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A
Bernardo Kliksberg.
ENTREVISTA A BERNARDO KLIKSBERG.
Por Jorge Rebella
-Su obra más reciente se titula "Cómo mejorar la seguridad ciudadana en América Latina". ¿Hay posibilidades de
abatir los índices de criminalidad?
-Las tasas de delitos en la región han aumentado durante las últimas décadas, pero tenemos que diferenciar dos
tipos de delincuencia. El primero proviene del crimen organizado al que hay que aplicarle todo el peso de la ley para
desarticular totalmente a las bandas de narcotraficantes, de secuestro de personas, de robo de automóviles, etc.
El otro tipo es la "delictualidad joven", que está compuesta por adolescentes que comienzan cometiendo delitos
menores y pueden terminar siendo reclutados por las bandas de criminales organizados. En este caso, al indagar
sobre sus causas, se encuentran tres razones centrales. La primera es que existe una correlación estadística
absolutamente robusta entre más educación y menos delitos cometidos por jóvenes. Un alto porcentaje de los
delincuentes jóvenes tiene niveles muy bajos de escolaridad. La segunda razón es que esos jóvenes no tienen
probabilidades de ingresar al mercado laboral. En tercer término, muchos provienen de familias desarticuladas y, por
tanto, hay que proteger y fortalecer los núcleos familiares, que son la institución más fuerte para prevenir el delito
porque entregan valores éticos y los tutorean. Más educación, más trabajo y más familia, son vías esenciales para
mejorar la seguridad ciudadana.
-Más allá de ese diagnóstico, ¿qué medidas recomienda para que la gente no viva expuesta a actos de violencia en
las calles y delitos a la propiedad?
-Si bien las soluciones están a la vista, las sociedades latinoamericanas están bastante desorientadas en este tema.
A veces los ciudadanos creen en la magia de las medidas represivas, pero no conozco ningún país en que este
problema se haya solucionado de ese modo. Mientras los países nórdicos tienen las tasas de criminalidad más bajas
del mundo: un homicidio por año cada 100.000 habitantes, América Latina registra veinticinco homicidios bajo los
mismos parámetros. Los escandinavos tienen la menor proporción de policías, pero todos los jóvenes tienen la
posibilidad de incluirse en la sociedad y, por tanto, el delito no aparece como una opción provechosa. En cambio, el
20% de los jóvenes latinoamericanos está fuera del sistema educativo y del mercado de trabajo. Para bajar la tasa
de delitos, tenemos que incluir a esa población y la educación es una de las claves.
Para crecer se precisa una población sana y educada.
-Las economías sudamericanas crecieron significativamente en los últimos años, salvo en 2009 cuando, en su
mayoría, se estancaron o retrocedieron a raíz de la crisis global. ¿Se han reducido los niveles de pobreza de estos
países en forma proporcional al crecimiento económico experimentado durante buena parte de esta década?
-Sabemos por experiencia que los indicadores sociales retroceden con facilidad en momentos de crisis, pero
lamentablemente son los más lentos en recomponerse. Por eso es necesario que nuestros países, que tienen una
posición privilegiada en la economía global por la valorización de los precios de los commodities, sigan aplicando y
amplíen aún más las vigorosas políticas sociales que implementaron y que han dado muy buenos resultados.
-¿Qué aportes deben hacer los gobiernos a las áreas sociales para el desarrollo humano?
-La inversión social -y no "el gasto social" como suele denominársele- en salud y educación es la más rentable en el
mundo. Cada dólar que se destina al área de la salud tiene un 600% de retorno en la sociedad. Un estudio
encargado por la Organización Mundial de la Salud determinó que los países más exitosos económicamente en los
últimos cincuenta años, primero, invirtieron en salud y educación y, luego, se produjo el despegue de sus
economías. Es otras palabras, no esperaron a tener grandes recursos financieros para invertir en esas dos áreas
como si fueran un subproducto del crecimiento. En realidad, el disparador estuvo basado en "empoderar" a su
población, o sea tener gente saludable y calificada. Eso sucedió en los países escandinavos, Canadá, Israel, Japón,
los estados del sudeste asiático, etc., que apostaron fuertemente a las capacidades de sus habitantes, quienes, a su
vez, fueron los motores del crecimiento.
Fuente: Diario El País de Uruguay