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C.I.:15.665.960
Consideraciones Preliminares
La Ley de Precios Justos ha establecido diversas sanciones contra quienes incumplan las
normas en ella establecidas, y bajo la finalidad de cumplir con el principio de legalidad, le
fue otorgada a la SUNDDE una gran capacidad a la hora de realizar procedimientos
sancionatorios, así como múltiples instrumentos para hacer efectivas sus decisiones. En este
sentido, fueron altamente reforzadas las actividades de fiscalización del ente competente, se
establece un conjunto de conductas que pueden ser consideradas sancionables, la mayoría
ya regulada en el pasado pero con una marcado contraste en cuanto a la forma en la cual
han sido desarrolladas por la Ley de Precios Justos, creando nuevas infracciones y delitos,
afectando en este último caso el principio de reserva legal formal, en cuanto que quien debe
dictar leyes en materia penal es el Poder Legislativo, y no el Ejecutivo Nacional.
También, fueron creados a través del señalado Decreto Ley, delitos tales como: expendio
de alimentos o bienes vencidos, especulación, importación de bienes nocivos para la salud,
alteración fraudulenta, acaparamiento, boicot, desestabilización de la económica, reventa de
productos de la cesta básica o regulados, condicionamiento de venta de bienes o servicios
regulados, contrabando de extracción, usura, corrupción entre particulares, alteración de
bienes y servicios, difusión fraudulenta de precios.
Se ha dicho sin embargo, que esta ley constituye un régimen legal abiertamente
inconstitucional atentando principalmente contra los derechos fundamentales como la libre
competencia y la libertad de empresa, en el sentido de que se le impide a los agentes
económicos que determinen sus precios en razón a sus propias estructuras de costos, esto es,
de manera libre.
Por otra parte, en cuanto al procedimiento administrativo que se inicia puede bien ser
contra una persona de derecho privado o de derecho público, nacionales o extranjeras que
desarrollen actividades económicas en Venezuela, a excepción de aquellas cuyas
actividades se rijan por normativa especial, entrando en esta excepción el sector bancario,
abogados u otras áreas altamente reguladas mediante leyes especiales.
La potestad sancionadora, se ubica en esta línea argumental, en el último recurso del poder
coactivo de la administración como manifestación lógica del Ius Puniendi del Estado, como
aquel poder de aplicar penas y sanciones con vistas a la restauración del orden jurídico
infringido por una conducta en específico.
Se le ha otorgado al órgano rector en este caso la SUNDDE, las más amplias potestades de
inspección y fiscalización, y como consecuencia de ello los sujetos destinatarios de la ley
están en la obligación de brindar a los funcionarios competentes todas las facilidades que
éstos les soliciten.
Tipos de Procedimientos
Se establecen básicamente dos fases que involucran a su vez dos tipos de procedimiento,
esto es, tanto la fase de inspección y fiscalización como la fase en la que se analice la
posible comisión por parte de los sujetos de aplicación de la ley y que traiga como
consecuencia la aplicación de una sanción, requieren la realización de un procedimiento
previo con la finalidad de respetar el derecho a la defensa del presunto infractor. En ese
sentido, el texto normativo objeto de análisis, prevé un procedimiento de fiscalización e
inspección y un procedimiento sancionatorio.
Para el caso de dictarse alguna de estas medidas se abrirá una incidencia en donde entre
otras cosas el afectado podrá oponerse a la misma como garantía de su derecho a la defensa
y al debido proceso. Igualmente, aunque la ley no lo expresa de manera concreta debe
suponerse que para que dichas medidas preventivas sean ejecutadas, durante la
sustanciación de las mismas deberán llenarse los extremos previstos tradicionalmente en el
Código de Procedimiento Civil (CPC) para su procedencia, es decir, la existencia del riesgo
manifiesto de que quedase ilusoria la ejecución de la decisión que pusiera final al
procedimiento, la demostración de la presunción grave del derecho que se reclama que en
este caso sería la existencia de indicios que hagan presuponer un incumplimiento a la ley.
Siguiendo con el tema de las medidas preventivas que podrá dictar la Administración en el
marco del procedimiento de inspección y fiscalización varias acotaciones son necesarias
hacer, para lo cual señalamos lo siguiente. En primer lugar y en resguardo del principio de
tipicidad no cualquier medida puede ser adoptada por la Administración a su libre arbitrio
sino sólo aquellas preestablecidas en el texto legal, ya que toda posible medida de
aplicación contra los particulares debe estar consagrada en forma previa en el texto de la
ley.
Una vez ordenada la apertura de este procedimiento por parte del funcionario competente
se ordenará la notificación de aquellas personas a que hubiera lugar para dar inicio al
mismo. Ya en la audiencia de descargos, como fase de defensa del presunto infractor, este
presentará sus defensas y negará o admitirá los hechos que se le atribuyen y así podrá
también promover las pruebas que estime pertinente. En esa misma instancia si se
admitiesen los hechos se dará por concluido el procedimiento mediante la emisión del acto
conclusivo en el cual se impondrán las sanciones a que hubiere lugar.
Los principios que rigen la actividad administrativa se pasan desde el más amplio como lo
es el principio de legalidad que sirve de fundamento a todo el sistema y pueden distinguirse
en dos grandes grupos de acuerdo al fin que persiguen y así están los principios que
constituyen garantías jurídicas de los administrados y los destinados a garantizar la eficacia
de la autonomía administrativa.
Entre estos destacan, el principio audire alteram partem, constituido por la facultad de los
titulares de intereses o de derechos frente a la Administración de defenderlos pudiendo
participar activamente con el carácter de parte en cualquier causa que les concierna.
Por otro lado cabe mencionar el principio de publicidad como aquel en virtud del cual las
actuaciones administrativas no están protegidas por la confidencialidad o el secreto, por lo
cual deben ser del conocimiento de los administrados. Este principio se ubica en el campo
de los principios destinados a garantizar la buena marcha de la Administración
También se cita por ejemplo el principio de economía procedimental cuando se apela a la
eficacia, celeridad e imparcialidad y que cuando deben resolverse cuestiones relativas a las
normas de procedimiento deberá tomarse en cuenta dicho precepto. Es también
manifestación de la economía procedimental la reducción de los plazos así como el tema de
que el acto administrativo habrá de resolver todas las cuestiones que hubieren sido
planteadas.
(BREWER CARIAS)
Siendo que todo procedimiento administrativo debe cumplir, a lo largo del desarrollo de
cada una de sus fases, con los principios y garantías previstos tanto en nuestra Carta Magna
como en la normativa que regula la actuación de la Administración Pública, para que de esa
manera pueda ser considerado como legítimo y asimismo el acto administrativo que de éste
resulta.
Con relación al tema de las medidas cautelares en el marco del presente procedimiento
administrativo las mismas deberían estar destinadas a evitar los riesgos derivados de
circunstancias sobrevenidas que pudiesen afectar a las partes en un juicio donde hay
intereses que deben ser decididos. Pero so la Administración no se encuentra en los
procedimientos administrativos en una situación de debilidad ni sus intereses están en
peligro frente a los del administrado no tiene sentido para parte de la doctrina el que se
acuerde medidas cautelares a favor de la Administración y no puede alegarse que el
requisito del fumus bonis iuris esté en la tutela de los intereses de la colectividad ya que la
Administración esté o no en juicio siempre debe tutelar dichos interés en la forma más
favorable posible.
La SUNDDE efectúa la notificación al presunto infractor de los supuestos hechos por los
cuales se le denuncia, y asimismo le indica la fecha en la cual deberá acudir a una única
audiencia de conciliación, teniendo entonces la posibilidad de llegar a un acuerdo, caso
contrario, le permite entonces ejercer sus defensas en la siguiente oportunidad, a saber, la
audiencia de descargos, y de la cual es debidamente notificado, otorgándole la oportunidad
de presentar las pruebas y alegatos que considere en su defensa.
En este punto es necesario observar que la potestad otorgada a la SUNDDE puede ser
considerada incluso como extremadamente amplia frente al particular, y esto se presenta
desde un inicio cuando, dentro del conjunto de medidas preventivas que puede dictar, está
la posibilidad conforme a lo establecido en el artículo 70 numeral 6 de la Ley de Precios
Justos, de dictar “[t]odas aquellas que sean necesarias para proteger los derechos de las
ciudadanas y ciudadanos”. Visto lo anterior, resulta cuesta arriba afirmar que se cumplan en
la práctica los señalados principios de igualdad e imparcialidad.
En ese caso, la única decisión que puede adoptar la Administración sin audiencia previa de
los interesados es una medida cautelar siempre de acuerdo a la expresa habilitación legal
medida esta que podrá ser reversible y frente a la cual el interesado podrá ejercer su
derecho a la defensa.
Entonces el derecho a la defensa no puede ser concebido como una mera formalidad que
puede ceder ante las exigencias de una actividad administrativa eficiente y eficaz.