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LA HISTORIA DE MOISÉS EL PASTOR

Después de que Moisés creció, y de que ya era tal vez un poco mayor que tus padres, se
estaba cansando de la forma como el Faraón trataba a su gente, ya que aún tenían que trabajar
muy duro después de tantos años.

Un día Moisés vio a un egipcio golpeando a un hebreo, uno de su propio pueblo, y se enojó
tanto que mató al egipcio. Después de eso Moisés tuvo que huir de Egipto porque el Faraón
supo lo que había hecho y estaba muy molesto con él.

Moisés terminó llegando a un lugar llamado Midian. Se había detenido a descansar cerca de
un pozo cuando siete hermanas llegaron para darles agua a las ovejas de su padre. Mientras
ellas alimentaban a las ovejas, algunos pastores llegaron y comenzaron a ser muy
irrespetuosos.

Empujaron a las mujeres para abrirse paso y les dijeron que se quitaran de en medio, porque
ellos necesitaban el agua más que ellas. Moisés vio todo esto y dijo a los pastores: “estas
mujeres llegaron primero y necesitan el agua tanto como ustedes. Si tienen algún problema
con eso, pueden entenderse conmigo, pero déjenlas a ellas en paz y esperen su turno".

Los pastores escucharon a Moisés, y este se quedó a ayudar a las hermanas a alimentar a sus
ovejas. Cuando las hermanas llegaron a casa, su padre les preguntó: "¿Cómo hicieron para
terminar tan temprano hoy?" Ellas contestaron: "un egipcio nos rescató de unos pastores, y
hasta sacó agua del pozo y la dio de beber a todo el rebaño."

"Por favor, vayan e invítenlo a cenar con nosotros" dijo el padre. Cuando encontraron a
Moisés y después de hablar con él por un rato, se dieron cuenta de que no tenía un lugar para
quedarse. Terminó quedándose con ellos, y más adelante se casó con una de las hermanas
que se llamaba Séfora. Moisés se convirtió en pastor, y cuidaba de muchos animales.

Al cabo de unos años el Faraón de Egipto murió, pero los hebreos aun eran esclavos y oraban
a Dios pidiendo su ayuda. Dios los escuchó y se sintió mal por ellos, Él sabía lo que haría
después... (Después de todo Dios había planeado todo).
Ahora Moisés estaba cuidando de unas ovejas en el campo y después de un rato llegó cerca
de una montaña. Estaba hablándoles a las ovejas, como siempre lo hacía cuando no había
nadie más con quien hablar, y entonces notó una zarza que estaba en llamas. Moisés se sentó
y la observo por un rato, porque había algo inusual en ella. La zarza estaba completamente
en llamas, pero estas no la quemaban, y no había humo sino solo fuego.

Moisés decidió acercarse a observar mejor. Mientras se acercaba, oyó una voz que venia del
interior de la zarza y decía "¡Moisés! ¡Moisés!" Entonces pensó que podía ser Dios, ya que
después de todo, nadie más podía hablar desde una zarza ardiente que no se quemaba.

Moisés contestó: "aquí estoy." Y continuó acercándose a la zarza, pero cuando estaba más
cerca Dios le dijo: "no te acerques más, quítate las sandalias porque estas en presencia de
Dios. Soy el Dios de tu padre, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob."

Estos eran hombres sobre los que Moisés ya había oído. Sabía que Dios había hecho grandes
cosas por ellos y Moisés creía en su Dios. Así que cuando Moisés oyó que Dios decía estas
palabras, sintió temor y cubrió su rostro con su túnica. Pensó que si veía el rostro de Dios
moriría porque Dios es tan brillante y poderoso.

Entonces Dios dijo a Moisés: "he visto el dolor por el que ha tenido que pasar mi pueblo en
Egipto. He oído sus plegarias y quiero salvarlos de la esclavitud. Quiero llevarlos a otro
lugar donde hay mucha tierra buena y abundante leche y miel. Así que, Moisés, te envío a ti
para que liberes a los israelitas del Faraón".

"Esteee…perdóname Dios, pero creo que estas hablándole a la persona equivocada. Solo
soy Moisés, una persona común y corriente, el Faraón no me escuchará" dijo Moisés con
incredulidad.

Y Dios dijo: "Yo estaré contigo y te ayudaré. Así que ve donde están los israelitas y diles
que te he enviado y que he oído sus plegarias, y que los enviaré a un lugar mejor. No te
preocupes, te escucharán, pero ten paciencia porque el Faraón no te escuchará hasta que vea
muchas señales y sea castigado, pero después de eso los dejará ir."
Moisés aun no pensaba que era el hombre correcto para este trabajo. "Pero, Dios, que pasa
si los israelitas no me creen, que tal que digan: “creo que estás mintiendo, Dios no habló
contigo.'"

Entonces el Señor le dijo: "Deja caer tu vara a la tierra." Moisés hizo lo que le había pedido
y vio como su vara se convirtió en una serpiente. Moisés se retiró de un salto, la serpiente
casi reptó sobre su pie. Entonces el Señor dijo: "tómala por la cola" A Moisés no es que le
gustaran las serpientes, pero pronto la tomó por la cola y vio como pasó de ser una serpiente
blanda y repugnante a ser su vara lisa de madera.

Dios continuó mostrando a Moisés señales que podía mostrarle a la gente para que
creyera. Moisés podría inclusive convertir el agua en sangre porque Dios lo haría por él. Aun
después de todas estas señales, Moisés no creía que pudiera hacerlo, y Dios había comenzado
a frustrarse por su falta de confianza. Moisés podría hacer cualquier cosa con la ayuda de
Dios.

Finalmente Dios dijo a Moisés: "enviaré a tu hermano Aarón, de hecho él ya va a tu


encuentro. Yo los ayudaré a ambos, y les daré las palabras para decir." Después de eso, la
zarza dejó de arder y Dios se marchó.

Así que Moisés volvió a ponerse las sandalias y se aseguró de tomar su vara de Dios, y luego
fue por su esposa e hijos para ir a liberar a los israelitas.

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