(El personaje de rodillas frente al público como sí éste fuera un confesionario
con sacerdote.): Buenos días, padre, ante todo debo decirle que han pasado diez años desde mi última confesión, cuando hice la comunión, así que no sé muy bien cómo se hace esto ahora. Bueno, estoy aquí porque ya no puedo más con la culpa. Soy un pinche mentiroso. Me invente una doble vida para conquistar a una chica. Y me siento una lagartija. Le he dicho que mis padres son ricos, aunque nunca tengo un dólar. Le dije que me habían castigado por algo que me inventé y de lo que ya no me acuerdo, y que no me dan dinero, así que siempre me invita ella. Le he dicho que soy buen estudiante, mentira, que toco la guitarra, mentira, que no me gusta beber, mentira, que colaboro con un ayudo en un orfanato, mentira, que escribo poesía, mentira. Aquellos poemas que le enseñé los copie de internet. Pero quiero dejar de mentir. Necesito que me quiera como soy realmente. Un ignorante; aficionado a las motos y a los coches, que ella odia; yo un fan del fútbol, mientras aborrece el fútbol; Un inculto aunque ella sabe de todo. Ya no puedo más con mis mentiras, necesito ser otro. Bueno, padre, dígame qué puedo hacer. Sin ella no podría seguir viviendo. Que se lo confiese. Pero si le confieso la verdad talvez ya no me quiera. Es como si perdiera un dedo. Bueno creo que lo va saber tarde o temprano así que mejor debería decírselo yo mismo, si no nunca me sentiré bien conmigo mismo Gracias padre, no puedo perder mas tiempo.