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PRIMER ACTO

Un grupo de cinco chicos entran en escena. Están ingresando a lo que se ve como el interior de una casa abandonada y vieja.

Marta: Uy, este sitio me da escalofríos. No debimos venir.

Diego: No seas cobarde, ya te dije que aquí no pasa nada.

Saúl: Además es un lugar estupendo para beber cervezas, ¿qué no?

Nicolás: mí tampoco me gusta.

Lucía: Son unos miedosos.

Los chicos se sientan en círculo en el centro del escenario y sacan unas latas de cerveza.

Saúl: Pues la verdad… algo de razón si tienen. Lo cierto es que esta cabaña fue abandonada por lo que pasó hace cinco años.

Nicolás: ¿Qué pasó hace cinco años?

Saúl: Un psicópata mató a dos muchachas. Las descuartizó con un martillo y nunca nadie lo pudo atrapar.

Lucía: Ay sí, como no, ¡lo estás inventando!

Saúl: No lo inventó. De hecho por eso este lugar es conocido como la casa del asesino.

Diego: Pues lo que sea de cada quien, yo vine a tomar, ¡así que vamos a empezar!

Todos abren sus cervezas y empiezan a beber y reír.

SEGUNDO ACTO

En la cabaña, los chicos han puesto música y se encuentran bebiendo y bailando. Pero Marta se ve nerviosa.

Marta: Oigan, vámonos, ya se hizo muy tarde.

Diego: Ay Martita, no seas aguafiestas.

Marta: Es que de verdad, tengo un mal presentimiento.

Saúl: Ya vas a empezar con tus cosas.

De pronto, la luz de la única bombilla que hay en el lugar parpadea y se apaga.

Lucía: ¡No! Se fundió el foco, que mala onda.

La música se apaga.

Nicolás: ¿Quién quito la música?

Saúl: Yo no fui… algo raro está pasando aquí.

Una sombra aparece en una de las ventanas y las muchachas gritan. Es un hombre que trae un costal en la cabeza y un martillo en la
mano.

Diego (asustado): No puede ser.


El hombre desaparece de la ventana y toca la puerta. Los chicos gritan.

Saúl: ¡Rápido! ¡Hay que bloquear la puerta!

Los muchachos mueven un mueble hasta la puerta, hasta que el picaporte deja de sacudirse.

Lucía: ¿Se ha ido?

Diego: Parece que sí.

La luz se vuelve a encender de repente y ahora, el hombre del martillo está en la misma habitación que ellos, mirándolos desde una
esquina. Los chicos gritan de terror y las luces vuelven a apagarse.

TERCER ACTO

En la misma cabaña, se puede ver a los chicos tendidos en el suelo, con los rostros ensangrentados e inmóviles. De pronto, Marta se
mueve, gime adolorida e intenta ir hacia la puerta.

Marta (con voz débil): Ayuda… ayuda… por favor…

Trata de alcanzar la puerta cuando esta se abre lentamente. Por un instante hay un silencio profundo pero entonces, se escucha una risa
macabra del otro lado. El hombre del martillo vuelve a entrar y se quita el saco de la cabeza lentamente, revelando un rostro lleno de
cicatrices.

Marta grita llena de terror y el escenario se queda a oscuras de nuevo.

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