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LENGUAJE

1.- COPIA LOS CUENTOS EN UN CUADERNO.


2.- REALIZA UN RESUMEN GRÁFICO EN 3 ACTOS DE CADA CUENTO Y
ESCRIBE DEBAJO DE CADA GRÁFICO UN RESUMEN
3.- BUSCA EN EL DICCIONARIO LAS PALABRAS SUBRAYADAS.
4.- CON LAS PALABRAS ANTERIORES FORMA ORACIONES.

VERDAD Y MENTIRA
Éranse dos hermanos que se llamaban Verdad y Mentira. Verdad era muy juicioso y amable, mientras
que Mentira era tan embustero que nadie creía una palabra de lo que decía.
La madre de los niños era una pobre mujer que apenas tenía para mantenerlos, por lo que cuando
fueron un poco creciditos les dio a cada uno un hatillo y les mandó por el mundo a que se ganaran la
vida con sus propios medios.
Marcharon los dos hermanos y cuando habían andado un largo rato por el bosque, le dijo Mentira a
Verdad:
- Será mejor que nos sentemos y comamos primero tus provisiones y luego empezaremos con las
mías.
Verdad aceptó lo que su hermano proponía y empezaron a cenar hasta que se terminó todo lo que
había en el hatillo.
Al día siguiente, después de haber caminado mucho y cuando se sentaron a cenar, dijo Verdad a
Mentira.
-Ayer comimos mis provisiones, así que hoy tendremos que comernos las tuyas.
Pero Mentira no sólo no quiso dárselas, sino que echó a correr y dejó a su hermano abandonado en el
bosque.
El pobre Verdad tuvo miedo de pasar la noche solo en el bosque y se subió a un árbol a dormir.
Cuando se despertó a la mañana siguiente oyó voces debajo del árbol que mantenían la siguiente
conversación:
-El rey de este país – decía un lobo- tiene una hija sordomuda y si supiera lo que yo sé, se curaría. Si
comiese una pequeña flor de pétalos blancos, corola verde y tallo rojo, hablaría y oiría como cualquier
otra persona.
- Eso es verdad – dijo una liebre-. Pero si el rey supiera lo que yo sé no escasearía el agua en su
palacio. Debajo del patio hay un manantial de agua cristalina. Sólo tienen que levantar una gran losa
que hay en el centro.
- ¡Oh! – dijo un oso-. Eso es también mucha verdad. Pero veréis: El rey posee el mejor huerto y no le
produce nada. La culpa es de una gruesa cadena de oro que da tres vueltas al huerto bajo tierra. Si la
quitase del huerto daría fruto.
Cuando todos los animales se fueron, Verdad bajó del árbol y fue derecho al palacio.
Allí vio al rey que paseaba sediento por el calor que hacía pedía un vaso de agua a su criado.
- Me parece que en todo el reino no hay agua peor que la mía – dijo el monarca al beberla. –Estáis
en lo cierto – le dijo Verdad -. Pero si me dejáis unos hombres que levanten la losa que yo les diga,
tendréis el agua mejor del reino.
Así lo hicieron y al instante brotó un manantial de agua fresca y cristalina. Entonces el rey
agradecido, invitó a Verdad a quedarse a vivir en palacio.
Así, Verdad fue solucionando los problemas del reino hasta que en una ocasión, se cruzó con la hija
del rey. Y enseguida fue en busca de la flor de pétalos blancos, corola verde y tallos rojos.
Esta flor dio de comer a la princesa y esta recobro el habla y el oído.
El rey, agradecido, concedió a Verdad la mano de su hija.
Pasado un tiempo llegó al palacio un mendigo, Verdad reconoció a su hermano Mentira, y le dijo:
- Vete al bosque y pasa la noche en el mismo árbol donde yo la pasé y oirás cosas muy
provechosas.
Así lo hizo Mentira, pero nunca escuchó nada.
LA ABEJITA CHISMOSA
Julia era una abejita muy trabajadora y ordenada. Se levantaba cuando los gallos se levantaban, salía
de su colmena y se iba hasta el arroyito que pasaba por allí cerca, a darse un buen baño. Luego se
peinaba, alisaba sus alitas, cepillaba su cuerpo, y se lanzaba a recoger el polen de las flores y chupar el
néctar de las mismas.
Probablemente ninguna abeja reunía tanto polen como ella, por lo que su reina la estimaba mucho. O
sea que Julia habría sido perfecta si no hubiera tenido el defecto que tenía y que además era grave: la
abejita era chismosa como ella sola, facilitándole el hecho de volar por todas partes, pudiendo así
llevar y traer chismes.
Al principio nadie se dio cuenta de esta su mala costumbre pues no imaginaban que una abejita tan
trabajadora, limpia y ordenada fuera capaz de ser tan tonta. Pero como empezaron una serie de
problemas en los jardines por donde ella solía estar, entraron en sospechas. Nadie más que ella sabía
los secretos de sus habitantes, pues a las mariposas no les interesaba ese aspecto de la vida social,
porque su tiempo era corto y tenían que disfrutar todo lo más posible del mismo. Los moscardones
eran muy pesados, así que casi no se movían de un lugar. Menos podían ser los sapitos y las ranas, que
amaban sus casitas y rara vez salían de ellas; y las demás abejitas eran perezosas y tardaban mucho en
recolectar el polen.
Así pues cuando Julia siguió visitando los jardines que tenía por costumbre, notó que ya nadie la
saludaba ni la recibía con el afecto que siempre lo habían hecho. Todos le volvían la cara, y hasta
algunos le cerraban las puertas. La abejita se entristeció mucho. Ya no le parecía tan linda su tarea y
hasta empezó a cansarse y no querer el néctar de las flores. Menos mal que se dio cuenta a tiempo y
resolvió corregirse. Pero antes fue pidiendo perdón por su mala conducta y prometiendo a todos que
nunca más sería tan ligera de boca.
Poco a poco le devolvieron su confianza y Julia vivió tranquila y feliz hasta muy vieja.

MANUEL EL CRUEL
Manuelito era un niño al que sus padres lo mimaban mucho, le daban gusto en todo y le aguantaban
hasta el extremo.
No era raro que Manuel se hiciera dar con frecuencia unas pataletas que asustaba, gritando tanto, que
los vecinos creían que le estaban despellejando al pobre. Sus padres sufrían mucho pues ya no sabían
qué hacer para tenerlo contento. Le llenaban de juguetes finos y lindos que no duraban pues los rompía
sin jugar con ellos. Le traían toda clase de dulces, tortas y chocolates, que se los comía de una sola vez,
enfermándose con mucha frecuencia por este motivo. Pero Manuelito ni siquiera cuidaba su ropa que
le compraban en los almacenes más caros. O sea, que era un niño que se complacía además en
martirizar a cuanto animalito había en su casa.
Por este motivo le pusieron el mote de cruel, y lo llamaban “Manuel el cruel”, los que vivían cerca
de su casa o dentro de ella. Llegó a tanto su maldad y su mala educación, que resolvieron darle un
escarmiento los animalitos que estaban hartos con Manuel; mucho más si sus padres no hacían nada en
este sentido.
Se reunieron en gran asamblea y acordaron emprenderla con el niño cada cual a su modo. Así cuando
Manuel entró como de costumbre al corral de las aves a tirarles con piedras y golpearles con palos,
todas ellas se abalanzaron sobre el niño y empezaron a picotearle y darle aletazos, hasta que escapó
aterrorizado. En el trayecto, los gatitos que tenía lo llenaron de rasguños y le mostraron mala cara, y ni
siquiera el perro hizo nada por defenderlo; al contrario, le mostró los dientes y le amenazó con
morderlo.
“Manuel el cruel” no comprendió qué había sucedido, y llego llorando, asustadísimo a refugiarse en
los brazos de su madre, que le consoló y secó sus lágrimas. El niño se creyó víctima de una pesadilla,
pero reflexionando después se dio perfecta cuenta de lo que pasaba. Era el justo castigo a tanta maldad.
Como no era tonto, le sirvió de lección, transformándose en otra persona desde ese momento.
Sus padres nunca supieron cual fue el milagro, pero vivieron felices pero sobre todo, tranquilos
desde entonces. Feliz vacación invernal!!!

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