En una ciencia como la medicina, muy compleja, los errores
ocurren muy a menudo y si bien las consecuencias pueden
ser menores, pero de igual forma pueden ser severas, tanto para el paciente como para el médico. El que comete un error cree que su juicio, acción son correctos y este continuará con esa creencia hasta que no se percate de ello, hasta que no se dé cuenta de ello. En ese momento se pueden dar los pasos para corregirlo, pero en muchos casos el error es irreparable y entonces el único y necesario beneficio será la prevención de errores similares en el futuro. En la medicina, los errores se han mantenido o incluso han aumentado. Esto tal vez se deba a que los médicos de cierto modo o en algunos casos nos volvemos más dependiente de los estudios auxiliares y algunos no confían en su juicio clínico, tienen menos tiempo para dedicar a sus pacientes, no profundizan sus conocimientos. Se afirma que “los médicos aprendemos más de nuestros errores que de nuestros aciertos”; en mi opinión este concepto no es totalmente correcto, ya que el aprender sólo de los errores propios sería un proceso lento, negativo penoso e inaceptablemente para los pacientes, por ello que las experiencias erróneas deben ser conocidas, de modo tal que se pueda aprender de ellas. Aleyna Cruz Amaranto.