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'rítulo original: L'institution immaginaire de la socie-


té 1: Marxisme et théorie révolution-
·.t naire

7 Prefacio
l. a edición : septiembre 1983
Primera parte. Marxismo y teoría revo-
lucionaria
17 I. El marxismo : balance provisional
1. La situación histórica del marxismo y la
noción de ortodoxia
2. La teoría marxista de la historia
3. La filosofía marxista de la historia
4. Los dos elementos del marxismo y su des-
O Editions du Seuil 1975
tino histórico

121 IL Teoría y proyecto revolucionario


l. Praxis y proyecto
2. Raíces del proyecto revolucionario
3. Autonomía y alienación

197 III. La institución y lo imagi:p.ario: pri-


1 mera aproximación
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1 Í.--=-v Traducción de Antoni V1cens' 1.-~. .~ ._~,, 1


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Dise"ñp d.~ li colecCión: Clotet/túsquets :
Diseño de 1a cubierta: Martux-Trix
Reservados todos los derechos de esta edición a favor de
Tusquets Editores, S. A., Iradier, 24, Barcelona- 17
ISBN 84-7223-733-8 Obra completa
. ,. ISBN 84-7223-979-9 7omo 1 ·
lJ Depósito Legal: B. 2178885 - 1983 (Tomo 1)
Gráficas Diamante, Zamora, 83, Barcelona - 18
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f 111. La institución y lo imaginario:


j primera aproximación

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La institución: la visión económico-funcional

La alienación no es ni la inherencia a la historia,


ni la existencia de la institución corno tales. Pero la
alienación aparece como · una modalidad de la rela-
ción con la institución, y, por su intermediario, de la
relación a la historia. Es esta modalidad la que debe-
mos elucidar, y, para ello, debemos comprender me-
jor qué es la institución.
En las sociedades históricas, la alienación aparece
como encarnada en ·la · estructura de clase y la po;mt~.
.,
. nación por una minoi-ía, ·pero de hecho supera estos
· rasgos. La superación de la alienación pre~mpone evi..:·
dentemente la eliminación de la dominación de toda
clase particular, pero va más allá de este aspecto.
(N o es que las clases puedan ser eliminadas, y la
alienación subsistir, o a la inversa, sino que las cla-
ses no serán efectivamente eliminadas, o su renaci-
miento impedido, más que paralelamente a la supera-
ción de lo que constituye lá alienación propiamente
dicha.) Va más allá, porque la alienación existió en
las sociedades que no presentaban una estructura de
clase, ni siquiera una diferenciación social importan·
te; y porque, en una sociedad de alienación, la clase
dominante misma está en situación de alienación:
sus instituciones no tienen con ella la relación de
pura exterioridad y de instrumentalidad que le atri-
buyen a veces algunos marxistas inocentes, no pue-
de mistificar el resto de la sociedad con su ideología
sin :r:nistificarse al mismo tiempo ella misma. La alíe-
nación se pre~enta primero corno alienación de la punto de vista que es aquí el nuestro, si esta funcio-
sociedad a sus instituciones, como .autonpmización de nalidad tiene un tinte «causalista» o «finalista>>; poco
las instituciones con respecto a la sociedad. ¿Qué es importa igualmente el proceso de nacimiento y de
C'

lo que se autonorniza así, por qué y cómo? Esto es supervivencia de la institución que se supone. Tan-
lo que se trata de comprender. to cuando se dice que los hombres, tras comprender
Estas comprobaciones conducen a poner en cues- la necesidad de que tal función se cumpla, crearon
tión la visión corriente de la institución, que llama- conscientemente una institución adecuada, como
remos la visión económico-funcional'. Entendemos cuando se afirma que la institución, al surgir «POr
con ello la visión que puede explicar tanto la exis- azar» pero al resultar funcional, sobrevivió y permi-
tencia de la ·institución como sus características tió sobrevivir · la sociedad considerada, o que la so-
(idealmente, hasta los mínimos detalles) por la fun- ciedad, al necesitar que tal función se cumpliera, se
ción que la institución cumple en la sociedad y las apropió de lo que encontró allí y le encargó esta
circunstancias dadas, por su papel en la economía función, o que Dios, la Razón, la lógica de la historia,
de conjunto de la vida sociaP. Poco importa, desde el . organizaron y siguen organizando las sociedades y
las institucines que les corresponden, no se hace sino
l. Así, según Bronislaw Malinowski, de lo que se ~ insistir sobre una y única cosa, la funcionalidad, el
trata es de «.. .la explicación de los hechos antropológi- encadenamiento sin fallo de los medios. de los fines,
cos, a todos los niveles de desarrollo, por su función,
por el papel que representan en el sistema integrado de o de las causas, y los efectos en el plano general, la
la cultura, por la manera en que están vinculados en correspondencia estricta entre los rasgos de la insti-
el interior del sistema y por la manera en que este sis- tución y las necesidades «reales» de la sociedad con-
tema está ligado al medio natural... La visión funciona-
lista de la cultura insiste, pues, sobre el principio de siderada, en una palabra, sobre la circulación ínte-
que, en todo tipo de civilización, cada costumbre, cada gra e ininterrumpida entre un «real» y un «racio-
objeto material, ca.d a idea y cada creencia cumple una nal-funcional». ·
función vital, tiene ~a · tarea que realizar, representa
una parte indispensable en el seno de un todo que fun- N o cuestionamos la visión funcionalista en la me-
ciona (within a working whole)», «Anthropology», en dida en que llama nuestra atención sobre el hecho
Encyclopaedia Britannica, suplem. vol. 1, p. 132-133, Nue- evidente, pero capital, de que las instituciones cum-
va York y Londres, 1936. Véase también A. R. Radcliffe- plen unas funciones vitales, sin las cuales la exis-
Brown, Structure antl Function in Primitive Society,
Londres, Cohen and W est, 1952. tencia de una sociedad es inconcebible. Pero sí la
2. Es también finalmente la visión marxista, para cuestionamos en la medida en que pretende que las
la cual las instituciones representan los medios adecua- sociedades se reduzcan a esto, y que son perfecta-
dos por los cuales la vida social se organiza para concor- 1 mente comprensibles a partir de este papel.
dar con las exigencias de la «infraestructura» .. Esta vi-
sión está atemperada por varias consideraciones: a) La Recordemos, ·primero, que la contrapartida nega-
dinámica social descansa sobre el hecho de que las ins- tiva de la visión contestada indica algo para esta vi-
tituciones no se adaptan automática y espontáneamente sión misma: la multitud de casos en los que se veri-
a la evolución de la técnica, y hay pasividad, inercia y
«retraso>> recurrentes de las instituciones en relación con
la infraestructura (que debe ser cada vez rota por una 1 fican, en unas sociedades dadas, unas funciones que
«no se cumplen» (a pesar de que podrían cumplirse
evolución); b) Marx veía claramente la autonomización
de las instituciones como la ·e sencia de la alienación
l según el nivel dado de este desarrollo histórico), con
-pero tenía finalmente una visión «funcional» de la alie-
nación misma; e) las exigencias de la lógica propia de la el análisis de la economía capitalista por Marx) a la fun-
institución, que pueden separarse de la funcionalidad, cionalidad contradictoria del sistema. Volvemos más ade-
no eran ignoradas ; pero su relación con las exigencias lante sobre estos diversos puntos. No impiden que la
del sistema social cada vez considerado, y especialmente crítica del funcionalismo, formulada en las páginas que
con «las necesidades de la dominación de la clase explo-
tadora», permanece oscura, o bien es integrada (como en j siguen,
el y que se sitúa en otro nivel, valga también para
marXismo.
consecuencias a veces menores, otras catastróficas Pero lo que debe proporcionar el punto de parti-
para la sociedad en cuestión•. da de nuestra investigación, es la manera de ser bajo
Cuestionamos la visión funcionalista, sobre todo la cü~l se da · la ins-titución -a saber, lo -simbólico;-
a causa del vacio que presenta allí donde debiera es-
tar para ella el punto central: ¿cuáles son las <<ne-
cesidades reales» de una .sociedad, cuyas institucio-
nes, se supone, no están ahí sino para servir?• ¿Aca- La institució'n y lo simbólico
so no resulta evidente que, una vez abandonada la
compañía de los monos superiores, los grupos huma- Todo lo que se presenta a nosotros, en el mundo
nos establecieron Unas necesidades otras que las bio- social-histórico, está indisolublemente tejido a lo sim-
lógicas? La visión fUnciorial.ista no puede cumplir su < bólico. No es que se agote en ello. Los actos reales,
programa más que si se otorga un criterio de la «rea- individuales o colectivos -.el trabajo, el consumo, la
lidad» de las necesidades de una sociedad; ¿de dón- guerra, el amor, el parto--, los innumerables produc-.
de lo sacará? Se conocen las necesidades de un ser tos materiales sin los cuales ninguna sociedad po-·.
viviente, del organismo biológico, y las funciones que dría viv.ir un instante, no son (ni siempre ni directa-
les corresponden; pero es que el organismo biológi- mente) símbolos. Pero unos y otros son imposibles _
co no es más que la totalidad de las funciones que fuera de una red simbólica.
cumple y que le hacen vivir. Un perro come para
vivir, pero puede decirse con la misma razón que
vive para comer: vivir, para él (y para la especie Nos encontramos primero, está claro, con lo sim-
perro), no es otra cosa que comer, respirar, reprodu- bólico en el lenguaje. Pero lo encontramos igual-
cirse, etc. Pero esto no significa nada para un ser mente, en otro grado y de otra manera, en las insti-
humano, ni para una sociedad. Una sociedad no pue- tuciones. Las instituciones no se reducen a lo sim-
de ,e*~s.ti¡ más que si. una serie de funciones se cum- bólico, pero no pueder:t existir más que en lo sim-
plep ,·, cqnstantemente -· (p~oducción, parto; y educa- bólico, son iJ¡lposibles· fUeFa' de un simbólico en se-
ció.ri, gestión de la . cólecÜvidad, regulamiento de los gundo grado y coristituyeri cada una su red sirnbó- ·
litigios, etc.), pero no. se reduce a esto, ni sus ma- lica. Una organización dada -de la economía, un sis.:- ¡ .
neras de hacer frente . a. sus p;roblerrías le son dicta- tema de derecho, un ·poder instituido, una religión,. \
das de una vez por todas por su «naturaleza»; la existen socialmente como sistemas simbólicos san- ~
sociedad inventa y define para sí tanto nuevos mo- cionados. Consisten en ligar a símbolos (a signifi-
dos de responder a sus necesidades como nuevas ne- Gantes) urros ::.:.Sig.nificados ·(representaciones, órdenes,
cesidades. Volveremos largamente sobre este proble- cónminacíone§l Q incitaQjon~s a . ha~~r o_. a n9 hace_!,_.
q ma. unas 'consecuencias -unas significaciones, en.. el 'sén-
11 tido lato del términob) y en hacerlos valer como tales,
Jlji es decir hacer este vínculo más o menos forzado
a. Los derrumbamientos históricos «internos» de so-
,,
l . ciedades dadas -Roma, Bizancio, etc.- proporcionan para la sociedad o el grupo considera~ Un título de .
j¡ contra-ejemplos de la visión funcionalista. En otro con- propiedad, una escrttura de venta, es un símbolo del )
texto, véase los casos de los sherenté y de los bororo «derecho», socialmente sancionado, del propietario a ,
descritos por Claude Lévi-Strauss, Anthropologie struc-
turale (no funcionalidad de los clanes). Traducción espa- proceder a un número indefinido de operaciones so-
ñola: Antropología estructural, Tecnos, Barcelona, 1980. bre el objeto de su propiedad. Una cartilla es el sím-_
3. Malinowski dice : «La función significa siempre
la satisfacción· de una necesidad», «The Functional Theo-
ry» en A Scentific Theory of Culture, p. 159, Chapel b . «Significante» y «significado» están tomados aquí
Hill, N .C., 1944. y a continuación latissimo sensu.
Finalmente, en esta visión, la forma está siempre al
bolo del derecho del asalariado a exigir una cantidad servicio del fondo, y el fondo es «real-racional». Pero
dada de billetes que son el símbolo del derecho de no es así en realida"{J., y esto arruina las pretensiones
su poseedor 'a entregarse a una variedad de actos de interpretativas del funcionalismo.
compra, cada uno de los cuales será a su vez simbó- S~a la religión-l.a..Jnst.i.tuciqEI más_importante. en
lico. El mismo trabajo que está en el origen de esta toda~ las sociedades históricas. C<?mporta siempre
'i . cartilla, aunque eminentemente real para su sujeto (no discutiremos aquí los casos límites) un _rit1,19-l.
y en sus resultados, es, claro está, constantemente Consideremos la religión mosaica. La definición de
recorrido por unas operaciones simbólicas (en el pen- su ritual del culto (en el sentido más amplio) com-
samiento del que trabaja, en las instrucciones que porta una proliferación de detalles sin fin; este ri-
recibe, etc.). Y sé convierte en símbolo él mismo tual, fijado con muchos más detalles y mayor pre-
cuando, reducido · primero a horas y minutos afecta- cisión que la Ley propiamente dicha5, se del:)prende
dos por tales coeficientes, entra en la elaboración directamente de mandamientos divinos y, por eso
contable de la castilla o de la cuenta de «resultados naturalmente, todos sus detalles se sitúan sobre el
de explotación>> de la empresa; también cuando, en mismo plano. ¿Qué determina la especificidad de es-
caso de litigio, viene a rellenar unas casillas en las tos detalles? ¿Por qué se sitúan todos sobre el mis-
premisas y las conclusiones del silogismo jurídico
mo plano?
que zanjará el caso. Las decisiones de los planifica- La primera pregunta no recibe sino una serie de
dores de la economía son simbólicas (sin y con ir<r respuestas parciales. Los detalles son en parte deter-
nía). Los fallos del Tribunal son Simbólicos y sus minados por referencia a la realidad o al contenido
consecuencias lo son casi íntegramente hasta el ges- (en un templo cerrado hacen falta candelabros; tal
to del verdugo que, real por excelencia, también es madera o metal es el más precioso en la cultura con-
inmediatamente simbólico a otro nivel. siderada, y, por lo tanto, digno de ser utilizado -pe-
1 Toda visión funcionalista conoce y debe recono- ro ya en este caso el símbolo, y toda su problemá-
\ cer... el .papel del ~i~qolismo en la vida social.. tica de la metáfora directa o por oposición, aparece :
·.r Pero tan só~o ppc~s . veces reconoce su importan-
ningún diamante ·es 1o bastante precioso para 'ia tia-
cia .- . y tiende entOnces ' a 'lim.itarla. o bien el sim- ra del Papa, pero Cristo lavó él mismo los pies de
bolismo es yisto come) ,_sii:nple revestimiento neutro,
los Apóstoles). ws deta!L~i~I!..J}l!a,_ !~~e!'_~I}ci~~ !!?
como instrumento perfectamente adecuado a la ex- funcional, _ siP..<Lsirñ5'3liea; -~:l.l contenido (sea de la rea-
presión de un contenido preexistente, de la «verda- lidad: sea de lo imaginario religioso : el · carictélabro
dera substancia» de las relaciones sociales, que no tiene siete brazos). Los detalles pueden finalmente
les añade ni les recorta nada. O bien la existencia ser determinados por las implicaciones o consecuen-
de una «lógica propia» del simbolismo es reconocida, cias lógico-racionales de las precedentes considera-
pero esta· lógica es vista exclusivamente como la in- ciones.
serción de lo simbólico en un orden racional. que
impone sus consecuencias, se las haya querido o no•.

4. «En un Estado moderno, el derecho no sólo debe 5. En el Exodo, la Ley es formulada en cuatro ca-
corresponder a la situación económica general y ser su pítulos (20 a 23), pero el ritual y las directivas que se
expresión, sino que, además, debe ser la expresión siste- refieren a la construcción de la Morada ocupan once
mática de que no se inflinge un desmentido por sus (25 a 30 y 36 a 40). Las conminaciones que se refieren al
. propias . contradicciones internas. Y, .para tener .éxito en ritual aparecen, - por otra parte, todo el tiempo; cf. Le-
ello, refleja cada vez ·menos fielmente las realidades eco- vítico, 1 a 7; Números, 4, 7-8, 10, 19, 28-29, etc. La cons-
nómicas», Fr. Engels, carta a Conrad Schmidt del 2:7 de trucción de la Morada es también descrita con gran lujo
octubre de 1890. [Reprpducido en K.M. y F.E., Estudios de detalles en distintas ocasiones en los libros históricos.
filosóficos, Op. cit., .P· 158.] ·
203
Pero estas consideraciones no permiten interpre- donde se h? con ver tido por lo esencial en simple
tar de manera satisfactoria e íntegra un ritual cual- decoración 6 •
quiera. Primero, dejan siempre residuos ; en lo cuá- En uña palabra, un ritua1 no es un asunto racio-
druple red cruzada de lo funcional, de lo simbólico nal -Y esto permite responder a la segunda cues-
y de sus consecuencias, los agujeros son más nume- tión que planteábamos: ¿por qué todos los detalles
rosos que los puntos recubiertos. Después, postulan están colocados allí , sobre el mismo plano? Si un ri:
que la relación simbólica es evidente por sí misma, tual fuera un asunto racional, podrfa reencontrarse t
mientras que plantea problemas inmensos: para ccr en él esa distinción entre lo esencial y lo secunda-
menzar, el hecho de que la «elección» de un símbolo rio, esa jerarquización propia de toda red nacionaJj
jamás es ni absolutamente- ineluctable, ni pvramente Pero, en un ritual, no hay manera de distinguir, . se-
aTeatoria~ tun -símbolo, . ni se -impoñf. cc)_ñ una ñ.ei!fsi:" gún cualquier consideración de contenido, lo que
~'a:t ni~~~-privarse en su temor__d~ _!o.EE cuenta mucho de lo que cuenta menos. La respuesta
referenci_a....a Jo real( solamente -eñ algünas ramas de· sobre un mismo plano, desde el punto de vista de
la- Matemática podría- intentarS:e éncontrar uños sfm- es
[á-importancia, de todo lo que compone l¡ll .r itu.al
bolos totalmente «convencionales» - y aun,_una_..c_Qp..: precisamente el índice del carácter no racional de su
vención válida durantE; ~lgún tiempo __cj~ja d~_s~t..PY..:t?. contenid~. Decir que no puede haber grados en lo
corrvencfóñ)~ Fíñalmente, na~-::B.eiñiite....determinar en sagrado es otra manera de decir lo mismo: todo )
este asu_nto .las_jronteras .de lo_sirobólico. Unas veces~. aquello de lo cual se apropió lo sagrado es igualmen }
~ ·····-· te sagrado (y esto vale también para los rituales de ¡
esde el punto de vista del ritual, es la materia la
que es indiferente, otras veces es la forma, otras los neuróticos obsesivos o de las perversiones). \
ninguna de las dos: se fija la materia de tal objeto, Pero a los funcionalistas, marxistas o no, no les
pero no de todos; lo mismo ocurre para la forma. gusta mucho la religión, a la que tratan siempre co-
Cierto _tipo de iglesia bizantina tiene forma de cruz; mo si fuese, desde el punto de vista sociológico, una
uno cree comprender (aunque se vea obligado a pseudosuperestructura, · un epifenómeno de los epife-
.:. pr:egtíptarse en seguida por qué'todas las iglesias . ríómenos. Sea, pues, una institución seria como el.
· ,· Cf.lstían.a s' rio lo son). :Pero el moÚvo' de la cruz, que . Derecho, directamente ligada a la «substancia» ·de
pódrja ~estar reproducido en los demás elementos y toda sociedad, que es, se nos dice, la economía, y que
~no se ocupa de fantasmas, de candelabros y de
subéliúnentos <ie la arquitectura y de la decoración
béaterías, sino de esas relaciones sociales reales y
de ' la iglesia, no lo es; está retomado a ciertos ni-
sólidas que se expresan en la propiedad, las transac-
veles, pero, a otros, se encuentran otros motivos, y
ciones y los contratos. En el Derecho, se debería po-
también hay niveles totalmente neutros, simples ele- der mostrar que el simbolismo está al servicio de{
mentos de sustento o de relleno~~ elección de los contenido y no lo deroga más que en la medida en
puntos de los que el simbolismo Sé apropia para in- que la racionalidad le fuerza a ello. Dejemos tam-
formar y «Sacralizan> en segundo grado la materia bién de lado esas primitivas extravagancias con las
de lo sagrado parece en gran parte (no siempre) ar- que nos redoblan en los oídos y en las que, por lo
\ 1'1 bitrario. La frontera pasa casi por cualquier parte ;-- demás, sería muy penoso distinguir las reglas propia-
lj'l
t /¡ "
hay la denudez del templo protestante y la exube-
' rante jungla de ciertos templos hindúes; y, de repen-
te, uno se p er cata de que allí donde el simbolismo 6. Esto es una consecuencia de ·e sa ley fundamental
según la cual todo simbolismo es diacrítico o actúa «por
parece haberse apropiado de cada milímetro de ma- diferencia» : un signo no puede emerger como signo sino
"'i
¡.1. teria, como en ciertas pagodas del Siam, es precisa- sobre el fondo de algo que no es signo, o que es signo
1
j, mente donde también se ha vaciado de contenido, de otra cosa. Pero esto no permite determinar concre-
L tamente por dónde debe pasar cada v ez la frontera.
204 1 20!')
mente jurídicas de las otras. Tomemos una buena real · de su época 7 • No solamente este 'Derecho, ela-
y bella sociedad histórica y reflexionemos sobre ella. borado en la Roma de los cónsules y de los césares,
.. se·' dirá -así que en tai" eta-p a 'de .. la evoluéi-ón de vol'verá a ·encontrar su funcionalidad en · muchos paí-
una sociedad históríca aparece necesariamente la ins- ses europeos a partir del Renacimiento, y quedará el
Gemeines Recht de la Alemania capitalista hasta
titución de la propiedad privada, pues ésta corres-
1900 (lo cual se explica, hasta cierto punto, por su
ponde al modo fundamental de producción. Una vez extrema «racionalidad» y, por tanto, por su universa-
establecida la propiedad privada, una serie de reglas lidad). Pero, sobre todo, poniendo el acento sobre la
deben ser fijadas: los derechos del propietario de- funcionalidad del Derecho romano, se escamotearía
berán ser definidos y sancionadas las violaciones de la característica dominante de su evolución durante
éstos, los casos iímites decididos (un árbol crece en diez siglos, lo cual hace de él un ejemplo fascinante
la frontera entre dos campos: ¿a quién pertenecen del tipo de relaciones entre la institución y la «rea-
los frutos?). En la medida en que la sociedad dada lidad social subyacente» : esta evolución fue un lar-
s.e desarrolla económicamente, que los intercambios go esfuerzo para llegar precisamente a esta funcio-
se multiplican, la transmisión libre de la propiedad nalidad, a partir de un estado que estaba lejos .de
(que al comienzo no es de ningún modo evidente y poseerla. Al comienzo, el Derecho romano era un
no está forzosamentes reconocida, especialmente para borroso conjunto de reglas rígidas, en el que la for-
los bienes inmuebles) debe ser reglamentada, la tran- ma aplasta al fondo en un grado que supera con ·
sacción que la efectúa debe ser formalizada, adqui- mucho lo que podrían justificar las exigencias de
ryr una posibilidad de verificación que minimice los todo Derecho como sistema formal. Para no citar
litigios posibles. Así, , en esta institución, que sigue más que un ejemplo, por lo demás central, lo que
siendo un eterno monumento de racionalidad, eco- es el núcleo funcional de toda transacción, la voluntad
nomíq y funcionalidad, equivalente institucional de y la intención de las partes contratantes, juega· du-
l.a . g~ometría euclidiana, o sea del Derecho romano, rante mucho tiempo un papel menor resp~cto a la
--. <se elaborará, durante los diez' siglos que van de la Ley; lo que domina, es el ritual 8 de la transacción, el
· l¡·e:c . Duodecim Tabularum a la codificación ·de Jus- hecho de que tales palabras hayan sido pronunciadas,
. tiniano, esa verdadera selva, aunque bien ordenada tales gestos realizados. Tan sólo gradualmente se
. y · ;t'allada, de reglas que sirven a la propiedad, las admitirá que el ritual no puede tener efectos legales
transacciones y los contratos.· Y, tomando este Dere- sino en la medida en que la verdadera voluntad . de
cho en su forma final, podrá mostrarse para cada las partes apuntaba a ellos. Pero el corolario simé-
párrafo del Corpus que la regla que lleva o bien sir- trico de esta proposición, a saber que la voluntad
ve al funcionamiento de la economía, o bien es apro- de las partes puede constituir unas obligaciones in-
piada por otras reglas que lo hacen. dependientemente de la forma que toma su expre-
Podrá mostrarse esto -pero no se habrá mostra- sión, el principio que es el fundamento del Derecho
do nada en lo que se refiere a nuestro problema. de obligaciones moderno y que expresa realmente
Ya que no solamente en el momento en el que el De- su carácter funcional: pacta sunt servanda, jamás
recho romano lo consigue, las razones de ser de esa
funcionalidad elaborada se retiran, pues la vida econó- 7. Esta excesiva y redundante funcionalidad es, de
mica sufría una creciente regresión desde el siglo m hecho, una disfuncionalidad, y los emperadores bizanti-
de nuestra era; de . tal suerte que, para lo que con.,. nos estarán obligados en varias ocasiones a reducir la
cierne el Derecho patrimonial, la codificación de Jus- embarazosa codificación de Justiniano, resumiéndola.
8. La palabra «ritual» se impone aquí, pues el tegu-
tiniano aparece como un monumento inútil y en gran mento religioso de las transacciones es al comienzo in-
parte redundante en lo que se refiere a la situación contestable.
'>fV7
será reconocido 9• La lección del Derecho romano, con- este animal significa fuerza. La melena asume a la ;.
siderada en su evolución histórica real, no es la fun- · · vez ·para ella ·una importancia simbólica que jamás·
cionalidad del Derecho, sino la relativa índep_enden· ha tenido probablemente entre los esquimales. Pero
cia del formalismo o del simbolismo con respecto a esto es también la historia.' Todo_IDmPolismo se edi-
la funcionalidad, al comienzo, y a la conquista len- fi.Q.a so bre..la§... ruinas qe -~2~.-~!fki.s->s....~.@~.§k.]f.:eé~­
ta, y jamás íntegra, del simbolismo por la funciona- dentes, y utiliza §.1J..S_ materiales -;-j.Qc.J.uso ~ si .Jl.Q... .e s
Udad, después. más que para rellenar los fundamentos de los nue-
La idea de que el simbolismo es perfectamente vós templos, ·éom<f To hicferon Tós ~teñ~e?s~~fs:p4~8~
1 «neutro», o bien -lo cual viene a ser lo mismO- to- cre-nrs- g.ué,IT'ás- rnéüicaS'. "Pór· sus conexiones natu,ra-
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les e históricas virtualmente ilimitadas, el significan~
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. -<: talmente «adecuado» al funcionamiento de los pro-
/ ~~~os reales, es inaceptable y, a decir verdad, no tie- te supera siempre la vinc~l.asL~n rígi9ll- a qn_ slgnf!l- 4

~- sentido. dídó preciso y puede coñducir a unos vínculos total


-: El simbolismo no puede ser ni neutro, ni total- rñ'é'ñfe'rnesperados. La- CónstHücíó'n · Cie1' simbolismo
mente ¿:¿tde-ctra-do, primero porque no puede tomar sus eti la vi a so istórica real no tiene relación
si'i iñós eñ cúalguier 1':l~.t...1)1llu..jlgpg _c_1!'!lq!!i2'a. alguna con las definiciones «cerradas» y «transpa-
Esto es evidente para el individuo que se encuentra rentes» de los símbolos a lo largo de una obra ma-
siempre · ante él con un lenguaje ya constituid<Y 0 y temática (que, por otra parte, jamás puede cerrarse
que, si carga con un sentido «privado» tal palabra, sobre sí misma).
tal expresión, no lo hace en una libertad ilimitada, Un hermoso ejemplo, que concierne a la vez el
sino que debe apropiarse de algo que «Se encuentra simbolismo del lenguaje y el de la institución, es el
ahí». Pero esto es igualmente cierto para la socie- del «Soviet de los comisarios del pueblo». Trotsky
dad, aunque de uria manera diferente. La sociedad relata en su autobiografía que, cuando los bolchevi- ·
c~!BX~ _c~1f...a_y~z~lJ- o:r.<!en _sim.bóli~o:::erí....\l..n ~en..: ques se apoderaron del poder y formaron un gÓ'QieJ:~
ti~~¡J:~W~.e-otL<l:~dPJ...q.ue.. .el wct~vJp~g ,:Q'!,E!.<l~· ; ~;­ n6;: f·u e necesario encontrarle un ·nombre. La ae'sh~­
~.r.~aiaas.ta~onstit~Clón ~no es .«1!-~!~.!;...Q~.,!~!!l: ·n:ad6n «ministrOS» y «Consejo. de , ministros» •,·no .le
h.~~tm;nar. ~su. •. ma.!.,e:;.~~_:.Il, ..«lQ .q l!~~. ~}~~-~ e ..,~~~~~~~r,~ gustaba nada a Lenin, porque le recordaba a los ·mi~
ahn>T'~~ · 'toi:io ia" naturaleza -Y, como 1a nístros· burgueses y su papel. Trotsky propuso los ,tér~
ñ~~lleza no es un caos, como los objetos están li- minos «comisarios del pueblm> y, para el gobierno en
gados unos a los otros, esto implica consecuencias. conjunto, «Soviet de los comisarios del pueblo». Le-
Para una sociedad que conoce la existencia del león, nin quedó encantado -encontraba la expresión «te-
rriblemente revolucionaria»- y se adoptó este nom-
9. «EX nudo pacto ínter cives romanos actio non bre. S~- cr~abª un.. nuevo lenguaj~ y, según se . creía,
nasCitur». Acerca de las artimañas gracias a las cuales unas nuevas instituciones. Pero ¿hasta qué punto
iograron los pretores adormecer considerablemente esta todo esto era nuevo? El .nombre era nuevo; y había,
regla, pero sin jamás atreverse a apartarla completa- en tendencia al menos, un nuevo contenido social
mente, puede verse cualquier historia del Derecho roma-
no, p . ej. R. von Mayr, Romische Rechtgeschichte, vol. II, a· -exprésar: · los Soviets estaban ahí y, de acuerdo
2, II, p. 81-82, p 129, etc., Goschenverlag, Leipzig, 1913. con su mayoría, los bolcheviques habían «tomado el
Traducción española: Historia del Derecho romano, poder», «que por el momento no era, él también, más
2 vol., Labor, Barcelona.
10. «Hay una . eficacia del significante que esca pa a que un nombre» . .Pero, en el nivPl intermedio que iba .
toda .e xplicación psicogenética, pues el sujeto no intro- a revelarse decisivo, el de la institución en su nat:u-
duce este orden significante, simbólico, sino que s-e en- r~-- sjÍnb9lica en segundo grado, la encarnación
cuentra con él», Jacqu-es Lacan, «Séminaire 1956-1957»,
resumen de J . B. Pontalis en «Bulletin de Psychologie», del poder en un-colegio cerrado, .inamovible, cumbre
vol. X , p. 428, n .o 7, abril de 1957. dé- un aparato administrativo distinto del de los ad-
ministrados -a · este nivel (no se iba de hecho más de la historia. De hecho, los plantean inmensos. Un
aír:r de · los ministros), el poder se apoderaba· ,. de la . funcionalista puede considerar como evidente que,
fórmula ya creada por los reyes de Europa occiden- cuan.do uná''sócledad se otorga a sí misma una insti-
tal desde el final de la Edad Media. Lenin, a quien los tución, se da al mismo tiempo como poseíbles todas
acontecimientos habían obligado a interrumpir la las relaciones simbólicas y racionales que esta insti-
. redacción de El Estado y la revolución en el que de- tución conlleva o engendra -o que, en todo caso, no
mostraba la inutilidad y la nocividad de un Gobierno podría haber contradicción o incoherencia entre los
y de una Administración separados de las masas or- «fines» funcionales de la institución y los efectos de
ganizadas, cuando se encontró ante el vacío creado su funcionam.iento real y que cada vez que se plantea
por la revolución, y, a pesar de la presencia de nue- .una regla, queda garantizada la coherencia de cada
vas instituciones (los Soviets). no supo hacer otra una de sus innumerables consecuencias con el con~
cosa que recurrir a la forma institucional que ya junto de las demás reglas ya existentes y con los fi-
estaba ahí, en la historia. No quería el nombre de nes consciente u «Objetivamente» perseguidos. Basta
«Consejo de ministros», pero es en efecto un Conse- enunciar claramente este postulado para constatar
jo de ministros lo que quería -Y lo tuvo, al fin. su absurdo; significa que el Espíritu absoluto pre--
(Naturalmente, esto vale también para los demás side el nacimiento o la modificación de cada institu-
dirigentes bolcheviques y para el grueso de los miem- ción que aparece en la historia (el que se lo imagine
bros del partido.) (La revolución creaba un nuevo / presente en la cabeza de aquellos que crean la ins-
lgngua~_Y tenía cos~~ue~- que· decir; pero los di- titución, o escondido en la fuerza de las cosas, no
---
rigentes...q.wujan_decir con palabras niJevaS"t:l1scrs-an-' cambia mucho la cuestión 12).

.
~ ~ ....,.. ...---~·---··
.!1g~
,._
El ideal de la interpretación económico-funcional.
Pero estos símbolos, estos significantes, ya cuando consiste en que las reglas instituidas deban aparecer,

l
se trata .del lenguaje, e infinitamente más si se trata ya sea como funcionales, ya sea como real y lógica-.
d~ la-~ i~Stituciones, no están totalmente sometido~ al mente implicadas por las reglas funcionales. Per(f
«contenidO)} que se supone que vehiculan, también esta 'implicación real o lógica no viene dada de una
por otra razón. Pertenecen de hecho a estr11c.t.uras vez por todas, y no es automáticamente homogénea a
ideales que les son propias, que insertan en unas re-- la lógica simbólica del sistema. El ejemplo del Dere-
laciones .~asi racionales 11 • La sociedad se encuentra cho romano está ahí para mostrar que una sociedad
constantemente con el hecho de que algún sistema (llevada por predilección a la lógica jurídica, como
simbólico debe ser manejado con coherencia; que lo lo mostró el acontecimiento) tardó diez siglos para
sea o que no lo sea, el caso es que surge una serie de
consecuencias que se .imponen, hayan sido sabidas, ·o 12. Hay que tener evidentemente un espíritu inge-
queridas o no como tales. nuo como el de Einstein, para escribir: <<Es un verdade-
A menudo se deja entrever que se cree que esta ro milagro que podamos cumplir, sin encontrar mayores
dificultades, este trabajo (el de recubrir una superficie
lógica simbólica, y el orden racional que le corres- plana de mármol con una red de rectas que forman cua-
ponde en parte, no plantean problemas para la teoría drados iguales, como en las coordenadas cartesianas) ... 1
11. Casi racionales: racionales en gran parte, pero,
(Haciendo esto) ya no tengo la posibilidad de ajustar los
cuadriláteros para que sus diagonales sean iguales. Si ·¡
al igual que en los usos sociales (y no científicos) del lo son por sí mismas, es un favor especial que me con-
·simbolismo, el «desplazamiento» . y la <<condensación», cede la superficie de mármol y las reglillas, favor que no
como decía Freud (la metáfora y la metonimia,. como ·puede provocarme . otra cosa que . una complacida . sor-
dice Lacan), están constantemente presentes, no puede presa», Relativity, p. 85, Methuen, Londres, 1960. · Las
identificarse pura y simplemente la lógica del simbolis- diferentes tendencias deterministas, en las <<ciencias so-
mo social a una «lógica pura», ni siquiera a la lógica del ciales», superaron desde hace mucho tiempo estas sor-
discurso lúcido. presas infantiles.
desvelar estas implicaciones y someterles aproxima- Considerado ahora «por sí mismo», lo racional de
damente el simbolismo del sistema.(l#--canqJ.Ii~J:CI de las .instituciones, no sabido y no querido como tal,
la lógica simbólica de las instituciones,' y su «raciona- t / puede ayudar a lo funcional; puede también ser le
lización» progresiva, son ellas mismas procesós his- adverso. Si le es violenta y directamente adverso, la
tóricos (y relativamente recientes)J En el intervalo, institución se derrumbaría enseguida (el papel mo-
tanto la comprensión por la sociedad de la lógica de neda de Law). Pero puede serlo de manera insinuan-
sus instituciones como su no comprensión son facto- te, lenta, acumulativa -Y entonces el conflicto no
res que pesan mucho sobre su evolución (sin hablar aparece sino más tarde. Las crisis de superproducción
de sus consecuencias sobre la acción de los hombres, <<normales» del capitalismo clásico pertenecen esen-
grupos, clases, etc. ; el 50 %, por decirlo así, de la cialmente a este caso 1\
gravedad de la depresión que empezó en 1929 se de- . Pero el caso más impresionante y más significa-.
bió a las reacciones «absurdas» de los grupos diri- ti vo es aquél en el que la racionalidad del sistema
gentes). La misma evolución de esta comprensión no institucional es, por decirlo así, «indiferente.>> .en cuan-
se presta a una interpretación «funcional». La exis- to a su funcionalidad, lo cual no le impide tener con-
tencia, y la audiencia, de M. Rueff en 1965 desafía secuencias reales. Hay, es cierto, reglas instituciona\
cualquier explicación funcional e incluso racional 13 • les pqsitivas que no contradicen a las demás, pero
que tampoco se desprenden de ellas y que se plantean
13: Es un problema inmenso en sí el de saber hasta
sin que pueda decirse por qué lo han sido de prefe-
qué punto (y por qué) los hombres actúan siempr.e «ra- rencia sobre otras igualmente compatibles con el sis- •
cionalmente» frente a la situación real e institucional. tema 15 • Pero hay sobre todo una multitud de conse-
Véase Max Weber, Wirtschaft und Gesellschaft, vol. 1,
p. 9-10, Mohr, Tübingen, 1956. Traducción española: Eco- .
nomía y Sociedad, vol. I, pp. 11-12, Fondo Cultura Eco-
nómico, México, 1964; Pero incluso la distinción, que esencial. Prueba de ello es que aún hoy en día, treinta
establece Weber .entre el desarrollo efectivo de una ac- años después de .la formulación y la difusión de las ideas
ción y .su d,esarrollo ideal-típico en la hipótes :,.; de un keinesianas, fracciones sustanciales, y a veces mayoritíl-. ·
'c:o'mpúrtami.é:b:to ·'perfectamente racionaí,·. debe precisar-
se:. está:;IJ.a>.- distancia entre el desarrollo efectivo de una·. · '·
de
rías, · 'los grupos · dorilinantes defienden encarnizada.-
mente ·unas concepciones caducas (como' el ·estricto eqúi~· "
acción y la «racionalidad positiva» (en el sentido en el librio presupuestario, o la vuelta al patrón oro) CUYFi
que s~ habla_ de «derecho positivo») de la sociedad consi- aplicación hundiría tarde o temprano al sistema en cri-
derada ' en., el ' momento considerado, -e s decir el grado s~. . .
de compr·e nsión al que llegó esta sociedad en lo que con- 14. No traducen, como lo pensaba Marx, unas «con-
cierne a la lógica de su propio funcionamiento; y está tradicciones internas» insuperables (véase para la crítica
la distancja entre esta «racionalidad positiva» y una ra- de esa concepción, en el n .o 31 de «Socialisme ou Barba-
cionalidad sin más que conciern e a este mismo sistema rie», «Le mouvement révolutionnaire sous le capitalisme
intitucional. La técnica keinesiana de utilización del pre- moderne», pp. 7ü a 81), sino el hecdo de que, durante mu-
supuesto para la regulación del equilibrio económico era cho tiempo, la clase capitalista era rebasada por la lógica
tan válida· en 1860 como en 1960. Pero no tiene mucho de sus propias instituciones económica-s. Véase la nota
sentido imputar a los dirigentes capitalistas de antes de precedente.
1930 un comportamiento «irracional» cuando, frente a 15. Un ejemplo . evidente es el de las penas fijadas
una depresión, actuaban en contrasentido de lo que la por las leyes penales. Si se puede, hasta cierto punto,
situación hubiese exigido; actuaban, por regla general, interpretar la escala de gravedad de los delitos y de los
conforme a lo que era la «racionalidad positiva» de su crímenes establecida por cada sociedad, es evidente que
sociedad. La evolución de esta «racionalidad positiva» la escala de las penas correspondientes comporta, sea ya
provoca un problema complejo que no podemos abordar precisa o imprecisamente, un elemento arbitrario no ra-
aquí; r ecordemos solamente que es imposible reducirla a cionalizable -al menos desde que se abandonó la ley
un simple «progreso científico», en la m edida en que - del talión. · Que la ley prev ea tal pena para tal robo cali-
los intereses y las situaciones de clase, pero también ficado o para el proxenetismo, no es ni lógico ni absur-
unos prejuicios y unas ilusiones «gratuitos» que corres- do: es arbitrario. Véase también más abajo la discusión
ponden a lo imaginario representan aquí un problema de la ley mosaica.

212 1)10
cuencias lógicas de las reglas planteadas que no fue-
~on·explicitadas al comienzn y que"'lo ·por· ello desem- una es~r_ucwré;l ... y és~a COf!lpor.ta siempre la institu-
peñan un menor papel real en la vida social. Con- ción. Las «relaciones soCiales - reáles» dé las qúe se··
tribuyen, pues, a «forman> a ésta de una manera que trata son siempre instituidas, no porque lleven un
no exigía la funcionalidad de las relaciones sociales, revestimento jurídico (pueden muy bien no llevarlo
y que tampoco la contrarresta, pero que puede tirar ,\'-· en ciertos casos), sino porque fueron planteadas como
de la sociedad hacia una de las múltiples direcciones maneras de hacer universales, simbolizadas y san-
que la funcionalidad dejaba indeterminadas, o crear cionadas. Esto vale, está claro también, quizás in-
unos efectos que actúan a su vez ·sobre ésta (la Bolsa CTtrso~sobré todo, para las «infraestructuras», las ,relq.-
de los valores representa, en reléieión al capitalismo cion.e& de-pr-oducción. _J,a i:eJac.ioil:ámO:eScla'Vo,. .Si~.vo-·
industrial, esencialmente, un caso parecido). señor, prolet'a rio-capitalista, asalariados-Burocracia es
Este aspecto se vincula con el siguiente impor- yá -úga J.Es~itución y no pueq~ sur~ir co_mo relación
tante fenómeno, que ya señalamos a propósito del ri- ~ ~lxLÜlS..titucio.n_al~.ar~e c;n~e_g}lida. -
tual: nada permite determinar a priori el lugar por En el marxismo, hay en este sentido una ambi-
el,_g.u~:Qásará ·ra. frontera de lo simbólico, ei P.lint?~a güedad en relación a que el concepto de institución
P-ªrtir del cual el simbolismo se desborda en lo fun- (incluso si no se utiliza la plabra) no es elucidado.
cional. N o puede iHarsé -ñr er W<mo- genera1 , desim- Tomadas en el sentido estricto, las instituciones per-
büiización, variable según las culturas 16 , ni los facto- tenecen a la «superestructura». Esta visión es de por
res que hacen que la simbolización afecte con una sí insostenible, como intentamos mostrarlo más arri-
intensidad particular sobre tal aspe_c to de la . vida de ba. Además, si se aceptase, debería verse las institu-
la sociedad considerada. _¡ ciones como «formas» que servirían y expresarían un
Hemos intentado iñchcar las razones por las que «contenido», o una sustancia de la vida social, estruc-
la,. idea de que el simbolismo institucional sería una turado antes ya de estas instituciones, de otro modo
~?'Pt~si?n . «neutra» o «adecuadá» de la funCionaiidad, esta determinación de -éstas por aquéllas no tendría
de la «substancia» de las relaciones sociales subya. sentido alguno. Esta sustancia sería la «infraestruc-
centes, es inaceptable. Pero, a decir verdad, esta idea tura>> que, como la palabra lo indica, está ya estruc-
está·. desprovista de sentido. Postula efectivamente\ turada. Pero ¿cómo puede estarlo, si no está insti-
tal sustancia que estaría preconstituida en relación tuida? Si la «economía>>, pDr ejemplo, determina el
con las instituciones; plantea que la vida social tiene «derecho», si las relaciones de producción determinan
«algo que expresan>, ya plenamente real antes de la \ las formas de propiedad, significa que las relaciones
lengua en la cual será expresado. Pero es imposibl~.. de producción pueden ser captadas como articuladas
captar un «contenido» de la vida social que sería pri- y lo están efectivamente «antes» ya (lógica y real-
mero y «se daría» una expresión en las instituciQnes- mente) de su expresión jurídica. Pero unas relacio-
independientemente de éstas; este «contenido» (de nes de producción articuladas a escala social (no la
otro modo que como momento parcial y abstracto, relación de Robinson con Viernes) significan ipso
separado a posteriori) no puede definirse más que en tacto una red a la vez real y simbólica que se san-
ciona ella misma -o sea una institución 17 • Las clases
están ya en las relaciones de producción, sean o no
16. Basta pensar, por ejemplo, en la oposición entre
la · extremada riqueza del simbolismo r eferido a la «vida
corriente» en la mayoría de las culturas asiáticas tra- 17. · Del mismo modo, ·se tiene a veces ·la impresión
dicionales y su relativa frugalidad en las culturas euro- de que ciertos psícosociólogos contemporáneos olvidan
peas; o también, en la variabilidad de la frontera que que el problema de la burocracia rebasa con mucho la
separa el Derecho y a las costumbres en las distintas simple diferenciación de los papeles ·en €1 grupo elemen-
sociedades históricas. tal, incluso aunque la burocracia encuentre en ellos un
nr.rracn()T\!'::~] inrli>::n P nS::lh]P .
reconocidas como tales por esta institución «en se- generis, que se desconoce y se deforma al querer
gundo grado» que es el Derecho. -Es lo que se in- -~prarla como pura causación o puro encadenamien-
tentó mostrar en otros tiempos - a própósito de ·la· to de-sentido, como libert ad absoluta o determinación
burocracia y de la · propiedad «nacionalizada» en córripleta, como racionalidad transparente . ó .secuEm-
U.R.S.S. 18 • La relación burocracia-proletariado. en la cia de hechos en bruto.
U.R.S.S., está instituida en tanto que relación de La sociedad constituye su simbolismo pero no en
clase, productiva-económica-social, incluso si no está total libertad,.........Et simbolismo se agarra a lo nqt.urªl,
instituida expresamente como tal desde el punto y se a·garra a lo histórico (a lo .·que · :Y.á~~ éstaba. ahí);
de vista jurídico (no más de lo que lo ha sido, por participa finalmente en lo racional. Todo esto hace
lo demás, en ningún país, la relación burguesía-pro- que emediñ~ünos · ·e ncadenamientos de significantes,
létariádo como tal). Por consiguiente, el problema del tirias · relaciones entre significantes y signiflcado's,
simbolismo institucional y de su relativa autonomía unas conexiones y unas consecuencias a los que no
en relación a las funciones de la institución aparece se _apuntaba, ni estaban previstos. Ni libremente ele~
ya ' en 'el nivel de las relaciones de producción, aún gido; ni impuesto a la sociedad considerada; ni 'sim:..
\j

más en el de la economía en sen ti do estricto, y ya a ple instrumento neutro y medio transparente, ni opa-
este nivel es insostenible una visión simplemente cidad impenetrable y adversidad irreductible, ni amo
funcionalista. N o hay que confundir este análisis de la sociedad, ni esclavo dócil de la funcionalidad,
\ con la crítica de ciertos neokantianos, como R. Stam- ni .medio de participación directo o completo en un
mler, contra el marxismo, basada en la idea de la orden· racional, el sirpbolismo aJa vez determina unos
prioridad de la «forma» de la vida social (que sería a§n€ctos ,.d~ vida y de !~ ..S.~S~<:.!t . . Q.'~..!! 9.J>..9Jé\rn~P.t~~, ·
- el Derecho) respecto a su «materia» (la economía). aq1).éllo~....~.:2!Tf~ qu~.]..e,Wx..wma)la) x ~stá lleno;
Esa crítica participa de la misma ambigüedad que de .intersti_<;!.Q.~ y :<!e gf.id.'os _de... Ube.rtad.
la · visión marxista que quiere combatir. · El que la Pero estas características del simbolismo, si .indi-
rp.iSf9?: ~~~&>I!qnüa no puede existir más .. qt}e .como.ins- can .eLproblema que constituye caqa vez para ,Ja ~o­
. tituci,6h,~:Jló~impUca ·necesariamente una·«forma · juri- ciedád~ hi .n aturaleza simbólica de .'süs · institucion:es,
. dica»''ih'déi)érrdiente. · ~nt0...a... la.-.rslá.cián éntre la
' ·' ' ' ' ' • . . • ·• ,,~ ·i.-:·f, .:.,

no · lo. convierten en un problema insoluble, y , no - ~pp..


in~~u(;~,;..y'""La..Y.ida~soeiaJ "q.ue~ s~q~s_arr<&Iiii:~~na.; suficientes -p ara dar cuenta de la autonomización de
"·. r}.Q.·.pl.lMQ:~,i~r.'<Y.~g;..cqm.<ivuna. relación ...Q.~}~rma a m~­ l-as ;instituciones relativas a la socfedad. En .}a. medi-
.: teria.:.~n:gl· §~l:!t.iP-9 ~kan t!_ano, y en todo ., caso comó im- da e!l-mAe se encuentra en la historia una autoñom1-
plicando- ..una · «anterioridad» de una sobre otra. Se zadón del simbolismo, ésta no es un hecho último, y M

._tra!,?~ (le . . momentos. en una . estructu.ra? que jamás no §.e explica por sí soia. Hay un uso inmedíat6 de ti
es rígida :y · jamás idéntica de una sociedad" a ·otra 19• lo simbóiiéo, en el que el sujeto puede dejarse domi- l~
---rraiñ:Pilii~. ~p~ede - decirse; evidenféñiéñié,-'cfú-e el nar · por éste, pero hay también un uso lúcido o re-
simbolismo institucional «determine» el contenido de flexionado de élt Pero, si éste jamás puede ser garan-
- j<ll x la vida social. Hay aquí una relación específica, sui tizado a p-riorí"{no puede construirse un lenguaje, ni '!'
!1~
,¡ : ....... -l¡;•
siquiera un algoritmo, en el interior del cual el error
let ¡1
18. «Las relaciones de producción en Rusia», en
La sociedad burocrática, vol. 1, Op. cit.
sea, «mecánicamente» imposible), se realiza, y mues-
tra así, la vía y la posibilidad de --orra relación en
19. Véase Rudolf Stammler, Wirtschaft und Recht
H[
nach der materialischen Geschichtsauffassung, en par- la que lo simbóliGo ya no esté autonomizado y pueda
¡
ticular, pp. 108 a 151 y 177 a 211. T ra ducción española: ser llevado a la adecuación con. el contenido. 1 Una
~mt Economía y Derecho según la concepción materiali sta de cosa~ es...decir_.que .no" se puede elegir un lenguaje en
la historia, Editorial Reus, Madrid, 1929. Gruyter, 5.• ed.,
Berlín, 1924. Véase también la severa crítica de Max absoluta libertad y que cada lenguaje se desborda
___;,:r
1 Weber, en Gesammelte Ausfsatze zur Wissenschaftlehre . sobre lo que «hay que decir», y otra muy distinta es
creer que se está fatalmente dominado por el len- no plantearía, pues, problemas esencialmente dife-
guaje y que nunca puede decirse más de lo que se rentes de los del dominio del lenguaje (haciendo ab5-
nos lleva a decir. Jamás podemos salir del lenguaje, traccióri por el · momento - de su «entórpecimientm>
pero nuestra movilidad en el lenguaje no tiene lími- material -unas clases, unas armas, unos objetos, et-
tes y nos permite ponerlo todo en cuestión, incluso cétera), si no hubiese otra cosa. Un simbolismo es
el lenguaje y nuestra relación con él c. Lo mismo dominable, salvo en la medida en que remite, en
ocurre con el simbolismo institucional -salvo, por última, instancia, a algo que no es simbólico. Lo que
supuesto, que el grado de complejidad es en él in- supera el simple «progreso en la racionalidad», lo
comparablemente más elevado. Nada de lo que per- que permite al simbolismo institucional no desviarse
tenece propiamente al simbolismo impone indefecti- pasajeramente, aunque pudiendo volver a ser retoma-
blemente la dominación de un simbolismo autonoini~ do (como puede hacerlo también el discurso lúcido),
zado de las instituciones sobre la vida social; nada, sino autonomizarse, lo que, finalmente, le proporcio-
en el simbolismo institucional mismo, excluye su na su suplemento esencial de determinación y de
uso lúcido por la sociedad -entendiendo aquí tam- especificación no es muestra de lo simbólico.
bién que no es posible concebir unas instituciones
que vedan «por construcción», «mecánicamente». la
servidumbre de la sociedad a su simbolismo. Hay, a
este respecto, un movimiento histórico real, en nues- Lo simbólico y lo imaginario
tro ciclo cultural greco-occidental, de conquista pro- r·- ----·-------- ~-
gresiva del simbolismo, tanto en las relaciones con el Las determinaciones de lo simbólico que acaba-
lenguaje como en las relaciones con las institucio- mos de describir no agotan su substancia. Queda un
nes 20 • Incluso los Gobiernos capitalistas aprendieron componente esencial, y, para nuestro propósito, de-
finalmente a utilizar algo correctamente, en ciertos cisivo: es el componente imaginario de todo símbolo ·
aspectos, el «lenguaje» y el simbolismo económicos, y de todo simbolismo, a cualquier nivel que se sitúen.
a ,Q,~clt- lo ' que quieren indicar con el 'crédito, la· fiscali- :Récó"rdemos el sentido corriente del término i~­
,. dád,.>< étc,;, (el contenido de lo que dkeh es evidente- ruujo, que por el momento nos bastará: hablamos
r
mente., otra cosa) . . Esto no implica ciertamente que pe itn-ªginario cuando queremos hablar de á).go'.·«in- .
cualquier . contenido · sea expresable en cualquier len- ventado» -' ya se trate de un invento_ «P,PSQllJ..tO»
guaje; el pensamiento musical de Tristán no podía t<C'Jlla hístofiá imaginada pe' ·cábo a rabn>>), o de un , ,;
ser dicho en el lenguaje del Clavecí.n bien temperado deslizamiento, de un desplazamiento de sentido, en \
y la demostración de un teorema matemático, inclu- eCqüe unos símbolos ya disponibles están investidos 1
so simple, es imposible en la lengua de todos los con ()tras significaciones que las suyas «normales» o '\ ¡
días. Una - nueva sociedad creará con toda evidencia canónic~s («¡No es lo que imaginas!>>, dice la mujer
í
un nuevo simbolismo institucional, y el simboli:;;mo al hombre que le recrimina una sonrisa que ella
institucional de una sociedad autónoma tendrá poca intercambia con otro hombre). En los dos casos, se
relación con lo que hemos conocido hasta aquí. da por supuesto que lo i.maginario se separa de lo ,
El dominio del simbolismo de las instituciones real, ya sea que pretenda ponerse en su lugar (una \
mentira) o que no lo pretenda (una novela) . . - \
c. Véase el s egundo volumen, en particular los capí- Las relaciones profundas y oscuras entre lo sim- ,
_tulos V Y. V:I! [ en preparac·ió1J.] ~ también ¡<Le dicible et hólico y lo imaginario aparecen enseguida si se re.., ·
l'indicible» en «L'Arc», n.o 46; pp. 67 a 79, 4. trimestre
0
flexiona en este hecho: lo imaginario debe u..!!}.iza.¡:....lo ~..
de 1971. simbólico, no sólo para «expresarse», lo CUJ:l.l - e~i
20. Véase lo que dijimos más arriba acerca del De-
recho romano. dente, . si-no para «existir»: páfá pasar áe_ lo vi~;tual
a cualquier otra cosa más. El delirio más elaborado, se mantienen como simultáneamente unidos y dis-
·¡ como er fantásma más sec"r"eto y más vago, están he- tintos, en una relación a la vez firme y . f_lexiblE;!. De
chos de «imágenes», pero estas «imágenes» están alii 'c.- .. ·otró moüo, la ·relación simbólica (c'ilyo uso «própio»
como representante de otra cosa, tienen, pues, una supone la función imaginaria y su dominio por la
función simbólica. Pero también, inversamente, el función racional) vuelve, o mejor, se queda ya desde
simbolismo presupone la capacidad imaginaria, ya el comienzo allí donde surgió : en el vínculo rígido
que presupone ia capacidad de ver en una cosa lo (la mayoría de las veces, bajo el modo de la identi-
que no es, de verla otra de lo que es. Sin embargo, en ficación, de la participación o de la causación) entre
la medida en que lo imaginario vuelve finalmente a el significante y el significado, el símbolo y la cosa,
la·· faculta a ·originaria de plantear o d€' da~se, bajq el . es decir en lo imaginario efectivo.
modo de la representación, una cosa y una relación Si dijimos que el simbolismo presupone lo imagi-
que no son (que no están dadas en la percepción o nario radical, y se apoya en él, no significa que el
que jamás lo han sido), hablaremos de un imaginario 'simbolismo no sea, globalmente, sino . i.'maginario
efectivo y de lo simbólico 21 • Es finalmente la capaci- efectivo en su contenido. Lo simbólico comporta, casi
dad elemental e irreductible de evocar una imagen 22 • siempre, un componente «racional-real»: lo ·que re-
La influencia decisiva de lo imaginario sobre lo presenta lo real, o lo que es indispensable para pen-
simbólico puede ser comprendida a partir de esta sarlo, o para actuario. Pero este componente está
consideración : el simbolismo supone la capacidad de inextricablemente tejido con el componente imagi-
(u~ner entre dos términos un vinculo permanente /de nario efectivo -Y esto le plantea tanto a la teoría
~

liv.anera que uno «represente» al otro. Pero no es más de la historia como a la política un problema esencial.
que en las etapas muy avanzadas del pensamiento Está escrito en los Números (15, 32-36) que, al des-
racional lúcido en las que estos tres elementos (el cubrir los judíos a un hombre que trabajaba en sá-
significante, el significado y su vínculo sui generis) bado, lo cual estaba vedado por la Ley, lo condujeron
ante Moisés. La ley no fijaba pena alguna para · la
;, 2( <·:PJ?'ci~í~ inte~tarse_ dis_tin~u!r, en la t_erminología,•. traii~gresión, pero el Señor se manifestó a Moisés.,
lo que llamarnos lo 1magmano ultimo o radical, la capa- exigiendo que el hombre fuese lapidado -Y lo fue: '.
cidad de hacer sur ir como imagen algo que no es, ni Es .difícil no verse afectado en este caso -como, ·
fue, de sus productos, que podría designarse como lo
imaginado). Pero la forma gramatical de este término pue- por -lo demás, a menudo -cuando se contempla la Ley
de prestarle a confusión, y preferimos hablar de ima- mosaica- por el carácter desmesurado de la pena,
ginario efectivo. por la ausencia de vínculo necesario entre el hecho
22. «El hombre es esa noche, esa nada vacía que lo (la transgresión) y la consecuencia (el contenido de
contiene todo en su ·s implicidad; riqueza de un número
infinito de representaciones, de imágenes, de las que la pena). La lapidación no es el único medio· de
ninguna aflora precisamente a su espíritu o que no están llevar a las gentes a respetar el sábado, la institución
siempre presentes. Es la noche, la interioridad de la na- (la pena) supera netamente lo que exigiría el enca-
turaleza lo que existe aquí: el Yo (l e Soi) puTo . En re-
presentaciones fantásticas, es de noche por todo lo que denamiento natural de las causas y de los efectos,
está alrededor; aqui surge entonces una cabeza ensan- de los medios y de los fines. Si la razón es, como
grentada, allá otra figura blanca, y desaparecen con la decía Hegel, la operación conforme a un fin, ¿se
misma brusquedad. Es esa noche la que se percibe cuan- mostró el Señor, en este ejemplo, razonable? Recor-
do se mira a un hombre a los ojos; una noche que se
hace terrible; es la noche del mundo a la qu e entonces demos que el Señor mismo es imaginario. Detrás de
nos enfrentamos. El poder de sa car de esa n oche lu s la Ley, que es «real», una institución social efectiva,
imágenes o de dejarlas que vuelvan a caer en ella (eso se mantiene el Señor imaginario que se presenta co-
es) el hecho de ponerse a sí mismo, la consci encia int e-
rior, la acción, la escisión», Hegel, Jenenser Realphiloso- mo su fuente y sanción última. La existencia imagi- ~
phie (1805-1806). naria del Señor ¿es razonable? Se dirá que, en una .1
')?()
etapa de la evolución de las sociedades humanas, la van más allá de sus «motivos» funcionales e incluso
J institución de un imaginario investido con más rea- los contrarían, que sobreviven mucho tiempo des-
;· lidad' 'Que· lo-real -· Dios, más generalmente -un imagi-· , pués de· tas ·circ'Unstlmcias·· que lo h-an hecho nacer · ·
nado religioso- es «conforme a los fines» de la socie- -que finalmente muestran en lo imaginario un fac-
dad, se deriva de las condiciones reales y cumple una tor autonomizado de la vida social?
función esencial. Se procurará mostrar, en una pers- Sea la religión mosaica instituida. Como toda re-
pectiva marxista o freudiana (que, en este caso, no ligión, está centrada sobre un imaginario. En tanto
solamente no se excluyen, sino que se completan), que religión, debe instaurar unos ritos; en tanto
que esta sociedad produce necesariamente este ima- que institución, debe rodearse de sanciones. Pero ni
ginario, esta «ilusión» como decía Freud hablando de como religión, ni como institución puede existir; si, al-
la rE:üigíóri, ·de la que tiene necesidad para su funciO- rededor del imaginario central, no comienza la proli-
namiento. Estas interpretaciones son preciosas y ver- feración de un imaginario segundo. Dios creó el mun-
daderas. Pero encuentran su límite en ·estas pregun- do en siete días (seis más uno). ¿Por qué siete? Se
tas : ¿por qué es en lo imaginario en lo que una so- puede interpretar el número siete a la manera freu-
ciedad debe buscar el complemento necesario de su diana; podríamos eventualmente también remitirnos
orden? ¿Por qué se encuentra cada vez, en el núcleo a cuálquier hecho y a cualquier costumbre producti-
de este imaginario y a través de todas sus expresio- vas. Siempre resulta que esta determinación terres-
nes, algo irreductible a lo funcional, que es como tr-e (quizás «real», pero quizás ya imaginaria), ex-
una inversión inicial del mundo y de sí mismo por portada al Cielo, es de allí reimportada bajo la for-
la sociedad con un sentido que no está «dictado» por ma de sacralización de la semana. El séptimo dia se
los factores reales, puesto que es más bien él el que convierte ahora en día de adoración de Dios y de· des-
confiere a .e stos factores reales tal importancia y tal canso obligatorio. Las incontables consecuencias co-
lugar en el universo que se constitl.lye esta sociedad mienzan así a desprenderse. La primera fue la · lapi-
-)~~nt:tdo qu~ se reconoce a la vez. er1 ,el .conteniqo y dación de ese pobre desgraciado que recogía briznas
" én?~l-\e&tilo • de ·su vida (y que no ~ están tan alejado de· hierba en el desierto en día del Señor. Entre 1ás
· ~'fo· <iu~'~Hhtel llamaba «el espír.it'u'. (ie un puebloi>)? niás recientes, mencionemos al azar el nivel de ,la
¿Pqr q~~. , .de t9ctas las tribus pastorales que erraron tasa ·de plusvalía 23 , la curva de la frecuencia de los f
en r-el:: s'e gundo milenio antes .de nuestr~ era en :el coitos en las sociedades cristianas que presenta unos t~
desiertQ entre Tebas y Babilonia, una sola eligió máximos' periódicos cada siete días, y el aburrimiento
expedir · al Cielo a un Padre innombrable, severo y mortal de los domingos de semana inglesa. ~
vindicativo, hacer de él el único creador y el funda- Sea otro ejemplo, el de las ceremonias, de «paso»,
mento pe la Ley - ~ introducir así el monoteísmo en de «confirmación>>, de «iniciación» que marcan la
la histo:r-i~? ¿Y por qué, de todos los pueblos que fun- entrada de una clase adolescente a la clase adulta;
daron ciudades en la cuenca mediterránea, una sola ceremonias que juegan un papel tan importante en
decidió que hay una ley impersonal que se impone la vida de todas las sociedades arcaicas, y de las cua-
incluso a los dioses, la estableció como consubstan- les subsisten en las sociedades modernas unos restos
cial al discurso coherente y quiso fundar sobre este nada desdeñables. En el contexto dado cada vez,
logos las relaciones entre los hombres, inventando estas ceremonias hacen aparecer un .importante com-
así y a la vez Filosofía y Democracia? ¿Cómo puede
ser ,que, tre.s .mH año_s después,. suframos aún las con- .... ~ .· ··- -
secuencias de lo que pudieron soñar los judíos y los 23. . Hubiese sido evi<}.entemente mucho más confor-
griegos? ¿Por qué y cómo este imaginario. una vez me a la «lógica» del capitalismo adoptar un calendario
de «décadas», con 36 6 37 días d e descanso al año, que
plan teado, implica unas consecuencias propias, · que mantener las semanas y los 52 domingos.
ponente funcional-económico y están tejidas de mil totémicos, a unos tabúes que afectan a tales elemen-
maneras con la «lógica» de la vida de la sociedad con- tos, etc.). Estas sucesivas reducciones se encuentran,
siderada («lógica>> ampliamente no , consciente, está tarde o tem.prano,- con su -límite,--y esto ·bajo dos for- ·-
claro). El acceso de una serie de individuos a la ple- mas: los elementos últimos son símbolos, de cuya
nitud de sus derechos debe estar marcado pública y constitución el imaginario no puede separarse ni ais-
solemnemente (a falta de estado civil, diría un fun- larse; las sucesivas síntesis de estos elementos, las
cionario prosaico), debe otorgarse un «certificado»
y, para el psiquismo del adolescente, esta etapa cru- 1 «totalidades parciales» de las que están hechas la vida
y la estructura de una sociedad, las «figuras» en las
cial de su madurez debe ir marcada por una fiesta que se deja ver para sí misma (los clanes, las ceremo-
y una prueba. Pero, alrededor de este núcleo -Y, ce- nias, los momentos de la religión, las formas de las , ·
diendo a la tentación, diría como para las ostras .per- relaciones de autoridad, etc.) poseen a su vez · un
líferas : alrededor de esta inmensa impureza-, crista- sentido indivisible, como si procediese de una ope-
liza una sedimentación de incontables reglas, actos, ración originaria que la planteó de entrada -Y· en
ritos. símbolos, en una palabra, de componentes lle- este sentido, a partir de este momento activo como J
nos de elementos mágicos y más generalmente ima- tal, se sitúa a otro nivel que el de cualquier deter-.,/
ginarios, cuya justificación relativa al núcleo fun- minación funcional.
cional es más y más mediata, y finalmente nula. Los Esta doble acción se revela con mayor facilidad
adolescentes deben ayunar un determinado número que en cualquier otro lugar en las culturas más «in-
de días, y no comer más que determinado tipo de tegradas», sea cual sea el modo de esta integración.
alimentación, preparada por determinada categoria Se revela en el totemismo, en el que un símbolo
de mujeres, sufrir tal prueba, dormir en tal cabaña «elemental» es al mismo tiempo principio de organi-
o no dormir cierto número de noches, llevar tales or- zación del mundo y fundamento de la existencia de
namentos y tales emblemas, etc. la tribu. Se revela en la cultura griega, en la que la
El etnólogo, ayudado por consideraciones marxis- religión (inseparable de la ciudad y de la organiza-
tas, freudianas u otras, intentará en cada caso apor- ción socio-política) recubre con sus símbolos cada ,ele-_
tar una interpretación de la ceremonia en todos sus mento de la naturaleza -Y de las actividades humanas
elementos. Y hace bien -si lo hace bien. Se evidencia 'l y confiere en el mismo acto un sentido global al uni- ·
al acto que no puede interpretarse la ceremonia me- verso y al lugar de los hombres en éste 24 • Aparece
diante la reducción d.irecta a su aspecto funcional
(como tampoco puede interpretarse una neurosis di- 24. Evoquemos, para mayor facilidad y brevedad,
ciendo que tiene que ver con la vida sexual del su- un ejemplo ciertamente más banal: la diosa «de la tie-
rra», la diosa-tierra, Demeter. La etimología más proba-
jeto); la función es poco más o menos la misma en ble (otras fueron igualmente propuestas: Véase Lidell-
todas partes, incapaz por lo tanto de explicar la inve- Scott, Greek-English Lexicon, Oxford, 1940) es Ge-Meter, ¡'

rosímil abundancia de detalles y de complicaciones, Gaia-M eter, tierra-madre. Gaia es a la vez el nombre de )

casi siempre diferentes. La interpretación compor- la tierra y de la primera diosa, que, con Urano, está
en el origen de la dinastía de los dioses. La tierra es de
tará una serie de reducciones indirectas a otros com- entrada vista como diosa originaria, nada indica que
ponentes, en los que se encontrará de nuevo un ele- haya sido jamás vista como <<objeto». Este término, que
mento funcional y otra cosa (por ejemplo, la compo- denota la tierra, connota al mismo tiempo las «propieda-
des» o, más bien, las maneras de ser esenciales de la
sición de la comida de los adolescentes, o la catego- tierra: fecunda y nutridora. Es también lo que connota
ría de mujeres que ·la prepararán, estarán vincula- el significante madre. El vinculo o, más bien, la identi-
das a la estructura de los clanes o al pattern alimen- ficación de los dos significados: Tierra-Madre, es evi-
tario de la tribu, que serán a su vez remitidas a unos dente. Este primer momento imaginario es indi6ociable
del otro: el de que la Tierra-Madre es una divinidad,
elementos «reales», pero también a unos fenómenos antropomorfa -¡y con razón, puesto que es Madre!-.

224 225
incluso en la sociedad capitalista occidental, en la titución más que lo simbólico (e identifican éste con
que, como veremos, el «desencahto del muñdo» y la . 'lo racional) -representan también una verdad· tan· sólo ·
destrucción de las formas anteriores a lo imaginario parcial, y su generalización contiene igualmente una
han ido paradójicamente a la par con la constitución proyección.
de un nuevo imaginario, centrado sobre lo «pseudcr Las visiones antiguas sobre el origen «divino» de
racional» y que afecta a la vez a los «elementos últi- las instituciones eran, bajo sus envoltorios místicos,
mucho más verdaderas. Cuando Sófocles 25 hablaba de
mos» del m un do y a su organización total.
Lo que decimos se refiere a lo que puede llamarse 1 leyes divinas, más fuertes y más duraderas que las
hechas por la mano del hombre (y, .c omo por azqr,
lo imaginario central de cada cultura, ya se sitúe en
el nivel de los sfmbolos elementales o en el de un se trata en el caso preciso del interdicto del incesto
sentido global. Evidentemente hay. además, lo que que violó Edipo), indicaba una fuente de la institu-
puede llamarse lo imaginario periférico, no · menos ción más allá de la conciencia lúcida de los hombres
importante en sus efectos reales, pero que no nos como legisladores. Es esta misma verdad la que s~
ocupará aquí. Corresponde a una segunda o enésima tiende el mito de la Ley dada a Moisés por Dios -por
elaboración imaginaria de los símbolos, a unas capas un pater absconditus, por un invisible innombrable.
SUcesivas de sedimentación. Un icono es un .objeto Más allá de la actividad consciente de institucionali-
stmbólico de un imaginaffo -pero está investido de zación, las instituciones encontraron su fuente ..e.n lo ¡r
•~¡
otra· slgñificación imaginaria cmrn'do los fieles rascan imaginario social. Este .imaginario debe entrecruzarse
su pintura y la beben como medicamento. Una ban- con lo simbólico, de lo contrario la sociedad no hu-
dera es un sfmbolo con función racional, signo de bíése podido «reunirse», y con lo econórrüco-funcio-
reconocimiento y . de reunión, que se convierte rápi- nal.; de lo contrario no hubiese podido sobrevivir. 11·
\ damente en aquello por lo cual puede y debe perderse También puede ponerse, se pone necesariamente, a 1
\ la vida y en aquello que da escalofríos a lo largo de su servicio : hay, es cierto, una función de lo ·ima- :1
1a .columna vertebral a los patriotas que miran pasar ginario de la institución, aunque ahí todav~~ . se l
un· desfile militar. constate que el efecto de lo imaginario supera a su
La visión m .Q .drma...da.la. institllC.ián.. .JIUe _i~uce función; no es «factor último» (no buscamos algu-.
no, en efecto), pero, sin él, la determinación tanto
r
su significación a lo funcional. no es sJ11Q.. Pll!~)­
mente correcta. En la medida en que se presenta de lo simbólico como de lo funcional, la especificidad
c'üñi'o"la--v-e"tdad sobre el problema de la institución, y la unidad de lo primero, la orientación y la finali-
no es más que pr_QYección. ,Proyecta sobre el conjunto dad de lo segundo permanecen incompletos y final-
de la historia una idea · tomada, no ya de la realidad mente incomprensibles.
efectiva de las instituciones del mundo capitalista
occidental (que jamás han sido y siguen sin ser, a
pesar del enorme movimiento de «racionalización», La alienación y lo imaginario
sino parcialmente funcionales), sino de lo que este
ll)yndo - quisier.a-que --fuesen sus Iñst1 tuciones. Visio- La institución es una red simbólica, socialmente
nes aún más recientes, que no quieren ver en la ins- sancionada, en la que se combinan, en proporción y
...--, 25. « .. .Las leyes más altas, nacidas en el éter ce-
leste, del que sólo el Olimpo es el padre, que no fueron
El componente imaginario del símbolo. particu..~~r es de . engendradas .por la naturaleza mortal de los hombres y
·la misma · stisUincia, por · decirlo· así, que lo imaginario que ningún . olvido adormecerá jamás; pues en ellas
global de esta cultura - lo que nosotros llamamos la di- yace un gran dios, que no envejece», Edipo Rey, 865-
vinización antropomorfa de las fuerzas de la natura- 871.
·~leza.

227
226
relación variables, un componente funcional y un de otro modo que las leyes no pueden realizarse más ·
componente imaginario. La alienación, es la autóno- que «Utilizando» las ilusiones de los individuos, mues- }·
mización y el predominio del- momento . imaginario · tra -una v ez .más, en un --imaginari-o -específico, una de .·
--.-. en la institución, que implica la autonomización y las condiciones de la funcionalidad.
\ el ·predominio de la institución relativamente a la Pero este papel de lo imaginario era visto por
sociedad. Esta autonomización de la institución se Marx como un papel limitado, precisamente, como
' expresa y se encarna en la materialidad de la vida papel funcional, como eslabón «no económico» en la 1
-s ocial, pero siempre supone también que la sociedad <<cadena económica». Esto porque pensaba poder re- /
~,~ vive sus relaciones con sus instituciones a la manera mitirlo a una deficiencia provisional (un provisional
. de Jo . imaginario, dicho de otra forma, no reconoce que iba de la prehistoria al comunismo) de · la historia
- · en el .imaginario de las instituciones . su propio pro- como economía, a la no madurez de . la humanidad . .
ducto . Estaba dispuesto a reconocer el poder de las creacio-
. Esto lo sabía Marx. Marx sabía que «el Apolo de nes imaginarias del hombre --sobrenaturales o so-
Delfos era en la vida de los griegos un poder tan ciales-, pero este poder no era para él más q;ue el
real como cualquier otro». Cuando hablaba del feti- reflejo de su impotencia real. Sería esquemático y
chismo de la mercancía y mostraba su importancia romo decir que para Marx la alienación no era más
para el funcionamiento efectivo de la economía capi- que otro nombre de la penuria, pero es finalmente
talista, superaba con toda evidencia la visión sim- verdad que, en su concepción de la historia, tal como
plemente económica y reconocía el papel de lo ima- está formulada en las obras de madurez, la penuria
ginario 26 • Cuando subrayaba que el recuerdo de las es la condición necesaria y suficiente de la aliena-
·generaciones pasadas pesa mucho en la conciencia ción 27 •
de los vivos, indicaba también ese modo particular
de·lo imaginario que es el pasado vivido como presen- 2:7. Este es sin duda el punto de vista de las obras
. te, los fantasmas más poderosos que los hombres de de madurez: «El r-eflejo religioso d-el mundo real no
can;te y_ hueso, lo muerto que recoge a lo vivo, como puede desaparecer más que -el día -en que las condiciones
qe la vida cotidiana práctica d-el hombre trabajador. Pr~­
r.¡e gustaba' decir.: Y, cuando Lukáes d.ice, en otro con- ".. senten unas relaciones ·netamente racionales de loS' hom•
. J.~~)!:t_o;: r.etomand_o . a_ Hegel, que la _c~nciencia mi_stifi- '· bres entre sí y con la naturaleza. El ciclo de la vida ·so-- · ,
cial, es decir del proceso material de la producción~ · no .
¡ cad<I .de. los capitalistas es la condición del funcwna- · se despoja de su velo místico . y nebuloso sino · en el
*Y<';;~.· h ntento· adecuado de ·la economía capitalista, dicho día en que . su conjunto aparece como el producto de
..., hombres libremente asociados y que ejercen un control
consciente y metódico. Pero para ello -es necesario que
2-6. «La relación social determinada que -existe entre la sociedad tenga una base material, o que exista toda
los hombres mismos ... toma aquí a sus ojos la forma una serie de condiciones materiales de la vida que, a su
fantasmagórica de una relación entre obj-etos. Tenemos vez, son el producto natural de una larga y penosa evo- 1
que apelar a las nebulosas regiones del mundo religioso lución», El capital, · 1, p. 614, Op. cit. Y también en el
para encontrar algo análogo. AHí, los productos d-el ce- inédito póstumo «<ntroducción a una crítica de la ecO-
rebro humano parecen animados de vida propia y cons- nomía política», redactado al mismo ti-empo que la Con-
tituir entidades independientes, en relación entre sí y con tribución a la crítica de la economía política, acabadas
los hombres. Sucede lo mismo, en el mundo de las mer- en 1859: «Toda mitología doma y domina y conforma las
cancías, con los productos del trabajo humano. Esto es fuerzas de la naturaleza en y por la imaginación y desa-
lo que llamo el fetichismo que se agarra a los productos parece por tanto cuando se consigue dominarlas r-eal-
del trabajo a partir del momento en el que figuran como mente», Contribución a la crítica, p. 357 de la edición
mercancías ... » Y, más abajo: «El valor ... transforma francesa París, 1928. Si así fuese, la mitologia jamás
cada producto del trabajo en un jeroglífico social», El desaparecería, ni siquiera el día -en que la humanidad
capital, I, p. 604 y s., Op. cit. [Volveremos más adelant-e pudiese hacer de maestro de ballet de los varios miles de
sobre las implicaciones del «fetichismo de la mercan- galaxias visibles en un radio de trec-e mil millones de '
.. _¡
cía».] años-luz. [Quedaría aún la irreversibilidad del tiempo, y

228 229
N o podemos aceptar esa concepción por las ra- conoce enteramente el papel de lo .imaginario, a saber,
zones que expusimos en otra parte 28 : hablando bre- que está en la raíz tanto de la alienación como de la
,c~ b ;. vemente,-...por:que..no ,se...puede·definir--.un"nivel .de ,des,.·· cf'eadón erf1a~· nrstc>Há : ' · - ......... -··. . . . . . .
arrollo técnico o de abundancia económica a partir •Ya que la creación presupone, tanto como la alie-
del cual la división en clases o la alienación pierdan naCión, la capacidad de darse lo que no es (lo que
sus «razones de ser»; porque una abundancia técni- no es dado en la percepción, o lo que no es dado en
camente accesible está ·ya hoy en día socialmente obs- los encadenamientos simbólicos del pensamiento ra-
taculizada; porque las «necesidades» a partir de las cional ya constituido). Y no puede.distinguirS€ el ima-
cuales solamente un estado de penuria puede ser defi- ginario que entra en juego en la creación de lo ima-
nido no tienen nada de fijo, sino que expresan un ginario «puro y simple», diciendo que el primero «se
\ estado social-histórico d. Pero, sobre todo, porque des- anticipa» a una realidad aún no dada, sino que · «se
verifica» a continuación. Ya que sería primero nece-
sario explicar en qué podría tener lugar esta «antici-
algunas otras fruslerías que «domar y dominar».] No se pación>> sin un imaginario y qué le impediría extra-
comprendería tampoco cómo la mitología referida a la
naturaleza desapareció desde hace mucho tiempo del viarse. Después, lo esencial de la creación no es «des-
mundo occidental; si Júpiter ·fue ridiculizado por el pa- cubrimiento», sino constitución de lo nuevo: el arte
rarrayos, y Hermes por Las Cajas de Ahorro, ¿por no descubre, constituye; y la relación de lo que
qué no hemos mventado un dios-cáncer, un dios-ate-
roma, o un dios Omega-minus? Lo que Marx decía sobre constituye con lo «real», relación con seguridad .muy
ello en la cuarta Tesis sobre Feuerbach era más sus- compleja, no es en todo caso una relación de verifi-
t<mcioso: «El hecho de que el fundamento profano (del cación. Y, en el plano social, que es aquí nuestro in-
mundo religioso) se desprende de sí mismo y se fija como terés central, la emergencia de nuevas instituciones
imperio independiente en las nubes, no puede explicar-
se más que por este otro hecho, el que este fundamento y de nuevas maneras de vivir, tampoco es un «des-
profano está falto de cohesión y está en contradicción cubrimiento», es una constitución activa. Los ate- .,
consigo mismo. Es preciso, por consiguiente, que este nienses no encontraron la democracia eñtre otras-..
fundamento sea comprendido de por sí tanto en su con-
-tradicción como r:evolucionado en la· práctica. Por ejem- flores salvajes que crecían en el Pnyx, ni los obreros
plo~ . después de que la Jamilia terrestre haya ~ido des- parisinos desenterraron · la· Comuna sacando los ado-
cubierta como el misterio de la Sagrada Familia, es 'pre- quines dé los bulevares. Tampoco «descubrieron»-,
cisq· que la primera .sea a su vez aniquilada en la teoría
y ·-en la práctica» .. Lo imaginario sería, pues, la solución unos y otros, estas .instituciones en el cielo de las
·fantasmal. de las contradicciones reales. Esto es verdad ideas, después de inspeccionar todas las formas· de
para cierto tipo de imaginario, pero tan sólo de un tipo gobierno que se encuentran en él desde la eternidad
derivado. Es insuficiente para comprender lo imaginario expuestas y bien colocadas en sus vitrinas. I:qyenta-
central de una sociedad, por las razones explicadas más
adelante en el texto, que vienen -a ser lo siguiente: la ron algo, que se mostró, es cierto, viable en las cir-
constitución misma de estas contradicciones reales es in- cunstancias dadas, pero que también, a partir del
separable de este imaginario centraL momento en que existió, las modificó esencialmente
28. Véase «Le mouvement révolutionnaire sous le
capitalisme moderne» en el n.o 33 de «Socialisme ou Bar- -Y que, por otra parte, veinticinco siglos o cien años
barie», p. 75 y s. después, siguió, estando «presente>> en la historia.
d. Es evidente que las necesidades, en el sentido so- Esta «verificación» no tiene nada que ver con la
cial-histórico (que no es el de las necesidades biológicas), verificación, gracias a la circunnavegación de Maga-
son un producto del imaginario radicaL
El «imaginario» que compensa la no-satisfacción de llanes, de la idea de que la tierra es redonda -idea
estas necesidades no es, pues, sino un imaginario segun- que de entrada, ella también, se da algo que no está en
' do y derivado. Lo es también para ciertas tendencias
:. psicoanalítica~ contemporáneas, para· las que lo . imagina-
rió «·sutura>> un vacío o un desgarro originarios del suje-
). to. rio radical del sujeto. Volveremos sobre ello largamente
Pero este vacío no existe sino mediante el imagina- en el segundo volumen.
230 231
la percepción, pero que se refiere a un real ya cons- uno o varios tra urnas; pero esta represión de las
tituido •
29 pulsiones está siempre ahí, y ¿qué es lo que cons-
Cuando se afirma,. en el caso de la -.institución,_ tituye un trauma¿ Fuera. de los.. -Gasos límite, un acon- ~ -~~

que lo imaginario no juega en ella un papel sino tecimiento no es traumático más que porque es «vi-
porque hay problemas «reales» que los hombres no vido como tal» por el individuo, y esta frase quiere
llegan a resolver, se olvida, pues, por un lado, que los decir aquí: porque el individuo le imputa una signi-
hombres no llegan precisamente a resolver estos pro- ficación dada, que n o es su significación «canónica:o,
blemas reales, en la medida en que lo consiguen, o en todo caso que no se impone ineluctablemente i
sino porque son capaces de imaginario; y, por otra como tal 30 •
parte, que estos problemas reales no pueden ser pro- Asimismo, en el caso de una sociedad, la idea de ~
blemas, no se constituyen como aquellos problemas que sus formaciones imaginarias «Se fijan en impe- '
que tal época o tal sociedad se da como tarea resol-
ver, más que en función de un imaginario central de
la época o de la sociedad consideradas. Eso no sig-
1 rio independiente en las nubes», porque la sociedad
considerada no llega a resolver «en la realida~l» s~
problemas, es cierta en el nivel segundo, pero no en
nifica que estos problemas sean inventados pieza a · el nivel originario. Pues esto carece de sentido si no
pieza y que surjan a partir de la nada y en el vacío. puede decirse cuál es el problema de la sociedad
r Pero lo que, para cada sociedad, conforma proble- que hubiese sido incapaz de resolver. Ahora bien. la 1
mas en general (o surge como tal a un nivel dado respuesta a esta pregunta es imposible, no porque !i¡
de especificación y de concreción) es inseparable nuestras encuestas no sean lo bastante avanzadas o '1¡l'
de su manera de · ser en general, del sentido preci- l:
que nuestro saber sea relativo; es imposible porque :j
samente problemático con el que inviste al mundo la cuestión carece de sentido. N o hay el problema de
y su lugar . en éste, sentido que como tal no es ni la sociedad. N o hay «algo» que los hombres quieren
cierto, ni falso, ni verificable, ni falsificable con re- profundamente, y que hasta aquí no han podido te- iJ
ferencia a unos «verdaderos» problemas y a su «ver- ner porque la técnica era insuficiente o incluso por- 1-¡1
.. , dadera» solución, salvo en una acepción muy espe- que la sociedad seguía dividida en clases. Los hom-
~ · '-cífica, sobre la cual volveremos. . bres fueron, individual y colectivamente. ese querer,
S~ se ,tratase de la historia de un individuo; ¿qué · esa necesidad, ese hacer, que se dio cada vez otro

1
sentido tendría decir que sus formaciones imaginarias objeto y ·con ello otra «definición>> de sí mismo.
'no' toman importancia, no desempeñan un papel sino Decir que lo imaginario ·no surge -o no Qesem-
porque unos factores «reales» -la represión de las peña un papel- sino porque el hombre es incapaz
pulsiones, un traumatismo- había creado ya un con- de resolver su problema real, supone que se sabe y •llt•1
flicto? Lo imaginario actúa sobre un terreno en el que puede decirse cuál es este problema real, siem- !~
que hay represión de las pulsiones y a partir de pre y en todas partes el mismo (pues, si este proble- '11
ma cambia, estamos obligados a preguntarnos por 1 ~l

qué, y esto remite a la pregunta precedente). Esto j~


29. Está claro, alguien podrá siempre decirnos que J·'i
1

estas creaciones históricas no son más que el descubri- supone que se sabe, y que puede decirse lo que es ·K

miento progresivo de los posibles contenidos en un siste- la humanidad y lo que quiere, aquello hacia lo cual .1
ma absoluto ideal y «preconstituido». Pero, como ese. sis- tiende, como se dice (o se cree poder decir) de los
tema 'absoluto de todas las formas posibles jamás puede, ~
por definición, ser exhibido y como no está presente en objetos. 1

la historia, la objeción es gratuita y viene a ser final-


mente una querella de palabras. A posteriori, podrá
siempre decirse de cualquier realización que también era 30. El acontecimiento traumático es real en tanto
idealmente posible. Es una tautología vacía, que no en- que acontecimiento, e imaginario en tanto que trauma-
seña nada a naaie. tismo.

232 23:1
A esta pregunta, los marxistas dan siempre una y hambre de saber racional, tuvo hambre de calor
doble respuesta, una respuesta contradictoria de la y de fraternidad, pero también hambre de "slis pro-
., ·· cual ninguna ·«dialé-ctica>>" puede enmascarar la·· con-: - ~ r_:~. _l-.,.;
pios cadáveres, hambre de fiestas y hambre de trage-
fusión y, en el límite, la mala fe: dias,··y ahora-':Pa:rece, fe:her 1iambre de Luna y de pla-· ·
La humanidad es lo que tiene hambre. netas. Es necesaria una buena dosis de cretinismo
La humanidad es lo que quiere la libertad -no la para pretender que se inventaron todas estas ham-
libertad del hambre, la libertad sin más, de la que bres porque no se comía ni se jodía bastante.
estarán muy de acuerdo en decir que no tiene, ni El hombre no es esa necesidad que comporta su
puede tener «objeto» determinado en general. «buen objeto» complementario, una cerradura que
La humanidad tiene hambre, es cierto. Pero tiene tiene su llave (que hay que volver a encontrar o fa-
hambre ¿de qué? y ¿cómo? Aún tiene· hambre, .en el bricar). El hombre no puede existir sino definiéndose
sentido literal, para la mitad de sus miembros, y este cada vez como un conjunto de necesidades y de obje-
hambre hay que satisfacerla, es cierto. Pero ¿sólo tos correspondientes, pero supera siempre estas de-
tiene hambre de alimento? ¿En qué difiere, enton- finiciones -Y, si las supera (no solamente en un
ces, de las esponjas o de los corales? ¿Por qué ese virtual permanente, sino en la efectividad, del movi-
hambre, una vez satisfecho, deja siempre aparecer miento histórico), es porque salen de él ~ismo, por-
otras preguntas, otras demandas? ¿Por qué la vida de que él las inventa (no en lo arbitrario ciertamente,
las capas que, en todas las épocas, han podido satis- siempre está la naturaleza, el mínimo de coherencia
facer su hambre, o de las sociedades enteras que que exige la racionalidad, y la historia precedente),
pueden hacerlo hoy, no ha llegado a ser libre -o se porque, por lo tanto, él las hace haciendo y hacién-
ha vuelto vegetal? ¿Por qué la saciedad, la segu- dose, y porque ninguna definición racional, natural o
ridad y la copulación ad libitum en las sociedades histórica permite fijarlas de una vez por todas. «El
escandinav~s, pero también, cada vez más. en todas
hombre ·es lo que no es lo que es, y que es lo que no
las sociedades de capitalismo moderno (mil millones es», decía ya Hegel.
de J:r;¡divjduos) no .P.a. hecho surgir individuos y colec- !
tividades autónomas? ¿Cuál es la necesidad que estas .Ji'· !::¡?·~4-
,
,pqb,laciones no puéden satisfacer? Que se diga que
~sta' ,' necesidad es .c onstantemente mantenida en la Las significaciones imaginarias sociales
iP§il:tisfªcción P<?T: :,: el progreso técnico, que hace
surgir nuevos objetos, o por la existencia de capas Vimos que no pueden comprenderse las inStitu-
privilegiadas que ponen ante los ojos de los demás ciones, y menos aún el conjunto de la vida social,
otros modos de satisfacerla - .y se habrá concedido como un sistema simplemente funcional, serie inte-
lo que queremos decir: que esta necesidad no lleva grada de ordenaciones sometidas a la satisfacción
en sí misma la definición de un objeto que podría de las necesidades de la sociedad. Ya toda interpreta-
colmarlo, como la necesidad de respirar encuentra su ción de este tipo suscita inmediatamente el interro-
objeto en el aire atmosférico, que nace históricamen- gante: funcional en relación a qué y con qué fin
te; que ninguna necesidad definida es la necesidad -pregunta que no comporta respuesta en el interior
de la humanidad. La humanidad tuvo y tiene hambre de una respuesta funcionalista 31 • Las instituciones
de alimentos, pero también tuvo hambre de vestidos son ciertamente funcionales en tanto que deben ase-
y, después, de vestidos distintos a los del año pasa-
do, tuvo hambre de coches y de televisión, tuvo ham- 31. «.. . decir que una sociedad funciona es una pero-
grullada; pero decir que todo en una soci-edad funciona
bre de poder y hambre de santidad, tuvo hambre de es absurdo», Claude . Lévi-Strauss, Anthropologie struc-
ascetismo y de desenfreno, tuvo hambre de mística turales, p. 17 de la edición francesa, París, 1958.

234 235
gurar necesariamente la supervivencia de la sociedad ciones forman una red simbólica, pero esta ~ed, por
considerada 32 • Pero ya lo que llamamos «Superviven- definición, remite a otra cosa que al simbolismo. To-
cia» tiene un contenido completamente ~diferente se- _ ~ da interp:reta~ión p_ur~mente simbólica de las insti-
gún la sociedad que se considere; y, más allá de este t-uciones ·susCita · inine.ciléité:l.mente ~' estas preguntas:
aspecto, las instituciones son «funcionales» en rela- ¿Por qué este sistema de símbolos, y no otro?; ¿cuá-
ción a unos fines que no se desprenden ni de la fun- les son las significaciones vehiculadas por los símbo-
cionalidad, ni de su contrario. Una sociedad teocrá- los, el sistema de los significados al que remite el
tica; una sociedad dispuesta esencialmente para per- sistema de los significantes?; ¿por qué y cómo las
mitir a una capa de señores guerrear interminable- redes simbólicas consiguen autonomizarse. Y se sos-
mente; o, finalmente, una sociedad como la del capi- pecha ya que las respuestas a estas preguntas están
talismo moderno que crea con un flujo continuo nue- profundamente vinculadas. ·
vas «necesidades» y se agota al satisfacerlas, no pue- a) Comprender, tanto como se pueda, la · «elec-
den ser ni descritas, ni comprendidas en su funcio- ción» que una sociedad hace de su simbolismo exige
nalidad misma sino en relación a puntos de vista, superar las consideraciones formales, o incluso «es-
orientaciones, cadenas de significaciones que no sola- tructurales». Cuando se dice, a propósito del tot~
mente escapan a la funcionalidad, sino a las que la mismo, que tales especies animales están investidas
funcionalidad se encuentra en buena parte sometida. totémicamente, no porque sean «buenas para ser
Tampoco puede comprenderse las instituciones comidas» sino porque son «buenas para ser pensa-
simplemente como una red simbólica 33 • Las institu- das»34, se desvela sin duda una verdad importante.
Pero ésta no debe ocultar las cuestiones que vienen
después: ¿por qué estas especies son «mejores para
32. · Incluso esto, por lo demás, no es así sin proble-
mas: hemos recordado ya la existencia de instituciones ser pensadas» que otras?; ¿por qué tal pareja de
disfuncionales, especialmente en las sociedades moder- oposiciones es elegida entre incontables, y otras ofre-
nas, o bien la ausencia de instituciones necesarias para cidas por la naturaleza? ; ¿pensar por quién, cuándo
ciertas funciones. y cómo? En una palabra, esta verdad no debe servir
. 33. ' Como parece querer hacerlo cada vez más Claude
Lév.i-StraU.ss. Véase especialmente Le totémisme aujour- para evacuar la cuestión del contenido, para.elimina.r
d'hui, París, 1962, [Traducción ·española: El totemismo · la referencia al significado. Cuando una tribu · pon~ .' .. ~
en la actualidad, Fondo Cultura Económica, · México,
1965] y la discusión con Paul Ricoeur en «Esprit»,
noviembre .de 1963, especiálmente p. 636: «Decís ... que
La pensé'e sauvage hace una elección a favor de la significación, « . .. si preguntarnos hasta qué último ·signi:- ·
sintaxis y en contra de la semántica; para mí, no hay ficado remiten estas significaciones que se significan una
elección... el sentido resulta siempre de la combina- a otra, pero que deben a fin de cuentas y todas juntas
ción de elementos que no son por sí mismos significan- remitirse a algo, la única respuesta que sugiere este
tes ... el sentido es siempre reductible .. . detrás de todo libro es que los mitos significan el espíritu, que los ela-
sentido hay un sinsentido, y el contrario no es cierto ... bora por medio del mundo del que él mismo forma par-
la significación siempre es fenoménica». Así, en · Le cru te» (lb., p. 346). Como se sabe que, para Lévi-Strauss, el
et le cuit, París, 1964, Lévi-Strauss escribe: «No pre- espíritu significa el cerebro y que éste pertenece decidi-
tendemos, pues, mostrar cómo piensan los hombres en damente al orden de las cosas, salvo que posea esa extra-
los mitos, sino cómo se piensan los mitos en los hombres . _ña propiedad de poder simbolizar las demás cosas, se
y sin que ellos· lo sepan. Y quizás . .. convenga llegar aún liega a la conclusión de que la actividad del espíritu con-
más lejos, haciendo abstracción de todo sujeto para con- siste en simbolizarse a sí mismo en tanto que algo dota-
siderar que, en cierto modo, los mitos se piensan entre do de poder simbolizador. De todos modos, lo que nos
sí. Pues se trata aquí de desprender, no tanto lo que hay importa aquí no son las aporías filosóficas a las que con-
en los mitos ... como el sistema de los axiomas y de los duce esta posición, sino que deja escapar lo esencial en
postulados. que definen el mejor código posible, capaz de lo social-histórico.
dar una significación común a unas elaboraciones in- 34. Lévi-Str auss, L e totémismo aujourd'hui, .Qp . .cit.,
conscientes .. .» (p. 20, subr. en el texto). En cuanto a esta p. 128.
236 237
'
dos clanes como homólogos a la pareja halcón-corne- está claro que el contenido así significado po_see u,n
ja, surge al acto la cuestión de saber por qué esta sentido fundamental, o sea el interrogante y la ob-
_ pareja fue elegida entre todas las que podrían con- . - sesión .sobre los ,orígenes. forma y parte de la obse-
-·;,· ..,ñüt:ar· ·una:· ctfíereñ-da 'éD. ·-ei'"'P"arenteséó: "y e-s··· élarh ·· ~;

sió-~ -de la idéntidad, dél ser del grupó' que se'· to


que la cuestión se plantea con infinitamente más plantea? Si el análisis en cuestión es verdadero, sig-
insistencia en el caso de las sociedades históricas 35 • nifica esto: los hombres se hacen la pregunta: ¿qué
b) Comprender, e incluso simplemente captar, el es el mundo humano?, y responden mediante un ·
simbolismo de una sociedad, es captar las significa- mito : el mundo humano es aquél que hace sufrir
ciones que conlleva. Estas significaciones no apare- una transformación a los datos naturales (en el que
cen sino vehiculadas por unas estructuras significan- se hacen cocer los alimentos); es finalmente una res-
tes.; pero .esto no quiere decir que· se reduzcan a puesta racional dada en lo imaginario ·por medios
eilas, ni que resulten de ellas de manera unívOcá, ni simbólicos. Hay un sentido que jamás puede ser dádo
finalmente que sean determinadas por ellas. Cuando, independientemente de todo signo, pero que es dis-
a propósito del mito de Edipo, se despeja una estruc- tinto a la oposición de los signos, y que no está ·for-
tura que consiste en dos parejas de oposiciones 36 , se zosamente vinculado a estructura significante parti-
indica probablemente una condición necesaria (como cular alguna, puesto que es, como decía Shannon, lo
las oposiciones fonemáticas en la lengua) para que que permanece invariable cuando un mensaje es tra-
algo sea dicho. Pero ¿qué .es lo que es dicho? ¿Es ducido de un código a otro, e incluso, podria aña~r­
cualquier cosa -es decir la nada? ¿Es en este caso se, lo que permite definir la identidad (aunque fuese
indiferente que esta estructura, esta organización de parcial) en el mismo código de mensajes, cuya fac-
varios pisos de significantes y de significados particu- tura es diferente. Es imposible sostener que el senti-
lares, transmita finalmente una significación global do es simplemente lo que resulta de la combinación
o un sentido articulado, el interdicto y la sanción del de los signos 38 • Puede decirse igualmente que la
incesto, y, por ello mismo, la constitución del mundo combinación de los signos resulta del sentido, pu~s
humano como ese orden de coexistencia en el que el finalmente el mundo no está hecho más que de gen-
.P.r9jiJTio
... '
~ _.., ->r
:V .•.-,
,.:p.o es simple , objeto de mi deseo, sino que
<" . ... . ,:; ...
tes que interpretan el discurso de los· demás;;. para
. exi.s~e •.pa.ra sí y sostiene.· .c on . un .tercero unas rela- que éstos existan, primero es necesario que éstos ha: .
ciones a las cuales el acceso me está vedado? Cuando, yan hablado, y hablar es ya elegir signos; , dudar,
: · a<lemás, un análisis estructural reduce todo un con- rehacerse, rectificar los signos ya elegidos -en fun-
~-- ·junto· de·t mitos arcaicos ·a la· intención de significar, ción de un sentido. El musicólogo estructuralista es
por mécüó de la oposición entre lo crudo y lo cocido, una persona infinitamente respetable, a condición
el paso de la naturaleza a la cultura 37 , ¿acaso no de.. que no olvide que debe su existencia (desde el
punto de vista económico, pero también ontológico)
a alguien distinto a él, quien, antes que él, recorrió
35. La lingüística, ciencia que trabaja por así decir-
lo al nivel del simbolismo, se plantea de nuevo €Sta pre- el camino a la inversa, a saber, al músico creador
gunta. Véase Roman Jakobson, Ensayos de lingüística que (consciente o inconscientemente, qué más da)
general, Seix Barral, Barcelona, 1974, cap. 7 («El aspecto planteó, e incluso eligió, estas «oposiciones de sig-
fonológico y el aspecto gramatical en sus int€rrelacio- nos», tachó unas notas en una partitura, enriqueció
nes» ). Aún _menos pu€de evitarse el plantearla en los
demás terrenos de la vida histórica, a los que F. d€ Saus- o empobreció tal acorde, confió finalmente a la ma-
sure jamás habría pensado extender el principio de lo dera tal frase inicialmente destinada al cobre, guiado
«arbitrario del signo».
36. Véase Lévi-Strauss, Anthropologie structurale,
Op. cit., pp. 235-243. 38. Como lo hace Lévi-Strauss, en <<Esprit», número
37. Lévi-Strauss, Le cru et le cuit, Op. cit. citado.
238 239 "
por una significación musical a expresar (y que, está por el fenómeno de la sobredeterminación de los
claro, no cesa de estar influenciada, a lo largo de la símbolos (varios s}gnificados pueden ser vinculados
composición 1 por los signos disponibles "'~n el código al mismD sjgni:fi.cante) .·--al que. hay que añadir el -
utilizado, en el lenguaje musical que el compositor fenómeno inverso, que podría llamarse la sobresim-
adoptó-- aunque finalmente un gran compositor mo- bolización del sentido (el mismo significado es lleva-
difique este mismo lenguaje y constituya en masa sus do por varios significantes; hay, en el mismo código,
propios significantes). · Eso vale en la misma medida mensajes equivalentes; hay, en toda lengua, «rasgos
para el mitólogo o para el antropólogo estructuralis- redundantes», etc.).
ta, salvo que aquí el creador es una sociedad entera, Las tendencias extremistas del estructuralismo re-
la reconstrucción de los códigos es mucho más radi- sultan de que cede efectivamente a da utopía del
cal, y mucho más escondida -en una palabra, la siglo», que no es «la de construir un sistema de
constitución de los signos en función de un sentido signos sobre un solo nivel de articulación» 39 sino pre-
es algo infinitamente más complejo. Considerar el cisamente de .eUminar el sentido (y, bajo otra forma,
sentido como simple <<resultado» de la diferencia de eliminar al hombre). Así es cómo se reduce el sentido,
los signos, es transformar las condiciones necesarias en la medida en que no e§ identificable con una com-
de la lectura de la historia en condiciones suficientes binación de signos (aunqÚe sólo fuera como su resul-
de su existencia. Y, ciertamente, estas condiciones tado necesario y unívoco), a una interioridad no
qe lectura son ya intrínsecamente condiciones de transportable, a un «cierto sabor»40 • Al parecer, no
existencia, puesto que no hay historia sino del hecho puede concebirse el sentido más que en su acepción
de que los hombres comunican y cooperan en un me- psicológica afectiva más limitada. Pero la interdiccion
dio simbólico. Pero este simbolismo es él mismo crea- del incesto no es un sabor; es una ley, a saber una
do. La historia no existe sino en y por _el ~l~!.lgtJaje» institución que lleva una significación, símbolo, mito
(todo tipo de lenguajes), pero este - lenguaje, se lo y enunciado de regla que remite a un sentido organi-
Q.a, 'loco!rstituye, lo transforma. Ignorar esta vertíen- zador de una infinidad de actos humanos, que hace
. te· de ~la-~úéstion es plantear para siempre la multi- levantar en medio del campo de lo posible la mu-
plicidad·· de los sistemas simbólicos (y por tanto insti- ralla que separa lo lícito de lo ilícito, que crea un .· <·' •
tucionales) y su sucesión como hechos brutos a pro- valor, y vuelve a disponer todo el sistema de las sig- . · ''
pósito de los cuales no habtía nada que decir (y aún nificaciones, dando como ejemplo a la consanguinei-
menos que hacer), es eliminar la Cl.l~stión histórica dad un contenido que «.antes>> no poseía_ La diferen-
por excelencia: la g-énesis del sentido, la producción cia entre naturaleza y cultura tampoco es la simple
de nuevos sistemas de significados y de significantes. diferencia de sabor entre lo crudo y lo cocido, es un
Y, si esto es cierto para la constitución histórica de mundo de significaciones. ·
nuevos sistemas simbólicos, lo es del mismo modo de e) Finalmente, es imposible eliminar la pregun-
la utilización, en cada instante, de un sistema simbó- ta: ¿cómo y por qué el sistema simbólico de las ins- ~
lico establecido y dado. Tampoco puede decirse abso- tituciones consigue autonomizarse? ¿Cómo y por \
lutamente en este caso, que el sentido «resulta» de la qué la estructura instituciónal, en cuanto se plantea
oposición de los signos, ni la inversa, ya que esto se convierte en un factor al que la vida efectiva de
transportaría aquí unas relaciones de causalidad, o la sociedad está subordinada y como sometida? Res-
en todo caso de correspondencia biunívoca rigurosa, ponder que está en la naturaleza del simbolismo auto-
que enmascararía y anularía lo que es la caracte-
rística más profunda del fenómeno simbólico, a saber
39. Lévi-Strauss, Le cru et le cuit, Op. cit., p. 32.
.su relativa indeterminación . .En el nivel más elemen- 40. Léví-Strauss, eri «E·s prit», número citado, pp; 637-
tal, esta indeterminación está ya claramente indicada 641.

240 241
nomizarse sería peor que una inocente tautología. el sentido lo que hacen de él un discurso o un delirio
Esto sería como decir que está en la naturaleza del (que puede ser gramatical, sintáctica y lexicalmente
sujeto el alienarse en lqs símbolos que emplea, por impecable). La di.s tinción, que nos es imposible evi-
tanto abolir todo discurso, todo diálogo, toda verdad, tar, entre quien, mirando a la Torre Eiffel, dice: cEs
planteando que todo lo que decimos es traído por la Torre Eiffel», y quien, en las mismas circunstan-
la fatalidad automática de las cadenas simbólicas ••. cias, dice: «Mira, es la abuela», no puede encontrarse
Y sabemos en todo caso que la autonomización del sino en la relación del significado de sus discursos
simbolismo como tal, en la vida social, es un fenó- con un significado canónico de los términos que uti-
meno segundo. Cuando la religión se mantiene, fren- liza y con un núcleo independiente de todo discurso
te a la sociedad, como un factor autonomizado, los y de toda simbolización. El sentido, es este núcleo
símbolos religiosos no tienen independencia ni valor independiente que llega a la expresión (que, en este
sino porque encarnan la significación religiosa, su ejemplo, es el «estado real de las cosas»).
brillo es prestado -como lo muestra el hecho de Plantearemos, pues, que hay significaciones rela-
que la religión pueda investir nuevos símbolos, crear tivamente independientes de los significados que las
nuevos significantes, ampararse de otras regiones llevan y que desempeñan un papel en la elección y
para sacralizarlas •. en la organización de estos significantes. Estas sig-
No es inevitable caer en las trampas del simbo- nificaciones pueden corresponder a lo percibido, a lo
lismo, por haber reconocido su importancia. El dis- racional, o a lo imaginario. Las relaciones íntimas
curso no es independiente del simbolismo, y esto que prácticamente siempre existen entre estos tres
significa en efecto algo distinto a una simple «con- polos no deben hacer perder de vista su especificidad.
dición externa>>: el discurso está preso en el simbo- Sea Dios. Sean cuales sean los puntos de apo-
lismo. Pero esto no quiere decir que le esté fatal- yo que su representación tome en lo percibido; sea
mente sometido. Y sobre todo, aquello a lo que el cual sea su eficacia racional como principio de orga-
discurso apunta es a algo distinto al simbolismo: e~ nización del mundo para ciertas culturas, Dios no es
un sentido que puede ser percibido, pensado o ima- ni una significación de real, ni una significación de
ginado; y son las modalidades de esta relación con racional; tampoco es símbolo de otra cosa. ¿Qué
es Dios, no como concepto de teólogo, ni como idea
41. Puede por supuesto sostenerse que el uso lúcido de filósofo, sino para nosotros, quienes pensamos en
del simbolismo es posible a nivel individual (para el len- quién es para los que creen en Dios?· No pueden evo-
guaje, por ejemplo), y no a nivel colectivo (en relación carlo, referirse a él sino con la ayuda de símbolos,
a las instituciones). Pero sería preciso demostrarlo, aun- aunque sólo sea por el «Nombre» -pero, para ellos,
que esta demostración no podría con toda evidencia apo-
yarse en la naturaleza general del simbolismo como tal. y para nosotros, quienes consideramos este fenómeno
No decimos que no haya diferencia entre los dos nive- histórico constituido por Dios y por los que creen
les, ni siquiera que sería simplemente de grado (com- en Dios, supera infinitamente este «Nombre», es otra
plejidad mayor de lo social, etc.). Decirnos simplemente
que responde a otros factores que el simbolismo, a saber cosa. Dios no es ni el nombre de Dios, ni las imá-
al carácter mucho más profundo (y difícil de despejar) genes que un pueblo puede darse, ni nada similar.
de las significaciones imaginarias sociales, y de su «ma- Llevado, indicado por todos estos símbolos, es, en
terialización». Véase más adelante. cada religión, lo que los convierte en símbolos reli-
e. La crítica del «estructuralismo» esbozada aquí no
respondía a ninguna «necesidad interna» para el autor, giosos- una significación central, organización en
sino solamente a la necesidad de combatir una mistifica- sistema de significantes y significados, lo que sostie-
ción de la cual, hace diez años, muy poca gente esca- ne la unidad cruzada de unos y otros, lo que permi-
paba. Podría ser fácilmente prolongada y ampliada, pero
ésta no es una tarea urgente en la medida en que el te también s~ exten3>i_ón, su multiplicación, su modi-
humo del estructuralismo se está disipando. ficación. Y esta significación, ni de algo percibido
242 243
(real), ni de algo pensado (racional), es una signifi- hecho de que bajo un significante sobrevenga otro
cación imaginaria. significado, es simplemente una manera de describir
Sea también ese fenómen0 . que , Marx llama la ~--!:- . ' ~ ... lo .. que sucedió y:.no da .~cvepta ni de la génE;!sis, ni dE!l . .
reificación, más generalmente la «deshumanización» modo de ser del fenómeno considerado. Aquello de · - ·
de los individuos de las clases explotadas en ciertas lo que se trata en la reificación -en el caso de la
fases históricas : un esclavo es visto como animal esclavitud o en el caso del proletariado- es la instau-
vocale, el obrero como «tuerca de la máquina», o sim- ración de una nueva significación operante, la capta-
ple mercancía. Importa poco, aquí, que esta asimi-
lación jamás consiga realizarse del todo, que la rea- ¡ ción de una categoría de hombres por otra categoría
como asimilable, a todos los fines prácticos, a ani-
lidad humana de los esclavos o de los obreros la males o a cosas. Es una creación imaginaria, de la
ponga en cuestión, etc.42 • ¿Cuál es la naturaleza de cual ni la realidad, ni la racionalidad, ni las ,l eyes
esta significación -que, recordémoslo, lejos de ser del simbolismo pueden dar cuenta (otra cosa si esa
tan sólo concepto o representación, es una significa creación no puede «violar» las leyes de lo real, de lo
ción operante, con graves consecuencias históricas y racional y de lo simbólico), que no necesita para· exis-
sociales? Un esclavo no es un animal, un obrero no es tir ser explicitada en los conceptos o las representa-
una cosa; pero la reificación no es ni una falsa per- ciones y que actúa en la práctica y el hacer de la so-
cepción de lo real, ni un error lógico; y tampoco se ciedad considerada como sentido organizador del com-
la puede convertir en un <<momento dialéctico» en la portamiento humano y de las relaciones sociales in-
historia totalizada del advenimiento de la verdad de la dependientemente de su existencia «para la concien-
esencia humana, en la que ésta antes se negaría ra- cia» de esta sociedad. El esclavo es metaforizado como
dicalmente a fin de poder realizarse positivamente. animal y el obrero como mercancía en la práctica so-
La reificación .es una significación imaginaria (inú- cial efectiva mucho antes que lo hicieran los juristas
til subrayar que lo imaginario social, tal como lo en- romanos, Aristóteles o Marx.
tendemos, es más real que lo «real»). Desde el punto Lo que hace que el problema sea difícil, lo que
de vista estrictamente simbólico, o «lingüístico», apa- probablemente explica por qué no ha sido visto du-
. r-ece como un desplazamiento de sentido, como una rante mucho tiempo sino parcialmente y pbr qué; aún
combinación qe metáfora y de metonimia. El esclavo hoy en día, tanto en Antropología como en Psiooaná-
no puede «ser» animal má·s que metafóricamente, y lisis, se constatan las mayores dificultades para · dis ...
e~ta metáfora, como otry- cualquiera, se ·apoya en tinguir los registros y la acción de lo simbólico y de·
metonimia, tomando la parte por el todo tanto en el lo imaginario, no sólo son los prejuicios «realistas y
animal como en el esclavo y estando la pseudo iden- «racionalistas» (cuyas tendencias más extremas del
tidad de las propiedades parciales extendida sobre el «estructuralismo» contemporáneo representan una
todo de los objetos considerados. Pero este ·desliza- curiosa mezcla) los que impiden admitir el papel de
miento de sentido -que es después de todo la opera- lo imaginario. Lo cierto es que, en el caso de lo ima-
ción indefinidamente repetida del simbolismo--, el ginario, el significado al que remite el significante
e..s casi imposible de captar como tal y, por definición,
42. Hemos comentado en otra parte la relatividad del
su «modo de sen> es un modo de no-ser. En el re-
concepto de reificación; véase «Le mouvement révolu- gistro de lo percibido (real) «exterior» o «interior»,
tionnaire sous le capitalisme moderne», en particular la existencia físicamente distinta del significante y
«Socialisme ou Barbarie», n.o 33, pp. 64-65; y también del significado es inmediata: nadie confundirá la
«Reemprender la revolución», en La experiencia del mo- palabra árbol con un árbol real, la palabra cólera o
vimiento obrero, vol. 2, Op. cit . Lo que pone en cues-
tión la reificación, y la relativiza como- categoría y como tristeza con los afectos . correspondientes. En el regis-
realidad, es la lucha de los esclavos o de los obreros. tro de lo racional, la distinción no es menos clara :
244 245
sabemos que la palabra (el «término») que designa cosa, un fantasma inconsciente -Y así es general~
un concepto es una cosa y el concepto mismo, otra. mente cómo las verá el psicoanalista. Aquí, pues, la
P~;ro, _gn_. ~l <;aso _.de l_o im?gin?rip, las. cosas son me- _ imagen es-.símb.olo::-pero ¿de qué? Para .saberlo, hay .
nos shiiples. .. , ...,.- ·- · . _, ~ - · -"·· · .. - ~ --
que penetrar en los dédalos de la elaboración simbó-
También podemos distinguir aquí sin duda, en lica de lo imaginario en el inconsciente. ¿Qué hay en
un primer nivel, las palabras y lo que designan, sig- el extremo? Algo que no está ahí para representar
nificantes y significados: Centauro es una palabra otra cosa, que es más bien condición operante de
que remite a un ser imaginario distinto de esta pa- toda representación ulterior, pero que existe ya él
labra, y que puede «definirse» con palabras (con lo mismo en el modo de la representación: el fantasma
cual se asimila a un pseudoconcepto), o representar fundamental del sujeto, su escena nuclear (no la «es-
por imágenes (con lo cual se asimila .a una pseudo- cena primitiva»), en la que existe lo que constituye
percepción) 43 • Pero ya este caso fácil y superficial al sujeto en su singularidad : su esquema organiza-
(el Centauro imaginario no es más que una recom- dor-organizado que se imagina y que existe, no en
posición de pedazos desprendidos de seres reales) no la simbolización, sino en la presentificación imagi-
queda agotado por estas consideraciones, pues, para naria que ya es para el sujeto significación encarna-
la cultura que vivía la realidad mitológica de los da y operante, primera captación y constitución en
Centauros, el ser de éstos era totalmente distinto a una sola vez de un sistema relaciOnal articulado que
la descripción verbal o la representación esculpida plantea, separa y une «interior» y «exterior», esbozo
que podía darse de él. Pero, esta realidad última ¿có- de gesto y esbozo de percepción, reparto de papeles
mo mantenerla? N o se da, de cierta manera, como arquetípicos e .imputación originaria de papel al pro-
las «cosas en sí», más que a partir de sus consecuen- pio sujeto, valoración y desvaloración, fuen\e de la
cias, de sus resultados, de sus derivados. ¿Cómo significancia simbólica ulterior, origen de las inver-
captar a Dios, en tanto que significación imaginaria, siones privilegiadas y específicas del sujeto, un es-
de otro modo que a partir de las sombras (de las tructurante-estructurado. En el plano individual, la
Abschattungen) proyectadas sobré la actuación social producción de este fantasma fundamental depende
i!f~~ti]ª' de los pu~blo~.-- ,--.-pero, al mism.o, tiempo,. ., de lo que llamamos lo imaginario radical (o la imagi-
¿cómo .no ver que, al .igual que la cosa percibida, es nación radical); este fantasma mismo existe a la vez
COll:dici9n de posibilid'a.d . de una serie inagotable de en el modo de lo imaginario efectivo (de lo imagi-
~ ef:!J.a~ . _
sqmbras, .pero gue, , contrariamente a la cosa nado) y es primera significación y núcleo de significa-
· peryj_pida., jamás se da «en persona»? ciones ulteriores.
Sea un sujeto que vive una escena en lo .imagina- Es dudoso que pueda captarse directamente este
rio, se entrega a un ensueño o dobla fantasmática- fantasma fundamental; como mucho se puede re-
mente una escena vivida. La escena consiste en ·«imá- construir a partir de sus manifestaciones, porque
genes» en el sentido más amplio del término_ Estas aparece en efecto como fundamento de posibilidad y
imágenes están hechas del mismo material del que de unidad de todo lo que hace la singularidad del su-
pueden hacerse símbolos; ¿son símbolos? En la con- jeto de otro modo que como singularidad puramente
ciencia explícita del sujeto, no; no están ahí por combinatoria, de todo lo que en la vida del sujeto su-
otra cosa, son «vividas» por ellas mismas. Pero aquí pera su realidad y su historia, condición última para
no se agota la cuestión. Pueden representar otra que al sujeto le sobrevengan una realidad y una his-
toria.
43. Hay una «esencia» del Centauro: dos conjuntos Cuando se trata de la sociedad -que no se trata
definidos de posibles y de imposibles. Esta «esencia» es
«representable» : no hay . imprecisión alguna -en lo que evidentemente de transformar en «Sujeto», ni propia, ·'
se r.efiere a la apariencia· física «genérica» del Centauro. ni metafóricamente-, volvemos a encontrar esta di- 1
1

246 247 1
ficultad en un grado doble. Pues tenemos del todo herente» del sistema de los sujetos, de los objetos y
aquí, a partir de lo imaginario que abunda inmediata- de sus relaciones; como la curvatura específica de
mente en la ·superficie de la vida social, la posibilidad ·· -Cada espacio social; como el. ·cemento ..invisible que
de penetrar en el laberinto de la simbolización de lo mantiene conglomerado este inmenso batiburrillo de
imaginario; y, forzando el análisis, llegamos a unas real, racional y simbólico que constituye toda socie-
significaciones que no están ahí para representar otra dad; y como el principio que elige e informa los res-
cosa, que son como· las articulaciones últimas que la tos y los pedazos que serán admitidos en él. Las sig-
sociedad en cuestión impuso al mundo, a sí misma y nificaciones imaginarias sociales -en todo caso las
a sus necesidades, los esquemas organizadores que que son realmente últimas- no denotan nada, y con-
son condición de representabilidad de todo lo que notan poco más o menos todo; y por esto es por lo
esta Sociedad puede darse. Pero, por su propia natu- que son tan a menudo confundidas con sus símbo-
raleza, estos esquemas no existen ellos mismos bajo los, no sólo por los pueblos que las llevan, sino por
· el modo de una representación sobre la que podría, los científicos que las analizan y que llegan por este
a fuerza de análisis, ponerse el dedo. N o puede ha- hecho a considerar que sus significantes se significan
blarse aquí de una «imagen», por vago e indefinido ellos mismos (puesto que no remiten a nada real, a
que sea el sentido dado a este término. Dios es, qui- nada racional que pudiese designarse), y a atribuir
zá, para cada uno de los fieles, una «imagen» --que a estos significantes como tales, al simbolismo toma-
puede incluso ser una representación «precisa»-, do en sí mismo, un papel y una eficacia infinitamente
pero Dios, en tanto que significación social imagina- superiores a los que poseen ciertamente.
ria, no es n.i la «suma», ni la «parte comúm>, ni la Pero ¿no cabría la posibilidad de una «reducción»
«media» de estas imágenes, es más bien su condición de este imaginario social a lo imaginario individual
de posibilidad Y. lo que hace que estas imágenes sean -lo cual proporcionaría, a la vez, un contenido de-
imágenes «de Dios». Y el núcleo imaginario del fenó- notable a estos significantes? ¿No podría decirse
meno de reificación no es «imagen» para nadie. ~s que Dios, por ejemplo, deriva de los inconscientes
,., significaciones imaginarias sociales no existen, pro- individuales y que significa muy precisamente un mO-
=·,~··· · píamente hablando, en el modo de una representa- mento fantasmático esencial de estos inconscíentes,
-· '•,. '• '· eión; son de otra naturaleza, para la cual' 'es vano · el' padre imaginario? Tales 'reducciones -como la
buscar una analogía en los otros terrenos de nuestra intentada por Freud para la religión, las que también
experiencia) Comparadas a las significaciones imagi- podrían intentarse para las significaciones imagina-
narias individuales, son infinitamente más vastas que rias de nuestra propia cultura- nos parece que con-
un fantasma (el esquema subyacente a lo que se tienen una parte importan te de verdad, pero no que
designa como la «imagen del mundo» judía, griega u agotan la cuestión. Es incontestable el que una sig-
occidental se extiende hasta el infinito) y no tienen nificación imaginaria deba encontrar sus puntos de
un lugar de existencia preciso (si es que acaso puede apoyo en el inconsciente de los individuos; pero esta
llamarse al inconsciente individual un lugar de exis- condición no es suficiente, y puede incluso pregun-
tencia preciso). No pueden ser captadas más que de tarse legítimamente si es condición más que resulta-
manera derivada y oblicua, o sea como la distancia do. Bajo ciertos aspectos, el individuo y su psique
a la vez evidente e imposible de delimitar exactamen- nos parecen, sobre todo a nosotros, hombres de hoy,
te entre un primer término -la vida y la organiza- que poseen una «realidad» eminente, de la que esta-
ción efectiva de una sociedad -Y un segundo térmi- ría privado lo social. Pero, en otros aspectos, esta
no, igualmente imposible de definir- esta vida y concepción es ilusoria, «el individuo es una abstrac-
esta organización concebidas de manera estrictamen- cióm) ; el hecho de que el campo social-histórico ja-
te «funcional-racional»; como una «deformación co- más sea comprensible como tal, sino solamente por
248 249
sus «efectos», no prueba que posea una mm1ma rea- ciertas condiciones sociales favorables deben haber
lidad, sería más bien lo contrario. El peso de un cuer- labrado, sobre un área indefinida, los inconscientes
•. ----. ~po~ traduce. cierta-, p~..opiedad . -de. e_ste ·,_cuerpo, . p,erQ. individuales, s . -.haberl9s. pr:eparado__ ~:r:,a e?ta «bUe};la,.
tambi€n del campo gravitacional que lo rodea, que nueva». Hasta el profeta trabaja en y por lo instituí- ·
no es perceptible sino por efectos «mixtos» de este do, incluso si lo trastoca y toma apoyo en él; todas
orden; y lo que pertenece «propiamente» al cuerpo las religiones cuya génesis conocemos o bien son
considerado _:_su masa en la concepción clásica- no transformaciones de religiones precedentes, o bien
sería, de creer ciertas concepciones cosmológicas mo- contienen un componente enorme de sincretismo.
dernas, una «propiedad» del cuerpo, sino la expre- Sólo el mito de los orígenes, formulado por Freud en
sión de la acción sobre este cuerpo de todos los de- Totem y tabú, escapa en parte a estas consideracio-
más · cuerpos del Universo. (principio .de . Mach), en nes, y esto porque es un mito, pero también en la me-
pocas palabras, una propiedad de «co-existencia» dida en que se refiere a un estado híbrido Y., a dec1r
que surge a nivel del conjunto. Que en el mundo hu- verdad, incoherente. Lo instituido ya está ahí, inclu-
mano nos encontremos con algo que es a la vez so la horda primitiva no es un hecho de naturaleza;
menos y más que una «substancia>> ~el individuo, el ni la castración de los niños varones, ni la preser-
sujeto, el para-sí- no debe hacer disminuir a nues- Yación del último nacido pueden ser consideradas co-
tros ojos la realidad del «campo». Concretamente, mo relacionadas a un «instinto» biológico (¿con qué
planteando, al igual que en la interpretación freudia- finalidad, y cómo habría éste «déSaparecido» a con-
na de la religión, la existencia de un «lugar que ha tinuación?), pero traducen ya la plena acción de lo
de ser colmado» en el inconsciente individual y aceP- imaginario, sin la cual, por lo demás, la sumisión de
tando su lectura de los procesos que producen la los descendientes es inconcebible, el asesinato del
necesidad de la .sublimación religiosa, no por ello es padre no es acto inaugural de la sociedad, sino res-
menos cierto que el individuo no puede colmar este puesta a la castración (y ¿qué es ésta sino alarde
lugar ·con sus propias producciones, sino tan sólo uti- anticipado?); al igual que la comunidad de los f\er-
lizando _significantes de . los que no tiene la libre manos, en tanto que institución, sucede al poder ab-
disposición. -Lo que eh-individuo puede .'prOducir, no soluto del padre, es más revolución~.que instaun1ción
son~ ,instituciones, son '· fantasmas priy?dp~. La con- · primera. Lo que aún no está ahí, en la «horga pfimi-
)unción se opera a v~ces, de manera incluso qúe pue- tiva», es el hecho de que la institución, de la q1,1e
da·. situa~se. y fecharse, . ent.r e los fundadores de reli- todos los demás elementos están presentes, no esté
gión y algunos otros <<individuos excepcionales», cuyo simbolizada como tal.
fantasma privado viene a colmar, allí donde hace Se desprende que, fuera de una postulación mítica
falta y en el momento oportuno, el agujero del in- de los orígenes, todo intento de derivación exhaus-
consciente de los demás y posee suficiente «coheren- tiva de las significaciones sociales a partir de la psi-
cia» funcional y racional para resultar viable una vez que individual parece abocada al fracaso, ya que des:
simbolizado y sancionado -es decir institucionaliza- conoce la imposibilidad de aislar esta psique de un
do. Pero esta constatación no resuelve el problema en continuo social que no puede existir si no está siem:
el sentido «psicológicO>>, no sólo porque estos casos pre ya instituido. Y, para que se d€ una significación
son los más escasos, sino porque incluso sobre ellos social imaginaria, son necesarios unos significantes
la irreductibilidad de lo social es perfectamente legi- colectivamente disponibles, pero sobre todo unos sig-
ble. Para que esta conjunción entre las tendencias nificados que no existen del modo en el que existen
de los inconscientes individuales pueda producirse, los significados individuales (como percibidos._p_en-
·-para -que el discurso del-profeta no quede .en una sados o imaginados por tal sujeto).
alucinación personal o . credo de una secta efímera, La funcionalidad toma prestado su sentido fuera
250 251
de ella misma ; el simbolismo se refiere necesaria- tos de apoyo en la corporalidad, en la medida en
(' mente a algo que no está entre lo simbólico, y que que el mundo dado a la sensorialidad es ya necesaria-
· tampoco está entre lo rea l-racionaL. Este elemento, -- .. men.te un m v;nd_o__ él.TtiGu!aP,o, en _la~ .Il1,e.d!da tambié_:g
que da a la funcionalidad de cada sistema institu- en que la corporalidad es ya necesidad, en que, por
. cional su orientación específica, que sobredetermina consiguiente. objeto material y objeto humano. ali-
) la elección y las conexiones de las redes simbólicas, mento y apareamiento sexual están ya inscritos en la
creación de cada época histórica, su manera singular cavidad de esta necesidad y en que una relación con
de vivir, de ver y de hélcer su prouia existencia, su el objeto y una relación con el otro humano y, por
mundo y sus propias relaciones; este estructuran te consiguiente, una primera «definición» del sujeto
originario, este significado-significante central, fuen- como necesidad y relación con lo que puede colmar
te de lo que se da cada vez como sentido indiscutible esta necesidad, vienen dadas ya por su existencia
e indiscutido, soporte de las articulaciones y de las biológica. Pero este supuesto universal, siempre . y
distinciones de lo que importa y de lo que no importa, en todas partes el mismo, es absolutamente incapaz
origen del exceso de ser de los objetos de inversión de dar cuenta tanto de las variaciones como de la ev<r
práctica, afectiva e lntelectual, .individuales y colec- lución de las formas de vida social.
tivos -este elemento no es otra cosa que lo ima-
ginario de la sociedad o de la época considerada.
Ninguna sociedad puede existir si no organiza la
producción de su vida material y su reproducción en Papel de las significaciones imaginarias
tanto que sociedad. Pero ninguna de estas organiza-
ciones son ni pueden ser dictadas indefectiblemente La historia es imposible e .inconcebible fuera de
por unas leye~ naturales o por consideraciones racio- la imaginación productiva o creadora, de lo que he-
nales. En lo que así aparece como margen de indeter- mos llamado lo imaginario radical tal como se mani-
minación se sitúa lo que es lo esencial desde el punto fiesta a la vez e indisolublemente en el hacer histó-
de vista de la historia (para la cual lo que importa rico, y en la constitución, antes de toda racionalidad
sín ·duda· no es que los hombres hayan cada vez co- explicita, de un universo de. significacior~c~-~ 45 • Si in-
rilido ·o engendrado niños, ' sino, ante todo, que lo ha-
...::
yan hecho en infinita variedad de formas) -a saber 45. El papel fundamental de la imaginación, en el
que el mundo total dado a esta sociedad sea captado sentido más radical, había sido claramente visto por la

f
de una determinada manera práctica, afectiva y men- filosofía clásica alemana, por Kant, pero· sobre todo por
talmente, que un sentido articulado le sea impuesto, Fichte, para quien la Produktive Einbildungskraft es un
<<Faktum del espíritu humano» que es, en último análi-
que sean operadas unas distinciones correlativas a lo sis, no fundamentable y no fundamentado y que hace
ue vale y a lo que no vale (en todos los sentidos posibles todas las síntesis de la subjetividad, Esta es al
e la palabra valer, desde lo más económico a lo más menos la posición de la primera Wissenschaftlehre, . en
la que la imaginación productiva es aquello sobr-e lo cual
S speculativo), entre lo que se debe y lo que no se
e be hacer 44 •
Esta estructuración encuentra sin duda sus pun-
<<está fundamentada la posibilidad de nuestra conciencia,
de nuestra vida, de nuestro ser para nosotros, es decir
de nuestro ser como Yo». Véase ·e specialmente R. Kro-
ner, Von Kant bis Hegel, vol. 1, p. 448 y s., 477-480, 484-
486, Tübingen, 1961. Esta intuición esencial fue oscure-
44. Valor y no valor, lícito e ilícito, son constituti- cida a continuación (y ya en las obras ulteriores de
(Yos de la historia y, en este sentido, como oposición es- Fichte) sobre todo en función de un retorno hacia el
ructurante abstracta, son dados por supuesto por toda problema de la validez general ( Allgemeingültigkeit)
historia. Pero lo que es cada vez valor y no valor, lícito del saber, que parece casi imposible de pensar -en térmi-
ü
- e ilíéito, es histórico y debe ser interpretado, en la me-
dida de lo posible, en su contenido.
252
nos de imaginación. [La cuestión está largamente trata-
da en el segundo volumen.]

253
cluye esa dimensión que los filósofos idealistas lla- proporcionar (salvo en un sentido específico. sobre
maron libertad, y que sería más justo llamar indeter- eL ,que_ yolverE;_mos) . ._.. -~ ,. ,.
mi:qa<;!ón . Oa. c.ual,. supuesta ·.ya_, por,·lo •que hemos de- Está claro, cuando hablamos de «preguntas», de
finido como autonomía, no debe ser confundida con «respuestas», de «definiciones». hablamos metafórica-
ésta), es que este hacer plantea y se da algo distinto mente. No se trata de preguntas ni de respuestas
a lo que simplemente es, y es también que está ha- planteadas explícitamente, y las definiciones no están
bitado por significaciones que no son ni simple re- dadas en el lenguaje. Las preguntas no están ni si-
flejo de lo percibido, ni simple prolongamiento, quiera planteadas previamente a las respuestas. La
ni sublimación de las tendencias de la animalidad, ni sociedad se constituye haciendo emerger en su vida,
elaboración estrictamente racional de los datos. en su actividad, una respuesta de hecho a estas pre-
El mundo social es cada vez constituido y articu- guntas. Es en el hacer de cada colectividad donde)
lado en función de un sistema de estas significacio- aparece como sentido encarnado la respuesta a estas{
nes, y estas significaciones existen, una vez consti- preguntas, es ese hacer social que no se deja com-
tuidas, al modo de lo que hemos llamado lo imagina- prender más que como respuesta a unas cuestiones
rio efectivo (o lo imaginado). No es sino en relación que él mismo plantea implícitamente.
a estas significaciones cómo podemos comprender, Cuando el marxismo cree mostrar que estas pre-
tanto la «elección» que cada sociedad hace de su sim- guntas, y sus respectivas respuestas, se desprenden
bolismo institucional, como los fines a los que subor- de esta parte de la «Superestructura» ideológica que
dina la «funcionalidad». Presa incontestablemente de es la religión o la filosofía, y que en realidad no son
las coacciones de lo real y de lo racional, inserta más que el reflejo deforme y refractado de las condi-
siempre en una continuidad histórica, y por consi- ciones reales y de la actividad social de los hombres,
guiente codeterminada por lo que ya estaba ahí, tra- tiene en parte razón en la medida en que apunta a
bajando siempre con un simbolismo ya dado y cuya la teorización explícita, en la medida también en que
manipulación no es libre, su producción no puede ésta es efectiva (aunque no íntegramente) sublima-
ser 'e xhaustivamente reducida a uno de estos factores ción y deformación ideológica, y en que .el sentido
o:a. su conjunto. N o puede serlo, porque ninguno de auténtico de una sociedad ha de ser buscado en pri-
estos factores puede desempeñar su papel y no púede mer lugar en su vida y su actividad efectivas. Pero
«responde'r» .a las preguntas_ a las que ellas «respon- se equivoca cuando cree que esta vida y esta activi-
.derl.»~..-~ ~. -~ · ·· ·"·-·: dad pueden ser captadas fuera de un sentido que
· ... Toda sociedad hasta ahora ha intentado dar res- conllevan, o que este sentido es «evidente por sí
. puesta a cuestiones fundamentales: ¿quiénes somos mismo» (que sería, por ejemplo, la «satisfacción de
como colectividad?, ¿qué somos los unos para los las necesidades»). Vida y actividad de las sociedades
otros?, ¿dónde y en qué estamos?, ¿qué queremos, son precisamente la posición, la definición de este
qué deseamos, qué nos hace falta? La sociedad debe sentido; el trabajo de los hombres (tanto en el sen-
definir su «identidad», su articulación, el mundo, sus tido más estricto como en el sentido más amplio)
relaciones con él y con los objetos que contiene, sus indica por todos sus lados, en sus objetivos, en sus
necesidades y . sus deseos. Sin la «respuesta>> a estas fines, en sus modalidades, en sus instrumentos, una
«preguntas», sin estas «d~finiciones», no hay mundo manera cada vez más específica de captar el mundo,
humano, ni sociedad, ni cultura -pues todo se que- de definirse como necesidad, de plantearse en rela-
daría en caos indiferenciado. El papel de las signi- ción a los demás seres humanos. Sin todo esto (y no
\ ficaciones imaginarias es proporcionar a estas pre- simplemente _ porque presupone _la representación
guntas una respuesta, respuesta que, con toda evi~ mental previa de los resultados, como dice Marx), no
dencia, ni la «realídad>> ni la «racionalidad» pueden se distinguiría efectivamente de la actividad de las

254 255
abejas, a la que podría añadirse una «representación mismo tiempo las connotó- y esta connotación remi-
previa del resultado» sin que nada cambiara. El hom- te a un significado que no es ni puede ser real, ni
bre es un animal inconsdentemente filosófico, que se. raeional, sino . imaginari-o (sea · eual -sea--el contenido
planteó las cuesüones de la filosofía en los hechos específico, la naturaleza particular, de este imagi-
mucho tiempo antes de que la filosofía existiese como nario).
reflexión explícita; y es un animal poético, que pro- Pero, al mismo tiempo o más allá del nombre, en
porcionó en lo imaginario unas respuestas a esas los totems, en los dioses de la ciudad, en la extensión
cuestiones. espacial y temporal de la persona del rey, se consti-
tuye, cobra peso y se materializa la institución que
ubica la colectividad como existente, como sustancia
He aquí algunas indicaciones preliminares sobre · definida y duradera más allá de sus moléculas pere-
el papel de las significaciones sociales imaginarias en cederas, que responde a la pregunta por su ser y por
los campos evocados más arriba .. su identidad refiriéndolas a unos símbolos que la
\ Primero, el ser del grupo y de la colectividad: ca- unen a otra «realidad».
da uno se define, y es definido por los demás, en rela- La nación (de la que nos gustaría que un marxis-
ción a un <<nosotros». Pero este «nosotros», este gru- ta, que no fuese Stalin, nos explicara, más allá de los
po, esta colectividad, esta sociedad, ¿quién es?, ¿qué accidentes de su constitución histórica, las funciones
es? Es ante todo un símbolo, las señas de existencia reales desde el triunfo del capitalismo industrial)
que siempre intercambió cada tribu, cada ciudad, desempeña hoy en día este papel, cumple esta fun-
cada pueblo. Es ante todo seguro que es un nombre. ción de identificación, mediante esa referencia triple-
Pero este nombre, convencional y arbitrario, ¿es real- mente imaginaria a una «historia común» -triple-
mente tan convencional y arbitrario? Este signifi- mente, ya que esta historia no es más que pasado,
cante remite a dos significados, a los que une indiso- que no es tan común y que, finalmente, lo que de
ciablemente. Designa la colectividad de la que se _ ella se sabe y lo que sirve de soporte a esta identi-
trata, pero no la designa como simple extensión, la ficación colectivizante en la conciencia de las geptes
designa '· al - mismo tiempo como ·comprensión, como es en gran parte mítico. Este imaginario de la nación
· algo, cualidad o propiedad. Soínns los leopardos. So- .se !nuestra, sin embargo, más sólido que todas las rea-
.· mos los aras. Somos los Hijos del Cielo. Somos los . lictades, como lo mostraron dos guerras mundiales y
·d€,scendientes de Abraham, pueblo elegido que Dios la supervivencia de los nacionalismos. Los «marxis·
hará triunfar sobre sus enemigos. Somos los hele- tas» de hoy, que creen eliminar todo esto diciendo
nos -los de la luz. Nos llamamos, o los demás nos simplemente «el nacionalismo es una mistificación~>,
llaman, los germanos, los francos, los teutsch, los es- se mistifican evidentemente ellos mismos. Que el na-
lavos. Somos los hijos de Dios que sufrió por noso- cionalismo sea una mistificación, ¿qué duda cabe?
tros. Si este nombre fuese símbolo con función exclu- Que una mistificación tenga unos efectos tan masiva
sivamente racional, sería signo puro, y denotaría y terriblemente reales, que se muestre mucho más
simplemente los que pertenecen a tal colectividad, fuerte que todas las fuerzas «reales» (comprendido
designada a su vez por referencia a unas caracterís- entre ellas el simple instinto de supervivencia) que
ticas exteriores desprovistas de ambigüedad («los «hubiesen debido» empujar desde hace mucho tiempo
habitantes del distrito XX de París»). Pero no es el a los proletarios a la fraternización, éste es el pro-
caso sino para lós recortes administrativos de las blema. Decir: «La prueba de que el nacionalismo era '
sociedades modernas. De otro modo, para las colecti- una simple mistificación, y por lo tanto algo irreal,
vidades históricas de otros tiempos, se comprueba es lo que se disolverá en el día de la revolución
que el nombre no se limitó a denotarlas, sino que al mundial», no es tan sólo vender la piel del oso antes
256 257
de haberlo matado, sino que equivale a decir: «Vo- Imagen del mundo e imagen de sí mismo están
!?Otros, hombres que habéis vivido de 1900 a 1965 -Y siempre con toda evidencia vinculadas 47 • Pero su uni-
quién- sáb~- ' h.-asta cüánd.'o····to"dávia::....:, y'~vosottos. los
' " • ..l O( , ....

dad viene dada · a su vez· por la -definición que brinda - '",!!;


millones de muertos de las dos guerras, y todos los cada sociedad de sus necesidades, tal como se inscri-
demás que las habéis sufrido y que sois solidarios be en la actividad, el hacer social efectivo. La imagen ,,
con ellos -todos vosotros, in-existís, habéis siempre de sí que se da la sociedad comporta como momento
inexistido para la historia verdadera; todo lo que esencial la elección de los objetos, actos, etc., en los
habéis vivido, eran alucinaciones, pobres sueños de que se encarna lo que para ella tiene sentido y valor.
sombras, no era la historia. La historia verdadera era La sociedad se define como aquello cuya existencia
ese virtual invisible que será, y que, a vuestras espal- (la existencia «valorada>>, la existencia «digna de ser ''1
das, preparaba el fin de vuestras ilusiones». Y este . vivida») puede ponerse en cuestión por la ausencia
discurso es incoherente, porque niega la real.idad de o la penuria de semejantes cosas y, correlativamente,
la historia en la que participa (un discurso no es, como la actividad que apunta a hacer existir estas
sin embargo una forma de movimiento de las fuerzas cosas en cantidad suficiente y según las modalidades
productivas) y porque incita por medios irreales a adecuadas (cosas que pueden ser, en ciertos casos,
perfectamente inmateriales, por ejemplo la «santi-

-
esos hombres irreales a hacer una revolución real.
dad»).
Es desde siempre sabido (al menos desde Hero-
~simismo, cada sociedad define y elabora una ima- doto) que la necesidad, ya sea alimenticia, sexual, et-
gen del mundo natural, del universo en el que vive, cétera, no llega a ser necesidad social más que en
intentando cada vez hacer de ella un conjunto signi- función de una elaboración cultural. Pero nos nega-
ficante, · en el cual deben ciertamente encontrar su mos las más de las veces obstinadamente a sacar con-
lugar. los objetos y los seres naturales que importan secuencias de este hecho, que refuta, ya lo dijimos,
para la vida de la colectividad, pero también esta mis- toda interpretación funcionalista de la historia como' lit
. Ih~ - co!ectividad, y finalmente cierto «Orden del m un-
..d.o». Esta imagen, esta. Vls,i qn más o menos estruc- 47. A decir verdad, esto es una tautología, puesto que
turad_a .del conjunto de 1~ ·experiencia humana .dis- no se concibe cómo una sociedad podría «representarse»
p,o nible, utiliza cada vez las nervaduras racionales ella misma sin situarse en el mundo; y es sabido que
todas las religiones insertan de un modo u otro al ser
de lo-dado; pero las dispone según, y las subordina a, de la humanidad en un .sistema del cual forman parte a
significaciones que, como tales, no se desprenden de los dioses y el mundo. Es sabido igualmente, al menos (.
lo racional (ni, por lo demás, de un irracional posi- desde J enófanes (Diels, 16), que los hombres crean a los M_

tivo), sino de lo imaginario. Esto es evidente tanto dioses a su propia imagen, y con ello hay que enten- r
der a la imagen de sus relaciones efectivas, impregna- í
para las creencias de las sociedades arcaicas 46 como das -e llas mismas de imaginario, y a la imagen de la ima- . U
para las concepciones religiosas de las sociedades his- gen que tienen de estas relaciones (siendo esta última L r." ,.
ampliamente inconsciente). Los trabajos de G. Duméil z '\.. ~
r<r
·tóricas; e incluso el «racionalismo» extremo de las so- demuestran con precisión, desde hace veinticinco años,
ciedades modernas no escapa del todo a esta perspec- la homología de articulación entre universo social y uni-
tiva. ) verso de las divinidades en el ejemplo de las religiones
,. . . . . /
indoeuropeas. Es en la sociedad contemporánea donde,
46. Pensamos que es en esta perspectiva en la que por primera vez, al tiempo que persiste bajo múltiples
debe ser visto en una gran pa-rte el material examinado formas se pone en cuestión ·esta relación, porque la ima-
especialmente por Claude Lévi-Strauss en El pensamien- gen del mundo y la imagen de la sociedad se disocian,
to salvaje, y que de otro modo las homologías de estruc- pero sobre todo porque tienden a dislocarse cada una
tura entre naturaleza y sociedad, por ejemplo en el tote- \.•, por su cuenta. Este es uno de los aspectos de la. crisis
de lo imaginario [instituido] en el mundo moderno, so-
mismo («verdadero» o «Pretendido>>), permanecen incom-
prensibles. bre la cual volveremos más adelante.
~

258
r 259
«interpretación última» (puesto que, lejos de ser úl- a la inversa 49 • No es ni la disponibilidad, ni la rare-
tima, queda suspendida en el aire a falta de poder za de los caracoles y de las ranas lo que hace que,
responder a esta pregunta: ¿qué define las necesi- - para culturas parientes; contemporáneas y próximas, ·
dades de una sociedad?). Está claro también que nin- sean aquí, plato de fino gastrónomo, allá vomitivo
guna interpretación «racionalista» puede ser suficien- de indudable eficacia. N o hay más que hacer el catá-
te para dar cuenta de esta elaboración cultural. No se logo de todo lo que los hombres pueden comer y han
conoce sociedad alguna en la que la alimentación, el comido efectivamente (con muy buena salud) a través
vestir, el hábitat, obedezcan a consideraciones pura- de las diferentes épocas y sociedades para darnos
mente «Utilitarias», o «racionales». No se conoce cul- cuenta de que lo que es comestible para el hombre
tur.a alguna en la que no haya alimentos «inferiores», supera con mucho lo que fue, para ·cada cultura, ali-
· y nos extrañaría que jamás hubiese existido una (con mento, y que no son simplemente las disponibilida-
excepción de los casos «catastróficos» o marginales, des naturales y las posibilidades técnicas las que
como los aborígenes australianos descritos en Los determinaron esta elección. Esto se ve aún más · cla-
hijos del capitán Grant 43 ). ramente cuando se examinan aquellas necesidades
¿Cómo se hace esta elaboración? Este es un pro- que no son la alimentación. Esta elección está lleva-
blema inmenso, y toda respuesta «simple» que igno- da por un sistema de significaciones imaginarias que
rase la interacción compleja de una multitud de fac- valoran y desvaloran, estructuran y jerarquizan un
tores (las disponibilidades naturales, las posibilida- conjunto cruzado de objetos y de faltas correspon-
des técnicas, el estado <<históricO>>, los juegos del sim- dientes, y sobre el cual puede leerse, menos difícil-
bolismo, etc.) sería desesperadamente inocente. Pero mente que sobre cualquier otro, eso tan incierto como
es fácil ver que lo que constituye la necesidad hu- incontestable que es la orientación de una sociedad.
mana (como distinta de la necesidad animal) es la
investidura del objeto con un valor que supera, por
ejemplo, la simple inscripción en la oposición «instin-
tlV.a>>. nutritivo-no nutritivo (que «vale» también para l·, ·• ' -

~(:arúinal) y que establece, e'n el interior de lo nutri- Paralelamente a este conjunto de objetos .consti-
JJvo;" la ~distinción entre lo comestible y lo no comes- . hiidos correlativa y consubstancialmente a las nece-
tíbl~·; ·que crea el alimento en el sentido cultural y sidad~s. s~ define una estructura o una articula·c ión
· ordena los alimentos en una jerarquía, los clasifica de la sociedad, como se verifica en el totemismo («-ver-
en «mejores» y «menos buenos» (en el sentido del dadero» o «pretendido») cuando la función, por ejem-
valor cultural, y no de los gustos subjetivos). Este plo de un clan, es de «hacer existir» para los demás
muestreo cultural en lo nutritivo disponible; y la su especie epónima. En esta «etapa», o mejor, va-
jerarquización, estructuración, etc., correspondientes,
encuentran puntos de apoyo en los datos naturales, 49. Como lo piensa Sartre, Critique de la raison dia-
lectique, p . 200 y sig. Sartre llega a escribir: «Así, en la
pero no se desprenden de éstos. Es la necesidad so- medida en que el cuerpo es función, la función necesidad

- cial la que crea la rareza como rareza social, y no

48. <<Esos seres, degradados por la miseria, eran re-


pugnantes», Jules Verne, Los hijos del Capitán Grant.
y la necesidad praxis, puede decirse que el trabajo huma-
no ... es enteramente dialéctico» (pp. 173-174, subrayado
en el texto). Es divertido ver a Sartre criticar largamen-
te la «dialéctica de la naturaleza» para desembocar, por
el rodeo de estas identificaciones sucesivas (cuerpo=fun-
ción =necesidad= praxis= trabajo= dialéctica) a «naturali-
Verne debió, como era su costumbre, tomar los elemen- zar» él mismo la dialéctica. Lo que hay que decir es que
tos de su relato a un viajero o explorador de la época. estamos cruelmente faltos -de una teoría de la praxis
[Véase también ahora Colín Turnbull, Un peuple de entre los himenópteros, y que quizá p-roporcionará la
fauves, Stock, París, 1'973.] continuación de la Critique de la raison dialectique.
260
261
riedad, la articulación social es homóloga a la distin- poner, en el origen de la evolución, un estado de
ción de los objetos, a veces de las fuerzas de la na- penuria, por así decir absoluto, en el que, siendo la
'-turale-zá,- qlfe ~·- ta- · socieda(t~ plahleó ·"·éomo-"pertinente : -"'""'"'";_, --. sociédai:l" iricap<'fz de producir" un -<<excédente» cual- -~ "'
Cuando los objetos se proponen como secundarios en · quiera, tampoco puede mantener una capa explota-
relación a los momentos abstractos de las actividades dora (la productividad por hombre y año es justo
sociales que los producen -lo cual presupone sin .igual al mínimo biológico, de manera que no podría
duda una evolución avanzada de estas actividades explotarse a nadie sin hacerlo morir tarde o tempra-
como técnica, una extensión del tamaño de las comu- no de inanición). Al final de la evolución se situará,
nidades, etc.-, son las mismas actividades las que como se sabe, un estado de abundancia absoluta en
proporcionan el fundamento de una articulación de el que la explotación no tendrá razón de ser, pudien-
la sociedad, ya no en clanes, sino en castas. do cada uno satisfacer totalmente sus necesidades.
La aparición de la división antagónica de la so- Entre los dos, se sitúa la historia conocida, fase de
ciedad en clases, en el sentido marxista del término, penuria relativa, en la que la productividad se elevó
es, sin lugar a dudas, el hecho capital para el naci- lo suficiente como para permitir la constitución de un
miento y la evolución de las sociedades históricas. excedente, el cual servirá (¡en parte solamente!)
Forzoso es reconocer que permanece envuelto en un para mantener a la clase explotadora.
espeso misterio. Este razonamiento se hunde sea cual sea el extre--
Los marxistas, que creen que el marxismo da mo por el que se lo ponga a prueba. Admitimos que,
cuenta del nacimiento, de la función, de la «razón a partir de cierto momento, las clases explotadoras
de ser» de las clases, no están en un nivel de com- han pasado a ser posibles, pero ¿por qué llegaron a
prensión superior al de los cristianos que creen que ser necesarias? ¿Por qué el excedente que iba apare-
la Biblia da cuenta de la creación y de la razón de ciendo no fue gradual e imperceptiblemente reabsor-
ser del mundo. La pretendida «explicación» marxista bido en un bienestar creciente (o un menor «males-
de las clases se reduce, de hecho, a dos esquemas que tar») del conjunto de la tribu? ¿Cómo no llegó a for-
: _.,. son,, los dos, insatisfactorios y . que, tomados en con- mar parte integrante de la definición del <~minimo»
---,, ~: ]unto; soh heterogéneos. El primero 50 consiste en
1 1 j ·' • ' • , .• para la colectividad considerada r? Los casos en los
e, que las clases explotadas están reducidas a ·un míni-
:;(-<, _ '50, ' Desde el punto de v~s_ta de la generalidad, no mo biológico ¿habrán existido jamás de otro modo
de -la cronología~ En los escritos de Marx y de Engels, que como casos marginales? ¿Podrá definirse un
los dos principios de explicación coexisten y se entre- «mínimo biológico»? y, fuera de condiciones privadas
cruzan. En todo caso, Engels, en El origen de la familia
(1884) -obra por lo demás fascinante y que hace refle- de significación, ¿habrase encontrase jamás alguna
xionar más que la gran mayoría de los trabajos etno- colectividad humana que no se ocupara más que de
lógicos modernos-, -e nfatiza francamente el incremento su alimentación? ¿Acaso no hubo, durante el paleo-
de productividad permitido por las grandes divisiones
sociales del trabajo» (ganaderia, agricultura) y que <<ne-
cesariamente» habría implicado la esclavitud. En este
«necesariamente» radica toda la cuestión. Por lo demás, des basadas sobre técnicas diferentes y que conducen
a lo largo de todo el capítulo «Barbarie y civilización», a (o que son compatibles con) la misma división de la
en el que la cuestión de la aparición de las clases habría sociedad en amos y esclavos (o con la ausencia de seme-
tenido que ser tratada, Engels habla continuamente de jante división)? La aparición de la ganadería, de la agri-
la -evolución de la técnica y de la división del trabajo cultura, y del artesanf;ldo pueden por si mismas conducir
concomitante, pero en ningún momento liga esta evo- a una división en ofiCios, no en clases.
lución de la técnica como tal al nacimiento de las clases. f. A partir del momento en que una sociedad pro-
¿Cómo podría hacerlo, por.. lo demás, puesto que su tema duce un «sobrante>i, sume en el una parte · esencial en
le lleva a considerar a la vez las primeras etapas de la actividades absurdas como funerales, ceremonias, pin-
ganadería, de la agricultura y del artesanado, activida- turas murales, construcción de pirámides, etc.
262 263
lítico y el neolítico, una progresión (que, una vez de la historia egipcia no son reductibles a cuatro mil
examinada, parece fantástica) de la productividad del crecidas del Nilo, ni a la variación de los medios uti-
trabajo y tambi-én sin duda" del nivel ~ de vida sin lizados para controlarlas: ¿Cómo remitir la existen-
que pueda hablarse de «clases» en el sentido verda- cia de los señores feudales a la especificidad de las
dero del término? ¿No habrá detrás de todo esto como técnicas productivas de la época cuando estos seño-
la imagen de hombres que acechan el momento en res están por definición fuera de toda producción?
el que la crecida de 1a producción alcance la cota «que Cuando las interpretaciones marxistas superan
permite» la explotación para lanzarse unos sobre los esquemas simples, cuando se ocupan de la mate-
otros y establecerse los vencedores como amos, los ria concreta de una situación histórica, entonces
vencidos como esclavos? Esta misma imagen, ¿no abandonan, en el mejor · de los casos, la pretensión
corresponderá sobre todo a lo imaginario del siglo xr:. de poner el dedo en el factor que · produjo esa divi-
capitalista?· y ¿cómo puede conciliarse con las oes- sión de la sociedad en clases, entonces intentan dar-
cripciones de los iroqueses y de los germanos, llenos se, como medio de explicación, la totalidad de la si-
de humanidad y de nobleza, sobre los cuales Engels tuación considerada en tanto que situación histórica,
se extiende con complacencia? es decir, que remite, para su explicación, a lo .que
El segundo esquema consiste en vincular, no ya ya estaba ahí. Es lo que hizo Marx con fortuna cuan-
la existencia de las clases como tal a un estado ge- do describió ciertos aspectos o fases de la génesis del
neral de la economía (a la existencia de un «exceden- capitalismos. Pero hay que percatarse de lo que esto
te» que permanece insuficiente), sino cada forma pre- significa, tanto para el problema de la historia en
cisa de división de la sociedad a determinada etapa general como para el problema más específico de las
de la técnica. «Al molino de brazo corresponde la so- clases. Entonces, ya no se tiene una explicación ge-
ciedad feudal, al molino de vapor la sociedad capi- neral de la historia, sino una explicación de la his-
talista.» Pero, si la existencia de una relación entre toria por la historia, un progresivo remontar que in-
la tecnología de cada sociedad y su división en cla- tenta hacer entrar en la cuenta al conjunto de ·los
ses. no puede negarse sin caer en el absurdo, resulta factores, pero que se encuentra siemp,re con los he-
trabajoso fundamentar a ésta sobre aqvéll~. ¿Cómo chos; los hechos «brutos», tanto como stirgihüento dé
imputar a una técnica agrícola, que .se·. quedó igual a
una nueva significación no reductibie 'lo que existe
prácticamente desde el fin del neolítico hasta nues- cuanto como predeterminación de todo lo que es .dado
tros días (en la mayoría de los países), unas relacio- en la situación por significaciones y estructuras ya
nes sociales que van desde las hipotéticas, pero pro- existentes, que remiten, «en último análisis», al he-
bables, comunidades agrarias primitivas hasta los cho bruto de su nacimiento hundido en un origen in-
granjeros libres de los Estados Unidos del siglo XIX, sondable. Con ello no quiero decir que todos los fac-
pasando por los pequeños cultivadores independien- tores se sitúan en un mismo plano, ni que una teo-
tes de la primera Grecia y de la primera Roma, por rización sobre la historia sea vana o sin interés, sino
el colonato, la servidumbre medieval, etc.? Decir que tan sólo señalar los límites de esa teorización. Pues,
los grandes trabajos hidráulicos condicionaron, o fa- no solamente tenemos que tratar, en la historia, con
vorecieron, la existencia de una protoburocracia cen- algo que siempre ya se ha iniciado, en el que lo que
tralizada en Egipto, en Mesopotamia, en China, etc., ya está constituido, en su facticidad y su especifici-
es una cosa, y otra muy distinta remitir a este cons-
tante progreso hidráulico a través del tiempo y del g. Sobre la oposición entre las descripciones histó-
espacio las variaciones extremas de un país a otro y ricas de Marx y . su construcción del «concepto» d-e clase,
en la historia de cada país, de la vida histórica y de véase «La cuestión de la historia del movímiento obre-
ro» · en La experiencia del movimiento obrero, vol. 1,
las formas de la división social. Los cuatro milenios Op. cit.

264 265
dad, no puede ser tratado como simple «variación que los ácidos nucleicos son portadores de esa infor-
concomitante» de la que pudiese hacerse abstracción, mación que es la significación: como clase. están
- '""""---sino --también;· y ··sobre todo, -que -- la """historia -ya ne -,-c.,._ ,_ _-~ presente1? en . to_qa_s __par:t_e s. .:Lo _está!l ep _ la p¡;opieda<f.
existe sino en una estructuración llevada por unas privada que se desarrolla aquí desde hace milenios,
significaciones cuya génesis se nos escapa como pro- en la estructura jerárquica de la sociedad feudal, etc.
ceso comprensible, pues responde a lo imaginario N o es en los rasgos específicos de la burguesía na-
radical. ciente [puede perfectamente concebirse un artesano
Podemos describir, explicar e incluso «compren- «igualitario»], sino en la estructura general de la so-
der» cómo y por qué las clases se perpetúan en la ciedad feudal donde está inscrita la necesidad para la
sociedad actual. Pero no podemos decir gran cosa en nueva capa de plantearse como categoría particular
cuanto a la manera . en que nacen; o mejor, en que opuesta al resto de la sociedad : lá burguesía nace
nacieron. Pues toda explicación de este tipo cuaja en un mundo que no puede concebir y actuar su di-
en las clases nacientes de una sociedad ya dividida ferenciación interna sino como categorización en
en clases, en la que la significación clase era ya dis- «clases». ¿Basta con remontar a la caída del Impe-
ponible. Una vez nacidas, las clases informaron toda rio romano? Ciertamente .no, ésta no creó una tabla
la evolución histórica ulterior; una vez que se entró rasa, y los germanos, sea cual fuese su organización
en el ciclo de la riqueza y de la pobreza, del poder social anterior, se vieron sin duda «contaminados»
y de ~a sumisión, una vez que la sgciedad se insti- por las estructuras sociales con las que se encon-
tuyó, no sobre la base de diferencias entre catego- traron. -
rías de hombres (que han existido probablemente N o podemos detener ese remontar a:ptes de que
siempre), sino de diferencias no sim_étricas, todo lo nos haya sumido en la oscuridad que cubre el paso
que sigue se «explica»; pero en ese «Una vez» radica del neolítico a la protohistoria. En lo que no ha sido
todo el problema. probablemente más que dos o tres milenios, en el
Podemos ver lo que, en los mecanismos de la so- Cercano y Medio Oriente en todo caso, se encuentra
ciedad. actual, sostiene la existencia de las cla&es y la transición de los pueblos neolíticos más evolucio-
las reprOduce constantemen-t e . .La órganizádóri buro- nados, pero sin rastro aparente de d.ivisJón social, a
crátic,? es autocatálítica, automultiP,liditivét, y puede las primeras ciudades sumerias, en las que, desde el
. verse eómo inform~ ·_al copjunto de lá vida social. comienzo del IV milenio antes de Jesucristo, existe
Pero - ¿_~e dónde viene?.. Es, en las sociedades. occi- de una vez y bajo una forma prácticamente ya aca-
dentales, el transcrecim.iento de la empresa capita- bada lo esencial de toda sociedad bien organizada :
lista clásica (la «gran industria» de Marx) el que re- los sacerdotes, los esclavos, la policía, las prostitu-
mite a su vez a la manufactura, etc., y, en el límite, tas. Todo se ha hecho ya, y no podemos saber ni
al artesano burgués, por una parte, y a la «acumula- cómo y ni por qué se ha hecho. ·
ción primitiva», por otra. Sabemos positivamente que ¿Lo sabremos algún día? ¿No harán comprender
ahí, en esas regiones de Europa occidental, nació, a excavaciones más profundas el misterio del nacimien-
partir del siglo XI, la burguesía primero (y, como to de las clases? Reconocemos no ver cómo unos ha-
clase, realmente ex-nihilo), y el capitalismo después. llazgos arqueológicos podrían hacernos comprender
Pero el nacimiento de la burguesía no es nacimiento que, a partir de cierto «momento», los hombres se
de una clase sino porque es nacimiento en una so- han visto y han actuado unos sobre otros, ya no
ciedad ya dividida en clases (utilizamos, como lo ha- como aliados a quienes ayudar, rivales a quienes do-
brán entendido, la palabra en el sentido más general, minar, enemigos a quienes exterminar o .incluso a
poco importa ·aquí la diferencia entre «estados» feu- quienes comer, sino como objetos _a los que poseer.
dales, «clases» económicas, etc.), en un medio en el Como el contenido de esta visión y de esta acción
266 267
es perfectamente arbitrario, no vemos en qué podría Esta significación está estrechamente .vinculada a
consistir su explicación y su comprensión. ¿Cómo las demás significaciones imaginarias centrales de la
podría constituirse . lo que es con.stituyer}-te de las . sociedad, especialmente la . definición de sus necesi-
sociedades his-tóricas?· ¿Cómo comprender esta posi- dades y sU imagen del mundo. :No examinaremos aqu( .
ción originaria, que es condición para la comprensi- el problema que plantea esta relación.
bilidad del desarrollo ulterior? Hay que darse, poseer Pero esta imposibilidad de comprender los oríge-
ya esta significación inicial -o sea la de un hombre nes de las clases no nos deja desarmados ante el pro-
puede ser «casi-objeto» para otro hombre. y casi-obje- blema de la existencia de las clases como problema
to no en una relación de dos, privada, sino en el actual y práctico -no más de lo que en piscoanálisis
anonimato de la sociedad (en el mercado de esclavos, la imposibilidad de alcanzar un «origen» no impide
en las ciudades industriales y las fábricas de un comprender en lo actual (en los dos sentidos de la
largo período de la historia del capitalismo)- para palabra) aquello de lo que se trata, ni de relativizar,
poder comprender la historia de los últimos seis mi- desamarrar, desacralizar las significaciones constitu-
lenios. Podemos comprender hoy este estado de casi- tivas del sujeto como sujeto enfermo. Llega un mo:\1
objeto porque disponemos de esta significación, he- mento en el que el sujeto, no porque encontró la es-
mos nacido en esta historia. Pero sería una ilusión cena primitiva o detectó la envidia del pene en su
creer que podríamos producirla, y reproducir, en mo- abuela, sino porque, gracias a su lucha en la vida
do comprensible, su emergencia. Los hombres crea- efectiva y a fuerza de repetición, desentierra el sig-
ron la posibilidad de la esclavitud: ésta fue una crea- 1
nificante central de su neurosis y lo mira finalmente ¡
ción de la historia (de la que Engels decía, sin cinis- en su contingencia, su pobreza y su insignificancia. '
mo, que fue la condición de un grandioso progreso). Asimismo, para los hombres que viven hoy en día,
Más exactamente, un grupo de hombres creó esta la cuestión no es comprender cómo se hizo el paso
posibilidad en Contra los demás, quienes, sin dejar desde el clan neolítico a las ciudades fuertemente di"
de combatirla de mil maneras, participaron también vi di das .de Akkad, sino comprender -y esto eviden-
en ella de mil maneras. La institución de la escla- temente significa, aquí más que en cuaiquier otro
vitud es sprgimiento de .una nueva significación ima- lugar, actuar- la contingencia, la pobreza,.~ la insig-
ginaria, de una nueva manera para la'' sociedad de nificancia de ese «Significante» de .las ' SOCfedades hiS-
vivirse, de verse y de actuarse como articulada de tóricas que es la división en amos y esclavos. en
manera antagónica y no simétrica, significación que dominantes y dominados.
1
se sirrib0liza y se sanciona en seguida por unas re- Ahora bien, la puesta en cuestión de esta signifi~
• glaS51 • cación, que representa la división de la sociedad en
clases, la decantación de este imaginario, comienza
51. Engels llegó casi a tratar esta idea: «Vimos más
arriba cómo, en un grado bastante primitivo del des-
arrollo de la producción, la fuerza de trabajo humana gen de la familiA Op. cit., subrayado por nosotros. Esta
llega a ser capaz de producir un producto mucho más gran «verdad» e;\sencialmente la mism'a que la «impos-
considerable del que es necesario para la subsistencia de tura» que denunci~ba Rousseau en el Discurso sobre el
los productores, y cómo -este grado de desarrollo es, en origen de la desigualdad -al no ser ni verdad, ni im-
lo esencial, el mismo que aquél en el que aparecen la postura, no podía ser ni «descubierta», ni «inventada»;
división del trabajo y el intercambio entre individuos. tenía que ser imaginada y creada-. Dicho esto, se notará
Ya no fue preciso mucho tiempo para descubrir esta que Engels presenta, aquí y en otras partes, la esclavitud
gran «verdad»: que el hombre también puede ser una como una extensión del intercambio de objetos a hom-
mercancía, que la fuerza humana es materia intercam- bres, mientras que su momento esencial es la transfor-
biable y explotable, si se transforma al hombre en escla- mación de los hombres en «objetos» - y es precisamente
v o. No bien comenzaron los hombres a practicar el inter- 1 - esto lo que no puede reducirse a consideraciones «eco-
cambio, fueron ya, ellos mismos, intercambiados», El ori- nómicas».
268
269
de hecho muy temprano en la hisotria, puesto que Este cuestionamiento de lo imaginario social tomó
casi al mismo tiempo que las clases aparece la lucha otra dimensión desde el nacimiento del proletariado
de clases y; con ella; ese fehómeno primordial que moderno . .Volveremos largamente sobre
abre una nueva fase de la existencia de las socieda-
- - - . - ello.
des: la protesta, la oposición en el interior de la 1
misma sociedad. Lo que era hasta entonces reabsor-
ción inmediata de ·la colectividad en sus institucio- Lo imaginario en el mundo moderno
nes, sumisión simple de los hombres a sus creacio-
nes imaginarias, unidad que no era más que margi- El mundo moderno se presenta, superficialmente, '
nalmente perturbada por la desviación o la infrac- como el que empujó, el que tiende a empujar, la ra-
ción, se convierte ahora en totalidad desgarrada y cionalización hasta su límite y que, por este hecho,
conflictiva, autocuestionamiento de la sociedad; el in- se permite despreciar -o mirar con respetuosa cu-
terior de la sociedad se le hace exterior, y eso, en la riosidad- las extrañas costumbres, los inventos y las
medida en que significa la autorelativización de la representaciones imaginarias de las sociedades pre-
sociedad, el distanciamiento y la crítica (en los he- cedentes. Pero, paradójicamente, a pesar, o mejor,
chos y en los actos) de lo instituido, es la primera gracias a esta «racionalización>> extrema, la vida del
emergencia de la autonomía, la primera grieta de lo mundo moderno responde tanto a lo imaginario como
imaginario [instituido]. cualquiera de las culturas arcaicas o históricas.
Lo cierto es que esta lucha comienza, permanece Lo que se da como racionalidad de la sociedad
mucho tiempo, recae casi siempre de nuevo en la moderna es simplemente la forma, las conexiones ex-
ambigüedad. ¿Y cómo podría ser de otro modo? Los teriormente necesarias, el dominio perpetuo del silo-
oprimidos, ·que luchan contra la división de la socie- gismo. Pero, en estos silogismos de la vida moderna,
dad en clases, luchan contra su propia opresión so- las premisas toman su con tenido a lo imaginario; y
bre- todo; de mil maneras permanecen tributarios de la prevalencia del silogismo como tal, la obsesión de
lo ·in:l,aginario que combaten por lo demás en una de 1a «racionalidad» separada del resto, ·c onstituyen· un
sus'''mahifestaciones, . y ·a menudo á lo ' que apuntan imaginario de segundQ grado. La psé.udo-racionalidad
nO és más que a una permutación '·cie'' ios ·papeles en moderna es una de las formas histórica's de lo imagi-
el mismo escenario. Pero muy pronto . también, la nario; es arbitraria en sus fines últimos, en la me-
clase oprimida responde negando en bloque lo ima- dida en que éstos no responden a razón alguna, y es
ginario social que le oprime, y oponiéndole la reali- arbitraria cuando se propone a sí misma como fin,
dad de una igualdad esencial de los hombres, incluso apuntar a otra cosa que a una «racionalización>> for-
si reviste esta afirmación de una vestimenta mítica: mal y vacía. En este aspecto de su existencia, el mun-
do moderno está entregado a un delirio sistemático
W enn Adam grub un Eva spann, -del que la autonomización de la técnica desencade-
Wo war denn da der Edelmann? nada, que no está «al servicio» de ningún fin asigna-
(Cuando Adán cavaba y Eva hilaba. ble, es la forma más inmediatamente perceptible y
¿dónde estaba entonces el noble?) la más directamente amenazadora.
La economía,' en el sentido más amplio (de la
cantaban los campesinos alemanes del siglo xv1, que- producción al consumo), pasa por ser la expresión
mando los castillos ·de los señores. .. por excelencia de la racionalidad del capitalismo y
de las sociedades modernas. Pero es la economía la
que exhibe de la manera más impresionante -pre-
cisamente porque se pretende íntegra y exhaustiva-
270 271
mente racional- el dominio de lo imaginario en to- o no comparten tal o cual «perfeccionamiento» a me-
dos los niveles.
nudo ilusorio.
Es, visiblemente, el -caso de lo que sucede con la En vano se presentaría esta situación exclusiva-
definición de las necesidades a las que se supone que mente como una «respuesta de reemplazo», como la
ella sirve. Más que en ninguna otra sociedad, el ca- oferta de sustitutos a -otras necesidades, necesidades
rácter «arbitrario», no natural, no funcional de la <<verdaderas», que la sociedad presente deja insatis-
definición social de las necesidades aparece en la fechas. Ya que, admitiendo que estas necesidades
sociedad moderna, precisamente a causa de su des- existen y que se las pueda definir, no por ello es me-
arrollo productivo, de su riqueza que le permite ir nos sorprendente que su realidad pueda ser. total-
mucho más allá de la satisfacción de las «necesidades mente revestida de una «pseudo-realidad» (pseudo-
elementales» (lo cual tiene a menudo, por otra parte, realidad coextensiva, recordémoslo, a lo esencial de
como contrapartida no menos significativa, el que se la industria moderna). En vano también sería inten-
sacrifique la satisfacción de estas necesidades ele- tar eliminar el problema, limitándolo a· su aspecto
mentales a la de necesidades «gratuitas»). Más que de manipulación de la sociedad por las capas domi-
ninguna otra sociedad, también, la sociedad moderna nantes, recordando el lado «funcional» de esta crea-
permite ver la fabricación histórica de las necesi- ción continua de nuevas necesidades, como condi-
dades que se manufacturan todos los días ante nues- ción de la expansión (es decir, de la supervivencia)
tros ojos. La descripción de este estado de cosas se de la industria moderna. Pues no solamente las ca-
hizo hace años; estos análisis deberían ser conside- pas dominantes están ellas mismas dominadas por
rablemente profundizados, pero no tenemos inten- ese imaginario que no ~rean libremente; no sola-
ción de volver aquí sobre ello. Recordemos tan sólo mente sus efectos se manifiestan allí donde no exis-
el lugar creciente que ocupan en los gastos de los te la necesidad para el sistema de confeccionar una
consumidores las compras de objetos correspondien- demanda que asegure su expansión (así, en los países
tes a necesidades «artificiales». o bien la renovación, industri~li~ados - del Este~ donde la Jr:~a,.~.i~.ói}.,,d~l . ~~ilo ~
sin razón «funcional» alguna, de objetos que.'a ún pue- de consurrro moderno ·se hace mucho _antes."_de qne ..
den servir52 , simplemente porque ya no están: de moda pueda hablarse de ·c ualquier saturación ·. d~l 'm erca"
1 ' ' • .;. • • • ·,. -~ .\

do). Pero lo que se comprueba ante t~dQ~. e~ . este


ejemplo, es que este funcional está suspenQ.ido--de lo
52. Se estimó reci€ntemente que €1 simple cost€ de imaginario: la economía del capitalismo moderno no
los cambios de modelo en coches particulares en los Es- puede existir más que en tanto que responde a unas
tados Unidos se remonta a 5.()(){) millones d€ dólares al
año como mínimo para el período 1956-1900, suma que necesidades que ella misma confecciona. 1
supera el 1 % d€1 producto nacional del país [y amplia- La dominación de lo imaginario es · igualmente
mente superior al producto nacional de Turquía, pais clara en lo que se refiere al lugar de los hómbres, a
de 30 millones de habitantes], sin contar el consumo d€
gasolina acrecentado (en relación con las economías que todos los niveles de la estructura produc'tfva y eco-
hubiese permitido la evolución tecnológica). Los econo- nómica. Esta pretendida organización racional exhi-
mistas que presentaron este cálculo en el cuadragésimo be todas las características de un delirio sistemátlco;
séptimo congreso anual de la Asociación Económica Nor-
es sabido de todos y de ello se viene hablando hace
'"' teamericana (diciembre de 19tH) no niegan que estos
cambios hayan podido también aportar mejoras ni qu€ mucho tiempo, pero nadie lo ha tomado en serio sal-
hayan podido ser «deseados» por los consumidores. <<Sin . vo gente tan poco seria como los poetas y los nove-
embargo, los costes resultaron tan extraordinariamente listas. Reemplazar el hombre, ya sea obrero, emplea-
elevados que pareció merecer la pena presentar la cuen- . _
ta y preguntarse luego si la valen», Fischer, Griliches do, o incluso «ejecutivo»~ por un conjunto de rasgos
and Ka y sen en «American Economic Review», mayo de parciales arbitrariamente elegidos en función de un
1962, p. 259
sistema arbitrario de objetivos y por referencia a una
272
273
pseudo-conceptualización .igualmente arbitraria, y tra- proporcionaba del papel de lo imaginario en la econo-
tarlo en la práctica según esta actitud indica, tradu- mía capitalista, hablando del «carácter fetiche de la
ce ·una . pr.e dominal}cia .. de ,)Q___i;r:naginario,_ que, sea · mercancía».- Este -esbozo debería_ser prolongado nor
cual sea su «eficacia» en el sistema, no difiere en un análisis de lo imaginario en la estructura institÜ-
absoluto de la de las sociedades arcaicas más «extra- cional que asume siempre más, paralelo y más allá
ñas». Tratar a un hombre como cosa, o como pur~ del «mercado», el papel central en la sociedad mo-
sistema mecánico, no es menos, sino más imaginario derna : la organización burocrática. El universo bu-
que pretender ver en él a un búho; representa in- rocrático está poblado de imaginario de un extremo
cluso un grado más de adicción a lo imaginario, pues al otro. No se le presta de ordinario atención -o
no solamente el parentesco real del hombre con un solamente para bromear-, porque no se ve en él más
búho· es incomparablemente mayor que el que tiene que excesos, un abuso de la rutina, o cerrores», en
con una máquina, pero ·tarnbién ·ninguna sociedad una palabra, determinaciones exclusivamente nega-
primitiva aplicó jamás tan radicalmente las conse- tivas. Pero lo que hay es un sistema de signüicacio-
cuencias de sus asimilaciones de los -hombres a otra nes imaginarias «positivas» que articulan el univer-
cosa que lo que hace la industria moderna con su so burocrático, sistema que puede reconstituirse a
metáfora del hombre-autómata. Las sociedades arcai- partir de los fragmentos y de los indicios que ofre-
cas parecen siempre conservar cierta duplicidad en cen las instrucciones sobre la organización de la pro-
estas asimilaciones ; pero la sociedad moderna las to- ducción y del trabajo, el modelo mismo de esta orga-
ma, en la práctica, al pie de la letra, y de la manera nización, los objetivos que se propone. el comporta-
más salvaje. Y no hay diferencia esencial alguna, en miento típico de la burocracia. etc. Este sistema, por
~uanto al tipo de operaciones mentales, e incluso de lo demás, ha evolucionado con el tiempo. Rasgos
actitudes psíquicas profundas,. entre un ingeniero esenciales de la burocracia de otros tiempos, como la
tayloriano o un ·psicólogo industrial por un· lado, que referencia al «precedente» de la voluntad de abolir
aíslan gestos, miden coeficientes, descomponen a la lo nuevo como tal y de uniformizar el flujo del tiem-
persona en «factores» inventados pieza por pieza y la po, son reemplazados por la anticipación sistemática
recomp9;¡en en un segUI).do opje~9. y _ u~ ~ fetichista del porvenir; el fantasma de la organización como
que disfruta a la vista de un zapato .de tacón alto o máquina bien aceitada cede su lugár al · fantasma de
pide a .uria mujer que imite. a una lámpara de pie. la organización como máquina autorreformadora y
En los· ' do~ casos, se ve en acción esa forma particu- autoexpansiva. Asimismo. la visión·del· hombre en el
lar de lo imaginario que es la identifiCación del su- universo burocrático tiende a evolucionar: hay, en
jeto con el objeto. La diferencia radica en que el los sectores «avanzados» de la organización buro-
fetichista vive en un mundo privado y su fantasma crática, paso de la imagen del autómata, de la má-
no tiene efectos más allá del compañero que se pres- quina parcial, a la imagen de la «personalidad bien
ta de buen grado; pero el fetichismo capitalista del integrada en un grupo», paralela al paso, comproba-
«gesto eficaz», o del individuo definido por los tests, do por sociólogos norteamericanos (especialmente
determina la vida real del mundo sociaP3 • Riesman y Whyte), de los valores de «rendimiento» a
Recordamos más arriba el esbozo que Marx ya los valores de «ajuste». La pseudo-racionalidad «ana-
lítica» y reificante tiende a ceder su lugar a una
53. La re ificación, tal como la analizaba Lukács en pseudo-racionalidad «totalizante» y «socializante» no
Historia y conciencia de clase, es evidentemente una sig- menos imaginaria . Pero esta evolución, aunque sólo
nificación imaginaria . Pero no aparece como tal en él, sea un indicio muy importante de las fisuras y fi-
porque la res tien e un valor filosófico místico en tanto n alment e de la crisis del sistema burocrático, no al-
pr e c i samente ·~ qu e es una categoría ·«racional» · que puede
entrar en una «dialéctica bistórica» . tera sus significaciones centrales. Los hombres, sim-

274 275
ples puntos nodales en la red de los mensajes, no terráheo en una ciudad -Budapest-, en la ·que esto
existen y no valen más que en función de los esta- es físicamente imposible, o cuando, no solamente
tutos y de las . posjeiones que .ocupan ' en la escala e . pretende ante la .población que el .p lan..de producción e
jerárquica. Lo esencial del mundo es su reductibili- se ha llevado a cabo, sino que sigue ella misma ac-
dad a un sistema de reglas formales, incluyendo las tuando, decidiendo y condenando a una pérdida se-
que permiten «calculan> su porvenir. La realidad no gura recursos reales como si el plan se hubiera rea-
existe sino en la medida en que está registrada; en lizado, los dos sentidos del término imaginario, el
el límite, lo verdadero no es nada y sólo el documen- más corriente y superficial, y el más profundo, con-
to es verdadero. Y aquí aparece lo que nos parece el vergen y no podemos hacerle nada. Pero lo que im-
rasgo específico, y más profundo, de lo imaginario porta sobre todo es evidentemente lo segupP,p, lp que
moderno, lo más profundo en consecuencias y en pro- puede verse en acción cuando una economía ·m.ooer:
mesas también. Ese imaginario no tiene carne pro- na funciona eficaz y realmente, según sus propios
pia, toma prestada su materia a otra cosa, es catexis criterios, cuando no es ahogada por las excrecencias
fantasmática, valoración y autonomización de ele- en segundo grado de su propio simboll.smo. :Pues en-
' mentos que, por sí mismos, no responden a lo imagi- tonces el carácter pseudO-racional de su «racionali-
nario: lo racional limitado del entendimiento, y lo dad» emerge claramente: todo está efectivamente
simbólico. El mundo burocrático autonomiza la raciO- subordinado a la eficacia -pero la eficacia ¿para
nalidad en uno de sus momentos parciales, el del quién, con miras a qué, para qué? El crecimientó
entendimiento, que no se preocupa sino de la correc- económico se realiza; pero ¿es crecimiento de qué,
ción de las conexiones parciales e ignora las cues- para quién, a qué precio, para llegar a qué? Un · mo-
tiones de fundamento, de conjunto, de finalidad, y mento parcial del sistema económico (ni siquiera el
de la relación de la razón con el hombre y con el momento cuantitativo: una parte del momento cuan~
mundo (es por lo que llamamos a su «racionalidad» titativo que concierne a ciertos bienes y servicios) se
una pseudo-racionalidad); y vive, por lo esencial, en erige en momento soberano de la economía; y, repre·
un universo de símbolos que, las más de las veces sentada por este momento parcial, la economía, ,ella
ni· representan lo real, ni son necesarios para·:pensar~ misma momento de la vida social, se erige··~lEm:/Jns-
lo o manipularlo; es el que realiza hasta el extremo tancia soberana de la sociedad. · · · ··· : ·
la autonomización del puro simbolismo. ·.·. ·· Es precisamente porque lo imaginario soeiiü· mO-
Esta a.u tonornización, el grado de influencia ·que derno no tiene carne propia, es porque toma pies~:- .
·ejerc~ sobre la realidad social hasta el punto de pro- da su substancia a lo racional, en un momento de
vocar su dislocación, corno el grado de alienación que lo racional que transforma así en pseudo-racional,
hace gravitar sobre la capa dominante misma. han por lo que contiene una antinomia radical, por lo
podido apreciarse bajo sus formas extremas en las que está abocado a la crisis y al desgaste, y por lo
economías burocráticas del Este, sobre todo antes de que la sociedad moderna contiene la posibilidad «ob-
1956 cuando los economistas polacos debieron, para jetiva» de una transformación de lo que hasta ahora
describir la situación de su país, inventar el término fue el papel de lo imaginario en la historia. Pero,
de «economía de la Luna». Para permanecer más acá antes de abordar este problema, tenemos que consi-
de estos límites en tiempo normal, l_a economía occi- derar más de cerca la relación de lo imaginario y de
Giental no por ello presenta menos al respecto los lo racional.
mismos rasgos esenciales.
Este ejemplo no debe crear confusión sobre lo
que entendemos por imaginario. Cuando la burocra-
cia se empeña en querer construir un metro sub-
276 277
Imaginario y racional primero, «Se desprenda» y llegue a ser, después,
autónomo (real o lógico), sino con el elemento que
Es imposibl.e~ compreng~r. lo ql!,e fue, lo _que ~s la J'-'l: constituye la historia- como tal. Si algo hay que re-
historia humana; prescindiendo de la categoría de lo dunde en problema sería más bien la emergencia
imaginario. Ninguna otra permite reflexionar sobre de lo racional en la historia y, sobte todo, su «sepa-
las siguientes preguntas: ¿qué es lo que fija la fina- ración», su constitución en momento relativamente
lidad, sin la cual ¡a funcionalidad de las instituciones autónomo.
y de los procesos sociales seguiría siendo indetermi- \¿.sí las cosas, se plantea inmediatamente un pro-
nada?, ¿qué es lo que, en la infinidad de las estruc- blema inmenso en lo que se refiere a la distinción
turas simbólicas posibles, especifica un sistema sim- de los conceptos. ¿Cómo puede distingv.irse las signi-
bólico, establece las relaciones canónicas prevalentes, ficaciones imaginarias de las significaciones raciona-
orienta hacia una de las incontabies direcciones po- les en la historia? Hemos definido más arrfl;>a lo
sibles todas las metáforas y las metonimias abstrac- simbólico-racional como lo que representa lo real, o
tamente concebibles? N o podemos comprender una bien como lo que es indispensable para pensarlo o
sociedad sin un factor unificante que proporcione un actuar lo. Pero lo representa ¿para quién? Pensarlo
contenido significado y lo teja con las estructuras ¿cómo? Actuario ¿en qué contexo? ¿De qué real se
simbólicas. Este factor no es lo simple «real». cada trata? ¿Cuál es la definición de lo real implicada
~! sociedad constituyó su real (no nos vamos a tomar aquí? ¿Acaso no queda claro que corremos el ·riesgo
el trabajo de especificar que esta constitución jamás de introducir subrepticiamente una racionalidad (la
es totalmente arbitraria). No es tampoco lo «racio- nuestra) para hacerle desempeñar el . papel de la ra-
nal» ; la inspección más sumaria de la historia bas- cionalidad..?J -
ta para mostrarlo, y, si así fuese, la historia no_ha- Cuanáo, al considerar una cultura de otros tiem-
bría sido realmente historia, sino acceso instantáneo pos o de otra parte, calificamos de imaginario tal
a un orden racional, pura progresión en la raciona- elemento de su visión del mundo, o esta visión mis-
lidad. Pero, si la historia contiene incontestaplemen- ma, ¿cuál es el punto de referencia? Cuando nos en-
te · ~a ~cpragresión err la racionalidad --:-~<!-· volveremos contramos, no ante una «transformaci6n» de la tierra
sobre ellú--'-, no puede ·ser reducida a .e.Ua. Un sentido en divinidad, sino ante una identidad originaria, para
aparece · en ella, ya · en los orígenes; que no es un una cultura dada, de la Tierra-Diosa madre, identi-
sentido de real (referido a lo percibido), que tam- dad inextricab1emente tejida, para esa cultura, con
poco es .racional, o po:Sitivarnente ir-racional, que no su manera general de ver, de pensar, de· actuar y de
es ni verdadero ni falso pero que, sin embargo, es vivir el mundo, ¿no es acaso imposible calificar, sin
del orden de la significación, y que es la creación más, esta identidad de imaginaria? Si lo simbólico-
imaginaria propia de la historia, aquello en y por lo racional es lo que representa lo real o lo que es in-
que la historia se constituye para empezar. dispensable para pensarlo o actuario, ¿no es eviden-
N o tenemos, pues, que «explican> cómo ni por qué te que este papel también es desempeñado, en todas
lo imaginario, las significaciones sociales imagina- las sociedades, por unas significaciones imaginarias?
rias y las instituciones que las encarnan, se autono- Lo «real», para cada sociedad ¿no comprende acaso,
mizan. ¿Cómo podrían no autonomizarse, puesto que inseparablemente, este componente imaginario . tanto
son lo que siempre estuvo ahí, «al comienzo», lo que, para lo que es de la naturaleza como, sobre todo,
en cierto modo, siempre está ahí «al comienzo»? A para lo que es del mundo humano? Lo «real» de la
decir verdad, la expresión misma «autonomizarse» es naturaleza no puede ser captado fuera de un marco
visiblemente . inadecuada en este sentido.; no tene- categorial, de principios de -organización de lo dado
mos que tratar con un elemento que, subordinado sensible, y éstos no son nunca -ni siquiera en nues-
278 279
!
tra sociedad- simplemente equivalentes, sin exceso ser explicada como tal? Esta visión sobria, o preten-
ni defecto, en el. cuadro de las -categorías trazado .'
didament.e tal, .es simplemente . la nuestra.
por los lógicos (y, por lo demás, eternamente rehe- Estas adverte'llcias no son 'Inspiradas por una aéti-
cho). En cuanto a lo «real» del mundo humano, no tud agnóstica ni relativista. Sabemos que los dioses
es solamente en tanto que posible objeto de conoci-
miento, es de manera inmanente, en su ser, en sí y i no existen, que hombres no pueden «sen> cuervos y
no podemos olvidarlo expresamente cuando examina-
mos una sociedad de otro tiempo o de otro lugar.
para sí, cómo es categorizado por la estructuración
social y lo imaginario que ésta significa ; relaciones Pero nos encontramos aquí, en un nivel más profun-
entre individuos y grupos, comportamiento, motiva- do y más difícil, con Ú1 misma pq_nl'Cloja, la mis:rp.a
"
ciones, no s'on solamente incomprensibles para neis- antinomia de la aplicación retroactiva de las catego-
otros, son imposibles por sí mismos independiente- rías, de «proyección hacia atrás» de nuestra ·manera
de captar el mundo, que hemos señalado más arriba
¡: mente de este imaginario. Un «primitivo» .que qui- a propósito del marxismo, antinomia de la· que ha-
1 "'''
¡ siera actuar ignorando las distinciones de clanes, un bíamos dicho ya que es constitutiva del conocimien-
hindú de otros tiempos que decidiese desdeñar la to histórico. Habíamos entonces verificado que no se
existencia de las castas estaría muy probablemente puede, por lo que hace a la mayoría de las sociedades
loco -o se volvería loco rápidamente. precapitalistas, mantener el esquema marxista de
Hay que guardarse, pues, hablando de imaginario, una «determinación» de la vida social y de sus ·di-
de hacer deslizar en él una .i mputación a la socie- versas esferas, del poder por ejemplo, por la econo-
dad considerada de una capacidad racional absoluta mía, porque este esquema presupone una autono-
que, presente desde el principio, hubiese sido recha- mización de estas esferas que no existe plenamente
zada o recubierta por lo imaginario. Cuando un indi- sino en la sociedad capitalista; en un caso tan próxi-
viduo, que crece en nuestra cultura, que topa con mo a nosotros en el espacio y en el tiempo como lo
una realidad estructurada de una manera precisa, es la sociedad feudal por ejemplo (y las sociedades
que vive'::sumergida en un control csociaJ '.-Per.petuo, burocráti,c as ·presentes de los países . déi<H;.s~~)', ! rela- .
~<decide» ó .. -<celige» ver en .c ada persona.·· q1i~-..~ncuen­ cienes de poder y económicas están estrl,ict~tlíO.a,s;·qe
tra un agresor potencial y desarrolla uh'.·, delirio· de tal manera que la idea de «determinación>> de>unas ·
persecución, ·podemos calificar su percepción . de los por otras no tiene sentido. De una mane:r.-a mucho
demás -como imaginaria, no sólo «objetivamente» o más profunda, el intento de distinguir netáifrénte, a
socialmente -con referencia a los puntos de refe- fin de articular su relación, lo ·funcional, lo ima-gina-
rencia establecidos-, sino subjetivamente, en el sen- rio, lo simbólico y lo racional en unas sociedades
tido de que «hubiese podido» forjarse una · visión otras que las de Occidente en los dos últimos siglos
correcta del mundo; la fuerte preponderancia de la (y algunos momentos de la historia de Gréeia y de
función imaginaria pide una explicación aparte, en Roma) topa con la imposibilidad de dar a esta distin-
tanto que otros desarrollos eran posibles y fueron ción un contenido riguroso, que sea realmente signi-
realizados por la gran mayoría de los hombres. En ficativo para las sociedades consideradas y que re:al-
cierto modo, imputamos a nuestros locos su locura, mente hagan mella en ellas. Si las potencias .divinas,
no sólo en el sentido de que es la suya, sino de que si las clasificaciones «totémicas>> son, para · una ·so-
hubiesen podido no producirla. Pero ¿quién puede ciedad antigua o arcaica, unos principios categoría-
decir de los griegos que sabían muy bien, o que hu- les de organización del mundo natural y sociaÍ, como
biesen podido saber, .que los dioses no existen, y que lo. son incontestablemente, ¿qué quiere decir, desde
su universo mítico es una «desviación» en relación el punto de vista operativo (es decir para la com-
a una visión sobria del mundo, desviación que pide prensión y la «explicación» de estas sociedades); la

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idea de que estos principios responden a lo imagina- cíonal y de lo imaginario al hablar de una sociedad
rio en tanto que se opone a lo racional? Es este ima-
-- ·grnari6 'l6 que· hace· "qu~ ''er'ffitin'Ció i:le -fos ·griegos o· de ,
- ...
1
para la cual no tiene sentido, o el mismo contenido
' 'c{ue·· para ñosóttos 56 • Nüestro exame·n · de · la historia ···
los aranda no sea un caos, sino una pluralidad orde- 4
debe necesariamente asumir esta antinomia. El his-
nada que organiza lo diverso sin aplastarlo, lo que toriador, o el etnólogo, debe obligatoriamente inten-
hace emerger el valor y el na-valor, lo que traza tar comprender el universo natural y social de los
para estas sociedades la demarcación entre lo «ver- babilonios y de los bororos, tal como era vivido por
dadero» y lo «falso», lo permitido y lo prohibido ellos, Y, al intentar explicarlo, guardarse de introdu-
-sin lo cual no podrían existir ni un segundo5\ Este cir determinaciones que no existen para esta cultura
imaginario no desempeña solamente la función de lo (consciente o inconscientemente). Pero no puede que-
racional; ya es una forma de éste, lo contiene en darse ahí. El etnólogo, que ha asimilado ya tan bien
una indistinción primera e infinitamente fecunda, y la visión del mundo de los bororos que ya no puede
pueden discernirse en él los elementos que presupo- verlo sino a la manera de ellos, ya no es un etnó-
ne nuestra propia racionalidad55 • logo, es un bororo -Y los bororos no son etnólogos.
Sería, pues, en este caso, no ya incorrecto, sino, Su razón de ser no es asimilarse a los bororos, sino
propiamente hablando, sin sentido querer captar toda la de explicar a los parisinos, londinenses y -n eoyor-
la historia precedente de la humanidad en función quinos de 1965, esta otra humanidad que representan
de la pareja de categorías imaginaria-racional que los bororos. Y esto, no puede hacerlo más que en el
no tiene realmente su pleno sentido más que para lenguaje, en el sentido más profundo del término, e~
nosotros. Y, sin embargo -ésta es la paradoja-, no el sistema categorial de los par.isinos, londienen-
podemos dispensarnos de hacerlo. Tampoco podemos, ses, etc. Ahora bien, estos lenguajes no son «códigos
cuando hablamos del terreno de lo feudal, .simular equivalentes» -precisamente porque, en su estruc-
· que olvidamos el concepto de economía, ni dispensar- turación, las significaciones imaginarias juegan un
.nos· de categorizar como económicos unos fenómenos papel centraP7 • Es por lo que el proyecto central · de
que no lo eran para los hombres de la. época;- no po-
. demos- simular que ignoramos la distincfóli 'd e lo ra-
•. t'. '' ' ' 1. ~ •~ 'J . •1 1 '
56. No afecta a esto el hecho de que toda 'sociedad
t .

distingue necesariamente entre lo que es para ella real-


racional y lo que es para ella imaginario.
54.~ n~sde este punto de vista, hay' pt.ies, . una espe- 57. Como dirían los lingüistas, estos lenguajes no
cie de «funcionalidad» de lo imaginario efectivo en tan- tienen una función cognitiva; y únicamente los conte-
to que es «condición de existencia» de la sociedad. Pero nidos ~ognitivos [diría ahora: identitarios] son íntegra-
'!' es condición de existencia de la sociedad como sociedad mente traducibles. Véase Roman Jakobson, Essais de
humana, y esta existencia como tal no responde a fun- lingüistique générale, pp. 78 a 86. La dialéctica total de
cionalidad alguna, no es fin de nada y no tiene fin. la historia, que implica la posibilidad de una traducción
55. Esto es lo que nos parece ser, a pesar de sus in- exhaustiva por derecho de todas las culturas al lenguaje
tenciones, lo esencial de la aportación de Clalide Lévi- de la cultura «superior», implica también una reducción
Strauss, en particular en El pensamiento salvaje, mu- de la historia a lo cognitivo. Desde este punto de vista,
cho más que el parentesco entre pensamiento «arcaico» el paralelo con la poesía es absolutamente riguroso, el
y bricolage, o la identificación entre «pensamiento sal- texto de la historia es una mezcla indisociable de ele-
vaje» y racionalidad sin más. En cuanto al problema mentos cognitivos y poéticos. La tendencia estructura-
enorme, al nivel filosófico más radical, de la relación lista extrema dice poco más o menos: · No pued9 . tr?-du-
entre imaginario y racional, de la cuestión de saber si ciros Hamlet al francés, o muy pobremente, pero lo que
lo racional no es más que un momento de lo imaginario sí es mucho más interesante que el texto de Hamlet es
o bien si expresa el encuentro del hombre con un or- la gramática de la lengua en la que está escrito, y el
den trascendente, no podemos aquí sino dejarlo abierto, hecho de que esa gramática sea un caso particular de
dudando por lo demás de- que- podamos nunca ·hacerlo una , gramát,ica universal. Puede responderse así: N o,
de otro modo. [Este problema es largamente discutido gracias, la poesía nos interesa en tanto que contien~
en el segundo volumen.] algo más que la gramática. Puede también preguntarse

282 283
_11

¡j ·para dar su plena realidad a nues tra vida en tanto


constitución de una historia total, de comprensión y f.• que hace r autónomo, a sa ber a cti vidad cr eadora lú-
de explicación exhaustiva de las sociedades d~ otros . cida. Ya que, entonces, el punto último de conjun-
tiempos y de otros lugares conlle va necesariamente l ción de es tos dos proyectos -comprender y t rans-
en su raíz el fracaso, si se toma como proyecto es-
peculativo. La m a nera occidenta l de concebir la his- formar - no puede en contrarse cada vez sino en el
toria se sostiene sob re la idea de que lo q ue era ~en­ presente vivo de la historia que n o sería presente
tido para sí, sentido para los asirios de su sociedad, histórico si no se super ase h acia un porvenir que
puede llegar a ser, sin residuo y sin defecto, sentido está por hacer por nosotros. Y el que no podamos
para nosotros. Pero esto es, con toda evidencia, im- comprender el antaño y el otro lugar de la humani-
posible y, a la vez, marca con el sello de la imposi- dad sino en función de nuestras propias categorías
bilidad el proyecto especulativo de una historia total. -lo cual, a su vez, revierte en estas categorías, las
\ La historia es siempre historia para nosotros -lo que r ela ti viza y nos ayuda a s up er ar la ser vidumbre a
no quiere decir que tengamos el derecho de estro- nuestras propias formas de imaginario e incluso de
pearla como nos plazca , ni de someterla inocente- r acionalidad- no traduce simplem ente las condicio-
mente a nuestras proyecciones, puesto que precisa- nes de todo conocimiento histórico y su arraigo, sino
mente lo que nos interesa en la historia es nuestra · el hecho de que toda elucidación que emprendamos
- ·>alteridad auténtica, los demás posibles del hombre es finalmente interesada, es para nosotros en el sen-
en su singularidad absoluta. Pero, en tanto que abso- tido fuerte, pues no estamos aquí para decir lo que
luta, esta singularidad se diluye necesariamente en es, sino para hacer ser lo que no es (a lo cual el decir
el momento en que intentamos captarla, del mismo · de lo que es pertenece como momento) . .
modo que, en microfísica, en el momento en que se Nuestro proyecto de elucidación de las' formas pa-
fija en su posición . la partícula, ésta «desaparece» sadas de la existencia de la humanidad no adquiere
como cantidad de movimiento definida. su sentido pleno sino como momento del proyecto de
· L
~ Sin embargo, lo que aparece como una antinomia elucidación de nuestra existencia, a su vez insepara-
ble de nuestro hacer actual. Estamos ya, hagamos lo
insuperable para la razón especulativa cambia de sen-
tido cuando se reintegra la consideración de la his- que hagamos, comprometidos en una transformación
toria en nuestro proyecto de elucidación teórica del de esta existencia con respecto a la cual la única
mundo, y en particular del mundo humano, cuando elección que tenemos consiste en sufrir o hacer, en
se ve en él parte de nuestro intento de interpretar confusión o lucidez. Que esto nos lleve inevitable-
el mundo para transformarlo -no subordinando la mente a r einterpretar y a recrear el pasado, puede
verdad a las exigencias de la línea del partido, sino que algunos lo deploren y denuncien en ello un «ca-
estableciendo explícitamente la unidad articulada en- nibalismo espiritual, peor que el otro». Tampoco nos-
tre elucidación y actividad, entre teoría y práctica, otros podemos hacerle nada, ni tampoco podemos im-
pedir que nuestra alimentación contenga, en propor-
ción creciente, los elementos que componían el cuer-
lo siguiente: ¿Y por qué, pues, la gramática inglesa no po de nuestros antepasados desde hace treinta mil
es directamente esta gramática universal? ¿Por qué hay
distintas gramáticas? Evidentemente, los elementos poé- generaciones.
ticos mismos, aunque no rigurosamente traducible-s. no
son inaccesibles. Pero este acceso es re-creación: << •• • 1&
poesía, por definición, es intraducible. Sólo es posible
la transposición creadora» (Jakobson, Op. cit., p. 86).
Hay, incluso más allá del contenido cognitivo, lectura y
comprensión aproximada a lo largo de las distintas fases
históricas. Pero esta lectura debe asumir el hecho de
que es lectura mediante alguien.
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