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C a r t a s e I n f o r m e s, pp.

262-263
s64y28
19 de septiembre de 1949, Santiago
Presbítero Julio Meinvielle (Buenos Aires).
Distinguido señor:
Con profunda extrañeza he visto en Presencia, 12 de agosto de 1949, que
recientemente llega a mis manos, algunas afirmaciones suyas en que aparece mezclado
el suscrito: "Los Padres Hurtado y Jiménez Berguecio en lugar de hacerse eco de esta
santa intransigencia (de la Iglesia para mostrar la perversidad del comunismo) se
esmeran en aminorar su importancia. Esas declaraciones aparecen publicadas... en
Ercilla".
Puedo decirle:
1. Que no he hecho ninguna declaración a Ercilla. La revista, bajo su exclusiva
responsabilidad, alude a la explicación que yo di en el púlpito de San Ignacio del
decreto de excomunión. No hay, pues, tales "declaraciones". Cuando la revista Topaze,
a que usted alude, me atribuyó "declaraciones", envié una rectificación que usted debió
conocer, pues a ella se refirió el número siguiente de la misma revista.
2. Es talmente gratuita su afirmación que el suscrito "se esmera en aminorar" la
importancia del decreto de excomunión. La explicación que di de él desde el púlpito
coincide plenamente con el comentario del Osservatore Romano y con la que dieron los
Obispos chilenos que a él se han referido. Igual afirmación puedo hacer respecto al P.
Jiménez Berguecio. Por su parte, el Presbítero Sr. Hamilton desmintió como
absolutamente calumniosa la opinión que a él le atribuía la revista Ercilla.
Estas opiniones que usted nos atribuye revisten especial gravedad sobre todo en el
ambiente en que usted supone que vive el clero chileno, "que ha visto perderse la
generación de sacerdotes que creían en la Palabra de Dios y en el poder del maléfico...
que vive en el aflojamiento intelectual, que ha sustituido el alimento de la Verdad por la
novedad... que se han trocado en vehículo de confusión en lugar de antorchas de
verdad". Me creo autorizado por el derecho sagrado a su reputación que tiene todo
hombre, y más aún un cristiano tratando con otro cristiano, a pedirle que corrija cuanto
hay en ellas de inexacto. No es mi ánimo entrar en polémicas, que sólo sirven para
ahondar divisiones y resquebrajar más la herida caridad, sino que me contento con
entregar mi protesta ante su conciencia de sacerdote.
Lo saluda su hermano en el sacerdocio y servidor,
Alberto Hurtado C. s.j.

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