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jurisconsulto cuyo estudio de las fuentes bíblicas y talmúdicas de la antigua ley judía
(en hebreo y en arameo) ayudó a remodelar el sistema legal británico y a establecer el
privilegio del individuo contra la autoincriminación.
Nuestra noción de la historia antigua ha sido conformada por el enorme rol que
desempeñaron Grecia, Roma y el cristianismo con su actitud no objetiva hacia sus
orígenes judíos en la formación y desarrollo de lo que se conoce como civilización
occidental. Este término es de hecho incorrecto, ya que parte de sus bases
fundamentales el monoteísmo, la ética judeo-cristiana, el alfabeto se originaron en el
Medio Oriente, corazón del mundo antiguo que se extendía desde el Mar Egeo y el
Delta del Nilo a través del Levante, Fenicia e Israel, hasta la Mesopotamia (incluidos los
reinos e imperios de Acadia, Asiria, los hititas y Babilonia).
Este hecho fue ignorado durante mucho tiempo porque pocos investigadores eran
expertos a la vez en las lenguas griega y hebrea. Un examen de las grandes obras de las
civilizaciones hebraica y helénica arroja luz sobre costumbres similares, características
comunes en el sistema monárquico, la estrategia militar y la tecnología, los sacrificios,
la música y la actitud ante los problemas focales del destino humano el mal y el
sufrimiento, tal como los describen el Libro de Job y las grandes tragedias griegas.
Estos elementos centrales de la civilización "occidental" se originaron en el Cercano
Oriente, en las antiguas Israel y Grecia (la cual entonces incluía Creta, Chipre y gran
parte de Asia Menor).
leyes. Otros dos rivales, en cambio, fueron aplastados en una serie de violentas guerras:
Israel y Cartago. Estos últimos compartían gran parte de la tradición semítica en su
lenguaje, y no aceptaron las pretensiones por las cuales Roma se creía una civilización
superior. Los fenicios de Tiro y Sidón habían sido aliados del antiguo reino israelita, y
ayudaron al rey Salomón en la construcción del Primer Templo. Emigrantes de esas dos
ciudades fenicias fundaron Cartago y preservaron su lenguaje (originalmente llamado
fenicio y más tarde púnico), el cual era muy similar al hebreo. El conocido autor israelí
Amós Kenán dio expresión a este nexo entre la antigua Israel y Cartago, los más
acerbos enemigos de Roma, en un artículo titulado "Envidiad a Tiro", en el que escribió:
"Siempre me sentí atraído por ese maravilloso fenómeno que constituyen Tiro y Sidón;
y como quien nació en las arenas de Tel Aviv, en la llanura costera, me sentí muy
cercano de todo lo que fue, es y será en la costa oriental del Mediterráneo, a la que
pertenezco y que es parte de mí. El idioma hebreo, mi idioma de hoy, era hace 4.000 y
3.000 y 2.500 años el hablado en Jerusalén y Tiro, en Shjem y Sidón, en Iafo y en
Ugarit... y en Cartago. Tiro-Sidón y Jerusalén eran dos ejes de una misma cultura... la
espiritual de Jerusalén y la material de Cartago. En los días en que los profetas de Israel
trataban de crear un código universal de moralidad, los navegantes de Tiro establecían
sus colonias... Por qué no habremos de sentir orgullo en nuestra proximidad a ese
antiguo contemporáneo nuestro que grabó su impronta en la zona, dio al mundo la
escritura, y envió a sus elefantes a través de los Alpes, conducidos por Aníbal, para por
un momento poner a la poderosa Roma bajo amenaza de destrucción?".
Ninguna persona educada puede leer un periódico u oír una exposición sobre artes,
ciencias, derecho, psicología, física, matemáticas, temas militares o cualquier otro
campo profesional, sin toparse con un rico caudal de frases y expresiones de origen
extranjero que se han convertido en parte de todos los idiomas modernos. Expresiones
como status quo (Lt: estado de las cosas), casus belli (Lt: motivo de guerra), laissez-
faire (Fr: dejad hacer), déjà-vu (Fr: Fr: ya visto), savoir-faire (Fr: Saber hacer), haute
cuisine (Fr: Alta cocina), allegro (It. Rapido) , pogrom (Rs. Devastar), de facto (Lt. de
hecho), de jure (Lt. De derecho), sine qua non (Lt, condición sin la cual no..), prima
facie (lt primera vista), modus vivendi (lt, modo de vida), leitmotif (Al, melodia),
blitzkrieg (Al, guerra relampago) , lebensraum (Al, espacio vital), etc. (inclusive, sí, la
palabra et cetera del latín y lo demás), son parte de nuestro lenguaje cotidiano.
La contribución del hebreo a otros idiomas es menos obvia y muchas veces pasada por
alto, precisamente porque se ha vuelto tan común. Cecil Roth, destacado historiador
judío de nuestros tiempos, dijo lo siguiente: "Generación tras generación de ingleses
oyeron la lectura de la Biblia en la iglesia y la estudiaron en su casa. En muchos casos,
era su único libro; en todo, el libro más importante. Sus cadencias, su música, su
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Aunque el hebreo dejó de ser lengua hablada también en el propio territorio de Judea
entre los siglos II AC y II DC, continuó siendo el idioma de los comentarios religiosos
judaicos, e influyó como tal en las lenguas judías híbridas surgidas en la Diáspora,
como el yídish, el ladino o judezmo, el judeo-griego, el judeo-francés, el ebri o judeo-
persa, el mógrabi o judeo-árabe, todos los cuales continuaron usando el alfabeto hebreo.
El hebreo aportó el 15% de las palabras en yídish, y menores proporciones en los otros
híbridos. Muchas palabras hebreas del yídish indican creencias y prácticas religiosas,
pero otras constituyen un vocabulario paralelo a las palabras de origen no-judío, para
designar un concepto, ocupación, ceremonia u objeto de contenido judío.
Durante varias generaciones, existió una viva rivalidad entre el hebreo y el yídish entre
escritores, dramaturgos y filósofos. Los partidarios del yídish lo proclamaron "el Idioma
Nacional Judío" en un congreso reunido en Czernowitz en 1908. Por su parte, los
hebraístas, en su congreso de Viena en 1913, declararon al hebreo como lengua nacional
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El creador del esperanto, Dr. Lazar Ludwig Zámenhof, era un judío cuya familiaridad
con el hebreo indudablemente jugó un papel en el desarrollo del único idioma
internacional creado en laboratorio que logró convertirse en una lengua viva. Aunque el
vocabulario del esperanto deriva en su mayor parte de las lenguas romances, germánicas
y eslavas, es probable que los profundos conocimientos de Zámenhof en hebreo y
arameo contribuyeron a la estructura lógica de lo que todos los lingüistas reconocen
como la lengua más fácil de aprender. Por ejemplo, su economía lógica de raíces
consonánticas es semejante a la del hebreo; también utilizó prefijos para transformar el
verbo de la forma activa a la pasiva.
Luis de Torres, un judío converso que acompañó a Colón en su primer viaje como
intérprete, intentó hablar con los nativos (que suponían habitantes de la India) en hebreo,
y posteriormente hubo quienes sostuvieron que dichos "indios" descendían de las Diez
Tribus Perdidas de Israel. Muchos sabios renacentistas y monarcas europeos posteriores
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(como Jacobo IV de Escocia) quisieron declarar al hebreo "la madre de todas las
lenguas", ya que creían que el hebreo era la fuente original de la que derivaron todos los
idiomas. Esa noción fue posteriormente desechada por simplista. Sin embargo, algunas
investigaciones recientes han indicado la posibilidad de que el hebreo es realmente más
antiguo que las otras lenguas semíticas. Su locación geográfica en la encrucijada de los
tres continentes puede haberlo convertido en una importante fuente de otras familias
lingüísticas. Sus hermanas, el acadio y el arameo, funcionaron en distintas épocas como
lenguas francas del Cercano Oriente.
Saber hebreo permite disfrutar del acceso directo a una de las más antiguas culturas
continuas del mundo. Para el pueblo judío, constituye quizás el elemento más crucial de
su unidad. La Biblia y las obras que le siguieron Talmud, Mishná fueron escritas en
hebreo y arameo. Los rabinos estimulaban la alfabetización del pueblo, para que todos
pudiesen estudiar. Hace más de 60 años, uno de los grandes pensadores judíos del siglo
XX, Mordejai Kaplan, fundador del Movimiento Reconstruccionista en los Estados
Unidos, sostuvo: "Cuando el hebreo se le vuelve una lengua extranjera o antigua, el
judío deja de experimentar una relación íntima con la vida judía... el primer paso
práctico en todo esfuerzo para vivir el judaísmo como civilización ha de ser el estudio
del hebreo. Debe enseñárselo a los niños en las escuelas secundarias, y debe dársele la
misma jerarquía académica que al griego y al latín".
El conocimiento del hebreo permite acceso directo a la Biblia, a más de 3.000 años de
creación cultural, a una mejor comprensión del propio idioma y aun a una lingüística
comparativa; a una apreciación del legado bíblico en la literatura, el cine, la canción, el
arte, la oratoria y la política modernas; y a una visión más honda de las bases morales,
éticas, religiosas y jurídicas de lo que conocemos hoy como civilización occidental.
Finalmente, pero no por ello menos importante, el hebreo es el idioma del moderno
Israel y una clave indispensable para entender y apreciar su sociedad y su cultura.
Quizás no esté lejano el día en algún momento del siglo XXI en que la mayoría de los
judíos del mundo sean israelíes de lengua hebrea. Para los judíos de la Diáspora, el
hebreo continúa siendo importante como parte de su tradición religiosa, pero ha de
funcionar cada vez más como una ventana a Israel y como clave para su propio legado
cultural.