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Capítulo 6

Fluidización

6.1. CARACTERISTICAS DE LA FLUIDIZACIÓN


DE LOS SISTEMAS
GAS-SÓLIDO Y LIQUIDO-SÓLIDO

6.1,1. Propiedades de los sistemas gas-sólido y líquido-sólido

Si se hace circular un fluido a través de un lecho de sólidos, con dirección


hacia ahajo, no tiene lugar ningún movimiento relativo entre las partículas a
jasaos que la orientación inicial de las mismas sea inestable. Si el flujo es la-
cunar. la caída de presión a través del lecho será directamente proporcional a
la velocidad de flujo, aumentando más rápidamente a altas velocidades. Las ex­
presiones dadas en el capítulo 4 pueden utilizarse para el cálculo de la caída de
presión en estas condiciones u).
Si el fluido circula a través del lecho en dirección ascendente, la caída de
presión sera la misma que en el caso anterior para velocidades bajas, pero cuan­
do la resistencia por rozamiento sobre las partículas sea igual a su peso aparente
tpeso real menos empuje), éstas sufren una reordenación para ofrecer una resis­
tencia menor al desplazamiento del fluido y el lecho empieza a expansionarse.
Este preceso continúa al ir aumentando la velocidad, permaneciendo la fuerza
debida a la fricción igual al peso de las partículas, hasta que el lecho ha adqui­
rido la forma estable más suelta de relleno. Si entonces se aumenta aún más
la velocidad, las partículas individuales se separan unas de otras pasando a ser
sostenidas libremente por el fluido, diciéndose que el lecho es fluidizado. Pos­
teriores aumentos de la velocidad hacen que las partículas se separen aún más
unas de otras, permaneciendo la diferencia de presiones aproximadamente igual
al peso por unidad de área del lecho.
Hasta este momento, el sistema se comporta de manera parecida tanto si el
291
292 Fluidización

fluido es un líquido como si es un gas, pero a altas velocidades del fluido, cuan­
do la expansión del lecho es considerable, existe una diferencia notable del com­
portamiento en ambos casos. Con un líquido, el lecho continúa expansionándose
al aumentar la velocidad y mantiene su carácter uniforme, con un aumento pro­
gresivo del grado de agitación de las partículas. Este tipo de fluidización se
denomina «fluidización particulada». Con un gas, sin embargo, la fluidización
uniforme se obtiene únicamente a velocidades relativamente bajas. A velocidades
elevadas se forman dos «fases» separadas; la fase continua se denomina a me­
nudo fase densa o de emulsión, y la discontinua, fase ligera o de burbujas. Se dice
entonces que la fluidización es de «agregación». Las burbujas de gas atraviesan
los lechos fluidizados de alta densidad, adquiriendo el sistema un aspecto muy
parecido al de un líquido en ebullición, con la fase ligera correspondiendo al
vapor y la fase densa o continua al líquido. Entonces, el lecho se denomina a
veces «lecho en ebullición», en contraposición con el «lecho quieto», a bajas
velocidades de flujo. Así, al aumentar el flujo del gas, su velocidad relativa a
las partículas en la fase densa puede no variar apreciablemente, habiéndose de­
mostrado que el flujo relativo a las partículas puede, como resultado de esto,
continuar siendo laminar incluso a velocidades globales de flujo muy elevadas.
Si la velocidad de paso del gas es alta, y el lecho es profundo, tiene lugar la
coalescencia de las burbujas, y en un recipiente estrecho puede fraccionarse el
lecho, produciéndose «tapones» de gas que ocupen toda la sección transversal.
Estos tapones de gas quedan alternados con zonas de sólidos fluidizados que
son transportados hacia arriba, deshaciéndose a continuación y cayendo los só­
lidos de nuevo.
Se ha sugerido(2) que el grupo de Froude iFmf/gd proporciona un criterio a
partir del cual puede predecirse el tipo de fluidización.
Aquí
umf es la velocidad mínima de flujo, calculada sobre toda la sección
transversal del lecho, a la que tiene lugar la fluidización.
d es el diámetro de las partículas, y
g es la aceleración debida a la gravedad. %

A valores menores que la unidad, tiene lugar la fluidización particulada, pero


a valores más altos aparece la fluidización de agregación. Con líquidos se obtie­
nen generalmente valores mucho más bajos del número de Froude, ya que la
velocidad necesaria para producir la fluidización es menor. J ackson (3) ha pro­
porcionado una justificación teórica de la utilización del número de Froude para
distinguir entre fluidización particulada y fluidización de agregación, como ve­
remos más adelante.
Aunque la posibilidad de formar lechos fluidizados ha sido conocida durante
muchos años, el tema fue objeto únicamente de un interés académico hasta la
adopción de los catalizadores fluidizados por la industria del petróleo, para el
Fluidización 293
cracking de los hidrocarburos pesados y para la síntesis de combustibles a par­
tir de gas natural o monóxido de carbono e hidrógeno. En muchos aspectos, el
lecho fluidizado se comporta como un fluido de densidad igual a la de los sóli­
dos y el fluido combinadas. Transmite fuerzas hidrostáticas, y los objetos sólidos
flotan si sus densidades son inferiores a la del lecho. Tiene lugar una mezcla
muy íntima y la transferencia de calor en el interior del lecho es muy rápida,
obteniéndose por lo tanto rápidamente temperaturas uniformes en todo el sis­
tema. La facilidad de control de temperatura es la característica que ha condu­
cido a la utilización de sólidos fluidizados para procesos fuertemente exotérmi­
cos, y para aquéllos en los que es importante un control preciso de la tempe­
ratura.
Para comprender las propiedades de un sistema fluidizado, es necesario es­
tudiar los modelos de flujo de los sólidos y el fluido. En relación con esto, el
sistema de formación y el comportamiento de las burbujas de fluido es de par­
ticular importancia, ya que éstas pueden significar el flujo de una gran propor­
ción del fluido en un sistema gas-sólido.
En cualquier estudio de las propiedades de un sistema fluidizado, es ne­
cesario seleccionar condiciones que sean reproducibles, y la falta de concor­
dancia entre los resultados de muchos investigadores, en particular los re­
lacionados con la transferencia de calor, puede atribuirse en gran manera a
la existencia de condiciones muy distintas en el lecho. Uno de los requisitos
básicos es que la fluidización sea de buena calidad; es decir, que el lecho esté
libre de irregularidades y de canalización. Debe aceptarse que muchos sólidos
nunca darán una buena fluidización, en especial aquéllos cuya forma es apre­
ciablemente no isométrica, y aquéllos que forman partículas blandas que tien­
den fácilmente a aglomerarse. Además, cuando el sólido es capaz de dar una
fluidización de buena calidad, el fluido debe distribuirse completamente en el
fondo del lecho, y esto requiere la presencia de un distribuidor que origina
una caída de presión al menos igual a la que tiene lugar a través del lecho. Esto
se consigue mucho más fácilmente en un pequeño aparato de laboratorio que en
,un equipo industrial a gran escala.
Como ya se mencionó anteriormente, los sistemas fluidizados con un líquido
no tienden a originar burbujas, mientras que los fluidizados con un gas tienden
a producirlas cuando la velocidad de flujo .excede de forma apreciable a la
velocidad mínima de fluidización. En un intento para mejorar la reproducibili-
dad de las condiciones del interior del lecho, gran parte de los primeros tra­
bajos de investigación en sistemas fluidizados con gas fueron llevados a cabo a
velocidades de gas suficientemente bajas para evitar la formación de burbujas.
En los últimos años, sin embargo, se ha reconocido que en estos sistemas las
burbujas tienden normalmente a formarse, que ejercen una importante influen­
cia sobre el tipo de flujo del gas y de los sólidos, y que el comportamiento de
las burbujas individuales puede predecirse de forma muy precisa.
294 F lu ld iza d ó n

6.1.2. Efecto de la velocidad del fluido sobre el gradiente de presión

La relación entre la velocidad superficial uc del fluido (calculada sobre toda


la sección transversal del recipiente) y el gradiente de presión puede verse en
la figura 6.1. Si el flujo es laminar, se obtiene a bajas velocidades una línea recta
de pendiente unidad. En el punto de fluidización, el gradiente de presión em-

Fig. 6.1. Gradiente de presión en el lecho en función de la velocidad del fluido.

Fig. 6.2. Caída de presión en lechos fijos y fluidizados.

pieza a disminuir debido a que aumenta la porosidad del lecho; esta disminu­
ción continúa hasta que la velocidad es lo bastante alta para que tenga lugar
el transporte del material; entonces el gradiente de presión empieza a aumen­
tar de nuevo, ya que la resistencia por rozamiento del fluido en las paredes del
tubo adquiere valores importantes.
Si en vez del gradiente de presión se representa la caída de presión a través
del lecho frente a la velocidad, utilizando de nuevo coordenadas logarítmicas
(fig. 6.2), vuelve a obtenerse una relación lineal hasta el punto en que tiene
Fluldización 295

lügar Ib expansión del lecho (A), pero luego la pendiente de la curva disminuye
gradualmente a medida que el lecho se expansiona. Al aumentar la velocidad, La
catdb dé presión pasa por un valor máximo (B), disminuyendo entonces ligera-
| mente y/ adoptando un valor aproximadamente constante, independíente de la
veibcidéd dél fluido (C D ). Si se reduce de nuevo la velocidad de flujo, el lecho
se; contrae hasta alcanzar la condición en que las partículas empiezan a des­
cansar unas sobre otras ((£).; la porosidad tiene entonces el valor máximo esta­
ble para un lecho fijo de las partículas en cuestión. Si la velocidad se disminuye
aún más, eii lecho permanece entonces en esta condición suponiendo que no se
agite; ILai caídb dé presión (EF) en este lecho fijo reformado es entonces menor
que Ib obtenida originalmente a la misma velocidad. S i se aumentara ahora nue­
vamente Ib velocidad, sería dé esperar que se siguiera la nueva curv a (FE) y que
Ib pendiente cambiara súbitamente de 1 a 0 en el punto de fluldización; esta
condición es; difícil, de obtener, sin embargo, ya que el lecho tiende a consoli-
dbrse; dé nuevo a menos que no esté sometido en absoluto a vibraciones. En
ausencia dé; canalización, únicamente la forma y el tamaño de las partículas
défetmiinan Ib porosidad máxima y la caída de presión para la fluidización, en
un léete db unas> dimensiones dadas. En un lecho fluidizado ideal, la caída de
presión correspondiente a ECD es igual a la fuerza de empuje por unidad de
área. En Ib práctica', puede apartarse apreciablemente de este valor, y no per­
manece constante debido a la canalización. El punto B queda por encim a de CD
debido a que deben superarse las fuerzas de fricción entre las partículas antes
de que pueda tener lugar una reordenación de las mismas.
La velocidad correspondiente al punto de fluidización se calcula fácilm ente
mediante: Ibis ecuaciones dadas en el capítulo 4. La caída de presión a través
dél léete es entonces igual a su peso aparente por unidad de área, y 1a porosidad
en' el momento de establecerse la fluidización es la máxima que puede ser alcan­
zada por e l lé e te fijó . V an H eerden et a l . (4> han sugerido que se elimine el
término de Ib porosidad' de las ecuaciones de la caída de presión a través de un
léete: fijo, combinándola con la constante numérica, ya que tanto la constante
numérica como la porosidad máxima son función únicamente de la forma de la
partícula.-
En un lecho fluidizado, la fuerza total de fricción sobre las partículas debe
ser igual a l peso efectivo del lecho. Por tanto, en un lecho de área de la sec­
ción transversal igual a la unidad, profundidad / y porosidad e, tenemos:

-A P = ( l- e X p t -p )lg (6.1)

donde ~ A P es la caíd a dé presión a través del lecho, y


g es Ib' aceleración debida a la gravedad.
Esta relación es válida desde la expansión inicial del lecho hasta que tiene
lugar el transporte de los sólidos. Puede existir alguna discrepancia entre la ve-
m Fluidización

deidad mínima de fluidización calculada y la medida. Esto puede atribuirse a


U canalización. como resultado de la cual se reduce la fuerza de rozamiento que
úótóa sobre el lecho, a la acción de fuerzas electrostáticas en el caso de fluidí-
fcfrciSn gaseosa (estas fuerzas son especialmente importantes en el caso de are*
*>asV a la aglomeración, que suele ser considerable con partículas pequeñas, o
a la fricción entre el fluido y las paredes del recipiente: este último factor es
de la mayor importancia en lechos de diámetro pequeño. L eva et al.® han in­
troducido el término (G f ~ G e)/Gf , una eficacia de fluidización, en el que Gr es el
eaudal de fluido necesario para producir la fluidización y G e es la velocidad
que causará una expansión inicial del lecho.
Si las condiciones de flujo en el interior del lecho son laminares, la relación
tntre la velocidad del fluido u* y la porosidad e se obtiene substituyendo la
^qNtesión 6.1 en la ecuación 4.9; así, para partículas esféricas:

«, - 0,0055 d2 (6.2)
1 —e n

kLV Velocidad mínima de fluidización

De la ecuación 6.2 se desprende la evidencia de que la velocidad mínima de


fluidización depende en gran manera de la porosidad del lecho. En el momento
de la fluidización incipiente, la velocidad mínima de fluidización «*,/ se obtiene
sabsrituyendo el adecuado valor de la porosidad emf en la ecuación. De esta
forma:
e jf d2(pt - p ) g
= 0,0055 (6.3)
1 -< V F .

Los valores de variarán considerablemente según el tipo de polvo, pero para


lecho de partículas isométricas este valor es de 0,4.' Substituyendo esta can­
tidad.
d2{p§- p ) g
( v L r - o , * - 0,0059 (6.4)

fara las partículas mayores, con las que el flujo en el lecho en el momento
de la fluidización incipiente ya no es laminar, es necesario utilizar una ecuación
más general, como por ejemplo la de Ergun, para el cálculo de la caída de pre­
sión a través del lecho. Aplicando la ecuación de Ergun (4.18) al momento de la
fluidización incipiente:

4 -1 7 5 ° (6.5)
I <r d1 * e lj d
FfüB'iza&fáñ W/
SüBstitü^en38 elyval£r 38 =á?/¿ según 18 ecuación 6.1 í M Í I Í É É ® Ig ra S
smm ps? wltfii-Gét
m sm 1 - 8 ;*z "wfüp ^ U?5 V
1 = 150
m mi I
m z fm -*
p«í

]^J8üá8i©n 6:6 JÜ838 r8s8lverse para dar § $ dé una fótiitá j j j j j É Ü l éifo


£argo; rSsülta más BShvehiehte trabajar con grupos fcdithenéí0ttáie§< j q j j fijjfe ¿fí
cüSnta 8ü8:

SSm m Sí
es el nuinerb dé Gáiiiéo; éto (véase pág. 123h

m\mfM
es tina £8rmá del numero de Reynolds, siendo desíguádO §i? íf$rM-t
La eCüáeiÓn 6:6 se convierte entonces p ¡¡

Gra i 150- m/ (&7)


* ir
MSptañdS Sü8vam8nt8 ün val8r típi88 de 0;4 para 8^; | ifedf<iéiiáiid6‘t
JRe£f ir 5 Í;'4R8^ —0;Ó366 éá = 0 P ll
Por tantS

y-, ;
iii
L8s tráBájSs publicados s8Bré sedimentación^ sugieren (jué éuafidó ||§ Sjgfc
sBülas pü838n adSptar li^ ^ 8n í| orientaciones teladlas; él éaS'ó
38 la s83im8nta£ion y la flúidizációh', las &üáéióhes óbtéiudas pará lá éaida d¿
prési'ón en lé8R8sjftj8s dan valdrés de dicha, caída de ptésiót'i superiores á foé
V8i8a38r8s: Para jflüJS laminar, la 38hstahíe de ^m ah-^^ehl!1 Viché üft
38 3-56 8ñ v8z 38 5: SüBstihiye’hdd «site Valór ihférióé éñ la ééwaélóiíi 6,¿
8Bti8ñ8:
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(**«/ ~ lljÉ S lili

PrÓBáBiéménté la eeüációh de Éigüh da también yalóres dé la caída de pfcíióh


8ñ Í88R8s fíüi3iza38s algS süj&ri8res a l8s Veidédeids; $éVó no sé diSpdfté SÜ
ningiihá evidenéiá exp8nm8htai -que permita la coéféécióñ dé los éoéfiéiéfttéa,
fea ^8Í88i3á3 mínima 33 flmdizaeiéh puede é^té&dsé ért función dé la
Fluidlzaclón

NAmera de Gililto •Ga


é i . Rdacita cmk U velocidad terminal de caída y la velocidad mínima
de flutdización.
í *o - R*o \
\*w Rt'*r)

velocidad de caída libre ut de las partículas en el fluido. La ecuación de Ergun


voouadon 6>5> relaciona el número de Galileo G a con el número de Rey*
fcdds en función de la porosidad c mt correspondiente a la fluidización in-
dpfcja&e.
ES número de Reynolds «o¿p/p (Rc'o) comprendiendo la velocidad terminal
de caída * íí de las panículas en el fluido puede expresarse también en función
d d número de G aliko (véase pág. 123), pero no existe una única expresión que
toda la grama de números de Reynolds, siendo más satisfactorio tratar cada
xmi de las tres sonas de G a por separado para obtener:

G a * l$ R « ¿ (Ga < 3,6) (6.12)


G a * l$ R « ;+ 2 ,7 (3,6 < G a < 105) (6.13)

Ga « } Rc¿ (Ga > 105) (6.14)

De esa* forma resulta posible calcular Rc\¡R cfmi ( = 1/0/1/,»/) para cualquier valor
de en fundón de G>&. En la figura 6.3 se ha representado Re'0 /Re',»/ frente
a Gac las curvas corresponden a los valores de e„,/ de 0 ,4 2 , 0 ,4 0 y 0 ,3 8 . Es inte*
tesante observar -que la gama de velocidades sobre la que puede obtenerse flui-
d ^ ad on particulada es mucho mayor en la región laminar que en la turbulenta
Fluldlzaclón 299

(una gama de ~ 80 comparada con ~ 10). Además de las curvas calculadas


se dan también algunos resultados experimentales de diversos investigadores
relativos a partículas esféricas. No se conocen los valores de em\ correspondientes
a estos trabajos experimentales, pero puede observarse que en general los puntos
están situados sobre las curvas correspondientes a 0,38 < e«/ < 0,42.

62. SISTEMAS LÍQUIDO-SÓLIDO

6.2.1. Expansión del lecho

Los sistemas fluidizados por medio de un líquido se caracterizan general­


mente por la expansión regular del lecho que tiene lugar al aumentar la velo­
cidad desde la velocidad mínima de fluidización hasta la velocidad terminal de
caída de las partículas. La relación general entre velocidad y concentración vo­
lumétrica o porosidad resulta ser parecida a la existente entre la velocidad de
sedimentación y la concentración para partículas en suspensión. Ambos sistemas
son hidrodinámicamente semejantes en que en el lecho fluidizado las partículas
no sufren movimiento neto y se mantienen en suspensión gracias al flujo ascen­
dente de líquido, mientras que en la sedimentación de una suspensión las par­
tículas se mueven hacia abajo y el único flujo de líquido es el ascendente de
aquel líquido que es desplazado por las partículas que sedimentan. Z aki m de­
mostró que, para la sedimentación o fluidización de partículas uniformes, podía
aplicarse la ecuación 5.30,

- = e” = ( l - c r (6.15)

donde uc es la velocidad de sedimentación o la velocidad de fluidización co­


rrespondiente al tubo vacío observadas,
Ui es el correspondiente valor a dilución infinita,
e es la porosidad del sistema,
C es la concentración de sólidos en fracción volumétrica, y
n es u n , exponente.
Ui resultó corresponder estrechamente a la velocidad de caída libre uo para
la sedimentación, estando relacionada con ella por la siguiente expresión para la
fluidización:
d
log,0 «o = logio«< + j (6.16)

donde d /d t es la relación entre los diámetros de la partícula y del tubo.


Para partículas esféricas, por análisis dimensional, el exponente n resultó
estar definido por el número de Reynolds Re'o(=uodp/\x) y la relación d/d,.
300 Fluid ización

A dem ás, se dem ostró que, suponiendo que el número de Reynolds fuese menor
de 0 ,2 o mayor de 5 0 0 , no afectaría al valor de n. Los valores del exponente n
determ inados experim entalm ente pueden correlacionarse m ediante las ecuacio­
nes 5 .3 4 a 5 .3 8 dadas anteriorm ente.
A sí, si se representa la porosidad e del lechó frente a la velocidad del
fluido Uc (utilizando coordenadas logarítm icas) (fig. 6 .4 ), la curva puede divi­
dirse aproxim adam ente en dos líneas rectas unidas por una corta curva. A bajas
velocidades, la porosidad perm anece constante en el valor correspondiente al
lecho fijo , y para el estado fluidizado existe una relación lineal entre log uc y
log e. La c u n a m ostrada corresponde a la fluidización de esferas de acero en
agua. D ebe o b se n a rse que, m ientras en la ausencia de canalización, la caída
de presión a través de un lecho con una expansión dada es directam ente propor­
cional a su profundidad, la velocidad de fluidización es independiente de esta
últim a. Una relación parecida a la ecuación 6 .1 5 ha sido obtenida también por
L ewis y Bowerman (° .
E s posible ahora exam inar más detalladam ente la variación del exponente n

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F ig. 6.4. Relación entre U velocidad del fluido (it) y la porosidad, para la
fluidización de esferas de acero de 6,4 m n en agua<M>.
fluldluclón 301

<k 1* ecuación 6.15 puní la expansión de los sistemas de fluidiz&ción particu­


lada» Despreciando los efectos debidos a la pared del recipiente:

(m> 0) ■> *•" (de la ecuación 6.15)


es decir,
n - log(u</u0)/logé (6.17)

Suponiendo que las ecuaciones 6.15 y 6.17 son aplicables al momento de la flui-
dixación Incipiente:
. togQwM ») . - l o g (Rc'o/Re'",) (6<18j
loge*/ logírn/

En la figura 6.5 se han representado los valores de n calculados a partir de las


curvas de lo figura 6,3, frente al número de Galilco, Ga. Como puede obser­
varse, existe una buena concordancia entre los vatores calculados y los experi­
mentales en los extremos, pero en la zona intermedia la teoría da unos valores
de n notablemente superiores a los experimentales. Esto debe atribuirse proba­
blemente al hecho de que las constantes de la ecuación de Ergun son válidas
para lechos fijos y, especialmente en la gama intermedia de números de Galileo,
no se tiene en cuenta el efecto de la reorientación de las partículas. En esta región,
para una velocidad dada, la ecuación de Ergun calcula un valor de la caída de
presión superior al real.

Nombro <fo Galilao » Ga


Fio» 6,5, Exponento w en función del número de Galileo.
30» Fluld lzadón

Cuando el lecho está constituido por partículas con una amplia gama de ta­
maños tiene lugar una estratificación, formando las partículas mayores un lecho
de baja porosidad cerca del fondo y las partículas más pequeñas un lecho de
alta porosidad cerca de la parte superior. Si las partículas presentes constituyen
fracciones de tamaños altamente diferenciados, la segregación puede llegar a
ser completa estableciéndose realmente una serie de lechos fluidizados de dis­
tinta potosidad, uno encima del otro. Si la gama de tamaños es pequeña, exis­
tirá una continua variación tanto en la composición como en la concentración
de partículas, en toda la profundidad del lecho.
U&YA *r C athala <m\ y otros prefieren representar e V ( l —e)2 frente
a fogit,» porque e '/ (l~ e )5 es la función de la porosidad que aparece en la ecua­
ción de Koteny (4,9) para el flujo laminar de un fluido a través de un lecho
granular. Como ya se indicó, M eik le w ha demostrado que los resultados para
concentraciones pueden expresarse de manera parecida a los relativos al flujo a
través de un lecho fijo.
Vas limitaciones de la ecuación 6.15 fueron observadas por L awther y
B eiíOUN 'w>, quienes fluidwaron partículas de plomo en agua. S mith (,6) y Bai-
lxx han investigado también el comportamiento de las partículas densas y
han establecido que las desviaciones de la ecuación 6.15 siguen una pauta sis­
temática. aumentando con la densidad de las partículas y con la altura del lecho,
y también al disminuir el tamaño de las partículas. Las desviaciones de la ecua­
ción e.15 están acompañadas de una desigualdad en la fluidización, observán­
dose la aparición de remolinos en circulación en el interior del fluido, que
provocan la separación de las partículas por acción centrífuga. De esta forma
tienen bogar fluctuaciones de densidad en el lecho, aunque son de carácter com­
pletamente distinto a las burbujas, si bien a veces se forman auténticas burbujas
al fhudisar partículas de plomo o tungsteno en agua.
Recientemente. AxnrRSON ha demostrado que en los lechos de diámetro
muy pequeño ftuidicados con un liquido, se desarrollan franjas de baja concen­
traron en partículas. Estas franjas tienden a propagarse hacia arriba a través
del lecho, aumentando en amplitud.
En algunas circunstancias, concretamente cuando la relación entre el diá­
metro de la partícula y el del tubo es importante, las partículas pueden formar
pacerse si la concentración es elevada. Esto se ve claramente en la relación entre
diferencia de presión y velocidad y en la existente entre concentración y velo­
cidad.
A partir de experimentos,v* sobre fluidización con flujo descendente de
partículas de densidad inferior a la del liquido, se encuentra que la relación
enere el caudal y la concentración sigue con mucha fidelidad la ecuación 6.15.
Es de notar qae las partículas están sometidas en el lecho a un movimiento muy
p ^ oeáo. desplazándose únicamente unos pooos milímetros por segundo.
fftjfcífraclóft 3G3

¿JM* M excla de liq u id o y solido

KnAMSRS OÍ. ^ Kan estudiado h & p e csó a k>nyrrn.fm;rf « x dL TrtTrmfr? -*~r


un lecho {hudvndd de cstw is de v d r v *fc l ; i cara, y 1 mrn íin ie r L S t
introdujo un camino gradual intnxhicecd^ una « £ s d s a ia mm a ? de *írn rr.
potoco en el sistema: se midió Va cotacentracica ea t i parte superior deí rt~5nr.
en función del tiempo por medio de un pequeras elemente de -’-nif. n -xi-iimf
Suponiendo que podía interpretarse el modelo de fíuSo o a a c ana .ftr-rai-TT y.TTg».-
tudinal superpuesta a un flujo de embolo, se calculó an a ¿SP^rok^itf de ctd &-
Kno longitudinal. Se hallo que estaba comprendida entre l y ÍO caxr a n n e i-
tando con la porosidad el tamaño de partícula.
El movimiento de partículas individuales en uct leche fTm>ffrmrr: Thnmácí^
sólido ha sido medido por R c s e u t et ¿L C u n o s “ 23„ 'c t * r t F ^ ^ . Ert
todos los casos, el método implicaba la fhndcactón. de psBctámías —tTrvrr-iTT— ^nrF"^
cu un liquido d d Uiisítv índice de retraccxoci* de mansera c a e ivey ¿ Usn^-iT»
era transparente. Entonces podía seguirse fotográficamente « i -m ^Vrrr^m-
partículas trazadoras coloreadas, cuyas propiedades t i s o s resum es ^*ar Hñ^r.
ticas a las de las partículas del lecho.
Handley Huidizo partículas de v d n c en becccaoc de mer^Te. iV»nñ*
información sobre el n o id o de ftu o de k s solivies y la cssrrrntrn-'n -ft*- ~r»
componentes verticales de la velocidad de Vas partículas. Haüó eme 7 »n-.ñ»
una circulación de solidos superpuesta a su n^vunrenoc aL azar. 1 js —™—t-n ^

V%tai*MlM: i * a avowutt wra. %

^ ^ W strth u cióai d e la s v e lo cid a d es d e la s p r a d a s « a a r 3redu


flw iiK a a li
304 F fu íd iw J ó n

tendían normalmente a moverse hacia arriba en el centro del lecho y hacía abajo
en las paredes; este tipo de circulación era menos importante en las reglones
alejadas del distribuidor.
Carlos y Latif fluidizaron partículas de vidrio en ftalato de dím etílo, anali­
zando la película cinematográfica obtenida por medio de un analizador 1'enson-
Lehner que proporcionaba datos de las coordenadas de las partículas trazadoras
directamente sobre fichas que podían utilizarse después como entrada ai orde>
nador. Se obtuvieron las velocidades de las partículas, así como sus componen'
tes tangencial, vertical y radial. Representada en forma de hístograma, la dis­
tribución de velocidades totales resultó tener la misma forma prevista por la
teoría cinética de moléculas en un gas. En la figura 6.6 se muestra un resultado
típico<31). A continuación se calcularon los coeficientes de mezcla o difusión efec-

©
f h M m ié fi 305
dé U'x n p j j ÍHéditíidé $ p filfíf* tic j« Véítieidád media f él féébrridb
líiédíM dé jtíü S S B S S M i r t ú t e Hiiéiiea simplé;
M |l#téf dé ^ I p l l fue Ir n im u estudiada por ( ’arj os w en él mismo apa-
¡|p$ fg | | É tf de lili iéébO HuUpdétífo iw parlféoltítí trarrtíparéntés y uha capa
dé ÉÍl§íp|fi ¡§^¡pÍ#ÍS ¡djHtídtí fíi ítí Htísé déf léeíio; Sé (ieieiñiihfi ja bortcéñ-
¡Mimtf dé ptíi ÍÍéiiÍrí»í éb untí fritín tti ébnobí tí distintos injeríalos fíe tiempo déí^
UtíéÜ dé Ití IItiMirrtHoti: flí ptdéésn dé niélela resultó seguir tina ecüácíóh del
lijld til? Ü IÜ ^ M ésití ééiitíéióO sé HHlIf.rt oéfpíifill* para éalcttíair el ebéfibiéíité
lili iiié&dtí: It$i eomptírtícilóH dé lótí Valóre* del ebéficienté dé mezcla obténidbs
p i #tt$ método* éHlHHéé* l l M j p la constancia del factor de Vélo-
* @ p Míi pffiflp { f l U dé H éóénciétdé de tifíela es de Í4 cm2/s para ése
íéftítí dé vidrió tjie Ü iitin fluidí/adás tí Hita Velocidad igual a dos éécés el valor
Mi? II íélóeidtíd niininití Óé flíddi^aeidií;
édUSigíbó fépíétíéiiitíf Ití* bórriéutetí dé círctílacion dé las partíbü-
ItíS ért Mil íéélió fluidiétídój i épiétíénlrtUdó fuucioués dé corriente para las par-
Úéilltítíi éuü ití tMmmmmm dé ijué ésitís podítín ébntíidéfartíé como iin médíb colé
IIIÜlMi hÜ (tí H{itira ¡©íf piiédén Vérse Uíiotí resultados tipióos para la flüiUizacíón
®B píiméfiitíft dé mili dé ditínieMu pbf medió dé ftalatb dé dimétilo; en éste
Sé tíjiitíió Ití Vélóéídtíd ptíift oldénéi' Una porosidad dé 0;C5%¿ Cortio él lecHo
éS Sliiiéíi'iéo féíijiéélti tí Sil é]é, iddétímeuié Él ifilíéslra él modelo sobré tina séc-
éltlii ftíditíli IHlétlé dbtíéfítíríté tpie latí liuétíS dél modelo dé circulación se concéri-
p l piüiélptílméHlé éii Ití palié inferior tlél léelib¿ moviéndose las partículas
iitííltí p ltip éji éi eéliijí;tj f lim ia tíbtíit* éjl latí parédétís a-1 disminuir la pbfbiidad
wél iééíidj latí lineas dé( iníaléltí dé cíféulacidñ tíéndén a ocupar pfügrésiíáriiénté
pttíVInnétí iillS péipiélitís tléí léélidi péfd éxitíjé tina iéitdéricia a aparecer tifia
pétpiéntí ídíití éii (tí rjiié él litoílélo dé éíiétilacidii sé itiViérié éri las fegibriés stípé;
fiitíéS dél léélnl;

é J* S1 S I I-MAS OAS ^ L IO O

é Jifi ('tírálélél íittiíéfttí tlél íédíto

Pft id§ tíitííéltitííi fluldi/tídotí ptif medio dé un gas^ riprmalmeríte sólo tiene
lugar una éSptíiitíídii Hniíiada dé la ftítíé cdíitiiuiá Üéj iéciib. tío» iriaieríaíes fí-
ft&5, itíléí» ét»iiíM Itííi iiliétdétíféitís tlé Sílice aliiminá Utilizadas eotfio catalizador
éit él éí’tíéSIiig tlél pélidlédi pilétlé dbléivéitíé tina expansión Üéí ití % a íeíb-
(íidtíiiétí jgiítíléít tí ap'mximtídtíineitié (rétí Vécétí la véíbéidad mínima Ué fíüitiizacióh.
fútííéMtííétí mtís gfiiéstití tíé iiluiéué iiittí éxpausióiv intícíio tiiéiibf p ía fbrma-
éiftii dé m m m éiüidéztí tí velocidades dél gtís iitfénbiés^ Durante esté péribdb
dé étípaiitíiórt Uniformé dél léelub se sigue éstféchainenie la éctitíción 6 .i5 (25)
306 Fluidización

En realidad, las desviaciones con respecto a dicha ecuación están siempre asocia*
das con la tendencia a la aparición en el lecho de una segunda fase.
La facilidad con la que puede obtenerse un lecho fluidizado varía con las
propiedades físicas del sólido. Así, los catalizadores de sílice-alúmina se fluidi-
zan muy fácilmente y pueden mantenerse en esta condición mediante el aire
arrastrado por el lecho cuando éste es lentamente agitado. Sin embargo, la
mayor parte de los materiales se fluidizan únicamente durante la circulación
hacia arriba de un gas. Las partículas grandes requieren velocidades de flujo
de aire relativamente elevadas, debido a sus altas velocidades terminales de
caída y también a que la caída de presión es relativamente baja cuando un
fluido circula a través de un lecho de partículas grandes.
La uniformidad del lecho fluidizado es función del tamaño y de las propie­
dades superficiales de los sólidos. Así, algunos materiales tienden a aglome­
rarse, especialmente cuando las partículas tienen un diámetro inferior a 50 pm,
apareciendo la canalización. Ocasionalmente la aglomeración es tan acentuada
que la fluidización no tiene lugar en absoluto y, cuando la caída de presión
excede aj peso de las partículas, todo el lecho es elevado como un émbolo só­
lido; a continuación esta estructura se desmorona, produciéndose grandes agre­
gados de partículas.
Un cierto número de investigadores han estudiado el efecto de la agitación
sobre las propiedades de un sistema fluidizado. Si el lecho se agita por medio
de un agitador cuyas paletas están dispuestas de tal manera que hacen ascender
a las partículas, tiene lugar un aumento de volumen y puede llevarse a cabo la
fluidización utilizando una velocidad de flujo del gas más pequeña. Se han lle­
vado a cabo diversos intentos para medir una propiedad análoga a la viscosidad
del lecho. Matheson, H erbst y Ho l t (í6) midieron el par motor necesario para
hacer girar una paleta a 3 rev/s (3 Hz) en un lecho fluidizado. Vieron que era
directamente proporcional al tamaño lineal de las partículas, y que aumentaba
con la densidad del material. El aumento de la aireación reducía considerable­
mente el par motor requerido. D iekman y F orsyth e (27) hallaron que la fluidi­
zación más uniforme se obtenía con aquellos materiales que mostraban única­
mente un pequeño aumento de la viscosidad aparente al reducir la velocidad de
flujo.
La tendencia de las burbujas a la coalcscencia en un lecho fluidizado, for-
mando zonas alternadas de gas y de sólido fluidizado, aumenta al hacerse mayor
la relación entre la altura del lecho y su diámetro. Además, la tendencia al frac­
cionamiento depende de las propiedades de las partículas. M atheson et a l.**
determinaron el valor máximo de la relación l/d, para el que no tenía lugar el
fraccionamiento, para una serie de sistemas. Representaron entonces esta rela­
ción frente a la viscosidad aparente del lecho, obteniendo una cu n a que se
aproximaba a una línea recta. Se vio que la tendencia al fraccionamiento era
mínima con aquellos materiales que formaban lechos cuya resistencia al cizalla-
Fluidizadón 307

miento era pequeña, aum entand o el fra c cio n a m ie n to por tanto con el tam año
de la partícula y con la d ensidad del m a te ria l, es d ecir, co n la velocidad fin a l de
caída.
En general, al aum entar la velocid ad del gas la porosidad del lech o fluidizado
varía muy poco. A velocidad es inm ediatam ente superiores a la velocidad m ínim a
de fluidización tiene lugar una pequ eña expan sión del lech o fluid izad o, pero
cualquier incremento posterior de la velocidad del gas produce la form ación de
burbujas, que tienden a aum entar en núm ero y en tam año al increm en tar la
velocidad de flujo. L a im portancia de las b u rb u jas, debida no únicam ente a que
transportan una gran proporción del gas a través del lech o sino tam bién a que
afectan el modelo global de flu jo del gas y de los sólidos, es hoy en d ía perfec­
tamente admitida, realizándose actualm ente investigaciones sobre el com porta­
miento de las burbujas en diversos centros.

6.3.2. Propiedades de las burbujas en el lecho

En Cambridge se han llevado a cabo investigaciones que han com prendido


el estudio de la form ación de las burbujas en los orificios de un lecho fluidizado,
incluyendo la medida de su tam año, las condiciones en las que coalescen entre
sí, y su velocidad de ascensión en el lecho. D avidson e t a l . (28) inyectaron aire
a través de un orificio en un lecho constituido por partículas de arena (0 ,3 -0 ,5 mm)
y esferas de vidrio (0 ,1 5 mm ), fluidizado m ediante aire a una velocidad ligera­
mente superior a la m ínima de fluidización. V ariando la profundidad del punto
de inyección con respecto a la superficie lib re, dem ostraron que la burbuja in­
yectada asciende a través del lecho a una velocidad constante, que depende
únicamente de su volumen. Además, esta velocidad de ascensión corresponde a
la de una burbuja esférica en un líquido no viscoso de tensión superficial nula,
determinada según la ecuación de D a v ie s y T a y l o r (29):

= 0,792 W ' 2 (6.19)

La velocidad de ascensión es así aparentemente independiente de la velocidad


del aire fluidizante y de las propiedades de las partículas que constituyen el lecho.
La ecuación 6.19 es aplicable si se supone que la densidad del gas que forma
las burbujas es despreciable en com paración con la densidad del lecho. En otro
caso, la expresión debe m ultiplicarse por el factor (1 —p/pt.) m .
En un segundo artículo m , estos resultados se utilizaron para explicar por
qué los sistemas fluidizados mediante un gas y mediante un líquido se com­
portan de distinta forma. Las fotografías de burbujas en lechos de partículas
de plomo fluidizadas en aire y en agua han demostrado que una burbuja es
estable en el primer caso, pero tiende a destruirse en el segundo. Se ha mencio-
308 Fluidización

nado ya, en todo caso, que el sistema agua-plomo tiende a dar lugar a toda una
serie de efectos que se oponen a Ja homogeneidad, siendo por tanto interesante
observar que las burbujas no son estables como tales. Al elevarse la burbuja en
el lecho, se establecen unas corrientes internas de circulación debido a las tem
siones de cizalla existentes en el contorno de la misma. Éstas velocidades de
circulación serán del mismo orden de magnitud que la velocidad a la que as­
ciende la burbuja. Si la velocidad de circulación es apreciablemente mayor que
la velocidad de caída de las partículas, la burbuja tenderá a arrastrar partículas
en su estela, tendiendo por tanto a ser destruida. Por otra parte, si la velocidad
a la que asciende es inferior, no habrá partículas arrastradas en la estela y la
burbuja será estable.
Como primera aproximación, por tanto, se supone que una burbuja es esta:
ble si la velocidad a la que asciende es inferior a ía velocidad de caída libre
de las partículas, pudiendo calcularse para un sistema cualquiera el tamaño lí­
mite de burbuja estable por medio de la ecuación 6.19. Si esté tamaño resulta
ser del mismo orden que el diámetro de la partícula, será difícil detectar la bur­
buja. En cambio, si es superior a unas diez veces el diámetro de la partícula,
será visible y podrá comprobarse que el sistema contiene burbujas estables. Se­
gún este razonamiento, las burbujas grandes son generalmente estables en los
gases, mientras que en los líquidos el tamaño máximo de las burbujas estables
es comparable al diámetro de las partículas. Debería resultar posible conseguir
una fluidización libre de burbujas con partículas muy ligeras, utilizando un gas
de elevada densidad. L eung^ consiguió alcanzar esta condición fluidizandó
microesfcras fcnólicas huecas a presiones de aproximadamente 4,5 MN/m2. Ade­
más, fue posible formar burbujas estables con mezclas de glicerina-agua y par:
tjfculas de plomo de tamaño igual a 0,77 mm. Esta región de transición ha sido
estudiada también por S impson y Rodger (32).
Hakrison y L euno <j3) han demostrado que la frecuencia de formación de
burbujas en un orificio (tamaño comprendido entre 1,2 y 25 mm) es indepen­
diente de la altura del lecho, de la velocidad de flujo del gas y de las propieda­
des de las partículas que constituyen la fase continua, pero depende de la velo­
cidad de inyección del gas, tendiendo a una frecuencia de 18-21 por segundo
a elevadas velocidades de flujo.
En otro trabajo(34), los mismos autores han demostrado que detrás de cada
burbuja se forma una estela que se extiende hasta aproximadamente 1,1 veces
el diámetro. Si una segunda burbuja se introducé en esta estela, su velocidad
se incrementa en una cantidad igual a la velocidad de la primera burbuja, te:
nlcndo lugar de esta forma su coalcscencia.
Las diferencias entre los sistemas fluidizados por un líquido y por un gas
han sido estudiadas también teóricamente por J ackson quien demostró que
las pequeñas discontinuidades tienden a crecer en un lecho fluidizado, siendo
mayor la velocidad de crecimiento en un sistema gas-sólido.
flu idiiacló”
309

Fie. 6.8. loiograha cid trazador y la burbuja'"".

En Harwell, R o w e , W ace y B urnett <J5’ ^ examinaron la influencia de las


burbujas de gas sobre el flujo del mismo en sus proximidades. Construyendo un
delgado lecho de 300 mm de ancho, 375 mm de altura y 25 mm de profundidad,
fue posible tomar fotografías a través de la pared transparente, observándose
el comportamiento de un delgado filamento de dióxido de nitrógeno inyectado
en el lecho. En un lecho constituido por esferas de 0 ,2 0 mm, el filamento tendía
a ser atraído hacia la burbuja en ascensión (véase fig. 6 .8 ), e incluso a través
de ésta si la distancia era suficientemente corta. Esto permite establecer que
existe un flujo de gas desde la fase continua hacia el interior de la burbuja, y
hacia el exterior de la misma a través de su parte superior, y que el gas tiende
a fluir según lineas de flujo definidas.
Como resultado de esto, el gas es acelerado hacia la burbuja, adquiriendo
jr¡U lfiíw M f)
310
Tuba de

F ig. 6.9. Isóbaras alrededor de una esfera fija de tela metálica (mulla) c„
lecho de arena mezclada

una componente horizontal de la velocidad; en consecuencia, la yelocídad dej


gas en la fase continua se reduce cerca de la burbuja.
La distribución de presiones alrededor de una burbuja estacionaria ha sido
medida introduciendo una esfera de tela metálica de 50 mm de diámetro en
el lecho, y midiendo la presión a través del mismo utilizando como dato la pre­
sión en el interior de la esfera (fig. 6.9). Ha podido comprobarse que cerca d«l
extremo inferior de la burbuja la presión era inferior a la de un punto alejado
de la misma situado en la misma horizontal; la situación era inyersa, aunque
en menor grado, en la parte superior de la burbuja. Aunque la distribución da
presiones resultaría algo distinta en una burbuja en movimiento, c| modela es
válido cualitativamente para explicar los modelos de flujo observados en ai gas
trazador.
Cuando la velocidad a la que asciende la burbuja es superior a la velocidad
del gas en la fase continua, el gas que abandona la parle superior de la burbuja
es .reciclado y penetra de nuevo por la base, El resultado de esto es que el
FlukUiradon 311
g&lde la burbuja entra en contacto únicamente con aquellas partículas sólidas
que rodean inmediatamente a la burbuja. D avidson (37) ha analizado este pro­
blema, demostrando que si se desprecia la inercia del gas, el diámetro dc de la
nube de gas reciclado alrededor de una burbuja de diámetro db viene dado por

dt fot + 2 i ,/3
( 6.20)

donde u es la relación entre la velocidad lineal del gas de la burbuja y la del


gas de la emulsión» es decir,

6 21)
( .

La correspondiente expresión para un lecho delgado, de esencialmente dos


dimensiones, es
d* f«4¿f2
(6-22)'
(«-1J

Rowe, Partridge y L y a l l 113®' estudiaron el comportamiento de la nube que


rodea a una burbuja utilizando NCb como gas trazador. Comprobaron que
la teoría de Davidson estimaba en un valor excesivo el tamaño de la nube. Una
teoría más sofisticada desarrollada por M urray (39), sin embargo, pronosticaba
el tamaño observado de una forma mucho más en concordancia, por lo que
respecta a la cara superior; pero ninguna teoría representaba satisfactoriamente
las condiciones existentes en la estela de la burbuja. Los mismos autores obser­
varon que la nube de gas se deshacía a intervalos, dispersándose el gas librado
de esta manera en la fase de emulsión. Además, mediante fotografías de rayos X
se puso de relieve que las burbujas eran divididas de vez en cuando por agru­
paciones de partículas que caían a través dc la parte superior de la burbuja.
En la mayoría de sistemas gas-sólido utilizados en la práctica, las partículas
son finas y las velocidades a las que ascienden las burbujas individuales son
considerablemente mayores que la velocidad del gas en la fase continua. En
estos casos, el valor de a de la ecuación 6.21 es considerablemente mayor que
la unidad. Además, las burbujas tenderán a fluir por caminos bien definidos a
velocidades considerablemente superiores a la velocidad de ascensión dc las bur­
bujas individuales. El conjunto del modelo es, en la práctica, muy complejo de­
bido al gran número de burbujas presentes simultáneamente y a la distribución
de tamaños de las mismas.
Las investigaciones de R o w e y H enwood (40) sobre la fuerza de rozamiento
ejercida por un fluido sobre una partícula, ya mencionadas en la página 244, pu­
sieron de manifiesto la razón por la que una burbuja tendía a ser estable durante
su ascensión. Las superficies conteniendo partículas dirigidas aguas abajo, corres-
312 Ftuídte&eífaf

pondiemtes, al fondo de la burbuja, tendían a expeler partículas, siendo por t ^ y


difusas;., Las superficies dirigidas aguas arriba tendían a atraer partfojl&t, ríttxisj
por tanto la superficie superior de la burbuja bien delimitada, Las p a rikd n
que formaban! parte de una apretada formación resultaron estar sujetas a
fuerza 6$,5; veces; mayor que la ejercida sobre una partícula aislada, para la
misma velocidad relativa. Debería ser posible, por tanto, calcular Ja velocidad
miínimai de; fMdizaeiÓn corno la velocidad del fluido a la cual la fuerza de rcz»
miento aetuandb sobre una única partícula aislada fuera Igual a l/6&,5 de
empuje;., Los; valores; calculados sobre esta base están en concordancia con íat
determinaciones; experimentales., Un método parecido para el cálculo de las
velocidades; mínimas de fluidización ha sido propuesto también por D av / pa
quien dlai un valor medio de 71,3 en vez de 68,5 para el factor de la fuerza de
rozamiento.,
E n lía; figura 6.3 puede verse que para igual a 0 ,4 0 , w ju^¡ vale aprcsí-
Diadamente 78 a valores bajos del número de G alíleo y aproximadamente 9 para
valores; altos. En el primer caso, el rozamiento ejercido sobre la partícula t$.
directamente; proporcional a la velocidad y en el segundo caso al cuadrado de
la veloeidíad; por tanto, la fuerza ejercida sobre una partícula en un lecho fluí-
dizado de porosidad 0,4 es aproximadamente 8 0 veces la ejercida sobre una par­
tícula aislada a la misma velocidad.

6.3.3. Mezcla de gas y sólido

T ipo d e fdujo d é lo s sól idos


E l movimiento de las partículas sólidas en un lecho fluidizado ha sido es­
tudiado por un cierto número de investigadores, utilizando técnicas diversas,
pero; muy pocos han sido los estudios cuantitativos satisfactorios realizados. En
general, se ha; observado que normalmente existe un elevado grado de mezcla,
y que para lia; mayoría de fines prácticos los sólidos del lecho pueden conside­
rarse completamente mezclados. Una de las primeras investigaciones cuantitati­
vas fue lía; de B art (4l\ que introdujo algunas partículas impregnadas de sal en
un; lecho de 32 mm de diámetro constituido por esferas de catalizador de
cracking. Las partículas trazadoras se introdujeron continuamente en el centro
del liechov retirándose una muestra por la parte superior. M a s s im il l a y Bra-
cale m fluid izaron esferas de vidrio en un lecho de 100 mm de diámetro y
demostraron que, en ausencia de burbujas, la mezcla de los sólidos podía repre­
sentarse por una ecuación del tipo difusional. Muchos otros autores, incluyendo
a T a il b y y Cocquerel (ii), registran una mezcla casi completa de sólidos, no
consiguiendo explicar las desviaciones suponiendo un modelo difusional.
M ay 1441 estudió los modelos de flujo del sólido en lechos de hasta 1,5 m de
Fluldlzaclón 313

diámetro introduciendo partícula radiactiva* cerca de la v'^períkx ó á ledbo, y


registrando la aparición de radiactividad a dhtínKA nrrdes per xdo&v de -ana
serie de contadores de centelleo. Con lechos perlero*, observó epe la saezdh
de sólidos podía representarse exorno un procer ,4? fipe df-^VonaL pero es le­
chos de gran diámetro parecía e'/húr um úrmk^Ám $chú s^perpaesia. Los
valores de la dtfusívtdad longitudinal estaban comprendidos esfjre 45 cssr/s ea
un lecho de 0,5 m de diámetro hasta aprc^tmadameníe 150 cra^/f es en *echo
de 1,5 m de diámetro, May investigó también la d«críb«*£» de óengxs de
residencia del gas en un lecho fluídí/adó, provocando un caraba ¡grados) de con­
centración de helio en el aíre de fiuidízacíón y sígusenda Ea variación de coosn-
tractón en el aire de valida por medio de tu» espsctr'íraetf'Q de !SáíS2í-
StTHEffUW ^ utilizó partículas de nv^'jeí como trazadores es tes k¿K? de
partículas de cohre, l as partículas de níoúd eran vír^afcasosr ííé-rócas 2 las

Fie, 6JO, fotografía deí rao de kAídot provocado per esa «£■
burbuja
de cobre en todas las propiedades frica s importantes,» p&fQf, ¿ft ser m a ^ i ^
podían separarse é d lecho con facilidad.. Se añadió a fa p«rttó> aipería? dé u*
fecho ftuMuado CMO mm de diámetro-- y hasta 2 m de afó$j?a> de patfti&ílas.
cotice Jtproximd&dvtmeníe un l % de partículas de ráqueil Se observó- que fe-' me/.
cU en* rápida pero íos resnítidos, fueron de dxtkil irteerpretacídn debelo a-
coniplejkiad de fes modeles de flujo., Se establead,.. sin em&Mcgfr. que ¡a fflezgg»
vertical era menor en un lecho cerra sección' dism inuí en ¿a base.- En- este tasó­
se reducid la formación de barbajas, al mantenerse- east constante ía veVytidbd
del gas debido al aumento del ¿rea de flujo en la dirección en la qpe- disminuía
ta presión, Según parece, tas burbujas juegan un importante papel* en ¿a
laoidn de los solidos, pero el upo de flujo obtenido dependerá en $?arv pare
de la geometría del sistema.
Rowe v Par tridos v4W han estudiado- focatraficam eníe el mo*ñrnien&> de id?
sdítdos producido por la elevación de una sdb burbuja. Guando la burbuja se
forma y asciende, arrastra una estela de burbujas dejando un- borbotan de sd
ftdos tras de st„ según se muestra en la fisura 6 JO . La estela se alaras por >a
adkidn de partículas, hasta que alcanza, una longitud imv W ■-a r**-t ic * 'v< > crvV frs®
V fSrré

mentó de si misma, normalmente en» forma


<J1rVn^^j j , p . rr-¡. de
Eii.ir m t/< u aniÜd
*7'. ^Emn I >*- mi icompleto-.
k >
i irjriyA’.^ . a Este s*.t trz*. ^
proceso
se repite a intervalos a medida que la burbuja asciende (véase ñg., & J í >., Gia
sola burbuja provoca la elevación de aproximadamente la mitad de so¡ propio
volumen de partículas en el borbotón hasta una distancia %ua3 a ía mita*d de su
diámetro, y una tercera parte de su volumen en la estela basta a una' Jbsgjtúd de
un diámetro. El efecto veglobal consiste en mover una cantidad i^nia* o al volumen,
de la burbuja a lo largo de una vez v media su diámetro-. B® un kobo- fhxdiaads

iVX

*/',
F ío . & .I L Etapas del movimiento de partícultó prov-ocade per ©na
V#✓
flu liln " ll" n
4 niH },** burbuja* priM flUt* g ím u h á o ea m eo te f m Ú&QA €Q m>
^ u li¿ M
Wptoeeao muy mnpUfju que da iu&r a m ekvads, grado de ru ada.

Tipo dé Iluto dé\ W


l,« §niat*nci$ y *1 movimiento de la* burbujas de gas en un Jecfso ffcddtzado
t\*M una UiÜWKiift apm íable sobre el modelo de flujo en el ímerke dd lecho,
fig han reaU/ado un cierto número de eemdkA sobre Va modelos de fluj| o t a
m , pero en Ia mayoría de cap a (Arpan la desventaja de h^ber ú ¿ A r/irtA
e cabo en pequen** aparat/A en Va que Va resultado* íierA xr* a ser especlfícc*
óei equipo utilizado,
he Ven realizado con equipo índus*ríal.
et ul, 011 e%tudíer(/n I :radc ■r a it&íítko, íieg&s
cp¡neiurMtn de que te a trstvés dei lecho en £<
burbujee, DAMCWkH'r nica de inyección de ti
liar V
también en un re%enered'/r catalítico, pete estudiar Ilae díttríbusíósi 4e
que el flujo era apro
de residencia deI ya%, llegando e te conclusión de&oue
mente dei tipo de émbolo y la cantidad de rtcudadodad<> era < pequeña, Gi¡
y iuf cole b o r e d o r e * llevaron a cabo una serie de ínyestígadoíaes z ev
cala de iaboratorio, pero su* resultados no fueron concluyentes, En general,
nuestro conocimiento de toe modelos de flujo en el interior dei lecho te redu­
cido; depende en gran manera de la escala y la geometría dei equipo y de la
entidad de la íluídíz,ación obtenida, Sin embargo, puede interpretarte que el
flujo del gas es una combinación de flujo tipo émbolo, reciclado y canalización,
til reciclado parece estar asociado básicamente ai movimiento de Va sólidos,
tiendo relativamente poco im portante para velocidades elevadas dei gas. Esto ha
%ido confirmado por toa estudio* de Lahhkac ***,

6,3A. Transferencia e n tr e la fase continua y Las burbujas

No existe un contorno bien definido entre la burbuja y la fase o


que, al mismo tiempo, la burbuja presenta muchas propiedades ei . jzzr^zj c m
una burbuja de gas en un líquido, Si el gas contenido en la burbuja no inter­
cambiara con el gas de la fase continua, existiría la posibilidad de que una gran
parte del gas evitara efectivamente el contacto con la fase continua v por lo
tonto con lo* sólidos, Esto constituiría evidentemente un serio inconveniente
cuando se llevara a cabo una reacción química en la que intervinieran los sólidos,
i? v
. ek*Mad de intercambio entre la burbuja y la fase continua ha sido estu-
***** por fc/,*KM,v <** y iMvih* **>,
fin una Investigación preliminar, Szekelv ^ inyectó burbujas de aíre coo-
hiendo una concentración conocida de vapor de tetracloruro de carbono en
316 Fluldizeclón

m techo de mícroesferas de ulfafralúmína, fíuídizado medíante aire (86 mm de


diámetro), Suponiendo que el vapor en el exterior de la burbuja era adsorbido
instantáneamente sobre tas partículas, y operando con concentraciones de mate­
rial adsorbido muy bajas, fue posible determinar la velocidad de transferencia
entre las dos fases a partir de la concentración de vapor en el gas de salida.
Estudiando lechos de diferente altura, se estableció que la mayor parte de
la transferencia de materia tiene lugar durante la formación de la burbuja y no
durante su ascensión. Se calcularon los coeficientes de transferencia de materia,
suponiendo a las burbujas esféricas durante su formación y en forma de cas-

fio, 6A2, Coeficiente de transferencia de materia entre la burbuja y la fase


continua en función de la altura del lecho para diversos volúmenes de burbuja(n>.

quete esférico durante su ascensión. Los valores obtenidos estaban compren­


didos entre 20 y 30 mm/t. En la figura 6.12 se muestra la variación del valor
medio del coeficiente con la profundidad; a profundidades del lecho bajas, el
coeficiente es de valor reducido porque el gas puede atravesar el lecho sin en­
trar en contacto con el mismo durante la formación de la burbuja.
Daviei ^ bailó que, con una gama de materiales finos, una burbuja inyec­
tada en el interior de un lecho fíuídizado tenderá a crecer como resultado de
una transferencia neta de gas desde la fase continua hacia dicha burbuja. El
efecto va haciéndose menos notable a medida que la velocidad mínima de fluidi-
zacíón del sistema aumenta. El crecimiento de una burbuja desde un volumen Vi
Bwdización 317
hasra un volumen V i en una altura Az d d lecho, para un sistema con una velo­
cidad mínima de ñuidizacíón u.n*t está dada por:

Vi Az
In (6-23)
% K

representando K la distancia que debe recorrer la burbuja para que su volumen


aumente en un factor e. Un valor típico de K es el de 900 mm para un catali­
zador de craqueo de tamaño medio de partícula igual a 55 p.m, fluidizado a una
velocidad de 2,3 u ^ .
Como resultado del flujo de gas hacia el interior de la burbuja, el tiempo
medio de residencia del gas en estos sistemas se reduce, ya que la burbuja as­
ciende más rápidamente que el gas en la fase continua. Por tanto, la inyección
de una burbuja en el lecho provocará en el mismo una expansión igual al volu­
men de dicha burbuja. Sin embargo, una vez que la burbuja ha roto la super­
ficie del lecho, el volumen del mismo disminuye hasta un valor inferior al ini­
cial. Si uc es tan sólo ligeramente superior a el gas contenido en una pe­
queña burbuja inyectada puede, sin embargo, ser dispersado en toda la fase
continua, no apareciendo la burbuja en la superficie del lecho.
La ecuación 6 >23 permite calcular el incremento neto de volumen experi­
mentado por la burbuja. Ésta crece porque a través de la base penetra una can­
tidad de gas superior a la que sále por la pane superior. Inyectando burbujas
de dióxido de carbono, no absorbido por las partículas, y analizando la concen­
tración de la fase continua a distintos niveles del lecho, ha sido posible deter­
minar la velocidad real de transferencia desde la burbuja cuando ésta asciende
en un lecho de catalizador de craqueo fluidizado por aire a una velocidad
de Umf, Para burbujas de tamaño comprendido entre 80-250 cm3, la velocidad de
transferencia a través de la pane superior de la burbuja es constante y aproxi­
madamente igual a 2 0 m m /s, concordando este valor con los resultados obteni­
dos por Szekely m utilizando una técnica y unas suposiciones muy distintas.

632». Lechos de partículas de diversos tamaños

Sería de esperar que la fluidización más uniforme tuviera lugar cuando las
partículas fueran todas del mismo tamaño, no existiendo por tanto gran diferen­
cia en sus velocidades finales de caída. Sin embargo, a menudo la presencia de
cantidades muy pequeñas de finos mejora la calidad de la fluidización de los
sistemas gas-sólido, aunque la presencia de finos en el lecho puede provocar la
formación de burbujas a una velocidad inferior. Si los tamaños difieren de for­
ma apreciable, tiene lugar la elutriación y las partículas más pequeñas son sepa­
radas continuamente del sistema. Si las partículas que forman el lecho son ini­
318 Fluldlzaclón

cialm ente del mismo tamaño, a menudo se producirán finos como resultado del
desgaste mecánico o del fraccionam iento debido a las elevadas tensiones térmi*
cas. Además, si las propias partículas toman parte en una reacción química, sus
tamaños pueden alterarse como consecuencia de la elim inación de parte del ma­
terial (por ejemplo, durante la gasificación o la com bustión). Los finos que
se produzcan deberán recuperarse por medio de un ciclón. Las trazas finales
de materiales finos pueden eliminarse entonces con un precipitador electros­
tático (véase capítulo 8).
L eva (54) midió la velocidad de elutriación en un lecho constituido por par­
tículas de dos tamaños distintos fluidizado mediante aire. Observó que, si la
altura del recipiente por encima de la parte superior del lecho era pequeña,
la velocidad de elutriación era elevada, pero si aquélla era superior a un cierto
valor, la velocidad no era afectada. Esto podía atribuirse al hecho de que las
partículas pequeñas eran expelidas del lecho a una velocidad superior al valor
de equilibrio correspondiente al recipiente no obstruido situado por encima del
lecho, ya que la velocidad lineal del fluido en el lecho es mucho mayor que
en el tubo vacío. Los experimentos demostraron que la concentración de par­
tículas finas en el lecho variaba con el tiempo de elutriación, según una ley de
la forma
C = C0 e “ Mr (6.24)

donde C es la concentración de partículas en el instante t,


Co es la concentración inicial de partículas, y
M es una constante.
El lecho que contiene partículas de diferentes tamaños se comporta de una
manera parecida a una mezcla de líquidos de distintas volatilidades. Las par­
tículas más finas, asociadas con el medio fluidizante, corresponden al líquido de
punto de ebullición más bajo y experimentan más fácilm ente la elutriación; su
velocidad de eliminación del sistema y grado de separación son afectados por la
altura de la columna de reflujo. Además, siguen una ley análoga a la ley de
Henry para la solubilidad do bases en líquidos, presentando la concentración
de sólidos de un tamaño dado en el lecho, en el equilibrio, una relación cons­
tante con la concentración de sólidos en el gas que sale del lecho. Por tanto, si
se hace circular a través de un lecho conteniendo partículas finas un gas limpio,
dichas partículas son separadas continuamente. Por otra parte, si se hace circu­
lar a través del lecho un gas cargado de polvo, se depositarán partículas hasta
que se alcance la condición de equilibrio. Los lechos fluidizados son utilizados,
por tanto, algunas veces para separar polvos en suspensión, así como gotitas de
niebla, de gases. Presentan la ventaja de que la resistencia al flujo es en muchos
casos menor que en los equipos de medio filtrante fijo . Para la separación de
nieblas de ácido sulfúrico se utilizan partículas de arcilla y pequeñas esferas
de vidrio.
Fluidización 3/9

6.4. TRANSFERENCIA DE CALOR HACIA UNA SUPERFICIE


LÍMITE

6.4.1. Mecanismos

Las buenas propiedades de transferencia de calor de los lechos fluidizados


han conducido a su adopción en aquellas circunstancias en las que se requiere
un control estricto de la temperatura. La presencia de las partículas en un lecho
fluidizado produce un incremento de hasta cien veces en el coeficiente de trans­
misión de calor, en comparación con los valores obtenidos para el gas solo a la
misma velocidad. En un sistema fluidizado mediante un líquido, el aumento no
es tan notable.
Se han realizado muchas investigaciones experimentales sobre la transferen­
cia de calor entre un sistema fluidizado por un gas y una superficie de transfe­
rencia de calor, siendo muy pobre la concordancia entre las correlaciones dadas
por los distintos autores, a veces con diferencias de orden de magnitud 1 ó in­
cluso 2. Las razones de estas discrepancias tan grandes parecen estar asociadas
a la dependencia crítica de los coeficientes de transferencia de calor con res­
peto a la geometría del sistema, la calidad de la fluidización y, en consecuencia,
los modelos de flujo obtenidos. Gran parte de las investigaciones han sido lle­
vadas a cabo antes de que se tuviera un conocimiento real de la naturaleza del
flujo en el interior del lecho. Sin embargo, existe un acuerdo casi universal en
que la única propiedad que no tiene virtualmente ninguna influencia sobre el
proceso es la conductividad calorífica de los sólidos.
Se han sugerido tres mecanismos básicos para el'mejoramiento de los coefi­
cientes de transferencia de calor provocado por la presencia de los sólidos. En
el primero de ellos, las partículas, cuyo calor específico por unidad de volumen
es muchas veces mayor que el del gas, actúan como agentes transferentes de
calor. Como resultado de su rápido movimiento en el interior del lecho, pasan
desde la masa del lecho hasta las capas de gas que se encuentran en estrecho
contacto con la superficie de transferencia de calor, intercambiando calor en
este punto y volviendo de nuevo al interior del lecho. Debido a su corto tiempo
de residencia y a su elevada capacidad calorífica, el cambio de temperatura que
experimentan es pequeño y este hecho, junto al tiempo extremadamente corto
de contacto físico de la partícula con la superficie, explican la poca importan­
cia de su conductividad térmica. El segundo mecanismo que se ha sugerido es
la erosión de la subcapa laminar en la superficie de transferencia de calor por
las partículas, y la consiguiente reducción de su espesor efectivo. El tercer meca­
nismo, sugerido por M ic k ley y F airbanks (5S) consiste en . que unos «paquetes»
de partículas se desplazan hacia la superficie de transferencia de calor, teniendo,
lugar un proceso de transferencia de calor en estado no estacionario.
320 Fiuídizecíón

6.4.2. Sistemas líquido-sólido

E s interesante estudiar tas características de tran sferen cia de calor de Va


sistem as fluidizados líquido-sólido, en los que la capacidad ca lo rífica por unidad
de volumen de los sólidos es del mismo orden que la del fluido, l,a primera
investigación con un sistema de este tipo fue realizada por LfMUCH y CMs
d as (56), pero la mayor parte de sus resultados fueron obtenidos en la región de
transición entre flu jo lam inar y turbulento y resultan p o r tan to difíciles de apre­
ciar. M it so n Sp y S mith midieron los coeficien tes de transferencia de calor
para sistemas en los que se había fluidizado un cierto n úm ero de sólidos dis­
tintos m ediante agua, en un tubo de bronce de 5 u n d e d iá m etro , equipado con
una cam isa calefactora anular. El aparato estaba provisto de termopares que
medían las temperaturas de la pared y del líquido en diversos puntos a lo largo
de la sección calefactora. Se calcularon los coeficientes de transferencia de calor
en la pared del tubo, representándose frente a la concentración volumétrica
según se muestra en la figura 6 ,1 3 , para arena gruesa. Se observó que aumenta­
ban con la concentración, pasando a través de un máximo a una concentración
volum étrica de 25-30 % . Como en un sistema fluidizado líquido-sólido existe
una única relación entre concentración y velocidad, al aum entar la concentra­
ción la velocidad disminuye necesariam ente, y el coeficien te de transferencia
de calor para líquido únicam ente a la velocidad correspondiente muestra una
disminución continua a medida que se increm enta la concentración. La diferen­
cia entre ambos valores, o sea el aumento en el coeficien te atribuible a la pre­
sencia de las partícuas, h-h\, se ha representado frente a la concentración para
pequeñas esferas de vidrio en la figura 6 ,1 4 ; estas curvas pasan también por

Fio, 6,13, Coeficiente de transferencia de calor para partículas de frava


fluid izada en agua
flü id iia c ió n 321

Fio. 6.14. Aumento del coeficiente de transferencia de calor provocado por


esferas de vidrió fluidizadas en agua0*’.

un máximo. Los resultados experimentales obtenidos en la región de flujo tur^


búlenlo pueden correlacionarse convenientemente en función del calor especí­
fico e, del sólido (kj/kg K ). mediante la ecuación

h - h , - 24,4(1 + 1,71 c?.l I )(l Y ’** (6.25)

Aquí los coeficientes de película se expresan en kW/m2 K y la velocidad uc de


fluidixación en m/s. El valor del exponente m es dado por

m - 0,079 ( “ J ' 36 (6-26)

El valor máximo de la relación entre el coeficiente para el sistema fluidizado y


el correspondiente al líquido solo a la misma velocidad es aproximadamente 3.
En un sistema modificado en el que se desplazaba una suspensión de sólidos
a través de la sección de transferencia de calor, el coeficiente de transferencia
de calor fue mayor que el obtenido para el líquido solo, pero inferior al obte­
nido a la misma concentración en un sistema fluidizado. ) E pson , Poll y S m it h (5í)
llegaron a las mismas conclusiones midiendo la transferencia de calor hacia una
suspensión de sólidos en un gas.
Más recientemente (SMa) se han medido los coeficientes de transferencia dé
calor hacia sistemas líquido-sólido utilizando pequeñas superficies calentadas
’ 322 Fluldlzaclón

eléctricamente sumergidas en el lecho. La temperatura del elemento puede obte­


nerse a partir de su resistencia eléctrica, suponiendo que se conozca el coefi­
ciente de temperatura de la resistencia. El calor suministrado se obtiene a partir
de la medición del voltaje aplicado y de la resistencia y es igual a V2//?,
donde V es la diferencia de potencial aplicada a través del elemento, y
R es su resistencia.
La energía Q cedida por el elemento al lecho en el que se encuentra sumergido
puede expresarse como el producto del coeficiente de transferencia de calor h,
el área A y la diferencia de temperatura entre el elemento y el lecho ( T e - T e).
Así:
Q ~ M (6.27)

En el equilibrio, la energía suministrada debe ser igual a la cedida al lecho, y:

. — = hA(Te—TB)(6.28)
A

Por tanto, el coeficiente de transferencia de calor puede obtenerse de la pen­


diente de la línea recta que une V2 con T e . Este método ha sido aplicado con
éxito a la medición del coeficiente de transferencia de calor desde una pequeña
superficie calefactora, cuadrada de 25 mm de lado, hacia una amplia gama de
sistemas fluidizados. Khan (6,) midió el coeficiente para la transferencia de calor
entre una superficie cuadrada de 25 mm de lado y lechos fluidizados en el in­
terior de un tubo de 100 mm de diámetro. Este autor fluidizó partículas unifor­
mes de tamaños comprendidos entre 3 mm y 9 mm mediante líquidos consti­
tuidos por mezclas de queroseno y un aceite lubrificante, cuyas viscosidades
estaban comprendidas entre 1,55 y 940 mNs/m2. El coeficiente de transferencia
de calor aumenta al incrementar la porosidad, y por tanto la velocidad, pasando
por un máximo; este efecto había sido observado por la mayor parte de los
autores que habían trabajado previamente en este campo. La porosidad emn
a la que aparece el máximo coeficiente de transferencia de calor es progresiva­
mente mayor a medida que aumenta la viscosidad del líquido.
Los resultados de este trabajo, junto con los obtenidos anteriormente por
Davies (62> y por R ichardson, R omani y Shakiri m , que fluidizaron partículas
uniformes con ftalato de dimetilo, se han correlacionado expresando el número
de Nusselt de la partícula (Nu' = h d /k) en función del número de Prandtl del
fluido (Pr), el número de Reynolds de la partícula (Re') y la porosidad del le­
cho (e) para dar (véase fig. 6.15):

Nu’ (0,033 R e'+1,88 Re'0,43)P r°’37(l —e)0’725 (6.29)

Una forma alternativa de la correlación, igualmente satisfactoria, compren-


fluidización
323

Número de Reynolds de le partíosla 8 *'

Fig . 6.15. Correlación de los coeficientes de transferencia de calor hacia una


superficie sumergida, en función del número de Reynolds de la partícula
Re' (=tw?p/p>.

día el número de Reynolds del lecho {Re i = u<p/Sp(l—e) y la relación entre


los diámetros de la partícula y de la columna {d /d.) (véase fig. 6.16):

eNu'
R e1 P r0,A22
= (a 0 0 8 0 + 0 2 7 R e ^ M i , ) * 05 (630)

Aunque los parámetros de las ecuaciones 6 3 9 y 6 3 0 se variaron sobre una


amplia gama de valores ( 2 0 < P r < 1 4 0 0 0 ) ( 0 3 < e < 0 3 ) (0.01 < R e* < 5 0 0 0 )
y (0,01 < Reí < 3000), los calores específicos y las conductividades térmicas de
los líquidos fueron casi siempre constantes, como sude suceder con la mayor
parte de líquidos orgánicos, y las dimensiones de la superficie y del tubo no
fueron variadas. Sin embargo, para la comparación con euros resultados, resulta
útil trabajar en función de grupos adimensionales.
Los valores máximos del coeficiente de transferencia de calor, as» como los
de los correspondientes números de Nusselt, pueden predecirse satisfactoriamente
mediante la ecuación 6 3 9 , derivando con respecto a la porosidad e igualando
a cero la derivada.
324 Fluidizacíón

Número de Reynolds del lecho Rex


PlO. 6.16. Correlación de los coeficientes de transferencia de calor hacia una
superficie sumergida en función del número de Reynolds del lecho
Ret l —u,p/S\i(l — <?)].

6.4.3. S istem as gas-sólido

Eli los sistemas gas-sólido, el coeficiente de transferencia de calor hacia una


superficie depende mucho más de la disposición geométrica y de la calidad de
la fluidizacíón; además, en muchos casos las medidas de temperatura son
de dudosa fiabilidad. L eva m ha representado el coeficiente de transferencia de
calor para un lecho, constituido por partículas de arena de sílice de 0,15 mm
de diámetro fluidizadas en aire, en función de la velocidad del gas, utilizando
las correlaciones procedentes de diez investigaciones distintas, según se muestra
en la figura 6.17, Para un flujo de gas de 0,3 kg/m2 s, los valores del coeficiente
estaban comprendidos en el entorno de aproximadamente 75 W/m2K, según
cálculos efectuados mediante la fórmula de L e v e n s p ie l y W alton (64), y de
aproximadamente 340 cuando se utilizaba la expresión de V reedenberg (tól.
Una de las ecuaciones más fiables parece ser la de Dow y J acob (66), que da
un valor de aproximadamente 200 para el caso anterior. Esta ecuación es
225

w ví h es ^ coeficiente de transferencia de calor,


* ss la conductividad «-fínica del gas,
* el diámetro de la partícula,
j es el diámetro del tubo,
la profundidad del lecho,
^ es lt» porosidad del lecho,
& es la densidad del sólido,
P es |a densidad del gas,
% es el calor especifico del salido»
Cp es el calor especifico del gas a presida constante,
p. es la viscosidad ilcl gas, y
u» es la velocidad superficial basada en el tubo vacío»

En otras palabras, el ndmero de Nussclt con respecto al tubo Nu {~ h d i/k ) se


expresa en función de cuatro grupos «dimensionales: la relación entre el diá­
metro del tubo y la longitud» la relación entre los diámetros del tubo y de la

Fio, <M7, Comparación entra laa correlaciones para transferencia de calor. Arena
silícea (Q,H mm) flutdir.ada en aire*’^,
326 Fluidización

partícula, la relación entre la capacidad calorífica por unidad de volumen del


sólido y la del liquido, y el numero de Reynolds del tubo, R e (=Ucd,p/[i). Es
dudoso que pueda darse una relación más fiable que ésta con los conocimientos
de que se dispone actualmente. En estos momentos parece que debería ser más
importante el estudio del mecanismo de transferencia que añadir todavía otra
ecuación a la literatura.
El mecanismo de la transferencia de calor a una superficie ha sido estudiado
en lecho fijo y ifluidizado por Bo tterill y colaboradores (67,68■69•70). Construye­
ron un aparato en el que la reposición de partículas en una superficie de trans­
ferencia de calor se obtenía por medio de un agitador rotatorio cuyas paletas
estaban situadas muy cerca de dicha superficie. El estudio se llevó a cabo en
un sistema estacionario utilizando un lecho anular, suministrando calor en la
superficie interior y retirándolo en la pared exterior por medio de una camisa.
Se calculó el tiempo medio de residencia de la partícula en la superficie en un
lecho fijo, suponiendo que el agitador tenía una eficacia perfecta, y se demostró
que en un lecho fluidizado los efectos de mezcla del gas y del agitador se adi­
cionaban. Se consideró que el proceso de transferencia de calor era de conduc­
ción en estado no estacionario durante el período de residencia de la partícula
y de la capa de fluido que la rodeaba en la superficie. Virtualmente todo el
calor que se transfiere entre la partícula y la superficie pasa a través del fluido
intermedio* ya que existe únicamente un contacto puntual entre la partícula y
la superficie. Puede demostrarse por cálculo que la velocidad de transferencia
de calor disminuye de forma exponencial con el tiempo, y que con gases, la
transferencia de calor está confinada a la región que rodea al punto de contacto.
Con líquidos, sin embargo, las conductividades caloríficas y las difusividades
de las dos fases son comparables, y tiene lugar un flujo importante sobre una
región más amplia. Así* se demuestra que el proceso de transferencia de calor
puede desglosarse en una serie de etapas en estado no estacionario, al final de
cada una de las cuales la partícula y la capa de fluido que la acompaña es mez­
clada de nuevo con toda la masa del lecho. Este proceso es muy parecido al
que se supone tiene lugar en la teoría de la penetración de transferencia de
materia propuesta por H ig b ie ^ y Danckwerts a2), descrita en el volumen 1.
Pone de manifiesto que el efecto del transporte de calor por las partículas y
la rotura de la subcapa laminar en la superficie deben considerarse como com­
ponentes de un solo mecanismo. Botterill y cois, han obtenido una concordancia
razonable entre las medidas experimentales del coeficiente de transferencia de
calor y los valores calculados.
Micxley , Fairsaxxs y Hawthorn m realizaron medidas de la transferencia
de calor entre un lecho fluidizado por aire, de 104 ram de diámetro, y un cale­
factor concéntrico de 6,4 mm de diámetro y 600 mm de longitud, dividido en
seis secciones de 100 mm de longitud cada una, controlables por separado. El
valor medio del coeficiente de transferencia de calor disminuía al aumentar
327

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FíQ. 6.18. Coeficiente* instantáneos de de cater para esferas ^
vidrio ItuktwM en aire '“\

la altura, pudiendo atribuirse esto probablemente a upa PlP.yor tepdencla al frtpb


cionamieuto, iíl valor Instantáneo del coeficiente de transferencia de calor se
halló sustituyendo un imqueno segmento de vu\v> de los calefactores t 1*0 - de
arco y altura igual a ?,Ó tunó por una lamina de platino de baja capacidad calo*
rífica con un termopar en su interior. Se observó que el coeficiente fluctuaba
entre <: 50, y aproshnadameute OpÓ VV/wd 1^» lis la figura §,.t;§ se muestra una
curva típica, en la que. puente versa que el. coeficiente aumenta ráplviamentc
hasta un máximo disminuyendo despuós lentamente basta experimentar su valor
PUS disminución súbita al pasar una burbuja por la lámina ^ platina» Se ha
sugerido que la transferencia de calor tiene lugar por conducción en estado no
estacionaria a un paquete de parttculas que son desppós desplanadas por una
cierta cantidad de gas, be calcularon los coeficientes supernlendo que el calor
fluía durante un tiempo medio, de exposición bacía el Interior de una óyesela
Propiedades físicas y terntícas cx^rtespótulíett a las de un elc-mentp ^ la
ase contiúua, y que podía despreciarse el flujo calorífico bacía el Interior de
.® porción o «tapón» ríe gas. l a fracción tiempo durante la cual la superficie
*,c encontraba en contacto con esta porción de gas oscilaba desvW cero basta
r ^ pa™ UP sólido de fácil fluldUaclóp» pero
pa.recia continuar aumentan*
a yelocidad del gas basta valores muebo más elevados para aquellos sólido?
9^e daban lugar a una fhddUaoión desigual» Partiendo de esta base» es fácil
comprender por quó los. diversos autores han obtenido UPÓ? Valores tan varia'
e* de los coeficientes de transferencia de calor» Para una buena transferencia
MU
Fluldlzación

tlt» VÍdtlü de y p.m fluldlzadas con aire.

ilycalor se requiere urt desplazamiento rápido de lo» sólidos, sin que exista un
recubrimiento considerable de la superficie por el gas solo,
1*1 llICIodo liencillo previamente para la determinación del coeficiente de
transferencia de calor en leeltos fluldlzadoa líquido-sólido en los que se calienta
eléctricamente lili pequeño elemento sumergido, ha sido utilizado con éxito para
aíslenlas gas solido, l a figura 6 , Id muestra la forma en la que varía el coefi­
ciente de liailsfereiieia de calor al aumentar la velocidad del gas. El coeficiente
de liansfereneja de calor se lia representado frente a los múltiplos de la velo­
cidad mínima de tliddlzación [u,/umf) para partículas de vidrio (9 pin) fluidi-
Zadas con alie a la presión atmosférica. La región >4/4, correspondiente al lecho
fijo, se caracteriza por un coeficiente bajo, casi constante. En el punto B, corres­
pondiente a la velocidad mínima de fluidización, el coeficiente comienza a in-
Ciemeulaise rApídametile debido a la circulación de los sólidos; alcanza luego
Ull lulísimo t\ disminuyendo después de nuevo. Este comportamiento puede
Mliilmiise a dos efectos que llenen lugar simultáneamente a medida que se
attinettla la velocidad de Ilujo del gas; en primer lugar existe una velocidad de
circulación de sólidos progresivamente mayor, pero al mismo tiempo aumenta
la tendencia por palle de las burbujas de gas a recubrir la superficie. Una vez
que se lia alcanzado la velocidad de flujo del gas correspondiente al máximo,
los electos del recubrimiento de la superficie por el gas comienzan a dominar al
If aumentando la velocidad) Sin embargo, a una velocidad de flujo todavía mayor
la curva pasa por un mínimo l), Incrementándose después regularmente el coe-
Fluidización 329
fiáente al ir aumentando la velocidad del gas. A velocidades del gas muy ele­
vadas (£), existe tina renovación muy rápida de material en la superficie.
Puesto que tanto en las cercanías de la superficie de transferencia de calor
como en el interior del lecho, donde las condiciones de equilibrio son rápida­
mente alcanzadas, el proceso depende de la transferencia de calor entre el fluido
y la partícula, es importante conocer cuáles son los factores que controlan este
fenómeno. Puesto que la transferencia de materia es un proceso parecido, para
la interpretación de los datos relativos a la transferencia de calor resultará tam­
bién útil la información sobre las velocidades de transferencia de materia.

63. TRANSFERENCIA DE MATERIA Y DE CALOR


ENTRE EL FLUIDO Y LAS PARTÍCULAS

63.1. Introducción

El cálculo de los coeficientes de transferencia de calor o materia entre las


partículas y la corriente de fluido requiere un conocimiento del flujo de calor
o de materia, del área interfacial, y de la fuerza impulsora expresada ya sea
cano diferencia de temperaturas o de concentraciones. Muchas de las primeras
investigaciones no resultaron satisfactorias debido a que no se habían determi­
nado con la suficiente precisión una o más de estas variables. Esto se refiere
especialmente a la fuerza impulsora, que se basaba frecuentemente en suposi-
cicnes completamente erróneas concernientes a la naturaleza del flujo que se
establecía en el lecho.
Uno de los principales problemas que se presentaban al medir los coeficien­
tes de transferencia es que se alcanzan muy rápidamente las condiciones de equi­
librio entre las partículas y el medio fluidizante. Esta dificultad se ha superado
algunas veces utilizando lechos muy poco profundos. Además, en las medidas
de transferencia de materia, los métodos de análisis han sido de poca precisión
y frecuentemente las partículas utilizadas han sido de una naturaleza tal que
no ha resultado posible obtener una fluidización de buena calidad.

63.2. Transferencia de materia entre el fluido y las partículas

Bakhtiarw adsorbió vapores de tolueno e iso-octano, de una corriente de


aire que los contenía, sobre la superficie de microesferas de alúmina sintética, y
siguió el cambio de concentración en el gas de salida con el tiempo, utilizando
un analizador sónico de gases. Observó que se alcanzaba el equilibrio entre el
gas de salida y los sólidos en todos los casos, no pudiendo calcularse por lo
330 Fluidización

tanto los coeficientes de transferencia. Sin embargo, pudo seguir el progreso


del proceso de adsorción.
El balance de materia alrededor del lecho en un instante cualquiera /, una
vez comenzado el experimento, da

G Jy o -y ) = ^ (y rF ) (6.32)

donde Gm es la velocidad de flujo molar del gas,


W es la masa de sólidos en el lecho,
F es el número de moles de vapor adsorbidos por unidad de masa
del sólido, y
y(yo) es la fracción molar de vapor en la corriente de salida (entrada).
La ecuación 6.32 está basada en una mezcla completa de los sólidos en el le­
cho. Si la isoterma de adsorción es lineal, puede relacionarse la concentra­
ción F de material adsorbido con la composición y* del vapor con el que se en­
cuentra en equilibrio por la relación
F = / + fc y * (6.33)

Ahora, si se alcanza el equilibrio entre el gas de salida y los sólidos, y si ninguna


porción del gas pasa en cortocircuito a través del lecho,
y = y* (6.34)

Por tanto, substituyendo de las ecuaciones 6.33 y 6.34 en la ecuación 6.32:

Gm(y0- y ) = ^ { W {f + by)}

(6-35»
Reordenando la ecuación 6.35 e integrando:

El tiempo t se cuenta aquí desde el instante en el que empieza a aparecer el


vapor en el gas de salida del lecho.
Si la s . hipótesis establecidas, es decir, mezcla completa de los sólidos, no
existencia de cortocircuitos, y equilibrio entre el gas de salida y los sólidos, son
correctas, la representación de l n ( l —y/y0) frente a ( G m/W )t debería dar líneas
rectas de pendiente igual a —\/b. En todos los experimentos sobre adsorción, y
en aquellos en los que se efectuaba, recíprocamente, la desorción, se obtuvieron
331
floH fízad0"

Fig. 620. Adsorción de vapor de iso-octano sobre microesferas


de sílice-alúmina<74).

líneas rectas confirmándose así las hipótesis. En la figura 6.20 se ha represen­


tado una curva típica para la adsorción de vapor de iso-octano.
Szekely 09 modificó el sistema de manera que no se alcanzara el equilibrio
a la salida. Utilizó lechos delgados y bajas concentraciones de vapor, obteniendo
así una mayor pendiente de la isoterma de adsorción. Fluidizó partículas de
carbón de distintas estructuras de poro, y partículas de gel de sílice, utilizando
aire o hidrógeno con una concentración conocida de vapor de tetracloruro de
carbono o de agua. Utilizó un pequeño aparato de vidrio que podía desmontarse
rápidamente, y siguió el proceso de adsorción pesando el lecho a intervalos de
tiempo. La concentración de entrada era conocida, y la de salida se determinó
en función del tiempo por medio de un balance de materia, utilizando la infor­
mación obtenida de los distintos pesos del aparato. Se obtuvo entonces la fuerza
impulsora a la entrada y a la salida del lecho, suponiendo que los sólidos expe-
332 Fluldlzeclón

rimentaban una mezcla completa, y que la presión parcial del vapor en su super-
ficie venía dada por la isoterma de adsorción.
A una altura cualquiera z por encima del fondo del lecho, la velocidad de
transferencia de materia por unidad de tiempo, suponiendo flujo de pistón en
el gas, viene dada por
dN A« hDA C¿ dz (6.37)
donde ct es el área de transferencia por unidad de altura del lecho.
Integrando para toda la altura del lecho:

Na h D¿ ACdz (6.38)

L a integración puede llevarse a cabo únicamente si puede estimarse la variación


de la fuerza impulsora a lo largo de la altura del lecho. No resultó posible rea­
lizar medidas de los perfiles de concentración en el interior del lecho, pero como
el valor de AC no variaba mucho desde la entrada hasta la salida, no se intro­
dujo ningún error importante utilizando el valor medio logarítmico AC/«.
Tenemos, por tanto
N A^ h Dt/ZAClm (6.39)

Los valores de los coeficientes de transferencia de materia se calcularon uti­


lizando la ecuación 6.39, y se observó que el coeficiente adoptaba un valor
progresivamente menor a medida que se llevaba a cabo el experimento y los

Húmero de Reynolds (R r) —

Pío . 6 .21. Número de Sherwood en función del número de Reynolds para


experimento» de adsorción<TM.
Fluidización 333

sólidos se saturaban. Este efecto se atribuye a un aumento gradual de la resis­


tencia a la transferencia en los sólidos. El ¿coeficiente de transferencia se repre­
sentó para todos los casos frente a la saturación relativa del lecho, extrapolán­
dose los valores a saturación relativa cero, correspondiente al principio del ex­
perimento. Estos valores extrapolados máximos se correlacionaron entonces
representando el correspondiente valor del número de Sherwood (Sh' = hüdfD)
frente al número de Reynolds de la partícula (Re' = Uctíp/p) para dar dos lí­
neas según se muestra en la figura 6.21, que podían representarse por las si­
guientes ecuaciones:

(0,1 < Re’ < 15) - Sh’ = 0,37 ' u2 (6.40)

(15 < Re' < 250) ^ = (6.41)

Estas correlaciones eran aplicables a todos los sistemas utilizados, suponiendo


que se usaran los valores iniciales máximos de los coeficientes de transferencia.
Esto sugiere que la extrapolación proporciona el verdadero coeficiente de pe­
lícula del gas. Esto viene confirmado por el hecho de que el coeficiente perma­
necía invariable durante un período considerable cuando los poros eran grandes,
pero disminuía de una manera extremadamente rápida para sólidos con una
estructura de poro muy fina. No fue posible, sin embargo, relacionar de forma
cuantitativa el comportamiento del sistema con la distribución de tamaños del
poro.
Mullin y T releaven (76) realizaron un estudio sobre la transferencia de ma­
teria entre un líquido y una partícula que forma parte de un sistema de otras
muchas, sometiendo una esfera de ácido benzoico a la acción de una corriente
de agua. Para una esfera fija o una esfera que puede circular libremente en el
líquido, el coeficiente de transferencia de materia estaba dado por

(50 < Re' < 700) Sh' « 0,94 R e' 1/2 Se1'3 (6.42)

La presencia de esferas adyacentes causaba un aumento en el coeficiente debido


al incremento experimentado por la turbulencia. El efecto era progresivamente
mayor al aumentar la concentración, pero los resultados no estaban influencia­
dos por el hecho de si las partículas circundantes eran o no libres de moverse.
Esto sugiere que el coeficiente de transferencia debería ser el mismo para un
lecho fijo que para un lecho fluidizado.
Los resultados de un trabajo anterior llevado a cabo por Chu, K alil y
W etteroth habían sugerido que los coeficientes de transferencia eran pare­
cidos en lechos fijos y fluidizados. Las aparentes diferencias a bajos números
de Reynolds eran probablemente atribuibles al hecho de que podía existir un
retromezclado importante de fluido en el lecho fluidizado.
334 Fluidización

633. Transferencia de calor entre el fluido y las partículas

La dificultad de medir los coeficientes de transferencia de calor la pone de


relieve el hecho de que muchos investigadores fracasaron al intentar medir
cualquier diferencia de temperaturas entre el gas y el sólido en un lecho fluidi-
zado. Frecuentemente, se suponía un área de transferencia incorrecta, ya que
no se admitía la existencia de equilibrio térmico en todos los puntos de un lecho
fluidizado, excepto en una delgada capa situada inmediatamente por encima del
distribuidor del gas. Kettenring , Manderfield y Smith (7í), y H e e r t jes y Mc-
K ibbins m midieron los coeficientes de transferencia de calor para la evapora­
ción del agua contenida en partículas de alúmina o gel de sílice fluidizadas me­
diante aire caliente. En el primer trabajo existían probablemente errores consi­
derables debidos a la conducción de calor a lo largo de los conductores de los
termopares utilizados para medir la temperatura del gas. Heertjes encontró que
cualquier gradiente de temperatura se producía solamente en la parte inferior
del lecho. Utilizó un termopar de succión para medir las temperaturas del gas,
pero éste provocaba probablemente alguna alteración del modelo de flujo en el
lecho. F rantz m ha revisado gran parte de las investigaciones recientes.
A yers <n> utilizó un estado estacionario en el que se fluidizaban partículas
esféricas en un lecho rectangular por medio de aire caliente. Se mantenía un
flujo continuo de sólidos a través del lecho, y las partículas que abandonaban
el sistema eran enfriadas y a continuación devueltas al lecho.
Los gradientes de temperatura en el interior del lecho se midieron utilizando
un conjunto de finos termopares, con un empalme formado por la soldadura
conjunta de alambres de cobre y constantan de calibre 40. Los conductores del
termopar se mantenían en un plano aproximadamente isotérmico para minimizar
el efecto de la conducción de calor. Una vez alcanzadas las condiciones de
estado estacionario, se vio que el gradiente de temperatura quedaba reducido
a una zona poco profunda, de no más de 2,5 mm de altura, situada en el fondo
del lecho. En todo el resto del mismo, la temperatura era uniforme y existía el
equilibrio entre el gas y los sólidos. En la figura 6.22 se muestra un perfil típico
de temperaturas.
A una distancia cualquiera z por encima del fondo del lecho, la velocidad
de transferencia de calor entre las partículas y el fluido, suponiendo mezcla
completa de los sólidos y flujo de émbolo en el gas, viene dada por

dQ mt hATrf dz (6.43)

Integrando,

ATdz (6.44)
F lu c c ió n

Altura por encima del soporte del lecho mm

Fio. 6.22. Gradiente vertical de temperaturas en un lecho fluidizado<M>.

En la ecuación 6.44, Q podía obtenerse a partir del cambio de temperatura


de la corriente de gas, y a' (área de transferencia por unidad de altura del lecho)
a partir de las medidas del área de los sólidos del lecho. En este caso, la integra­
ción podía llevarse a cabo gráficamente, puesto que se había obtenido la relación
entre A T y z a partir de las lecturas del termopar. La temperatura registrada por
éste se suponía que era igual a la del gas, y si los sólidos estuvieran completa­
mente mezclados su temperatura sería la misma que la del gas en la parte supe­
rior del lecho.

F ig . 6.23. Correlación de resultados experimentales para la transferencia


de calor en un lecho fluidizado<M>.
226 Fluidización

f& iiífáfaé Afi épéfíéférdé 'fá transferencia cié calor se correlacionaban


H*ti fe ecuación 6.4 *5 (véase figura 6.23). Gomo la resistencia
* fe & éáfbr én él Im w » ródía despreciarse comparada con la del
%ñ¡ U* calculado* eran coeficientes de película del gas:

M - M
k - (WH4 { U'J '’Y ' !* (6-4S)

Tw/fírtrfa M f ó fe f tnédíó dé 6 0 F«r8 •* porosidad del lecho, está ecuación


¿Hfédé éi&lMt'fó dé I# iwtififíí
~ ' t í ¡ %#*'** (&&)'

fcfó ^táoíóu ré*tfltd *ér ápíicáble para valores de Re' comprendidos entre 0:25
i VA,

6.6A, A ró íú ú dé lo* reso ltad o * para la tra n sfe re n c ia d e c a lo r y m ateria


á la# par t feo la#

Ir# te»^#rírci/m dé íá< éeuáéiónés 6.40 y 6.46 muestra qué los procéso's dé
dé calor y1 materia Son descritos por ecuaciones de forma parecida:
érófrárfc/r/ lo» Caloré* dé los coeficientes son distintos en los dos casos. Esto
¿i¿ jWrédé atribuirse’ én pñii parte al hecho dé qué_ el valor medio del
dé p/adotl i/V> én los trabajos sobre transferencia de calor erá inferior
#1 t m dél ndrtféro dé &éhmitit (Siv) én los experimentos sobre transferencia de
ff& fcfá,
fii é/rftVéni^nté expresar hrs resultados experimentales sobre transferencia de
y' dé frvaféri* á pártíctdás en función de factores /. Si la concentración dél
éñfé rpré difunde éx pequeña, el factor / para la transferencia de materia
$éra défirrrdo pin lá réláéión

¿ g é

ÁbtrAf fifi é* él ét^éfieiénté dé transferencia dé materia,


f¡b é* la Velocidad tlé fluidización.
é* él tfórnéro dé $ehmttff (ft/p/J).-
p/ é* la viaetoidád dél fítttcio.
£ éx la dénsolad deí fluido* y
// éá I# difostvldad del componente qué sé transfiere en el tluidÓ:

l/# éór'téiptnrdiénfé rélaélón para 1» transferencia de calor es


Fluldlzeclón
337

. p r°
cpput (6.48)

donde h es el coeficiente de transferencia de calor,


cp es el calor esp ecifico del fluido a presión constante,
Pr es el número de Prandtl (cp[ i/k ), y
k es la conductividad térmica del fluido.

Fio. 6.24. Resultados sobre transferencia de calor y de materia expresados


como factores /.

El significado de los factores j ha sido estudiado con detalle en el volumen 1.


Reordenando las ecuaciones 6.4 0 , 6.41 y 6.46 en la forma de las 6.47 y 6.48,
y substituyendo los valores medios de 2,0 y 0,7 respectivamente para Se y Pr,
se obtienen las ecuaciones 6 .4 9 , 6 .5 0 y 6.51 respectivamente:
(0,1 < Re' < 15)

8¡ = 0,37 R e '0»2 S e ' 0»33 = 0,29 R e '0»2 (6.49)


Se R e

(15 < R e '< 250)

j „ .J ^ L s co,67 = 2 0 1 R e '- 0 »5 S e - 0 »33 « : 1,59 R e'~ 0»5 (6.50)


u Se Re'
(0,25 < Re' < 18)

■L = - Pr°>67 m 0,11 R e '0»28P r~ 0»33 = 0 ,1 3 R e'0»28 (6.51)


F PrRe'
338

Estas relaciones se han representado en la figura 6 .2 4 com o las linea» i, /i y (',


respectivamente.
R e s n i c k y W h i t e (U> fluidizaron cristales de naftaleno de c in co dlstrlbuckv
nes distintas de tamaños (entre 1000 y 2 5 0 \m) en aire, hidrogeno, y anhídrido
carbónico a la temperatura de 2 9 8 K. El gas pasaba a través de un disco sinte»
rizado, que servía como soporte del lecho, a velocidades com prendidas en­
tre 0,01 y 1,5 kg/m2 s. Debido a la naturaleza de la superficie y a la forma de
las partículas, la fluidización obtenida debió ser desigual, l a velocidad de Yapo»
rización se determinó mediante análisis gravimétrlco del gas de sal lila, calen
lándose los coeficientes de transferencia de materia, Estos se expresaron en
forma de factores /, habiéndose representado frente al mimero de Reynolds
Re' (=Utdp/\i) en la figura 6.25, Como puede verse, se obtuvieron distintas
curvas para cada fracción de tamaño de las partículas, presentando sin embargo
cada curva la misma forma general, con un máximo en la región ríe íluidUación,
aproximadamente en la transición entre las condiciones de burbujeo y de frac
cionamiento.
C h u , K a l i l y W e t t e r o t h ^ obtuvieron una m ejor calillad en la fluidización
recubriendo partículas esféricas con naftaleno, aunque es probable que tuviera
lugar un cierto desgaste. Los experimentos se llevaron a cabo con partículas
de tamaño comprendido entre 0,75 y 12,5 mm y porosidades desvie 0 ,2 5 hav

48-63 mallas %350 pin|


Fie. 6.25, Factor j, /*, par» la iratufercnvi» vte vapor vta nahateno a aíra
en techos fijo* y ftukUiavto* ’ ,
Hxs. B ife, fath tf j, if, para lechos fijos y fluidiiados *

N." (fe 5tVimfWl Ti/*) dé períía/tos E$tMh>it*í f c ' t o k t f


^AftáWrtó aVre 2.57 Esferas cilindros Fijos, fU.udiiadv.vi 77
* A*rt« Air* f\60 Esferas cilindros. Fijos . 82
j? I S W ^ i !*&) Esferas modificadas Fijos flitftifiados 84
. i^hvóíiicts á|iiia 866 Esferas lujos 85
iÁ l^-ki
. ^ if'r'tih.SrtxN
nÁ¥ J4V tta
” a^rta 276 Esferas Fijos &$
V ill'iv **Evdivo h shertcerio
m i $*1 Esferas modificadas Fijos 86
1 g g g 5 S g y iBg|g| Hfeilifticó 6<H> Esferas iVVódifíea'das Fijos W
Wte*iWicrt- «retorta 164 Esferas hVodíficadas Fijos 86
$39

** Jechos fijos. Se observó dé ¡nievo que el ¡amaño


& fe * * l* ^ p ® $ . M ire él factor ¡ y él huihéto dé É É
p W m i\ \ cuando se réptvseníaha freme a un húmero dé i ic y h m
~ r/¿«Vp/<f ~e)/f i ] sé obtenía unii única cóñéíáciVri (ííg;
ftitíblé ivptvseníar con una sola curva los résúlládds \íé~ún
écS xíe m iares, blxenidbs en lechos ¡fijos y fiindiíadós; ñm hiédids
p^irfív itiS Ifipmtós como gases. Se cubrió uña gama de húhterós de
Como inieifé observarse; los résúllados félaliVds a sfcfe
® Jtó iir a x fe están cbnfmados a valores obtenidos a inYmcí'ds dé iiéyh'ólds
ereVadóS. La curva podría rcpieseniafsc ájhvknhadhhtemé por m
Fluidización

(I < He* < 30) j i = 5,7 R e* °'78 (6.52)


(30 < Re* ¿ 5000) j d = 1,77 R e*~ 0’*4 (6.53)

fofa* t e Sé \wá representado como curva D en la figura 6.24, para


jpMxVddad de 0,5.
VSfovfc muxMés t o i medido también las velocidades de transferencia de mate-
yfa. Vjt.r. MvvY ne V W p h e i m (M) estudiaron la transferencia entre partículas de
tó fa te o V én lechos fijos y fluidizados. Hsu y Molstad (i87) absorbieron
\faVV dé faifaclófiífó de carbono sobre partículas de carbón activo en lechos
de fa\\Y pxva ptxSfundidad. a veces inferior a un diámetro de la partícula. W ilke
y sñcatxMt partículas de celita (tamaños comprendidos aproximada-
faééfa émfa 5 y Id mm) en un lecho fijo por medio de una corriente de aire,
y vómpixNhm\>N qué sus resultados podrían representarse por

(50 < Re' < 250) j d S 1,82 R e'“ 0,51 (6.54)


(R e '> 350) j d = 0,99Re,~0^ 1 (6.55)

fofas nataciones constituyen la curva E de la figura 6.24.


Cfafas pxicdé \erse, la tendencia general de los resultados Obtenidos por di-
fafaMcs es parecida, j>ero no existe una buena concordancia. En la ma-
NxMfa de xsasos fax es posible una comparación directa de los resultados, ya que
fas se dispone de los datos experimentales en la forma adecuada.
l a faqvixaucía del modelo de flujo sobre los resultados experimentales es
exúdente. y las discrepancias entre los resultados de los distintos autores pueden
*UdfaU*é en $rau paité a las diferencias entre las características de los sistemas
ttfadírtfdos. ÉS de especial interés observar que a elevados valores del número
de fce.xfadds^ cuando los efectos del retromezclado no son importantes, se ob-
tfaeéU tesmlfades parecidos en lechos fijos y fluidizados. A esta conclusión lle­
garon fambiéu Mt i VtN y T rei .eaven (76) en sus experimentos con modelos.
l:\»*e epaicutemente una anomalía inherente a los resultados sobre trans-
Ifcrefafa dé calor V de materia, que consiste en que, a bajos números de Rey-
fax&dfc. fos números de bJusselt y de Sherwood (figs. 6.23 y 6.21) son muy bajos,
fafaxéei'é* txidéutemeuté al valor teórico mínimo de 2 para la transferencia por
Yvudfavxóu térmica ó difusión molecular hacia una partícula esférica, cuando la
dd^'éfafa dé temperaturas o de concentraciones está distribuida sobre una dis-
fafafa faí'mifa <véase volumen 1). La explicación más probable consiste en que
a foíjos números dé Reynolds existe un apreciable retromezclado de gas aso­
ciado A ta vxivXlW’kSe de sólidos. Si esto pudiera representarse como un proceso
dé ftpe dúusiónal con una dífusividad longitudinal igual a Di, la ecuación bá*
ídéa pAua 'él proceso de transferencia de calor adoptaría la forma
341

t > t ~ u<cpP - hd{T- Tt) = O (f>M)

feta ecuación puede obtenerse exactamente de la misma forma qué la ecüa-


Cióa i K peto con la adición del último término que representa k trañsferéñeia
dé Calor sensible desde el gas a los sólidos. La derivada con respecto al tiempo
$s Oét\X ya que se considera un proceso en estado éstáeioñaríó.
Integrandcs la ecuación 6.56 da una relación entre h y D l, püdiendo eal-
C*e&arse h únicamente si se conoce D l. Si se supone que a valores bajos del ñú-
fmfto de Reynolds el valor de los números de NúSsélí ó Sherwóód tiende al
\alot teórico nnnimo de 2* es posible calcular los valores de Dl a números de
Reynolds bajos» y extrapolar entonces estos valores Sobré toda la gama dé ñú-
a&étós de Reynolds utilizados. Esto permite rccalcular todos los resultados Uti­
lizando la ecuación 6.56. Cuando se hace esto se ve que ÍOS resultados para
números de Reynolds bajos se modifican de forma considerable eliminándose la
anomalva, mientras que el efecto a números de Reynolds elevados es pequeño.
Ea la figura 6.27 se han representado los valores recalculados dél ñúmérO de NüS-
para experimentos sobré transferencia de calor. Esto confirma k hipótesis
ya expresada, y confirmada por los trabajos de L a n n ea ü (S¿)¿ de que el retro-
mcTC-lado tiene importaneia únicamente a velocidades de flujo bajas.

Valores recalentados del número de Nusselt, teniendo en cuenta los


efectos del retrómezclado<7Í).
342 Fluldización

En la figura 6.24 se han representado como curvas F y G los valores re­


calculados de jh y jd obtenidos a partir de los resultados de A y er s (81) y Szeke-
LY (78\ Puede observarse que las curvas B, D, E, F y G tienen la misma forma.
C o r n ish ^ ha estudiado el valor mínimo posible del número de Nusselt en
un sistema de múltiples partículas. Este autor considera a una partícula indivi­
dual como manantial y al fluido alejado como sumidero, y demuestra que pueden
obtenerse valores del número de Nusselt inferiores a 2. En un sistema fluidizado,
sin embargo, el fluido situado entre las partículas se considera normalmente el
sumidero, y en estas circunstancias es válido el valor teórico inferior mínimo
de 2 para el número de Nusselt. Z abrodsky (W) ha estudiado también la apa­
rente falsedad de los argumentos de Cornish.

6.6. RESUMEN DE LAS PROPIEDADES DE LOS LECHOS


FLUIDIZADOS

Los conocimientos relativos a los lechos fluidizados aumentan a una velo­


cidad muy elevada, publicándose cada año un gran número de trabajos. Debe
tenerse en cuenta, por tanto, que cualquier representación esquemática del es­
tado actual de dichos conocimientos dejará rápidamente de estar al día.
Los lechos fluidizados pueden dividirse de una manera aproximada en dos
tipos. En el primero existe una dispersión uniforme de las partículas en el inte­
rior del Huido y el lecho se expande de forma regular a medida que se aumenta
la velocidad del fluido. Este comportamiento, denominado fluidización particu­
lada, lo presentan la mayoría de sistemas líquido-sólido, siendo las únicas ex­
cepciones importantes los constituidos por partículas finas de elevada densi­
dad. Lo presentan también ciertos sistemas gas-sólido en una pequeña gama de
velocidades justo por encima de la velocidad mínima de fluidización, especial­
mente cuando las partículas son aproximadamente esféricas y tienen velocidades
de caída libre muy bajas. En la fluidización particulada, la velocidad de movi­
miento de las partículas es comparativamente baja, y el flujo del fluido es pre­
dominantemente del tipo de pistón con algo de retromezclado, especialmente a
velocidades de flujo bajas. Normalmente existe una turbulencia global en el
sistema.
En el otro tipo de fluidización, la fluidización de agregación, hay dos fases
presentes en el lecho, una continua o de emulsión, y otra fase discontinua o de
burbujas. Este es el tipo de fluidización encontrado normalmente en los siste­
mas gas-sólido. Las burbujas tienden a formarse a velocidades superiores a la
velocidad mínima de fluidización, creciendo a medida que se elevan en el lecho.
Su crecimiento es debido a la disminución de la presión hidrostática, a la coa-
lescencia con otras burbujas y al flujo de gas desde la fase continua a la bur-
fW á h a á ó n ^

t o í* La *d od d *d a la qu e asciende Ja hw btíjg es $ww \tfí*d*ffm i 4 p r o m ,


oósoi a su vtAomen devado a un texto, %\ d léia r d o m n d e m d e a Ja v *M d *d
de caída Ubre de t¿n partícula*, tenderá a m u sitar pattk*fla§ en vi asíela y *
áetów í^' Fc/f tanto, en un sistema dado ¿tipie o ti ismslPr fñéxltfP) estable de
barbaja, Sí éste excede a aproximadamente 10 sacas at diámetro de las partícu­
las, la exxrtenáa de Ja burbuja será evidente y U fiu id im í/m será de agrsga*
á¿m éste es la condición usual de Jo* sistemas gstsófldsj, %i la burbuja e% me?
sur, s o te ob serv ará? la fJuídizacíón *?r¿ particulada, bit i* flu Ü lm fófl de
agre$sc*On, d movimiento del fluido en Ja fase i m tinua e% priñCÍpatmnla te
matar.
Ea un sistema p& s/Jhdo, d ga* *e distribuye entre Ja fase de Ja* burbuja! y
la faae continua, teniendo esta última una porosidad lícitamente mayor q lte Ja
cDT7Y$pcax5íente a la íJuídízacíón incipiente, &j la velocidad a Ja que atien d en
ha burbuja* te inferior a Ja deJ ga* de Ja fase continua. Ja burbuja *e compoMa
c a s o un espado hueco a través deJ cual iemíerá a fluir preferentemente el ga*,
Sí la vdeeádad a la que asciende Ja burbuja et superior a Ja veh>cJdad deJ ga*
en la fase continua — y éste te el cato más corriente— el ga* de Ja J/ud>uja e*
rcsersaanxnte m odado a través de Ja nube que rodea a Ja misma, Por tanto,
esüxcee d yex entra en contacto únicamente con una cantidad Jimitada de só*
bo a . Ssa embargo, de vez en cuando Ja nube que rodea a Ja burbuja *e des-
pstnde de la m om a,
Ssg^n parece, 1 » burbuja» son Ja» responsable# de buena parte de Ja mezcla
de 1c* sóido*, Una burbuja que asciende arrastra iras sí un cúmulo de pariíc u»
ha. y fa m a una estela de lar mismas igual a aproximadamente una tercera parte
dd rtkm,jen conjunto de Ja burbuja y Ja entela/ tridentem ente, este modelo es
macho zas» ccnrplejo en un Jecho que contiene un número elevad*) de burbujas,
Usa de las propiedades más importantes del lecho fluidi/ado es Ja de pre*
*sca r unas característica* de transferencia de calor muy buenas, Para un sistema
bq»ii»ó}idc<, la presencia de Ja* partículas puede aumentar el coeficiente en
«s factor de 2 6 3. Ln un sistema gavsóbdo, eí factor puede ser de aproxima*
dasesce dos Ordenes d e magnitud, aumentando el coeficiente por Ja presencia
de h a partícula* desde d valor correspondiente al gas hasta uno a viciado ñor*
v&ó&zzne a un liquido. Esta mejora de Ja transferencia de calor está releeio*
vaóa coa d movimiento de Ja* partículas desde el núcleo del lecho basta Ja
*3y^ fxóe de transferencia de calor. Las partículas actúan como agentes de trame
P&te de calor j desplazan material a hp temperatura del núcleo hasta muy cerca
^ ^ *2?erfkáe de transferencia. Por tanto, una rápida circulación proporciona
m dorado coeficiente de transferencia de calor, Luego en un *í*lema gtvsólido,
^ burbujeo en d Jecho debe ser suficiente para dar una mezcla adecuad*, pero,
ri KÉttsuc tiempo, no debe ser tan elevado que ocasione un recubrimiento de ga*
lcfe93í k Kípejfkáe de transferencia de calor,
¥
344 Muídíi'&cióff
6.7. APLICACIONES 0 E LA TECNICA 0 E FLU ID fZ A C íóV
0 E SO LID O S

6.7. 1. Generalidades

La utilización de la técnica de fluídízación de sólido» fue desarrollada ptin*


cípalm ente por las industrias quím icas y del petróleo, para procesos qu e no se­
rían practicables sin los elevados coeficientes de transferencia de calor y el alio
grado de uniformidad de temperatura que se consigue en el lecho, La fluidíza­
cíón de sólidos es ampliamente utilizada hoy en día en m uchas industrias en las
que se desea obtener un contacto íntim o entre una corriente de gas y pequeña s
partículas sólidas. En muchos casos, es posible producir el mismo g rado de con*
tacto entre las dos fases con una caída de presión en el sistem a m u cho menor,
El secado de sólidos finam ente divididos se lleva a cabo actualm ente en un siV
tema fluídízado, así como algunos procesos de carbonización y gasificación, Los
lechos fluídizados se utilizan en la purificación de gases, en la separación de
polvos y nieblas suspendidos en gases, en la obtención de caí viva, y en la fa­
bricación de anhídrido itálico.

6.7.2. Craqueo catalítico en lecho flu íd íz a d o ^

La existencia de un gran exceso de m ateriales de elevado punto de ebulli­


ción después de la destilación del petróleo crudo, condujo a la introducción de
un proceso de craqueo para convertir estos m ateriales en com ponentes dé bajó
peso molecular y punto de ebullición inferior, especialm ente en destilados dé1
petróleo. El craqueo se llevaba a cabo ínicíalm ente m edíante catalizador fijo,
pero las variaciones locales de temperatura en el lecho provocaban un proceso
relativamente ineficaz, y la deposición dé carbón sobre la superficie de las pan
tículas del catalizador implicaba dejar periódicam ente el lecho del catalizador
fuera de servicio para quemar el1carbón. M uchas de estas dificultades son1 supe­
radas utilizando un catalizador fluídízado, ya que es posible retirar continua­
mente catalizador del reactor y añadífld~aT m ism o tiem po regenerado. Los ele­
vados coeficientes de transferencia de calor tienen com o Consecuencia unas tem­
peraturas muy uniformes en el interior de los reactores y hacen posible con­
trolar muy estrictamente las condiciones. El sistema fluídízado tiene un único
inconveniente serio; existe una cierta m ezcla longitudinal que da lugar a algu­
nas reacciones secundarias.
En la figura 6 .2 8 se representa el diagrama de una planta utilizada para el
proceso de craqueo catalítico. En el reactor, que se encuentra a una1 tempera­
tura uniform e de aproximadamente 7 7 5 K , se introduce vapor caliente de petró­
leo con ten ien do la cantidad necesaria de catalizador regenerado. Al disminuir
345
Columna de

I* vdvXíidad del xapor en el reactor, debido al aumento del área transversal de


lV k\ re forma nn lecho fluidizado manteniéndose las partículas sólidas en sus­
pensión, Los \apores salen por la parte superior, siendo la velocidad de flujo
tal que el vapor perm anece en el reactor aproximadamente durante 20 s. Es
necesario instalar nn reparador de ciclón a la salida del gas para separar las
p a re ó la s de catalizad or y las pequeñas gotas de aceite pesado arrastradas por
el mismo, El \apor pasa después a la unidad de fraccionam iento, mientras que
p*?t>e«las de catalizad or y el residuo pesado retornan al lecho. Parte del cata­
lizador es retirado continuam ente del fondo del reactor y, junto con la parte
com éntente de catalizad or nuevo, es transportado en una corriente de aire ca­
liente al regenerador en el que tiene lugar la combustión del depósito de carbón
y de cualquier película ad herentc de aceite pesado, a unos 875 K ; en dicho
regenerador las partículas están tam bién en suspensión como en un lecho flui­
dizado. l o s gases calien tes abandonan el regenerador a través de un separador
de ciclón , desde e l cu al los sólidos vuelven al lecho, y a continuación circulan
a trenes de un preeipitador electrostático que elim ina las partículas más finas
Kdaxxa en swspenskSn, En el regenerador, la temperatura permanece constante
dentro de unos 5 inclu so aunque el lecho fluidizado tenga hasta 6 m de pro­
fundidad y 15 m de diámetro» El catalizador vuelve continuamente desde el re­
generador al reacto r, siendo introducido en la corriente de vapor caliente. El
cielo de tiem po com pleto para el catalizador es de aproximadamente 600 s. Me-
949 Ftuidízecfón
dianle pc|b proceso, se obtiene Ufl producto conteniendo del 50 % al 75 % de
dgsíiindo da petróleo de índice de octano. La calidad del producto puede
controlarse por medio de la proporción utilizada y la temperatura exacta del
Feac lor,
Las investigaciones mée recientes lian demostrado que gran parte del craqueo
(lena lugar en la línea en la que el catalizador regenerado es transportado ai
reactor con la enfríente de vapor de petróleo. La reacción química involucrada
es muy rípida, y el rendimiento del reactor no depende de las condiciones hidro­
dinámicas,
I' m el diagrama de la planta de craqueo catalítico de la figura 6.28 puede
observarse que existe una ausencia completa de partes móviles en el reactor y
en el regenerador. Las posiciones relativas de los componentes son tales que
el catalizador es devuelto al reactor por la acción de la gravedad.

6,7,£, Aplicaciones en ln Industria química

(.os catalizadores íluhHzados se utilizan también en la síntesis de combus­


tibles de alta calidad a partir de monóxldo de carbono c hidrógeno procedentes
de la carbonización de la bulla o de la oxidación parcial del metano. Una impor­
tante aplicación en la Industria química es la oxidación dei naftaleno a anhídrido
Itálicos cate proceso ha «¡ido estudiado por R u ,ry La cinética de esta rpap?
ción es mucho más lenta que la del craqueo catalítico, y en el diseño correcto
del sistema se encontraron considerables dificultades.
Las operaciones puramente físicas también se Ueyan a cabo frecuentemente
en lechos fluldlzados. Así, se utilizan con buenos resultados los secaderos de
lecho fluidi/ado (véase capítulo 16). frecuentemente para materiales muy sen­
sibles que no deben estar expuestos a temperaturas elevadas durante períodos
prolongados,
Lf diseño de un lecho fluldlzado para llevar a cabo una reacción exotérmica
de largo tiempo de duración ha sido estudiado por Ro>ve y. como ejemplo,
este autor consideró la reacción entre fluoruro de hidrógeno gaseoso y dióxido
de uranio sólido» para dar tetrafluoruro de uranio sólido y yapor de agua. Esta
compleja reacción, como aproximación, puede considerarse de primer orden con
respecto al fluoruro de hidrógeno. Aquí el problema consiste en obtener el tiem­
po de contacto necesario entre las dos fases, de la forma más ccpnómipa. La
cantidad de gas en Roma de burbujas debe ser suficiente para dar un coeficiente
de transferencia adecuado, pero a la vez. este gas tiene un tiempo de contacto
eon los sólidos más corto debido a la superior velocidad de ascensión de las bur^
bu jas. Para aumentar el tiempo de contacto del gas. puede hacerse el lecho más
profundo, pero esto Implica una gran caída de presión. El tamaño de burbuja
puede reducirse Incorporando deflectores. y ésta es a menudo una forma efectiva
ftoidi^ cióh 34 7
*
a la vez el tiempo de contacto y permitir unos cambios de escala
Mdfc fiables a partir de los experimentos llevados a cabo con equipo de reducido
(amafio,,M* El control más efectivo se obtiene por medio de una cuidadosa se­
lección del tamaño de partícula de los sólidos. Si se aumenta dicho tamaño de
partícula existirá ut\ flujo de gas mayor en la fase de emulsión, disminuyendo
t\\ la fase de las burbujas. Así se reducirá la relación entre las velocidades del
gas en las burbujas y en la fase de emulsión, aumentando el tamaño de la nube
dé gas. Sin embargo, si se aumenta demasiado el tamaño de las partículas, no
habrá suficiente fase de burbujas para proporcionar una buena m ezcla. En la
práctica, suele ser adecuada una velocidad de flujo de gas de aproximadamente
dús Vecés la requerida para la fluidización incipiente.

Combustión en lecho fluidizado

Ürta Importante aplicación de la fluidización que ha despertado gran interés


éh los últimos años es la combustión en lecho fluidizado. E l material combusti­
ble se Sitña en un lecho fluidizado de material inerte y el aire necesario para la
Combustión es el gas de fluidización. Este sistema ha sido desarrollado para la
generación de vapor en gran escala para producción de electricidad y para la in­
cineración de residuos domésticos.
Cas especiales características de la combustión de carbón en lecho fluidizado
que han Originado el gran interés actual son en primer lugar su adecuación
para la utilización de carbones de bajo grado incluyendo los que tienen elevados
Contenidos en cenizas y altas concentraciones de dióxido de azufre, y en segundo
lugar las bajas concentraciones de esté último que pueden alcanzarse éñ los
gases dé combustión. Esto es debido a las temperaturas del lechó ( ~ 1 2 0 0 K ),
ihuy inferiores a las obtenidas en los hornos convencionales de parrilla, y a la
posibilidad de hacer reaccionar el azufre contenido éñ él carbón con dolomita o
piedra caliza para descargarlo en forma de cenizas.
Oran parte de la investigación básica, los estudios dé desarrolló y las carac­
terísticas de diseño de aparatos para combustión en lecho fluidizado en gran
escala se encuentran en los Proceedings Óf the Symposium on Fluidised Bed
Combustión organizado por el Institute of Fuel én 1975 (94). Sé ha trabajado con
hornos a escala de planta piloto con capacidades de hasta 0,5 M W , y actual­
mente se están construyendo hornos éri gran éscala de hastá 30 M W .
til material del lecho suele consistir inicialmente en un material inerte, como
pót ejemplo arena o cenizas, con un tamaño de partícula comprendido en­
tre 50Ó y 1500 pin. Este material es gradualmente substituido por cenizas pro­
cedentes del carbón y aditivos utilizados para la eliminación del azufre. La ceniza
&é retira continuamente por el fondo del lecho y, además, éXisté un coñsidérable
arrastre por elutriación; esta fina ceniza debe ser recogida mediante ciclones.
Ufí
Fluidizaclón
I «s prufMHÚiúíltJe& del lecho se mantienen normalmente por debajo de aproxi-
IllHilMliienie 0*8 ttt para limitar la potencia requerida.
i:| (lene ima densidad menor que el material del lecho y por lo tanto
lleude ti flotar, perú si el lecho está provisto de un vigoroso burbujeo el carbón
se tfllUOttlHOA hlen mezclado con el resío del material; el grado de mezcla de*
leiinliiM el Húmero de puntos de alimentación necesarios. Generalmente, la frac­
ción de material combustible no es superior a aproximadamente un 5 % del
tultll píeseme en el lecho» El tamaño máximo del carbón que ha sido utilizado
üllll eslío eS de 21 mmj es decir, aproximadamente superior en dos órdenes
de magnitud al tamaño de las partículas de un combustible pulverizado. La po­
sibilidad deUtilizar directamente carbón procedente de la mina elimina la nece­
sidad del equipo de pulverización, con sus elevados costes de inversión y fun­
cionamiento»
Al entrar en el Jecho, el carbón se desprende de sus componentes volátiles,
por lo que el proceso de combustión implica a la vez vapor y carbón sólido. Nor­
malmente la mezcla de los volátiles con el aire del lecho no es muy buena, exis­
tiendo lina llama considerable por encima de la superficie del lecho. Como las
Velocidades del aire se escogen de forma que se obtenga un lecho con un elevado
Miado de borboteo, gran parte del oxígeno necesario para la combustión debe
pasar de la tase de las burbujas a la fase densa para poder reaccionar con el
carbón» Puf tanto, en la fase densa habrá una importante resistencia difusional
a la transferencia de oxígeno hasta la superficie de las partículas. Debido a esto,
el proceso de combustión está prácticamente controlado por completo por la
difusión a temperaturas superiores a aproximadamente 1120 K. El resultado es
lilla oxidación a tnonóxldo de carbono cerca de la superficie de las partículas
y Olla posterior reacción a dióxido de carbono. A pesar de las limitaciones difu-
slonales, puede conseguirse una utilización de hasta el 90 % del oxígeno de en­
trada. El (lempo de residencia del gas en el lecho es del orden de 1 segundo,
mientras que las partículas de carbón pueden permanecer en el mismo durante
muchos minutos, Generalmente, existe un arrastre importante de carbón con
las cenizas linas; este material suele reciclarse a otro aparato en el que la com­
bustión llene lugar a una temperatura bastante más elevada que la del lecho
principal, Una ventaja adicional de la utilización de alimentaciones de carbón
de gran tamaño de partícula reside en el hecho de que la proporción de material
arrastrado por el gas es consecuentemente menor.
Los hornos de lecho fluldlzado pueden funcionar a temperaturas comprendi­
das entre 1071-1221 K, pero la mayoría operan a temperaturas cercanas a 1175 K.
Algunos de los tubos se encuentran sumergidos en el lecho y otros están situa­
dos por encima de la superficie libre; la transferencia de calor a los tubos su­
mergidos es buena, Ivas áreas de los tubos son normalmente de 6-10 m2/m3 de
bunio y los coeficientes de transferencia de calor suelen estar comprendidos
entre 300 y 100 W/m1K} en la transferencia de calor, el mecanismo de la
Fluidización 349
radiación es muy importante. En los hornos grandes, la generación de calor es
de aproximadamente 106 W/m3 de horno.
Una de las mayores ventajas de la combustión de carbón en lecho fluidizado
es que resulta posible absorber el dióxido de azufre que se forma. Generalmente
se añade piedra caliza o dolomita, que una vez en el horno se convierte en óxido
cálcico, o en óxidos cálcico y magnésico, que reaccionan después con el dióxido
de azufre de la siguiente forma:

CaO + SOj + 2^2 —* CaS04

Resulta posible regenerar el sólido en otro reactor utilizando un gas reductor


consistente en hidrógeno y monóxido de carbono. Hay una cierta evidencia de
que la reactividad de la caliza o la dolomita es mejorada mediante la adición
de cloruros, pero su utilización tiene el inconveniente de originar problemas de
corrosión. La combustión en lecho fluidizado origina menos polución también
debido a que se forman menos óxidos de nitrógeno.
El nivel de corrosión y erosión de los tubos sumergidos en el lecho es bajo.
Sin embargo, existe la evidencia de que la adición de caliza o dolomita provoca
una cierta penetración de los sulfuros. El peligro principal estriba en la corro­
sión por el cloro.
Se ha trabajado también, a nivel experimental y de planta piloto, operando
a presión; se ha trabajado a presiones de hasta 600 kN/m2, y en un caso de
hasta 1 MN/m2. La operación a presión permite la utilización de lechos más
pequeños. La velocidad de fluidización requerida para producir unas condicio­
nes dadas en el lecho es en gran parte independiente de la presión y por tanto
la velocidad másica de alimentación de oxígeno al lecho está relacionada con la
presión de una forma aproximadamente lineal. Operando a presión, resulta po­
sible trabajar con mayores profundidades del lecho. Debido a la baja tempera­
tura de operación de los lechos fluidizados, las cenizas son quebradizas y rela­
tivamente no erosivas, por lo que los productos de la combustión pueden pasar
directamente a través de una turbina de gas. Esta combinación con una turbina
de gas es una característica esencial en la operación económica de la combustión
presurizada. En general, es mejor utilizar dolomita en vez de piedra caliza para
la absorción del dióxido de azufre, ya que las presiones más altas del dióxido
de carbono provocan una inhibición en la transformación del carbonato cálcico
a óxido.
Parece probable que la combustión de carbón en lecho fluidizado pueda
ser, en un futuro próximo, una de las aplicaciones más importantes de los siste­
mas fluidizados; es muy posible que una gran proporción de las nuevas plantas
generadoras que funcionen mediante la combustión de carbón incorporen apa­
ratos de combustión en lecho fluidizado.
v<vH> F lu id iz a c ió n

6,8. LEC T U R A ADICIO N A L


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