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Tema

La Segunda Guerra Mundial y América (1933–1945)

Nombre:

Anahi Tupiza

Curso:

Tercero “A”

Año lectivo:

2018 – 2019
OBJETIVOS

Objetivo principal

Realizar una investigación minuciosa de la Segunda Guerra Mundial y América

mediante el uso de fuentes bibliográficas o de internet para conocer más datos sobre el

mismo.

Objetivo especifico

 Buscar información en fuentes secundarias

INTRODUCCIÓN

La Segunda Guerra Mundial, producida en los años 1933 – 1945 fue uno de los

sucesos más importantes en la historia mundial pues a partir de ello, se desataron grandes

revueltas que afectaron a todos los países del mundo, a pesar de que algunos se

mantuvieron neutrales. En el desarrollo de este trabajo, se indicaran cuáles fueron las

principales consecuencias de en América.

JUSTIFICACIÓN

El motivo de este trabajo de investigación, es conocer a profundidad la historia de la

Segunda Guerra Mundial y las repercusiones que ha tenido en nuestro continente,

América. Además, de poner en práctica las habilidades de indagadores del perfil de un

Estudiante BI.
CONTEXTO CIENTÍFICO

LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL Y AMÉRICA (1933–1945)

1. REACCIONES HEMISFÉRICAS A LOS ACONTECIMIENTOS QUE

TUVIERON LUGAR EN EUROPA Y ASIA: DIPLOMACIA

INTERAMERICANA; COOPERACIÓN Y NEUTRALIDAD; LA

POLÍTICA DEL “BUEN VECINO” DE FRANKLIN D. ROOSEVELT, SU

APLICACIÓN Y SUS CONSECUENCIAS.

 La mejora de las relaciones como resultado de la política de “buena

vecindad” y los acuerdos comerciales recíproco.

Para los latinoamericanos la Política del Buen Vecino significó el fin de una era de
intervención directa por parte de los Estados Unidos en los asuntos latinoamericanos. Estos
autores también dan cuenta de la relación complementaria que este nuevo enfoque de la
política exterior dirigida hacia América Latina tuvo con las medidas llevadas a cabo por el
presidente norteamericano en el plano interno (Prozapas, 2008, pág. 8)

En su primer discurso de toma de posesión, el presidente Franklin D. Roosevelt

dijo: “En la esfera de la política mundial, yo dedicaré esta nación a la política del buen

vecino; el vecino que de modo resuelto se respeta a sí mismo y, al hacerlo, a los derechos

de los otros; el vecino que respeta sus obligaciones y respeta la santidad de sus acuerdos

en y con un mundo de vecinos”.

El Día del Panamericanismo, el 12 de abril de 1933, Roosevelt aplicó esta política

a las naciones del Hemisferio Occidental, afirmando: “Nunca antes el significado de las

palabras ‘buen vecino’ ha sido tan patente en las relaciones internacionales”.

Con esta política, Roosevelt regresó a la intención original de la Doctrina Monroe,

tal como la formuló el secretario de Estado de los EU, John Quincy Adams, quien instó a

crear una comunidad de principio entre los Estados nacionales soberanos de América

basada en el compromiso de fomentar el bienestar general de la población de cada nación.


Esta política fue reflejo de la del Tratado de Westfalia, que acabó con la guerra de los

Treinta Años en Europa en 1648. Este tratado estipulaba que la base de una paz duradera

estribaba en que cada nación actuara en “ventaja del prójimo”.

La política del buen vecino de Roosevelt fue, así, un rechazo a la interpretación

imperialista de la Doctrina Monroe por parte del presidente Theodore Roosevelt. Franklin

Roosevelt rechazó la acción unilateral y la intervención en los asuntos de los Estados

nacionales soberanos del Hemisferio Occidental. En cambio, puso un acento en la

seguridad mutua contra los agresores y el fomento del desarrollo económico para elevar

los niveles de vida.

En el caso de México, Roosevelt no intervino para dar marcha atrás a la

expropiación de 1938 de las empresas petroleras extranjeras, realizada por el Gobierno

del presidente Lázaro CárÜntdenas. Por el contrario, en 1941 los EU firmaron un acuerdo

de buena vecindad con México, reconociendo el derecho soberano de México a tener el

control de su petróleo. Dicho acuerdo también incluyó la extensión de un crédito del

Banco de Importaciones y Exportaciones de los EU a México, para el desarrollo de

infraestructura.

La intención de Roosevelt era hacer de esta política, que al principio aplicó en el

Hemisferio Occidental, la base de la política exterior estadounidense en todo el orbe luego

de la Segunda Guerra Mundial. En septiembre de 1943 le dijo al Congreso de los EU: “La

política del buen vecino ha tenido tal éxito en el hemisferio de las Américas, que su

extensión al mundo entero parece ser el siguiente paso lógico”.

La Política del Buen Vecino estimuló el proceso de creación de normas jurídicas en el sistema
interamericano. El reconocimiento del principio de la igualdad jurídica entre los Estados y
del principio de no intervención por parte de la nación más poderosa de la región, llenó en
esa época de optimismo a América Latina. El contraste con las sombras que poco a poco
oscurecieron el cielo de Europa, reafirmó todavía más esa fe en el sistema que se estaba
construyendo. (Vargas, 1978, pág. 56)
Lo anterior nos lleva a señalar dos efectos fundamentales de la Política del Buen

Vecino: fue un estímulo para crear la estructura jurídica del sistema interamericano y un

factor decisivo en la vinculación solidaria de los pueblos americanos frente a la expansión

nacifacista.

Sin embargo, todo el sistema que contribuyó a crear se encuentra ahora en crisis.

La solución jurídica es insuficiente ante la dependencia económica. El optimismo de las

décadas del treinta y del cuarenta, no era justificado. La Política del Buen Vecino inició

la expansión del crédito internacional de los Estados Unidos a los pueblos

latinoamericanos. El punto IV del Gobierno Truman complementó esa política con la

asistencia técnica. La Alianza para el Progreso amplió todavía más las posibilidades de la

inyección de capitales y de la formación de los recursos humanos. Ninguna de estas

políticas ha probado ser eficaz en una comunidad de pueblos que conoce ahora formas

más sutiles de intervención por parte del poderoso, y medios de control de su economía

más fuertes y aplastante s de los que existieron en el pasado. Las fórmulas jurídicas, la

ayuda financiera y técnica siguen siendo ensayos inconclusos o disfraces de un juego de

intereses más fuerte que el "rule of law, el good will o el good neighbourhood. "

 La Conferencia de Buenos Aires en 1936

También llamada Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz – BUENOS

AIRES, 1936

Los Gobiernos de Argentina, Paraguay, Honduras, Costa Rica, Venezuela, Perú,

El Salvador, México, Brasil, Uruguay, Guatemala, Nicaragua, República Dominicana,

Colombia, Panamá, Estados Unidos de América, Chile, Ecuador, Bolivia, Haití y Cuba,

aceptaron la convocatoria a la Conferencia Interamericana de Consolidación de la Paz,


propuesta por el Excelentísimo señor Franklin D. Roosevelt, Presidente de los Estados

Unidos de América.

La Conferencia celebró su sesión inaugural el día 1º de diciembre de 1936, a las

seis de la tarde, con asistencia de los Excelentísimos señores Presidentes de la Nación

Argentina, General Agustín P. Justo, y de los Estados Unidos de América, Honorable

Franklin D. Roosevelt, y bajo la Presidencia provisional del Excelentísimo señor Ministro

de Relaciones Exteriores y Presidente de la Delegación Argentina, doctor Carlos

Saavedra Lamas.

El doctor Saavedra Lamas fue electo Presidente definitivo de la Conferencia en la

sesión celebrada el día 4 de diciembre de 1936. Quedó reconocido como Secretario

General de la Conferencia el designado por el Gobierno de la República Argentina,

Delegado Plenipotenciario, doctor Felipe A. Espil. En esta misma sesión la Conferencia

resolvió que, además de las Comisiones de Iniciativas, de Credenciales y de

Coordinación, previstas por el Reglamento, se constituyeran seis Comisiones, una por

cada capítulo del Programa. Ocuparon los cargos de Presidente y Vice Presidente,

respectivamente, de estas nueve Comisiones, los señores delegados que a continuación se

expresan:

 Comisión de Iniciativas: Presidente: Su Excelencia señor Carlos Saavedra Lamas


(Argentina).
 Comisión de Credenciales: Presidente: Su Excelencia señor Isidro Ramírez
(Paraguay).
 Comisión de Coordinación: Presidente: Su Excelencia señor Benjamín Cohén
(Chile).
 Primera Comisión: Presidente: Su Excelencia señor Francisco Castillo Nájera
(México); Vicepresidente: Su Excelencia señor Manuel F. Jiménez (Costa Rica).
 Segunda Comisión: Presidente: Su Excelencia señor Alberto Ulloa (Perú);
Vicepresidente: Su Excelencia señor Francisco Guarderas (Ecuador).
 Tercera Comisión: Presidente: Su Excelencia señor Luis Barros Borgoño (Chile).
Vicepresidente: Su Excelencia señor Antonio Bermúdez M. (Honduras).
 Cuarta Comisión: Presidente: Su Excelencia señor Harmodio Arias M. (Panamá);
Vicepresidente: Su Excelencia señor M. Castro Ramírez (El Salvador).
 Quinta Comisión: Presidente: Su Excelencia señor Sumner Welles (E.E. U.U. de
América); Vicepresidente: Su Excelencia señor José M. Cortina (Cuba).
 Sexta Comisión: Presidente: S. E. señor Tulio M. Cestero (República
Dominicana); Vicepresidente: Su Excelencia A. Zérega Fombona (Venezuela).

En las deliberaciones que se realizaron en las Comisiones y después de escuchar

a los respectivos miembros informantes, la Conferencia Interamericana de Consolidación

de la Paz, en sus sesiones plenarias, aprobó los siguientes votos, mociones, acuerdos y

resoluciones: atención preferente en sus estudios y dictámenes a las cuestiones

relacionadas con la organización de la Paz.

(Aprobada el 4 de diciembre de 1936.)

 La Conferencia de Río de 1942

La Conferencia de Río de 1942, originalmente llamada III Reunión de Consulta

entre los Ministros de Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas, se celebró

del 15 al 28 de enero de 1942 en la entonces capital de Brasil, en Río de Janeiro, con la

intención de romper las relaciones diplomáticas, comerciales y otras a los países de los

aliados declarados en la Segunda Guerra Mundial para no intervenir ni arriesgar su

patrimonio de manera abrupta por la guerra.

En la conferencia participaron los países de Chile, Paraguay,

Argentina, Brasil, Perú, Ecuador, México, Colombia, Venezuela y Uruguay dentro de

las ideas y principios del panamericanismo. Argentina declaró a Estados Unidos no

beligerante, al tiempo que afirmaba la neutralidad ante Alemania, Reino de

Italia e Imperio Japonés. El presidente Franklin D. Roosevelt agradeció la rápida


declaración a su colega Castillo. Con la entrada de los países centroamericanos y

caribeños en la conflagración, el gobierno argentino extendió la no beligerancia a esos

Estados. Bolivia, Chile y Uruguay tomaron medidas similares inmediatamente estalladas

las hostilidades entre Estados Unidos (más las naciones que lo acompañaron) y las

potencias nazi-fascistas. Ecuador, Perú y Paraguay no realizaron acciones concretas

hasta enero de 1942

El espíritu que animó a la Conferencia fue no solo el de buscar los medios


más expeditos para la defensa del Continente, sino para coadyuvar al triunfo
de la causa que los Estados Unidos defienden. Una serie de medidas de
carácter político fueron recomendadas con el fin de contrarrestar y suprimir
la labor de ayuda ostensible o clandestina, esta última principalmente
(espionaje, sabotaje, &c.), en favor de los países en guerra contra Estados
Unidos, estableciendo procedimientos de coordinación para buscar una eficaz
vigilancia por parte de los Gobiernos de América cerca de tales actividades.
(Sierra, 1942)
Acontecimientos preliminares a la conferencia

México, en el mes de diciembre de 1941, rompió relaciones diplomáticas con las

potencias del Pacto Tripartito, estableciendo, además, una serie de medidas que afectaron

de manera gradual la libertad y los bienes de los ciudadanos de los países del Eje; mientras

que Colombia y Venezuela, hacia finales del mismo año, cortaron los vínculos

diplomáticos con los gobiernos del Eje. Brasil no ejecutó acciones favorables a ningún

beligerante. Sin embargo, para entonces ya tenía un sesgo pronorteamericano disimulado

por el juego pendular del gobierno de Vargas. Valga por ejemplo que seis meses antes

del Ataque a Pearl Harbor, la Pan American Airways empezó a desarrollar en territorio

brasileño los campos del Airport Development Program, cuya finalidad sería el apoyo al

patrullaje del Atlántico Sur y a los aviones en tránsito a África, el Cercano y el Lejano

Oriente [2]; al mismo tiempo nueve Estados de Centro América y el Caribe, con

indudable liderazgo político y económico estadounidense, para el 11 de diciembre de


1941 se encontraban en estado de guerra con las potencias del Eje. En sincronía,

la República Dominicana, Cuba, Costa Rica, El Salvador, Guatemala,

Haití, Honduras, Nicaragua y Panamá adoptaron una beligerancia, naturalmente,

limitada al espacio que representaban en el orden mundial. Las medidas más importantes

se abocaron al confinamiento de ciudadanos de los países enemigos considerados

peligrosos por el Departamento de Estado -con la subsiguiente deportación a Estados

Unidos- y el control de la propiedad enemiga hasta llegar a la expropiación.

Consumado el ataque japonés, Estados Unidos y Chile propusieron un cónclave

de cancilleres. Resuelta que fue favorablemente la convocatoria con la aprobación de todo

el continente, se dispuso que la Tercera Reunión de Consulta entre Ministros de

Relaciones Exteriores de las Repúblicas Americanas tuviera lugar en Río de Janeiro en

enero de 1942. El doctor Enrique Ruiz Guiñazú, canciller argentino, hizo sondear la

opinión de los países americanos, y algunas versiones le indicaron que la reunión giraría

sobre asuntos económicos. El embajador argentino en Washington, sin embargo, le

previno el 24 de diciembre de 1941, que el gobierno norteamericano usaría toda su

influencia para obtener el corte de relaciones con el Eje, especialmente con el Japón. En

su opinión, la ruptura colectiva tendría el terreno preparado, pues doce países estaban en

guerra o habían cortado los vínculos con el Eje, y se suponía

que Perú, Ecuador y Uruguay podrían tomar medidas análogas antes de la Conferencia.

Asímismo, desde la embajada en Brasil, informaban que la reunión podría contemplar el

rompimiento de las relaciones diplomáticas con los países en guerra con Estados Unidos.

 La Ley de Préstamo y Arriendo (marzo de 1941)

El 11 de marzo de 1941, el Congreso norteamericano sancionó la Ley de Préstamo

y Arriendo (Lend-Lease Act), que permitió al presidente norteamericano enviar refuerzos


militares a las fuerzas aliadas. A partir de ese momento, el gobierno de Estados Unidos

ingresó en una fase de semi-beligerancia que terminó en diciembre de 1941, cuando las

autoridades norteamericanas decidieron ingresar en la guerra.

Esta ley de Préstamo y Arriendo autorizó al presidente de Estados Unidos,

“cuando lo considere de interés para la defensa nacional (...) a vender, permutar,

transferir, arrendar, prestar” toda clase de artículos para la protección del “gobierno de

cualquier país cuya defensa el Presidente considere vital para los Estados Unidos”. En

consecuencia, dicha ley otorgó respaldo jurídico interno a la proyección internacional del

gobierno norteamericano como el “arsenal de las democracias”. Como resultado de las

medidas previsoras de la Ley de Préstamo y Arriendo, la economía estadounidense adaptó

su producción a las necesidades de la guerra un año antes de declararla, y puso al alcance

de sus aliados unos 50.000 millones de dólares en armas, servicios y alimentos.

Asimismo, a través de la Ley de Préstamo y Arriendo, el gobierno de Estados Unidos

puso en práctica y a gran escala la política del gift o “regalo”, que en décadas posteriores

repitió exitosamente para defender su liderazgo global. Esta política del gift consistió en

donaciones de bienes o capitales por parte del gobierno norteamericano a determinados

países sin contraprestación de las naciones receptoras. Estas operaciones tuvieron una

finalidad política, generalmente expresa, y descansaron en la premisa de que es preferible

la ayuda masiva a un plan de defensa de costo equivalente o superior a la guerra misma.

La ausencia de contraprestación por parte de los países receptores de la ayuda económica

norteamericana no implicaba la ausencia de ventajas para el país donante, pues la

reactivación económica de los primeros aumentaba el intercambio y, en consecuencia,

terminaba beneficiando al país que había otorgado la ayuda.

La política del Préstamo y Arriendo consistió en prácticamente un regalo de

armamento del gobierno de Estados Unidos a aquellos países latinoamericanos que


sintonizaran con la política de seguridad norteamericana. Dicha política alteró de manera

sustancial el equilibrio de poder en la región, favorable a la Argentina hasta la Segunda

Guerra Mundial. Así lo atestigua una nota enviada por el embajador de Alemania en Río

de Janeiro, Ritter, quien, en marzo de 1938, daba cuenta a Hitler de la preocupación

brasileña respecto de su poderoso vecino en los siguientes términos:

 El único adversario potencial del Brasil en el plano militar es la Argentina. Pero


actualmente, y por mucho tiempo todavía, el Brasil se encuentra, desde el punto de vista
militar, en situación de inferioridad respecto de la Argentina.
 El núcleo del poder militar del Brasil, que es también el de su poder industrial, se
encuentra en los Estados del centro: San Pablo, Río de Janeiro, Minas Geraes. Pero este
centro de poder no tiene prácticamente ninguna vinculación ferroviaria estratégica con
los Estados del sud. Por la superioridad naval de la Argentina, las comunicaciones
militares con los Estados del sud, por mar, serían en caso de conflicto controladas por
la Argentina. (Conil, s.f.)

A partir de la vigencia del Lend-Lease o política de Préstamo y Arriendo en marzo

de 1941, las entregas de armas por parte del gobierno norteamericano a países

latinoamericanos reverdecieron viejas rivalidades intra-regionales. Desde esa fecha en

adelante, la diplomacia argentina intentó congeniar dos actitudes irreconciliables:

mantener la neutralidad y a la vez evitar su creciente inferioridad bélica procurando captar

la ayuda norteamericana por el camino del Lend-Lease.

El 30 de julio de 1941, el embajador norteamericano en Buenos Aires Norman

Armour presentó a la cancillería argentina un memorándum confidencial en el que hizo

saber que el gobierno de Estados Unidos había resuelto, en los próximos años, otorgar a

las repúblicas americanas material naval y militar por un valor aproximado de 400

millones de dólares. Sostenía el memorándum que el gobierno argentino podía acceder a

la entrega de material naval y militar en una fecha cercana en los términos de la Ley de

Préstamo y Arriendo. Finalizaba el memo informando que el subsecretario Welles tenía

entendido que las autoridades argentinas estaban dispuestas a reanudar las conversaciones

de estados mayores iniciadas en Buenos Aires, durante las visitas del capitán Spears y el
teniente coronel Christian. Para concretar dicho objetivo, el documento sugería la

designación de una comisión naval-militar argentina que viajara a Estados Unidos en

fecha próxima, con facultades para continuar las conversaciones iniciadas en Buenos

Aires el año anterior y expresar las necesidades del gobierno argentino con respecto al

equipo militar y naval

2. PARTICIPACIÓN DE DOS PAÍSES DE AMÉRICA EN LA SEGUNDA

GUERRA MUNDIAL

 Canadá

Luego de la Primera Guerra Mundial, el Dominio del Canadá luchó por su

independencia dentro de la Comunidad Británica de Naciones. El Primer Ministro

Borden, que fue incluido en 1917 en el Gabinete de Guerra en Londres, introdujo una

resolución en la Conferencia Imperial de ese mismo año, manifestando que los dominios

debían ser reconocidos como naciones autónomas de la comunidad imperial. Para la

Conferencia de Paz de 1919 y para la Liga de Naciones, Canadá envió sus propios

delegados.

Durante el período de 1921 a 1930, el Primer Ministro de Canadá fue W.L.

Mackenzie King. En la Conferencia Imperial de 1926, se hizo la Declaración de Equidad

mediante la cual el Imperio Británico otorgaba autonomía a las comunidades con estatus

de igualdad sin que unas se subordinaran a otras. Todas sin embargo, se mantenían unidas

por la obligación de lealtad a la corona británica y la asociación libre como miembros de

la Comunidad Británica de Naciones. Estas resoluciones fueron confirmadas por las

resoluciones del Parlamento Británico mediante el Estatuto de Westminster aprobado en

1931.
El estatuto de Westminster garantizaba que ninguna ley aprobada en el futuro en

el Reino Unido, se podría extender a los dominios excepto por solicitud expresa de cada

dominio. En consecuencia quedaba sellada la independencia y la soberanía

canadiense. Nuevamente en 1935 fue elegido como Primer Ministro W.L. Mackenzie

King, quien se mantuvo en el cargo hasta 1948.

En 1939, Canadá tenía una población de 11.300.000 habitantes en un territorio


prácticamente deshabitado por su extensión. Una semana después que Gran Bretaña declaró
la guerra a Alemania, el Dominio del Canadá le declaró la guerra a los germanos y tres meses
después, una división de infantería de la recién creada Fuerza Canadiense en Servicio Activo,
fue enviada a Inglaterra. Mientras que en Londres fue anunciado el Plan de Entrenamiento
de la Comunidad Británica al cual se adhirió Canadá. Una vez declarada la guerra, todos los
hombres mayores de 16 años fueron llamados a inscribirse para el Servicio Militar y el
Servicio Militar para la Defensa Territorial. El Primer Ministro King le aseguró a la nación
que no habría servicio militar fuera de las fronteras canadienses y le daba asilo a la Reina
Guillermina de Holanda. (Murgueitio, 2004)

Mediante el Plan de Entrenamiento de la Comunidad Británica, se entrenaron

131.000 tripulantes de la Comunidad Británica, de los cuales 72.800 pilotos, artilleros,

navegantes y bombarderos e ingenieros de vuelo pertenecían a la Real Fuerza Aérea

Canadiense RCAF. El primer canadiense muerto en la guerra fue el Sargento Piloto

Albert Stanley Prince, quien perdió la vida en el primer bombardeo británico contra la

base naval de Wilhelmshaven el 4 de Setiembre de 1939, hecho que resultó desastroso

para la moral de la RAF.

A medida que pasaban los meses se hizo evidente que el gobierno canadiense tenía

que ser relevado de la promesa hecha por el Premier de que los canadienses no lucharían

fuera de sus fronteras. Para lograrlo, King se vio obligado a hacer un plebiscito

consultando a la población. Todas las provincias votaron a favor del servicio si fuera

necesario, excepto la provincia de Quebec.

Las fuerzas canadienses estacionadas en Gran Bretaña, al mando del General

A.G.L. McNaughton, pasaron muchos frustrantes meses de inactividad mientras se


preparaban para el combate en espera de la posible invasión alemana. Dos batallones

canadienses, los Fusileros Reales de Canadá y los Granaderos de Winnipeg fueron

enviados a Hong Kong en 1941, a pesar de que los británicos habían manifestado antes

que la colonia no podría ser defendida. Llegaron a la colonia el 14 de noviembre de 1941

y 22 días después fue invadida por las fuerzas japonesas, 1975oficiales y soldados fueron

capturados, de los cuales 557 murieron en los campos de prisioneros. En 1948 el general

Charles Faulkes reconoció los errores que se cometieron al enviar a los canadienses mal

armados y mal entrenados para reforzar a la colonia británica.

La Royal Canadian Navy (RCN) incrementó su flota de menos de una docena de

barcos a más de 400 que sirvieron en la fuerza antisubmarina y de protección de convoyes

en el Atlántico Norte, aunque algunas unidades operaron en el Mediterráneo y en el

Pacífico. Pero, en general, la marina canadiense operó en el Atlántico Norte.

La primera participación directa de fuerzas canadienses, bajo sus propios mandos,

ocurrió durante la Operación Jubilee (Operación Jubileo) el desembarco en Dieppe en

1942, cuando un grupo de comandos de esa nacionalidad hizo un intento de invasión en

la cosa francesa pero fueron inmediatamente rechazados por los alemanes, con un enorme

costo en vidas que llegó a sumar el 67% de los efectivos canadienses. Esta operación fue

calificada de "desastre increíble." Algunos opinan que enviar a esas fuerzas mal

preparadas fue decisión de Churchill para ahorrar vidas británicas y para aflojar la presión

de los alemanes contra los rusos.

Tendrían que esperar hasta 1943 cuando las fuerzas canadienses recién pudieron

actuar en un ataque exitoso contra las fuerzas italianas en la invasión de Sicilia, donde

actuaron junto a tropas británicas. De ahí en adelante las fuerzas canadienses continuaron

la campaña en Italia contra las fuerzas ítalo-alemanas. Finalmente a comienzos de 1945


las fuerzas canadienses fueron retiradas del frente italiano para utilizarlas en el norte de

Europa.

Durante la invasión de Europa, los canadienses de la 3 División de Infantería y de

la 2ª Brigada Blindada fueron asignados al sector de la Playa Juno que se encontraba entre

los sectores británicos de las playas Gold y Sword. Durante el primer día de combates

murieron 359 canadienses y 715 resultaron heridos. Luego capturaron Caen y más tarde

en Falaise. También participaron en la batalla del Estuario de Scheldt con un número

grande de bajas pero logrando los objetivos asignados y abriendo la ruta a Antwerp que

ya se encontraba en manos aliadas. Durante la batalla a lo largo del risco de Hochwald

en febrero de 1945, los canadienses tuvieron enorme cantidad de bajas, pero fue el inicio

de la ofensiva a través del Rin que llevó a los Aliados a la victoria final.

Según los propios canadienses, las pérdidas humanas durante la guerra, fueron

compensadas por los beneficios económicos que la producción en apoyo del esfuerzo de

guerra logró para superar la depresión, gracias al aumento de la fuerza laboral. Los

trabajadores canadienses produjeron materias primas, productos agropecuarios y

alimentos procesados necesarios para lograr los abastecimientos militares y los niveles

alcanzados tuvieron volúmenes sin precedentes. Se mejoró la capacidad industrial y los

avances tecnológicos que durante la posguerra rendirían sus frutos.

 Brasil

Cada mes de noviembre, la ciudad italiana de Pistoia celebra una ceremonia

cívico-militar en homenaje a los soldados de la Fuerza Expedicionaria Brasileña (FEB)

que lucharon en el territorio del país alpino durante la Segunda Guerra Mundial.
Este año, los actos se llevaron a cabo en las instalaciones del Monumento Votivo

Militar Brasileño (MVMB) y contaron con la presencia de diversas autoridades políticas,

militares y diplomáticas italianas y brasileñas.

Dennison de Oliveira, profesor de historia de la Universidad Federal de Paraná

(UFPR), detalló que la importancia brasileña en la Segunda Guerra Mundial se debió más

a motivos políticos que necesariamente militares.

La gran importancia de la participación de Brasil reside en su lado político, porque


marcaba la alineación de Brasil con Estados Unidos y, de manera general, de casi toda
América Latina con la causa aliada en combate contra los países del Eje. Desde el punto de
vista político es bastante inédito, es muy significativo, es extremadamente importante
(Delgado, 2018).

Dennison de Oliveira, que también es autor de diversos libros sobre la Segunda

Guerra Mundial, recordó que Brasil envió solamente una división de infantería a un frente

donde ya había 28 divisiones de países aliados.

"El plan inicial era enviar tres divisiones de infantería, sumando un total de

100.000 hombres. Por diversas razones solo se envió esa primera y única división, la cual

fue un complemento importante, pero de ninguna manera decisivo", detalló.

Aunque pequeña, la división de la Fuerza Expedicionaria Brasileña participó en

una importante batalla a finales de abril de 1945, la cual culminó con la rendición de casi

15.000 militares alemanes en la región de Collechio y Fornovo di Taro. Según el Ejército

brasileño, el hecho es considerado único en todo el teatro de operaciones europeo de la

Segunda Guerra Mundial

Durante la guerra, Brasil recibió 331,6 millones de dólares de ayuda de parte de

EEUU y una gran cantidad de material bélico entre los que se encontraban más de 1100

aviones de varios tipos, como parte de un paquete de préstamo encuadrado en la Ley de

Préstamos y Arriendos. En cambio, EEUU recibió enormes cantidades de materias


primas brasileras importantísimas para el esfuerzo bélico y a precios muy bajos, además

de acceso a bases militares en el extenso territorio brasilero, para uso de los Aliados.

3. IMPACTO SOCIAL DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL; IMPACTO

EN LA SITUACIÓN DE LAS MUJERES Y LAS MINORÍAS; SERVICIO

MILITAR OBLIGATORIO

La Segunda Guerra Mundial (II Guerra Mundial) exigió que en los países

involucrados en el conflicto las mujeres tuvieran un rol mucho más activo, ya sea en

fábricas o incluso en las Fuerzas Armadas.

Segunda Guerra Mundial: cronología de la participación de la mujer

Antes de la Segunda Guerra Mundial :

 1938: En EEUU la Ley de la Reserva Naval permitió el reclutamiento de mujeres

como enfermeras.

 Durante la Segunda Guerra Mundial:

 1941: Se estableció en Canadá el Canadian Women’s Army Corps

 1942: Se creó en Canadá el Women’s Royal Canadian Naval Service Se estableció

el programa Women’s Reserve of the US Coast Guard Service en EEUU. El 7 de

diciembre, día del ataque japonés a Pearl Harbor, Dorothy Turttle se convirtió en

la primera mujer enlista. En julio se autorizó en EEUU el Marine Corps Women’s

Reserve. Se funda también el Women’s Army Auxiliary Corps, nombre que fue

cambiado a Women’s Army Corps.

 1944: Se otorgó rango militar completo a los miembros del Navy Nurse Corps,

que era en aquellos años, solo integrado por mujeres.

Las mujeres latinas en la Segunda Guerra Mundial


Durante la Segunda Guerra Mundial, las mujeres fueron convocadas para distintas

áreas de las Fuerzas Armadas. Algunas sirvieron para estar cerca de sus esposos,

hermanos, novios o por sentido de patriotismo. La II Guerra Mundial también implicó la

participación de las mujeres latinoamericanas que vivían en EEUU.

Los latinos, que eran discriminados en varios lugares de EEUU, ya habían servido

durante la Primera Guerra Mundial, no obstante se creó el estereotipo de que no habían

estado involucrados, de acuerdo a Maggie Rivas Rodríguez, autora de Mexican

Americans and World War II.

Las mujeres latinoamericanas enfrentaban una noble discriminación, tanto por su

género como por sus orígenes. Sin embargo, la creación de diferentes cuerpos en las

Fuerzas Armadas de EEUU les permitió encontrar un trabajo no solo como enfermeras,

sino también como miembros uniformadas. Las latinas eran especialmente buscadas para

criptología y comunicaciones, debido a su conocimiento del castellano, de acuerdo

a Latinas in the United States (2006).

No obstante, las mujeres no estaban protegidas por las mismas leyes

internacionales de prisioneros de guerra. Asimismo, tampoco se les otorgaba los mismos

beneficios que sus compañeros varones, además de tener que enfrentar la discriminación.

Carmen Conteras Bozak (US Army)

Pese a ello, muchas mujeres latinas – que no habían recibido ningún tipo de

entrenamiento – se enlistaron ante la posibilidad de trabajar en el extranjero. Las mujeres

trabajaban como enfermeras, técnicas, mecánicas y operadoras de telegramas en el

extranjero.

Al regresar a EEUU, el recibimiento que tuvieron estuvo lejos de los honores que

obtuvieron los hombres. Siguieron siendo discriminadas, aunque hubo mayores


oportunidades laborales para las mujeres en la Segunda Guerra Mundial, de acuerdo

a Latina/os and World War II: Mobility, Agency, and Ideology. Las latinas no tuvieron

los mismos beneficios que los hombres, una situación similar a la de los afroamericanos.

“Además, las mujeres que sirvieron fuera de EEUU fueron tildadas de “borrachas

y fumadores”, poniéndose en tela de juicio su moralidad, en contraposición de las mujeres

que se quedaron en territorio norteamericano” (Martinez, 2016).

4. TRATAMIENTO DE LOS JAPONESES ESTADOUNIDENSES,

JAPONESES LATINOAMERICANOS Y JAPONESES CANADIENSES

Japoneses estadounidenses

Como consecuencia del bombardeo a Pearl Harbor, resurgió en la sociedad

estadounidense un sentimiento de odio y xenofobia contra los ciudadanos de origen

nipón. La prensa llevó adelante feroces campañas de desprestigio y acusaciones contra

los inmigrantes japoneses y los ciudadanos residentes de ascendencia japonesa.

El éxito comercial de los japoneses norteamericanos en la costa oeste despertaba

el recelo de muchos norteamericanos por lo que cuando se produjo el bombardeo a Pearl

Harbor los ataques contra estos ciudadanos nipones fueron inmediatos. Los asesores

políticos y militares presionaron al presidente Roosevelt para que tomara medidas

directas contra Japón. La opinión pública, influida por la prensa nacionalista, también

presionaba para que el gobierno actuara en represalia por los ataques sufridos. Graciela

Abarca realizó un importante estudio sobre los centros de detención en los Estados Unidos

durante la Segunda Guerra Mundial.

Podemos rastrear el origen del racismo contra los asiáticos y otras minorías en el

siglo XVIII, con la promulgación de la Ley de Naturalización (1790), que circunscribió

la ciudadanía a la identidad racial. Según la ley, solo podrían obtener la ciudadanía las
“personas blancas libres”, excluyendo así a los esclavos, libertos, negros y posteriormente

a los asiáticos.4 A través del establecimiento de barreras legales que limitaban la

ciudadanía y la adquisición de tierras e inmuebles, el racismo cultural fue adquiriendo

peso en las esferas sociales y económicas.5 Abarca realiza una breve síntesis cronológica

del racismo anti-japonés. En 1892, en San Francisco, los periódicos conservadores

Morning Call, San Francisco Examiner y el San Francisco Bulletin impulsaron la

conformación del primer movimiento antijaponés reivindicando la “supremacía blanca”

e intentando promover la segregación escolar para los estudiantes japoneses.

En 1905, con la victoria de Japón sobre Rusia, la xenofobia norteamericana

recrudeció. A partir de ese momento el país nipón comenzó a ser considerado como una

potencia rival en la competencia por la expansión mundial. Ese mismo año, en San

Francisco, 77 sindicatos conformaron la “Liga de Exclusión Asiática” debido al temor

que despertaban los asiáticos por su gran presencia numérica, identidad étnica y

predisposición a trabajar por salarios más inferiores que los percibidos por trabajadores

blancos. En 1913, el estado de California promulgó una ley que prohibía a todos aquellos

extranjeros que no eran elegibles para la ciudadanía tener tierras o propiedades. Éstos sólo

podían firmar contratos de alquiler por 3 años. La Corte Suprema de Justicia decretó en

1922 la prohibición de la naturalización de los japoneses, basándose en motivos raciales.

Dos años después, el presidente Calvin Coolidge ratificó el decreto por ley, poniendo fin

a la inmigración japonesa.

La xenofobia contra los japoneses tuvo su epicentro en la Costa Oeste,

particularmente en el estado de California. Stanley Coben sostiene que el aumento de la

inmigración japonesa hacia fines del siglo XIX impulsó la demanda de políticas de

restricción. En 1900 el alcalde de San Francisco James Phelan declaró: “Ellos no están
hechos de un material con el que se pueda hacer ciudadanos norteamericanos…

Mantengámosle a una distancia respetable”.

Las palabras de Phelan expresan el sentir colectivo de una sociedad que miraba

con recelo a los inmigrantes japoneses y se oponía a la ciudadanización de éstos. En 1919

la campaña anti-japonesa en California llegó a un punto álgido, cuando se reunieron los

partidos políticos de ese estado para tratar la “cuestión japonesa”. Luego de la reunión,

se publicó un comunicado en el que se establecía: “Todos decretamos que su lealtad (la

de los japoneses norteamericanos) era primero para con Japón y luego para con los

Estados Unidos: ellos vinieron aquí en gran medida en función de un plan que busca

poblar la costa oeste de los Estados Unidos y esto los convierte en un peligro económico,

político y social”

La Orden 9066 autorizó a todos los Departamentos Ejecutivos, establecimientos

independientes y agencias federales a prestar apoyo material, logístico y sanitario a la

Secretaria de Guerra y a los comandantes militares en caso de ser necesario. Roosevelt

remarcó que la Orden no debía entenderse como una modificación o limitación a las

facultades y responsabilidades de la Oficina de Investigaciones y la Procuraduría General

y el Departamento de Justicia en relación al control de los enemigos extranjeros.9 En

líneas generales estos son los principales ejes de la Orden Ejecutiva.

Japoneses latinoamericanos

La caza de las ratas japonesas: la Orden Ejecutiva en Latinoamérica Como se ha

mencionado anteriormente la Orden Ejecutiva 9066 tenía como principal objetivo

asegurar la defensa nacional contra los peligros de sabotaje y espionaje por parte de

enemigos extranjeros. Por tal motivo, autorizaba al Secretario de Guerra y a los

comandantes militares a establecer zonas militares donde consideraran necesarias.


También hemos visto que, en la práctica, este decreto sirvió para internar a miles

de japoneses y ciudadanos norteamericanos de ascendencia japonesa en campos de

detención, donde vivían hacinados y en condiciones insalubres. Sin embargo, la Orden

Ejecutiva 9066 no se limitó al plano nacional. Estados Unidos instó a los gobiernos

latinoamericanos a crear sus propios centros de internamiento, o bien deportar a los

ciudadanos japoneses a los campos de detención de la costa oeste norteamericana. En un

documento del Consejo Social y Económico de la ONU publicado en 1998, la Comisión

de los Derechos Humanos abordó esta cuestión.

El informe revela que entre 1942 y 1948 Estados Unidos llevó a cabo el secuestro,

detención y deportación de latinoamericanos de ascendencia japonesa a las bases

militares de la costa oeste y Panamá. En este período, 2.264 latinoamericanos japoneses

de Perú, Colombia, Bolivia, Costa Rica, República Dominicana, Ecuador, El Salvador,

Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Panamá y Venezuela fueron deportados

a bases norteamericanas, violando todas las garantías constitucionales y procesales.

Uruguay, Paraguay y Brasil desarrollaron sus propios centros de internamiento. Argentina

y Chile fueron los únicos países que no participaron del programa de deportación

norteamericano. El documento señala que ninguno de los deportados presentaba

acusaciones de haber perpetrado o previsto acciones de sabotaje, espionaje o subversión.

Durante la etapa previa al ingreso en la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos

había estudiado la posibilidad de utilizar a los ciudadanos japoneses-norteamericanos

como rehenes de intercambio por ciudadanos norteamericanos ante la probabilidad de una

guerra con Japón. Sin embargo, temían que esto despertara la oposición de la sociedad,

por lo que optaron por secuestrar y mantener bajo arresto a los japoneses latinoamericanos

en sus bases secretas de Panamá y la costa oeste. Asimismo, el informe de la ONU

advierte que, según el derecho humanitario internacional vigente, estaba prohibida tanto
la deportación, como el secuestro y encarcelamiento de civiles pertenecientes a países

“amigos”.

El intercambio de civiles entre un país amigo y un tercer país enemigo era

considerado una falta grave, ya que tenía las características de una toma de rehenes.

Haciendo caso omiso, Estados Unidos llevó a cabo la detención e intercambio de civiles

por motivos no relacionados a causas civiles. Por otro lado, el derecho internacional

también prohibía el trabajo forzoso y la esclavitud en tiempos de paz o de guerra. Las

condiciones a las que eran sometidos los latinoamericanos japoneses deportados a

Panamá se ajustaban a las nociones de esclavitud y trabajo forzoso, por lo que Estados

Unidos habría cometido, según lo establecido por la Carta de Núremberg, la Carta de

Tokio y la Ley del Consejo del Control, crímenes de guerra y lesa humanidad.

5. MOTIVOS E IMPORTANCIA DEL USO DE ARMAS ATÓMICAS


CONTRA JAPÓN POR PARTE DE ESTADOS UNIDOS

El bombardeo

En 1945, Hiroshima tenía entre 300.000 y 420.000 personas, según el

Departamento de Energía y el sitio web de la ciudad de Hiroshima.

El entonces presidente Harry S. Truman autorizó el ataque a Hiroshima. El

bombardero B-29 de EE.UU., el Enola Gay, lanzó la bomba nuclear, con nombre en

código “Little Boy”, el 6 de agosto de 1945.

¿Por qué EE.UU. lo hizo?

Los científicos americanos que trabajan en el Proyecto Manhattan habían probado

con éxito una bomba atómica en julio de 1945, después de la rendición de la Alemania

nazi en mayo. Truman había encargado a un comité de asesores, presidido por el


secretario de Guerra Henry Stimson, para deliberar si se debía utilizar la bomba atómica

contra Japón.

Sam Rushay, el archivero supervisor de la Biblioteca Presidencial Harry S.

Truman en Independence, Missouri, dijo a CNN: “En ese momento hubo un amplio

consenso entre los miembros del comité en apoyo de la decisión de atacar. Stimson fue

muy firme en cuanto a que se debía utilizar la bomba”.

Charles Maier, profesor de Historia en la Universidad de Harvard, dijo que si bien

era posible que Truman tomara otra decisión, dijo: “Hubiera sido difícil de justificar ante

la opinión pública estadounidense por qué se prolongó la guerra, cuando se disponía de

esta arma”. “Parecía ofrecer una solución mágica que potencialmente podría ahorrar

mucho dolor”, dijo a CNN.

Maier, que enseña un curso sobre la Segunda Guerra Mundial, dijo que Japón no

estaba dispuesto a rendirse incondicionalmente y existía la preocupación de que una

demostración de armas no habría sido suficiente. Tal demostración habría sido detonar

un arma nuclear en una zona no habitada, pero observable, para obligar a Japón a rendirse,

un enfoque que se vio favorecido por un grupo de científicos y por el secretario asistente

de Guerra John McCloy, de acuerdo con Rushay. Añadió que Truman y sus consejeros

militares temían una “invasión muy costosa” en Japón.

“La experiencia reciente en las batallas de Iwo Jima y Okinawa era muy costosa

en términos de bajas estadounidenses y japonesas, a pesar de la destrucción de la fuerza

aérea y la marina japonesa,” dijo Rushay. “Había una creencia generalizada entre los

planificadores militares estadounidenses que los japoneses lucharían hasta el último

hombre”.
Maier dijo: “Los ataques suicidas son hoy bastante comunes, [pero] en el

momento, el uso por parte de Japón de ataques kamikazes suicidas había tenido un fuerte

impacto psicológico en los militares de alto rango de Estados Unidos quienes

consideraban que el país entero se movilizaría para defender las islas”. “El ejército de

EE.UU. no estaba dispuesto a decir que podía ganar la guerra sin la bomba”, agregó.

Maier dijo que algunos historiadores han especulado que la posibilidad de la

entrada de la Unión Soviética en la guerra ayudó a estimular la decisión de llevar la guerra

a un final rápido mediante el uso de la bomba atómica.

Rushay dijo que Hiroshima fue uno de los cuatro objetivos potenciales y que

Truman dejó en manos de los militares decidir qué ciudad atacar. Hiroshima fue elegida

como blanco debido a su importancia militar. Nagasaki fue bombardeada unos días más

tarde. EE.UU. sigue siendo el único país que ha usado armas nucleares.

¿Cuál fue el resultado?

Al menos 70.000 personas murieron en la explosión inicial, mientras que

aproximadamente 70.000 más murieron a causa de la exposición a la radiación. “El total

de muertos en cinco años puede haber alcanzado o incluso superado los 200.000, debido

al cáncer y a otros efectos a largo plazo”, según la historia del Departamento de Energía

sobre el Proyecto Manhattan.

EE.UU. dejó caer otra bomba sobre Nagasaki, Japón, el 9 de agosto de 1945,

matando a 80.000 personas. Japón incondicionalmente acordó aceptar los términos de la

rendición el 14 de agosto.

La defensa
Truman respondió a la resolución de Hiroshima escribiendo una carta al

presidente del Consejo, diciendo que “el sentimiento de la gente de su ciudad es fácil de

entender, y yo no estoy de ninguna manera ofendido por la resolución”.

Sin embargo, Truman hizo hincapié en la necesidad de la decisión haciendo

referencia a cómo EE.UU. había sido “apuñalado por la espalda” en el ataque a Pearl

Harbor que llevó a cabo Japón y dijo que la decisión de utilizar las dos bombas nucleares

salvó la vida de 250.000 soldados aliados y 250.000 japoneses ayudando a prevenir una

invasión.

“Como el personal ejecutivo que ordenó el lanzamiento de la bomba, creo que el

sacrificio de Hiroshima y Nagasaki era urgente y necesario para el bienestar prospectivo

de Japón y de los aliados”, concluyó Truman.

¿Cómo se sienten al respecto los estadounidenses y japoneses?

Una encuesta de Gallup realizada inmediatamente después del bombardeo en 1945

encontró que el 85% de los estadounidenses aprobó la decisión de Truman. Sin embargo,

la encuesta de Pew el año pasado encontró que la proporción de estadounidenses que

creen que se justificaba el uso de armas nucleares contra Japón había caído al 56%.

6. CONSECUENCIAS ECONÓMICAS Y DIPLOMÁTICAS DE LA


SEGUNDA GUERRA MUNDIAL EN DOS PAÍSES DE AMÉRICA

 Argentina y Brasil

Europa Occidental, la Unión Soviética, el Norte de África y el Extremo Oriente,

fueron algunos de los frentes de la Segunda Guerra Mundial. Sudamérica no fue zona de

enfrentamiento, pero sus naciones tomaron posición ante el conflicto. Argentina eligió el

camino de la neutralidad.
"El pedido de Gran Bretaña en las dos guerras mundiales, pedido que fue casi una

orden, era la neutralidad argentina porque Argentina era un muy importante proveedor de

materias primas y de alimentos a Gran Bretaña. Gran Bretaña entendía que era mejor una

Argentina neutral que una Argentina beligerante, porque de esa manera sus barcos podían

seguir abasteciendo de carne, trigo, cueros", explica el historiador argentino Felipe Pigna.

El pedido de Gran Bretaña, que fue casi una orden, era la neutralidad de Argentina

En 1939 el Gobierno argentino oficializo la imparcialidad y mantuvo esta

determinación hasta meses antes del final del conflicto. Paralelamente, Brasil siguió un

camino diferente y se sumó a los aliados, lo que derivó en una combinación simétrica con

EE.UU. que trajo consecuencias negativas para Argentina.

"Lo peor que le pasó a la Argentina en toda su historia fue que el desenlace de la

Segunda Guerra Mundial fuera que el mundo terminara dividido en dos esferas de

influencia con dos superpotencias, una de las cuales, la de hegemonía natural en

Sudamérica, era justamente el país que nunca se llevó bien con la Argentina; y no se podía

llevar bien con Argentina porque no se complementaba económicamente", opina el

politólogo argentino, Carlos Escudé.

El ejército brasileño no participó en la guerra solamente con soldados. Paraguay

envió 10 pilotos de la Fuerza Aérea para realizar tareas de vigilancia en el Atlántico Sur,

un ejemplo de solidaridad de una nación que no quiso quedarse al margen del conflicto.

"La Segunda Guerra Mundial estaba en su apogeo envolviendo con su vorágine

de muerte y destrucción de las más apartadas regiones del orden. El Paraguay, con

vocación decididamente americanista, no podía sustraerse a las contingencias propias de

la lucha y de las responsabilidades que tenía como nación libre y soberana", relata María

Félix Zárate Franco, hija de un piloto paraguayo que participó en la Guerra.


“Ser un país confiable para EE.UU. es una desgracia para el pueblo, y si no vemos

lo que le está pasando a México, único aliado que tiene EE.UU. en América Latina, el

único aliado por el ALCA, por el NAFTA. Es un país destrozado con 30.000 muertos

desaparecidos con un narco gobierno. Eso es asociarse con EE.UU.”

Después de 1945, EE.UU. recompensó la ayuda de Brasil contra los nazis, algo

que se tradujo en un importante intercambio comercial. En cambio, los países que no se

unieron contra el Eje afrontaron años de sanciones. Según Carlos Escudé, "EE.UU. puede

dictar los destinos de todo el continente y de cómo se distribuye el poder y el desarrollo

económico en ese continente". "Para Argentina durante la guerra y la posguerra fueron

todas las sanciones, mientras que hasta que terminó la guerra para Brasil fueron todos los

premios", agrega.

Por su parte, Felipe Pigna observa con el paso del tiempo que no gozar de la

confianza del EE.UU. es sinónimo de dignidad en los vínculos entre Washington y

Buenos Aires. "Argentina ha sido uno de los países menos confiables para EE.UU., y eso

es algo de lo que nos tenemos que sentir orgullosos", cree. "Ser un país confiable para

EE.UU. es una desgracia para el pueblo, y si no vemos lo que le está pasando a México,

único aliado que tiene EE.UU. en América Latina, el único aliado por el ALCA, por el

NAFTA. Es un país destrozado con 30.000 muertos desaparecidos con un narco

gobierno. Eso es asociarse con EE.UU.", explica.

Más allá de las consecuencias negativas, Argentina supo salir adelante tras la

posguerra. La industria local creció desde la década de los 60 y se lograron recomponer

muchas relaciones. Sin embargo, hoy se sigue discutiendo qué habría sucedido si se

hubiera cooperado fuertemente con los aliados.


A 70 años del final de la Segunda Guerra Mundial, Argentina tiene opiniones

encontradas en relación a la posición del país durante el conflicto. Mientras muchos

sostienen que habría que haber luchado activamente contra los nazis, lo cierto es que la

neutralidad de esta nación fue consecuente con la postura tomada en la Primera Guerra

Mundial y durante la Guerra Civil Española.


CONCLUSIONES

El papel de América durante el desarrollo de la Segunda Guerra Mundial fue

crucial pues tuvo una gran con contribución militar, pactos o tratados, armamento y

municiones o simplemente con materia prima.

Las razones por las cuales América intervino, casi en su totalidad, fue debido a la

persuasión de Estados Unidos, país que los presionaba constantemente para que los

apoyara.

Aunque algunos se mantuvieron originalmente fuera, después se enrolaron en el

problema y hubo otros quienes siempre se mantuvieron neutrales, mostrando sus ideas de

no intervenir en algo que sucedía a muchos kilómetros de ellos.

De diversas maneras y en diversas proporciones, estos países ofrecieron su apoyo que

fue determinante para la victoria de los Aliados, repercutiendo en la historia de la

humanidad tal como la conocemos.

Un ejemplo de tratar de que esto no vuelva a ocurrir es la creación de las Naciones

Unidas (ONU), cuyos miembros fueron en su mayoría quienes apoyaron a los Aliados,

firmando un acuerdo mundial de paz para que eventos tan desastrosos con la Primera y

Segunda Guerra Mundial no se volvieran a repetir.

Por lo tanto, la Segunda Guerra Mundial es claro ejemplo de un hecho que no debe

volver a repetirse por ninguna razón, porque de ser así, con todo el armamento avanzado

que existe en estos días las consecuencias serían inimaginables.


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