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CRÓNICAS DEL CARIBE: LOS HOMBRES SIN ROSTRO

Había escuchado hablar de ellos en un viaje que tuve a los Emiratos Árabes, me hicieron saber que eran
estupendos espías y nizaríes muy diligentes. Sin embargo, de naturaleza reticente al adoctrinamiento por su
naturaleza extraordinaria. Los califas y príncipes de las regiones musulmanas de Egipto, el Cairo y África
del norte; decidieron terminar con esta amenaza latente. Las cosas que se decían de éstos terminaron por
extinguirse, sólo quedaron plasmadas en fabulas e historias del folclor musulmán.

A la luz de la historia cayó en el olvido su nombre, se diluyó y refirió a otras cosas más propias de la
cultura popular. Hasta qué en uno de mis trabajos, así me lo parece, surgió la presencia de al menos uno de
ellos.

Me había contratado una mujer -generalmente son ellas mis clientes regulares-, era la esposa de un
banquero que había hecho buena fortuna, pero recientemente condujo en picada a una institución bancaria y
financiera de cierta importancia en América y el Caribe, mediante la compra de bonos y derivados
financieros. Esta mujer me contrató para dar con el paradero de su esposo desaparecido. Conocido entre el
jet-set cómo infiel y bebedor excepcional desde sus años universitarios. La esposa sospechaba que había
escapado de su matrimonio y la ruina bancaria con su amante. Situación común entre este circulo de gente.

Después de iniciar las indagatorias y repartir recursos aquí y allá, las pistas me condujeron a St. Thomas, la
cual es la isla de acceso a las Islas Vírgenes de los EE. UU. en el Caribe. Tiene fama de ser un lugar ideal
para el buceo con esnórquel y prístinas playas. Al parecer el esposo había tomado un crucero por el caribe;
las regulaciones migratorias en estos países son muy laxas y fácilmente se puede ir de una isla a otra sin
gran problema.

Parecía ser que viajaba sólo, sin embargo, encontré un par de registros de pago con la misma fuente
emisora a nombre del él y una tal Mary Rose Beckett de Ohio. Aquí surgió la primera cosa extraña; al
buscar información sobre Mary Rose resulta que ésta había muerto en el otoño 1952 en Springfield, Clark
County, Ohio, a los cincuenta y cinco años. Cómo era posible que un muerto de más de sesenta años viajara
al caribe y se le relacionara con un banquero prófugo.

Con algunos favores e invertidos algunos recursos pude acceder a los registros digitales de estos huéspedes,
entre ellos se encontraban sus fotografías, mismas que toma la línea de cruceros para los controles de
acenso y descenso de los barcos. Conseguí la fotografía de Mary Rose -que para ese momento estaba más
interesado en ella que en un infiel de cuello blanco-. Me puse a buscar imágenes de Mary Rose en los
registros de Ohio y encontré a una dama de edad madura con cierta elegancia y de estatura considerable -mi
sorpresa fue total-, la imagen del crucero y la vieja fotografía de archivo eran iguales, no parecía haber
pasado el tiempo.

Decidí ir a St. Thomas para averiguar más al respecto, posiblemente el cónyuge de mí clienta se pudo hacer
ciudadano de la isla: con algunas inversiones en el país, fácilmente otorgan la ciudadanía y dependiendo del
grado de tus inversiones, puedes conseguir alguna protección política extra. Estuve averiguando sobre la
actividad y registros del esposo y entre las cosas que pude encontrar fue que se hospedo en un hotel cercano
al centro. Muy cerca en la misma calle se encontraba un inmueble que llamó mí atención, los emblemas de
su enrejado indicaban que era una logia masona -siempre me han intrigado estos sujetos-. Además de
investigarlo a él, también busqué registros de actividad de Mary Rose, no encontré ningún indicio de que se
quedará en un hotel del área.

Un contacto de la isla me dijo que hacía poco tiempo se había realizado una transacción no muy común en
las joyerías locales. El mercado de metales preciosos, joyas y diamantes es manejado por un grupo pequeño
de familias: árabes, hindúes e ingleses; algunos han acusado a éstos de comerciar con diamantes de sangre
provenientes de minas en África que se encuentran en guerra. En este caso en particular se cambiaron
ciertos bonos y certificados por diamantes y en particular por una cantidad inusual de una gema rara
llamada Zultanita, de una calidad óptima extraída de la región de Anatolia. Cuando pregunte sobre el
comprador apareció rápidamente el nombre del cónyuge de mí cliente y curiosamente era acompañado por
una mujer con la media filiación de Mary Rose.

Al indagar con el personal del hotel ellos me dijeron que el esposo estuvo algunas semanas en el hotel y
solicito que sus cosas fuesen llevadas al inmueble masón calle arriba, el del enrejado con los emblemas de
la escuadra y el compás. Ahí, según me dijeron, también se vio entrar a Mary Rose en compañía de un Awo
o padre de los secretos, es una especie de sacerdote de la religión yoruba. Se me dijo que era una persona
de cuidado, que no indagara más pues podía encontrarme con las personas equivocadas.

Mí contacto del mercado de diamantes en la zona me informó que previo a la transacción de la zultanita, el
Awo estuvo tratando con las familias árabes para saber quién podía proveerle de las gemas turcas. Durante
esos encuentros lo estuvo acompañando un hombre alto de cierta edad, muy silencioso y elegante,
respondía al nombre Marcellus Rodríguez Zavala.

Al averiguar sobré éste en los registros de las navieras, apareció que Marcellus había llegado a la isla
alrededor de tres meses antes que el esposo de mí clienta y la mujer llamada Mary Rose. Se trataba de un
puertorriqueño de ocupación musico, contaba con una dirección ubicada en el Spanish Harlem en la ciudad
de Nueva York. El Sr. Rodriguez tiene un departamento de renta congelada en NYC mismo que se
encuentra en un litigio de arriendo. Lo intrigante aquí es que el Sr. Marcellus falleció hace algos años y su
familia tiene un pleito por la propiedad de dicho departamento con algunos arrendatarios en Nueva York;
las propiedades ahí son un bien muy disputado y deseado.

Una vez más me encontraba con un muerto viviente ¿cuál era la relación entre Mary Rose y Marcellus,
entre el Awo y el cónyuge de mí clienta? Hasta este punto no parecía haber más información del esposo, no
había mas compras, ni se le había visto por la isla después de la compra de las gemas. Entonces, si la pauta
era tratar con los muertos en vida, tal vez debía seguir indagando en los registros forenses.

Para mí sorpresa, a los pocos días de la compra de las gemas, en el Schneider Regional Medical Center, se
recibió a un hombre blanco con una picadura de medusa irukandji, paso tres días en agonía; poco se pudo
hacer para salvarlo, no hubo nadie que reclamara el cuerpo; éste fue encontrado en una playa cercana
retorciéndose del dolor por la picadura de la medusa.

Fui a la morgue para saber qué había sido del hombre, tenía poco tiempo que lo habían enviado a la fosa
común, me mostraron las fotografías del cuerpo y pude reconocerlo, era el esposo de mi clienta. Procedí a
contactar a mí clienta e informarle el funesto hallazgo. Una vez que llego a la isla le entregué toda mi
investigación; del dinero que éste malverso, no había más rastro, solo un callejón sin salida. Al menos la
ahora viuda no tendría que enfrentar ningún proceso legal y continuar con su vida.

Mi trabajo había terminado, pero los últimos días que estuve en la isla me dediqué a revisar los registros de
las navieras: no había ninguna salida de Mary Rose, pero sí había un registro de Marcell Rodriguez al día
siguiente de la muerte del esposo de mi clienta. Camine en algunas ocasiones por el inmueble masón
cercano al hotel en el que se hospedo el hoy occiso; una noche antes de dejar la isla me encontré con el
Awo, salió del misterioso lugar. Lo seguí, entro a uno de los bares locales. Me le acerqué, le dije que me
habían hablado de él y le pregunte si podría decirme mí futuro con la lectura de las ikini, las cuales son
unas semillas sagradas de la Ifá. Me respondió que la Orunmila le había advertido de mí presencia, que no
podría leer mí futuro, pero podía darme un consejo: dejar de buscar los misterios que no me incumbían,
éstos debían permanecer así.

Le pregunte por Marcellus y la mujer de nombre Mary Rose, a lo cual él me contesto que ellos eran
fantasmas, que existían cosas más allá de mi comprensión; no era buena idea perseguir a un cambiante, a
un sin cara. Al meterse con ellos siempre habría una daga pendiendo sobre la cabeza. Cerró diciéndome
que por mí bien saliera pronto de la isla y dejara de perseguir fantasmas.

Me tendió la mano y de golpe bebió una cerveza Carib que tenía en la mesa. Al estrechar su mano me
percate del anillo que llevaba en la mano diestra, el cual tenía una montura con una enorme piedra de
zultanita que coronaba el anillo. Ahí comprendí todo. Le agradecí su tiempo y me retiré del lugar.

Qué se puede pensar de todo esto. Me he encontrado con una entidad extraordinaria, un misterio muy
atrayente, no creo que sea la ultima vez que me encuentre con este individuo. Las historias y leyendas no le
otorgan un nombre especifico, se habla generalmente de sus características y hazañas. Siempre en un tono
oscuro y misterioso, es asumido como algo, más que como alguien, como un instrumento -muy útil- para
asuntos de total discreción y es que ellos, estos hombres sin rostro, son parte de ese ejercito entre la niebla;
el de los intereses ocultos. Son los Mutantes de estas legiones.

[D.H. Godspeed: Crónicas del Detective Otazu]

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