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FILOLOGÍA HISPÁNICA 1

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“El llamado latín vulgar y las primeras
diferenciaciones romances (E. Coseriu)”

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2013
Rodrigo Díaz Dubé

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El llamado “latín vulgar” y las primeras diferenciaciones romances (E. Coseriu)

Se dice que las lenguas romances proceden del latín vulgar o popular. A continuación se
ofrecen, cronológicamente ordenadas, distintas teorías que explican su origen:

La Edad Media: Durante este periodo el latín clásico se opuso al habla vulgar, la cual era
considerada como una corrupción de aquel, o bien su base. Esta tradición procede, a su
vez, de una más antigua que arrancó en el s. IV d. C.
Romanistas del siglo XIX: Imaginaron un latín vulgar como otra lengua hablada en el
Imperio y la República. Es decir, una lengua popular opuesta a la de las clases cultas
(latín literario). Para Diez, las lenguas romances derivan del latín popular, es decir una
lengua distinta al latín clásico en cuanto a fonética, morfología, sintaxis y vocabulario.
El Romanticismo contribuyó a fortalecer el concepto de latín vulgar, al cual consideró
más legítimo y genuino. Asimismo, lo consideró como una lengua más o menos
homogénea, una lengua unitaria hablada de manera casi idéntica en todos los puntos
del Imperio.
Concepto intermedio: Es el que se delinea en el trabajo de Hoffman, quien opone a la
lengua docta o escrita la de lengua de conversación diaria o hablada. Se trataría,
entonces, no de lenguas distintas, sino de estilos diferentes.
K. Vossler opone a la idea de latín clásico o literario una de latín vulgar. Su concepto de
latín vulgar es distinto desde lo cronológico y lo social y, fundamentalmente, desde lo
intrínseco. Esta diferencia surge, según él, a partir de cosmovisiones particulares.

Estos estudios han ayudado a ampliar, flexibilizar y modificar el concepto de latín vulgar.
Asimismo, modifican el concepto de lengua. Esto quiere decir que la lengua no es concebida
como un organismo con vida propia que existe independientemente de los hablantes, sino
como una creación individual en constante movimiento. Su única realidad concreta es la de los
actos lingüísticos individuales, sobre cuya base se estructura abstractamente el concepto de
lengua, como sistema de isoglosas.
Por último, son convencionales los límites de una lengua construida glotológicamente:
dependen de cómo se consideren las isoglosas con máxima extensión. Por lo tanto, y más allá
de momentos históricos, es posible, considerando estas isoglosas de amplitud máxima,
entender todo el latín como una lengua (latín literario y popular, escrito y hablado, docto y
corriente, etc.).

Etapas históricas del latín.


Hasta el s. III d. C.: El latín clásico y vulgar no se encuentran muy diferenciados. Puede
hablarse de una sola lengua con dos variantes.
A partir del s. III y IV d. C.: Las diferencias se acentúan y se hacen cada vez más
importantes, por lo que puede decirse que existen dos lenguas distintas: el latín literario
y el latín hablado o corriente.
Hasta el s. VI d. C.: Se puede hablar del latín hablado como una lengua única hasta el
siglo VI. A partir de este momento el sistema se encuentra tan dividido internamente,
que pueden considerarse como lenguas los sistemas menores que se han ido
diferenciando según las distintas regiones y que constituirán en el futuro las lenguas
romances o neolatinas.

Consideraciones en cuanto al concepto de latín vulgar.

El latín hablado presenta diferencias dialectales en Italia. Por un lado, existe el latín del
Lacio (Roma), y por otro, el latín con sustrato (el de los pueblos conquistados por Roma
con dialectos propios).
Italia fue romanizada por romanos y latinos, mientras que las demás provincias fueron
conquistadas culturalmente, en parte, por itálicos romanizados. El latín que se impuso
en las provincias fue un latín administrativo (con elementos dialectales) más culto que el
de Italia, propio de funcionarios y militares.
El latín que se difundió en las provincias no fue el mismo: en las primeras zonas
conquistadas se difundió un latín preliterario, más popular, el cual aún no había
alcanzado la unidad. En Galia e Hispania se difundió un latín más unificado y
culturalizado. En la etapa posterior el latín que se fue difundiendo se estaba
diferenciando (conquista de la Dacia).
El latín no fue nunca totalmente unitario. La heterogeneidad y variedad del latín arcaico
se mantuvo en la lengua hablada, más allá de la relativa uniformidad y
homogeneización que había alcanzado mediante la educación escolar; uniformidad que
a su vez, se derivaba de la que existía en el latín clásico, por ser lengua literaria, fijada y
codificada en un periodo relativamente breve por algunos escritores.
Además, se verifica en el latín clásico la falta de una total uniformidad tanto sincrónica
como diacrónicamente. Por ejemplo, entre los escritores de la misma época, se perciben
diferencias –amén de las estilísticas- gramaticales y cierta evolución limitada. Asimismo,
si también se considera al latín clásico como una lengua hablada por un reducido grupo
aristocrático, debe admitirse ciertas diferencias entre el registro oral y escrito.

El latín vulgar como abstracción.


El latín vulgar no es ninguna lengua histórica real, sino una abstracción que explica el
elemento latino heredado por las lenguas romances. Es un concepto amplio que incluye
elementos del latín clásico, formas anteriores que no penetraron en este y formas más
recientes. Además, el latín vulgar está mucho más diferenciado que el clásico, ya que se
encuentran diferencias regionales, sociales y estilísticas, las que a su vez, presentan diferencias
cronológicas.
Puede identificarse al latín vulgar como la lengua común del Imperio Romano, en el sentido
de que se encuentra constituida por un conjunto de formas vivas (habladas) durante ese
periodo temporal. Si bien son formas no contemporáneas y no universales, presentan un
número suficiente de isoglosas que aseguran la intercomprensión y la comunicación regional y
social en el Imperio.
Es factible atribuir el sistema más amplio a la clase media, ya que su habla es un lenguaje
intermedio, ubicado entre el lenguaje de la aristocracia y el de la plebe o campesinos. El latín
vulgar, entonces, debe categorizarse como el latín hablado por la clase media.

Fuentes para el estudio del latín vulgar (Herrero, Victor. Introducción al estudio de la
filología latina): Estas fuentes pueden dividirse en tres grupos: literarias, epigráficas y
gramaticales.

Literarias: Las Comedias de Plauto; La Fábula Togata de Afranio; El Satiricón de Petronio;


La Peregrinatio Egeriae de Egeria; La Mulomedicina Chironis de Chirón; Los escritores no
literarios (obras técnicas) y Giros y frases de escritores clásicos.
Epigráficas: Las inscripciones en las casas de Pompeya y Herculano; Las Defixionum
tabellae; El Corpus Inscriptionum latinarum.
Gramaticales: Las glosas y glosarios (el De verborum significatione de Verrio Flaco y el
Reicheneau, s. VIII d. C.); los datos de los gramáticos (Instituta artium de Probo, De
barbarismis et metlaplasmis de de Consentius, en las obras de Quintiliano y en las
reconstrucciones filológicas de las gramáticas comparadas sobre las lengua romances).

Isoglosas principales del latín vulgar.

Léxico clásico-vulgar: homo, filius, manus, aqua, panis, rota, ferrum, asinus, cervus,
caelum, arbor, vita, dolor, bonitas, habere, dormiré, videre, credere, rotundus,
plenus, calidus, siccus, niger, novus, bonus mater, pater, puteus, vacca, altus,
longus, viridis, amare, audire, dicere, venderé, bene, male, etc.
Léxico clásico y clásico-vulgar: aequa, tellus, sidus, jetum, ulnus, crúor, tergum, ager,
pulcher, magnus, validus, alius, omnis, equus, os, domus, brevis, imber, agere y ater.
Mare, terre, stella, mors, plaga, sanguis, dorsum, campus, formosus-bellus, grandis,
fortis, alter, totus, caballus, bucca, casa, curtus, pluvia, facere y niger.
Léxico vulgar: mamma, nonno, nonna, battalia, gentis, cucina, plattus, loccare,
cortina, grossus, septimana, camisia, carricare, etc.

Los fenómenos que diferencian el vocabulario clásico del vocabulario vulgar son la selección
(elección en la oralidad de una forma entre dos sinónimas) y la innovación (renovación léxico-
oral a partir de procesos lingüísticos como la derivación, composición y préstamos).
Selección: la lengua hablada considera menos matices y sutilezas determinando la elección de
determinados vocablos (ampliando su significación) en detrimento de otros. Ejemplo: mare,
terra, stella, mors, plaga, sanguis, dorsum, campus, formosus/bellus, grandis, fortis, alter,
totus, caballus, bucca, casa, curtus, pluvia, facere, niger, por: aequa, tellus, sidus, jetum,
vulnus, crúor, tergum, ager, pulcher, magnus, validus, alius, omnis, equus, os, domus,
brevis, imber, agere, ater.
El lenguaje hablado presenta una tendencia hacia la expresividad, por lo que prefiere formas
jergales, imágenes, metáforas, formas irónicas, etc. Ejemplos: edere por manducare; caput por
testa; domus por casa; crus por gamba o perna.
Innovación: el latín hablado de la época imperial prefirió formas derivadas, especialmente
diminutivos y aumentativos en los nombres y formas frecuentativas e incoativas en los verbos.
Ejemplo: avus por aviolus; vetus por vetulus; auris por auricula; culter por cultellus; genu
por genuculum; mane por maneana o matutinum; canare por cantare; adiuvare por
auditare, etc.

Son también parte del latín clásico elementos funcionales, adverbios, preposiciones y
conjunciones como: an, at, autem, domec, enim, ergo, etiam, haud, igitur, ita, nam,
postquam, quidem, quin, quoad, quoque, sed, sive, ut, utrum, vel, etc.).

En una tercera categoría se agrupan palabras específicamente vulgares. En general se trata de


innovaciones surgidas en el latín corriente después de la época clásica o de palabras muy
antiguas, populares, dialectales o coloquiales. Ejemplo: mamma, nonno, battalia, gentis,
cucina, plattus, toccare, cortina, grossus, septimana, camisia, carricare, etc.

Derivación: La derivación fue uno de los principales medios de innovación. El lenguaje


corrientemente hablado creó términos nuevos con los mismos instrumentos que ofrece el
sistema de la lengua.

Derivación mediante sufijos:


-tor, -arius. El primero forma nombre de verbos (salvator, auditor) y el segundo de
sustantivos y adjetivos (argentarius, operarius).
-aculum, -torium. Forman nombres de instrumentos: spiraculum, sufflatorium.
-arium. Forma nombres de lugar: aerarium, granarium, apiarium.
-etum. Forma nombres de lugar derivado de nombres de árboles: salicetum, fraxinetum,
quercetum, fagetum.
-ale. Forma nombres de lugar e instrumento: casale.
-alia, -men. Forman nombres colectivos: battalia, ossamen.
-mentum, -tura, -sura. Forman nombres abstractos o también colectivos, nombres de
acción, comunmente de verbos (amatura, mensura) y también de nombres (iuramentum,
capillatura, adventura).
-tio, -sio, -atio, -itio, -ntia. Forman nombres abstractos deverbales: demoratio,
custoditio, sufferentia, fragantia.
-itas, -itia. Forman nombres abstractos deadjetivales: amicitatem, bellitatem, longitia,
proditia.
-ata. Forma nombres de cantidad: diurnata, buccata.
-or, -ura. Forma nombres abstractos deverbales: fervor, fervura, planura.
-ia. Sufijo improductivo en latín clásico. Se actualiza en la época imperial por el sufijo
griego –ia que aparece en numerosos préstamos griegos.
-ulus, -iculus, -uculus. Formadores de diminutivos: porcullus, porcellus; rotula, rotella;
fibula, fibella; monticulus, monticellus.
También son numerosos los derivados intensivos, aumentativos, despreciativos
formados con –o, -omen, -aster, -aceus, -onis.

Derivación de sufijos adjetivos:

-bilis: amabilis, credibilis.


-alis, -ilis: mortales, hostilis.
-osus: montaniosus.
-ivus: tardivus.
-atus, -itus, -utus: barbatus, barbutus, cornutus.

Derivación verbal:

-are, -ire: Aplicados al tema de supino forman verbos frecuentativos e incoativos:


cantare, adiutare, oblitare, ausare.
-icare: Forma verbos de adjetivos o sustantivos: amaricare de amarus, carricare de
carrus, follicare de follis.
-izare: Sufijo de origen griego. Se emplea sobre todo en terminología médico-científica
y en el discurso cristiano: cauterizare, pulverizare, baptizare, exorcizarse.
-itare: Forma verbos frecuentativos o iterativos.
-ulare: Forma verbos frecuentativos: misculare, tremulare.

Finalmente, todas estas innovaciones son internas, es decir, son desarrollos permitidos por el
sistema de la lengua latina que no pertenecen a la norma del latín clásico.

Composición: Es un proceso desarrollado a partir de ciertos sintagmas que se emplearon


como fórmulas fijas y que llegan a formar un solo vocablo. Ejemplo: avis tarda > avutarda; avis
struthius > avestruz; bis coctum > bizcocho; medio die > mediodía; manu tener > mantener.
En el campo de los elementos funcionales (preposiciones, conjunciones y adverbios), la
composición es más amplia en el latín vulgar que en el clásico. Mientras se pierde una serie de
aquellas se crea toda una serie compuesta. Ejemplo: de unde > donde; hac hora > agora
(ahora); de magis > demás; in tunc > entonces.
Aparece también la composición verbal con prefijos como ad-, in-, de-, ex. Ejemplo: adbaterre,
accaptares, ingluttire, etc.
Numerosos son los verbos formados a través de la parasíntesis, es decir, formados por
procesos de doble derivación (prefijos y sufijos). Ejemplos: arripare, inodiare, excaldare,
attitiare, disramare, excappare, etc.

Préstamos: El léxico latino vulgar se enriqueció y renovó mediante préstamos de otros


idiomas, o bien conservando ciertos extranjerismos que no penetraron nunca al latín clásico.
En algunos casos, y frente a una realidad extralingüística desconocida, el préstamo se
constituyó en la única voz designante. En otros casos, los préstamos funcionaron junto a un
sinónimo, y en otras circunstancias, los extranjerismos eliminaron por completo el vocablo
latino correspondiente.

Préstamos itálicos (osco-umbros): La mayoría pertenece al latín literario. Ejemplos: lupus,


asinus, caseus, ursus, rufus, sifiliare > chiflar, etc.
Griegos: Son muy numerosos y muchas veces llegan a un nivel tal de difusión que
eliminan del uso corriente las palabras latinas sinónimas. Ejemplo: petra por lapis,
chorda por funis, golpe por ictus, spatha por gladius, etc.
Son griegos o calcos de forma latina y contenido semántico griego, términos referidos a
la religión cristiana: angelus, diabolus, basilica, ecclesia, presbyter, episcopus, propheta,
apostolus, evangelium, asceta, baptizare, martyr, monasterium, coementerium, diaconus,
etc. El término parabola al pasar del lenguaje eclesiástico al habla corriente, tomó el
significado de verbum.
Numerosos verbos en –izare (adaptación de –izein) y los sustantivos femeninos
terminados en –issa.
Célticos: La mayoría ingresan en la lengua después de la conquista de las Galias por
César, aunque muchos daten desde antiguo. Varios son adaptados pero no asimilados
al latín literario como, por ejemplo, fremdwörter. Entretanto, en el latín vulgar se los
asimila (lehnwörter) confundiéndose con el vocabulario corriente. Ejemplos: bracca,
basiare, carrus, betulla, cervisia, leuga, caminus, camisia, pettia.
Germánicos: En el latín imperial ingresaron algunos términos germánicos como riccus,
blancus, suppa. Un calco semántico fue companio, creado sobre el modelo de la palabra
gahlaiba: ga- “con” y hlaibs “pan”. Igualmente, muchos germanismos siguieron
penetrando durante siglos en el latín occidental hablado y literario, como así también
en las lenguas romances durante el periodo de su formación. Los germanismos no
fueron de uso general hasta después de la segunda mitad del siglo III d. C.

No obstante lo señalado hasta aquí, el vocabulario latino no se renueva solamente mediante


palabras nuevas sino también mediante significados nuevos por la atribución de uno distinto a
vocablos clásicos similares. Estos cambios se operativizaron por los procesos de ampliación y
especialización.

Desplazamiento del centro significativo:

Bucca pasa a significar boca en vez de mejilla.


Nitidus pasa de brillante a neto, limpio.
Focus pasa de chimenea a fuego.
Camera pasa de bóveda a cuarto.
Nepotem pasa de nieto, sobrino a especializarse a veces como nieto, otras como
sobrino.
Sponsus pasa de novio a esposo.
Hostis pasa de enemigo a expedición.
Tempestas pasa de tiempo metereológico (bueno o malo) a tempestad.
Infans pasa de no hablante a niño.
Villa pasa de casa de campo a localidad, ciudad.
Parentes pasa de padres a parientes.
Cognatus pasa de pariente a cuñado.
Pacare pasa de aplacar a pagar.
Fortis pasa de valiente a fuerte físicamente.
Mulier adquiere el significado de esposa.

En algunos otros cambios es evidente una intención metafórica:

Testa (olla, tiesto) pasa a significar cabeza.


Talentum (medida de peso) pasa a significar voluntad.
Paganus (aldeano, campesino y civil) pasa a significar, por influencia cristiana, el
significado de no creyente.
Plicare (plegar, doblar) adquirió el significado de llegar en Iberia (por el pliegue de las
velas del barco al atracar).

Otro tipo de cambio semántico es el que se presenta en los cambios de categoría léxica:
algunos adjetivos adquieren el significado del sustantivo a los cuales acompañaban:

Hibernum tempus (tiempo invernal): adquiere el significado de invierno.


Pelliza vestis (tapado de piel): adquiere el significado de pelliza, etc.

FONÉTICA

De las tres cualidades acústicas del sonido (cantidad, intensidad, altura musical) eran relevantes
para el latín, desde lo distintivo-fonológico, la cantidad y la intensidad.
Parece ser que al principio el acento en latín era melódico, pero posteriormente a la época
clásica, se desarrolló como acento de intensidad.
Cabe señalar que el acento adquirió valor fonológico propio y exclusivo solo con la
desaparición de la cantidad vocálica, ya que antes de esto resultaba secundario. Una vez
establecida la acentuación fija, las palabras solo pudieron acentuarse de manera oxítona,
paroxítona y proparoxítona. Posteriormente esta situación se modificaría. En general, el acento
se mantuvo en la misma sílaba que tenía en el latín clásico.
Cambios en la ubicación del acento:

Las palabras proparoxítonas que pierden la vocal postónica se convierten en


paroxítonas. Ejemplo: dóminus > dómnu, víridem > vírde, etc.
En la caída de las vocales finales.

Excepciones:
1. En latín vulgar, una vocal breve delante de una oclusiva seguida de una líquida se
vuelve larga por posición. Ejemplo: Latín Clásico (integrum, cáthedra, ténebras); Latín
Vulgar (intégru, catédra, tenébras).
2. En los verbos compuestos con prefijos, el acento queda en la raíz del verbo y no se
mueve al prefijo como en el Latín Clásico. Ejemplo: renegat > renégat; recipit > recípit;
etc. La acentuación prefijal se mantiene en los casos en los que se ha perdido el sentido
de la composición.
3. En el latín clásico, la desinencia de tercera persona del plural del Perfecto del Indicativo
–erunt se transforma en –erunt, acentuándose por analogía con las formas en –ere,
dixerunt, dixere, fecerunt, fecere. El latín vulgar, en cambio, repone las formas arcaicas
fécerunt, díxerunt, etc. El español mantiene las formas clásicas.
4. En el caso de hiato el acento pasa a la vocal siguiente: paríetem > parétem; avíolum >
aviólum; etc.
5. En los casos oblicuos de iste, ille, el acento tiende a pasar a la última sílaba. Ejemplo:
ílle, ílla > él, ella, pero illúm, illám > lo, la.
6. Muchos cambios acentuales ocurren por modificaciones conjugacionales (paso de la 3ª
a la 2ª persona y viceversa). Ejemplo: cádere > cadére.
7. Otros cambios ocurren de manera específica, aislada. Ejemplo: ficátum se vuelve fícatum
por influencia helénica.

VOCALES

En el latín hablado imperial (s. II-III) cae la cantidad vocálica sustituyéndose por la cualidad
vocálica, y determinando un cambio fundamental en el sistema vocálico del latín. Es decir que
la cualidad (que ya existía pero no era relevante) adquiere valor fonológico distintivo.
Simultáneamente, la i y la u breve abierta se confunden (por la semejanza de timbre) con la e
y la o cerrada respectivamente. De esta manera, las diez vocales del latín clásico quedan
reducidas a siete:

A A E E I I O O U U

a e i o u

Tal esquema explica el vocalismo del catalán, español, portugués, francés, provenzal, italiano,
pero no el de Cerdeña, donde i, u conservan su timbre, ni el de la Dacia que conserva la u.
Los diptongos ae y oe se simplifican en e y e. En latín vulgar e procede de e y ae; e de
e, i y oe. Tales simplificaciones eran populares antes de la época que se le atribuye al
latín vulgar.
El diptongo au, que ya se simplificaba en el lenguaje rústico y popular en la época
clásica, se reduce a o en el habla de varias regiones: auricula > oricla; aurum > oro; etc.
Sin embargo, se conserva en rumano, sardo, italiano meridional y provenzal.
Si al inicio de palabra se encuentra el diptongo au y en la sílaba siguiente existe una u,
la u del diptongo inicial cae. Ejemplo: Augustus > Agustus > agosto; augurium > aguriu
> agüero; etc.
Las vocales en hiato se reducen, caen o se consonantizan, respectivamente:

Prehendere > prendere; cohortem > corte, etc.


Las vocales i, e en hiato se vuelven normalmente y (i consonante). Ejemplo:
habeat > abyat; vinea > vinya; etc.
La vocal u en hiato a menudo cae: mortuum > mortu; quattuor > quattor;
februaris > febrarius; etc.

CONSONANTES

Labiales Labio- Dentales y Palatales Velares


dentales alveolares
Oclusivas p, b - t, d - k, g
Fricativas w (u f s j (i -
consonántica) consonántica)
Vibrantes y - - r, l - -
líquidas
Nasales m - n - -

La consonante h no aparece, si bien la grafía lo mantiene, porque en la pronunciación


ha desaparecido desde el siglo I a. C. en la época de Cicerón.
La consonante p se mantiene.
La consonante b, desde el siglo II, se lo confunde con la u consonante, sobre todo en
posición inicial. Ejemplo: devere, vene, boce, etc.
La consonante t final desaparece en casi todo el Imperio.
La consonante d se conserva.
La consonante k se conserva delante de a, o, u, mientras que delante de e, i asume una
articulación cada vez más anterior hasta palatalizarse, africarse o asibilarse (s. III-VI d. C.).
El fonema k se mantiene velar en Cerdeña.
La consonante g se mantiene delante de a, o, u y asume una articulación anterior
delante de e, i y llegando en época imprecisa a y (fricativa palatal) y a dz, z. El fonema g
se mantiene velar en Sardes y Dalmacia.
La consonante w (u consonante) se confunde con b y con u vocal.
La consonante f se conserva.
La consonante s en posición final desaparece en la Romania oriental (Italia y Dacia)
desde el siglo II y se conserva en la Romania occidental. La s inicial seguida de
consonante (impura) toma una vocal (e, i) sobre todo si la palabra que la precede
termina en consonante. Ejemplo: illa spatha; cum ispatha.
La y (i consonante) se conserva.
La consonante r se mantiene en posición final y desaparece en alguna región (Dacia,
Lusitania).
La consonante l se mantiene delante de consonante o bien cuando se duplica, y asume
una articulación cada vez más velar hasta acercarse a la u.
La consonante m desaparece en posición final.
La consonante n se conserva y a veces desaparece en posición final.
Grupos consonánticos:

NS > s mensa > mesa; sponsi > sposi; constat > costa.
RS > ss desde el siglo I en Iberia. Pérsica > pessica.
KS > s dexter > dester.
Consonante + Y: por influencia de la Y, la consonante precedente llega a
palatalizarse o a asibilarse. Los grupos más frecuentes afectados son: TY, KY, DY,
GY, LY, NY.
TY y KY se confunden en una única articulación palatal desde el siglo III y en el
siglo IV la palatal se vuelve africada y hasta sibilante.
DY y GY se confunden a menudo en una única articulación palatal y llegan a dar
Y, aunque a veces DY se asibila transformándose en Z.
LY y NY se palatalizan en época imperial dando L’ y N’.
KW, GW (cu, gu) se conservan delante de a y pierden el elemento labial delante
de las demás vocales.

MORFOLOGÍA

Se producen cambios esenciales en el latín hablado que modifican radicalmente su tipo


lingüístico:

1. La tendencia a formas analíticas y perifrásticas en sustitución de formas sintéticas.


2. Las cinco declinaciones se reducen a tres. La 4ª declinación se confunde con la 2ª al
poseer desinencias comunes y sustantivos de doble paradigma (nombres de árboles).
Los escasos sustantivos de la 5ª declinación se trasladan a la 3ª y parc. a la 1ª.
3. Los casos oblicuos se confunden con el acusativo, es decir, se reducen los casos
gramaticales a dos de ellos: un caso recto y un caso oblicuo.
4. El neutro se confunde con el masculino, sobre todo en la 2ª declinación, a causa de
perder la m final.
5. En la 3ª declinación, las tres categorías adjetivales se reducen a dos. Asimismo, varios
adjetivos de 3ª se mueven hacia la 1ª y 2ª declinación.
6. Las formas sintéticas de comparación en –ior y –ius son sustituidas por formas
perifrásticas analíticas con magis y plus, las cuales eran de uso habitual en el latín
clásico con los adjetivos terminados en –eus, -ius y –uus (idoneus, egregius y vacuus).
7. En los numerales se introduce cierta normalización y una mayor asibilación adjetival
mediante las formas analógicas du y ambi. Los numerales ubicados entre 16 y 19
adquieren forma analítica. Las decenas se contraen.
8. Entre los pronombres y adjetivos pronominales: ego se vuelve eo; ille e ipse se emplean
cada vez más como pronombres personales de tercera. Los posesivos enclíticos se
hacen menos numerosos, excepto en Italia y en Dacia que se mantienen enclíticos.
Vester vuelve por analogía con noster a la forma arcaica voster. Hic sustituye a is que
luego es sustituido por ille; idem desaparece reeplazando por id ipsum. Alter prevalece
sobre alius que desaparece; uter desaparece y quidam y aliquis son sustituidos por
certus y alicunus.
9. Los verbos deponentes se pasan a la voz activa: sequor, machinor, nascor se vuelven
sequo, machino, nasco. Varias formas desinenciales desaparecen y son sustituidas por
formas enclíticas con verbos auxiliares. El futuro imperfecto se sustituye por el
perifrástico con habeo o volo. Por ejemplo en lugar de cantabo > cantare habeo,
cantare volo. Más tarde, la forma con habeo se aglutinará y formará cantaré. Al lado del
perfecto feci aparece el factum habeo o habeo factum > he hecho. El imperativo futuro
desaparece y se extiende el uso del imperativo presente. También desaparece el
imperfecto del subjuntivo y el infinitivo perfecto, el cual después se rehacerá
perifrásticamente (cantavisse > haber cantado). El participio futuro activo pierde valor
verbal volviéndose adjetivo y el gerundivo se confunde con el gerundio. Con esto
desaparecen las dos conjugaciones perifrásticas: activa y pasiva.
Existen también traslaciones de una conjugación a otra: los verbos en –io de la 3ª pasan
a la 4ª conjugación, ya que presentan semejanzas con algunas de estas formas. Ejemplo:
cupere > cupire; fugere > fugire. Muchas formas de la segunda conjugación pasan a la
4ª. Por otra parte, verbos de la 3ª conjugación se pasan a la 2ª y viceversa. Los
infinitivos anómalos como posse, velle, ese se alargan y se regularizan > potere, volere,
essere.
En los presentes en –eo, -io desaparece a menudo el elemento y: sento, dormo. Se
forman muchos incoativos en –isco.
En verbos muy empleados como habere, stare, dare, vedere, facere el latín vulgar tenía
formas propias del presente de indicativo, distinta de las clásicas. Ejemplo: habeo >
hayo, has, hat.., habunt; stare > stao; de facere > faco, fas, fat, famus, fatis, faunt.
Los cuatro tipos de presente de indicativo y subjuntivo se reducen a tres. En el
imperfecto de indicativo, al lado de las desinencias –bam, -bas, etc., aparecen las
desinencias –ía(m), ías, íat, -íamus, -iázis, -íant. El prefecto del indicativo contrae sus
formas –avi e –ivi > -ai, -ii.
Las formas contractas como cantaram o cantasem eliminan las formas largas como
cantaveram y cantavissem.
Las formas pasivas desaparecen, rehaciéndose con el auxiliar ese. De la voz pasiva solo
queda el participio pasado en –atus, -itus, -utus.
Conclusión: en el sistema verbal del latín vulgar más que a una evolución, se asiste a
una verdadera revolución.

10. Adverbios:

De lugar: se vuelven más numerosos por composición. Se pierde a menudo la


distinción entre estado en un lugar y movimiento hacia un lugar (entre locus ubi
y locus quo).
De tiempo: se conservan hodie > hoy; heri > ayer. Se pierde cras por mane; nunc
y olim se emplean poco.
De manera: exceptuando unos pocos que se conservan (bene y male), en general
toman la forma neutra de los adjetivos masculinos de 1ª y 2ª clase por la caída
de la –m. Terminan en –e los adverbios derivados de la 3ª clase.
Se crea una nueva forma adverbial con el femenino del adjetivo y el sustantivo
mens en ablativo: clara-mente, forte-mente, forma que más tarde se aglutinará y
formará la norma del español y de todos los romances occidentales.

11. Preposiciones: Se crean nuevas preposiciones sintéticas, configuradas para lograr una
mayor determinación espacial y temporal: abante, in-abante, de subtus, de foris, de
intus, de trans, de retro, in contra, etc.

SINTAXIS
Gran revolución, también, en la construcción fraseológica latina que se modifica
profundamente. En general, la frase se vuelve más sencilla, se abandona el uso del hipérbaton,
se prefiere la parataxis a la hipotaxis, el orden se vuelve más fijo, los sintagmas se vuelven
analíticos.

1) Aparecen en la lengua hablada nuevas formas de determinación como ille y unus que
se emplean, cada vez más, con valor articular.
2) En lugar del genitivo se emplea el acusativo con ex, ab y de. En lugar de dativo se
emplea acusativo con ad.
3) La comparación adjetival se hace con magis y luego con plus. El complemento
comparativo se empieza a construir con quam o de.
4) El superlativo en –issimus cae en desuso (reintroducido más tarde por cultismo) y en la
forma analítica se emplea multu (muy).
5) El acusativo más infinitivo se sustituye por oraciones subordinadas normales,
particularmente con quia.
6) En los complementos de lugar se confunden distinciones entre estado y movimiento y
caen en desuso los complementos sin preposición. Para el complemento de compañía y
de instrumento se emplea la preposición cum.
7) Empleo de perífrasis:

Futuro con habeo, volo o debeo, que luego se aglutinará creándose un nuevo
futuro simple.
Participio empleado como complemento que dará origen al pretérito compuesto:
“habeo compratum” > he comprado. Esto sucede así porque habeo pierde su
valor léxico y se vuelve un simple auxiliar.
Perífrasis verbales y formas reflexivas se emplean para expresar la voz pasiva.
Ejemplo: dicitur > se dicit; prohibetur > se prohibet.

8) En la oración negativa se generalizó el empleo de non, que sustituyó a otras


negaciones, como haud.
9) Se vuelven corrientes las formas con dos negaciones (no admitidas por el latín clásico):
“non respondit nihil”, “nom videm neminem”. Para lograr mayor expresividad se insiste
en la negación, añadiendo nombres que indican objetos pequeños o actos breves como:
res, gutta, mica, punctum, pluma, passus. Ejemplo: “nom video guttam”, etc.
10) En la oración prohibitiva se emplea poco el
imperativo con negación y cae en desuso la forma noli más infinitivo del tipo “noli
tangere” > no toques. En su lugar se utiliza ne más subjuntivo presente “ne plores”, no
llores o nom más infinitivo “nom cantare”.
11) La oración interrogativa se simplifica,
desapareciendo varias partículas interrogativas como utrum, an, ne, num, nonne.
12) En las contestaciones a una pregunta
interrogativa se deja de repetir el verbo empleado por el primer hablante, prefiriéndose
la brevedad de hoc o sic que se vuelven partículas afirmativas.
13) En las interrogativas modales, quomodo se
reduce a quo > cómo. En las interrogativas de lugar se impone ubi. En las de tiempo y
cantidad se mantiene quando y cuantum.
14) El periodo coordinado se mantiene
semejante al del latín clásico, pero et sustituye a las demás conjunciones copulativas de
idéntico significado. Aut sustituye a vel.
15) El periodo subordinado se emplea menos y
se diferencia notablemente: la interrogativa indirecta se transforma en completiva con
infinitivo “Nescio quid dicam” > “Nescio quid dicere”. En las interrogativas indirectas
dobles, utrum y an se sustituyen por si: “Nescio utrum Romanus an barbarus sit” >
“Nescio si Romanus aut barbarus est”. La conjunción ut desaparece sustituida por quod,
el cum temporal es sustituido por cuando, dum fue sustituido por dum interim >
mientras. Quoniam se sustituyó por quia y quod. Sicut y quemadmodum se sustituyen
por quomodo > como. Ut comparativo se sustituye por sic, quod. Quamvis, etiam,
quamquam caen en desuso. Nisi se sustituyó por si nom.

Esta descripción sumaria, si bien deja de lado un gran número de innovaciones, puede
ofrecer una idea de la rápida evolución acaecida en el latín hablado de la época
imperial. Al mismo tiempo, permite observar un tipo lingüístico que se acerca más al
tipo representado por las lenguas romances que el presentado por el latín ciceroniano.

PRINCIPALES LÍNEAS DE FRACCIONAMIENTO DEL LATÍN VULGAR

Las diferencias internas, si bien existieron desde siempre como en toda lengua hablada, no
eran relevantes a la hora de hablar de sistemas menores dentro del latín vulgar ya que este
permanecía más o menos homogéneo.

a. El latín vulgar es un sistema más o menos unitario hasta comienzos del s. IV d. C., ya
que las diferencias regionales permitían la intercomprensión entre los distintos sectores
imperiales.
b. A partir del s. IV d. C. el latín comienza a adquirir un progresivo y veloz ritmo evolutivo
a la vez que se aceleran los movimientos divergentes por lo que se crean importantes
limitaciones regionales dentro de esa lengua corriente.
c. Después del s. VI d. C. estos límites resultan tan importantes que justifican considerar a
cada uno de estos sistemas menores como nuevas lenguas.
d. Esta escisión de la lengua latina hablada se debe a factores históricos y se relaciona con
los procesos históricos y culturales de la Romanidad.

FACTORES HISTÓRICOS INCIDENTES EN LA EVOLUCIÓN LINGÜÍSTICA

En el año 107 d. C. la expansión territorial llega a su punto culminante. A parir de este


momento el imperio se dedicará a defender sus fronteras de los invasores germanos y a
profundizar su dominación cultural sobre los pueblos subyugados bajo su poder, salvo Grecia
y sectores helenizados.
Al mismo tiempo, se opera un proceso descentralizador en lo político-económico coincidente
con la caída del prestigio romano-italiano en el imperio. Este proceso se vincula, por un lado,
con la cuestión de la extensión del derecho de ciudadanía -primero a los romanos, luego a los
italianos y finalmente a los habitantes de las provincias junto con los extranjeros- para la
obtención de recursos humanos destinados a la conquista y/o defensa de las fronteras -hecho
que genera en la península itálica una suerte de pretoriana burocracia-, y por otro lado, con el
crecimiento económico y cultural de provincias como Hispania y Galia. Con el paso del
tiempo Roma dejará de ser el centro financiero del Imperio, lo que determinará un
intercambio comercial independiente entre las provincias.
En el año 257 d. C. Roma pierde la Dacia a manos de los invasores Godos, lo que provocará la
división del Imperio en cuatro administraciones. Si bien más tarde Constantino logrará la
reunificación (324 d. C.), posteriormente se producirá la definitiva escisión del Imperio en
Occidental y Oriental (392 d. C.). El primero seguirá con el modelo cultural vigente, en tanto el
segundo abandonará el latín y se sumergirá en un proceso de helenización. Finalmente, en el
año 476 d. C. Roma caerá en manos de un pueblo germánico, lo que determinará un proceso
de germanización en el mundo románico-occidental.
No obstante, cabe aclarar que, si bien los pueblos germánicos se impusieron militarmente en
el mundo occidental, fueron, a su vez, absorbidos por la cultura de los pueblos sometidos.
Igualmente, su aporte fue valioso en cuanto que contribuyeron con el proceso de identidad y
configuración de las lenguas romances, en el sentido de que agudizaron las diferencias y las
fronteras lingüístico-regionales.

RAZONES INTERNAS DEL FRACCIONAMIENTO

1) Cronología de la ocupación de las provincias. De acuerdo al momento en que


fueron romanizadas las provincias recibieron un latín con distintos matices (por
ejemplo, el latín recibido por Hispania y la Dacia no es exactamente el mismo).
2) Teoría del sustrato. El latín se impuso a diferentes sustratos que dejaron rastros en
las lenguas romances.
3) Intensidad. Este elemento se relaciona con el sustrato. Esto quiere decir que existe
una relación inversamente proporcional entre el nivel de intensidad y el sustrato: a
mayor intensidad menor presencia sustratal y viceversa.
4) Diferenciación del latín vulgar. Es decir, la incidencia de las diferencias cronológicas,
geográficas, sociales y estilísticas en el latín de los conquistadores durante los
procesos de conquista. Por ejemplo, Italia fue romanizada por campesinos que usaban
un latín rústico. Galia e Hispania fue romanizada por grupos socialmente más elevados
(comerciantes, burgueses y militares) que usaban un latín culto.
5) Diferencias dialectales del latín hablado. Los colonizadores no eran todos de Roma,
muchos procedían de diferentes zonas de Italia y de otras regiones como la Dacia.
6) Diferentes corrientes de romanización. Los procesos de romanización fueron
diferentes, ya que las distintas corrientes partían de diferentes centros, los cuales
tenían distintos radios de acción de acuerdo a la organización administrativa del
Imperio.

Estos factores contribuyeron al fraccionamiento del latín, pero la causa principal fue la
decadencia de la cultura romana: una lengua es un hecho cultural, refleja un estado cultural, y
mientras esa cultura común vive y prospera la lengua se mantiene más o menos viva.
En los primeros siglos después de Cristo, se asiste a una progresiva decadencia de la cultura
latina, a profundos cambios en la mentalidad romana, al derrumbe de los ideales clásicos de
vida.
El Imperio se orientaliza y se germaniza permitiendo el crecimiento del fasto, el relajamiento
de las costumbres e ideales mezquinos; la vieja aristocracia romana decae en todo sentido y se
genera una nueva aristocracia burguesa, culturalmente inferior y heterogénea.
La instrucción pierde su prestigio y decae, la literatura no crea más obras capaces de otorgar
ciudadanía y difundir nacionalmente innovaciones, las cuales se desarrollan en la lengua oral
sin ninguna posibilidad de consagración de carácter general. Al mismo tiempo, disminuye la
conciencia de la norma ideal de una lengua común, lo que determina en muchos una suerte
de amparo cultural en los cánones lingüísticos de la época áurea.
El cristianismo tuvo un efecto popularizador sobre el latín hablado, lo que provocó que se
simplificara y alejara de los modelos clásicos.
La decadencia de Roma provocó que se desconociera su criterio lingüístico y que cada
provincia elevara a modelo su particularidad regional y que sus innovaciones se difundieran en
territorios cada vez más vastos, imponiéndose modélicamente en la lengua común.
Luego de Diocleciano Roma perdió la iniciativa lingüística, la cual fue transferida a las
provincias determinando un movimiento centrífugo dentro del latín hablado. Cada innovación
tuvo un espectro de difusión distinto: de esta manera se producen las primeras fracturas en la
unidad del latín vulgar.

División lingüístico-imperial: En el s. III d. C. se produce una escisión que diferencia dos áreas
lingüísticas:

Al N y O de la línea separadora de la Italia septentrional de la peninsular: se ubican


Galia Cisalpina, Recia, Galia, Iberia, África, (conservan –s, sonoriza oclusivas sordas, plural
del acusativo).
Al S y E de la Italia centro-meridional: se ubican Iliria, Mesia, Dacia (no conservan la –s,
el plural surge del acusativo, conservan las oclusivas sordas).
Fuera de esta división quedan Córcega y Cerdeña.

Divisiones secundarias en la Romania Occidental.

La de kt > xt: Provocada por el sustrato céltico que abarcó Iberia y Galia (no incluye la
Galia Cisalpina).
U > ü: Provocada por el sustrato gálico que abarcó solamente a la Galia Septentrional.

Tal fisonomía se estabilizó más tarde por obra de los germanos y como efecto de la
constitución de estados germánicos.
La acción de los germanos fue muy profunda y/o extensa en la Galia Septentrional e
importante para la definición de fronteras lingüísticas como en las demás provincias.

Otras divisiones:

Por un lado la Dacia, y por otro el Occidente más Italia.


Una zona meridional caracterizada por el sustrato osco (Iberia, Italia centro-meridional,
Dacia) y una zona septentrional (Galia, Retia e Italia del Norte).
En Occidente se puede distinguir: una zona atlántica (gallego portugués, francés) y una
zona mediterránea (español, provenzal, italiano tirrénico).
Una zona innovadora (Galia Septentrional) y una zona más conservadora (Iberia, Galia
Meridional).

Menéndez Pidal y Amado Alonso sostienen que el castellano se puede considerar como el
dialecto innovador dentro del grupo de dialectos conservadores. Además, para Alonso existe
en la Romania Occidental una línea divisoria que separa los dialectos franceses de los dialectos
d’oc: el francés presenta caracteres tan particulares que debe considerárselo separadamente
del conjunto románico occidental.

Desde la época pre-romana se advierten características específicamente hispánicas:

Iberia resiste al celtismo mejor que Galia. Esta resistencia se puede entender porque fue
romanizada más intensamente que la Galia.
Iberia aparece, en general, más conservadora que el resto de la Romania Occidental.

Dentro del conjunto ibero-romance el castellano aparece como el dialecto más innovador, ya
sea por aceptar innovaciones ajenas (procedentes de centros situados al Oriente, al Occidente
y al sur de su territorio primitivo) o por innovar por su cuenta.
El castellano antes de volverse fue el dialecto de una pequeña zona de Hispania (Cantabria) y
posteriormente de la zona castellanizada de Burgos, entre el Duero y alto Ebro. La peculiaridad
castellana puede explicarse por razones históricas muy antiguas.
La zona fue romanizada de manera imperfecta y lenta. Los romanos necesitaron prácticamente
doscientos años para conquistar este territorio. Recién en el año 19 a. C. la zona queda
pacificada por Agripa.
La zona conservó cierta autonomía después de la ocupación germánica. Permaneció
independiente unos 150 años hasta que en el Leovigildo la incorporó al reino visigótico en el
año 574 d. C. siempre mantuvo un espíritu de rebeldía.
Lo que hoy llamamos español es el castellano de la primera región castellanizada (zona de
Burgos), una región mal romanizada y revasconizada en el s. X.
Es el más ibérico de todos los romances.

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