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Existen también otros motivos como: odiar al jefe o a la empresa, desear tener libertad de
horario, ganar más dinero que trabajando por cuenta ajena, demostrar algo a los demás o a uno
mismo, dedicarse a un tema que gusta y al cual no es posible dedicarse si no es emprendiendo,
entre otros motivos lamentables.
Estos motivos son en realidad huidas hacia delante de una situación personal o profesional que
amarga y deprime a mucha gente, es el caso de personas que anhelan un cambio de vida que
no saben cómo acometer.
Sin embargo, existen también excepciones. Se da el caso de personas que, sin comerlo ni
beberlo, se dieron cuenta de que no tenían más remedio o salida que emprender y tuvieron un
éxito formidable. Para cada motivo lamentable, encontraremos no una, sino infinidad de
personas a las que les fueron bien las cosas.
La razón de estas excepciones se debe a que el motivo que provoca su decisión no es importante
mientras haya una ilusión real. Se dice que: «Sólo hay un rasgo que caracteriza al emprendedor
verdadero, que es la voluntad e ilusión auténtica». Para explotar, una bomba precisa de un
detonador y de dinamita; un símil del motivo y la motivación.
Emprendedores y Bomberos
Existen auténticos emprendedores y falsos emprendedores que se engañan a sí mismos.
Emprender no es dar de alta una sociedad, no es montar una tienda, una agencia de publicidad
o una empresa de exportación. Emprender no es montar un negocio. Emprender no es siquiera
un modo de trabajo.
Emprender es una forma de enfrentarse al mundo, es una manera de entender la vida con la
que no todo el mundo se siente a gusto. El verdadero emprendedor es aquel a quien lo incierto
procura un especial placer.
El bombero disfruta con la incertidumbre y la experiencia del riesgo. He aquí la primera prueba
de fuego que deben pasar un bombero y un emprendedor. Pues igual que la persona con
vocación de bombero acaba siéndolo, el emprendedor con vocación, tarde o temprano,
también.