Las consecuencias fueron inmediatas. Adán y Eva murieron espiritualmente. El
pecado los separó de Dios y sus almas se separaron de su Padre celestial. Se mantu- vieron físicamente vivos, pero su muerte física sería eventualmente la consecuencia de su pecado. Adán y Eva fueron dejados a su propio albedrío, de modo que era su responsabilidad el hacerse de un nom- bre por sí mismos; por ende, debían buscar el significado y el propósito de su existencia independientemente de su Padre celestial. Ellos tuvieron que apoyarse en sus propias fuerzas y en sus propios recursos porque la vida de Dios ya no estaba en ellos. Eran como vehículos sin gasolina, luchando por conseguir el propósito y el signifi- cado para sus vidas en su estado natural, lo cual sigue siendo una realidad, para aquellos que no tienen una relación con Dios. Todo automóvil tiene una batería que produce una chis- pa de vida, de manera que toda persona en estado natural, trata de conseguir su propósito en la belleza del vehículo; la comodidad de los asientos, la calidad del equipo de sonido, las luces, el sonido de la corneta, pero ninguno de ellos representa la razón por la cual el vehículo fue creado.