrícola, campesino y
más de un periodista liberal se ha hecho eco de ellas en las columnas de minero, etcétera. De ahí que, al tratar este problema desde el punto de
los periódicos de provincias, y en Lima en las información de El Mundo. vista sindical, tiene que hacerse a base de la organización, de la educa-
Precisa, pues, la formación de los cuadros sindicales formados por ción clasista. El problema indígena está ligado al problema de la tierra, y
trabajadores agrícolas, para dar vida a los Comités de Hacienda, a los en su solución no podrá avanzarse si no es a base de la organización de
«Sindicatos de Trabajadores Agrícolas». las masas indígenas. El indio en nuestras serranías trabaja de seis a siete
meses al año, tiempo que por lo general dura la siembra y cosecha de sus
productos. En los meses restantes, se dedica a trabajar en los latifundios
serranos y minas, unos, y otros en las haciendas de la costa, haciéndose
198 199
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

de inmediato trabajador agrícola. Esta forma de emigración temporal con- Leyes sociales
curre a exigir que se le preste toda la atención necesaria desde el punto de
vista sindical. Los sindicatos del proletariado agrícola y de los mineros El trabajador peruano, hasta el presente, no está aún amparado por
tendrán una carga pesada en las tareas impuestas por la afluencia tempo- leyes sociales eficaces. El decreto dado en 1919 sobre jornada de ocho
ral de estas masas indígenas, y su educación por el sindicato será tanto horas, la ley de accidentes de trabajo, y la ley de protección a la mujer y
más pesada también cuanto menos sea su sentido de clase. Precisa, pues, el niño, apenas si son conatos de esta legislación. El decreto de las ocho
una gran labor en las comunidades y ayllus, etcétera, donde deben de horas, que fue arrancado por la fuerza solidaria del proletariado de la
establecerse bibliotecas, comisiones de enseñanza que luchen contra el capital en 1919, hasta el presente sólo ha sido cumplido en determinados
analfabetismo (el analfabetismo se puede decir que es una lacra social de sectores, en una que otra fábrica donde la fuerza de la organización de los
la raza indígena), secciones de deportes, etcétera, que, estando a cargo de trabajadores ha impedido su violación, pero después, comenzando por
compañeros preparados, desarrollen una enseñanza activa que tienda a las pequeñas fabriquitas que existen en Lima, como las de envases, cajas
capacitarlos en su rol de clase, explicándoles su condición de explotados, de cartón, zapatos, jabones, lavanderías, talleres de moda, sucursales de
sus derechos y los medios de reivindicarlos. De esta manera, el indio será panaderías, etcétera, y llegando a las más grandes empresas, todas hacen
un militante del movimiento sindical, esto es, soldado que luche por la tabla rasa de sus disposiciones. Con el proceso de la racionalización de la
liberación social de su clase. El objetivo de las comunidades será, pues, la industria, esta burla se hace más descarada. Las Empresas Eléctricas Aso-
capacitación de sus componentes y la federación de todas las comunida- ciadas, en sus trabajos han adoptado últimamente el sistema de contratas
des en un solo frente de defensa común. (que no emplean ellas solas, pues, como ya hemos visto, lo emplean otras
compañías), y a tal efecto han establecido una escala de precios sobre sus
distintos trabajos que ha sido presentada a los obreros más calificados o
Inmigración más antiguos con el dilema de una aceptación o despedvida inmediata de
las labores. El obrero que acepta esta tarifa de hecho se vuelve contratista,
La influencia cada día mayor de trabajadores inmigrantes exige que perdiendo su antigüedad, a la vez que los pocos beneficios que la legisla-
tampoco se deje de lado este problema en la organización sindical. Las ción le acuerda. El memorial últimamente presentado por los obreros
organizaciones sindicales no pueden estar imbuidas de falsos prejuicios ferroviarios también demuestra palmariamente el no cumplimiento por
nacionalistas, porque estos prejuicios favorecen íntegramente el capitalis- las empresas ferrocarrileras de la jornada de ocho horas. La forma de
mo, que siempre encontrará elementos dóciles entre los compañeros pago de algunas fábricas y empresas (Sanguinetti y Dasso, Frederick Snare
inmigrantes para enfrentarlos a los trabajadores «nativos», haciéndolos Comp.), a tanto la hora, es otra forma de burla por parte del capital. Pero
desempeñar labores de «crumiros» y rompehuelgas. Puesto que nos agru- si esto constatamos en Lima y Callao, pensemos ahora cómo se cumplirá
pamos bajo principios que nos dicen «trabajadores del mundo uníos», la jornada de ocho horas en las haciendas, minas y demás industrias y
debemos de proceder a dar cabida en nuestros sindicatos a todos los tra- empresas establecidas en el territorio nacional. La Ley de Accidentes del
bajadores, asiáticos, europeos, americanos o africanos, que, reconociendo Trabajo no es menos violada que la de las ocho horas. En las obras por-
su condición de explotados, ven en el sindicato su organismo de repre- tuarias del Callao, en los buques de la marina mercante nacional, en las
sentación y defensa; precisa que los sindicatos destaquen comisiones de haciendas, en las minas, en las empresas petroleras, en fin, en todas las
militantes que, confundiéndose con los trabajadores «extranjeros», estu- pequeñas fábricas que existen fuera de la capital, no sólo no se cumple,
dien sus condiciones de vida y sus necesidades para plantearlas en los sino que se persigue con encarnizamiento a todo aquel que trate de darla
sindicatos, los cuales defenderán con todo interés las reivindicaciones de a conocer a los trabajadores. La revisión y perfeccionamiento de esta ley
estos compañeros, englobándolas en los pliegos de reclamos que presen- es algo que interesa a toda la clase trabajadora. Una ley dada en una
ten a las empresas. De esta manera conquistaremos a las masas de trabaja- época en que las exigencias de la vida no eran las de hoy es claro que no
dores inmigrantes, a la par que conseguiremos más de un militante cons- podía establecer en forma equitativa la escala de indemnización necesa-
ciente para nuestra organización. ria. Por ejemplo, de acuerdo con la ley, el obrero recibe como indemniza-

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

ción en caso de accidente el 33 por ciento de su salario. Ahora, si consi- arbitrarias leyendas. El gobierno del Perú, como firmante del tratado de
deramos la escala de salarios actuales, cuyo término medio podemos esta- Versalles, ha reconocido el derecho a la organización sindical de los tra-
blecerlo en tres soles, veremos que el obrero recibe como indemnización bajadores. Aun más, tiene establecido en el Ministerio de Fomento, una
99 centavos diarios (el salario de los peones fluctúa desde 60 centavos en sección a cargo del reconocimiento de las instituciones. La «Confedera-
la sierra, 1,20 en las haciendas, hasta 2 y 2,50 en la capital, y de los ción General de Trabajadores del Perú» sostiene el principio de que el
obreros calificados de 3 a 6 soles diarios), cantidad que no puede satisfa- sindicato, para existir legal y jurídicamente, no necesita sino el acuerdo
cer el presupuesto de un hogar, bastante elevado con el encarecimiento de sus asociados (pero esto no obsta para que pida su reconocimiento
de las subsistencias. Además, la ley establece como máximo de salario, oficial a fin de ampararse en la legalidad). La Confederación reivindica
para atenerse a ella, el de 100 soles mensuales, es decir, 4 soles diarios, de para la organización obrera en todas las industrias y labores el derecho a
manera que en el mejor de los casos el obrero recibe de acuerdo con la ley la existencia legal, y a la debida personería jurídica, para la representa-
1,32, cantidad que es necesario remarcar hasta qué punto resulta insufi- ción y defensa de los intereses proletarios. Los problemas de la masa
ciente para el sostenimiento de un hogar. El obrero no cuenta hasta hoy trabajadora, por lo demás, no pueden resolverse, ni siquiera conocerse, si
con ninguna disposición que lo ampare en caso de enfermedad, muerte no es por medio de la organización, de un organismo que exprese sus
(natural), vejez, despedida, etcétera. La dación de una Ley de Seguros necesidades, que estudie las deficiencias de nuestro régimen social, que
Sociales que contemple todos estos casos, estableciendo en la constitu- exponga y sostenga las reclamaciones de todos los trabajadores del Perú.
ción de los fondos la contribución en partes iguales del Capitalista y el El problema de la creación de la Central del proletariado peruano, a más
Estado, es algo que reclama y exige el obrero al hablar de las Leyes Socia- de su justificación histórica, tiene el de la representación genuina de la
les. La Ley de protección a la mujer y al niño tampoco se puede decir que clase explotada de nuestro país. Ella no nace por un capricho del azar,
satisface las necesidades de la mujer proletaria, ni menos que se respete nace a través de la experiencia adquirida en las luchas pasadas y como
en sus términos vigentes. Ya hemos visto, cuando se trata de este proble- una necesidad orgánica de la masa explotada del Perú. La representación
ma, la forma como la mujer sufre y como es tratada en la fábrica, taller, del obrero nacional hasta el presente ha sido escamoteada por falsas agru-
empresas, campos, etcétera. El cumplimiento de esta como de cualquier paciones «representativas» que, como la Confederación Unión Universal
otra ley no puede quedar subordinado a la acción individual de los obre- de Artesanos, y Asambleas de Sociedades Unidas (formadas por socieda-
ros; precisa disposiciones terminantes, a la vez que la entrega del control des de dudosa existencia unas, y otras carentes del espíritu de clase que
a la organización obrera como única forma de hacer efectivos los dere- anima a las organizaciones de masa, por lo mismo que sus actividades se
chos legales. Por lo demás, la «Confederación General de Trabajadores concretan a las mutuales sin preocuparse de la defensa económica porque
del Perú» no es la única que adopta este punto de vista sobre las leyes de ese no es su rol), se han atribuido tal representación sin el consenso de
nuestra legislación social; coincide con los que han sostenido campañas los que ellas creen representar. La representación del obrero nacional
periodísticas, criticando y dando a conocer las deficiencias e incumpli- corresponde a una Central formada de abajo para arriba, es decir, por
miento de las mismas. organismos nacidos en las fábricas, talleres, minas, empresas marítimas y
terrestres, por los trabajadores agrícolas y campesinos, por las grandes
Conclusiones masas de indios explotados. Una Central que cuente con estos elementos,
que albergue en su seno a los sindicatos obreros del país, será la única
Estudiados someramente los problemas fundamentales de nuestra or- que tendrá derecho a hablar en nombre de los trabajadores del Perú. La
ganización, conviene referirse a la cuestión de la legalidad de la organi- «Confederación General de Trabajadores del Perú», cumpliendo con su
zación que preconizamos y promovemos. Las condiciones de explotación función de tal, precisa las reivindicaciones inmediatas por las cuales lu-
y régimen semi-esclavista en las nueve décimas partes del Perú, hacen chará apoyada por las masas de proletarios, en defensa de sus intereses:
que los trabajadores al organizarse piensen en esta cuestión. Nuestra bur-
guesía siempre ha visto en la organización obrera el «fantasma» que ha de a. Respeto y cumplimiento de la jornada de ocho horas para el traba-
poner coto a su régimen de explotación, y ha creado en torno de ella jador de ciudad, el campo y las minas.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

b. Jornada de cuarenta horas semanales para las mujeres y mejores de


18 años.
c. Amplio derecho de organización obrera.
d. Libertad de imprenta, de prensa, de reunión y de tribuna obrera.
e. Prohibición del empleo gratuito del trabajo de los aprendices. La Federación Americana del Trabajo
f. Igual derecho al trabajo, igual tratamiento y salario para todos los
obreros, adultos y jóvenes, sin distinción de nacionalidad, raza o
y la América Latina52 (1929)
color, en todas las industrias y empresas; y
g. La «Confederación General de Trabajadores del Perú», expuestos
el proceso de su creación y las reivindicaciones por las cuales lu-
chará, recomienda a todos los trabajadores, a los representantes de
organizaciones obreras, que en el día se pongan en contacto con
esta Central comunicando sus direcciones, explicando sus proble-
mas por resolver, a la vez que acordando su adhesión. Recomienda
también la discusión y voto del proyecto de Reglamento (publica-
do en Labor Nº 9).
La dirección provisional de la Central es (calle de Cotabambad Nº 389,
Lima), Casilla de correo Nº 2076, Lima.
¡VIVA LA ORGANIZACIÓN DE LOS TRABAJADORES DE LA CIUDAD Y DEL CAMPO!
¡VIVA EL DERECHO DE ORGANIZACIÓN, DE TRIBUNA, DE PRENSA, DE REUNIÓN! Cuando los sindicatos de espíritu y tradición clasista de Europa o de
¡VIVA LA UNIÓN EFECTIVA DE LOS TRABAJADORES DEL PERÚ! América Latina califican a la Federación Americana del Trabajo como el
¡VIVA LA «CONFEDERACIÓN GENERAL DE TRABAJADORES DEL PERÚ»! más obediente instrumento del capitalismo norteamericano, no falta quie-
nes temen que se exagere. Los poderosos medios de propaganda de que
El Comité Ejecutivo dispone la Federación Pan-Americana del Trabajo le consienten, si no
conquistar, neutralizar al menos algunos sectores de la opinión popular.
Pero la propia Federación Americana del Trabajo se encarga con sus
actos de destruir toda duda acerca de su rol. Últimamente, el cable ha
registrado rápidamente la noticia de que la central de los sindicatos
reformistas de U.S.A. ha tomado netamente posición contra la inmigra-
ción latinoamericana a su país. El panamericanismo de los obreros de la
Federación no se diferencia mínimamente del de los banqueros de Wall
Street. La solidaridad de clase es algo que, pese a la retórica de la Confe-
deración Pan-Americana del Trabajo, ignora radicalmente su política.
Los sucesores de Gompers no tienen inconveniente en estrechar periódi-
camente las manos rudas y oscuras de los delegados de los obreros del sur
en una cita panamericana; pero rehúsan absolutamente admitir su com-

52
Publicado en Mundial, en la sección «Lo que el cable no dice», Lima, el 25 de octubre de 1929.

204 205
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

petencia en sus propios mercados de trabajo. Los tratan, en esto, como a


los demás inmigrantes. No quieren obreros latinoamericanos en su país.
Les basta con convocarlos en Washington o La Habana, para afirmar su
hegemonía sobre ellos. Las conferencias panamericanas del trabajo no
son sino un aspecto de la diplomacia imperialista. Nuestra reivindicación primaria: libertad
Eso lo saben, en la América Latina, todos los sindicatos obreros dig-
nos de este nombre. Y lo prueba el hecho de que para las paradas de la
de asociación sindical53 (1929)
Confederación Pan-Americana del Trabajo, los líderes del reformismo
yanqui no cuenten sino con amorfos o ficticios agregados fácilmente
manejables. La única central importante de la América Latina que parti-
cipaba en las conferencias panamericanas del trabajo era la C.R.O.M. Y
la C.R.O.M. obedecía en esto a razones de estrategia nacional que Luis
Araquistáin ha enfocado nítidamente. La C.R.O.M. creía ganar, por este
medio, el apoyo de la Federación Americana del Trabajo en la política
yanqui para la Revolución Mexicana. Hoy no sólo los factores de la
política mexicana han cambiado: la C.R.O.M., que alcanzara con el
gobierno de Calles su más alto grado de apogeo, está casi deshecha.
Primero, la ofensiva de las fuerzas que enarbolaron, muerto Obregón, la
bandera del obregonismo; enseguida, la agrupación de las masas obre-
Desde mi primer contacto, hace ya más de cinco años, con los sindica-
ras y campesinas en una nueva central –la que representó al proletaria-
tos obreros de Lima, he sostenido que la más urgente y primordial de las
do mexicano en el congreso sindical de Montevideo– han anulado el
reivindicaciones de clase era la del derecho y la libertad de asociación
antiguo valor de la C.R.O.M. Morones viaja por Europa, en momentos
obrera. Los sindicatos obreros que existen en Lima son en su mayoría
en que se discute y vota en el parlamento del país el Código del Trabajo
sindicatos de fábrica, surgidos de la espontánea necesidad de los trabaja-
del Licenciado Portes Gil. la C.R.O.M. asistirá a la próxima conferencia
dores de un centro de trabajo más o menos importante de asociarse para
panamericana del trabajo, con sus efectivos enormes reducidos, con su
su defensa, y que en esta necesidad, al mismo tiempo que en un grado
autoridad completamente disminuida.
creciente de consciencia clasista, en la lenta formación de «élites» obre-
Y habrá que averiguar lo que piensan los obreros de México del
ras, encuentra los elementos de su desarrollo. Pero estas garantías natura-
panamericanismo que actúan las uniones amarillas de U.S.A., al votar
les, estos factores dinámicos del derecho de asociación, en su forma más
por el cierre de las fronteras yanquis a las inmigraciones del sur.
elemental e inevitable, no son inherentes sino a la industria, y por razo-
nes de emancipación de la conciencia proletaria, y de importancia numé-
rica del proletariado industrial, se puede decir que sólo a la industria de
la capital y su contorno. Sobre la agricultura y la minería sigue pesando
un régimen feudal, casi esclavista. En las haciendas, en las minas, el
derecho de asociación es prácticamente ignorado. La iniciativa de asociar
a los obreros con fines sindicales es ahí una idea subversiva, delictuosa.

53
Publicado en Labor, Año I, Nº 6, Lima, 2 de febrero de 1929.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

El derecho de asociación, en caso de conservar alguna apariencia, está


reducido a la tolerancia –y, en algunas partes, ¿por qué no?, al patrocinio
por parte de los empleadores– de inocuos casinos, centros sociales, clu-
bes deportivos. Los patrones, en las haciendas y en las minas, han regla-
mentado a su modo, arbitraria y anticonstitucionalmente, el derecho de La unidad de la América Indo-Española54 (1924)
asociación, hasta anularlo prácticamente o convertirlo en un instrumento
más de tutela y dominio de los trabajadores. En muchas haciendas, según
mis datos, hasta el establecimiento de una caja mutual está prohibido. Se
ve en él la amenaza, el germen de una forma más avanzada y orgánica de
asociación y solidaridad obreras. El patrón controla los alimentos, las
opiniones, la instrucción –no ¡la ignorancia!–, de sus braceros. La fatiga
–sabido es que se burla escandalosamente la jornada legal de ocho horas,
pues los patrones de minas y haciendas viven fuera de la legalidad–, la
incultura, el alcoholismo, aseguran la sujeción de las miserables masas
trabajadoras. La asociación las despertaría, las redimiría. Va, absoluta-
mente, contra el interés patronal. Y, por consiguiente, no se le tolera.
Y este mismo desprecio por el derecho de asociación se extiende a la
industria de provincias, donde el amo, asistido por cierto número de
servidores domesticados e incondicionales, somete a sus trabajadores a
un despotismo primitivo, ante el cual el más tímido intento de asociación Los pueblos de la América española se mueven en una misma direc-
autónoma se presentaría como una rebelión. ción. La solidaridad de sus destinos históricos no es una ilusión de la
En la propia industria de la capital, la libertad sindical está sujeta a literatura americanista. Estos pueblos, realmente, no sólo son hermanos
las restricciones que todos sabemos; y hasta no hace mucho, el sindicato en la retórica, sino también en la historia. Proceden de una matriz única.
ha sido tenido como sinónimo de club terrorista. Los obreros de una La conquista española, destruyendo las culturas y las agrupaciones
fábrica pueden reunirse y deliberar, pero desde que la organización se autóctonas, uniformó la fisonomía étnica, política y moral de la América
extiende a una industria entera, desde que asciende a un plano mayor, Hispana. Los métodos de colonización de los españoles solidarizaron la
deviene sospechosa. suerte de sus colonias. Los conquistadores impusieron a las poblaciones
La libertad de organización, el derecho de asociación que la ley san- indígenas su religión y su feudalidad. La sangre española se mezcló con
ciona: he ahí la reivindicación primaria de nuestras clases trabajadoras. la sangre india. Se crearon, así, núcleos de población criolla, gérmenes
Hay que conquistar, a todo trance, esta libertad; hay que afirmar, en todo de futuras nacionalidades. Luego, idénticas ideas y emociones agitaron a
instante, este derecho. las colonias contra España. El proceso de formación de los pueblos
indoespañoles tuvo, en suma, una trayectoria uniforme.
La generación libertadora sintió intensamente la unidad sudamerica-
na. Opuso a España un frente único continental. Sus caudillos obedecie-
ron no un ideal nacionalista, sino a un ideal americanista. Esta actitud
correspondía a una necesidad histórica. Además, no podía haber nacio-

54
Publicado en Variedades, Lima, el 6 de diciembre de 1924.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

nalismo donde no había aún nacionalidades. La revolución no era un Por muy escaso crédito que se conceda a la concepción materialista de
movimiento de las poblaciones indígenas. Era un movimiento de las po- la historia, no se puede desconocer que las relaciones económicas son el
blaciones criollas, en las cuales los reflejos de la Revolución Francesa principal agente de la comunicación y la articulación de los pueblos.
habían generado un humor revolucionario. Puede ser que el hecho económico no sea anterior ni superior al hecho
Mas las generaciones siguientes no continuaron por la misma vía. político. Pero, al menos, ambos son consustanciales y solidarios. La his-
Emancipadas de España, las antiguas colonias quedaron bajo la presión toria moderna lo enseña a cada paso. (A la unidad germana se llegó a
de las necesidades de un trabajo de formación nacional. El ideal través del zollverein. El sistema aduanero que canceló los confines entre
americanista, superior a la realidad contingente, fue abandonado. La re- los estados alemanes fue el motor de esa unidad que la derrota, la posgue-
volución de la independencia había sido un gran acto romántico; sus rra y las maniobras del poincarismo no han conseguido fracturar. Aus-
conductores y animadores, hombres de excepción. El idealismo de esa tria-Hungría, no obstante la heterogeneidad de su contenido étnico, cons-
gesta y de esos hombres había podido elevarse a una altura inasequible a tituía, también, en sus últimos años, un organismo económico. Las na-
gestas y hombres menos románticos. Pleitos absurdos y guerras crimina- ciones que el tratado de paz ha dividido de Austria-Hungría resultan un
les desgarraron la unidad de la América indoespañola. Acontecía, al mis- poco artificiales, malograda la evidente autonomía de sus raíces étnicas e
mo tiempo, que unos pueblos se desarrollaban con más seguridad y velo- históricas. Dentro del imperio austro-húngaro la convivencia había con-
cidad que otros. Los más próximos a Europa fueron fecundados por sus cluido por soldarlas económicamente. El tratado de paz les ha dado auto-
inmigraciones. Se beneficiaron de un mayor contacto con la civilización nomía política, pero no ha podido darles autonomía económica. Esas
occidental. Los países hispanoamericanos empezaron así a diferenciarse. naciones han tenido que buscar, mediante pactos aduaneros, una restau-
Presentemente, mientras unas naciones han liquidado sus problemas ración parcial de su funcionamiento unitario. Finalmente, la política de
elementales, otras no han progresado mucho en su solución. Mientras cooperación y asistencia internacionales, que se intenta actuar en Europa
unas naciones han llegado a una regular organización democrática, en nace de la constatación de la interdependencia económica de las nacio-
otras subsisten hasta ahora densos residuos de feudalidad. El proceso del nes europeas. No propulsa esa política un abstracto ideal pacifista, sino
desarrollo de todas las naciones sigue la misma dirección; pero en unas se un concreto interés económico. Los problemas de la paz han demostrado
cumple más rápidamente que en otras. la unidad económica de Europa. La unidad moral, la unidad cultural de
Pero lo que separa y aísla a los países hispanoamericanos no es esta Europa no son menos evidentes; pero sí menos válidas para inducir a
diversidad de horario político. Es la imposibilidad de que entre naciones Europa a pacificarse.)
incompletamente formadas, entre naciones apenas bosquejadas en su Es cierto que estas jóvenes formaciones nacionales se encuentran des-
mayoría, se concerte y articule un sistema o un conglomerado internacio- parramadas en un continente inmenso. Pero la economía es, en nuestro
nal. En la historia, la comuna precede a la nación. La nación precede a tiempo, más poderosa que el espacio. Sus hilos, sus nervios, suprimen o
toda sociedad de naciones. anulan las distancias. La exigüidad de las comunicaciones y los transpor-
Aparece como una causa específica de dispersión la insignificancia de tes es, en América indoespañola, una consecuencia de la exigüidad de las
los vínculos económicos hispanoamericanos. Entre estos países no existe relaciones económicas. No se tiende un ferrocarril para satisfacer una
casi comercio, no existe casi intercambio. Todos ellos son, más o menos, necesidad del espíritu y de la cultura.
productores de materias primas y de géneros alimenticios que envían a La América española se presenta prácticamente fraccionada, escinda,
Europa y Estados Unidos, de donde reciben, en cambio, máquinas, ma- balcanizada. Sin embargo, su unidad no es una utopía, no es una abstrac-
nufacturas, etcétera. Todos tienen una economía parecida, un tráfico aná- ción. Los hombres que hacen la historia hispanoamericana no son diver-
logo. Son países agrícolas. Comercian, por tanto, con países industriales. sos. Entre el criollo del Perú y el criollo argentino no existe diferencia
Entre los pueblos hispanoamericanos no hay cooperación; algunas veces, sensible. El argentino es más optimista, más afirmativo que el peruano,
por el contrario, hay concurrencia. No se necesitan, no se complemen- pero uno y otro son irreligiosos y sensuales. Hay, entre uno y otro, dife-
tan, no se buscan unos a otros. Funcionan económicamente como colo- rencias de matiz más que de color.
nias de la industria y la finanza europea y norteamericana.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

De una comarca de la América española a otra comarca varían las co-


sas, varía el paisaje; pero no varía el hombre. Y el sujeto de la historia es,
ante todo, el hombre. La economía, la política, la religión, son formas de
la realidad humana. Su historia es, en su esencia, la historia del hombre.
La identidad del hombre hispanoamericano encuentra una expresión ¿Existe un pensamiento
en la vida intelectual. Las mismas ideas, los mismos sentimientos circulan
por toda la América indoespañola. Toda fuerte personalidad intelectual
hispano-americano?55 (1925)
influye en la cultura continental. Sarmiento, Martí, Montalvo, no perte-
necen exclusivamente a sus respectivas patrias; pertenecen a Hispano-
América. Lo mismo que de estos pensadores se puede decir de Darío,
Lugones, Silva, Nervo, Chocano y otros poetas. Rubén Darío está presen-
te en toda la literatura hispanoamericana. Actualmente, el pensamiento
de Vasconcelos y de Ingenieros son los maestros de una entera genera-
ción de nuestra América. Son dos directores de su mentalidad.
Es absurdo y presuntuoso hablar de una cultura propia y genuina-
mente americana en germinación, en elaboración. Lo único evidente es
que una literatura vigorosa refleja ya la mentalidad y el humor hispano-
americanos. Esta literatura –poesía, novela, crítica, sociología, historia,
filosofía– no vincula todavía a los pueblos; pero vincula, aunque no sea
sino parcial y débilmente, a las categorías intelectuales. I
Nuestro tiempo, finalmente, ha creado una comunicación más viva y
más extensa: la que ha establecido entre las juventudes hispanoamerica- Hace cuatro meses, en un artículo sobre la idea de un congreso de
nas la emoción revolucionaria. Más bien espiritual que intelectual, esta intelectuales iberoamericanos, formulé esta interrogación56. La idea del
comunicación recuerda la que concertó a la generación de la indepen- congreso ha hecho, en cuatro meses, mucho camino. Aparece ahora como
dencia. Ahora como entonces, la emoción revolucionaria da unidad a la una idea que, vaga pero simultáneamente, latía en varios núcleos intelec-
América indoespañola. Los intereses burgueses son concurrentes o riva- tuales de la América indo-íbera.
les; los intereses de las masas no. Con la Revolución Mexicana, con su Como una idea que germinaba al mismo tiempo en diversos centros
suerte, con su ideario, con sus hombres, se sienten solidarios todos los nerviosos del continente. Esquemática y embrionaria todavía, empieza
hombres nuevos de América. Los brindis pacatos de la diplomacia no hoy a adquirir desarrollo y corporeidad. En la Argentina, un grupo enér-
unirán a estos pueblos. Los unirán en el porvenir los votos históricos de gico y volitivo se propone asumir la función de animarla y realizarla. La
las muchedumbres. labor de este grupo tiende a eslabonarse con la de los demás grupos íbero-
americanos afines.
Circulan entre estos grupos algunos cuestionarios que plantean o in-
sinúan los temas que debe discutir el congreso. El grupo argentino ha

Publicado en Mundial, Lima, el 1 de mayo de 1925.


55

56
El artículo lo tituló «Un congreso de escritores hispano-americanos» y también se incluyó en
Mundial, Lima, 1 de enero de 1925.

212 213
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

bosquejado el programa de una «Unión Latino-Americana». Existen, en Nuestra América, según Palacios, se siente en la inminencia de dar a
suma, los elementos preparatorios de un debate, en el discurso del cual se luz una cultura nueva. Extremando esta opinión o este augurio, la revista
elaborarán y se precisarán los fines y las bases de este movimiento de Valoraciones habla de que «liquidemos cuentas con los tópicos al uso,
coordinación o de organización del pensamiento hispanoamericano como, expresiones agónicas del alma decrépita de Europa».
un poco abstractamente aún, suelen definirlo sus iniciadores. ¿Debemos ver en este optimismo un signo y un dato del espíritu afir-
mativo y de la voluntad creadora de la nueva generación hispanoameri-
cana? Yo creo reconocer, ante todo, un rasgo de la vieja e incurable exal-
II tación verbal de nuestra América. La fe de América en su porvenir no
necesita alimentarse de una artificiosa y retórica exageración de su pre-
Me parece, por ende, que es tiempo de considerar y esclarecer la sente. Está bien que América se crea predestinada a ser el hogar de la
cuestión planteada en mi mencionado artículo. ¿Existe ya un pensa- futura civilización. Está bien que diga: «Por mi raza hablará el espíri-
miento característicamente hispanoamericano? Creo que, a este respec- tu»57. Está bien que se considere elegida para enseñar al mundo una
to, las afirmaciones de los fautores de su organización van demasiado verdad nueva. Pero no que se suponga en vísperas de reemplazar a Euro-
lejos. Ciertos conceptos de un mensaje de Alfredo Palacios a la juven- pa ni que declare ya fenecida y tramontada la hegemonía intelectual de la
tud universitaria de Íbero-América han inducido, a algunos tempera- gente europea.
mentos excesivos y tropicales, a una estimación exorbitante del valor y La civilización occidental se encuentra en crisis; pero ningún indicio
de la potencia del pensamiento hispanoamericano. El mensaje de Pala- existe de que resulte próxima a caer en definitivo colapso. Europa no
cios, entusiasta y optimista en sus aserciones y en sus frases, como con- está, como absurdamente se dice, agotada y paralítica. A pesar de la gue-
venía a su carácter de arenga o de proclama, ha engendrado una serie rra y la posguerra, conserva aún su poder de creación. Nuestra América
de exageraciones. Es indispensable, por ende, una rectificación de esos continúa importando de Europa ideas, libros, máquinas, modas. Lo que
conceptos demasiado categóricos. acaba, lo que declina, es el ciclo de la civilización capitalista. La nueva
forma social, el nuevo orden político, se están plasmando en el seno de
Nuestra América –escribe Palacios– hasta hoy ha vivido de Europa. La teoría de la decadencia de Occidente, producto del laborato-
Europa y teniéndola por guía. Su cultura la ha nutrido y orien- rio occidental, no prevé la muerte de Europa, sino de la cultura que ahí
tado. Pero la última guerra ha hecho evidente lo que ya se tiene sede. Esta cultura europea, que Spengler juzga en decadencia, sin
adivinaba: que en el corazón de esa cultura iban los gérmenes pronosticarle por esto un deceso inmediato, sucedió a la cultura
de su propia disolución. grecoromana, europea también. Nadie descarta, nadie excluye la posibi-
lidad de que Europa renueve y se transforme una vez más. En el panora-
No es posible sorprenderse de que estas frases hayan estimulado una ma histórico que nuestra mirada domina, Europa se presenta como el
interpretación equivocada de la tesis de la decadencia de Occidente. Pa- continente de las máximas palingenesias. Los mayores artistas, los mayo-
lacios parece anunciar una radical independización de nuestra América res pensadores contemporáneos, ¿no son todavía europeos? Europa se
de la cultura europea. El tiempo del verbo se presta al equívoco. El juicio nutre de la savia universal. El pensamiento europeo se sumerge en los
del lector simplista deduce de la frase de Palacios que «hasta ahora la más lejanos misterios, en las más viejas civilizaciones. Pero esto mismo
cultura europea ha nutrido y orientado» a América; pero que desde hoy demuestra su posibilidad de convalecer y renacer.
no la nutre ni orienta más. Resuelve, al menos, que desde hoy Europa ha
perdido el derecho y la capacidad de influir espiritual e intelectualmente
en nuestra joven América. Y este juicio se acentúa y se exacerba, inevita-
blemente, cuando, algunas líneas después, Palacios agrega que «no nos
sirven los caminos de Europa ni las viejas culturas» y quiere que nos
emancipemos del pasado y del ejemplo europeo. 57
Lema creado por José Vasconcelos para la Universidad Nacional de México (Nota de OC).

214 215
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

III IV
Tornemos a nuestra cuestión. ¿Existe un pensamiento característica- El debate que comienza debe, precisamente, esclarecer todas estas cues-
mente hispanoamericano? Me parece evidente la existencia de un pensa- tiones. No debe preferir la cómoda ficción de declararlas resueltas. La
miento francés, de un pensamiento alemán, etcétera, en la cultura de idea de un congreso de intelectuales íbero-americanos será válida y efi-
Occidente. No me parece igualmente evidente, en el mismo sentido, la caz, ante todo, en la medida en que logre plantearlas. El valor de la idea
existencia de un pensamiento hispanoamericano. está casi íntegramente en el debate que suscita.
Todos los pensadores de nuestra América se han educado en una es- El programa de la sección Argentina de la bosquejada Unión Latino-
cuela europea. No se siente en su obra el espíritu de la raza. La produc- Americana, el cuestionario de la revista Repertorio Americano de Costa
ción intelectual del continente carece de rasgos propios. No tiene contor- Rica y el cuestionario del grupo que aquí trabaja por el congreso, invi-
nos originales. El pensamiento hispanoamericano no es generalmente sino tan a los intelectuales de nuestra América a meditar y opinar sobre
una rapsodia compuesta con motivos y elementos del pensamiento euro- muchos problemas fundamentales de este continente en formación. El
peo. Para comprobarlo, basta revistar la obra de los más altos representan- programa de la sección Argentina tiene el tono de una declaración de
tes de la inteligencia indo-íbera. principios. Resulta prematuro indudablemente. Por el momento, no se
El espíritu hispanoamericano está en elaboración. El continente, la trata sino de trazar un plan de trabajo, un plan de discusión. Pero en
raza, están en formación también. Los aluviones occidentales en los cua- los trabajos de la sección Argentina alienta un espíritu moderno y una
les se desarrollan los embriones de la cultura hispano o latinoamericana – voluntad renovadora.
en la Argentina, en el Uruguay, se puede hablar de latinidad– no han Este espíritu, esta voluntad, le confieren el derecho de dirigir el movi-
conseguido consustanciarse ni solidarizarse con el suelo sobre el cual la miento. Porque el congreso, si no representa y organiza la nueva genera-
colonización de América los ha depositado. ción hispanoamericana, no representará ni organizará absolutamente nada.
En gran parte de Nuestra América constituyen un estrato superficial e
independiente al cual no aflora el alma indígena, deprimida y huraña, a
causa de la brutalidad de una conquista que en algunos pueblos hispano-
americanos no ha cambiado hasta ahora de métodos. Palacios dice:

Somos pueblos nacientes, libres de ligaduras y atavismos, con


inmensas posibilidades y vastos horizontes ante nosotros. El
cruzamiento de razas nos ha dado un alma nueva. Dentro de
nuestras fronteras acampa la humanidad. Nosotros y nuestros
hijos somos síntesis de razas.

En la Argentina es posible pensar así; en el Perú y otros pueblos de


Hispano-América, no. Aquí la síntesis no existe todavía. Los elementos
de la nacionalidad en elaboración no han podido aún fundirse o soldarse.
La densa capa indígena se mantiene casi totalmente extraña al proceso de
formación de esa peruanidad que suelen exaltar e inflar nuestros sedicentes
nacionalistas, predicadores de un nacionalismo sin raíces en el suelo pe-
ruano, aprendido en los evangelios imperialistas de Europa, y que, como
ya he tenido oportunidad de remarcar, es el sentimiento más extranjero y
postizo que en el Perú existe.

216 217
El ibero-americanismo
y el pan-americanismo58 (1925)

I
El ibero-americanismo reaparece en forma esporádica en los debates
de España y de la América española. Es un ideal o un tema que, de vez en
vez, ocupa el diálogo de los intelectuales del idioma (me parece que no se
puede llamarlos, en verdad, los intelectuales de la raza).
Pero ahora, la discusión tiene más extensión y más intensidad. En la
prensa de Madrid, los tópicos del ibero-americanismo adquieren, actual-
mente, un interés conspicuo. El movimiento de aproximación o de coor-
dinación de las fuerzas intelectuales ibero-americanas, gestionado y pro-
pugnado por algunos núcleos de escritores de nuestra América, otorga en
estos días a esos tópicos un valor concreto y relieve nuevo.
Esta vez la discusión repudia en muchos casos, ignora al menos en
otros, el ibero-americanismo de protocolo (ibero-americanismo oficial de
don Alfonso, se encarna en la borbónica y decorativa estupidez de un
infante, en la cortesana mediocridad de un Francos Rodríguez). El ibero-

58
Publicado en Mundial, Lima, el 8 de mayo de 1925.

219
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

americanismo se desnuda, en el diálogo de los intelectuales libres, de la del nuevo Imperio yanqui que en la escuela de la vieja nación españo-
todo ornamento diplomático. Nos revela así su realidad como ideal de la la. El modelo yanqui, el estilo yanqui, se propagan en la América indo-
mayoría de los representantes de la inteligencia y de la cultura de España ibérica, en tanto que la herencia española se consume y se pierde. El
y de la América indo-íbera. hacendado, el banquero, el rentista de la América española miran mucho
El pan-americanismo, en tanto, no goza del favor de los intelectuales. más atentamente a Nueva York que a Madrid. El curso del dólar les inte-
No cuenta, en esta abstracta e inorgánica categoría, con adhesiones esti- resa mil veces más que el pensamiento de Unamuno y que la Revista de
mables y sensibles. Cuenta sólo con algunas simpatías larvadas. Su exis- Occidente de Ortega y Gasset. A esta gente que gobierna la economía y,
tencia es exclusivamente diplomática. La más lerda perspicacia descubre por ende, la política de la América del Centro y del Sur, el ideal ibero-
fácilmente en el pan-americanismo una túnica del imperialismo norte- americanista le importa poquísimo. En el mejor de los casos se siente
americano. El pan-americanismo no se manifiesta como un ideal del Con- dispuesta a desposarlo juntamente con el ideal pan-americanista. Los
tinente; se manifiesta, más bien, inequívocamente, como un ideal natural agentes viajeros del pan-americanismo le parecen, por otra parte, más
del Imperio yanqui (antes de una gran Democracia, como les gusta cali- eficaces, aunque menos pintorescos, que los agentes viajeros –infantes
ficarlos a sus apologistas de estas latitudes, los Estados Unidos constitu- académicos– del ibero-americanismo oficial, que es el único que un bur-
yen un gran Imperio). Pero el pan-americanismo ejerce a pesar de todo o, gués prudente puede tomar en serio.
mejor, precisamente por todo esto una influencia vigorosa en la América
indo-íbera. La política norteamericana no se preocupa demasiado de ha-
cer pasar como un ideal del Continente el ideal del Imperio. No le hace III
tampoco mucha falta el consenso de los intelectuales. El pan-americanismo
borda su propaganda sobre una sólida malla de intereses. El capital yan- La nueva generación hispano-americana debe definir neta y exacta-
qui invade la América indo-íbera. Las vías de tráfico comercial pan-ame- mente el sentido de su oposición a los Estados Unidos. Debe declararse
ricano son las vías de está expansión. La moneda, la técnica, las máquinas adversaria del Imperio de Dawes y de Morgan; no del pueblo ni del
y las mercaderías norteamericanas predominan más cada día en la econo- hombre norteamericanos. La historia de la cultura norteamericana nos
mía de las naciones del Centro y Sur. Puede muy bien, pues, el Imperio ofrece muchos nobles casos de independencia de la inteligencia y del
del Norte sonreírse de una teórica independencia de la inteligencia y del espíritu. Roosevelt es el depositario del espíritu del Imperio; pero Thoreau
espíritu de la América indoespañola. Los intereses económicos y políticos es el depositario del espíritu de la Humanidad. Henry Thoreau, que en
le asegurarán, poco a poco, la adhesión, o al menos la sumisión, de la esta época recibe el homenaje de los revolucionarios de Europa, tiene
mayor parte de los intelectuales. Entre tanto, le bastan para las paradas también derecho a la devoción de los revolucionarios de Nuestra Améri-
del pan-americanismo los profesores y los funcionarios que consigue ca. ¿Es culpa de los Estados Unidos si los ibero-americanos conocemos
movilizarle la Unión Pan-Americana de Mr. Rowe. más el pensamiento de Theodore Roosevelt que el de Henry Thoreau?
Los Estados Unidos son ciertamente la patria de Pierpont Morgan y de
Henry Ford; pero son también la patria de Ralph Waldo Emerson, de
II Williams James y de Walt Whitman. La nación que ha producido los más
grandes capitanes del industrialismo, ha producido asimismo los más
Nada resulta más inútil, por tanto, que entretenerse en platónicas con- fuertes maestros del idealismo continental. Y hoy la misma inquietud que
frontaciones entre el ideal ibero-americano y el ideal pan-americano. De agita a la vanguardia de la América española mueve a la vanguardia de la
poco le sirve al ibero-americanismo el número y la calidad de las adhe- América del Norte. Los problemas de la nueva generación hispano-ame-
siones intelectuales. De menos todavía le sirve la elocuencia de sus litera- ricana son, con variación de lugar y de matiz, los mismos problemas de la
tos. Mientras el ibero-americanismo se apoya en los sentimientos y las nueva generación norteamericana. Waldo Frank, uno de los hombres
tradiciones, el pan-americanismo se apoya en los intereses y los negocios. nuevos del Norte, en sus estudios sobre Nuestra América, dice cosas váli-
La burguesía ibero-americana tiene mucho más que aprender en la escue- das para la gente de su América y de la nuestra.

220 221
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

Los hombres nuevos de la América indo-ibérica pueden y deben en-


tenderse con los hombres nuevos de la América de Waldo Frank. El tra-
bajo de la nueva generación ibero-americana puede y debe articularse y
solidarizarse con el trabajo de la nueva generación yanqui. Ambas gene-
raciones coinciden. Los diferencia el idioma y la raza; pero los comunica México y la Revolución59 (1924)
y los mancomuna la misma emoción histórica. La América de Waldo Frank
es también, como nuestra América, adversaria del Imperio de Pierpont
Morgan y del Petróleo.
En cambio, la misma emoción histórica que nos acerca a esta América
revolucionaria nos separa de la España reaccionaria de los Borbones y de
Primo de Rivera. ¿Qué puede enseñarnos la España de Vásquez de Mella
y de Maura, la España de Pradera y de Francos Rodríguez? Nada; ni
siquiera el método de un gran Estado industrialista y capitalista. La civi-
lización de la Potencia no tiene su sede en Madrid ni en Barcelona; la
tiene en Nueva York, en Londres, en Berlín. La España de los Reyes
Católicos no nos interesa absolutamente. Señor Pradera, señor Francos
Rodríguez, quedaos íntegramente con ella.

La dictadura de Porfirio Díaz produjo en México una situación de


IV superficial bienestar económico, pero de hondo malestar social. Porfirio
Díaz fue en el poder un instrumento, un apoderado y un prisionero de la
Al ibero-americanismo le hace falta un poco más de idealismo y un plutocracia mexicana. Durante la revolución de la reforma y la revolu-
poco más de realismo. Le hace falta consustanciarse con los nuevos idea- ción contra Maximiliano, el pueblo mexicano combatió los privilegios
les de la América indoibérica. Le hace falta insertarse en la nueva realidad feudales de la plutocracia. Abatido Maximiliano, los terratenientes se adue-
histórica de estos pueblos. El pan-americanismo se apoya en los intereses ñaron en Porfirio Díaz de uno de los generales de esa revolución liberal y
del orden burgués; el ibero-americanismo debe apoyarse en las muche- nacionalista. Lo hicieron el jefe de una dictadura militar burocrática des-
dumbres que trabajan por crear un orden nuevo. El ibero-americanismo tinada a sofocar y reprimir las reivindicaciones revolucionarias. La polí-
oficial será siempre un ideal académico, burocrático, impotente, sin raí- tica de Díaz fue una política esencialmente plutocrática. Astutas y falaces
ces en la vida. Como ideal de los núcleos renovadores, se convertirá, en leyes despojaron al indio mexicano de sus tierras en beneficio de los
cambio, en un ideal beligerante, activo, multitudinario. capitalistas nacionales y extranjeros. Los ejidos, tierras tradicionales de
las comunidades indígenas, fueron absorbidos por los latifundios. La cla-
se campesina resultó totalmente proletarizada. Los plutócratas, los lati-
fundistas y su clientela de abogados e intelectuales constituían una fac-
ción estructuralmente análoga al civilismo peruano60, que dominaba con

59
Publicado en Variedades, Lima, el 5 de enero de 1924.
60
La corriente política de la oligarquía peruana. Se organizó en partido.

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

el apoyo del capital extranjero al país feudalizado. Su gendarme ideal idealistas. La revolución no tenía aún un programa; pero este programa
era Porfirio Díaz. Esta oligarquía dada a los «científicos» feudalizó a empezaba a bosquejarse. Su primera reivindicación concreta era la rei-
México. La sostenía marcialmente una numerosa guardia pretoriana. La vindicación de la tierra usurpada por los latifundistas.
amparaban los capitalistas extranjeros tratados entonces con especial La plutocracia mexicana, con ese agudo instinto de conservación de
favor. Los alentaba el letargo y la anestesia de las masas, transitoriamen- todas las plutocracias, se apresuró a negociar con los revolucionarios. Y
te desprovistas de un animador, de un caudillo. Pero un pueblo, que evitó que la revolución abatiese violentamente a la dictadura. En 1912,
tan porfiadamente se había batido por su derecho a la posesión de la Porfirio Díaz dejó el gobierno a De la Barra, quien presidió las elecciones.
tierra, no podía resignarse a este régimen feudal y renunciar a sus rei- Madero llegó al poder a través de un compromiso con los «científicos».
vindicaciones. Además, el crecimiento de las fábricas creaba un proleta- Aceptó, consiguientemente, su colaboración. Conservó el antiguo parla-
riado industrial, al cual la inmigración extranjera aportaba el polen de mento. Estas transacciones, estos pactos, lo enflaquecieron y lo socava-
las nuevas ideas sociales. Aparecían pequeños núcleos socialistas y sin- ron. Los «científicos» saboteaban el programa revolucionario y aislaban a
dicalistas. Flores Magón, desde Los Ángeles, inyectaba en México algu- Madero de los estratos sociales de los cuales había reclutado su proselitis-
nas dosis de ideología socialista. Y, sobre todo, fermentaba en los cam- mo, y se preparaban, al mismo tiempo, a la reconquista del poder. Ace-
pos un agrio humor revolucionario. Un caudillo, una escaramuza cual- chaban el instante de desalojar a Madero invalidado, y minado, de la
quiera podían encender y conflagrar al país. presidencia de la República. Madero perdía rápidamente su base popu-
Cuando se aproxima el fin del séptimo periodo de Porfirio Díaz, apa- lar. Vino la insurrección de Félix Díaz. Y tras ella vino la traición de
reció el caudillo: Francisco Madero. Madero, que hasta aquel tiempo fue Victoriano Huerta, quien sobre los cadáveres de Madero y Pino Suárez
un agricultor sin significación política, publicó un libro anti-reeleccionista. asaltó el gobierno. La reacción «científica» apareció victoriosa. Pero el
Este libro, que fue una requisitoria contra el gobierno de Díaz, tuvo un pronunciamiento de un jefe militar no podía detener la marcha de la
inmenso eco popular. Porfirio Díaz, con esa confianza vanidosa en su revolución mexicana. Todas las raíces de esta revolución estaban vivas. El
poder que ciega a los déspotas en decadencia, no se preocupó al princi- general Venustiano Carranza recogió la bandera de Madero. Y, después
pio de la agitación suscitada por Madero y su libro. Juzgaba a la persona- de un período de lucha, expulsó del poder a Victoriano Huerta. Las rei-
lidad de Madero una personalidad secundaria e impotente. Madero, acla- vindicaciones de la revolución se acentuaron y definieron mejor. Y Méxi-
mado y seguido como un apóstol, suscitó en tanto, en México, una cau- co revisó y reformó su carta fundamental, de acuerdo con esas reivindica-
dalosa corriente anti-reeleccionista. Y la dictadura, alarmada y desazonada, ciones. El artículo 27 de la reforma constitucional de Querétaro declara
al fin sintió la necesidad de combatirla violentamente. Madero fue encar- que las tierras corresponden originariamente a la nación y dispone el
celado. La ofensiva reaccionaria dispersó al partido anti-reeleccionista; fraccionamiento de los latifundios. El artículo 123 incorpora en la Cons-
los «científicos» restablecieron su autoridad y su dominio; Porfirio Díaz titución mexicana varias aspiraciones obreras; la indemnización por los
consiguió su octava reelección; y la celebración del centenario de México accidentes de trabajo, la participación de las utilidades.
fue una fastuosa apoteosis de su dictadura. Tales éxitos llenaron de opti- Mas Carranza, elegido presidente, carecía de condiciones para reali-
mismo y de confianza a Díaz y su bando. El término de este gobierno zar el programa de la revolución. Su calidad de terrateniente y sus com-
estaba, sin embargo, próximo. Puesto en libertad condicional, Madero se promisos con la clase latifundista lo estorbaban para cumplir la reforma
fugó a Estados Unidos, donde se entregó a la organización del movi- agraria. El reparto de tierras, prometido por la revolución y ordenado
miento revolucionario. Orozco reunió, poco después, el primer ejército por la reforma constitucional, no se produjo. El régimen de Carranza se
insurreccional. Y la rebelión se propagó velozmente. Los «científicos» anquilosó y se burocratizó gradualmente. Carranza pretendió, en fin,
intentaron atacarla con armas políticas. Se declararon dispuestos a satisfa- designar su sucesor. El país, agitado incesantemente por las facciones
cer la aspiración revolucionaria. Dieron una ley que cerraba el paso a otra revolucionarias, murió en manos de una banda irregular. Y bajo la presi-
reelección. Pero esta maniobra no contuvo el movimiento en marcha. La dencia provisional de De la Huerta, se efectuaron las elecciones que con-
bandera anti-reeleccionista es una bandera contingente. Alrededor de ella dujeron a la presidencia al general Obregón.
se concentraban todos los descontentos, todos los explotados, todos los

224 225
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

El gobierno de Obregón ha dado un paso resuelto hacia la satisfac-


ción de uno de los más hondos anhelos de la revolución: ha dado tie-
rras a los campesinos pobres. A su sombra ha florecido en el estado de
Yucatán un régimen colectivista. Su política prudente y organizadora
ha normalizado la vida de México. Y ha inducido a Estados Unidos al La reacción en México61 (1924)
reconocimiento mexicano.
Pero la actividad más revolucionaria y trascendente del gobierno de
Obregón ha sido su obra educacional. José Vasconcelos, uno de los hom-
bres de mayor relieve histórico de la América contemporánea, ha dirigido
una reforma extensa y radical de la instrucción pública. Ha usado los más
originales métodos para disminuir el analfabetismo; ha franqueado las
universidades a las clases pobres; ha difundido como un evangelio de la
época, en todas las escuelas y en todas las bibliotecas, los libros de Tolstoi
y de Romain Rolland; ha incorporado en la ley de instrucción la obliga-
ción del Estado de sostener y educar a los hijos de los incapacitados y a
los huérfanos; ha sembrado de escuela, de libros y de ideas la inmensa y
fecunda tierra mexicana.

Objetivamente considerado el conflicto religioso en México, resulta,


en verdad, un conflicto político. Contra el gobierno del general Calles,
obligado a defender los principios de la revolución, sentados desde 1917
en la Constitución mexicana, más que el sentimiento católico se revela,
en este instante, el sentimiento conservador. Estamos asistiendo simple-
mente a una ofensiva de la reacción.
La clase conservadora terrateniente, desalojada del gobierno por un
movimiento revolucionario cuyo programa se inspiraba en categorías rei-
vindicaciones sociales, no se conforma con su ostracismo del poder. Me-
nos todavía se resigna a la continuación de una política que –aunque sea
con atenuaciones y compromisos– actúa una serie de principios que ata-
can sus intereses y privilegios. Por tanto, las tentativas reaccionarias se
suceden. La reacción, naturalmente, disimula sus verdaderos objetivos.
Trata de aprovechar las circunstancias y situaciones desfavorables al par-
tido gubernamental. La insurrección encabezada por el general De la
Huerta fue, hace tres años, su última ofensiva armada. Batida en otros
frentes, presenta ahora batalla a la Revolución en el frente religioso.

61
Publicado en Variedades, Lima, 7 de agosto de 1926.

226 227
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

No es el gobierno de Calles el que ha provocado la lucha. Por el La Iglesia invoca esta vez en México un postulado liberal: la libertad
contrario, acaso para atemperar las prevenciones suscitadas por su repu- religiosa. En los países donde el catolicismo conserva sus fueros de con-
tación de radical incandescente, Calles se ha mostrado en el gobierno fesión del Estado, rechaza y execra este mismo postulado. La contradic-
más preocupado de la estabilización y afianzamiento del régimen que de ción no es nueva. Desde hace varios siglos la Iglesia ha aprendido a ser
su programa y origen revolucionarios. En vez de acelerar el proceso de la oportunista. No se ha apoyado tanto en sus dogmas, como en sus transac-
Revolución Mexicana, como se esperaba de parte de muchos, el gobierno ciones. Y, por otra parte, el ilustre polemista católico, Louis Veinllot,
de Calles lo ha contenido y sofrenado. La extrema izquierda, que no definió hace tiempo la posición de la Iglesia frente al liberalismo en su
ahorra censuras a Calles, denuncia al laborismo que su gobierno repre- célebre respuesta a un liberal que se sorprendía de oírle clamar por la
senta como un laborismo archidomesticado. libertad: «En nombre de tus principios, te la exijo: en nombre de los
Por consiguiente, la agitación católica y reaccionaria no aparece crea- míos, te la niego».
da por una política excesivamente radical del gobierno de Calles. Apare- Pero en la historia de México, desde los tiempos de Juárez hasta los de
ce, más bien alentada por una política transaccional que ha persuadido a Calles, le ha tocado al clero combatir y resistir las reivindicaciones popu-
los conservadores del declinamiento del sentimiento revolucionario y ha lares. La Iglesia ha contrastado siempre en México, en nombre de la tra-
separado del gobierno de una parte del proletariado y a varios intelectua- dición, a la libertad. Por ende, su actitud de hoy no se presta a equívocos.
les izquierdistas. La mayoría del pueblo mexicano sabe demasiado bien que agitación cle-
El proceso del conflicto revela plenamente su fondo político. Méxi- rical es esencialmente agitación reaccionaria.
co atravesaba un período de calma cuando los altos funcionarios ecle- El Estado mexicano pretende ser, por el momento, un Estado neutro
siásticos anunciaron de improviso, y en forma resonante, su repudio y laico. No es del caso discutir su doctrina. Este estudio no cabe en un
su desconocimiento a la Constitución de 1917. Esta era una declaración comentario rápido sobre la génesis de los actuales acontecimientos mexi-
de beligerancia. El gobierno de Calles comprendió que preludiaba una canos. Yo, por mi parte, he insistido demasiado respecto a la decadencia
activa campaña clerical contra las conquistas y los principios de la Re- del Estado liberal y al fracaso de su agnosticismo para que se me crea
volución. Tuvo que decidir, en consecuencia, la aplicación integral de entusiasta de una política meramente laicista. La enseñanza laica, como
los artículos constitucionales relativos a la enseñanza y el culto. El cle- otra vez he escrito, es en sí misma una gastada fórmula liberal.
ro, manteniendo su actitud de rebeldía, no ocultó su voluntad de opo- Pero el laicismo en México –aunque subsistan en muchos hombres
ner una extrema resistencia al Estado. Y el gobierno quiso entonces del régimen residuos de una mentalidad radicaloide y anticlerical– no
sentirse armado suficientemente para imponer la ley. Nació así ese de- tiene ya el mismo sentido que en los viejos estados burgueses. Las formas
creto que amplía y reforma el Código Penal mexicano estableciendo políticas y sociales vigentes en México no representan una estación del
graves sanciones contra la transgresión y la desobediencia de las dispo- liberalismo, sino del socialismo. Cuando el proceso de la revolución se
siciones constitucionales. haya cumplido plenamente, el Estado mexicano no se llamará neutral y
Este es el decreto contra el cual insurge el clero mexicano, suspen- laico, sino socialista.
diendo los servicios religiosos en las iglesias e invitando a los fieles a Y entonces no será posible considerarlo antirreligioso. Pues el socia-
una política de no cooperación, disminución de sus gastos al mínimo lismo es, también, una religión, una mística. Y esta gran palabra religión,
posible a fin de reducir en lo posible su cuota al Estado. El rigor de que seguirá gravitando en la historia humana con la misma fuerza de
algunas disposiciones, verbi gratia, la que prohíbe el uso del hábito siempre, no debe ser confundida con la palabra Iglesia.
religioso fuera de los templos, es, sin duda, excesivo. Pero no se debe
olvidar que se trata de una ley de emergencia reclamada al gobierno por
la necesidad política, más que por el compromiso programático o ideo-
lógico de aplicar, en el terreno de la enseñanza y del culto, los princi-
pios de la Revolución.

228 229
La batalla de Martín Fierro62 (1927)

La rotunda negativa con que Martín Fierro ha respondido, bajo la


firma de Rojas Paz, Molinari, Borges, Pereda Valdés, Olivari, Ortelli y
algunos otros de sus colaboradores, a una extemporánea invitación de La
Gaceta Literaria de Madrid refresca mi simpatía por este aguerrido grupo
de escritores argentinos y su animado periódico. Hace tres años, Oliverio
Girondo –traído a Lima por su afán de andariego y en función de emba-
jador de la nueva generación argentina– me hizo conocer los primeros
números del intrépido quincenario que desde entonces leo sin más tre-
gua que las dependientes de las distracciones del servicio postal.
Mi sinceridad me obliga a declarar que Martín Fierro me parecía en
sus últimas jornadas menos osado y valiente que en aquellas que le gana-
ron mi cariño. Le notaba un poco de aburguesamiento, a pesar del juve-
nil desplante que encontraba siempre en sus columnas polémicas (el es-
píritu burgués tiene muchos capciosos desdoblamientos). Martín Fierro,
a mi juicio, caía en el frecuente equívoco de tomar por señales de revolu-
ción las que son, más bien, señales de decadencia. Por ejemplo, cuando a
propósito de Beethoven dijo: «debemos defender nuestra pequeñez con-

62
Publicado en Variedades (Lima), en 24 de setiembre de 1927.

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tra los gigantes, si es preciso», adoptó la actitud conformista, esto es, combativos frente a cualquier tentativa de restauración conservadora.
burguesa, de los que, obedeciendo a una necesidad espiritual del viejo Contra la tardía reivindicación española, debemos insurgir todos los es-
orden político y económico, repudian iconoclastas el pasado en nombre critores y artistas de la nueva generación hispanoamericana.
de un reverente acatamiento al presente. El ambicioso futurismo de otros Borges tiene cabal razón al afirmar que Madrid no nos entiende. Sólo
días degenera así en un engreído presentismo, inclinado a toda suerte de al precio de la ruptura con la Metrópoli, nuestra América ha empezado a
indulgencias con los más mediocres frutos artísticos si los identifica y descubrir su personalidad y a crear su destino. Esta emancipación nos ha
cataloga como frutos de la estación. costado una larga fatiga. Nos ha permitido ya cumplir libremente un
La función de Martín Fierro en la vida literaria y artística de la Argen- vasto experimento cosmopolita que nos ha ayudado a reivindicar y reva-
tina, y en general de Hispanoamérica, ha sido sin duda una función lorar lo más nuestro, lo autóctono. Nos proponemos realizar empresas
revolucionaria. Pero tendería a devenir conservadora si la satisfacción de más ambiciosas que la de enfeudarnos nuevamente a España.
haber reemplazado los valores y conceptos de ayer por los de hoy produ- La hora, de otro lado, no es propicia para que Madrid solicite su
jese una peligrosa megalómana superestimación de estos. Martín Fierro, reconocimiento como metrópoli espiritual de Hispanoamérica. España
por otra parte, ha reivindicado, contra el juicio europeizante y académi- no ha salido todavía completamente del Medioevo. Peor todavía: por
co de sus mayores, un valor del pasado. A esta sana raíz debe una buena culpa de su dinastía borbónica se obstina en regresar a él. Para nuestros
parte de su vitalidad. Su director, Evar Méndez, lo recuerda oportuna- pueblos en crecimiento, no representa siquiera el fenómeno capitalista.
mente en su ponderado balance de su obra publicada en la Exposición de Carece, por consiguiente, de títulos para reconquistarnos espiritualmen-
la Actual Poesía Argentina de P.J. Vignale y César Tiempo (Editorial te. Lo que más vale de España –Don Miguel de Unamuno– está fuera de
Minerva, Buenos Aires, 1927). España. Bajo la dictadura de Primo de Rivera es inconcebiblemente opor-
tuno invitarnos a reconocer la autoridad suprema de Madrid. El «meri-
Martín Fierro –escribe Evar Méndez– tiene por nombre un poe- diano intelectual de Hispanoamérica» no puede estar a merced de una
ma que es la más típica creación del alma de nuestro pueblo.
dictadura reaccionaria. En la ciudad que aspire a coordinarnos y dirigir-
Sobre esa clásica base, ese sólido fundamento –nada podría
nos intelectualmente necesitamos encontrar, si no espíritu revoluciona-
impedirlo–, edificamos cualquier aspiración con capacidad
de toda altura. rio, al menos tradición liberal. ¿Ignora La Gaceta Literaria que el Gene-
ral Primo de Rivera negó la libertad de palabra al profesor argentino
El activo de Martín Fierro está formado por todos los combates que ha Mario Sáenz y que la negará invariablemente a todo el que lleve a España
librado obedeciendo a su tradición, que es tradición de lucha. Y que por la representación del pensamiento de América?
arrancar de «la más típica creación» del alma popular argentina no pue- Nuestros pueblos carecen aún de la vinculación necesaria para coin-
de avenirse con un concepto antisocial del arte y mucho menos con una cidir en una sola sede. Hispanoamérica es todavía una cosa inorgánica.
perezosa abdicación de la cultura ante las corrientes de moda. El pasivo Pero el ideal de la nueva generación es, precisamente, el de darle uni-
está compuesto, en parte, de las innumerables páginas dedicadas, verbi- dad. Por lo pronto, hemos establecido ya, entre los que pensamos y
gracia, a Valery Larbaud, que, juzgado por estos reiterados testimonios de sentimos parecidamente, una comunicación fecunda. Sabemos que nin-
admiración, podría ocupar en la atención del público más sitio que guna capital puede imponer artificialmente su hegemonía a un Conti-
Pirandello. Evar Méndez está en lo cierto cuando, recapitulando la expe- nente. Los campos de gravitación del espíritu hispanoamericano son,
riencia martínfierrista, apunta lo siguiente: «la juventud aprendió de por fuerza, al norte México, al sur Buenos Aires. México está físicamente
nuevo a combatir; la crisis de opinión y de crítica fue destruida; los escri- un poco cerrado y distante. Buenos Aires, más conectada con los demás
tores jóvenes adquirieron el concepto de su entidad y responsabilidad». centros de Sudamérica, reúne más condiciones materiales de Metrópoli.
Por todo esto me complace, en grado máximo, la cerrada protesta de Es ya un gran mercado literario. Un «meridiano intelectual», en gran
los escritores de Martín Fierro contra la anacrónica pretensión de La Ga- parte, no es otra cosa.
ceta Literaria de que se reconozca a Madrid como «meridiano intelectual Martín Fierro, en todo caso, tiene mucha más «chance» de acertar que
de Hispanoamérica». Esta actitud nos presenta vigilantes, despiertos y La Gaceta Literaria.

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Decimoquinta conferencia:
Internacionalismo y Nacionalismo63 (1923)

I
En varias de mis conferencias he explicado cómo se ha solidarizado, cómo
se ha conectado, cómo se ha internacionalizado la vida de la humanidad.
Más exactamente, la vida de la humanidad occidental. Entre todas las
naciones incorporadas en la civilización europea, en la civilización occi-
dental, se han establecido vínculos y lazos nuevos en la historia humana. El
internacionalismo no es únicamente un ideal; es una realidad histórica. El
internacionalismo existe como ideal porque es la realidad nueva, la realidad
naciente. No es un ideal arbitrario, no es un ideal absurdo de unos cuantos
soñadores y de unos cuantos utopistas. Es aquel ideal que Hegel y Marx
definen como la nueva y superior realidad histórica que, encerrada dentro
de las vísceras de la realidad actual, pugna por actuarse y que, mientras no
está actuada, mientras se va actuando, aparece como ideal frente a la reali-
dad envejecida y decadente. Un gran ideal humano, una gran aspiración
humana no brota del cerebro ni emerge de la imaginación de un hombre
más o menos genial. Brota de la vida. Emerge de la realidad histórica.

63
Pronunciada el viernes 2 de noviembre de 1923, en el local de la Federación de Estudiantes
(Palacio de la Exposición).

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Es la realidad histórica presente. La humanidad no persigue nunca qui- Fijaos cómo comprende y cómo siente el obrero de la fábrica la idea
meras insensatas ni inalcanzables; la humanidad corre tras de aquellos idea- sindical y la idea colectivista; y fijaos, en cambio, cómo la misma idea es
les cuya realización presiente cercana, presiente madura y presiente posible. difícilmente comprensible para el trabajador aislado del pequeño taller,
Con la humanidad acontece lo mismo que con el individuo. El indi- para el obrero solitario que trabaja por su cuenta. La conciencia de clase
viduo no anhela nunca una cosa absolutamente imposible. Anhela siem- germina fácilmente en las grandes masas de las fábricas y de las negociacio-
pre una cosa relativamente posible, una cosa relativamente alcanzable. nes vastas; germina difícilmente en las masas dispersas del artesanado y de
Un hombre humilde de una aldea, a menos que se trate de un loco, no la pequeña industria. El latifundio industrial y el latifundio agrícola con-
sueña jamás con el amor de una princesa ni de una multimillonaria leja- ducen al obrero, primero, a la organización para la defensa de sus intereses
na y desconocida, sueña en cambio con el amor de la muchacha aldeana de clase y, luego, a la voluntad de la expropiación del latifundio y de su
a quien él puede hablar, a quien él puede conseguir. Al niño que sigue a explotación colectiva. El socialismo, el sindicalismo, no han emanado así
la mariposa puede ocurrirle que no la aprese, que no la coja jamás; pero de ningún libro genial. Han surgido de la nueva realidad social, de la
para que corra tras ella es indispensable que la crea o que la sienta relati- nueva realidad económica. Y lo mismo acontece con el internacionalismo.
vamente a su alcance. Si la mariposa va muy lejos, si su vuelo es muy Desde hace muchos lustros, desde hace un siglo aproximadamente, se
rápido, el niño renuncia a su imposible conquista. La misma es la actitud comprueba en la civilización europea la tendencia a preparar una organi-
de la humanidad ante el ideal. zación internacional de las naciones de Occidente. Esta tendencia no tiene
Un ideal caprichoso, una utopía imposible, por bellos que sean, no sólo manifestaciones proletarias; tiene también manifestaciones burguesas.
conmueven nunca a las muchedumbres. Las muchedumbres se emocio- Ahora bien. Ninguna de estas manifestaciones ha sido arbitraria ni se ha
nan y se apasionan ante aquella teoría que constituye una meta próxima, producido porque sí; ha sido siempre, por el contrario, el reconocimiento
una meta probable; ante aquella doctrina que se basa en la posibilidad; instintivo de un estado de cosas nuevo, latente. El régimen burgués, el
ante aquella doctrina que no es sino la revelación de una nueva realidad régimen individualista, libertó de toda traba los intereses económicos. El
en marcha, de una nueva realidad en camino. Veamos, por ejemplo, cómo capitalismo, dentro del régimen burgués, no produce para el mercado na-
aparecieron las ideas socialistas y por qué apasionaron a las muchedum- cional; produce para el mercado internacional. Su necesidad de aumentar
bres. Kautsky, cuando aún era un socialista revolucionario, enseñaba, de cada día más la producción lo lanza a la conquista de nuevos mercados.
acuerdo con la historia, que la voluntad de realizar el socialismo nació de Su producto, su mercadería, no reconoce fronteras; pugna por traspasar y
la creación de la gran industria. Donde prevalece la pequeña industria, el por avasallar los confines políticos. La competencia, la concurrencia entre los
ideal de los desposeídos no es la socialización de la propiedad, sino la industriales, es internacional. Los industriales, además de los mercados, se
adquisición de un poco de propiedad individual. La pequeña industria disputan internacionalmente las materias primas. La industria de un país se
genera siempre la voluntad de conservar la propiedad privada de los abastece del carbón, del petróleo, del mineral de países diversos y lejanos.
medios de producción y no la voluntad de socializar la propiedad, de A consecuencia de este tejido internacional de intereses económicos,
instituir el socialismo. Esta voluntad surge allí donde la gran industria los grandes bancos de Europa y de Estados Unidos resultan entidades
está desarrollada, donde no exista ya duda acerca de su superioridad complejamente internacionales y cosmopolitas. Esos bancos invierten ca-
sobre la pequeña industria, donde el retorno a la pequeña industria sería pitales en Australia, en la India, en la China, en el Transvaal. La circula-
un paso atrás, sería un retroceso social y económico. ción del capital a través de los bancos es una circulación internacional. El
El crecimiento de la gran industria, el surgimiento de las grandes fábri- rentista inglés que deposita su dinero en un banco de Londres ignora tal
cas mata a la pequeña industria y arruina al pequeño artesano; pero al vez a dónde va a ser invertido su capital, de dónde va a proceder su
mismo tiempo crea la posibilidad material de la realización del socialismo y rédito, su dividendo. Ignora si el banco va a destinar su capital, por
crea, sobre todo, la voluntad de llevar a cabo esa realización. La fábrica ejemplo, a la adquisición de acciones de la Peruvian Corporation; en este
reúne a una gran masa de obreros; a quinientos, a mil, a dos mil obreros; y caso, el rentista inglés resulta, sin saberlo, copropietario de ferrocarriles
genera en esta masa no el deseo del trabajo individual y solitario, sino el en el Perú. La huelga del Ferrocarril Central puede afectarlo, puede dis-
deseo de la explotación colectiva y asociada de ese instrumento de riqueza. minuir su dividendo.

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El rentista inglés lo ignora. Igualmente, el carrilano, el maquinista do de la producción capitalista. ¿Qué cosa es el libre-cambio? El libre-
peruanos ignoran la existencia de ese rentista inglés, a cuya cartera irá a cambio, la libre circulación, es el libre comercio de las mercaderías a través
parar una parte de su trabajo. Este ejemplo, este caso, nos sirven para de todas las fronteras y de todos los países. Entre las naciones existen no
explicarnos la vinculación económica, la solidaridad económica de la sólo fronteras políticas, fronteras geográficas. Existen también fronteras eco-
vida internacional de nuestra época. Y nos sirven para explicarnos el nómicas. Esas fronteras económicas son las aduanas. Las aduanas que, a la
origen del internacionalismo burgués y el origen del internacionalismo entrada al país, gravan la mercadería con un impuesto. El libre-cambio
obrero que es un origen común y opuesto al mismo tiempo. El propieta- pretende abatir esas fronteras económicas, abatir las aduanas, franquear el
rio de una fábrica de tejidos de Inglaterra tiene interés en pagar a sus paso libre de las mercaderías en todos los países. En este período de apogeo
obreros menor salario que el propietario de una fábrica de tejidos de de la teoría libre-cambista, la burguesía fue, en suma, eminentemente inter-
Estados Unidos, para que su mercancía pueda ser vendida más barata y nacionalista. ¿Cuál era la causa de su librecambismo, cuál era la causa de su
más ventajosa y abundantemente. Y esto hace que el obrero textil norte- internacionalismo? Era la necesidad económica, la necesidad comercial de
americano tenga interés en que no baje el salario del obrero textil inglés. la industria de expandirse libremente en el mundo.
Una baja de salarios en la industria textil inglesa es una amenaza para el El capitalismo de algunos países muy desarrollados económicamen-
obrero de Vitarte, para el obrero de Santa Catalina. En virtud de estos te encontraba un estorbo para su expansión en las fronteras económicas
hechos, los trabajadores han proclamado su solidaridad y su fraternidad y pretendía abatirlas. Y este capitalismo librecambista, que no abarca
por encima de las fronteras y por encima de las nacionalidades. Los tra- por supuesto todo el campo capitalista, sino sólo una parte de él, fue
bajadores han visto que cuando libraban una batalla no era sólo contra la también pacifista. Preconizaba la paz y preconizaba el desarme porque
clase capitalista de su país, sino contra la clase capitalista del mundo. miraba en la guerra un elemento de perturbación y de desordenamiento
Cuando los obreros de Europa lucharon por la conquista de la jornada de la producción.
de las ocho horas, luchaban no sólo por el proletariado europeo, sino por El librecambismo era una ofensiva del capitalismo británico, el más
el proletariado mundial. A vosotros, trabajadores del Perú, os fue fácil evolucionado del mundo, el más preparado para la concurrencia, con-
conquistar la ley de ocho horas porque la ley de ocho horas estaba ya en tra los capitalismos rivales. En realidad, el capitalismo no podía dejar
marcha en Europa. El capitalismo peruano cedió ante vuestra demanda de ser internacionalista porque el capitalismo es por naturaleza y nece-
porque sabía que el capitalismo europeo cedía también. sidad imperialista.
Y, del mismo modo, por supuesto, no son indiferentes a vuestra suerte El capitalismo crea una nueva clase de conflictos históricos y conflic-
las batallas que libran en la actualidad los trabajadores de Europa. Cada tos bélicos. Los conflictos no entre las naciones, no entre las razas, no
uno de los obreros que cae en estos momentos en las calles de Berlín o en entre las nacionalidades antagónicas, sino los conflictos entre los blo-
las barricadas de Hamburgo no cae sólo por la causa del proletariado ques, entre los conglomerados de intereses económicos e industriales.
alemán. Cae también por vuestra causa, compañeros del Perú. Este conflicto entre dos capitalismos adversarios, el británico y el alemán,
Es por esto, es por esta comprobación de un hecho histórico que condujo al mundo a la última gran guerra. Y de ella, como ya he tenido
desde hace más de medio siglo, desde que Marx y Engels fundaron la ocasión de explicaros, la sociedad burguesa ha salido hondamente mina-
Primera Internacional, las clases trabajadoras del mundo tienden a crear da y socavada, precisamente a causa del contraste entre las pasiones na-
asociaciones de solidaridad internacional que vinculen su acción y uni- cionalistas de los pueblos, que los enemistan y los separan, y la necesidad
fiquen su ideal. de la colaboración y la solidaridad y la amnistía recíproca entre ellos,
Pero al mismo efecto de la vida económica moderna no es insensible, en como único medio de reconstrucción común. La crisis capitalista, en uno
el campo opuesto, la política capitalista. El liberalismo burgués, el liberalis- de sus principales aspectos, reside justamente en esto: en la contradic-
mo económico que consintió a los intereses capitalistas expandirse, conec- ción de la política de la sociedad capitalista con la economía de la socie-
tarse y asociarse, por encima de los Estados y de las fronteras, tuvo por dad capitalista. En la sociedad actual, la política y la economía han cesa-
fuerza que incluir en su programa el libre cambio. El libre cambio, la teoría do de coincidir, han cesado de concordar. La política de la sociedad
libre-cambista corresponde a una necesidad honda y concreta de un perío- actual es nacionalista; su economía es internacionalista. El Estado bur-

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gués está construido sobre una base nacional; la economía burguesa ne- tos, las enemistades y los desequilibrios inherentes a la organización capita-
cesita reposar sobre una base internacional. lista y nacionalista de la sociedad. Suponiendo que la Sociedad de las Na-
El Estado burgués ha educado al hombre en el culto de la nacionali- ciones llegara a comprender a todas las naciones del mundo, no por eso su
dad, lo ha inficionado de ojerizas y desconfianzas y aun de odios respec- acción sería eficientemente pacifista ni eficazmente reguladora de los con-
to de las otras nacionalidades; la economía burguesa necesita, en cambio, flictos y de los contrastes entre las naciones, porque la humanidad, refleja-
de acuerdos y de entendimientos entre nacionalidades distintas y aun da y sintetizada en su asamblea, sería siempre la misma humanidad nacio-
enemigas. La enseñanza tradicionalmente nacionalista del Estado bur- nalista de antes. La Sociedad de las Naciones juntaría a los delegados de los
gués, excitada y estimulada durante el período de la guerra, ha creado, pueblos; pero no juntaría a los pueblos mismos. No eliminaría los motivos
sobre todo en la clase media, un estado de ánimo, intensamente naciona- de contraste entre estos. Las mismas divisiones, las mismas rivalidades que
lista. Y es ahora ese estado de ánimo el que impide que las naciones aproximan o enemistan a las naciones en la geografía y en la historia, las
europeas se concierten y se coordinen en torno de un programa común aproximarían o las enemistarían dentro de la Sociedad de las Naciones.
de reconstrucción de la economía capitalista. Esta contradicción entre la Subsistirían las alianzas, los compromisos, las ententes64, que agrupan a los
estructura política del régimen capitalista y su estructura económica es el pueblos en bloques antagónicos y enemigos. La Sociedad de las Naciones,
síntoma más hondo, más elocuente, de la decadencia y de la disolución finalmente, sería una Internacional de clase, una Internacional de estados;
de este orden social. Es, también, la revelación, la confirmación mejor pero no sería una Internacional de pueblos. La Sociedad de las Naciones
dicho de que la antigua organización política de la sociedad no puede sería un internacionalismo de etiqueta, un internacionalismo de fachada.
subsistir porque dentro de sus moldes, dentro de sus formas rígidamente Esto sería la Sociedad de las Naciones en el caso de que reuniese en su seno
nacionalistas, no pueden prosperar, no pueden desarrollarse las nuevas a todos los gobiernos, a todos los estados.
tendencias económicas y productivas del mundo, cuya característica es En el caso actual, en que no reúne sino a una parte de los gobiernos y
su internacionalismo. Este orden social declina y caduca porque no cabe a una parte de los estados, la Sociedad de las Naciones es mucho menos
ya dentro de él el desenvolvimiento de las fuerzas económicas y produc- todavía. Es un tribunal sin autoridad, sin jurisdicción y sin fuerza, al
tivas del mundo. Estas fuerzas económicas y productivas aspiran a una margen del cual las naciones contratan y litigan, negocian y se atacan.
organización internacional que consienta su desarrollo, su circulación y Pero, con todo, la aparición, la existencia de la idea de la Sociedad de
su crecimiento. Esa organización internacional no puede ser capitalista las Naciones, la tentativa de realizarla, es un reconocimiento, es una decla-
porque el Estado capitalista, sin renegar de su estructura, sin renegar de ración de la verdad evidente del internacionalismo de la vida contemporá-
su origen, no puede dejar de ser Estado nacionalista. nea, de las necesidades internacionales de la vida de nuestros tiempos.
Pero esta incapacidad de la sociedad capitalista e individualista para Todo tiende a vincular, todo tiende a conectar en este siglo a los pueblos
transformarse, de acuerdo con las necesidades internacionales de la eco- y a los hombres. En otro tiempo, el escenario de una civilización era reduci-
nomía, no impide que aparezcan en ella las señales preliminares de una do, era pequeño; en nuestra época es casi todo el mundo. El colono inglés
organización internacional de la humanidad. Dentro del régimen bur- que se instala en un rincón salvaje del África lleva a ese rincón el teléfono, la
gués, nacionalista y chauvinista, que aleja a los pueblos y los enemista, se telegrafía sin hilos, el automóvil. En ese rincón resuena el eco de la última
teje una densa red de solidaridad internacional que prepara el futuro de arenga de Poincaré o del último discurso de Lloyd George. E1 progreso de
la humanidad. las comunicaciones ha conectado y ha solidarizado hasta un grado inverosí-
La burguesía misma puede abstenerse de forjar con sus manos organis- mil la actividad y la historia de las naciones. Se da el caso de que el puñetazo
mos e institutos internacionales que atenúen la rigidez de su teoría y de su
práctica nacionalistas. Hemos visto así aparecer la Sociedad de las Nacio-
nes. La Sociedad de las Naciones, como lo dije en la conferencia respectiva,
es en el fondo un homenaje de la ideología burguesa a la ideología interna-
cionalista. La Sociedad de las Naciones es una ilusión, porque ningún 64
Uniones transitorias que adoptan los gobiernos de algunos estados, con fines específicos de
poder humano puede evitar que dentro de ella se reproduzcan los conflic- colaboración, principalmente bélicos.

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que tumba a Firpo en el ring de Nueva York sea conocido en Lima, en esta
pequeña capital sudamericana, a los dos minutos de haber sido visto por los
espectadores del match. Dos minutos después de haber conmovido a los
espectadores del coliseo norteamericano, ese puñetazo consternaba a las
buenas personas que hacían cola a las puertas de los periódicos limeños. El Partido Bolchevique y Trotsky65 (1925)
Recuerdo este ejemplo para dar a ustedes la sensación exacta de la intensa
comunicación que existe entre las naciones del mundo occidental, debido
al crecimiento y al perfeccionamiento de las comunicaciones.
Las comunicaciones son el tejido nervioso de esta humanidad
internacionalizada y solidaria. Una de las características de nuestra época
es la rapidez, la velocidad con que se propagan las ideas, con que se trasmi-
ten las corrientes del pensamiento y la cultura. Una idea nueva, brotada en
Inglaterra, no es una idea inglesa sino el tiempo necesario para que sea
impresa. Una vez lanzada al espacio por el periódico esa idea, si traduce
alguna verdad universal, puede transformarse instantáneamente en una
idea universal también. ¿Cuánto habría tardado Einstein en otro tiempo
para ser popular en el mundo? En estos tiempos, la teoría de la relatividad,
no obstante su complicación y su tecnicismo, ha dado la vuelta al mundo
en poquísimos años. Todos estos hechos son otros tantos signos del
internacionalismo y de la solidaridad de la vida contemporánea. Nunca la caída de un ministro ha tenido en el mundo una resonancia
En todas las actividades intelectuales artísticas, científicas, filantrópicas, tan extensa y tan intensa como la caída de Trotsky. El parlamentarismo ha
morales, etcétera, se nota hoy la tendencia a construir órganos internaciona- habituado al mundo a las crisis ministeriales. Pero la caída de Trotsky no
les de comunicación y de coordinación. En Suiza existen las sedes de más es una crisis de ministerio, sino una crisis de partido. Trotsky representa
de ochenta asociaciones internacionales. Hay una internacional de maes- una fracción o una tendencia derrotadas dentro del bolchevismo. Y va-
tros, una internacional de periodistas, hay una internacional feminista, hay rias otras circunstancias concurren, en este caso, a la sonoridad excepcio-
una internacional estudiantil. Hasta los jugadores de ajedrez, si no me equi- nal de la caída. En primer lugar, la calidad del líder en desgracia. Trotsky
voco, tienen oficinas internacionales o cosa parecida. Los maestros de baile es uno de los personajes más interesantes de la historia contemporánea;
han tenido en París un congreso internacional en el cual han discutido condottiere de la revolución rusa, organizador y animador del ejército
sobre 1a conveniencia de mantener en boga el fox trot o de resucitar la rojo, pensador y crítico brillante del comunismo. Los revolucionarios de
pavana. Se ha echado así las bases de una internacional de los bailarines. todos los países han seguido atentamente la polémica entre Trotsky y el
Más aún. Entre las corrientes internacionalistas, entre los movimientos Estado mayor bolchevique. Y los reaccionarios no han disimulado su
internacionalistas, se esboza una que es curiosa y paradójica, como ninguna. magra esperanza de que la disidencia de Trotsky marque el comienzo de
Me refiero a la internacional fascista. Los movimientos fascistas son, la disolución de la república sovietista.
como sabéis, rabiosamente chauvinistas, ferozmente patrioteros. Ocurre, Examinemos el proceso del conflicto.
sin embargo, que entre ellos se estimulan y se auxilian. Los fascistas ita- El debate que ha causado la separación de Trotsky del gobierno de los
lianos ayudan, según se dice, a los fascistas húngaros. Mussolini fue una soviets ha sido el más apasionado y ardoroso de todos los que han agitado
vez invitado a visitar Munich por los fascistas alemanes. El gobierno fas-
cista de Italia ha acogido con simpatía explícita y entusiasta el surgimien-
to del gobierno filofascista de España. Hasta el nacionalismo, pues, no
puede prescindir de cierta fisonomía internacionalista. 65
Publicado en Variedades, Lima, el 31 de enero de 1925.

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al bolchevismo desde 1917. Ha durado más de un año. Fue abierto por presión más acabada del burocratismo. La historia nos ofrece
una memoria de Trotsky al comité central del partido comunista. En este más de un caso de este género. Citemos el ejemplo más reciente
documento, en octubre de 1923, Trosky planteó a sus camaradas dos e impresionante: el de los jefes de los partidos de la Segunda
cuestiones urgentes: la necesidad de un «plan de orientación» en la po- Internacional. Kautsky, Bernstein, Guesde, eran discípulos di-
rectos de Marx y de Engels. Sin embargo, en la atmósfera del
lítica económica y la necesidad de un régimen de «democracia obrera»
parlamentarismo y bajo la influencia del desenvolvimiento au-
en el partido. Sostenía Trotsky que la revolución rusa entraba en una tomático del organismo del partido y de los sindicatos, estos
nueva etapa. La política económica debía dirigir sus esfuerzos hacia una líderes, total y parcialmente, cayeron en el oportunismo. En la
mejor organización de la producción industrial que restableciese el equi- víspera de la guerra, el formidable mecanismo de la socialde-
librio entre los precios agrícolas y los precios industriales. Y debía hacer- mocracia, amparado por la autoridad de la antigua generación,
se efectiva en la vida del partido una verdadera «democracia obrera». se había vuelto el freno más potente del avance revolucionario.
Esta cuestión de la «democracia obrera» que dominaba el conjunto de Y nosotros, los «viejos», debemos decirnos que nuestra genera-
las opiniones, necesita ser esclarecida y precisada. La defensa de la Revo- ción, que juega naturalmente el rol dirigente en el partido, no
lución forzó al partido bolchevique a aceptar una disciplina militar. El estaría absolutamente premunida contra el debilitamiento del
espíritu revolucionario y proletario en su seno, si el partido
partido era gobernado por una jerarquía de funcionarios escogidos entre
tolerase el desarrollo de métodos burocráticos.
los elementos más probados y más adoctrinados. Lenin y su Estado ma-
yor fueron investidos por las masas de plenos poderes. No era posible
El Estado mayor del bolchevismo no desconocía la necesidad de la
defender de otro modo la obra de la Revolución contra los asaltos y las
democratización del partido; pero rechazó las razones en que Trotsky
asechanzas de sus adversarios. La admisión en el partido tuvo que ser
apoyaba su tesis. Y protestó vivamente contra el lenguaje de Trotsky. La
severamente controlada para impedir que se filtrase en sus rangos gente
polémica se tornó acre. Zinóviev confrontó los antecedentes de los hom-
arribista y equívoca. La vieja guardia bolchevique, como se denominaba
bres de la vieja guardia con los antecedentes de Trotsky. Los hombres de
a los bolcheviques de la primera hora, dirigía todas las funciones y todas
la vieja guardia –Zinóviev, Kámenev, Stalin, Ríkov, etcétera– eran los que,
las actividades del partido. Los comunistas convenían unánimemente en
al flanco de Lenin, habían preparado, a través de un trabajo tenaz y
que la situación no permitía otra cosa. Pero, llegada la Revolución a su
coherente de muchos años, la revolución comunista. Trotsky, en cambio,
séptimo aniversario, empezó a bosquejarse en el partido bolchevique un
había sido menchevique.
movimiento a favor de un régimen de «democracia obrera». Los elemen-
Alrededor de Trostky se agruparon varios comunistas destacados:
tos nuevos reclamaban que se les reconociese el derecho a una participa-
Piatakov, Preobrazhensky, Sapronov, etcétera. Karl Rádek se declaró
ción activa en la elección de los rumbos y los métodos del bolchevismo.
propugnador de una conciliación entre los puntos de vista del comité
Siete años de experimento revolucionario habían preparado una nueva
central y los puntos de vista de Trotsky. Pravda dedicó muchas columnas
generación. Y en algunos núcleos de la juventud comunista no tardó en
a la polémica. Entre los estudiantes de Moscú las tesis de Trotsky encon-
fermentar la impaciencia.
traron un entusiasta proselitismo.
Trotsky, apoyando las reivindicaciones de los jóvenes, dijo que la
Mas el XIII congreso del partido comunista, reunido a principios del
vieja guardia constituía casi una burocracia. Criticaba su tendencia a con-
año pasado, dio la razón a la vieja guardia, que se declaró, en sus conclu-
siderar la cuestión de la educación ideológica y revolucionaria de la ju-
siones, favorable a la fórmula de la democratización anulando
ventud desde un punto de vista pedagógico más que desde un punto de
consiguientemente la bandera de Trotsky. Sólo tres delegados votaron en
vista político.
contra de las conclusiones del comité central. Luego, el congreso de la
Tercera Internacional ratificó este voto. Rádek perdió su cargo en el co-
La inmensa autoridad del grupo de veteranos del partido –de-
cía– es universalmente reconocida. Pero sólo por una colabora- mité de la Internacional. La posición del Estado mayor leninista se forta-
ción constante con la nueva generación, en el cuadro de la de- leció, además, a consecuencia del reconocimiento de Rusia por las gran-
mocracia, conservará la viaja guardia su carácter de factor revo- des potencias europeas y del mejoramiento de la situación económica
lucionario. Si no, puede convertirse insensiblemente en la ex- rusa. Trotsky, sin embargo, conservó sus cargos en el comité central del

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partido comunista y en el consejo de comisarios del pueblo. El comité no ha podido fusionarse ni identificarse con la vieja guardia bolchevi-
central expresó su voluntad de seguir colaborando con él. Zinóviev dijo que. Mientras la figura de Lenin dominó todo el escenario ruso, la inteli-
en un discurso que, a despecho de la tensión existente, Trotsky sería gencia y la colaboración entre la vieja guardia y Trotsky estaban asegura-
mantenido en sus puestos influyentes. das por una común adhesión a la táctica leninista. Muerto Lenin, ese
Un hecho nuevo vino a exasperar la situación. Trotsky publicó un vínculo se quebraba. Zinoviev acusa a Trotsky de haber intentado con
libro, 1917, sobre el proceso de la revolución en octubre. No conozco sus fau-tores el asalto del comando. Atribuye esa intención a toda la cam-
aún este libro que hasta ahora no ha sido traducido del ruso. Los últimos paña de Trotsky por la democratización del partido bolchevique. Afirma
documentos polémicos de Trotsky que tengo a la vista son los reunidos que Trotsky ha maniobrado demagógicamente por oponer la nueva a la
en su libro Curso nuevo. Pero parece que 1917 es una requisitoria de vieja generación. Trotsky, en todo caso, ha perdido su más grande bata-
Trotsky contra la conducta de los principales líderes de la vieja guardia lla. Su partido lo ha excomulgado y le ha retirado su confianza.
en las jornadas de la insurrección. Un grupo de conspicuos leninistas – Pero los resultados de la polémica no engendrarán un cisma. Los líde-
Zinóviev, Kámenev, Ríkov, Miliutin y otros– discrepó entonces del pare- res de la vieja guardia bolchevique, como Lenin en el episodio de
cer de Lenin. Y la disensión puso en peligro la unidad del partido bol- Cronstadt, después de reprimir la insurrección, realizarán sus reivindi-
chevique. Lenin propuso la conquista del poder. Contra esta tesis, acep- caciones. Ya han dado explícitamente su adhesión a la tesis de la necesi-
tada por la mayoría del partido bolchevique, se pronunció dicho grupo. dad de democratizar el partido.
Trotsky, en tanto, sostuvo la tesis de Lenin y colaboró en su actuación. El No es la primera vez que el destino de una revolución quiere que esta
nuevo libro de Trotsky, en suma, presenta a los actuales líderes de la vieja cumpla su trayectoria sin o contra sus caudillos. Lo que prueba, tal vez,
guardia, en las jornadas de octubre, bajo una luz adversa. Trotsky ha que en la historia los grandes hombres juegan un papel más modesto que
querido, sin duda, demostrar que quienes se equivocaron en 1917, en un las grandes ideas.
instante decisivo para el bolchevismo, carecen de derecho para pretenderse
depositarios y herederos únicos de la mentalidad y del espíritu leninistas.
Y esta crítica, que ha encendido nuevamente la polémica, ha motiva-
do la ruptura. El Estado mayor bolchevique debe haber respondido con
una despiadada y agresiva revisión del pasado de Trotsky. Trotsky, como
casi nadie ignora, no ha sido nunca un bolchevique ortodoxo. Perteneció
al menchevismo hasta la guerra mundial. Únicamente a partir de enton-
ces se avecinó al programa y a la táctica leninistas. Y sólo en julio de 1917
se enroló en el bolchevismo. Lenin votó en contra de su admisión en la
redacción de Pravda. El acercamiento de Lenin y Trotsky no quedó rati-
ficado sino por las jornadas de octubre. Y la opinión de Lenin divergió
de la opinión de Trotsky respecto a los problemas más graves de la revo-
lución. Trotsky no quiso aceptar la paz de Brest-Litovsk. Lenin com-
prendió rápidamente que, contra la voluntad manifiesta de los campesi-
nos, Rusia no podía prolongar el estado de guerra. Frente a las reivindi-
caciones de la insurrección de Cronstadt, Trotsky volvió a discrepar de
Lenin, que percibió la realidad de la situación con su clarividencia ge-
nial. Lenin se dio cuenta de la urgencia a satisfacer las reivindicaciones
de los campesinos. Y dictó medidas que inauguraron la nueva política
económica de los soviets. Los leninistas tachan a Trotsky de no haber
conseguido asimilarse al bolchevismo. Es evidente, al menos, que Trotsky

246 247
Política española66 (1925)

Después de dos años de dictadura militar, conviene echar una ojeada


a la política española. Las cosas en España no están siquiera come prima,
meglio de prima, cual en la comedia de Pirandello. Están, más bien, como
antes, peor que antes. ¿Qué ha hecho en dos años el tartarinesco general
Primo de Rivera? Cuando en septiembre de 1923 inauguró su gobierno,
prometió poner a España como nueva en un trimestre. Más tarde, pidió
para cumplir esta promesa el plazo de un año. El primer trimestre apenas
si le sirvió para enterarse de que existía don Miguel de Unamuno. Nin-
guna de las promesas de Primo de Rivera era, por supuesto, digna de ser
tomada en cuenta. Pero una de ellas, por ser la única que podía ser cum-
plida, produjo cierta complacencia en los optimistas a ultranza: la de que
el experimento militar sería breve. El gobierno de Primo de Rivera se
anunciaba como un gobierno transitorio. Primo de Rivera, entre sus in-
auditas fanfarronadas, no tenía la de sentirse con derecho a conservar el
poder. Ofrecía resignarlo, lo más pronto posible, en más expertas manos.
Esta es una de las cosas en que la historia del golpe de estado de los
generales españoles se diferenciaba netamente de la historia del golpe de

66
Publicado en Variedades, Lima, el 26 de diciembre de 1925.

249
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

estado de los fasci italianos. El fascismo, desde que conquistó el poder, a la que Primo de Rivera y sus secuaces pretenden llenar. La dictadura
declaró su intención de mantenerse en él a todo costo. La marcha sobre está liquidando el equívoco o la ficción de la democracia en España. Y,
Roma, según sus proclamas, abría una era fascista. Mussolini, en el más por tanto, está liquidando a los viejos partidos. Estos partidos, que tan
modesto de los casos, tendría la función y la duración de un Bismark. medrosa y claudicantemente se han comportado ante el Directorio, han
Los generales «casineros», como los llama Unamuno, no pudieron –más perdido para siempre el derecho de invocar sus ancianos principios. Su
por «casineros» que por generales– emplear el mismo lenguaje ni insta- abdicación es su muerte. El pueblo español tiene que mirar con desprecio
larse en el gobierno con el mismo título. Al principio, se creyeron obliga- un liberalismo y un democratismo que no han sabido denunciar la trai-
dos hasta a dar algunas excusas. ción de la monarquía a la Constitución.
Pero, poco a poco, Primo de Rivera ha cambiado de tono y de gesto. Bajo la dictadura de Primo de Rivera, se elabora en España una nueva
Dos años de dictadura interina no han sido bastante, sino para una conciencia pública. Los hombres comienzan a darse cuenta del vacío de
cosa: para persuadirlo de que la dictadura puede durar un poco más. algunas imponentes palabras: Democracia, Libertad, Constitución, etcé-
En dos años, Primo de Rivera, si no ha encontrado una solución para tera. El catedrático Jiménez de Asúa, en un artículo reciente, publicado
los problemas de España, ha descubierto su propia capacidad. Nadie en la prensa argentina, proclama la falencia moral de la monarquía espa-
podrá decir que el pintoresco marqués de la Estrella ha perdido su ñola. Preconiza, como única solución posible de la crisis precipitada por
tiempo en el gobierno. el golpe de estado militar, la organización de una república de bases
Hoy, Primo de Rivera tiene una idea más absurda que nunca de sí socialistas. Este no habría sido, sin duda, hace algunos años, el lenguaje
mismo; pero tiene, en cambio, una idea más razonable que antes del de los elementos reformistas. Primo de Rivera los obliga ahora a sacrificar
tiempo. Ya no da plazos de un trimestre ni de un año. Lo que desgracia- toda reserva acerca del régimen.
damente quiere decir que su ambición ha aumentado. Antes se imaginaba La historia está deshaciendo las ilusiones sobrevivientes. En España,
jugar, por sólo un instante, el papel de taumaturgo. Ahora pretende ju- como en Italia –y salvadas las diferencias y las distancias–, la dictadura se
gar, por toda la vida, el papel de estadista. consolida, la reacción se burocratiza. La resistencia de los que se les opo-
El problema político de España no se ha simplificado ni se ha compli- nen en el nombre de la Constitución y de la Libertad resulta absoluta-
cado con este cambio que, en realidad, no es un cambio. Como no lo es mente estéril e inepta. Esta realidad puede parecerles a los hombres un
tampoco el reemplazo del directorio de generales por el ministerio de la poco dura. Pero tiene que tornarlos, poco a poco, más realistas. Que es lo
Unión Patriótica. La dictadura sigue siendo, en España, una dictadura que hace falta para ver claro en el fondo de los hechos y de las ideologías.
militar. Basta saber que Primo de Rivera es el jefe y que a su lado esta el Y para encontrar la fórmula de un realismo idealista o de un idealismo
«siniestro» Martínez Anido, para comprender que la dictadura de hoy es realista de la cual pueda salir un régimen nuevo.
sustancialmente la misma de ayer. La presencia de gente civil en el go-
bierno no significa nada. Quienes dan el tono al régimen son al igual que
antes, y más que antes, Primo de Rivera y Martínez Anido.
La política que quiera o pueda desenvolver este gobierno carece en sí
de todo interés histórico. La Unión patriótica no es un partido ni es un
movimiento. Los residuos espirituales y mentales del tradicionalismo de
Vásquez de Mella o del conservadorismo de Maura son absolutamente
impotentes para constituir la base programática o doctrinal de un gobier-
no. Sin el sable de Primo de Rivera, la Unión Patriótica no existiría con
una facción o fuerza gubernamental.
Mas, independientemente a su voluntad y de su fraseología, esta dic-
tadura tiene en la historia española una función de la cual es imposible
no interesarse. Una función, naturalmente, muy distinta y muy contraria

250 251
El problema de la China67 (1927)

El pueblo chino se encuentra en una de las más rudas jornadas de su


epopeya revolucionaria. El ejército del gobierno revolucionario de Can-
tón amenaza Shanghai, o sea, la ciudadela del imperialismo extranjero
y, en particular, el imperialismo británico. La Gran Bretaña se apercibe
para el combate, organizando un desembarque militar en Shanghai,
con el objeto, según su lenguaje oficial, de defender la vida y la propie-
dad de los súbditos británicos. Y, señalando el peligro de una victoria
decisiva de los cantoneses, denunciados como bolcheviques, se esfuer-
za por movilizar contra la China revolucionaria y nacionalista a todas
las «grandes potencias’.
El peligro, por supuesto, no existe sino para los imperialismos que se
disputan o reparten el dominio económico de la China. El gobierno de
Cantón no reivindica más que la soberanía de los chinos en su propio
país. No lo mueve ningún plan de conquista ni de ataque a otros pue-
blos. No lo empuja, como pretenden hacer creer sus adversarios, un en-
conado propósito de venganza contra el Occidente y su civilización. Es
en la escuela de la civilización occidental donde la nueva China ha apren-

67
Publicado en Variedades, Lima, el 12 de febrero de 1927.

253
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

dido a ser fuerte. El pueblo chino lucha, simplemente, por su indepen- representante en Pekín del partido Anfu, esto es, de la vieja feudalidad;
dencia. Después de un largo período de colapso moral, ha recobrado la Wu Pei Fu, caudillo militar que adoptó en un tiempo una plataforma más
conciencia de sus derechos y de sus destinos. Y por consiguiente, ha o menos liberal y se reveló, luego, como un servidor del imperialismo
decidido repudiar y denunciar los tratados que en otro tiempo le fueron norteamericano; todos los enemigos, conscientes o inconscientes, de la
impuestos, bajo la amenaza de los cañones, por las potencias de Occiden- revolución china, habrían sido ya barridos definitivamente del poder, si
te. Una monarquía claudicante y débil suscribió esos pactos. Hoy, estable- las grandes potencias no los sostuvieran con su dinero y su auspicio.
cido y consolidado en Cantón un gobierno popular que ejerce una sobe- Pero es tan fuerte el movimiento revolucionario que ninguna conju-
ranía efectiva sobre más o menos cien millones de chinos –y que gradual- ración capitalista o militar, extranjera o nacional, puede atajarlo ni para-
mente ensancha el radio de esta soberanía–, los tratados humillantes y lizarlo. El gobierno de Cantón reposa sobre un sólido cimiento popular.
vejatorios que imponen a la China tarifas aduaneras contrarias a su inte- La agitación revolucionaria –temporalmente retenida en el norte de la
rés y sustraen a los extranjeros a la jurisdicción de sus jueces y sus leyes China por la victoria de las fuerzas aisladas de Chang Tso Lin y Wu Pei
no pueden ser tolerados más tiempo. Fu sobre el general cristiano Feng Yu Siang– toma cuerpo nuevamente.
Estas reivindicaciones son las que el imperialismo occidental conside- Fen Yu Siang está otra vez a la cabeza de un ejército popular que opera
ra o califica como bolcheviques y subversivas. Pero lo que ningún impe- combinadamente con el ejército cantonés.
rialismo puede disimular ni mistificar es su carácter de reivindicaciones Con la política imperialista de la Gran Bretaña que, en defensa de los
específicas y fundamentalmente chinas. Todos saben en el mundo, por intereses del capitalismo occidental, se apresta a intervenir marcialmente
mucho que hayan turbado su visión las mendaces noticias difundidas en la China, se solidarizan, sin duda, todas las fuerzas conservadoras y
por las agencias imperialistas, que el gobierno de Cantón tiene su origen regresivas del mundo. Con la China revolucionaria y resurrecta están
no en la revolución rusa de 1917, sino en la revolución china de 1912 todas las fuerzas progresistas y renovadoras, de cuyo prevalecimiento fi-
que derribó a una monarquía abdicante y paralítica e instauró, en su nal espera el mundo nuevo la realización de sus ideales presentes.
lugar, una república constitucional. Que el líder de esa revolución, Sun
Yat Sent, fue hasta su muerte, hace dos años, el jefe del gobierno cantonés.
Y que el Kuo Min Tang (Kwo: nación, Min: pueblo, Tang: partido) pro-
pugna y sostiene los principios de Sun Yat Sen, caudillo absolutamente
chino, en quien la calumnia más irresponsable no podría descubrir un
agente de la Internacional Comunista, ni nada parecido.
Si el imperialismo occidental, con la mira de mantener en la China
un poder ilegítimo, no se hubiera interpuesto en el camino de la revo-
lución, movilizando contra esta las ambiciones de los caciques y gene-
rales revolucionarios, el nuevo orden político y social, representado
por el gobierno de Cantón, imperaría ya en todo el país. Sin la inter-
vención de Inglaterra, del Japón y de los Estados Unidos, que, alterna-
tivamente o simultáneamente, subsidian la insurrección ya sea de uno,
ya de otro tuchun, la República China habría liquidado hace tiempo los
residuos del viejo régimen y habría asentado, sobre firmes bases, un
régimen de paz y de trabajo.
Se explica, por esto, el espíritu vivamente nacionalista –no anti-ex-
tranjero– de la China revolucionaria. El capitalismo extranjero, en la
China, como en todos los países coloniales, es un aliado de la reacción.
Chang Tso Lin, el dictador de la Manchuria, típico tuchun; Tuan Chi Jui,

254 255
Freudismo y marxismo (1925)

El reciente libro de Max Eastman, La ciencia de la Revolución, coinci-


de el de Henri de Man en la tendencia a estudiar el marxismo con los
datos de la nueva psicología. Pero Eastman, que, resentido con los
bolcheviques, no está exento de móviles revisionistas, parte de puntos de
vista distintos de los del escritor belga y, bajo varios aspectos, aporta a la
crítica del marxismo una contribución más original. Henri de Man es un
hereje del reformismo o la social democracia; Max Eastman es un hereje
de la Revolución. Su criticismo de intelectual súper-trotskista, lo divor-
ció de los Soviets, a cuyos jefes, en especial Stalin, atacó violentamente en
su libro Depois la morte de Lenin...
Max Eastman está lejos de creer que la psicología contemporánea en
general, y la psicología freudiana en particular, disminuya la validez del
marxismo como ciencia práctica de la revolución. Todo lo contrario: afir-
ma que la refuerzan y señala interesantes afinidades entre el carácter de
los descubrimientos esenciales de Marx y el de los descubrimientos de
Freud, así como de las reacciones provocadas en la ciencia oficial por
uno y otro. Marx demostró que las clases idealizaban o enmascaraban sus
móviles y que, detrás de sus ideologías, esto es, de sus principios políti-
cos, filosóficos o religiosos, actuaban sus intereses y necesidades econó-
micas. Esta aserción, formulada con el rigor y el absolutismo que en su
origen tiene siempre toda teoría revolucionaria, y que se acentúa por
razones polémicas en el debate con sus contradictores, hería profunda-

257
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

mente el idealismo de los intelectuales, reacios hasta hoy a admitir cual- La acusación de pan-sexualismo que encuentra la teoría de Freud
quier noción científica que implique una negación o una reducción de la tiene un exacto equivalente en la acusación de pan-economicismo que
autonomía y majestad del pensamiento, o, más exactamente, de los profe- halla todavía la doctrina de Marx. Aparte de que el concepto de econo-
sionales o funcionarios del pensamiento. mía en Marx es tan amplio y profundo como en Freud el de libido, el
Freudismo y marxismo, aunque los discípulos de Freud y de Marx no principio dialéctico en que se basa toda la concepción marxista excluía la
sean todavía los más propensos a entenderlo y advertirlo, se emparentan, reducción del proceso histórico a una pura mecánica económica. Y los
en sus distintos dominios, no sólo por lo que en sus teorías había de marxistas pueden refutar y destruir la acusación de pan-economicismo,
«humillación», como dice Freud, para las concepciones idealistas de la con la misma lógica de Freud defendiendo el Psicoanálisis que dice que
humanidad, sino por su método frente a los problemas que abordan.
se le reprochó su pan-sexualismo, aunque el estudio psicoanalí-
Para curar los trastornos individuales –observa Max Eastman– tico de los instintos hubiese sido siempre rigurosamente dualista
el psicoanálisis presta una atención particular a las deformacio- y no hubiese jamás dejado de reconocer, al lado de los apetitos
nes de la conciencia producidas por los móviles sexuales com- sexuales, otros móviles bastante potentes para producir el re-
primidos. El marxismo, que trata de curar los trastornos de la chazo del instinto sexual.
sociedad, presta una atención particular a las deformaciones
engendradas por el hambre y el egoísmo. Asimismo, en los ataques al Psicoanálisis no ha influido más que en
las resistencias al marxismo el sentimiento antisemita. Y muchas de las
El vocablo «ideología» de Marx es simplemente un nombre que sirve ironías y reservas con que en Francia se acoge al Psicoanálisis, por proce-
para designar las deformaciones del pensamiento social y político produ- der de un germano, cuya nebulosidad de aviene poco con la claridad y la
cidas por los móviles comprimidos. Este vocablo traduce la idea a los mesura latinas y francesas, se parecen sorprendentemente a las que ha
freudianos, cuando hablan de racionalización, de substitución, de tras- encontrado siempre el marxismo, y no sólo entre los anti-socialistas, en
paso, de desplazamiento, de sublimación. La interpretación económica ese país, donde un subconsciente nacionalismo ha inclinado habitual-
de la historia no es más que un psicoanálisis generalizado del espíritu mente a las gentes a ver en el pensamiento de Marx el de un boche68
social y político. De ello tenemos una prueba en la resistencia espasmódica oscuro y metafísico. Los italianos no le han ahorrado, por su parte, los
e irrazonada para oponer al paciente. La diagnosis marxista es considera- mismos epítetos ni han sido menos extremistas y celosos en oponer, se-
da como un ultraje, más bien que como una constatación científica. En gún los casos, el idealismo o el positivismo latinos al materialismo o la
vez de ser acogida con espíritu crítico verdaderamente comprensivo, tro- abstracción germanas de Marx.
pieza con racionalizaciones y «reacciones de defensa» del carácter más A los móviles de clase y de educación intelectual que rigen la resisten-
violento e infantil. cia al método marxista, no consiguen sustraerse, entre los hombres de
Freud, examinando las resistencias al Psicoanálisis, ha descrito ya es- ciencia, como lo observa Max Eastman, los propios discípulos de Freud,
tas reacciones, que ni en los médicos ni en los filósofos han obedecido a proclives a considerar la actitud revolucionaria como una simple neuro-
razones propiamente científicas ni filosóficas. El Psicoanálisis era objeta- sis. El instinto de clase determina este juicio de fondo reaccionario.
do, ante todo, porque contrariaba y soliviantaba una espesa capa de sen- El valor científico, lógico, del libro de Max Eastman –y esta es la
timientos y supersticiones. Sus afirmaciones sobre la subconciencia, y en curiosa conclusión a la que se arriba al final de su lectura, recordando los
especial sobre la libido, infligían a los hombres una humillación tan gra- antecedentes de su Depuis la Morte de Lenin y de su ruidosa excomunión
ve como la experimentada con la teoría de Darwin y con el descubri- por los comunistas rusos– resulta muy relativo, a poco que se investigue
miento de Copérnico. A la humillación biológica y a la humillación
cosmológica, Freud podría haber agregado un tercer precedente: el de la
humillación ideológica, causada por el materialismo económico, en ple-
no auge de la filosofía idealista.
68
Se dice, despectivamente, de los alemanes.

258 259
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

en los sentimientos que inevitablemente lo inspiran. El Psicoanálisis, desde


este punto, puede ser perjudicial a Max Eastman como elemento de críti-
ca marxista. Al autor de La Ciencia de la Revolución le sería imposible
probar que en sus razonamientos neo-revisionistas, en su posición herética
y, sobre todo, en sus conceptos sobre el bolchevismo, no influyen El Determinismo Marxista (1926)
mínimamente sus resentimientos personales. El sentimiento que se impo-
ne con demasiada frecuencia al razonamiento de este escritor, que tan
apasionadamente pretende situarse en un terreno objetivo y científico.

Otra actitud frecuente de los intelectuales que se entretienen en roer la


bibliografía marxista es la de exagerar interesadamente el determinismo
de Marx y su escuela con el objeto de declararlos, también desde este
punto de vista, un producto de la mentalidad mecanicista del siglo XIX,
incompatible con la concepción heroica, voluntarista de la vida, a que se
inclina el mundo moderno después de la Guerra. Estos reproches no se
avienen con la crítica de las supersticiones racionalistas y utopísticas y de
fondo místico del movimiento socialista. Pero Henri de Man no podía
dejar de echar mano de un argumento que tan fácil estrago hace en los
intelectuales del Novecientos, seducidos por el esnobismo de la reacción
contra el «estúpido siglo diecinueve». El revisionista belga observa, a este
respecto, cierta prudencia.

Hay que hacer constar –declara– que Marx no merece el repro-


che que con frecuencia se le dirige de ser un fatalista, en el
sentido de que negara la influencia de la volición humana en el
desarrollo histórico; lo que ocurre es que considera esta voli-
ción como predeterminada.

*
En Mariátegui total, 1994

260 261
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

Y agrega que «tienen razón los discípulos de Marx, cuando defienden en cambio, como una tentativa racionalista, romántica, antihistórica, de
a su maestro del reproche de haber predicado esa especie de fatalismo». utopistas fanáticos. Los reformistas de todo calibre, en primer término,
Nada de esto le impide, sin embargo, acusarlos de su «creencia en otro reprueban en los revolucionarios su tendencia a forzar la historia, ta-
fatalismo, el de los fines categoriales ineluctables», pues, «según la con- chando de «blanquista» y «putschista» la táctica de los partidos de la
cepción marxista, hay una volición social sometida a leyes, la cual se Tercera Internacional.
cumple por medio de la lucha de clases y el resultado ineluctable de la Marx no podía concebir ni proponer sino una política realista y, por
evolución económica que crea oposiciones de intereses». esto, extremó la demostración de que el proceso mismo de la economía
En sustancia, el neo-revisionismo adopta, aunque con discretas en- capitalista, cuanto más plena y vigorosamente se cumple, conduce al so-
miendas, la crítica idealista que reivindica la acción de la voluntad y del cialismo; pero entendió, siempre como condición previa de un nuevo
espíritu. Pero esta crítica concierne sólo a la ortodoxia social-democrática orden, la capacitación espiritual e intelectual del proletariado para reali-
que, como ya está establecido, no es ni ha sido marxista sino lasalliana, zarlo a través de la lucha de clases. Antes que Marx, el mundo moderno
hecho probado hasta por el vigor con que se difunde hoy en la social- había arribado ya a un momento en que ninguna doctrina política y
democracia tudesca esta palabra de orden: «el retorno a Lasalle». Para social podía aparecer en contradicción con la historia y la ciencia. La
que esta crítica fuera válida, habría que empezar por probar que el mar- decadencia de las religiones tiene un origen demasiado visible en su cre-
xismo es la social-democracia, trabajo que Henri de Man se guarda de ciente alejamiento de la experiencia histórica y científica. Y sería absurdo
intentar. Reconoce por el contrario en la Tercera Internacional la herede- pedirle a una concepción política, eminentemente moderna en todos sus
ra de la Asociación Internacional de Trabajadores, en cuyas asambleas elementos, como el socialismo, indiferencia por este orden de considera-
alentaba un misticismo muy próximo al de la cristiandad de las catacum- ciones. Todos los movimientos políticos contemporáneos, a comenzar por
bas, y consigna en su libro este juicio explícito: los más reaccionarios, se caracterizan, como lo observa Benda en su Trahison
des Clercs69, por su empeño en atribuirse una estricta correspondencia
Los marxistas vulgares del comunismo son los verdaderos usu- con el curso de la historia. Para los reaccionarios de L’Action Française70,
fructuarios de la herencia marxiana. No lo son en el sentido de literalmente más positivistas que cualquier revolucionario, todo el perío-
que comprenden a Marx mejor con referencia a su época, sino do que inauguró la revolución liberal es monstruosamente romántico y
porque lo utilizan con más eficacia para las tareas de su época, antihistórico. Los límites y función del determinismo marxista están fija-
para la realización de sus objetivos. La imagen que de Marx nos
dos desde hace tiempo. Críticos ajenos a todo criterio de partido, como
ofrece Kautsky ha comentado una política en que Marx no ha
influido nunca, mientras que las palabras que, como santo y Adriano Tilgher, suscriben la siguiente interpretación:
seña, tomó Lenin de Marx son la misma política después de
muerto este y continúan creando realidades nuevas La táctica socialista, para conducir a buen éxito, debe tener en
cuenta la situación histórica sobre la cual le toca operar y,
donde esta es todavía inmatura para la instauración del socia-
A Lenin se le atribuye una frase que enaltece Unamuno en su La
lismo, guardarse bien de forzarle la mano; pero, de otro lado,
Agonía del Cristianismo; la que pronunciara una vez, contradiciendo a
no debe remitirse quietistamente a la acción de los sucesos,
alguien que le observaba que su esfuerzo iba contra la realidad: «¡Tanto sino, insertándose en su curso, tender siempre más a orientar-
peor para la realidad!». El marxismo, donde se ha mostrado revolucio- los en sentido socialista, de modo de hacerlos maduros para la
nario –vale decir, donde ha sido marxismo–, no ha obedecido nunca a transformación final. La táctica marxista es, así, dinámica y
un determinismo pasivo y rígido. Los reformistas resistieron a la Revo- dialéctica como la doctrina misma de Marx: la voluntad socia-
lución, durante la agitación revolucionaria post-bélica, con razones del
más rudimentario determinismo económico. Razones que, en el fondo,
se identificaban con las de la burguesía conservadora, y que denuncia-
ban el carácter absolutamente burgués, y no socialista de ese 69
La traición de los intelectuales.
determinismo. A la mayoría de sus críticos, la Revolución rusa aparece, 70
Acción Francesa: Grupo fascista francés.

262 263
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

lista no se agita en el vacío, no prescinde de la situación pre-


existente, no se ilusiona de mudarla con llamamientos al buen
corazón de los hombres, sino que se adhiere sólidamente a la
realidad histórica, mas no resignándose pasivamente a ella;
antes bien, reaccionando contra ella siempre más enérgica-
mente, en el sentido de reforzar económica y espiritualmente
Manhattan Transfer, de John Dos Passos71 (1929)
al proletariado, de acentuar en él la conciencia de su conflicto
con la burguesía, hasta que, habiendo llegado al máximo de la
exasperación, y la burguesía al extremo de las fuerzas del régi-
men capitalista, convertido en un obstáculo para las fuerzas
productivas, pueda ser útilmente derribado y sustituido, con
ventaja para todos, por el régimen socialista. (La Crisis Mondiale
e Saggi critice di Marxismo e Socialismo)

El carácter voluntarista del socialismo no es, en verdad, menos evi-


dente, aunque sí menos entendido por la crítica, que su fondo determinista.
Para valorarlo basta, sin embargo, seguir el desarrollo del movimiento
proletario, desde la acción de Marx y Engels en Londres, en los orígenes
de la Primera Internacional, hasta su actualidad, dominada por el primer
experimento de Estado socialista: la URSS. En ese proceso, cada palabra, I
cada acto del marxismo tiene un acento de fe, de voluntad, de convicción
heroica y creadora, cuyo impulso sería absurdo buscar en un mediocre y John Dos Passos es, como Waldo Frank, un norteamericano que ha
pasivo sentimiento determinista. vivido en España y que ha estudiado amorosamente su psicología y sus
costumbres. Pero, aunque después de sus hermosas novelas La iniciación
de un hombre y Tres soldados, John Dos Passos se cuenta entre los valores
más altamente cotizados de la nueva literatura norteamericana, sólo hoy
comienza a ser traducido al español. La Editorial Cenit acaba de publicar
su Manhattan Transfer, libro en el que las cualidades de novelista de John
Dos Passos alcanzan su plenitud. La iniciación de un hombre y Tres solda-
dos son dos libros de la guerra, asunto en el que Dos Passos sobresale,
pero que, quizás, han perdido su atracción de hace algunos años.
Manhattan Transfer, además de corresponder a un período de madura-
ción del arte y espíritu de John Dos Passos, refleja a Nueva York, la urbe
gigante y cosmopolita, la más monumental creación norteamericana. Es
un documento de la vida yanqui de mérito análogo, quizá, al de El Ce-
mento de Gladkov como documento de la vida rusa.

71
Las dos partes de que consta el presente ensayo fueron publicadas, respectivamente, en las
ediciones de Mundial y Variedades correspondientes al 9 de agosto y 4 de setiembre de 1929.

264 265
JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

En Manhattan Transfer no hay una vida, morosamente analizada, sino Cemento, en su realismo, tiene el acento de una nueva épica, en Manhattan
una muchedumbre de vidas que se mezclan, se rozan, se ignoran, se Transfer, reflejo de un magnífico e imponente escenario de una vida cu-
agolpan. Los que gustan de la novela de argumento no se sentirán felices yos impulsos ideales se han corrompido y degenerado, carece de esta
en este mundo heterogéneo y tumultuoso, antípoda del de Proust y de contagiosa exaltación de masas creadoras y heroicas.
Giraudoux. Ninguna transición tan violenta tal vez para un lector de hoy El decorado de Manhattan Transfer es simple y esquemático como en el
como de Eglantine a Manhattan Transfer. Es la transición del baño tibio y teatro de vanguardia. La descripción, sumaria y elemental, es sostenida a
largo a la ducha enérgica y rápida. La técnica novelística, bajo la grandes trazos. John Dos Passos emplea imágenes certeras y rápidas. Tiene
conminatoria del tema, se hace cinematográfica. Las escenas se suceden algo del expresionismo y del suprarrealismo. Pero, vertiginoso como la vida
con una velocidad extrema; pero no por esto son menos vivas y plásticas. que traduce, no se detiene en ninguna de las estaciones de su itinerario.
El traductor español, que se ha permitido una libertad indispensable en
la versión del diálogo, escribe lo siguiente en el prefacio:
II
Como en la pantalla del cine la acción que abarca veintitantos
años, cambia bruscamente de lugar. Los personajes, más de ciento,
Esta novela, en apariencia incongruente, desordenada, tumultuaria,
entrando y saliendo en los hoteles, en los vapores, en las tiendas
en los music-halls, en las peluquerías, en los teatros, en los rasca-
en verdad tiene una estructura sólida de block-house. «Es un rascacielos»,
cielos, en los teléfonos, en los bancos. Y todas estas personas y me sopla al lado J. Eugenio Garro, traductor de Waldo Frank, algo fami-
personillas que bullen por las páginas de la novela, como por las liarizado ya con esta arquitectura de hierro y cemento armado. John Dos
aceras de la gran metrópoli, aparecen sin la convencional pre- Passos ha construido su novela, desde sus cimientos, con arte de ingenie-
sentación y se despiden del lector «a la francesa». ro yanqui. La estética de su trabajo obedece a las líneas y los materiales de
su estructura. Todo es geométricamente cubista en Manhattan Transfer,
Cada cual tiene su personalidad bien marcada, pero todos se asemejan sin barroquismo y sin arabescos. Por su puerta giratoria que no se detiene
en la falta de escrúpulos. Son gente materialista, dominada por el sexo y por un segundo, entran y salen los habitantes de una urbe mecanizada y
el estómago, cuyo fin único parece ser la prosperidad económica. A unos los vertiginosa. Las estancias monótonamente iguales de este rascacielos aloja
sorprendemos emborrachándose discretamente; a otros, cohabitando detrás dramas distintos; pero todos estos dramas son elementos de una sola
de las cortinas; a otros estafando al prójimo sin salir de la ley. Los abogados balzaciana expresión de Nueva York.
viven de chanchullos, los banqueros seducen a sus secretarias, los policías La primera escena de Manhattan Transfer es una anónima y muda esce-
se dejan sobornar y los médicos hacen abortar a las actrices. Los más decen- na de maternidad. Una enfermera deposita una cesta con un recién nacido
tes son los que atracan las tiendas con pistola de pega. Entre toda esta gen- al lado de otras, en una sala recalentada, con olor de alcohol y desinfectan-
tuza, se destaca Jimmy Herf, tipo de burgués idealista, repetido en otras te. Minutos después que otras criaturas, de las que en esta noche no volve-
obras de Dos Passos. Pero el verdadero protagonista no es Jimmy sino remos a encontrar el rastro ignoto, llega al mundo Ellen Thatcher. La pri-
Manhattan mismo, con sus viejas iglesias empotradas entre geométricos ras- mera nota de Manhattan Transfer es un vagido. Joyce en Ulyses, con ritmo
cacielos, con sus cabarets resplandecientes, con sus puertos brumosos y lento, nos lleva también a una clínica de partos; pero en Manhattan todo
humeantes y con sus carteles luminosos que parpadean de noche en las transcurre en tiempo cinematográfico. Ed Thatchet, contador, sueña con
avenidas donde la gente se atropella ensordecida por el trepidar de los tre- su porvenir apacible para su primera hija. No es un hombre ambicioso, en
nes elevados. Estas líneas dan, en apretado esquema, una idea de la novela. esta feria de codicia y de deseos. Le gustaría retirarse del trabajo con algu-
John Dos Passos continúa y renueva con todos los elementos de una nos ahorros, a una casita a orillas del Hudson, cuyo jardín cuidaría en las
sensibilidad rigurosamente actual la tradición realista. Manhattan Transfer tardes. Ellen sería una muchacha casera y tranquila. Honesto y tímido pro-
es una nueva prueba de que el realismo no ha muerto sino en las rapso- grama de clase media, acariciado horas después del alumbramiento en un
dias retardadas de los viejos realistas que nunca fueron realistas de veras. bar de Manhattan, delante de un vaso de cerveza. Nueva York no es toda-
También, bajo este aspecto, hace pensar en El Cemento. Pero mientras El vía sino un informe y confuso embrión de la urbe futura. Este día se firma

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI La tarea americana

el proyecto de ensanche que hará de Nueva York la segunda metrópoli del vulgar zorra?». Más tarde, nauseada de esta vida, Ellen no ambicionará
mundo. Ellen, Nueva York, crecen ignorantes de su destino. sino una maternidad honrada, un amor sereno. Dejará el teatro, para mar-
Los personajes de la novela aparecen, uno tras otro, ligados al destino char a Europa a servir en la Cruz Roja americana. Se casará en Europa con
de la urbe. El inmigrante que desembarca en este puerto, porque sólo en él Jimmy Herf. Los dos regresarán a Nueva York, con un niño, felices y espe-
podían vararse su desesperanza y su incertidumbre; el homicida, fugitivo ranzados todavía. Pero Nueva York devorará implacablemente los restos de
del campo, que ingresa con paso torpe y temeroso en esta babilonia que su ilusión y de su dicha. Jimmy Herf, idealista, atormentado, revoluciona-
digerirá sin dificultad su remordimiento. George Baldwin, abogado novel rio, es extraño al destino de esta mujer que se reintegrará, fatalmente, al
y pobre, espía la ocasión de debutar con fortuna, ganando un pleito de mundo brillante e inmoral del que la guerra y el amor temporalmente la
cuantía; Augustus Mc Niel, repartidor de una lechería, arrollado y mal arrancaron. Ellen deja a Jimmy por el abogado Baldwin, rico, poderoso,
herido por un tren de mercancías que le ofrece la oportunidad buscada, que la ha asediado y la ha deseado siempre. George Baldwin, que ha llega-
gana con este accidente una indemnización y una cojera que lo jubilan en do a donde ha querido, que se ha pagado el lujo de amantes espléndidas,
tan pobre oficio, para hacer más tarde de él un equívoco capataz de huelgas personifica una burguesía victoriosa a la que únicamente el placer puede
y uniones obreras, capaces de jugar un rol en el mercado de valores. Los hacer tolerable una existencia desierta, fallida, triste. Espera a Ellen, son-
dos obtienen de este azar lo que les hacía falta. Nellie, la mujer del lechero, riente «como una celebridad en la sección de rotograbados de un periódi-
es joven y bonita, y Baldwin, ayuno de placeres, hace presa en ella con el co». Pero le confiesa fatigado: «¡Si supiera usted cuán vacía ha sido mi vida
mismo apetito que en la compañía ferroviaria. Jimmy Herf, otro protago- durante años y años! He sido una especie de juguete mecánico, todo hueco
nista, arriba a Nueva York con su madre en el Harabic. No es sino un niño por dentro». Y Herf, conversando con Congo, el inmigrante francés, anar-
que viene de Europa. El lector sigue las etapas de su desarrollo; pero, lo quista y aventurero, que se enriquece traficando champaña y licores, hace
mismo que en Ellen Thatcher: en esos instantes en que las almas de los este inventario de su existencia:
niños tienen ya un par de alas nuevas o un par de alas menos. John Dos
Passos necesita prescindir de todo moroso proceso narrativo. La técnica y el La diferencia entre usted y yo, Armand, es que usted va subiendo
tiempo de su novela son los del cinema. Entre las escenas de Ellen y Jimmy en la escala social y yo voy bajando... Cuando usted era pinche
infantiles, Dos Passos nos presenta muchos personajes, nos descubre mu- en un vapor yo era un niño bien, con cara de papel mascado, que
chas vidas. Todos, como Ellen recién nacida en el cesto de la Maternidad, vivía en el Ritz. A mis padres les dio por el mármol de Vermont,
por el nogal oscuro, la casa era un bazar babilónico. Yo no puedo
parecen «retorcerse débilmente entre algodones como un hervidero de gu-
hacer nada más. Las mujeres son como ratas: abandonan el bar-
sanos». Ellen, en un nuevo capítulo, no es ya una niña. Tiene excesiva co que se hunde. Va a casarse con ese Baldwin, que acaba de ser
belleza, juventud y dinamismo para corresponder a la ambición dulce y nombrado fiscal del distrito... Se dice que le apadrinan para
avara del contador Thatcher. Se ha casado, por lo pronto, con John alcalde en una candidatura fusionada... La ilusión del poder, eso
Oglethorpe; pero se siente que esta boda no es sino la primera etapa, la es lo que le come. Todas las mujeres se mueren por eso. Si creye-
iniciación de una muchacha neoyorkina. Ellen, actriz afortunada, dejará a ra que servía de algo, le juro que tendría energía bastante para
Oglethorpe. La sitian muchas tentaciones; ella se enamora de Stan, joven, amasar un millón de dólares... Pero ya todo me da lo mismo.
rico, alcohólico, en quien no ama sino la juventud; pero Stan, durante una Necesito algo nuevo, diferente. Sus hijos serán así, Congo. Si me
borrachera, se casa en Niagara Falls con Pearline, una rubia anodina e hubieran dado una educación decente y si hubiera empezado a
tiempo, ahora sería quizá un gran sabio. Si hubiera tenido un
insignificante, con «un par de ojos azules como leche aguada». Stan y
temperamento más sexual sería artista o tal vez religioso... Pero
Pearline amanecen un día quemados entre los escombros de un incendio
aquí estoy, Cristo, con casi treinta años y ansioso de vivir. Si
como otro día amanecieron casados en Niagara Falls. Y una noche en que fuera lo bastante romántico supongo que me hubiera matado
el empresario Harry Goldweiser, elegante y rendido, le habla de su arte, de hace ya tiempo, sólo para que la gente hablara de mí. Ya ni si-
la Bernhardt, de la Duse, Ellen, mordida por su derroda, en vez de discu- quiera tengo la esperanza de llegar a ser un perfecto borracho.
rrir sobre estas cosas, que no consiguen ahora sino irritarla, le dice: «¿Pue-
de Ud. comprender que una mujer quiere a veces ser una prostituta, una

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JOSÉ CARLOS MARIÁTEGUI

El estilo de John Dos Passos, en esta novela, se identifica con la esce-


na y el asunto. El autor extrae de la cantera de Nueva York el material de
sus imágenes. Sus metáforas son siempre las que puedan pensarse en un
bar de Broadway o en el muelle de Down Town. El estilo de Dos Passos se
alimenta directamente de la prosa callejera de Nueva York. Sus imágenes
son visuales, auditivas, olfativas, cuantitativas, mecánicas. Citaré, al azar,
algunas: «Bajo la presión cada vez más fuerte de la noche, las ventanas
escurren chorros de luz, los arcos voltaicos derraman leche brillante. La
noche comprime los sombríos bloques de casas hasta hacerles gotear luces
rojas, amarillas, verdes, en las calles donde resuenan millones de pisadas.
La luz chorrea de los letreros que hay entre las ruedas, colorea toneladas
de cielo». «La oficina olía a engrudo, a manifiestos y a hombres en mangas
de camisa». «Burbujas luminosas, en un sandwich de mar y negrura». «El
crepúsculo de plomo pesa sobre los secos miembros de un viejo que mar-
cha hacia Broadway. Al doblar la esquina, ocupada por un puesto de Nedik,
algo salta en sus ojos como un muelle. Muñeco roto entre las filas de
muñecos barnizados, articulados, se lanza cabizbajo al horno palpitante, a
la incandescencia de los letreros luminosos». «Recuerdo cuando todo esto
era campo», murmura al pequeño. «La octava Avenida estaba llena de una
niebla que se les agarraba a la garganta. Las luces brillaban mortecinas a
través de ella, las caras se esfumaban, se perfilaban en silueta y desapare-
cían como peces en un acuario turbio». «En la noche de hierro colado el
viento soplaba más frío». «Se instalan refunfuñando en el fondo de sus
lemosinas y se dejan llevar rápidamente hacia la calle cuarenta y tantas,
calles sonoras, inundadas de luces blancas como gin, amarillas como whis-
ky, efervescentes como sidra». «Rojo crepúsculo que perfora la niebla de
Gulf Stream. Vibrante garganta de cobre que brama por las calles de dedos
ateridos. Atisbadores ojos vidriados de los rascacielos. Salpicaduras de
minio sobre los férreos muslos de los cinco puentes. Irritantes maullidos
de remolcadores coléricos bajo los árboles de humo que vacilan en el puer-
to». «En su interior efervescía como gaseosa en dulces jarabes abrileños de
fresa, de zarzaparrilla, de chocolate, de cereza, de vainilla, goteando espu-
ma en el aire tenue, azul como gasolina».
Epopeya prosaica y desolante de un Nueva York sin esperanza. En
esta urbe, no hay sino gente que sufre, goza, cae, codicia, trabaja desespe-
radamente. Jimmy Herf y su impotente idealismo, perdidos en esta
babilonia, no son por fortuna el único fermento de un Nueva York nue- Este libro se terminó de imprimir
vo, futuro. El himno que cantan los extranjeros undesirables, al dejar en el mes de diciembre de 2010
Nueva York en los barcos que los deportan, es en Manhattan Transfer la
única voz de esta esperanza: International shall be the human race. Impreso en Argentina

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