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UN VACÍO LLAMADO EXISTENCIAL

A propósito de que estos días he visto a través de los medios algunos famosos que se
han suicidado, han llegado a mi mente los versos de un poeta dominicano del siglo
pasado que me gusta mucho, es Manuel del Cabral y sus versos rezan así:

Aquí me encuentro, me dije.


Y emepecé a sacar arena…

Luego vi el agua en el fondo


y en ella el cielo y mi cara.

Después… me bebí el azul


porque mi sed no era de agua.

Los seres humanos nos movemos de un placer a otro, obtenemos una cosa y cuando
estamos allí queremos otra, así que corremos tras bártulos que prometen apagar ese
deseo inagotable que toda persona tiene. Esa frase que todo producto usa ‘lo último’ que
promete resolver todas nuestras necesidades, que una vez obteniéndolo ya no habrá
nada más que buscar, pero resulta que no es así, que siempre queremos más.
Muchas veces los que tenemos menos creemos que los que tienen más son más felices,
la historia nos ha demostrado una y otra vez que no es así, pero en nosotros sigue el afán
de llenarnos de objetos, de buscarlos con esmero y de gastar la vida en esa tarea para al
final darnos cuenta que no, que siempre tenemos sed, una sed que no se apaga, y nos
preguntamos qué puede apagarla, qué será eso que definitivamente nos aquiete.
Quizás deberíamos darnos cuenta como el poeta, que nuestra sed no es de agua, que de
nada vale seguir sacando arena si al final lo que encontramos siempre nos deja
sedientos. Jesús le dijo a la samaritana, “si bebes de esta agua volveras a tener sed” hoy
lo continúa diciendo, si compras ese áuto volveras a querer otro, si compras el último
celular volverás a querer el último que salga, y así con todas las demás cosas. Entonces,
morimos en la carrera queriendo tener algo que nos llene de plenitud, que nos llene de
sentido y que al fin obtengamos una felicidad plena que no se acabe.
Es posible que eso sólo lo haga el infinito, lo haga el azul. La sugerencia es que
aprendamos a quitar la mirada del agua y miremos el azul, que vayamos tras él, porque
debemos de admitir que somos seres finitos con sed de lo infinito, pero si no quitamos
la mirada de lo superficial moriremos con sed, deberíamos dejar de conformarnos con
pequeños riachuelos y buscar el gran río, ese que definitivamente abastesca nuestro ser.
Mientras vivamos aquí nunca pasarán los deseos, pero si estamos conscientes de que
caminamos hacia el azul, encontraremos en ese deseo de trascendencia nuestra
verdadera escencia.
IMAGO DEI

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