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noches.
Permítanme
antes
que
nada
agradecer
a
Joaquín
y
a
Andrés
sus
palabras.
Gracias
por
su
amistad
y
por
el
cariño,
que
es
recíproco.
Gracias
por
esa
confianza
y
ese
ánimo
que
me
transmiten
y
que,
como
el
de
muchos
ciudadanos
y
ciudadanas
de
Telde
que
me
encuentro
en
el
día
a
día,
me
llenan
de
optimismo,
de
energía
y
de
determinación
para
emprender
la
tarea
que
tenemos
por
delante.
Igualmente
gracias
a
ti,
Román,
por
tus
palabras,
por
tus
valiosas
aportaciones
en
el
tiempo
que
hemos
compartido
trabajo
parlamentario
por
Canarias,
y
por
estar
aquí
esta
noche
apoyándome
en
representación
de
todo
el
partido.
Gracias
de
verdad
a
los
compañeros
y
compañeras
que
han
hecho
posible
este
acto
y,
como
no,
a
todos
los
presentes,
por
acompañarnos
en
una
noche
tan
especial.
Especial
porque
siempre
es
grato
encontrarnos
y
más
con
las
fiestas
que
tenemos
ya
a
la
vuelta
de
la
esquina,
aunque
hoy
lo
es
por
otro
motivo.
Me
presento
ante
ustedes
como
candidata
a
la
Alcaldía
de
la
ciudad
que
me
vio
nacer.
Y
algunos
se
preguntarán
cómo
y
por
qué
estoy
aquí.
Soy
hija
de
Telde.
Nací
en
esta
ciudad
hace
poco
más
de
40
años,
en
el
seno
de
una
familia
trabajadora.
Soy
la
menor
de
ocho
hermanos
y
como
otros
jóvenes
de
entonces
empecé
a
trabajar
a
temprana
edad,
para
ganarme
un
dinerillo
y
no
ser
una
carga
para
mi
familia,
que
ya
hacía
un
esfuerzo
importante
para
que
yo
fuera
a
la
universidad.
Compaginé
estudios
y
trabajo
durante
años.
Muchos
años
de
jornadas
de
12
horas,
de
contratos
en
precario
sin
casi
disfrutar
de
fines
de
semana
libres
y
por
un
salario
mínimo,
me
enseñaron
que
la
vida
no
es
un
camino
de
rosas
y
que
vivir
cuesta
sacrificios
y
esfuerzos.
También
esa
es
la
realidad
de
hoy
para
muchas
familias,
y
por
eso
no
me
cuesta
ningún
esfuerzo
ponerme
en
la
piel
de
mucha
gente
que
hoy
lo
está
pasando
mal.
También
soy
hija
de
la
transición
democrática,
de
un
nuevo
tiempo
que
durante
los
años
80
empezó
a
dar
oportunidades
a
quien
no
las
tenía.
Soy
como
muchos
de
ustedes
testigo
de
cómo
durante
décadas
construimos
un
modelo
de
sociedad
que
perseguía
mayores
oportunidades
para
todos,
una
buena
educación
pública,
una
sanidad
universal
y
unas
cotas
de
bienestar
para
la
mayoría
social.
Ese
mismo
modelo
de
sociedad
que
hoy
se
derrumba,
que
está
siendo
dinamitado
a
manos
de
unas
políticas
depredadoras.
Esas
políticas
perversas
cuentan
con
la
colaboración
de
políticos
sin
apenas
escrúpulos
que,
como
en
Telde,
un
día
decidieron
que
los
intereses
privados
y
de
minorías
podían
estar
por
encima
del
interés
general,
del
interés
de
la
mayoría
de
nosotros.
Sabemos
quienes
son
los
que
desmoronan
todo
lo
que
tanto
ha
costado
construir,
en
España
y
también
en
Telde.
Aunque
lo
intenten,
no
nos
vamos
a
olvidar
de
que
detrás
de
la
decisión
de
subirnos
la
contribución
y
asfixiarnos
a
impuestos,
detrás
de
la
decisión
de
cerrar
las
Escuelas
Infantiles
y
desmantelar
la
Escuela
de
Música,
detrás
de
dejar
secar
nuestros
parques
y
que
la
ciudad
se
llene
de
suciedad,
detrás
de
todo
esto,
está
el
actual
gobierno
de
Telde.
No
lo
podemos
ni
lo
vamos
a
olvidar
porque
hacerlo
sería
condenarnos
a
que
la
historia
de
abandono
de
estos
casi
cuatro
años
se
repita
a
partir
de
mayo
de
2015.
Pero
no
quiero
hablar
hoy
de
problemas
ni
de
culpables.
No
porque
crea
que
no
merecen
la
más
dura
de
nuestras
críticas
y
el
mayor
de
nuestro
rechazo,
sino
porque
creo
que
no
podemos
perder
ni
un
minuto
más
en
ello.
Necesitamos
todo
nuestro
tiempo.
Necesitamos
toda
nuestra
inteligencia
y
toda
nuestra
energía
para
buscar
las
soluciones
y
para
rescatar
a
nuestra
ciudad.
Devolverla
a
sus
legítimos
dueños,
a
los
ciudadanos.
Rescatarla
sí,
sacarla
del
pozo,
de
la
depresión
social
y
colectiva
en
la
que
se
encuentra.
Rescatarla
del
descrédito
y
de
la
desesperanza.
Porque
eso
es
lo
que
espera
la
gente
de
nosotros,
y
tenemos
que
pensar
en
la
gente,
en
los
teldenses
que
viven
en
durísimas
condiciones,
en
los
que
pierden
su
casa
por
los
desahucios,
en
los
desempleados,
en
nuestra
infancia
sin
Escuelas
Infantiles
públicas,
en
nuestros
jóvenes,
en
los
que
se
quedan
y
también
en
los
que
se
van,
que
emigran
obligados
porque
aquí
no
encuentran
oportunidades
de
futuro.
Hoy
quiero
compartir
con
ustedes
tres
reflexiones.
La
primera
tiene
que
ver
con
ustedes,
con
la
gente.
Yo
creo
en
la
gente,
en
la
ciudadanía.
Creo
en
los
y
las
teldenses
que
aportan
a
nuestra
ciudad
valor,
coraje
y
esfuerzo
diario.
Que
trabajan
cada
día
para
que
en
nuestra
ciudad
se
cree
empleo
decente
(autónomos,
pequeños
y
medianos
empresarios).
En
la
gente
que
se
compromete
en
colectivos
-‐ONG-‐
o
en
plataformas
ciudadanas
para
paliar
la
pobreza
y
la
exclusión
social,
que
trabajan
en
colectivos
vecinales,
deportivos,
etc.Y
en
esos
cientos
de
personas
que
empiezan
cada
día
una
nueva
lucha
por
la
subsistencia.
Y
también
creo
en
los
muchos
trabajadores
municipales
que
juegan
un
papel
fundamental
para
que
la
ciudad
funcione,
y
que,
a
pesar
del
gobierno
de
Telde,
trabajan
para
que
nuestra
ciudad
siga
viva
y
no
se
pare.
Creo,
fundamentalmente
porque
somos
un
pueblo
honrado
y
generoso.
Un
pueblo
que
siempre
ha
trabajado
duro
y
se
ha
sacrificado
por
sus
hijos.
Y
estoy
segura
de
que
si
somos
capaces
de
unir
nuestras
voces,
unir
nuestras
fuerzas,
podremos
acabar
con
esa
minoría
de
aprovechados
que
han
confundido
política
con
negocios
o
con
una
vida
cómoda.
La
segunda
idea
es
que
no
me
resigno,
porque
estoy
convencida
de
que
se
pueden
cambiar
las
cosas.
Muchos
me
preguntan
por
qué
lo
hago.
¿Por
qué
quiere
alguien
estar
al
frente
de
un
Ayuntamiento
hundido
social
y
económicamente,
si
podría
estar
impartiendo
sus
clases
y
criando
a
sus
hijos?
Cuando
preparaba
este
discurso,
recordaba
dos
pensamientos
que
la
gente
me
traslada
a
diario
y
que
creo
les
lleva
a
hacerme
esa
pregunta:
1.-‐
Telde
no
tiene
solución,
por
tanto
no
vale
la
pena
el
esfuerzo
ni
la
dedicación,
y
2.-‐
Todos
son
iguales,
y
por
tanto
no
hay
nada
que
nos
puedan
aportar
que
no
sea
más
de
lo
mismo.
Y
yo
les
digo
que
sí
vale
la
pena
intentarlo.
Lo
creo
firmemente.
Creo
que
un
Telde
mejor
es
posible.
No
interpreten
ustedes
que
es
optimismo
ciego,
no,
o
una
ilusión.
Es
esperanza.
Esa
esperanza
además
la
veo
cada
día
cuando
hablo
con
nuestras
gentes.
La
veo
en
los
ojos
de
Esther,
presidenta
de
la
Plataforma
por
la
Dignidad
de
las
Personas,
cuando
me
trasmite
la
necesidad
urgente
de
dar
una
respuesta
a
las
cientos
de
familias
que
viven
hoy
en
nuestra
ciudad
sin
poder
atender
sus
necesidades
más
básicas.
La
veo
en
los
pequeños
empresarios
que
me
transmiten
su
ilusión
de
que
sus
proyectos
salgan
adelante
y
poder
generar
empleo.
Veo
esa
esperanza
en
los
ojos
y
las
palabras
de
las
muchas
personas
con
las
que
hablo
cada
día
y
me
dicen
“esto
tiene
que
cambiar”.
Me
niego,
nos
negamos,
a
que
nos
roben
también
la
alegría
y
la
esperanza
de
poder
cambiar
esta
realidad.
La
esperanza
entendida
como
la
íntima
convicción
de
que
a
pesar
de
los
obstáculos
y
de
las
dificultades,
de
los
múltiples
problemas
que
sufre
el
municipio,
sí
se
puede
mejorar
la
realidad
que
nos
rodea.
Por
tanto
yo
les
propongo
hoy,
frente
a
la
idea
de
que
Telde
no
tiene
solución,
la
esperanza
de
que
sí
se
puede
cambiar
y
mejorar
las
cosas.
Y
para
responder
al
comentario
de
que
“todos
son
iguales”
siempre
llego
al
mismo
lugar:
a
repasar
la
historia
de
esta
ciudad.
La
historia
de
esta
ciudad
está
llena
de
luces
y
también
de
algunas
sombras.
Entre
las
luces
de
la
historia
democrática
de
las
últimas
décadas
sin
duda,
está
esta
organización.
Los
hombres
y
mujeres
que
conforman
el
proyecto
de
Nueva
Canarias
Telde,
en
otro
tiempo
y
ahora,
han
jugado
un
papel
clave.
Y
en
esa
historia
tenemos
magníficos
ejemplos
que
demuestran
que
no
todos
son
ni
somos
iguales.
Porque
no
es
igual
Julián
González,
que
fue
el
que
trabajó
duro
para
que
hoy
tengamos
los
magníficos
parques
con
fuentes
que
sí
funcionaban,
que
los
actuales
gobernantes
que
dejan
secar
la
ciudad.
No
es
igual
José
Miguel
González,
que
trabajó
para
que
Telde
fuera
una
ciudad
bonita
y
limpia,
que
los
que
permiten
que
nuestras
plazas,
calles
y
parques
se
llenen
de
basura.
No
es
igual
Paquita
Hernández,
que
puso
en
marcha
la
ayuda
a
domicilio
y
entregó
la
llave
de
casi
700
viviendas
sociales,
que
este
Gobierno,
que
ha
reducido
a
mínimos
el
servicio
de
apoyo
a
nuestros
mayores
y
no
ha
movido
un
dedo
para
paliar
el
drama
de
los
desahucios
en
la
ciudad.
No
es
igual
Ildefonso
Jiménez,
que
levantó
la
Escuela
de
Música,
que
quienes
la
desmantelan.
No
es
lo
mismo
Antonio
Santana,
que
con
su
dedicación
contribuyó
a
que
Jinámar
avanzara
y
tuviera
hoy
ese
magnífico
Parque
de
las
Mil
Palmeras,
que
los
que
permiten
que
el
barrio
esté
sumido
en
el
mayor
de
los
abandonos.
Y
no
son
iguales
los
compañeros
y
compañeras
que
trabajamos,
siendo
Gregoria
González
la
pionera,
para
que
Telde
tuviera
cuatro
Escuelas
Infantiles,
que
aquellos
que
las
han
cerrado.
No
son
lo
mismo
Fefi
Milán
y
Pedro
Galván,
exponentes
de
idealismo
y
decencia,
que
los
que
degradan
la
política
cada
día
un
poco
más.
Y
otros
muchos
compañeros
como
Inés
Jiménez,
Mari
Carmen
Sosa,
José
Antonio
Medina
y
un
largo
etcétera,
que
a
lo
largo
de
la
historia
han
contribuido
a
que
Telde
fuera
un
orgullo
para
todos.
Y
por
último,
no
nos
podemos
olvidar
de
que
no
son
lo
mismo
los
que
colocan
a
Telde
en
titulares
de
desprestigio
y
de
tramas
de
corrupción,
que
alcaldes
como
Paco
Santiago,
que
puso
a
la
ciudad
en
lo
más
alto
del
prestigio
canario
y
elevó
el
orgullo
de
ser
teldenses
al
máximo.
No
es
lo
mismo,
señores.
No,
no
todos
somos
iguales.
No
dejemos
que
nadie
afirme
esto
en
nuestra
presencia,
defendamos
con
orgullo
la
historia
de
esta
organización
y
de
este
pueblo,
llena
de
ejemplos
de
personas
que
han
hecho
que
Telde
fuera
lo
que
nunca
debió
dejar
de
ser.
En
un
clima
político
y
social
muy
difícil,
con
el
hastío
que
nos
provoca
ver,
leer
y
escuchar
en
los
medios
comunicación,
día
sí
y
día
también,
los
escándalos
por
corrupción,
mientras
que
cientos
de
familias
ven
cómo
se
les
hunde
la
vida,
hay
motivos
sobrados
para
el
enfado,
la
indignación
y
el
desencanto.
Pero
la
salida
a
lo
que
nos
ocurre
no
es
meter
a
todos
en
el
mismo
saco.
Es
injusto
y
malo
para
la
ciudad.
Tenemos
que
dignificar
la
política
para
que
nos
gobiernen
los
mejores,
los
más
honrados
y
más
capaces.
Estas
dos
reflexiones
son
la
respuesta
de
por
qué
lo
hago:
porque
Telde
sí
tiene
solución
y
porque
no
todos
somos
iguales.
LEVANTAR
LA
ALTERNATIVA
ES
COSA
DE
TODOS
En
cuanto
a
la
tercera
reflexión,
alguien
me
decía
en
estos
días:
“Seguro
que
lo
harán
mejor,
porque
peor
que
los
que
gobiernan
ahora,
no
se
puede
hacer”
Como
decía
el
poeta,
les
digo
que
“No
vale”.
No
me
vale
hacerlo
mejor
que
el
actual
pacto,
porque
esta
ciudad
está
en
Estado
de
Emergencia.
Tenemos
que
hacerlo
bien
y
el
equipo
que
me
acompañe
deberá
ser
capaz
de
superar
aquel
listón
que
dejaron
bien
alto
nuestros
concejales
de
la
década
de
los
80
y
90.
Mi
vida
como
la
de
muchos
de
ustedes
ha
sido
una
vida
de
lucha
y
superación.
Por
tanto,
no
solo
no
me
asusta
el
reto
sino
que
creo
que
vale
la
pena.
A
partir
de
mayo
de
2015
Telde
tiene
que
comenzar
a
ser
una
ciudad
nueva.
La
ciudad
de
los
derechos
sociales
y
del
empleo,
la
ciudad
de
la
tolerancia,
escuela
de
democracia.
La
ciudad
de
la
infancia
y
de
las
familias.
La
ciudad
del
deporte,
de
la
cultura
y
de
la
educación,
la
ciudad
de
parques
y
jardines.
Para
conseguirlo,
los
desempleados
van
a
ser
la
ocupación
central
del
equipo
de
gobierno.
Y
no
dormiremos
tranquilos
hasta
no
reducir
drásticamente
la
pobreza
de
los
y
las
teldenses.
Me
comprometo
a
que
seremos
un
gobierno
serio
y
responsable,
que
no
le
pediremos
a
ningún
ciudadano
ningún
sacrificio
que
no
estemos
dispuestos
a
asumir
primero
nosotros.
Y
el
primer
esfuerzo
que
haremos
es
bajarnos
el
sueldo.
Será
el
primer
decreto
que
firme.
Acabar
con
gastos
inútiles
y
con
todos
aquellos
signos
que
indiquen
distancia
y
alejamiento
de
nuestra
gente,
incluidos
los
coches
oficiales.
Toca
ahora
este
reto,
este
desafío
y
lo
vamos
a
afrontar
juntos.
Hemos
elegido
como
lema
de
campaña
‘Sembrando
Juntos’,
no
por
marketing,
ni
porque
suene
bien,
sino
porque
es
una
idea
que
encierra
el
cómo
entendemos
las
soluciones
a
nuestros
problemas.
Si
la
ciudad
es
nuestra,
de
todos
y
cada
uno
de
nosotros,
de
los
102.000
habitantes,
será
nuestra
también
la
responsabilidad
de
convertirla
en
una
ciudad
para
vivir
con
dignidad
y
para
ser
felices.
Es
verdad
que
no
podemos
hacerlo
todo
junto,
porque
no
tenemos
ni
una
varita
ni
soluciones
mágicas.
Lo
haremos
de
manera
firme
pero
progresiva,
igual
que
se
suben
las
escaleras,
peldaño
a
peldaño,
y
no
les
voy
a
engañar,
nos
va
a
costar
mucho
trabajo.
Pero
podemos
hacerlo,
tenemos
individual
y
colectivamente
la
fortaleza,
la
inteligencia
y,
sobre
todo,
los
principios
que
necesitamos.
Quiero
acabar
invitándoles
a
pasar
las
páginas
negras
de
esta
última
década
y
a
que
escribamos
juntos
un
nuevo
tiempo
y
construyamos
juntos
ese
nuevo
Telde.
Para
ello
sembremos
juntos
desde
ya.
Plantemos
nuestra
primera
semilla
el
próximo
22
de
mayo
de
2015.
Ese
voto,
esa
semilla,
será
el
primer
paso
para
que
Telde
vuelva
a
ser
una
gran
ciudad,
una
nueva
ciudad.