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Escrito despedida de Grupo Pilar

Bueno, hoy me toca despedirme y tenía ganas de dejarles algo escrito, una especie de
autoevaluación de mi pasaje por acá.
Llegué desde La Plata por una serie de circunstancias casi azarosas que decidí seguir y me encontré
con este lugar del que inmediatamente tuve ganas de ser parte, fue inmediato, sentí que en el diseño
del tratamiento había algo profundo, fundamental que estaba siendo tratado de una manera que
podía dar resultado, me entusiasmó y cuando algo me entusiasma es muy raro que falle mi
apreciación... A ustedes seguramente les debe pasar en su vida cotidiana, por ejemplo cuando
escuchan cantar a alguien muy bien, o ven jugar al fútbol a alguien que se destaca, o en el ámbito
que sea que les guste, que lo captan y les llama la atención porque hay algo más que práctica,
esfuerzo o estudio, es algo extra que enciende una chispa, que transmite otra cosa, llámenlo como
quieran... en este caso, como lo que a mi me encanta con el alma es esta profesión, me es fácil
captar ese “extra” en los colegas de mi ámbito y en las cosas que construyen y, como verán, cuando
lo encuentro lo persigo aunque eso implique acumular varios cientos de millas mensuales en mi
camino atravesando la jungla del tránsito bonaerense.
Siempre me manejé así, siguiendo lo que me inspira y entusiasma, esa es la forma que yo encontré
para sentirme feliz con lo que hago, supongo que por eso me es fácil captar cuando otras personas
se entusiasman con lo que hacen como yo y a través de esta profesión aspiro a ayudar a que las
personas que se crucen conmigo tengan la posibilidad de prender su chispa y que encuentren lo que
les gusta hacer. Pienso que este tratamiento da la posibilidad de eso mismo, en algunos grupos
hemos hablado de que un miedo muy común que tienen ustedes al entrar acá es que les cambie la
personalidad, quiénes son en esencia, que les laven el cerebro con tanta norma a respetar y tanto
hábito a modificar, esto es normal que les pase... Pero no se confundan, lo que ustedes “son” no lo
definen sus hábitos; esa “chispa” de la que hablaba antes no tiene que ver con hacerle o no hacerle
caso a mamá y papá, ser más o menos rebeldes o rudos, consumir, gritar más, quedarse callados o
juntarse con tal o cual tribu urbana; todas esas actitudes y cuestiones solamente hablan de la fuerza
en potencia que tienen y que no saben cómo manejar y dónde usar. Simplificando y a grandes
rasgos, cuando esa fuerza no está bien encauzada aparece la impulsividad y el problema de aceptar
los límites.
Hay un punto en el que no tener límites es desesperante, porque si nada los detiene se van
acelerando cada vez más y más hasta que lo único que los puede frenar es chocarse contra algo,
ustedes sabrán qué tan rápido han sido capaces de ir por el impacto de cada uno de sus choques, a
veces esos choques sirven para detenerse y hacerse alguna pregunta, de lo contrario se vuelve a
chocar y cada vez peor. Cuando se logra aceptar alguna palabra que ponga límite no es necesario
andar embistiendo paredes o recibiendo ladrillazos en la cabeza, metafóricamente hablando, y es en
este sentido que el límite alivia, es incorporar los matices en sus vidas, saber que frente a diferentes
emociones uno se puede aliviar con diferentes tipos de acciones, pero antes de accionar es necesario
reconocer qué es lo que pasa por dentro y si se está constantemente en movimiento sin detenerse a
pensar esto es imposible.
Los límites van de afuera hacia adentro; de lo más fácil a lo más difícil, así es que una vez que
aprenden a manejar sus rutinas diarias pueden ocuparse de aprender a manejar sus emociones hasta
ser dueños de ustedes mismos y tomar las decisiones que mejor les parezcan. Para esto en principio
necesitan de otros que los guíen, porque si no tienen esta ayuda, o no la saben aceptar, las
decisiones que toman no siempre responden a lo que realmente quieren hacer (que en general esa es
la “chispa” que hay que descubrir) sino que deciden en base a lo que no pueden dejar de hacer,
convirtiéndose en esclavos de sus impulsos.
Un cambio de perspectiva interesante sería que piensen en sus padres y figuras de autoridad como
en Maestros Jedi en vez de pensar en ellos como dictadores, se trata de que aprendan a equilibrar la
fuerza en ustedes; antes de aprender a usar la espada láser tienen que estar un tiempo encerando y
puliendo... Espero que hayan visto todos La Guerra de las Galaxias y Karate Kid porque si no mi
metáfora no tiene sentido, si no las vieron piensen en la relación entre el maestro Shifu y Po de
Kung fu Panda para hacerse a la idea que les quiero transmitir. Ya sé que parece mucho trabajo este
proceso, lo es, pero se están jugando el tipo de vida que van a tener y que están teniendo. Con
chispa o sin chispa de todas maneras van a tener que ganarse la vida, relacionarse, tomar decisiones,
hacerse responsables de sus cosas, no se van a ahorrar nada, más tarde o más temprano van a tener
que enfrentarse a estos planteos y si todavía no se cansaron de dar vueltas sin sentido repitiendo los
mismos patrones, peleándose de la misma forma y sintiéndose mal cada vez más seguido va a llegar
un momento en que se va a hacer insostenible, aprovechar esta oportunidad que les da el
tratamiento puede sacar lo mejor de ustedes si se lo permiten y si además, en el proceso, logran
encontrar su propia chispa va a ser un antes y un después, se los aseguro, solamente se lo tienen que
proponer sin miedo, o con miedo pero predisposición a trabajarlo.
Las normas y la modificación de hábitos no hace más que potenciar la fuerza que tienen, aceptarlas
no los convierte en personas sumisas y cobardes, todo lo contrario, les enseña dónde usar toda esa
potencia con un sentido para sus vidas en todos los ámbitos, pero esa elección la tienen que hacer
tomándose el trabajo de caminar cada paso con la humildad necesaria para aceptar que no son
perfectos, que están aprendiendo y que seguramente se van a equivocar alguna vez o muchas veces;
esto no se trata de quién lo hace con menos errores, o más rápido o, mejor; se trata de que cada uno
se enfoque en que esto puede ser una lección de vida y en la vida todos somos siempre principiantes
y acá hay otras personas, ya sean compañeros o terapeutas que pueden ayudarlos a atravesar con un
poco menos de dolor el proceso y si el dolor no se alivia al menos se hace más soportable con otros,
pero se atraviesa para seguir adelante, solamente se alivia si se lo enfrenta, si no se hace eterno.
Entonces acá tienen una oportunidad de cambiar sus cosas, y aceptar las normas, aunque mucho no
les guste, es el primer paso del camino para lograrlo.
Cuando uno lleva muchos años haciendo lo mismo, en general, se suele pensar que es casi
imposible cambiar, pero piensen que cuando adquirieron los hábitos que están queriendo modificar
no estaban en el mejor momento de sus vidas, hicieron lo que pudieron con lo que tenían a mano,
las herramientas que están adquiriendo ahora y los momentos de reflexión que se van tomando
solos y con los demás los vuelven más fuertes porque usan su energía de una forma que les sirve
por más que renieguen y si les da miedo sentirse bien, no se preocupen, es sólo la falta de
costumbre. Yo los vi mejorar a todos, cada cual a su tiempo y a su forma, ustedes por ahí no se
terminan de dar cuenta del todo la fuerza que tienen, no se conformen, no se rindan, sus vidas no
fueron fáciles y eso les da triple mérito si siguen adelante, siempre se puede empezar de nuevo,
sáquense de encima el peso de tener que ser perfectos y permítanse aprender y dejarse guiar, no
tienen nada forzado que demostrar, este es un momento para ustedes, una pausa para recalcular el
rumbo y encontrar para dónde va su camino y cómo quieren que sea.

Espero que en este tiempo que compartimos alguna de mis palabras o de mis insistentes preguntas
les haya quedado resonando y les haya dado o les dé todavía algún momento para pensar.
Lo que yo me llevo tiene un valor que todavía no soy capaz de calcular, lo que sé es que me voy
enriquecida infinitamente por mi contacto con ustedes y con mis colegas; la posibilidad de
intercambio que hay acá, tanto desde el rol de ustedes como desde el nuestro, tiene la potencia de
cambiar la vida, eso es invalorable y está en manos de cada uno poder aprovecharlo. Se trata, en
resumidas cuentas, de la potencia de la palabra, aprender a expresarse y que no sea hablar por
hablar, tan simple pero tan difícil al mismo tiempo, estoy segura que muchos de ustedes ya han
sentido la diferencia.
Pero bueno, a pesar de todo lo que valoro este tiempo que compartí acá, mi camino está tomando
otro rumbo y es momento de seguirlo donde sea que me lleve.
Gracias a todos por abrir sus almas y dejarme ver sus esencias, síganlo haciendo que eso los hace
grandes.
Me voy con ganas de permanecer en contacto y seguramente encontraremos la forma de seguir en
intercambio... ya veremos.
Buena vida para todos.
Lic. Gonzalez, María Cecilia

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