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Resumen:
2. El campo de la cultura
“Un campo, así sea el campo científico, se define entre otras cosas
definiendo objetos en juego [enjeux] e intereses específicos, que son
irreductibles a los objetos en juego [enjeux] y a los intereses propios
de otros campos (no se puede hacer correr a un filósofo tras los
objetos en juego [enjeux] de los geógrafos, y que no son percibidos
por nadie que no haya sido construido para entrar en el campo” .
(Ibid. p, 113).
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Capital simbólico: es aquel patrimonio reconocido como legítimo y por el que se lucha por su
apropiación o conservación, por ejemplo el honor, la sabiduría, respeto, dignidad, etc.
ISBN-13: 978-84-15698-06-7 / D.L.: TF-969-2012 Página 5
Actas on-line: http://www.revistalatinacs.org/12SLCS/2012_actas.html
Actas – IV Congreso Internacional Latina de Comunicación
Social – IV CILCS – Universidad de La Laguna, diciembre 2012
Para Bourdieu el capital específico es aquel que cuyo valor está dado por su
relación con el campo, es el “fundamento del poder o de la autoridad específica
característica del campo”, (Ibid. p,113), dado que todas las personas
implicadas lo comparten como interés común y fundamental.
Por otra parte, si bien Bourdieu estudia la estructura de los campos
centrándose en las prácticas culturales, analiza también el tipo de relación que
se produce entre los distintos miembros y grupos clases de campo, a través de
la elección estética y estilística que estos miembros realizan para construir un
estilo de vida. A esta elección Bourdieu la denomina ‘gustos’ que van desde el
nivel popular (que subordina la forma a la función) pasando por el nivel medio
hasta el nivel legítimo, asociado a una minoría burguesa especialmente dotada
de privilegio. Sin embargo, explica Bourdieu, para que haya gustos es
necesario que existan bienes clasificados o ‘clasados’, ‘clasantes’,
jerarquizados y jerarquizantes, además de que también es preciso que haya
personas dotadas de principios de ‘clasamientos’ de gustos que permitan
identificar entre dichos bienes cuales son los de su gusto. También se da el
caso de que existen bienes que preceden a los gustos, esta situación
contribuye a formar los gustos. Al respecto Bourdieu propone una definición
provisional del gusto como “el conjunto de prácticas y propiedades de una
persona o de un grupo, son el producto de un encuentro (de una armonía
preestablecida) entre bienes y un gusto” . (Ibid. 162).
Retomando los ‘enclasamientos’, Bourdieu considera que
Henoch Aguiar reflexiona acerca de lo que se puede entender por ‘lo digital’ o
la digiltalización, y la define como “el mayor proceso de acumulación,
apropiación y personalización de contenidos” (Aguiar, 2010: 55). En este
marco, pluralismo, diversidad cultural y democratización de la información son
3 conceptos que pueden asociarse al periodismo cultural en la era digital y el
hecho de transitar esta etapa de convergencia tecnológica permite poner dicho
conceptos avanzados al servicio de la ciudadanía, garantizando un mayor
acceso a la información cultural, promoviendo los medios y formatos que
generen mayor participación y fidelidad con el público, a través de ese
intercambio.
Este proceso de digitalización del universo se abre paso en los países
desarrollados y lleva consigo una revolución en las formas de hacer, pensar y
leer la información cultural. Sin embargo, el sujeto o protagonista activo de esta
digitalización no es la técnica sino la persona, que es quien recibe, acumula,
procesa, se apropia y personaliza la información y a medida que los contenidos
culturales se duplican y se acelera el tiempo, esta convergencia digital modifica
el valor simbólico y los contenidos tanto de forma cuantitativa como cualitativa.
Con la digitalización los productos culturales se enriquecen con más contenido
y el público puede disfrutar de ese enriquecimiento y ampliación de
gratificaciones que se materializan en subtramas no visibles, contenidos extra
sobre los autores de la obra en cuestión, escenas descartadas en el caso de
las películas, información sobre las condiciones de producción, extensiones de
pensamiento o de la historia, etc.
La digitalización hizo superar la capacidad del soporte off line para ofrecer
contenido complementario, permite fragmentar discursos y tomarlos por partes
desagregadas para formar uno nuevo. También ofrece facilidades de difusión e
intercambio, hecho que flexibiliza los contenidos y permite la participación de
una forma jamás antes experimentada. No obstante, no es lo digital lo que
genera la sociedad del conocimiento, sino el conocimiento mismo el que
generó la sociedad digital. En este sentido y retomando la idea inicial plasmada
al principio de esta comunicación, todas estas y abundantes posibilidades,
imposibilitan el hecho de aprehenderlo todo y por ello, la especialización sigue
siendo dentro de este gran campo -en el que convergen tantos factores- la que
gana terreno y consolida el capital simbólico.
Bibliografía