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DOCENTE : Mag.
ALUMNOS:
CICLO: VII
PUNO – PERU
2019
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DEDICATORIA
Página 2
INDICE
PORTADA………………..………………………………………………. pag.1
DEDICATORIA……………………………………………………………… pag.2
INDICE…………………………………………………………………………. pag.3
INTRODUCCIÓN………………………………………………………………. pag.4
………………………………………………………………………….. pag.11
CONCLUSIÓN…………………………………………………………. pag.12
BIBLIOGRAFIA………………………………………………………… pag.13
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INTRODUCCION
familia y la ética. Como sabemos la cultura de paz es vivir en armonía con los
seres que nos rodean y busca tener influencias en la sociedad, de esa manera
La paz no han sido siempre las mismas, ellas han evolucionado a lo largo de la
historia hasta adoptar los significados que hoy le atribuimos. Por ello, para
elaborar una definición para lo que es la paz es útil recorrer, aunque de manera
las culturas orientales donde, desde hace milenios, la vivencia interior constituye
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CAPITULO I:
CULTURA DE PAZ
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4. Garantizar la igualdad entre mujeres y hombres
Por medio de la plena participación de las mujeres en la toma
de decisiones económicas, sociales y políticas, la eliminación de todas las
formas de discriminación y de violencia contra la mujer, el apoyo y la
asistencia a las mujeres necesitadas.
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la eliminación de la producción y el tráfico de armas, las soluciones
humanitarias en situaciones de conflicto y las iniciativas una vez que
éstas finalizan.
Capítulo II
Paz Cultura de Paz, aun siendo tan deseada, sea sinónimo de una paz
duradera. No hay verdadera paz si no viene acompañada de equidad,
verdad, justicia y solidaridad. Está condenado al fracaso cualquier
proyecto que mantenga separados dos derechos indivisibles e
interdependientes: el de la paz y el de un desarrollo integral y solidario”.
Juan Pablo II (2000) “Que nadie se haga ilusiones de que la simple
ausencia de Pocos conceptos tienen un significado tan amplio y diverso
como la paz.
La paz nos habla de relaciones armoniosas entre países, grupos sociales
y personas y entre éstas y la naturaleza y Dios. Pero también se refiere a
un estado interior de las personas, a una vivencia y una emoción especial
que la hace ser deseada intensamente. Pero las ideas sobre la paz no
han sido siempre las mismas, ellas han evolucionado a lo largo de la
historia hasta adoptar los significados que hoy le atribuimos. Por ello, para
elaborar una definición para lo que es la paz es útil recorrer, aunque de
manera simplificada, algunos de los hitos más importantes en la evolución
de la idea de paz.
Cabe aclarar que se trata de un recorrido desde la perspectiva occidental
en la cual predomina una visión “externa” de la paz, al contrario de lo
ocurre en las culturas orientales donde, desde hace milenios, la vivencia
interior constituye el centro de la paz, o en las culturas indígenas, donde
la paz está íntimamente vinculada al equilibrio entre el ser humano y la
naturaleza.
Los diversos autores que tratan el tema de la paz empiezan señalando
que el término proviene de Recorrido Histórico de la Idea de Paz (Pax)
Cultura de Paz,la palabra latina “pax” y que en su origen se encontraba
asociada a la llamada “pax romana” que significaba dominación y
ausencia de rebeliones en tiempos del imperio romano. Es en el marco de
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esta concepción que se entiende el famoso precepto “si quieres la paz,
prepara la guerra”, porque la paz requería la dominación del contrario.
Asimismo, se encontraba asociada exclusivamente a la relación entre los
Reinos y Estados y no a las relaciones entre las personas o de éstas con
el Estado. Si bien el significado de la “pax romana” fue en su momento el
más difundido, existieron al mismo tiempo otras ideas de paz, como la de
los cristianos que representa la paz con Dios y el amor al prójimo. La paz
como idea que refleja la ausencia de guerra es la definición que por más
tiempo ha predominado en la historia. Los múltiples y frecuentes conflictos
violentos entre Reinos primero y, luego, entre Estados, hicieron que la paz
fuera sinónimo de los breves momentos en que no había guerra o se
terminaba con ella a través de los llamados “acuerdos de paz”. La guerra
era vista como una situación inevitable y natural, por lo cual pensar o
definir la paz no era importante. No es sino hasta la obra “La paz Perpetua”
(1795) del filósofo alemán Inmanuel Kant que se cuestiona
consistentemente la inevitabilidad de la guerra, señalando que sus “raíces
naturales” no hacen imposible instaurar la paz a través de la razón,
facultad humana llamada precisamente a modificar el estado natural del
hombre. Para lograr la “paz perpetua”, Kant consideraba necesaria la
creación de una federación de Estados independientes que, reconociendo
a sus súbditos igualdad y vigencia del Estado de Derecho, se encargaría
de evitar las guerras. Las ideas sobre la paz tuvieron que esperar hasta
después de la Primera Guerra Mundial (1917) para emerger nuevamente,
dando origen a lo que hoy se llama estudios sobre la paz, que constituyen
toda una disciplina dirigida a pensar cómo evitar las guerras. Una
perspectiva muy difundida en dichos estudios es la que asocia la paz con
un equilibro dinámico de los factores políticos, sociales, culturales y
tecnológicos entre los países, de modo que cuando dicho equilibrio se
rompe, se produce la guerra. En este enfoque, lo realista es mantener o
recuperar el balance de los factores, antes que pretender desterrar los
conflictos bélicos, pues la tendencia de la sociedad sería más bien hacia
la guerra. Paz como Ausencia de Guerra Paz como Equilibrio de Fuerzas
en el Sistema Internacional. No es sino hasta la fundación de las Naciones
Unidas (1945), luego de dos conflictos mundiales que costaron la vida de
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cerca de cien millones de personas, que por primera vez en su historia la
humanidad se plantea la tarea de desterrar la guerra, resurgiendo
entonces la idea de la paz como algo que es necesario construir. En ese
sentido, para “preservar a las generaciones venideras del flagelo de la
guerra”, la Carta Fundacional de las Naciones Unidas declara como su
primer propósito: “Mantener la paz y la seguridad internacional, y con tal
fin: tomar medidas colectivas eficaces para prevenir y eliminar amenazas
a la paz, y para suprimir actos de agresión u otros quebrantamientos de
la paz; y lograr por medios pacíficos, y de conformidad con los principios
de la justicia y del derecho internacional, el ajuste o arreglo de
controversias o situaciones internacionales susceptibles de conducir o
quebrantamientos de la paz”. (Naciones Unidas, 1945) En las ideas
implícitas en la constitución de las Naciones Unidas, la paz significaba
principalmente la ausencia de guerras entre Estados. Pero las ideas sobre
la violencia, de la cual la guerra es sólo una forma particular,
evolucionaron al punto de hacer insatisfactorio hablar de la paz sólo como
ausencia de guerra, de modo que el término paz fue abarcando también
la ausencia de otras formas de violencia y, en especial, la presencia de
valores y situaciones positivas en la relación entre las personas. Así, por
ejemplo la Encíclica “Paz en la Tierra” (1963) del Papa Juan XXIII, señala
que la paz entre todos, los pueblos se funda sobre la verdad, la justicia, el
amor y la libertad, aspectos que en muchos sentidos empezaron a nutrir
también los puntos de vista de los estudios laicos sobre la paz. En 1969,
Johan Galtung introdujo una idea fundamental para el concepto moderno
de lo que es la paz, afirmando que no sólo es lo opuesto a la guerra, sino
lo opuesto a toda forma de violencia, identificando tres tipos de violencia:
La “violencia directa”, referida a la agresión directa, a la cual pertenece la
guerra, la “violencia estructural”, asociada a la injusticia en la sociedad y
entre los países; y la “violencia cultural”, es decir, las ideas que legitiman
todas las formas de violencia .
De este modo, la paz es ausencia o reducción de todo tipo de violencia,
directa, estructural y cultural. La paz involucra, entonces, la paz directa, la
paz estructural y la paz cultural. Los estudios de Galtung lo llevaron a
identificar dos maneras de hablar de la paz. Una en forma de negación de
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las violencias y otra en forma afirmativa de lo que significa la paz. En la
primera forma, conocida como paz negativa, la paz directa sería
simplemente la ausencia de agresiones y Paz Negativa y Paz Positiva 16
Cultura de Paz Cultura de Paz 17 la palabra latina “pax” y que en su origen
se encontraba asociada a la llamada “pax romana” que significaba
dominación y ausencia de rebeliones en tiempos del imperio romano. Es
en el marco de esta concepción que se entiende el famoso precepto “si
quieres la paz, prepara la guerra”, porque la paz requería la dominación
del contrario. Asimismo, se encontraba asociada exclusivamente a la
relación entre los Reinos y Estados y no a las relaciones entre las
personas o de éstas con el Estado. Si bien el significado de la “pax
romana” fue en su momento el más difundido, existieron al mismo tiempo
otras ideas de paz, como la de los cristianos que representa la paz con
Dios y el amor al prójimo. La paz como idea que refleja la ausencia de
guerra es la definición que por más tiempo ha predominado en la historia.
Los múltiples y frecuentes conflictos violentos entre Reinos primero y,
luego, entre Estados, hicieron que la paz fuera sinónimo de los breves
momentos en que no había guerra o se terminaba con ella a través de los
llamados “acuerdos de paz”. La guerra era vista como una situación
inevitable y natural, por lo cual pensar o definir la paz no era importante.
No es sino hasta la obra “La paz Perpetua” (1795) del filósofo alemán
Inmanuel Kant que se cuestiona consistentemente la inevitabilidad de la
guerra, señalando que sus “raíces naturales” no hacen imposible instaurar
la paz a través de la razón, facultad humana llamada precisamente a
modificar el estado natural del hombre. Para lograr la “paz perpetua”, Kant
consideraba necesaria la creación de una federación de Estados
independientes que, reconociendo a sus súbditos igualdad y vigencia del
Estado de Derecho, se encargaría de evitar las guerras. Las ideas sobre
la paz tuvieron que esperar hasta después de la Primera Guerra Mundial
(1917) para emerger nuevamente, dando origen a lo que hoy se llama
estudios sobre la paz, que constituyen toda una disciplina dirigida a pensar
cómo evitar las guerras. Una perspectiva muy difundida en dichos
estudios es la que asocia la paz con un equilibro dinámico de los factores
políticos, sociales, culturales y tecnológicos entre los países, de modo que
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cuando dicho equilibrio se rompe, se produce la guerra. En este enfoque,
lo realista es mantener o recuperar el balance de los factores, antes que
pretender desterrar los conflictos bélicos, pues la tendencia de la sociedad
sería más bien hacia la guerra. Paz como Ausencia de Guerra Paz como
Equilibrio de Fuerzas en el Sistema Internacional. No es sino hasta la
fundación de las Naciones Unidas (1945), luego de dos conflictos
mundiales que costaron la vida de cerca de cien millones de personas,
que por primera vez en su historia la humanidad se plantea la tarea de
desterrar la guerra, resurgiendo entonces la idea de la paz como algo que
es necesario construir. En ese sentido, para “preservar a las generaciones
venideras del flagelo de la guerra”, la Carta Fundacional de las Naciones
Unidas declara como su primer propósito: “Mantener la paz y la seguridad
internacional, y con tal fin: tomar medidas colectivas eficaces para
prevenir y eliminar amenazas a la paz, y para suprimir actos de agresión
u otros quebrantamientos de la paz; y lograr por medios pacíficos, y de
conformidad con los principios de la justicia y del derecho internacional, el
ajuste o arreglo de controversias o situaciones internacionales
susceptibles de conducir o quebrantamientos de la paz”. (Naciones
Unidas, 1945) En las ideas implícitas en la constitución de las Naciones
Unidas, la paz significaba principalmente la ausencia de guerras entre
Estados. Pero las ideas sobre la violencia, de la cual la guerra es sólo una
forma particular, evolucionaron al punto de hacer insatisfactorio hablar de
la paz sólo como ausencia de guerra, de modo que el término paz fue
abarcando también la ausencia de otras formas de violencia y, en
especial, la presencia de valores y situaciones positivas en la relación
entre las personas. Así, por ejemplo la Encíclica “Paz en la Tierra” (1963)
del Papa Juan XXIII, señala que la paz entre todos, los pueblos se funda
sobre la verdad, la justicia, el amor y la libertad, aspectos que en muchos
sentidos empezaron a nutrir también los puntos de vista de los estudios
laicos sobre la paz. En 1969, Johan Galtung introdujo una idea
fundamental para el concepto moderno de lo que es la paz, afirmando que
no sólo es lo opuesto a la guerra, sino lo opuesto a toda forma de violencia,
identificando tres tipos de violencia:
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La “violencia directa”, referida a la agresión directa, a la cual pertenece la
guerra, la “violencia estructural”, asociada a la injusticia en la sociedad y
entre los países; y la “violencia cultural”, es decir, las ideas que legitiman
todas las formas de violencia (Ver Capitulo II).
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señala que “La paz es un orden social o un conjunto de relaciones
humanas en el cual la justicia puede proseguirse sin violencia… la paz
nutre la vida, dignifica y cataliza las energía humanas para la
autorrealización” (1997). La paz positiva define la paz como la acción
necesaria para que se presenten un conjunto de características positivas
como la cooperación, la confianza o la justicia entre las personas,
sociedades y países. Enfatiza que la paz como un proceso antes que un
punto de llegada. Esta idea es remarcada por Galtung al señalar que la
paz es, en un sentido dinámico, también la capacidad de resolver los
conflictos de manera creativa y sin violencia (2003). En los años 70 y 80
una nueva perspectiva fue aportada a la idea de paz desde el movimiento
feminista, señalando que la violencia había sido vista sólo desde una
mirada “macro”, la guerra entre países, y que era necesaria también una
mirada “micro” de la violencia, en particular la violencia contra las mujeres
y los niños en los momentos en que no había guerra. Un contribución
importante del feminismo fue la identificación de la relación entre varones
y violencia, al punto de señalar, por ejemplo, que la guerra es una forma
masculina de afrontar los conflictos, mientras que existen otras formas,
desarrolladas especialmente por la mujeres en el espacio privado de la
familia, para manejar los conflictos mediante la negociación, la persuasión
y la reciprocidad. El feminismo y los estudios de género han incorporado
temas cruciales para la actual concepción de la paz, como son la
erradicación de la violencia de género, la necesidad de transformar las
relaciones entre varones y mujeres hacia una mayor igualdad, y el
enriquecimiento de la paz con los aspectos generalmente asignados a lo
femenino como son la importancia de las emociones y el cuidado de las
personas. Como señala Irene Comins, el aporte feminista consistió
principalmente en dos elementos: “En primer lugar, el descubrimiento y
crítica de las dominaciones y subordinaciones… En este sentido se ha
ampliado la clasificación de la violencia distinguiendo entre violencia
organizada y violencia no organizada, aportando así el análisis del
micronivel de la violencia: la violencia doméstica, a la infancia, etc. En
segundo lugar, el descubrimiento y reconstrucción de valores y actitudes
positivos para todos y que por determinadas razones han estado
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relegados a la mujer: la ternura, el cuidado… la categoría de género se
hace imprescindible (para) reconstruir nuevas formas de ser femeninos y
masculinos, más flexibles y menos violentas” (Comins, 2004). En los años
80 y 90 emerge un enfoque de paz que valora altamente la relación de los
humanos con el sistema bioambiental, concibiendo a la especie humana
como una unidad dentro de una unidad mayor que es la naturaleza, la cual
debe ser respetada y cuidada. Esta visión se ha reflejado, posteriormente,
en la Carta de la Tierra, documento elaborado por líderes y científicos del
mundo en un diálogo intercultural. Paz Feminista: Macro y Micro Niveles
de la Paz Holística Paz-Gaia: Paz con el Ambiente Violencia Directa
Violencia Estructural Paz Estructural Paz Cultural Paz Directa Violencia
Cultural Invisible Violencias y Paz Visible 18 Cultura de Paz Cultura de
Paz 19 asesinatos entres las personas, la paz estructural, la ausencia de
explotación, y la paz cultural, de ideas discriminadoras o incitadoras a toda
forma de violencia. En cambio en la forma afirmativa, llamada paz positiva,
se habla de las interrelaciones positivas presentes en la relación entre las
personas, en las estructuras sociales y en la cultura. Con el tiempo,
Galtung incluyó también como sujeto de paz a la naturaleza, de modo que
su definición de paz positiva la incluye en el siguiente texto. “La Paz
natural es cooperación entre especies… La Paz positiva directa consistiría
en la bondad verbal y física, el bien para el cuerpo, la mente y el espíritu…
dirigido a todas las necesidades básicas… el amor es el compendio de
todo ello… La Paz positiva estructural sustituiría represión por libertad,
equidad por explotación y los reforzaría con diálogo, integración,
solidaridad y participación… La Paz positiva cultural sustituiría la
legitimación de la violencia por la legitimación de la Paz” (Galtung, 2003)
De esta manera, “Los aspectos positivos de la Paz nos conducirían a
considerar no solo la ausencia de violencia estructural sino la presencia
de un tipo de cooperación no violenta, igualitaria, no explotadora, no
represiva entre unidades, naciones y personas”(Galtung, 2003). Otros
investigadores han fortalecido esta visión de la paz positiva, sobre todo
enfatizando la presencia de la justicia. Adam Curle, resume entonces la
paz como una “situación caracterizada por un nivel reducido de violencia
y un nivel alto de justicia” (1974), a la vez que Betty Reardon señala que
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“La paz es un orden social o un conjunto de relaciones humanas en el cual
la justicia puede proseguirse sin violencia… la paz nutre la vida, dignifica
y cataliza las energía humanas para la autorrealización” (1997). La paz
positiva define la paz como la acción necesaria para que se presenten un
conjunto de características positivas como la cooperación, la confianza o
la justicia entre las personas, sociedades y países. Enfatiza que la paz
como un proceso antes que un punto de llegada. Esta idea es remarcada
por Galtung al señalar que la paz es, en un sentido dinámico, también la
capacidad de resolver los conflictos de manera creativa y sin violencia
(2003). En los años 70 y 80 una nueva perspectiva fue aportada a la idea
de paz desde el movimiento feminista, señalando que la violencia había
sido vista sólo desde una mirada “macro”, la guerra entre países, y que
era necesaria también una mirada “micro” de la violencia, en particular la
violencia contra las mujeres y los niños en los momentos en que no había
guerra. Un contribución importante del feminismo fue la identificación de
la relación entre varones y violencia, al punto de señalar, por ejemplo, que
la guerra es una forma masculina de afrontar los conflictos, mientras que
existen otras formas, desarrolladas especialmente por la mujeres en el
espacio privado de la familia, para manejar los conflictos mediante la
negociación, la persuasión y la reciprocidad. El feminismo y los estudios
de género han incorporado temas cruciales para la actual concepción de
la paz, como son la erradicación de la violencia de género, la necesidad
de transformar las relaciones entre varones y mujeres hacia una mayor
igualdad, y el enriquecimiento de la paz con los aspectos generalmente
asignados a lo femenino como son la importancia de las emociones y el
cuidado de las personas. Como señala Irene Comins, el aporte feminista
consistió principalmente en dos elementos: “En primer lugar, el
descubrimiento y crítica de las dominaciones y subordinaciones… En este
sentido se ha ampliado la clasificación de la violencia distinguiendo entre
violencia organizada y violencia no organizada, aportando así el análisis
del micronivel de la violencia: la violencia doméstica, a la infancia, etc. En
segundo lugar, el descubrimiento y reconstrucción de valores y actitudes
positivos para todos y que por determinadas razones han estado
relegados a la mujer: la ternura, el cuidado… la categoría de género se
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hace imprescindible (para) reconstruir nuevas formas de ser femeninos y
masculinos, más flexibles y menos violentas” (Comins, 2004). En los años
80 y 90 emerge un enfoque de paz que valora altamente la relación de los
humanos con el sistema bioambiental, concibiendo a la especie humana
como una unidad dentro de una unidad mayor que es la naturaleza, la cual
debe ser respetada y cuidada. Esta visión se ha reflejado, posteriormente,
en la Carta de la Tierra, documento elaborado por líderes y científicos del
mundo en un diálogo intercultural. Paz Feminista: Macro y Micro Niveles
de la Paz Holística Paz-Gaia: Paz con el Ambiente Violencia Directa
Violencia Estructural Paz Estructural Paz Cultural Paz Directa
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que no vendrían a ser sino dos aspectos de un mismo fenómeno. “La paz
empieza dentro de cada uno de nosotros. Cuando tenemos paz interior,
podemos estar en paz con los de alrededor. Cuando nuestra comunidad
está en un estado de paz, puede compartir esa paz con las comunidades
vecinas, y así en estructuras cada vez más amplias. Cuando sentimos
amor y ternura hacia otros, no sólo hace que otros se sientan queridos y
cuidados, sino que también nos ayuda a desarrollar paz interior y
felicidad…” (Dalai Lama, al recibir el premio Nóbel). Esta visión, cuya
riqueza no podemos referir en estas pocas líneas constituye una
importante contribución para involucrar en la construcción de la paz a
todas las personas, no sólo a los líderes y autoridades, y para prestar
mayor atención a los aspectos espirituales involucrados en dicha tarea.
El Concepto Moderno de Paz Las diferentes ideas que han ido surgiendo
a lo largo de la historia respecto a lo que es la paz, antes que sustituir una
a la otra, se han sumado y complementado hasta formar lo que hoy, por
lo general, se entiende por paz. En ese sentido, podemos afirmar que una
definición completa debe incluir lo siguiente:
- La paz significa ausencia de toda forma de violencia, incluyendo la
violencia directa, estructural y cultural. No sólo se refiere a la guerra.
- La paz, exige simultáneamente a la ausencia de violencias, la presencia
de condiciones y aspectos deseadas (paz positiva) como la cooperación,
la igualdad, la justicia y la solidaridad y, ciertamente, el cumplimiento de
los derechos humanos.
- La paz involucra, en especial, una transformación igualitaria de las
relaciones entre varones y mujeres, así como la erradicación de cualquier
tipo de discriminación.
- La paz es también una forma de relación fructífera y respetuosa de los
seres humanos con la naturaleza y el ambiente.
- La paz tanto una dimensión externa (social) como interna (mental y
espiritual) y representa una íntima relación entre ambas dimensiones. Paz
Interna y Externa Para el hombre andino el mundo es una totalidad viva,
integrada y sagrada. No se comprende a las partes separadas del todo,
cualquier evento se entiende inmerso dentro de los demás y donde cada
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parte refleja el todo. Esa totalidad natural es la Pacha que comprende
todas las cosas vivas, incluyendo los cerros, las estrellas y los muertos.
Cuando el mundo está tranquilo, cuando nadie trasgrede esa tranquilidad
de la Pacha, es tiempo de paz. En la concepción andina existe una suerte
de solidaridad entre hombres, animales y naturaleza. Por eso la
introducción de un desorden social no es percibida solamente como un
peligro para el orden social sino para la naturaleza misma: puede traer
enfermedades o sufrimientos no tolerables (granizadas, heladas,
terremotos).
De ese modo la violencia introducida en la sociedad tiene que ser
expulsada mediante un combate que punta a la destrucción de quienes
se han puesto fuera de la sociedad. Si el primer tipo de violencia es
percibida como ilegitima y peligrosa, el segundo no solo es legítimo sino
necesario. (Ansion, 1985). Existen formas de ritualizar el desorden, las
discusiones o diferencias que se presentan en las comunidades y
restablecer la tranquilidad. Es el caso del Tinkuy, donde grupos opuestos
se enfrentan hasta pagar con sangre a la ofensa a la Pacha y restablecer
así la unidad y equilibrio. Qasi kausay (Vivir tranquilo):
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indígenas, se introduce en el pensamiento occidental acerca de la paz.
Aunque tradicionalmente en Occidente se ha dado poca importancia a los
aspectos subjetivos, en las últimas décadas se ha incrementado la
atención respecto a la interrelación entre el mundo interior de las personas
y los fenómenos externos, sociales, políticos, económicos y ecológicos,
así como sobre la importancia de la autorrealización y la trascendencia de
los seres humanos. En ese marco se ha puesto de manifiesto la relación
entre la vida interna de las personas (mente y espíritu) y la paz externa,
que no vendrían a ser sino dos aspectos de un mismo fenómeno. “La paz
empieza dentro de cada uno de nosotros. Cuando tenemos paz interior,
podemos estar en paz con los de alrededor. Cuando nuestra comunidad
está en un estado de paz, puede compartir esa paz con las comunidades
vecinas, y así en estructuras cada vez más amplias. Cuando sentimos
amor y ternura hacia otros, no sólo hace que otros se sientan queridos y
cuidados, sino que también nos ayuda a desarrollar paz interior y
felicidad…” (Dalai Lama, al recibir el premio Nóbel). Esta visión, cuya
riqueza no podemos referir en estas pocas líneas constituye una
importante contribución para involucrar en la construcción de la paz a
todas las personas, no sólo a los líderes y autoridades, y para prestar
mayor atención a los aspectos espirituales involucrados en dicha tarea. El
Concepto Moderno de Paz Las diferentes ideas que han ido surgiendo a
lo largo de la historia respecto a lo que es la paz, antes que sustituir una
a la otra, se han sumado y complementado hasta formar lo que hoy, por
lo general, se entiende por paz. En ese sentido, podemos afirmar que una
definición completa debe incluir lo siguiente:
- La paz significa ausencia de toda forma de violencia, incluyendo la
violencia directa, estructural y cultural. No sólo se refiere a la guerra.
- La paz, exige simultáneamente a la ausencia de violencias, la presencia
de condiciones y aspectos deseadas (paz positiva) como la cooperación,
la igualdad, la justicia y la solidaridad y, ciertamente, el cumplimiento de
los derechos humanos.
- La paz involucra, en especial, una transformación igualitaria de las
relaciones entre varones y mujeres, así como la erradicación de cualquier
tipo de discriminación.
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- La paz es también una forma de relación fructífera y respetuosa de los
seres humanos con la naturaleza y el ambiente.
- La paz tanto una dimensión externa (social) como interna (mental y
espiritual) y representa una íntima relación entre ambas dimensiones. Paz
Interna y Externa Para el hombre andino el mundo es una totalidad viva,
integrada y sagrada. No se comprende a las partes separadas del todo,
cualquier evento se entiende inmerso dentro de los demás y donde cada
parte refleja el todo. Esa totalidad natural es la Pacha que comprende
todas las cosas vivas, incluyendo los cerros, las estrellas y los muertos.
Cuando el mundo está tranquilo, cuando nadie trasgrede esa tranquilidad
de la Pacha, es tiempo de paz. En la concepción andina existe una suerte
de solidaridad entre hombres, animales y naturaleza. Por eso la
introducción de un desorden social no es percibida solamente como un
peligro para el orden social sino para la naturaleza misma: puede traer
enfermedades o sufrimientos no tolerables (granizadas, heladas,
terremotos). De ese modo la violencia introducida en la sociedad tiene que
ser expulsada mediante un combate que punta a la destrucción de
quienes se han puesto fuera de la sociedad. Si el primer tipo de violencia
es percibida como ilegitima y peligrosa, el segundo no solo es legítimo
sino necesario. (Ansion, 1985). Existen formas de ritualizar el desorden,
las discusiones o diferencias que se presentan en las comunidades y
restablecer la tranquilidad. Es el caso del Tinkuy, donde grupos opuestos
se enfrentan hasta pagar con sangre a la ofensa a la Pacha y restablecer
así la unidad y equilibrio. Qasi kausay (Vivir tranquilo): La Paz de los
Runas
- La paz, a la vez que representa un objetivo, es también un proceso en
el cual crecientemente estamos involucrados todos y todas, no sólo los
lideres y gobiernos.
- La paz es un proyecto posible, al punto que las naciones del mundo se
han unido tras ese propósito, aunque no siempre de manera consecuente,
Como hemos dicho, la idea de paz que estamos presentando,
corresponde básicamente al punto de vista de la cultura occidental, punto
de vista que sin duda debe ser enriquecido con los conceptos de otras
culturas, en un necesario diálogo intercultural para un tema como la paz
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que involucra a todos los seres humanos. Los seres humanos siempre le
estamos pidiendo más a la idea de paz, abarcando cada vez más nuevos
y más transcendentes conceptos. Por ello, no tenemos por qué pensar
que la idea de paz no siga ampliándose en el futuro. Paz en Positivo Como
mencionamos en el recorrido histórico de las ideas sobre la paz, uno de
sus significados más duraderos ha sido simplemente la ausencia de
guerra del cual, con el tiempo, se fue alejando para representar lo opuesto
a todo tipo de violencia y no sólo a la guerra, adoptando luego un sentido
más afirmativo con la paz positiva de Galtung. Este sentido afirmativo lleva
a la paz y su construcción más allá del rechazo a la violencia y la sitúa
primordialmente en la adhesión y promoción del amor, la confianza, la
solidaridad, la cooperación y la justicia. Galtung (2003) emplea una
valiosa metáfora para explicar ese sentido afirmativo, comparando a la
paz con la salud y a la violencia con la enfermedad. Ciertamente, cuando
se tiene salud, no hay enfermedad, pero la salud es mucho más que
simplemente no estar enfermo. Significa estar en condiciones para un
buen funcionamiento y contar con las defensas necesarias para evitar la
enfermedad o superarla sin sufrir un daño permanente. Bajo esta metáfora
la paz debe permitir un funcionamiento saludable de la sociedad basada
en los elementos que nutren la vida en ella, como son el amor, la
confianza, la solidaridad, la cooperación y la justicia. Bajo la paz, la
violencia directa, estructural y cultural no tienen cabida (o son reducidas)
y los inevitables conflictos que se presentan en la vida social puedan ser
superados sin violencia. La paz como la salud, entonces, no se logran sólo
reprimiendo o evitando la enfermedad/violencia, sino sobre todo
fortaleciendo nuestra capacidad para una buena convivencia social. Ello
requiere fortalecer las relaciones entre las personas a través del afecto, la
empatía y la preocupación por el bienestar y la dignidad de las otras
personas, como también crear las estructuras sociales fundadas en el
desarrollo humano, equitativo y sostenible, en el respeto a los derechos
humanos y en la democracia. En relación a la violencia, la metáfora de
paz como salud nos llama a actuar no sólo sobre las consecuencias de la
violencia o sobre el riesgo de que se produzca, sino especialmente sobre
los aspectos que desde el interior de los individuos los protegen de ejercer
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o sufrir la violencia. Por ejemplo, es importante sancionar a los autores de
la violencia contra la mujer y atender a las víctimas, así como neutralizar
los factores de riesgo, pero también es importante fortalecer relaciones
armoniosas entre las parejas y en las familias. La Paz Imperfecta A
diferencia de lo que ocurría antes, la paz es crecientemente vista como un
proceso presente y no como un estado futuro e ideal. En ese sentido
podemos decir que la paz existe en el presente El Derecho Humano a la
Paz La Declaración Universal de los Derechos Humanos y los pactos de
derechos humanos no incluyeron a la paz como derecho, aún cuando en
el Preámbulo de la Declaración se considera que “la libertad, la justicia y
la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad
intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros
de la familia humana”. En 1984, las Naciones Unidas, respondiendo al
contexto de amenaza de las armas nucleares en esos años, aprobó la
Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz, señalando que: “La
Asamblea General
1. Proclama solemnemente que los pueblos de nuestro planeta tienen
derecho sagrado a la paz
2. Declara solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la Paz
y fomentar su realización es una obligación fundamental de todo Estado”
(Naciones Unidas, 1984). Sin embargo, no ha sido posible hasta la
actualidad establecer un tratado internacional que otorgue valor jurídico
vinculante a esta declaración del derecho humano a la paz, es decir que
haga obligatorio su cumplimiento como si ocurre con los otros derechos
humanos reconocidos que cuentan con pactos o tratados. Ello no hace
menos cierto lo que dice Bobbio: “La paz es la condición sine qua non
para proteger eficazmente los derechos humanos y la protección de los
derechos humanos favorece la paz” (1992), a la vez que representa un
objetivo, es también un proceso en el cual crecientemente estamos
involucrados todos y todas, no sólo los líderes y gobiernos.
- La paz es un proyecto posible, al punto que las naciones del mundo se
han unido tras ese propósito, aunque no siempre de manera consecuente,
Como hemos dicho, la idea de paz que estamos presentando,
corresponde básicamente al punto de vista de la cultura occidental, punto
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de vista que sin duda debe ser enriquecido con los conceptos de otras
culturas, en un necesario diálogo intercultural para un tema como la paz
que involucra a todos los seres humanos. Los seres humanos siempre le
estamos pidiendo más a la idea de paz, abarcando cada vez más nuevos
y más transcendentes conceptos. Por ello, no tenemos por qué pensar
que la idea de paz no siga ampliándose en el futuro. Paz en Positivo Como
mencionamos en el recorrido histórico de las ideas sobre la paz, uno de
sus significados más duraderos ha sido simplemente la ausencia de
guerra del cual, con el tiempo, se fue alejando para representar lo opuesto
a todo tipo de violencia y no sólo a la guerra, adoptando luego un sentido
más afirmativo con la paz positiva de Galtung. Este sentido afirmativo lleva
a la paz y su construcción más allá del rechazo a la violencia y la sitúa
primordialmente en la adhesión y promoción del amor, la confianza, la
solidaridad, la cooperación y la justicia. Galtung (2003) emplea una
valiosa metáfora para explicar ese sentido afirmativo, comparando a la
paz con la salud y a la violencia con la enfermedad. Ciertamente, cuando
se tiene salud, no hay enfermedad, pero la salud es mucho más que
simplemente no estar enfermo. Significa estar en condiciones para un
buen funcionamiento y contar con las defensas necesarias para evitar la
enfermedad o superarla sin sufrir un daño permanente. Bajo esta metáfora
la paz debe permitir un funcionamiento saludable de la sociedad basada
en los elementos que nutren la vida en ella, como son el amor, la
confianza, la solidaridad, la cooperación y la justicia. Bajo la paz, la
violencia directa, estructural y cultural no tienen cabida (o son reducidas)
y los inevitables conflictos que se presentan en la vida social puedan ser
superados sin violencia. La paz como la salud, entonces, no se logran sólo
reprimiendo o evitando la enfermedad/violencia, sino sobre todo
fortaleciendo nuestra capacidad para una buena convivencia social. Ello
requiere fortalecer las relaciones entre las personas a través del afecto, la
empatía y la preocupación por el bienestar y la dignidad de las otras
personas, como también crear las estructuras sociales fundadas en el
desarrollo humano, equitativo y sostenible, en el respeto a los derechos
humanos y en la democracia. En relación a la violencia, la metáfora de
paz como salud nos llama a actuar no sólo sobre las consecuencias de la
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violencia o sobre el riesgo de que se produzca, sino especialmente sobre
los aspectos que desde el interior de los individuos los protegen de ejercer
o sufrir la violencia. Por ejemplo, es importante sancionar a los autores de
la violencia contra la mujer y atender a las víctimas, así como neutralizar
los factores de riesgo, pero también es importante fortalecer relaciones
armoniosas entre las parejas y en las familias. La Paz Imperfecta A
diferencia de lo que ocurría antes, la paz es crecientemente vista como un
proceso presente y no como un estado futuro e ideal. En ese sentido
podemos decir que la paz existe en el presente El Derecho Humano a la
Paz La Declaración Universal de los Derechos Humanos y los pactos de
derechos humanos no incluyeron a la paz como derecho, aún cuando en
el Preámbulo de la Declaración se considera que “la libertad, la justicia y
la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad
intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros
de la familia humana”. En 1984, las Naciones Unidas, respondiendo al
contexto de amenaza de las armas nucleares en esos años, aprobó la
Declaración sobre el Derecho de los Pueblos a la Paz, señalando que: “La
Asamblea General
1. Proclama solemnemente que los pueblos de nuestro planeta tienen
derecho sagrado a la paz;
2. Declara solemnemente que proteger el derecho de los pueblos a la Paz
y fomentar su realización es una obligación fundamental de todo Estado”
(Naciones Unidas, 1984). Sin embargo, no ha sido posible hasta la
actualidad establecer un tratado internacional que otorgue valor jurídico
vinculante a esta declaración del derecho humano a la paz, es decir que
haga obligatorio su cumplimiento como si ocurre con los otros derechos
humanos reconocidos que cuentan con pactos o tratados. Ello no hace
menos cierto lo que dice Bobbio: “La paz es la condición sine qua non
para proteger eficazmente los derechos humanos y la protección de los
derechos humanos favorece la paz” (1992) de una manera imperfecta. No
es la “paz perpetua” de los filósofos, sino una construcción en progreso,
una vivencia humana diferenciada de la guerra y la violencia que se
produce incluso en medio de ellas como “un signo de bienestar, felicidad
y armonía que nos une a los demás, también a la naturaleza y al universo
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en su conjunto” (Muñoz, 2004). La historia se ha escrito generalmente
siguiendo el hilo de las guerras, pero no desde el hilo de cómo se vive y
se construye la paz, la cual ha quedado así invisibilizada. El enfoque de
la paz imperfecta nos recuerda que simultáneamente con la historia de las
guerras y la violencia hay también una historia de paz, pues los seres
humanos estamos tratando siempre de vivir en paz. “Si el concepto de paz
positiva marcó una ruptura con la noción tradicional estableciendo la
relación de paz no con la guerra sino con la violencia; la paz imperfecta
señala un avance por cuanto si bien reconoce la imperfección de la
condición humana, también percibe que nuestras relaciones están
caracterizadas por decisiones y acciones guiadas, la mayoría de las
veces, por la regulación pacífica o no violenta de los conflictos, lo que
permite que los seres humanos en nuestras continuas tentativas,
procesos y ensayos tengamos cotidianamente más momentos de paz que
de violencia o de guerra” (Tuvilla, 2004). Paz y Guerra a Principios del
Nuevo Siglo Como nos lo recuerdan algunos historiadores como
Hobsbawm, el siglo XX ha sido el más sangriento en la historia de la
humanidad. “La cifra total de muertos provocados directa e indirectamente
por las guerras se eleva a unos 187 millones de personas… Si tomamos
el año 1914 como punto de partida, el siglo XX ha sido un siglo de guerras
ininterrumpidas, a excepciones de algunos breves períodos sin conflictos
armados organizados en todo el planeta” (Hobsbawm, 2007). Sin
embargo, ha sido también el siglo en el cual las naciones del mundo han
empezado a buscar caminos para alcanzar la paz, especialmente desde
que en 1945 surgen las Naciones Unidas para “librar a los pueblos del
flagelo de la guerra”. Desde entonces diversos acuerdos internacionales
han evidenciado un mayor compromiso con la paz, incluso entendida ésta
en su versión más integral y completa. Así, se produjeron la histórica
Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), el
reconocimiento del Derecho a la Paz (1984), la Declaración y Programa
para una Cultura de Paz (1999) y los múltiples acuerdos internacionales
que, sobre los problemas de la paz, el desarrollo, la democracia, los
derechos humanos y el ambiente, se celebraron a lo largo de la década
de los noventa y culminaron con la Cumbre del Milenio (2000), de la cual
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emanaron los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en la cual las naciones
del mundo se comprometieron, una vez más, con “establecer una paz
justa y duradera en todo el mundo” y “el respeto de la igualdad de
derechos de todos, sin distinciones por motivo de raza, sexo, idioma o
religión, y la cooperación internacional para resolver los problemas
internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario”
(Naciones Unidas, 2000). ¿Un Nuevo Siglo de Guerras?
Lamentablemente, la convulsión de la primera década del nuevo siglo, con
los atentados del 11 de setiembre y las “guerras preventivas” e invasión
en Afganistan e Irak parecen alejar la promesa de construir un mundo más
pacífico en el siglo XXI.
Según el autor nos indica, “La familia es la primera iglesia del cristiano en
cuanto que descubre en la familia los primeros pasos de la fe mediante el
testimonio de los padres y los hermanos. La familia es la iglesia doméstica
en su doble vertiente de acogedora y misionera.
La familia es un lugar de encuentro de las cuatro relaciones básicas del
ser cristiano.”
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En la sociedad moderna, la familia tiene la responsabilidad ética de vivir
el ser sobre del tener, la solidaridad frente al individualismo, el compartir
frente a la mera acumulación de bienes, la participación frente a la
competitividad, la creatividad frente a la pasividad y la apatía, la
responsabilidad frente a la manipulación, la opción frente a la indecisión y
el capricho, el sentido de la alegría, de la fiesta y de la esperanza frente
al desencanto deprimente que hunde al ser humano.
De modo que “…se ha creado una total separación entre los conceptos
de familia y empresa, lo que ha llevado a ambos pilares de la sociedad a
ocupar posiciones de insalvable antagonismo”
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“Todo parte desde los adentros de tu formación, es decir, de la familia.
Aquí es el nicho donde aprenderemos a llevar a un negocio los valores y
virtudes que aprendimos en la familia, y es aquí donde aprenderemos ese
toque, familiar de confianza, a cualquier ambiente donde nos
enfrentaremos. Es esta la fase de donde nacen las empresas que se
destacan por ser un icono de aspiraciones para todo individuo, empresas
donde la rotación de su personal es baja .”
Por consiguiente nosotros opinamos que si todas las energías que integra
una organización se encuentran invertidas en luchas internas y no son
unificadas para el logro de objetivos comunes y metas a largo plazo
entonces disminuirá el desempeño laboral.
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3.2 IMPORTANCIA DE LA FAMILIA Y LA ETICA EN LA PAZ
“El importante papel que juega la familia en la formación de las personas
que en algún momento pudieran llegar a formar parte del negocio es la
moral y la calidad de valores con los que cuenta las persona…”
El autor Ríos Gómez nos indica, “La mayoría de valores, pilares de un ser
humano digno, tal como lo son la confianza, la humildad, la conciencia,
nacen y se forman en el nicho familiar, de las buenas bases con que se
formen estas cualidades dependerán el hecho de que el individuo sea
capaz de exportarlos a su exterior, a las personas que lo rodean y más
específicamente a la empresa donde se desenvuelven...”
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De tal suerte que alguien que vivió en la soberbia en el seno de la familiar,
no se le puede pedir que dirija una empresa con un toque de humildad, o
alguien que creció siempre entre la desconfianza no podrá crear un ámbito
confiable empresarial”
VIRTUDES BASICAS
Integridad
Respeto
Responsabilidad
Equidad
Aceptación ciudadanía
VIRTUDES IMPLICITAS
Sinceridad
Lealtad
Autodisciplina
Compasión
Obediencia a las leyes
Obligación de estar enterados
Deber de votar
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Con esto es evidente que una empresa formada por gente con estas
cualidades tendría sin duda un destacado diferencial competitivo y
además seria vito por los demás de manera positiva y dinámica.
b) Capacidad de Renuncia
El compromiso implica renunciar a todo aquello incompatible con el objeto
que uno se ha comprometido. La renuncia es la gran ausente de nuestra
civilización. Quien no es capaz de renunciar a nada es aquel que carece
de proyecto, quien absorbe todo sin discernimiento.
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CONCLUSIONES
I.La ética define a una gran parte de nuestra personalidad, es la que determina
sumamente compleja, ya que lo que puede ser "bueno o malo" para una persona,
pequeños captamos las normas de acuerdo a la manera en que nos las dictaron.
el único móvil de la vida de los negocios, nos enfrentamos con un mundo distinto
al nuestro. Consideramos que hacemos nuestro trabajo bien, que somos leales
con los demás y que en nuestro ambiente laboral "nunca" hemos sido objeto de
de fondos).
III. Son pocos los empresarios que se preocupan y se ocupan de crear negocios
que retribuyan al capital humano con elementos más allá del dinero, es decir;
empresarial.
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rentables. Los caminos a seguir no han de ser fáciles, puesto que no implica
la familia.
sólida es la que trata con el mismo cuidado de quien cuida su negocio. el sistema
de valores de las empresas familiares nos permitirá crear un buen clima laboral
entre los empleadores y los empleados por falta del carácter, confianza
,paciencia se torna agresivo el clima laboral para ello debemos tener en cuenta
que estos factores son muy importantes si queremos tener un buen clima laboral
sociedad con principios que sirvan de base para el buen desarrollo de la misma
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BIBLIOGRAFIA
http://etica.uahurtado.cl/wpcontent/uploads/2012/12/Tony_Mifsud-Etica-
y-Familia.pdf
http://www.mercaba.org/FICHAS/Familia/la_nueva_frontera_etica_de_la
_fa.htm
http://www.cabbconsultores.mx/wp-content/uploads/2014/08/ETICA-EN-
LOS-NEGOCIOS.pdf
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