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Los bosques riojanos

LOS BOSQUES RIOJANOS

Antonio Guillén Oterino

Antonio Guillén 1
Los bosques riojanos

LOS BOSQUES RIOJANOS

Sumario:

Introducción 2
Factores que influyen en el desarrollo del bosque 3
Las principales formaciones de bosque de La Rioja:
Pinares 5
Hayedos 6
Rebollares 8
Quejigales 9
Encinares 10
Bosques mixtos 12
Bosques de ribera 13
Otras formaciones de Interés:
Tejedas 15
Acebales 15
Tamarizales 16
Listado de los árboles y arbustos silvestres que forman parte de las
formaciones boscosas en La Rioja 16
La mejora de nuestros bosques 20
Bibliografía 21

Introducción.-
Hace dieciocho años se publicó en Logroño un pequeño librito titulado Los
bosques de La Rioja editado por la Consejería de Ordenación del Territorio y
Medio Ambiente, ahora, de nuevo, con la misma idea de dar a conocer, aunque
sea de una manera parcial, una pequeña parte de la Naturaleza que tenemos más
próxima, nos hemos encontrado con él y llama la atención cómo las palabras que
abrían la introducción de aquel trabajo, parecen escritas hoy; la situación de los
bosques, aunque algo mejor, no ha variado tanto, eso sí, con cierto pensamiento
utópico queremos imaginar que esas palabras, que ahora reproducimos, no
tendrán nada que ver con la realidad del futuro de nuestros bosques dentro de
otros dieciocho años, quizá para entonces, ese futuro sea tan bueno que no lo
podremos reconocer en este texto:
“Cualquier caminante que haya tenido la curiosidad de recorrer La Rioja en
sentido Oeste a Este a través de sus Sierras, se habrá visto de pronto sorprendido
al rebasar la línea de cumbre que separa la Iregua de Leza, el Cameros Nuevo del
Viejo. En muy poco espacio habrá pasado de contemplar un variado paisaje de
bosques, matorrales y pastos, a encontrarse con valles erosionados salpicados de
matorrales o esquilmados pastos sobre los que aparece de vez en cuando alguna
reducida masa de árboles. Si el caminante se aventura en la época del estío, verá
cambiar los arroyos y riachuelos en áridos barrancos rodeados de laderas llecas

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hacia el oriente. Y se preguntará ¿cuál ha sido la causa de semejante


transformación del paisaje?
Allí donde el hombre taló bosques, incendió sus retoños, roturó tierras y
sobrecargó de ganado los pastos de pronunciadas pendientes, la Naturaleza fue
perdiendo poco a poco su capacidad de regeneración, su impulso vital. El
resultado de esta sucesión de atentados contra el equilibrio natural es lo que
contemplamos hoy desde cualquier atalaya de los Cameros Viejo y las Alpujarras,
el valle del Cidacos o del Alhama.
Sin embargo, hoy, gran parte de estas montañas están despobladas y como
consecuencia de ello la Natureza ha iniciado el camino inverso al anterior. De este
modo, podemos observar cómo brotan vigorosamente las estepas, aulagas o
retamas, entre rocas y pastos, o despuntan zatorros, hayornos o pinochos,
protegidos entre matorrales y arbustos, señales del regreso hacia los antiguos
bosques serranos...”
Se puede considerar a los bosques como ecosistemas en los que una o
varias especies de árboles definen un paisaje característico. Los árboles que
conforman el bosque constituyen el primer eslabón de producción de muchos de
los ecosistemas terrestres, los vegetales son capaces de sintetizar la materia
orgánica que se repartirá mediante complejos mecanismos entre los incontables
seres que dan vida al bosque y que no son sólo animales y plantas, también los
que no se ven, hongos, bacterias y otros microorganismos, desempeñan un papel
fundamental.
La desaparición o alteración de los árboles en un bosque supone la
desaparición de todos los seres vivos relacionados con él, se trata de ecosistemas
muy dinámicos que evolucionan con el paso del tiempo hasta alcanzar el equilibrio
en la madurez, por eso, cuando el bosque es dañado, retrocede a etapas menos
evolucionadas y tratará, de nuevo, de volver lentamente a recuperar el equilibrio
perdido, pero si el daño es severo, la situación se hará irreversible y no habrá
retorno posible, esto puede ocurrir si el suelo queda desprotegido y la erosión
actúa implacable -más de 1/3 de la superficie de La Rioja sufre pérdidas de suelo
de altas a críticas, superiores siempre a las 25 Tm/ha/año, las principales causas
de esta situación son la ausencia de vegetación, casi siempre ligada a la acción
humana y las pronunciadas pendientes-.

Más de 1/3 de la superficie de La Rioja sufre pérdidas de suelo


de altas a críticas.

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Los bosques constituyen un extraordinario banco de biodiversidad,


contribuyen a frenar la erosión al fijar los suelos con su sistema radicular, también
intervienen en su proceso de formación al disgregar las rocas, proporcionan gran
cantidad de materia orgánica al substrato, materia que al descomponerse
constituirá el humus; ayudan a retener el agua tanto en sus tejidos como a través
del ciclo de la evapotranspiración, fijan el CO2 atmosférico mediante fotosíntesis,
proporcionan al hombre recursos materiales: madera, productos químicos...y nos
hacen la vida más agradable con sus colores, su sombra, sus olores y todos los
misterios que encierran, en definitiva, con toda su belleza cambiante.

Factores que influyen en el desarrollo del bosque en La Rioja


El que en una zona se instale y desarrolle un tipo de bosque u otro es el
resultado de complejas interacciones entre el clima, el relieve, la altitud, el tipo de
suelo, la humedad del substrato, la intervención humana, etc. De este modo hay
bosques que sólo se presentan en climas mediterráneos como el encinar o
atlánticos como los hayedos, unos crecen en zonas bajas como los bosques de
ribera, mientras otros, como los pinares de pino silvestre, buscan las zonas altas
de montaña; algunos muestran preferencias por sustratos básicos, quejigales,
otros por los silíceos como los rebollares e incluso por los salinos como los
tamarizales, los hay que como los encinares requieren poca humedad edáfica
mientras que otros, como las alisedas, necesitan tener las raíces encharcadas...
La Rioja, por su ubicación y su orografía presenta gran cantidad de
variables que multiplican las posibilidades de que aparezcan unos u otros tipos de
bosque, de esta enorme heterogeneidad en un pequeño territorio como éste,
surge una gran riqueza potencial y de variedad de hábitats que se traduce en
diversidad y es precisamente la diversidad la característica que quizá pueda definir
mejor nuestros bosques.

Los hayedos y bosques mixtos se desarrollan en enclaves de la sierra


a los que llega la influencia atlántica

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Por su ubicación, nuestro territorio está expuesto a tres claras influencias


climáticas, por un lado, la proximidad al Cantábrico hace que los frentes
procedentes de la costa lleguen a las Sierras del sur de La Rioja donde descargan
precipitaciones y suavizan la temperatura; por otra parte el Valle del Ebro permite
la entrada del influjo mediterráneo desde el E lo que determina una marcada
sequía estival e inviernos más rigurosos, también condiciona la aparición de un
gradiente térmico de W a E; por fin, una tercera influencia es la que ejerce el
Sistema Ibérico que contribuye a la continentalización del clima favoreciendo así
prolongados fríos invernales.

La coscoja, Quercus coccifera, da lugar a formaciones de matorral mediterrráneo


xerófitico en el oriente de la Comunidad.

En cuanto a la orografía, se pueden destacar en La Rioja dos unidades de


relieve claramente diferenciadas: en toda la mitad norte, la depresión del Valle del
Ebro, y hacia la mitad meridional las diferentes alineaciones montañosas y
estribaciones del Sistema Ibérico que constituyen la Sierra; además de estas
unidades hay que señalar también la importante barrera orográfica de la Sierra de
Cantabria que situada al norte del Valle del Ebro separa la España Atlántica de la
España Mediterránea. Estos relieves condicionan el desigual reparto de
precipitaciones, que disminuyen progresivamente hacia el oriente al ir
descargándose los frentes que barren La Rioja de W a E en las diferentes
alineaciones montañosas que se disponen transversalmente al Valle del Ebro.
Todos estos factores señalados con anterioridad, unidos a la existencia de
diferente tipo de substrato, generalmente silíceo en el cuadrante suroccidental y
de cierta basicidad en el resto del territorio y de la diferente presión ejercida por el
hombre en los distintos enclaves de nuestra geografía, son la razón de la gran
variedad de hábitats y de la diversidad de bosques a la que hacíamos mención
antes.
De las 503.400 Has. que ocupa el territorio de la Rioja, 128.9171 están
cubiertas por árboles, lo que representa el 26% de la superficie total, sin embargo
el suelo forestal desarbolado ocupado por eriales, matorrales y pastizales llega a
cubrir el 33%; estos terrenos, que antaño estuvieron cubiertos por bosques, están

1
Datos de las superficies forestales arboladas según la información que, para La Rioja, contiene el II
Inventario Forestal Nacional (1988). Los datos de la evolución de las superficies arboladas se han obtenido
comparando el I Inventario Forestal Nacional (1968) con el segundo. En líneas generales, la situación del
inventario de 1988 es indicativa del panorama actual.

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experimentando una lenta recuperación como consecuencia de la notable


disminución de la presión humana y ganadera.

El abandono de las actividades agrícolas y ganaderas


en la montaña está favoreciendo la recuperación del bosque.

La distribución de los bosques en La Rioja se concentra sobre todo en las


zonas serranas del occidente a las que llegan las influencias atlánticas y donde se
manifiestan por la altitud y aislamiento condiciones climáticas de carácter
continental, en los valles altos del Oja, Najerilla, Iregua y Leza, se presentan las
mayores y mejor conservadas masas forestales, mientras que el Valle y las sierras
orientales, que tienen un carácter marcadamente mediterráneo, y que han estado
sometidas durante muchos siglos a una fuerte presión humana, están
prácticamente deforestadas, por eso se muestran desoladas y solamente
aparecen árboles formando algunos bosquetes de carrascas y sotos en los ríos.
En el corazón de la montaña los bosques varían según la altitud y la
orientación. Por la Sierra de la Demanda y zonas próximas se extienden los
hayedos mezclados con roble albar y los bosques mixtos de fresnos, olmos, tilos y
cerezos silvestres en los fondos del valle, con rebollares en las solanas, mientras
que en las Sierras de Cebollera y de Cameros o en el alto Iregua, predominan los
pinares naturales de pino silvestre; ya en la zona de contacto entre la Sierra y el
Valle los encinares están salpicados de quejigos.
En la actualidad muchos de los bosques de La Rioja se recuperan a ritmo
lento como consecuencia del abandono de los pueblos y con ellos de las tierras de
cultivo; también la disminución de las actividades ganaderas y sobre todo del
pastoreo están favoreciendo esta recuperación, sin embargo otros peligros

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acechan al bosque: los incendios forestales, la roturación de laderas con fuerte


pendiente, la construcción de infraestructuras turísticas, de embalses, carreteras y
la introducción y plantación de especies foráneas, son sólo algunos ejemplos.
Mediante la educación desde edades tempranas, campañas de información,
ordenación del territorio y la implicación de la administración y de todos nosotros la
situación puede mejorar, así contribuiremos hacer un Planeta más habitable ¿qué
mejor herencia pueden recibir nuestros hijos?

Distribución en altitud de las principales formaciones de


Bosque en La Rioja

Las principales formaciones de bosque de La Rioja:

Pinares
Los pinares de pino silvestre, Pinus sylvestris, son los únicos que con
carácter autóctono se desarrollan en nuestra Comunidad, se encuentran
generalmente ocupando un piso superior al de las hayas -desde los 1500 a los
1900m- e igual que éstas se muestran indiferentes al sustrato. Crecen
preferentemente sobre suelos sueltos y son capaces de resistir temperaturas
bastante más extremas que aquellas; tanto las máximas como las mínimas que no
permiten el desarrollo del haya sí pueden ser adecuadas para el pino silvestre. El
pino silvestre es árbol de tronco recto, muy característico por presentar la corteza
de la parte media y alta del tronco de color anaranjado o pardo rojizo, al ir
desprendiéndose ésta en forma de láminas papiráceas de este color; las hojas
son muy cortas y se insertan en las ramitas por parejas, las piñas, cónicas y
pequeñas, rara vez sobrepasan los 6 cm de longitud.
La fauna que se encuentra en los pinares de montaña se caracteriza por su
riqueza en reptiles y la apreciable representación de micromamíferos y ungulados,
sin embargo, la avifauna está pobremente representada, entre los animales más

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comunes cabe citar el herrerillo capuchino, carbonero garrapinos, azor,ciervo,


ardilla roja y víbora áspid.

Las formaciones de Pinus silvestris se extienden en las cimas de las sierras de La Rioja y en
especial por las de la Cebollera.

Las principales formaciones naturales de pino silvestre se encuentran en la


Sierra Cebollera, características por su extensión y madurez, que se prolongan
hacia el oeste por Hoyos de Iregua hasta el Mojón Alto, llegando a la Sierra de la
Demanda por el Barranco del Portilla hasta el macizo de Cerezales en los
términos de Canales de la Sierra, Mansilla y Villavelayo; también crecen en las
faldas meridionales del Alto de la Agenzana en las proximidades al Rasillo. En las
zonas altas de Cebollera llegan a hibridarse con las poblaciones de pino negro,
Pinus uncinata, en las inmediaciones del Castillo de Vinuesa, en estos límites
altitudinales -cerca de 2000m- las condiciones de vida para el pino silvestre ya son
críticas y es sustituido en estos enclaves por el Pino negro, Pinus uncinata, que
únicamente aparece representado en este enclave riojano. Los pinos silvestres se
hacen raros hacia el oriente de la comunidad y el valle del Ebro, donde los pinos
que aparecen corresponden a plantaciones forestales llevadas a cabo con otras
especies, fundamentalmente pino carrasco, Pinus halepensis, y pino marítimo,
Pinus pinaster.

Aspecto general y detalle del pino silvestre, el pino más extendido en la comunidad

El pino silvestre se ha extendido con relativa rapidez por muchas zonas de


La Rioja, tanto es así que en los últimos veinte años se ha duplicado el número de

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individuos, -aunque la superficie ocupada por esta especie es algo inferior a la que
ocupan las hayas-, esta expansión se ha realizado de manera natural en los
lugares que antaño debió ocupar como por otras zonas que son claro dominio del
rebollar y del hayedo. Sin duda, la intervención humana ha contribuido de una
manera más que notable a la expansión de esta especie que durante décadas se
ha empleado en plantaciones forestales como árbol de extracción maderera; en
este sentido cabe señalar que la producción de madera de pino silvestre ha
aumentado considerablemente durante estos últimos años, como consecuencia de
la realización de las primeras cortas en pinares de repoblación con más de 40
años de antigüedad.

Mapa de distribución del pino silvestre en La Rioja.

Los pinares de pino silvestre presentan en La Rioja un estado fitosanitario


bueno y los daños provocados en los pinares provienen fundamentalmente de la
nieve, los insectos y el viento y en menor medida de hongos y otros agentes
patógenos.
De entre los ejemplares singulares de pino silvestre de la Comunidad, el
Pino Candelabro, en Villoslada de Cameros, ofrece un aspecto muy llamativo por
su espectacular ramificación basal.

El pino carrasco, Pinus halepensis, es un pino netamente mediterráneo que se ha utilizado


extensamente en nuestra comunidad para realizar plantaciones en las zonas del valle.

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Hayedos.
Constituyen, dentro de los bosques de frondosas, una de las comunidades
más características de la región eurosiberiana; en La Rioja, crecen siempre en
lugares relativamente altos, entre los 1200 y 1600m aproximadamente, en
aquellas zonas donde las precipitaciones son abundantes y las nieblas frecuentes;
por este motivo, los hayedos se encuentran con frecuencia situados en laderas de
orientación norte donde los frentes procedentes del Atlántico y cargados de
humedad liberan el agua al encontrar el obstáculo de la montaña. Aunque las
hayas se muestran indiferentes al sustrato, en la Rioja suelen crecer sobre suelos
silíceos y lo hacen en aquellos lugares en los que no están muy compactados, no
toleran bien los ambientes muy cálidos ni las heladas tardías, por este motivo
desaparecen donde el clima se inclina hacia la continentalidad.

Los hayedos dan lugar a formaciones cerradas en aquellos lugares de


la sierra a los que llegan las influencias del clima atlántico.

El haya, Fagus sylvatica, es árbol robusto de tronco derecho, corteza lisa de


color ceniza y copa aovada; las hojas, caedizas, son elípticas u ovaladas,
lustrosas por el haz y con nervios paralelos bien marcados por el envés; los frutos,
hayucos, que recuerdan diminutas castañas angulosas, están protegidas por una

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envuelta erizada, más pequeña y alargada que la del castaño, que se abre por
cuatro costuras y está recubierta de picos endebles cortos y curvados.

Aspecto general y detalle de una ramita de haya.

Las hayas dan lugar a formaciones muy tupidas en las que la luz apenas
penetra en el sotobosque, en estas condiciones la vida para otras especies resulta
muy desfavorecida y la biodiversidad vegetal dentro del hayedo se encuentra muy
limitada. En los hayedos riojanos se encuentra una fauna parecida a la de los
hayedos europeos, escasa, pero con un alto interés biogeográfico; entre la
avifauna de estos bosques quizás las aves más representativas sean el
carbonero palustre, el trepador azul y el agateador norteño, también encuentran
cobijo en estas formaciones algunas rapaces raras y singulares como el abejero
europeo, el azor y el gavilán; entre los mamíferos más comunes los lirones, tanto
gris como el careto y el ratón leonado no suelen faltar, así como corzos y jabalíes,
cada vez más abundantes; entre los reptiles quizá la culebra lisa europea sea el
ofidio más común.
Los hayedos en La Rioja son especialmente abundantes en el cuadrante
suroccidental de la Comunidad: valle de Santurdejo, cabecera del Oja, Llano de la
Casa, inmediaciones del Gatón, laderas de la Sierra de Moncalvillo, etc. y se
extienden hacia el E a través de los valles de los ríos Cárdenas, Tobía y umbrías
del de Valvanera, siguen por Camero Nuevo donde los más extensos ocupan las
laderas situadas bajo las cumbres del Serradero, medio y alto Iregua, Mojón Alto,
Hoyos de Iregua y Monterreal y continúan desarrollándose en todas las laderas
orientadas al N y NW de la Sierra de Camero Viejo, desde la Sierra Pineda hasta
la Sierra del Hayedo de Santiago. Hacia el valle de Leza y Cidacos el haya se

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enrarece extraordinariamente y alcanza su límite oriental -y por eso presenta un


interés especial- en las umbrías próximas a la cumbre de la Sierra de la Hez y en
Poyales, en la Sierra de Achena; otros hayedos trasformados por la acción del
hombre forman bosquetes adehesados como las de Torre en Cameros, Dehesa
de Santa Marina, Dehesa de Hornillos, Dehesa de Torremuña y Luezas; por
último, hacia el norte de la Comunidad es posible encontrar hayas en la vertiente
meridional de la Sierra de Cantabria en aquellos enclaves en los que, las situadas
en las vertientes septentrionales, ya en territorio alavés o navarro, sobrepasan la
línea de crestas en su expansión hacia el sur y se instalan en lugares umbrosos
de las laderas riojanas. En cualquier caso, como ya hemos señalado, la superficie
cubierta por los hayedos disminuye progresivamente de oeste a este y de sur a
norte. En las últimas décadas se ha cuantificado una sustancial recuperación de
esta especie, que alcanzaría, según la comparación entre el Inventario Forestal de
1968 y el de 1998, hasta el 70% en los pies menores y de un 20% en los mayores
-menor que en el caso anterior por efecto de las importantes talas efectuadas en
los hayedos maduros-. La salud de los hayedos de la Comunidad es muy buena
dado que se estima que el 96% de los individuos no presentan daños evidentes, la
nieve, el viento, las heladas tardías, los insectos y los hongos, son los principales
causantes de daños en estas masas forestales.

Mapa de distribución del haya en la Comunidad.

Entre los ejemplares de haya catalogados como singulares en nuestra


comunidad se encuentran el Haya Peinada de Villarejo, el Haya de Ortigosa en
Ortigosa de Cameros, el Haya de los Carrias en San Millán de la Cogolla, o el
Haya Torcida de Anguiano.

Rebollares.
Los rebollares riojanos son robledales constituidos principalmente por
Quercus pyrenaica, el rebollo, melojo o marojo y dan lugar a las formaciones de
roble más extendidas en nuestra Comunidad, cubren la misma superficie forestal
que las hayas, el 21,1%, y se extienden desde los 800 hasta los 1100m de altitud.
El rebollo es árbol no muy alto, de tronco más o menos recto pardo grisáceo, con
la corteza agrietada y de copa irregular; las hojas, de pecíolo corto, se mantienen
marchitas sobre el árbol durante todo el invierno, están profundamente hendidas
en lóbulos irregulares y aparecen recubiertas por un fino indumento de pelos
estrellados que apaga su verdor inicial; las bellotas, solitarias o en grupos de 2-3,

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se insertan en las ramitas por rabillos muy cortos. El rebollo vive en zonas
montanas, generalmente por debajo del haya y en lugares más elevados que el
quejigo y la encina, pero es capaz de soportar condiciones de más continentalidad
que el haya, aguanta la escasa humedad, requiere precipitaciones en primavera y
otoño y soporta temperaturas más extremas, pero cuando los contrastes térmicos
se acentúan el rebollo es sustituido por el pino silvestre. Los rebollares son
netamente silicícolas y prefieren los suelos sueltos y con buen drenaje a aquellos
que tienen tendencia a encharcarse donde se desarrollan árboles con preferencias
higrófilas como avellanos, fresnos, olmos, etc. A diferencia del haya, los rebollos
suelen situarse en las laderas orientadas a mediodía o hacia el sur y huyen de las
zonas de nieblas persistentes o de los barrancos umbríos donde la insolación es
escasa.

Los rebollares son formaciones netamente silicícolas y se suelen instalar


sobre suelos sueltos y con buen drenaje.

La fauna que habita en los robledales es rica en comunidades de roedores,


carnívoros, quirópteros, reptiles y aves y suelen estar presentes en ellos el pinzón,
petirrojos, cárabo y aguililla calzada, además del lagarto ocelado o el
omnipresente jabalí y la musaraña de Millet.
En La Rioja, los rebollares ocupan grandes extensiones y se asientan en
casi todas las zonas montañosas del cuadrante suroccidental, pero faltan en las
sierras más orientales; entre los más representativos se encuentran los del curso
medio del Oja, alto Najerilla, Barranco del Portilla, medio y alto Iregua donde el
marojo conforma bosques más húmedos que en otros emplazamientos -Villoslada,
Lumbreras, Ortigosa, Villanueva, Collado de Sancho Leza y Velandia, entre
Pinillos y Laguna de Cameros, etc., también se extiende por las faldas de las
cumbres del Serradero y de la Sierra de Moncalvillo-; hacia el este, ya en las
cuencas del Leza y Cidacos, da lugar a grandes formaciones discontinuas en los
alrededores de El Collado, Bucesta y Santa Marina y en la Sierra de la Hez ocupa
de forma continua las solanas; en estas mismas cuencas aparece aclarado en
formaciones adehesadas en Torre en Cameros, Jalón, Valdeosera y Treguajantes
y recupera su territorio en algunas dehesas de Leza; hacia las zonas más
orientales de la comunidad vuelven a aparecer los rebollos en las cumbres de la
sierra de Yerga donde se encuentran acompañados de carrascas; por fin, en la

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cuenca del Ebro aparecen salpicando en forma de bosquetes algunas umbrías de


la Sierra de Cantabria que presentan suelos descarbonatados; merecen asimismo
destacarse robledales como el Carrasquedo de Grañón, rebollar adehesado que
ocupa una extensión de 320 has. y que, situado a una altitud media de 730m, es
uno de los más bajos de La Rioja; también la Dehesa de Cirueña cuenta con una
extensión de 180 has. en la que los rebollos, muy bien conservados y crecidos, se
mezclan hacia el oeste con formaciones de quejigo y, por último, los bosquetes de
melojo que sobreviven en las zonas altas de la dehesa de Navarrete casi con
carácter relicto.

Aspecto general y detalle de una rama de rebollo.

En cuanto a la expansión de los rebollos se ha constatado en el último


inventario forestal un incremento de pies jóvenes que se puede calificar como
extraordinario, pues se ha pasado de los 27 a los 62 millones de individuos,
mientras que los rebollos de pies mayores han pasado de 1,8 millones a 3,3
millones en tan sólo veinte años. Esta recuperación obedece a la menor presión
que sufren estas formaciones, disminución de la población rural, disminución del
aprovechamiento ganadero y sustitución de la leña por combustibles fósiles.

Mapa de distribución de los rebollares en La Rioja.

La salud de los rebollares no es tan buena como la de los hayedos o la del


pino silvestre, aunque un 77% de los ejemplares no presenta lesiones; los
principales agentes causantes de daños provienen de insectos, hongos y plantas
epifitas.

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Quejigales
De los bosques caducifolios, estos son los que presentan un carácter más
marcadamente mediterráneo y guardan más similitud con los bosques esclerófilos,
de hecho constituyen formaciones de transición entre los robledales y los
encinares. Los quejigales están constituidos por un tipo de roble, Quercus faginea,
que presenta caracteres morfológicos intermedios entre el roble y la encina. Es
árbol de tronco derecho, no muy grueso, de corteza pardo grisácea, rugosa y
marcada por numerosas grietas poco profundas, la copa es bastante regular y con
frecuencia más o menos redondeada; las hojas, de forma casi elíptica y
consistencia coriácea están recortadas en dientes triangulares y permanecen
secas en las ramas durante el otoño y a veces durante parte del invierno, las
bellotas del quejigo se sujetan a las ramas por cortos rabillos. Las preferencias
ecológicas de los quejigos se sitúan entre las de los bosques mediterráneos
húmedos y los mediterráneos secos representados por los melojares y encinares
respectivamente.

El quejigo mantiene durante todo el invierno las hojas secas que son reemplazadas por otras
nuevas la primavera siguiente.

Al igual que la encina, este roble resiste muy bien los marcados contrastes
térmicos, pero parece aguantar mejor que ésta mínimas más bajas en invierno;
por contra, requiere abundantes lluvias primaverales y otoñales. Habita sobre
suelos básicos y se puede desarrollar con normalidad, a diferencia del rebollo, en
suelos arcillosos compactados que no drenan bien. Hibrida frecuentemente con el
melojo y, por ello, no es raro encontrar diferentes formas intermedias difíciles de
adscribir a una u otra especie. El cortejo de especies arbóreas que acompaña al
quejigo suele ser más amplio que el de las hayas o el pino silvestre, entre ellas
destacan el arce, Acer monspessulanum, majuelo, Crataegus monogyna, enebro,
Juniperus communis, guillomo, Amelanchier ovalis, endrino, Prunus spinosa, boj,
Buxus sempervirens además de zarzamoras, Rubus sp. y rosas silvestres de
distintas especies Rosa sp. Las formaciones de quejigo han sido muy castigadas
en La Rioja, de ellas se ha aprovechado su madera, fundamentalmente para leña,
y sus ramas bajas como alimento para el ganado. Los quejigales más extensos se
localizan en las laderas del curso medio del Iregua, pero aparecen también
representados hacia la Sierra de la Demanda en algunos afloramientos calizos
como en Canales de la Sierra, Villavelayo, el Barranco del Portilla y Valgañón; en
la zona de Cebollera-Cameros además de los que se extienden desde Islallana a
Villanueva en el curso medio del Iregua, las mejores formaciones se encuentran al
pie de Cerroyera, Torrecilla, Almarza, Pradillo -donde vive un quejigo de

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espectaculares dimensiones- y Gallinero; también crece más al norte sobre


calizas, en las laderas del Serradero y Ribabellosa; hacia las cuencas del Leza y
Cidacos los quejigales, de poca extensión, se localizan sobre todo en la zona
media del Leza: Dehesa de Santa Marina, San Román de Cameros y Terroba y
forman pequeños bosquetes en Montalbo, Luezas, Torre en Cameros, Trevijano,
Zenzano, Soto en Cameros, Lagunilla de Jubera o Enciso, alcanzando también las
umbrías del Monte Laturce; hacia el Valle del Ebro aparecen salpicando zonas de
dominio del encinar y sólo alcanzan cierta extensión en Galbárruli y Cellorigo; por
último cabe citar la presencia de estas formaciones en la Dehesa de Navarrete, en
la que, a veces, se entremezclan con encinas y pinos de plantación. Enclave de
interés especial por ser el más oriental donde se encuentran quejigos en la Rioja
es el que se halla situado en la solana y cerca las cumbres de la Sierra de Yerga.
Los ejemplares más viejos se encuentran en el quejigal de Peñamiel en Pradillo.

Apariencia general y detalle de las hojas y fruto del quejigo.

En cuanto a la evolución de los quejigales en La Rioja, según datos del


último inventario forestal, el numero de árboles ha aumentado un 57% respecto a
los pies menores y un 50% respecto a los mayores, aunque de todas las
formaciones abordadas en este trabajo los quejigales son las formaciones que
menos extensión ocupan en la Rioja con un 5,6% de la superficie arbolada. De las
especies arbóreas quizá sea el quejigo el árbol más afectado por hongos, insectos
y plantas epifitas, ya que sólo el 68% de los individuos no presenta ningún daño.
Son numerosos los quejigos singulares que aparecen en nuestro territorio: Quejigo
Roble de las Once en Tobía, el Quejigo de Mansilla en Mansilla de la Sierra, el
Roble Gordo o de las Palomas en el quejigal de Peñamiel de Pradillo- con más de
2m de diámetro - que posiblemente sea el más antiguo de la Comunidad, Roble de

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la Virgen en Cañas, Roble de la Virgen del Patrocinio en Pedroso o el Quejigo de


Cerro Laguna constituyen un nutrido ejemplo de individuos muy característicos.

Mapa de distribución del quejigo en nuestra Comunidad.

Encinares
Son los bosques que en nuestra Comunidad presentan una
mediterraneidad más acusada. La encina, Quercus ilex, es uno de los árboles de
carácter más rústico que habita en nuestro territorio, presenta el tronco derecho y
la corteza cenicienta o parduzca aparece resquebrajada por grietas poco
profundas, la copa suele ser amplia y redondeada y las hojas, elípticas o
anchamente lanceoladas y de borde entero -suelen presentar borde con dientes
espinosos las inferiores o las de los individuos arbustivos- son perennes y muy
correosas y están recubiertas por un indumento afieltrado por el envés; las
bellotas se asientan sobre pedúnculos muy cortos y la cúpula en la que se insertan
presenta escamas planas, a diferencia de la de la coscoja, Quercus coccifera, que
las tiene ganchudas y algo espinosas. Se trata de una planta especialmente
adaptada a los climas secos y térmicamente muy contrastados, aquí soporta una
prolongada sequía estival y subsiste con un régimen muy bajo de precipitaciones
del otoño a la primavera, de este modo, las encinas aguantan las extremas
temperaturas estivales e invernales de las zonas medias y bajas de La Rioja y
resisten bien exiguas precipitaciones que pueden alcanzar tan solo los 350mm
anuales en algunos enclaves. La carrasca suele vivir entre los 400 y los 800m de
altitud sobre todo tipo de substratos, bien sean silíceos o calizos, pero tolera muy
mal las sales y los terrenos encharcados.

Los encinares constituyen la vegetación cimácica en buena parte de los territorios del valle.

Antonio Guillén 17
Los bosques riojanos

Aunque las diferencias entre los encinares silicícolas y los que viven sobre
terrenos calizos no son muy significativas, cuando el encinar es maduro sí lo son
sus etapas de degradación, así, los encinares degradados sobre suelos calizos
dan lugar a formaciones de coscoja, romerales, tomillares, aulagares y
formaciones de espliego, mientras que los que aparecen degradados sobre suelos
silíceos, forman escobonares, retamares, cantuesares y piornales; esta diferencia
entre unos y otros puede apreciarse muy bien en las formaciones que aparecen al
norte y al este de la Comunidad, -por ejemplo, entre las estribaciones y laderas
meridionales de la Sierra de Cantabria donde estas formaciones tienen un
marcado carácter calcícola- y aquellas otras netamente silicícolas instaladas en el
sur de La Rioja, situadas al pie de la Sierra de la Demanda y Cebollera. Aunque
los encinares aparecen dando lugar a formaciones dispersas en todo el territorio
riojano, a excepción del Valle del Ebro, son más escasos en el tercio oriental; en
esta zona, se encuentran al pie de las vertientes meridionales de la Demanda y de
la Sierra de San Lorenzo, valle medio de Valvanera y Barranco del Portilla; interés
especial merecen los encinares montanos de la zona media-alta del Najerilla
extendidos en suelos de muy fuerte pendiente y en valles encajonados y secos,
además de los de las vertientes occidentales de las Cumbres del Serradero. En la
zona de Cebollera-Cameros empiezan a aparecer los encinares sobre el valle
medio del Iregua en laderas orientadas a poniente entre Villoslada y Torrecilla,
cuando las influencias mediterráneas se hacen más marcadas; ya en el curso bajo
del Iregua, al abrirse el valle, la influencia mediterránea llega con menos dificultad
y por eso los encinares se sitúan en las dos vertientes; en las Cuencas del Leza y
Cidacos, toda la superficie de encinares comprendida entre el valle del Ebro y la
Sierra de la Hez ha sido roturada, a excepción del monte de Ausejo; no obstante,
quedan en esta zona algunas pequeñas manchas de encinar como las que se
encuentran en la umbría del Monte Laturce o las de Jubera, Santa Lucía, Ocón y
las Ruedas; otros carrascales que aparecen dispersos por la zona son los de
Carbonera-Tudelilla, el de Bergasa, Zarzosa, La Rada, o Valdevicente y Carranzo
en Munilla-Enciso; pero es en el extremo suroriental de la provincia donde los
encinares se extienden por una mayor superficie, así los de la Sierra de Yerga
ocupan las laderas de ésta hasta el monte Gatún, de menos extensión, pero bien
conservado hay que destacar el de Villarroya y hacia el sureste el de Villaroso en
el término de Cornago, más al sur, en las laderas orientales de la Sierra de
Alcarama y las umbrías de Monegro, en Aguilar de Río Alhama, se encuentran los
encinares más meridionales de la Comunidad.

Antonio Guillén 18
Los bosques riojanos

Encina y detalle de una ramita con fruto.

Los carrascales que ocuparon la casi totalidad de la superficie del Valle del
Ebro fueron talados e incendiados para la obtención de tierras de cultivo,
ocupadas hoy, en su mayor parte, por cereal y algunos viñedos; entre los restos
de aquellos bosques el carrascal de Cidamón, en los términos de Cidamón y San
Torcuato ocupa 600 has. sobre suelos lavados y donde las encinas aparecen
acompañadas de enebros y algunos ejemplares muy desarrollados de pino
piñonero; también en la Dehesa de Navarrete acompañan a los quejigos. Por
último, pequeñas manchas de encinar como las de Sotés, Huércanos, Ventrosa y
Fuenmayor constituyen restos de otros encinares mucho más extensos y hoy
ocupados por tierras de labor. Mención especial merecen los que crecen en los
barrancos de la umbría de los Obarenes, singulares por la presencia de madroño,
durillo o labiérnago, especies todas ellas escasas en La Rioja y bien
representadas en los encinares estelleses y burgaleses. Los rodales de encinar
mejor conservados dan cobijo al más nutrido grupo de mamíferos carnívoros de la
comunidad: gato montés, garduña, gineta, comadreja y zorro, además del
omnipresente jabalí. Entre los reptiles el lagarto ocelado y la culebra de escalera
encuentran su óptimo en los carrascales. Por otra parte aves como el águila
culebrera, la abubilla o diferentes especies de currucas nidifican en estos bosques.

Mapa de distribución de los encinares en nuestra comunidad.

Antonio Guillén 19
Los bosques riojanos

Quizá sea la encina el árbol que en los últimos años haya mostrado una
más espectacular recuperación, aumentando un 293% en pies menores, aunque
tan solo un 15% en pies mayores, esta recuperación es fruto de la menor presión
demográfica y ganadera y de la sustitución de la leña por combustibles fósiles. En
cuanto a la salud de los encinares, los porcentajes de individuos afectados por
diferentes males es superior al de pinos, robles y hayas y se sitúa en un 21% de
los individuos, los principales agentes de estos daños son los hongos y los
insectos y, secundariamente, las plantas epifitas, la nieve, el viento o la sequía.
Entre las encinas singulares de La Rioja, las de Vallejoco en Viniegra de Abajo y
las de Villarroya se encuentran entre las más destacadas.

Bosques mixtos
Los bosques mixtos son formaciones vegetales de gran valor biológico
constituidas por diferentes especies arbóreas en las que ninguna domina
especialmente sobre las demás, en La Rioja pueden estar formados por una
mezcla de hayas, robles albares, Quercus petraea, rebollos, Quercus pyrenaica,
acebos, Ilex aquifolium, tilos, Tilia platyphyllos, fresnos, Fraxinus excelsior, arces,
Acer campestre, serbales, Sorbus sp., tejos, Taxus baccata, olmos de montaña,
Ulmus glabra, etc. Este tipo de bosques en nuestra Comunidad se suele instalar
en zonas de media montaña, generalmente en pleno dominio del hayedo, en
lugares de fuerte pendiente y, con frecuencia, recluidas en el fondo de barrancos y
junto al agua. Se extienden, en La Rioja por una superficie muy reducida, a pesar
de esto, su gran variedad florística está acompañada de una gran riqueza
faunística pues conviven en estos ecosistemas los invertebrados y vertebrados
más variados representativos de hayedos, robledales, acebales, fresnedas, cursos
de agua, etc.

El acebo suele acompañar a robles, serbales y arces en las


formaciones de bosque mixto.

Los bosques mixtos se sitúan formando pequeñas manchas


preferentemente en el cuadrante suroccidental de la provincia. En la zona de la
Demanda el bosque mixto del alto Oja, es el de más extensión de la Comunidad y
ocupa una superficie de 1000 has. en enclaves poco higrófilos y donde los robles
albares, rebollos, fresnos, arces, y acebos, son las especies más frecuentes,
también son de interés los del Valle de Santurdejo, Llano de la Casa y Barranco

Antonio Guillén 20
Los bosques riojanos

del Portilla; en la cuenca del Najerilla merecen la pena destacarse por su


importancia los situados en las laderas septentrionales del cerro de Urbaña con
una superficie de 570 has. y compuestos por fresnos, arces, tilos y roble albar y el
de Roñas, en el extremo oriental de la Sierra de San Lorenzo, con una
composición muy variada pero bastante castigado por la acción humana y en el
que son frecuentes los tilos además de fresnos, arces, roble albar y rebollos;
también en el valle del Iregua, cerca de Nieva de Cameros se extienden sobre
suelos frescos en los que forma tupidos rodales el avellano, Corylus avellana. En
cualquier caso, unos y otros nos ofrecen un magnífico regalo en otoño y también a
principios de primavera, cuando sus copas, formando un mosaico de colores
cálidos salpican valles y laderas. En conjunto las especies que entrar a formar
parte de este tipo de bosques han experimentado un espectacular aumento en los
20 años que separan los datos de los dos inventarios forestales, a que nos hemos
referido antes y en los que se ha producido un incremento en el número de
árboles de un 310% en pies menores y un 23% de los mayores.
Entre los árboles singulares que forman parte de los bosques mixtos en La
Rioja señalaremos aquí los siguientes: de roble albar, Quercus petraea, merece la
pena destacarse el Roble del Riguelo en Viniegra de Abajo, el Roble de la Solana
en Canales de la Sierra, el Roble de la Dehesa de las Fuentes en Mansilla de la
Sierra y los robles albares de la Heredad de Canales, Mansilla y Villarejo; de tilos,
Tilia platyphyllos, el Tilo de Calamintío, en Mansilla de la Sierra, el Tilo Fallizco de
Valgañón o el Tilo de Cidamón, constituyen ejemplos de individuos notables; de
olmos, Ulmus glabra, el Olmo del Rasillo en El Rasillo; de abedules , Betula alba,
el Abedul de Nava en Lumbreras; de mostajos, Sorbus aria, el Mostajo del Río
Cárdenas en San Millán de la Cogolla; de arces, Acer campestre , el Arce de las
Roñas en Anguiano; de fresnos de montaña, Fraxinus excelsior, el Fresno de la
Virgen de Canalejas en Zarzosa; de maguillos, Malus sylvestris , el Maguillo de las
Roñas en Anguiano; de cerezos silvestres, Prunus avium, el Cerezo del Chorreto
en Ojacastro o de álamo temblón, Populus tremula, la Tembleda, pequeña
comunidad de esta especie en Canales de la Sierra y de origen incierto,
constituyen una nutrida representación de la variedad y particularidades de estas
formaciones.

Bosques de ribera.
Estas formaciones, como los bosques mixtos, están compuestas por varias
especies que viven junto al margen de ríos y arroyos. Siempre dependen de la
humedad del suelo y secundariamente del clima, una de las características que
mejor se puede apreciar en estas formaciones es su localización ordenada
respecto a un cauce, así, la vegetación de estos lugares se dispone en una serie
de bandas paralelas al río y, de este modo, a diferencia de lo que hemos venido
comentando en otros tipos de bosque en los que el clima es el primer
condicionante de la vegetación, aquí, el factor diferenciador es la mayor o menor
proximidad al agua y de manera secundaria el clima. Así, en aquellos sotos o
bosques de ribera que no han sido muy alterados es posible diferenciar dos
bandas de vegetación que discurren paralelas al cauce, la primera de ellas, más
próxima, se instala incluso en contacto con ella y está constituida por especies

Antonio Guillén 21
Los bosques riojanos

muy exigentes respecto a la humedad edáfica, esta vegetación es capaz además


de resistir los efectos de las crecidas gracias al desarrollo de sus raíces; sauces,
alisos y secundariamente chopos, conforman esta primera franja que está en
contacto con otra segunda en la que pueden completar el cortejo otras especies
como chopos, álamos, fresnos, olmos, avellanos o tamarices, que crecen sin
necesidad de tener encharcadas sus raíces. No todos esos árboles aparecen
siempre a lo largo de los cursos fluviales de La Rioja, en aquellas zonas con una
mayor influencia atlántica, generalmente en valles de montaña media o baja y
sobre suelos poco salinizados y ácidos crecen alisos, avellanos o el olmo de
montaña, sin embargo, en las zonas con más marcada influencia mediterránea los
álamos sustituyen paulatinamente a los chopos y si los suelos son ricos en sales
aparecen los tamarices o los álamos.

Chopo y detalle de ramita con sus semillas.

Los bosques de ribera han sido tradicionalmente bosques muy castigados


por ocupar generalmente suelos ricos y húmedos en zonas de fácil acceso, juegan
un importantísimo papel en la naturaleza, pues además de constituir una
importante reserva de biodiversidad, frenan la erosión y protegen el terreno de los
daños devastadores provocados por las crecidas. En La Rioja, los sotos más
extensos y mejor conservados se encuentran en diferentes tramos del Ebro,
preferentemente en La Rioja Baja, aunque también se presentan en aceptable
estado de conservación en la confluencia del Ebro con los ríos Oja, Najerilla e
Iregua. Los de las riberas del Oja presentan una vegetación escasa y buena parte
de la superficie está ocupada por prados de siega; en el Najerilla los más
interesantes quizá sean los de Torremontalbo; más hacia el este, en las riberas del
Cárdenas, se presenta una estrecha franja con sauces, chopos, fresnos, avellanos
y arces, además de prados de siega; en las riberas del Tobía las formaciones
vegetales son muy parecidas a las del Cárdenas. Ya en el Ebro los bosques de
ribera presentan dos tramos bien diferenciados, el primero de ellos discurre desde
las Conchas de Haro hasta Logroño y está caracterizado por el estrecho cauce del

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Los bosques riojanos

río y la existencia de una vegetación de ribera restringida a una pequeña franja; el


segundo abarcaría las riberas del Ebro comprendidas entre la capital riojana y
Alfaro; en este tramo el cauce se ensancha y con él las formaciones vegetales de
las orlas que en algunos lugares permiten el desarrollo de sotos con álamos,
Populus alba, chopos, Populus nigra, numerosos sauces: Salix eleagnos, Salix
purpurea, Salix triandra, Salix alba, Salix atrocinerea, etc., además de olmos,
Ulmus minor, fresnos, Fraxinus angustifolia, cornejo, Cornus sanguinea, aliso,
Alnus glutinosa y en suelos salinizados tamariz, Tamarix gallica. De entre todos
los sotos del Ebro, los de la Isla Soto de Briones presentan especial interés, el
estrato arbóreo aquí está formado fundamentalmente por álamos, sauce blanco,
fresno y aliso, también la Isla Soto de Buicio en Fuenmayor o el soto de los
Americanos en Logroño presenta álamos, olmos, chopos, fresnos y sauces como
el de San Martín. En La Rioja Baja, los Sotos de Alfaro, declarados Reserva
Natural, en el año 2001, constituyen una excelente representación de lo que
pueden llegar a ser estas formaciones maduras y de ellos el de la Duquesa y el de
Morales son buenas muestras de ello, este último sin duda vestigio del que fue el
más grande de Alfaro. Finalmente los de Calahorra y Recajo constiyen también
pequeñas formaciones destacables, aunque todos ellos, incluso los mayores, se
extienden por una superficie muy exigua.

Bosques de galería en el Alto Oja.

La fauna asociada a estos bosques está constituida por numerosas


especies de invertebrados y vertebrados, entre estos últimos cabría citar algunas
rapaces como milano negro o águila calzada, además de otras aves cuya dieta
fundamental está constituida por peces, tal es caso de las garzas o el martín

Antonio Guillén 23
Los bosques riojanos

pescador, entre los mamíferos merece la pena destacarse la nutria que aunque
escasa, comienza a recuperar sus poblaciones, y el visón europeo, joya de la
fauna riojana y que en este tipo de ecosistemas concentra en nuestro territorio el
20% de la población europea, entre los reptiles el galápago leproso, aunque
escaso, todavía puede verse en algunos tramos fluviales.
Además de ser muy vulnerables por su ubicación, la fauna de estos
ecosistemas corre serio peligro cuando los vertidos contaminantes de distinta
naturaleza alcanzan las riberas de tan frágiles ecosistemas.
Entre los árboles singulares relacionados con especies que aparecen en
este tipo de hábitats señalamos el Fresno de Alfaro, ejemplar de Fraxinus
angustifolia en esta misma localidad; álamos, Populus alba, el de San Asensio en
San Asensio y el Álamo de la Fuente en Tricio y un olmo, Ulmus minor, Olmo de la
Carrera, en Arnedo.

Otras formaciones arbóreas de interés:

Tejedas.
El tejo, Taxus baccata, es especie escasa en nuestra Comunidad. Se trata
de un árbol con pies masculinos y femeninos separados, tronco grueso, corteza
pardo-grisácea que se desprende en tiras y copa más o menos cónica o irregular
de color oscuro; las hojas, oscuras por el haz y más pálidas por el envés son
lineares, perennes, con un nervio central prominente y se disponen en dos hileras
opuestas de la misma anchura a ambos lados de las ramitas; el fruto lo conforma
una envuelta carnosa de un vivo color rojo que rodea a modo de anillo a la semilla,
cuya punta asoma por el extremo. Toda la planta es extremadamente tóxica, a
excepción del anillo carnoso, dulce y viscoso que envuelve a la semilla. En La
Rioja no llega a constituir formaciones cerradas, normalmente suelen encontrarse
ejemplares aislados o formando pequeños bosquetes en zonas medias y altas de
montaña en el dominio del haya, rebollo, roble albar o pino silvestre.

Detalle de rama de tejo.

Debido a su preciada madera los tejos han desaparecido de muchas de


sus áreas originales y han quedado recluidos ahora en lugares prácticamente
inaccesibles entre roquedos y en barrancos de montaña, así se encuentran en la
umbría de Peñalmonte, quizá la tejeda mejor conservada en nuestro territorio, está
situada -y un tanto oculta- al abrigo de pinos de plantación. Entre los tejos
singulares de La Rioja el Tejo de Urbión en Viniegra de Abajo y el Tejo de
Anguiano (Anguiano) -posiblemente el árbol más viejo de la comunidad con una
edad que se acerca a los 1500 años- constituyen dos de los ejemplares más
llamativos de estas tierras.

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Los bosques riojanos

Acebales
Los acebos, Ilex aquifolium, son arbolillos que habitan en zonas montanas
donde las hayas y pinos silvestres establecen su territorio, se trata de un árbol de
corteza lisa y verdosa y copa de forma muy variable, a veces con ramas que
parten desde el tronco a nivel del suelo; las hojas, perennes, son muy rígidas, de
borde ondulado fuertemente espinoso y muy lustrosas; los frutos, carnosos y
rojizos del tamaño de un guisante se presentan agrupados al final de las ramas y
forman parte de la dieta invernal de un buen número de vertebrados. Los acebos
rara vez dan lugar en La Rioja a formaciones boscosas pues suelen acompañar a
pinos y hayas en orlas y claros de bosque, una excepción a este hecho la
constituye el acebal de Valgañón, bosquete casi impenetrable que ocupa cerca de
10 has. en una pequeña depresión situada en la Dehesa de Valgañón, aquí, el
acebo alcanza porte arbóreo y vive acompañado en las orlas por hayas, quejigos,
tilos y fresnos; los acebos sirven de refugio al ganado vacuno que pasta por estas
zonas montanas, pero también dan cobijo y alimento a jabalíes, corzos y ciervos y
a numerosa avifauna.

Tamarizales
Los tarais o tamarices son pequeños árboles que pertenecen al género
Tamarix, generalmente aparecen asociados a la vegetación riparia habitando
sobre suelos salobres; en La Rioja se encuentran formando parte de la vegetación
de riberas, sobre todo en el tramo medio y bajo del Ebro y sus afluentes y rara vez
dan lugar a formaciones propias; una excepción la constituye el Tamarizal de La
Laguna en Ausejo, la mayor extensión de tamarices de la Comunidad; ocupa el
fondo de una pequeña depresión que se extiende por cerca de 300 Has. y que
está situada en la confluencia de los barrancos Escarrillo y Henar, aquí la salinidad
del substrato la aporta el yeso y la alta concentración de sulfato sódico que
presentan los suelos arenosos donde se desarrollan estas plantas. La especie
dominante de tamariz en estas singulares formaciones es Tamarix gallica, no
obstante, cuando las condiciones de salinidad se acentúan es reemplazada por
Tamarix canariensis. El interés de los tamarizales es muy notable pues no sólo
albergan a una flora halófita particular por su rareza en nuestro territorio, también
sirven de refugio a algunas aves limícolas que invernan en estos enclaves.

Tamarizales en las inmediaciones de Ausejo.

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Los bosques riojanos

Entre los tamarices singulares de La Rioja, el de Matacanal en Alcanadre


alcanza un tamaño y desarrollo superior a lo habitual en esta especie, Tamarix
gallica.

Listado de los árboles y arbustos silvestres que forman parte de las


formaciones boscosas en La Rioja:
1. Acer campestre: arce, vive formando parte de los bosques mixtos en zonas de
media montaña, se desarrolla sobre suelos frescos y húmedos.
2. Acer monspessulanum: arce, habita en los quejigales, encinares, robledales y
bosques mixtos de carácter submediterráneo.
3. Acer opalus: acirón, aparece salpicando algunos bosques en cantiles rocosos
de montaña sobre suelos calizos, es muy escaso en La Rioja y únicamente se
ha encontrado en la cara norte de de los cortados de Cerroyera.
4. Alnus glutinosa: aliso, junto a chopos y sauces forma parte de la vegetación
riparia, vive en fondos de valle y zonas inundadas.
5. Amelanchier ovalis: guillomo, arbusto que vive en laderas pedregosas de
montañas calizas, escaso.
6. Arbutus unedo: madroño, entra a formar parte de los encinares y sus etapas de
degradación, requiere suelos frescos y clima suave puede llegar a formar
bosquetes en la vertiente meridional de la Sierra de Cantabria.
7. Betula alba: abedul, vive en turberas, humedales y cursos de agua del piso
montano.
8. Betula pendula: abedul, comparte la ecología de la especie anterior pero es
mucho más escasa en la Comunidad.
9. Buxus sempervirens: boj, arbusto que vive formando extensos matorrales en
montañas calcáreas ocupando claros de robledal y hayedo.
10.Castanea sativa: castaño, se supone introducido en nuestra comunidad, vive
sobre suelos frescos en zonas de valles montanos, los de Ribabellosa en
Almarza de Cameros constituyen una arboleda singular.
11.Celtis australis: almez, vive en barrancos y entre grietas de rocas, en zonas de
clima suave y sobre suelos frescos, no es común en La Rioja.
12.Cornus sanguinea: cornejo, sanguiño, forma parte de la vegetación de setos y
espinares en bosques y claros de bosque, vive sobre suelos frescos.
13.Corylus avellana: avellano, entra a formar parte de los bosques mixtos en
zonas de montaña, requiere suelos frescos y profundos.
14.Cotoneaster integerrimus: membrillo falso, arbusto que vive en cantiles y
bosques aclarados sobre materiales calizos en zonas subalpinas.
15.Crataegus azarolus: acerolo, vive formando parte de sotos y ribazos, especie
escasa, a veces cultivada por sus frutos.
16.Crataegus laevigata: majuelo, arbolillo que vive en claros y orlas de bosque en
zonas de media montaña.
17.Crataegus monogyna: majuelo, espino albar, arbolillo, entra a formar parte
principalmente de orla de encinares, quejigales y sotos.
18.Euonimus europaeus: bonetero, es arbolillo que se cría en espinares, setos y
vaguadas sobre suelos frescos, en ambientes de bosque caducifolio.

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Los bosques riojanos

Bonetero, Euonimus europaeus. Fresno de montaña.

19.Fagus sylvatica: haya, componente característico de los bosques atlánticos de


las zonas montanas del sur de La Rioja.
20.Frangula alnus: arraclán, sanguiño, pequeño arbolito que vive en orlas de
bosques húmedos y orillas de arroyos sobre suelos frescos.
21.Fraxinus angustifolia: fresno, vive en las riberas formando parte de los sotos y
en zonas de valle, requiere suelos frescos.
22.Fraxinus excelsior: fresno, se cría sobre suelos frescos y húmedos,
preferentemente de montaña donde forma parte de los bosques mixtos.
23.Ilex aquifolium: acebo, vive formando parte de los bosques en zonas de
montaña, generalmente dominio del hayedo, ocasionalmente forma bosquetes
como el de Valgañón.
24.Juniperus communis: enebro, entra a formar parte de los matorrales xerofíticos
en pinares aclarados encinares y rebollares y sus etapas de degradación.
25.Juniperus oxycedrus: enebro, forma parte del matorral xerofítico en sierras
orientales, escaso en La Rioja.

Juniperus oxycedrus, es el enebro menos común en La Rioja.

26.Juniperus phoenicea: sabina, forma parte de la vegetación xerofítica en


crestones y roquedos.
27.Ligustrum vulgare: aligustre, arbusto que entra a formar parte de los setos y
espinares y claros de bosque sobre suelos calizos.
28.Lycium europaeum: cambronera, arbusto muy ramoso de ramas espinosas
que forma parte de los setos en bordes de cunetas y cultivos.
29.Malus sylvestris: maguillo, manzano silvestre, aparece de forma escasa y
aislada en claros de bosque y valles de las sierras occidentales.
30.Myricaria germanica: comparte ecología con los tamarices, pero es especie de
porte arbustivo, necesita humedad permanente y ambiente cálido.

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Los bosques riojanos

31.Phillyrea angustifolia: labiérnago, olivilla, arbusto que se cría en madroñeras y


ambientes degradados de encinar y que requiere ambientes termófilos.
32.Phillyrea latifolia: labiérnago, arbolillo que vive en encinares y suele
acompañar al madroño en aquellas zonas de suelos frescos de clima suave.
33.Pinus halepensis: pino carrasco, pino naturalizado de origen mediterráneo
utilizado con frecuencia en plantaciones forestales del Valle.
34.Pinus nigra: pino negral, especie naturalizada empleada en plantaciones
forestales.
35.Pinus pinaster: pino marítimo, vive en bosques mixtos y ha sido empleado en
plantaciones sobre suelos descalcificados.
36.Pinus sylvestris: pino silvestre, da lugar a formaciones naturales en zonas
serranas.
37.Pinus uncinata: pino negro, especie naturalizada escasa en La Rioja, vive en
el límite altitudinal de la vegetación arbórea.
38.Pistacia lentiscus: lentisco, arbusto típico del matorral mediterráneo, se cría en
el ambiente de los encinares sobre cualquier tipo de suelos.
39.Pistacia terebinthus: cornicabra, arbolillo característico de los matorrales,
encinares aclarados y rebollares, suele vivir en suelos rocosos o laderas
pedregosas.
40.Populus alba: álamo, chopo blanco, forma parte de los sotos ribereños junto a
sauces y olmos.
41.Populus nigra: chopo, forma parte de los sotos y vegetación de ribera.
42.Populus tremula: álamo temblón, suele vivir en zonas de montaña en
pequeños grupos sobre suelos frescos. La tembleda de La Soledad en Canales
de la Sierra está catalogada como arboleda singular de esta especie.
43.Prunus avium: guindo, cerezo silvestre; salpica los bosques mixtos y aparece
en barrancos, generalmente aislado.

Prunus avium es el cerezo silvestre.

44.Prunus lusitanica: loro, se trata de un arbolito del que sólo se conocen tres pies
en la ladera meridional de la Sierra de la Demanda, vive en barrancos y
gargantas húmedas y abrigadas.
45.Prunus mahaleb: cerezo de Santa Lucía; vive en barrancos y pie de cantiles
rocosos en zonas de montaña sobre substratos calizos.
46.Prunus spinosa: arañón, endrino, arbusto espinoso, forma parte de los setos,
espinares, calveros de bosque, cascajares y laderas pedregosas.
47.Quercus coccifera: coscoja, en matorrales xerofíticos en zonas degradadas de
encinar, se desarrolla preferentemente sobre substratos calizos.

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Los bosques riojanos

48.Quercus faginea: quejigo, entra a formar parte de los bosques mixtos en zonas
montanas, gusta de suelos húmedos algo básicos.
49.Quercus humilis: roble, generalmente vive sobre suelos húmedos y substratos
básicos en zonas montanas, sus caracteres morfológicos son muy variables y
se puede confundir con el quejigo aunque es mucho más escaso.
50.Quercus ilex: encina, carrasca, da lugar a los encinares, bosques climácicos
mediterráneos en nuestro territorio.
51.Quercus petraea: roble albar, forma parte de los bosques mixtos en zonas
altas de montaña, vive sobe suelos silíceos en el SW de nuestro territorio.

Roble albar, Quercus petraea. Aladierno, Rhamnus alaternus.

52.Quercus pyrenaica: rebollo, melojo, da lugar a las formaciones de roble más


extensas en la Comunidad, vive en zonas de montaña sobre suelos silíceos.
53.Quercus robur: roble, carballo, vive sobre suelos frescos y profundos de
dominio del haya, prefiere los substratos silíceos.
54.Quercus suber : alcornoque, árbol introducido por el hombre y con presencia
testimonial en La Rioja, los alcornoques de Préjano están catalogados como
arboleda singular.
55.Rhamnus alaternus: aladierno, pequeño arbolillo de hojas perennes que se
cría formando parte del matorral alto en los ambientes propios de la encina.
56.Rhamnus alpinus: pudio, pequeño arbolillo propio de los suelos pedregosos
ricos en cal de las montañas, es frecuente en canchales y torrenteras.
57.Rhamnus catharticus: espino cerval, arbolillo que se cría en setos y espinares,
sobre terrenos pedregosos calcáreos en ambiente de encinar y quejigal.
58.Rhamnus lycioides: espino negro, arbusto enmarañado de fuertes espinas
vive en coscojares y en zonas de encinar degradado sobre suelos calizos.
59.Rhamnus pumilus: arbustito tumbado, de ramas tortuosas que vive en fisuras
de rocas calizas de montaña.
60.Rhus coriaria: zumaque, arbusto que vive en ribazos y bordes de cultivos en el
Valle del Ebro, se utilizó como curtiente.
61.Ribes alpinum: grosellero, forma parte de los matorrales espinosos de
montaña se cría entre rocas sobre substratos calizos.
62.Ribes petraeum: grosellero de roca, se cría en bosques húmedos aclarados y
roquedos umbrosos y frescos de montaña; corre peligro de extinción en La
Rioja donde sólo se conoce una localidad en el oeste de Cameros.
63.Rosa: género muy complejo que corresponde a los escaramujos o rosales
silvestres, lo incluimos aquí por que casi todas las especies entran a formar

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Los bosques riojanos

parte de orlas de diferentes tipos de bosque, entre ellas: R. arvensis, R.


moschata, R. pimpinellifolia, R. pendulina, R. stylosa, R. canina, R. squarrosa,
R. pouzinii, R. corymbifera, R. tomentosa, R. agrestis, R. micrantha, R.
rubiginosa, R. tomentosa, R. elliptica, R. blondeana.
64.Rubus: género de gran complejidad al que pertenecen las frambuesas y
zarzamoras, aunque no presenta ni llega a presentar porte arbóreo, lo
incluimos por estar asociada su presencia a las orlas de casi todas las
formaciones arbóreas tratadas aquí. Recogemos seguidamente una muestra de
las que parecen estar presentes en nuestro territorio: Rubus idaeus,
frambueso, en zonas altas de montaña; R. ulmifolius, R. candicans, R.
canescens, R. caesius, R. radula. y los endemismos ibéricos: R. henriquesii, R.
vagabundus, R. vigoi, R. urbionicus, R. castroviejoi y R. lucensis del que sólo se
conocen dos localidades ibéricas, una de los Ancares lucenses y otra del Puerto
de Piqueras.
65.Salix alba: sauce blanco, entra a formar parte de la vegetación de sotos y
riberas.
66.Salix atrocinerea: sauce, en terrenos frescos bordes de cursos de agua y
prados encharcados.
67.Salix caprea: sauce, en bordes de arroyos en zonas de montaña.
68.Salix eleagnos: sauce, en la orilla de ríos, arroyos y torrentes de montaña.

Salix eleagnos. Sorbus torminalis.

69.Salix fragilis: sauce, forma parte de la vegetación de ribera y los sotos en


zonas templadas.
70.Salix pentandra: sauce, en cursos de agua y praderas húmedas.
71.Salix purpurea: sauce, en zonas de depósitos aluviales de ríos en su tramo
medio.
72.Salix salviifolia: sauce, forma parte de la vegetación de ribera.
73.Salix triandra: sauce, en bosques húmedos y bordes de cursos de agua.
74.Sambucus nigra: saúco, pequeño arbolillo que crece en sotos y ribazos, sobre
suelos frescos, el saúco de Zorraquín está catalogado como árbol singular en
nuestra Comunidad.
75.Sorbus aria: mostajo, se encuentra en bosques mixtos de montaña
76.Sorbus aucuparia: serbal, forma parte de bosques mixtos y de orlas de
hayedos y rebollares en zonas altas de montaña.
77.Sorbus torminalis: mostajo, especie no muy frecuente que aparece formando
parte de la orla de quejigales y rebollares en zonas de media montaña.

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Los bosques riojanos

78.Tamarix africana: tamariz, forma parte de la vegetación de ribera en


emplazamientos con suelos algo salinos.
79.Tamarix canariensis: tamariz, tolera muy bien concentraciones salinas
elevadas en el suelo, aparece en cursos de agua y saladares.
80.Tamarix gallica: tamariz, arbolillo que forma parte de la vegetación de ribera en
suelos algo salinizados, aparece en cursos fluviales del oriente provincial.
81.Tamarix parviflora: tamariz, comparte con el resto de especies del género el
mismo tipo de hábitats, se ha empleado como ornamental en jardinería.
82.Taxus baccata: tejo, entra a formar parte de los bosques mixtos en barrancos
y laderas umbrías.
83.Tilia cordata: tilo, especie escasa que vive en barrancos y zonas húmedas,
formando parte de los bosques mixtos en el dominio del hayedo.
84.Tilia platyphyllos: tilo, es la especie de tilo más común, aparece formando parte
de la vegetación de bosques mixtos, sobre suelos frescos de montaña.
85.Ulmus glabra: olmo de montaña, entra a formar parte de los bosques mixtos
en zonas de montaña, es especie escasa.
86.Ulmus minor: olmo, negrillo, vive en zonas de suelos profundos, generalmente
en valles, la grafiosis ha esquilmado a esta especie que parece comenzar a
recuperarse.
87.Viburnum lantana: morrionera, arbusto que vive en montañas calizas y forma
parte del matorral de claros de bosque en quejigales y carrascales.
88.Viburnum tinus: durillo; arbusto que se cría en los bosques de encina y
madroñeras en lugares de clima suave, umbrosos y sobre suelos pedregosos.

La mejora de nuestros bosques.


Es incuestionable que los bosques nos reportan beneficios a todos y de
todo tipo, aunque en ocasiones la presencia del bosque choque con intereses
particulares, fundamentalmente los agrícolas y ganaderos; estos intereses han
pesado mucho a lo largo de los siglos y en buena parte son el origen de la
situación actual que es sustancialmente mejorable. En las zonas en las que
todavía estos intereses particulares perduran, hacer compatibles la práctica
agrícola y ganadera con la existencia del bosque no es fácil, esa incompatibilidad
ficticia constituye un hecho cultural arraigado que lamentablemente se ha dado en
gran parte de nuestro territorio y desterrar esa idea una realidad posible; la
ganadería extensiva o las prácticas agrícolas y ganaderas en dehesas son buena
muestra de ello y pueden ser alternativas válidas. Pero para alcanzar ese cambio
de mentalidad se necesita una adecuada formación, educación e información,
junto a la labor que individualmente podemos hacer cada uno de nosotros por
conseguir un entorno más habitable; también el papel de las diferentes
administraciones es fundamental si desarrollan y aplican las normas y favorecen
las iniciativas que hagan posible ese cambio de percepción y de dejar de sentir al
árbol como un enemigo invasor.
Afortunadamente, poco a poco, la Naturaleza, por su cuenta, va
recuperando los espacios arrebatados por el hombre cuando éste ha abandonado
los terrenos dedicados a la agricultura o a la ganadería, este avance hacia la

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Los bosques riojanos

recuperación del bosque es lento, pero efectivo, si el daño causado no ha sido


irreversible.

El cuidado y el amor por la Naturaleza puede impulsarse


desde la Educación, en casa o en la Escuela.

Nuestra propia actitud, la sensibilización mediante campañas informativas y


la educación medioambiental desde edades tempranas constituyen pilares básicos
para que esté garantizada una mejora sustancial de nuestro entorno, pero también
es necesaria la realización de acciones concretas llevadas a cabo desde las
diferentes administraciones, promovidas o exigidas por ellas: replantar terrenos
deforestados con las especies propias del hábitat frente a cultivos forestales;
regular la práctica ganadera en los lugares sensibles; favorecer el crecimiento de
rodales de vegetación autóctona en lindes de fincas; prohibir la roturación y el
cultivo en zonas de pendiente pronunciada, etc., pero sobre todo haciendo el
esfuerzo de incentivar a los jóvenes en el disfrute y el conocimiento de la
Naturaleza, de ese mismo gozar y saber hay muchas posibilidades de que brote el
respeto por el bosque y con ello su mejora y recuperación.

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