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José Antonio de Areche Zornoza (Valmaseda, 1731 - Bilbao, 1789) fue un funcionario español.

Destinado como visitador al Virreinato del Perú durante el período de 1777 a 1787, donde tuvo que
sofocar la rebelión de José Gabriel Condorcanqui, conocido como Túpac Amaru II.
Areche nació en 1731 en la villa vizcaína de Valmaseda (España), hijo de Marcos Areche Puente y
Ángeles de Fuentes Santurce y Zornoza. Se licenció como bachiller en 1751. Desde 1752 fue miembro
de la junta de gobierno del Colegio de Santa Catalina de México, donde fue rector, y de la Academia de
Santa María de Regla en Alcalá de Henares. Se doctoró en derecho canónico en Alcalá en 1756,
opositando a esa cátedra en 1759 y siendo suplente en varias ocasiones
En este delicado contexto de reformas borbónicas estructurales surgen diversos motines. El más
importante de ellos, en el mes de noviembre de ese mismo año de 1780, fue la rebelión indígena
encabezada por el cacique de Tungasuca, José Gabriel Condorcanqui (Túpac Amaru). Peligrosa por la
fuerza que cobró, los intereses independentistas autóctonos y el momento de reformas, fue sofocada
con rigor extremo durante 1781. Esto acabó por suponer el descrédito de Areche dada la gravedad de
la misma y la extrema dureza necesaria para su extinción (teniendo en cuenta que hubo
desmembramientos, manos cortadas y garrote vil, atrocidades no vistas desde la época de los primeros
invasores). Fue finalmente sustituido como visitador por Jorge Escobedo en 1782. No obstante, lo que
le hizo caer en desgracia definitivamente a Areche no fue su rigor ante la revuelta indígena sino su
confrontación con Guirior y el ser encontrado culpable de denuncias de peculado contra él, por lo que
hubo de volver a España a rendir cuentas en 1781. Pero el asunto de Guirior, siendo muy grave en su
tiempo, ha quedado hoy en día en segundo lugar frente a su fama negra como represor del
movimiento autóctono.
Recuperó su cargo en el Consejo de Indias, aunque el 27 de mayo de 1789, tras la muerte de Gálvez,
recibió la jubilación forzosa como ministro con sólo un tercio de su sueldo y destierro de la Corte.
Atribulado por su destitución regresó a su tierra originaria, estableciéndose en la villa de Bilbao donde
falleció el 28 de octubre de 1789.2
Captura y muerte.
El 6 de Abril de 1781, Francisco de Santa Cruz, cusqueño, mestizo, capitán de los insurgentes y
compadre del Inca en complicidad con el cura don Antonio Martinez consumo la felonía de entregar a
José Gabriel. De allí es llevado a Cusco montado en una mula, encadenado, entro a la ciudad con
semblante sereno las campanas doblaban por su captura.
Luego es interrogado y sometido a vejamenes y torturas y lo unico que obtuvo el interrogador fueron
estas palabras: “Solamente tu yo somos culpables, tú por oprimir a mi pueblo y yo por tratar de
libertarlo de semejante tiranía. Ambos merecemos la muerte”.
José Antonio de Areche, visitador del reino condena a Tupac Amaru, a ser llevado a la plaza mayor,
donde primeramente debía presenciar la tortura y ejecución de su esposa Micaela, sus hijos Hipólito y
fernando Tupac Amaru, su tío Francisco, su cuñado Antonio y sus hijas y algunos de sus capitanes más
cercanos.
Luego se intento descuartizarlo vivo para ello pusieron en práctica una de las más macabras y
dolorosas de las muertes ataron sus extremidades superiores e inferiores a cuerdas y estas a su vez a
un caballo cada una con un jinete que halaba en direcciones opuestas, con lo cual se pretendia
desgarrar sus brazos y piernas, un testigo describio los hechos de la siguiente manera:

“Atáronle a las manos y pies cuatro lazos, y asidos estos a la cincha de cuatro caballos, tiraban cuatro
mestizos a cuatro distintas partes: espectáculo que jamás se había visto en esta ciudad. No sé si
porque los caballos no fuesen muy fuertes, o porque el indio en realidad fuese de hierro, no pudieron
absolutamente dividirlo después que por un largo rato lo estuvieron tironeando, de modo que lo
tenían en el aire, en un estado que parecía una araña.”
A pesar de ello no pudieron desmembrarle con todo y la fuerza de los cuatro corceles, entonces
optaron por decapitarlo, y posteriormente desmembrarlo. Su cabeza fue colocada en una lanza y
exhibida en Cuzco y Tinta, sus brazos en Tungasuca y Carabaya, y sus piernas en Livitaca y Santa Rosa.
La Compañía de Jesús se constituyó como uno de los pilares básicos de la Contrarreforma de la Iglesia
Católica. En el siglo XVIII, la llegada de los regímenes absolutistas ilustrados provocará un conflicto por
el total control político en el que los jesuitas tendrán las de perder. A continuación, en esta lección de
unPROFESOR.com vamos a estudiar uno de los episodios que marcó la historia del siglo XVIII:
el resumen de la expulsión de los jesuitas de España en 1767.
Qué fue la La Compañía de Jesús
La Compañía de Jesús, fundada por el español Ignacio de Loyola (1491-1556) en 1534, surgió como uno
de los instrumentos de la Contrarreforma para el combate de la Iglesia católica contra la reforma
protestante en toda Europa.
Los jesuitas destacarán como misioneros en medio mundo y como maestros en sus colegios europeos.
Además, como confesores reales recomendarán a los soberanos católicos que ignoren los derechos de
los protestantes que limitaban su poder.
Tres eran los votos normativos de la vida religiosa que profesaban los jesuitas: obediencia, pobreza y
castidad. A estos hay que unir un cuarto de obediencia absoluta al Papa. Este último voto será motivo,
a partir de la Ilustración, de que los estados comenzasen a desconfiar de la orden.
El despotismo ilustrado
El principal objetivo de la Compañía de Jesús, la defensa de la ortodoxia católica y la propagación de la
fe, entró en conflicto en el siglo XVIII con los procesos de secularización que el movimiento ilustrado
proponía.
El intento de conciliar el absolutismo monárquico con el espíritu reformador de la Ilustración dio lugar
al despotismo ilustrado, fundado en el poder absoluto de la monarquía y en las reformas racionales
para el progreso del pueblo. En España, el rey Carlos III será el paradigma y mayor representante de
esta corriente.
Las monarquías católicas más importantes se identificaron con el despotismo ilustrado, entrando en
conflicto con los jesuitas y dando lugar a su expulsión de Portugal en 1759, de Francia en 1762 y,
finalmente, de España en 1767.
Causas de la expulsión de España
La expulsión de los jesuitas de España en 1767 es una operación llevada a cabo en tiempos del reinado
de Carlos III, materializada con especial sigilo y una gran efectividad.
Son diversos los motivos a los que se acude para realizar una acción de este calibre, basándose la
tradicional justificación del acto en la responsabilidad de la Compañía de Jesús en los motines de la
primavera de 1766, en especial del denominado de Esquilache, que tuvo lugar en Madrid contra el
ministro de Hacienda de la Corona, el 23 de marzo del mismo año; aunque es cierto que las propias
autoridades reconocieron que las causas de los motines fueron fundamentalmente el odio a los
ministros extranjeros y los problemas por la subida de precios de alimentos de especial necesidad.
Pero entre las verdaderas razones de la expulsión hay que barajar varias, teniendo en cuenta el gran
poderío social y político que tenía la orden en España:
 Por una parte, los jesuitas eran considerados servidores del Vaticano, permaneciendo contra las prerrogativas
de los reyes y sus reformas y en conflicto con la monarquía absoluta, existiendo ya casos anteriores que
pesaron, como su expulsión de Portugal y Francia. En el caso español, hay que sumar un cierto aislamiento de
la iglesia oficial. Aunque la Compañía tenía apoyos entre nobles y sectores del pueblo, la orden de expulsión
fue aplaudida por el alto clero e incluso por otras órdenes, como agustinos y dominicos.
 En el orden social, también hay que sumar la acusación de tener una posición dominante en la educación de
las clases altas e incluso de defender una cierta moral relajada en sus universidades y colegios.
 En cuanto a las medidas tomadas por Carlos III, este abrió en abril de 1766 una Pesquisa Secreta para
averiguar las causas y los responsables de los alborotos y motines populares que se habían producido. El
encargado de dirigirla fue el Conde de Aranda, que creó un Consejo Extraordinario para dirigir todo el proceso,
resultando como consecuencia la expulsión de la Compañía de Jesús de España. Entre los fiscales desatacará la
labor de Pedro Rodríguez Campomanes, un antijesuita que fue uno de los principales ideólogos de la
operación.
La Casa de Moneda de Lima, denominada hoy en día Casa Nacional de Moneda es la ceca oficial
de Perú, encargada de ejecutar las acuñaciones oficiales del Estado Peruano, y cuyo origen se
remonta al año 1565.

Después que Francisco Pizarro fundase la ciudad de Lima el 18 de enero de 1535, existió el
problema de ejecutar transacciones comerciales de toda clase entre los conquistadores españoles
y la instauración de una economía basada en la circulación de moneda, habida cuenta del enorme
volumen de los tesoros de plata y oro conseguidos tras la caída del Imperio inca.

Para las transacciones comerciales y el pago de tributos se empleaban entonces simples barras de
plata y oro sin ensayar, en contravención de las normas españolas sobre acuñación monetaria,
siendo que este sistema empezó a causar perjuicios debido a la escasez de moneda española
acuñada. Por ello los funcionarios coloniales empezaron a solicitar el establecimiento de una ceca
en Lima, sede del Virreinato del Perúque en esos años abarcaba casi la totalidad de las posesiones
españolas en América del Sur. En 1551, Pedro de la Gasca dirigió un memorial al Rey de
España pidiendo constituir una ceca en Lima, pero no halló respuesta alguna; idéntico resultado
tuvo la petición del virrey Andrés Hurtado de Mendoza en 1556.

Debido a la gran producción y afluencia de plata de América hacia España, la corona comprendió
la importancia de acuñar monedas en las colonias para que éstas no dependan de las acuñaciones
de la metrópoli. En abril de 1561, el entonces virrey del Perú, Diego López de Zúñiga, conde de
Nieva, remitió una comunicación al rey Felipe II, solicitando autorización para establecer una casa
de moneda, indicando las razones que justificaban su pedido, la cual obtuvo respuesta favorable
cuando el 21 de agosto de 1565 Felipe II de España aprueba la creación de la Casa de Moneda de
Lima mediante Real Cédula emitida en Segovia.

Historia[editar]

Tras la aprobación del monarca, el gobernador Lope García de Castro se encargó desde 1566 de
poner en funcionamiento la ceca limeña, aunque con varias dificultades. Los trabajos de acuñación
se iniciaron recién en 1568, utilizándose por entonces un local en las Cajas Reales, ubicado en una
esquina de lo que hoy en día es el Palacio de Gobierno del Perú, frente a la actual estación de tren
de Desamparados. La creación de la "Casa de Moneda" de Lima buscaba ordenar la caótica y
variada emisión de moneda de diversos pesos y leyes, que amenazaban seriamente la estabilidad
política y económica del recién establecido virreinato.

Los problemas para continuar con la acuñación en Lima y la abundancia de plata en la ciudad
de Potosí (actual Bolivia) causaron que la ceca limeña fuese cerrada en 1572 y sustituida por
la Ceca de Potosí. La ceca limeña fue reabierta en 1581 por el virrey Francisco de Toledo, pero las
grandes dificultades para continuar la acuñación de monedas (falta de metales preciosos como
insumo y los costos del mantener el establecimiento) causaron que dejase de labrar moneda
desde 1592.

La escasez de suficiente circulante causó que la ceca de Lima fuera brevemente reabierta
en 1658 por el virrey Luis Enríquez de Guzmán, conde de Alva de Liste, pero sin tener la previa
autorización de la metrópoli, por lo cual fue cerrada en 1660. La existencia de una ceca en Lima se
hacía necesaria para dinamizar la economía del Virreinato del Perú, dañada tras descubrirse
en 1648 un escándalo de fraudes en la Real Casa de Moneda de Potosí al detectarse que casi toda
la producción de monedas de la ceca potosina tenía un contenido de plata mucho menor al
ordenado por las leyes españolas. El "escándalo de Potosí" causó destituciones y castigos a
diversos funcionarios coloniales, y estimuló el reclamo del virrey del Perú para contar con ceca
propia en Lima. Ante esta situación el rey Carlos II, mediante Real Cédula del 6 de enero de 1683,
autorizó que se reabriera la ceca de Lima empezando la acuñación poco después.

Inicialmente fue necesario realizar una serie de obras, como elevar el cauce del río Rímac para
utilizar las aguas del río Huatica como fuente de energía para el proceso de fabricación de
monedas. Hasta entonces, las monedas habían sido labradas y hechas a golpe de martillo y
yunque. Esas piezas, llamadas macuquinas, aparecen con un borde irregular y su forma no es
perfectamente circular. A causa del terremoto de 1746, el local de la ceca es destruido, pero se
reconstruye entre 1748 y 1760.

A partir de 1655, y gracias a la implementación de un molino y tres volantes, se acuñaron las


primeras monedas de oro de cordoncillo, cuyas denominaciones fueron de ocho, cuatro, dos y un
escudo. A estas monedas se les conoce como peluconas pues llevan en el anverso, el perfil del
monarca español Fernando VI, luciendo una larga peluca, como se estilaba entonces. Se acuñaron
también en esa época los llamados columnarios, que eran monedas de cordoncillo que en el
reverso incluían el diseño de dos hemisferios superpuestos en representación del Viejo y el Nuevo
Mundo, iban flanqueados por dos Columnas de Hércules.

Al declararse la Independencia del Perú en 1821, el virrey José de La Serna huyó de Lima
llevándose parte de la maquinaria de la Casa de Moneda. El Libertador José de San
Martín incorpora la ceca al gobierno independiente nombrando como primer Director General al
italiano don José de Boqui y Giboli, un agente y espía al servicio de la causa patriota. Las guerras
de independencia causan serios daños a la Casa de Moneda en dos ocasiones cuando en 1823 y
1824 las tropas realistas llegadas de los Andes retoman Lima y despojan a la ceca de sus
herramientas transportables. Recién en 1825 la ceca limeña pudo reanudar sus actividades
normales de acuñación.

En 1830 se expide el primer Reglamento de la Casa Nacional de Moneda modificando el nombre


de la antigua Casa de moneda de la época colonial, estableciéndose que su alta dirección
correspondiera al Ministerio de Hacienda. En 1857 la administración del presidente Ramón
Castilla moderniza la ceca (que aún operaba con muchas herramientas heredadas de la época
virreinal) al punto que la Casa Nacional de Moneda quedaba en condiciones de acuñar mil
monedas de plata por día, posteriormente en 1870 el presidente José Balta importó más
maquinaria nueva procedente de Gran Bretaña. En 1922, al crearse el Banco de Reserva, parte de
las monedas emitidas por éste son producidas en la Casa Nacional de Moneda.

Por Decreto Supremo del 22 de septiembre de 1942, el Banco Central de Reserva del Perú queda
autorizado para invertir en la adquisición de maquinaria para la Casa Nacional de Moneda y el 5 de
junio de 1943 se le encarga al Banco Central de Reserva la administración de la propia Casa. Poco
después, el 31 de diciembre de 1943, la "Casa Nacional de Moneda" pasa a funcionar oficialmente
bajo supervisión del Banco Central de Reserva, entregándole sus bienes el Ministerio de Hacienda.
Ejemplos de prejuicios
1. Prejuicios de origen. Consisten en privilegiar un grupo humano por encima de otros, o en
rechazar alguno a priori, simplemente por compartir su lugar de origen o nacionalidad, o
por desestimar la nacionalidad de dicha persona. Por ejemplo, en América Latina algunas
nacionalidades son desfavorecidas, como la colombiana, asociada al tráfico de drogas y el
sicariato.
2. Prejuicios raciales. Basan su apreciación de las colectividades o los individuos en sus
rasgos fenotípicos o su color de piel, atribuyéndoles determinadas características
mentales, físicas o culturales. Por ejemplo, a menudo se afirma que los afrodescendientes
son buenos para actividades físicas pero no para las mentales, o que los hombres negros
tienen penes grandes. (Ver: ejemplos de racismo.)
A continuación se presentarán algunos estereotipos a modo de ejemplo:
1. De nacionalidad: es muy común escuchar que los argentinos son personas soberbias o
pedantes.
2. De género: que a las mujeres les gusta el color rosa y a los hombres, el azul. Es por esto
muy común que a los bebés recién nacidos se les regale ropa con colores de acuerdo a su
género. De todas formas, en los últimos años esta concepción se ha venido revirtiendo e
incluso algunos, para salirse de este estereotipo, optan por obsequiar ropa amarilla o
verde.
3. De religión: otro estereotipo muy común que se da es el de decir que todos los judíos son
comerciantes y avaros. De hecho, en algunos diccionarios la palabra judío figura como
sinónimo de “avaro”.
4. De género: que las mujeres son amas de casa y que deben hacerse cargo del cuidado de
los niños y de los quehaceres del hogar, mientras que es el hombre el que debe salir a
trabajar y proveer a la familia. Actualmente, este estereotipo se está logrando revertir de
forma significativa. De hecho, en muchas carreras universitarias que antes eran asociadas
con el hombre, hoy el porcentaje de mujeres es superior. De todas formas, se habla de
cierta discriminación hacia las mujeres en el ámbito laboral, porque sigue sucediendo que
ganan menos que el hombre por ocupar el mismo puesto de trabajo
Ejemplos de Discriminación Escolar
La siguiente lista incluye algunos ejemplos de episodios considerados discriminación escolar:
1. Burlas a los alumnos que tienen características físicas relevantes.
2. Desprecio a los niños que tienen alguna clase de discapacidad.
3. Abusos de los niños mayores a los menores.
4. Burlas a los niños tímidos.
5. Rechazo a los alumnos que tienen una situación socioeconómica baja.
6. Burlas a los niños con ciertos rasgos culturales. (Estos dos últimos, en el caso de los niños
pequeños, evidencian un fuerte grado de discriminación en el seno del hogar)
7. Burlas a los que no son capaces de manejar algunos códigos propios de la juventud en ese
momento.

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