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Especies Arboreas La Rioja PDF
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Antonio Guillén 1
Los bosques riojanos
Sumario:
Introducción 2
Factores que influyen en el desarrollo del bosque 3
Las principales formaciones de bosque de La Rioja:
Pinares 5
Hayedos 6
Rebollares 8
Quejigales 9
Encinares 10
Bosques mixtos 12
Bosques de ribera 13
Otras formaciones de Interés:
Tejedas 15
Acebales 15
Tamarizales 16
Listado de los árboles y arbustos silvestres que forman parte de las
formaciones boscosas en La Rioja 16
La mejora de nuestros bosques 20
Bibliografía 21
Introducción.-
Hace dieciocho años se publicó en Logroño un pequeño librito titulado Los
bosques de La Rioja editado por la Consejería de Ordenación del Territorio y
Medio Ambiente, ahora, de nuevo, con la misma idea de dar a conocer, aunque
sea de una manera parcial, una pequeña parte de la Naturaleza que tenemos más
próxima, nos hemos encontrado con él y llama la atención cómo las palabras que
abrían la introducción de aquel trabajo, parecen escritas hoy; la situación de los
bosques, aunque algo mejor, no ha variado tanto, eso sí, con cierto pensamiento
utópico queremos imaginar que esas palabras, que ahora reproducimos, no
tendrán nada que ver con la realidad del futuro de nuestros bosques dentro de
otros dieciocho años, quizá para entonces, ese futuro sea tan bueno que no lo
podremos reconocer en este texto:
“Cualquier caminante que haya tenido la curiosidad de recorrer La Rioja en
sentido Oeste a Este a través de sus Sierras, se habrá visto de pronto sorprendido
al rebasar la línea de cumbre que separa la Iregua de Leza, el Cameros Nuevo del
Viejo. En muy poco espacio habrá pasado de contemplar un variado paisaje de
bosques, matorrales y pastos, a encontrarse con valles erosionados salpicados de
matorrales o esquilmados pastos sobre los que aparece de vez en cuando alguna
reducida masa de árboles. Si el caminante se aventura en la época del estío, verá
cambiar los arroyos y riachuelos en áridos barrancos rodeados de laderas llecas
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Datos de las superficies forestales arboladas según la información que, para La Rioja, contiene el II
Inventario Forestal Nacional (1988). Los datos de la evolución de las superficies arboladas se han obtenido
comparando el I Inventario Forestal Nacional (1968) con el segundo. En líneas generales, la situación del
inventario de 1988 es indicativa del panorama actual.
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Pinares
Los pinares de pino silvestre, Pinus sylvestris, son los únicos que con
carácter autóctono se desarrollan en nuestra Comunidad, se encuentran
generalmente ocupando un piso superior al de las hayas -desde los 1500 a los
1900m- e igual que éstas se muestran indiferentes al sustrato. Crecen
preferentemente sobre suelos sueltos y son capaces de resistir temperaturas
bastante más extremas que aquellas; tanto las máximas como las mínimas que no
permiten el desarrollo del haya sí pueden ser adecuadas para el pino silvestre. El
pino silvestre es árbol de tronco recto, muy característico por presentar la corteza
de la parte media y alta del tronco de color anaranjado o pardo rojizo, al ir
desprendiéndose ésta en forma de láminas papiráceas de este color; las hojas
son muy cortas y se insertan en las ramitas por parejas, las piñas, cónicas y
pequeñas, rara vez sobrepasan los 6 cm de longitud.
La fauna que se encuentra en los pinares de montaña se caracteriza por su
riqueza en reptiles y la apreciable representación de micromamíferos y ungulados,
sin embargo, la avifauna está pobremente representada, entre los animales más
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Las formaciones de Pinus silvestris se extienden en las cimas de las sierras de La Rioja y en
especial por las de la Cebollera.
Aspecto general y detalle del pino silvestre, el pino más extendido en la comunidad
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individuos, -aunque la superficie ocupada por esta especie es algo inferior a la que
ocupan las hayas-, esta expansión se ha realizado de manera natural en los
lugares que antaño debió ocupar como por otras zonas que son claro dominio del
rebollar y del hayedo. Sin duda, la intervención humana ha contribuido de una
manera más que notable a la expansión de esta especie que durante décadas se
ha empleado en plantaciones forestales como árbol de extracción maderera; en
este sentido cabe señalar que la producción de madera de pino silvestre ha
aumentado considerablemente durante estos últimos años, como consecuencia de
la realización de las primeras cortas en pinares de repoblación con más de 40
años de antigüedad.
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Hayedos.
Constituyen, dentro de los bosques de frondosas, una de las comunidades
más características de la región eurosiberiana; en La Rioja, crecen siempre en
lugares relativamente altos, entre los 1200 y 1600m aproximadamente, en
aquellas zonas donde las precipitaciones son abundantes y las nieblas frecuentes;
por este motivo, los hayedos se encuentran con frecuencia situados en laderas de
orientación norte donde los frentes procedentes del Atlántico y cargados de
humedad liberan el agua al encontrar el obstáculo de la montaña. Aunque las
hayas se muestran indiferentes al sustrato, en la Rioja suelen crecer sobre suelos
silíceos y lo hacen en aquellos lugares en los que no están muy compactados, no
toleran bien los ambientes muy cálidos ni las heladas tardías, por este motivo
desaparecen donde el clima se inclina hacia la continentalidad.
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envuelta erizada, más pequeña y alargada que la del castaño, que se abre por
cuatro costuras y está recubierta de picos endebles cortos y curvados.
Las hayas dan lugar a formaciones muy tupidas en las que la luz apenas
penetra en el sotobosque, en estas condiciones la vida para otras especies resulta
muy desfavorecida y la biodiversidad vegetal dentro del hayedo se encuentra muy
limitada. En los hayedos riojanos se encuentra una fauna parecida a la de los
hayedos europeos, escasa, pero con un alto interés biogeográfico; entre la
avifauna de estos bosques quizás las aves más representativas sean el
carbonero palustre, el trepador azul y el agateador norteño, también encuentran
cobijo en estas formaciones algunas rapaces raras y singulares como el abejero
europeo, el azor y el gavilán; entre los mamíferos más comunes los lirones, tanto
gris como el careto y el ratón leonado no suelen faltar, así como corzos y jabalíes,
cada vez más abundantes; entre los reptiles quizá la culebra lisa europea sea el
ofidio más común.
Los hayedos en La Rioja son especialmente abundantes en el cuadrante
suroccidental de la Comunidad: valle de Santurdejo, cabecera del Oja, Llano de la
Casa, inmediaciones del Gatón, laderas de la Sierra de Moncalvillo, etc. y se
extienden hacia el E a través de los valles de los ríos Cárdenas, Tobía y umbrías
del de Valvanera, siguen por Camero Nuevo donde los más extensos ocupan las
laderas situadas bajo las cumbres del Serradero, medio y alto Iregua, Mojón Alto,
Hoyos de Iregua y Monterreal y continúan desarrollándose en todas las laderas
orientadas al N y NW de la Sierra de Camero Viejo, desde la Sierra Pineda hasta
la Sierra del Hayedo de Santiago. Hacia el valle de Leza y Cidacos el haya se
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Rebollares.
Los rebollares riojanos son robledales constituidos principalmente por
Quercus pyrenaica, el rebollo, melojo o marojo y dan lugar a las formaciones de
roble más extendidas en nuestra Comunidad, cubren la misma superficie forestal
que las hayas, el 21,1%, y se extienden desde los 800 hasta los 1100m de altitud.
El rebollo es árbol no muy alto, de tronco más o menos recto pardo grisáceo, con
la corteza agrietada y de copa irregular; las hojas, de pecíolo corto, se mantienen
marchitas sobre el árbol durante todo el invierno, están profundamente hendidas
en lóbulos irregulares y aparecen recubiertas por un fino indumento de pelos
estrellados que apaga su verdor inicial; las bellotas, solitarias o en grupos de 2-3,
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se insertan en las ramitas por rabillos muy cortos. El rebollo vive en zonas
montanas, generalmente por debajo del haya y en lugares más elevados que el
quejigo y la encina, pero es capaz de soportar condiciones de más continentalidad
que el haya, aguanta la escasa humedad, requiere precipitaciones en primavera y
otoño y soporta temperaturas más extremas, pero cuando los contrastes térmicos
se acentúan el rebollo es sustituido por el pino silvestre. Los rebollares son
netamente silicícolas y prefieren los suelos sueltos y con buen drenaje a aquellos
que tienen tendencia a encharcarse donde se desarrollan árboles con preferencias
higrófilas como avellanos, fresnos, olmos, etc. A diferencia del haya, los rebollos
suelen situarse en las laderas orientadas a mediodía o hacia el sur y huyen de las
zonas de nieblas persistentes o de los barrancos umbríos donde la insolación es
escasa.
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Quejigales
De los bosques caducifolios, estos son los que presentan un carácter más
marcadamente mediterráneo y guardan más similitud con los bosques esclerófilos,
de hecho constituyen formaciones de transición entre los robledales y los
encinares. Los quejigales están constituidos por un tipo de roble, Quercus faginea,
que presenta caracteres morfológicos intermedios entre el roble y la encina. Es
árbol de tronco derecho, no muy grueso, de corteza pardo grisácea, rugosa y
marcada por numerosas grietas poco profundas, la copa es bastante regular y con
frecuencia más o menos redondeada; las hojas, de forma casi elíptica y
consistencia coriácea están recortadas en dientes triangulares y permanecen
secas en las ramas durante el otoño y a veces durante parte del invierno, las
bellotas del quejigo se sujetan a las ramas por cortos rabillos. Las preferencias
ecológicas de los quejigos se sitúan entre las de los bosques mediterráneos
húmedos y los mediterráneos secos representados por los melojares y encinares
respectivamente.
El quejigo mantiene durante todo el invierno las hojas secas que son reemplazadas por otras
nuevas la primavera siguiente.
Al igual que la encina, este roble resiste muy bien los marcados contrastes
térmicos, pero parece aguantar mejor que ésta mínimas más bajas en invierno;
por contra, requiere abundantes lluvias primaverales y otoñales. Habita sobre
suelos básicos y se puede desarrollar con normalidad, a diferencia del rebollo, en
suelos arcillosos compactados que no drenan bien. Hibrida frecuentemente con el
melojo y, por ello, no es raro encontrar diferentes formas intermedias difíciles de
adscribir a una u otra especie. El cortejo de especies arbóreas que acompaña al
quejigo suele ser más amplio que el de las hayas o el pino silvestre, entre ellas
destacan el arce, Acer monspessulanum, majuelo, Crataegus monogyna, enebro,
Juniperus communis, guillomo, Amelanchier ovalis, endrino, Prunus spinosa, boj,
Buxus sempervirens además de zarzamoras, Rubus sp. y rosas silvestres de
distintas especies Rosa sp. Las formaciones de quejigo han sido muy castigadas
en La Rioja, de ellas se ha aprovechado su madera, fundamentalmente para leña,
y sus ramas bajas como alimento para el ganado. Los quejigales más extensos se
localizan en las laderas del curso medio del Iregua, pero aparecen también
representados hacia la Sierra de la Demanda en algunos afloramientos calizos
como en Canales de la Sierra, Villavelayo, el Barranco del Portilla y Valgañón; en
la zona de Cebollera-Cameros además de los que se extienden desde Islallana a
Villanueva en el curso medio del Iregua, las mejores formaciones se encuentran al
pie de Cerroyera, Torrecilla, Almarza, Pradillo -donde vive un quejigo de
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Encinares
Son los bosques que en nuestra Comunidad presentan una
mediterraneidad más acusada. La encina, Quercus ilex, es uno de los árboles de
carácter más rústico que habita en nuestro territorio, presenta el tronco derecho y
la corteza cenicienta o parduzca aparece resquebrajada por grietas poco
profundas, la copa suele ser amplia y redondeada y las hojas, elípticas o
anchamente lanceoladas y de borde entero -suelen presentar borde con dientes
espinosos las inferiores o las de los individuos arbustivos- son perennes y muy
correosas y están recubiertas por un indumento afieltrado por el envés; las
bellotas se asientan sobre pedúnculos muy cortos y la cúpula en la que se insertan
presenta escamas planas, a diferencia de la de la coscoja, Quercus coccifera, que
las tiene ganchudas y algo espinosas. Se trata de una planta especialmente
adaptada a los climas secos y térmicamente muy contrastados, aquí soporta una
prolongada sequía estival y subsiste con un régimen muy bajo de precipitaciones
del otoño a la primavera, de este modo, las encinas aguantan las extremas
temperaturas estivales e invernales de las zonas medias y bajas de La Rioja y
resisten bien exiguas precipitaciones que pueden alcanzar tan solo los 350mm
anuales en algunos enclaves. La carrasca suele vivir entre los 400 y los 800m de
altitud sobre todo tipo de substratos, bien sean silíceos o calizos, pero tolera muy
mal las sales y los terrenos encharcados.
Los encinares constituyen la vegetación cimácica en buena parte de los territorios del valle.
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Aunque las diferencias entre los encinares silicícolas y los que viven sobre
terrenos calizos no son muy significativas, cuando el encinar es maduro sí lo son
sus etapas de degradación, así, los encinares degradados sobre suelos calizos
dan lugar a formaciones de coscoja, romerales, tomillares, aulagares y
formaciones de espliego, mientras que los que aparecen degradados sobre suelos
silíceos, forman escobonares, retamares, cantuesares y piornales; esta diferencia
entre unos y otros puede apreciarse muy bien en las formaciones que aparecen al
norte y al este de la Comunidad, -por ejemplo, entre las estribaciones y laderas
meridionales de la Sierra de Cantabria donde estas formaciones tienen un
marcado carácter calcícola- y aquellas otras netamente silicícolas instaladas en el
sur de La Rioja, situadas al pie de la Sierra de la Demanda y Cebollera. Aunque
los encinares aparecen dando lugar a formaciones dispersas en todo el territorio
riojano, a excepción del Valle del Ebro, son más escasos en el tercio oriental; en
esta zona, se encuentran al pie de las vertientes meridionales de la Demanda y de
la Sierra de San Lorenzo, valle medio de Valvanera y Barranco del Portilla; interés
especial merecen los encinares montanos de la zona media-alta del Najerilla
extendidos en suelos de muy fuerte pendiente y en valles encajonados y secos,
además de los de las vertientes occidentales de las Cumbres del Serradero. En la
zona de Cebollera-Cameros empiezan a aparecer los encinares sobre el valle
medio del Iregua en laderas orientadas a poniente entre Villoslada y Torrecilla,
cuando las influencias mediterráneas se hacen más marcadas; ya en el curso bajo
del Iregua, al abrirse el valle, la influencia mediterránea llega con menos dificultad
y por eso los encinares se sitúan en las dos vertientes; en las Cuencas del Leza y
Cidacos, toda la superficie de encinares comprendida entre el valle del Ebro y la
Sierra de la Hez ha sido roturada, a excepción del monte de Ausejo; no obstante,
quedan en esta zona algunas pequeñas manchas de encinar como las que se
encuentran en la umbría del Monte Laturce o las de Jubera, Santa Lucía, Ocón y
las Ruedas; otros carrascales que aparecen dispersos por la zona son los de
Carbonera-Tudelilla, el de Bergasa, Zarzosa, La Rada, o Valdevicente y Carranzo
en Munilla-Enciso; pero es en el extremo suroriental de la provincia donde los
encinares se extienden por una mayor superficie, así los de la Sierra de Yerga
ocupan las laderas de ésta hasta el monte Gatún, de menos extensión, pero bien
conservado hay que destacar el de Villarroya y hacia el sureste el de Villaroso en
el término de Cornago, más al sur, en las laderas orientales de la Sierra de
Alcarama y las umbrías de Monegro, en Aguilar de Río Alhama, se encuentran los
encinares más meridionales de la Comunidad.
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Los carrascales que ocuparon la casi totalidad de la superficie del Valle del
Ebro fueron talados e incendiados para la obtención de tierras de cultivo,
ocupadas hoy, en su mayor parte, por cereal y algunos viñedos; entre los restos
de aquellos bosques el carrascal de Cidamón, en los términos de Cidamón y San
Torcuato ocupa 600 has. sobre suelos lavados y donde las encinas aparecen
acompañadas de enebros y algunos ejemplares muy desarrollados de pino
piñonero; también en la Dehesa de Navarrete acompañan a los quejigos. Por
último, pequeñas manchas de encinar como las de Sotés, Huércanos, Ventrosa y
Fuenmayor constituyen restos de otros encinares mucho más extensos y hoy
ocupados por tierras de labor. Mención especial merecen los que crecen en los
barrancos de la umbría de los Obarenes, singulares por la presencia de madroño,
durillo o labiérnago, especies todas ellas escasas en La Rioja y bien
representadas en los encinares estelleses y burgaleses. Los rodales de encinar
mejor conservados dan cobijo al más nutrido grupo de mamíferos carnívoros de la
comunidad: gato montés, garduña, gineta, comadreja y zorro, además del
omnipresente jabalí. Entre los reptiles el lagarto ocelado y la culebra de escalera
encuentran su óptimo en los carrascales. Por otra parte aves como el águila
culebrera, la abubilla o diferentes especies de currucas nidifican en estos bosques.
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Quizá sea la encina el árbol que en los últimos años haya mostrado una
más espectacular recuperación, aumentando un 293% en pies menores, aunque
tan solo un 15% en pies mayores, esta recuperación es fruto de la menor presión
demográfica y ganadera y de la sustitución de la leña por combustibles fósiles. En
cuanto a la salud de los encinares, los porcentajes de individuos afectados por
diferentes males es superior al de pinos, robles y hayas y se sitúa en un 21% de
los individuos, los principales agentes de estos daños son los hongos y los
insectos y, secundariamente, las plantas epifitas, la nieve, el viento o la sequía.
Entre las encinas singulares de La Rioja, las de Vallejoco en Viniegra de Abajo y
las de Villarroya se encuentran entre las más destacadas.
Bosques mixtos
Los bosques mixtos son formaciones vegetales de gran valor biológico
constituidas por diferentes especies arbóreas en las que ninguna domina
especialmente sobre las demás, en La Rioja pueden estar formados por una
mezcla de hayas, robles albares, Quercus petraea, rebollos, Quercus pyrenaica,
acebos, Ilex aquifolium, tilos, Tilia platyphyllos, fresnos, Fraxinus excelsior, arces,
Acer campestre, serbales, Sorbus sp., tejos, Taxus baccata, olmos de montaña,
Ulmus glabra, etc. Este tipo de bosques en nuestra Comunidad se suele instalar
en zonas de media montaña, generalmente en pleno dominio del hayedo, en
lugares de fuerte pendiente y, con frecuencia, recluidas en el fondo de barrancos y
junto al agua. Se extienden, en La Rioja por una superficie muy reducida, a pesar
de esto, su gran variedad florística está acompañada de una gran riqueza
faunística pues conviven en estos ecosistemas los invertebrados y vertebrados
más variados representativos de hayedos, robledales, acebales, fresnedas, cursos
de agua, etc.
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Bosques de ribera.
Estas formaciones, como los bosques mixtos, están compuestas por varias
especies que viven junto al margen de ríos y arroyos. Siempre dependen de la
humedad del suelo y secundariamente del clima, una de las características que
mejor se puede apreciar en estas formaciones es su localización ordenada
respecto a un cauce, así, la vegetación de estos lugares se dispone en una serie
de bandas paralelas al río y, de este modo, a diferencia de lo que hemos venido
comentando en otros tipos de bosque en los que el clima es el primer
condicionante de la vegetación, aquí, el factor diferenciador es la mayor o menor
proximidad al agua y de manera secundaria el clima. Así, en aquellos sotos o
bosques de ribera que no han sido muy alterados es posible diferenciar dos
bandas de vegetación que discurren paralelas al cauce, la primera de ellas, más
próxima, se instala incluso en contacto con ella y está constituida por especies
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pescador, entre los mamíferos merece la pena destacarse la nutria que aunque
escasa, comienza a recuperar sus poblaciones, y el visón europeo, joya de la
fauna riojana y que en este tipo de ecosistemas concentra en nuestro territorio el
20% de la población europea, entre los reptiles el galápago leproso, aunque
escaso, todavía puede verse en algunos tramos fluviales.
Además de ser muy vulnerables por su ubicación, la fauna de estos
ecosistemas corre serio peligro cuando los vertidos contaminantes de distinta
naturaleza alcanzan las riberas de tan frágiles ecosistemas.
Entre los árboles singulares relacionados con especies que aparecen en
este tipo de hábitats señalamos el Fresno de Alfaro, ejemplar de Fraxinus
angustifolia en esta misma localidad; álamos, Populus alba, el de San Asensio en
San Asensio y el Álamo de la Fuente en Tricio y un olmo, Ulmus minor, Olmo de la
Carrera, en Arnedo.
Tejedas.
El tejo, Taxus baccata, es especie escasa en nuestra Comunidad. Se trata
de un árbol con pies masculinos y femeninos separados, tronco grueso, corteza
pardo-grisácea que se desprende en tiras y copa más o menos cónica o irregular
de color oscuro; las hojas, oscuras por el haz y más pálidas por el envés son
lineares, perennes, con un nervio central prominente y se disponen en dos hileras
opuestas de la misma anchura a ambos lados de las ramitas; el fruto lo conforma
una envuelta carnosa de un vivo color rojo que rodea a modo de anillo a la semilla,
cuya punta asoma por el extremo. Toda la planta es extremadamente tóxica, a
excepción del anillo carnoso, dulce y viscoso que envuelve a la semilla. En La
Rioja no llega a constituir formaciones cerradas, normalmente suelen encontrarse
ejemplares aislados o formando pequeños bosquetes en zonas medias y altas de
montaña en el dominio del haya, rebollo, roble albar o pino silvestre.
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Acebales
Los acebos, Ilex aquifolium, son arbolillos que habitan en zonas montanas
donde las hayas y pinos silvestres establecen su territorio, se trata de un árbol de
corteza lisa y verdosa y copa de forma muy variable, a veces con ramas que
parten desde el tronco a nivel del suelo; las hojas, perennes, son muy rígidas, de
borde ondulado fuertemente espinoso y muy lustrosas; los frutos, carnosos y
rojizos del tamaño de un guisante se presentan agrupados al final de las ramas y
forman parte de la dieta invernal de un buen número de vertebrados. Los acebos
rara vez dan lugar en La Rioja a formaciones boscosas pues suelen acompañar a
pinos y hayas en orlas y claros de bosque, una excepción a este hecho la
constituye el acebal de Valgañón, bosquete casi impenetrable que ocupa cerca de
10 has. en una pequeña depresión situada en la Dehesa de Valgañón, aquí, el
acebo alcanza porte arbóreo y vive acompañado en las orlas por hayas, quejigos,
tilos y fresnos; los acebos sirven de refugio al ganado vacuno que pasta por estas
zonas montanas, pero también dan cobijo y alimento a jabalíes, corzos y ciervos y
a numerosa avifauna.
Tamarizales
Los tarais o tamarices son pequeños árboles que pertenecen al género
Tamarix, generalmente aparecen asociados a la vegetación riparia habitando
sobre suelos salobres; en La Rioja se encuentran formando parte de la vegetación
de riberas, sobre todo en el tramo medio y bajo del Ebro y sus afluentes y rara vez
dan lugar a formaciones propias; una excepción la constituye el Tamarizal de La
Laguna en Ausejo, la mayor extensión de tamarices de la Comunidad; ocupa el
fondo de una pequeña depresión que se extiende por cerca de 300 Has. y que
está situada en la confluencia de los barrancos Escarrillo y Henar, aquí la salinidad
del substrato la aporta el yeso y la alta concentración de sulfato sódico que
presentan los suelos arenosos donde se desarrollan estas plantas. La especie
dominante de tamariz en estas singulares formaciones es Tamarix gallica, no
obstante, cuando las condiciones de salinidad se acentúan es reemplazada por
Tamarix canariensis. El interés de los tamarizales es muy notable pues no sólo
albergan a una flora halófita particular por su rareza en nuestro territorio, también
sirven de refugio a algunas aves limícolas que invernan en estos enclaves.
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44.Prunus lusitanica: loro, se trata de un arbolito del que sólo se conocen tres pies
en la ladera meridional de la Sierra de la Demanda, vive en barrancos y
gargantas húmedas y abrigadas.
45.Prunus mahaleb: cerezo de Santa Lucía; vive en barrancos y pie de cantiles
rocosos en zonas de montaña sobre substratos calizos.
46.Prunus spinosa: arañón, endrino, arbusto espinoso, forma parte de los setos,
espinares, calveros de bosque, cascajares y laderas pedregosas.
47.Quercus coccifera: coscoja, en matorrales xerofíticos en zonas degradadas de
encinar, se desarrolla preferentemente sobre substratos calizos.
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48.Quercus faginea: quejigo, entra a formar parte de los bosques mixtos en zonas
montanas, gusta de suelos húmedos algo básicos.
49.Quercus humilis: roble, generalmente vive sobre suelos húmedos y substratos
básicos en zonas montanas, sus caracteres morfológicos son muy variables y
se puede confundir con el quejigo aunque es mucho más escaso.
50.Quercus ilex: encina, carrasca, da lugar a los encinares, bosques climácicos
mediterráneos en nuestro territorio.
51.Quercus petraea: roble albar, forma parte de los bosques mixtos en zonas
altas de montaña, vive sobe suelos silíceos en el SW de nuestro territorio.
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Bibliografía:
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