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LA REVOLUCION VERDE

Desde el comienzo de la revolución industrial la técnica y la ciencia han proporcionado


a la agricultura métodos y técnicas de cultivo que aumentaban la productividad de la
tierra, pero será hasta 1944 cuando este proceso adquiere dimensiones de revolución.

Revolución verde es el nombre con el que se bautizo en los círculos internacionales de


los países desarrollados al importante incremento de la producción agrícola que se dio
en los años 60’s, abarcado más o menos de 1960 a 1990 con el científico
estadounidense, Norman Borlaug, considerado por algunos como el padre de la
agricultura moderna. En 1944 trabajo en México como fitopatólogo, en 1945 se
traslado a Sonora donde estudio trigos y royas y practicas agronómicas, fue uno de los
creadores del programa cooperativo entre la Secretaría de Agricultura Mexicana y la
Fundación Rockefeller. Logro una enorme trascendencia al desarrollar variedades
enanas de trigo, de alto rendimiento, amplia adaptación, resistentes a enfermedades y
con alta calidad industrial sembradas por primera vez en 1963. Con estas variedades,
México incrementó notablemente su producción y en poco tiempo fue adoptado por
países como India, Pakistán, Turquía, Túnez, España, Argentina, China que se
beneficiaron de tecnología desarrollada en México. El avances de estas tecnologías han
provocado graves desequilibrios ambientales y ha favorecida a la agricultura del tipo
industrial, altamente concentrada, con una base en el petróleo, que ha expulsado a
millones de campesinos fuera de sus tierras.

Norman Borlaug se le puede considerar responsable de que haya tantos seres humanos
con acceso suficiente a alimento como nunca en la historia y como reconocimiento de
su obra gano el Premio Nobel de la Paz en 1970 y extendieron los principios de la
fitogenética a otros cultivos alimentarios básicos habiendo iniciado la Revolución
Verde.

Con un objetivo similar, en 1960 se estableció en Los Baños (Filipinas) el Instituto


Internacional de Investigación sobre el Arroz (IRRI), financiado por la Fundación
Rockefeller, la Fundación Ford, la Agencia estadounidense para el Desarrollo
Internacional y el Gobierno filipino.

Esta revolución sistematizo la agricultura como se hizo con la industria en el siglo XIX
y se extendió el método a todo el mundo. En las décadas posteriores se vio un notable
aumento en la producción, año tras año, campos enormes se sembraron con una única
variedad de cultivo. Estos monocultivos crearon un vacío ecológico que los insectos y
las enfermedades se dedicaron a explotar, esa uniformidad a conducido a algunas de
las mayores catástrofes agrarias de la humanidad. Hoy solo se cultivan prácticamente
4 variedades de patatas, el 97% de las variedades de verduras que se cultivaban a
principios del siglo XX se ha extinguido. La uniformidad genética conduce a una
mayor vulnerabilidad ante los insectos y las enfermedades atrapando a los agricultores
a un circulo vicioso de insecticidas, mientras más usaban, más tenia que usar.

La esencia de la revolución verde son: el aumento del rendimiento por superficie, es


decir conseguir mayor producción por cada hectárea cultivada. La mejora genética de
las variedades de plantas de cultivos mediante las semillas VAR, la mejora del
rendimiento de los suelos a través de los fertilizantes y los riegos, el control de plagas
de insectos y enfermedades de las plantas con todos sus insumos. En teoría la idea es
buena, pero al ponerla en práctica se descubren sus deficiencias.

Las semillas VAR son semillas modificadas genéticamente para dar un rend imiento
mayor. Sin embargo para que se de ese máximo rendimiento necesitan unos
determinados insumos, abonos especiales (químicos), agua y pesticidas, además es
necesario eliminar las malas hierbas (herbicidas) que compiten por la tierra, combatir
la plagas viejas y nuevas y asegurar el regadío. Frecuentemente, si falta algunos de los
insumos, la cosecha cae por debajo del rendimiento habitual. Esto implica que la
producción agrícola necesita grandes capitales.

Costos de la revolución verde.

No cabe duda de que la revolución verde desempeño una función decisiva en esos
momento, sin embargo, este fenómeno ha sido objeto de un mayor análisis ya que
condujo a la utilización insostenible de sustancias agroquímicas y a la aplicación de
altos niveles de insumos, desplazando las variedades tradicionales o nativas, lo cual
dio lugar a la perdida de biodiversidad y dando entrada a la agricultura industrial que
ha sido fuertemente criticada desde diversos puntos de vista que van desde lo ecológico
a lo económico, pasando por lo cultural e incluso lo nutricional. La gran cantidad de
energía que hay que empelar en este tipo de agricultura para mover tractores y
maquinas agrícolas se necesita combustible; para construir presas, canales y sistemas
de irrigación hay que gastar en energía; para fabricar fertilizantes y pesticidas se
emplea petróleo; para transportar y comerciar por todo el mundo los productos
agrícolas se consumen combustibles fósiles. Se suele decir que la agricultura moderna
es un gigantesco sistema de conversión de energía, petróleo fundamentalmente, en
alimentos.

Hubo grandes innovaciones en la agroquímica, para producir nuevos abonos,


fertilizantes, pesticidas, plaguicidas, funguicidas y herbicidas el uso de estos insumos
químicos provocan problemas de contaminación, tanto del medio ambiente, como de
los mismos alimentos, con lo que se produce nuevas enfermedades y riesgos de salud.

El sistema agrícola industrial esta fundamentado en la química inorgánica, altamente


soluble e ignora los aspectos orgánicos y los fenómenos vitales para la armonía de la
vida en el suelo, cuya estructura los fertilizantes llevan aceleradamente al colapso.
Según el paradigma domínate, la diversidad atenta contra la productividad, que crea la
necesidad imperiosa de uniformidad y monocultivos. Esto ha generado la paradójica
situación en la cual el mejoramiento de las plantas termina provocando la destrucción
de la diversidad biológica que se emplea como materia prima.

Los sistemas agrícolas de la revolución verde requieren una abundante irrigación, lo


que ejerce una presión enorme en los recursos hídricos del mundo sin contar la
contaminación producida por verter químicos en el agua.

A mediados de la década de los 90’s con la apreciación de la ingeniería genética la


revolución verde se convirtió en la revolución de los genes, modificando las semillas
para ser resistentes a los herbicidas siendo las empresas que te comercializan el
herbecida ahora te venden las semillas.

La revolución verde abrió paso a la patente de semillas modificadas y no modificadas


dando el poder a las transnacionales de poseer, de dominar una especie de la tierra
dando lugar a: “Quien controla las semillas, controla la comida”. Tan sólo 10 empresas
controlan el 95% del mercado mundial de semillas comerciales. Tiene un valor de
$30,000 millones de dólares y hace tan solo 30 años había 7,000 compañías de estas.
Es un mercado dominado por las trasnacionales: Syngenta, Bayer, DuPont, Monsanto,
Dow AgroSciences, Cuprquim, FMC, Cyanamid, Makhteshim Agan, Sumitomo y el
grupo mexicano Agricultura Nacional.
Los agricultores necesitan tener dinero y acceso a recursos como la tierra y el agua, los
que no tienen estos recursos quedaron excluidos de la revolución verde y muchos se
hicieron todavía más pobres. Sin embargo, para la mayoría de los campesinos romper
con la dependencia de los herbicidas y fertilizantes es prácticamente imposible, pues,
dicen, resulta inviable trabajar la tierra sin ellos todo a causa de la desinformación que
han dejado las transnacionales que tienen a un ejército de investigadores trab ajando
por sus intereses de mayores ganancias.

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