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A BIBLIOTECA NEGRA DO CAOS

Background de Warhammer 40,000


(em espanhol)

PARTE 23
La Biblioteca Negra del Caos (también conocida simplemente como la Biblioteca Negra) es el repositorio
Eldar de conocimientos prohibidos.

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La Herejía de Horus

Durante su historia, la humanidad se ha enfrentado a los poderes del Caos en innumerables ocasiones, antes
incluso de la aparición del Imperio y la Primera Fundación de las Legiones Astartes. De todos estos
enfrentamientos, el mayor fue sin duda el conocido posteriormente como la Herejía de Horus en el milenio 31.
Dicho conflicto marcó el fin de una Era.

Horus era uno de los Primrcas en que el Emperador se basó para levantar las Legiones Astartes. Tenía a su
mando una de ellas, los Lobos Lunares, que posteriormente cambiaron su nombre por el de los Hijos de
Horus en honor a su jefe. Era un general sin par, comúnmente reconocido como el mejor comandante militar
de su tiempo. Su lealtad para con el Emperador era indiscutible, y en una época en que los hechos valerosos
eran comunes, su dedicación y capacidad le valieron su nombramiento como Señor de la Guerra Imperial,
subordinado solo ante el mismo Emperador.

Antes de poder viajar a la Tierra para recibir oficialmente su nuevo cargo, Horus cayó enfermo en el mundo
salvaje llamado Davin. Durante su convalecencia, decidió ser iniciado en una sociedad guerrera local, el
Cuchillo de Piedra. Tal costumbre era muy común e incluso favorecida entre los comandantes imperiales, ya
que se consideraba que era mucho mas sencillo efectuar reclutamientos en un mundo si los 'Guerreros de las
Estrellas' formaban parte de sus 'hermanos'. Y esa decisión fue la peor que pudo tomar en su vida. La
Hermandad del Cuchillo de Piedra resultó ser un culto del Caos encubierto, y sin que nadie se diera cuenta,
Horus fue poseído por un demonio del Espacio Disforme durante la ceremonia de iniciación. Los poderes
oscuros pretendían usar al Señor de la Guerra para derrocar al Emperador y dirigir el destino de la
Humanidad a través de su títere. Su nuevo sirviente, aún venerado por sus ignorantes tropas, empezó a
conspirar inmediatamente para tal fin.

Mientras duraba su convalecencia, Horus había sido puesto al mando de una gran fuerza de conquista, con
cuatro de sus hermanos Primarcas y sus capítulos de Marines al completo bajo sus órdenes directas: Angron
y sus Devoradores de Mundos, Magnus y los Mil Hijos, Fulgrim con los Hijos del Emperador, Mortarion y la
Guardia de la Muerte, y su propio capítulo. En todos ellos el Señor de la Guerra implantó el nuevo culto,
sustituyendo el culto Imperial de modo gradual. La infección pronto se extendió a las órdenes del Adeptus
Mechanicus bajo su mando, y de allí empezó a expandirse por el resto de las fuerzas imperiales. Al poco
tiempo, mas de la mitad del Adeptus Mechanicus, incluyendo muchas unidades del Collegia Titanica y la
Legio Cibernetica apoyaban a Horus y sus visiones de un nuevo Imperio. Porque el Señor de la Guerra no
declaró abiertamente su respaldo al Caos, sino que corrompió a sus seguidores haciéndoles creer en un
nuevo orden, un nuevo Imperio mas fuerte con Horus a la cabeza como única opción para la supervivencia de
la Humanidad. Y todas sus intrigas pasaron desapercibidas incluso a los atentos ojos de la Inquisición.
Los que le conocían bien hablaban de pequeños cambios en el Señor de la Guerra: pérdidas de memoria,
cambios en algunos de sus hábitos... Pequeños detalles. Pero nada hizo sospechar la terrible verdad hasta el
terrible suceso conocido como el Azote de Isstvan.

Antes de que Horus pudiera empezar a moverse, el Comandante Imperial de Isstavn III declaró el sistema
entero como principado independiente. El Emperador y el Administratum, ignorando el cambio ocurrido en
Horus, ordenaron al Señor de la Guerra que se ocupara de la rebelión y asegurara el sistema. Y desde luego,
lo hizo.

Sin intención de perder tiempo en una campaña de limpieza, Horus ordenó un bombardeo masivo con armas
víricas desde las naves en órbita sobre el planeta. La población completa, mas de doce billones de seres, fue
exterminada en cuestión de segundos. Se dice que el grito psíquico de agonía de los muertos llegó a apagar
la luz del mismo Astronomicon.

Durante el bombardeo, algunos capitanes leales de las legiones bajo el mando de Horus consiguieron tomar
el control de la fragata Eisenstein. Mientras un pequeño grupo escapaba con la fragata hacia el espacio
imperial, el resto lucharon hasta la muerte a bordo de las demás naves para cubrir su huida. La captura y
escape del Eisenstein se considera el inicio de la Primera Guerra Interlegionaria.

Al principio, el Emperador se negó a creer que el Señor de la Guerra, su mas preciado hijo, se había vuelto en
su contra. Pero finalmente la realidad se impuso, y por fin decidió acabar con la rebelión de un golpe. Ordenó
a siete Primarcas y sus Capítulos al completo que destruyeran a Horus y sus rebeldes. Pero a pesar de su
urgencia se perdieron mas de 180 días en las dudas iniciales, los preparativos y el viaje de la Cruzada contra
el Señor de la Guerra, tiempo que Horus empleó bien en extender el culto al Caos en sus fuerzas y reforzar su
proclama de ser el Nuevo Emperador de la Humanidad. La Pax Imperia se disolvía a medida que las nuevas
de la rebelión llegaban a los últimos rincones del Imperio. Las tropas Imperiales tomaban partido a favor del
Emperador y del Señor de la Guerra casi en igual cantidad. La guerra civil estalló.

Los siete capítulos leales pusieron finalmente rumbo al sistema Isstvan. Hay discrepancias en cuanto a qué
unidades se destinaron como fuerza de respuesta. Cuatro de los siete están tristemente confirmados en la
historia imperial: Los Amos de la Noche, los Guerreros de Hierro, los Portadores de la Palabra y la Legión
Alfa. De los otros tres, se supone la participación de los Salamandras, y las legiones 2 y 11, cuyos datos han
sido borrados de los archivos imperiales. El resto de datos sobre la desafortunada fuerza se pierde en un mar
de especulaciones.

Horus había establecido un cuartel general provisional en Isstvan V. Los capítulos leales golpearon en rápida
sucesión, y las batallas por la Purificación de Isstvan fueron terriblemente sangrientas. Los primeros asaltos
fueron debilitados y aislados durante los desembarcos, y luego exterminados al completo. De los tres
capítulos que efectuaron los desembarcos, solo cinco marines de los Salamandras consiguieron escapar de la
superficie y volver con la semilla genética de sus compañeros. Sus compañeros en órbita, en lugar de
apoyarles, se unieron a la rebelión y ayudaron a Horus a destruir las bolsas de resistencia en la superficie.
El golpe fue terrible. Del total de capítulos de Marines existentes, la mitad estaba del lado del Señor de la
Guerra y tres mas habían sido aniquilados y eliminados como fuerza de combate. Mientras tanto, a lo largo y
ancho del Imperio las tropas rebeldes y las leales se enfrentaban sin tregua. En muchos sistemas revivieron
antiguas rencillas, dando excusas adicionales a los combatientes. La Guardia Imperial y la Flota quedaron
igualmente divididas. Esta última solo consiguió imponerse en el sistema Solar, y quedó tan dañada que tuvo
que retirarse a sus bases en la Luna para reparaciones extensivas. El Imperio se partió por la mitad a todos
los niveles, apoyando a uno u otro bando.

Después de las Masacres de Isstvan, la Inquisición empezó una purga completa del Adeptus Mechanicus. Las
luchas internas no tardaron en aparecer mientras los Mechanicus se dividían entre las dos facciones. Las
bases en Marte de la Legio Cibernetica y el Collegia Titanica fueron inmediatamente asediadas por tropas
leales. De todas las legiones de Titanes de la Divisio Militaris, solo las estacionadas en la Tierra se
mantuvieron leales al Emperador. El resto se alinearon junto a Horus. Fueron tiempos sangrientos de guerra
civil, de hermanos matando a hermanos. La mano del Caos aún no era evidente, y ambos bandos
proclamaban ser los verdaderos defensores de la humanidad. Las legiones de Marines lucharon con el
fanatismo que las caracterizaba, pero habían encontrado la horma de su zapato. Con ambos bandos
convencidos de la pureza de su causa, la sangre cubrió las estrellas.

Ante la traición masiva de la Divisio Militaris, las reducidas fuerzas leales del Collegia Titanica a duras penas
consiguieron mantener bajo su control los depósitos de armas y suministros, en gran parte gracias a la
presencia de miembros de la Eclesiarquía. Esto presentó un problema inmediato a los rebeldes, ya que los
titanes destruidos o dañados no podían ser reparados con los recursos limitados de que disponían las
órdenes individuales. Se produjeron terribles batallas entre las ordenes de titanes rebeldes y leales.
Enfrentadas a su exterminio por falta de suministros si se retrasaban o actuaban de un modo defensivo, las
órdenes rebeldes atacaron con todo lo que tenían. La história del Collegia Titanica relata varios casos de
adeptos constructores que, recién acabados los ritos de activación de nuevos titanes, montaban en ellos para
llevarlos directamente al combate, algunos con sus libaciones aún frescas. Semejante fanatismo era siempre
compensado por la ventaja numérica de los rebeldes. A pesar de sus valientes esfuerzos, muchos suministros
del Collegia Titanica fueron finalmente capturados por los rebeldes y usados convenientemente en el asalto
final a la Tierra, que no tardó en producirse, con nueve legiones de Marines y casi todo el Adeptus
Mechanicus para respaldarle.Durante la contienda, la lucha fue fratricida. Ambos bandos cometieron atrocidades sin fin.
No se pidió cuartel, y no se dio ninguno.

Aunque poseído, el Señor de la Guerra no había perdido su brillante genio táctico. En casi todo el Imperio las
fuerzas de ambos bandos se encontraban en una situación de tablas. Con muchos mundos industriales bajo
su control, el Emperador tenía todas las de ganar en una guerra de desgaste, y Horus lo sabía. Dispuesto a
aplastar el corazón del Imperio, Horus puso rumbo a la Tierra con el mayor ejército visto hasta entonces.
Sobrepasó a la flota imperial, destruyó sus bases en la Luna, conquistó las factorías de Marte, destruyó las
defensas orbitales de la Tierra y estableció un anillo de tropas alrededor del Palacio Imperial en solo 30 días.
Mientras tanto, la guerra civil arrasaba millones de mundos.

Las únicas fuerzas leales que quedaban en la Tierra eran los Puños Imperiales, los Cicatrices Blancas, los
Adeptus Custodes y algunas unidades leales del Collegia Titanica pertenecientes a la Legión de las Avispas
de Fuego. A pesar de su valor suicida y la dirección del mismo Emperador, no pudieron evitar que el
desembarco inicial se convirtiera en asedio. Una tras otra las defensas del palacio Imperial, el llamado Palacio
exterior, fueron cayendo, aunque a un terrible precio para los rebeldes. Las defensas de adamantium,
extendiéndose en un perímetro de mas de diez mil millas, costaron innumerables vidas a atacantes y
defensores. Los Cicatrices Blancas pronto quedaron aislados intentando mantener el espaciopuerto bajo
control imperial. Apoyadas por las máquinas de destrucción del Collegia Titanica, en el 55º dia las tropas
rebeldes alcanzaron por fin los muros del Palacio Interior y los franquearon. La situación se volvía
desesperada por momentos, y cuando las fuerzas leales abandonaron el Palacio Exterior, el Emperador
actuó.

Al captar que los escudos de la nave insignia de Horus estaban desactivados, se desconectó del
Astronomicon, la señal definitiva para la flota de que el fin, de un modo u otro, estaba cerca. Junto con una
compañía de Adeptus Custodes y otra de Puños Imperiales se teleportó a la nave insignia de Horus. Su
contraataque tuvo éxito. Durante los feroces combates que siguieron, Horus y el Emperador se enfrentaron
finalmente, y el Señor de la Guerra fue destruido, no sin antes herir mortalmente al Señor de la Humanidad.
En la confusión del momento, los Hijos de Horus se retiraron del Palacio Imperial y volvieron a su nave
capitana. El cuerpo de Horus nunca fue encontrado.

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