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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación

Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada UNEFA

Núcleo: Miranda

Extensión: Ocumare del Tuy

Asignatura: Catedra Bolivariana I

Carrera: Contaduría Pública Nocturno 501

SEGUNDO VIAJE A EUROPA

Profesora: Integrante:

Ofelia González Marielvis Omaña C.I: 20.756.855

Yenifer Muñoz C.I: 19.830.585

Susmeli Sánchez C.I: 28.058.295

Vianca Monsalve C.I: 18.779.097

Betina Gámez C.I: 25.839.523


ENCUENTRO CON SIMÓN RODRÍGUEZ Y HUMBOLTD

En 1801 Simón Rodríguez se halla en Bayona (Francia), de donde pasa a París y allí
traduce, ese mismo año, la Atala de Chateuabriand. En esta ciudad se encuentra de
nuevo con Simón Bolívar en, convirtiéndose a partir de este momento en una figura
decisiva en el rumbo que tomará la vida del futuro Libertador de América. En tal
sentido, juntos parten en abril de 1805. Hicieron parte del recorrido a pie, al cruzar los
Alpes. En Roma, un día de agosto de 1805, subieron a la cima del Monte Sacro. Tras
una visita a Nápoles, Bolívar regresa a París donde a comienzos de 1806 se afilia por
breve tiempo a la masonería. A fines de ese mismo año se embarca en Hamburgo en
un buque neutral que toca Charleston en enero de 1807; recorre una parte de los Estados
Unidos, y regresa a Venezuela a mediados del mismo año. Durante su permanencia
en la República del Norte - según lo declaró más tarde - vio por primera vez en su vida
el ejercicio de la "libertad racional". En Milán presencian la coronación de Napoleón
Bonaparte como rey de Italia.

Finalmente, la gira culmina en Roma, donde el 15 de agosto del mismo año, Bolívar,
junto a Rodríguez y Fernando Toro, jura dedicarse por completo a la causa de
independencia de Hispanoamérica.

CORONACIÓN DE NAPOLEÓN

El imperio

Con la esperanza de consolidar su puesto, Fouché le sugirió a Bonaparte que la mejor


forma de apaciguar conspiraciones sería transformar el consulado vitalicio en un
imperio hereditario, el cual, dado que tendría un heredero, quitaría toda esperanza de
cambiar el régimen por asesinato. Bonaparte acoge la sugerencia y en 28 de mayo 1804
se proclama el imperio.

La heterogénea oposición a su gobierno fue desmantelada mediante drásticas


represiones a derecha e izquierda, a raíz de fallidos atentados contra su persona; el
ejemplo más amedrentador fue el secuestro y ejecución de un príncipe emparentado
con los Borbones depuestos, el duque de Enghien, el 21 de marzo de 1804. El corolario
de este proceso fue el ofrecimiento que le hizo el Senado al día siguiente de la corona
imperial. La ceremonia de coronación se llevó a cabo el 2 de diciembre en Notre Dame,
con la asistencia del papa Pío VII, aunque Napoleón se ciñó la corona a sí mismo y
después la impuso a Josefina; el pontífice se limitó a pedir que celebrasen un
matrimonio religioso, en un sencillo acto que se ocultó celosamente al público, una
nueva Constitución el mismo año afirmó aún más su autoridad omnímoda.

Bolívar regresó a Venezuela en 1807 después de una breve visita a los Estados Unidos.
En 1808 Napoleón instaló a su hermano, José, como Rey de España. Esto instigó una
gran revolución popular en España conocida como la Guerra Peninsular. En América,
como en España, juntas regionales se formaron para luchar contra el nuevo rey. A
diferencia de las juntas españolas, las juntas americanas lucharon contra el poder del
rey, no solo la persona de José Bonaparte.

VIAJE A ROMA

El segundo viaje llega por propósito la distracción de la viudez temprana dura 3 años
en los cuales disipa una cuantiosa fortuna material en su segundo viaje también se
observa una faceta diferente a la del primer viaje; aquí el interés era evidentemente
político, le atrae el dominio en el manejo de los bienes del estado y el bienestar de su
patria. Puso especial atención a la relación de influjo y veneración que había logrado
Napoleón con el pueblo Francés en esos días de gloria, de Francia, Bolívar pasó a Italia,
y en Roma rodeado de los recuerdos de la época republicana se consolidó su convicción
plena de que debía lucha por la libertad de los pueblos americanos y de que esa tarea a
ejecutar de ahí en adelante. Esto culmina en el Monte Sacro y en el juramento
definitivo: Es el viaje de aprendizaje con Rodríguez visita España Inglaterra, Francia,
Portugal, Italia y parte de Australia y Alemania a su regreso desembarca en los Estados
Unidos. El tercer viaje a Europa, va de diplomático a la Gran Bretaña, como intérprete
de una de las primeras embajadas venezolanas. Bolívar tiene ocasión de gusta
calmadamente la vida Inglesa, siente una admiración extraordinaria por el pueblo
inglés y también estabilidad respeto, dignidad, sensatez, sentido práctico, le produce la
más alta y viva impresión.
Afiliado a la masonería y empapado de las ideas liberales, ya en 1805 juró en Roma
que no descansaría hasta liberar a su país de la dominación española. Y, aunque carecía
de formación militar, Simón Bolívar llegó a convertirse en el principal dirigente de la
guerra por la independencia de las colonias hispanoamericanas. Además, le
proporcionó al movimiento una base ideológica mediante sus propios escritos y
discursos.

El mundo de la Ilustración, el militarismo y la ruptura con el pasado que representaba


Napoleón, el romanticismo como espíritu poético, y la racionalidad en su trato directo
con intelectuales y científicos como Von Humbolt y Bonpland . Cierto o leyenda, tiene
sentido que de alguna forma todo ello se resuma en el supuesto compromiso asumido
por Bolívar cuando poco después viaje hasta Roma con su preceptor venezolano, con
el que coincide en Paris, Simón Rodríguez, En Roma, un día de agosto de 1805,

JURAMENTO EN EL MONTE SACRO

En esa época Con él estaban sus amigos Simón Rodríguez, quien contaba entonces
unos 36 años y había sido su maestro en Caracas, y Fernando Rodríguez del Toro, de
32. Habían salido de París el 6 de abril anterior, y por la vía de Lyon, Chambéry, Turín,
Milán, donde vieron a Napoleón coronarse como Rey de Italia, Montichiari, Venecia y
Florencia, llegaron hacia el mes de julio a Roma. Ahí, según la tradición, se alojaron
en una posada de la plaza España, cerca de la imponente escalinata que conduce al
templo de Santa Trinitá dei Monti.

Durante varias semanas recorrieron la ciudad, visitando sus monumentos y sus ruinas
llenas de evocaciones históricas, testimonios de la grandeza y la decadencia de los
imperios. El 15 de agosto se dirigieron los 3 al llamado Monte Sacro, situado entonces
fuera del recinto de la ciudad, a orilla del río Anio. Ese lugar era célebre en la historia
de la antigua Roma, que los 3 venezolanos conocían bien, porque allí se habían retirado
los plebeyos en sus desavenencias con los patricios en la época de la República.

Es muy probable, como lo insinuó el mismo Bolívar años más tarde, que al dirigirse al
Monte Sacro tanto él como sus compañeros tuvieran el propósito de realizar un gesto
simbólico, como venezolanos que deseaban la independencia de la patria nativa y de
toda la América entonces dominada por España. Ascienden por las laderas de la colina,
y en la cima conversan sobre la sucesión de las civilizaciones, su apogeo y su
declinación a través de los siglos. Son hombres penetrados por el espíritu de la
Ilustración racionalista, que creen en el progreso indefinido del género humano,
influenciados también por el nacionalismo y el romanticismo presentes ya en la Europa
de aquellos años.

Simón Bolívar es un joven madurado por el infortunio: la aún reciente muerte de su


esposa; la presencia de su antiguo maestro, convertido ahora en consejero y amigo, es
un poderoso estímulo intelectual. Simón Rodríguez Bolívar llamará más tarde «El
Sócrates de Caracas», usa un método similar al de este filósofo de la Grecia antigua,
basado en preguntas que poco a poco conducen a su interlocutor a descubrir las
realidades. Es cuando Bolívar pronuncia a viva voz lo siguiente:

¡Juro delante de usted; juro por el Dios de mis padres; juro por ellos; juro por mi honor,
y juro por mi Patria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma, hasta que
haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español!

Juramento hecho por Simón Bolívar en Roma el 15 de agosto de 1805, cuando era un
joven de 22 años de edad.

REGRESO A VENEZUELA

Bolívar regresó a Caracas convencido de la misión que decidió atribuirse. Miranda no


tardaría en seguirlo; su figura era algo mítica entre los criollos, tanto por el largo tiempo
que pasó en el exterior como por su participación en la Independencia de Norteamérica
y en la Revolución Francesa. Casi nadie lo conocía, pero Bolívar, convencido de la
utilidad de este hombre para la empresa que se iniciaba, lo introdujo en la Sociedad
Patriótica de Agricultura y Economía (creada en agosto de 1810). Ganados ambos a la
idea de proclamar una Independencia absoluta para Venezuela, instaron a los miembros
de la Sociedad a pronunciarse a favor de ello ante el Congreso Constituyente de
Venezuela, reunido el 2 de marzo de 1811. Fue a propósito de ello que Bolívar dictó
su primer discurso memorable: "Pongamos sin temor la piedra fundamental de la
libertad suramericana. Vacilar es perdernos". El 5 de julio de 1811 el Congreso
declaró la Independencia de Venezuela y se aprobó la Constitución Federal para los
estados de Venezuela.

La primera República se perdió como consecuencia de las diferencias de criterios entre


los criollos, de los resentimientos entre castas y clases sociales, y de las incursiones de
Domingo Monteverde, capitán de fragata del ejército realista, en Coro, Siquisique,
Carora, Trujillo, Barquisimeto, Valencia y, finalmente, Caracas. Estaba claro que una
guerra civil iba a desatarse de inmediato, pues la empresa en cuestión era todo menos
monolítica. Bolívar tomaría conciencia del carácter clasista de la guerra y reflexionaría
sobre ello a lo largo de todas sus proclamas políticas. En esta oportunidad, sin embargo,
le tocó defender la República desde Puerto Cabello. A pesar de su excelente labor
política y militar en defensa del castillo, todo fue inútil; las fuerzas del otro bando eran
superiores, y a ello se le sumaba la ruina causada por los terremotos ocurridos en marzo
de 1812. El 25 de julio se produjo la capitulación del generalísimo Francisco de
Miranda; si bien necesaria en su opinión, esta acción llenó de ira a Bolívar, quien, al
enterarse de los planes de Miranda de abandonar el territorio, participó en su arresto en
el puerto de La Guaira: "Yo no lo arresté para servir al rey sino para castigar a un
traidor".

La estrategia de Bolívar fue entonces huir hacia Curazao, desde donde partió a
Cartagena. Su intención, arropada en el manto de un discurso deslumbrante, era
encontrar apoyo en las fuerzas neogranadinas para emprender en Venezuela la
reconquista de la República. "Yo soy, granadinos, un hijo de la infeliz Caracas,
escapado prodigiosamente de en medio de sus ruinas físicas, y políticas": con estas
palabras prosiguió el Manifiesto de Cartagena, carta de presentación de Bolívar ante el
Soberano Congreso, en el cual hace un diagnóstico de la derrota al tiempo que ofrece
sus servicios al ejército de esa región. Los vecinos lo acogieron otorgándole el rango
de Capitán de Barrancas.
Bolívar libró unas cuantas batallas, incluso desobedeciendo órdenes, y bajo el mismo
procedimiento emprendió su arremetida hacia Venezuela. Se inició en mayo de 1813 la
Campaña Admirable, gesta que consistió en la reconquista de los territorios del
occidente del país y en forma simultánea los de Oriente a cargo de Santiago Mariño
hasta entrar triunfalmente en Caracas en agosto del mismo año. ¡Vuelve la República!
A su paso por Mérida le llamaban "el Libertador", y con ese nombre fue ratificado por
la municipalidad de Caracas, que le nombró, además, capitán general de los ejércitos
de Venezuela.

19 DE ABRIL DE 1810

Lo que aconteció el 19 de Abril de 1810 fue un movimiento revolucionario y popular


ocurrido en la ciudad de Caracas el jueves santo del 19 de abril de 1810, iniciando con
ello la lucha por la Independencia de Venezuela. El movimiento se originó por el
rechazo de los caraqueños al nuevo gobernador Vicente Emparan quien había sido
nombrado por el hermano de Napoleón Bonaparte, José I de España, quien se
desempeñaba como rey de turno debido al derrocamiento del rey Español, Fernando
VII, tras la invasión napoleónica en España. El jueves santo del 19 de abril mientras el
capitán general Emparán se dirigía a misa un grupo perteneciente a la aristocracia y
burguesía criolla, miembros del Cabildo de Caracas, desconoce entonces al Capitán
General de Venezuela. El, no estuvo de acuerdo con esto, y cuando desde la ventana
del ayuntamiento le preguntó al pueblo que se había reunido en la plaza mayor (plaza
Bolívar) si quería que el siguiera mandando, el presbítero José Cortés de Madariaga, le
hizo signos a la multitud para que contestaran que "NO". Y eso fue lo que ocurrió.
Emparan dijo que entonces, él tampoco quería el mando, renunció y se fue a España.
Se firma también el Acta del 19 de abril de 1810, se aduce que actuaban en nombre
de Fernando VII, rey depuesto de España, y en desobediencia de José I. Se establece
una Junta de Gobierno que toma las siguientes iniciativas: establecer juntas similares
en las provincias de Cumaná, Margarita, Barinas, Barcelona, Trujillo y Mérida; además
de liberar el comercio exterior, prohibir el comercio de esclavos negros, crear la
Sociedad Patriótica (para fomentar la agricultura y la industria), así como la
Academia de Matemáticas. Se envía delegaciones diplomáticas a los países que podían
apoyar la insurrección: Inglaterra, Estados Unidos y Nueva Granada. Tres provincias
permanecen leales al gobierno establecido en España: Maracaibo, Coro y Guayana.

Este desconocimiento a la autoridad del Capitán General de Venezuela es un paso al 5


de julio de 1811, con la firma del Acta de la Declaración de Independencia de
Venezuela, en la que Venezuela declara formalmente su independencia.

Este aniversario se celebra como el Día de la Proclamación de la Independencia de


Venezuela. El Libro de Actas original del primer Cabildo de Caracas se encuentra en la
Capilla Santa Rosa de Lima en Caracas.

ACTA DEL 19 DE ABRIL DE 1810

En la ciudad de Caracas a 19 de abril de 1810, se juntaron en esta sala capitular los


señores que abajo firmarán, y son los que componen este muy ilustre Ayuntamiento,
con motivo de la función eclesiástica del día de hoy, Jueves Santo, y principalmente
con el de atender a la salud pública de este pueblo que se halla en total orfandad, no
sólo por el cautiverio del señor Don Fernando VII, sino también por haberse disuelto
la junta que suplía su ausencia en todo lo tocante a la seguridad y defensa de sus
dominios invadidos por el Emperador de los franceses, y demás urgencias de primera
necesidad, a consecuencia de la ocupación casi total de los reinos y provincias de
España, de donde ha resultado la dispersión de todos o casi todos los que componían
la expresada junta y, por consiguiente, el cese de su funciones. Y aunque, según las
últimas o penúltimas noticias derivadas de Cádiz, parece haberse sustituido otra forma
de gobierno con el título de Regencia, sea lo que fuese de la certeza o incertidumbre de
este hecho, y de la nulidad de su formación, no puede ejercer ningún mando ni
jurisdicción sobre estos países, porque ni ha sido constituido por el voto de estos fieles
habitantes, cuando han sido ya declarados, no colonos, sino partes integrantes de la
Corona de España, y como tales han sido llamados al ejercicio de la soberanía interina,
y a la reforma de la constitución nacional; y aunque pudiese prescindirse de esto, nunca
podría hacerse de la impotencia en que ese mismo gobierno se halla de atender a la
seguridad y prosperidad de estos territorios, y de administrarles cumplida justicia en
los asuntos y causas propios de la suprema autoridad, en tales términos que por las
circunstancias de la guerra, y de la conquista y usurpación de las armas francesas, no
pueden valerse a sí mismos los miembros que compongan el indicado nuevo gobierno,
en cuyo caso el derecho natural y todos los demás dictan la necesidad de procurar los
medios de su conservación y defensa; y de erigir en el seno mismo de estos países un
sistema de gobierno que supla las enunciadas faltas, ejerciendo los derechos de la
soberanía, que por el mismo hecho ha recaído en el pueblo, conforme a los mismos
principios de la sabia Constitución primitiva de España., y a las máximas que ha
enseñado y publicado en innumerables papeles la junta suprema extinguida. Para tratar,
pues, el muy ilustre Ayuntamiento de un punto de la mayor importancia tuvo a bien
formar un cabildo extraordinario sin la menor dilación, porque ya pretendía la
fermentación peligrosa en que se hallaba el pueblo con las novedades esparcidas, y con
el temor de que por engaño o por fuerza fuese inducido a reconocer un gobierno
legítimo, invitando a su concurrencia al señor Mariscal de Campo don Vicente de
Emparan, como su presidente, el cual lo verificó inmediatamente, y después de varias
conferencias, cuyas resultas eran poco o nada satisfactorias al bien político de este leal
vecindario, una gran porción de él congregada en las inmediaciones de estas casas
consistoriales, levantó el grito, aclamando con su acostumbrada fidelidad al señor Don
Fernando VII y a la soberanía interina del mismo pueblo; por lo que habiéndose
aumentado los gritos y aclamaciones, cuando ya disuelto el primer tratado marchaba el
cuerpo capitular a la iglesia metropolitana, tuvo por conveniente y necesario retroceder
a la sala del Ayuntamiento, para tratar de nuevo sobre la seguridad y tranquilidad
pública. Y entonces, aumentándose la congregación popular y sus clamores por lo que
más le importaba, nombró para que representasen sus derechos, en calidad de
diputados, a los señores doctores don José Cortés de Madariaga, canónigo de merced
de la mencionada iglesia; doctor Francisco José de Rivas, presbítero; don José Félix
Sosa y don Juan Germán Roscio, quienes llamados y conducidos a esta sala con los
prelados de las religiones fueron admitidos, y estando juntos con los señores de este
muy ilustre cuerpo entraron en las conferencias conducentes, hallándose también
presentes el señor don Vicente Basadre, intendente del ejército y real hacienda, y el
señor brigadier don Agustín García, comandante subinspector de artillería; y abierto el
tratado por el señor Presidente, habló en primer lugar después de su señoría el diputado
primero en el orden con que quedan nombrados, alegando los fundamentos y razones
del caso, en cuya inteligencia dijo entre otras cosas el señor Presidente, que no quería
ningún mando, y saliendo ambos al balcón notificaron al pueblo su deliberación; y
resultando conforme en que el mando supremo quedase depositado en este
Ayuntamiento muy ilustre, se procedió a lo demás que se dirá, y se reduce a que
cesando igualmente en su empleo el señor don Vicente Basadre, quedase subrogado en
su lugar el señor don Francisco de Berrío, fiscal de Su Majestad en la real audiencia de
esta capital, encargado del despacho de su real hacienda; que cesase igualmente en su
respectivo mando el señor brigadier don Agustín García, y el señor don José Vicente
de Anca, auditor de guerra, asesor general de gobierno y teniente gobernador,
entendiéndose el cese para todos estos empleos; que continuando los demás tribunales
en sus respectivas funciones, cesen del mismo modo en el ejercicio de su ministerio los
señores que actualmente componen el de la real audiencia, y que el muy ilustre
Ayuntamiento, usando de la suprema autoridad depositada en él, subrogue en lugar de
ellos los letrados que merecieron su confianza; que se conserve a cada uno de los
empleados comprendidos en esta suspensión el sueldo fijo de sus respectivas plazas y
graduaciones militares; de tal suerte, que el de los militares ha de quedar reducido al
que merezca su grado, conforme a ordenanza; que continuar las órdenes de policía por
ahora, exceptuando las que se han dado sobre vagos, en cuanto no sean conformes a
las leyes y prácticas que rigen en estos dominios legítimamente comunicadas, y las
dictadas novísimamente sobre anónimos, y sobre exigirse pasaporte y filiación de las
personas conocidas y notables, que no pueden equivocarse ni confundirse con otras
intrusas, incógnitas y sospechosas; que el muy ilustre Ayuntamiento para el ejercicio
de sus funciones colegiadas haya de asociarse con los diputados del pueblo, que han de
tener en él voz y voto en todos los negocios; que los demás empleados no comprendidos
en el cese continúen por ahora en sus respectivas funciones, quedando con la misma
calidad sujeto el mando de las armas a las órdenes inmediatas del teniente coronel don
Nicolás de Castro y capitán don Juan Pablo de Ayala, que obraran con arreglo a las que
recibieren del muy ilustre Ayuntamiento como depositario de la suprema autoridad;
que para ejercerla con mejor orden en lo sucesivo, haya de formar cuanto antes el plan
de administración y gobierno que sea más conforme a la voluntad general del pueblo;
que por virtud de las expresadas facultades pueda el ilustre Ayuntamiento tomar las
providencias del momento que no admitan demora, y que se publique por bando esta
acta, en la cual también se insertan los demás diputados que posteriormente fueron
nombrados por el pueblo, y son el teniente de caballería don Gabriel de Ponte, don José
Félix Ribas y el teniente retirado don Francisco Javier Ustáriz, bien entendido que los
dos primeros obtuvieron sus nombramientos por el gremio de pardos, con la calidad de
suplir el uno las ausencias del otro, sin necesidad de su simultánea concurrencia. En
este estado notándose la equivocación padecida en cuanto a los diputados nombrados
por el gremio de pardos se advierte ser sólo el expresado don José Félix Ribas. Y se
acordó añadir que por ahora toda la tropa de actual servicio tenga press y sueldo doble,
y firmaron y juraron la obediencia a este nuevo gobierno.

Vicente de Emparan; Vicente Basadre; Felipe Martínez y Aragón; Antonio Julián


Álvarez; José Gutiérrez del Rivero; Francisco de Berrío; Francisco Espejo; Agustín
García; José Vicente de Anca; José de las Llamosas; Martín Tovar Ponte; Feliciano
Palacios; J. Hilario Mora; Isidoro Antonio López Méndez; licenciado Rafael González;
Valentín de Rivas; José María Blanco; Dionisio Palacios; Juan Ascanio; Pablo Nicolás
González, Silvestre Tovar Liendo; doctor Nicolás Anzola; Lino de Clemente; doctor
José Cortes, como diputado del clero y del pueblo; doctor Francisco José Rivas, como
diputado del clero y del pueblo; como diputado del pueblo, doctor Juan Germán Roscio;
como diputado del pueblo, doctor Félix Sosa; José Félix Ribas; Francisco Javier
Ustáriz; fray Felipe Mota, prior; fray Marcos Romero, guardián de San Francisco; fray
Bernardo Lanfranco, comendador de la Merced; doctor Juan Antonio Rojas Queipo,
rector del seminario; Nicolás de Castro; Juan Pablo Ayala; Fausto Viana, escribano real
y del nuevo Gobierno; José Tomás Santana, secretario escribano.

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