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Todo o Guerra Total

Para nadie es un secreto que ponerle fin a cualquier conflicto no es tarea fácil, bien sea contenido
o disperso. Sin embargo, después de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los conflictos que
se presentaron y presentan en el mundo son de carácter interno, y América Latina no ha sido ajena
a este fenómeno. En el caso colombiano, el inicio previo a la Guerra Fría de la confrontación con
raíces desde el siglo XIX añadió matices que complejizó su resolución, así como la gran cantidad
de actores y eventos que modificaron el curso del conflicto, cuyo fin comienza a divisarse.

Paramilitares, autodefensas, guerrillas, partidos políticos, empresarios, ganaderos, terratenientes y


multinacionales, para nombrar algunos, han estado envueltos durante el extenso desarrollo del
conflicto colombiano, cada uno apareciendo y cambiando el panorama en diferentes momentos
durante los siglos XIX y XX. En la cuestión de negociaciones para la terminación del conflicto
estas sólo se dieron entre el gobierno de turno y las guerrillas de izquierda, siendo parcialmente
exitosas, con la desmovilización del M-19, el Quintín Lame y el EPL, las que se presentaron en el
gobierno de Belisario Betancur 1982. No obstante, durante la misma década surgieron grupos
paramilitares y de autodefensas que dificultaron la realidad y trancaron la búsqueda de paz en los
diferentes mandatos presidenciales que precedieron al gobierno de Betancur.

A comienzos del siglo XXI, específicamente en el primer mandato presidencial de Álvaro Uribe
Vélez, se dio la desmovilización de las autodefensas y paramilitares y la creación de la ley 975 de
2005 (ley de Justicia y Paz) que cambió la forma de hacer justicia en el país. Sin embargo, a los
paramilitares ni a las autodefensas se les fue negado el estatus político que en los Acuerdos de La
Habana se le otorgó a las FARC, lo que lleva a preguntarse ¿Cuáles son las principales razones
históricas para que se les atribuya el estatus político a las FARC- EP y no a los paramilitares?

Desde la misma definición de guerrilla y paramilitar se puede encontrar una diferenciación clara.
El texto se desarrollará entorno a la tesis que, desde sus inicios, los paramilitares no buscaban el
cambio o derrocamiento de la estructura estatal oficial, sino un reforzamiento del statu quo del
momento el cual protegía las condiciones de desigualdad agraria que se verían afectadas por la
inclusión de las guerrillas como resultado de negociaciones entre estas y el gobierno central.
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Para lograr esto dividiré el texto en tres momentos: primero, un recuento histórico de los comienzos
en el siglo XIX y posterior desarrollo durante el siglo XX del conflicto teniendo en cuenta textos
de Guerra y Política en la sociedad colombiana de Gonzalo Sánchez Gómez y el texto La
violencia, contexto del Bandolerismo político en Colombia del libro
Bandoleros, gamonales y campesinos de Gonzalo Sánchez y Donny Meertens; segundo, una
mirada al surgimiento de los movimientos la guerrilla utilizando el capítulo de Fundamentos para
una sociología de la guerrilla del libro Insurgencia sin Revolución de Eduardo Pizarro
Leongómez; y finalmente paramilitares y autodefensas utilizando la introducción y el primer
capítulo del libro Paramilitares y Autodefensas (1982- 2003) de Mauricio Romero.

La Constitución de 1886, la Carta Magna con la vigencia más larga de la historia colombiana, le
hizo ganar reconocimiento de estabilidad constitucional y política al país durante la década de los
ochenta aun siendo la realidad interna distante de esto. La historia constitucional colombiana fue
el resultado de las mismas confrontaciones políticas del bipartidismo, liberales y conservadores, a
través de la historia colombiana, ya que estas fueron fundadoras del orden jurídico e institucional
del país. La misma trayectoria constitucional fue el resultado de pactos de orden horizontal entre
los vencedores y perdedores, manteniendo así el statu quo y la honorabilidad de los rebeldes
derrotados. Sin embargo, la guerra también ha funcionado como un mecanismo de exclusión
política.

En el artículo Guerra y Política en la sociedad colombiana de Gonzalo Sánchez Gómez, el autor


destaca que durante el siglo XIX se generaron series de guerras civiles, así como durante los
comienzos del siglo XX. El miedo a la guerra se apoderó de los colombianos, aunque estas mismas
guerras internas movidas por motivos políticos contribuyeron a la formación de la nación
colombiana.

Desde el siglo XIX hasta el Frente Nacional, las guerras funcionaron como un movimiento
pendular en el cual se presentaba una actividad cíclica entre alianzas y luchas lo que reforzó el
caudillismo, devastó la economía regional y aumentó la ausencia estatal en las periferias. Durante
este mismo siglo, se llegaron a presentar hasta 14 confrontaciones, los que demuestra las
rivalidades de las clases dominantes. Las relaciones de poder se basaban en el estatus militar, el
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cual proporcionaba de prestigio y la organización jerárquica (clases subalternas y élites


dominantes).

El autor propone temas latentes durante las guerras en América Latina. El primero se refiere a la
formación y organización política, el cual se refiere al arbitraje central o “guerras federales” en
países como Venezuela y Argentina; el segundo concerniente a los modelos de desarrollo, como
la manufactura y el mercado mundial; el tercero, la relación Iglesia, Estado y Partidos Políticos en
donde entran a jugar el manejo de los bienes, así como la presencia de problemas de hegemonía y
pluralismo cultural; y finalmente, el desarrollo general, en donde se pone en riesgo las libertades
y derechos.

En el caso colombiano se presentó una democratización frustrada. La multiplicación de actores e


ideologías, como el gaitanismo, se convirtieron en hechos decisivos ya que representaban la
aparición de un partido alterno a lo tradicional, el partido conservador y liberal, lo que significó
una ruptura la relación entre la Iglesia, los Partidos y la Hacienda, puesto que “(…) un obrero o
campesino ya no era exclusivamente -digamos por vía de ejemplo- liberal (partido tradicional),
católico (Iglesia) al servicio de don Fulano (Hacienda), sino que también podía ser militante de
formaciones partidarias alternativas (socialista, comunista, unirista); miembro de un sindicato o
liga campesina; afiliado a una sociedad secreta (masónica o teosófica), para mencionar sólo
algunas de las posibilidades más innovadoras.” (Sánchez, 1990, pág. 10)

Gaitán fue capaz de articular el distanciamiento entre el pueblo y la oligarquía; las diferencias
entre clases sociales y las disputas entre conservadores y liberales, de esta manera consolidándolo
como un líder populista, social y político. Su asesinato el 9 d abril de 1948 desencadenó el
fenómeno del bandolerismo, como se presenta al inicio de Bandoleros, gamonales y campesinos
de Gonzalo Sánchez y Donny Meertens.

A principios del siglo XX la brecha social que resultó en la aparición de grupos políticos de clase
y posterior creación del Partido Comunista de Colombia los cuales se encontraban fuera del marco
del bipartidismo. Las dinámicas de estos movimientos “(…) no solo alteraba la relación
campesinos- poder terrateniente, principal de las zonas cafeteras en donde predominaba el régimen
de hacienda, sino que también elevaba a la categoría de debate nacional el “problema agrario”,
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clave en la definición de las estrategias burguesas de desarrollo de la economía nacional.” (Sánchez


y Meertens, 1998, pág. 30)

Después de este episodio el país se encuentra inmerso en el fenómeno conocido como La Violencia
y con esta el final de la primera oleada de violencia. La Violencia fue un periodo de “terror
concentrado” en donde las Juntas Revolucionarias, los gobiernos populares y las milicias
campesinas se organizaron en contra de para crear una resistencia armada rural en departamentos
como Santander y en regiones como los Llanos.

El gobierno del momento, bajo el mandato de Mariano Opina Pérez, las diferencias y el
antagonismo entre las clases dominantes se hace evidente. Los terratenientes y burgueses
conservadores consideraban que se debía aumentar la represión estatal contra el campesinado y
los sectores sindicales. Posteriormente, Laureano Gómez eliminó todas las libertades políticas y
promovió proyectos corporativistas y extranjeros para el desarrollo del país. Estas decisiones
excluyeron aún más a los campesinos y terratenientes liberales, aumentando el deseo de
revolución.

Los mecanismos de represión estatales estuvieron presentes en forma de organizaciones


paramilitares en departamentos como Valle del Cauca, Caldas, Antioquia y Sucre, las cuales
buscaban el silenciamiento de los sectores obreros. Sus prácticas más comunes eran el despojo de
tierras tras el asesinato de sus dueños y amenazas y quema de cosechas, las cuales buscaban la
homogeneización política de la sociedad. La única solución de los campesinos liberales era la
resistencia.

En 1953, Gustavo Rojas Pinilla asume el poder presionado por sectores para poner fin a la época
de Violencia que azotaba al país. Los esfuerzos de Rojas por la autonomía de su “dictablanda” fue
el motivo para la unificación de las elites políticas, conservadores y liberales. Esta unificación
terminó con la remoción de Rojas Pinilla y la instauración del Frente Nacional. Durante este
periodo se crearon las primeras guerrillas de izquierda y comenzó la historia del conflicto armado
colombiano oficial y de la cual todos hemos escuchado.

Los textos anteriores no explican de manera detallada el surgimiento de los paramilitares y


autodefensas. En la introducción del libro Paramilitares y Autodefensas (1982- 2003), Mauricio
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Romero realiza un breve abrebocas del desarrollo del conflicto colombiano, en especial del
surgimiento de los paramilitares y autodefensas durante los años ochenta, década en la cual era
elogiada por el mantenimiento de su gobierno constitucional. No obstante, el conflicto armado
interno se originó antes de la Guerra Fría, y a diferencia de los demás países latinoamericanos,
Colombia fue el primer país en iniciar negociaciones con la guerrilla en esta misma, las cuales no
tuvieron éxito.

El libro gira en torno al argumento de que “(…) la apertura de negociaciones con la guerrilla, la
apertura política y la descentralización desataron una serie de mecanismos políticos que facilitaron
el surgimiento y consolidación de los grupos paramilitares y autodefensas, como una reacción
frente a la redefinición de los equilibrios de poder regional y los potenciales cambios a favor de
las guerrillas, sus aliados y simpatizantes.” (Romero, 2003, pág. 41)

En este orden de ideas es necesario identificar los principales factores políticos que favorecieron
el surgimiento de los empresarios de coerción y la profundización de la pérdida del monopolio
estatal de la violencia, claves para el surgimiento de los grupos: “(…) polarización entre elites
regionales y los dirigentes del Estado central [,]competencia entre el nuevo poder emergencia
asociado con el narcotráfico y los movimientos guerrilleros [,] y fragmentación dentro de la
organización del Estado.” (Romero, 2003, pág. 19)

Teniendo en cuenta esto es importante hacer un recuento histórico del surgimiento tanto de los
paramilitares como de las autodefensas. Durante el gobierno de Belisario Betancur se iniciaron las
primeras negociaciones con las guerrillas, de las cuales se desencadenaron consecuencias
perjudiciales para el Estado colombiano. El departamento de Córdoba, empresarios e
inversionistas rurales y ganaderos fueron los primeros en manifestar su inconformidad con las
negociaciones entre el gobierno y la guerrilla por medio de una carta dirigida al presidente, puesto
que consideraban que sería el inicio de una nueva reforma agraria y una “descomposición” social.
Lo anterior significó un paso hacia la autorización para el uso de la violencia como mecanismo
para la resolución de conflictos y métodos de definición de las futuras posibilidades de negociación
con las guerrillas y elecciones.

Sin embargo, se debe hacer una distinción entre los dos conceptos puesto que difieren entre sí. Los
paramilitares son definidos como “(…) grupos armados organizados para realizar operaciones de
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limpieza política y consolidación militar, previas al dominio territorial (…)” (Romero, 2003, pág.
38); por otro lado, las autodefensas “(…) son agrupaciones organizadas para defenderse de un
agresor y mantener el control de un territorio, sin pretensiones de expansión.” (Romero, 2003, pág
38)

De acuerdo a lo anterior, desarrollado previamente a la creación de la Convivir en 1982, las cuales


fueron planeadas como cooperativas de seguridad privada con el objetivo de mantener el orden
público y la seguridad rural por medio de la cooperación entre las FF.AA. y los propietarios. La
principal motivación para la creación de estas organizaciones era netamente de tipo económico
para proteger los latifundios ganaderos y los proyectos de inversión pública y privada.

La expansión de estos grupos se dio hacia los departamentos de Norte de Santander, Chocó, la
Sierra Nevada de Santa Marta y hacia zonas de disputa territorial y de cultivos ilícitos, todo esto
con el fin de neutralizar los cambios en los equilibrios de poder que resultasen de las
negociaciones. El narcotráfico fue atribuido a las practicas comunes de los paramilitares, lo que
los convirtió en agentes de la violencia, la cual aumentó de manera drástica después de los intentos
de negociaciones entre el gobierno, casi siempre consevador, y las guerrillas.

Pero ¿qué es un grupo guerrillero? Eduardo Pizarro Leongómez establece una serie de condiciones,
basándose en Schmitt, que determinan un grupo guerrillero: la irregularidad, puesto que es difícil
de distinguir de la población; la movilidad acentuada, la intensidad del compromiso político; el
carácter telúrico con una estrecha dependencia de una población y territorio; la ilegalidad y su
origen histórico. El surgimiento de las guerrillas se remonta a las guerras napoleónicas en terreno
español, aunque en el Congreso de Viena la figura del guerrillero era concebida como un criminal,
excluyéndolo de la guerra convencional acotada ya que sus acciones podrían llegar a causar terror
y enemistad.

Clausewitz añade una nueva variable de gran importancia a la discusión de la guerra, el pueblo.
En su cláusula, “la política es la continuación de la guerra por otros medios”, puede ser fácilmente
aplicada a la teoría del partisano con ejemplos de Mao Tse Tung y Lenin. La política es vista desde
la democracia liberal por su poder transformador de la sociedad y el hombre, que, sumado a lo
militar, puede llegar a ser una modalidad legítima de defensa contra agresiones externas e
impulsando la función de guerra civil en crisis revolucionarias. Lenin y Mao Tse Tung llevaron
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esta teoría a la práctica durante las revoluciones rusa y china respectivamente. La guerra de
guerrillas era una forma válida de lucha acompañada de otras, la cual debía estar subordinada a un
partido político.

Existen diferentes tipos de guerrillas: la societal, la cual se caracteriza motivación, por la búsqueda
de la consolidación como un movimiento social armado dentro de una base social, su mismo
mantenimiento como un actor social organizado dentro de una raíz comunitaria por su nomadismo
limitado; la militar, en donde hay una convergencia de bajos mecanismos sociales por las prácticas
que generan subordinación, las acciones que bordean con el terrorismo y su naturaleza de
movimiento total, puesto que es considerada una “máquina de guerra” y está compuesta por
soldados; y la de partido, la cual se encuentra bajo la orden de proyecto político de un partido y
logra una combinación de lo militar (limitado) y lo social (amplio), sumado a una movilidad
territorial ampliada.

El origen de la guerrilla va ligado con las condiciones tipológicas mencionadas previamente. Una
guerrilla de carácter societal se encuentra ligado con la lucha de un actor social basado en la
experiencia con otros actores sociales; la guerrilla militar es resultado de una iniciativa política
con una débil conexión a las luchas de la estructura social; y finalmente, la guerrilla de partido
como consecuencia de una iniciativa política proveniente de un partido político.

Retomando a Schmitt, Pizarro define al adversario en donde su diferenciación determinará la


resolución del conflicto. "La diferenciación entre enemigos relativos o totales sirve a su vez para
distinguir entre tipos de guerra acotadas o absolutas. En las primeras, la guerra encierra una
posibilidad de paz y en las segundas, la solución del conflicto sólo puede culminar en la
destrucción total del adversario." (Pizarro, 1996, pág.73)

Teniendo en cuenta esto, es posible afirmar que las FARC son una guerrilla que combina prácticas
societales, como también militares. En sus inicios, las FARC podían encajar en el marco de
guerrilla societal, puesto que buscaba ampliar su base social en una comunidad de campesinos,
posteriormente su objetivo mutó hacia la búsqueda de su consolidación como grupo armado social.
En este momento, es necesario resaltar que las FARC estuvieron en un momento bajo el proyecto
del Partido Comunista y que posteriormente lograron conformar su propio brazo político conocido
como la Unión Patriótica.
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Sin embargo, en los últimos treinta años, el método de la guerrilla ha cambiado, partiendo de una
guerrilla societal en sus comienzos transformándose en una guerrilla de tipo militar. Después del
fortalecimiento de las Fuerzas Armadas, los lazos entre la guerrilla y la sociedad se vieron
afectadas, lo que resultó en el emprendimiento de acciones contra la misma sociedad civil,
debilitando su conexión por las acciones terroristas.

En conclusión, las autodefensas no podrían ser consideradas como una guerrilla ya que estas no
tenían pretensiones de expansión, mientras que los paramilitares pueden ser vistos como una
guerrilla militar, ya que esta utiliza acciones que bordean con el terrorismo, está compuesta por
soldados y tiene una débil conexión social, y el motivo principal, no tienen un motivo político más
allá que el de mantener y reforzar el statu quo.

Además, las prácticas como el narcotráfico no son consideradas como delito político, el cual fue
utilizado para mantener las acciones ilegales con el fin de favorecer a terratenientes para el
mantenimiento y reforzamiento de las condiciones y estructura del Estado. Igualmente, los actos
de terrorismo y de lesa humanidad después de la sentencia C-069 de 1994 no son considerados
delitos políticos, de los cuales fueron acusados los paramilitares durante su proceso judicial. Y
finalmente, “(…) [las autodefensas] organizados por propietarios rurales para defenderse de la
guerrilla y con el apoyo del Ejército; y [los paramilitares] integrados por mercenarios y asesinos a
sueldo pagados por terratenientes o narcotraficantes.” (Romero, 2003, pág. 36)

Bibliografía

1. Gonzalo Sánchez (1991): Parte 1. Guerra y política en la sociedad colombiana, en Guerra


Política en la Sociedad Colombiana. El Áncora Editores.
2. Gonzalo Sánchez y Donny Meertens (1983): Prólogo, Presentación y Capítulo II, en
Bandoleros, Gamonales y Campesinos. El Caso de la Violencia en Colombia. El Áncora
Editores.
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3. Eduardo Pizarro (1996): “Fundamentos para una sociología de la guerrilla”, en Insurgencia


sin Revolución. Tercer Mundo Editores – IEPRI-UN
4. Mauricio Romero (2003): Introducción y Capítulo I, en Paramilitares y Autodefensas
(1982- 2003);

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