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UNIVERSIDAD CATOLICA DEL TROPICO SECO

UCATSE

Licenciado:
Carlos Soza

Realizado por:
Diane Marie Soto Rodríguez

Trabajo de:
Formación Cristiana

Fecha:
30/11/18
INTRODUCCION
La pasión de Cristo representa la agonía y el sufrimiento de Jesús de Nazaret
desde que acepta su condición de hijo de Dios hasta que es crucificado y muerto
en la cruz.
La pasión de Cristo es una de las conmemoraciones más importantes de la
religión católica, ya que relata el camino del dolor, sufrimiento y pérdida de Jesús
de Nazaret hasta la aceptación de su muerte, mediante la cual resucita y confirma
al mundo católico que es hijo de Dios.
En cambio, la resurrección de Jesús es el hecho religioso cristiano según el cual
después de haber sido condenado a muerte, Jesús fue resucitado de entre los
muertos.
Es el principio central de la teología cristiana y forma parte del credo de Nicea,
donde refleja que al tercer día resucito entre los muertos.
Marco Teórico
Pasión Muerte y Resurrección de Jesús
Salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un
huerto, en el que entró él con sus discípulos. Judas, el que le había de entregar,
conocía el lugar, porque Jesús se reunía frecuentemente allí con sus discípulos.
Entonces Judas, tomando la cohorte y los servidores de los pontífices y de los
fariseos, vino allí con linternas, antorchas y armas.

Jesús, sabiendo todo lo que le iba a ocurrir, se adelantó y les dijo: ¿A quién
buscáis? Le respondieron: A Jesús el Nazareno. Jesús les contestó: Yo soy.
Judas, el que le había de entregar, estaba con ellos. Cuando les dijo «yo soy»,
retrocedieron y cayeron por tierra. Les preguntó de nuevo: ¿A quién buscáis? Ellos
respondieron: A Jesús el Nazareno. Jesús contestó: Os he dicho que yo soy; si me
buscáis a mí, dejad marchar a éstos. Así se cumplió la palabra que había dicho:
No he perdido ninguno de los que me diste.

Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó, golpeó a un siervo del Pontífice y
le cortó la oreja derecha. El nombre del siervo era Malco. Jesús dijo a Pedro: Mete
tu espada en la vaina. ¿Acaso no voy a beber el cáliz que el Padre me ha dado?

Entonces la cohorte, el tribuno y los servidores de los judíos prendieron a Jesús y


le ataron.

Y le condujeron primero ante Anás, pues era suegro de Caifás, Sumo Pontífice
aquel año. Caifás fue el que había aconsejado a los judíos: Conviene que un
hombre muera por el pueblo.

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del
Sumo Pontífice y entró con Jesús en el atrio del Sumo Pontífice. Pedro, sin
embargo, estaba fuera a la puerta. Salió entonces el otro discípulo que era
conocido del Sumo Pontífice, habló a la portera e introdujo a Pedro. La muchacha
portera dijo a Pedro: ¿No eres también tú de los discípulos de este hombre? El
respondió: No lo soy. Estaban allí los servidores y criados, que habían hecho
fuego, pues hacía frío, y se calentaban. Pedro también estaba con ellos
calentándose.

El Sumo Pontífice interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.


Jesús le respondió: Yo he hablado abiertamente al mundo, he enseñado siempre
en la sinagoga y en el Templo, donde todos los judíos se reúnen, y no he dicho
nada en secreto. ¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me oyeron de qué
les he hablado: ellos saben lo que he dicho. Al decir esto, uno de los servidores
que estaba allí dio una bofetada a Jesús, diciendo: ¿Así respondes al Pontífice?
Jesús le contestó: Si he hablado mal, declara ese mal; pero si bien, ¿por qué me
pegas? Entonces Anás le envió atado a Caifás, el Sumo Pontífice.
Simón Pedro estaba calentándose y le dijeron: ¿No eres tú también de sus
discípulos? Él lo negó y dijo: No lo soy. Uno de los criados del Sumo Pontífice,
pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo: ¿Acaso no te vi yo en el
huerto con él? Pedro negó de nuevo, e inmediatamente cantó el gallo.

Condujeron a Jesús de Caifás al pretorio. Era muy de mañana. Ellos no entraron


en el pretorio para no contaminarse y poder comer la Pascua.

Juicio de Pilatos
Entonces Pilato salió fuera donde estaban ellos, y dijo: ¿Qué acusación traéis
contra este hombre? Le respondieron: Si éste no fuera malhechor no te lo
hubiéramos entregado. Les dijo Pilato: Tomadle vosotros y juzgadle según vuestra
ley. Los judíos le respondieron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a
nadie. Así se cumplía la palabra que Jesús había dicho al señalar de qué muerte
había de morir.

Pilato entró de nuevo en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los
judíos? Jesús contestó: ¿Dices esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
Pilato respondió: ¿Acaso soy yo judío? Tú gente y los pontífices te han entregado
a mí: ¿qué has hecho? Jesús respondió: Mi reino no es de este mundo; si mi reino
fuera de este mundo, mis servidores lucharían para que no fuera entregado a los
judíos; pero mí reino no es de aquí. Pilato le dijo: ¿Luego, tú eres Rey? Jesús
contestó: Tú lo dices: yo soy Rey. Para esto he nacido y para esto he venido al
mundo, para dar testimonio de la verdad; todo el que es de la verdad escucha mi
voz. Pilato le dijo: ¿Qué es la verdad? Dicho esto, se dirigió de nuevo a los judíos
y les dijo: Yo no encuentro en él ninguna culpa. Hay entre vosotros la costumbre
de que os suelte uno por la Pascua, ¿queréis, pues, que os suelte al Rey de los
judíos? Entonces gritaron de nuevo: A éste no, a Barrabás. Barrabás era un
ladrón.

Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó que lo azotaran. Y los soldados, tejiendo
una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y lo vistieron con un manto de
púrpura. Y se acercaban a él y le decían: Salve, Rey de los judíos. Y le daban
bofetadas.

Pilato salió de nuevo fuera y les dijo: He aquí que os lo saco fuera para que sepáis
que no encuentro en él culpa alguna. Jesús, pues, salió fuera llevando la corona
de espinas y el manto de púrpura. Y Pilato les dijo: He aquí al hombre. Cuando le
vieron los pontífices y los servidores, gritaron: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Pilato les
respondió: Tomadlo vosotros y crucificadlo pues yo no encuentro culpa en él. Los
judíos contestaron: Nosotros tenemos una Ley, y según la Ley debe morir porque
se ha hecho Hijo de Dios.

Cuando oyó Pilato estas palabras temió más. Y entró de nuevo en el pretorio y dijo
a Jesús: ¿De dónde eres tú? Pero Jesús no le dio respuesta alguna. Pilato le dijo:
¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo poder para soltarte y poder para
crucificarte? Jesús respondió: No tendrías poder alguno contra mí, si no se te
hubiera dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene mayor pecado.
Desde entonces Pilato buscaba cómo soltarlo. Pero los judíos gritaban diciendo: Si
sueltas a ése no eres amigo del César, pues todo el que se hace rey va contra el
César.

Pilato, al oír estas palabras, sacó fuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el


lugar llamado Litóstrotos, en hebreo Gabbatá. Era la Parasceve de la Pascua,
hacia la hora sexta, y dijo a los judíos: He ahí a vuestro Rey. Pero ellos gritaron:
Fuera, fuera, crucifícalo. Pilato les dijo: ¿A vuestro Rey voy a crucificar? Los
pontífices respondieron: No tenemos más rey que el César. Entonces se lo
entregó para que fuera crucificado.

Crucifixión y muerte de Jesús


Tomaron, pues, a Jesús; y él, con la cruz a cuestas, salió hacia el lugar llamado de
la Calavera, en hebreo Gólgota, donde le crucificaron, y con él a otros dos, uno a
cada lado, y en el centro Jesús. Pilato escribió el título y lo puso sobre la cruz.
Estaba escrito: Jesús Nazareno, el Rey de los judíos. Muchos de los judíos
leyeron este título, pues el lugar donde Jesús fue crucificado se hallaba cerca de
la ciudad. Y estaba escrito en hebreo, en griego y en latín. Los pontífices de los
judíos decían a Pilato: No escribas el Rey de los judíos, sino que él dijo: Yo soy
Rey de los judíos. Pilato contestó: Lo que he escrito, escrito está.

Los soldados, después de crucificar a Jesús, tomaron su ropa e hicieron cuatro


partes, una para cada soldado, y aparte la túnica; pues la túnica no tenía costuras,
estaba toda ella tejida de arriba abajo. Se dijeron entonces entre sí no la
rasguemos, sino echémosla a suerte a ver a quién le toca. Para que se cumpliera
la escritura que dice se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica. Y así lo
hicieron los soldados.

Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de


Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien
amaba, que estaba allí, dijo a su madre Mujer, he ahí a tu hijo. Después dice al
discípulo He ahí a tu madre. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su
casa.

Después de esto, sabiendo Jesús que todo estaba ya consumado, para que se
cumpliera la Escritura, dijo: Tengo sed. Había allí un vaso lleno de vinagre.
Sujetaron una esponja empapada en el vinagre a una caña de hisopo y se la
acercaron a la boca. Jesús, cuando probó el vinagre, dijo: Todo está consumado.
E inclinando la cabeza entregó el espíritu.

Como era la Parasceve, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el


sábado, pues aquel sábado era un día grande, los judíos rogaron a Pilato que les
quebraran las piernas y los quitasen. Vinieron los soldados y quebraron las
piernas al primero y al otro que había sido crucificado con él. Pero cuando llegaron
a Jesús, como le vieron ya muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de
los soldados le abrió el costado con la lanza, y al instante brotó sangre y agua. El
que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero; y él sabe que dice la
verdad para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la
Escritura: No le quebrantarán ni un hueso. Y también otro pasaje de la Escritura
dice: Mirarán al que traspasaron.

Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús, aunque


ocultamente por temor a los judíos, rogó a Pilato que le dejara retirar el cuerpo de
Jesús. Y Pilato se lo permitió. Vino, pues, y retiró su cuerpo. Nicodemo, el que
había ido antes a Jesús de noche, vino también trayendo una mezcla de mirra y
áloe, como de cien libras. Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en lienzos,
con los aromas, como es costumbre dar sepultura entre los judíos. En el lugar
donde fue crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo en el que
todavía no había sido sepultado nadie. Como era la Parasceve de los judíos y el
sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Resurrección de Cristo
El día siguiente al sábado, al amanecer, cuando todavía estaba oscuro, fue María
Magdalena al sepulcro y vio quitada la piedra del sepulcro; entonces echó a correr,
fue a Simón Pedro y al otro discípulo al que Jesús amaba, y les dijo: Se han
llevado al Señor del sepulcro y no sabemos dónde lo han puesto. Salió Pedro con
el otro discípulo y fueron al sepulcro.

Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corrió más aprisa que Pedro y llegó
primero al sepulcro. Se inclinó y vio allí los lienzos plegados, pero no entró. Llegó
tras él Simón Pedro, entró en el sepulcro y vio los lienzos plegados, y el sudario
que había sido puesto en su cabeza, no plegado junto con los lienzos, sino aparte,
todavía enrollado, en un sitio. Entonces entró también el otro discípulo que había
llegado antes al sepulcro, vio y creyó. No entendían aún la Escritura según la cual
era preciso que resucitara de entre los muertos. Los discípulos se volvieron de
nuevo a casa.

María estaba fuera llorando junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó hacia el
sepulcro, y vio a dos ángeles de blanco, sentados uno a la cabecera y otro a los
pies, donde había sido puesto el cuerpo de Jesús. Ellos dijeron: Mujer, ¿por qué
lloras? Les respondió: Se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.

Dicho esto, se volvió hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabía que era
Jesús. Le dijo Jesús: Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas? Ella, pensando
que era el hortelano, le dijo: Señor, si te lo has llevado tú, dime dónde lo has
puesto y yo lo recogeré. Jesús le dijo: ¡María! Ella, volviéndose, exclamó en
hebreo: ¡Rabbuni!, que quiere decir Maestro. Jesús le dijo: Suéltame, que aún no
he subido a mi Padre; pero vete a mis hermanos y diles: subo a mi Padre y a
vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios. Fue María Magdalena y anunció a los
discípulos: ¡He visto al Señor!, y me ha dicho estas cosas.
Al atardecer de aquel día, el siguiente al sábado, estando cerradas las puertas del
lugar donde se habían reunido los discípulos por miedo a los judíos, vino Jesús, se
presentó en medio de ellos y les dijo: La paz sea con vosotros. Y dicho esto les
mostró las manos y el costado. Al ver al Señor se alegraron los discípulos. Les dijo
de nuevo: La paz sea con vosotros. Como el Padre me envió así os envío yo.
Dicho esto sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo; a quienes les
perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son
retenidos.

Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba con ellos cuando vino Jesús.
Los otros discípulos le dijeron: ¡Hemos visto al Señor! Pero él les respondió: Si no
veo la señal de los clavos en sus manos, y no meto mi dedo en esa señal de los
clavos y mi mano en su costado, no creeré.

A los ocho días, estaban de nuevo dentro sus discípulos y Tomás con ellos.
Estando las puertas cerradas, vino Jesús, se presentó en medio y dijo: La paz sea
con vosotros. Después dijo a Tomás: Trae aquí tu dedo y mira mis manos, y trae
tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente. Respondió
Tomás y le dijo: ¡Señor mío y Dios mío! Jesús contestó: Porque me has visto has
creído; bienaventurados los que sin haber visto han creído.

Muchos otros milagros hizo también Jesús en presencia de sus discípulos, que no
han sido escritos en este libro. Estos, sin embargo, han sido escritos para que
creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en
su nombre.

Acontecimiento en la pasión muerte y resurrección de Jesús


1. Semana judía y semana actual
2. La Última Cena.

En la tarde de nuestro jueves se reunió Jesús con sus discípulos en


Jerusalén para cenar, sería la última vez que lo hiciera. Para entonces ya
se había dado cuenta de que el Sanedrín lo buscaba.

El Sanedrín era la máxima autoridad religiosa y civil de Israel; estaba


formado por el Sumo Sacerdote, un grupo de saduceos, un grupo de
fariseos y algunos ancianos de la aristocracia laica. Como autoridad
máxima judía, el Sanedrín se vio obligado a intervenir por las
manifestaciones provocadas al llegar Jesús a la ciudad, y luego al
presentarse en el Templo. No lo hizo de inmediato porque sus miembros
tenían miedo a la reacción del pueblo sobre el cual Jesús ciertamente
ejercía influencia (Cf. Mt 21,14ss; Lc 19,47-48; Jn 12,19), pero una vez
decidido a intervenir tenía que hacerlo antes de que comenzara el sábado
en que se celebraba la Pascua, pues no hubiera sido posible hacerlo
durante la fiesta, por motivos religiosos. Entonces convinieron los
miembros del Sanedrín con Judas Iscariote su traición y la entrega de su
Maestro en un lugar apartado.

3. En el Huerto de los Olivos.

Después de cenar, Jesús y sus discípulos se dirigieron al Huerto de los


Olivos para orar, porque Jesús sentía preocupación y angustia (Mc
14,33), tanto que llegó a exclamar en su oración "Padre, todo es posible
para tí, aparta de mí esta copa; pero no sea lo que yo quiero, sino lo que
quieras tú" (Mc 14,36).

Los discípulos no comprendían lo que iba a suceder y se quedaron


dormidos; llegó entonces la gente armada que había enviado el Sanedrín
a prender a Jesús, y Judas lo entregó con un beso (Mc14, 44-45). Jesús
quedó hecho prisionero y sus discípulos huyeron (Mc 14,50). Después de
esto Jesús tendría que caminar solo hacia la cruz.

Es importante darse cuenta de la traición de Judas, de la reacción de los


discípulos y de las posteriores negaciones de Pedro. En la reacción de los
discípulos se constata que todo lo que Jesús había enseñado y hecho no
fue suficiente para confirmarles la fe en que él era el Hijo de Dios.
Aparentemente, al menos por esos días, no estaban convencidos de la
divinidad de Jesús.
4. Arresto de Jesús.

"Todavía estaba hablando, cuando de pronto llegó Judas, uno de los


Doce, acompañado de un grupo con espadas y palos, de parte de los
sumos sacerdotes, de los escribas y de los ancianos. El que le iba a
entregar les había dado esta contraseña: Aquel a quien yo dé un beso,
ése es, prendedle y llevadle con cautela. Nada más llegar, se acerca a él
y le dice: Rabbí, y le dio un beso. Ellos le echaron mano y le prendieron"
(Mc 14,34-46).

El pueblo judío había sido conquistado por el imperio romano desde el


año 63 antes de Cristo con él, al igual que con todas sus colonias, la
forma de dominio seguida fue de un gran respeto hacia sus instituciones
políticas y religiosas, y en general hacia sus valores culturales, militares,
etc. La táctica romana de dominio consistía en tener un representante en
el país, llamado Procurador, y varias legiones de soldados encargados de
imponer y conservar la paz, tanto militar como diplomáticamente, para que
el pueblo pudiera trabajar y pagar sus tributos al Emperador. Por eso el
Sanedrín, como máxima autoridad civil y religiosa de Israel, tenía cierta
libertad de acción contaba incluso con un pequeño ejército con el cual
podía imponer el orden entre los judíos, pero que era insuficiente en
número para enfrentarse a las legiones romanas.

Junto con sus soldados, el Sanedrín envió a un grupo de personas


encargadas de hacer aparecer el arresto de Jesús como consecuencia de
una pequeña revuelta callejera.

5. Sanedrín I.

"Los que prendieron a Jesús le llevaron ante el Sumo Sacerdote Caifás,


donde se habían reunido los escribas y los ancianos. Entonces el Sumo
Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué os parece?
Respondieron ellos diciendo: Es reo de muerte" (Mt 26,57 y 65-66).

"Caifás era el que aconsejó a los judíos que convenía que muriera un solo
hombre por el pueblo" (Jn 18,14).

Jesús fue llevado ante el Sanedrín por primera vez el mismo jueves en la
noche a partir de entonces el procedimiento seguido para juzgarlo fue
totalmente ilegal. La legislación judía prescribía que los delitos mayores,
los merecedores de la pena capital, se examinaran solamente de día,
nunca en tiempo de fiestas y nunca en el transcurso de solo día. Además,
los judíos estaban autorizados para dar muerte ellos mismos a un reo por
blasfemia mediante el procedimiento de lapidación (He 7,55s), sin
embargo lo entregaron a Poncio Pilato para ser crucificado, lo cual indica
que la intención del Sanedrín era otra que simplemente la de ejecutar a
un blasfemo, y es que Jesús había adquirido tal renombre que los judíos
tenían miedo de echarse al pueblo encima en caso de ordenar ellos que
fuera lapidado, por eso les era más conveniente hacer que lo condenaran
los romanos por motivos aparentemente políticos.

El mismo jueves por la noche el Sanedrín declaró a Jesús reo de muerte


como lo comenta el evangelio de Mateo, y sus miembros discutieron
acerca de la acusación. La sentencia que reporta el evangelio de Juan en
18,14 nos da la clave del resultado "convenía que muriera un solo
hombre por el pueblo".

Las acusaciones presentadas contra Jesús fueron muchas considerarse


Hijo de Dios, considerarse el Mesías, correr a los vendedores y cambistas
del Templo, predecir la destrucción de su edificio, llamar Abbá a Dios,
pretender tener poder de perdonar los pecados, etc. La verdad es que
Jesús con su actuación ponía en tela de juicio toda la religión judía, y esto
resultaba intolerable para el Sanedrín, de allí la frase del Sumo
Sacerdote, era mejor que muriera Jesús y no que todo el pueblo se viera
afectado en la base misma de su religión.

La primera reunión con Jesús esa noche fue para declararlo reo de
muerte, pero el Sanedrín quiso que muriera crucificado por los romanos y
no lapidado por los judíos.
6. Sanedrín II.

"Llegada la mañana, todos los sumos sacerdotes y los ancianos del


pueblo celebraron consejo contra Jesús para darle muerte. Y después de
atarle le llevaron y le entregaron al Procurador Pilato" (Mt 27,1-2).

El viernes por la mañana se reunió por segunda vez el Sanedrín para


preparar la estrategia que seguirían para acusar a Jesús ante Poncio
Pilato. En esta segunda reunión las acusaciones cambiaron totalmente
respecto a las que se habían presentado la noche anterior lo acusarían a
Jesús de no querer pagar los impuestos y de proclamarse Rey de los
judíos, en oposición al Emperador romano incurriría entonces en el grave
delito de rebelión contra la autoridad imperial y merecería el castigo de
morir en la cruz (Cf. Lc 23,2-3).

7. Poncio Pilato I.

(Lc 23,2-7).

El evangelio de Lucas nos informa de una primera comparecencia de


Jesús ante Pilato, quien lo encuentra inocente pero lo envía ante Herodes
por ser originario de Galilea, a su vez, Herodes no quiere juzgarlo y lo
regresa al Procurador Pilato. Los otros tres evangelistas condensan estos
hechos en una sola presentación ante Pilato, sin mencionar la visita a
Herodes.

La actitud y las palabras de Pilato nos muestran que él no encuentra


culpa en Jesús y que se ha dado cuenta de su inocencia desde el primer
momento que lo vio, sin embargo como Procurador romano debe buscar
la paz en su territorio, y un punto clave para ello es conservar las buenas
relaciones con el Sanedrín de allí su táctica evasiva de enviar a Jesús con
Herodes, y luego de dar al pueblo a escoger entre la libertad de Jesús y la
de Barrabás. Desde su posición como funcionario romano Pilato no cree
que Jesús se haya rebelado contra el imperio, pero sí capta lo importante
que es para el Sanedrín condenar a Jesús, por eso al final terminará
lavándose las manos en señal de que el castigo impuesto ha sido por
complacer a los judíos y no por las acusaciones hechas a Jesús.

8. Herodes.

"Cuando Herodes vio a Jesús se alegró mucho, pues hacía largo tiempo
que deseaba verle por las cosas que oía de él, y esperaba presenciar
alguna señal que él hiciera. Le preguntó con mucha palabrería, pero él no
respondió nada. Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas
acusándole con insistencia. Pero Herodes, con su guardia, después de
despreciarle y burlarse de él, le puso un espléndido vestido y le remitió a
Pilato" (Lc 23,8-11).

A la muerte de Herodes el Grande, en el año 4 antes de Cristo el


emperador Augusto hizo que se cumplieran sus disposiciones
testamentarias y dividió el reino entre sus hijos, dando la zona
noroccidental a Herodes Filipo, la Galilea a Herodes Antipas, y Samaria y
Judea a Arquelao. En el año 6 después de Cristo ante la incapacidad de
Arquelao como gobernante, se añadieron Judea y Samaria a la provincia
de Siria y quedaron bajo el mando del Procurador de Siria es por eso que
cuando ocurrió la pasión de Jesús el sur de Palestina estaba gobernado
por Poncio Pilato, mientras que Galilea lo era por Herodes Antipas,
aunque éste también estaba sometido al Imperio Romano todo esto nos lo
confirma Lucas en 3,1 "En el año quince del imperio de Tiberio César
siendo Poncio Pilato Procurador de Judea, y Herodes Tetrarca de Galilea.

Poncio Pilato, al saber que Jesús era de Galilea, y en un intento por


disuadir al Sanedrín de sus acusaciones, envió al prisionero ante Herodes
Antipas aprovechando que éste, como él mismo, se encontraba en
Jerusalén con motivo de la fiesta de Pascua. Por su parte Herodes
también se dio cuenta de la responsabilidad que le pasaba Pilato él tenía
poder para mandar lapidar a Jesús, pero en conciencia no podía hacerse
cargo de ejecutar el plan del Sanedrín, por lo que decidió regresarlo al
Procurador.

9. Pilato II.

"Pilato convocó a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo y


les dijo: Me habéis traído a este hombre como alborotador del pueblo,
pero yo lo he interrogado delante de vosotros y no he hallado en este
hombre ninguno de los delitos de que lo acusáis. Ni tampoco Herodes,
porque nos lo ha remitido. Nada ha hecho, pues, que merezca la muerte.
Así que le castigaré y le soltaré. Toda la muchedumbre se puso a gritar
¡Fuera ése, suéltanos a Barrabás! Este había sido encarcelado por un
motín que hubo en la ciudad y por asesinato. Pilato les habló de nuevo,
intentando liberar a Jesús, pero ellos seguían gritando: ¡Crucifícale,
crucifícale..." (Lc 23,13-21).

En este pasaje vemos cómo Pilato, en su intento por no ejecutar a Jesús,


recurre a la costumbre de dejar en libertad a un prisionero como regalo
romano a los judíos por la celebración de la Pascua, pues Pilato sigue
convencido de la inocencia de Jesús. Ante esta actitud, el Sanedrín se
encarga de difundir entre el pueblo instrucciones para que se grite
pidiendo la libertad de Barrabás y la condenación de Jesús entonces,
cuando Pilato pregunta a la muchedumbre cuál de los dos prisioneros
debe ser puesto en libertad, todos responden en favor de Barrabás. Tal
vez en otras circunstancias los judíos no habrían aceptado la liberación de
un asesino, sin embargo el Sanedrín veía en Jesús un peligro mucho
mayor que el que ofrecía Barrabás, ya que Jesús con su doctrina
cuestionaba todo el fundamento de la religión judía, según la entendían
los maestros de la Ley.

10. La crucifixión.

"Pilato entonces, queriendo complacer a la gente, les soltó a Barrabás y


entregó a Jesús, después de azotarle, para que fuera crucificado" (Mc
15,15).

La crucifixión era el castigo que los romanos daban por los delitos más
graves, como la rebelión o el asesinato; lo aplicaban para hacer desistir a
la población de cometer esos delitos, y para ello los reos eran puestos en
el suplicio en sitios donde pudieran ser vistos por mucha gente. Era
común que antes de la crucifixión se diera a los condenados un trago de
vino con alguna droga que adormecería sus conciencias y atenuaría su
sufrimiento, pero Jesús lo rechazó también era una tradición que los
soldados encargados de la ejecución se repartieran las ropas de los
condenados, como sucedió con Jesús. Estos dos hechos adquirieron,
vistos a la luz de las profecías de los Salmos del Dolor (22,19 y 69,22),
una especial importancia para los evangelistas que vieron en ellos su
cabal cumplimiento.

También era costumbre colocar sobre el crucificado un letrero en el que


se indicaba la causa de su condena. San Juan en 19,19 recuerda que la
tabla de la acusación de Jesús contenía una inscripción el hebreo, griego
y latín que decía: "Jesús Nazareno, el Rey de los Judíos".

Los signos extraordinarios que según los evangelios acompañaron a la


muerte de Cristo quieren ser testimonio de que una nueva era ha
comenzado: Las tinieblas que se extendieron por todo el país y la ruptura
de la cortina del Templo que cubría al Sancta Sanctorum, lugar santísimo
donde solamente el Sumo Sacerdote podía entrar para ofrecer el sacrificio
expiatorio. Estas señales son expresión y símbolo de que la Antigua
Alianza había terminado y comenzaba un nuevo orden divino (Cf. Heb
8,6-13). También es testimonio de ello la confesión del centurión romano
al pie de la cruz: "Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios" (Mc
15,39); en ella vemos que en el momento en que el pueblo judío dejaba
que su Mesías muriera en manos de los romanos, surgió la confesión de
que Jesús es el Hijo de Dios en labios de uno sus verdugos.

11. La sepultura.

Por lo general la muerte de los crucificados ocurría después de largas


horas, cuando quedaban exhaustos. Normalmente eran sepultados en
fosas comunes ubicadas en sitios apartados, pero la valiente intervención
de José de Arimatea evitó que a Jesús le fuera dada esa clase de
sepultura él fue donde Poncio Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús para
sepultarlo en una tumba de su propiedad, excavada en la roca (Cf. Mc
15,42s).

La relación que escribieron los evangelistas sobre la sepultura de Jesús


es sobria, concisa y objetiva, pero precisamente es así como la sepultura
se convierte en la confirmación oficial de su muerte. La sepultura es una
consecuencia de la muerte, es la muerte llevada a su consumación
perceptible para los sobrevivientes el entierro manifiesta en forma visible
la partida del hombre de este mundo, su separación definitiva de la
sociedad humana el entierro es la última despedida que los sobrevivientes
harán al difunto. Se trata de una separación definitiva que fue vista por
San Pablo como la ruptura final del hombre con el pecado del mundo.
Citas bíblica
 Entonces Jesús le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida. El que cree en mí
vivirá, aunque muera; y todo el que vive y cree en mí no morirá jamás. Juan
11:25-26
Todos los cristianos sabemos que Dios es la resurrección de los muertos,
creemos en un Dios vivo, en un Dios que todo lo puede y que nunca nos
deja solos.

 No se asusten —les dijo—. Ustedes buscan a Jesús el nazareno, el que fue


crucificado. ¡Ha resucitado! No está aquí. Miren el lugar donde lo pusieron.
Marcos 16:6
Jesús nunca murió para nosotros los Cristianos el reina y vive en nuestros
Corazones.
 No está aquí; ¡ha resucitado! Recuerden lo que les dijo cuando todavía
estaba con ustedes en Galilea: “El Hijo del hombre tiene que ser entregado
en manos de hombres pecadores, y ser crucificado, pero al tercer día
resucitará.”
Lucas 24:6-7

 Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará
con Jesús a los que han muerto en unión con él.
1 Tesalonicenses 4:14
Jesús murió en la cruz por nuestros pecados, debemos de ser buenos hijos de
el cumplir sus promesas y su palabras, ser a imagen y semejanza de el para
cuando nos toque morir hacerlo en unión con el
 ¡Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo! Por su gran
misericordia, nos ha hecho nacer de nuevo mediante la resurrección de
Jesucristo, para que tengamos una esperanza viva.
1 Pedro 1:3
 El ángel dijo a las mujeres: —No tengan miedo; sé que ustedes buscan a
Jesús, el que fue crucificado. No está aquí, pues ha resucitado, tal como
dijo. Vengan a ver el lugar donde lo pusieron.
Mateo 28:5-6
 El amor de Cristo nos obliga, porque estamos convencidos de que uno
murió por todos, y por consiguiente todos murieron. Y él murió por todos,
para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió por ellos
y fue resucitado.
2 Corintios 5:14-15
 De hecho, ya que la muerte vino por medio de un hombre, también por
medio de un hombre viene la resurrección de los muertos.
1 Corintios 15:21
 En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también
estaremos unidos con él en su resurrección. Sabemos que nuestra vieja
naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso
perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del
pecado.
Romanos 6:5-6
 Porque ante todo les transmití a ustedes lo que yo mismo recibí: que Cristo
murió por nuestros pecados según las Escrituras, que fue sepultado, que
resucitó al tercer día según las Escrituras.
1 Corintios 15:3-4
 Lo he perdido todo a fin de conocer a Cristo, experimentar el poder que se
manifestó en su resurrección, participar en sus sufrimientos y llegar a ser
semejante a él en su muerte.
Filipenses 3:10
 «Ahora vamos rumbo a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los
jefes de los sacerdotes y a los maestros de la ley. Ellos lo condenarán a
muerte y lo entregarán a los gentiles para que se burlen de él, lo azoten y lo
crucifiquen. Pero al tercer día resucitará».
Mateo 20:18-19
 La cual simboliza el bautismo que ahora los salva también a ustedes. El
bautismo no consiste en la limpieza del cuerpo, sino en el compromiso de
tener una buena conciencia delante de Dios. Esta salvación es posible por
la resurrección de Jesucristo.
1 Pedro 3:21
 El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran Pastor de las
ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los
capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de
Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por
los siglos de los siglos. Amén.
Hebreos 13:20-21
 En ese momento entró también el otro discípulo, el que había llegado
primero al sepulcro; y vio y creyó. Hasta entonces no habían entendido la
Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar.
Juan 20:8-9

Valoración personal
En la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo, podemos ver todos los
acontecimientos que Jesús vivió en su tiempo, Jesús es un modelo a seguir para
todos nosotros cristiano solo es creerle a él porque sin el nosotros no somos nada.
Podemos ver tantos milagros que el hizo y que aún hoy en día si nosotros
creemos en el todo lo es posible porque el dio su vida para que nosotros
pudiéramos ser salvos, ser mejores cristianos, mejores hijos, mejores padres y
mejores hermano. Hoy en día hay que poner todos los mandamientos en prácticas
para que podemos ser personas de bien y seguir el camino de la verdad que solo
en el la podemos encontrar.
En estos tiempo es muy importante tener en cuenta que Jesús es el camino a la
salvación, debemos de ser buenos cristianos para poder entrar al reino de los
cielos poniendo en práctica todo los que nos manda hacer la iglesia católica para
que podamos ser luz en las naciones. Llevar las buenas nuevas a las personas
que andan perdida en el mundo y así podamos gozar de la plenitud eterna del
padre.
Conclusión
En conclusión cuando celebramos la Resurrección de Cristo, también celebramos
nuestra propia liberación, celebramos la derrota del pecado y la muerte.
En la resurrección podemos encontrar a clave de la fe y la esperanza cristiana,
Jesús está vivo y siempre está junto a nosotros, Cristo mando al Espíritu Santo
para ayudar a entender el mensaje de él y darnos fuerzas para cumplirlo.

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