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La Tierra tiene casi 70 millones de Gt de carbono, pero por fortuna la mayor parte de
ese carbono está en la litosfera. Si todo este gas estuviera en la atmósfera el clima de la
Tierra sería similar al de Venus, donde se alcanzan los 460ºC. Por el contrario, si la
atmósfera careciera de gases invernadero, su temperatura media sería de -18ºC, con lo
cual el agua del océano estaría helada. Los gases invernadero, en particular el CO2,
constituyen un excelente termostato que permiten regular el clima terrestre alrededor de
una temperatura media de 16ºC. Incluso en las grandes glaciaciones del Cuaternario, esa
temperatura solamente descendió unos pocos grados centígrados. Por este motivo, el
conocimiento de los mecanismos que regulan la concentración de CO2 en la atmósfera
resulta de vital importancia para comprender los cambios que ha experimentado el
sistema climático terrestre con anterioridad a la intervención humana.
Bomba de carbonato
Los organismos marinos que precipitan carbonato cálcico, por ejemplo los
cocolitóforos, foraminíferos, arrecifes de coral, terópodos, así como muchos moluscos
que viven en la plataforma están consumiendo carbono, si los esqueletos de estos
organismos se disuelven, este carbono vuelve al agua del Océano pero si se sedimenta
en el fondo oceánico y se entierra, el carbono pasa a la litosfera, donde puede
permanecer durante millones de años. Este es uno de los mecanismos principales del
ciclo geológico que ha ido eliminando durante millones de años toneladas de carbono de
la atmósfera. En muchas zonas del Océano actual, los microorganismos del plancton
calcáreo consumen carbono al formar su caparazón de carbonato cálcico y estos
caparazones caen el fondo y se disuelven a 4000 o 5000 m de profundidad, por debajo
de lisoclina, por lo que el carbono vuelve al agua del Océano pero lo hace en
profundidad por lo que la bomba de carbonato contribuye, como la bomba biológica en
sentido estricto, a trasvasar carbono del océano superficial al profundo.
Alcalinidad y CO2
La alcalinidad del agua mide el exceso de cargas positivas de los cationes sobre los
aniones de ácidos fuertes. Este exceso de cargas positivas se compensa con las cargas
negativas de los aniones de ácidos débiles (ácido carbónico, silícico, bórico, fosfórico,
etc. De todos estos aniones, los fundamentales son los aniones del carbónico, es decir
los iones bicarbonato y carbonato, por lo que simplificando se puede expresar la
alcalinidad como la suma de iones carbonato y bicarbonato. Solamente el ácido bórico
contribuye a equilibrar la alcalinidad, pero no se ha considerado para simplificar:
Así pues cuando se incrementa la diferencia entre los cationes y aniones arriba
mencionados, tiene que aumentar la concentración de iones bicarbonato o carbonato
para compensar el exceso de cargas positivas. Para compensar los incrementos o
descensos de la alcalinidad la reacción que regula el equilibrio entre las distintas
especies del carbonato (1) se desplaza en uno u otro sentido con la finalidad de producir
más o menos cargas negativas.
Así pues, la presión de CO2 gas en aguas superficiales en cualquier región del océano va
a depender, por un lado del DIC, es decir de la cantidad de ΣCO 2 en esa masa de agua y
por otro de la alcalinidad. La presión de dióxido de carbono sube cuando aumenta la
cantidad total de CO2 en el agua, siempre que no cambie la alcalinidad, pero también
aumenta cuando baja la alcalinidad, aunque no cambie la cantidad de ΣCO2.
Las variaciones en el DIC y la alcalinidad de las masas de agua superficiales
continuamente van controlando la presión de pCO2 en las aguas superficiales y por tanto
regulando su intercambio con la atmósfera.