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offeciéndole el pecho de frente, al anid del enemigo oponte con fiemeza. Vs sales vencedor,disimula,corazén, noe ufanes, ni de sale vencido, te envileeasllorando ‘en asa. No les dejes que importen demasiado atu dicha en los éitos cu pena en ls facasos. ‘Comprende quc en la vida impera la altermancia. Y Gate, de una tristeza pragmitica: Tiene el hombre mortal, Ghuuco, hijo de Leptines, los dnimos sogin se le presenta el dia, ccideas con arreglo a aquello en que trabs Y¥ éste, en donde billa la condicin del ser: Hefisto soberano, te pido de roils {que me oigas ¥ me ayudes como buen camarada ‘Yme concedas cuanto sueles ri concede, Y dare, en donde Arquiloco nos da su retato y Inego se pierde en la inmortaldad, una inmorcalidad en la que dy ciet- tamente, no crf: «Me gano mis chuseos de pan con la lanza, y dl vino de Iamaros con la lanza, y bebo apoyado en la lanza.» 58 FRAGMENTOS DE UN REGRESO AL PAIS NATAL. La invitacion Veinte dias en Chile que estemeceton el mundo (mental) «ne que yo habito. Vince alias que fucton como vente ssio- nes de humanidad eayendo a plomo, Veinte dias para Hore y reir ito. Pero empecemos por el principio, Sali de Chile en «nero de 1974, La lima vex que tomé un avid fue en enero «de 1977. No pensaba volver a Chile nunca més en mi vida. No pensaba subirme-a wn avign munca ms en ni vida, Un dla me Ham una chica de Pas y me pragunes si queria formar pare al jurado del concutso de eventos que la revista organiza. Die «que sf de inmediao, No sé en qué estaria pensando. Tal vr en Jos arardeceres privilegiados de Los Angeles, pero no en Los Angeles del Bio-Bio sino en Las Angeles de California, en la ciudad que surgié de la nada y dee cuyas notes es Facible ver el esplendor que supura cal rine del planeta, Es posible «que estviera pensando en eso. Es posible que etuviers hacen: Go el amor. Si hora me acuerdo, era exo. Encmees son elt lefono y sade la eam y cocesté y una vox femenina me pre func si me gustaria viajar a Chile y entonces la ciudad de Los Angeles lena de rascacielos y de palmeras se transformé en la ciudad de Los Angeles llena de casas baja y calles de tierra. Los Angeles, la capital de a provincia de Bio-Bio, la ciudad en clone Ferando Ferns juga al racacaca en. patios que 39 parecian sofados por adolescentes locos, la civdad en donde Tebert y Céreamo caminaban siimpre juntos y en donde el to- Jerante Cardenas fue presidente de curso en un liceo de hom- bres diseiado por lyin ayudante del diablo y en donde el Pes- ado eneré dé golpe en la clandestinidad. La ciudad de los tnalones vespertinos, La ciudad salvaje cuyos atardcceres eran ‘como el comentario afsico del privilegio. Ast que dije que st {dc Ta misma manera que bubiera podido decir que no. La habi- tacign extaba a oscuras esperaba una lamada telefoniea, pero to ésa; la you que me hablaba desde el otro lado del mundo cea dulce. En ese momento pude haber dicho que no. Pero yo ‘ij que s porque la capital de la provincia de Bo-Bio sls de golpe, como un gato montés, sobre el mapa de Is ciudad de la Feiidad y la aran y en esos arafaros (impercepibles) ya esta ba esrito que tenfa que volver a Chile y que tena que volver @ subirme a un avin, Elviaie [Asi que volvi a Chile. Me subi a un avidin, No sé emo lo, Traces para mantenerse en el ire. Turbulencias en el Atknticos turbulencias en el Amazonas. Turbulencias en la Argentina y poco antes de cruzat la Cordillera. Para colmo, Lauro, mi Ihijo de ocho aos, no puede jugar coo su gni-bay durante el smielo, Pero no hay problemas, Volamos. Mi hijo duerme plac Uamente, mi mujer, Carolina Lépen, duerme plicidamente, Los dos son espatolesy es la primera ver que viajan a América. Yo no duermo. Yo naci en. América, Soy chileno. Estoy despier= tay sostengo mentalmente ls alas del avién Escucto hablar al resto de los pasajeros, La mayorla ein dormidos pero habla fen sues. Tienen pesadillas 0 suefios recurrentes, Son chiles thos. Las arafatasespaficlas Jos miran mientras atraviesan el par fille de punea a puntaya veces en paralelo y a veces en direesio= tes contearias. Cuando esto éilkimo ocurre y sus taycctoras $e jnerscecionan ambasazafaca levantan las cas en Ia oscuridad } prosiguen imperturbables su marcha, Ab, la sirapara de las © esparilas. Quire usted un vaso de agus, un zume de naran- ine pegunan cand psn amo No un ln de gracias digo yo. No, ifinieas gracias, digo yo mientras lx tur- bina el sin alaan a note, qc oo ion qu ia cemporrado en oto avién. Esto los antigues lo representaban erifcamente con un pez que se come a otro pez que se come a otto pez Mientras tanto, la noche real, aiers del avin, enorme y lt lama muy pequeria, como Ia hina de Pevoa Valin: Estoy visjando a Chile, Por momentos yo tambien me ducrmo Y tengo suenios exranos y vivides. Brevessiefiow nm blanco y negro que me remiten a vidas que ya no podeé vive. Si durmie- ras de dia tendiassuetios en colores, me dijo una ver mi hijo Joder, me estoy aprosimando a Chile a mas de ochacienos kic lometos por hora ¥ por fin comienaa a ainanecer y avin saves la Conleay ya estamos de wltay he aque pric mer cambio: I itima ver que sal de Chile, nn tclo San tiago-Buenos Aires, la Condilera parecta mucho mais grande inshore shorn prea grande y a nie bl por su ausencia: Tero sigue siendo bonita. La Coniilles parce Ins indi ms peta y menos dod, Dep ‘vine asoma a unos tirrales sin anos tempo a pensar “puto Chilees cle aaade atria Una puta regresa Estoy en el ps natal. No hay problema. Los psacrs le sancan de sus asentos: no veo rstosexcesivamente elices, mds ben tos patecen preocupados, excep la mujer que va ju v detrs de mi. Durante la noche la of covers. Por sus pal bras deduzeo que se trata de una puta. Una pura chilena que trabaja en Buropay que tas una ausencis rads © menos prolon- sala vuehe a Chile a comprar propiedades, aunque no me ha ‘quedado claro en dénde piensa compraras: «veces part refe- srs a ur ya veces pareca abla de casas abandonadss de Sun- ‘igo. En cualquier aso es una mujer de rose simpstico, con al pelo refido de rubio y un cuerpo ain hermoso, ¥ qu, para “ ‘ata mbna abldo n suc. Palabra ineligible ‘epafiol y en italiano y en alemén, También, durante algunos Se loca con wo fara nc 4 de notes dl avi6n que milagrosamente nos ha erat hasta Chi- Je, Pensé entonces que cscs ronquidos dsmesurados podian ser cde mal aglero. Pensé en decitle algo, Pero finalmente opré por ro hacer nada y los ronquidos de golpe desaparecieron, come si slo fueran la manifesacin corporal de una pesailla que aque- Tla puta de buen coraz6a habia enido y que ya habia dejado atrds, como uno deja aus los dias malos y as enfermedades. ‘Hace tiempo conoc! a un chileno al. que siempre le iba smal, Estuviera donde estaviera © hiciera lo que hiciera, siempre Ieiba mal. Ese chileno vagabundo a veces se ponia a recordar su pals natal y acababa sus circunloguios indefectiblemente de la misma manera: voy «llegar a bear el suelo chileno, deca. Cuando wuclra a Chile lo primero que haré sen esate suelo chileno, Olvidabs el teroe la injusticia, el sinsentido. Nosotros tos relamos de é, entre perplejos y divertidos, peo eso a no Ie importaba. Réanse no més, decla, pero evando yo vuelva lo primero que haré seri besar el suelo chilewo. Creo que murié fn alin pas sudameticano, 0” centroamericano, y) presume {que de haber represado su rosto sefa ahora convo el de fos de- tis pasajeros chilenos (excepto la puta) un sostro mortalmen= te setio, un rostro preocupado y como visto desde vaios Sng {os al mismo tiempo, un ros que pasa en pocos segundos de ‘Geaanne a Picasso y de Picasso a Basquiat lroxeo habitual de los nativos dela isl-pasillo, Por supuesto, yo no besé el suclo de la patra, Intenté no tropezar en la excaerlla del avin y tracé de encender sin tem= bar uno de mis ultinos cigarillos espailes. Despuds respiré aire de Santiago y echamos a andar hacia la aduana Los roses YY de golpe aparecieron los rostros chilenos, los rostos de ‘mi infancia y adolescencia, por todos lados, en cararata,rodeae a do dechilenos, chilenos que patecian chilenos, chilenos que pa- recfan marcianos, chilenos que deambulaben de un lado a otto sin nada que hacer en aquel acropucrto que supongo no era el acropuerto de Pudahel aunque por momentos lo parccia, y también chilenas que esperaban a los vijcros y que agitaban panuelos blancos, e incluso chilenos que lloraban (algo usual segin revordaba, los chilenos llorn mucho, a veces sin motivo, «Yeo incluso sin ganas), y tambien chilenos que se rean com si-el mundo se fuera a acabar y slo ellos lo supieran. Pero lo «que mes vi en aquellos primeros minutos fue achlenos quiets ¥ slenciosos,chilenos que mitaban el sel como si extuvieran florando sabre un abisme dudoso, coma si el aeropuerto fuera ‘un expejismo y todos nos encontriramos suspendidos sobre una especie de nada que milagrosa o fatalmente nos ssteni, exe tendo a cambio un tribute misteriowo o inconfesable, un wba to que madie estaba dispuesto a pagas, pero que tampoco nadie ‘sabe dipucno.adedararquero lop. Comienza el baile ‘en la aduana fueron extremadamente cles, mus aos que no me djaban entrar en un pais con tanta fclidad. Mi mujer tovo que tellemae wn papel y creo «que tuo que’ pagar algo. Cuando pregunté qué paper enta ‘que cellenar yo, una aduanera gorda y simpiea me dio que nq tena que rllnar nada. Fst fue la primera biavenida. La segunda nos la proporcioné una segunda aduaners, que deci so regittrmos ninguna malea. Adelante, dijo, pen. La werce- ‘1 nos ha dio mi abuelay Alesandra Edwards y Tots Romero y Carlos Orellana yla Malala Ansct, que nos sludacoa com st ‘os conociramos desde siempre. ‘esas altura a habiamossa- lida de las dependencias del aeropuerto yesperabames un ex pra ienos al hotel y todo iba bien, pero de alguna manera yo ro habia vuelto a Chile codavia. Es decit taba al, rodeado de chilenos, una experiencia que no haba experimencado desde «nero del 74, pero volver, lo que se dice volver, ad no habla cy

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