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blemente abandonar las preocupaciones sociales ¢ indagar mas di- rectamente en las propiedades de los lenguajes espacio-temporales como medios de comunicacién por si mismos. Pero, en la medida en. que un axioma fundamental de mi investigacién es que el tiempo y el espacio (0 el lenguaje, en este caso) no pueden comprenderse inde- pendientemente de una accién social, abordaré ahora la manera en que las relaciones de poder estn siempre implicadas en practicas espaciales y temporales. Lo cual nos permitird situar estas tipolo- gias y posibilidades mds bien pasivas en el marco mas dinamico de las concepciones del materialismo histérico sobre la modernizacién capitalista. 250 14. Tiempo y espacio como fuentes del poder social Debemos a la insistente voz de Henri Lefebvre la idea segin la cual el dominio sobre el espacio constituye una fuente fundamental y omnipresente del poder social sobre la vida cotidiana. Es necesario entonces investigar mas en profundidad cémo esa forma del poder social se articula con el control sobre el tiempo, con el dinero y otras formas del poder social. En Iineas generales, la hipétesis que me dis- pongo a analizar es que en las economias monetarias en general, y en la sociedad capitalista en particular, el dominio simultaneo del tiempo y el espacio constituye un elemento sustancial del poder so- cial que no podemos permitimos pasar por alto. «La medicién del tiempo», declara Landes (1983, pag. 12) en su autorizado estudio so- bre el tema, «ha sido al mismo tiempo un signo de la nueva creativi- dad y un agente y catalizador del uso del conocimiento para la rique- za y el poder», Durante mucho tiempo, los cronémetros precisos y los mapas precisos han tenido el valor de su peso en oro, y el control so- bre espacios y tiempos es un elemento crucial para obtener benefi- cios. Por ejemplo, el especulador inmobiliario que tiene el dinero para esperar mientras supervisa el desarrollo de espacios adyacen- tes estd en una posicién mucho més ventajosa para obtener ganan- cias pecuniarias que alguien que carece de poder en cualquiera de estas dimensiones. MAs aun, el dinero puede utilizarse para gober- nar el tiempo (nuestro tiempo y el de los otros) y el espacio. Recipro- camente, el dominio del tiempo y el espacio puede convertirse a su vez. en dominio sobre el dinero. Emergen, pues, dos puntos muy generales. Primero, aquellos que definen las précticas materiales, las formas y significados del dinero, del tiempo o el espacio establecen ciertas reglas bisicas del juego social. No quiero decir con esto que ellos, los que definen las reglas, siempre ganen cualquier litigio que pueda suscitarse. Hay demasiados ejemplos de consecuencias no buscadas (por las cuales Jos que estan en el poder definen reglas que deterioran su propia ba- se de poder) y de grupos de oposicién que aprenden y usan las reglas para aplastar a aquellos que las concibieron como para que una ecuacién tan simple resulte creible. Sin embargo, es evidente que la 251 hegomonia ideoldgica y politica en cualquier sociedad depende de la capacidad de controlar el contexto material de la experiencia per- sonal y social. Por eso las materializaciones y significados que se otorgair'al dinero, al tiempo y al espacio tienen algo mas que escasa importaneia para la conservacion del poder politico. Sin embargo, el problema inmediato es comprender los procesos sociales mediante Jos cuales se establecen sus cualidades objetivas. De ese modo pode- mos evaluar mejor la afirmacién de que algo vital le ha sucedido a nuestra experiencia del espacio y del tiempo desde 1970, que ha da- do lugar al giro hacia el posmodernismo. Dentro de esta cuestién general, hay otra cuestién: considerar cémo las practicas y los «discursos» espaciales y temporales estable- cidos «se agotan» y «alteram en la accién social. Por ejemplo, emo es que la grilla de las practicas espaciales o la tipologia del tiempo social adquieren un contenido de clase, de género o algan otro conte- nido social en una situacién histérica determinada? Las reglas del sentido comGn que definen el «tiempo y lugar para todo» son utili- zadas por cierto para alcanzar y reproducir distribuciones especifi- cas del poder social (entre clases, entre mujeres y hombres, ete.). Sin embargo, esta cuestién no es independiente de la primera. Las lu- chas de poder frustradas (por parte de las mujeres, los trabajadores, Jos pueblos colonizados, las minorias étnicas, los inmigrantes, etc.) dentro de un conjunto determinado de reglas generan gran parte de Ja energia social para cambiar esas reglas. En suma, los desplaza- mientos en las cualidades objetivas de espacio y tiempo pueden rea- lizarse, y a menudo lo hacen, a través de la lucha social. A partir de estos antecedentes observaré en forma breve (remi- tiéndome sobre todo a los materiales ya publicados en Harvey, 1985a, capitulo 2, y 19856, capitulo 1) las relaciones entre dine- ro, espacio y tiempo como recursos entrelazados del poder social. Empiezo por la conexién mas simple. El dinero mide el valor, pero si preguntamos en qué consiste el valor en primera instancia, adverti- mos que es imposible definir el valor sin decir algo acerca de como se asigna el tiempo de trabajo social. «Economia de tiempo», dice Marx (1973, pag. 173), «a esto se reduce por Ultimo cualquier economia. Reciprocamente, aunque el dinero representa tiempo de trabajo so- cial, el surgimiento de la forma dinero configuré el significado del tiempo en formas importantes y especificas. Le Goff (1980) senala, por ejemplo, que la ampliacién de la esfera de circulacién monetaria y la organizacién de redes comerciales en el espacio, a principios del amedioevo, obligaron al mercader a construir «una medida més ade- cuada y fiable del tiempo para la conduccién ordenada de los nego- ciog». Pero adviértase la implicacién del espacio en esta afirmacién. 252

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